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Hacia una Constitución Ecológica

Durante 2019, numerosas organizaciones de la sociedad civil, se prepararon para vivir la


COP 25 que se realizaría en Chile, como un espacio para poner en agenda los temas de
cambio climático y de accion climática. Más allá (o más acá) del cambio climático como
una amenaza a la vida como la conocemos se trata de cómo actuamos frente a él, como
asumimos y demandamos responsabilidades frente al deterioro de la vida, a la pérdida de
biodiversidad, a la contaminación y destrucción de los acuíferos, a la explotación irracional
de los bienes que nos presta la Creación.

En ese contexto, muchos asumimos que la COP 25, con Chile en la presidencia, sería una
oportunidad para sensibilizar y para hacer incidencia, pero la sociedad entera incidió antes.
El 18 de octubre estabamos -con el equipo con el que trabajamos este tema- en un
seminario, precisamente sobre formas comunitarias para enfrentar el cambio climático y
cuando salimos ¡el país era otro!

Durante el año, los conceptos de justicia ambiental y democracia ecológica se habían


plasmado en la demanda de una constitución ecológica como requisito imprescindible para
conseguir justicia ambiental.

Desde la mirada de la iglesia, en Laudato Si` el papa Francisco expresa claramente que “No
hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis
socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para
combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para
cuidar la naturaleza” (139).

Este párrafo condensa muy bien los conceptos antes señalados. La in-justicia ambiental nos
habla de que los costos de las crisis ambientales son desigualmente distribuidos afectando,
precisamente, a los más vulnerados: los pobres y excluidos, comunidades rurales e
indígenas, mujeres, personas mayores, migrantes forzados, entre otros.

En nuestro país son tristemente conocidas las “zonas de sacrificio”: aquellos lugares donde
se concentra “una gran cantidad de industrias contaminantes, afectando siempre a aquellas
comunidades más pobres o vulnerables.”1 El término viene desde la Guerra Fría y,
originalmente, hacía referencia a aquellas zonas más vulnerables en caso de una guerra
nuclear.

En síntesis, se trata de comunidades que concentran situaciones de pobreza y que no tienen


acceso a las redes de poder que les permitan defenderse de la instalación de nuevas
empresas que, además, les prometen mejorar su calidad de vida y generar nuevos puestos
de trabajo. Su instalación suele ser a costa de dividir las comunidades aún sabiendo que el
impacto sobre la salud de las personas y el medio ambiente puede ser -y ha sido- inmenso.

1
https://chile.oceana.org/nuestro-trabajo/zonas-de-sacrificio/campaña
Porqué hablar de una Constitución Ecológica?

Pues, porque necesitamos cambios estructurales para 1) frenar la injusticia ambiental y 2)


para asegurar de manera colectiva y democrática (entre todos y todas) la continuidad de la
vida como la conocemos. Y ambos temas nos involucran como país, como continente y
como planeta.

Una Constitución Ecológica debiera garantizar la protección del medio ambiente y la


armonía entre la sociedad y la naturaleza 2. No se trata tanto de “declarar derechos” como de
generar espacios que hagan posible definir principios y mecanismos para que, como
comunidades, nos organizemos para proteger el lugar que habitamos, decidir el modelo de
sociedad que queremos para que en este espacio/casa común, cada ser humano -y cada
especie, podemos agregar- pueda desarrollarse en un ambiente acorde a sus requerimientos
para la vida.

Si bien como habitantes y ciudadanos tenemos un rol que jugar en nuestros espacios
cotidianos, la magnitud de las acciones que se requieren para aminorar el daño o disminuir
el impacto del cambio climático en los territorios, el rol del Estado será esencial. Las
acciones de adaptación y de mitigacion se dan en muchos niveles e involucran a muchos
actores e intereses; en este sentido urge un Estado que asuma un rol activo, que congregue
y escuche a la academia, la empresa y a las comunidades organizadas en los diversos
habitat.

Si queremos habitar humanamente, desde una ética del cuidado de la Creación y no de una
ética del descarte este territorio llamado Chile, necesitamos una Constitución que nos
permita soñar y construir un Estado que sea garante de los derechos de los seres vivos y de
la tierra que nos sostiene.

María Inés López Peña

Comunidad Cristo Liberador

2
Costa, Ezio: La Acción Climática como principio de una Constitución Ecológica en Chile. Agosto 18, 2020.
https://www.fima.cl/wordpress/2020/08/18/opinion-la-accion-climatica-como-principio-de-una-constitucion-ecologica-en-
chile/

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