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LA DOCTRINA DE LA IGNORANCIA

DELIBERADA Y SU APLICACION AL DERECHO

PENAL ECONOMICO-EMPRESARIAL ”

Racués | VALLES, Ramon


Catedratico de Derecho Penal.
Universitat Pompeu Fabra.

SUMARIO:

INTRODUCCION

RECAPITULACION: LOS ORIGENES DE LA DOCTRINA Y SU IMPOR-


TACION POR PARTE DE LA JURISPRUDENCIA ESPANOLA

1. Los orfgenes de la teorfa: la doctrina de la willful blindness


2. Asuncién de la doctrina por parte del Tribunal Supremo espafol

3. Ampliacién y matizacion de la doctrina: la ignorancia deliberada co-


mo sustitutivo del dolo eventual

APLICACION DE LA DOCTRINA A SUPUESTOS DE CRIMINALIDAD


ECONOMICO-EMPRESARIAL

1. Administradores formales de sociedades mercantiles

2. Titularidad de cuentas bancarias empleadas para transferir el produc-


to de conductas fraudulentas

3. Supuestos de delincuencia fiscal


4. Delitos contra los derechos de los trabajadores

La redaccién del presente trabajo se enmarca en la ejecucién del proyecto «Nuevos


fendmenos regulatorios y responsabilidad penal de la empresa», financiado por el Ministerio
de Ciencia e Innovacién (2009-2013, investigador principal: Jestis-Maria Silva Sanchez)
IV. LA DOCTRINA DE LA IGNORANCIA

V.

DELIBERADA EN LA CRIMINALI-

DAD ECONOMICO-EMPRESARIAL: BALANCE

IGNORANCIA DELIBERADA Y RESPONSA


PERSONAS JURIDICAS

BILIDAD PENAL DE LAS

I. INTRODUCCION

A finales del siglo XX una busqueda de la expresién «ignorancia deliberada»


en los repertorios de jurisprudencia penal arrojaba un rotundo cero como resul-
tado; a principios de 2012, en cambio, esta expresién aparece en mds de ciento
cincuenta resoluciones de! Tribunal Supremo y, si se afaden a la busqueda au-
tos y sentencias de audiencia provinciales, e! resultado obtenido supera las se-
tecientas entradas). Tan elocuentes cifras permiten afirmar que, pese a las im-
portantes dudas que plantea todavia esta figura tanto en su alcance te6rico co-
mo en sus efectos prdcticos, la inclusion de la ignorancia deliberada entre las
modalidades de dolo es ya jurisprudencia consolidada en Espafia.

De acuerdo con el propésito general de la presente obra, en este capitulo se


analizard la utilizacién de esta doctrina por parte de los tribunales espafioles en
casos relacionados con el Derecho penal econémico y de la empresa. Con tal
objetivo, y tras esta breve introduccién (I), se dedicaran algunas paginas a ofre-
cer un resumen acerca de los origenes de esta teorfa en los sistemas angloame-
ricanos y las razones y los términos de su asuncién por parte de los tribunales
espanoles (II); seguidamente el texto se detendra en el andlisis de aquellos pre-
cedentes judiciales que han aplicado esta doctrina a casos relacionados con la
criminalidad econémica y/o de empresa (III); y, a continuacion, se valorara el
posible rendimiento de esta construccién doctrinal en relacién con el trata-
miento juridico de estas formas de delincuencia, efectudndose asimismo algu-
nas consideraciones criticas (IV). Para finalizar, se realizaran algunas aprecia-
ciones sobre el papel que puede desempefiar la ignorancia deliberada en el sis-
tema de imputacién de responsabilidad penal a la persona juridica introducido
en Espafia en 2010 (V). ye

ff
/

(2) El repertorio empleado para la citada busqueda fue Westlaw -Aranzadi (fecha: 17 de enero de
2012).

© LA LEY 289
Ragués i Vallés, Ramén

Il. RECAPITULACION: LOS ORIGENES DE LA DOCTRINA Y SU IMPORTA-


CION POR PARTE DE LA JURISPRUDENCIA ESPANOLA

Antes de ofrecer una breve perspectiva sobre los orfgenes y el desarrollo de


la doctrina de la ignorancia deliberada conviene precisar a qué situaciones se
alude con esta expresién o con la expresién «ceguera intencionada» (willful
blindness en inglés), que a menudo se emplea como sindénima. Resumidamente,
esta teoria sostiene la equiparacion en términos juridico-penales del conoci-
miento efectivo por parte de un sujeto de la concurrencia en su conducta de los
elementos objetivos de un determinado delito con aquellas situaciones en las
que, pudiendo procurarse dicho conocimiento, el sujeto ha decidido intencio-
nadamente no hacerlo. Por expresarlo con un ejemplo sencillo, esta teorfa vie-
ne a sostener que tan grave es el comportamiento de quien conoce positiva-
mente estar transportando droga, como el de quien ha accedido a transportar
una maleta —que ex post descubre que contenia droga— a cambio de una im-
portante cantidad de dinero prefiriendo no abrirla para no saber lo que hay en
el interior.

En sistemas como el espafiol supuestos como el descrito, en los que una per-
sona renuncia deliberadamente a conocer (o a conocer mejor) determinadas
circunstancias de su conducta, suelen reconducirse al dolo eventual, al haber
contado pese a todo e! sujeto con un conocimiento basico suficiente para atri-
buirle tal forma de dolo®: asi, por ejemplo, en el caso del transporte de la ma-
leta con droga bastara con que el sujeto haya sido consciente de la posibilidad
de estar transportando dicha sustancia para entender que ha obrado dolosa-
mente, aun cuando no haya Ilegado a cerciorarse plenamente de todas las ca-
racteristicas concretas (naturaleza, peso, pureza) del objeto del delito. El cada
vez mas frecuente recurso de los tribunales a la ignorancia deliberada en estos
casos es innecesario y en buena medida sdlo se explica por la cuestionable pre-
tensidn de aligerar la obligacién de motivar los juicios de inferencia que exige la
determinacién procesal de los elementos que configuran el dolo"’.

Sin embargo, existen otros supuestos —que pueden denominarse de ignoran-


cia deliberada stricto sensu— en los que el sujeto que ha renunciado a conocer
no llega a alcanzar el nivel minimo de conocimientos requerido por el dolo

(3) En tal sentido los argumentos ya expuestos en Racués 1 Vattés, La ignorancia, pag. 101 ss.
(4) Como ya se puso en evidencia en ibidem, pag. 59.
290 © LALEY

eee eaegeegeaveveggaegeegog es & OCT ee LRA RARRRRRRRARRRR ERE EI


La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

eventual. Una muestra en tal sentido seria el caso, por ejemplo, del individuo
que diera instrucciones a sus empleados de rechazar cualquier tipo de comuni-
cacion oficial proveniente de la Administracién: spodria decirse que concurre
el conocimiento requerido por el dolo de un delito de desobediencia si, a resul-
tas de esta orden, afios mds tarde dicho sujeto no llegara a tener conocimiento
de que un juzgado le estaba requiriendo determinada documentaci6n? Estos tl-
timos casos son aquellos que resultan mds interesantes y complejos para la teo-
ria de la imputaci6n subjetiva, pues, pese a no quedar abarcados por el con-
cepto de dolo eventual, tampoco parece adecuado tratarlos como impruden-
cias, que, en muchos sectores de criminalidad —entre ellos los relacionados

con la delincuencia econdémica y empresarial—, pueden llevar a una discutible


impunidad.

1. Los origenes de la teoria: la doctrina de la willful blindness

Segun suele afirmarse, la primera vez que en el common law aparecié la


idea de equiparar el efectivo conocimiento y la «ceguera intencionada» fue en
la sentencia inglesa de 1861 sobre el caso Regina v. Sleep. Fl jurado que juz-
go en primera instancia a Mr. Sleep le condend como autor de un delito de
malversacién por haberse apropiado de tornilios de cobre marcados como de
titularidad publica. Ante su alegacién afirmando no haber sido consciente de
que los bienes tenfan la condicién de publicos, el juez Willes concluyé que la
condena debia revocarse porque «el jurado no halbia] considerado acreditado
que el individuo conociera que los bienes estaban marcados[como propiedad
estatal] ni tampoco que se abstuviera intencionadamente de adquirir tal conoci-
miento». Segtin parece desprenderse de este pasaje —no demasiado elocuen-
te— la abstenci6n intencionada de obtener conocimientos, en caso de haberse
probado, habria debido merecer Ia misma respuesta punitiva que el conoci-
miento cierto.

En 1899 la doctrina aparecié por vez primera en una resolucién del Tribunal

Supremo de los Estados Unidos, concretamente en la sentencia del caso Spurr


AR

oS

(5) Para mas detalles ibidem, pag. 109.

(6) Rossins, JCLC 81 (1990), pag. 196; ver también Marcus, YL/ 102 (1993), pags. 2233-2234 y
Epwarps, MLR 17 (1954), pag. 298 ss. Para una perspectiva histérica de los origenes y el desa-
rrollo de esta doctrina, en general, RAGués | VaLtés, La ignorancia, capitulo 2.

(7) Cita tomada de Rossins, JCLC 81 (1990), pag. 196, que aporta las referencias originales.

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Ragués i Vallés, Ramon

v. United States®. En ella se revisaba la condena de Mr. Spurr, presidente del


Commercial National Bank of Nashville, condenado por haber certificado los
cheques emitidos por un cliente contra una cuenta que carecia de fondos. De
acuerdo con la ley aplicable, para sancionar penalmente tal conducta era nece-
saria una violacién intencionada de los preceptos que regulaban la emision de
dichos efectos mercantiles. En su recurso ante el Tribunal Supremo la defensa
de Spurr cuestioné que el jurado hubiera sido bien instruido, pues el magistra-
do que lo presidia no informé a sus miembros de que el delito aplicable exigia
que el acusado actuase «intencionadamente» al librar el cheque, es decir, que
la conducta de quien actuaba en la creencia errénea de que existian fondos en
la cuenta en el momento de emitir la certificacién no era penalmente relevante.
En respuesta a semejante alegacién, el Tribunal Supremo formul6 obiter dictum
las siguientes apreciaciones:

«El propésito infractor es la esencia del presente delito. Si el oficial certifica


un cheque con la intencién de que el emisor obtenga dinero del banco pese a no
tener fondos, dicha certificacién no solo es ilicita, sino que se le puede imputar
el propdsito especifico de violar la ley. Y este mal propdsito puede presumirse
cuando el oficial se mantiene deliberadamente en la ignorancia acerca de si el
librador tiene o no dinero en el banco o cuando muestra una indiferencia crasa’
(grossly indifferent) respecto de su deber de asegurarse de tal circunstancia».

