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02.02.21 EL INFORME RESERVADO DE LAS HERAS & BRITOS Del Martes 2 de Febrero de 2021
02.02.21 EL INFORME RESERVADO DE LAS HERAS & BRITOS Del Martes 2 de Febrero de 2021
e mail: alasheras@hotmail.com
“Me gusta provocar a mis adversarios para ver cómo reaccionan, si son débiles
los aplasto y si son fuertes, negocio.” Dicho de otro modo: blanco o negro; de
matices nada.
“Me gusta pensar en grande. Para mí es muy simple: si vas a pensar de todos
modos, también podrías pensar en grande. La mayoría de la gente piensa en
pequeño, porque la mayoría de la gente tiene miedo al éxito, teme tomar
decisiones, teme ganar. Y eso da a gente como yo una gran ventaja.”
“Me gusta pensar que tengo instinto. Es por eso que no contrato un montón de
trituradores de números y no confío en las encuestas de mercado, hago mis
propios análisis y extraigo mis propias conclusiones.” Estas frases son
suficientes para responder a quiénes preguntan cómo es que Trump no tuvo en
cuenta los datos que brindaban públicamente reconocidos encuestadores.
Pues bien, él no acredita nada de eso. Sólo se guía por su instinto. “He batido
el record de votación”, sigue afirmando. Se advierte que la brújula indica que no
se quedará quieto. Pronto tendremos más y nuevas noticias de quien aconseja
no dejar de pensar en grande.
En una época fueron las “sociedades secretas.” Luego las grandes empresas
multinacionales. Después los billonarios. Nosotros estamos convencidos que
los que toman las decisiones definitivas, nunca están a la vista. Ni es el grupo
de Davos, ni Bildelberg, ni las mayores fortunas de hoy; pues hasta cabe
preguntarse ¿quién permitió que esas grandes fortunas pudieran hacerse?
¿Por qué pudieron lograrlo quiénes lo lograron?
Entre fines del siglo XX e inicios del actual, se puso de moda la expresión
“zona de confort.” Idea de que es posible vivir de manera casi permanente sin
que puedan acontecer problemas o imprevistos que lo alteren. Fue suficiente
que un chino cocinara un murciélago para su cena… y la zona de confort se
transformó en mera ilusión disuelta.
En tanto todo esto ocurre, un significativo detalle se está notando. Se trata del
ejercicio de la libertad individual. De a poco, desde el inicio de esta “nueva
normalidad”, las libertades personales van reduciéndose. Siempre en nombre
de un bien mayor que llevará mejoras a la comunidad. ¿Cómo sería posible
que cercenando libertades individuales se consiguieran mayores libertades
sociales?
“Viejos son los trapos”, era la usual expresión utilizada por nuestros padres y
abuelos cuándo se encontraban en la necesidad de sostener que, no por tener
determinada edad, se habían convertido en personas inútiles, que había que
descartar como quien tiraba en el cajón aquellos telas ya inservibles. Pero lo
cierto es que, en verdad, por aquellos no tan lejanos tiempos del siglo XX,
llegar a la edad de la jubilación implicaba casi inequívocamente un pasaje “a
cuarteles de invierno”, como solía decirse con cierta cómplice benevolencia. En
el imaginario popular, la persona que transitaba entre 60 y 65 años de edad,
era considerado alguien “viejo” de quien poco se podía aguardar, salvo
acompañar – a veces; tampoco exigir mucho – a los nietos, ver pasar el tiempo
en el banco de una plaza o – en el mejor de los casos – reunirse con otros
contemporáneos para jugar a las bochas o conversar sobre “glorias pasadas.”
Ejemplos tenemos a la vista, de manera cotidiana, con sólo leer los diarios.
Veamos.
En Japón hay, hoy, 68.000 personas que pasaron los 100 años. En España,
unas 400.000 son las que superaron los 90 años.