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,

LA ARQUEOLOGIA
DEL SABER
por
MICHEL FOUCAULT

traducción de
AURELIO GARZ6N DEL CAMINO

MEXICO
ESPANA
AAGENnNA
COlOMBlÃ
íNDICE

slolo veintluno de espana editores, sa 1 lNTRODUCCIÓN, 3


C/P!XzA 5, MADIllD 33, ESP"'~'"

11 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS


sigla velntluno argentina editores, sa
I Las unidades dei discurso, 33
slolovelntluno de colombla, Itda
AV.~. 17.73 PRIMEllPI$O.-ICGClA.ll.E..GCMoOIroI..... 11 Las formaciones discursivas. 50
III La formación de los objetos, 65
IV La formación de las modalidades
enunciativas, 82
v La formación de los conceptos, 91
VI La formación de las estratégias, 105
VII Observaciones y consecuencias, 117

UI EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO

I Definir el enunciado, 131


11 La función enunciativa, 146
III La -descrípcion de los enunciados, 178
IV Rareza, exterioridad, acumulación, 200
V EI apriori histórico y el archivo, 214

cultura Libre IV LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA


primera edicíón, 1970
sexta edición, 1979 I Arqueologia e historia de las ideas, 227
© síglo xxi editores, s.a. 11 Lo original y lo regular, 23fj
ISBN 968-23-0012-6 III Las contradicciones, 250
IV Los hechos comparativos, 263
primera edici6n en francés, 1969
© édtttons gallimard, paris, franeia V EI cambio y las transformaciones, 278
titulo orighial: l'archéologie du savoir VI Ciencia y saber, 298

derechos relervadol conforme a la ley


,lmpro.o y hocho o. m'xlgo/prlDlod 004 modo",. mexíco V CONCLUSIÓN, 333
VII
I

INTRODUCCIÚN
.Oesde hace décadas, la atención de los historiado-
res se ha fijado preferentemente en los largos pe-
ríodos, como si, por debajo de las perípeclas po-
líticas y de sus episodios, se propusieran sacar a
la luz los equilibríos estables y dífíciles de alte-
rar, los procesos irreversibles, las regulaciones
constantes, los fenómenos tendenciales que cul-
minan y se invierten tras de las continuidades
seculares, los movímientos de acumulación y las
saturaciones lentas, los grandes zócalos inmóviles
y mudos que el entrecruzamiento de los relatos
tradicionales había cubierto de una espesa capa
de acontecimientos. Para llevar a cabo. este aná-
lisis, los historiadores disponen de instrumentos
de una parte elaborados por ellos, y de otra parte
recibidos: modelos del crecimiento económico,
análisis cuantitativo de los fiujos de los cambios,
perfiles de los desarrollos y de las regresiones de-
mográficas, estudio dei clima y de sus oscilacio-
nes, fíjación de las constantes sociológicas, descrip-
ción de los ajustes técnicos, de su difusión y de
su persistencia. Estos instrumentos les han per-
mitido distinguir, en el campo de la historia, ca-
pas sedimentarias diversas; las sucesiones Iinea-
les, que hasta entonces habían constituído el ob-
jeto de la investigación, fueron sustituidas por
un juego de desgajamientos en profundidad. De
la movilidad política con Ientitudes propias de la
4 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 5
"civilización material", se han multiplicado los disciplinas que se llaman historia de las ideas, de
niveles de análisis: cada uno tiene sus rupturas las ciencias, de la filosofia, dei pensamiento, tam-
especificas, cada uno comporta un despiezo que bién de la literatura (su caracter especifico puede
sólo a él pertenece; y a medida que se desciende pasarse por alto momentáneamentej , en esas dis-
hacia los zócalos más profundos, las escansiones se ciplinas que, a pesar de su titulo, escapan en gran
hacen cada vez más amplias. Por detrás de la his- parte ai trabapo dei historiador y a sus métodos,
toria atropellada de los gobiernos, de las guerras la atención se ha desplazado, por el contrario, de
y de las hambres, se dibujan unas historias, casi las vastas unidades que se describían como "épo-
inmóviles a la mirada, historias de débil declive: cas" o "síglos", hacia fenómenos de ruptura. Por
historia de las vias marítimas, historia dei trigo debajo de las grandes continuidades dei pensa-
o de las minas de oro, historia de la sequía y de miento, por debajo de las manifestaciones masivas
la irrigación, historia de la rotación de cultivos, y homogéneas de un espírítu o de una mentalidad
historia dei equilibrio obtenido por la especie colectivas, por debajo dei terco devenir de una
humana, entre el hambre y la proliferación. Las ciencia que se encamiza en existir Y' en rernatarse
viejas preguntas dei análisis tradicional (~qué desde su comíenzo, por debajo de la persistencia
vinculo establecer entre acontecimientos dispa- de un género, de una forma, de una disciplina, de
res?, écómo establecer entre ellos un nexo nece- una actividad teórica, se trata ahora de detectar
sario?, ~cuál es la continuidad que los atraviesa la incidencia de las interrupcíones, Interrupcio-
o la significación de conjunto que acaban por for- nes cuyo estatuto y naturaleza son muy diversos.
mar?, ~se puede definir una totalidad, o hay que Actos y umbrales epistemológicos, descritos pOI
limitarse a reconstituir los encadenamientos?) se G. Bachelard: suspenden eI cúmulo indefinido de
remplazan en adelante por interrogaciones de otro los conocimientos, quiebran su lenta maduración
tipo: équé estratos hay que aislar unos de otros?, y los hacen entrar en un tiempo nuevo, los escín-
~qué tipos de series instaurar?, ~qué criterios de den de su origen empírico y de sus motivaciones
periodización adoptar para cada una de ellas?, iniciales: los purifican de sus complicidades íma
~qué sistema de relaciones (jerarquia, predominio, ginarias; prescriben así ai análisis histórico, no y~
escalonamíento, determinación unívoca, causal i- la investigación de los comienzos silenciosos, no y~
dad circular) se puede describir de una a otra?, el remontarse sin término hacia los primeros pre
~qué series de series se pueden establecer?, ~y cursores, sino el seííalamiento de un tipo nuevc
en qué cuadro, de amplia cronologia, se pueden de racionalidad y de sus efectos múltiples. Des
determinar continuidades distintas de aconteci- plazamientos y transformaciones de los conceptos
mientos? los análisis de G. Canguilhem pueden servir de
Ahora bien, casi por la misma ,época, en esas modelos. Muestran que la historia de un con
6 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 7
cepto no es, en todo y por todo, la de su acen- las cadenas deductivas, de las compatibilidades. En
dramiento progresivo, de su racionalidad sin ce- fin, sin duda las escansiones más radicales son los
sar creciente, de 5U gradiente de abstracci6n, si- cortes efectuados por un trabajo de transforma-
no la de sus diversos campos de constitución y de ción teórica cuando "funda una ciencia despren-
.validez, la de sus regIas sucesivas de uso, de los diéndola de la ideologia de su pasado y revelando
medios teóricos múltiples donde su elaboración ese pasado como Ideológico".' A lo cual habria que
se ha realizado y. acabado. Distinci6n, hecha igual afiadir, se entiende, e! análisis literario que se da
mente por G. Canguilhem, entre las escalas micro en adelante como unidad: no el alma o la sensibi-
y macroscópicas de la historia de las ciencias en lidad de una época, ni tampoco los "grupos", las
las que los acontecimientos y sus consecuencias "escuelas", las "generacíones" o los "movimien-
no se distribuyen de la misma manera: aI punto tos", ni aun siquiera el personaje deI autor en e!
de que un descubrimiento, e! establecimiento de juego de trueques que ha anudado su vida y su
un método, la obra de un sabío, y también sus "creación", sino la estructura propia de una obra,
fracasos, no tienen la misma incidencia, ui pue- de un Iibro, de un texto.
den se. descritos de la misma manera en uno y Y e! gran problema que va a plantearse -que
en otro niveles; no es la misma historia la que se se plantea- en tales análisis hist6ricos no es ya
hallará contada, acá y aliá. Redistribuciones recu- el de saber por qué vias han podido establecerse
rrentes que hacen aparecer varios pasados, varias las continuidades, de qué manera un solo y mis-
formas de encadenamiento, varias jerarquias de mo desígnio ha podido mantenerse y constituir,
importancías, varias redes de determinaciones, va- para tantos espíritus diferentes y sucesivos, un
rias teleologías, para una sola y misma ciencia, a horizonte único, qué modo de acci6n y qué sos-
medida que su presente se modifica; de suerte que tén implica e! juego de las trasmisiones, de las
las descripciones históricas se ordenan necesaria- reanudaciones, de los olvidos y de las repetícíones,
mente a la actualidad de! saber, se multiplican córno e! origen puede extender su ámbito mucho
eon 5US transformaciones y no cesan a 5U vez de más aliá de si mismo y hasta ese acabamiento que
romper con ellas mismas (de este fenómeno, en jamás se da; e! problema no es ya de la tradición
el dominio de las matemáticas, acaba de dar la y deI rastro, sino deI recorte y del limite; no es ya
teoria M. Serres). Unidades arquitectónicas de e! deI fundamento que se perpetúa, sino e! de las
los sistemas, tales como han sido analizadas por transformaciones que valen como fundación y re-
M. Guéroult, y para las cuales la descripci6n de novación de las fundaciones. Vemos entonces des-
las influencias, de las tradiciones, de las continui-
dades culturales, no es pertinente, sino más bien 1 L. Althusser, La revolución teórica de Marx, Sigla
la de las coherencias internas, de los axiomas, de XXI, México. 1969. p. 137.
8 lNTRODUCCIÓN lNTRODUCCIÓN 9
plegarse todo un campo de preguntas algunas de tica de las instituciones o de la economia se ha
las cuales son ya familiares, y por las que esta nue- sido cada vez más sensible a las determinaciones
va forma de historia trata de elaborar su propia globales, sino que, en el análisis de las ideas y del
teoria: ,cómo especificar los diferentes conceptos saber, se ha prestado una atención cada vez mayor
que permíten pensar la discontinuidad (umbral, a los juegos de la diferencia, ni creamos que una
ruptura, corte, mutación, trasformación) ? Por me- vez más esas dos grandes formas de descripción
dia de qué criterios aislar las unidades con las se han cruzado sin reconocerse.
que operamos: ,Qué es una ciencia? ,Qué es una De hecho, son los mismos problemas los que se
obra? ,Qué es una teoría? ,Qué es un concepto? han planteado acá y allá, pero que han provocado
,Qué es un texto? Cómo diversificar los niveles en la superficie efectos inversos. Estos problemas
en que podemos colocamos y cada uno de los cua- se pueden resumir con una palabra: la revisión
les comporta sus escansiones y su forma de análisis: dei valor del documento. No hay equívoco: es de
,Cuál es el nivel legítimo de la formalización? todo punto evidente que desde que existe una dis-
,Cuál es el de la interpretación? ,Cuál es el dei ciplina como la historia se han utilizado documen-
análisis estructural? ,Cuál el de las asignaciones tos, se les ha interrogado, interrogándose también
de causalidad? sobre ellos; se les ha pedido no sólo lo que que-
En suma, la historia del pensamiento, de los co- rían decir, sino si dedan bien la verdad, y con
nocimientos, de la filosofia, de la literatura pare- qué título podían pretenderlo; si eran sinceros o
ce multiplicar las rupturas y buscar todos los eri- falsificadores, bien informados o ignorantes, au-
zamientos de la discontinuidad; mientras que la ténticos o alterados. Pero cada una de estas pre-
historia propiamente dicha, la historia a secas, pa- guntas y toda esta gran inquietud crítica apunta-
rece borrar, en provecho de las estructuras más ban a un mismo fin: reconstituir, a partir de lo
firmes, la irrupción de los acontecimientos. que dicen esos documentos -y a veces a medias
palabras- el pasado del que emanan y que ahora
ha quedado desvanecido muy detrás de ellos; el
documento seguía tratándose como el lenguaje
Pera no debe ilusionarnos este entrecruzamiento, de una voz reducida ahora aI silencio: su frágil
ni hemos de imaginar, fiando en la apariencia, que rastro, pero afortunadamente descifrable. Ahora
algunas de las disciplinas históricas han pasado de bien, por una mutación que no data cíertamente
lo continuo a lo discontinuo, mientras que las de hoy, pero que no está indudablemente termi-
otras pasaban de la multiplicidad de las disconti- nada aún, la historia ha cambiado de posición
nuidades a las grandes unidades ininterrumpidas. respecto dei documento: se atribúye como tarea
Tampoco pensemos que en el análísis de la polí- primordial, no el interpretada, ni tampoco deter.
10 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 11

minar si es veraz y cuál sea su valor expresívo, mismos, no son verbales a menudo, o bien dicen
sino trabajarlo desde el interior y elaborarlo, La en silencio algo distinto de lo que en realidad
historia lo organiza. lo recorta, lo distríbuye, lo dicen. En nuestros dias, la historia es lo que trans-
ordena, lo reparte en niveles, establece series, dis- forma los documentos en monumentos, y que.
tingue lo que es pertinente de lo que no lo es, fija alIí donde se trataba de reconocer por su vaciado
elementos, define unidades, describe relaciones. lo que había sido, despliega una masa de elemen-
El documento no es, pues, ya para la historia esa tos que hay que aislar, agrupar, hacer pertinentes,
materia inerte a través de la cual trata ésta de re- disponer en relaciones, constituir en conjuntos.
construir lo que los hombres han hecho o dicho, lo Hubo un tiempo en que la arqueologia, como
que ha pasado y de lo cual sólo resta el surco: tra- disciplina de los monumentos mudos, de los rastros
ta de definir en el propio tejido documental uni- inertes, de los objetos sin contexto y de las cosas
dades, conjuntos, series, relaciones. Hay que se- dejadas por el pasado, tendia a la historia y no
parar la historia de la imagen en la que durante adquiría sentido sino por la restitución de un dis-
mucho tiempo se complació y por medio de la curso histórico; podría decirse, jugando un poco
cual encontraba su justificación antropológica: la con las palabras, que, en nuestros dias, la historia
de una memoria milenaria y colectiva que se ayu- tiende a la arqueologia, a la descripdón intrínse-
daba con documentos materiales para recobrar la ca dei monumento.
lozania de sus recuerdos; es el trabajo y la reali- Esta tiene varias consecuencias; en primer lu-
zación de una materialidad y documental (libros, gar, el efecto de superficie sefialado ya: la multi-
textos, relatos, registros, actas, edifícios, institucio- plicación de las rupturas en la historia de las
nes, reglamentos, técnicas, objetos, costumbres, ideas, la reactualización de los períodos largos
etc.) que presenta siempre y por doquier, en toda en la historia propiamente dicha. Ésta, en efecto,
sociedad, unas formas ya espontâneas, ya organiza- en su forma tradicional, se proponia como tarea
das, de remanencias. EI documento no es el ins- definir unas relaciones (de causalidad simple, de
trumento afortunado de una historia que fuese en determinación circular, de antagonismos, de ex-
si misma y con pleno derecho memoria; la histo- presión) entre hechos o acontecimientos fechados:
ria es cierta manera, para una sociedad, de dar es- dada la serie, se trataba de precisar la vecindad de
tatuto y elaboración a una masa de documentos cada elemento. De aqui en adelante, el problema
de la que no se separa. es constituir series: definir para cada una sus
Digamos, para abreviar, que la historia, en su elementos, fi jar sus Iímites, poner ai dia el tipo
forma tradicional, se dedicaba a "memorizar" los de relaciones que le es específico y formular su
monumentos dei pasado, a transformarIos en do- ley y, como fin ulterior, describir las relaciones
cumentos y a hacer hablar esos rastros que, por si entre las distintas series, para constituir de este
12 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 13
modo series de series, o "cuadros", De ahí, la en lugar de aquella cronologia continua de la ra-
multiplicación de los estratos, su desgajamiento, zón, que se hacía remontar invariablemente aI
la especificidad deI tiempo y de las cronologIas inaccesible orígen, a su apertura fundadora, han
que les son propias: de ahí la necesidad de dis- aparecido unas escalas a veces breves, distintas las
tinguir, no sólo ya unos acontecimientos írnportan- unas de las otras, rebeldes a una ley única, porta-
tes (con una larga cadena de consecuencias) y doras a menudo de un tipo de historia propio de
acontecimientos mínimos, sino unos tipos de acon- cada una, e irreductibles aI modelo general de tina
tecimientos de nivel completamente distinto (unos conciencia que adquiere, progresa y recuerda,
breves, otros de duración mediana, como la ex- Segunda consecuencia: la noción de disconti-
pansión de una técnica, o una rarefacción de la nuidad ocupa un lugar mayor en las disciplinas
moneda, otros, finalmente, de marcha lenta, como históricas. Para la historia en su forma clásica, lo
un equilibrio demográfico o e! ajuste progresivo discontinuo era a la vez lo dado y lo impensable:
de una economía a una modificación deI cli- lo que se ofrecía bajo la especie de los aconteci-
ma) ; de ahí la posibilidad de hacer aparecer series mientos dispersos (decisiones, accídentes, iniciati-
de amplios jalonamientos, constituidas por acon- vas, descubrimientos) , y lo que debía ser, por el
tecimientos raros o acontecimientos repetitivos. La análisis, rodeado, reducido, borrado, para que apa-
aparición de los períodos largos en la historia de reciera la continuidad de los acontecimientos. La
hoy no es una vuelta a las filosofias de la história, discontinuidad era ese estigma deI desparrama-
a las grandes edades deI mundo. o a las fases preso miento temporal que e! historiador tenía la misión
critas por el destino de las civilizaciones: es el de suprimir de la historia, y que ahora ha llegado a
efecto de la elaboración, metodológicamente con- ser uno de los elementos fundamentales deI anãlisis
certada, de las series. Ahora bien, en la historia de histórico. Esta discontinuidad aparece con un trio
las ideas, deI pensamiento y de las ciencias, la pIe papel. Constituye en prímer lugar una opera·
misma mutación ha provocado un efecto inverso: ción deliberada de! historiador (y no ya lo que
ha disociado la larga serie constituida por el pro- recíbe, a pesar suyo, deI material que ha de tratar) :
greso de la conciencia, o la teleología de la razón, porque debe, cuando menos a título de hipótesis
o la evolución de! pensamiento humano; ha vuelto sistemática, distinguir los niveles posibles del aná-
a poner sobre e! tapete los temas de la convergen- lisis, los métodos propios de cada uno y la. perio-
cia y de la realización; ha puesto en duda las po· dizaciones que les conviene. Es también e! resul-
sibilidades de la totalización. Ha traído la indi- tado de su descripción (y no ya lo que debe eli-
vidualización de series diferentes, que se yuxtapo- minarse por el efecto de su análisis): porque lo
nen, se suceden, se encabalgan y se entrecruzan, sin que trata de descubrir son los limites de un pro-
que se las pueda reducir a un esquema lineal. Así, ceso, el punto de inflexión de una curva, la in-
14
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 15
versión de un movimiento regulador, los Iímiles e! elemento positivo que determina su objeto y la
de una,oscilación, e! umbral de un funcionamien_ ,-.lidez a su análisis.
t~, el mstante de dislocación de una causalidad Tercera consecuencia: e! tema y la posibilidad
circular. Es, en fin, e! concepto que el trabajo no ele una bistoria global comienzan a borrarse, y se
cesa de especificar (en lugar de descuidarIo como ve esbozane los Iineamientos, muy distintos, de
~n bla~co uniforme e indiferente entre dos figu. lo que se podría lIamar una historia general. EI
as posrtivasj , adopta una forma y una función proyeclo de una historia global es e! que trata de
esp~ci.ficas según e! domínio y e! nive! en que se restituir la forma de conjunto de una civilización,
la situa: no se habIa <!e la misma discontinuidad el principio -material o espiritual- de una socie
cuando se describe un umbral epistemológico, e! dad, la significación común a todos los fenómenos
r~torno de una curva de población, o la sustitu- de un período, la ley que da cuenta de su cohesión,
cíón de una técnica por otra. La de discontinui- lo que se lIama metafóricamente el "rostro" de
~ad es una noción paradójica, ya que es a la vez una época. Tal proyecto va ligado a dos o tres
'~st.rumento y objeto de investigación; ya que de hipótesis: se supone que entre todos los aconteci-
1I~.Ita el. campo cuyo efecto es; ya que permite in. mientos de un área espaciotemporal bien definida,
dividualizar los dominios, pero que no se la puede entre todos los fenómenos cuyo rastro se ha en-
estable~er sino por la comparación de éstos, Y ya contrado, se debe poder establecer un sistema de
que a fm de cuentas, quízã, no es simplemente un relaciones homogéneas: red de causalidad que
c~ncepto presente en el discurso deI historiador, permita la derivación de cada uno de eIlos, rela-
sino que éste la supone en secreto, ~de dónde po- ciones de analogia que muestren cómo se simbo-
dría hablar, en efecto, sino a partir de esa ruptura lizan los unos a los otros, o cómo expresan todos
que ~e o~rece como objeto la historia, y aun su un mlsmo y único núcleo central Se supone por
propia .hlst~ria? Uno de los rasgos más esenciales otra parte que una misma y única forma de his-
de la historia nueva es sin duda ese desplazamien- toriddad arrastra las estructuras económicas, las
estabilidades sociales, la inercia de las mentalida-
to ,de, lo disc.ontinuo: su paso de! obstáculo a la
des, los h<lbitos técnicos, los comportamientos po-
p.ractlca; su mtegración en el discurso dei histo-
líticos, y los somete todos ai mismo tipo de trans-
nadar, en e! que no desempena ya el pape! de una
formación; se supone, en fín, que la propia historía
Iatalidad exterior que hay que reducir, sino de un
puede articularse en grandes unidades -estadios o
concep~o oper~torio que se utiliza; y por ello, la
fases- que guarden en si mismas su principio de
m'erslO~ de srgnos, gracias a la cual deja de ser
cohesión. Son estas postulados los que la historia
e! negatIvo de la lectura histórica (su envés su
DUcva revila cuando problematiza las sedes, los
fracaso, e! Iímite de su poder) , para convertirs; en cortes, los Iímites, las desnivelaciones, los desfases,
16 INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN 17
las especificidades cronológicas, las formas singula-
res de remanencia, los tipos posibles de relación. Finalmente, última consecuencia: la historia
Pero. no .es que trate de obtener una pluralidad nueva encuentra cierto número de problemas mê-
de historias yuxtapuestas e independientes las unas todológicos muchos de los cuales, a no dudar, le
de las otras: la de la economia aI lado de la de las eran ampliamente preexistentes, pero cuyo manojo
instituciones, y aI lado de ellas todavia las de las la caracteriza ahora. Entre ellos se pueden citar:
ciencias, de las religiones o de las literaturas; tam- la constitución de corpus coherentes y homogéneos
poco es que trate únicamente de sefialar entre es- de documentos (corpus abiertos o cerrados, finitos
tas historias distintas coincidencias de fechas o o indefinidos) , el establecimiento de un principio
analogias de forma y de sentido. El problema que de elección (según se quiera tratar exhaustivamen-
se plantea entonces -y que define la tarea de una te la masa de documentos o se practíque un mues-
historia general.; es el de determinar qué forma treo según métodos de determinación estadística, o
de relación puede ser legítimamente descrita entre bien Se intente fijar de antemano los elementos
esas distintas series; qué sistema vertical son capa. más representativos); la definición del nivel de
ces de form~r; cuál es, de unas a otras, el juego de análisís y de los elementos que son para él perti-
las correlaciones y de las dominantes; qué efecto nentes (en el material estudiado, se pueden desta-
pueden tener los desfases, las temporalidades dife- car las indicaciones numéricas, las referencias -ex-
rente~, .Ias distintas r~manencias; en qué conjun- plicitas o no- a acontecimientos, a instituciones, a
tos distintos pueden figurar simultáneamente cíer- prácticas; las pala bras empleadas con sus regIas de
t?S elementos; en una paIabra, no sólo qué series uso y los campos semánticos que proyectan, o bien
smo qué "series de series", o en otros términos la estructura formal de las proposiciones y los ti-
qué "cuadros?s es posible constituir. Una descrip- pos de encadenamiento que las unen) ; la especí-
ción global apifia todos los fenómenos en torno de ficación de un método de análisis (tratamiento
u~. centro único: principio, significación, esplritu, cuantitativo de los datos, descomposición según
vísión del mundo, forma de conjunto. Una histo-
cierto número de rasgos asignables cuyas correla.
ria general desplegarla, por el contrario, el espacio ciones se estudían, desciframiento interpretativo
de una dispersión.
análisis de las frecuencias y de las distribuciones; la
.. (Habrá que sefialar a los últimos despistados que un delimitación de los conjuntos y de los subconjun.
"cuadro" (y sin duda en todos los sentidos deI término) tos que articulan el material estudiado (regiones
es formalmente una "seríe de series"? En todo caso, no períodos, procesos unitarios) ; la determinación de
es una estampita fija que se coloca ante una lintema para las relaciones que permiten caracterizar un con
!a mayor decepción de los rrifíos, que. a 5U edad, prefieren
indudablemenre la vivacidad deI cíne. junto (puede tratarse de relaciones numéricas (
lógicas; de relaciones funcionales, causales, analó
19
INTRODUCCIÓN
18 INTRODUCCIÓN
entre estructura y devenir: hace ya mucho tiempo
gicas; puede tratarse de la relación de significante que los historiadores localizan, descnben. Y ana:
a significado) . l izan estructuras, sin haberse preguntado Jam~ SI
Todos estas problemas forman parte en adelan- no dejaban escapar la viva, la frágil, la estr~meclda
te dei campo metodológico de la historia. Campo "h" t ." La oposición estructura-deveOlr no es
IS ona . h' ó
que merece la atención, y esta por dos razones. pertinente ni para la definición dei campo 1St·
Prirnero, porque se ve hasta qué punto se ha .
rico, . ' duda , para la definición de un método
UI, sm
liberado de lo que constituía, no ha mucho tiem- estructuraI.
po aún , la filosofia de la historia, y de las cuestio-
nes que planteaba (sobre la racíonalidad de la
teleologia deI devenir, sobre la relatividad dei saber
histórico, sobre la posibilidad de descubrir o de Esta mutacion epistemológica de la historia I~C
constituir un sentido a la inercía deI pasado, y a ha terminado todavia hoy. No data de ayer, Slll
la totalidad incompleta dei presente). Después, embargo, ya que se puede sin duda hacer re~01I'
porque reproduce en algunos de sus puntos pro- tar su primer momento a Marx. Pero tardo en
blemas que se encuentran fuera de él: en los do- produci r sus efectos. Todavia hoy, y sobre. rode
mínios, por ejernplo, de la Iingüística, de la etno- por lo que se refiere a la história dei pensamlento
logia, de la economia, dei anãlisis líterario, de la no ha sido registrada ni se. ha reflexion~do en eIla,
mitologia, A estas problemas se les puede dar muy cu ando otras transformaclones más reCle~tes -la..
bien, si se quiere, la sigla dei estructuralismo, Con de la lingüística por ejemplo- han podld~ ~erlo
varias condiciones, no obstante: están lejos de Como si h ubiera sido particularmente díffcil, en
cubrir por si solos el campo metodológico de la esta historia que los hombres reescriben de sus
historia, dei cual no ocupan más que· una parte propias ideas y de sus propios co~ocim.ien~os, for
cuya importancia varia con los dominios y los ni- mular una teoría general de la dlscontlllUldad, de
veles de análisis: salvo en cíerto número de casos las ser ies, de los l ímites., de las unidades, de lo:
relativamente limitados, no han sido importados órdenes específicos, de las a';tono~ias Y d~ la:
de la lingüistica o de la etnologia (según el re- dependencias diferenciadas. Como SI, despues de
corrido frecuente hoy) , sino que han nacído en haberse habituado a buscar orígenes, a remonta]
el campo de la historia misma, esencialmente en indefinidamente la línea de las antecedencias, :
el de la historia econômica y con ocasión de las reconstituir rradiciones. a seguir curvas evolutivas
cuest iones que ésta planteaba: en fin, no autori- a proyectar teleologías, Y a recurrir sin cesar a la:
zan en modo algum> a hablar de una estructu- metáforas de la vida, se experirnentara una repll~
ral ización de la historia, o aI menos de una tenta- narn.ia singular en pensar la diferencia, en descrt
tiva de superar UH "conflicto" {} una "oposición"
20 INTRODUCCIÓN 2
INTRODUCCIÓN

bir desviaciones y dispersíones, en disociar la forma las dos caras de un sistema de p.ensamiento ooEI
tranquilizante de lo idéntico. O más exactamente, tiempo se concibe en él en ~érmmo de totaliza
como si con esos conceptos de umbrales, de mula- ción y las revoluciones no son [amás en él otra cosa
ciones, de sistemas independientes, de series limi- que tomas de conciencia. _
tadas -tales como los utilizan de hecho los histo- Este tema, en formas diferentes, ha desempena
riadores-, costase trabajo hacer la teoria, sacar do un papel constante desde el siglo XIX: salvar
las consecuencias generales y hasta derivar de eIlos contra todos los descentramientos, la soberania de
todas las implicaciones posibles. Como si tuviéra- sujeto, y las figuras gemelas de la ant.ropologia y
mos miedo de pensar eI Otro en el tiempo de dei humanismo. Contra eI descentramlento opera
nuestro propio pensamiento. do por Marx _por el análisis histór~co ?e las re
Existe para ello tina rázõn. Si la historia dei Iaciones de producción, de las determmaclOnes eco
pensamiento pudiese seguir siendo el.lugar de las nómicas y de la lucha de clases->, ha dado lu.gar, ~
continuidades ininterrumpidas, si estableciera sin fines deI siglo XIX, a la búsqueda de una hlsto~la
cesar encadenamientos que ningún análisis pudie- global, en la que todas las diferencias de u~a ~ocle
se deshacer sin abstracción, si urdiera en torno de dad podrían ser reducidas a una forma única, a
cuanto los hombres dicen y hacen oscuras síntesis la organizacion de una visión dei mundo, aI ~ta
que se le antícíparan, lo prepararan y lo condu- blecimiento de un sistema de valores, a un tipo
jeran indefinidamente hacia su futuro, esa histo- coherente de civilización. AI descentramiento ope
na sería para la soberanía de la conciencia un rado por la genealogía nietzscheana, opuso la. ~ús
abrigo privilegiado. La historia continua, es el queda de un fundamento originario que hiciese
correlato indispensable de la función fundadora de la racionalidad el telas de la humanidad, Yliga
deI sujeto: la garantía de que todo cuanto le ha toda la historia dei pensamiento a la salvaguarda
escapado podrá serle devuelto; la certidumbre de de esa racionalidad, ai mantenimiento de esa teo
que el tiempo no dispersará nada sin restituirlo logía, y a la vuelta siempre ~ecesaria hacia ese
en una unidad recompuesta; la promesa de que fundamentoo En fino más reclentemente, c.ua~.do
eI sujeto podrá un día -bajo la forma de la con- las investigaciones deI psicoanálisis, de la I.mguls
cíencia histérica-c, apropiarse nuevamente todas rica, de la etnologia, han descentrado aI sujeto en
esas cosas mantenidas lejanas por la diferencia, relación con las leyes de su deseo, las formas de su
restaurará su poderio sobre eIlas y en eIlas encon- lenguaje, las regIas de su acción, o los juegos de sus
trará lo que se puede muy bien I1amar su morada. discursos míticos o fabulosos, cuando quedó c1ar~
Hacer dei análisis histórico eI discurso deI conte- que el propio hombre, interrogado sobre lo.que e~
nido y hacer de la conciencia humana el sujeto mismo era, no podia dar cuenta de su sexual~dad m
originario de todo devenir y de toda prãctíca son de su inconsciente, de las formas sistemáticas de
22 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 23
su lengua o de la regularidad de sus ficciones se que conciernen a las ideas o a las ciencias no me-
reactivó otra vez el tema de una continuidad de la nos que en aquellas que conciernen a la economia
historia: una historia que no seda escansión sino y las sociedades) , ,cómo se podria entonces oponer
devenir; que no sería juego de relaciones, si~o di- con cierto aspecto de legimitidad el "devenir" ai
namismo interno; que no sería sis.tema, sino duro "sistema" el movimiento a las regulaciones circu-
J

trabajo de la libertad; que no sería forma, sino es- lares, o como se dice con una irreflexión bastante
fuerzo incesante de una conciencia recobrándose a ligera, la "historiá" a la "estructura"?
sí misma y tratando de captarse hasta lo más pro- Es la misma función conservadora la que actúa
fundo de sus condiciones: una historia que sería a en el tema de las totalidades culturales -para el
la vez larga paciencia ininterrumpida y vivacidad cual se ha criticado y después dísfrazado a Marx-,
de un movimiento que acaba por romper todos los en el tema de una búsqueda de lo primigenio -que
~,ímites .. ~ara ,~acer valer este tema que opone a la se ha opuesto a Nietzsche antes de tratar de tras-
mmovlhdad de las estructuras, a su sistema "ce- ponérselo-, y en el tema de una historia viva, con-
rrado", a su necesaria "sincronía", la apertura viva tinua y abierta. Se gritará, pues, que se asesina a
de la hi~toria, es preciso evidentemente negar en la historia cada vez que en un análisis histórico -y
los propios anáhsis históricos el uso de la discon- sobre todo si se trata dei pensarniento, de las ideas,
tinuidad, la definición de los niveles y de los Ií- o de los conocimientos- se vea utilizar de manera
mrtes, la descripción de las series específicas, la demasiado manifiesta las categorías de la disconti-
puesta ai día de todo el juego de las diferencias. nuidad y de la diferencia, las nociones de umbral,
Se ha llegado, PI"S, ai punto de antropologizar a de ruptura y de transformación, la descripción de
Marx, a hacer de él un historiador de las totalida- las series y de los límites. Se denunciará en ello un
des y a volver a hallar en él el designio dei huma- atentado contra los derechos imprescriptibles de
nis"-,o; se ha lIegado, pues, ai punto de interpretar la histeria y contra el fundamento de toda historio
a Nietzsche en los términos de la filosofia trascen- cidad posible. Pero no hay que engafíarse: lo que
dental, y a rebajar su genealogía hasta el nivel tanto se Hora no es la desa parición de la historia,
de una ínvesrígación de lo primigenio; se ha lIegado sino la de esa forma de historia que estaba referida
en fin a dejar a un lado, como si todavía no hu- en secreto, pera por entero, a la actividad sintética
biera aflorado nunca, todo ese campo de proble- dei sujeto; lo que se llora es ese devenir que debía
mas metodológicos que la historia nueva propone proporcionar a la soberania de la conciencia un
hoy. Porque, si se probara que la cuestión de las abrigo más seguro, menos expuesto, que los mitos,
discontinuidades, de los sistemas y de las transfor- los sistemas de parentesco, las lenguas, la sexualí-
maciones, de las series y de los umbrales, se plantea dad o el deseo; lo que se Hora es la posibilidad
en todas las disciplinas históricas (y en aquellas de reanimar por el proyecto, el trabajo del sentido
24 INTRODUCCIÓN 25
INTRODUCCIÓN
las palabras y las cosas. Empresa para ~a cual se
o el movimiento de la totalización, el juego de las "ata de tomar la medida de las mutaciones que
~eterminaci~nes materiales, de las regIas de prãc- pe operan en general en el dominio de la histori~;
trca, de los sistemas inconscientes, de las relaciones
pntpresa en la que se revisan los métodos, los Iími-
rigurosas pero no reflexivas, de las correlaciones
Ies, los temas propios de la historia de las, i~eas;
que escapan a toda experiencia vivida; lo que se
empresa por la que se trata de desatar las ~Itlmas
Uora es ese uso ideológico de la histaria por el cual
mjeciones antropológicas; empresa que quiere, en
se trata de resrüuír ai hombre todo cuanto, desde
cambio, poner de relieve cómo pudieron formarse
hace más de un siglo, no ha cesado de escaparle. Se
esas sujeciones. Todas estas tareas han sid? esb~za­
habían amontonado todos los tesoros de otro tiern- das con cierto desorden y sin que su articulación
po en la vieja cil~dadela de esa historia; se la creía general quedara claramente definid~. Era tiempo
sólida; se la había sacralizado; se la habla converti. de darIes coherencia, o ai menos de intentarlo, EI
d? en el último lugar deI pensamiento antropoló' resultado de tal intento es el presente libro.
gico: s~ había creído poder capturar en elIa a aque-
A continuación, y antes de comenzar, apunto
lIos mismos que contra elIa se habían encarniza.
;algunas observaciones en previsión de todo equí-
d?;. se había creldo hacer de ellos unos guardianes
voco.
vígilantes. Pero, en cuanto a esa vieja fortaleza, los
historiadores la han abandonado hace mucho tíem-
-No se trata de transferir ai dominio de la his-
po y han marchado a trabajar a otra parte; se ha toría, y singularmente de la história de los con~ci.
advertido incluso que Marx o Nietzsche no asegu- míentos, un método estructuralista que ya ha Sido
ran la salvaguarda que se les había confiado. No probado en otros campos de análisis. S~ trata de
hay que contar ya con elIos para conservar los desplegar los principios y las consecuencias de un.a
privilegios, ni para afirmar una vez más _y Dios transformación autóctona que está eu vías de reali-
sabe, con todo, si harla falta en la aflicción de zarse en eI dominio dei saber histórico. Que esta
hoy_ que aI menos la história está viva y prosigue, transformación, los problemas que plantea, los ins-
que, para el sujeto atormentado, es el lugar del trumentos que utiliza, los conceptos que en ella se
repeso, de la certidumbre, de la reconciliación definen y los resultados que obtiene no se~~,~ en
deI sueão tranquilizador. ' cierta medida, ajenosva lo que se lIama análisis .e~.
tructural, es muy posible. Pero no es este análisis
el que especificamente, se halla en juego;
-no' se trata (y todavia menos) de utilizar las
En este punto se determina una empresa cuyo categorias de las totalidades culturales (ya ~an ~as
visiones dei mundo, los tipos ideales, el espírítu sm-
plan han fijado de manera muy imperfecta, la His-
guIar de las épocas) para imponer a la histeria, y a
toria de la locura, El nacimiento de la clinica y
26
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN 27
pesarsuyo'. las formas deI análisis estructural. Las
series descritas, los limites fiJ' ados I . las cuestiones sobre e! ser humano, la concieneia, el
ne I '. ' as comparacíe,
s y as correlacIOnes establecidas n oeígen y e! sujeto. Pero sin duda no habrla errar
las . . o se apayan en
a~t1gua~ ftlosofías de la historia, sino que tienen en deeir que es ahí también donde se plantea e!
por e~n revIsa~ las teleologías y las totalizaciones; problema de la estructura,
- la medIda en qne se trata de d fí .
todo d ·1"" . e imr un mé Este trabajo no es la repetieión y la descripción
e ana ISIS hIstórico liberado de! t
poló " ema antro .eXacta de lo qne se puede leer en la Historia de la
glCO, se ve que Ia teoría que va a es b ozarse aho.
locura, El nacimiento de la clínica, o Las palabras
ra se encuentra, con las pesquisas ya hechae eu
.,las cosas. En un buen número de puntos es dife-
una doble relación. Trata de formular eu tén~ino
rente. Comporta tarnbién no pocas correceiones y
generales (y no sin muchas rectificaciones no . s
muchas elaboraciones) los instr ,Stn críticas internas. De una manera general, la His-
. '. umentos que esas teria de la locura concedía una parte bastante con-
mvestlgaclOoes han utilizado eu h
t:
f b .

I
su mare a o han
r icado para sus necesidades. Pero, por otra par_
se refuerza con los resultados obtenid
siderable, y por lo demás bastante enigmática, a
lo que en elIa se designaba como una "experien-
. . I os eutooces
para d efínir un método de análi . tia", mostrando con eso hasta qué punto se estaba
d d !SIS que esté puro
e to o antropologismo. EI suelo sobre el que re, Cerca de admitir un tema anónimo y general de
pos~ ". el que ella misma ha descubierto Las in la historia; en El nacimiento de la clínica, e! re-
ve~tIgaClones sobre la locura y la aparició~ de un~ curso, intentado varias veces, al análisis estructu-
pSicologia, sobre la enfermedad y el .. ral amenazaba esquivar lo específico deI problema
. . naCImIento de
una medicina clínica, sobre las ciencias de la Id planteado y e! nive! propio de la arqueologia; fi-
deI leng· d VI a,
. ~a Je y e la economia han sido ensa os nalmente, en Las palabras y las cosas, la ausencia
ciegos por una parte; pero se iban iluminando poy de abalizamiento metodológico pudo hacer pen-
a poco 'I co
métod ' n.o so o porque precisaban gradualmente su sar en análisis en términos de totalidad cultural.
o, SI.no porque descubrlan -en el debate sobre No haber sido capaz de evitar esos peligros, me
el h~n.Iamsmo y la antropologla_ el punto de apesadumbra; me consue!o diciéndome que esta-
POSlblhdad histórica" su
ban inscritos en la empresa misma, ya que, para
tomar sus medidas propias, tenía que desprenderse
En una palabr~, esta obra, como las que la han elIa misma de esos métodos diversos y de esas di-
precedid.j, no s~ lUscribe -aI menos directamente versas formas de historia; y además, sin las pregun-
UI en prrrnera lUstancia_ en e! debate de la es-
tas que me han sido hechas,> sin las dificultades
tructura (confrontada con la génesis la hi t .
eld ir) . , ISonay
evenir ; SIno en ese campo en eI
nifiestan que se ma- a En particular las primeras páginas de este texto han
se cruzan, se entreIazan y se especifican
I constituido,en una forma un tanto diferente, la respuesta
a las preguntas formuladas por el Circulo de epistemoío-
29
28 INTRODUCCIÓN INfRODUCCIÓN
ha sido usted lo que se le re-
suscitadas, sin las objeciones, no habría visto, sin
duda, dibujarse de manera tan precisa la empresa v::c~~ s~~?e ;eu:~~ preparando ya la s~Iida que
p .' libro le permitirá resurgrr en otro
en la que, quiéraIo o no, me encuentro en adelante
en s~ pr~:~:ob~rla como la está haciendo ahora:
comprometido. De ahí, la manera cautelosa, ren-
luga y toy donde ustedes tratan de descu-
queante, de este texto: a cada momento, toma pers- UNo no no es . . d"
J'. ' de donde los miro, rien o .
pectiva, establece sus medidas de una parte y de brirme S100 aqUi, e toma-
_ Cómol lSe imaginan usredes qu~ .m
de otra, se adelanta a tientas hacia sus limites, se i bai Y tanto placer ai escnblr, y creen
da un golpe contra lo que no quiere decir, abre ria tanto tra aJo no un
ue me obstinaría, si no preparara -con ma
fosos para definir su propio camino. A cada mo- q f bril- el laberinto por el que aventurarme,
mento denuncia la confusión posible. Declina su tanto ~ ropósito por deIante, abriéndole sub te-
identidad, no sin decir previamente: no soy ni esto
ni aquello. No es critico, la mayor parte dei riem-
::n::, ~epultándolo d~f~~:~nb~:cár::
lejos de si
d ole despiornes que resuman Y f'
po; no es por decir por lo que afirma que todo el d y aparecer I-
.d laberinto donde per erme
mundo se ha equivocado a izquierda y derecha. Es corn o, _ . ás volveré a encon-
nalmente a unos ojos que Jam .
definir un emplazamiento singular por la exterio- trar? Más de uno, como yo sin duda, esc~lben par~
ridad de sus vecindades; es -más que querer re- me pregunten quién soy, III
perder eI rostro- No
ducir a los demás ai silencio, pretendiendo que me idan que permanezca invariable: es una mo-
sus palabras son vanas- tratar de definir ese espa- ral àe estado civil la que rige nuestra docu~enta.
do blanco desde el que hablo, y que toma forma ción. Que nos deje en paz cuando se trata e es.
lentamente en un discurso que siento tan precario,
cribir.
tan incierto aún,

-,No está usted seguro de lo que dice? ,Va usted


de nuevo a cambiar, a desplazarse en relación
con las preguntas que se le hacen, a decír que las
objecíones no apuntan realmente ai lugar en que
usted se pronuncia? ,Se prepara usted a decir una

gio, dei E. N. S. (cf. Cohíers pour I'onolyse, nüm. 9). Por


otra parte. se dia un esbozo de cienos deaarrollcs, en res-
puesta a los Jectores de &prit (abril de 1968).
11