El Tribunal Supremo acabarfa estimando el recurso de Spurr coincidiendo


con su defensa en que el jurado no habia sido correctamente informado acerca
de la exigencia de intencidn por parte del delito aplicable. Aunque en semejan-
te decision el anterior pasaje no tendria ninguna trascendencia real, lo cierto es
que en los siguientes afios las frases reproducidas serian habitualmente citadas
por numerosos tribunales estadounidenses, equiparando el desconocimiento
provocado con el conocimiento. Durante la primera mitad del siglo XX la teorfa
fue aplicada en diversas ocasiones por tribunales inferiores, a propésito, espe?
cialmente, de acusaciones por delito de bancarrota"”. Sin embargo, el numero

de resoluciones en las que aparece la willful blindness no seria especialmente

(8) Roesins, JCLC 81 (1990), pags. 197-198, quien cita alguna resoluci6n anterior; Cuartow, TLR
70 (1992), pags. 1353-1354 (nota 7) y 1359; y Marcus, YLJ 102 (1993), pags. 2234-2235. La
referencia del caso citado supra es 174 U.S. 728 (1899).

(9) 174 U.S. 728 (1899), pag. 735.

(10) Rossins, JCLC 81 (1990), pags. 198-199, con las referencias oportunas.

© LALE
La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal

elevado hasta la década de 1970, cuando empezaria a aplicarse de manera ge


neralizada en casos de narcotrafico y, en particular, de transporte de droga‘

En este ultimo contexto se enmarca la sentencia del caso United States v Je-
well?) dictada en 1976 por el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito :
deral y que suele citarse como el leading case en la materia"), El acusado J ‘
well habia sido condenado en primera instancia por cruzar la frontera de Mavi.
co con los Estados Unidos transportando, supuestamente por encargo ce
libras de marihuana en el. compartimento secreto del maletero de un coche iE
alegacién de Jewell afirmando que no sabia exactamente lo que transportab :
pese a tener la sospecha de estar haciendo algo ilegal, fue desestimada por al
jurado, que previamente habia sido instruido de acuerdo con la doctrina de la
willful blindness en los siguientes términos:

«La acusaci6n puede satisfacer la carga de la prueba demostrando, mas alld


de toda duda razonable, que si el acusado no era en realidad conscients de :
habfa marihuana en su vehiculo cuando entré en los Estados Unidos fue agen
su desconocimiento acerca de esta circunstancia fue tnica y Se ene ‘
resultado de haberse hecho el propésito consciente de ignorar la naturaleza de is

ine Hewat en el coche, con una voluntad consciente de evitar conocer la ver-
aga.

La condena del jurado fue recurrida por Jewell, cuya defensa cuestioné la le-
galidad de esta instrucci6n. Sin embargo, en su posterior resolucion el Tribunal
de Apelaciones confirmarfa la condena partiendo de la equiparacién que con
tiene la seccién 2.02.7 del Model Penal Code entre conocimiento cierto de ies
determinado hecho y conciencia de la alta probabilidad de su concurrencia

(11) De hecho, en el comentario al caso United States v. Murrieta-Bej: i


0, i . jarano publicado en la I
ip Review 63 (1977/1978), pags. 470-471, se sefiala cémo entre 1899 y la década de oe
a doctrina apenas se aplicé y, después de esta ultima, no reaparecerii i é
— p ia con vigor hasta la dé-
(12) 532 F. 2d 697 (9th Cir. 1976). Al respecto ver también Rossins, JCLC 8
‘ , 1 (1990), pag. 2 -
CuHarLow, TLR 70 (1992), pag. 1419; y Marcus, YLJ 102 (1993), pags. 2241-2243, A partir ie
este caso no es infrecuente que las instrucciones de los fiscales en las que se pide a los ju :
dos que se pronuncien sobre posibles situaciones de ignorancia deliberada reciban el oe
de «Jewell instructions». Ver, por ejemplo, el comentario a United States v. Murrieta-Bejara :
publicado en ILR 63 (1977), pags. 468-469. pee
(13) Asi, Husak/Cattenner, WLR 29 (1994), pag. 34.
(14) Reproducido en Rossins, JCLC 81 (1990), pag. 204. Otro ejemplo de i id
, , A ‘ e inst
Ge eeaieing, ois, 110: yemp strucciOn en Dresser,

© LA LEY
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Ragués i Vallés, Ramdén

Seguin la Sala, quien es consciente de la alta probabilidad de la existencia de un


hecho y no hace lo necesario para confirmarla merece el mismo tratamiento
que quien tiene plena certeza sobre tal extremo. Para justificar su decisi6n el
Tribunal invocé, entre otras, la idea de que «la ignorancia deliberada y el cono-
cimiento positivo presentan un mismo grado de culpabilidad»"”.

Con todo, y precisamente a raiz de la publicacién del Model Penal Code —


un texto no legislativo pero que ha servido de pauta para la reforma de muchos
cédigos penales estadounidenses— en la discusi6n académica de las Uultimas
décadas se viene cuestionando de manera creciente el alcance de la willful
blindness, que no fue incluida expresamente entre ‘las formas de imputacion
subjetiva que aparecen en la seccién 2.02 de este texto. Ello ha llevado a algu-
nos autores a entender que las situaciones abarcadas por esta forma de imputa-
cién deberfan reconducirse a la recklessness (figura muy similar al dolo even-
tual continental), mientras otros académicos denuncian que con esta doctrina
se estarian rebasando los limites impuestos por el principio de legalidad"°. Sea
como fuere, y pese a estas dudas, la doctrina no dejarfa de aplicarse, amplian-
do su radio de accién a ambitos como la criminalidad medioambiental y, mas
en concreto, a las infracciones previstas en materia de residuos por la federal
Resource Conservation and Recovery Act y, como se expondra mas adelante
(infra Il), a casos de criminalidad corporativa en general”.

Por fin, a mediados de 2011 la vigencia de la doctrina se ha visto confirma-


da por el propio Tribunal Supremo en su sentencia sobre el caso Global-Tech
Appliances, Inc. et al. v. Seb S.A., dictada con una amplia mayoria de ocho ma-
gistrados a propésito de un procedimiento civil por infracci6n del derecho de
patente“), En esta resoluci6n el Tribunal constata que «la doctrina de la igno-
rancia deliberada esta bien asentada en Derecho penal» y entiende que no
existe ninguna objecién en emplearla también en asuntos civiles a propésito de

(15) — Rogsins, JCLC 81 (1990), pag. 205 y Husak/Cattenner, WLR 29 (1994), pag. 35.

(16) Sobre el sisterna de imputacién subjetiva previsto en el Cédigo Penal Modelo y la polémica
generada acerca de la vigencia de la doctrina de la willful blindness cfr. RAGuES | Vattes, La
ignorancia, pags. 69-92, con ulteriores referencias bibliogrdficas. /

(17) El caso de referencia a este respecto es United States v. MacDonald & Watson Waste Oil Co.,
resuelto por el Tribunal de Apelaciones del Primer Circuito en 1991 (933 F. 2d 35 [1st Cir.
1991}). Para mas datos y referencias Noe, DPLR 42 (1993), pags. 1469.

(18) 563 U.S. _ (2011). El magistrado ponente fue Samuel Alito y el Unico voto discrepante lo for-
mulé Anthony Kennedy, quien argumenta que la aplicacién de la ignorancia deliberada a ca-
sos en los que la ley exige conocimiento no es posible sin incurrir en analogia.

IGA © LALEY
La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicaci6n al Derecho penal ...

normas que exijan para su infraccién un determinado conocimiento. Sin em-


bargo, al precisar el alcance de la doctrina entiende la Corte, en la linea de la
Seccién 2.02.7 del Cddigo Penal Modelo, que ésta exige que el acusado haya
obrado siendo consciente de la alta probabilidad de la concurrencia de un de-
terminado hecho, una exigencia que restringe notablemente su ambito de apli-
caci6n y que, por mas que el Tribunal sostenga expresamente lo contrario, difi-
culta su distincidn respecto de la recklessness, que concurre cuando el sujeto
«desprecia conscientemente un riesgo sustancial e injustificado de que concu-
rra un determinado elemento material o éste acabe resultando de su conducta»
(seccién 2.02.c del Cédigo Modelo)".

2. Asunci6n de la doctrina por parte del Tribunal Supremo espajfiol

Paraddjicamente, en un momento en que la propia vigencia de esta doctrina


estaba siende~intensamente discutida en los Estados Unidos, se produciria su
importacion al Derecho espanol. Asi, la primera resolucién de la Sala Segunda
del Tribunal Supremo en la que se mencionéo la ignorancia deliberada fue la
Sentencia de 10-12-2000 °°. En este pronunciamiento se dio respuesta a la ale-
gacion de un sujeto, condenado como autor de receptaci6n por haber transpor-
tado a Andorra importantes cantidades de dinero en efectivo, que afirm6 en su
descargo no haber sido consciente de que tales cantidades tenian su origen, co-
mo asi era, en el trafico de drogas. La Sala rebatid dicha alegacién por medio
de los siguientes argumentos, que seran a menudo reiterados en numerosas re-
soluciones posteriores:

«En la entrega del dinero a José J., Miguel estuvo acompafiado de Hebe, y Jo-
sé J. cobraba un 4% de comisién. La Sala extrae la conclusién de que José J. tuvo
conocimiento de que el dinero procedia del negocio de drogas —cosa que él
niega— de hechos tan obvios como que la cantidad era muy importante y de la
naturaleza claramente clandestina de las operaciones, por lo que quien se pone
en situacién de ignorancia deliberada, es decir no querer saber aquello que pue-
de y debe conocerse, y sin embargo se beneficia de esta situaci6n —cobraba un
4% de comisién—, esta asumiendo y aceptando todas las posibilidades del ori-

(19) — Cfr. bidem, pag. 14


(20) Ponente Giménez Garcfa. Para mds detalles sobre las primeras resoluciones en las que se
aplica esta doctrina por parte de la Sala Segunda Racués | VaLtés, La ignorancia, pags. 21-49.
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Ragués i Valles, Ramon

gen del negocio en el que participa, y por tanto debe responder de sus conse-
cuencias» @),

Aunque este pasaje no destaca precisamente por su claridad, en él cabe dis-


tinguir dos grupos de argumentos que se corresponden, respectivamente, con el
elemento cognitivo y volitivo que, segtn la jurisprudencia tradicional de la Sala
Segunda, son necesarios para poder sostener que alguien ha actuado con dolo
y, mas concretamente, con dolo eventual: a) En primer lugar, el Tribunal de-
termina el elemento cognitivo del dolo afirmando que el acusado «tuvo conoci-
miento de que el dinero procedia del negocio de las drogas». Tal conclusién se
sostiene sobre la base de dos indicios: el hecho de que la cantidad de droga
fuera muy importante y la naturaleza «claramente clandestina» de las operacio-
nes; b) Y, en segundo término, la Sala establece también la concurrencia del
elemento volitivo del dolo eventual (la asuncidn o aceptacidn del origen ilicito
del dinero transportado) partiendo para ello de dos indicios: por un lado, del
hecho de que el sujeto se hubiera colocado en una situacién de ignorancia de-
liberada acerca de la naturaleza del negocio en el que participaba; y, por otro,
de la circunstancia de que se beneficiara econémicamente de tal situaci6n.

