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Confianza es

Creer en nuestra débil y

frágil humanidad
“Tejer mi historia de confianza
personal”

Se organiza en pequeños grupos pastorales, comunitarios, barrios o


calles, a través de diversos medios digitales o Acción presencial, el
día del tejido de mi historia de confianza personal, los grupos se
forman de manera libre y creativa. El tejido debe expresar, en sí
mismo, mi experiencia de haber aprendido a creer en el itinerario de
mi débil y frágil humanidad, como hechos fundantes de mi vida.
Mientras se teje se va dialogando sobre la misma experiencia. Al
terminar la experiencia se realiza la exposición del tejido.

Tejido de la experiencia de creer en


mí.

“Te agradece mi corazón, tú lo


sabes, y en ti confía”

Isaías 43, 1-5

"Ahora, así dice Yahveh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel.


«No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre.
Tú eres mío. Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos,
no te anegarán. Si andas por el fuego, no te quemarás, ni la llama
prenderá en ti. Porque yo soy Yahveh tu Dios, el Santo de Israel, tu
salvador. He puesto por expiación tuya a Egipto, a Kus y Seba en tu
lugar. dado que eres precioso a ojos, eres estimado, y yo te amo.
Pondré la humanidad en tu lugar, y los pueblos en pago de tu vida.
No temas, que yo estoy contigo; desde Oriente haré volver tu raza,
y desde Poniente te reuniré."

Creer en nosotros/as es la experiencia más profunda de vivir nuestro


Ser y la verdad más auténtica de querer Ser. Una verdad que
gratuitamente se nos manifiesta en Dios, siempre maternal, quien
sigue insistiéndonos “Tú eres mío/a, te amo”. Y, nos revela con
claridad “Yo soy”, soy quien te habita, quien te sostiene. Yo soy en ti
como Tú eres en mí, “Yo y mi Padre somos uno” (Jn. 10, 30). Sin duda,
para Dios somos valiosos/as, hijos/as amadas y, vivir desde lo más
hondo esta experiencia es sabernos quiénes somos para Dios. Somos
porque nos ama, nos ha llamado a la existencia desde siempre y nos
sostiene en ella. Entonces, nos toca a cada uno/a acoger, agradecer,
desarrollar tanta vida puesta en nosotros/as, potencializar nuestros
dones y acrecentar nuestro amor hacia nosotras/os mismas/os para
amar con verdad lo que realmente somos, con nuestras bondades y
nuestras fragilidades. Amarnos es mirarnos con ternura y confianza,
es creer que no dejamos de Ser, es aprender a alegrarnos de nuestros
triunfos y logros, es abrazar con misericordia siempre nueva nuestros
errores y debilidades, porque también somos vulnerabilidad. El
camino, entonces, pasa por la sanación, la reconciliación y el amor
compasivo que nos transforma, nos unifica. Solo desde un amor que
comprende, emerge la confianza y aceptación para dejar de luchar
con la vida y dejarnos abrazar por lo que somos.

Nos preguntamos: ¿Cómo vivo mis fragilidades, mis frustraciones?


Tejiendo mi historia de confianza con mis ancestras

1. Siéntate cómoda y respira profundo, una y varias veces para soltar y


situarte en el momento presente.

2. Inhala y recibe la fuerza vital de tus ancestras. Es tiempo de regresar a


la fuente, al agua, al aire, al fuego, a la tierra. Es tiempo del
reencuentro para sentir la fuerza y el despliegue de la vida.

3. En este encuentro profundo contigo, te hablan tus ancestras: La


mujer que te habita, la que sabe, te dice cuándo es el momento de la
retirada. Me hablan mis ancestras. Me guían. Y, me empujan al borde
de los precipicios.
- Saltan! - gritan.
Y si no salto me asfixian.

La mujer que me habita sabe cuándo salir corriendo. Sabe dónde me


comen y dónde como yo. Y me habla bajito cuando duermo contándome
cómo soltar las cadenas. Canta la loba en mi vientre canciones de salir
corriendo. Hay un tambor en mi centro que se pone a vibrar cuando
llego vacía de todo, menos de mí. Hay una serpiente en la tierra que se
despierta y me busca cuando lo que elijo me enferma. No hay tiempo.
Es ahora, o nunca.

Ha llegado el momento de mirar a la cara a la bruja. Y dejarle pasar.


Apartarse y morir. Morir a lo viejo. A la mentira. Lo conocido. La mujer
a medias. La enferma. La que ama a medias y vive a medias. Y da a
medias. Y, a medias se queda. Yo te muero, mujer. Para revivirte de
nuevo y darte el espacio que de verdad ocupas en el mundo. El lugar
que te corresponde. No importa ese camino que te desaparece a cada
paso que das ahora. No importa que no veas sendero delante de ti,
mujer.

¡Avanza a oscuras con los ojos muy abiertos! ¡Huele a tus abuelas! Y, date
cuenta de que CONOCES EL CAMINO. ¡Porque ya fuiste antes! Porque
ya fuiste antes, mujer. Ve, que no vas sola.
(Elena Alonso)
4. Honro, agradezco, confío, amo.

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