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EL INFORME RESERVADO DEL

DR. ANTONIO LAS HERAS & SANDRA NOEMÍ BRITOS

Edición del martes 2 de febrero de 2021

e mail: alasheras@hotmail.com

Whats App + 54 9 11 4949 2850

Un análisis racional, reflexivo, crítico, con herramientas filosóficas y del Campo


Junguiano, buscando entender de manera profunda la actualidad tanto como el futuro
inmediato, si esto fuera posible.

Leer a Trump para entender mejor a Donald Trump

Un análisis de Antonio Las Heras & Sandra Britos

Las conductas de Donald Trump en las semanas siguientes a las elecciones


presidenciales estadounidenses, llamaron la atención de muchos, generaron
extrañeza en otros y hubo quienes, inclusive, pensaron que el hombre había
perdido su sano juicio.

Empero, alguien bien informado sobre la vida y pensamiento del ahora


presidente mandato cumplido, habría dicho que lo ocurrido no sólo fue lo
esperable, sino que – recordando el dicho “quien avisa no traiciona” – ni
siquiera puede decirse que no lo hubiera anunciado con suficiente antelación.

En efecto, durante 1987, fue publicado el libro “El arte de la negociación”, un


voluminoso texto de 276 páginas, escrito por el magnate inmobiliario en
coautoría con Tony Schwartz. De una detenida lectura queda en claro que la
actuación de estas semanas de Trump es la que siempre estuvo en su mente.
Y que esa, y no otra, fue la manera que le permitió avanzar en concreciones
hasta llegar a la presidencia del país que sigue siendo la mayor potencia
mundial.
Instantes antes de dejar el cargo, expresó algo que – una vez más – resultó
llamativo. Dijo: “Volveremos pronto, de alguna forma.” Más allá de que parecía
rememorar al general Douglas Mc Arthur, lo real es que estaba dejando fluir a
su personalidad en el estado más puro. El hombre ya está en combate para
volver a la presidencia y dispuesto a hacer lo que mejor conoce y le ha dado
resultado. Ser Donald Trump.

A continuación transcribimos algunos de los párrafos de “El arte de la


negociación”, todos ellos muy esclarecedores.

“Me gusta provocar a mis adversarios para ver cómo reaccionan, si son débiles
los aplasto y si son fuertes, negocio.” Dicho de otro modo: blanco o negro; de
matices nada.

“En el arte de la negociación nunca te sientes a una mesa a negociar si no


tienes ventaja.” Alguien que piensa así de ninguna manera estaría presente en
la asunción de Joseph Biden. Obvio.

“Me gusta pensar en grande. Para mí es muy simple: si vas a pensar de todos
modos, también podrías pensar en grande. La mayoría de la gente piensa en
pequeño, porque la mayoría de la gente tiene miedo al éxito, teme tomar
decisiones, teme ganar. Y eso da a gente como yo una gran ventaja.”

En este sentido, coincide con el pensamiento del magnate griego Aristóteles


Onassis (1906/1975) cuando afirmaba que organizar un pequeño quiosco o
una gran empresa requería del mismo empeño y esfuerzo; pero que la
diferencia sólo aparecía en los resultados.

“No se puede engañar a la gente, al menos no por mucho tiempo. Puedes


hacer una promoción maravillosa y conseguir toda la ayuda de la prensa…
Pero si no entregas la mercancía, la gente acabará por darse cuenta.”

“Me gusta pensar que tengo instinto. Es por eso que no contrato un montón de
trituradores de números y no confío en las encuestas de mercado, hago mis
propios análisis y extraigo mis propias conclusiones.” Estas frases son
suficientes para responder a quiénes preguntan cómo es que Trump no tuvo en
cuenta los datos que brindaban públicamente reconocidos encuestadores.
Pues bien, él no acredita nada de eso. Sólo se guía por su instinto. “He batido
el record de votación”, sigue afirmando. Se advierte que la brújula indica que no
se quedará quieto. Pronto tendremos más y nuevas noticias de quien aconseja
no dejar de pensar en grande.

Reflexiones políticamente incorrectas

Pensamientos de Antonio Las Heras & Sandra Britos

El virus que desata una pandemia mundial surge en un lugar de China,


ignorado por la mayoría de los humanos. Dicen, surgió a causa de alguien que
comió un murciélago. Y abrió la Caja de Pandora. Una, al parecer, imprevisible
Caja de Pandora que crece, decrece y vuelve a avanzar alterando a las
personas en todo el planeta. Estrujando salud, economía, sociabilidad, política,
educación; cuánta cosa abarca la cotidianidad.