Con todo, no puede ignorarse que algunos puntos de esta fundamentacién

resultan especialmente oscuros, como el hecho de que se afirme que el sujeto

se encontraba en una situacién de ignorancia deliberada respecto del origen


del objeto transportado inmediatamente después de haberse sostenido que di-
cho sujeto «tuvo conocimiento de que el dinero procedia del negocio de las
drogas». Ciertamente cabe interpretar que lo que pretende decir la Sala es que
el sujeto contaba ya con una sélida sospecha inicial y que su aceptacion se de-
duce del hecho de que no quisiera profundizar o confirmar sus dudas acerca
del origen de la cantidad transportada. Sin embargo, tal afirmacién no puede
realizarse sin presuponer tras la fundamentacién de la sentencia argumentos
que no aparecen explicitados en su literalidad.

(21) — Negrita en el original.

(22) Desde hace varias décadas el Tribunal Supremo se decanta en numerosas resoluciones por el
concepto de dolo eventual defendido por las «llamadas teorias de la aceptacidn». En tal senti-
do, cfr., por todas, la STS de 10-10-2006 (ponente Berdugo y Gémez de la Torre). Para mas
detalles sobre este planteamiento y las oportunas referencias ver RaGués 1 Vattés, El dolo, pag.
103 ss.

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rer PrP FF
La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

aae

En todo caso, el interés de esta resolucién radica en la definicién que en ella


se ofrece de la ignorancia deliberada como la situacién en la que un sujeto no
quiere saber aquello que puede y debe conocer, esto es, un estado de ausencia
de representaci6én con respecto a un determinado elemento del tipo en el que
deben concurrir dos caracteristicas: la capacidad del sujeto de abandonar dicha
situacién en caso de haber querido hacerlo y el deber de procurarse dichos co-
nocimientos. A ello se afiade un tercer requisito, como es el hecho de que el
sujeto se beneficie de la situacién de ignorancia por él mismo buscada, sin que
la Sala Ilegue a precisar si debe tratarse de un beneficio econémico —como en
el caso resuelto— o de cualquier otro tipo.

Con posterioridad, esta doctrina se reiteraria en otras resoluciones, como las


SSTS de 16-10-2000?) 0 22-5-2002 %, relativa a un caso en que el acusado
aleg6 desconocer la cantidad exacta de droga que transportaba. Tras estos tres
primeros pronunciamientos, ya en el ATS de 4-7-2002 29 —redactado, por cier-
to, por un ponente distinto al de las primeras sentencias— se sostuvo que la ig-
norancia deliberada era «doctrina consolidada de esta Sala» en relacién con
aquellos casos de acusaciones por trafico de drogas «en los que el acusado ar-
gumenta desconocer el contenido de unos envases que transporta» 7, Segtin el
Tribunal, este planteamiento esta basado en la «teorfa del asentimiento», «que
viene a centrar la esencia del dolo eventual en que el agente si bien desconoce
en todos sus detalles el acto ilfcito penal en el que se encuentra involucrado, lo
asume en la medida que acepta todas las consecuencias de su ilfcito actuary.

3. Ampliaci6n y matizacié6n de la doctrina: la ignorancia deliberada como


sustitutivo del dolo eventual

Si bien, como se ha expuesto, la voluntad de no confirmar sus sospechas por


parte del sujeto activo era inicialmente considerada por el Tribunal Supremo
sdlo como un indicio del llamado elemento volitivo del dolo eventual («acepta-

(23) Ponente Giménez Garcia.

(24) Ponente Giménez Garcia.

(25) | Ponente Martinez Arrieta.


(26) Esta conclusién es confirmada por numerosas resoluciones posteriores, que en su mayor parte
son autos de inadmisién de recursos de casacién interpuestos por sujetos condenados por
transporte de drogas y, en la mayoria de ellos, se reproducen literalmente los mismos argu-
mentos, que coinciden con los ya expuestos por el Tribunal en las sentencias citadas supra.
Para mas referencias, cfr. RaGués 1 Vattés, La ignorancia, pag. 29 (nota 10).

© LALEY 297

TF Fer
Ragués i Vallés, Ramon

cién», «asentimiento» o «indiferencia»), progresivamente la doctrina de la igno-


rancia deliberada ha ido cobrando «vida propia», hasta el punto de afirmarse
en algunas resoluciones posteriores —de forma mas 0 menos explicita— que en
estos casos de provocacidn del desconocimiento no es siquiera necesario acre-
ditar la concurrencia del elemento cognitivo del dolo para imponer una conde-
na por delito doloso. Asi las cosas, el desconocimiento provocado ha alcanza-
do autonomia como un nuevo titulo de imputacién subjetiva que Gnicamente
se vincula con la figura tradicional del dolo a efectos punitivos. O, si se quiere
ver de otra manera, el dolo se ha ampliado a casos que no requieren el elemen-
to cognitivo tal como este ultimo se habia perfilado tradicionalmente. Este pro-
ceso se ha desarrollado de forma simultanea, como se expondra mas adelante,
a la ampliacién de la presente doctrina a ambitos de criminalidad distintos del
narcotrafico o del blanqueo de las ganancias de dicha actividad.

Asi, en primer lugar, cabe observar cémo en algunas resoluciones, como la


STS de 19-1-2005°”, la ignorancia deliberada ha pasado a convertirse explicita-
mente en un auténtico sustitutivo del dolo eventual. En tal sentido argumenta la
Sala: the

«La prueba de conocimiento del delito de referencia es un dato subjetivo, lo


que le convierte en un hecho que dada su estructura interna sdlo podria verifi-
carse —salvo improbable confesi6n— por prueba indirecta, y en este sentido la
constante jurisprudencia de esta Sala ha estimado que a tal conocimiento se pue-
de llegar siempre que se acredite una conexién o proximidad entre el autor y lo
que podria calificarse “el mundo de la droga”. Esta doctrina se origina en la STS
755/1997 de 23 de mayo (...) entre otras, precisandose en la jurisprudencia cita-
da, que no se exige un dolo directo, bastando el eventual o incluso como se ha-
ce referencia en la sentencia de instancia, es suficiente situarse en la posicién de
ignorancia deliberada. Es decir quien pudiendo y debiendo conocer, la naturale-
za del acto o colaboraci6n que se le pide, se mantiene en situacién de no querer
saber, pero no obstante presta su colaboracién, se hace acreedor a las conse-
cuencias penales que se deriven de su antijuridico actuar».

En el parrafo reproducido las situaciones de ignorancia deliberada se presen-


tan, de manera explicita, como una forma de imputacidn subjetiva distinta del

(27) | Ponente Giménez Garcia. Cabe citar, también sobre blanqueo de dinero, la STS de 20-9-2005
(ponente Giménez Garcia) y las SSTS de 15-3-2006 y 19-10-2006 (ponente Martinez Arrieta).
(31) | Ponente Marchena Gémez, negrita en el original.

298 © LALEY |
La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

dolo directo o el eventual°®. Mas recientemente, en otras resoluciones —como


la STS de 15-11-2011— se ha llegado a aludir a esta construccién como una
«modalidad aligerada de dolo eventual»? y su vigencia se ha ampliado incluso
al conocimiento de la antijuricidad (STS de 17-3-2010°%. Ante la creciente au-
tonomia de esta forma de imputacidn subjetiva respecto de las modalidades
clasicas de dolo recientemente la Sala Segunda ha intentado delimitar de mane-
ra mas precisa su contenido y requisitos. En tal sentido conviene destacar de
manera especial el esfuerzo de precisién llevado a cabo en la STS de 2-2-2009
80 en la que obiter dictum se afirma:

«(...) la experiencia ofrece numerosos ejemplos en los que se producen verda-


deras situaciones de ignorancia deliberada. Son casos en los que el autor, pese a
colmar todas las exigencias del tipo objetivo, ha incorporado a su estrategia cri-
minal, de una u otra forma, rehuir aquellos conocimientos minimos indispensa-
bles para apreciar, fuera de toda duda, una actuacién dolosa, siquiera por la via
del dolo eventual. De esa manera, se logra evitar el tratamiento punitivo que el
CP reserva a los delincuentes dolosos, para beneficiarse de una pena inferior —
prevista para las infracciones imprudentes— o de la propia impunidad, si no
existiera, Como sucede en no pocos casos, una modalidad culposa expresamente
tipificada. De lo que se trata, en fin, es de fijar los presupuestos que permitan la
punicién de aquellos casos de ignorancia deliberada en los que se constate la
existencia de un acto de indiferencia hacia el bien juridico que sugiera la misma
necesidad de pena que los casos de dolo eventual en su sentido mas estricto. Pa-
ra ello serfa necesaria la concurrencia de los siguientes requisitos:

1.° Una falta de representaci6n suficiente de todos los elementos que definen
el tipo delictivo de que se trate. Esa falta de representacién, si es absoluta, nunca
podra fundamentar la imputacidén subjetiva a titulo de dolo. Los supuestos abar-
cados estaran relacionados, de ordinario, con la conciencia de que se va a reali-
zar, con una u otra aportacién, un acto inequivocamente ilicito. La sospecha
puede incluso no llegar a perfilar la representaci6n de todos y cada uno de los

(28) Confirmando los términos de esta sentencia, la ignorancia deliberada se convierte también en
una nueva modalidad de imputacién subjetiva en la STS de 15-3-2006 (ponente Martinez
Arrieta): asi, afirma el Tribunal en esta resolucién que, para sostener que alguien ha actuado
dolosamente, «no se exige un dolo directo, bastando el eventual o incluso como se hace refe-
rencia en la sentencia de instancia, es suficiente situarse en la posicion de ignorancia delibe-
rada».

(29) | Ponente Jorge Barreiro.


(30) |Ponente Ramos Gancedo.

© LALEY 299
Ragués i Vallés, Ramén

elementos del tipo objetivo, al menos, con la nitidez exigida de ordinario para
afirmar Ja concurrencia del elemento intelectual del dolo. Sin embargo, si ha de
ser reveladora ce una grave indiferencia del autor hacia los bienes jurfdicos pe-
nalmente protegidos, pues, pese a representarse el riesgo que su conducta puede
aparejar, no desiste del plan concebido.

2.° Una decisién del sujeto de permanecer en la ignorancia, aun hallandose


en condiciones de disponer, de forma directa o indirecta, de la informacién que
se pretende evitar. Ademas, esa determinacién de desconocer aquello que puede
ser conocido, ha de prolongarse en el tiempo, reforzando asf la conclusion acer-
ca de la indiferencia del autor acerca de los bienes jurfdicos objeto de tutela pe-
nal.

