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Vivimos en un mundo peligroso.

El carácter injusto y desigual


del orden económico
internacional, la vulnerabilidad frente a los movimientos de
precios, la naturaleza
irracional e insostenible de los modelos capitalistas de
producción y consumo, y el daño
ambiental que provocan, significan riesgos muy graves para la
humanidad. Se incluye,
junto a las llamadas “amenazas globales” los efectos de los
desastres naturales y las
pandemias. El cambio climático avanza inexorablemente ante
la falta de voluntad

política de los gobiernos de los países desarrollados. A esto se


añaden las migraciones
masivas internacionales, el crimen organizado transnacional,
las violaciones masivas de
los derechos humanos y el terrorismo. Las transnacionales,
fundamentalmente
norteamericanas, no renuncian al control de los recursos
energéticos, hídricos y
minerales estratégicos en vía de agotamiento.
Se aplican nuevos conceptos de “ciberguerra” u “operaciones
de fuerzas especiales”
que incluyen la desestabilización de Estados soberanos; la
generación, financiamiento y
suministro de armas a grupos irregulares y la intervención
militar ilegal con el pretexto
de la protección de civiles. Proliferan las guerras y se ha
consagrado una doctrina
militar ofensiva. Estados Unidos (EE.UU.) ha transitado desde
el concepto de “fuerza
abrumadora” aplicado en guerras anteriores, hasta el punto de
considerar que es “más

legítimo y efectivo” para un cambio de gobierno que lo lleve a


cabo un movimiento
político interno, y no ellos u otras potencias extranjeras, y de
que “la ayuda para librarse
de un tirano” y de alcanzar objetivos político-militares
estratégicos puede realizarse sin
poner un sólo miembro de las fuerzas de EE.UU. en el terreno.
Las soluciones justas y duraderas no aparecen. Las decisiones
se toman a espaldas de
la comunidad internacional por unos pocos Estados. Ante estas
amenazas, se impone
crear un valladar que preserve la independencia y soberanía de
nuestras naciones. La
promoción de la paz, la solidaridad, la justicia social y el
desarrollo sostenible, es el

único camino para asegurar el futuro.


Teniendo en cuenta lo anterior, y que las relaciones
internacionales han venido
sufriendo constantes e importantes cambios, más acentuados
aún a partir del 11 de
septiembre del 2001 y de la propia Estrategia de Seguridad
Nacional de Estados
Unidos, articulada sobre el pretexto de la “lucha contra el
terrorismo”, al que agregan “la
lucha contra las tiranías” y el llamado “cambio de régimen”,
resulta conveniente dar
utilización al término de seguridad nacional, acorde con las
realidades y circunstancias
que impone el mundo globalizado de hoy.
Indudablemente, la realidad cubana tiene un impacto en ese
mundo. Cuba es un
pequeño país estable políticamente, con conciencia política,
con resultados palpables
en diferentes esferas, con garantías sociales para sus
ciudadanos, con un sistema
social justo y equitativo, libre en su acción internacional,
solidario, internacionalista, que
se esfuerza por elevar la cultura general integral de su pueblo
como expresión de
soberanía y libertad, que se mantiene por la fuerza de sus
ideas y la convicción
martiana de que “perdura, lo que un pueblo quiere”.6
En la concepción cubana queda demostrado claramente el
carácter defensivo de su
política militar y la lucha permanente y sistemática contra
azotes internacionales de esta
época que afectan la seguridad nacional de los Estados. Cuba
hará cumplir las leyes
que soberanamente se ha dado y expresa su disposición a
cooperar con todos los
países con pleno respeto por el derecho internacional,
conscientes de que las
relaciones con cualquier otro Estado no serán jamás
negociadas bajo agresión,
amenaza o coerción de una potencia extranjera7.
Cuba, una pequeña nación sin grandes recursos naturales y
bloqueada por Estados
Unidos, ha sido capaz de ofrecer su ayuda a más de 150
países sin exclusión alguna, ni
condicionamientos, además se han formado casi 65 000
profesionales extranjeros en
universidades y otros centros docentes de la Isla8; la
Operación Milagro, permitió
recuperar o mejorar la visión a más de dos millones 577 mil
personas en diferentes

regiones del mundo. Se destaca además, la creación del


contingente Henry Reeve,
especializado en situaciones de desastres, y el estudio integral
sobre personas
discapacitadas9. La colaboración médica internacional ha
permitido salvar más de
cuatro millones de vidas humanas10. En materia de educación,
se han graduado del
programa Yo, sí puedo más de 6 millones y del programa Yo, si
puedo seguir casi un
millón de personas11. Estos ejemplos son una pequeña
muestra de cuánto se puede
lograr en materia de cooperación cuando existe una real
disposición.
La indagación realizada para diagnosticar el estado en que se
encuentra el estudio de
la Seguridad Nacional de Cuba, permitió comprobar que las
investigaciones son
particularmente escasas y limitadas. Ello provocó que no se
haya podido contar con una
caracterización sistémica abarcadora de la estructura de
seguridad nacional. Si bien, se
pudo contar con importantes premisas teóricas elaboradas por
el Colegio de Defensa
Nacional, que permitieron emprender la presente investigación.

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