LAS REGULARIDADES
DISCURSIVAS
LAS UNIDADES DEL DISCURSO

La puesta en juego de los conceptos de disconti-


nuidad, de ruptura, de umbral de Iímite, de serie,
de transformación, plantea a todo análisis históri-
co no sólo cuestiones de procedimiento sino pro·
blemas teóricos. Son estos problemas los que van
a ser estudiados aqui (las cuestiones de procedi-
miento se tratarán en el curso de próximas encues-
tas empíricas, si es que cuento con la ocasión, eJ
deseo y e! valor de emprenderlas) ~. Aún así, no se
rán tratados sino en un campo particular: en esas
disciplinas tan inciertas en cuanto a sus fronteras
tan indecisas en su contenido, que se llarnan histo
ria de las ideas, o de! pensamiento, o de las cien
cias, o de los conocimientos.
Hay que realizar ante todo un trabajo negativo
liberarse de todo un juego de nociones que diver
sifican, cada una a su modo, e! tema de la conti
nuidad. No tienen, sin duda, una estructura con
ceptual rigurosa; pero su función es precisa. Ta
es la noción de tradición, la cual trata de provee
de un estatuto temporal singular a un conjunto d:
fenómenos a la vez sucesivos e idénticos (o a
menos análogos); permite repensar la dispersión
de la historia en la forma de la misma; autoriza a
reducir la diferencia propia de todo comienzo, para
remontar sin interrupción en la asignación inde
ss
34 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS UNIDADES DEL DISCURSO 35
finida dei origen; gracias a ella, se pueden aislar síntesis fabricadas, esos agrupamientos que se ad-
las nov~dades so~re un fondo de permanencia, y miten de ordinario antes de todo examen, esos
transf~r~~ su mé~Ito a la originalidad, aI genio, a vínculos cuya validez se reconoce aI entrar en el
la decisión prcpra de los individuos. Tal es tam- ruego, Es preciso desalojar esas formas y esas f~er­
bién la noción de influencias, que suministra un zas oscuras por las que se tiene costumbre de ligar
soporte -demasiado mágico para poder ser bien entre sí los discursos de los hombres; hav que
anali.zado_ a los hechos de trasmisión y de co- arrojarIas de la sombra en la que reinan. Y más que
municacíón: que refiere a un proceso de índole dejarlas valer espontáneamente, aceptar el no t~­
causal (pero sin delimitación rigurosa ni defini- ner que ver, por un cuidado de método r en pn-
ción .t~~rica) los fenómenos de semejanza o de mera instancia, sino con una población de acon-
repettcrón: que liga, a distancia ya través deI tiem- teeimientos dispersos.
po .-;-como por la acción de un medio de propa- Hay que inquietarse también ante esos cortes o
gacion.c., a unidades definidas como individuos agrupamientos a los cuales nos hem.os. ac~st1lmbra­
obras, nociones o teorias. Tales son las nocione~ do. {Se puede admitir, tal cual, la distinción de los
de desarr~llo y de evolución: permiten reagrupar grandes tipos de discurso, o la de I.as f~rmas ? gé-
una sucesión de acontecimientos dispersos, refe- neros que oponen unas a otras la ciencia, la .ht~ra­
rirlos a un rnísmo y único principio organizador, tura la filosofia, la religión, la historiá, la ficción,
~ometerlos aI poder ejemplar de la vida (con sus etc.:y que hacen de ellas especies de grandes indi-
juegos de adaptación, su capacídad de innova- vidualidades históricas? Nosotros mismos no esta-
ción, la correlación incesante de sus diferentes ele- mos seguros dei uso de esas distinciones en eI mun-
mentos, SllS sistemas de asimilación y de intercam~ do de discursos que es eI nuestro. Con mayor razón
bios) , descubrir, en obra ya en cada comienzo un cu ando se trata de analizar conjuntos de enunciados
principio de coherencia y el esbozo de una unidad que, en la época de su formulación, estaban dis-
futura, dominar eI tiempo por una relación per- rribuidos, repartidos y caracterizados de una ma-
p~tuament,e reversible entre un origen y un tér- nera totalmente distinta: después de todo la "li-
1I11ll0 jamas dados, siempre operantes. Tales son, teratura" y la "política" son categorías reci~ntes
todavía, las nociones de "mentalidad" o de "espírí- que no se pueden aplicar a la cultura m~d~ev~1
tu", que permiten establecer entre los fenómenos ni aun a la cultura clásica, sino por una hipótesis
simultáneos o sucesivos de una época dada una co- retrospectiva y por un j uego de anal o~ías f~rma­
munidad de sentido, lazos simbólicos, un juego de les o de semejanzas semânticas: pero UI la litera-
semeJ.aI~za y de .espejo, o que hacen surgir como tura, ni la política, ni tampoco la filosofia ni las
prmcipio de unidad y de explicación la soberania ciencias, arriculaban el campo del discurso, en los
de una conciencia culectiva. Es preciso revisar esas siglos XVII o XVIII, como lo han articulado en el
LAS UNIDADES DEL DISCURSO 37
36 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
desde el punto de vista de la unidad discursiva de
sigla XIX. De todos modos, esos cortes -ya se trate la que es soporte? Pera esta unidad discursiva, a
de los que admitimos, o de los que son contem po- lU vez, ces homogénea y uniformemente aplica.
ráneos de los discursos estudíados-; son siempre ble? U na novela de Stendhal o una novela de
elIos mismos categorias reflexivas, princípios de Dostoievski no se individualizan como las de La
clasifícación, regias normativas, tipos instituciona- comedia humana; y éstas a su vez no se distinguen
lizados: son a su vez hechos de discursos que las unas de las otras como" Ulises de La odisea. Y
merecen ser analizados ai lado de los otros, con es porque las márgenes de un libro no están jamás
los cuales tienen, indudablemente, relaciones com- neta ni rlgurosamente cortadas: más alIá dei títu-
plejas, pera que no son caracteres intrínsecos, au- lo, las primeras Iíneas y eI punto final, más aliá de
tóctonos y universalmente reconocibles. su configuración interna y la forma que lo autono-
Pero sobre todo las unidades que hay que man- miza, está envuelto en un sistema de citas de otros
tener en suspenso son las que se imponen de la libras, de otros textos, de otras frases, como un
manera más inmediata: las dei libro y de la obra. nudo en una red. Y este juego de citas y envios no
Aparentemente, cse las puede suprimir sin un ar- es homólogo, ya se trate de un tratado de mate-
tificio extremo? cNo son dadas de la manera más máticas, de un comentaria de textos, de un relato
cierta? Individualización material dei libro, que histórico o de un episodio en un ciclo novelesco;
ocupa un espacio determinado, que tiene un valor en uno y en otro lugar la humanidad dei libra, in-
económico y que marca por si mismo, por media cluso entendido como haz de relaciones, no puede
de cierto número de signos, los límites de su co- ser considerada idéntica. Por más que el libro se
mienzo y de su fin; establecimiento de una obra dé como un objeto que se tiene bajo la mano, por
a la cual se reconoce y a la cual se delimita atrí- más que se abarquille en ese pequeno paralele-
buyendo cierto número de textos a un autor. Y pípedo que lo encierra, su unidad es variable y
sin embargo, en cuanto se analizan un poco más relativa. No bien se la interroga, pierde su eviden-
detenidamente, comienzan las dificuItades. cUni- cia; no se indica a si misma, no se construye sino a
dad material dei libro? cPuede ser la misma, tra- partir de un campo complejo de discursos.
tándose de una antologia de poemas, de una reco- En cuanto a la obra, los problemas que suscita
pilación de fragmentos póstumos dei Tratado de son más difíciles aún. Y sin embargo, chay nada
las secciones cônicas, o de W1 tomo de la Historia más sim pie en apariencia? Es una suma de textos
de Francia, de Michelet? cPuede ser la mísma, tra- que pueden ser denotados por eI signo de un nom-
tándose de Un golpe de dados, dei proceso de bre propio. Ahora bien, esta denotación (incluso
Gilles de Rais, dei San Marco, de Butor, o de un si se prescinde de los problemas de la arribución)
misal católico? En otros términos, cno es la unidad no es una función homogénea: el nombre de un
material dei volumen una unidad débil, accesoría,
38 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
LAS UNIDADES DEL DISCURSO 39
autor, ,denota de la misma manera un texto pu-
blicado por él bajo su nombre, un texto que ha mos. De hecho, si se habla tan fácilmente y sin
presentado con un seudónimo, otro que se haya preguntarse más de la "obra" de un autor es por-
encontrado después de su muerte en estado de es- que se la supone definida por cierta función de
bozo, otro que no es más que una apuntación, un expresión. Se admite que debe haber en ello un
cuadernillo de notas, un "papel"? La constitución nivel (tan profundo como es necesario imaginarlo)
de una obra completa o de un opus supone cierto en el' cual la obra se revela, en todos sus fragmen-
número deelecciones que no es fácil justificar ni tos, incluso los más minúsculos y los más inesencia-
aun formular: ébasta agregar a los textos publica- les, como la expresión dei pensamiento, o de la
dos por el autor aqueUos otros que proyectaba experiencia, o de la imaginación, o del incons-
imprimir y que no han quedado inconclusos sino ciente dei autor, o aun de las determinaciones his-
por eI hecho de su muerte? éHabrá que incorporar tóricas en que estaba inmerso. Pero se ve tambíén
también todo borrador, proyecto previo, correccio- que semejante unidad, lejos de darse inmediata-
nes y tachaduras de los libros? éHabrá que agregar mente, está constituída por una operacíón: que
los esbozos abandonados? éY qué consideración esta operación es interpretativa (yaque descifra,
atribuir a las cartas, a las notas, a las conversado- en el texto, la transcri pción de algo que oculta y
nes referidas, a las frases transcritas por los oyen- que manifiesta a la vez); que, en fin, la operación
tes, en una palabra, a ese inmenso buUir de ras- que deterrhina el opus, en su unidad, y por consi-
tros verbales que un individuo deja en torno suyo guiente la obra en si no será la misma si se trata
en el momento de morir, y que, en un entrecruza- dei autor dei Teatro y su doble o dei autor dei
miento indefinido, hablan tantos lenguajes dife- Traetatus y, por lo tanto, no se hablará de una
rentes? En todo caso, el nornbre "Mallarmé" no se "obra" en el mismo sentido, eu un caso o en
refiere de-la misma manera a los temas ingleses, a otro. La obra no puede considerarse ni como uni-
las traducciones de Edgar Poe, a los poemas o a las dad inmediata, oi como una unidad cíerta , oi
respuestas dadas a investigaciones; igualmente, no como una unidad homogénea.
es la misma la relación que existe entre eI nombre Finalmente, última precaución para poner me-
de N íetzsche de una parte y de otra las autobiogra- ra de circuito las continuidades irreflexivas por
fias de juventud, las disertaciones escolares los las que se organiza, de antemano, el discurso que
artículos filológicos, Zaratustra, Eeee homo; las se trata de analizar: renunciar a dos temas que es-
cartas, las últimas tarjetas postales firmadas por tán ligados el uno ai otro y que se enfrentan, se-
"Dionysos" o "Kayser Nietzsche" y los innumera- gún eI uno, jamás es posible asignar, en eI orden
bles cuadernillos en los que se cruzan las anotacio- dei discurso, la irrupción de un acontecimiento
nes dei lavado de ropa con los proyectos de aforis- verdadero: más allá de todo comienzo aparente hay
siempre un origen secreto, tan secreto y tan origi-
40 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS UNIDADES DEL DISCURSO 41

nario, que no se le puede nunca captar de! todo en acoger cada momento dei discurso en su irrupción
si mismo. Esta, a tal grado que se nos volveria de acontecimiento: en esa coyuntura en que apa-
a conducír, a través de la ingenuidad de las crono- rece y en esa dispersión temporal que le permita
logías, hacia un punto que retrocederia de manera ser repetido, sabido, olvidado, transformado, borra-
indefinida, jamás presente en ninguna historia, ÉI do hasta en su menor rastro, sepultado, muy lejos
mismo no seria sino su propio vacío, y a partir de de toda mirada, en e1 polvo de los libros. No hay
él todos los comienzos no podrlan jamás ser otra que devolve.. e! discurso. a la lejana presencia de!
cosa que un recomienzo u ocultación (a decir ver- origen; hay que trataria en el juego de su ins-
dad, en un solo y mismo gesto, esta y aquello) . A tancia.
este tema se refiere otro según e! cual todo discurso Estas formas previas de continuidad, todas esas
manifiesto reposaría secretamente sobre un "ya síntesis que no problematizamos y que dejamos
dicho", y ese "ya dicho" no seria simplemente una en pleno derecho, es preciso tenerlas, por lo tanto,
frase ya pronunciada, un texto ya escrito, sino no en suspenso. No recusarias definitivamente. sino
"jamás dicho" no discurso sin cuerpo, una voz
J
sacudir la quietud con la cual se las acepta; mos-
tan silenciosa como un soplo, una escritura que trar que no se deducen naturalmente, sino que
no es más que el hueco de sus propios trazos, Se son siempre e! efecto de una construcción cuyas
supone así que todo lo que ai discurso le ocurre regias se trata de conocer y cuyas justíficaciones hay
formular se encuentra ya articulado en ese semi- que controlar; definir en qué condiciones y en
silencio que Ie es previo, que continúa corriendo vista de qué análisís ciertos son legitimas; indicar
obstinadamente por bajo de él, pero ai que recu- las que, de todos modos, no pueden ya ser admi-
bre y hace callar. EI discurso manifiesto no seria tidas. Podría muy bien ocurrir, por ejemplo, que
a fin de cuentas más que la presencia represiva las nociones de "influencia" o de "evolución"
de lo que no dice, y ese Uno dícho" seria un va- dependan de una critica que -por un tiempo más
ciado que mina desde el interior todo lo que se o menos largo- las coloquen fuera de uso. Pera en
dice EI primer motivo hace que el análisis histó- cuanto a la "obra" pero._~~ cuanto al "libro", y
rico dei discurso sea busca y repetición de un ori- ano esas unidades como la "ciencia" o la "Iitera-
gen que escapa a toda determinación histórica; el tura", ,habremos de prescindir de ellas para síem-
otro le hace ser interpretación o escucha de un pre? ,Habrá que tenerlas por ilusiones, por cons-
"ya dicho" que sería al mismo tiempo un "no trucciones sin legitímidad, por resultados mal ad-
dicho". Es preciso renunciar a todos esos temas quiridos? ,Habrá que renunciar a tomar todo apo-
cuya función es garantizar la infinita continuidad yo, incluso provisional, sobre e!los y a darles jamás
de! discurso y su secreta presencia en el juego de una definición? Se trata, de hecho, de arrancarias a
una ausencia siempre renovada. Estar dispuesto a su casi evidencia, de liberar los problemas que
42 l.AS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS UNIDADES DEL DISCURSO 43

plantean, de reconocer que no son eI lugar tran- si es posible recomponerlos legitimamente; para
quilo a partir dei cual se pueden plantear otras saber si no hay que reconstituir otros con eIlos;
cuestiones (sobre 5U estructura, 5U coherencia, 5U para llevarIos a un espacio más general que, disi-
sistematicidad, sus transformaciones), sino que panda su aparente familiaridad, permita elaborar
plantean por si mismos todo un pufiado de cues- su teoría,
tiones (~Qué son? ~Cómo definirias o limitarias? Una vez suspendidas esas formas inmediatas de
~A qué tipos distintos de leyes pueden obedecer? continuidad se encuentra, en eíecto, liberado todo
~De qué articulación son capaces? ~A qué subcon- un dominio, Un dominio inmenso, pero que se
juntos pueden dar lugar? ~Qué fenómenos especí- puede definir: está constituido por el conjunto de
ficos hacen aparecer en eI campo dei discurso?). todos los enunciados efectivos (hayan sido habla-
Se trata de reconocer que no son quízá, ai fin y ai dos y escritos) , en su dispersión de acontecimientos
cabo, lo que se creia a primera vista. En una pala- y en la instancia que le es propia a cada uno. An-
bra, que exigen una teoria, y que esta teoria no tes de habérselas, con toda certidurnbre, con una
puede formularse sin que aparezca, en su pureza cíencía, o con unas novelas, o eon unos discursos
no sintética, eI campo de los hechos de discurso po!iticos, o con la obra de un autor o incluso con
a partir dei cual se los construye. un libro, el material que habrá que tratar en su
Y yo mísmo, a mi vez, no haré otra cosa. Indu- neutralidad primera es una multiplicidad de acon-
dablernente, tornaré como punto de partida uni- tecimientos en el espacio dei discurso en general.
dades totalmente dadas (como la psicopatologia, Asl aparece eI proyecto de una descripciôn pura
o la medicina, o la economia política) ; pera no me de los acontecímientos discursivos como horizonte
colocaré en eI interior de esas unidades dudosas para la búsqueda de las unidades que en eIlos se
para estudiar su configuración interna o sus se- forman. Esta descripción se distingue fácilmente
cretas contradicciones. No me apoyaré sobre ellas dei análisis de la lengua, Ciertamente no se puede
más que el tiempo de preguntarme qué unidades establecer un sistema lingüistico (a no ser que se
forman; con qué derecho pueden reivindicar un construya artificialmente) más que utilizando un
dominio que las individualiza en el tiempo; con corpus de enunciados, o una colección de hechos
arreglo a qué leres se forman; cuãles son los acon- de discurso; pera se trata entonces de definir, a
tecimientos discursivos sobre cuyo fondo se recor- partir de este conjunto que tiene un valor de
tan, y si, finalmente, no son, en 5U individualidad muestra, unas regias que permitan construir even-
aceptada y casi institucional, el efecto de superficie tualmente OtTOS enunciados aparte de ésos: incluso
de unidades más consistentes. No aceptaré los con- si ha desaparecido desde hace mucho tiempo, in-
juntos que la historia me propone más que para cluso si nadie la habla ya y se la ha restaurado ba-
examinarias ai punto; para desenlazarlos y saber sãndose en raros fragmentos, una lengua constituye
44 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS UNIDADES DEL DISCURSO 45
siempre un sistema para enunciados posibles: es terior la voz que se escucha, de restablecer el texto
"un conjunto finito de regias que autoriza un nú- menudo e invisible que recorre el intersticio de
.rnero infinito de pruebas. EI campo de los aconte- las líneas escritas y a veces las rrastorna, EI anã-
,>éimientos discursivos, en cambio, es e1 conjunto lisis dei pensamiento es siempre alegôrico en re-
siempre finito y actualmente limitado de las úni- lación con el discurso que utiliza. Su pregunta es
cas secuencias lingüísticas que han sido formula- infaliblemente: ,qué es, pues, lo que se decía eu
das, las cuales. pueden muy bien ser innumerables, aquello que era dicho? EI análisis dei campo dis-
pueden muy bien, por su masa, sobrepasar toda cursivo se orienta de manera muy distinta: se trata
capacidad de registro, de memoria o de lectura, pe· de captar e1 enunciado en la estrechez y la singu
ro constituyen, no obstante, un conjunto finito. laridad de su acontecer; de determinar las condi-
La cuestión que plantea el análisis de la lengua, a ciones de su existencia, de fijar sus limites de la
propósito de un hecho cualquiera de discurso, es manera más exacta, de establecer sus correlacione'
siernpre éste: ,según qué regias ha sido construido con los otros enunciados que pueden tener víncu
tal enunciado y, por consíguiente, según qué regias los con él, de mostrar qué otras formas de enun
podrían construirse otros enunciados semejantes? ciación exduye. No se busca en modo alguno, por
La descripción de los acontecimientos dei discurso bajo de lo manifiesto, la garrulería casi silenciosa
plantea otra cuestión Illuy distinta: ,cómo es que de otro discurso; se debe mostrar por qué no podía
ha aparecido tal enunciado y ningún otro en su ser otro de lo que era, en qué excluye a cualquier
lugar? otro, cómo ocupa, en medio de los demás y eu
Se ve igualmente que esta descripción dei dis- relación con ellos, un lugar que ningún otro po
curso se opone a la historia dei pensamiento. Aquí, dría ocupar. La pregunta adecuada a tal análisis
tampoco se puede reconstituir un sistema de pen- se podría formular así: ,cuál es, pues, esa singular
samiento sino a partir de un conjunto definido exístencia, que sale a la luz en lo que se dice, y en
de discurso. Pero este conjunto se trata de tal ninguna otra parte?
manera que se intenta encontrar más aliá de los Hay que preguntarse para qué puede servir fi
propios enunciados la intención dei sujeto parlan- nalmente esta suspensión de todas las unidades ad
te, su actividad consciente, lo que ha querido de- mitidas, si se trata, en total, de recuperar las uni
cir, o también el juego inconsciente que se ha dades que se ha simulado interrogar en el comien
transparentado a pesar de él en lo que ha dicho zo. De hecho, la anulación sistemática de las uni
o en la casi imperceptible rotura de sus palabras dades dadas permite en primer lugar restituir ai
manífiestas: de todos modos, se trata de reconsti- enunciado su singularidad de acontecimiento, y
tuir otro discurso, de recobrar la palabra muda, mostrar que la discontinuidad no es tan sólo uno
murmurante, inagotable que anima desde el in- de esos grandes accidentes que son como una falia
46 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAs l.AS UNIDADES DEL DISCURSO 47
en la geologia de la historia, sino ya en el hecho sionan, el proyecto que atraviesa su existencia y le
simple del enunciado. Se le hace surgir en su irrup- da significación) y poder captar otras formas de
ción histórica, y lo que se trata de poner ante los regularidad, otros tipos de conexiones. Relaciones
ajas es esa incisión que constituye, esa irreductible de unos enunciados con otros (incluso si escapan
-y muy a menudo minúscula- emergencia. Por a la conciencia del autor; incluso si se trata de
trivial que sea, por poco importante que nos lo enunciados que no tienen el mísmo autor; inclu-
imaginemos eu sus consecuencias, por rápidamente so si los autores no se conocen entre si) ; relaciones
olvidado que pueda ser tras de su aparición, por entre grupos de enunciados así establecidos (inclu-
poco entendido o mal descifrado que lo suponga- so si esos grupos no conciernen a los mismos domi-
mos, un enunciado es siempre un acontecimiento nios, ui a domínios vecinos; incluso si no tienen el
que ni la lengua ni el sentido pueden agotar por mismo nivel formal; incluso si no son el lugar de
completo. Acontecimiento extrafio, indudablemen- cambias asignables); relaciones entre enunciados
te: en primer lugar porque está ligado por una o grupos de enunciados y acontecimientos de un
parte a un gesto de escritura o a la articulación orden completamente distinto (técnico, económi-
de una palabra, pera que por otra se abre a si co, social, político). Hacer aparecer en su pureza
rnismo una existencia remanente eu el campo de el espacio en el que se despliegan los acontecimien-
una memoria, o en la materialidad de los manus- tos discursivos no es tratar de restablecerlo en un
critos, de los libros y de cualquier otra forma de aislamiento que no se podria superar; no es ence-
conservación; después porque es único como todo rraria sobre si mismo; es hacerse libre para des-
acontecimiento, pero se ofrece a la repetición, a la cribir en él y fuera de él juegos de relaciones.
transformación, a la reactivación; finalmente, por- Tercer interés de tal descripción de los hechos
que está ligado no sólo con situaciones que lo pro- de discurso: ai liberarias de todos los agru pamien-
vocan y con consecuencias ,que él mísmo incita, tos que se dan por unidades naturales inmediatas
sino a la vez, y según una modalidad totalmente y universales, nos damos la posibilidad de descri-
distinta, con enunciados que lo preceden y que lo bir, pera esta vez, por un conjunto de decisiones
siguen. dominadas , otras unidades. Con tal de definir ,ela-
Pera si se aísla, con respecto a la lengua y ai ramente las condiciones, podría ser legitimo cons-
pensamiento, la instancia del acontecimiento enun- tituir, a partir de relaciones correctamente descri-
ciativo, no es para diseminar una polvareda de tas, conjuntos discursivos que .no serían arbitrarios,
hechos. Es para estar seguro de no referiria a ope- pera que quedarian no obstante invisibles. Induda-
radores de síntesis que sean puramente psicológicos blemente, esas relaciones no habrian sido fórmula-
(Ia intención dei autor, la forma de su intelecto, das jamás para ellas mismas en los enunciados en
el rigor de su pensamiento, los temas que le obse- cuestión (a diferencia, por ejemplo, de esas rela-
LAS UNIDADES DEL DISCURSO 49
48 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
taxis? ~Cómo estar seguro de escapar a cortes como
clones- explfcitas que el propio discurso plantea y los de la obra, a categorias como las de la influen-
dice, cuando adepta la forma de la novela, o se ins- cia, de no ser proponiendo desdelel comienzo do-
cribe en una serie de teoremas matemáticos). Sin minios bastante amplios, escalas cronológicas bas-
embargo, no constituirían en modo alguno una es- tante vastas? En fin, ~cómo estar seguro de no de-
pecie de discurso secreto que animase desde el jarse enganar por todas esas unidades o síntesis
interior los discursos manifiestos; no es, pues, una poco reflexionadas que se refieren aI individuo
interpretación de los hechos enunciativos la que parlante, ai sujeto del discurso, ai autor dei texto,
podría sacarlos a la luz, sino el análisis de su co- en una palabra, a todas esas categorias antropoló-
existencia, de su sucesión, de su funcionamiento gicas? ~Quizá considerando el conjunto de los enun-
mutuo, de su determinación reciproca, de su trans- ciados a través de los cuales se han constituido esas
formación independiente o correlativa. categorias, el conjunto de los enunciados que han
Está excluido, sin embargo, que se puedan des- elegido por "objeto" el sujeto de los discursos (su
cribir sin punto de referencia todas las relaciones propio sujeto) y han acometido la tarea de des-
que puedan aparecer así. Es preciso, en una pri- plegarlo como campo de conocimientos?
mera aproximación, aceptar un corte provisional: Asl se explica el privilegio de hecho que he con-
una región inicial que el análisis alterará y reor- cedido a esos discursos de los que se puede decir,
ganizará de ser necesario. En cuanto a esta re- muy esquemáticamente, que definen las "ciencias
gión, ~cómo circunscribirla? De una parte, es pre- dei hombre". Pero no es éste más que un privile-
ciso elegir em plricamente un dominio en el que gio de partida. Es preciso tener bien presentes en
las relaciones COITPn el peligro de ser numerosas, el espíritu dos hechos: que el análisis de los acon-
densas, y .relativamente fáciles de describir, ~y en tecimientos discursivos no está limitado en modo
qué otra región los acontecimientos discursivos alguno a semejante dominio y que, por otra parte,
parecen estar mejor ligados los unos a los otros, y el corte de este mismo domínio no puede conside-
según relaciones mejor descifrables, que en aque- rarse como definitivo, ni como absolutamente va-
lla que se designa en general con el término de ledero; se trata de una primera aproximación que
ciencia? Pero, por otra parte, ~cómo adquirir el debe permitir que aparezcan relaciones con las
mayor número de posibilidades de captar en un que se corre el peligro de borrar los límites de este
enunciado, no el momento de su estructura formal primer esbozo.
y de sus leyes de construcción, sino el de su existen-
,cia y de las regias de su aparicíón, como no sea
dirigiéndose a grupos de discursos poco formaliza-
dos y en los que los enunciados no parezcan en-
gendrarse necesariamente según regias de pura sin-
LAS FORMACIONES DISCURSIVAS 51
11
sis de las enfermedades de la cabeza hecho por
LAS FüRMACIüNES DISCURSIVAS Willis y los clínicos de Charcot pertenecen ai 6is-
mo orden de discurso? ~ü que las ínvenciones de
Petty están en relación de continuidad con la eco-
nometría de N eumann? ~ü que el análisis del
juicio por los gramáticos de Port-Royal pertenecen
He acometido, pues, la tarea de describir relacio- ai mismo domino que la demarcación de las alter-
nes entre enunciados. He tenido cuidado de no nancias vocálicas en las lenguas índoeuropeas?
admitir como valedera ninguna de esas unidades ~Qué son, pues, la medicina, la gramática, la eco-

que podian serme propuestas y que el hábito ponta nomia política? ~No son nada, sino una reagrupa-
a mi disposición. Tengo el propósito de no des- ción retrospectiva por la cual las ciencias contem-
cuidar ninguna forma de discontinuidad, de corte, poráneas se hacen una ilusión en cuanto a su pro·
de umbral o de límite. Tengo el propósito de des- pio pasado? ~Son formas que se han instaurado de
cribir ennnciados en el campo del discurso y las Una vez para siempre y se han desarrollado sobe-
relaciones de que son susceptibles. Dos series de ranamente a través del tiempo? ~Cubren otras uni-
problemas, lo veo, se presentan aI punto: una dades? ~Y qué especie de relaciones hemos de reco-
-que voy adejar en suspenso de momento, para nocer valederas entre todos esos enunciados que
volver a ella más tarde- concierne a la utiliza- forman, sobre un modo a la vez familiar e insisten-
ción salvaje que he hecho de los términos de te, una masa enigmática?
enunciado, de acontecimíento, de discurso; la Primera hipótesis -Ia que me ha parecido ante
otra concierne a las relaciones que pueden ser todo más verosímil y más fácil de someter a prue-
Iegítimamcnte descritas entre esos enunciados que ba.,-: los enunciados diferentes en su forma, dis-
se han dejado en su agrupamiento provisional y persos en el tiempo, constituyen un conjunto si se
visible. refieren a un solo y mismo objeto. Así, los enun-
Hay, por ejemplo, enunciados que se tienen -y ciados que pertenecen a la psicopatología parecen
esto desde una fecha que fácilmente se puede fijar- referirse todos a es<; objeto que se perfila de di-
por dependientes de la economia política, o de la ferentes maneras en la experiencia individual o so-
biología, o de la psicopatología, y los hay también cial y que se puede designar como la locura. Ahora
que se tienen por pertenecientes a esas continuida- bien, me he dado cuenta pronto de que la unidad
des milenarias -casi sin nacimiento- que se lla- del objeto "locura" no permite individualizar un
man la gramática o la medicina. Pero, ~qué son conjunto de enunciados y establecer entre ellos una
esas unidades? ~Cómo puede decirse que el análi- relación descriptible y constante a la vez. Y esta
por dos motivos. Nos enganaríamos seguramente
52 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS FORMACIONES DISCURSIVAS 53

si preguntáramos ai ser mismo de la locura a su discursos ha constituido su tema y lo ha elaborado


contenido secreto, a su verdad muda y cerrada so- hasta transformaria por completo. De suerte que
bre si misma lo que se ha podido decir de eIla en se plantea eI problema de saber si la unidad de un
un momento dado. La enfermedad mental ha es- discurso no está constituida, más bien que por la
tado constituida por el conjunto de lo que ha sido permanencia y la singularidad de un objeto, por
dicho en eI grupo de todos los enunciados que la el espacio en eI que diversos objetos se perfilan
nombraban, la recortaban, la describian, la explica- y continuamente se transforman. La relación ca-
ban, contaban sus desarroIlos, indicaban sus diver- racteristica que permitiria individualizar un con-
sas correlaciones, la juzgaban, y eventualmente Ie junto de enunciados relativos a la locura, ,no
prestaban la palabra, articulando en su nombre seria entonces: la regia de emergência s'inlUltá-
discursos que debian pasar por ser los suyos. Pera nea o sucesiva de los diversos objetos que en eIla
hay más: ese conjunto de enunciados está lejos de se nombran, se describen, se aprecian 'O se juz-
r~ferirse a un solo objeto, formado de una vez para gan? La unidad de los discursos sobre la locura,
slempre, y de conservaria de manera indefinida no estaria fundada sobre la existencia dei objeto
como su horizonte de idealidad inagotable; eI "locura", o la constitución de un horizonte único
objeto que se pane, como su correlato, por los de objetividad: seria el juego de las regias que
enunciados médicos dei sigla XVII o dei sigla XVIII, hacen posible durante un periodo determinado
no es idéntico ai objeto que se dibuja a través de la aparición de objetos, objetos recortados por
las sentencias juridicas o las medidas policiacas; medidas de discriminación y de represión, obje-
de la misma manera, todos los objetos dei discurso tos que se diferencian en la práctica cotidiana,
psicopatológico han sido modificados desde Pinel en la jurisprudencia, en la casuistica religiosa,
o desde Esquirol a BIeuler: no son de las mismas en eI diagnóstico de los médicos, objetos que se
enfermedades de las que se trata aqui y aIlá; no manifiestan en descripciones patológicas, objetos
se trata en absoluto de los mismos locos, que están como cercados por códigos o recetas
Se podria, se deberia quizá sacar en consecuen- de medicación, de tratamíento, de cuidados. Ade-
cia de esta multiplicidad de los objetos que no es más, la unidad de los discursos sobre la locura
posible admitir, como una unidad valedera, para seria el juego de las regias que definen las trans-
constituir un conjunto de enunciados, eI "discurso formaciones de esos diferentes objetos, su no iden-
referente a la locura", Quizá habria que atenerse a tidad a través dei tiempo, la ruptura que se pro-
los únicos grupos de enunciados que tienen un duce en ellos, la discontinuidad interna que sus-
único y mismo objeto: los discursos sobre la me- pende su permanencia. De una manera paradóji-
lancolia, o sobre la neurosis. Pera pronto nos da- ca, definir un conjunto de enunciados en lo que
riamos cuenta de que, a su vez, cada uno de esos hay en él de individual consistiria en describir
54 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS FORMACIONES DISCURSIVAS 55

la dispersión de esos objetos, captar todos los bién que esta descri pción no ha cesado de des-
interstícios que los separan, medir las distancias plazarse; ya sea porque, desde Bichat a la pato-
que reinan entre elIos; en otros términos: formu- Iogía celular, se han desplazado las escalas y los
lar su Iey de repartición, puntos de referencia, o porque, desde la inspec-
Segunda hipótesis para definir un grupo de ción visual, la auscuItación y la paIpación aI
relaciones entre enunciados: su forma y su tipo uso dei microscopia y de los tests biológicos, eI
d~ encadenamiento. Me había parecido, por sistema de información ha sido modificado, o bien
ejernplo, que la ciencia médica, a partir dei sigla aun porque, desde la correlación anatómico-clí-
XIX, se caracterizaba menos por sus temas o sus nica simpie ai análisis fino de los procesos físio-
conceptos que por un determinado estilo, un de- patológicos, eI léxico de los signos y su descifra-
terminado carácter constante de la enunciación. miento ha sido reconstituido por entero, o,
~or. primera vez, la medicina no estaba ya cons- finalmente, porque eI médico ha cesado poco a
tIt~lda por un conjunto de tradiciones, de obser- poco de ser eI lugar de registro y de interpreta-
vaciones, de recetas heterogêneas, sino por un ción de la información, y porque, aI lado de él, aI
corpus de conocimientos que suponía una misma margen de él, se han constituido masas documen-
mirada fija en las cosas, una misma cuadrícula tales, instrumentos de correlacién y de las téc-
dei campo perceptivo, un mísmo análisis dei he- nicas de análisis, que tiene cíertamente que uti-
cho p~tológi~o según eI espacio visibIe del cuerpo, lizar, pera que modifican, con respecto dei
un rmsmo SIstema de transcripción de lo que se enfermo, su situación de sujeto observador.
percibe en lo que se dice (eI mismo vocabularío, Todas estas alteraciones, que nos conducen
el mismo juego de metáforas); en una palabra, quizá hoy aI umbral de una nueva medicina, se
me había parecido que la medicina se organizaba han depositado lentamente, en el transcurso dei
como una serie de enunciados descriptivos. Pero sigla XIX, en el discurso médico. Si se quisiera
también en esta ha sido preciso abandonar tal definir este discurso por un sistema codificado y
hipótesis de partida y reconocer que eI discurso normativo de enunciación, habria que reconocer
clinico era tanto un conjunto de hipótesis sobre que esta medicina se desintegró no bien apareci-
la vida y la muerte, de elecciones éticàs, de deci- da y que sóIo pudo formularse en Bichat y Laen-
siones terapéuticas, de reglamentos instituciona- nec. Si existe unidad, eI principio no es, pues,
les, de modelos de ensefíanza, como uri conjunto una forma determinada de enunciados; (no sería
de descripciones; que éste, en todo caso, no podia más bien eI conjunto de las regias que han he-
abstraerse de aquéllos y que la enunciación des- cho, simultánea o sucesivamente, posibIes des-
criptiva no era sino una de las formuIaciones cripciones puramente perceptivas, sino también
presentes en eI discurso médico. Reconocer tam- observaciones mediatizadas por instrumentos, pro-
56 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS FORMACIONES DISCURSIVAS 57
tocolos de experiencias de laboratorios, cálculos los cuales son quizá derivados de los primeros;
estadísticos, comprobaciones epidemiológicas o de- pero los otros les son heterogéneos y algunos in-
mográficas, reglamentos institucionales, prescrip- cluso son incompatibles con ellos. La noción de
ciones terapéuticas? Lo que habría que caracteri- orden sintáctico natural o inverso, la de comple-
zar e individualizar seria la coexistencia de esos menta (introducida en el transcurso dei siglo
enunciados dispersos y heterogéneos; el sistema XVItt por Beauzée), pueden sin duda integrarse
que rige su repartición, e! apoyo de los unos sobre aún en el sistema conceptual de la gramática de
los otros, la manera en que se implican o se exclu- Port-RoyaI. Pera ni la idea de un valor origí-
yen, la transformación que sufren, e! juego de nariamente expresivo de los sonidos, ni la de un
su relevo, de su disposición y de su remplazo. saber primitivo envue!to en las palabras y rras-
Otra dirección de investigación, otra hipóte- mitido oscuramente por ello, ni la de una regu.
sis: ,no podrían establecerse grupos de enuncia- laridad en la mutación de las consonantes, ni el
dos, determinando el sistema de los conceptos concepto de! verbo como simple nombre que
permanentes y coherentes que en e!los se encuen- permite designar un~ acción o una operación, son
tran en juego? Por ejemplo, ,e! análisis de! len- compatibles con e! conjunto de los conceptos que
guaje y de los hechos gramaticales no reposa en podian utilizar Lance!ot o Duelos. ,Hay que ad.
los clásicos (desde Lancelot hasta e! final de! mitir en tales condiciones que la gramática sólo
sigla XVItt) sobre un número definido de concep- en apariencia constituye una figura coherente, }
tos cuyo contenido y uso estaban establecidos de que todo ese conjunto de enunciados, de análisis
una vez para siempre: e! concepto de juicio defi- de descripciones, de principios y de consecuen
nido como la forma general y normativa de toda cias, de deduccíones, es una falsa unidad que se
frase, los conceptos de sujeto y de atributo rea- ha perpetuado con ese nombre durante más de
grupados bajo la categoria más general de nom· un siglo? Quizá se descubriera, no obstante, um
bre, el concepto de verbo utilizado como equiva- unidad discursiva, si se la buscara no dei lado
lente dei de cópula lógica, e! concepto de palabra de la coherencia de los conceptos, sino dei lado
definido como signo de una representación, etc.? de su emergencia simultánea o sucesiva, de des
S.e..' podría reconstituir así la arquitectura ..con- viación, de la distancia que los separa y even
ceptual de la gramática clásica. Pero también tualmente de su incompatibilidad. No se busca
aquí se encontrarían pronto los límites: apenas, ria ya entonces una arquitectura de conceptos lo
sin duda, se podrían describir con tales elemen- bastante generales y abstractos para significar to
tos los análisis hechos por los autores de Port- dos los demás e introducirlos en e! mismo edifício
Royal; bien pronto se estaria obligado a compro- deductivo: se probaría a analizar e! juego de su:
bar la aparición de nuevos conceptos, algunos de apariciones y de su dispersión.
LAS FORMACIONES DISCURSIVAS 59
58 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
entre las diferentes categorias sociales y de los
Finalmente, cuarta hipótesis para reagrupar los canales por los cuales volvia a la producción , y
enunciados, describir su enradenamiento y dar que finalmente condujo a Ricardo a interrngarse
euenta de las formas unitarias bajo las euales se sobre los casos en los que esa triple renta no apa-
presentan: la identidad y la persistencia de los recia, sobre las condiciones en que podría for-
temas. En "ciencias" como la economia o la bio- marse, y a denunciar por consiguiente lo arbitra-
logia, tan propicias a la polémíca, tan perrnea- rio deI tema fisiocrático?
bles a opciones filosóficas o morales, tan dispues- Pero a partir de semejante tentativa nos ve-
tas en ciertos casos a la utilización política, es mos conducidos a hacer dos comprobaciones in-
legítimo en primera instancia suponer que cierta versas y complementarias. Eu un caso, la misma
temática es capaz de ligar, y de animar como un temática se articula a partir de dos juegos de con-
organismo que tiene sus necesidades, su fuerza ceptos, de dos tipos de análisis, de dos campos
interna y sus capacidades de sobrevivir, un con- de objetos totalmente distintos: la idea evolu-
junto de discurso. ~No se podría, por ejemplo, cionista, en su formulacíón más general, es quizá
constituir en unidad todo lo que desde Buffon la misma en Benoit de Maillet, Bordeu o Dide-
hasta Darwin ha constituído el tema evolucionis- rot, y en Darwin; pero de hecho, lo que la hace
ta? Tema ante todo más filosófico que científico, posible y coherente no es en absoluto deI mi~mo
más cerca de la cosmologia que de la biologia; orden aquí que allí. En el siglo XVIII, la idea
tema que más bien ha dirigido desde lejos unas evolucionista se define a partir de un parentesco
investigaciones que nombrado, recubierto y ex- de las especies que forman un continuum pres-
plicado unos resultados; tema que suponía siem- crito desde la partida [únicarnente las catástro-
pre más que se sabía, pero obligaba a partir de fes de la naturaleza lo hubieran interrumpido)
esa elección fundamental a transformar en saber o constituído progresivamente por el desarrollo
discursivo lo que estaba esbozado como hipó- de! tiempo. En el siglo XIX, el tema evolucionista
tesis o como exigencia. ~ N O se podría, de la mis- concierne menos a la constitución de! cuadro
ma manera, hablar de! tema fisiocrático? Idea continuo de las especies, que a la descripción de
que postulaba, más aliá de toda dernostración y grupos discontinuos y e! análisis de ~as modali-
antes de todo análisis, e! caracter natural de las dades de interacción entre un organismo cuyos
tres rentas raices; que suponía por consiguiente elementos todos son sol idarios y un medio que le
la primacía econômica y política de la propiedad ofrece sus condiciones reales de vida. Un solo
agraria; que excluía todo análisis de los mecanis- tema, pero a partir de dos tipos de discurso. En
mos de la producción industrial; que implicaba, e! caso de la fisiocracia, por e! contrario, la elec-
en cambio, la descripción de! circuito deI dinero ción de Quesnay reposa exactamente sobre el
en el interior de un Estado, de su distribución
60 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS FORMACIONES DISCURSIVAS 61
mismo sistema de conceptos que la opinión inver- Heme aquí, en presencia de cuatro tentativas,
sa sostenida por aquellos a quienes se puede lIa- de cuatro fracasos... y de cuatro hipótesis que
mar los utilitaristas. En aquella época, el análi- las relevarían. Va a ser preciso ahora ponerlas a
sis de las riquezas comportaba un juego de con- prueba. A propósito de esas grandes familias de
ceptos relativamente limitado y que se admitía enunciados que se imponen a nuestro hábito -y
por todos (se daba la misma definición de la mo- que se designan como la medicina, o la econo-
neda; se daba la misrna explicación de los pre- mia, o la gramática-, me había preguntado sobre
cios; se fijaba de la misma manera el costo de un qué podían fundar su unidad. ,Sobre un dominio
trabajo) _ Ahora bien, a partir de este juego con- de objetos lleno, cefiido, continuo, geográfica-
ceptual único, había dos maneras de explicar 'lá mente bien delimitado? Lo que he descubierto
formación del valor, según se analizara a partir son más bien series con lagunas, y entrecruzadas,
del cambio, o de la retribución de la 'jornada de juegos de diferencias, de desviaciones, de susti-
trabajo. Estas dos posibilidades inscritas en la teo- tuciones, de transformaciones. ,Sobre un tipo de-
ria económica, y en las regias de su juego concep- finido y normativo de enunciación? Pero he en-
tual, han dado lugar, a partir de los mismos ele- contrado forrnulaciones de niveles sobrernanera
mentos, a dos opciones diferentes. diferentes y de funciones sobremanera heterogé-
Seria un error, pues, sin duda, buscar, en la neas, para poder ligarse y componerse en una fi-
existencia de estos temas, los principios de indi- gura única y pàra asimilar a través del tiernpo,
vidualización de un discurso. ,No habrá que bus- más aliá de las obras individuales, una especie de
carlos más bien en la dispersión de los puntos de gran texto ininterrumpido. ,Sobre un alfabeto
elección que deja libres? ,No serian las diferentes bien definido de nociones? Pero nos encontramos
posibilidades que abre de reanimar unos temas ya en presencia de conceptos que difieren por la
existentes, de suscitar estrategias opuestas, de dar estructura y por las regias de utilización, que se
lugar a intereses inconciliables, de permitir, con ignoran o se excluyen unos a otros y que no pue-
un juego de conceptos determinados, jugar par- den entrar en la unidad de una arquitectura ló-
tidas diferentes? Más que buscar la permanencia gica. ,Sobre la permanencia de una temática?
de los temas, de las imágenes y de las opiniones Pero se encuentran más bien posibilidades estra-
a través del tiempo, más que retrazar la dialéctica tégicas diversas que permiten la activación de
de sus conflictos para individualizar unos conjun- temas incompatibles, o aun la incorporación de
tos enunciativos, (no se podría marcar más bien un mismo tema a conjuntos diferentes. De ahí
la dispersión de los puntos de elección y definir la idea de describir esas mismas dispersiones; de
más aliá de }o\ia 'opción, de toda preferencia te- buscar si entre esos elementos que, indudable-
mática, un campo de posib.ilidades estratégicas? mente, no se organizan como un edificio progre-
62 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS FORMACIONES DISCURSIVAS 63
sivarnente deductivo, ni como un libra desmesu- lidad de enunciación, conceptos, elecciones temá-
rado que se fuera escribiendo poco a poco a lo ticas). Las regias de formación son condiciones
largo dei tiempo, ni como la obra de un su jeto de existencia (pero también de coexistencia, de
colectivo, se puede marcar una regularidad: un conservacíón, de modificación y de desaparicíón)
orden eu su aparición sucesiva, correlaciones eu en una repartición discursiva determinada.
su simultaneidad, posiciones asignables en un es- Tal es el campo que hay que recorrer ahora:
pacio común, un funcionamiento recíproco, trans- tales son las nociones que hay que poner a prue-
formaciones ligadas y jerarquizadas. Un análisis ba y los análisis que hay que acometer. Los ries-
tal no trataria de aislar, para describir su estruc- gos, lo sé, no son pequenos. Yo había utilizado
tura interna, islotes de coherencia; no se asigna- para un primer planteo ciertos agrupamientos
ria la tarea de sospechar y de sacar a plena luz bastante laxos, pera bastante familiares: nada me
los conflictos latentes; estudiaría formas de repar- prueba que volveré a encontrarlos ai final del
tición. O aun: en lugar de reconstituir ca~enas análisis, ni que descubriré el principio de su de-
de injerencia (como se hace a menudo en la limitación y de su individualización; las forma-
historia de las ciencias o de la filosoffa) , en lu- ciones discursivas que haya de aislar no estoy se-
gar de establecer tablas de diferencias (como lo guro de que definan la medicina en su unidad
hacen los lingüistas), describiria sistemas de dis- global, la economía y la r.amática en la curva de
persiôn. conjunto de su destino Histórico; no estoy seguro
En el caso de que se pudiera describir, entre de que no introduzcan cortes imprevistos. Nada
cierto número de enunciados, semejante sistema me prueba, tampoco, que sernejante descripción
de dispersión, en el caso de que entre los obje- pueda dar cuenta de la cientificidad (o de la no-
tos, los tipos de enunciación, los conceptos, las cientificidad) de esos conjuntos discursivos que
elecciones temáticas, se pudiera definir una re- he tomado como punto de ataque y que se dan
gularidad (un orden, correlaciones, posiciones en todos en eI comienzo con cierta presunción de
funcionamientos, transformaciones). se dirá, por racionalidad científica; nada me prueba que mi
convención, que se trata de una [ormaciôn dis- análisis no se sitúe en un nivel totalmente dis-
c~lrsiva, evitando así palabras demasiado prefíadas tinto, constituyendo una descripción irreductible
de condiciones y de consecuencías, inadecuadas a la epistemologia o a la historia de las ciencias.
por lo demás para designar semejante dispersión, Podría suceder aún que ai final de tal empresa
como "ciencia", o "ideologia", o "teoria", o "do- no se recuperen esas unidades que se han tenido
minio de objetividad". Se Ilamarán regias de en suspenso por principias de método: que se
formación las condiciones a que están sometidos esté obligado a disociar las obras, a ignorar las
los elementos de esa repartición (objetos. moda- influencias y las tradiciones, a abandonar defiui-
64 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
III
tívamente la cuestión dei origen, a dejar que se
LA FORMACIÚN DE LOS OBJETOS
borre la presencia imperiosa de los autores; y
que así desaparezca todo lo que constituía pro-
piamente la historia de las ideas, EI peligro, en
suma, es que en lugar de dar un fundamento a
lo que ya existe, en lugar de tranquilizarse por
esta vuelta y esta confirmación final, en lugar Hay que hacer ahora eI inventario de las direc-
de terminar ese círculo feliz que anuncia ai Iin, ciones abiertas, y saber si se puede dar contenido
tras de mil astucias y otras tantas noches, que a esa noción, apenas esbozada, de "regias de for-
todo se ha salvado, estemos obligados a avanzar mación", Comencemos por la formación de los
fuera de los paisajes familiares, lejos de las ga- objetos. Y, para analizarla más fácilmente, por
rantías a que estamos acostumbrados, por un te- 1'1 ejemplo dei discurso de la psicopatologta, a
rreno cuya cuadrícula no se ha hecho aún y hacia partir dei siglo XIX. Corte cronológico que se
un término que no es fácil de prever. Todo lo puede admitir con facilidad en un primer acerca-
que, hasta entonces, velaba por la salvaguardia miento. Signos suficientes nos lo indican. Reten-
dei historiador y lo acompafiaba hasta eI crepúscu- gamos tan sólo dos: la aceptación a princípios de
lo (el destino de la racionalidad y la teleología siglo de un nuevo modo de exclusión y de inser-
de las ciencias, 1'1 largo trabajo continuo dei pen- ción del loco en 1'1 hospital psiquiátrico; y la
samiento a través dei tiempo, eI despertar y eI posibilidad de recorrer en sentido inverso 1'1 ca-
progreso de la conciencia, su perpetua recupera- mino de ciertas nociones actuales hasta Esquirol,
ción por sí misma, el movimiento no acabado Heinroth o Pinel (de la paranóia se puede re
pero ininterrumpido de las totalizaciones, la vuel- montar hasta la monomanía, dei cociente intelec
ta a un origen siempre abierto, y finalmente la tual a la noción primera de la imbecilidad, de la
temática histórico-trascendental), ~no corre todo parálísis general a la encefalitis crônica, de la neu-
eso 1'1 peligro de desaparecer, dejando Íibre para rosis de caracter a la locura sin delirio) ; en tanto
1'1 análisis un espacio blanco, indiferente, sin in- que si queremos seguir más arriba aún 1'1 hilo
terioridad ni promesa? dei ~iempo, perdemos ai punto las pistas, los hi-
los se enredan, y la proyección de Du Laurens o
incluso Van Swieten sobre la patologia de Krae-
pelin o de Bleuler no da ya más que coinciden-
cias aleatorias. Ahora bíen, los objetos que ha
tenido que tratar la psicopatologia después de
66 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 6?
esta cesura son muy numerosos, muy nuevos en medad, de enajenación, de anomalia, de demencia
una gran parte, pero también bastante precarios, de neurosis o de psícosis, de degeneración, etc. Estas
cambiantes y destinados algunos de ellos a una superficies de emergencia no son las mismas para
rápida desaparici6n: ai lado de las agitaciones las distintas sociedades, las distintas épocas. y en
motrices, de las alucinaciones y de los discursos las diferentes formas de discurso. Para atenerse a la
desviantes (que estaban ya considerados como ma- psicopatologfa dei sigla XIX, es probable que estuvie
nifestaciones de locura, aunque se reconocían, sen constituídas por la família. el grupo social pró
delimitaban, describían y analizaban según otro ximo, eI media de trabajo, la comunidad religiosa
patrón) se han visto aparecer otros que depen- (todos los cuales son normativos, todos los cuales son
dían de registros hasta entonces inutilizados: per- sensibles a la desvíación, todos los cuales tienen
turbaciones leves de comportamiento, aberracio- un margen de tolerancia y un umbral a partir dei
nes y trastornos sexuales, hechos de sugestión y cu aI se requiere la exclusión; todos los cuales tie
de hipnosis, lesiones dei sistema nervioso central, nen un modo de designación y de rechazo de la lo
cura, todos los cuales transfieren a la medicina, ya
déficit de adaptaci6n intelectual o motriz, cri-
que no la responsabilidad de la curación y dei tra
minalidad. Y sobre cada uno de estos registros, tamíento, ai menos el cuidado de la explicación)
han sido nombrados, circunscritos, analizados, aunque organizadas de un modo especifico, esas su
rectificados después, definidos de nuevo, discuti- perficies de emergencia no son nuevas en el sigla
dos, borrados, múltiples objetos. ,Se puede es- XIX, En cambio, fue en esa época sin duda cuando
tablecer la regIa a que estaba sometida su apari- comenzaron a funcionar nuevas superficies de apa
ción? ,Se puede saber de acuerdo con qué sistema rición: el arte eon su normatívídad propia, la se
no deductivo tales objetos han podido yuxtapo- xualidad (sus desviaciones en re1ación con entredi
nerse y sucederse para formar el campo desme- chos habituales se convierten por primera vez en
nuzado -abundante en lagunas o pletórico según objeto de seiíalamiento, de descripción y de análi
los puntos.L de la psicopatologia? ,Cuál ha sido sis para el discurso psiquiátrico), la penalidad (en
su régimen de existencia en tanto que objetos de tanto que la Iocura en las épocas anteriores se se
paraba cuidadosamente de la eonducta criminal
discurso?
y valía como excusa, la eriminalidad se convierte
tam?ién -y esto des1e las famo~s ':monomanlas ho
a) Sería preciso ante todo localizar las superlicies micidas't-« en una forma de desviación más o menos
primeras de su emergeneia: mostrar dónde pueden emparentada con la locura). Ahí, en esos campos de
surgir, para poder después ser designadas y analí- diferenciación primera, en las distancias, las discon
zadas, esas diferencias individuales que. según los tinuidades y los umbrales que se manífiestan, el dis
grados de racionalización, los códigos conceptuales curso psiquiátrico encuentra la posibilidad de de
y los tipos de teoria, recibírán el estatuto de enfer-
limitar su dominio, de definir aquello de que se
68 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 6!
habla, de darle el estatuto de objeto, y por lo tanto, el alma, como grupo de facultades jerarquizadas, ve
de hacerlo aparecer, de volverlo nominable y des- cinas y más o menos interpenetrables; el cuerpo, co
criptible. mo volumen tridimensional de órganos que están
b) Habrla que describir además ciertas instan: unidos por esquemas de dependencia y de comuni
cias de delimitacián ; Ia medicina (como institución cación: la vida y la historia de los individuos como
reglamentada, como conjunto de individuos que cons, serie lineal de fases. entrecruzamiento de rastros
tituyen el cuerpo médico, como saber y práctica, como conjunto de reactivadones vírtuales, repetidone
competencia reconocida por la opinión, la justicia y psíquicas: los [uegos, de las correlaciones neuropsi
la administración) ha IIegado a ser en el siglo XIX la cológicas como sistemas de proyecdones recíprocas, y
instancia maYOT que en la sociedad aisla, designa. campo de causalidad circular).
nombra e instaura Ia locura como objeto; pero no ha
sido la única que ha desempenado tal papel: la jus- Tal descripción es por si misma todavia insu
ticia, y singularmente la justicia penal (con las defi- ficiente. Y esto por dos motivos. Los planos de
niciones de la eXCUS3, la irresponsabilidad, Ias cir- emergencia que acaban de sefialarse, esas instan
cunstancias atenuantes. y con el empleo de nociones cias de delimitación o esas formas de especifica
como las de crimen pasional, de herencía, de peligro ción, no suministran, enteramente constituido
social), la autoridad religiosa (en la medida en que
y armados por completo, unos objetos de los que
se establece como instancia de decisión que separa
lo místico de lo patológico, lo espiritual de lo cor- el discurso de la psicopatologla no tendrla des
poral, lo sobrenatural de lo anormal, y en que prac- pués sino hacer el inventario, c1asificar y nom
tica la direcci6n de conciencia, más para un cano- brar, elegir, cubrir finalmente de una armazón
cimiento de los individuos que para una clasifica, de palabras y de frases: no son las familias -con
cíõn casuística de las acciones y de Ias circunstancias), sus normas, sus entredichos, sus umbrales de sen
la crítica Iiteraria y artística (que en el curso deI stbilidadc; las que seiialan los locos y proponen
sigla XIX trata la obra cada vez menos como un ob- "enfermos" aI análisis o a la decisión de los psi
jeto de gusto que hay que juzgar, y cada vez más quiatras; no es la jurisprudencia la que denuncia
como un lenguaje que hay que interpretar y en el por si misma a la medicina mental, bajo tal o
que hay que reconocer los juegos de expresión de cual asesinato, un delirio paranoíco, o que sos
un autor).
pecha una neurosis en un delito sexual. El discur
c) Analizar, finalmente, las rejillas de especifica. so es otra cosa distinta dei lugar aI que vienen a
ciôn: se trata de los sistemas segün los cuales se se-
depositarse y superponerse, como en una simple
para, se opone, se entronca, se reagrupa, se clasifí,
superficie de inscripción, unos objetos instaura
ca, se bacen derivar unas de otras Ias diferentes "10-
curas" como objetos dei discurso psiquiátrico (esas dos de antemano. Pero la enumeración de hace
rejillas de diferenciación han sido en el siglo XIX: un momento es insuficiente también por una se
70 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 71
gunda razón. Ha fijado, unos tras otros, varias ocupar de ellos, los han rectificado, modificado
planos de diferenciación en los que los objetos y eventualmente anulado. De la misma manera,
dei discurso pueden aparecer, pera, (qué rela- no seria pertinente atribuir la aparición de esos
ciones existen entre ellos? (Por qué esta enumera- objetos nuevos para las normas propias de la so-
ción y no otra? (Qué conjunto definido y cerrado ciedad burguesa del sigla XIX a un cuadriculado
se supone circunscribir de ese modo? (Y cómo se policiaco y penal, ai restablecimiento de un nue-
puede hablar de un "sistema de formación" si yo código de justicia criminal, a la introducción
no se conoce más que una serie de determinacio- y empleo de las circunstancias atenuantes, ai au-
nes diferentes y heterogéneas, sin lazos ni rela- mento de la criminalidad. Sin duda todos estas
ciones asignables? procesos han tenido lugar efectivamente, pera no
De hecho, estas dos series de cuestiones remi- han podido por sí solos formar objetos para el
ten ai mismo punto. Para captaria, restrinjamos discurso psiquiátrico; de praseguir la descripción
todavia más e! ejemplo anterior. En el dominio a este nivel, nos quedaríamos, esta vez, de la
tratado por la psicopatologia en el sigla XIX, se parte de acá de lo que buscamos.
ve aparecer muy pranto (desde Esquirol) toda Si en nuestra sociedad, en una época determi-
una serie de objetos pertenecientes ai registra de' nada, el delincuente ha sido psicologizado y pa-
la delincuencia: la homicidad (y el suicidio), tologizado, si la conducta transgresiva ha podido
los crímenes pasionales, los delitos sexuales, cier- dar lugar a toda una serie de objetos de saber,
tas formas de rabo, la vagabundez, y después, a es porque en el discurso psiquiátrico se ha hecho
través de e!los, la herencia, el media reurógeno, obrar un conjunto de relaciones determinadas.
los comportamientos de agresión o de autocasti- Relación entre planos de especificación como las
go, las perversiones, los impulsos criminales, la categorias penales y los grados de responsabili-
sugestibilidad, etc. No seria adecuado decir que dad disminuida, y planos de caracterización psi-
se trata en todo esta de las consecuencias de un cológicos (Ias facultades, las aptitudes, los grados
descubrimiento: desciframiento, un buen dia, por de desarrallo o de involución, los modos de re-
un psiquiatra, de una semejanza entre conductas acción ai media, los tipos de caracteres, adquiri-
criminales y comportamiento patológico; revela- dos, innatos o hereditarios). Relación entre la
ción de una presencia de los signos dásicos de instancia de decisión médica y la instancia de
la enajenación en ciertos delincuentes. Tales he- decisión judicial (relación, compleja a decir ver-
chos están más aliá de la investigación actual: dad, ya que la decisión médica reconoce total-
e! problema, en efecto, es saber lo que los ha he- mente la instancia judicial para la definición de!
cho posibles, y cómo esos "descubrimientos" han crimen, el establecimiento de sus circunstancias
podido ser seguidos de otros que se han vuelto a y la sanción que merece; pera se reserva el aná-
72 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 73