3.° Un componente motivacional, inspirado en el propésito de beneficiarse


del estado de ignorancia alentado por el propio interesado, eludiendo asi la
asuncidn de los riesgos inherentes a una eventual exigencia de responsabilidad
criminal» °.

Con todo, conviene no pasar por alto que en un numero reducido de resolu-

ciones la propia Sala Segunda ha mostrado reticencias —e incluso ocasionab»

mente auténtico rechazo— ante esta nueva forma de imputaci6n subjetiva. En


tal sentido destaca la STS de 20-6-2006, en la que se afirma, respecto de la pro-
pia idea de «ignorancia deliberada», que «tales expresiones no resultan ni idio-
matica ni conceptualmente adecuadas, dado que si se tiene intenci6n de igno-
rar es porque, en realidad, se sabe lo que se ignora. Nadie puede tener inten-
cién de lo que no sabe. La contradictio in terminis es evidente» °. Mas
recientemente estas criticas se han reiterado ocasionalmente en sentencias co-
mo las SSTS de 15-2-2011 y 5-4-2011, en las que se afirma, respecto a este
planteamiento, que «ha sido fuertemente criticado en la doctrina porque se lo
entendid como una transposicién del “willful blindness” del derecho norteame-
ricano y porque se considera que no resulta adecuado a las exigencias del prin-
cipio de culpabilidad, cuyo rango constitucional ha puesto de manifiesto el Tri-
bunal Constitucional», HamAndose asimismo la atencién «sobre el riesgo de
_ que la formula de la “ignorancia deliberada” (...) pueda ser utilizada para eludir

(32) Esta doctrina es citada en posteriores resoluciones de audiencias, como la SAP-Barcelona


(Seccién 3.2, ponente Manzano Messeguer) de 4-3-2010.

(33) Ponente Bacigalupo Zapater. La critica de la contradictio in terminis ha sido reiterada en la


posterior STS de 16-11-2011 (ponente Berdugo y Gomez de la Torre).

(34) Ponente Martinez Arrieta.


300 © LALEY

La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicaci6n al Derecho penal ...

“la prueba del conocimiento en el que se basa la aplicacién de la figura del do-
lo eventual”, o, para invertir la carga de la prueba sobre este extremo».

Ill. APLICACION DE LA DOCTRINA A SUPUESTOS DE CRIMINALIDAD


ECONOMICO-EMPRESARIAL

Si bien, como se ha expuesto, la presente doctrina aparecié hace algo mas


de diez afios en la jurisprudencia espafiola para dar respuesta a ciertas Cuestio-
nes de imputacién subjetiva planteadas, fundamentalmente, en casos de trafico
de drogas y blanqueo de capitales procedentes del narcotrafico, su radio de ac-
cién ha ido ampliandose progresivamente a otros delitos, entre ellos, a infrac-
ciones de naturaleza econdmico-patrimonial. Seguidamente se expondran los
términos de la aplicacién de esta doctrina judicial a estos Ambitos de criminali-
dad, teniendo en cuenta tanto las resoluciones dictadas por el Tribunal Supre-
mo como las audiencias provinciales.

Un rasgo que merece la pena anticipar de la panorémica que se ofrecera a


continuacién es que la invocaci6n de la presente doctrina se produce practica-
mente siempre en supuestos de intervencidn de una pluralidad de sujetos en la
realizacién del hecho tipico, ya sea de acuerdo con las formas clasicas de auto-
ria y participacién o porque el hecho concreto enjuiciado se enmarca en la ac-
tividad de una organizaci6n o grupo criminales en los que el sujeto imputado
desempefia un determinado papel. Ello permite confirmar la hipdtesis de Husak
y Callender cuando afirmaron en su dia que «s6lo las personas que desempe-
fan roles muy limitados en un esquema criminal con varios intervinientes tie-
nen la oportunidad real de ser ignorantes deliberados» °”.

Precisamente esta tiltima afirmacion pone de manifiesto el notable potencial


—seguramente no exento de riesgos a los que mas adelante se aludira— de esta
teorfa aplicada a la criminalidad de empresa, un ambito en el que Ja distribu-
cién de funciones propia de la actividad corporativa facilita el que determina-
dos sujetos contribuyan activa u omisivamente a la realizaci6n de conductas le-
sivas para terceros prefiriendo mantenerse en una situacién de ignorancia —ab-
soluta o parcial— con respecto al alcance lesivo de dicha contribuci6n. Tal
voluntad de no saber puede concurrir tanto en los niveles inferiores de la es-
tructura empresarial (el trabajador, por ejemplo, que se limita a cumplir las 6r-
(35) Husak/Cattenner, WLR 29 (1994), pag. 55.

© LA LEY 301
Ragués i Vallés, Ramon

denes de sus superiores sin querer profundizar en las razones 0 consecuencias


de su actuacidn) como en determinados niveles superiores (el directivo, tam-
bién por ejemplo, que prefiere no indagar acerca de la licitud de los medios
que estan permitiendo a los empleados del departamento comercial incremen-
tar sensiblemente las ventas).

El potencial de esta doctrina para facilitar Ja atribucié6n de responsabilidad


penal a los administradores 0 altos directivos de sociedades mercantiles ha sido
descubierto especialmente en los Gltimos ahos en los paises del common law a
raiz de diversos escandalos relacionados con la delincuencia empresarial. Asf,
particularmente en los Estados Unidos los fiscales han encontrado en esta doc-
trina —incorporada con consentimiento judicial a las instrucciones que se diri-
gen a los jurados— un medio apto para interesar la condena de altos directivos
por conductas ejecutadas materialmente por sus subordinados —o por terceros
delegados— en el seno de estructuras empresariales, habiendo sido empleada
en su dia para sostener algunas acusaciones en casos tan relevantes como, por
ejemplo, el asunto Enron®®,

Un buen ejemplo al respecto es la sentencia del Tribunal de Apelaciones del me

Tercer Circuito sobre el caso de Richard Stadtmauer, antiguo vicepresidente del


grupo de empresas Kurshner, que seria condenado a tres afios por fraude fiscal:
en sus instrucciones a los miembros del jurado, la acusaci6n recurrid con éxito
a la doctrina de la ignorancia deliberada para desvirtuar la alegacién de la de-
fensa de Stadtmauer afirmando que éste debia ser absuelto por cuanto las cues-
tiones tributarias de la empresa estaban totalmente delegadas en el departamen-
to de contabilidad, al que se daba la instruccién de asegurarse de no obtener
devoluciones fiscales indebidas, no pudiendo advertir el acusado ninguna irre-
gularidad en las declaraciones que simplemente firmaba®”’.

Como algunos autores ponen en evidencia, el uso indiscriminado de tales


instrucciones entrafia el evidente riesgo de ampliar la responsabilidad penal en
estos Casos a supuestos que tradicionalmente se habrian considerado como de
recklessness o imprudencia y, por tanto, no punibles en relacidén con tipos que,

(36) — Particularmente interesante al respecto From, /LR 97 (2011), pag. 277 ss.: a lo largo de este
trabajo se ofrecen diversos ejemplos del uso de la doctrina en supuestos de criminalidad eco-
ndémica.

(37) Para mas detalles y referencias cfr. ibidem, pags. 279 y 296.
302 © LA LEY

La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

segtn la Ley aplicable, requieren conocimiento efectivo o intencién°®), Asi, ad-


vierte Justin C. From que con dicha ampliacién se corre el peligro de acabar
aceptando que el «directivo que no se ha tomado el interés de revisar las devo-
luciones fiscales de la empresa merezca el mismo castigo que aquel que solici-
ta deliberadamente devoluciones improcedentes» °. Habra que ver, en todo
caso, cémo la reciente Sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos
sobre el caso Global-Tech (cfr. supra II.1) acaba afectando a esta practica.

El panorama es algo distinto en Espafia, donde hasta la fecha la aplicacién


de la doctrina en el ambito empresarial no ha servido precisamente para funda-
mentar la condena de los maximos responsables de compafifas en cuyo seno se
ha realizado una actividad delictiva, sino mas bien para facilitar el castigo de
individuos que han colaborado con dicha actividad pero desempefiando roles
secundarios. Entre éstos destacan, como se expondra a continuaci6n, aquellos
sujetos que se prestan a figurar como administradores meramente formales de
una determinada sociedad mercantil.

1. Administradores formales de sociedades mercantiles

Una primera situaci6n en la que de manera frecuente los tribunales espa-


foles han recurrido a la figura de la ignorancia deliberada se presenta en aque-
llos supuestos en los que un sujeto que se ha prestado a ocupar formalmente el
cargo de administrador de una determinada sociedad, a través de la cual se ha
realizado alguna conducta ilicita, alega en su descargo no haber sido conoce-
dor de que con dicha actuacién estaba colaborando en semejante actividad,
controlada de facto por otros sujetos. Dichos supuestos abarcan desde casos de
auténticos testaferros profesionales hasta socios que se han prestado a ocupar el
cargo de administrador sin estar realmente vinculados con la efectiva direcci6n
de la empresa“.

La apelacion a la doctrina de la ignorancia deliberada ha sido en los Gltimos


afios para muchos tribunales un recurso facil que han empleado con frecuencia
al advertir dificultades para poder acreditar que el administrador formal —en
tanto que participe en el hecho delictivo cometido a través de la sociedad por

(38) Ibidem, pags. 279 y 300.


(39) Ibidem, pag. 279.

(40) Un primer andlisis de la aplicacién a estos supuestos de la doctrina de la ignorancia delibera-


da puede encontrarse en RaGués | VALLés, InDret Penal 3 (2008), passim.

© LALEY . 303
ee ee

Ragués i Vallés, Ramoén

parte de los auténticos administradores— habfa actuado con conocimiento sufi-


ciente de las caracteristicas del hecho a cuya efectiva comisién estaba contribu-
yendo (el «doble dolo» requerido a los participes). En la aplicacién a estos ca-
sos de la citada doctrina conviene distinguir entre varias situaciones que suelen
darse en la practica:

A. En algunos casos la invocacidn de la ceguera intencionada por los tribu-


nales tiene un valor meramente ret6rico, por cuanto de la propia sentencia se
desprende que el sujeto contaba ya con un grado de conocimiento suficiente
de la actividad en la que estaba colaborando para entender que obraba con do-
lo eventual 0, cuando menos, existfan indicios bastantes para que el juez —mo-
tivandolo adecuadamente— hubiera podido atribuirle dicho conocimiento. Al-
gunos ejemplos al respecto:

a) En la STS de 20-11-2006" se analiza el caso de una recurrente que fue


condenada por falsedad al haber accedido, entre otras conductas, a intervenir
ante notario en una serie de transmisiones de participaciones sociales en las
que algunos de los presentes actuaron con una identidad falsa y un DNI altera-
do. Habiéndose alegado ausencia de dolo por parte de la recurrente, responde
la Sala: bx.

