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PENAL ECONOMICO-EMPRESARIAL ”
SUMARIO:
INTRODUCCION
V.
DELIBERADA EN LA CRIMINALI-
I. INTRODUCCION
ff
/
(2) El repertorio empleado para la citada busqueda fue Westlaw -Aranzadi (fecha: 17 de enero de
2012).
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Ragués i Vallés, Ramén
En sistemas como el espafiol supuestos como el descrito, en los que una per-
sona renuncia deliberadamente a conocer (o a conocer mejor) determinadas
circunstancias de su conducta, suelen reconducirse al dolo eventual, al haber
contado pese a todo e! sujeto con un conocimiento basico suficiente para atri-
buirle tal forma de dolo®: asi, por ejemplo, en el caso del transporte de la ma-
leta con droga bastara con que el sujeto haya sido consciente de la posibilidad
de estar transportando dicha sustancia para entender que ha obrado dolosa-
mente, aun cuando no haya Ilegado a cerciorarse plenamente de todas las ca-
racteristicas concretas (naturaleza, peso, pureza) del objeto del delito. El cada
vez mas frecuente recurso de los tribunales a la ignorancia deliberada en estos
casos es innecesario y en buena medida sdlo se explica por la cuestionable pre-
tensidn de aligerar la obligacién de motivar los juicios de inferencia que exige la
determinacién procesal de los elementos que configuran el dolo"’.
(3) En tal sentido los argumentos ya expuestos en Racués 1 Vattés, La ignorancia, pag. 101 ss.
(4) Como ya se puso en evidencia en ibidem, pag. 59.
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eventual. Una muestra en tal sentido seria el caso, por ejemplo, del individuo
que diera instrucciones a sus empleados de rechazar cualquier tipo de comuni-
cacion oficial proveniente de la Administracién: spodria decirse que concurre
el conocimiento requerido por el dolo de un delito de desobediencia si, a resul-
tas de esta orden, afios mds tarde dicho sujeto no llegara a tener conocimiento
de que un juzgado le estaba requiriendo determinada documentaci6n? Estos tl-
timos casos son aquellos que resultan mds interesantes y complejos para la teo-
ria de la imputaci6n subjetiva, pues, pese a no quedar abarcados por el con-
cepto de dolo eventual, tampoco parece adecuado tratarlos como impruden-
cias, que, en muchos sectores de criminalidad —entre ellos los relacionados
En 1899 la doctrina aparecié por vez primera en una resolucién del Tribunal
oS
(6) Rossins, JCLC 81 (1990), pag. 196; ver también Marcus, YL/ 102 (1993), pags. 2233-2234 y
Epwarps, MLR 17 (1954), pag. 298 ss. Para una perspectiva histérica de los origenes y el desa-
rrollo de esta doctrina, en general, RAGués | VaLtés, La ignorancia, capitulo 2.
(7) Cita tomada de Rossins, JCLC 81 (1990), pag. 196, que aporta las referencias originales.
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(8) Roesins, JCLC 81 (1990), pags. 197-198, quien cita alguna resoluci6n anterior; Cuartow, TLR
70 (1992), pags. 1353-1354 (nota 7) y 1359; y Marcus, YLJ 102 (1993), pags. 2234-2235. La
referencia del caso citado supra es 174 U.S. 728 (1899).
(10) Rossins, JCLC 81 (1990), pags. 198-199, con las referencias oportunas.
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La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal
En este ultimo contexto se enmarca la sentencia del caso United States v Je-
well?) dictada en 1976 por el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito :
deral y que suele citarse como el leading case en la materia"), El acusado J ‘
well habia sido condenado en primera instancia por cruzar la frontera de Mavi.
co con los Estados Unidos transportando, supuestamente por encargo ce
libras de marihuana en el. compartimento secreto del maletero de un coche iE
alegacién de Jewell afirmando que no sabia exactamente lo que transportab :
pese a tener la sospecha de estar haciendo algo ilegal, fue desestimada por al
jurado, que previamente habia sido instruido de acuerdo con la doctrina de la
willful blindness en los siguientes términos:
ine Hewat en el coche, con una voluntad consciente de evitar conocer la ver-
aga.