Iisis de su génesis y la estimación de la responsa- mostrar que es capaz de dar nacimiento simultá-
bilidad comprometida). Relación entre el filtro nea o sucesivamente a objetos que se excluyen,
constituido por el interrogatorio judicial, los in- sin que él mismo tenga que modificarse,
formes policiacos, IaInvestlgación y todo el apa- De ahí cierto número de observaciones y de
rato de la ínvestigación jurídica, y el filtro cons- consecuencias.
tituido por el cuestionario médico, los exãmenes 1. Las condiciones para que surja un objeto
clínicos, la búsqueda de los antecedentes y los re- de discurso, las condiciones históricas para que
latos biográficos. Relación entre las normas fami- se pueda "decir de él algo", y para que varias
liares, sexuales, penales dei comportamiento de personas puedan decir de él cosas diferentes, las
los indivíduos, y el cuadro de los sintomas pato- condiciones para que se inscriba en un dominio
lógicos y de las enfermedades de que son signos. de parentesco con otros objetos, para que pueda
Relación entre la restricción terapêutica en el establecer con ellos relaciones de semejanza, de
medio hospitaliario (con sus umbrales particu- vecindad, de alejamiento, de diferencia, de trans-
lares, sus criterios de curación, su manera de de- fiOrmación, esas condiciones, como se ve, sou nu-
limitar lo normal y lo patológico), y la restric- merosas y de importancia. Lo cual quiere decir
ción punitiva en la prisión (con su sistema de que no se puede hablar en cualquier época de
castigo y de pedagogia, sus criterios de buena con- cualquier cosa; no es fácil decir algo nuevo; no
ducta, de enmienda y de liberación). Son estas basta con abrir los ojos, con prestar atención, o
relaciones las que, ai obrar en el discurso psi- con adquirir conciencia, para que se iluminen ai
quiátrica, han permitido la formación de todo punto nuevos objetos, y que ai ras del suelo lan-
un conjunto de objetos diversos. cen 50 primer resplandor. Pero esta dificultad no
Generalicemos: el discurso psiquiátrico, en el es s610 negativa; no hay que relacionaria con
siglo XIX, se caracteriza no por objetos privile- algún obstáculo cuyo poder sería exclusivamente
giados, sino por la manera en que forma sus ob- el de cegar,trastornar, impedir el descubrimien-
jetos, por lo demás muy dispersos. Esta formación to, ocultar la pureza de la evidencia o la obsti-
tiene su origen én un conjunto de relaciones es- nación muda de las cosas mismas: el objeto no
tablecidas entre instancias de emergencia, de de- aguarda en los limbos el orden que va a Iibe-
Iimítación y de especiticación. Díríase, pues, que rarlo y a permitirle encarnarse eu una visible y
una formación discursiva se define (ai menos en- gárrula objetividad; no se preexiste a si mismo,
cuanto a. sus objetos) si se puede establecer se- retenido por cualquier obstáculo en los primeros
mejante conjunto; si se puede mostrar cómo cual- bordes de la luz. Existe en las condiciones posi-
quier objeto del discurso en cuestión encuentra tivas de un haz complejo de relaciones,
en él su lugar y su ley de aparición; si se puede 2. Estas relaciones se hallan establecidas entre
74 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 75
instituciones, procesos económlcos y sociales, for- ejemplo, los psiquiatras deI sigla XIX han podido
mas de comportamiento, sistemas de normas, téc- decír sobre las relaciones entre la familia y la
nicas, tipos de clasificación, modos de caracter i- eriminalidad, no reproduce, como es bien sabido,
zación; y estas relaciones no están presentes en el juego de las dependencias reales: pero tampoco
el objeto; no son ellas las que se despliegan cuan- reproduce el juego de las relaciones que hacen
do se hace su análisis; no dibujan su trama, la posibles y sostienen los objetos dei discurso psi-
racionalidad inmanente, esa nervadura ideal que quiátrico. Así, se abre todo un espacio articulado
reaparece en su totalidad o en parte cuando se la de deseripciones posibles: sistema de las relacio-
piensa en la verdad de su concepro. No definen nes primarias o reales, sistema de las relaciones
511 constitución interna, sino lo que le permite secundarias o reflexivas, y sistema de las relacio-
aparecer, yuxtaponerse a otros objetos, situarse nes q ue se pueden llamar propiamente discursi-
con relacíón a ellos, definir 5U diferencia, SU irre- Vas. El problema consiste en hacer aparecer la
ductibilidad, y eventualmente su heterogeneidad, especificidad de estas últimas y su juego con las
en suma, estar colocado en un campo de exte- otras dos.
rioridad, 4. Las relaciones discursivas. según se ve, no
3. Estas relaciones se distinguen ante todo de son internas del discurso: no ligan entre ellos
las relac~ones qu,: se podriap llama,r "primarias" los conceptos o las palabras: no establecen entre
y que, mdependlentementel de todo discurso o las frases o las proposiciones una arquitectura
de todo objeto de discurso, pueden ser descritas deductiva o retórica. Pera no 50n, sin embargo,
entre instituciones, técnicas, formas sociales, etc. Unas relaciones exteriores aI discurso que lo li-
Después de todo, es bien sabido que entre la mitarían, o le impondrían cíertas formas, o lo
família burguesa y el funcionamiento de las ins- obligarían, en cíertas circunstancias, a enunciar
tancias y de las categorias judiciales deI sigla ciertas cosas. Se hal1an, en cierto modo, en el
XIX existen relaciones que se pueden analizar por limite del discurso: le ofrecen los objetos de
si mismas. Ahora bien, no siempre pueden super- que puede hablar, o más bien (pues esta ima-
ponerse a las relaciones que son formadoras de gen dei ofrecimiento ~upone que los objetos es-
objetos: las relaciones de dependencía que se tán formados de un lado y eI discurso dei otro)
pueden asignar a ese nivel primario no se ex- determinan el haz de relaciones que el discurso
presan forzosamente en el planteamiento de re- debe efectuar para poder hablar de tales y cua-
laciones que hacen posibles los objetos de dis- les objetos, para poder tratarias, nombrarlog,
curso. Pero hay que distinguir además las rela- analizarlos, clasifícarlos, explicados, etc. Estas re-
ciones secundarias que se pueden encontrar laciones caracterízan no a la lengua que utiliza -.1
formuladas en el propio discurso: lo que, por discurso, no a las circunstancias en las cuales ·se
76 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 77
despliega, sino ai discurso mismo en tanto que carse y cómo se establecía su relación y división
práctica, con la neurología de un lado y la psicologia dei
Se puede ahora cerrar el análisis y ver en qué otro. Lo que se ha sacado a la luz es una unidad
medida realiza, y en qué medida igualmente mo- de otro tipo, que no tiene verosímilmente las
difica el proyecto inicial. mismas fechas, ni la misma superficie o las mis-
A propósito de esas figuras de conjunto que, mas articulaciones: pero que puede dar cuenta
de una manera insistente pero confusa, decían de un conjunto de objetos para los cuales el tér-
ser la psicologta, la economía, la gramática, la mino de psícopatologta no era más que una rú-
medicina, se queria saber qué clase de unidad brica reflexiva. .secundaria y clasificatoria. En
podia constituirias: lno serlan otra cosa que una fin, la psicopatologla se daba como una distipli-
reconstrucción posterior, a partir de obras sin- na, eu vía de renovación sin cesar, marcada sin
gulares, de teorias sucesivas, de nociones o de te- cesar por los descubrimientos, las críticas. los
mas, de los cuales unos hablan sido abandonados, errores corregidos; eI sistema de formación que
otros mantenidos por la tradición, otros recu- se ha definido se mantiene estable, Pero enten-
biertos por el olvido y vueltos a la luz después? dámonos: no son los objetos los que se mantienen
lNo serlan otra cosa que una serie de empresas constantes, Di e1 domínio que forman: no son si-
ligadas? quiera su punto de emergencia o su modo de
Se había buscado la unidad dei discurso dei caracterización; sino el establecimiento de una
lado de los objetos mismos, de su distribución, relación entre las superficies en que pueden apa-
dei juego de sus diferehcias, de su proximidad recer, en que pueden delimitarse, en que pueden
o de su alejamiento, en una palabra, de lo que analizarse y especificarse.
se da ai sujeto parlante: y, finalmente. ha habido Ya se ve: en las descripciones la exposición de
que ir a un planteamiento de relaciones que ca- cuya teoría acabo de intentar, no se trata de in-
racteriza la propia practica discursiva, descubrién- terpretar el discurso para hacer a través de él
dose asl no una configuración o una forma. sino una historia dei referente. En eI ejemplo elegido
un conjunto de regias que son inmanentes a una no se trata de saber quién estaba loco en tal
práctica y la definen en su especificidad. Por época, en qué consistía su .locura, Di si sus tras-
otra parte, se había utilizado, a titulo de punto tornos eran idénticos a los que hoy nos son fa-
de referencia, una "unidad" como la psicopato- miliares. Nonos preguntamos si los brujos eran
logía, De haberle querido fijar una fecha de na- locos ignorados y perseguidos, o si, en otro mo-
cimiento y un dominio preciso. hubiese habido mento, no ha sido indebidamente convertida en
sin duda que encontrar la aparición de la pala- objeto de la medicina una experiencia mística
bra, definir a qué estilo de análisis podia apli- o estética. No se trata de reconstituir lo que po-
78 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 7!
día ser la locura en sí misma, tal corno habría las regias que permiten formarlos como objetos
aparecido ai principio a cualquier experiencia de un discurso y constituyen así sus condicio
primitiva, fundamental. sorda, apenas articulada, t nes de aparición histórica. Hacer una historia de
y tal como habría sido organizada a continuación los objetos discursivos que no los hundiera en la
(traducida, deformada, disfrazada, reprimida qui- profundidad común de un suelo originaria, sino
zá) por los discursos y el juego oblicuo, con fre- que desplegara el nexo de Ias regularidades que
cuencia retorcido, de sus operaciones. Sin duda, rigen su dispersión,
tal historia del referente es posible; no se excluye Sin embargo, eludir el momento de las "co
en el comienzo el esfuerzo para desensamblar y sas mísmas", no es remitirse necesariamente al
liberar dei texto esas experiencias "prediscursi- análisis lingüístico de la significación. Cuando se
vas". Pera de lo que aquí se trata, no es de neu- describe la fonnación de los objetos de un dis
tralizar el discurso, dehacerlo signo de otra COSl curso, se intenta fijar el cornienzo de relaciones
y, de atravesar su espesor para a1canzar lo que que caracterizan una práctica discursiva; no se
permanece silenciosamente más allá de él: sino determina una organización de léxico ni las es
por el contrario mantenerlo en su consistencia, cansiones de un campo semántico: no se interroga
hacerlo surgir en Ia complejidad que le es pro- el sentido atribuido en una época a los términos
pia. En una pai abra, se quiere, totalmente, pres- "melancolia" o "locura sin delirio", ui la oposi
cindir de las "cosas". "Des-presentificarlas". Con- ción de contenido entre "psicosis" y "neurosis"
jurar su rica, henchida e inmediata plenitud, de Y no porque semejantes análisis se consideren
la cual se acostumbra hacer la ley primitiva de ilegítimos o imposibles; pera no son pertinen
un discurso que no se desviaría de ellas sino por tes cuando se trata de saber, por ejemplo, cómo
el errar, el olvido, la ilusión, la ignorancia o la ha podido la criminalidad convertirse en objeto
inercia de las creencias y de las tradiciones, o de peritaje médico, o cómo la desviación sexua
también por e1 deseo, inconsciente quizá, de no ha podido perfilarse como un tema posible de
ver y de no decir. Sustituir el tesoro enigmático discurso psiquiátrico. EI análisis de los conteni
"de las cosas" previas aI discurso, por la forma- dos léxicos define, ya sea los elementos de signi
ción regular de los objetos que sólo en él se di, Iicación de que disponen los sujetos parlantes en
bujan. Definir esos 01> jetos sin referencia ai [on- una época dada, o bien la estructura semántica
do de las cosas, sino refiriéndolos aI conjunto de que aparece en la superficie de los discursos ya
pronunciados. No concierne a la práctica discur
1 Esto se ha escrito contra Ul1 tema explícito eu la Histo-

ria de la Iocum, y presente repetidas veces, de manera es-


siva C01110 lugar en el. que se funna y se deforma
pccla] en el Prefacio. o aparece y se borra una pluralidad entrecruza
80 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS OBJETOS 81

da -a la vez superpuesta y con lagunas- de Iidad, no eI uso canónico de un vocabulario sino


objetos. eI régimen de los objetos. Las palabras y las co
No se ha enganado en esto la sagacidad de los sas es eI título -serio- de un problema; es el
comentaristas: de un análisis como el que em- título -irónico- dei trabajo que modifica su
prendo, las palabras se hallan tan deliberadamen- forma, desplaza los datos, y revela, a fin de cuen
te ausentes como las propias cosas; ni descripéión tas, una tarea totalmente distinta. Tarea que
de un voeabulario ni recurso a la plenitud viva consiste en no tratar -en dejar de tratar- los
de la experiencia. No se vuelve a la parte de acá discursos como conjuntos de signos (de elemen
dei discurso, cuando nada se ha dicho aún y tos significantes que envían a contenidos o a
apenas si las cosas apuntan en una luz gris; no representaciones), sino como prácticas que for
se pasa a la parte de aliá para recobrar las for- man sistematicamente los objetos de que hablan
mas que ha dispuesto y dejado tras de sí; nos Es indudable que los discursos están formados
mantenemos, tratamos de mantenernos al nível por signos; pero lo que hacen es más que utill
dei discurso mismo. Puesto que a ve~es hay que zar esos signos para indicar cosas. Es ese más lo
poner puntos sobre las íes aun de las ausencias que los vuelve irreductibles a la lengua y a la
más manifiestas, diré que en todas estas investiga- palabra. Es ese "más" lo que hay que revelan
ciones en las que hasta ahora he avanzado tan y hay que describir.
poeo, quisiera mostrar que los "discursos", tales
como pueden oírse, tales como pueden leerse en
su forma de textos, no son, como podría espe-
rarse, un puro y sim pie entrecruzamiento de co-
sas y de palabras: trama oscura de las cosas,
cadena manifiesta visible y coloreada de las pa-
labras; yo quisiera demostrar que el discurso no
es una delgada superficie de contacto, o de en-
frentamiento entre una realidad y una lengua,
la intrincación de un léxico y de una experien-
cia; quisiera demostrar con ejemplos precisos que
analizando los propios discursos se ve cómo se
afloja eI lazo ai parecer tan fuerte de las palabras
y de las cosas, y se desprende un conjunto de
regias adecuadas a la práctíca discursiva. Estas re-
gias definen no la existencia muda de una rea-
l.AS MODALII>ADES ENUNGIATlVAS
IV
del saber. Comporta tarnbién UH sistema de diíereu-
LA FORMAClúN DE LAS ciación y de relaciones (reparto de las atribuciones,
MODALIDADES ENUNCIATIVAS subordinación jerárquica, complementaridad funcio-
nal, demanda, trasmisión e intercambio de informa-
ciones) con otros individuas u otros grupos (lue po4
seen su propio estatuto (con el poder político y Sl1S
representantes, con el poder judicial, con diferentes
cuerpos profesionales, con las agru paciones religio-
Descripciones cualitativas, relatos biográficos, se- las y, en su caso, con los sacerdotes). Comporta tam-
fialamiento, interpretación y despiezo de los sig- bién cicrtc número de rasgos que definen su Iun-
nos, razonarnientos por analogia, deducción, es- cíonamiento en relación con el conjunto que la so-
timaciones estadísticas, verificaciones experimen- cíedad (el papel que se le reconoce ai médico según
tales y otras muchas formas de enunciados: he sea llamado por una persona privada o requerido,
aquí lo que se puede encontrar, en el sigla XIX, de una manera más o menos apremiante, por la so-
en los discursos de los médicos. De los unos a los çiedad, según ejerza un oficio o desempene una fun-
otros, ,qué encadenamiento, qué necesidad? ,Por ción: los clerechos de intervención y de decísíón que
qué éSIOS, y no otros? Habría que encontrar la se le recdnocen en estos diferentes casos; lo que se le
ley de todas estas enunciaciones diversas, y el. pide como vigilante, guardián y garante de la salud
lugar de donde vienen. de una población, de un grupo, de una familia, de
un individuo; la parte que detrae de la riqueza pú-
(1) Primera prcgunta: iQuién habIa? ,Quién, en blica o de los particulares; la forma de contrato, ex-
el conjunto de todos los individues par-lantes. tie- plfcito o implícito, que establece, ya (OU el grup:)
ne clerecho a emplear esta clase de lenguaje? ~Qllién en el que ejerce, ya con el poder que Ie ha confiado
es su titular? ,Quién recibe , de él SlI singularidad, una tarea, ya con eI cliente que Ie ha pedido un
sus prestigies. y de quién, en retorno, recibe ya que consejo, una terapêutica, una cu ración}, Este estatuto
no su garantía al menos su presunción de verdad? de los médicos es en general bastante curioso en to-
,Cuál es eI estatuto de los individuos que tienen -y das las [armas ele sociedad y de civilieación: casi
sólo eIlos- el derccho reglameutario o tradicional, nunca se trata de UH personaje indeferendado o in-
jurídicamente definido o espontaneamente acepta- tercambiable. La paI abra médica no puede proceder
do, de pronunciar semejante discurso? EI estatuto de cualquiera; su valor, SU eficácia, sus mismos po-
del médico comporta critérios de cornperencia y de deres terapéuricos, y de una muncru general su exis-
saber; institucioues, sistemas, normas pedagógicas; tencia como palabra médica, no son dlsoclables dcl
condiciones legules que dan derecho no sin fijar persona]e esrauuariameme defInido que tiene el de-
unos Iímites- a la práctica y a la experimentación fecho de articuiarla, relvindicanrío para clla el po-
der de conjurar el dolor y la muerte. Pero también
84 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS MODALIDADES ENUNCIATIVAS 85
se sabe que ese estatuto ha sido profundamente mo- cuencia de las enferrnedades, a los focos de contagio,
dificado, en la civilizaci6n occidental a fines deI a las enfermedades profesionales) que pueden ser
sigla XVIII y en los comienzos deI XIX, cuando la proporcionadas ai médico por las administraeio-
salud de las poblaeiones se convirtió en una de las nes, por otros médicos, por sociólogos, por geó~
normas econômicas requeridas por las sociedades in- grafos. Tambíén estas diversos "ámbitos" dei dis-
dustriales, curso médico han sido profundamente modificados
b) Es preciso describir también los âmbiias insti- en el sigla XIX: la ímportancia dei documento no
tucionales de los que eI médico saca su discurso, y cesa de aumentar (disminuyendo en igual medida
donde éste encuentra su origen legítimo y su punto la autoridad deI libro o de la tradición): el hospital,
de aplicación (sus objetos específicos y sus instru- que no había sido más que un lugar de citas para el
mentos de verifícación). Estas ámbitos son para nues- discurso sobre las enfermedades y que cedia en im-
tras sociedades: eI hospital, lugar de una observación portancia y en valor a la práctica privada (en la
constante, codificada, sistemática, a cargo de un per. que las enfermedades abandonadas a su media na-
sonal médico diferenciado y jerarquizado, y que tural debían revelarse, en el siglo XVIII, en su verdad
puede constituir así un campo cuantificable de fre- vegetal), se convierte entonces en el lugar de las ob-
cuencias; Ia práctica privada, que ofrece un domí- servaciones sistemáticas y homogêneas, de las con-
nio de observaciones más aleatórias, mucho menos frontaciones en amplia escala, dei establecirniento de
numerosas, con más lagunas; pero que permiten a las frecuencias y de las probabilidades, de la anula-
veces comprobaciones de alcance cronológico más ción de las variantes individuales, en una palabra, el
extenso, con un conocirniento mejor de los ante- lugar de aparición de la enfermedad, no ya como
cedentes y dei media; el laboratorio, lugar auté, especie singular que despliega sus rasgos esenciales
nomo, durante mucho tiempo distinto dei hospital. bajo la mirada deI médico, sino como proceso me-
y donde se establecen eiertas verdades de orden ge- dio, COR sus puntos de referencia significativos, 8US
neral sobre el cuerpo humano, la vida; Ia enferme- límites y sus posibilidades de evolución. Igualmente,
dad, las lesiones, que suministra ciertos elementos' dei fue en el sigla XIX cuando la práctiea médica coti-
diagnóstico, ciertos signos de la evolución, ciertos diana se ha incorporado el laboratorio como lugar
criterios de la curacién, y que permite experimenta- de un discurso que tiene las mismas normas experi,
ciones terapéuricas: finalmente, lo que podría Ua~ mentales que la física, la química o la biologia.
marse "Ia biblioteca" o el campo documental, que c) Las posiciones deI sujeto se definen igual-
com prende no sólo los libras o tratados tradicional- mente por la siruación que le es posible ocupar
mente reconocidos como válidos, sino también el en cuanto a los diversos dominios o grupos de
conjunto de los informes y observaciones publicados objetos: es sujeto interrogante de acuerdo con
y trasmitídos, asl como la rnasa de informaciones cierto patrón de interrogaciones explícitas o no, y
estadísticas (concernientes ai media social, ai clima, oyente segün cierto programa de infonnación; es
a las epidemias, ai índice de mortalidad, a la Ire- sujeto que mira, según una tabla de rasgos caracter ís-
86 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
LAS MODALIDADES ENUNCIATIVAS 87
ricos, y que registra según un tipo descriptivo: está Si en el discurso clínico, el médico es sucesi-
situado a una distancia perceptiva óptima cuyos vamente eI interrogador soberano y directo, el
limites circunsrriben la textura de la inforrnación ojo que mira, el dedo que toca, el órgano de
pertinente; utiliza intermediarias ínstrumentales que desciframiento de los signos, el punto de in te-
modifican Ia escala de la información, desplazan aI gración de descri pciones ya hechas, eI técnico de
sujeto en relación con el nivel perceptivo media o laboratorio, es porque todo un haz de relaciones
inmediato, aseguran su paso de L1n nível superficial se encuentra en juego. Relaciones entre el espa-
a un nivel profundo y lo hacen circular en el espacio cio hospitalario como lugar a la vez de asisten-
interior del cuerpo: de los sintomas manifiestos a los cia, de observación purificada y sistemática y de
órganos, de los órganos a los tejidos, y de los tejidos, terapéutica, parcialmente probada, parcialmente
finalmente, a las células. A estas situ aciones percep- experimental, y todo un grupo de técnicas y de
tivas hay que afiadir las posiciones que el sujeto pue- códigos de percepción dei cuerpo humano, tal
de ocupar en la red de las informaciones (en la en- como está definida por la anatomia patológica;
sefianza teórica o eo la pedagogia hospitalaria; en
relaciones entre el campo de las observaciones inv
eI sistema de la comunicación oral o de la documen-
mediatas y el dominío de las informaciones ya
tación escrita: como emisor y receptor de observa-
adquiridas; relaciones entre el papel dei médico
clones, de informaciones, de datos estadísticos, de
proposiciones teóricas generaIes, de proyectos o de como terapeuta, su papel de pedagogo, su papel
decisiones). Las diversas situ aciones que puede ocu- de relevo en la difusión dei saber médico, y su
par el sujeto deI discurso médico han sido redefinidas papel de responsable de la salud pública en el
en los comienzos del siglo XIX con la organización ámbito social. Entendida como renovación de los
de un campo perceptivo totalmente distinto (dispues- puntos de vista, de los contenidos, de las formas y
to en profundidad, manifestado por cambios ins- deI estilo mismo de la descripción, de la utiliza-
trumentales, despIegado por las técnicas quirúrgicas ción de los razonamientos inductivos o de proba-
o los métodos de la autopsia, centrado en torno bilidades, de los tipos de asignación de la causa-
de los focos de lesión), y con el establecimiento de Iidad, en una palabra como renovación de las
nnevos sistemas de registro de notación, de descríp. modalidades de enunciación, la medicina clínica
ción, de clasificación, de integración en series nu- no debe tomarse por el resultado de una nueva
méricas y en estadísticas, con la ínstitución de nue- técn ica de observación -Ia de la autopsia que se
vas formas de enseãanza, de establecímíento de cir- practicaba desde hacía mucho tiempo antes dei
cuito de las informacíones, de relación con los de- sigla XIX-; ni como el resultado de la investiga-
más dominios teóricos (ciencias o filosofia) y coo las
ción de las causas patógenas en las profundidades
demás instituciones (de orden administrativo, polí-
del orgauismo -Morgagni la hacía ya a mediados
tico o econômico).
deI siglo XVlI!-; ni como el efecto de esa nueva
LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LAS MODALIDADES ENUNClATlVAS 89
institución que era la clínica hospitalaria -exis· trínseca. No se ha querido tampoco referir a un
ria desde hacia décadas en Austria y en Italia-; acto de fundación o a una conciencia constitu-
ni como el resultado de la introducción del con- yente el horizonte general de racionalidad sobre
cepto de tejido en el Tratado de las membranas, el cual se han ido destacando poco a poco los
de Bichat. Antes bien, como el establecimiento de progresos de la medicina, sus esfuerzos para po-
relaciones en el discurso médico de cierto número nerse en línea coo las ciencias exactas, e1 mayor
de elementos distintos, de los cuales unos concer- rigor de sus métodos de observación, y la lenta,
nían aI estatuto de los médicos, otros ai lugar ins- la difícil expulsión de las imágenes o de los fan-
titucional y técnico de que hablaban, otros a su tasmas que la habitan, la purificación de su sis-
posición como sujetos que percibían, observaban, tema de razonamiento. Eu fin, no se ha intentado
describían, ensefíaban, etc. Puede decirse que este describír la génesís empírica ni los diversos com-
establecimiento de relaciones de elementos dife- ponentes de la mentalidad médica: cómo se ha
rentes (algunos de los cuales son nuevos y otros desplazado e! interés de los médicos, de qué mo-
preexistentes) ha sido efectuado por el discurso delo teórico o experimental han sufrido la in-
clínico: es él, en 'tanto que práctica, e! que ins- fluencia, qué filosofía o qué temática moral ha
taura entre todos ellos un sistema de relaciones definido el clima de su reflexión, a qué preguntas,
que no, está "realmente" dado ni constituido de a qué exigencias tenían que responder, qué es-
antemano, y que si tiene una unidad, si las mo- fuerzos hubieron de hacer pará liberarse de los
dalidades de enunciación que utiliza o a que da prejuicios tradicíonales, qué vias han seguido para
lugar no están sirnplemente yuxtapuestas por una la unificación y la coherencia jamás cumplidas,
serie de contingencias históricas, se debe a que hace jamás alcanzadas de su saber. En suma, no se atrí-
actuar de manera constante ese haz de relaciones. buyen las modalidades diversas de la enunciación
Una observación más. Después de haber com- a la unidad de un tema, ya se trate dei tema con-
probado la disparidad de los tipos de enuncia- siderado como pura instancia fundadora de ra-
ción en e! discurso clínico, no se ha tratado de cíonalidad, o de! tema considerado como función
reducirla haciendo aparecer las estructuras for- empírica de síntesis. Ni el "conocer", ni los "co-
males, las categorfas, los modos de encadenamien- nocimientos".
to lógico, los tipos de razonamiento y de induc- En el anál isis propuesto, las diversas modali-
ción, las formas de análisis y de síntesis que han dades de enunciación, en lugar de remitír a la
podido ser empleados en un discurso; no sé ha síntesis o a la función unificadora de un sujeto,
querido despejar la organización racional que es manifiestan su dispersión.' A los diversos estatu-
capaz de dar a enunciados como los de la medi- 1 A tal respecto, la expreeíõn de "mirada médica" em-

cina lo que com portan en cuanto a necesidad in- pleada en El nacimíento de la clínica no era muy feliz.
90 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
V
tos, a los diversos ãmbitos, a las diversas posiciones LA FORMAClúN DE
que puede ocupar o recibir cu ando pronuncia un LOS CONCEPTOS
discurso. A la discontinuidad de los planos desde
los que habla, Y si esos planos están unidos por
un sistema de relaciones, éste no se halla estable-
cido por la activídad sintética de una conciencia
idéntíca a si mísma, muda y previa a toda pala-
bra, sino por la especificidad de una práctica dis- Quizá la familia de conceptos que se perfila en
cursiva. Se renunciará, pues. a ver en el discurso la obra de Linneo (e igualmente la que se en
un fenómeno de expresión, la traducción verbal cuentra en Ricardo, o en la gramática de Port
de una síntesis efectuada por otra parte; se bus- Royal) pueda organizarse en un conjunto cohe
cará en él más bien un campo de regularidad rente. Quizá se podría restituir la arquitectura
para diversas posiciones de subjetividad. EI dis- deductiva que forma. En todo caso la experien
curso, concebido aSÍ, no es la manifestación, ma- cia merece ser tentada... y lo ha sido varias
jestuosamente desarrollada, de un sujeto que píen- veces. Por el contrario, si se toma una escala más
sa, que conoce y que lo dice: es, por el contra- amplia, y se eligen como puntos de referencia
rio, un conjunto donde pueden determinarse la disciplinas como la gramática, o la economia, o el
dispersión del sujeto y su discontinuidad consigo estudio de los seres vivos, el juego de los concep
mismo. Es un espacio de exterioridad donde se tos que se ven aparecer no obedece a condicio
despliega una red de ámbitos distintos. Acabo de nes tan rigurosas: su historia no es, piedra a
demostrar que no era ni por las "palabras", 111 piedra, la construcción de un edificio. ,Habra
por las "cosas" con lo que había que definir el que dejar esta dispersión( a la apariencia de su
régimen de los objetos propios de una formación desorden y ver en ella un serie de sistemas con
discursiva; dei mismo modo hay que reconocer ceptuales cada cual con su organización propia
ahora que no es ni por el recurso a un sujeto y articulándose únicamente, ya sobre la perma
trascendental, ni por el recurso a una subjetivi- nencia de los problemas, ya sobre la continuida
dad psicológica como hay que definir el régimen de la tradición, ya sobre el mecanismo de las in
de sus enunciaciones. fluencias? ,No se podría encontrar una ley que
diera cuenta de la emergencia sucesiva o simul
tánea de conceptos dispares? ,No se puede en
centrar entre ellos un sistema de concurrencias
que no sea una sistematicidad lógica? Más que
92 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS 93
querer reponer los conceptos en un edifício de- manera de transcribir lo que se observa y de resti-
du~t,ivo virtual, habria que describir la organi- tuir, ai hilo de los enunciados, un recorrido percep-
zacion dei campo de enunciados en el que apare- tivo; es la relación y el juego de subordinaciones
cen y circulan. entre describír, articular en rasgos distintivos, carac-
terizar y c!asificar; es la posición reciproca de las ob,
a) Esta organización comporta en primer lugar servaciones particulares y de los principias genera-
formas de sucesiôn, Y entre ellas, las diversas OT- les; es el sistema de dependencia entre lo que se ha
denaciones de las series enunciatioas (ya sea eI ardeu aprendido, lo que se ha visto, lo que se ha deducido,
de las inferencias, de las implicaciones sucesivas y lo que se admite como probable, lo que se postula.
de los razonamientos demostrativos; o eI orden de La Historia natural, en los siglas XVII y XVIII, no es
las descripciones. los esquemas de generalización o simplemente una forma de conocimiento que ha da"!
de especificación progresiva a que obedeceu, las dis- do una nueva definición a los conceptos de "géne,
tribuciones especiales que recorren; o el orden de los ro" o de "caracter", y que ha introducido conceptos
relatos y Ia manera en que los accntecimientos deI nuevos como el de "clasificación natural", o de "ma.
tiempo se hallan repartidos en la serie Iineal de los mífero": es, ante todo, un conjunto de regias para
enunciados); los diversos tipos de dependencia de poner en serie unos enunciados, un conjunto de es·
los. enunciados (que no siempre son idénticos oi su- quemas obligatorio de dependencias, de orden y de
perponibles a las sucesiones manifiestas de Ia serie sucesiones en que se distrihuyen los elementos re-
e.nunc~a.tiva.: así en cuanto a la dependenda hípõre, currentes que puedan valer como conceptos,
s~s-.venflc~clón; asercíón-crftica, ley general.aplí-a, b) La configuración dei campo enunciativo com-
ción particular), los diversos esquemas retóricos, se. porta también formas de coexisiencia. Éstas dibujan
gún los cuales se pueden combinar grupos de enun- ante todo un campo de presencia (y con elJo hay
ciados (cómo se encadenan Ias unas con Ias otras que entender todos los enunciados formulados ya
descripciones, deducciones, definiciones, cuya seri~ en otra parte -y que-se repiten en un discurso a ti.
c~racteriza la .arquitectura de un texto). Sea por tulo de verdad admitida, de descripción exacta, de
eJe~plo el ca".". de la Historia natural en la época razonamiento fundado o de premisa necesaría:
c!áslca: no utiliza los mismos conceptos que en el hay que entender tanto los que son criticados, dis-
s~glo .XVI; algunos que son antíguos (género, espe- cutidos y juzgados, como aquellos que son rechaza-
cie, Signos) cambian de utilización; otros (como eI dos o excluídos); en ese campo de presencia, las re-
de estructura) aparecen; otros aún (el de organis- laciones instauradas pueden ser deI orden de la ve..
mo) se formarán mjs tarde; pero lo que se modificó rificación experimental, de la validación lógica, de
en el sigla XVII, y regirã la aparición y Ia recurren, la repetición pura y simpie, de la aceptación justifi-
cia de los conceptos para toda la Historia natural cada por la tradición y la autoridad, dei comentario,
es la. disposición general de los enunciados y su co: de la búsqueda de las significaciones ocultas, dei
Iocación en serie enconjuntos determinados; es la análisis dei error. Estas relaciones pueden ser explf-
94 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS 95
citas (y a veces incluso formuladas en tipos de enun- ya ni admitidos ni discutidos, que no defi?en ya p~r
ciados especializados: referendas, discusiones crtti- consiguiente ni un cuerpo de verdades m un domí-
cas), o implícitas y comprendidas en los enunciados nio de vali dez, sino respecto de los cuales se esta-
ordinarios. Aqui tambíén es fácil comprobar que blecen relaciones de filiación, de génesis, de trans-
el campo de presencia de la Historiá natural en la formación de continuidad y de discontinuidad his-
época clásica no obedece a Ias mismas formas, oi a tórica): así es como el campo de memoria de la
los mismos críterios de eleccíón, oi a los rnismos Hístoria natural aparece, desde Tournefort, como
princípios de exclusión que en la época en que AI. singularmente estrecho y pobre en sus formas, com-
drovandi recogia en un solo texto todo lo que sobre parado con eI campo de memória, tan amplio: tan
los monstruos había podido ser visto, observado, acumulativo, tan bien especificado. que se dio la
contado, mil veces referido de uno eo otro, imagina- biologia a partir dei siglo XIX; aparece, por eI. con-
do incluso por los poetas. Distinto de ese campo de trario, como mucho mejor definido y mejor articula-
presencia, se puede describir además un campo de do que el campo de memoria que rodea en el R~­
concomitancia (se trata COlances de los enunciados nacirniento la história de las plantas y de los aru-
que conciernen a otros muy distintos domínios de males, porque entonces se distinguia apenas deI cam-
objetos y que pertenecen a tipos de discurso total- po de presencia: tenía la misma extensión y la
mente diferentes, pero que actúan entre los enun- misma forma que él, e implicaba las mismas rela-
ciados estudiados: ya sirvan de confirmaeión ana- ciones.
lógica, ya sirvan de principio general y de premisas c) Se pueden, finalmente, definir los pro~edimien.
aceptadas para un razonamiento, ya sirvan de mo- los de intervención que pueden ser legitimamente
delos que se pueden transferir a otros contenidos, o aplicados a los enunciados. Estas procedimiento~, en
ya funcionen como ínstancia superior con la que hay efecto, no son los rnismos para todas las forma ciones
que confrontar y a la que hay que someter ai menos discursivas; las que en ellos se encúentran uti1i~adas
algunas de las proposicíones que se afirman): as! (con exclusión de todas las demás), las relaciones
el campo de concomitancia de la Historia natural que las ligan y el conjunto que constituyen de este
en la época de Linneo y de Buffon se define por modo permiten especificar cada una de e~las: Estos
cierto número de referéncias a la cosmologia, a la procedimientos pueden aparecer: en las tecnl:~ de
histeria de la tierra, a la filosofia, a la teologia, a la reescritura (como, por ejemplo, las que permrtrerorr
Escritura y a la exégesis bíblica, a las matemáticas a los naturalistas de la época clásica reescribir des-
(bajo la forma muy general de una ciencia dei or- cripciones lineales eu cuadros c1asificatorios q~e no
den): y todas estas relaciones la oponen tanto aI dis- tienen ni las mismas leyes ni Ia misma configura-
curso de los naturalistas dei sigla XVI, como ai de ción que las listas y los grupos de parentesc~ e.sta-
los biólogos dei XIX. Finalmente, el campo enuncia- blecídos en la Edad Media o durante el Renacímíen-
tivo comporta 10 que se podrfa llamar un domínio to); en métodos de transcrípción de los enunciados
de memoria (se trata de los enunciados que no son (articulados en la lengua natural) según una lengua
LA FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS 97
96 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
de construcción formal, otros, hábitos retóricos;
más o menos formalizada y artificial (se encuentra unos definen la configuración interna de un tex-
el proyecto y hasta cierto punto la realización en to; otros, los modos de relaciones y de interfe-
Linneo y en Adanson); los modos de traducción de rencia entre textos diferentes; unos son caracte-
los enunciados cuantitativos en formulaciones cua-
rístícos de una época determinada, otrOS tienen
litativas y reciprocamente (establecimiento de re-
un origen lejano y un alcance cronológico mu y
laciones entre medidas y descripciones puramente
perceptivas); los medias utilizados para acrecentar grande. Pero lo que pertenece propia~ente .a ~na
la aproximaciôn de los enunciados y refinar su exac- formación discursiva y lo que permite delimitar
titud (el análisis estructural según la forma, el nú- el grupo de conceptos, dispares no obstante, ~ue
mero, la disposición y la magnitud de los elementos le son especificos, es la manera en que esos dife-
ha permitido, a partir de Tournefort, una aproxima- rentes elementos se haIlan en relación los unos
ción mayor, y sobre todo más constante, de los enun- con los otros: la manera, por ejemplo, en que la
ciados descriptivos): la manera como se delimita de ordenación de las descripciones o de los relatos
nuevo -por extensión o restricción- el domínio de está unida a las técnicas de reescritura: la manera
validez de los en unciados (Ia enunciación de los en que eI campo de memoria está ligado a. Ias
caracteres estructurales se fue limitando de Tourne- formas de jerarquia y de subordinación que ngen
fort a Linneo, y se amplió de nuevo de Buffon a los enunciados de un texto; la manera en que
lussieu); la manera en que se transjiere un tipo de están ligados los modos de aproximación y de
enunciado de un campo de aplicación ai otro (como desarroIlo de los enunciados y los modos de crí-
la transferencia de la caracterizacíón vegetal a la ta-
tica, de comentarias, de interpretación de enun-
xonomía animal; o de la descripción de los rasgos
ciados ya formulados, etc. Este haz de relacio~es
superficíales a lca elementos internos deI organismo);
los métodos de sistematizacián de proposiciones que es lo que constituye un sistema de formación
existen ya, por haber sido formulados antes, pero se- conceptual.
paradamente; o además los métodos de redistribu- La descripción de tal sistema no podrfa equi-
dón de enunciados ligados ya los unos a los otros, valer a una descripción directa e inmediata de
pera que se recomponen en un nuevo conjunto los conceptos mismos, No se trata de hacer su
sistemático (así Adanson reordenando las caracte- lista exhaustiva, de establecer los rasgos comu-
rizaciones naturales que habían podido ser hechas nes que puedan tener, de hacer su clasificación.
antes de él o por él mismo, en un conjunto de des- de medir la coherencia interna o probar su com-
cripciones artificiales cuyo esquema previa se formó patibilidad mutua; no se toma como objeto de
por medio de una combinatoria abstracta). análisis la arquitectura conceptual de un . tex~o
aislado, de una obra individual o de una crencia
Estos elementos cuyo análisis se propone son en un momento dado. Lo que hay que hacer es
bastante heterogéneos. Unos constituyen regias
LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS 99
colocarse a cierta distancia de este juego concep- Y derivación- no designan unos co~ceptos, ~fec­
tual manifiesto, e intentar determinar de acuer- tivamente utilizados por los gramáticos clásicos:
do con qué esquemas (de seriación, de agrupa- no permiten tampoco reconstituir, por enci~a de
mientos simultáneos, de modificación lineaI o las diferentes obras gramaticales, una especie de
reciproca) pueden estar ligados los enunciados sistema más general, más abstracto, más pobre,
unos con otros en un tipo de discurso; se trata pera que, por esta mismo, des.cubriria l~ com-
de fijar así cómo pueden los elementos recurren- patibilidad profunda de esos diferentes. s."temas
tes de los enunciados reaparecer, disociarse, re- opuestos en apariencia. Permiten describir:
cornponerse, ganar eu extensión o eu determina- I. Cómo pueden ordenarse y desarroIlarse los
cíón, volver a ser tomados eu el interior de diferentes análisis gramaticales, y qué formas de
nuevas estructuras lógicas, adquirir en desquite sucesión son posibles entre los análisis dei nom-
nuevos contenidos semânticos, constituir entre bre, los dei verbo y los de los adjetivos, los que
eIlos organizaciones parciales, Estas esquemas per- conciernen a Ia fonética y los que conciernen a
rniten describir, no las leres de construcción in- la sintaxis, los que conciernen a Ia lengua origi-
terna de los conceptos, no su génesis progresiva naI y los que proyectan una lengua artificial. Es-
e individual en eI espíritu de un hombre, sino tos diferentes órdenes posibles están prescritos
su dispersión anônima a través de textos, libras por Ias relaciones de dependencia que se pueden
y obras. Dispersión que caracteriza un tipo de fijar entre Ias teorias de Ia atribución,. de .t,a ar-
discurso y que define, entre los conceptos, formas ticulación, de Ia designación y de Ia derivación.
de deducción, de derivación, de coherencia, pera 2. Cómo Ia gramática general constituye para si
también de incompatibilidad, de entrecruzamien- un dominio de validez (según qué críteríos se pue-
to, de sustitución, de exclusión, de alteración de discutir en cuanto a Ia verdad O eI errar de
reciproca, de desplazamiento, etc. Semejante aná- una proposición) ; corno constituye para si un do-
lisis concierne, pues, eu un nivel eu cierto modo minio de normatividad (según qué criterios se
preconceptual, aI campo en que los conceptos excluyen ciertos enunciados como no pertinentes
pueden coexistir y a Ias regIas a que está some- para eI discurso, o como ínesenciales y. marginales,
tido ese campo. o como no científicos) ; cómo se constrtuye un do-
Para precisar lo que hay que entender aqui por minio de actualidad (que comprende las solucio-
"preconceptual", repetiré el ejemplo de los cua- nes logradas, que define los problemas presentes,
tro "esquemas teóricos", estudiados en Las pala- que sitúa los conceptos y Ias afirmaciones caídas
bras y las cosas, y que caracterízan, en los siglas en desuso).
XVII y XVIII, Ia Gramática general. Estas cuatro 3. Qué relaciones mantiene la gramática. gene-
esquentas -atribuciüll, articulación, designación ral con Ia matesis (con eI álgebra cartesiana y
100 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS 101