«La documental y la propia declaracién de la recurrente acreditan que partici-


po en dos escrituras en las que se vendian acciones de la Cote d'Ivoire a dos per-
sonas perfectamente conocidas de ella (una era su compafiro sentimental) y que
ante el Notario usaron falsas identidades. Se discute por tanto, no la participa-
cion de ella en aquellos momentos, que se admite, sino el elemento subjetivo, es
decir, si esté acreditado 0 no que la recurrente se diera cuenta de ambas menda-
cidades. La cuestidn, por ello, no es tanto de presuncién de inocencia sino que
versa sobre la racionalidad del juicio de inferencia revisable via 849.1, lo que se
articula en el motivo tercero. El juicio de inferencia realizado no podia ser otro.
La acusada en la Notaria llama —y ve como todos Ilaman— Cesdreo a quien es
Lazaro y reconoce cémo. Ante su asombro, manifest6 su extrafieza en aquel acto
a su companero el recurrente Jaime y reconoce cémo éste le manifestd que no
preguntara, que firmara y que no se metiera en esas cosas, lo que cuando menos
traerfa a colacion el principio de ignorancia deliberada»“),

(41) | Ponente Giménez Garcia.


(42) Cursiva afadida.

304 © LALEY
\

La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicaci6n al Derecho penal ...

La cita a esta ultima doctrina es en este caso evidentemente superflua cuan-


do previamente se ha considerado acreditado que la recurrente conocia perfec-
tamente que algunas personas estaban mintiendo al notario acerca de su verda-
dera identidad.

b) En la SAP-Murcia de 15-2-2011) se conden6é por un delito contra la Ha-


cienda Publica a quien manifestaba ser un mero testaferro desconocedor de la
realidad social de la empresa que administraba, una alegaci6n a la que respon-
did la Audiencia afirmando que «aunque el tribunal de instancia, y también es-
ta Sala, consideramos que la actuacién del acusado es claramente dolosa, lo
cierto es que también seria responsable, admitiendo una interpretacién mas fa-
vorable, por ignorancia deliberada. EI apelante tenia a su disposicién todos los
medios necesarios para poder conocer el alcance de sus actos como adminis-
trador de la sociedad y sin embargo voluntariamente, de creer sus propias pala-
bras en juicio, decidié seguir al margen de la sociedad limitandose a firmar to-
do aquello que le era presentado a su firma. La pasividad mostrada, a pesar de
ser consciente de su propia responsabilidad, es una muestra evidente de que no
queria conocer qué era lo que podia perjudicarle, y sin embargo continu
aceptando su condici6n de administrador Gnico y actuando en tal sentido frente
a terceros» “”. Notese que la referencia a la citada doctrina —dque se considera
«mas favorable»— se realiza tras haber sostenido antes que el sujeto actué en
todo caso con un grado de conocimientos suficiente para afirmar el dolo.

c) De forma aun mas Ilamativa, en la SAP-Vizcaya de 2 1-4-2010) se admite


que unos sujetos que se prestaron a la constitucién como socios de una compa-
fifa, de la que luego se desentendieron por completo, se situaron «a partir de
ese momento en una posicién de ignorancia deliberada respecto de las activi-
dades que pudiera desarrollar dicha sociedad», si bien mas adelante se afiade
que, de todos modos, cabia apreciar dolo eventual porque, al participar en di-
cha constitucién, los acusados lo hicieron aceptando que la mercantil pudiera
emplearse para defraudar a la Hacienda Publica. También en este caso, la men-

(43) Seccién 5.*, ponente Larrosa Amante.

(44) En sentido similar la SAP-Barcelona de 9-2-2009 (Seccién 7.2, ponente Ingelmo Fernandez)
que, tras invocar la doctrina de la ignorancia deliberada, aprecio dolo eventual por entender
que el sujeto «conocié el mecanismo de defraudacion y acept6 su resultado».

(45) Secci6n 1.*, ponente Gonzalez Gonzalez.

© LALEY 305
q
_-_S? ss FF FPrrerrPeRePRPeEe ee Pp

Ragués i Vallés, Ram6n

cidn a dicha teoria resulta totalmente superflua para la resoluci6n del supuesto
de hecho.

B. En un segundo grupo de supuestos, en cambio, la teoria ha servido para


castigar como responsable doloso a un sujeto de quien sdlo se ha considerado
acreditado que cont6 con sospechas de estar participando en un hecho ilicito,
sospechas que, de acuerdo con los conceptos mas asentados de dolo eventual,
es muy dudoso que debieran bastar para entender satisfecha la exigencia de co-
nocimiento del tipo objetivo. Cabe citar también algunos ejemplos al respecto:

a) En primer lugar, puede mencionarse la STS de 10-11-2006, que resuel-


ve el recurso interpuesto por un sujeto condenado como autor de un delito de
insolvencia punible que aceptd, a peticién de un tercero, figurar como adminis-
trador de una sociedad instrumental empleada posteriormente para despatrimo-
nializar a otra mercantil declarada en quiebra, habiendo intervenido en este
proceso en el acto de venta de una finca. Ante la alegacidn del sujeto afirman-
do no haber tenido conocimiento, ni tampoco entendido, el negocio en el que
participaba, responde la Sala:

rm

«Este recurrente realiza unas aportaciones necesarias a la realizacién de los


tipos penales, asumiendo una representacién legal, realizando una operacién de
compraventa de un inmueble de la sociedad que representaba que supuso, en
definitiva, el alzamiento de bienes y la quiebra fraudulenta de la sociedad. En
esa funci6n, sostiene ei recurrente que actu6 con total desconocimiento, pues
carece de estudios y no entendi6 al Notario, es decir, entiende que obré sin cul-
pabilidad. En reiterados precedentes hemos declarado que cuando el autor de
una conducta ciega voluntariamente sus fuentes de conocimiento para ignorar la
dinamica de los hechos, evitando su posible responsabilidad, la persona que no
quiere conocer voluntariamente el origen de los efectos sobre los que actéa,
equivale a afirmar que conoce ese origen delictivo pues con su acto de cegar las

fuentes de conocimiento se estd representando la posibilidad de la ilegalidad de e

su actuaci6n y decide seguir actuando, maxime en una actuacién tan normativi-


zada como la adquisicidn y venta de inmuebles. En este sentido la STS
1637/1999, de 10 de enero de 2000, que en un supuesto de ignorancia delibera-
da afirma que quien asf acttia “esté asumiendo y aceptando todas las posibilida-
des del origen del negocio en el que participa y, por tanto, debe responder de
sus Consecuencias” pues en tales supuestos el autor se representa la antijuridici-

(46) Ponente Martinez Arrieta.


306

La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacidn al Derecho penal ...

dad de su conducta y, sin embargo acta en la forma que lo realiz6. Maxime


cuando su accién aparece fuertemente normativizada al tratarse de una accion,
la compraventa de bienes inmuebles, que tiene implicaciones contractuales, alta-
mente formalizadas, y fiscales en las que la conducta del vendedor supone la
obligacién de determinados impuestos, estatales, autondmicos y locales» “”,

El mero conocimiento de la posibilidad de estar contribuyendo a una con-


ducta ilicita no precisada, unido a la voluntad de no saber mas, es equiparada
en este pasaje al dolo del alzamiento de bienes, pese a que éste, segtin doctrina
y jurisprudencia mayoritarias, requiere el conocimiento especifico de estar con-
tribuyendo a que otro sujeto se insolvente.

b) Una situacién similar se analiza en la STS de 30-9-2010, en la que se


condena a un administrador formal de una sociedad empleada para cometer

_ defraudaciones de IVA. El hecho de que el sujeto en cuestién reconociera tener

«recelos» sobre las actividades que los administradores reales estaban realizan-
do a través de la empresa le permite a la Sala sostener que el recurrente debia
ser castigado con arreglo a lo previsto para la modalidad dolosa, pues tal sospe-
cha «abre la puerta a la figura de la ignorancia deliberada sobre la probabilidad
de que se estuviera cometiendo una actividad delictiva que el acusado en nin-
gun momento se esforzé en comprobar».

c) Otro ejemplo puede encontrarse en la SAP-Valencia de 10-5-2011%, en la


que se condené como cooperadora necesaria de un delito contra la Hacienda
Pdblica a una acusada que acepto figurar como administradora formal en una
sociedad que defraudé determinadas cantidades en concepto de impuesto de
sociedades. La Sala entiende que el conocimiento de la ilicitud de su proceder
y la obtencién de una contraprestaci6n econémica, aun cuando no conociera
todos los detalles del entramado fraudulento disefiado por los verdaderos gesto-
res de la sociedad, permitfa condenarle por el citado tipo de acuerdo con la
doctrina de la ignorancia deliberada.

d) Yendo mas alld, en la SAP-Barcelona de 4-3-2010 se sostuvo la concu-


rrencia de una situaci6n de ignorancia deliberada equiparable al dolo en el ca-
so de un testaferro que, segtn la Sala, se hallaba «en condiciones de disponer,
(47) Cursiva afiadida.

(48) | Ponente Ramos Gancedo.

(49) Seccién 2.*, ponente Montes Garcia.

(50) Seccidn 3.*, ponente Manzano Messeguer.

© LA LEY 307

sywawyy
es

Ragués i Vallés, Ramon

de forma directa 0 indirecta, de la informacion que se pretende evitar», afia-


diendo que «al acusado le bastaba preguntar para conocer», Seguin el Tribunal

«El acusado acepté el cargo de administrador con la intencién de no ejercer


ninguna de las responsabilidades del cargo, actuacién con la que se beneficid
pues reconocié haber cobrado por ello, aceptando que los otros acusados, Celso
y Urbano, continuaran con la administracidn de hecho de la sociedad desenten-
diéndose de cualquier responsabilidad y aceptando la gestidn de los otros acusa-
dos, por lo que no puede negar su responsabilidad en las decisiones adoptadas
por éstos. La Sala entiende que la actuacién del acusado conlleva el dolo proba-
do de no hacerse cargo de sus obligaciones con la hacienda publica ni las gené-
ricas del buen comerciante, desentendiéndose completamente de ellas. El acusa-
do conocia que aceptando el Cargo meramente formal como administrador am-
paraba la actuacién del resto de acusados, no pudiendo ignorar que el hecho de
que /e propusieran constar como administrador era para dificultar el descubri-
miento y persecuci6n de cualquier actividad ilicitay 5”,

De esta ultima frase se desprende con claridad que para la Audiencia el ser
consciente de estar colaborando en «cualquier actividad ilfcitay sin indagar

acerca de los detalles de dicha actividad da lugar a una modalidad de dolo —la;

ignorancia deliberada— para la que no es necesario el conocimiento —siquiera


eventual— de los elementos del concreto tipo objetivamente realizado.

e) En la SAP-Madrid de 10-1-2008) se condené por cooperacién dolosa —


de acuerdo con la doctrina de la ignorancia deliberada— al testaferro que
acepto firmar «a ciegas» todos aquellos documentos que le presentaba el admi-
nistrador real de la mercantil que aquel formalmente administraba. Segtin la Sa-
la, «ello significa que el ahora recurrente tenia cumplido conocimiento de que
estaba realizando algo ilicito, precisamente, porque su cometido consistia en
“prestar a ciegas” su firma. A nadie se le escapa que la necesidad de que se fir-
me un documento supone que para que tenga efectividad es exigible que algu-
na persona se responsabilice de su contenido, y que si a él se le remuneraba
por ello era porque los verdaderos responsables no querian figurar en los docu-
mentos».