La condena del jurado fue recurrida por Jewell, cuya defensa cuestioné la le-
galidad de esta instrucci6n. Sin embargo, en su posterior resolucion el Tribunal
de Apelaciones confirmarfa la condena partiendo de la equiparacién que con
tiene la seccién 2.02.7 del Model Penal Code entre conocimiento cierto de ies
determinado hecho y conciencia de la alta probabilidad de su concurrencia
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(15) — Rogsins, JCLC 81 (1990), pag. 205 y Husak/Cattenner, WLR 29 (1994), pag. 35.
(16) Sobre el sisterna de imputacién subjetiva previsto en el Cédigo Penal Modelo y la polémica
generada acerca de la vigencia de la doctrina de la willful blindness cfr. RAGuES | Vattes, La
ignorancia, pags. 69-92, con ulteriores referencias bibliogrdficas. /
(17) El caso de referencia a este respecto es United States v. MacDonald & Watson Waste Oil Co.,
resuelto por el Tribunal de Apelaciones del Primer Circuito en 1991 (933 F. 2d 35 [1st Cir.
1991}). Para mas datos y referencias Noe, DPLR 42 (1993), pags. 1469.
(18) 563 U.S. _ (2011). El magistrado ponente fue Samuel Alito y el Unico voto discrepante lo for-
mulé Anthony Kennedy, quien argumenta que la aplicacién de la ignorancia deliberada a ca-
sos en los que la ley exige conocimiento no es posible sin incurrir en analogia.
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La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicaci6n al Derecho penal ...
«En la entrega del dinero a José J., Miguel estuvo acompafiado de Hebe, y Jo-
sé J. cobraba un 4% de comisién. La Sala extrae la conclusién de que José J. tuvo
conocimiento de que el dinero procedia del negocio de drogas —cosa que él
niega— de hechos tan obvios como que la cantidad era muy importante y de la
naturaleza claramente clandestina de las operaciones, por lo que quien se pone
en situacién de ignorancia deliberada, es decir no querer saber aquello que pue-
de y debe conocerse, y sin embargo se beneficia de esta situaci6n —cobraba un
4% de comisién—, esta asumiendo y aceptando todas las posibilidades del ori-
gen del negocio en el que participa, y por tanto debe responder de sus conse-
cuencias» @),
(22) Desde hace varias décadas el Tribunal Supremo se decanta en numerosas resoluciones por el
concepto de dolo eventual defendido por las «llamadas teorias de la aceptacidn». En tal senti-
do, cfr., por todas, la STS de 10-10-2006 (ponente Berdugo y Gémez de la Torre). Para mas
detalles sobre este planteamiento y las oportunas referencias ver RaGués 1 Vattés, El dolo, pag.
103 ss.
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(27) | Ponente Giménez Garcia. Cabe citar, también sobre blanqueo de dinero, la STS de 20-9-2005
(ponente Giménez Garcia) y las SSTS de 15-3-2006 y 19-10-2006 (ponente Martinez Arrieta).
(31) | Ponente Marchena Gémez, negrita en el original.
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La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...
1.° Una falta de representaci6n suficiente de todos los elementos que definen
el tipo delictivo de que se trate. Esa falta de representacién, si es absoluta, nunca
podra fundamentar la imputacidén subjetiva a titulo de dolo. Los supuestos abar-
cados estaran relacionados, de ordinario, con la conciencia de que se va a reali-
zar, con una u otra aportacién, un acto inequivocamente ilicito. La sospecha
puede incluso no llegar a perfilar la representaci6n de todos y cada uno de los
(28) Confirmando los términos de esta sentencia, la ignorancia deliberada se convierte también en
una nueva modalidad de imputacién subjetiva en la STS de 15-3-2006 (ponente Martinez
Arrieta): asi, afirma el Tribunal en esta resolucién que, para sostener que alguien ha actuado
dolosamente, «no se exige un dolo directo, bastando el eventual o incluso como se hace refe-
rencia en la sentencia de instancia, es suficiente situarse en la posicion de ignorancia delibe-
rada».
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elementos del tipo objetivo, al menos, con la nitidez exigida de ordinario para
afirmar Ja concurrencia del elemento intelectual del dolo. Sin embargo, si ha de
ser reveladora ce una grave indiferencia del autor hacia los bienes jurfdicos pe-
nalmente protegidos, pues, pese a representarse el riesgo que su conducta puede
aparejar, no desiste del plan concebido.
Con todo, conviene no pasar por alto que en un numero reducido de resolu-
“la prueba del conocimiento en el que se basa la aplicacién de la figura del do-
lo eventual”, o, para invertir la carga de la prueba sobre este extremo».