poscartesiana, con el proyecto de una ciencia ge- así no remite ni a un horizonte de idealidad ni
neral dei orden), con el análisis filosófico de Ia a una génesis empírica de Ias abstracciones. De
re~res~ntación y la teoría de los signos, con la una parte, no es un horizonte de idealidad, situa-
Histeria natural, los problemas de Ia caracteriza- do, descubierto o instaurado por un gesto fun-
ción y de 'la taxonomía, con eI análisis de Ias ri- dador, y hasta tal punto originario, que escaparía
q.uezas y de. los problemas de los signos arbitra- a toda inserción cronológica; no es, en los con-
nos de medida y de cambio: marcando estas re- fines de Ia historia un apríon ínagotable, a Ia
lacio~~s, se pueden determinar Ias vías que de un vez fuera dei tiempo, ya que escaparía a todo
domínio a otro permiten Ia circulación, el tras- comienzo, a toda restitución genética, y en retro-
lado,. Ias modificaciones de los conceptos, Ia al- ceso, ya que no podría ser jamás contemporáneo
teración de su forma o el cambio de su terreno de si mismo en una totalidad explícita. De he-
de aplicación. La red constituída por los cuatro cho, se plantea Ia cuestión aI nivel dei discurso
s~gmentos teóricos no define Ia arquitectura ló- mismo, que no es ya traducción exterior, sino
g.lca de to~os los conceptos utilizados por gramá- lugar de emergencia de los conceptos; no se li-
tiCOS; dibuja el espacio regular de su formación. gan las constantes deI discurso a Ias estructuras
4. Cómo han sido .simulténea o sucesivamente ideales dei concepto, sino que se describe Ia red
p-osibles (bajo Ia forma de la elección alternati- conceptual a partir de Ias regularidades intrínse-
va, de, Ia modificación o de' Ia sustitución) Ias cas dei discurso; no se somete Ia multiplicidad de
diversas. concepciones dei verbo ser, de la cópula, Ias enunciaciones a Ia coherencia de los concep-
dei radical verbal y de Ia desinência (esto en tos, ni ésta aI recogimiento silencioso de una idea-
c~anto aI esquema teórico de Ia atribuci6n); Ias lidad metahistórica: se establece Ia seríe inversa:
diversas concepciones de los elementos fonéticos se reinstalan las intenciones puras de no-contra-
dei alfabeto, dei nombre, de los sustantivos y de dicción en una red intrincada de compatibilidad
los adjetivos (esto en cuanto aI esquema teórico y de incompatibilidad conceptuaIes; y se refiere
de Ia articulaci6n) ; los diversos conceptos de nom- este intrincamiento a Ias regIas que caracterizan
bre propio y de nombre común, de demostrativo, una práctica discursiva. Por ello mismo, no es
~e raíz nominal, de sílaba o de sonoridad expre- ya necesario apelar a los temas dei origen in-
srva (esto en cuanto aI segmento teórico de Ia definidamente retraído y dei horizonte inagota-
de~i~naci6n) ; los diversos conceptos de lenguaje ble: Ia organización de un conjunto de regIas,
original y derivado, de metáfora y de figura, de en Ia práctica dei discurso, aun en eI caso de que
lenguaje poético (esto en cuanto aI segmento no constituya un acontecimiento tan fácil de
teórico de Ia derivaci6n). situar como una formulación o un descubrimien-
El nivel "preconceptual" que se ha liberado to, puede estar determinado, sin embargo, en eI
102 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS 101

elemento de la historia; y si es inagotable lo es temática, confrontar de una región a otra, las


J

en eI sentido de que el sistema perfectamente regias de formación de los conceptos: asl se ha


descriptible que constituye, da cuenta de un jue- probado a poner de manifiesto las identidades y
go muy considerable de conceptos y de un nú- las diferencias que esos conjuntos de regias pue
mero muy importante de transformaciones que den presentar, en la época c1ásica, en la Gramá
afectan a la vez esos conceptos y sus relaciones. tica general, en la Historia natural y en el Anã
Lo "preconceptual" descrito así, en lugar de di- lisis de las riquezas. Esos conjuntos de regias son
bujar un horizonte que viniera dei fondo de la lo bastante específicos en cada uno de esos domi
historia y. se man.tuviera a través de ella, es por Dias para caracterizar una formación discursiva
el contra:to, ai nivel más "superficial" (ai nivel singular y bien individualizada; pera presentan
de los discursos), el conjunto de las regias que las suficientes analogías para ver esas diversas
en él se encuentran efectivamente aplicadas. formaciones constituyendo un agrupamiento dis
Vemos que no se trata tampoco de una génesis cursivo más vasto y de un nivel más elevado. En
de las abstracciones, intentando encontrar- la se- todo caso, las regias de formación de los concep
rie de las operaciones que han permitido cons- tos, cualquiera que sea su generalidad, no son el
tituirias: intuiciones globales, descubrimientos de resultado, depositado en la historia y sedimenta
casos particulares, temas imaginarias puestos fue- do en el espesor de los hábitos colectivos, de ope
ra de circuito, encuentro de obstáculos teóricos raciones efectuadas por los individuas; no com
o técnicos, recursos sucesivos a modelos tradicio- tituyen el esquema descarnado de todo un tra
nales, definición de la estructura formal adecua- bajo oscuro, en el curso dei cual los conceptos
da, etc. En el análisis que se propone aqui, las hubieran aflorado a través de las ilusiones, los
regias de formación tienen su lugar no en la prejuicíos, los errares, las tradiciones. EI campo
"mentalídad"
. o la conciencia de los individuas , preconceptual deja aparecer las regularidades
s~no. eu eI dis?urso mismo: se imponen, por con- y compulsiones discursivas que han hecho posible
siguiente, segun una especie de anonimato uni- la multiplicidad heterogénea de los conceptos, y
forme, a todos los individuas que se disponen a más aliá todavía, la abundancia de esos temas, de
hablar en ese campo discursivo. Por otra parte, esas creencias, de esas representaciones a las que
no se las supone universalmente valederas para acostumbramos dirigirnos cuando hacemos la his
todos los dominios, cualesquiera que éstos sean; toria de las ídeas,
se las describe siempre en campos discursivos de- Para analizar las regias de formación de los
terminados, y 1'0 se les reconoce desde el primer objetos, se ha visto que no se debía ni enraizarias
momento posibilidades indefinidas de extensión. en las cosas ni referirias ai dominio de las pala
Todo lo más, se puede, por una comparación sis- bras; para analizar la formación de los tipos enun
104 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS

ciativos, no se debía referirlos ni aI sujeto de co- VI


nocimiento, ni a una individualidad psicológica.
Tampoco, para analizar la formación de los con- LA FORMACIóN DE
ceptos, se debe referirlos ni ai horizonte de la
LAS ESTRATEGIAS
idealidad, ni ai caminar empírico de las ideas.

Discursos como la economia, la medicina, la gra-


mática, la ciencia de los seres vivos, dan lugar a
ciertas organizaciones de conceptos, a cíertos Te-
agrupamientos de objetos, a ciertos tipos de enun-
ciación, que forman según su grado de coheren-
cia, de rigor y de estabilidad, temas o teorías:
tema, en la gramática dei siglo XVIlI, de una len-
gua originaria de la que se derivarían todas las
dernás, y cuyo recuerdo, a veces descifrable, lle-
varían consigo; teoria, en la filologia dei siglo
XIX, de un parentesco -filiación o primazgo-
entre todas las lenguas indoeuropeas, y de un
idioma arcaico que les habría servido de punto
de partida común; tema, en el siglo XVIlI, de una
evolución de las especies que desartolla en eI
tiempo la continuidad de la naturaleza y explica
las lagunas actuales dei cuadro taxonómico; teo-
ria, entre los fisiócratas, de una circulación de
las riquezas a partir de la producción agrícola.
Cualquiera que sea su nivel formal, se llamará,
convencionalmente, "estrategias" a estas temas y
teorías. EI problema es saber cómo se distribuyen
en la historia. (Una necesidad que las encadena,
las hace inevitables, las lIama exactamente a su
lugar, a las unas tras de las otras, y hace de ellas
106 LAS REGULARIDADES DiSCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LAS E,~TRATEGIAS 107

problema? ,0
como las soluciones sucesivas de un solo y mismo
unos encuentros aIeatorios entre
ideas de origen diverso, infi uencias, descubri-
junto de! discurso psiquiátrico en su especifici-
dad, la formación de esos objetos. En EI naci-
miento de la clinicá, e! punto esenciaI de la
mientos, climas especulativos, modelos teóricos Investigación era la manera en que se habían
que la paciencia o eI genio de los individuas dis- modificado, a fines dei sigla XVIII y comienzos deI
pusieran en conjuntos mejor apear constitui- xrx, las formas de enunciación dei discurso mé-
dos? A menos que no sea posible encontrar entre dico; e! análisis había, pues, operado menos sobre
ellas una regularidad y que se esté en disposición la formación de los sistemas conceptuales, o sobre
de definir el sistema común de su formación. Ia de las elecciones teóricas, que sobre e! estatu-
En cuanto aI análisis de estas estratégias, me to, el emplazamiento institucional y la situación
es bastante difícil entrar en el detalle. La razón y modo de inserción dei sujeto disertante. En
es sencilla: en los diferentes dominios discursivos fin, en Las paIabras y las 'Cosas, e! objeto deI es-
cuyo inventario he hecho, de una manera sin du- tudio lo constituían, en su parte principal, las
da bastante titubeante y, sobre todo en los co- redes de conceptos y sus regIas de formación
o mienzos, sin control metódico suficiente, se trata- (idénticas o diferentes) , tales como podían loca-
ba siempre de describir la formación discursiva Iizarse en la Gramática general, la Historia na-
en todas sus dimensiones, y de acuerdo con SllS tural y e! Análisis de las riquezas. En cuanto a
caracterlsticas propias: había, pues, que definir las elecciones estratégicas, su lugar y sus implica-
cada vez las regias de formación de los objetos, ciones han sido indicados (ya sea, por ejernplo,
de las modalidades enunciativas, de los concep- a propósito de Linneo y de Buffon, o de los fi-
tos, de las elecciones teóricas. Pero ocurría que siócratas y de los utilitaristas); pera su localiza-
e! punto difícil del análisis y lo que reclamaba ción no ha pasado de ser sumaria, y el análisis
mayor atencíón no eran siempre los mismos. En no se ha detenido apenas sobre su formación.
la Historía de la Iocura, se trataba de una forma- Hemos de decir que e! análisis de las elecciones
ción discursiva cuyos puntos de elección teóricos teóricas permanece aún en e! te!ar hasta un es-
eran bastante fáciIes de fíjar, cuyos sistemas con- tudio ulterior en el que podría ocupar lo esen-
ceptuales eran relativamente poco numerosos y ciaI de la atención. Por e! momento, es posible
sin compIejidad, cuyo régimen enunciativo en fin tan sóIo indicar las direcciones de la investigación.
era bastante homogéneo y monótono. Por e! con- Podrían resumirse así:
trario, lo que planteaba problemas era la emer-
gencia de todo un conjunto de objetos, muy en- I. Determinar los puntos de diiraccion posibles dei
redados y compIejos; se trataba de describir ante discurso. Estas puntos se caracterizan en primer lu-
todo, para fijar los puntos de referencia de! con- gar como puntos de incompatibilidad: dos objetos, o
108 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS 109

dos tipos de enunciación, o dos conceptos, pueden ción del valor y de los precios, o de la renta te-
aparecer en la misma formación discursiva. sin po~ rritorial; no se considera que esté constituido por
der ~ntrar -50 pena de contradicción manifiesta o las ideas de Cantillon sucediendo a las de Petty,
inconsccuencia.; eu una sola serie de enunciados. por la experiencia de Law elaborada sucesivarnen,
S~ caract~,rizan después como puntos de equioalen, te por teóricos diversos, y por el sistema fisiocrático
ela: los .dos elementos incompatibles estén Icrmaqos en oposición a las concepciones utilitaristas. Se le
de la nll~~a manera y ~ ~artir de Ias mismas regIas; describe más bien como una unidad de distribución
sus condiciones de "apartClón son Idénticas: se sitúan que abre un campo de opciones posibles y permite
a H.fi mismo nivel. y en lugar de constitui~ UH puro que arquirecturas diversas y exclusivas las unas de
Y simple defecto de coherencia, forman una alter, las otras aparezcan juntas o por turno.
nativa: incluso si, según la cronología, no apareceu 2. Pero no todos los juegos posibles se han reali-
aI mismo tiempo, incluso si no han teuido la misma zado efectivamente: hay no pocos conjuntos parcia,
importancín y si no han estado representados de les, compatibilidades regionales, arquitecturas cohe-
manera igual eu la multitud de los enunciados efec, rentes que hubiesen podido ver la luz y que no se
ti vos, se presentan bajo la forma del "o bien ... o han manifestado. Para dar cuenta de las elecciones
bien". En fin, ~e caracterizan como puntos de engan_ que se han realizado entre todas aquellas que hu-
che de una sistematizaciôn: a partir de cada uno bieran podido realízarse . (y éstas únicamente) es
de esos elementos a la vez equivalentes e incomparí, preciso desctibir instancias específicas de decisión.
bles se ha deriv~uo. una serie cohererue de objetos, En la primera categoria de éstas, el papel que desem-
de formas enunciauvas y de conceptos (con nuevos pena el discurso estudiado en relación eon los que le
puntos de incompatibilidad, eventua~ente, en cada son contemporáneos y con él confinan. Es preciso,
seríe). En otros términos, las dispersiones estudiadas pues, estudiar Ia economia de la constelacián dis-
eu los ~i~eles prec~dentes no constituyen sirnplemen, cursiva la que pertenecc. Puede desempenar, en efec-
te desvíaciones, na-Identidades, series discontinuas, la- to, eI papel de un sistema formal del cual otros dis-
gunas; Ies sucede formar subconjuntos discursivos curso~ serían las aplicaciones a campos semânticos

aquel.los mism~s a los que de ordinario se atribuy~ diversos: puede ser, por el contrario, el de un mo-
una importancra mayor, como si fueran la unidad delo concreto que hay que aportar a otros discur,
inmediata y la materia prima de que están hechos sos de un nivel de abstracción más elevado (así la
los conjuntos discursivos más vastos ("teorías", "con- Gramática general, en los siglas XVII y XVIII, aparece
cepciones", "temas"). Por ejemplo, no se considera, como un modelo particular de la teoría general de
en un análisis como éste, que el Análisis de las ri- los signos y de la representación). El discurso es-
quezas, en el sigla XVIII, es la resultante (por via de tudiado puede hallarse también en una relación de
compo~ición simu.ltánea o de sucesión cronológica) analogía, de oposición o de complementaridad con
de varras concepciones diferentes de la moneda, del otros determinados discursos (existe, por ejemplo, re-
trueq ue de los objetos de necesidad, de la forma; lación de analogia, en la época clásica, entre elAnã,
110 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS MACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS UI

Iisis de las riquezas y la Historia natural; la primera lagunas. y esto por el sistema de formación de sus
es a la representación de la necesidad y deI deseo eJecciones estratégicas. De ahí e! hecho de que re-
lo que la segunda es a la representación de las per- asumida, colocada e interpretada eu una nueva cons-
cepciones y de los juicios; se puede notar tam- telación, una formación discursiva determinada pu~­
bíén que la Historia natural y la Gramática general de hacer que aparezcan posibilidades nuevas (asl en
se aponen entre si como una teoria de los caracteres la distribución actuaI de los discursos científicos, la
naturales y una teoría de los signos de convencióri, Gramática de Port-Royal o la Taxonomla de Lin-
ambas, a su vez, se oponen al analisis de Ias ,.riquezas neo, pueden liberar elementos que son, eu relación
como eI estudio de los signos cualitativos al de los con ellas, a la vez intrínsecos e inéditos): pero no se
signos cuantitativos de medida; cada une, en fin, trata entonces de un contenido silencioso que ha-
desarrolla uno de los tres papeles complementarias brla permanecido implícito, que habría sido dicho
deI signo representativo: designar, clasificar, inter. sin serlo, y que constituiria por debajo de los enun-
cambiar). Se pucde, en fin, describir entre varias ciados manifiestos una especie de subdiscurso más
discursos relaciones de delimitación recíproca, cada fundamental, volviendo aI fin ahora a la luz deI dia,
uno de los cuales se atribuye las seãales distintivas sino que se trata de una modificación en eI principio
de su singularidad por la diferenciaci6n de su domí- de exclusión y de posibilidad de las elecciones; mo-
nio, de sus métodos, de sus instrumentos, de su do. díficación debida a la ínserción en una nueva cons-
minio de aplicación (tales la psiquiatria y la me- telación discursiva.
dicina orgânica, que prácticamente no se distin. 3. La determinación de las elecciones teóricas real-
guían una de otra antes de los últimos afias dei si- mente efectuadas depende rambién de otra ínstan-:
glo XVII,I, y que a partir de ese momento establecen da. Ésta se caracteriza ante todo por la [unciôn que
una separación que las caracteriza). Todo es~ juego debe ejercer el discurso estudiado en un campo de
de relaciones constituye un principio de determina- prácticas no discursivas. Así, la Gra~ática gen~ral
ción que permite o excluye en el interior de un dis- ha desempenado un pape! en la práctica pedagógica;
curso dado cierto número de enunciados: hay siste- de una manera mucho más manifiesta y mucho más
matizaciones conceptuales, encadenamientos enuncia- , importante. el análisis de las riquezas ha desempe-
tivos, grupos'y organizaciones de objetos que h~bierall nado un papel. no sólo en las decisiones políticas y
sido posibles (y cuya ausencia aI nivel de sus regias económicas de los gobiernos, sino en las práctieas co-
propias de formación nada puede justificar), pero tidianas. apenas conceptualizadas, apenas teorizadas,
que han sido excluídos por' una constelacíón 'dis~ dei capitalismo nacíente, y en las luchas sociales y
cursiva de un niveI más elevado y de una extensión políticas que caracterizaran la época clásica. Esta
mayor. Una formación discursiva no ocupa, pues, instancia comporta rambíén el régimen y los pro-
todo el volumen posible que le abren por derecho cesos de apropiaciôn deI discurso; porque en nues-
los sistemas de formacíón de sus objetos, de sus tras sociedades (y en muchas otras, sin duda), la
enunciaciones, de 8US conceptos; tiene, por esencia, propiedad dei discurso -entendida a la vez como
112 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS 113
derecho de hablar, competeneia para comprender, diferentes estratégias que en ella se despliegan;
acceso lícito e inmediato al corpus de los enunciados en otros términos, si se puede mostrar cómo de-
formulados ya, capacidad, finalmente, para hacer en- rivan todas ellas (a pesar de su diversidad a veces
trar este discurso en decisiones, instituciones o prác- extrema, a pesar de su dispersión en el tiempo)
ricas-. está reservada de hecho (a veces incluso de de un mismo juego de relaciones. Por ejemplo,
unamanera reglamentaria) a urt grupo determina. el análisis de las riquezas en los siglos XVII Y
do de individuos; en las' sociedades burguesas que XVlII, está caracterizado por el sistema que pudo
se han conocido desde el sigla XVI, el discurso eco-
formar a la vez el mercantilismo de Colbert y el
nómico no ha sido jamás un discurso común (como
"neomercantilismo" de Cantillon; la estrategia de
tampoco el discurso médico, o el discurso literario,
Law y la de Paris-Duverney: la opción fisiocrá-
aunque de otro modo). Eu fih, esta instancia se
caracteriza por las posiciones posibles dei deseoen tica y 1;1' opción utilitarista. Y se habrá definido
relación con el discurso: éste, en efécto, p,'lede ser este sistema, si, se puede describir corno los puno
lugar de escenificación fantasmagórica, elemento
simbolización, forma deI entredicho, instrumente de
ee tos de difracción dei discurso econômico derivan
los unos de los otros, imperan unos sobre otros
satisfacción derivada (esta posibilidad de estar en y 'se impl ican (cómo de una decisión a propósito
relación con el deseo no se debe simplemente ai ejer- dei concepto de valor deriva un punto de elec-
,cicio poético, novelesco o imaginario deI discurso: ción a propósito de los precios) : cómo las elec-
Ios discursos sobre la riqueza. sobre la lengua, sobre ciones efectuadas dependen de la constelación ge·
la naturaleza, sobre Ia locura, sobre la vida y sobre la neral en la que figura el discurso económico (Ia
y
muerte, muchos otros, quizá, que son bastante más elección en favor de la moneda-signo está relacio-
abstractos, pueden ocupar en reladón con el deseo si- nada con el lugar ocupado por el análisis de las
tuaeiones bien determinadas). En todo caso, el anã-
riquezas, ai lado de la teoria dei lengua]e, dei
lisis de esta' instancia debe mostrar que ni la relación
análisis de las representaciones, de la matesis y
dei discurso con el deseo, ní los procesos de su apro-
piaeión, ni su papel entre las prácticas no discur-
de la ciencia dei ,orden) ; cómo esas elecciones es-
sivas, son extrínsecos a su unidad, a su caracterización tán ligadas con la función que ocupa el discurso
y aIas leyes de su forrnación. No son elementos per- económico '.~I). Ia práctica dei capitalismo nacien-
turbadores que, superponiéndose a su forma pura. te, con el proceso de apropiación de que es objeto
neutra. intemporal y silenciosa, la reprimiesen e hi, por parte deIa burguesia, con el papel que pue-
ciesen hablar en su lugar un discurso disfrazado, de desempefiarven Ia real ización de los intereses
sino más bien elemen tos formadores. y de los deseos. EI discurso econômico, en la épo-
ca clásica, se definía por una cierta manera cons-
Una formación discursiva será individualizada tante de relacionar posíbilidades de sistematiza-
si se puede definir el sistema de formación de las ción interiores de un discurso, otros discursos que
114 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS LA FORMACIÓN DE LAS ESTRATEGIAS 115
le son exteriores y todo un campo, no discursi- el contrario, deben ser descritas como maneras
vo, de prácticas, de apropiacíón, de intereses y de sistemáticamente diferentes de tratar objetos de
deseos. discurso (de delimitarlos, de reagruparIos o de
Hay que notar que las estrategias así descritas separarlos, de encadenarIos y de hacerlos derivar
no enralzan, de la parte de acá del discurso, en unos de otros) , de disponer formas de enuncia-
la profundidad muda de una elección a la vez ción (de elegirlas, de situarIas, de constituir se-
pr.eliminar y fu~damental. Todos esos agrupa- ries, de componerlas en grandes unidades retóri-
mientos de enunciados que hay que describir no cas) , de manipular conceptos (de darIes regias de
son .Ia ex.presión de una visión deI mundo que utilización, de hacerIos entrar en coherencias re-
hubiese s:do acufiada bajo las especies de las pa- gionales y de constituir asi arquitecturas concep-
labras, ru la traducción hipócrita de un interés tuales). Estas opciones no son gérmenes de dis-
q~e s~ abrigara bajo eI pretexto de una teorfa; ,Ia cursos (o éstos estarían determinados de antema-
historía natural en la época clásica es otra COSa no y prefígurados bajo una forma casi microscó-
que el' enfrentamiento, en los limbos que prece- pica) ; son maneras reguladas (y descriptibles co-
den a la historia manifiesta, entre una visión mo tales) de poner en obra pasibilidades de dis-
(linneana) de un universo estático, ordenado di- curso;
vidi~o en compartimientos y juiciosamente ~ro­ Pero estas estrategias no deben ser analizadas:
metido desde su origen aI cuadriculado clasifica- tampoco como elementos secundarias que vinie-:
torio, y .la percepción todavia un poco confusa ran a sobreponerse a una racionalidad discursi-,
de una naturaleza heredera deI tiernpo, con el va, la cual seria, de derecho, independiente de
peso de sus accidentes, y abierta a la posibilidad ellos, No existe (o aI menos, para la descripción
de una evolución; igualmente, eI análisis de las histórica cuya posibilidad se traza aqui, no se
riquezas es otra cosa que el conflicto dei interés puede admitir) una especie de discurso ideal, a
entre una burguesia, convertida en terrateniente la vez último e intemporal, aI que elecciones de
que expresaba sus reivindicaciones económicas ~ origen extrínseco habrían pervertido, atropelIa-
políticas por boca de los fisíócratas, y una bur- do, reprimido" propulsado hacia un futuro qui-
guesía com~rciante que pedia medidas protec- zá muy lejano; noi'se debe suponer, por ejemplo,
ciomstas o hberales por el intermedio de los uti- que haya sobre la naturaleza o sobre la economia
litaristas. Ni eI Análisis de las riquezas, ni la His- dos discursos superpuestos y entrerrenglonados:
toria natural, si se las interroga ai nivel de su uno, que se prosigue lentamente, que acumula
existencia, de su unidad, de su permanentia y suo conocimientos y poco a poco se completa
de sus transformaciones, pueden ser consideradas (discurso verdadero, pero que no existe en su
como la suma de esas opciones diversas. Éstas, por pureza más que en los confines teleológicos de
116 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS

la historia); eI otro, siempre arruinado, siempre VII


recornenzado, en perpetua ruptura consigo mis- OBSERVACIONES Y CONSECUENCIAS
mo, compuesto de fragmentos heterogéneos (dis-
cursos de opinión que la hisroría, ai filo dei tiem-
po, relega ai pasado). No hay una taxonomía
natural que haya sido exacta, con la excepción
quizá dei fijismo; no hay una economía dei inter-
cambio y de la utilidad que haya sido verdadera, Hay que recoger ahora cierto número de indica-
sin las preferencías y las ilusiones de una burgue- ciones diseminadas en los análisis precedentes,
sia comerciante. La taxonomía clásica o el aná- responder a algunas de las preguntas que no de-
lisis de las riquezas tales como han existido efec- jan éstos de hacer, y considerar ante todo la ob-
tivamente, y tales como han constituido figuras jeción que amenaza con presentarse, pues la pa-
históricas, comportan, en un sistema articulado radoja de la empresa aparece aI punto.
pero indisociabIe, objetos, enunciaciones, concep- Para comenzar, yo habia traído a juicio esas
tos y elecciones teóricas. Y dei mismo modo que unidades preestablecidas de acuerdo con las cua-
no se debia referir la formación de los objetos ní les se, esconde- tradicionalmente eI domínio inde-
a las palabras ni a las cosas, la de las enuncia- finido, monótono, copioso dei discurso. No se tra-
ciones ni a la forma pura dei conocimiento ni taba de discutir todo valor a esas unidades o' de
ai sujeto psicológico, la de los conceptos ni a la querer prohibir su uso, sino de mostrar que re-
estructura de la idealidad ni a la sucesión de las claman, para ser definidas exactarnente, una ela-
ideas, tampoco se debe referir la formación de las boración teórica. Sin embargo -y ahí es donde
elecciones teóricas ni a un proyecto fundamental todos los análisis precedentes aparecen muy pro-
ni ai juego secundario de las opiniones. blemáticos->, ~se hacía necesario superponer a
esas unidades quizá un tanto inciertas, en efecto,
otra categoria de unidades menos visibles, más
abstractas e indudablemente rnucho más proble-
máticas? Incluso en eI caso en que sus limites his-
tóricos y la especificidad de suo urganización son
bastante fáciles de percibir (testigos la Gramá-
tica general o la Historia natural) , esas forrnacio-
nes discursivas plantean problemas de localiza-
ción mucho más difíciles que el libro o la obra.
~Por qué, pues, proceder a reagrupamientos tan
118 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS OBSERVACIONES Y CONSECUENCIAS 119

dudosos en el momento mismo en que se proble- hablar de unidades y de sistemas? <!Cómo afirmar
matizan los que parecían más evidentes? <!Qué que se han individualizado bien unos conjuntos
dominio nuevo se espera descubrir? cQué rela- discursivos, siendo asi que de una manera bas-
ciones hasta ahora oscuras o implícitas? <!Qué tante aventurada, se ha puesto en juego, detrás
transformaciones mera aún deI alcance de los de Ia multiplicidad aparentemente irreductible de
historiadores? En una palabra, <!qué eficacia des- los objetos, de Ias enunciaciones, de los concep-
criptiva puede concederse a esos nuevos análisis? tos y de las elecciones, una masa de elementos, que
A todas estas preguntas, trataré de dar Ias respues- no eran menos numerosos oi menos dispersos, si-
tas más adelante. Pero es preciso desde ahora no que además eran heterogêneos los unos con los
responder a una interrogación que es inicial en otros? Por otra parte, vemos que se han reparti-
cuanto a esos análisis ulteriores y final en cuanto do todos esos elementos en cuatro grupos distin-
a los precedentes: a propósito de esas formacio- tos cuyo modo de articulación no se ha definido
nes discursivas que he intentado definir, <!se está en absoluto. <!Y en qué sentido se puede decir
realmente en el derecho de hablar de unidades? que todos esos elementos, sacados a la luz detrás
<!Es capaz el corte que se propone, de individua- de los objetos: las enunciasi0nes, y los concep-
lizar unos conjuntos? <!Y cuál es Ia naturaleza de tos y Ias esrrateglas de los discursos, aseguran Ia
Ia unidad así descubierta o construída? exístencia de conjuntos no menos individualiza-
Se había partido de una comprobación: con bles que unas obras o unos libros?
la unidad de un discurso como eI de Ia medicina I. Ya se ha visto, y no hay sin duda necesidad
cllnica o de Ia economia política, o de Ia histo- de volver sobre ello: cuando se habla de un
ria natural, estamos ante una dispersión de ele- sistema de formación, no se entiende únicamen-
mentos. Ahora bien, esta misma dispersión -con te Ia yuxtaposición, la coexistencia o lainterac-
sus 'lagunas, sus desgarraduras, sus entrecruza- ción de elementos heterogéneos (instituciones,
mientos, sus superposiciones, sus incompatibili- técnicas, grupl'S sociales, organizaciones percepti-
dades, sus remplazos y sus sustitucionesc; puede vas, relaciones entre discursos diversos), sino §U
estar descrita en su singularidad si se es capaz entràda en relación -y bajo una forma bien de-
de determinar Ias regIas específicas según las cua- terminada- por Ia práctica discursiva. Pero <!qué
les han sido formados objetos, enunciaciones, ocurre a su vez eon esos cuatro sistemas o más
conceptos, opciones teóricas: si hay unidad, ésta bien esos cuatro haces de relaciones? <!Cómo pue-
no se halla en Ia coherencia visible y horizontal den definir entre todos un sistema único de for-
de los elementos formados; reside, bastante de Ia mación?
parte de acá, en el sistema que' hace posible y rige Se debe a que los diferentes niveles así defi-
su formación. Pero, ccon qué derecho se puede nidos no son independientes los unos de los otros.
OBSERVACIONES Y CONSECUENCIAS 121
120 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
mental, como sujeto que saca, de la pluralidad
Se ha mostrado que las elecciones estratégicas no perceptiva, los únicos elementos de la estructura,
surgen directamente de una visión dei mundo o como sujeto que transcribe esos elementos en un
de un predominio de intereses que pertenecerían vocabulario codificado, etc.) , existe un cierto nú-
en propiedad a tal o cual sujeto parlante: pero mero de coexistencias entre los enunciados que
que su misma posibilidad se halla determinada están excluidos (como, por ejemplo, la reactiva-
por puntos de dívergencia en el juego de los con- ción erudita de lo ya dicho, o el comentaria exe-
ceptos; se ha mostrado tambíén que los conceptos gético de un texto sacralizado), otras, por el con-
no estaban formados directamente sobre el fondo trario, que son posibles o exigidas (como la in-
aproximativo, confuso y viviente de las ídeas, sino tegracíón de enunciados total o parcialmente aná-
a partir de las formas de coexistencia entre los lagos en un cuadro clasificatorio) . Los niveles
enunciados; en cuanto a las modalidades de no son, pues, Iibres los unos en relación con los
enunciación, se ha visto que estaban descritas a otros, ni se despliegan de acuerdo con una auto-
partir de la posición que ocupa el sujeto de re- nomia sin límite: de la diferenciación primaria
lación con el dominio de objetos de que habla. De de los objetos a la formación de las estrategias
esta manera, existe. un sistema vertical de depeno discursivas, existe toda una jerarquia de rela-
dencias: todas las posiciones dei sujeto, todos los ciones.
tipos de coexistencia entre enunciados, todas las Pera las relaciones se establecerr igualmente en
estrategias discursivas, no son igualmente posí- una dirección inversa. Los niveles inferiores no
bles, sino tan sólo aquellas que están autorizadas son independientes de los superiores a ellos. Las
por los niveles anteriores; dado, por ejemplo, el elecciones teóricas excluyen o implican, en los
sistema de formación que rigió, en el siglo XVIII, enunciados que las efectúan, la formación de
los objetos de la Historia natural (como indivi- ciertos conceptos, es decir ciertas formas de co-
dualidades portadoras de caracteres, y por .ello existencia entre los enunciados: así, en los textos
clasificables; como elementos estructurales suscep- de los fisiócratas no se encontrarán los mismos
tibles de varíación: como stiperficies visibles y modos de integración de los datos cuantitativos
analizables; como campo de diferencias continuas y de las medidas, que en los análisis hechos por
y regulares), ciertas modalidades de la enuncia- los utilitaristas. No es que la opción fisiocrática
ción están excluidas (por ejemplo, el descifra- pueda modificar el conjunto de las reglas que ase-
miento de los signos) , otras están implicadas (por guran la formación de los conceptos econ,ómicos
ejemplo, la descripción según un código deter- en el siglo XVIII, pero puede poner en juego o
minado); igualmente, dadas las diferentes posi- excluir tales o cuales de esas regias, y hacer apa'
ciones que el sujeto dei discurso puede ocupar recer, por consiguiente, ciertos conceptos.(como,
(corno sujeto que observa sin mediación instru-
122 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS OBSERVACIONES Y CONSECUENCIAS 123

por ejernplo, el de producto neto) que no apare- es, pues, caracterizar un discurso o un grupo de
cen en nínguna otra parte. No es'la elección teó- enunciados por la regularidad de una práctica.
rica la que ha regulado la formación dei con- Conjunto de regIas para una práctica discursiva,
cepto; pero lo ha producido por intermedio de el sistema de formación no es ajeno ai tiempo. No
las regias especificas de formación de los concep- recoge todo lo que puede aparecer a través de una
tos y por el juego de las relaciones que mantienê- serie secular de enunciados en un punto inicial,
con ese nive1. que serfa a la vez comienzo, origen, fundamento,
2. Estos sistemas de formación no deben ser sistema de axiomas, y a partir dei cual las peripe-
tomados por unos bloques de inmovilidad, unas cias de la historia real no tendrlan que hacer sino
formas estáticas que se impusieran desde el exte- desarrollarse de una manera dei todo necesaria. Lo
rior ai discurso y que definieran de una vez para que dibuja, es el sistema de regias que ha debido
siempre las características y las posibilidades. No utilízarse para que tal objeto se transforme, tal
son compulsiones que tuviesen su origen en los enunciación nueva aparezca, tal concepto se ela-
pensamientos de los hombres o en el juego de sus bore, sea metamorfoseado o importado, tal estra-
representaciones; pero tampoco son determinacio- tegia se modifique -sin dejar de pertenecer por
nes que, formadas ai nivel de las instituciones, o ello a ese mismo discurso-c: y lo que dibuja tam-
de las relaciones sociales o de la economia, viníe- bién, es el sistema de regIas que ha debido ser
sen a transcribirse por la fuerza en la superficie puesto en obra para que un cambio en otros dis-
de los discursos. Estos sistemas -ya se ha insistido cursos (en otras prácticas, en las instituciones, las
en ello- residen en el mismo discurso; o más relaciones socíales, los procesos económicos) pIte·
bien (ya que no se trata de su interioridad y de da transcribirse en el interior de un discurso dado"
'lo que puede contener, sino de su existencia espe· constituyendo a~1 un nuevo objeto, suscitando
cífica y de sus condiciones) eu su frontera, en ese una nueva estrategia, dando lugar a nuevas enun-
límite en eI que se definen las regIas especificas que ciaciones o a nuevos conceptos. Una formación
le hacen existir como tal. Por sistema de forma- discursiva no desempena, pues, el papel de una
ción hay que entender, pues, un haz complejo de figura que detiene el tiempo y lo congela por
relaciones que funcionan como regia; prescribe lo décadas o siglos; determina una regularidad que
que ha debido ponerse en relación, en una prácti- les es propia a unos procesos temporales: plantes
ca discursiva, para que ésta Se refiera a tal, o cual el principio de articulaci6n entre una serie de
objeto, pa!a que ponga en juego talo cual enun- acontecimientos discursivos y otras series de acon-
ciación, para que utilice talo cual concepto, para tecimientos, de transformaciones, de mutaciones y
que organice tal o cual estrategia. Definiren su de procesos. No forma intemporal, sino esquema de,
individualidad 'singular un sistema de formación correspondencia entre varias series temporales.
124 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS OBSERVACIONES Y CONSECUENCIAS 125
Esta movilidad dei sistema de formación se da rada, el nive! de análisis que en él puede efectuar-
de dos maneras. AI nive!, ante todo, de los ele- se, se han encontrado necesariamente modificados.
mentos que se han puesto en relaci6n: éstos pue- 3. Lo que se describe como "sistema de forma-
deu sufrir, en efecto, cierto numero de mutacio- ción" no constituye el escalón final de los discur-
nes intrínsecas que se incorporan a la práctica dis- sos, si con ese término se entiende los textos (o las
cursiva sin que se altere la forma general de su palabras) tales como se dan con su vocabulario,
regularidad; así, a lo largo de todo el siglo XIX, la su síntaxis, su estructura lógica o su organización
jurisprudencia criminal, la presi6n demográfica, la retórica. EI análisis permanece de la parte de acá
demanda de mano de obra, las formas de la asis- de ese nive! manifiesto que es e! de la construc-
tencia, el estatuto y las condiciones jurldicas de la ción acabada: ai definir el principio de distribu-
internaci6n no han cesado de modificarse; no obs- ci6n de los objetos en un discurso, no da cuenta
tante, la práctica discursiva de la psiquiatría ha de todas sus conexiones, de su estructura fina ni de
seguido estableciendo entre esos elementos un sus subdivisiones internas; ai buscar la ley de dis-
mismo conjunto de relaciones; de suerte que e! persi6n de los conceptos, no da cuenta de todos los
sistema ha conservado las características de su procesos de elaboración, ni de todas las cadenas
individualidad; a través de las mismas leyes de deductívas en las que pueden figurar; si estudia las
formaci6n, aparecen nuevos objetos (nuevos tipos modalidades de enunciaci6n, no discute ni el estilo
de individues, nuevas clases de comportamiento ni e! encadenamiento de las frases; en una pai abra,
se caracterizan como patoI6gicas), nuevos concep- deja por determinar la ordenaci6n final de! texto.
tos se dibujan (como los de degeneraci6n, de per- Pero entiéndase bien: si e! análisis se mantiene en
versidad, de neurosis) e indudablemente pueden segundo término en cuanto a esa última construc-
ser levantados nuevos edificios teóricos. Pero in- ción, no es para desentenderse dei discurso y remi-
versamente, las prácticas discursivas modifican los. tirse ai trabajo mudo dei pensamiento; tampoco es
dominios que ponen en re!aci6n. Por más que para desentenderse de la sistemática y sacar a la
instauren relaciones específicas que no pueden ser luz el desorden "viviente" de los ensayos, las tenta-
analizadas más que a su propio nível, esas relacio- tivas, los errares y el comenzar de nuevo,
nes no sacan sus efectos únicamente dei discurso: En esto, e! análisis de las formaciones discursi-
se inscriben también en los elementos que articu- vas se opone a muchas descripciones habituales. Se
lan los unos sobre los otros, EI campo hospitalario, tiene, en efecto, la' costumbre de considerar que
por ejemplo, no se ha mantenido inmutable, una los discursos J su ordenación sistemática no son
vez que, por e! discurso clínico, ha entrado en re- otra cosa que la fase última, e1 resultado en última
laci6n con e!laboratorio: su ordenaci6n, e! estatuto instancia de una elaboración largo tiempo sinuosa
que en él recibe el médico, la funci6n de su mi- en la que están en juego la lengua y el pensamien-
OBSERVACIONES Y CONSECUENCIAS 127
126 LAS REGULARIDADES DISCURSIVAS
liza en tanto que práctica singular. No se intenta,
to, la experiencia empírica y las categorias, lo vi-
pues, pasar dei texto ai pensamiento, de la pala-
vida y las necesidades ideales, la contingencia de brería ai silencio, dei exterior ai interior, de la
los acontecimientos y el juego de las compulsiones dispersión espacial ai puro recogimiento dei ins-
formales. Detrás de la fachada visible dei sistema tante, de la multiplicidad superficial a la unidad
se supone la rica incertidumbre dei desorden; y profunda. Se permanece en la dimensión dei dis-
bajo la tenue superficie dei discurso, toda la masa
curso.
de un devenir por una parte silencioso: un "pre-
sistemático" que no es dei orden dei sistema; un
"prediscursivo" que proviene de un esencial mu-
tismo. Discurso y sistema no se producirían _y
conjuntamente- sino en la cima de tan inmensa
reserva. Ahora bien, lo que se analiza aquí no
son en modo alguno los estados finales dei discurso;
son unos sistemas que hacen posible las formas sis-
temáticas últimas; son varias regularidades prede-
terminales en relación con 'las cuales eI estado úl-
limo, lejos de constituir el lugar de nacimiento dei
sistema, se define más bien por sus variantes. De-
trás dei sistema acabado, lo que descubre el análi-
sis de las formaciones, no es, en ebullición, la vida
misma, la vida aún no apresada; es un espesor in-
menso de sistematicidades, un conjunto estrecho de
relaciones mítltiples. Y además, aunque esas rela-
ciones no sean la trama misma dei texto, no son
por naturaleza ajenas ai discurso. Se puede muy
bien calificarlas c'e "prediscursivas", pera a condi-
ción de admitir que ese prediscursívo tiene todavia
algo de discursivo, es decir que no especifican nn
pensamiento, o una conciencia o un conjunto de
representaciones que serían, después y de una ma-
nera jamás necesaria por completo, transcritas en
un discurso, sino que caracterizan ciertos niveles
dei discurso y definen unas regias que aquél actua
111