Todo por alguien que se alimentó con carne de murciélago…

China no es un país subdesarrollado. Se trata de una potencia creciendo a


cada momento. Una nación que – por ejemplo – está interviniendo en la actual
carrera espacial con sondas que aterrizan exitosamente en la cara oculta de la
Luna o que se disponen a investigar las posibilidades de vida en Marte
moviéndose en la superficie misma del Planeta Rojo. ¿A ese país se le
“escapó” el COVID 19? Fueron descuidados. No se dieron cuenta. Crearon un
caos iniciado entre los últimos meses de 2019 e inicios de 2020 (aún hay
debate sobre esto), en tanto desconocemos en que fecha futura cesará.

Hasta el menos despierto estudiante de inteligencia sería capaz de deducir que


la manera más adecuada para generar un desastre haciendo mirar en la
dirección equivocada, es que parezca que “lo hizo otro.” Sobre todo si ese otro
es poderoso. Ese hecho, precisamente, le impediría salir a decir “miren lo que
nos hicieron.” Pues sería poner en evidencia que hay algún otro superior,
capaz de engañar a sus servicios de inteligencia y seguridad pasándolos por
encima.

Jugada maestra. El engañado no puede denunciar el engaño por que necesita


seguir mostrándose temible y poderoso.

Corresponde en este punto interrogarse sobre ¿quiénes son los Grandes


Titiriteros que guían los destinos de la Humanidad? Hace añares que ya
conocemos que nos son los presidentes de las naciones; ni aún de las más
poderosas. Tal vez convenga recordar aquello que dejó ver la serie de fines de
siglo XX, titulada “X Files” (Los expedientes secretos X): quienes realmente
mueven los hilos pasan desapercibidos, siempre. Hasta pueden ser
confundidos con un amoroso abuelito que cuida el juego de su nieto en un
prolijo jardín de casa quinta…

En una época fueron las “sociedades secretas.” Luego las grandes empresas
multinacionales. Después los billonarios. Nosotros estamos convencidos que
los que toman las decisiones definitivas, nunca están a la vista. Ni es el grupo
de Davos, ni Bildelberg, ni las mayores fortunas de hoy; pues hasta cabe
preguntarse ¿quién permitió que esas grandes fortunas pudieran hacerse?
¿Por qué pudieron lograrlo quiénes lo lograron?

¿Cuántos años habría llevado convencer a la Humanidad de hacer cambios en


las formas habituales de vida, de no haber surgido la pandemia? ¡La tan
temible, imprevisible y omnipresente pandemia! Servicios como
teleconferencia, telemedicina, estudios a distancia, reuniones por Zoom no son
nuevos. Lo que ocurre es que se los utilizaba poco. Surge la “nueva
normalidad” y las novedades del ciberespacio son impulsadas a velocidad
inimaginable para convertirse en hechos y usos cotidianos, habituales. El
manejo bancario desde la computadora o el celular, es también un ejemplo.

¿Desaparecerá el dinero físico – la moneda, el billete – y todo pasará a


moverse a través de impulsos electrónicos desde una computadora, un
celular… o tal vez sólo con un chip aplicado a alguna parte del cuerpo
humano? Esto último puede sonar de ficción científica, empero la empresa
Neuralink – propiedad del mayor billonario de la actualidad, Elon Musk – ya
está avanzada en el tema de unir al humano con la Inteligencia Artificial.

Interesante. Modificaciones que habrían llevado una década, se convierten en


realidad cotidiana en sólo unos meses.

Entre fines del siglo XX e inicios del actual, se puso de moda la expresión
“zona de confort.” Idea de que es posible vivir de manera casi permanente sin
que puedan acontecer problemas o imprevistos que lo alteren. Fue suficiente
que un chino cocinara un murciélago para su cena… y la zona de confort se
transformó en mera ilusión disuelta.

Claro, estar en la “zona de confort” implicaba se capaz de producir lo necesario


para adquirir aquellas cosas que le brindaran tantas satisfacciones. Algo de eso
no ha cambiado: atravesar la “nueva normalidad” también requiere ser capaz
de producir para tener con qué hacerse de aquello que le lleve al menos una
tranquilidad mínima en tanto se atraviesa la pandemia.

En tanto todo esto ocurre, un significativo detalle se está notando. Se trata del
ejercicio de la libertad individual. De a poco, desde el inicio de esta “nueva
normalidad”, las libertades personales van reduciéndose. Siempre en nombre
de un bien mayor que llevará mejoras a la comunidad. ¿Cómo sería posible
que cercenando libertades individuales se consiguieran mayores libertades
sociales?