(51) Cursiva afadida.


(52) — Seccién 15.3, ponente Olivan Lacasta.

308 © LALEY |
|

La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

f) Finalmente, en la SAP La Rioja de 4-9-2008 se desestimé la alegacién de


dos administradores que afirmaron en su descargo desconocer que el tercer ad-
ministrador estaba defraudando a la Hacienda Ptiblica por no ocuparse ellos di-
rectamente de las cuestiones tributarias. Seguin la Sala, «existian motivos de ple-
no conocimiento, porque la sociedad mercantil, a pesar de arrojar contable-
mente pérdidas, obtenfa importantes beneficios economicos, lo que permitia a
los recurrentes percibir sueldos de unas 300.000 pesetas mensuales, ademas de
posibles beneficios. Ello permite ademas afirmar que los recurrentes se benefi-
ciaron de la actuacion de Luis Andrés[quien ejercfa materialmente como admi-
nistrador], y sdlo negaron su participacion a partir del inicio de las actuaciones
fiscales y penales contra ellos». Nétese que en este caso se considera suficiente
para el dolo con que los otros dos administradores tuvieran elementos para sos-
pechar que se estaba realizando alguna irregularidad por parte del administra-
dor que efectivamente se ocupaba de las cuestiones fiscales.

C. En un tercer grupo de casos, la apelaci6n a esta doctrina permite a los tri-


bunales prescindir, sin mas, de cualquier inferencia sobre los posibles conoci-
mientos 0 sospechas del acusado, castigando la conducta con arreglo a la pena
prevista para la modalidad dolosa a partir de ia mera infraccién de la obliga-
cion general de conocimiento del potencial lesivo del comportamiento propio.
A diferencia del anterior supuesto, en éste ni tan sdlo se exige que el sujeto ha-
ya obrado con la sospecha genérica de estar contribuyendo a alguna actividad
peligrosa o ilicita. Algunos ejemplos en tal sentido:

a) En la STS de 13-3-2006 se revis6 la condena de dos matrimonios que


descontaron de una pdliza de crédito varias letras en las que la firma del acep-
tante habia sido falsificada. Habiendo sido condenados los Cuatro conyuges por
un delito de estafa en concurso con una falsedad documental, las dos esposas
alegaron en su descargo que, pese a haber firmado como libradoras, lo hicieron
siguiendo las instrucciones de sus maridos y sin pedir explicaciones. A esta ale-
gacion respondié la Sala Segunda en los siguientes términos:

«La comunién de parentesco, convivencia marital y econdémica de los cuatro


condenados constituye indicio de singular potencia acreditativa para tener por
cierta la connivencia de los cuatro en la operaci6n analizada, y en concreto re-

(53) Seccién 1.%, ponente Rodriguez Fernandez.


(54) Ponente Giménez Garcia.

_ OLALEY 309
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Ragués i Vallés, Ramon

sulta indiferente que las esposas tuvieran un dolo directo y completo de toda la
Operacion, 0 que actuasen con dolo eventual, 0 incluso con la indiferencia de
quien pone la colaboracién que se le solicita sin preocuparse de sus consecuen-
cias —principio de indiferencia—, o no queriendo saber aquello que puede y de-
be saberse —principio de la ignorancia deliberada—».

b) Por su parte, en la STS de 14-4-2009 se viene a defender explicitamente


que la ignorancia deliberada permite castigar por dolo incluso en aquellos casos
en los que no se cuenta con un minimo conocimiento sobre el potencial lesivo
del comportamiento que se favorece. Asi, en un caso de estafa masiva realizada
por una empresa supuestamente dedicada a la construccién de viviendas, se
sostuvo con respecto a uno de los apoderados —que afirm6 reconocer los deta-
lles de los contratos que habia firmado— que «no puede afirmar que no sabia
nada cuando firm6 buena parte de los contratos y mas cuando eso se prolonga
después de que la situacién se habia hecho evidente, tras su detencién. Nece-
sariamente tuvo que preguntarse e inquirir a German[quien se ocupaba de la
gestion cotidiana de la empresa] sobre lo que estaba ocurriendo. Obligatoria-

mente tuvo que investigarlo. Como apoderado tenfa los instrumentos necesariosg,..

para eso. Si no los usé, se colocé voluntariamente en situacién de ignorancia y


por ello ha de ser condenado». Respecto de otro acusado recurrente, que alegé
haber sido un mero administrador formal, replica la Sala: «como administrador
que era conocié e intervino en las principales decisiones defraudatorias adopta-
das por CPV{la sociedad], no fue un “hombre de paja” sino que realizé los ele-
mentos del tipo y por tanto tuvo un efectivo dominio del hecho, incluso —y co-
mo mera reflexién hipotética— si lo hubiera sido —hombre de paja— tampoco
estaria exento de responsabilidad pues habria ofrecido su propia ineficacia o
actividad meramente pasiva al servicio del plan defraudatorio ideado por otros,
pero es que aqui hubo un consciente acuerdo asumido por todos».

c) Por su parte, en la SAP-Madrid de 31-5-2010, se conden6é como coope-


rador en-una apropiacién indebida al sujeto que se prest6 a asumir la adminis-
tracion y titularidad de las participaciones de una compania que se declaré en
quiebra tras desaparecer las cantidades entregadas por sus clientes para la con-
tratacion de una serie de pasajes aéreos. Segtin la Audiencia: «El acusado pese
a mantener que venia a no hacer nada y se le satisfacian sus gastos, colabord

(55) Ponente Giménez Garcia.


(56) — Seccién 2.*, ponente Compaired Pio.

310 © LALEY
SUTTESCTETEEeeaaU

La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

para que los planes se cumplieran», afiadiendo que por tal motivo «le es aplica-
ble la figura de la ignorancia deliberada».

d) Por ultimo, en la SAP-Murcia de 6-11-2008 “”) se condené como coopera-


dor necesario en una estafa a un administrador formal que se limitd, siguiendo
instrucciones del administrador de hecho, a acudir al notario y participar en
una operacion que la propia Sala reconoce que el acusado no entendié en ab-
soluto.

D. Finalmente, en una linea totalmente opuesta a las anteriores, en un cuarto


y ultimo grupo de casos se afirma que las situaciones de ignorancia deliberada
no bastan para sostener la existencia de dolo, al no concurrir en ellas el conoci-
miento de los elementos del tipo exigido por esta figura legal:

a) La STS de 30-10-2009 ® resuelve el caso de un sujeto que, no deseando


figurar como administrador de una empresa por constar en registros de moro-
sos, solicit6 a otro individuo —que era su agente de seguros— que se prestara a
ocupar tal cargo y a firmar por indicacién del primero diversos contratos de
permuta que resultaron fraudulentos para terceros. Habiendo sido condenado
el segundo como cooperador necesario en aplicacién de la doctrina de la igno-
rancia deliberada, el Tribunal Supremo revocé tal condena con el argumento
de que «debe existir prueba plena, mas allé de toda duda razonable, de que es-
te cooperador necesario conocia el alcance de la actividad de Demetrio (el ad-
ministrador real), al modo de cémo se predica de la actividad de este ultimo
por los juzgadores de instancia».

b) En la SAP-Madrid de 26-7-2011% se analiza el caso de un sujeto que


acept6 figurar como administrador formal de una sociedad mercantil que fue
requerida judicialmente para practicar retenciones en determinadas néminas.
Habiendo resultado fallidas las notificaciones judiciales por no hallarse nunca
al acusado en el domicilio en el que formalmente se encontraba la empresa, el
sujeto aleg6 en su descargo la ausencia de dolo con respecto al delito de deso-
bediencia por el que se le acusaba. Y, pese a que el Tribunal reconocié que di-
cho acusado habia obrado con una «ignorancia deliberada que en nada le exi-
me de las responsabilidades contrafdas con la empresa y con terceros contra-
tantes de dicha empresa», la propia Sala le absolvid por entender que para el

(57) Seccidn 3.4, ponente Del Olmo Garcia.


(58) Ponente Sanchez Melgar.
(59) | Seccidn 17.%, ponente Bronia Varona.

© LA LEY 311
Ragués i Vallés, Ramén

dolo habria sido necesaria la notificaci6n personal, en una exigencia que —ca-
be matizar— no acaba de precisarse en la sentencia si se considera de fndole
objetiva o subjetiva.

c) Por dltimo, alguna resolucién niega expresamente la posibilidad de con-


denar al testaferro por una actuacién dolosa —siquiera en la modalidad de ig-
norancia deliberada— cuando no alcanza un nivel de «conciencia minima» o
«cualquier nivel de conciencia critica» respecto al hecho de que la aceptaci6én
del cargo supusiera la colaboraci6n en alguna actividad criminal (asf la SAP-
Murcia de 4-11-2010, relativa a un caso en el que la acusada era persona
drogodependiente y se movia en un contexto de marginalidad).

En resumen: el sentido de la aplicacién de la doctrina de la ignorancia deli-


berada a los administradores formales de sociedades mercantiles dista con mu-
cho de ser uniforme. En todo caso, si se descartan aquellas sentencias que la
rechazan sin mas y aquellas otras que la utilizan con un mero valor retorico, e/
nucleo esencial de la discrepancia radica en determinar si la aplicacién de esta
teoria requiere que el sujeto haya albergado algtin tipo de sospecha —aun sien-
do ésta vaga— con respecto al potencial lesivo de su comportamiento, o bien si

tal sospecha es innecesaria y, siempre que existe un deber y una posibilidad dé

conocer por parte del administrador, el sujeto debe ser considerado un ignoran-
te deliberado que merece ser castigado con la pena asignada al correspondien-
te tipo doloso. Esta ultima posibilidad plantea el evidente problema de que con-
vierte en poco menos que imposible la tarea de diferenciar el dolo de la impru-
dencia, por cuanto también en el caso de esta ultima debe existir una
capacidad y una obligacién de conocer los riesgos de la propia conducta para
que ésta sea punible. Mas adelante se regresard sobre la cuestién (cfr. infra IV).