EL ENUNCIADO Y ÉL ARCHlVO
I

DEFINIR EL ENUNCIADO

Doy por sentado ahora que se ha aceptado el ries-


go; que se ha accedido a suponer, para articular la
gran superficie de los discursos, esas figuras un
poco extrafias, un poco lejanas, que he llamado
formaciones discursivas; que se han dejado ai mar-
gen, no de manera definitiva, sino por un tiempo
y por un deseo de método, las unidades tradicio-
nales dei libro y de la obra; que se ha cesado de
tomar como principio de unidad las leyes de cons-
trucción dei discurso (con la organización formal
que resulta), o la situación dei sujeto pari ante
(con el contexto y el núcleo psicológico que la
caracterizan) ; que ya no se refiere eI discurso ai
suelo primero de una experiencia ni a la instancia
a priori de un conocimiento, sino que se le inte-
rroga a él mismo sobre las regias de su formación.
Doy por sentado que se acepta acometer esas largas
investigaciones sobre el sistema de emergencia de
los objetos, de aparición y de distribución de los
modos enunciativos', de colocación y de dispersión
de los conceptos, de despliegue de las elecciones
estratégicas. Doy por sentado que se quiere cons-
truir unidades tan abstractas y tan problemáticas
en lugar de acoger aquellas que se daban, ya que
no a una evidencia indudable, ai menos a una
familiaridad casi perceptiva.
DEFINIR EL ENUNCIADO 133
132 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO
a tomar en su raíz la definición deI enunciado, sea
Pero, en realidad, ,de qué he hablado hasta para habIar (como si se tratara de individuos o
aqui? ,Cuál ha sido eI objeto de mi investigación? de acontecimientos singulares) de una "población
Y, ,qué era lo que me proponia describir? Unos de enunciados", sea para oponerlo (como la parte
"enunciados", a la vez en esa discontinuidad que se distingue deI todo) a esos conjuntos que serían
los libera de todas las formas en que, tan fácil- los "discursos". A primera vista, aparece el enun-
mente, se aceptaba que fuesen tomados, y en el ciado como un elemento último, que no se puede
campo general, ilimitado, aparentemente sin for- descornponer, susceptible de ser aislado por si
ma, dei discurso. Ahora bien, en cuanto a dar de- mismo y capaz de entrar en un juego de relacio-
finición preliminar alguna dei enunciado me he nes con OfrOS elementos semejantes a éI. No sin
abstenido. No he tratado de construir una a me- superfície, pero que puede ser localizado en unos
dida que avanzaba, para justificar la ingenuidad Ie planos de repartición y en unas formas especificas
mi punto de partida. Más aún -y ésta es, sin duda, de agrupamientos. Grano que aparece en la super-
la sanción de tanta índiferencia.L, me pregunto si ficie de un tejido dei cual es el elemento constitu-
en el curso de mi estudio no he cambiado de oríen- yente. Átomo dei discurso.
tacíón, si no he sustituido por otra búsqueda el Y aI punto se plantea eI problema: si el enun-
horizonte primero: si, aI analizar "objetos" o "con- ciado es en efecto la unidad elemental dei discur-
ceptos", y con mayor razón "estratégias", seguia so, ,en qué consiste? ,Cuáles son sus rasgos distin-
hablando de los enunciados; si los cuatro conjuntos tivos? ,Qué limites se le deben reconocer? Esta
de regIas por los que yo caracterizaba una forma- unidad, ,es o no idéntica a aquella que los lógicos
ción discursiva definen bien unos grupos de enun- han designado con eI término de proposición, a
ciados. En fin, en lugar de concretar poco a poco la que los gramáticos caracterizan como frase, o
la significación tan vaga de la palabra "discurso", a aquella también que los "analistas" tratan de
creo haber multiplicado sus sentidos: unas veces sefialar con eI título de speecb act? ,Qué lugar
dominio general de todos los enunciados, otras, ocupa entre todas esas unidades que la investiga-
grupo individualizable de enunciados, otras, en ción deI lenguaje ha sacado ya a la luz, pero cuya
fin, práctica regulada que da cuenta de cierto teoria se halla con mucha frecuencia lejos de estar
número de enunciados; y esta misma palabra de terminada, que hasta tal punto son dificiles los pro-
"discurso" que hubiese debido servir de limite y blemas que aquellas plantean y arduo en muchos
como de envoltura al término de enunciado, ,no casos delimitarias de una manera rigurosa?
la he hecho variar a medida que desplazaba mi No creo que la condición necesaria y suficiente
análisis o su punto de aplicación, a medida que para que exista enunciado sea la presencia de una
perdia de vista el propio enunciado? estructura proposicional definida, y que se pueda
He aqui, pues, la tarea que se presenta: volver
134 EL ENUNCIADO Y EL ARCHlVO DEFINIR EL ENUNCIADO 135
hablar de enunciado siempre que exista proposi- un enunciado simple, completo y autônomo (in.
ci6n y sólo en ese caso. Se puede, en efecto, tener cluso si forma parte de todo un conjunto de otros
dos enunciados perfectamente distintos, que de- enunciados): se conoce el ejemplo: "EI actual
pendan de agrupamientos discursivos muy dife- rey de Francia es calvo" (que no puede anali-
rentes, allí donde no se encuentra más que una zarse desde e1 punto de vista lógico más que si
proposición susceptible de un único y mismo va- se reconocen, bajo las especies de un enunciado
lor, obedeciendo a un único y mismo conjunto de único, dos proposiciones distintas, capaces cada
leyes de construcción, y comportando las mismas una de ser verdadera o falsa por su propia cuen-
posibilidades de utilización. "Nadie ha oído" y ta), o e1 ejemplo también de una proposición
"Es cierto que nadie ha oído", son indiscernibles como "Yo miento", que no puede contener ver-
desde el punto de vista lógico y no pueden ser dad sino en su relación con una aserción de nivel
consideradas como dos proposiciones diferentes. inferior. Los criterios que permiten definir la
Ahora bien, en tanto que enunciados, esas dos identidad de una proposición, de distinguir varias
formulaciones no son equivalentes ni intercam- bajo la unidad de una formulación, de caracte-
biables. No pueden encontrarse en el mismo lugar rizar su autonomia o su calidad de completas,
en el plano dei discurso, ni pertenecer exactatnente no sirven para describir la unidad singular de
al mismo grupo de enunciados. Si se encuentra un enunciado.
la fórmula "Nadie ha oído" en la primera línea ,.y la frase? ~No habrá que admitir una equi-
de una novela, se sabe, hasta nueva orden, que valencia entre frase y enunciado? Dondequiera
se trata de la certificación de un hecho, bien por que haya una frase gramaticalmente aislable, se
parte del autor, o por un personaje (en voz alta puede reconocer la existencia de un enunciado
o en forma de un monólogo interior); si se en- independiente; pero, por el contrario, no se puede
cuentra la segunda: "Es cierto que nadie ha oído", ya hablar de enunciado cuando por debajo de la
no puede ser entonces sino en un juego de enuncia- frase misma se llega ai nivel de sus constituyen-
dos que constituyen un monólogo interior, una teso No serviría de nada objetar, contra esa equi-
discusión muda, una controversia consigo mis- valencia, que ciertos enunciados pueden estar
mo, o un fragmento de diálogo, un conjunto de compuestos, ai margen de la forma canónica su-
preguntas y de respuestas. Aqui y allá, la misma jeto-cópula-predicado, de un simple sintagma no-
estructura proposicional, pero características enun- minal ("jQué hombrel"), o de un adverbio
ciativas muy distintas. Puede haber, en cambio, ("Perfectamente"), o de un pronombre personal
formas proposicionales complejas y redobladas, o ("jUstedl"). Porque los propios gramáticos re-
por el contrario proposiciones fragmentarias e conocen en semejantes formulaciones, frases in-
incompletas, cuando manifiestamente se trata de dependientes, incl uso si han sido obtenidas por
DEFINIR EL ENUNCIADO 137
136 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO
tringido de frases); un árbol genealógico, un Ii-
una serie de transformaciones a partir del esque- bro de contabilidad, las estimaciones de una ba-
ma sujeto-predicado. Más todavía: conceden el lanza comercial son enunciados: ~dónde están las
estatuto de frases "aceptables" a conjuntos de ele- frases? Puede irse más lejos: una ecuación de
mentos lingüísticos que no han sido construidos enésimo grado, o la fórmula algebraica de la ley
correctamente, con tal de que sean interpreta- de la refracción deben considerarse como enun-
bles; conceden, en cambio, el estatuto de frases ciados, y si bien poseen una gramaticalidad muy
gramaticales a conjuntos interpretables, a condi- rigurosa (ya que están compuestas de símbolos
ción, sin embargo, de que hayan sido correcta- cuyo sentido está determinado por regias d~. uso
mente formados. Con una definición tan amplia Y su sucesión regida por leyes de construccién},
-y, en un sentido, tan laxa- de la frase, se ve mal no se trata de los mismos criterias que perrmten
la manera de reconocer frases que no fuesen definir, en una lengua natural, una frase acep-
enunciados, o enunciados que no fuesen frases. table o interpretable. En fin, un gráfico, una cur-
Sin embargo, la equivalencia dista mucho de va de crecirniento, una pirámide de edades, una
ser total, y es relativamente fácil citar enunciados "nube de repartición", forman enunciados: en
que no corresponden a la estructura lingüística cuanto a las frases de que pueden ir acompai'íados
de las frases. Cuando se encuentra en una gramá- son su interpretación o su comentaria; no sou su
tica latina una serie de pala bras dispuestas en co- equivalente, y la prueba está en que en no pocos
lumna: amo} amas} amat) no se trata de una frase, casos, sólo un número infinito de frases podría
sino del enunciado de las diferentes flexiones per- equivaler a todos los elementos que están ~xplí'
sonales dei presente de indicativo del verbo ama· citamente formulados en esta c1ase de enunciados,
re. Quizá parezca discutible el ejemplo; quizá se No parece posible, pues, en suma, definir un
diga que se trata de un simple artificio de pre- enunciado por los caracteres gramaticales de la
sentación, que ese enunciado es una frase elíp- frase.
tica, abreviada, dispuesta de un modo relativa- Queda una última posibilidad: a primera vista,
mente desacostumbrado, y que habría que leerla la más verosímil de todas. ~No podría decirse que
como la frase: "EI presente de indicativo dei existe enunciado siempre que se puede reconocer
verbo amare es amo para la primera persona", y aislar un acto de forrnulación, algo así como ese
etc. Otros ejernplos, en todo caso, son menos am- speech act, ese acto "elocutorio" de que hablan
biguos: un cuadro de clasificación de las especies los analistas ingleses? Se entiende que con esta no
botánicas está constituído por enunciados, no está se alude ai acto material que consiste en hablar
hecho de frases (los Genera Plantarum, de Lin- (en voz alta o baja) y en escribir .(a ma.no o a
neo, son un libra entero de enunciados, en el que máquina}: tampoco se alude a la intención dei
no se puede reconocer más que un número res-
138 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO DEFINIR EL ENUNCIADO 139
individuo que está hablando (aI hecho de que tintas o de frases separadas: seria difícil discutir
quíere convencer, de que desea ser obedecido, de a cada una de ellas el estatuto de enunciado con
que trata de descubrir la solución de un proble- e! pretexto de que todas están cruzadas por un
ma, '0 de que desea dar noticias suyas); no se único acto elocutorio. Se dirá, quizá, que en este
designa tampoco con ello el resultado eventual caso eI propio acto no sigue siendo único a lo
de lo que ha dicho (si ha convencido o suscitado largo de la serie de los enunciados; qu~ h.ay en
la desconfianza; si ha sido oído y se han cum- una plegaria tantos actos de plegana Limitados,
plido sus ordenes: si su ruego ha sido escuchado) ; sucesivos y yuxtapuestos como de peUClOnes
se describe la operación que ha sido efectuada formuladas por enunciados distintos, y que hay
por la fórmula misma, en su emergencía: prome- en una promesa tantos compromisos como secuen-
sa, ardeu, decreto, contrato, compromiso, com- cias individualizables en enunciados separados;
probación. EI acto elocutorio no es lo que se ha esta respuesta, sin embargo, no puede satisfac.e,r:
desarrollado antes deI momento mismo dei enun- en primer lugar porque e! acto d~ for",:ulaclOn
ciado (en el pensamiento de! autor o en eI juego no serviría ya para definir e! enunciado, srno que
de sus intenciones) ; no es lo que ha podido pro- debería ser, por el contrario, definido por éste,. el
ducirse, después de! propio enunciado, en la es- cual, precisamente, constituye problema. y exige
tela que ha dejado tras él, y las consecuencias que criterios de individualización. Además, cíertos ac-
ha provocado, sino lo que ha producido por e! tos e!ocutorios no pueden ser considerados como
hecho mísmo de que ha habido enunciado y este cabales en su unidad singular más que en eI caso
enunciado precisamente (ningún otro) en unas de que varias enunciados hayan sido articulados,
circunstancias hien determinadas. Puédese, pues, cada cual en el lugar que le conviene. Estas aetos
suponer que la individualización de los enuncia- están, pues, constituidos por la serie o la su~~ de
dos depende de los mismos criterios que e! se- esos enunciados, por su necesaria vuxtaposición:
fialamiento de los actos de formulación: cada acto no se puede considerar que están presentes por
tomaria cuerpo eu un enunciado y cada enuncia- entero en eI menor de ellos, y que con cada uno
do seria, desde el interior, habitado por uno de se renuevan. Aqui tampoco se podría establecer
esos actos. Existirían el uno por eI otro y en una una relación bi-unívoca entre eI conjunto de los
exacta reciprocidad. enunciados y el de los actos elocutorios.
Tal correlación, sin embargo, no resiste al Cuando se quieren individualizar los enuncia-
examen. Hace falta, con frecuencia, más de un dos no se puede, pues, admitir sin reserva ningu-
enunciado para efectuar un speech act: juramen- no de los modelos tomados de la gramática, de
to, plegaría, contrato, prornesa, demostración, ex i- la lógica, o deI "Análisis". En los tres casos, .se
gen casi siempre cierto número de fórmulas dis- advierte que los criterios propuestas son demasia-
140 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO DEFINIR EL ENUNCIADO 141

do numerosos y demasiado densos, que no dejan aquéIlos determinaban el objeto que les es pro-
ai enunciado toda su extensión, y que si a veces pio? ,Habrá que admitir que cualquier serie de
el enunciado adopta las formas descritas y se signos, de figuras, de grafismos o de trazos -in-
ajusta exactarnente a eIlas, ocurre también que dependientemente de cuál sea su organización o
no las obedezca: se encuentran enunciados sin su probabilidade; basta para constituir un enun-
que se pueda reconocer frase alguna; se encuen- ciado, y que a la gramática corresponde decir si
tran más enunciados que los speechs acts que se trata o no de una frase, a la lógica definir si
pueden aislarse. Como si eI enunciado fuera más comporta o no una forma proposicional, ai Aná-
tenue, menos cargado de determinaciones, menos lisis precisar cuál es el acto del lenguaje que
fuertemente estructurado, más omnipresente tam- puede cruzaria? En ese caso, habría que admitir
bién que todas esas figuras; como si el número que existe enunciado en cuanto existen varios
de sus caracteres fuese menor, y éstos menos di- signos yuxtapuestos -,y por qué no, quizá?-, en
fíciles de reunir; pero como si, por eSQ mismo, cuanto existe uno, y uno solo. EI umbral deI
recusara toda posibilidad de descripción. Y esto enunciado sería el umbral de la existencia de los
tanto más cuanto que es difícil saber a qué nivel signos. Sin embargo, 'tampoco aqui son las cosas
situarlo, ni con qué método abordarlo. Para to- tan sencillas, y eI sentido que hay que dar a una
dos los análisis de que he hablado, no es nunca expresión como "Ia existencia de los signos" exige
otra cosa que el soporte o la sustancia accidental: ser elucidado. ,Qué quiere decirse cuando se dice
en el análisis lógico, es lo que "queda", coando que existen signos, y que basta que existan signos
se ha extraído y definido la estructura de propo- para que exista enunciado? ,Qué estatuto singu-
sición; para eI análisis gramatical, es la serie de lar puede darse a ese "existe"?
elementos lingüísticos en la que se puede reco- Porque es evidente que los enunciados no exis-
nocer o no la forma de una frase; para eI análisis ten en eI sentido en que una lengua existe y, con
de los actos dei lenguaje, aparece como eI euerpo ella, un conjunto de signos definidos por sus ras-
visible en que éstos se manifiestan. Respecto a gos oposicionales y sus regias de utilización; la
todos esos acercamientos descríptivos, desernpefia lengua, en efecto, no se da jamás en sí misma y
el papel de un elemento residual, de hecho puro en su totalidad; no podría serlo más que de una
y simple, de material no pertinente. manera secundaria y por el rodeo de una descrip-
,Habrá que admitir finalmente que el enun- ción que la tomara por objeto; los signos que
ciado no puede tener caracter propio y que no constituyen sus elementos son formas que se im-
es susceptible de definición adecuada, en la me- ponen a los enunciados y que los rigen desde el
?ida en que, para todos los análisis dei lengua- interior. Si no hubiese enunciados, no existiría
Je, es la materia extrínseca a partir de la cual la lengua; pero ningún enunciado es indipensa-
142 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO DEFINIR EL ENUNCIADO 143
ble para que la lengua exista (y se puede siempre una máquina de escríbir, no constituyen enun-
suponer, en eI lugar de cualquier enunciado, otro ciados: sem todo lo más instrumentos con los que
enunciado que no modificaría por ello la len- se podrán escribir enunciados. En cambio, estas
gua). La lengua no existe más que a título de letras que trazo, ai azar sobre una hoja de papel,
sistema de construcción p"ra enunciados posi- tal como me vienen a la imaginación y para de-
bles; pero, por otra parte, no existe más que mostrar que no pueden, en su desorden, consti-
a título de descripción (más o menos exhaustiva) tuir un enunciado, ,qué son, qué figura forman,
obtenida sobre un conjunto de enunciados rea- como no sea un cuadro de letras elegidas de ma-
les. Lengua y enunciado no están ai mismo nivel nera contingente, eI enunciado de una serie alfa-
de existencia, y no se puede decir que hay enun- bética sin más leyes que la casualidad? De la
ciados, como se dice que hay lenguas. ,Pero bas- misma manera, el cuadro de los números ai azar
ta entonces que los signos de una lengua constitu- que utilizan a veces los estadístícos, es una serie
yan un enunciado, si han sido producidos (ar- de símbolos numéricos que no están unidos entre
ticulados, dibujados, fabricados, trazados) de una si por ninguna estructura de sintaxis. Sin em-
manera o de otra, si han aparecido en un mo- bargo, es un enunciado: el de un conjunto de ci-
mento dei tiempo y en un punto dei espacio, si fras obtenidas por procedimientos que eliminan
la voz que los ha pronunciado o eI gesto que les todo cuanto podría hacer que aumentara la pro-
ha dado forma les han conferido las dimensiones babilidad de los resultados sucesivos, Reduzcamos
de una existencia material? ,Acaso las letras dei más eI ejemplo: el teclado de una máquina de
alfabeto escritas por mí ai azar sobre una hoja de escribir no es nu enunciado; pero esa misma se-
papel como ejemplo de lo que no es un enun- rie de letras, Q, W, E, R, T, enumeradas en un
ciado, acaso los caracteres de plomo que se uti- manual de mecanografia, es eI enunciado dei or-
lizan para imprimir los libros _y no se puede den alfabético adoptado en las máquinas. Henos
negar su materialidad que tiene espacio y volu- aquí, pues, en presencia de cierto número de
men-, acaso esos signos, ostensibles, visibles, ma- consecuencias negativas: no se requiere una cons-
nipulables, pueden ser considerados razonable- trucción lingüística regular para formar un enun-
mente como enunciados? ciado (éste puede estar constituido por una serie
Si consideramos, .sin embargo, eon un poco de probabilidad mínima); pero no basta tampocc
más de detenimiento esos dos ejemplos (los ca- cualquier efectuación material de elementos Iin-
racteres de plomo y los signos trazados por mil, güísticos, no basta cualquier emergencia de sigo
no son dei todo superponibles. Este pufiado de nos en eI tiempo y el espacio para que un enun.
caracteres de imprenta que puedo tener en la ciado aparezca y comience a existir. El enunciado
mano, o las letras que figuran en eI teclado de no existe, pues, ni dei mismo modo que la Ien.
144 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO DEFINIR EL ENUNCIADO 145

gua (aunque esté compuesto de signos que no EI enunciado no es, pues, una estructura ( es de-
son definíbles, en su individualidad, más que cir un conjunto de relaciones entre elementos
en el interior de un sistema lingüístico natural variables, que autorice así un número quizá in-
o artificial) , ni dei mismo modo que unos objetos finito de modelos concretos); es una función de
cualesquiera dados a la percepcíén (aunque esté existencia que pertenece en propiedad a los sigo
síempre dotado de cierta materialidad y se pueda nos y a partir de la cuaI se puede decidir, a con-
siempre situarlo según unas coordenadas espacio- tinuación, por el análísis o la intuición, si "ca-
temporales) . san" o no, según qué regIas se suceden o se yux-
No es tiempo todavia de responder a la pre· taponen, de qué son signo, y qué especie de acto
gunta general del enunciado, pero se puede ya ir se encuentra efectuado por su formulación (oral
estrechando el cerco dei problema: el enunciado o escrita). No hay que asombrane ú no se han
no es una unídad dei mismo género que la frase, podido encontrar para e1 enunciado criteri~ es-
la proposición o el acto de lenguaje; no nace, tructurales de unidad; porque no es en sí mismo
pues, de los mismos critérios, pero tampoco es ya una unidad, sino una función que cruza un do-
una unidad como podría serlo un objeto mate- minio de estructuras y de unidades posibles y que
rial que tuviera sus limites y su independencia. las hace aparecer, con contenidos concretos, en el
Es, en su modo de ser singular (ni dei todo lin- tiempo y en el espacio.
güístico, ni exclusivamente material), indispensa- Esta funci6n es la que hay que describir ahora
ble para que se pueda decir si hay o no frase, pro- como tal, es decir en su ejercicio, en sus condi-
posición, acto de lenguaje; y para que se pueda ciones, en las regias que la controlan y el campo
decir si la frase es correcta (o aceptable, o inter- en que se efectúa.
pretable) , si la proposición es legítima y está bien
formada, si el acto se ajusta a los requisitos y si
ha sido efectuado por completo. No se debe bus-
car en el enunciado una unidad larga o breve,
fuerte o débilmente estructurada, sino tomada
como las demás en un nexo lógico, gramatical o
elocutorio, Más que un elemento entre otros, más
que un corte localizable a cierto nivel de anál i-
sis, se trata más bien de una función que se ejer-
ce verticalmente con relación a esas diversas uni-
dades, y que permite decir, a propósito de una
serre de signos, si están presentes en el1~o. .:
LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 147
II
aleatorio de letras. ,Qué ha ocurrido para que
LA FUNClúN ENUNCIATIVA haya enunciado? ,Qué puede tener de nuevo ese
segundo conjunto respecto dei primero? ,La re-
duplicación, el hecho de que sea una copia? Sin
duda, no, puesto que los teclados de las máquina,
de escribir se ajustan todos a cierto modelo y no
son por ello enunciados. ,La intervención de un
EI enunciado es, pues, inútil buscarlo dei lado de
sujeto? Explicación que seria doblemente defi-
los agrupamientos unitarios de signos. Ni sintag-
ciente: porque no basta que la reiteración de um
ma, UI regIa de construcción, ui forma canónica
serie se deba a la iniciativa de un individuo par<
de sucesión y de permutación, eI enunciado es lo
que se transforme por eI hecho mismo, en un
que hace existir a tales conjuntos de signos, y
enunciado; y porque, de todos modos, el pro
permite a esas regias o a esas formas actualizarse.
blema no reside en la causa o el origen de la re
Pero si las hace existir, es en un modo singular
duplicación, sino en la relación singular entre
que no puede confundirse con la existencia de los
esas dos series idénticas. La segunda serie, en
signos en tanto que elementos de una lengua, ni
efecto, no es un enunciado por eI solo hecho de
tampaco eon la existencia material de esas mar-
que se puede establecer una relación bi-unívoca
cas que ocupan un fragmento y duran un tiempo
entre cada uno de sus elementos de la primera
más o menos largo. Se trata ahora de interrogar a
serie (esta relaci6n caracteriza bien sea eI hecho
ese modo singular de existencia, característico de
de la duplicaci6n si se trata de una copia pura y
toda serie de signos, con tal de que ésta sea enun-
simple, o la exactitud dei enunciado si se ha fran
ciada.
queado precisamente eI umbral de la enunciaci6n
a) Sea de nuevo eI ejemplo de esos signos for-
pero no permite definir ese umbral y el hecho
mados o dibujados en una materialidad definida
mismo dei enunciado). Una serie de signos pa
y agrupados de un modo, arbitrário o no, pero
sará a ser enunciado a condición de que tenga
que, de todos modos, no es gramatical. Así, eI te-
eon "otra cosa" (que puede serle extrafiamente
clado de una máquina de escribir; así, un pufiado
semejante, y casi idéntica como en eI ejemplo
de caracteres de imprenta, Basta que copie en una
elegido) una relaci6n específica que la concierna
hoja de papel (y en eI orden mismo en que se
a ella misma, y no a su causa, no a sus elementos
suceden sin producir ninguna palabra) los signos
Se dirá, sin duda, que no hay nada de enig
así dados, para que constituyan un enunciado:
mático eu esta relación; que es, por el contrario
enunciado de las letras dei alfabeto en un orden
muy familiar, q;'e no ha cesado de ser analizada
que facilita eI tecleo, enunciado de un grupo
que se trata de la relación dei significante con e
148 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 149
significado, y del nombre con lo que designa; de de ser verificada porque. no tiene referente: su
la relaci6n de la frase con su sentido; o de la re- negación no es, así, ni más verdadera ni menos
laci6n de la proposici6n con su referente. Ahora verdadera que su afirmaci6n. ,:Habrá que decir
bien, yo creo que se puede demostrar que la re- deI mismo modo que un enunciado no se refiere
laci6n dei enunciado con lo que se enuncia no a nada si la proposici6n a la que da existencia
es superponible a ninguna de esas relaciones. carece de referente? Habría más bien que afirmar
EI enunciado, aun en el caso de que se reduz. lo contrario, y decir, no que la ausencia de refe-
ca a un sintagma nominal ("I~I barco!"}, aun rente lleva consigo la ausencia de correlato para
en el caso de que se reduzca a un nombre propio el enunciado, sino que es el correlato dei enun-
("IPedro'''), no tiene la misma relaci6n con lo ciado -aquello a lo que se refiere, aquello que
que enuncia que el nombre con lo que designa o ha puesto en juego, no s610 lo dicho, sino aque-
lo que significa. EI nombre es un elemento lin- 110 de que habla, su "tema"- lo que permite
güístico que puede ocupar diferentes lugares en decir si la proposici6n tiene o no un referente: es
los conjuntos gramaticales: su sentido está defi- él quien permite decidirlo de manera definitiva.
nido por sus regIas de utilizaci6n (ya se trate de Suponiendo, en efecto, que la formulaci6n "La
los individuos que puecen ser validamente desig- montafia de oro está en California" no se encuen-
nados por él, o de estructuras sintácticas en las tra en un manual de geografia ni en un relato de
que puede correctamente entrar) ; un nombre se viaje, sino en una novela, o en una ficción cual-
define por su posibilidad de recurrencia. Vn quiera, se le podrá reconocer un valor de verdad
enunciado existe ai margen de toda posibilidad de o de error (según que el mundo ima~inario ai
reaparecer; y la relación que mantiene con lo que que se refiere autorice o no semejante fantasía
enuncia no es idéntica a un conjunto de regias geol6gica y geográfica). Hay que saber a qué se
de utilizaci6n. Se trata de una relación singular: refiere el enunciado, cuál es su espacio de co-
y si en esas condiciones reaparece una formula- rrelaciones, para poder decir si una proposici6n
ci6n idéntíca, son precisamente las mismas pala- tiene o no un referente. HEI actual rey de Fran-
bras las utilizadas, son sustancialmente los mismos cia es calvo" no carece de referente sino en la
nombres, es en total la misma frase; pero no es medida en que se supone que el enunciado se
forzosamente el mismo enunciado. refiere ai mundo de la informaci6n hist6rica de
Tampoco hay que confundir la relaci6n entre hoy. La relación de la proposici6n con el refe-
un enunciado y lo que enuncia, con la relaci6n rente no puede servir de modelo y de ley a la re-
entre una proposici6n y su referente. Los 16gicos laci6n deI enunciado con lo que enuncia. Este
dicen, como sabemos, que una proposícíón como ultimo no s610 no es dei mismo nivel que ella,
"La montafía de oro está en California", no pue- sino que aparece como anterior a ella.
150 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 151
En fin, no es tampoco superponible a la rela- sea significante, se refiere a algo, desde el mo-
ción que puede existir entre una frase y su sen mento en que es un enunciado.
tido. EI desfase entre estas dos formas de rela- En cuanto a esa relación que caracterizaría pro-
ción aparece claramente a propósito de esas fa- piamente ai enunciado -relación que parece imo
mosas frases que no tienen sentido, pese a su plícitamente supuesta por la frase o la proposi-
estructura gramatical perfectamente correcta (co- ción, y que les aparece como previa-, <cómo de-
mo en el ejemplo: "Incoloras ideas verdes duer- finirla? <Cómo separaria, en cuanto a si misma, de
men furiosamente"). De hecho, decir que una esas relaciones de sentido o de esos valores de
frase como ésta no tiene sentido, supone que se verdad, con los que de ordinario se la confunde?
ha excluido ya cierto número de posibilidades: Un enunciado cualquiera que sea, y tan simple
se admite que no se trata del relato de un suefio, como se pueda imaginar, no tiene por correlato
que no se trata de un texto poético, que no se un individuo o un objeto singular que seria de-
trata de un mensaje cifrado, o de la palabra de signado por tal o cual palabra de la frase. En el
un drogado, sino de cierto tipo de enunciado que, caso de un enunciado como "La montafia de oro
de un modo definido, debe estar en relación con está en California", el correlato no es esa forma-
una realidad visible. La relación de una frase ción real o imaginaria, posible o absurda desig-
con su sentido puede asignarse en el interior de nada por el sintagma nominal que desempena la
una relación enunciativa determinada y bien es- función de sujeto, Pera el correlato del enunciado
tabilizada. Además, esas frases, aun en el caso de no es tampoco un estado de cosas o una relación
tomarias en el nivel enunciativo, en el cual no susceptible de verificar la proposición (en el
tienen sentido, no están, en tanto que enuncia- ejemplo seria la inclusión espacial de cierta mono
dos, privadas de correlaciones: en primer lugar, tafia en una región determinada) . En cambio, lo
las que permiten decir que, por ejemplo, unas que puede definirse como el correlato del enun-
ideas no son nunca ni de color ni incoloras, y que ciado es un conjunto de domin ias en los que tales
por lo tanto la frase no tiene sentido (y esas objetos pueden aparecer y en los que tales rela-
correlaciones conciernen a un plano de realidad en ciones pueden ser asignadas: será por ejemplo un
el que las ideas son invisibles, en el que los co- dominio de objetos materiales que posean cierto
lores aparecen a la mirada, etc.) ; por otra parte, número de propiedades físicas comprobables, re-
las que presentan la frase en cuestión como rnen- laciones de magnitud perceptible -o, por el con-
ción de un tipo de organización sintáctica co- traria, sería un dominio de objetos ficticios, do-
rrecta, pero desprovista de sentido (y esas corre- tados de propiedades arbitrarias (incluso si tienen
laciones conciernen aI plano de la lengua, de sus éstas cierta constancia y cierta coherenciaj , sin
leyes y de sus propiedades) . Aunque una frase no instancia de verificaciones experimentales o per·
152 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO
LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 153

ceptivas; será un dominio de localizaciones espa- sos dominios de posibilidad, el enunciado hace
ciales y geográficas, con coordenadas, distancias, de un sintagma, o de una serie de simbolos, una
relaciones de vecindad y de inclusión -o, por el frase a la que se puede, o no, asignar un sentido,
contrario, un dominio de dependencias simbólicas una proposición que puede recibir, o no, un valor
y de parentescos secretos; será un dominio de ob- de verdad.
jetos que existen en ese mismo instante y en la mís- Se ve en todo caso que la descri pción de ese
ma escala del tiempo en que se formula el enuncia- nivel enunciativo no puede hacerse ni por un
do, o bien será un dominio de objetos que perte- anãlisis formal ni por una investigación semánti-
necen a un presente totalmente distinto: el que ca, ni por una verificación, sino por el análisis de
está indicado y constituido por el enunciado mis- las relaciones entre el enunciado y los espacios
mo, y no aquel ai cual pertenece el enunciado de diferenciación, en los que hace él mismo apa-
también, Un enunciado no tiene frente a él (y en recer las diferencias.
una especie de tête-à-Mte) un correlato, o una b) Un enunciado, adernas, se distingue de una
ausencia de correlato, como una proposición tiene serie cualquiera de elementos lingüísticos por el
un referente (o no lo tiene) ,como un nombre pro- hecho de mantener con un sujeto una relación de-
pio designa a un individuo (o a nadie). Está Ií- terminada. Relación cuya naturaleza hay que pre-
gado más bien a un "referencial" que no está cons- cisar y a la que hay que desprender sobre todo de
tituido por "cosas", por "hechos", por "realidades", las relaciones con las que se la podría confundir.
o por "seres", sino por leyes de posíbilídad, regias No se debe, en eíecto, reducir el sujeto dei
de existencia para los objetos que en él se encuen- enunciado a esos elementos gramaticales en pri-
tran nombrados, designados o descritos, para las mera persona que están presentes en el interior
relaciones que en él se encuentran afirmadas o de esa frase. En primer lugar, porque el sujeto
negadas. EI referencial dei enunciado forma eí dei enunciado no es interior ai sintagma Iingüís-
lugar, la condici6n, el campo de emergencia, la tico; después, porque un enunciado que no com-
instancia de díferenciación de los individuas o de porta primera persona, tiene, con todo, un sujeto;
los objetos, de los estados de cosas y de las rela- finalmente, y sobre todo, todos los enunciados
ciones puestas en juego por el enunciado mismo; que tienen una forma gramatical fija (ya sea en
define las posibilidades de aparición y de deli- primera o en segunda persona) no tienen un úni-
mitaci6n de lo que da a la frase su sentido, a la co tipo de relación con el sujeto dei enunciado.
proposición su valor de verdad. Este conjunto Se concibe fácilmente que esta relación no es la
es lo que caracteriza el nivel enunciativo de la misma en un enunciado dei tipo "La tarde está
Iormulación, por oposición a su nivel gramatical cayendo", y "Todo efecto tiene una causa"; en
y a su nivel lógico. Por la relación con esos diver- cuanto a un enunciado del tipo "Durante mucho
154 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 155
tiem po me he acostado temprano", la relación los elementos dialogados y de las frases referidas
con el sujeto que enuncia no es la misma, si se aI pensamiento de un personaje; aun así se plan-
oye articulado en el curso de una conversación tea e! problema de los textos publicados con un
que si se lee en la primera línea de un libro que seudónimo: y conocidas son todas las dificultades
se llama En busca deZ tiempo perdido. que esos desdoblamientos suscitan en los que aco-
Ese sujeto exterior a la frase, ~no es sencilla- meten el análisis interpretativo cuando quieren
mente ese individuo real que la ha articulado o referir, por entero, esas formulaciones ai autor de!
escrito? No existen signos, sabido es, sin alguien texto, a lo que quería decir, a lo que pensaba, en
que los profiera, en todo caso sin algo como ele- una palabra, a ese gran discurso mudo, inaparente
mento emisor. Para que una serie de signos exis- y uniforme ai que reducen toda esa pirámide de
ta, es preciso -según e! sistema de las causalida- niveles diferentes) ; pera, ai margen incluso de esas
des- un "autor" o una instancia productora. Pero instancias de formulación que no son idénticas aI
ese "autor" no es idéntico ai sujeto dei enuncia- individuo-autor, los enunciados de la novela no
do; y la relación de producción que mantiene con tienen el mismo sujeto según sea que den, como
la formulación no es superponible a la relación de! exterior, los puntos de referencia históricos y
que une e! sujeto enunciante y lo que enuncia. espaciales de lo narrado, o bien describan las co-
No tomemos, porque sería demasiado sencillo, el sas como las vería un individuo anônimo, invisi-
Caso de un conjunto de signos materialmente for- ble y neutro, mezclado por arte mágica con las
mados o trazados: su producción implica un au- figuras de la ficción, o bien que den, como por
tor, y no existe, por lo tanto, Di enunciado ni SU~ un desciframiento interior e inmediato, la versión
jeto de! enunciado. Se podría evocar también, para verbal de lo que, silenciosamente, siente un persa-
mostrar la disociación entre e! que emite los sig- naje. Esos enunciados, aunque su autor sea e!
nos y el sujeto de un enunciado, e! caso de un mismo, aunque no los atribuya a nadie más que
texto leído por una tercera pesona, o el dei actor a sí mismo, aunque no invente relevo suplemen-
recitando su papel. Pero éstos son casos límites. taria entre lo que él mismo es y el texto que lee,
De manera general parece, a la primera mirada, no suponen, para e! sujeto que enuncia, los mis-
ai menos, que e! sujeto dei enunciado es precisa- mos caracteres; no implican la misma relación en-
mente aquel que ha producido sus diferentes ele- tre ese sujeto y lo que está enunciando.
mentos en una intención de significación. Sin em- Se dirá quizá que e! ejernplo, con tanta fre-
bargo, las cosas no son tan sencillas. En una no- cuencia citado, de! texto novelesco no tiene valor
vela, se sabe que e! autor de la formulación es de prueba; o más bien que pane a discusión la
ese individuo real cuyo nombre figura en la por- esencia misma de la literatura, y no e! estatuto de!
tada dei líbro (aun así, se plantea e! problema de sujeto de los enunciados en general. Sería propio
156 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 157
de la literatura que e! autor se ausentara de su tiernpo, aI espacio, a las circunstancias, idênticas
obra, se escondiera, delegara o se dividiera; y de en cualquier sistema lingüístico y en cualquier
esta disociación no se debería sacar en consecuen- código de escritura o de simbolización, que puede
cia de manera universal que e! sujeto de! enun- ocupar todo individuo para afirmar tal proposi-
ciado sea distinto en todo -cadcter estatuto, fun- ción. Por otra parte, frases de! tipo "Se ha de-
cíón, identidad- deI autor de la formulación. Sin mostrado ya que ..." comportan para poder ser
embargo, este desfase no se limita a la literatura. enunciadas condiciones contextuales precisas que
Es absolutamente general en la medida en que e! no implicaba la formulación precedente: la po-
sujeto deI enunciado es una función determina- sición se fija entonces en e! interior de un do-
da, pero no forzosamente la misma de nu enun- minio constituido por un conjunto finito de
ciado a otro; en la medida en que es una función enunciados; está localizada en una serie de acon-
vacía, que puede ser desempenada por individuos, tecimientos enunciativos que deben haberse pro-
hasta cierto punto indiferentes, cuando vienen a ducido ya; está establecida en un tiempo demos-
formular e! enunciado; en la medida aun en que trativo cuyas momentos anteriores no se pierden
un único individuo puede ocupar sucesivamente jarnás, y que no tienen, por ello, necesidad de
en una serie de enunciados, diferentes posiciones ser recomeuzados y repetidos ídénticamente para
y tomar el pape! de diferentes sujetos, Tomemos hacerlos presentes (una mención basta para reac-
el ejemplo de un tratado de matemáticas. En la tivarlos en su validez de origen) ; está determina-
frase deI prefacio en que se explica por qué se da por la existencia previa de cierto número de
ha escrito ese tratado y en qué círcunstancias, operaciones efectivas que quizá no han sido reali-
para responder a qué problema no resuelto, o a zadas por un solo individuo (el que habla actual-
qué preocupación pedagógica, utilizando qué mé- mente), pero que pertenecen por derecho aI su-
todos, después de qué tanteos y de qué fracasos, jeto enunciante, que están a su disposición y que
la posición de sujeto enunciativo no puede ser él puede volver a poner en juego cuando lo ne-
ocupada sino por e! autor o los autores de la cesite. Se definirá e! sujeto de tal enunciado por
formulación: las condiciones de individualización e! conjunto de esos requisitos y de esas posibili-
del sujeto sou, en efecto, muy estrictas, muy nu- dades, y no se le descríbirá como individuo que
merosas y no autorizan en ese caso más que un habria efectuado realmente unas operaciones, que
sólo sujeto posible. En cambio si, en e! cuerpo viviría en un tiempo sin olvido ui ruptura, que
mismo de! tratado, se encuentra una proposición habría interiorizado, en e! horizonte de su con-
como "Dos cantidades iguales a una tercera son ciencía, todo un conjunto de propensiones verda-
iguales entre sí", e! sujeto de! enunciado es la deras, y que conservaria, en e! presente vivo de su
posición absolutamente neutra, indiferente aI pensamiento, su reaparición virtual (esto no es,
158 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 159

en los individuas, otra cosa que eI aspecto psico- enunciante no es siempre idêntica, cuando se trata
16gico y "vivido" de su posici6n en tanto que su- de afirmar una proposici6n verdadera, y ahora ve-
jetos enunciantes). mos que tampoco es la misma cuando se trata de
De la misma manera, se podría describir cuál eíectuar, en el enunciado mismo, una operación.
es la posici6n específica dei sujeto enunciante en No hay, pues, que concebir eI sujeto dei enun-
frases como "Llamo recta a todo conjunto de pun- ciado como idéntico ai autor de la formulaci6n.
tos que ...", o Como "Sea un conjunto finito de Ni sustancialmente, ui funcionalmente. No es, en
elementos cualesquiera"; aqui y allí la posici6n efecto, causa, origen o punto de partida de ese
dei sujeto está ligada a la existencia de una ope- fen6meno que es la articulaci6n escrita u oral de
raci6n a la vez determinada y actual; aqui y allí, una frase; no es tampoco esa intenci6n significa-
eI sujeto dei enunciado es también eI sujeto de tiva que, anticipándose silenciosamente a las pa-
la operaci6n (aquél que establece la definici6n labras, las ordena como eI cuerpo visible de su
es también el que la enuncia; aquél que plantea intuici6n; no es eI foco constante, inm6vil e idén-
la existencia es también, y ai rnismo tiempo, el tico a si mismo de una serie de operaciones que
que plantea el enunciado) ; aqui y allí, en fin, el los enunciados vendrían a manifestar, por turno,
sujeto vincula, por esa operaci6n y eI enunciado en la superficie dei discurso. Hay un lugar de-
en .eI que toma cuerpo, sus enunciados y sus ope- terminado y vacío que puede ser efectivamente
raciones futuras (en tanto que sujeto enunciante, ocupado por individuas diferentes; pero este lu-
acepta ese enunciado como su propia ley). Exis- gar, en vez de ser definido de una vez para siem-
te, sin embargo, una diferencia: en el primer pre y de mantenerse invariable a lo largo de un
caso, lo que se enuncia es una convenci6n de len- texto, de nu libra o de una obra, varía, o más
guaje, de ese lenguaje que tiene que utilizar eI bien es lo bastante variable para poder, o bien
sujeto enunciante y en eI interior dei cual se de- mantenerse idéntico a sí mismo, a través de varias
fine: el sujeto enunciante y lo enunciado se ha- frases, o bien modificarse con cada una. Constitu-
lIan,. ~ues, ai rnismo nivel (rnientras que para un ye una dimensión que caracteriza toda formula-
análisis formal un enunciado como éste implica ci6n en tanto que enunciado. Es uno de los rasgos
la desnivelaci6n propia dei meta-Ienguaje); en propios de la funci6n enunciativa y que permiten
el segundo caso, por eI contrario, eI sujeto enun- describirla. Si una proposici6n, una frase, un con-
ciante hace existir fuera de él un objeto que per- junto de signos pueden ser lIamados "enuncia-
tenece a un dominio ya definido, cuyas leyes de dos", no es en la medida en 'lue ha habido, un
posibilidad han sido articuladas ya y cuyas carac- dia, alguien que los profiriera o que dejara en
terísticas son anteriores a la enunciación que lo alguna parte su rastro provísorio: es en la medida
crea. Acabamos de ver que la posici6n dei su jeto en que puede ser asígnada la posición dei sujeto.
160 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 161