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(36) — Particularmente interesante al respecto From, /LR 97 (2011), pag. 277 ss.: a lo largo de este
trabajo se ofrecen diversos ejemplos del uso de la doctrina en supuestos de criminalidad eco-
ndémica.
(37) Para mas detalles y referencias cfr. ibidem, pags. 279 y 296.
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(44) En sentido similar la SAP-Barcelona de 9-2-2009 (Seccién 7.2, ponente Ingelmo Fernandez)
que, tras invocar la doctrina de la ignorancia deliberada, aprecio dolo eventual por entender
que el sujeto «conocié el mecanismo de defraudacion y acept6 su resultado».
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cidn a dicha teoria resulta totalmente superflua para la resoluci6n del supuesto
de hecho.
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«recelos» sobre las actividades que los administradores reales estaban realizan-
do a través de la empresa le permite a la Sala sostener que el recurrente debia
ser castigado con arreglo a lo previsto para la modalidad dolosa, pues tal sospe-
cha «abre la puerta a la figura de la ignorancia deliberada sobre la probabilidad
de que se estuviera cometiendo una actividad delictiva que el acusado en nin-
gun momento se esforzé en comprobar».
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De esta ultima frase se desprende con claridad que para la Audiencia el ser
consciente de estar colaborando en «cualquier actividad ilfcitay sin indagar
acerca de los detalles de dicha actividad da lugar a una modalidad de dolo —la;
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sulta indiferente que las esposas tuvieran un dolo directo y completo de toda la
Operacion, 0 que actuasen con dolo eventual, 0 incluso con la indiferencia de
quien pone la colaboracién que se le solicita sin preocuparse de sus consecuen-
cias —principio de indiferencia—, o no queriendo saber aquello que puede y de-
be saberse —principio de la ignorancia deliberada—».
mente tuvo que investigarlo. Como apoderado tenfa los instrumentos necesariosg,..
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para que los planes se cumplieran», afiadiendo que por tal motivo «le es aplica-
ble la figura de la ignorancia deliberada».
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dolo habria sido necesaria la notificaci6n personal, en una exigencia que —ca-
be matizar— no acaba de precisarse en la sentencia si se considera de fndole
objetiva o subjetiva.
conocer por parte del administrador, el sujeto debe ser considerado un ignoran-
te deliberado que merece ser castigado con la pena asignada al correspondien-
te tipo doloso. Esta ultima posibilidad plantea el evidente problema de que con-
vierte en poco menos que imposible la tarea de diferenciar el dolo de la impru-
dencia, por cuanto también en el caso de esta ultima debe existir una
capacidad y una obligacién de conocer los riesgos de la propia conducta para
que ésta sea punible. Mas adelante se regresard sobre la cuestién (cfr. infra IV).
Otro grupo de conductas delictivas en las que los tribunales espafioles recu-
rren con frecuencia a la figura de la ignorancia deliberada se presenta en aque-
llos casos en los que, a cambio de una retribucién econdémica por lo general
moderada, un sujeto se presta a figurar como titular de una cuenta bancaria que
es empleada por otros para la transferencia de fondos extraidos previamente de
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La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...
deliberada—, o les fuera indiferente el origen del dinero que en cantidad tan rele-
vante recibieron. Lo relevante es que se beneficiaron con todo, 0, mas probable-
mente, en parte como “pago” de sus servicios, es obvio que prestaron su colabo-
racion eficiente y causalmente relevante en una actividad antijurfdica con pleno
conocimiento y cobrando por ello no pueden ignorar indefensidn alguna, por su
parte la “explicaci6n” que dieron de que no pensaban que efectuaban algo ilicito
es de un angelismo que se desmorona por si sdlo. En la sociedad actual el acervo
de conocimientos de cualquier persona de nivel cultural medio conoce y sabe de
la ilicitud de una colaboracién que se le pueda pedir del tipo de la que se obser-
va en esta causa, y al respecto, hay que recordar que los recurrentes vivian en
Madrid y no consta en los autos nada que pudiera ser sugestivo de un desconoci-
miento de la ilicitud de la colaboracién que se le pedia, maxime cuando no se
trataba de una colaboracién gratuita sino que llevaba aneja un claro enriqueci-
miento personal. No hay por tanto ninguna posibilidad de derivar a ningtin supu-
esto de error la acci6n de los recurrentes» ©),
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Ademas de los casos ya citados (supra Ill.1.), en los que se recurre a un ad-
ministrador formal para la comisién de un delito contra la Hacienda Publica,
los repertorios de jurisprudencia dan cuenta de otros supuestos en los que la
presente doctrina se ha empleado para fundamentar la condena de un sujeto
por la comisi6n de la infracci6n penal citada. Asi, por ejemplo, tal teoria se ap-
lic6 en la SAP-Madrid de 30-6-2010, en la que se acusaba de delito fiscal al
administrador de una sociedad que habia adquirido una compaiiia en diciem-
bre de 2000 y que, Ilegado el mes de junio de 2001, no presenté la correspon-
diente declaracién del impuesto de sociedades del ejercicio anterior. Segtin
consta en los hechos probados, «en la escritura publica que documentaba la
venta se hacia constar de modo expreso la dimisién de los administradores an-
teriores de la mercantil, los cuales, segtin el punto octavo, quedaban liberados
de cualquier responsabilidad incluso fiscal que asume el nuevo administrador,
(66) En términos similares se pronuncia la SAP-Castellén de 16-6-2010 (Seccién 1.4, ponente Ga-
rrido Sancho) y la SAP-Vizcaya de 20-4-2010 (Seccién 1.*, ponente Lopez Sarabia).