2. Titularidad de cuentas bancarias empleadas para transferir el producto de


conductas fraudulentas

Otro grupo de conductas delictivas en las que los tribunales espafioles recu-
rren con frecuencia a la figura de la ignorancia deliberada se presenta en aque-
llos casos en los que, a cambio de una retribucién econdémica por lo general
moderada, un sujeto se presta a figurar como titular de una cuenta bancaria que
es empleada por otros para la transferencia de fondos extraidos previamente de

(60) Seccidn 3.7, ponente del Olmo Galvez.

a2 © LALEY
sss 97 9S 9 83

vo 8 8
La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

cuentas de terceros, de quienes se ha obtenido sus claves secretas por el méto-


do fraudulento llamado phishing. Ante la frecuente alegaci6n de los titulares de
la cuenta —a los que en alguna sentencia se denomina como los «muleros in-
formaticos o cibernéticos» ©— de no haber tenido conocimiento de que el di-
nero provenia de un previo delito, consistente por regla general en una estafa
informatica, la ignorancia deliberada suele ser para muchos tribunales un recur-
so expeditivo para condenarles como cooperadores en el correspondiente deli-
to), La resolucién mas relevante en este Ambito, que ha condicionado en gran
medida los posteriores pronunciamientos de las audiencias provinciales, es la
5TS de 12-6-2007, en la que se afirma a proposito de estos hechos:

«Se esta ante un Caso de delincuencia econémica de tipo informatico de natu-


raleza internacional en el que los recurrentes ocupan un nivel inferior y sdlo tie-
nen un conocimiento necesario para prestar su colaboracién, la ignorancia del
resto del operativo no borra ni disminuye su culpabilidad porque fueron cons-
cientes de Ja antijuridicidad de su conducta, prestando su conformidad con un
evidente a4nimo de enriquecimiento, ya supieran, no quisieran saber —ignorancia

deliberada—, o les fuera indiferente el origen del dinero que en cantidad tan rele-
vante recibieron. Lo relevante es que se beneficiaron con todo, 0, mas probable-
mente, en parte como “pago” de sus servicios, es obvio que prestaron su colabo-
racion eficiente y causalmente relevante en una actividad antijurfdica con pleno
conocimiento y cobrando por ello no pueden ignorar indefensidn alguna, por su
parte la “explicaci6n” que dieron de que no pensaban que efectuaban algo ilicito
es de un angelismo que se desmorona por si sdlo. En la sociedad actual el acervo
de conocimientos de cualquier persona de nivel cultural medio conoce y sabe de
la ilicitud de una colaboracién que se le pueda pedir del tipo de la que se obser-
va en esta causa, y al respecto, hay que recordar que los recurrentes vivian en
Madrid y no consta en los autos nada que pudiera ser sugestivo de un desconoci-
miento de la ilicitud de la colaboracién que se le pedia, maxime cuando no se
trataba de una colaboracién gratuita sino que llevaba aneja un claro enriqueci-
miento personal. No hay por tanto ninguna posibilidad de derivar a ningtin supu-
esto de error la acci6n de los recurrentes» ©),

(61) | SAP-Barcelona de 15-7-2001 (Secci6n 5.3, ponente Rovira del Canto).

(62) Existen, no obstante, resoluciones de signo absolutorio, como la SAP-Cérdoba de 4-3-2011


(Seccion 2.2, ponente Velarde Pérez), en la que se absuelve al titular de la cuenta por conside-
rar crefble su alegacion de que habia sido engafiado por quienes transfirieron las cantidades
haciéndole creer que sé trataba de un negocio licito.

(63) | Ponente Giménez Garcia.

(64) Cursiva afiadida.

© LA LEY 313
Ragués i Vallés, Ramén

En el ambito de las audiencias cabe destacar, por citar algtin ejemplo, la


SAP-Vizcaya de 1-10-2001 °°), en la que se conden6é a una acusada que habia
aceptado prestar su cuenta a resultas de una oferta aparentemente seria con el
argumento de que «la recurrente omiti6 toda accién encaminada a informarse
de la cual fuera la realidad de las operaciones en que aceptaba participar, a pe-
sar de que facilmente podia hacerlo simplemente comprobando, a través de al-
guna de las instituciones publicas o privadas o incluso de internet, la ficcién de
la “multinacional” con la que iba a colaborar, 0 contactando con la persona
que “supuestamente” le transferfa dinero para inquirir sobre su consentimiento
para participar en el “negocio’” ©. Nétese que en este caso no se exige siquiera
que la acusada contara con la sospecha de estar colaborando en una conducta
potencialmente lesiva para terceros».

3. Supuestos de delincuencia fiscal

Ademas de los casos ya citados (supra Ill.1.), en los que se recurre a un ad-
ministrador formal para la comisién de un delito contra la Hacienda Publica,
los repertorios de jurisprudencia dan cuenta de otros supuestos en los que la
presente doctrina se ha empleado para fundamentar la condena de un sujeto
por la comisi6n de la infracci6n penal citada. Asi, por ejemplo, tal teoria se ap-
lic6 en la SAP-Madrid de 30-6-2010, en la que se acusaba de delito fiscal al
administrador de una sociedad que habia adquirido una compaiiia en diciem-
bre de 2000 y que, Ilegado el mes de junio de 2001, no presenté la correspon-
diente declaracién del impuesto de sociedades del ejercicio anterior. Segtin
consta en los hechos probados, «en la escritura publica que documentaba la
venta se hacia constar de modo expreso la dimisién de los administradores an-
teriores de la mercantil, los cuales, segtin el punto octavo, quedaban liberados
de cualquier responsabilidad incluso fiscal que asume el nuevo administrador,

cuyo nombramiento también se efectuaba, asf como el cambio de domicilio so-


cial».

En su recurso de apelacién alegé la defensa que el nuevo administrador no


era consciente de la obligaci6n de asumir las obligaciones fiscales del ejercicio

(65) Seccidn 1.?, ponente Lopez Sarabia.

(66) En términos similares se pronuncia la SAP-Castellén de 16-6-2010 (Seccién 1.4, ponente Ga-
rrido Sancho) y la SAP-Vizcaya de 20-4-2010 (Seccién 1.*, ponente Lopez Sarabia).

(67) Seccidn 2.?, ponente Compaired Pio.

314 © LALEY

Vox
La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...

previo, manifestando que los anteriores administradores le habian entregado en


el momento de la venta un balance en el que, al parecer, constaban datos inco-
rrectos. Sin embargo, tal alegacién fue rebatida por la Sala Segunda afirmando
que «a la vista del pacto firmado con los vendedores no tiene soporte ldgico ni
crefble la manifestacién de que eran los vendedores los que debian cumplir las
obligaciones tributarias; siendo asi, que el devengo en el impuesto de socieda-
des se produce el ultimo dia del periodo impositivo, lo que coincidira con el
periodo econémico de la sociedad, a tenor de lo dispuesto en los arts. 27 y 28
de la citada Ley y en este supuesto el devengo seria el dia 31 de diciembre de
2000. Estarfamos aqui en lo que la Jurisprudencia del Tribunal Supremo ha se-
fAalado como la ignorancia deliberada».

Otro caso interesante se plantea en la SAP-Las Palmas de 1-6-2010, en la


que un matrimonio acusado de haber defraudado a la Hacienda Publica por
elusion. del IRPF derivado de una serie de operaciones societarias alegd en su
‘descargo un «supuesto desconocimiento de lo declarado al limitarse a firmar lo
que le presentaba su asesor fiscal». Pese a invocar la doctrina de la ignorancia
deliberada, la Sala acabaria finalmente entendiendo que existia simplemente
dolo por cuanto «resulta aqui plenamente aplicable la doctrina de la STS de 2
de junio de 2005 en virtud de la cual, “quienes estan al frente de sociedades
como la citada, con un nada desdefable volumen de negocios, conocen sus
obligaciones en materia tributaria, siquiera sea por disponer sin duda de aseso-
res especializados en dichos temas que les ilustran sobre ellos”».

4. Delitos contra los derechos de los trabajadores

Por ultimo, cabe citar también la SAP-Alicante de 3-2-2010, en la que se


aplica la figura de la ignorancia deliberada a un delito contra los derechos de
los trabajadores del art. 316 CP. En concreto, dicha doctrina —que se presenta
aqui como una alternativa al dolo eventual— se emplea en este caso para con-
firmar la condena del director facultativo de la empresa titular de una explota-
cién minera que, tras haber redactado el plan de seguridad, se despreocup6 de
su cumplimiento y no volvié a pasar por el centro de trabajo. Segun la Sala,
«como la experiencia ensefia que el cumplimiento de las medidas de seguridad
por las empresas, que exige costosas inversiones cuya rentabilidad no siempre

(68) Seccidn 2.7, ponente Acosta Gonzalez.


(69) | Seccidn 2.3, ponente Merlos Fernandez.
© LALEY 315
Ragués i Vallés, Ramon

es visible, no es, en modo alguno, el necesario, sino que en muchas ocasiones


hay que insistir en la necesidad de hacer dotacién de medios, es claro que el
técnico facultativo tuvo que representarse la probabilidad de incumplimiento
de las medidas que recomend6, pese a lo cual no quiso saber la realidad a ese
respecto, pese a que la adquisicién del conocimiento era facil y obligada, a fin
de eludir su responsabilidad en la materia. Califiquese como dolo eventual o
como ignorancia deliberada, la conducta del acusado debe reputarse dolosa».

IV. LA DOCTRINA DE LA IGNORANCIA DELIBERADA EN LA CRIMINALI-


DAD ECONOMICO-EMPRESARIAL: BALANCE

Como ponen en evidencia los anteriores ejemplos, e/ uso de /a doctrina de la


ignorancia deliberada en estos sectores de criminalidad se ha limitado hasta la
fecha —con algunas contadas excepciones— a dos grandes grupos de situacio-
nes: el primero viene dado por la intervencién de administradores meramente
formales en la realizacién de conductas delictivas; el segundo, por la conducta
de quienes aceptan figurar como titular de cuentas bancarias utilizadas en el

transito de cantidades obtenidas por medios fraudulentos. En el primer caso los¢.,

tipos delictivos realizados son diversos —estafa, insolvencias punibles, delito


fiscal— mientras que el segundo supuesto suele en la practica limitarse a la es-
tafa informatica, si bien se trata de conductas que podrian dar lugar en ciertos
casos a un posible blanqueo de capitales.

El hecho de que en este ultimo caso se acaben castigando conductas con es-
casa relevancia econédmica cometidas por sujetos que a menudo se mueven en
entornos de marginalidad, unido a la circunstancia de que en el caso de los ad-
ministradores formales la teoria acabe sirviendo en la practica para sancionar a
sujetos que, en principio, desempefan un mero papel subalterno en la realiza-
cién la conducta punible, impide sostener que la presente teoria haya servido
hasta la fecha como un elemento que facilite la condena de los principales res-
ponsables de delitos econémicos 0 cometidos a través de la empresa. Sin em-
bargo, ello no significa que en su proceso de expansidén tal doctrina no pueda
acabar desempefiando dicho papel en un futuro no lejano: las cifras que se
ofrecian al inicio de estas paginas sobre el creciente uso de esta doctrina por
parte de los tribunales parecen avalar por si solas semejante posibilidad, que se
ve confirmada por la experiencia mds reciente en los Estados Unidos.