Describir una formulación en tanto que enun- o a qué tipo de proposici6n responde la serie de
ciado no consiste en analizar las relaciones entre signos dada (una equivalencia entre dos sumas).
el autor y lo que ha dicho (o querido decir, o En el Iímite, se puede concebir una frase o una
dicho sin quereria), sino en determinar cuál es proposición que se determine "por sí sol~", s.in
la posici6n que puede y debe ocupar todo indi- ninguna .otra que le sirva de cont:~to, sm m.n-
viduo para ser su sujeto. gún conjunto de frases o de proposlClOnes asocia-
e) Tercer caracter de la función enunciativa: das: que, en estas condiciones, sean i.nútiles e
no puede ejercerse sin la existencia de un domi- inutilizables, no impide q~e se I~ pudiera reco-
nio ' asociado. Esta hace dei enunciado otra cosa nocer, incluso así, en su smgulandad.
y más que un pnro agregado de signos que no Sin duda, se puede hacer cierto número de o~­
necesitarían para existir más que de un soporte jeciones. Decir, por ejemplo, que una proposl-
material: superficie de inscripción, sustancia 50. ción no puede ser establecida e individu~lízada
nora, materia susceptible de recibir una forma como tal sino a condici6n de conocer el sistema
incisión en hueco de unos trazos. Pero esta I~ de axiomas a que obedece: esas defíniciones, esas
distingue, también y sobre todo de la frase y de regIas, esas convenciones de la escritura, ,no for-
la proposicíón. man un campo asoeiado que no se puede separar
Sea un conjunto de palabras o de símbolos. Pa- de la proposición (deI mismo modo, las regIas
ra decidir si constituyen una unidad gramatical de la gramática, actuando implicitamente en la
como la frase o una unidad 16gica como la pro- competencia deI sujeto, son necesarias para que
posición, es necesarío y suficiente determinar se. se pueda reconocer una frase, y una frase de cíerto
gún qué regias ha sido construido. "Pedro ha lIe- tipo)? Sin embargo, hay que observar ~ue es~
gado ayer" forma una frase, pero no "Ayer ha conjunto -actual o virtual- no es deI mismo rn
Pedro lIegado"; A + B=e + D constituye una vel que la proposici6n o la frase, sino que descan
proposición, pero no ABe + = D. EI solo examen sasobre sus elementos, su encadenamiento y su
de los elementos y de su distribución, con refe- dísrribucíón posibles. No les está asoeiado: está
rencia aI sistema -natural o artificial L de la supuesto por la frase. Se podrá objeta; .también
lengua permite .establecer la diferencia entre lo que muchas proposiciones (no tautológicas) no
que es proposición y lo que no lo es, entre lo que pueden ser verificadas a partir de sus solas regIas
es frase y lo que es simple acumulacíón de pala- de construcción, y que el curso aI referente es
bras. Mucho más, este examen basta para deter- necesario para decidir si son verdaderas o falsas
minar a qué tipo de estructura gramatical perte- pero verdadera o falsa, una proposici6n sigue sien
nece la frase en cuestión (frase afirmativa, eu dó una proposición, y no es el recurso aI refe
pretérito, comportando un sujeto nominal, etc.j , rente lo que decide si es o no una proposición
162 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 163
Lo mismo ocurre con las frases: en no pocos casos, do siempre una frase o una proposición y es
no pueden declarar su sentido sino en relación siempre posible reconocerla como tal.
con el contexto (ya sea que comporten elementos En cambio, la función enunciativa -mostran~
"deícticos" que remitan a una situación concreta; do con ello que no es una pura y simple construc-
ya sea que utilice pronombres de primera o de ción de elementos previos- no puede ejercerse
segunda persona que designen el sujeto parlante sobre una frase o una proposición en su estado
y sus interlocutores; ya sea que se sirvan de ele- libre. No basta decir una frase, no basta siquiera
mentos pronominales o de partículas de enlace decirla en una relación determinada con un cam-
que se refieran a frases anteriores o futuras) ; pe- po de objetos o en una relación determinada con
ro que su sentido no pueda ser completado no imo un sujeto, para que haya enunciado, para que
pide que la frase sea gramaticalmente completa se trate de un enunciado: es preciso ponerla en
y autónoma. Ciertamente, no se sabe muy bien lo relación con todo un campo adyacente. O más
que "quiere decir" un conjunto de palabras co- bien, porque no se trata aqui de una relación
mo "Esta, se lo diré mariana": en todo caso, no suplementaria que venga a estamparse sobre las
se puede ni fechar ese dia siguiente, ni nombrar otras, no puede decirse una frase, no se la puede
a los interlocutores, ni adivinar ·10 que debe ser hacer que adquiera una existencia de enunciado
dicho. No por ello deja de ser una frase perfecta- sin que actúe un espacio colateral. Estos márge-
mente delimitada, conforme con las regias de cons- nes se distinguen de lo que se entiende general-
trucción del idioma. Se podrá, finalmente, obje- mente por "contexto" -real o verbal-, es decir
tar que, sin contexto, es a veces difícil decidir la del conjunto de los elementos de situación o de
estructura de una frase ("Si ha muerto, no lo Jenguaje que motivan una formulación y deter-
sabré jamás", puede construirse así: "En el caso minan su sentido. Y se distinguen en la medida
de que haya muerto, ignoraré siempre tal o cual misma en que lo hacen posible: la relación con-
cosa", o bien "Jamás sabré si ha muerto"}, Pero textual entre una frase y las que la rodean no es
aqui se trata de una ambigüedad que es perfec- la misma en una novela que en un tratado de
tamente definible, cuyas posibilidades sirnultá- física; no será la misma entre una formulación
neas se pueden enumerar, y que forma parte de la y el media objetivo en una conversación que en
estruetura propia de la frase. De una manera ge- el informe sobre un experimento. EI efecto de
neral, se puede decir que una frase o una pro- contexto puede determinarse sobre el fondo de
posición -incluso aislada, incluso separada del una relación más general entre las formulaciones
contexto natural que la aclara, incluso liberada sobre el fondo de toda una red verbal. Estas már
o amputada de todos los elementos a los que, genes no son idênticos tampoco a los diferentes
implícitamente o no, puede remitir- sigue sien- textos, a las diferentes frases que el sujeto puede
164 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 165

tener presentes en la imaginación cuando habla; que, de una manera o de otra, deje de reactualizar
aquí también son más extensivos que ese con- otros (elementos rituales en un relato; proposi-
to:no psicológico, y hasta cierto punto lo deter- ciones ya admitidas en una demostración; frases
minan, porque según la posición, el estatuto y el convencionales en una conversaciónj , Está cons-
papel de una formulación entre todas las demás tituido además por el conjunto de formulaciones
-según sea que se inscriba en el campo de la li· cuyo enunciado prepara la posibilidad ulterior, y
teratura o que deba disiparse como una frase que pueden seguirIo como su consecuencia, o su
indiferente, según sea que forme parte de un relato continuación natural, o su réplica (un orden no
o que presida una demostración-, el modo de abre las mismas posibilidades enunciativas que
presencia de los demás enunciados en la concíen- las proposiciones de una axiomática o el comienzo
cia dei sujeto no será el mísmo: no es ní el mismo de un relato) . Está constituído, en fin, por el con-
~ivel, ni la misma forma de experiencia lingüís- junto de formulaciones cuyo estatuto comparte el
tl~a, de memoria verbal, de evocación de lo ya enunciado en cuestíón, entre las cuales toma lu-
dícho los que obran acá y allá, EI halo psicológico gar sin consideración de orden lineal, con las cua-
de ~na ~o:mulación está impuesto de lejos por les se eclipsará, o con las cuales, por el contrario,
la disposicíón dei campo enunciativo. se valorizará, se conservará, se sacralizará y se
EI campo asociado que hace de una frase o de ofrecerá, como objeto posible, a un discurso fu-
u~a serie de signos un enunciado, y que les per- turo (un enunciado no es disociable dei estatuto
mite tener un contexto determinado, un conte. que puede recibir como "literatura", o como fra-
nido representativo especificado, forma una tra- se no esencial, buena tan sólo para ser olvidada, o
ma compleja. Está constituido en primer lugar como verdad científica adquirida para siempre,
por la seríe de las dernás formulaciones en el in- o como palabra profética, etc.). De manera gene
terior de las cuales el enunciado se inscribe y for- ral, puede decirse que una secuencia de elementos,
ma un elemento (un juego de réplicas que formen lingüísticos no es un enunciado más que en el
una conversación, la arquitectura de una demos- caso de que esté inmersa en un campo enuncia
tracíón, limitada por 5US premisas de una parte tivo en el que aparece entonces como elemento
y su conclusión de otra, la serie de afirmaciones sigular.
que constituyen un relato). Está constituido tam- EI enunciado no es la proyección directa sobre
bién por el conjunto de formulaciones a que el el plano del lenguaje de una situación determi
enunciado se refiere (implícitamente o no), ya nada o de un conjunto de representaciones, No
sea para repetirias, ya sea para modificarias o es simplemente la utilización por un sujeto par
adaptarias, ya sea para oponerse a eUas, ya sea lante de cíerto número de elementos y de regia s
para hablar de eUas a su vez; no' hay enunciado lingüísticas. Pata comenzar, desde su raíz, se des
166 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 167
taca en un campo enunciativo en el que tiene un nes lógicas entre proposiciones, las relaciones me-
lugar y un estatuto, que dispone para él unas talingüísticas entre un lenguaje objeto y aquel
relaciones posibles con el pasado y que le abre que define las regias, las relaciones retóricas entre
un porvenir eventual. Todo enunciado se encuen- grupos (o elementos) de frases. Es lícito, cierta-
tra así especificado: no hay enunciado en gene- mente, analizar todas estas relaciones sin tomar
ral, enunciado Iibre, neutro e independiente, sino como tema el campo enunciativo mismo, es decir
siempre un enunciado que forma parte de una el dominio de coexistencia en el que se ejerce la
serie o de un conjunto, que desempena un pa- función enunciativa. Pero no pueden existir y
pel en medio de los demás, que se apoya en elJos no son susceptibles de un análisis .sino en la me-
y se distingue de ellos: se incorpora siempre a un dida en que esas frases han sido "enunciadas"; en
juego enunciativo, en el que tiene su parte, por otros términos, en la medida en que se desplie-
ligera e ínfima que sea. Mientras que la construc- gan en un campo enunciativo que les permite
ción gramatical, para efectuarse, no necesita más sucederse, ordenarse, coexistir y desempenar no
que elementos y regias; mientras que se podría papel las unas con relación a las otras. EI enun-
concebir en un caso límite una lengua (artificial, ciado, lejos de ser el principio de individualiza-
claro es) que no sirviese para construir sino una ción de los conjuntos significantes (el "átomo"
sola frase y nada más; mientras que, dados el al- significativo, el mínimum a partir del cual existe
fabeto, las regias de construcción y de transfor- sentido), es lo que sitúa esas unidades significa.
mación de un sistema formal, se puede definir tivas en un espacio en el que se multiplican y se
perfectamente la primera proposición de ese len- acumulan.
guaje, no ocurre 10 mismo en cuanto aI enuncia- d) En fin, para que una secuencia de elemen
do. No existe enunciado que no suponga otros: tos lingüísticos pueda ser considerada y analizada
no hay uno solo que no tenga en torno suyo un como no enunciado, es preciso que llene una
campo de coexistencias, unos efectos de série y cuarta condición: la de tener una existencia ma
de sucesión, una distribución de funciones y de terial. ~Podría hablarse de enunciado si no lo hu
papeles. Si se puede hablar de un enunciado, es biese articulado una voz, si eo una superfície no
en la medida en que una frase (una proposición) se inscribiesen sus signos. si no hubiese tomado
figura en un punto definido, con una posición cuerpo en un elemento sensible y si no hubiese
determinada, en un juego enunciativo que la dejado rastro -siquiera por unos instantes- en
rebasa. una memoria o en un espacio? ~Podría hablarse
Sobre este fondo de la coexistencia enunciativa de un enunciado como de una figura ideal y si
se destacan, a no nivel autónomo y descríptible, lenciosa? El enunciado se da siempre a través de
las relaciones gramaticales entre frases, las relacio- un espesor material, incluso disimulado, incluso
168 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 169
si, apenas aparecido, está condenado a desvane· misma de una serie de símbolos (,Qué quiere de-
cerse. Y no sólo el enunciado tiene necesidad de cir preceder y seguir? ,Venir "antes" y "después"?
esta materialidad, sino que no se le da como su- ,En qué espacio se sitúa semejante ordenación?).
plemento, una vez bien fijadas todas sus determi- Mucho mejor conocidas aún son las relaciones
naciones: por una parte, el1a misma lo constituye, entre la materialidad y la lengua: eI papel de la
Compuesta de las mismas palabras, cargada exac- escritura y dei alfabeto, el· hecho de que no son
tamente dei mismo sentido, mantenida en su iden- ni la misma síntaxis ni eI mismo vocabulario los
tidad sintáctica y semántica, una frase no cons- utilizados eu nu texto escrito y en una conversa-
tituye el mismo enunciado, articulada por alguien dôo, eu nu periódico y eu nu libro, eu una carta
eu el curso de una conversación, o impresa eu una y en un cartel; más aún, hay series de palabras
novela; si ha sido escrita un día, hace siglas, o si que forman frases bien individualizadas y perfec-
reaparece ahora en una formulación oral. Las tarnente aceptables, sí figuran en los titulares de
coordenadas y eI estatuto material dei enunciado un periódico, y que sin embargo, ai hilo de una
forman parte de sus caracteres intrínsecos. Es una conversación, no podrían jamás valer por una
evidencia. O casi. Porque, en cuanto se le presta frase con un sentido. Sin embargo, la materialidad
un poco de atención, las cosas se embrol1an y los desempena en eI enunciado un papel mucho más
problemas se multiplican. importante: no es simplemente principio de va-
Indudablemente, se está tentado a decir que si riación, modificación de los criterios de recono-
eI enunciado se hal1a, ai menos en parte, caracte- cimiento, o determinación de subconjuntos lin-
rizado por su estatuto material, y si su identidad güísticos. Constituye eI enunciado mismo: es pre-
es sensible a una modificación de ese estatuto, ciso que un enunciado tenga una sustancia, un
ocurre lo mismo en cuanto a las frases o las pro- soporte, un lugar y una fecha. Y cuando estas re-
posiciones: la materialidad de los signos, en efec- quisitos se modifican, él mismo cambia de iden-
to, no es dei todo indiferente a la gramática o tidad. AI punto, surge una multitud de pregun-
incl uso a la lógica. Conocidos son los problemas tas: Una misma frase repetida en voz alta y en
teóricos que plantea a ésta la constancia material voz baja, ,forma un solo enunciado o varias?
de los símbolos utilizados (,cómo definir la iden- Cuando se aprende un texto de memória, ,da ca-
tidad de un símbolo a través de las diferentes sus- da recitación lugar a un enunciado, o hay que
tancias en que puede tomar cuerpo y las varia- considerar que es eI mismo que se repíte? Una
ciones de forma que tolera? ,Cómo reconocerlo y frase fielmente traducida a otra lengua, ,son dos
asegurar que es eI mismo, si hay que definiria enunciados distintos o uno solo? Y en una recita-
como "un cuerpo físico concreto"?) ; conocidos son ción colectiva -oraciôn o lección-, ~cuántos
también los problemas que le plantea la noción enunciados hay? ,Cómo establecer la identidad dei
170 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 171
enunciado a través de estas ocurrencias múltiples, tanto diferentes, no constituye más que un enun-
de estas repeticiones, de estas transcripciones? ciado. Y sin embargo, no se reduce a una forma
El problema se halla oscurecido sin duda por gramatical o lógica en la medida en que, más
e! hecho de que se confunden con frecuencia que ella y de un modo diferente, es sensible a
niveles diferentes. Hay que poner aparte, en pri- diferencias de rnateria, de sustancia, de tiempo y
mer lugar, la multiplicidad de las enunciaciones. de lugar. ,Cuál es, pu~s, esa materialidad propia
Se dirá que existe enunciación cada vez que se de! enunciado y que autoriza ciertos tipos singula-
emite un conjunto de signos. Cada una de esas res de repetición? ,Cómo se puede hablar de! mís-
articulaciones posee su individualidad espacio- mo enunciado, tratándose de varias enunciaciones
temporal. Dos personas pueden decir a la vez la distintas, cuando se debe hablar de varias enun-
misma cosa, y como son dos habrá dos enuncia- ciados allí donde se pueden reconocer formas, es-
ciones distintas. Vn único sujeto puede repetir tructuras, regIas de construcción, in tenciones
varias veces la misma frase, y habrá otras tantas idénticas? ,Cuál es, pues, ese régímen de mate-
enunciaciones distintas en eI tiempo. La enuncia- rialidad repetible que caracteriza e! enunciado?
ción es un acontecimiento que no se repite; posee Sin duda, no es una materialidad sensible, cua-
una singularidad situada y fechada que no se litativa, dada bajo la forma de! colar, de! sonido
puede reducir. Esta singularidad, sin embargo, o de la solidez y cuadriculada por e! mismo sis-
deja pasar cierto número de constantes: gramati- tema de puntos de referencia espacio-temporal
cales, semânticas, lógicas, por las cuales, neutrali- que e! espacio perceptivo. Un ejemplo muy seno
zando el momento de la enunciación y las coor- cillo: un texto reproducido varias veces, las edi.
denadasque la individualizan, se puede reconocer ciones sucesivas de nu libro, mejor aún, los dife-
la forma general de una frase, de una significa- rentes ejemplares de una misma tirada, no dan
ción, de una proposición. El tiempo y el lugar lugar a otros tantos enunciados distintos. En to-
de la enunciación, el soporte material que utiliza das las ediciones de Las flores dei mal (dejandc
se vue1ven entonces indiferentes, aI menos en aparte las variantes y los textos condenados) SI
una gran parte, y lo que se destaca es una forma encuentra e1 mismo juego de enunciados; sin em
indefinidamente repetible y que puede dar lugar bargo, ni los caracteres, ni la tinta, ni e! papel
a las enunciaciones más dispersas. Ahora bien, e! ni de todos modos, la disposición de! texto y e
enunciado mismo no puede estar reducido ai pu- emplazamiento de los signos son los mismos
ro acontecimiento de la enunciación; porque, a todo e! grana de la material ídad ha cambiado
pesar de su materíalidad, puede ser repetido: no Pera aqui, estas "pequenas" diferencias no tíener
será fácil decir que una misma frase pronunciada la suficiente eficacia para alterar la identidad de
por dos personas, aunque en circunstancias un enunciado y para hacer surgir de él otro: estát
172 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENllNCIATIVA 173

todas neutralizadas en e! elemento general -ma- nuscrito en una haja de papel o publicado en un
terial, sin duda, pero igualmente institucional y Iibro: puede ser el mismo pronunciado oralmen-
económíco.., de! "libro": un libro, cualquiera que te, impreso en un cartel, reproducido por un
sea el número de ejemplares o de ediciones, cua- magnetófono. Eu cambio, cuando un novelista
lesquiera que sean las sustancias diversas que pue- pronuncia una frase cualquiera en la vida diaria,
de emplear, es un lugar de equivalencia exacta y luego la hace figurar tal cual en el manuscrito
para los enunciados, es para ellos una instancia de que redacta, atribuyéndola a un personaje, o in-
repetición sin cambio de identidad. Vemos en cluso dejándola pronunciar por esa voz anônima
este primer ejernplo que la materialidad del enun- que pasa por ser la dei autor, no se puede de-
ciado no está definida por el espacio ocupado o cir que en los dos casos se trate de! mismo enun-
la fecha de forrnulación, sino más bien por un ciado. EI régimen de materialidad ai que obe-
estatuto de cosas o de objeto. Estatuto que no es deceu necesariamente los enunciados es, pues,
jamás definitivo, sino modificable, relativo y siem- dei orden de la institución más que de la locali-
pre susceptible de revisión: bien sabido es, por zación espacio-temporal: define posibilidades de
reinscripciôn y de transcripciôn ' (pera también
ejemplo, que para los historiadores de la litera-
tura, la edíción de un libro publicado bajo el cui- de umbrales y de límites) más que individuali-
dado y la vigilancia de! autor no tiene el mismo dades limitadas y perecederas,
estatuto que las ediciones póstumas, que los enun- La identidad de un enunciado está sometida a
ciados tienen aJlí un valor singular, que no son un segundo conjunto de condiciones y de limites:
una de las manifestaciones de un único conjunto, los que le son impuestos por e! conjunto de los
que son eso con relación a lo cual hay y debe demás enunciados en medio de los cuales figura,
haber repetición. De la misma manera, entre el por e! domínio en que se le puede utilizar o apli-
texto de una Constitución, o de uu testamento, o car, por el papel o las funciones que ha de desem-
de una revelación religiosa, y todos los manuscri- penar. La afirmación de que la tierra es redonda
tos o impresos que los reproducen exactamente o de que las especies evolucionan, no constituye
eon la misma escritura, con los mismos caracte- el mismo enunciado antes y después de Copérni-
res y sobre sustancias análogas, no se puede decir co, antes y después de Darwin; no es, para forrnu-
que exista equivalencia: de una parte están los laciones tan simples, que haya cambiado e! sen-
enunciados mismos, y de otra SU reproducción. EI tido de las palabras; lo que se ha modificado es
enunciado no se identifica a un fragmento de la relación de esas afirmaciones con otras propo-
materia; pero su identidad varia con un régimen siciones, son sus condiciones de utilización y de
complejo de instituciones materiales. reinserción, es el campo de experiencia, de veri-
Porque un enunciado puede ser el misrno, ma- Iicaciones posibles, de problemas por resolver ai
174 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA FUNCIÓN ENUNCIATIVA 175
que pueden referirse. La frase "los suefios son la diverso que la estructura de la frase (y su identi-
realización de los deseos" puede ser repelida a dad es entonces más fina, más frágil, más fácil-
través de los siglos, y no será el mismo enunciado mente modificable que la de un conjunto semán-
.: en Platón que en Freud. Los esquemas de utili- tico o gramalical) , tan pronto más consistente que
zación, las regias de empleo, las consteiaciones en esa estructura (y su identidad es entonces más
que pueden desempenar un papel, sus virtualida- amplia, más estable, menos accesible a las varia-
des estratégicas, constituyen para los enunciados ciones). Más todavia: no sólo esa identidad dei
un campo de estabilización que permite, a pesar enunciado no puede, de una vez para siernpre,
de todas las diferencias de enunciación, repetirlos situarse en re!ación con la de la frase, sino que
en su identidad; pero este mismo campo puede ella misma es relativa y oscila según e! uso que se
igualmente, bajo las identidades semânticas, gra- hace deI enunciado y la manera en que se mani-
maticales o formales más manifiestas, definir un pula. Cuando se uliliza un enunciado para poneI
umbral a partir dei cu aI ya no hay equivalencia y de relieve la esn uctura gramatical, la configura-
hay que reconocer la aparición de un nuevo ción retórica o las connotaciones que lleva en sí,
enunciado. Pero es posíble, sin duda, ir más le- es evidente que no se puede considerarlo como
jos: se puede considerar que no existe más que idéntico en su lengua original y en su traducción.
nu único enunciado donde, sin embargo, ui las En cambio, si se quiere hacerle entrar en un pro-
palabras, ni la sintaxis y ni la lengua misma son cedimiento de verificación experimental , enton-
idénticas, Sea un discurso y su traducción simul- ces texto y traducción constituyen el mismo con-
t::ínea; sea un texto científico en inglés y su ver- junto enunciativo. O también, en determinada
sión espafíola; sea un aviso a tres columnas en tres escala de la macrohistoria, se puede considerar
lenguas diferentes: no hay tantos enunciados co- que .una afirrnación como "Las especies evolu-
mo idiomas empleados, sino un solo conjunto de cionan" forma e! mismo enunciado en Darwin y
enunciados en formas lingüísticas diferentes. Más en Simpson; a un nive! más fino y considerando
aún: una información dada puede ser retransmí- campos de utilización más limitados (e! "neo-
tida con otras palabras, con una sintaxis simplifi- darwinismo" por oposición al sistema darwinista
cada, o en un código convenido; si el contenido propiamente dicho) , se trata de dos enunciados
informativo y las posibilidades de utilización son diferentes. La constancia deI enunciado, la con-
las mismas, podrá decirse que es en un lugar y servación de su identidad a través de los aconte-
en otro el mismo enunciado. cimientos singulares de las enunciaciones, sus
De nuevo, no se trata aquí de un criteria de desdoblamientos a través de la identidad de las
individualización de! enunciado, sino más bien formas, todo esto es función deI campo de utili-
de su principio de variación: es tan pronto más zación eu que se encuentra inserto.
tA. FUNCIÓN ENUNCIATtVA 177
176 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO
de ser una cosa dicha de una vez para siempre
Se ve que el enunciado no debe ser tratado _y perdida en el pasado como la decisión de una
como un acontecimiento que se hubiese produci- batalla, una catástrofe geológica o la muerte de
do en un tiempo y en un lugar determinados, y un rey-, el enunciado, a la vez que surge en su
que fuese apenas posible recordar -y celebrar de materialidad, aparece con un estatuto, entra eu
lejos-- en un acto de memoria. Pero se ve que unas tramas, se sitúa en campos de utilización, se
tampoco es una forma ideal que se puede siempre ofrece a traspasos y a modificaciones posibles, se
actualizar en nu cuerpo cualquiera, e~ uu con- integra en operaciones Y en estrategias donde su
junto indiferente y en condiciones materiales que identidad se mantiene o se pierde. Ast, el enun-
no importan. Demasiado repetible para ser en- ciado circula, sirve, se sustrae, permite o impide
teramente solidario de las coordenadas espacio- realizar un deseo, es dócil o rebelde a unos inte-
temporales de su nacimiento (es otra cosa que la reses, entra en el orden de las contiendas y de las
fecha y el lugar de su aparición, demasiado ligado luchas, se collvierte en tema de apropiación o de
a lo que lo rodea y lo soporta para ser tan libre rivalidad.
como una pura forma (es otra cosa que una ley
de construcción aplicada a un conjunto de ele-
mentos), está dotado de una cierta gravidez mo-
dificable, de un peso relativo ai campo en el
cual está colocado, de una constancia que penni-
te utilizaciones diversas, de una permanencia tem-
poral que no tiene la inercia de un simple rastro,
y que no dormita sobre su propio pasado. M ien-
tras que una enunciación puede ser recomenzada
ore-evocada, mientras que una forma (lingüís-
tica o lógica) puede ser reactualizada, el enun-
ciado tiene la propiedad de poder ser repetido,
peTo siempre en condiciones estrictas.
Esta materialidad repetible que caracteriza la
función enunciativa hace aparecer el enuuciado
como un objeto especifico y paradójico, pero como
un objeto, a pesar de todo, entre todos los que
los hombres producen, manipulan, utilizan, trans-
forman, cambian, combinan, descomponen Y Te-
componen, y eventualmente destruyen. En lugar
LA DESCRIPCIÓN DE LOS ENUNCIADOS 179
111
das. En una pai abra, lo que se ha descubierto,
LA DESCRIPCIúN DE no es e! enunciado atómico -con su efecto de
LOS ENUNCIADOS sentido, su origen, sus límites y su individuali-
dad-. sino el campo de ejercicio de la fundón
enunciativa y las condiciones según las cuales ha-
ce ésta aparecer unidades diversas (que pueden
ser, pero no de una manera necesaria, de ardeu
gramatical o lógico). Pero me encuentro ahora
El frente de! análisis se encuentra considerable- ante la obligación de responder a dos preguntas:
mente desplazado; quise volver a la definición i.Qué hay que entender en adelante por la tarea,
dei enunciado que, ai comienzo, había quedado inicialmente propuesta, de describir unos enun-
en suspenso. Todo pasó y todo se dijo como si el ciados? (Cómo puede esta teoría de! enunciado
enunciado fuera una unidad fácil de establecer y ajustarse ai análisis de las formaciones discursi-
cuyas posibilidades y leyes de agrupamiento se vas que había sido esbozado sin ella?
trataba de describir. Ahora bien, ai volver sobre
mis pasos, me he dado cuenta de que no podia
definir e! enunciado como una unidad de tipo
lingüístico (superior ai fenómeno y a la palabra, A
inferior ai texto) ; sino que se trataba más bien de
una función enunciativa, que ponía en juego uni- J. Lo prirnero que hay que hacer es fijar el vo-
dades di versas (éstas pueden coincidir a veces con cabulario. Si se acepta llamar actuacion verbal, o
frases, a veces con proposiciones; pero están hechas quizá mejor actuacion lingüística, a todo conjun-
a veces de fragmentos de frases, de series o de to de signos efectivamente producidos a partir de
cuadros de signos, de un juego de proposiciones una lengua natural (o artificial) se podrá llamar
(I de formulaciones equivalentes); y esta fun- formulación e! acto individual (o en rigor colec-
ción, eu lugar de dar un "sentido" a esas unida- tivo) que hace aparecer, sobre una materia cual-
des, las pone en re!ación con un campo de obje- quiera y de acuerdo con una forma determinada,
tos; en lugar de conferirles un sujeto, les abre ese grupo de signos: la formulacióu es un aconte-
un conjunto de posiciones subjetivas posibles; en cimiento que, al menos eu derecho, es siempre
lugar de fijar sus limites, Ias coloca zn un domi- localizable según unas coordenadas espacio-tem-
nio de cordinación y de coexistencia; en lugar de porales, que puede siempre ser referído a un
determinar su identidad, las aloja en un espacio autor, y que eventualmente puede constituir POl
en e! que son aprehendidas, utilizadas y repeti- si mismo un acto específico (un acto "performa.
180 EL F.NUNCIADO Y F.L ARCHIVO LA DESCRlI'CIÓN DE LOS ENUNCIADOS 181
tive", dicen los analistas ingleses); se lIamará mero que le sirve de horizonte) -, el discurso está
frase o proposición las unidades que la gramática constituido por un conjunto de secuencias de sig-
o la lógica pueden reconocer en un conjunto de nos, en tanto que éstas son enunciados, es decir
signos: estas unidades pueden estar siempre ca- en tanto que se les puede asignar modalidades
racterizadas por los elementos que figuran en ellas, particulares de existencia. Y si consigo demostrar,
y por las regias de construcción que las unen; cosa que trataré de hacer inrnediatamente, que la
en relación con la frase y con la proposíción, las ley de semejante serie es precisamente lo que
cuestiones de origen, de tiempo y de lugar, y de hasta aqui he llamado una formación discursiva,
contexto. no sou más que subsidiarias: la cues- si consigo demostrar que ésta es el principio de
tión decisiva eS la de su corrección (aunque no dispersión y de repartición, no de las forrnulacio-
fuese más que bajo la forma de la "aceptabilí- nes, no de las frases, no de las proposiciones, sino
dad"). Se llamará enunciado la modalidad de de los enunciados (en el sentido que he dado a
existencia propia de este conjunto de signos: mo- esta palabra), el término de discurso podrá que·
dalidad que le permite ser algo más que una serie dar fijado así: conjunto de los enunciados que de-
de trazes, algo más que una sueesión de marcas penden de un mismo sistema de forrnación, y así
sobre una sustancia, algo más que un objeto podré hablar deI discurso clínico, del discurso
cualquiera fabricado por un ser humano; moda- econômico, deI discurso de la historia natural,
lidad que le permite estar en relación con un do- deI discurso psiquiátrico.
minio de objetos, prescribir una posición defi- Sé muy bien que estas definiciones no están en
nida a todo sujeto posible, estar'situado entre su mayoría de acuerdo con el uso corriente: los
otras actuaciones verbales, estar dotado en fin lingüistas tienen el hábito de dar a la paIabra
de una materialidad repetible. En cuanto aI tér- discurso un sentido totalmente distinto; lógicos
mino discurso, del que se ha usado y abusado aquí y analistas utilizan de otra manera el término
en sentidos muy diferentes, se puede comprender de enunciado. Pero yo no pretendo aquí transfe-
ahora la razón de su equívoco: de la manera más rir a un dominio, que s610 espera esta aclaración,
general y más indecisa designaba un conjunto de un juego de conceptos, una forma de análisis, una
actuaciones verbales; y por discurso. se entendia teoria, formados en otro lugar; no pretendo uti-
emonces lo que había sido producido (eventual- lizar un modelo aplicándolo, con la eficacia que
mente, todo lo que había sido producido) en le es propia, a contenidos nuevos. Y no es que
cuanto a conjuntos de signos. Pero se entendía quiera discutir el valor de semejante modelo, ni
también un conjunto de actos de formulación, una que quiera aun antes de haberlo experimentado,
serie de frases o de proposiciones. En fin -y es limitar su alcance e indicar imperiosamente el
este sentido el que aI fin prevaleció (con el pri- umbral que no debería franquear. Pero si quisíe-
182 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRIPCIÓN DE LOS ENUNCIADOS 183
ra hacer aparecer una posibilidad descriptiva, es- zar un segmento horizontal, sino a definir las
bozar el dominio de que es susceptible, definir condiciones en que se ha ejercido la función que
sus límites y su autonomia. Esta posibilidad des- ha dado una serie de signos (no síempre ésta for-
criptiva se articula sobre otras, pero no deriva zosamente gramatical ni lógicamente estructurada)
de ellas. una existencia, y una existencia específica. Exis-
Se ve en particular que el análísis de los enun- tencia que la hace aparecer como otra cosa que
ciados no pretende ser una descripción total, ex- un puro rastro, sino más bien como re1ación
haustiva del "Ienguaje", o de "lo que ha sido di- con un dominio de objetos; como otra cosa que
cho", En todo el espesor implicado por las actua- el resultado de una acción o de una operación
ciones verbales, se sitúa a un nivel particular que individual, sino más bien como un juego de
debe estar separado de los dernás, caracterizado posiciones posibles para un sujeto; como otra cosa
frente a ellos, y ser abstracto. En particular, no que el resultado de una acción o de una opera-
ocupa el lugar de un análísis lógico de las propo- ción individual, sino más bien como un juego de
cisiones, de un análisis gramatical de las frases, posiciones posibles para un sujeto; como otra co-
de un análisis psicológico o contextual de las for- sa que una totalidad orgánica, autónoma, cerrada
muI aciones: constituye otra manera de atacar las sobre sí misma y susceptible por sí sola de formar
actuaciones verbales, de disociar su complejidad, sentido, sino más bien como un elemento en un
de aislar los términos que en eIlas se entrecruzan campo de coexistencia; como otra cosa que un
y localizar las diversas regularidades a las que acontecimiento pasajero o un objeto inerte, sino
obedecen, Poniendo en juego el enunciado frente más bien como una materialidad repetible, La
a la frase o la proposícíón, no se intenta recobrar descripción de los enunciados se dirige, de acuer-
una totalidad perdida, ni resucitar, como a eIlo do con una dimensión en cierto modo vertical, a
invitan tantas nostalgias que no quieren caIlar, las condiciones de existencia de los diferentes con-
la plenitud de la pai abra viva, la riqueza dei ver- juntos significantes. De ahí una paradoja: esa
bo, la unidad profunda del lagos. EI análísis de descripción no trata de rodear las actuaciones
los enunciados corresponde a un nivel especificado verbales para descubrir detrás de ellas o por de-
de descri pción. bajo de su superficie aparente un elemento oculto,
2. EI enunciado no es, pues, una unidad ele- un sentido secreto que se encava en ellas o se ma-
mental que viniera a aiíadirse o a mezclarse con nifiesta a través de ellas sin decido; y sin embar-
las unidades descritas por la gramática o la lógica. go, el enunciado no es inmediatamente visible; no
No puede aislarse lo mismo que una frase, una se da de una manera tan patente como una es-
proposición o un acto de forrnulación. Describir tructura gramatical o lógica (incluso si ésta no
un enunciado no equivale a aislar y a caracteri- es enteramente clara, incluso si es muy difícil de
184 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRII'CIÓN DE LOS ENUNCIADOS 185
elucidar). EI enunciado es a la vez no visible y zá desde que los hombres hablan.i, que, con Ire-
no oculto. cuencia, se dicen unas cosas por otras; que una
No oculto, por definición, ya que caracteriza misma frase puede tener simultáneamente dos
las modalidades de existencia propias de un con- significados distintos; que un sentido manifiesto,
junto de signos efectivamente producidos. EI admitido sin dificultad por todo el mundo, pue-
análisis enunciativo no puede jamás ejercerse sino de celar otro, esotérico o profético, que un des-
sobre cosas dichas, sobre frases que han sido real- ciframiento más sutil o la sola erosión del tiempo
mente pronunciadas o escritas, sobre elementos acabarán por descubrir: que bajo una formula-
significantes que han sido trazados o articulados, ción visible, puede reinar otra que la dirija, la
y más precisamente sobre esa singularidad que empuje, la perturbe, le imponga una articulación
los hace existir, los ofrece a la mirada, a la lec- que sólo a ella pertenece; en una palabra, que
tura, a una reactivación eventual, a mil usos o de una manera o de otra, las cosas dichas digan
transformaciones posibles, entre otras cosas, pero mucho más de lo que en sí sono Pero, de hecho,
no como las otras cosas. No puede concernir sino estos efectos de reduplícación o de desdoblarnien-
a actuaciones verbales realizadas, ya que las ana- to, ese no dicho que se encuentra dícho a pesar
liza aI nivel de su existencia: descripcíón de las de todo, no afectan aI enunciado, ai menos como
cosas dichas, en tanto precisamente que han sido ha sido definido aquí. La polisemia -que autoriza
-díchas, EI análisis enunciativo es, pues, un aná- la herrnenéutica y la descubre en otro sentido-
lisis histórico, pero que se desarrolla fuera de to- concierne a la frase y a los campos semánticos que
da interpretación: a Ias cosas dichas, no les pre- hace actuar: un solo conjunto de palabras puede
gunta lo que ocultan, lo que se había dicho en dar lugar a varios sentidos y a varias construccio-
ellas y a pesar de ellas, lo no dicho que cubren, nes posibles; puede, pues, haber en él, entrelaza-
el bullir de pensamientos, de imágenes o de fa~­ dos o alternando, significados diversos, pero sobre
tasmas que las habitan, sino, por el contrario, so- un zócalo enunciativo que se mantiene idéntico.
bre qué modo existen, lo que es para ellas haber Igualmente la represión de una actuación verbal
sido manifestadas, haber dejado rastros y quízá por otra, su aust itución o su interferencia, son fe-
permanecer ahí, para una reutilización eventual; nómenos que pertenecen ai nivel de la formula-
lo que es para ellas haber aparecido, y ninguna ción (incluso si inciden sobre las estructuras lin-
otra en su lugar. Desde este punto de vista, no güísticas o lógicas) ; pero el enunciado mísmo es
se reconoce enunciado latente; porque aquello a independiente en absoluto de este desdoblamien-
que nos dirigimos es a lo manifiesto del lenguaje to o esta represión, ya que es la modalidad de exis-
efectivo. tencia de la actuación verbal tal como ha sido
Tesis difícil ele sostener, Bien sabido es -y qui- efectuada. EI enunciado no puede consíderarse
186 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRII'CIÓN DE LOS ENUNCIADOS 187
como el resultado acumulativo o la cristaliza- mites y de sus caracteres. Es preciso cierta conver-
ción de varias enunciados flotantes, apenas articu- sión de la mirada y de la actitud para poder re-
lados que se rechazan los unos a los otros. EI conocerlo y consideraria en si mismo. Quizá es
enunciado no está habitado por la presencia se- ese demasiado conocido que se esquiva sin cesar;
creta de lo no dicho, de las significaciones ocul- quízá es como esas transparencias familiares que
tas, de las represiones; por el contrario, Ia manera no por no ocultar nada en su espesor, se dan en
en que esos elementos ocultos funcionan y en que toda claridad. EI nivel enunciativo se esboza en
pueden ser restituídos, depende de la modalidad su misma proximidad.
enunciativa misma: sabido es que lo "no dicho", Hay para ello varias razones. La primera se ha
lo "reprimido", no es lo mismo -ni en su estruc- expuesto ya: el enunciado no es una unidad mar-
tura ni en su efecto- cuando se trata de un enun- ginal -encima o debajo- de las frases o de las
ciado matemático y de un enunciado económico, proposiciones; está siempre involuerado en unida-
que cuando se trata de una autobiografia o del des de ese género, o incluso en secuencias de sig-
relato de un suefío, nos que no obedecen a sus leyes (y que pueden ser
Sin embargo, a todas esas modalidades diversas listas, series al azar, cuadrosj : caracteriza no lo
de lo no dicho que pueden localizarse sobre el fon- que se da en ellas, o la manera en que están deli-
do dei campo enunciativo, hay que afiadír sin mitadas, sino el hecho mismo de que están dadas,
duda una carencia, que en lugar de ser interna y la manera en que lo están. Posee esa cuasi in-
seria correlativa a ese campo y desempenaria un visibilidad del "hay", que se desvanece en aque-
papel en la determinación de su existencia misma, 110 mismo de lo que se puede decir: "hay tal o
Puede haber, en efecto, y hay siempre sin duda, en cual cosa".
las condiciones de emergencia de los enunciados, Otra razón es la de que la estructura signifi-
exclusiones, límites o lagunas que recortan su re- cante del lenguaje remite siempre a otra cosa;
ferencial, dan validez a una sola serie de modali- los objetos se encuentran designados en ella; el
dades, rodean y encierran grupos de coexistencia, sentido se apunta en ella; el sujeto está referido
e impiden ciertas formas de utilización. Pero no en ella por cierto número de signos, aun en el
hay que confundir, ni en su estatuto ni en su efec- caso de que no se halle presente por si mísmo. EI
to, la carencia característica de una regularidad lenguaje parece poblado siempre por lo otro, lo
enunciativa y las significaciones que se esconden de otro lugar, lo distante, lo lejano; está vaciado
en lo que en ellas se encuentra formulado. por la ausencia. (No es el lugar de aparición de
3. Ahora bien, no porque el enunciado no esté otra cosa sino de si mismo, y en esta función no
escondido ha de ser visible: no se ofrece a la parece disiparse su propia existencia? Ahora bien,
percepción, como portador manifiesto de sus lí- si se quiere describir el nivel enunciativo, hay que
188 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRIPCIÓN DE LOS ENUNCIADOS 18(

tomar en consideración esa misma existencia: in- representativa que permite liberar estructuras in
terrogar ai lenguaje, no en la dirección a la cuaI definidamente aplicables, ya se esquive en um
remite, sino en la dimensión que Ie da; no hacer pura apariencia tras de la cual debe revelarse h
caso dei poder que tiene de designar, de nombrar, verdad de otra palabra, ya valga como una sus
de mostrar, de hacer aparecer, de ser el lugar dei tancia indiferente que sirve de soporte a unas re
sentido o de la verdad, y demorarse, en cambio, laciones formales, EI hecho de ser cada vez indis
sobre el momento -aI punto solidificado, ai pun- pensable para que el análisis pueda realizarse, le
to prendido en el juego del significante y del sig- arrebata toda pertinencia para el análisis mis-
nificado.L que determina su existencia singular y mo. Si a ello se agrega que todas estas descripcio-
limitada. Se trata de suspender, en el examen del nes sólo pueden efectuarse constituyendo ellas
lenguaje, no sólo el punto de vista del significado mismas conjuntos finitos de enunciados, se com-
(ya se ha adquirido la costumbre) sino el del sig- prenderá a la vez por qué el campo enunciativo
nificante, para hacer aparecer el hecho de que, las rodea por todas partes, por qué no pueden li-
aquí y aliá -en relación con dominios de objetos berarse de él y por qué no pueden tomaria direc-
y sujetos posibles, en relación con otras formula- tamente como tema. Considerar los enunciados en
ciones y reutilizaciones posibles-, hay lenguaje. símismos no será buscar, más aliá de todos esos
Finalmente, la última razón de esta cuasi in- análisis y a un nivel más profundo, cierto secreto
visibilidad dei enunciado es la de que está su- o cierta raíz deI lenguaje que éstos habrían omi-
puesto por todos los demás análisis dei lenguaje tido. Es tratar de hacer visíble, y analizable, esa
sin que tengan nunca que ponerlo en evidencia. tan próxima transparencía que constituye el ele-
Para que el lenguaje pueda ser tomado como ob- mento de su posibilidad.
jeto, descompuesta en niveles distintos, descrito y Ni oculto, ni visible, e! nivel enunciativo está
analizado, es preciso que exista un "dato enuncia- en el límite de! lenguaje: no hay, en él, un con-
tivo", que será siempre determinado y no infirii- junto de caracteres que se darían, incluso de una
to: el análisis de una lengua se efectúa siernpre manera no sistemática, a la experiencia inmedíata;
sobre un corpus de palabras y de textos; la inter- pera tampoco hay, detrás de él, el resto enigmá-
pretación y la actualización de las significaciones tico y silencioso que no manifiesta. Define la mo-
implícitas reposan siempre sobre un grupo deli- dalidad de su aparición: su periferia más que su
mitado de frases; el análisis lógico de un sistema organización interna, su superfície más que su
implica en la reescritura, en un lenguaje formal, contenido. Pera que se pueda describir esa super-
un conjunto dado de proposícíones. En cuanto ai ficie enunciativa prueba que e! "dato" dei lengua-
nivel enunciativo, se encuentra cada vez neutra- je no es e! sim pie desgarramiento de un mutismo
lizado, ya se defina únicamente como una muestra fundamental; que las palabras, las frases, las sig-
190 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRIPCIÓN DE LOS ENUNCIADOS 191

nificaciones, las afirrnaciones, los encadenamientos formularlo y de dar cuenta de él, lo que se en-
de proposiciones, no se adosan directamente a la cuentra es la sefial de una trascendencia, o es la
noche primera de un silencio, sino que la repen- obra dei ser humano? ,Sabe usted que ha descrito
tina aparición de una frase, e! relâmpago de! sen- únicamente algunos caracteres de un lenguaje
tido, e! brusco índice de la designación, surgen cuya emergencia y modo de ser son, para los aná-
siempre en e! dominio de ejercicio de una fun- lisis de usted enteramente irreductibles?" Obje-
ción enunciativa; que entre e! lenguaje tal como ciones que hay que dejar a un lado; porque si bien
se lo lee y se lo entiende, pero también ya tal como es cierto que existe en todo ello una dimensión
se lo habla, y la ausencia de toda formulación, no que no pertenece ni a la lógica ni a la lingüística,
existe e! buliir de todas las cosas apenas dichas, de ésta no significa la trascendencia restaurada, ni e1
todas las frases en suspenso, de todos los pensa- camino abierto de nuevo en dirección ai origen
mientos a medio verbalizar, de ese monólogo in- inaccesible, ni la constitución por e! ser humano
finito dei que sólo emergen algunos fragmentos; de sus propias significaciones. EI lenguaje, en
pero ante todo -o en todo caso antes que él (por- la instancia de su aparición y de su modo de ser,
que él depende de ellas) - las condiciones según es e! enunciado; como tal, deriva de una descrip-
las cuales se efectúa la función enunciativa. Esto ción que no es ni trascendental ni antropoló-
prueba también que es inútil buscar, más aliá gica. EI análisis enunciativo no prescribe a los aná-
de los análísis estructurales, formales o interpreta- lisis lingüístico o lógicos el límite a partir de! cual
tivos de! lenguaje, un dominio liberado ai fin de la intensidad de su aparición y de su modo de ser,
toda positividad en e! que podrían desplegarse la deberían renunciar y reconocer su impotencia; no
libertad de! sujeto, la labor dei ser humano o la marca la línea que cierra su dominio: se despliega
apertura de un destino trascendental. No hay que en otra dirección que los cruza. La posibilidad
objetar, contra los métodos lingüísticos o los aná- de un anál isis enunciativo debe permitir, de estar
lisis lógicos: "~y qué hace usted -después de establecida, levantar e! tipo trascendental que cierta
haber dicho tanto sobre sus regias de construc- forma de discurso filosófico opone a todos los aná-
ción- de! lenguaje mismo, en la plenitud de su lisis del lenguaje, en nombre del ser de ese lengua-
cuerpo vivo? ~Qué hace usted de esa libertad, o je y dei fundamento en e! que deberían originarse.
de ese sentido previo a toda significación,' sin los
cuales no habría individuos que se entendiesen
unos con otros en el trabajo siempre reasumido B
de! lenguaje? ~Ignora usted que, no bien fran-
quedados los sistemas finitos que hacen posible e! Debo ahora volver mi atención ai segundo grupo
infinito de! discurso, pero que son incapaces de de preguntas: ~Cómo puede ajustarse la descripción
192 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRIPCIÓN DE Las ENUNCIADOS 191