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La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicacién al Derecho penal ...
El hecho de que en este ultimo caso se acaben castigando conductas con es-
casa relevancia econédmica cometidas por sujetos que a menudo se mueven en
entornos de marginalidad, unido a la circunstancia de que en el caso de los ad-
ministradores formales la teoria acabe sirviendo en la practica para sancionar a
sujetos que, en principio, desempefan un mero papel subalterno en la realiza-
cién la conducta punible, impide sostener que la presente teoria haya servido
hasta la fecha como un elemento que facilite la condena de los principales res-
ponsables de delitos econémicos 0 cometidos a través de la empresa. Sin em-
bargo, ello no significa que en su proceso de expansidén tal doctrina no pueda
acabar desempefiando dicho papel en un futuro no lejano: las cifras que se
ofrecian al inicio de estas paginas sobre el creciente uso de esta doctrina por
parte de los tribunales parecen avalar por si solas semejante posibilidad, que se
ve confirmada por la experiencia mds reciente en los Estados Unidos.
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La doctrina de la ignorancia deliberada y su aplicaci6én al Derecho penal ...
(70) Sobre la sospecha como elemento de la ignorancia deliberada cfr. RaGuts 1 Vattés, La ignorancia,
pag. 136 ss y pag. 184.
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(72) Sobre este elemento cfr. ibidem, pag. 145 ss y pag. 186 ss.
(73) Para mas detalles b/dem, pag. 199.
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Por poner un ejemplo: imaginese el caso de los miembros del consejo de ad-
ministracidn de una empresa farmacéutica que advierten que las ventas de un
medicamento para enfermedades poco frecuentes se estan incrementando sin
explicacién aparente en una determinada localidad, pero prefieren no indagar
las causas para evitarse complicaciones. Un tiempo mas tarde descubren que
varios visitadores médicos han obtenido recetas robadas y, tras falsificarlas,
ellos mismos han adquirido masivamente el producto para incrementar su retri-
bucién variable pero beneficiando con ello indirectamente a la empresa.
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Ragués i Vallés, Ramén
(75) _ El resultado de dicha ponderaci6n variard, por supuesto, si se entiende que la omisién del de-
bido control sdlo fundamenta la responsabilidad de la persona juridica cuando es dolosa (en
tal sentido, por ejemplo, Carsonett MATEU/MoraLes Prats, en Comentarios, pags. 72-73 0 Diez
Ripottés, InDret Penal 1 (2012), pag. 25). Si se parte de tal perspectiva, y se admite ademés la
inclusién en el dolo de la ignorancia deliberada, la concurrencia de esta tltima determinard
los limites de la responsabilidad misma de la persona juridica. En todo caso, y a la espera de
que se pronuncie la jurisprudencia, en la doctrina una mayoria de autores parece partir, al
igual que aqui, de la posibilidad de fundar la responsabilidad de la persona jurfdica en omi-
siones imprudentes del debido control de la conducta de los subordinados: tal es el caso, por
ejemplo, de Orriz pe Ursina Gimeno, Penal Econémico, n° marg. 1798 0 Gomez-Jara Diez, en
El Nuevo Codigo Penal, pag. 67.
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