En este contexto de creciente influencia de la figura cabe preguntarse por su


propio contenido y limites a la vista de las diversas variantes que de ella cabe

316 © LALEY
La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicaci6én al Derecho penal ...

encontrar en los cientos de pronunciamientos judiciales que ya la han utiliza-


do. Por razones obvias, cabe discrepar, de entrada, del uso de la figura como
un mero recurso ret6rico superfluo en aquellos casos en los que ya se ha cons-
tatado la concurrencia del nivel de conocimientos suficiente para sostener la
presencia de dolo. Pero, en sentido inverso, también debe discreparse de aque-
llas posiciones que sostienen la imposibilidad de una auténtica ignorancia inten-
cionada: la rica variedad de los casos referidos en las anteriores paginas pone
en evidencia cémo no es en absoluto inimaginable que una persona, siendo
consciente de estar realizando o favoreciendo la realizacién de alguna conduc-
ta lesiva para terceros, no alcance respecto de ella el grado de conocimiento
necesarios para sostener que esta actuando con dolo de realizar o participar en
un tipo delictivo en particular. Ello, obviamente, salvo que se quiera flexibilizar
hasta hacerla irreconocible la exigencia de que el dolo eventual requiere cono-
cimiento de los elementos del concreto tipo delictivo que se esta realizando y
no de cualquier conducta penalmente relevante.

Sentada la «posibilidad factica» de una ignorancia deliberada en sentido estricto,


conviene enfrentarse a la cuestidn de si la realizacién de un hecho —o la colabora-
cidn en un hecho ajeno— en tal circunstancia reviste la misma gravedad que la rea-
lizacién con un grado de conocimiento mas 0 menos preciso. En tal sentido, la pro-
puesta del Tribunal Supremo en alguna sentencia como la ya citada STS 2-2-2009
de exigir para aplicar esta doctrina que, cuando menos, el sujeto haya actuado en la
sospecha de estar realizando —o colaborando en— un hecho lesivo para intereses
ajenos, aunque en su representaci6n no Ilegue a precisar cual, parece una primera
restriccion razonable en la medida en que permite dejar fuera del alcance de la teo-
rfa aquellos casos en los que el sujeto no ha tenido la menor idea de estar realizan-
do una conducta potencialmente lesiva’”. Con esta exigencia se conjura el peligro
de una sensible ampliacién del ambito de lo doloso, pues conviene no olvidar que
en no pocas negligencias se produce también una renuncia del sujeto a adquirir co-
nocimientos que podrfan haberle salvado del error.

Y, como segundo elemento de restriccién, parece también razonable la exi-


gencia de un componente motivacional especifico —también requerido por el
Tribunal Supremo en resoluciones como la citada STS de 2-2-2009— que limite
los efectos punitivos de la teoria a aquellos casos en los que se advierta que han
sido motivos reprochables los que han Ilevado al sujeto a construirse artificiosa-

(70) Sobre la sospecha como elemento de la ignorancia deliberada cfr. RaGuts 1 Vattés, La ignorancia,
pag. 136 ss y pag. 184.

© LALEY 317
Ragués i Vallés, Ramén

mente una causa de exencidn de responsabilidad. Como afirma el magistrado


Anthony Kennedy en su voto particular a la Sentencia del caso Global-Tech
(cfr. supra II.1), la equiparacién entre la culpabilidad de quien efectivamente
conoce y de quien evita conocer «tal vez pueda depender de las razones que
tuvo la persona para permanecer en la ignorancia» ’”. Por ello, parece tener
pleno sentido un planteamiento que sdlo niegue la condicién de imprudentes a
aquellas situaciones que nadie calificarfa como casos de error en la vida coti-
diana y en las que se aprecie una necesidad de pena equiparable a la de los
casos de dolo eventual. Con todo, conviene tener presentes las dificultades para
precisar este elemento, no bastando al respecto —como parece sostenerse en
algunas resoluciones citadas— con considerar suficiente el que el sujeto haya
pretendido algun tipo de beneficio econémico con su comportamiento”™.

Ademias de estas dificultades, permanecen otras dos importantes dudas acer-


ca del alcance y limites de la doctrina. Por un lado, las relacionadas con el
principio de legalidad, que a juicio de algunos seria incompatible con aceptar
una forma de dolo que no requiera conocimiento. Sin embargo, en sistemas co-
mo el espafiol, que no definen el dolo, dichas dudas no parecen insalvables”).
Mas compleja es, en cambio, la cuestién de si el grado de indiferencia mostra-4,
do por el ignorante deliberado hacia el bien que objetivamente lesiona es equi-
parable —incluso con las restricciones expuestas— al desinterés hacia dicho
bien que demuestra el sujeto que lo lesiona siendo consciente de ello, siquiera
eventualmente. ;Muestra la misma indiferencia hacia los intereses de la Ha-
cienda Publica el testaferro que sabe que esté colaborando con alguna activi-
dad ilfcita que no alcanza a precisar que el administrador formal que se repre-
senta perfectamente el riesgo de estar colaborando en un delito fiscal? Las dife-
rencias cuantitativas que seguramente concurren en el grado de indiferencia
mostrado en ambas situaciones parece que no acaban de captarse bien en siste-
mas de imputaci6n subjetiva como el espafiol que atribuyen una misma pena a
todas las modalidades dolosas. Como se ha expuesto en otro lugar, un sistema
de imputaci6n subjetiva mas rico 0, cuando menos, menos rigido en cuanto a
la aplicacién de las consecuencias, ayudaria sin duda a dispensar a cada supu-
esto una respuesta adecuada a su gravedad.

(71) 563 U.S. _ (2011), pag. 2 del voto particular.

(72) Sobre este elemento cfr. ibidem, pag. 145 ss y pag. 186 ss.
(73) Para mas detalles b/dem, pag. 199.

(74) Ibidem, pags. 208-209.

318 © LALEY
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wovw eos

La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicaci6n al Derecho penal ...

Vv. IGNORANCIA DELIBERADA Y RESPONSABILIDAD PENAL DE LAS PER-


SONAS JURIDICAS

Antes de finalizar el presente trabajo conviene efectuar algunas breves consi-


deraciones acerca del papel que puede desempefiar la ignorancia deliberada en
el sistema de atribucién de responsabilidad penal a las personas juridicas, vi-
gente en Espafia desde finales de 2010. A tal efecto conviene tener presente lo
dispuesto por el art. 31 bis.1 CP, que establece los criterios de atribuci6én de
responsabilidad a dichas entidades por los delitos cometidos por sus adminis-
tradores y empleados. Tales criterios, debe recordarse, son los dos siguientes: a)
«las personas juridicas seran penalmente responsables de los delitos cometidos
en nombre o por cuenta de las mismas, y en su provecho, por sus representan-
tes legales y administradores de hecho o de derecho» (inciso primero); y b) «las
personas jurfdicas serdn también penalmente responsables de los delitos come-
tidos, en el ejercicio de actividades sociales y por cuenta y en provecho de las
mismas, por quienes, estando sometidos a la autoridad de las personas fisicas
rmnencionadas en el parrafo anterior, han podido realizar los hechos por no ha-
berse ejercido sobre ellos el debido control atendidas las concretas circunstan-
cias del caso» (inciso segundo).

En relacién con el inciso primero, la posibilidad de atribuir responsabilidad a


la persona juridica por conductas realizadas a titulo de autor por sus represen-
tantes en una situaci6n de ignorancia deliberada parece incuestionable, siem-
pre que, claro esta, se admita la equiparacién entre ésta y el dolo. Una cuestién
algo mds compleja, en cambio, parece suscitarse en aquellos casos en los que
los administradores de hecho o de derecho de una compaiiia se han mantenido
en una situaci6n de ceguera intencionada con respecto a las practicas ilfcitas
que puedan estar realizando sus empleados, es decir, en los supuestos que pue-
den tener encaje en el inciso segundo del art. 31 bis CP.

Por poner un ejemplo: imaginese el caso de los miembros del consejo de ad-
ministracidn de una empresa farmacéutica que advierten que las ventas de un
medicamento para enfermedades poco frecuentes se estan incrementando sin
explicacién aparente en una determinada localidad, pero prefieren no indagar
las causas para evitarse complicaciones. Un tiempo mas tarde descubren que
varios visitadores médicos han obtenido recetas robadas y, tras falsificarlas,
ellos mismos han adquirido masivamente el producto para incrementar su retri-
bucién variable pero beneficiando con ello indirectamente a la empresa.

© LALEY 319
Ragués i Vallés, Ramén

La responsabilidad de la persona juridica en semejante caso parece dificil-


mente cuestionable, pues, siendo autores directos de la falsedad y estafa los
empleados, resulta evidente que los miembros del consejo de administracién
no habran aplicado en tales supuestos «el debido control atendidas las concre-
tas circunstancias del caso». El hecho de que la ausencia de debido control no
se haya producido por mero desconocimiento negligente sobre la actividad de
los empleados, sino a pesar de la sospecha de posibles irregularidades, parece
que debera ser un factor a ponderar en el momento de determinar la pena co-
rrespondiente a la persona juridica” . En tal sentido conviene destacar cémo la
circunstancia de que los marcos penales atribuidos a las personas juridicas no
distingan entre las diversas formas de imputacién subjetiva de los administrado-
res que han omitido los deberes de control resuelve los problemas descritos su-
pra acerca de la concrecién de la respuesta punitiva de la ignorancia delibera-
da en sistemas que, en lo que respecte a las personas fisica, distinguen radical-
mente entre imprudencia y dolo asignaéndoles consecuencias punitivas muy
distintas.

(75) _ El resultado de dicha ponderaci6n variard, por supuesto, si se entiende que la omisién del de-
bido control sdlo fundamenta la responsabilidad de la persona juridica cuando es dolosa (en
tal sentido, por ejemplo, Carsonett MATEU/MoraLes Prats, en Comentarios, pags. 72-73 0 Diez
Ripottés, InDret Penal 1 (2012), pag. 25). Si se parte de tal perspectiva, y se admite ademés la
inclusién en el dolo de la ignorancia deliberada, la concurrencia de esta tltima determinard
los limites de la responsabilidad misma de la persona juridica. En todo caso, y a la espera de
que se pronuncie la jurisprudencia, en la doctrina una mayoria de autores parece partir, al
igual que aqui, de la posibilidad de fundar la responsabilidad de la persona jurfdica en omi-
siones imprudentes del debido control de la conducta de los subordinados: tal es el caso, por
ejemplo, de Orriz pe Ursina Gimeno, Penal Econémico, n° marg. 1798 0 Gomez-Jara Diez, en
El Nuevo Codigo Penal, pag. 67.

320 © LA LEY

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