de los enunciados, así definida, ai análisis de las de cierto número de axiomas, de un modelo abs
formaciones discursivas, cuyos principias he apun- tracto aplicable a un número indefinido de des
tado más arriba? E inversamente: ~en qué medida cripciones empíricas. De tal edifício, si es que ai
se puede decir que el análisis de las formaciones guna vez sea posible, no ha lIegado ciertamente
discursivas es realmente una descripción de los el tiempo. Yo no infiero el análisis de las formas
enunciados, en el sentido que acabo de dar a esta ciones discursivas de una definición de los enun
palabra? Es importante dar respuesta a esta inte- ciados que valdría como fundamento; no infiero
rrogación, porque es en este punto donde debe tampoco la naturaleza de los enunciados de lo
cerrar su círculo la empresa a la que me encuentro que son las formaciones discursivas, tales como han
ligado desde hace tantos afias, que desarrollé de podido abstraerse de tal o cual descripción; pero
una manera medianamente ciega, pera cuyo perfil trato de mostrar cómo puede organizarse, sin fa
de conjunto trato de volver a captar ahora, a re- lla, sin contradicción, sin arbitrariedad interna
serva de reajustarla, a reserva de rectificar no un dominio dei cual se encuentran sometidos a
pocos errares o no pocas imprudencias. Ya se ha di~cusión los enunciados, su principio de agrupa
podido verlo: no trato de decir aquí lo que he mientos, las grandes unidades históricas que pue.
querido hacer en otro tiempo en tal o cual aná- den constituir, y los. métodos que permiteu des
Iisis concreto, el provecto que tenía formado, los gibirlas. Yo no procedo por deducción Iineal, sino
obstáculos con que he topado, los abandonos a .~ bien por círculos concéntrícos, y voy tan pron-
que me he visto oblígado, los resultados más o t6 hacia los más exteriores, tan pronto hacia los
menos satísfactorios que haya podido obtener; no más interiores: habiendo partido del problema
describo una trayectoria efectiva para indicar lo de la discontinuidad en el discurso y de la síngu-
que ésta hubiera debido ser y lo que será a partir laridad dei enunciado (terna central) , he tratado
de hoy: trato de elucidar en sí misma -a fin de de a?alizar, en la periferia, ciertas formas de agru-
adaptar sus medidas y establecer sus exígencías-, pamrentos enigmáticos; pera los principias de uni-
una posibilidad de descripción que he utilizado ficaci~n que s~ me ocurrieron entonces, y que no
sin conocer bien sus compulsiones y sus recursos; son UI gramatlcales, ni lógicos, ni psicológicos, y
más que investigar lo que he dícho, y lo que hu- que por consiguiente no pueden apoyarse ni so-
biese podido decir, me esfuerzo en hacer que apa- bre ~es, ni sobre proposiciol1es, ni sobre repre-
rezca, en la regularidad que le es propia y que yo . sentactones, me han exigido volver, hacia el cen-
dominaba mal, lo que hacía que fuese posible tro, a este problema del enunciado, y que trate de
aquelIo que yo decía, Pero se ve tambíén que yo elucidar lo que por enundado hay que entender.
no desarrolIo aquí una teoría en el sentido estric- Y consideraré, no que haya construido un modelo
to y. riguroso dei término: la deducción, a partir teórico riguroso, sino que he liberado un dominio
194 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRIPCIÓN DE LOS ENUNCIADOS 195
coherente de descripción, que, si no he estableci- estricto grupos de enunciados. Es decir, conjuntos
do e! modelo, ai menos he abierto y dispuesto la de actuaciones verbales que no están ligadas entre
posibilidad, si he podido "cerrar el círculo" y mos- si ai nive! de las frases por lazos gramaticales
trar que el análisis de las formaciones discursivas (sintácticos o semánticos) ; que no están ligadas en.
se centra realmente sobre una descripción de! tre si, ai nivel de las proposiciones por lazos lógi-
enunciado en su especificidad; en suma, si he cos (de coherencia formal o de encadenamientos
podido mostrar que son realmente las dimensio- conceptuales) ; que no están ligadas tampoco ai ni
nes propias de! enunciado las que entran en juego vel de las [ormulaciones por lazos psicológicos (ya
en la localización de las formaciones discursivas. sea la identidad de las formas de conciencia, la
Más que fundar en derecho una teoria -y antes constancia de las mentalidades, o la repetición de
de poder hacerlo eventualmente (no niego que un provecto}: pero que están ligadas ai nive! de
lamento no haberlo conseguido aún) -, se trata, los enunciados. Lo cual implica que se pueda de
de momento, de establecer una posibilidad. finir el régimen general ai que obedecen sus ob
AI examinar e! enunciado, lo que se ha descu- [etos, la forma de dispersión a que se ajusta regu
bierto es una función que se apoya sobre con- larmente aquello de que hablan, el sistema de sm
juntos de signos, que no se identifica ni con la referenciales; lo cual implica que se defina e! ré
"aceptabilidad" gramatical ni con la corrección
gimen general ai que obedecen los diferentes mo
lógica, y que requiere, para ejercerse: un referen-
dos de enunciación, la distribución posible de las
cial (que no es exactamente un hecho, un estado
situaciones subjetivas y e! sistema que las define y
de cosas, ui aun siquiera un objeto, sino un prin-
las prescribe; lo cual implica todavia que se defina
cipio de diferenciación) : un sujeto (no la con-
e! régimen común a todos sus dominios asociados
ciencia parlante, no e! autor de la formulación,
las formas de sucesión, de simultaneidad, de repeti
sino una posición que puede ser ocupada, en cier-
tas condiciones, por individuas diferentes); un ción de que son todos susceptibles, y el sistema
campo asociado (que no es e! contexto real de la que liga entre ellos todos esos campos de coexis
formulación, la situación en que ha sido articu- tencia; lo cu ai implica, en fin, que se pueda de
lada, sino un dominio de coexistencia para otros finir e! régimen general ai que está sometido e
enunciados); una materialidad (que no es úni- estatuto de esos enunciados, la manera en que es
camente la sustancia o e! soporte de la articula- tán institucionalizados, recibidos, empleados, Teu
ción sino un estatuto, unas regias de transcrip- tilizados, combinados entre si, e! modo según el
ción, unas posibilidades de uso o de reutiliza- cual se convierten en objetos de apropiación, en
ción) . Ahora bien, lo que se ha descrito con e! instrumentos para el deseo o el interés, en ele
nombre de formación discursiva son en sentido mentos para una estrategia. Describir unos enur
196 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRIPCIÓN DE LOS ENUNCIADOS 197
ciados, describir la función enunciativa de que son I. Se puede decir que la localización de las for-
portadores, analizar las condiciones en que se ejer- maciones discursivas, independientemente de los
ce esta función, recorrer los diferentes domínios demás principios de unificación posible, saca a la
que supone y la manera en que se articulan es luz el nive! específico de! enunciado; pero se pue·
acometer la tarea de sacar a la luz lo que podrá de decir igualmente que la descripción de los
individualizarse como forrnación discursiva. O enunciados y de la manera en que se organiza el
también, lo cual viene a ser 10 mismo, pero en la nível enunciativo conduce a la individualización
dirección inversa: la formación discursiva es el de las formaciones discursivas. Las dos operacio-
sistema enunciativo general ai que obedece un nes son igualmente justificables y reversibles. El
grupo de actuaciones verbales, sistema que no es análisis de! enunciado y el de la formación se
e! único que lo rige, ya que obedece adernás, y hallan establecidos correlativamente. Cuando aI
según sus otras dimensiones, a unos sistemas ló- (in llegue el día de fundar la teoria, será preciso
gico, lingüístico, psicológico. Lo que ha sido de- definir un orden deductivo.
finido como "Iormación discursiva" escande e! 2. Un enunciado pertenece a una formación
plan general de las cosas dichas aI nive! específico discursiva, como una frase pertenece a un texto,
de los enunciados. Las cuatro direcciones en las y una proposición a un conjunto deductivo. Pero
cuales se le analiza (formación de los objetos, for- mientras la regularidad de una frase está definida
mación de las posiciones subjetivas, formación de por las leyes de una lengua, y la de una proposi-
los conceptos, formación de las elecciones estraté- ción por las leyes de una lógica, la regularidad
gicas) corresponden a los cuatro dominios en que de los enunciados está definida por la misma for-
se ejerce la función enunciativa. Y si las formacio- mación discursiva. Su dependencia y su ley no son
nes discursivas son libres en re!ación con las gran- más que una sola cosa; lo cu ai no es paradójico,
des unidades retóricas de! texto o de! Iibro, si no ya que la Iormación discursiva se caracteriza, no
tienen por ley el rigor de una arquitectura deduc- por unos principias de construcción, sino por una
tiva, si no se identifican con la obra de uo autor, dispersión de hecho, ya que es para los enuncia-
es porque ponen en juego e! nivel enunciativo con dos, no una condición de posibilidad, sino una ley
las regularidades que lo caracterizan, y no e! nive! de coexistencia.. y ya que los enunciados, en cam-
gramatical de las frases, o e! lógico de las propo- bio, no son elementos intercambiables, sino con-
siciones, o el psicológico de la formulación. juntos caracterizados por su modalidad de exis-
A partir de ahí, es posible adelantar cierto nú- tencia.
mero de proposiciones que están en el corazón de 3. Se puede, pues, ahora dar un sentido pleno a
todos esos análisis. la definición de! "discurso" que se sugirió más
198 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO LA DESCRIPCIÓN DE LOS ENUNCIADOS 199

arriba. Se llamará discurso un conjunto de enun- Cúmpleme ahora voltear e! análisis y, después
ciados en tanto que dependan de la misma forma- de haber referido las formaciones discursivas a los
ción discursiva; no forma una unidad retórica o enunciados que describen, buscar en otra direc
formal, indefinidamente repetible y cuya apari- ción, hacia el exterior esta vez, eI uso legítimo de
ción o utilización en la historia podria sefíalarse esas nociones; lo que se puede descubrir a través
(y explicarse Hegado el caso) ; está constituido por de ellas, cómo pueden situarse entre otros méto-
un número limitado de enunciados para los cua- dos dc descripción, en qué medida pueden modi-
les puede definirse un conjunto de condiciones de ficar y redistribuir e! dominio de la historia de
existencia. EI discurso entendido así no es una for- las ideas. Pero antes de efectuar esta inversión y
ma ideal e intemporal que tuviese además una para realizaria con más seguridad, me demoraré
historia; eI problema no consiste, pues, en pregun- todavia un poco en la dimensión que acabo de ex-
tarse, cómo y por qué ha podido emerger y tomar piorar, y trataré de precisar lo que exige y lo que
cuerpo en este punto dei tiempo; es, de parte a excluye e! anál isis de! campo enunciativo y de las
parte, histórico: fragmento de historia, unidad y formaciones que lo escanden.
discontinuidad en la historia misma, planteando el
problema de sus propios Iímites, de sus cortes, de
sus transformaciones, de los modos específicos de
su temporalidad, más que de su surgir repentino
en medio de las complicidades dei ticmpo.
4. En fin, lo que se llama "práctica discursiva"
puede ser precisado ahora. No se la puede con-
fundir con la operación expreaiva por la cual UH
individuo formula una idea, un deseo, una ima-
gen; ni con la actividad racional que puede ser
puesta en obra en un sistema de inferencia; ui
con la "competencia" de un sujeto parlante cuan-
do construye frases gramaticales; es un conjunto
de regIas anônimas, históricas, siempre determina-
das en el tiempo y e! espacio que han definido en
una época dada, y para un área social, económica,
geográfica o lingüística dada, las condiciones de
ejercicio de la función enunciativa.
RAREZA, EXTERIORIDAD, ACUMULACIÓN 201
IV
único. Pera, ya que ese sentido primero y últi-
RAREZA, EXTERIORIDAD,
mo brota a través de las formulaciones manifies-
ACUMULACIúN
tas, ya que se esconde bajo lo que aparece y que
secretamente lo desdobla, es, pues, que cada dis-
curso ocultaba el poder de decir otra cosa de
lo que decía y de envolver así una pluralidad
de sentidos: plétora del significado en relación
El análisis enunciativo toma en consideración un con un significante único. Estudiado asi, el dis-
efecto de la rareza. curso es a la vez plenitud y riqueza indefinida.
La mayoría dei tiempo, el anál isis dei discurso El análisis de los enunciados y de las forma-
está colocado bajo el doble signo de la totalidad y ciones discursivas abre una dirección por com-
de la plétora, Muéstrase cómo los diferentes textos pleto opuesta: quiere determinar el principio se-
eon que se trabaja remiten los unos a los otros, se gún el cual han podido aparecer los únicos con-
organízan eu una figura única. entran en conver- juntos significantes que han sido enunciados.
gencia con ínstituciones y prácticas, y entrafían sig- Trata de establecer una ley de rareza, tarea ésta
nificaciones que pueden ser comunes a toda una que comporta varios aspectos:
época. Cada elemento tomado en consideración se
admite como la expresión de una totalidad a la -Reposa sobre el principio de que jamás se ha
dicho todo; en relación con lo que hubíera podido
que pertenece y lo rebasa. Y así se sustituye la dí-
ser enunciado eu una lengua natural, eu relación
versidad de las cosas dichas por una especie de
con la combinación ilimitada de los elementos lin-
gran texto uniforme, jamás articulado hasta en- gülsticos, los enunciados (por numerosos que sean)
tonces y que saca por primera vez a la luz lo se hallan síempre en déficit; a partir de la gramática
que los hombres habían "querido decir", no sólo y deI acervo de vocabulario de que se díspone en una
en sus palabras y sus textos, en sus discursos y época determinada, no son eu total, sino relativa.
sus escritos, sino en las ins ti tuciones, las prácti- mente pocas cosas, las dichas. Se va, pues, a bus-
cas, las técnicas y los objetos que producen. En car el principio de rarefacción o ai menos de no
relación con ese "sentido" implícito, soberano y renovación de elementos dei campo de las formula-
solidario, los enunciados, en su proliferación, ciones posíbIes tal como lo presenta y abre eI len,
aparecen en superabundancia, ya que es a él guaje. La formación discursiva aparece a la vez como
solo ai que se refieren todos, siendo el que cons- principio de escansión en el entrecruzamiento de
tituye la verdad de todos: plétora de los elemen- los discursos y principio de vacuidad en el campo
tos significantes en relación COn ese significado dei Ienguaje.
-Se estudian los enunciados en eI limite que los
202 EL ENUNCIADO Y EL ARCHlVO RAREZA, EXTERIORIDAD, ACUMULACIÓN 203
separa de lo que no se ha dicho, en la instoncia que pa, qué empalmes en el sistema de las formacíones
lo hace surgir con exclusión de todos los demás, permiten localizaria y córno se aísla en la dispersión
No se trata de hacer que hable el mutismo que los general de los enunciados.
rodea, ni de recobrar todo lo que, en ellos y ai lado -Esta rareza de los enunciados, la forma llena
de ellos, habia callado o había sido reducido al si- de lagunas y de mellas dei campo enunciativo, el
lencio. Tampaca se trata de estudiar los obstáculos hecho de que pocas cosas, en total, pueden ser di-
que impidieron tal descubrirniento, que retuvíeron chas, explican que los enunciados no sean, como el
tal formulación, que reprimieron tal forma de en un- aire que respiramos, una transparencia infinita, co-
ciación, tal significaeión inconsciente o tal raciona. sas que se trasmiten y se conservan, que tienen un
lidad, o tal racionalidad en proceso de devenir; sino valor y que tratamos de apropiarnos; cosas para las
de definir un sistema limitado de presencias. La for- cu ales se disponen circuitos preestablecídos y a las
mación discursiva no es, pues, una totalidad en des. que se confiere estatuto en la institución; cosas que
a.rrolIo, con su dinamismo propío o su inercia par. desdoblamos, no sólo por media de la copia o la
tícular, que arrastre consigo en un discurso no traducción, sino por la exégesis, el comentaria y Ia
formulado lo que ya no dice, lo que no dice aún proliferación interna dei sentido. Porque los enun-
o lo que la contradice en eI instante; no es una rica ciados sou raros, se los recoge en totalidades que
y difícil germinación, es una reparticíón de lenguas, los unifican, y se multiplican los sentidos que ha-
de vacíos, de ausencias, de limites, de recortes. bitan cada uno de ellos.
-Sin embargo, no se vinculan esas "exclusiones"
a una represión; no se supone que por debajo de los A diferencia de todas estas interpretaciones,
enunciados rnanifiestos permanezca algo oculto y se cuya existencia misma es sólo posible por la ra-
mantenga subyacente, Se analizan los enunciados, no reza efectiva de los enunciados, pero que la des-
como si estuvieran en el lugar de otros enunciados conocen, sin embargo, y toman, por el contrario,
c~idos por bajo de la línea de emergencia posible, como tema la compacta riqueza de lo que está
Sl~O como ocupando siempre su lugar propio. Se los dicho, el análisis de las formaciones discursivas
remstala en un espacio que se supone desplegado se vuelve hacia esa misma rareza, a la que toma
p.or entero y que no comporta ninguna reduplica, por objeto explícito y trata de determinar su
cíón. No hay texto debajo. Por lo tanto, ninguna sistema singular, y a la vez, da cuenta de que ha
plétora. El dominio enunciativo está todo entero en
podido haber en ella interpretación. Interpretar,
su propia superficie. Cada enunciado ocupa en ella
es una manera de reaccionar a la pobreza enun-
u,n lugar qu~ sólo a él pertenece. Asi, la descrip-
ción no consiste, a propósito de un enunciado, en
ciativa y de compensarIa por la multiplicación
encontrar de qué no-dicho ocupa el lugar, ni cómo deI sentido; una manera de hablar a partir de
~uede redudrsele a un texto silencioso y comün, ella y a pesar de ella. Pera analizar una forma:
Sino, por el contrario, qué asiento singular ocu- ción discursiva es buscar la ley de esa pobreza,
204 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO RAREZA, EXTERIORIDAD, ACUMULACIÓN 20E

es tomar su medida y determinar su forma espe- cleo esencial de la interioridad. Emprender la


cífica. Es, pues, en un sentido, pesar eI "valor" hístoria de lo que ha sido dicho es entonces re
de los enunciados. Valor que no está definido por hacer en otro sentido eI trabajo de la ex presión:
su verdad, que no está aforado por la presencia remontarse desde los enunciados conservados ai
de un contenido secreto, sino que caracteriza el hilo dei tiempo y dispersados a través dei espa
lugar de los enunciados, la capacidad de circu- cio, hacia ese secreto interior de que los ha pre
lación y de intercambio de éstos, así como su cedido, que se ha depositado en ellos y que en
posibilidad de transformación, no sólo en la eco- ellos se encuentra (en todos los sentidos dei
nomia de los discursos, sino en la administra- término) traicionado. Así se encuentra liberado
ción, en general, de los recursos raros. Concebido eI núcleo de la subjetividad fundadora. Subje
así, eI discurso deja de ser lo que es para la ac- tividad que permanece siempre en segundo tér
titud exegética: tesoro inagotable de donde siem- mino en relación con la historia manifiesta, y
pre se pueden sacar nuevas riquezas, y cada vez que encuentra, por debajo de los acontecimien
imprevisibles; providencia que ha hablado siem- tos, otra historia, más seria, más secreta, más
pre por adelantado, y que deja oír, cuando se sa- fundamental, más próxima ai origen, mejor li
be escuchar, oráculos retrospectivos: aparece co- gada con su horizonte último (y por consiguien
mo un bien -finito, limitado, deseable, útil- te, más duefia de todas sus determinaciones). A
que tiene sus regias de aparícíón, pera tambíén esa otra historia, que corre por debajo de la
sus condiciones de apropiación y de empleo; un historia, que se adelanta sin cesar a ella y recogo
bien que plantea, por consiguiente, desde su exís- indefinidamente el pasado, se la puede describir
tencia (y no simplemente en sus "aplicaciones muy bien -de un modo sociológico y psicológi
prácticas") la cuestión dei poder; un bien que es, co- como la evolución de las mentalidades; se
por naturaleza, el objeto de una lucha, y de una le puede conceder muy bien un estatuto filosó
lucha política. fico en la recolección dei Lagos o la teleologia
Otro rasgo característico: el análisis de los de la razón; se puede muy bien, en fin, empren
enunciados los trata en la forma sistemática de der la tarea de purificaria en la problemática de
la exterioridad. Habitualmente, la descripción un rastro que sería, antes de toda palabra, apet
histórica de las cosas dichas está por entero atra- tura de la inscripción y desviación dei tiempo
vesada por la oposición dei interior y dei exte- diferido. Es siempre eI tema histórico-trascenden
rior, y por entero ajustada ai imperativo de vol- tal que vuelve a ponerse en juego.
ver de esa exteriorídad -que no sería otra cosa Tema cuyo análisis enunciativo trata de li
que contingencia o pura necesidad material, cuer- berarse. Para restituir los enunciados a su pura
po visible o traducción incierta- hacia el nú- dispersión. Para analizarlos en una exterioridad
RAREZA, EXTERIORItlAD, ACUMULAC1ÓN 207
206 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO
que se puede describir a 5\1 propio nivel (aunque
sin duda paradójica, ya que no remite a ninguna haya qtle articularlo sobre otra cosa fuera de él).
forma adversa de interioridad. Para considerar- -Supone tarnbién que ese domínio enunciativo
los en su discontinuidad, sin tener que referir- no esté referido oi a UH sujeto individual, ni a algo
los -por medio de uno de esos desplazamientos asf como una ccnciencia colectiva, oi a una subjetí-
que los ponen fuera de circuito y los vue!ven in- vidad uascendental, sino que se le describa como U(1
esenciales->, a una abertura o a una diferencia campo anónirno cuya configuracíón define el lugar
más fundamental. Para volver a captar su mis- posible de los sujetos pari antes. No se deben situar
ma irrupción, en el lugar y en e! momento en ya los enunciados en relación con una subjetividad
que se ha producido. Para volver a encontrar soberana, sino reconocer en las diferentes formas de:
su incidencia de acontecimiento. Sin duda, más la subjetividad parlante efectos propios dei campo
enunciativo.
que de exterioridad sería mejor hablar de "neu-
-Supone, por consiguiente, que en sus transfor-
tralidad"; pero esta misma palabra remite de-
maciones, en 5US series sucesívas, en sus derivaciones
masiado fácilmente a un suspenso de creencia, el campo de los enunciados no obedece a la tempora.
a un desvanecimiento o a una colocación entre lidad de la conciencia como a su modelo necesario
paréntesis de toda posición de existencia, cuan- No hay que esperar -ai menos a ese nivel y eo esa
do de lo que se trata es de volver a encontrar forma de descripción- poder escribir una historia
ese exterior en e! que se reparten, en su relativa de las cosas dichas que fuese, con pleno derecho, a
rareza, en su vecindad llena de lagunas, en su la vez en su forma, en su regularidad, y en su natura,
espacio desplegado, los acontecimientos enuncia- leza, la historia de una conciencia individual o anó
tivos. nima, de un provecto, de un sistema de intenciones
c
de urt conjunto de propósitos. EI tiempo de los dis
-Esta tarea supone que eI campo de los enuncia- cursos no es la traducción, en una cronologia visi
dos no se describa como una "traducción" de ope- ble, del tiempo escuro del pensamíento.
raciones o de procesos que se desarrollen en otro lu-
gar (en el pensamiento de los hombres, en su con- EI análisis de los enunciados se efectúa, pues
ciencia o en su inconsciente, en la esfera de las cons. sin referencia a un cogito. No plantea la cuestiór
tituciones trascendentales), sino que se acepte, en dei que habla, bien se manifieste o se oculte er
su modestia empírica, como eI lugar de aconteci- lo que dice, bien ejerza, ai tomar la pai abra, su
miemos, de regularidades, de entradas en relación, libertad soberana, o bien se some ta sin saberlo
de modificaciones determinadas, de transformaciones a compulsiones que percibe mal. Se sitúa este
sistemáticas; en suma, que se le trate no como resul-
análisis, de hecho, ai nive! dei "se dice", y por
tado o rastro de otra cosa, sino como un dominio
ello no se debe entender una especie de opinión
práctico que es autónomo (aunque dependiente) y
208 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO RAREZA, EXTERIORIDAD, ACuMuLAcróN 209
común, de representaci6n colectiva que se im- instancia de su enunciación; todo lo más esas
pusiera a todo individuo; no se debe entender marcas, una vez descifradas, pueden liberar, por
una gran voz an6nima que hablase necesariarnen- medio de una especie de memoria que atraviesa
te a través de los discursos de cada cual, sino e! los tiempos, significaciones, pensamientos, deseos,
conjunto de las cosas dichas, las relaciones, las fantasmas sepultados. Estos cuatro términos: lec-
regularidades y las transformaciones que pueden tura _ rastro _ desciframiento - memoria (sea
observarse en ellos, el dominio de! que ciertas cualquiera e! privilegio que se atribuya a tal o
figuras, de! que ciertos entrecruzamientos indi- cual, y sea cuaIquiera la extensión metafórica que
can el lugar singular de un sujeto parlante y se le conceda y que le permita volver a tomar en
pueden recibir el nombre de un autor. "No im- cuenta a los otros tres) definen el sistema que
porta quíén habla", sino que, lo que dice, no lo di- permite, con e! hábito, arrancar el discurso pa-
ce de no importa dónde, Está enredado necesaria- sado a su inercia y volver a encontrar, por un
mente en e! juego de una exterioridad. instante, algo de su vivacidad perdida.
Tercer rasgo deI análisis enunciativo: e! de Ahora bien, lo que corresponde al análiais
dirigirse a formas específicas de acumulaci6n que enunciativo no es despertar a los textos de su
no pueden identificarse ni con una interioriza- suefio actual para volver a encontrar, por encan-
ci6n en la forma del recuerdo ni con una totali- tamiento, las marcas todavia legibles en su su-
zación indiferente de los documentos. De ordina- perfícíe, e! relámpago de su nacimiento; de lo
rio, cuando se analizan discursos ya efectuados, que se trata, por el contrario, es de seguirlos a lo
se los considera como adolecientes de una iner- largo de su suefío, o más bien de recoger los te-
cia esencial: e! azar los ha conservado, o el cui- mas anejos del suefio, del olvido, de! origen per-
dado de los hombres y las ilusiones que han po- dido, y buscar qué modo de existencia puede ca-
dido hacerse en cuanto ai valor y la irrmortal racterizar a los enunciados independientemente
dignidad de sus palabras; pero no son en ade!an- de su enunciaci6n, en e! espesor de! tiempo en
te otra cosa que grafismos amontonados bajo e! que subsisten, en que están conservados, en que
polvo de las bibliotecas, y que duermen un suefio están reactivados y utilizados, en que son tam-
hacia el cual no han cesado de deslizarse desde bién, pero no por un destino originario, olvida-
que fueron pronunciados, desde que fueron ol- dos, y hasta eventualmente destruidos.
vidados y su efecto visible se perdi6 en el tiempo.
Todo lo más, son susceptibles de volver a ser -Este análisís supone que los enunciados sean con-
afortunadamente considerados en los hallazgos de siderados en la remanencia que les es propia y que
la lectura; todo lo más puede encontrarse que no es la de la remisíón siempre actualizable ai acon-
son portadores de las marcas que remiten a la tecimiento pasado de la formulación. Decir que los
210 EL ENUNCIADO'" EL ARCHIVO RAREZA, EXTERIORIDAD, ACUMULACIÓN 2II
enunciados son remanentes, no es decir que perma- componerse. de anularse, de exc1uirse, de complemen-
nezcan en el campo de la memoria o que se pueda tarse, de formar grupos más o menos indisociables y
volver a encontrar lo que querían decir; lo que quie- dotados de propiedades singulares). Además, estas
re decir es que están conservados gracias a cierto nú- formas de aditividad no sou dadas de una vez para
mero de soportes y de técnicas materiales (de los que siempre, y para una categorIa determinada de enun-
el libro no es, se entiende, más que un ejemplo), se- ciados: las observaciones médicas de hoy forman un
gún ciertos tipos de instituciones (entre muchas otras, corpus que no obedece a las mismas leyes de com-
la biblioteca), y con ciertas modalidades, estatutarias posición que la recopilacion de los casos en el sigla
(que no 50n las mismas si se trata de un texto reli- XVIII; las matemáticas modernas no acumulan sus
gioso, de un reglamento de derecho o de una verdad enunciados según eI mismo modelo que la geometria
científica). Este quiere decir también que figuran de Euclides.
en técnicas que los aplican, en prácticas que derívan -EI análisis enunciativo supone en fin que se to-
de ellas, eu relaciones sociales que se han constituí- meu en consideración los fenómenos de recurren.
do, o modificado a través de ellas. Esta quiere decir, cia. Todo enunciado comporta un campo de elemen-
en fin; que las cosas no tienen ya deI todo eI mismo tos antecedentes con relaeión a los cuales se sitúa,
modo de existencia, eI mismo sistema de relaciones pero que tiene el poder de reorganizar y de redis-
con lo que las rodea, los mismos esquemas de uso, tribuir según relaciones nuevas. Se constituye su pa-
las mismas posibilidades de transformación dcspués sado, define, en lo que le precede, su propia afilia-
que han sido dichas. Lejos de que ese mantenimiento ción, redibuja lo que lo hace posible o necesarío, ex-
a través deI tiempo sea la prolongación accidental o cluye lo que no puede ser compatible con él. Y
afortunada de una existencia hecha para pasar con el este pesado enunciativo lo establece como verdad
instante, la remanencia pertenece con pleno dere. adquirida, fomo uo acontecimiento que se ha pro-
cho aI enunciado; el olvido y la destrucción, no son, ducido, como una forma que se puede modificar.
en cierto modo, sino el grado cero de esta remanen- como una materia que hay que transformar, o aun
cia. Y sobre el fondo que constituye pueden desple. como un objeto del que se puede hablar, etc. En re-
garse los juegos de la memoria y del recuerdo. lación con todas estas posibilidades de recurreneia, la
-Este análisis supone igualmente que se traten memoria y el olvido. el redescubrimiento deI sentido
los enunciados en la forma de aditividad que les es o su rcpresión, Iejos de ser leyes fundamentales, no
específica. En efecto, los tipos de agrupamiento en- sou más que figuras singulares.
tre enunciados sucesivos no sou en todas partes los
mismos y no procedeu jamãs por sim ple amontona; La descripción de los enunciados y de las for-
miento o yuxtaposición de elementos sucesivos. Los maciones discursivas debe, pues, liberarse de la
enunciados matemáticos no se adicionan entre sí imagen tan frecuente y tan obstinada dei retor-
como los textos religiosos o las actas de jurispruden, no. No pretende volver, por encima de nu t iern-
cia (ticnen unos y OtTOS una manera específica de po que no sería sino caída, latencia, olvido. Te-
212 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO RAREZA, EXTERIORIDAD, ACUMULACIÓN 213
cuperación O vagabundeo, aI momento fundador la búsqueda de las totalidades, por la descripción
en que la paiabra no estaba todavía comprometi- de las relaciones de exterioridad el tema del funda-
da en ninguna materialidad, no estaba destinada mento trascendental, por el análisis de la acumula-
a ninguna persistencia, y en que se retenía en la ciones la búsqueda del origen, se es positivista, yo
dimensión no determinada de la apertura. No soy un positivista afortunado, no me cuesta trabajo
trata de constituir para lo ya dicho e! instante pa- concederIo. Y, con ello, no me arrepiento de haber
radójico de! segundo nacimiento; no invoca una empleado, varias veces (aunque de una manera
aurora a punto de tornar. Por e! contrario, trata todavia un poco a cíegasj , el término de positi-
los enunciados en e! espesor de acumulación en vidad para designar de lejos la madeja que tra-
que son tomados y que no cesan, sin embargo, taba de desenredar.
de modificar, de inquietar, de trastornar y a ve-
ces de arruinar.
Describir un conjunto de enunciados no como
la totalidad cerrada y pletórica de una significa-
cíón, sino como una figura llena de lagunas y
de recortes; describir un conjunto de enunciados
no en referencia a la interioridad de una inten-
ción, de un pensamiento o de un sujeto, sino
según la dispersión de una exrerioridad: descri-
bir un conjunto de enunciados, no para volver a
encontrar en ellos e! momento o el rastro de! ori-
gen, sino las formas específicas de una acumula-
ción, no es ciertamente poner aI día una inter-
pretación, descubrir un fundamento, liberar ac-
tos constituyentes; tampoco es decidir en cuanto
a una racionalidad o recorrer una te!eologia. Es
establecer lo que yo me siento inclinado a llamar
una positividad. Analizar una formación discur-
siva, es, pues, tratar nu conjunto de actuaciones
verbales al nive! de los enunciados y de la forma
de positividad que los caracteriza; o, más breve-
mente, es definir el tipo de positividad de un dis-
curso. Si, sustítuyendo por el análisis de la rareza
EL APRIORI HISTÓRICO 215
v está lejos de tener la amplitud de una ciencia
EL APRIORI HISTóRICO Y considerada en todo su devenir histórico, desde
EL ARCHIVO su más remoto origen hasta su punto actual de
realización: pero espacio más extendido, sin em-
bargo, que el juego de las influencias que ha po-
dido ejercerse de un autor a otro, o que el domi-
nio de las polémicas explícitas. Las obras dife-
rentes, los libros dispersos, toda esa masa de textos
La positividad de un discurso -como e! de la que pertenecen a una misma forinación discur-
historia natural, de la economia política, o de siva -y tantos autores que se conocen y se igno-
la medicina clínica- caracteriza su unidad a tra- ra0, se critican, se invalidan los unos a los otros,
vés dei tiempo, y mucho más aliá de las obras in- se despojan, coinciden, sin saberlo y entrecruzan-
dividuales,de los libros y de los textos. Esta uni- do obstinadamente sus discursos singulares en
dad no permite ciertarnente decidir quién ha di- una trama de la que no son duefios, cuya totali-
cho la verdad, quién ha razonado rigurosamente, dad no perciben y cuya amplitud miden mal-,
quién se ha conformado mejor con sus propios todas esas figuras y esas individualidades diversas
postulados, entre Linneo o Buffon, Quesnay o no comunican únicamente por e! encadenamiento
Turgot, Broussais o Bichat; no permite tampoco lógico de las proposiciones que aventuran, ni por
decir cuál de esas obras estaba más próxima a un la recurrencia de los temas, ni por la terquedad
destino primero, o últímo, cuál formularia más de una significación trasmitida, olvidada, redes-
radicalmente el proyecto general de una ciencia, cubierta; comunican por la forma de positividad
Pero lo que permite poner en claro es la medida de su discurso. O más exactamente, esta forma de
en que Buffon y Linneo (o Turgot y Quesnay, positividad (y las condiciones de ejercicio de la
Broussais y Bichat) hablaban de "Ia misma cosa", función enunciativa) define un campo en e! que
colocándose ai "mismo nivel" o a "Ia misma dis- pueden eventualmente desplegarse identidades
tancia", desplegando "e! mismo campo concep- formales, continuidades temáticas, traslaciones de
tual", oponiéndose sobre "el mismo campo de ba- conceptos, juegos polêmicos. Así, la positividad
talla": y pone de manifiesto, en cambio, por qué desempena e! pape! de lo que podria lIamarse un
no se puede decir que Darwin hable de la misma apriori histórico.
cosa que Diderot, que Laennec sea e! continua- Yuxtapuestos esos dos términos hacen un efec-
dor de Van Swieten, o que Jevons responda a los to un tanto detonante; entiendo designar con ello
fisiócratas. Define un espacio limitado de comu- un apriori que seria no condición de validez para
nicación. Espacio relativamente restringido ya que unos juicios, sino condición de realidad para unos
216 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO EL APRIORI HISTÓRICO 217

enunciados. No se trata de descubrir lo que po- de los acontecimientos, y en un cielo que estuvíe-
dría legitimar una aserción, sino de liberar las se inmóviI, una estructura intemporaI; se define
condiciones de emergencia de los enunciados, la como e! conjunto de Ias regIas que caracterizan
Iey de su coexistencia con otros, la forma específi- una prãctica discursiva: ahora bien, estas regias
ca de su modo de ser, los principias según los cua- no se imponen desde e! exterior a los elementos
les subsisten, se transforman y desaparecen. Vn que relacionan; están comprometidas en aquello
apriori, no de verdades que podrían no ser jamás mismo que Iigan; y si no se modifican con e! me-
dichas, ni realmente dadas a Ia experiencia, sino nor de ellos, los modifican, y se transforman con
de una historia que está dada, ya que es la de e!Ios en ciertos umbraIes decisivos. EI apriori de
Ias cosas efectivamente dichas. La razón de utili- Ias positividades no es soIamente eI sistema de una
zar este término un poco bárbaro, es que este dispersión temporal; él mismo es un conjunto
apriori debe dar cuenta de los enunciados en su transformabIe.
dispersión, en todas Ias grietas abiertas por su no Frente a unos apriori formaIes cuya jurísdíc-
coherencia, en su encaballamiento y su rempla- ción se extiende sin contingencia, es una figura
zamiento recíproco, en su simultaneidad que no puramente empírica; pero, por otra parte, ya que
es unificabIe y en su sucesión que no es deducti- permite captar los discursos en Ia Iey de su deve-
bIe; en suma, ha de dar cüenta de! hecho de que nir efectivo, debe poder dar cuenta de! hecho de
el discurso no tiene únicamente un sentido o que tal discurso, en un momento dado, pueda aco-
una verdad, sino una historia, y una historia es- ger y utilizar, o por eI contrario excluir, olvidar
pecífica que no lo lleva a depender de Ias leyes de o desconocer, tal o cuaI estructura formal, No
un devenir ajeno. Debe mostrar, por ejempIo, que puede dar cuenta (por algo así como una génesis
la historia de Ia gramática no es Ia proyección en psicológica o cultural) de unos apriori formaIes;
e! campo deI lenguaje y de sus problemas de una pero permite comprender cómo los apriori for-
historia que fuese, en general, Ia de la razón o de males pueden tener en la historia puntos de en-
una mentalidad, de una historia, en todo caso, ganche, lugares de inserción, de irrupción o de
que compartiría con Ia medicina, la mecânica o emergencia, domin ias u ocasiones de empIeo, y
la teologia; pero que comporta un tipo de histo- comprender cómo esta historia puede ser no con-
ria -una forma de dispersión en eI tiempo, un tingencia absolutamente extrínseca, no necesidad
modo de sucesión, de estabiIidad y de reactiva- de Ia forma que despIiega su dialéctica propia,
ción, una ve!ocidad de desarrollo o de rotación- sino regularidad específica. Nada, pues, sería más
que Ie es propia, aun si no carece de re!ación con grato, pero más inexacto, que concebir este aprio-
otros tipos de historia. Adernás, este apriori no ri histórico como un apriori formal que estuviese,
escapa a Ia historicidad: no constituye, por encima ademãs, dotado de una historia: gran figura in-
218 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVQ. EL APRIORI HISTÓRICO 219

móvil y vacía que surgiese un dia en la super- dos esos sistemas de enunciados (acontecimientos
ficie de! tiempo, que hiciese valer sobre e! pensa- por una parte. y cosas por otra) los que propongo
miento de los hombres una tirania a la que nadie llamar archivo.
podría escapar, y que luego desapareciese de gol- Por este término, no entiendo la suma de todos
pe en un eclipse ai que ningún acontecimiento los textos que una cultura ha guardado en su
hubiese precedido: trascendental sincopado, juego poder como documentos de su propio pasado, o
de formas parpadeantes. EI apriori formal y ai como testimonio de su identidad mantenida; no
apriori histórico no son ni de! mismo nive! ni de la entiendo tampoco por él las instituciones que. en
misma naturaleza: si se cruzan, es porque ocupan una sociedad determinada, permiten registrar y
dos dimensiones diferentes. conservar los discursos cuya memoria se quiere
El dominio de los enunciados articulados asl guardar y cuya libre disposición se quiere mante-
según apriori históricos, caracterizado así por di- ner. Más bien, es por e! contrario lo que hace que
ferentes tipos de positividad, y escandido por for- tantas cosas dichas, por tantos hombres desde ha-
maciones discursivas, no tiene ya ese aspecto de ce tantos milenios, no hayan surgido solamente
llanura monótona e indefinidamente prolongada según las leyes dei pensamiento, o por e! solo jue-
que yo le atribula ai principio cu ando hablaba de go de las circunstancias, por lo que no son sim-
"Ia superficie de los discursos"; igualmente deja plemente e! seiíalamiento, ai nive! de las actua-
de aparecer como e! elemento inerte, liso y neu- ciones verbales, de lo que ha podido desarrollar-
tro adonde vienen a aflorar, cada uno según 5U se en el orden dei esplritu o en e! orden de las
propio impulso. o empujados por alguna dinámi- cosas; pero que han aparecido gracias a todo un
ca oscura, temas, ideas, conceptos, conocimíentos. juego de relaciones que caracterizan propiamente
Se trata ahora de un volumen complejo, en e! e! nivel discursivo; que en lugar de ser figuras
que se diferencian regiones heterogêneas, y en adventicias y como injertadas un tanto ai azar
e! que se despliegan, según unas regIas específicas. sobre procesos mudos, nacen según regularidades
unas prácticas que no pueden su perponerse. En específicas: en suma, que si hay cosas dichas -y
lugar de ver alinearse, sobre e! gran libro mítico éstas solamente-, no se debe preguntar su razón
de la historia, palabras que traducen en caracte- inrnediata a las cosas que se encuentran dichas o
res visibles pensamientos constituidos antes y en a los hombres que las han dicho, sino ai sistema
otra parte, se tiene, en e! espesor de las prácticas de la discursividad, a las posibilidades y a las
discursivas, sistemas que instauran los enunciados imposibilidades enunciativas que éste dispone. El
como acontecimientos (eon sus condiciones y su archivo es en primer lugar Ia Iey de 10 que puede
dominio de aparición) y cosas (comportando SU ser dicho, eI sistema que rige Ia aparición de los
posibilidad y su campo de utilización). Son to- enunciados como acontecimientos singulares. Pe-
220 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO EL APRIORI HISTÓRICO 221
ro el archivo es también lo que hace que todas recoge pasivamente las palabras pronunciadas, el
esas cosas dichas no se amontonen indefinidamen- archivo define un nivel particular: el de una
te en una multitud amorfa, ni se inscriban tam- prácrica que hace surgir una multiplicidad de
poco en una linealidad sin ruptura, y no desapa- enunciados como otros tantos acontecimientos re-
rezcan ai azar sólo de accidentes externos; sino guiares, como otras tantas cosas ofrecidas ai tra-
que se agrupen en figuras distintas, se compongan tamiento o la manipulación. No tiene el peso de
las unas con las otras según relaciones múltiples, la tradición, ni constituye la biblioteca sin tíem-
se mantengan o se esfumen según regularidades po ni lugar de todas las bibliotecas; pero tampoco
específicas; lo cual hace que no retrocedan ai es el olvido acogedor que abre a toda paIabra
mismo paso que el tiempo, sino que unas que nueva el campo de ejercicio de su libertad; entre
brillan con gran intensidad como estrellas cerca- la tradición y el olvido, hace aparecer las regIas
nas, nos vienen de hecho de muy lejos, en tanto de una práctica que permite a la vez a los enun-
que otras, contemporâneas, son ya de una extre- ciados subsistir y modificarse regularmente. Es
mada palidez. EI archivo no es lo que salvaguar- el sistema general de la formación y de la trans-
da, a pesar de su huida inmediata, el aconteci- formación de los enunciados.
miento dei enunciado y conserva, para las memo- Es evidente que no puede describirse exhaus-
rias futuras, su estado civil de evadido; es lo que tivamente el archivo de una socíedad, de una cul-
en la raiz misma dei enunciado-acontecimiento tura o de una civilización; ni aun sin duda el ar-
y en el cuerpo en que se da, define desde el co' chivo de toda una época. Por otra parte, no nos
mienzo el sistema de su enunciabilidad. EI archi- es posible describir nuestro propio archivo, ya
vo no es tampoco lo que recoge el polvo de los que es en el interior de sus regias donde habla-
enunciados que han vuelto a ser inertes y per- mos, ya que es él quien da a lo que podemos decit
mite el milagro eventual de su resurrección; es -y a si mismo, objeto de nuestro discurso- sus
lo que define el modo de actualidad dei enuncia- modos de aparición, sus formas de existencia y de
do-cosa; es el sistema de su funcionamiento. Le- coexistencia, su sistema de acumulación de histo
jos de ser lo que unifica todo cuanto ha sido di- ricidad y de desaparíción. En su totalidad, el ar-
cho en ese gran murmullo confuso de un discur- chivo no es descriptible, y es incontorneable eu
so, lejos de ser solamente lo que nos asegura exis- su actualidad. Se da por fragmentos, regiones J
tir en medio dei discurso mantenido, es lo que niveles, tanto mejor sin duda y con tanta mayot
diferencia- los discursos en su existencia múltiple claridad cuanto que el tiempo nos separa de él:
y los especifica en su duración propia. en el Iírnite, de no ser por la rareza de los doeu.
Entre la lengua que define el sistema de cons- mentos, seria necesario para analizarlo el mayot
trucción de las frases posibles, y el corpus que alejamiento cronológico. Y sin embargo. ,cóme
222 EL ENUNCIADO Y EL ARCHIVO
EL APRIORI HISTÓRICO 223
podría esta descripción de! archivo justificarse, tras continuidades: disipa esa identidad temporal
elucidar lo que la hace posíble, localizar e! lugar en que nos gusta contemplarnos a nosotros rnis-
desde e! que habla, controlar sus deberes y sus mos para conjurar las rupturas de la historia:
derechos, poner a prueba y elaborar sus conceptos rompe e! hilo de las teleologías trascendentales,
-ai menos en esa fase de la investigación en que y allí donde e! pcnsamiento antropológico inte-
no puede definir sus posibilidades más que en e! rrogaba e! ser de! hombre o su subjetividad, hace
momento de su ejercicio-, si se obstinara en no que se manifieste e! otro, y e! exterior. EI diag-
describir nunca sino los horizontes más lejanos? nóstico asl entendido no establece la comprobación
~No le es preciso acercarse lo más posible a esa
de nuestra identidad por e! juego de las distincio-
positividad a la cual obedece ella misma y a ese nes. Establece que somos diferencia, que nuestra
sistema de archivo que permite hablar hoy de! razón es la diferencia de los discursos, nuestra his-
archivo en general? ~No le es preciso iluminar, toria la diferencia de los tiempos, nuestro yo la
aunque no sea más que oblicuamente, ese campo diferencia de las máscaras. Que la diferencia, lejos
enunciativo deI cual forma parte ella misma? EI de ser origen olvidado y recubierto, es esa disper-
análisis deI archivo comporta, pues, una región sión que somos y que hacemos,
privilegiada: a la vez próxima a nosotros, pelO La actualización jamás acabada, jamás íntegra-
diferente de nuestra actualidad, es la orla de! mente adquirida de! archivo, forma -e! horizonte
tiempo que rodea nuestro presente, que se cierne general aI cual pertenecen la descripción de las
sobre él y que lo indica en su alteridad; es lo que, formaciones discursivas. e1 análisis de las positi-
fuera de nosotros, nos delimita. La descripción vidades, la fijación de! campo enunciativo. EI
dei archivo despliega sus posibilídades (y e! do- derecho de las palabras -que no coincide con el
minio de sus posibilidades) a partir de los dis- de los filólogos- autoriza, pues, a dar a todas es-
cursos que acaban de cesar precisamente de ser tas investigaciones el título de arqueologia. Este
los nuestros; su umbral de existencia se halla ins- término no incita a la búsqueda de ningún co-
taurado por e! corte que nos separa de lo que no mienzo; no emparenta el análisis eon ninguna
podemos ya decir, y de lo que cae fuera de nuestra excavación o sondeo geológico. Designa eI tema
práctica discursiva; comienza (on eI exterior de general de una descripción que interroga lo ya
nuestro priopo lenguaje; su lugar es e! margen dicho ai nive! de su existencia: de la función enun-
de nuestras propias prácticas discursivas. En tal ciativa que se ejerce en él, de la formación dis-
sentido vale para nuestro diagnóstico. No porque cursiva a que pertenece, dei sistema general de
nos permita hacer e! cuadro de nuestros rasgos archivo de que depende. La arqueologia describe
distintivos y esbozar de antemano la figura que los discursos como práctir.as especificadas en el
tendremos en e! futuro. Pero nos desune de nues- e!emento de! archivo.
IV