Libertad de transitar, cercenadas. Libertad de trabajar, cercenadas. Libertad de


enseñar y aprender, cercenadas. ¿Falta mucho para que se exija un “pasaporte
de salud” con qué desplazarse de una nación a otra?

Cualquiera dispuesto a usar el pensamiento racional y reflexivo, habrá de


preguntarse: ¿a quién está beneficiando todo esto?

Hay alguna puerta que aún no ha sido abierta. Pareciera…


Viejos son los trapos

Por Antonio Las Heras

“Viejos son los trapos”, era la usual expresión utilizada por nuestros padres y
abuelos cuándo se encontraban en la necesidad de sostener que, no por tener
determinada edad, se habían convertido en personas inútiles, que había que
descartar como quien tiraba en el cajón aquellos telas ya inservibles. Pero lo
cierto es que, en verdad, por aquellos no tan lejanos tiempos del siglo XX,
llegar a la edad de la jubilación implicaba casi inequívocamente un pasaje “a
cuarteles de invierno”, como solía decirse con cierta cómplice benevolencia. En
el imaginario popular, la persona que transitaba entre 60 y 65 años de edad,
era considerado alguien “viejo” de quien poco se podía aguardar, salvo
acompañar – a veces; tampoco exigir mucho – a los nietos, ver pasar el tiempo
en el banco de una plaza o – en el mejor de los casos – reunirse con otros
contemporáneos para jugar a las bochas o conversar sobre “glorias pasadas.”

Pues bien, todo eso, en lo que va del tercer milenio se ha convertido en


historia. Los hechos demuestran que no sólo la expectativa de vida aumentó
sino que – con ello – también lo hizo la calidad de vida. Ahora, quien llega a la
edad de jubilarse encuentra que su médico gerontólogo le indica que es un
buen momento para aprender otro idioma, entrenarse en algún deporte o
comenzar una carrera terciaria o universitaria. Mente y cuerpo de los “adultos
mayores” (como se ha dado en denominarlos) siguen en condiciones para
desempeñar una vida proactiva, plena y con proyectos nuevos e importantes.

Ejemplos tenemos a la vista, de manera cotidiana, con sólo leer los diarios.
Veamos.

La interna presidencial del Partido Demócrata, en los Estados Unidos, estuvo


dada entre el exvicepresidente Joe Biden y la senadora Elizabeth Warren. Él,
en ese momento, de 76 años. Ella ha cumplido 70.
Adviértase que Biden, actual presidente de los E.E. U.U., concluirá su mandato
con 81 años de edad. El mandatario de la mayor potencia del mundo será un
octogenario. Y ninguno se conmueve ni le parece que esto se encuentre fuera
de lugar.

Gilberte Beaux, es francesa; pero de julio a noviembre vive en la ciudad de


Buenos Aires. Es productora agrícola ganadera. Propietaria de la empresa
Rincón de Corrientes S.A. Dirige, día a día, sus negocios. El detalle: ya cumplió
90 años.

Robert Ballard no pierde su espíritu aventurero y expedicionario. El equipo por


él dirigido fue el descubridor en 1985 de los restos del Titanic, en las
profundidades del Océano Atlántico. Ahora se encuentra en el Océano Pacífico
buscando resolver el misterio de Amelia Earhart, la aviadora desaparecida
junto con su avión Lockheed, en 1937. Allí está – lleno de entusiasmo – Ballard
haciendo inmersiones y recorriendo islas selváticas. Eso sí, tiene 77 años. No
piensa abandonar aún su profesión de “detective oceánico.”

Hace un par de años, para su campaña publicitaria, supermercados Día apeló


a los conocimientos de un reconocido especialista: Saúl Altheim. Tenía 81
años.

Los ejemplos se multiplican. Pero pasemos a algunas cifras.

En Japón hay, hoy, 68.000 personas que pasaron los 100 años. En España,
unas 400.000 son las que superaron los 90 años.

La Organización Mundial de la Salud anuncia que, para 2050, la cantidad de


personas con más de 60 años será el doble de la actualidad y estima que la
mitad de los nacidos desde 2010 podrán cumplir el centenar de años de edad y
más también.

En la ciudad de Buenos Aires viven 150.000 que ya pasaron los 80 años. En


todo el país, suman un millón. Y 6.000.000 es el número de quienes tienen 65 ó
más años. De acuerdo al censo de 2010, en nuestro país había ya 3.487
centenarios.
Hoy, como nunca antes, corresponde afirmar: “Viejos son los trapos.

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INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS Y OTROS ESTUDIOS JUNGUIANOS”,
obra escrita por el Dr. Antonio Las Heras, pueden hacerlo a través de este link:
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