LA DESCRIPCIóN ARQUEOLÓGICA
I

ARQUEOLOGfA E HISTORIA
DE LAS IDEAS

Se puede ahora invertir la dirección de la mar


cha; se puede descender de nuevo aguas abajo, y
una vez recorrido el dominio de las formaciones
discursivas y de los enunciados.. una vez esbozada
su teoria general, caminar hacia los domínios po
sibles de aplicación. Ver un poco en qué em-
plear este análisis que, por un juego quizá mU1
solemne, he bautizado con el nombre de "ar-
queología". Es preciso, por otra parte: porque
para ser franco, las cosas por el momento no de
jan de ser asaz inquietantes. Partí de un pro-
blema relativamente sencillo: la escansión del dis-
curso segón grandes unidades que no eran las de
las obras, de los autores, de los libras o de los
temas. Y he aqui que con el solo fin de estable
cerlas, he puesto sobre el telar toda una serie de
nociones (formaciones discursivas, positividad, ar
chivo) , he definido un dominio (los enunciados
el campo enunciativo, las prácticas discursivas)
he tratado de hacer surgir la especificidad de un
método que no fuese ni formalizador ni interpre-
tativo; en suma, he apelado a todo un aparato
cuyo peso y, sin duda, la maquinaria extrafía son
engorrosos. Por dos o tres razones: existen ya bas
tantes métodos capaces de describir y de anal iza
228 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA HISTORIA DE LAS IDEAS 229
e~ le?guaje, para que no sea presuntuoso querer tancias? Si yo hubiese querido no apartar de él
afiadir otro. Además desconfiaba de las unidades los ojos, ,acaso no habría encontrado en él, y ya
de ?iscurso como el "Iibro" o la "obra"; pprque preparado, ya analizado, todo lo que buscaba? Eu
tema la sospecha de que no eran tan inmediatas el fondo no soy quizá más que un historiador de
y evidentes como lo parecían: ,es sensato oponer- las 'ideas. Pero, según se quiera, vergonzante c
Ies unas unidades que se establecen a costa de tal presuntuoso. Un historiador de las ideas que ha
esfuerzo, después de tantas pruebas, y según unos querido renovar de arriba abajo su disciplina;
principios tan escuros, que se han necesitado que ha deseado sin duda darle ese rigor que tan.
centenares de páginas para elucidarlos? Y lo que tas otras deseripciones, bastante vecinas, han ad
todos esos instrumentos acaban por delimitar, quirido recientemente; pero que, incapaz de mo
esos famosos "discursos" cuya identidad Iíjan, ,son dificar en realidad esa vieja forma de análisis, in
exactamente los mismos que esas figuras (Ilama- capaz de hacerle franquear el umbral de la cien
das "psiquiatria" o "economia política" o "histo-
J
tificidad (bien sea que tal metamorfosis resulte
ria natural") de las que parti empíricamente, y ser para siempre imposible, o que no haya te
que me han servido de pretexto para poner a nido la fuerza de lIevar a cabo él mismo ess
punto, ese extrafio arsenal? Me es necesario ahora, transformación) , declara, con falácia, que siem
de toda necesidad, medir la eficacia deseriptiva pre ha hecho y queridohacer otra cosa. Toda ess
de las nociones que he intentado definir. Me es nebulosidad nueva para ocultar que se ha perma
preciso saber si la máquina marcha, y lo que pue- necido en el mismo paisaje, sujeto a un viejo sue
de producir, ,Qué puede, pues, ofrecer esa "ar- lo desgastado hasta la miseria. No tendré derechc
queologia" que otras descripciones no fuesen ca- a sentirme tranquilo mientras no me haya li
paces de dar? ,euál es la recompensa de tan ardua berado de la "historia de las ideas", mientras nr
empresa? haya mostrado en lo que se distingue el análisi:
E inmediatamente me asalta una primera sos- arqueológico de sus descripciones.
'pecha. He hecho como si descubriese un dominio No es fácil caracterizar una disciplina como I,
nuevo, y como si, para hacer su inventario, nece- historia de las ideas: objeto incierto, frontera
~itar~ unas medidas y unos puntos de partida
mal dibujadas, métodos tomados de acá y de alIá
inéditos. Pero, ,no me he alojado, de hecho, muy marcha sin rectítud ni fijeza. Parece, sin embargo
exactamente en ese espacio que se conoce bien, y que se le pueden reconocer dos papeles. De una
desde hace mucho tiempo, con el nombre d~ parte, cuenta la hístoría de los anexos y de los
:'hist?~ia de las ideas"? ,No ha sido a él aI que
márgenes. No la historia de las ciencías sino la
, '
implfcitamente me he referido, incluso cuando de esos conocimientos imperfectos, mal funda
por dos o tres veces he tratado de tomar mis dís- mentados, que jamás han podido alcanzar, a lo
230 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA HISTORIA DE LAS IDEAS 231

largo de una vida obstinada, la forma de la cien- constituye, más que un dominio marginal, un es-
tificidad (historia de la alquimia más que de la tilo de anál isis, un sistema de perspectiva. Torna
química, de los espíritus animales o de la freno- a su cargo el campo histórico de las ciencias, de
logía más que de la fisiología, historia de los te- las literaturas y de las filosofías; pera en él descri,
mas atomísticos y no de la física). Historia de be los conocimientos que han servido de fondo
esas filosofías de sombra que asedian las literatu- empírico y no reflexivo a formalizaciones ulte-
ras, el arte, las ciencias, eI derecho, la moral y riores. Trata de encontrar la experiencia inme-
hasta la vida cotidiana de los hombres; historia diata que el discurso transcribe; sigue la génesis
de esos tematismos seculares que no han crista- de lo que, a partir de las representaciones recibi-
lizado jamás en un sistema riguroso e individual, das o adquiridas, dará nacimiento a unos siste-
sino que han formado la filosofía espontánea de mas y a unas obras. Muestra, en cambio, cómo
quienes no filosofaban. Historia no de la litera- poco a poco se descomponen esas grandes figuras
tura, sino de ese rumor lateral, de esa escritura así constituidas: cómo los temas se desenlazan,
cotidiana y tan pronto borrada que no adquiere prosiguen su vida aislada, caducan o se recompo-
jamás el estatuto de la obra o ai punto lo pierde: nen de acuerdo COIl un nuevo patrón. Lahistoria
análisis de las subliteraturas, de los almanaques, de las ideas es entonces la disciplina de los co-
de las revistas y de los periódicos, de los éxitos fu- mienzos y de los fines, la descripción de las con-
gitivos, de los autores inconfesables. Definida así tinuidades oscuras y de los retornos, la reconsti-
-pero' se ve inmediatamente cuán difícil es fi- tución de los desarrollos en la forma líneal de la
jarle Iímites precisos-, la historia de las ideas se historia. Pero también, y con ello, puede incluso
dirige a todo ese insidioso pensamiento, a todo -describir, de un dominio ai otro, todo el juego
ese juego de representaciones que corren anóni- de los cambias y de los intermediarias; muestra
mamente entre los hombres; en -el intersticio de cómo el saber científico se difunde, da lugar a
los grandes monumentos discursivos, deja ver el, conceptos filosóficos, y toma forma eventualmente
sueio deleznable sobre el que reposan. Es la dis- en obras literarias; muestra como unos problemas,
ciplina de los lenguajes flotantes, de las obras 'unas nociones, unos temas pueden emigrar del
informes, de los temas no ligados. Anál isis de las ~ampo filosófico en el que fueron formulados ha-
opiniones más que del saber, de los errares más cia unos discursos científicos o políticos; pane en
que de la verdad, no de las formas de pensamien- relación obras con instituciones, hábitos o com-
to sino de los tipos de mentalidad. portamientos sociales, técnicas, necesidades y
Pera, por otra parte, la historia de las ideas se prácticas mudas; trata de hacer revivir las formas
atribuye la tarea de atravesar las disciplinas exis- 'más elaboradas de discurso en el paisaje concreto,
tentes, de tratarlas y de reinterpretarlas. Entonces en el' media de crecimiento y de desarrollo que
232 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA HISTORIA DE LAS IDEAS 288
las ha visto nacer, Se convierte entonces en la cedimientos, tentativa para hacer una história
disciplina de las interferencias, en la descripción distinta de lo que los hombres han dicho, El he-
de los círculos concéntricos que rodean las obras, cho de que algunos no reconozcan en tal empresa
las subrayan, las ligan unas con otras y las insertan la historia de su infancia, que afioren ésta y que
en todo cuanto no son ellas. invoquen, en una época que no está ya hecha para
Se ve bien cómo esos dos papeles de la historia ella, esa gransombra de otro tiempo, demuestra
de las ideas se articulan uno sobre otro. En su sin lugar a dudas lo extremado de su fidelidad.
forma más general, puede decirse que la historia Pero este ceio conservador me confirma en mi
de las ideas describe sin cesar -y en todas las di- propósito y me da la seguridad de 'lo que yo he
recciones en que se efectúa- eI paso de la no- querido hacer.
filosofia a la filosofía, de la no-cientificidad a la Entre análisis arqueológico e historia de las
ciencia, de la no-literatura a la obra misma. Es el ideas, son numerosos los puntos de desacuerdo,
análisis de los nacimientos sordos, de las corres- Trataré de establecer cuatro diferencias que me:
pondencías lejanas, de las permanencias qut! se parecen capitales: a propósito de la asignación de
obstinan por debajo de los cambios aparentes, de novedad; a propósito dei análisis de las contradic-,
las lentas formaciones que se aprovechan de las eiones: a propósito de las descripciones compara-
mil complicidades cíegas, de esas figuras globales tivas; a propósito, finalmente, de la localización
que se anudan. poco a poco -y de pronto se con- de las transformaciones. Espero que podrán tapo'
densan en la fina punta de la obra. Génesís, con- tarse sobre estos diferentes puntós las particulari-
tinuidad, totalización: éstos son los grandes temas âades dei análisis arqueológico, y que se podrá
de la historia de las ideas, y aquello por medio evenrualmente medir su capacidad descriptiva.
de lo cual se liga a cierta forma, ahora tradicio- Baste por el momento marcar algunos principios.
nal, de análisis histórico. Es natural, en esas con- I. La arqueologia pretende definir no los pen-
diciones, que toda persona que se hace todavia de samíentos, las representaciones, las imágenes, los
la historia, de sus métodos, de sus exigencias y temas, las obsesiones que se ocultan o se manifies-
de sus posibilidades, esa idea ya un poco mar- tan en los discursos, sino esos mismos discursos,
chita, no pueda concebir que se abandone una esos discursos en tanto que práeticas que obede-
disciplina como la história de las ideas; o más cen a unas regias, No trata el discurso como doClt-
bien considera que toda otra forma de análisis de nento, como signo de otra cosa, comoe1emento
los discursos es una traición de la historia misma. [ue debería ser transparente pero cuya opacidad
Ahora bien, la descripción arqueológica es pre.- importuna hay que atravesar con frecuencia para
cisamente abandono de la historia de las ideas, re- llegar, en fin, allí donde se mantiene en reserva,
chazo sistemático de sus postulados y de sus .pro- a la profundidad delo esencial; se dirige ai dis-
234 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA HISTORIA DE LAS IDEAS 235
curso en su volumen propio, a titulo de monu- regias de práctícas discursivas que atraviesan unas
mento. No es una disciplina interpretativa: no obras individuales, que a veces las gobiernan por
busca "otro discurso" más escondido. Se niega a entero y las dominan sin que se les escape nada;
ser "alegórica". pero que a veces también sólo rigen una parte.
2. La arqueologia no trata de volver a encon- La instancia de! sujeto creador, en tanto que razón
trar la transición continua e insensible que une, de ser de una obra y principio de su unidad le
en suave declive, los discursos con aquello que es ajena.
los precede, los rodea o los sigue. No acecha el 4. En fin, la arqueologia no trata de restituir lo
momento en e! que, a partir de lo que no eran que ha podido ser pensado, querido, encarado,
todavia, se han convertido en lo que son; ni tam- experimentado, deseado por los hombres en el
poco el momento en que, desenlazando la solidez instante mismo en que proferían e! discurso; no
de su figura, van a perder poco a poco su identi- se propone recoger ese núcleo fugitivo en el que
dado Su problema es, por el contrario, definir los el autor y la obra intercambian su identidad; en
discursos en su especificidad; mostrar en que! el eI que e! pensamiento se mantiene aún lo más
juego de las regias que ponen en obra es irreduc- cerca de si, en la forma no alterada todavia dei
tible a cualquier otro; seguirlos a lo largo de sus mísmo, y donde el lenguaje no se ha desplegado
aristas exteriores y para subrayarlos mejor. La todavia en la dispersión espacial y. sucesíva dei
arqueologia no va, por una progresión lenta, dei discurso. En otros términos, no intenta repetir lo
campo confuso de la opinión a la singularidad dei que ha sido dicho incorporándosele en su misma
sistema o a la estabilidad definitiva de la ciencia; identidad. No pretende eclipsarse ella misma en
no es una "doxología", sino un análisis diferen- la modestia ambigua de una lectura que dejase
cial de las modalidades de discurso. tornar, en su pureza, la luz lejana, precaria, casi
3. La arqueologia no se halla ordenada a la desvanecida dei origen. No es nada más y ningúna
figura soberana de la obra: no trata de captar el otra cosa que una reescritura, es decir en la for-
momento en que ésta se ha desprendido dei ho- lIla mantenida de la exterioridad, una transfor-
rizonte anónimo. No quiere encontrar el punto mación pautada de lo que ha sido y ha escrito. No
enigmático en que lo individual y lo social se in- ~ la vue!ta ai secreto mismo dei origen, es la
vierten e! uno en e! otro. No es ni psicologia, ni ~escripción sistemática de un discurso-objeto.
sociologia, ni más generalmente antropologia de
la creación. La obra no es para ella un recorte
pertinente, aunque se tratara de volveria a colo-
car en su contexto global o en la red de las causa-
lidades que la sostienen. Define unos tipos y unas
LO ORIGINAL Y LO REGULAR 237
11 nea continua de una evolución. EI otro grupo,
LO ORIGINAL Y LO REGULAR por e! contrario, manifiesta la historia como iner-
cia y pesantez, como lenta acumulación de! pa-
sado y sedimentación silenciosa de las cosas di-
chas, Los enunciados deben ser tratados en él en
masa y según lo que tienen de común; su singu-
laridad de acontecimiento puede ser neutraliza'
En general, la historia de las ideas trata el campo da; pierden algo de su importancia, as! como de
de los discursos como un dominio con dos valo. la identidad de su autor, el momento y el lugar
res; todo elemento que en él se descubre puede de su aparición; eu cambio, es su extensión la
ser caracterizado como antiguo o nuevo, inédito o que debe ser medida: hasta dónde y hasta cuán-
repetido, tradicional u original, conforme a un do se repiten, por qué canales se difunden, en
tipo medío o desviado. Se pueden, pues, distinguir qué grupos circulan, qué horizonte general di-
dos categorias de formulaciones: aquellas, valori- buj~n para el pensamiento de los hornbres, qué
zadas y relativamente poco numerosas, que apa- límites le imponen, y cómo, ai caracterizar una
recen por primera vez, que no tienen anteceden- época, permiten distinguiria de las otras: se des-
tes semejantes a ellas, que van eventualmente a cribe entonces una serie de figuras globales. En
servir de modelos a las otras, 'y que en esa medida el primer caso, la historia de las ideasdescribe
rnerecen pasar por creaciones; y aquellas, triviales, una sucesión de acontecimientos de pensamiento;
cotidianas, masivas, que no son responsables de .en el segundo se tienen capas ínínrerrumpidas. de
ellas mismas y que derivan, a veces para repetir. dectos; en e! primero, se reconstituye la emergen-
lo textualmente, de lo que ha sido ya dicho, A cia de las verdades o de las formas; en e! segundo,
cada uno de estos dos grupos da la historia de las se restablecen las solídarídades olvidadas, y se remi-
ideas un estatuto, y no los somete ai mismo aná- ten los discursos a su relatividad.
lisis: ai describir e! primero, cuenta la historia Es cierto que entre estas dos instancias, la his-
de las ínvenciones, de los cambios, de las meta. toria de las ideas no cesa de determinar relacío-
morfosis, muestra cómo la verdad se ha despren- nes; jamás se. encuentra en ella uno de los dos
dido dei error, cómo la conciencia se ha desper- análisis en estado puro: describe los conflictos en-
tado de sus suefios sucesivos, cómo una tras otra, tre lo antiguoy lo nuevo, la resistencia de lo ad-
unas formas nuevas se han alzado para depa- quirido, la represión que ejerce sobre lo que ja-
ramos el paisaje que -es ahora el nuestro. AI his- más había sido dicho, los recubrimientos con que
toriador corresponde descubrir a partir de esos lo enmascara, e! olvido ai que a veces logra des-
puntos aislados, de esas rupturas sucesívas, la lí- tinarlo; peru describe también los indicios auxi-
238 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LO ORIGINAL Y LO REGULAR 239

liares que oscuramente y desde lejos facilitan los cede a Bopp (que lo ha citado, que lo ha utili-
discursos futuros; describen la repercusión de los zado, que le ha dado aplicaciones y le ha im-
descubrímientos, la velocidad y la amplitud de puesto arreglos), y que Coeurdoux y Anquetil-
su difusión, los lentos procesos de remplazo o las Duperron (ai comprobar analogias entre el griego
bruscas sacudidas que trastornan el lenguaje fa- y. eI sánscríto) se adelantaron a la definición de
miliar; describe la integración de lo nuevo en las lengua indoeuropeas y precedieron a los fun-
e! campo ya estructurado de lo adquirido, la caí- dadores de la gramática comparada? lEs en la mis-
da progresiva de lo original en lo tradicional, o ma serie y según eI mismo modo de anterioridad,
además las reapariciones de lo ya dicho y la pues- como Saussure se encuentra "precedido" por Pier-
ta de nuevo ai dia de lo originario. Pero este en- ce y su semiótíca, por Arnauld y Lance!ot con el
trecruza~ient.o no le impide mantener siempre análisis clásico de! signo, y por los estoicos y la
un análisis bipolar de lo antiguo y de lo nuevo. teoría dei significante? La precesión no es un
Análisis que vuelve a poner en juego en el ele- dato irreductible y prímero: no puede desempe-
mento empírico de la historia, y en cada uno de nar e! papel de medida absoluta que permitiria
esos momentos, la problemática dei origen: en aforar todo discurso y distinguir lo original de lo
cada obra, en cada libro, en e! menor texto el repetitivo. La localización de los antecedentes no
problema que se plantea entonces es el de encon- basta, por si sola, para determinar un orden dis-
trar el punto de ruptura, el de establecer, con la cursivo; se subordina, por eI contrario, ai discur-
mayor precisión posible, lo que corresponde ai so que se analiza, ai nivel que se escoge, a la es-
~pesor implícito de lo ya-ahí, a la fidelidad quizá cala que se establece. Disponiendo el discurso a
mvoluntaria a la opinión vigente, a la ley de las lo largo de un calendarío y atribuyendo una fecha
fatalidades discursivas y a .la vivacidad de la crea- a. cada uno de sus elementos. no se obtiene la je-
ción: el salto en la irreductible diferencia. Esta rarquia definitiva de las precesiones y de las ori-
descripción de las originalidades, aunque parezca ,ginalidarles; aquélla nunca es más que relativa a
natural, plantea dos problemas metodológicos los sistemas de los discursos que se dispone a valo-
muy difíciles: eI de la semejanza y el de la pre- ·rizar. En cuanto a la semejanza entre dos o varias
cesión, Supone, en efecto, que se puede estable- Iormulaciones que se siguen, plantea a Sll vez to-
cer una especie de gran serie única en la que ca- da una serie de problemas. lEn qué sentido y se-
da formulación se fecharia de acuerdo con hitos gún qué criterios se puede afirmar: "esto ha sido
cronológicos homogéneos. Pero considerándolo dicho ya", "se encuentra ya la misma cosa en tal
con un poco más de atención, les de la misma texto". "esta proposición es ya muy próxima de
manera y sobre la misma línea temporal como aquélla", etc.? En eI orden dei discurso, equé es
Grimm, con su ley de mutaciones vocálicas, pre- Ja ídentidad, parcial o total? EI hecho de que dos
240 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LO ORIGINAL Y LO REGULAR 241
enunciaciones sean exactamente idénticas, com- ner sentido sino en series muy exactamente de-
puestas por las misrnas palabras utilizadas en el finidas, en conjuntos cuyos limites y dominio se
mismo sentido no autoriza, sabido es, a identifi- han establecido entre hitos que limitan campos
carias absolutamente. Aun en e! caso de que se discursivos suficientemente homogéneos.t Pero
encontrara en Diderot y Lamarck, o en Benoit buscar en e! gran amontonamiento de lo ya dicho
de Mai1let y Darwin, la misma formulación de! e! texto que se asemeja "por adelantado" a un
principio evolutivo, no se puede considerar que texto ulterior, escudrifiar para descubrir, a través
se trata en los unos y en los otros de un mismo de la historia, e! juego de las anticipaciones o de
y único acontecimiento discursivo, que hubiera los ecos, remontar hasta los gérrnenes primeros o
sido sometido a través dei tiempo a una serie de descender hasta los últimos rastros, poner de re-
repeticiones. Exhaustiva, la identidad no es un lieve sucesivamente, a propósito de una obra, su
critério: con mayor razón cuando es parcial, cuan- fidelidad a las tradiciones, o .su parte de irreduc-
do las palabras no están utilizadas cada vez en tible singularídad, hacer que suba o que baje su
e! mismo sentido, o cuando un mismo núcleo sig- índice de originalidad, decir que los gramáticos
nificativo se aprehende a través de palabras dife- de Port-Royal no han inventado nada en abso-
rentes: ,en qué medida se puede afirmar que es luto, o descubrir que Cuvier tiene más predece-
e! mismo tema organicista el que se trasluce en sores de lo que se creia, son entretenimientos sim-
los discursos y los vocabularios tan diferentes de páticos, pero tardios, de historiadores de panta-
Buffon, de Jussieu y de Cuvier? E inversamente, lón corto.
,puede decirse que la misma palabra de organi- La descripción arqueológica se dirige " esas
zación entrafia el mismo sentido en Daubenton, prácticas discursivas a las que deben referirse los
Blumenbach y Geoffroy Saint-Hilaire? De una hechos de sucesión, si no se quiere establecerlos
manera general, ,es el mismo tipo de semejanzr de una manera salvaje. e ingenua, es decir en
el que se descubre entre Cuvier y Darwin, y entre términos de mérito. AI nive! en que se coloca, la
ese mismo Cuvier y Linneo (o Aristóteles)? No oposición originaljdad-trivialidad no es, pues, per-
existe semejanza en si, inmediatamente reconoci- tinente: entre Una formulación inicial y la frase
ble, entre las Iorrnulaciones: su analogía es un que, afios, siglos más. tarde, la repite con mayor
efecto de! campo discursivo en que se la localiza. o menor exactitud, no establece ninguna jerar-
No es, pues, legitimo exigir, a quemarropa, a quia de valor; no' hace una diferencia radical.
los textos que se estudian 50 titulo a la origina-
Iidad, y preguntarles si tienen en efecto esos cuar- 1 De esta manera es como M. Canguilhem ha establecido

teles de nobleza que se miden aqui por la au- la serie de las pro posiciones que, desde Willis a Prochaska,
sencia de antepasados. La cuestión no puede te- ha permitido la definici6n del reflejo.
242 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA
LO ORIGINAL Y LO REGULAR 243
Intenta únicamente establecer la regularidad de lista de los santos fundadores, es poner aI dia
los enunciados. Aqui, regularidad no se opone a Ia regularidad de una práctica discursiva. Prác-
la irregularidad que, en las márgenes de la opi- tica utilizada, de la misma manera, por todos sus
nión corriente o de los textos más frecuentados , sucesores menos originales, o por aIgunos de sus
caracterizaría el enunciado desviante (anormal, predecesores; y práctica que da cuenta en su obra
profético, retardatario, genial o patológico); de- misma no sólo de las afirmaciones más originales
signa, para toda actuación verbal cualquiera que (y en las que nadie había pensado antes de ellos) •
sea (extraordinaria o trivial, única en su género sino de las que habían tomado, recopiado incluso
o mil veces repetida) el conjunto de las condicio- de sus predecesores. Un descubrimiento no es
nes en que se ejerce la función enunciativa que menos regular, desde el punto de vista enuncia-
asegura y define su existencia. Entendida así la tivo, que el texto qlle lo repite y lo difunde; la
regularidad no caracteriza una posición cen~ral regularidad no es menos operante, no es menos
determinada entre los límites de una curva esta- eficaz y activa, en una trivialidad que en una for-
dística '-no puede, pues, valer como indicio de mación insólita. En tal descripción, no se puede
frecuencia o de probabilidad.c.: especifica un cam- admitir una diferencia de naturaleza entre enun-
po efectivo de aparición. Todo enunciado es por- ciados creadores (que hacen aparecer algo nuevo,
tador de cierta regularidad, y no puede ser diso- que emiten una información inédita y que son
ciado de ella., No hay, pues, que oponer la regu- en cierto modo "activos") y enunciados imitati-
landad de un enunciado a la irregularidad de vos (que reciben y repiten la información, y per-
otro (que seria menos esperado, más singular. más manecen, por decirlo así, "pasivos"}, EI campo
lleno de innovación) , sino a otras regularidades de los enunciados no es un conjunto de playas
que caracterizan otTOS enunciados. inertes escandido por momentos fecundos; es no
La, arqueología no está a la busca de las in- dominio activo de cabo a rabo.
vencíones, y permanece insensible a ese momento Este análisis de las regularidades enunciativas
(emocionante. lo admito) en que por primera se abre en varias direcciones que quizá sea preciso
vez alguien ha estado seguro de determinada un dia explorar con más cuidado.
verdad; la arqueologia no intenta restituir la luz I. Cierta forma de regularidad caracteriza,
de esas mafianas de fiesta. Pero no es para diri- pues, un conjunto de enunciados sin que sea
girse a los fenómenos medios de la opinión y a necesario Di posible establecer una diferencia en-
lo anodino y apagado de lo que todo el mundo. tre lo que es nuevo y lo que no lo es. Pera estas
en cierta época, podia repetir. Lo que busca .en regularidades -volveremos después sobre ello-
!<>§_ textos de Linneo o de Buffon, de Petty o de no se dan de tina vez; para siempre: no es la mis-
Ricardo, de Pinel o de Bichat, no es establecer la ma regularidad la que encontramos operando en
244 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LO ORIGINAL Y LO REGULAR 245
Tournefort y Darwin, O en Lancelot y Saussuré, lentes (aI reasumir, y a veces palabra por palabra,
en Petty y en Kaynes. Se tienen, pues, unos carn- la vieja teoria de la frase-arribución y dei verbo-
pos homogéneos de regularidades enunciativas cópula, los gramáticos de Port-Royal abrieron así
(caracterizan una formación discursiva) , pero eSQS una regularidad enunciativa cuya especificidad
campos son diferentes entre sí. Ahora bien, no debe describir la arqueología). Inversamente,
es necesario que eI paso a un nuevo campo de puede descuidar diferencias de vocabulario y pa-
regularidades enunciativas vaya acompafiado de sar por alto campos semánticos u organizaciones
cambios correspondientes a todos los demás nive- deductivas diferentes, si es capaz de reconocer acá
les de los discursos. Se pueden encontrar actua- y allá, y a pesar de esta heterogeneidad, cierta
ciones verbales que son idénticas desde el punto regularidad enunciativa (desde este punto de vis-
de vista de la gramática (deI vocabulario, de la ta, la teoria dei lenguaje de acción, la investiga-
sintaxis y de una manera general de la lengua) ; ción sobre eI origen de las lenguas, eI estableci-
que son igualmente idénticas desde el punto de miento de las raíces primitivas, tales como se en-
vista de la lógica (desde eI punto de vista de la cuentran en el sigla XVIII, no son "nuevos" con
estructura proposicional, o dei sistema deductivo relación a los análisis "lógicos" de Lancelot) .
en que se encuentra colocada); pero que son Vemos perfilarse así cierto número de dísyun-
enunciativamente diferentes. Así, la formulación ciones y de articulaciones. No puede ya decirse
de la relación cuantitativa entre los precios y la que un descubrimiento, la Iorrnulación de un
masa monetaria en circulación puede efectuarse . principio general, o la definición de un proyecto
con las mismas palabras -o palabras sinónimas- inaugure, y de una manera masiva, una fase nue-
y obtenerse por eI mismo razonamiento; no es va en la historia dei discurso. No hay que buscar
enunciativamente idéntica eu Gresham o eu ya ese punto de origen absoluto o de revolución
Locke y en los marginalistas dei siglo XIX; no de- total a partir dei cual todo se organiza, todo de-
pende aqui y allá dei mismo sistema de formación viene posíble y necesario, todo se abole para re-
de los objetos y de los conceptos. Hay, pues, que dis- comenzar. Estamos ante acontecimientos de tipos
tinguir entre analogia lingüística (o traductibi- y de niveles diferentes, tomados en tramas histó-
lidad), identidad lógica (o equivalencia), y ho- ricas distintas; una homogeneidad enunciativa
mogeneidad enunciatiua. Son éstas las homoge- que se instaura no implica en modo alguno que"
neidades .de que se ocupa la arqueologia, y ex- en adelante 'y a lo largo de décadas o de siglos, los
.clusivamente, Puede, pues, la arqueologia ver hombres van a decir y a pensar la misma cosa; no
aparecer una práctica discursiva nueva a través implica tampoco la definición, explícita o no, de
de las lormulaciones verbales que se mantienen cierto número de principios de los cuales deriva-
lingülsticamente análogas o lógicamente equiva- ría todo el resto, a título de consecuencias. Las
246 LA DESCRII'CIÓN ARQUEOLÓGICA LO ORIGINAL Y LO REGULAR 247

homogeneidades (y heterogeneidades) enuncia- tégicas pueden ser formadas a partir de regias


tivas se entrecruzan con continuidades (y cam- menos geaerales y cuyo dominio de aplicación
bios) lingüísticas, con identidades (y diferen- está más 'especificado. Se puede describir así un
cias) lógicas, sin que las unas y las otras marchen árbol de derivación enunciativa: en su base, los
ai mismo paso o se rijan necesariamente. Debe enunciados que utilizan las regias de formación
existir, sin embargo. entre ellas cierto número de en su extensión más amplia; en la cima, y des-
relaciones y de interdependencias cuyo domino, pués de cierto número de ramificaciones, los
muy complejo sin duda, deberá ser inventariado. enunciados que emplean la misma regularidad,
2. Otra dirección de investigación: las jerar- pero más finamente articulada, más delimitada y
quías interiores en las regularidades enunciati- localizada en su extensión.
vaso Se ha visto que todo enunciado procedía de La arqueología puede así -y éste es uno de.,
cierta regularidad; que ninguno, por consiguien- sus temas 'príncipales-; constituir el árbol de deri-
te, podía ser considerado como pura o simple vación de un discurso. Por ejemplo, el de la His-
creación o maravilloso desorden dei genio. Pero toria natural. Dispondrá, dei lado de la raíz; a
se ha visto también que ningún enunciado podía título de enunciados rectores, los que conciernen
ser considerado como inactivo, y valer, como la a la definición de las estructuras observables y
sombra o el calco apenas reales de un enunciado dei campo de objetos posibles, los que prescriben
inicial. Todo el campo enunciativo es a la vez las formas de descripción y los códigos percepti-
regular y se halla en estado de alerta: no lo do- vos de los que puede servirse, aquellos que hacen
mina el sueão: el I menor enunciado -el más dis- aparecer las posibilidades más generales de carac-
ereto o el más trivial-. desencadena todo el juego terización y abren así todo un dominio de con-
de las regias según las cuales están formados su ceptos que hay que construir, y en fin, aquelios
objeto, su modalidad, los conceptos que utiliza que, a la vez que constituyen una elección estra-
y la estrategia de que forma parte. Estas regias no tégica, dejan lugar ai mayor número de opciones
se dan jamás en una formulación, sino que los ulteriores. Encontrará, en el extremo de las ra-
atraviesan y les constituyen un espacio de co- mas, o ai menos en el recorrido de todo un bre-
existencia; no se puede, pues, encontrar el enun- fial, "desrubrirnientos" . (como el de las series fó-
ciado singular que las articularia por sí mismas. siles) , transformaciones conceptuales (como la
Sin embargo, ciertos grupos de enunciados uti- nueva definición del género), emergencias de
lizan esas regias en su forma más general y más nociones inéditas (como la de mamíferos o de
ampliamente aplicable; a partir de ellos, se pue- organismos), fundamentación de técnicas (prin-
de ver cómo otros objetos, otros conceptos~ otras cipios organizadores de las colecciones, método
modalidades enunciativas li otras e1ecciones estra- de c1asificación y de nomenclatura). Esta deriva-
248 LA DESCRII'CIÓN ARQUEOLÓGICA LO ORIGINAL Y LO REGULAR 249
ción a partir de los enunciados rectores no puede cen ser analizados. Es importante, en todo caso,
ser confundida con una deducción que se efectua- no confundir estas diferentes ordenaciones, no
ría a partir de axiomas; tampoco debe ser asimi- buscar en un "descubrimiento" inicial o en la
lada a la germinación de una idea general, o de originalidad de una formulación el principio deI
un núcleo filosófico cuyas significaciones se des- cual puede todo deducirse y derivarse; no bus-
plegarían poco a poco en unas experiencias o en car en un principio general la ley de las regulari-
unas conceptualizaciones precisas; eu fín, no de- dades enunciativas o de las invenciones indivi-
~e ser tomada por una génesis psicológica a par- duales; no pedir a la derivación arqueológica que
tir de un descubrimiento que poco a poco des- reproduzca e! orden de! ,tiempo o ponga al día
arrollara sus consecuencias y exhibiera sus posi- un manifiesto deductivo.
bilidades. Es diferente de todas estas derivacio- Nada sería más falso que ver en el análisis de
nes, y debe ser descrita en su autonomia. Pué- las formaciones discursivas una tentativa de pe-
dense también describir las derivaciones arqueo- riodización totalitaria: a partir de cierto momen-
lógicas de la Historia natural sin comenzar por to y durante cierto tiempo, todo el mundo peno
sus axiomas indemostrables o sus temas funda- saría de la misma manera, a pesar de las diferen-
mentales (por ejemplo, la continuidad de la na- cias de superficie, diría la misma cosa, a través
turaleza! ' y sin tO,mar como punto de partida y de un vocabulario polimorfo, y produciría una'
como hilo conductor los primeros descubrimíen- especie de gran discurso que se podría recorrer
tos o los primeros accesos (los de Tournefort an- indistintamente en todos los sentidos. Por e! con-
tes de los de Linneo, los de Jonston antes de los trario, la arqueologia describe un nivel de homo-
de Tournefort). EI orden arqueológico no es ni geneidad enunciativa que tiene su propio corte
e! de las sistematicidades, ni el de las sucesiones temporal, y que no lleva con él todas las demás
cronológicas. formas de identidad y de diferencias que se pue-
Pero se ve abrirse todo un dominio de interro- den sefíalar en e!lenguaje; y a ese nível, establece
gaciones posibles. Porque, por más que esos dife- una ordenación, unas jerarquias, todo un brotar,
rentes órdenes sean específicos y tenga cada uno que excluyen una sincronía masiva, amorfay da-
su autonomía, deben existir entre ellos relaciones da globalmente de una vez para siempre. En esas
y dependencias. Para ciertas formaciones discur- unidades tan confusas a las que llaman "épocas",
sivas, el orden arqueológico no es quizá muy di- hace surgir, con su especificidad, "períodos enun-
ferente deI orden sistemático; como en otros ca- çjativos" "que se articulan, pero sin confundirse
sos sigue quizá el hilo de las sucesiones cronoló- con ellas, sobre e! tiempo de los conceptos, sobre
gicas. Estos paralelismos (contrarios a las distor- las fases teóricas, sobre los estadios de formaliza-
siones que se encuentran en otros lugares) mere- ción, y sobre las etapas de la evolución lingüística.
LAS CONTRADICCIONES 251
III
define las unidades terminales que consuman el
LAS CONTRADICCIONES análisis: descubre la organización interna de un
texto, la forma de desarrollo de una obra indivi-
duai o e! lugar de encuentro entre discursos di.
ferentes. Se está obligado a suponerla para re-
constituiria, no se estará seguro de haberla en-
AI discurso que analiza, la historia de las ideas contrado más que en e! caso de que se la haya per-
le concede de ordinario un crédito de coherencia. seguido hasta muy lejos y durante largo tiempo.
,:Comprueba, acaso, una irregularidad en el em- Aparece como un(óptimum: e! mayor número
pleo de las palabras, varias proposiciones incom- posible de contradicciones resue!tas por los me-
patibles, un juego de significaciones que no se dios más sencillos.
ajustan unas a otras, o unos conceptos que no Ahora bien, los medios empleados son muy nu-
pueden sistematizarse juntos? Entonces, procura merosos y, por esto, las coherencias encontradas
encontrar, a no nivel más o menos profundo, un pueden ser muy diferentes. Se puede, analizando
principio de cohesión que organiza e! discurso la verdad de las proposiciones y las relaciones que
y le restituye una unidad oculta. Esta ley de co- las unen, definir no campo de no contradicción
herencia es una regia heurística, una obligación lógica: se descubrirá entonces una sistematicidad'
de procedimiento, casi una compulsión moral de se remontará dei cuerpo visible d;-Ias frases ~
la investigación: no multiplicar inútilrnente las esa pura arquitectura ideal que las ambigüedades
contradicciones; no caer en la trampa de las pe- de la gramática, la sobrecarga significante de las
quenas diferencias, no conceder demasiada im- palabras han enmascarado sin duda en la misma
portancia a los cambios, a los arrepentimientos, medida en que la han traducido. Pero se puede,
a los exámenes de conciencia, a las polémícas: no ?puestamente, siguiendo e! hilo de las analogias
suponer que e! discurso de los hombres se halla y de los símbolos, encontrar una temática más
perpetuamente minado en su interior por la con- imaginaria que discursiva, más afectiva que ra-
tradicción de sus deseos, de las influencias que cional, y menos próxima ai concepto que ai de-
han experimentado, o las condiciones en que vi- seo; su fuerza anima, pero para fundirIas ai pun-
ven; sino admitir que si hablan, y si, entre ellos, to de una unidad lentamente transforrnable, las
dialogan, es mucho más para superar esas contra- figuras más opuestas; lo que se descubre enton-
dicciones y encontrar e! punto a partir de! cual ces es una continuidad plástica, es el recorrido
puedan ser dominadas. Pero esa misma coheren- de un sentido que toma forma en representacio-
cia es también e! resultado de la investigación: nes, imágenes y metáforas diversas. Temáticas o
sistemáticas, esas coherencias pueden ser explfci-
252 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LAS CONTRADICCIONES 253
tas O no: se las puede buscar ai nivel de represen- modos, eI análisis debe suprimir, en la medida·
taciones que eran conscientes en eI sujeto parlan- de lo posible, la contradicción.
te, pero que su discurso -por razones de circuns- AI término de este trabajo quedan solamente
tancia o por una incapacidad ligada a la forma unas contradicciones residuales -accidentes, de-
~isma de su lenguaje_ no ha podido expresar fectos, fallas-, o surge por eI contrario, como si
bien: se las puede buscar también en estructuras todo eI análisis hu biera conducido a ella, en sor-
que, más que construidas por el autor, habrlan dina y a pesar suyo, la contradicción fundamen-
forzado a éste, y Ie habrlan impuesto sin que él tai: unos postulados incompatibles, puestos en
se diera cuenta, unos postulados, unos esquemas juego en el origen mismo dei sistema, un entre-
de operación, unas regias lingüísticas, un conjun- cruzamiento de influencias que no se pueden
to de afirmaciones y de creencias fundamentales, conciliar, una dífracción prímera dei deseo, un
unos tipos de imágenes, o toda una lógica dei conflicto económico y político que opone una
fantasma. En fin, puede tratarse de coherencias sociedad a si misma; todo esto en lugar de apare-
que se establecen ai nivel de un individuo, de su cer como otros tantos elementos superficiales que
biografia, o de las circunstancias singulares de su hay que reducir, se revela finalmente como prin-
discurso; pero se las puede establecer también cipio organizador, como ley fundadora y secreta
de acuerdo con puntos de referencia más arnplios, que da cuenta de todas las contradicciones me-
y darles las dimensiones colectivas y diacrônicas nores y les confiere un fundamento sólido: mo-
de una época, de una forma general de concien- delo, en suma, de todas las demás oposiciones, Tal
cia, de un tipo de socíedad, de un conjunto de contradicción, lejos de ser apariencia o accidente
tradiciones, de un paisaje imaginario común a dei discurso, lejos de ser aquello de que es preci-
toda una cultura. Bajo todas estas formas, la co- so manumitirlo para que libere ai fin su verdad
herencia asl descubierta desempena siempre _eI desplegada, constituye la ley misma de su exís-
mismo papel: mostrar que las contradicciones in- tencia: emerge a partir de ella, y si se pone a ha-
mediatamente visibles no son nada más que un blar es a la vez para traducirla y superaria; si se
reflejo de superficie, y que hay que reducir a un continúa y recomienza indefinidamente, es para
foco único ese juego de centelleos dispersos. La huir de ella, cuando ella renace sin cesar a través
contradicción es la ilusión de una unidad que se de él: y si cambia, se metaformosea y escapa de
esconde o que está escondida: no tíene su lugar si mismo en su propia continuidad es porque la
sino en eI desfase entre la conciencia y eI incons- contradicción se halla siempre de la parte de acá
I • I . de él, y no puede, pues, rodearia por completo
CIente, e pensamiento y eI texto, la idealidad y
el cuerpo contingente de la expresión. De todos jamás. La contradícción funciona entonces, ai
254 'LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LAS CONTRADICCIONES 255
hilo dei discurso, como el principio de, su histo- que se pueden encontrar en Buffon, Diderot,
ricidad. Bordeu, Maillet y muchos otros. EI análisis ar-
La historia de las ideas reconoce, pues, dos ni- queológico no consiste en demostrar que por ba-
veles de contradicciones: el de las apariencias, .jo de esta oposición, y a nu nivel más esencial,
que se resuelve en la unidad profunda de! dis- todo e! mundo aceptaba cierto número de tesis
c~rso, y el de los fundamentos, que da lugar ai fundamentales (Ia continuidad de la naturaleza
~lscurso rmsrno. Eu relacíón cOo el primer nivel y su plenitud, la corre!ación entre las formas re-
de contradicción, el discurso es la figura ideal que cientes y el clima, e! paso casi insensible de lo no
hay que desprender de su presencia accidental, de vivo a lo vivo); no consiste en demostrar tam
su cuerpo demasiado visible; en relación CDO eI poco que tal oposición refleja, en e! dominio
segundo, el discurso es la figura empírica que particular de la historia natural, un conflicto más
pueden adaptar las contradicciones y cuya ap'- general que divide todo e! saber y todo el pen-
rente cohesión se debe destruir para volverias a samiento de! sigla XVIII (conflicto entre el tema
encontrar, eu fin, en su irrupción y su violencia. de una creación ordenada, establecida de una
El discurso es el camino de una contradicción a vez para siempre, desplegada sin secreto irreduc-
~ra_: si da lugar a las que..se ven, es porque obe- tible, y el tema de una naturaleza rica, dotada de
dece a la que oculta. Anil1j~ªr-<:.ld.iscursº--es ha- poderes enigmáticos, desplegándose poco a poco
cer desaparecer y reaparecer las cont~~dicci~~~-;: en la historia y trastornando todos los órdenes
es mostrar el juego que en él !levan a cabo; es espaciales según e! gran impulso dei tiempo). La
manifestar cómo puede expresarlas, darles cuer- arqueologia trata de mostrar cómo las dos afirma-
po, o prestarles una fugitiva apariencia. ciones, Tijista y "evolucionista", tienen su lugar
Para e! análisis arqueológico, las contradiccio- común en cierta descripción de las especies y de
n~s n? s.o~ ni apariencias que hay que superar, los géneros: esta des~ripción toma como objeto
111 prm,C!pIOs secretos que seda preciso despejar. la estructura visible de los órganos (es decir su
Son objetos que hay que describir por sí mismos, forma, su tamafio, su número y su disposición en
sin buscar desde qué punto de vista pueden 'disi- e! espacio); y puede limitaria de dos maneras
parse o a qué nive! se radicalizan, y de efectos (en e! conjunto de! organismo o en ciertos de sus
pasan a ser causas. Un ejemplo senci!lo, y varias elementos, determinados ya por su importancia,
veces citado, aquí mismo: e! principio fijista de ya por su comodidad taxonómica) ; se hace apare-
Linneo fue Impugnado, en e! sigla XVIII, no tan- cer entonces, eu e1 segundo caso, un cuadro re-
t~ ,po; el descubrin.'iento de la pelaria que cam- guiar, dotado de un número de casillas definidas,
bIO solo sus modalIdades de aplicación, sino por y constituyendo en cierto modo e! programa de
cierto número de afirmaciones "evolucionistas" toda creación posible (de suerte que, actual, to-
256 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LAS CONTRADICCIONES 257
davía futura, o ya desaparecida, la ordenación de explicacíón, la arqueología describe los diferen-
las especies y de los géneros está definitivamente tes espacios de disensión.
fijada) ; y en eI primer caso, unos grupos de pa- Renuncia, pues, a tratar la contradicción co-
rentescos que se mantienen indefinidos y abier- mo una función general que se ejerciera, dei mis-
tos, que están separados los unos de los otros, y mo modo, en todos los niveles dei discurso, y que
que toleran, en número indeterminado. nuevas el análisis debería o suprimir enteramente o re-
formas tan próximas como se quiera de las for- ducir a una forma primera y constitutiva: sustitu-
mas preexistentes. Haciendo derivar así la con- ye eI gran juego de la contradicción -presente
tradicción entre dos tesis de cierto dominio de bajo mil rostros, suprimida después y ai fin res-
tituida en el conflicto mayor en que culmina--,
objetos, de sus delimitaciones y de su cuadricu-
por eI análisis de los diferentes tipos de contra-
lación, no se la resuelve; no se descubre eI punto
dicción, de los diferentes niveles según los cuales
de conciliaciqn, Pero tampoco se la transfiere a
se la puede localizar; de las diferentes funciones
un nivel' más fundamental; se define eI lugar en
que puede ejercer.
qtle se sitúa; se hace aparecer eI punto de entron-
Diferentes tipos en primer lugar. Ciertas con-
que de la alternativa; se localiza la divergencia y
tradicciones se localizan en eI único plano de las
el lugar en que los dos discursos se yuxtaponen. proposiciones o de las aserciones, sin afectar en
La teoría de la estructura no es un postulado co- nada ai régimen enunciativo que las ha hecho
mún, un fondo de creencia general compartido posibles. Así, en eI siglo XVIII la tesis dei caracter
por Linneo y BuzIon, una sólida y fundamental animal de los fósiles oponiéndose a la tesis más
afirmación que rechazaría ai nivel de un debate tradicional de su índole mineral; ciertamente, las
accesorio el conflicto dei evolucionismo y dei fi- consecuencias que se han podido sacar de estas
jismo; es eI principio de su incompatibilidad, la dos tesis son numerosas y de largo alcance; pero
ley que rige SlI derivación y su coexistencia. To- se puede mostrar que tienen su origen en la mis-
mando las contradicciones como objetos que des- ma formación discursiva, en el rnismo punto, y
cribir, eI análisis arqueológico no trata de descu- según las mismas condiciones de ejercicio de la
brir en su lugar una forma o una temática co- función enunciativa; son contradicciones arqueo~
munes; trata de determinar la medida y la for- lógicamente derivadas, y que constituyen un esta-
ma de su desfase, En relación con una historia 40 terminal. Otras, por el contrario, traspasan los
de las ideas que quisiera fundir las contradiccio- limites de una formación discursiva, y oponen te-
nes en la unidad crepuscular de una figura global, sis que no dependen de las mismas condiciones
o que quisiera trasmutarlas en un principio ge- de enunciación: asi, eI fijismo de Linneo se en-
neral, abstracto y uniforme de interpretación o de cuentra negado por el evolucionismo de Darwin,
LAS CONTRADlCCIONES 259
258 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA
arqueológicalnente intrínseca 110 es un hecho ~_!J.
pero sólo en la medida en que se neutraliza la ro y simpie que bastaría establecer como un, prm-_
diferencia entre la Historia natural a que perte- cipio o explicar como un efecto, Es un fenómenó
nece el primero y la biologia de la que deriva el complejo que se distribuye en diferentes plan'.JS
segundo. Sou éstas contradicciones extrínsecas de la formación discursiva. Asl, para la Historiá
que remiten a la oposición entre formaciones dis- natural sistemática y la Historia natural metódi-
cursivas distintas. Eu cuanto a la descripción ar- ca, que no han cesado de o~nerse una a otra
queológica (y sin tener en cuenta aqui unas po- durante toda una parte dei siglo XVllI, se puede
sibles idas y venidas dei procedimiento), esta reconocer, una inadecuaciórl de los objetQ§.. (eu
oposición constituye el terminus a quo) mientras un caso se describe el aspecto general de la plan-
que las contradicciones derivadas constituyen el ta; en otro, algunas variables determinadas \ por
t.erminus ad qllem del análisis, Entre, estas dos adelantado: en un caso se describe la totalidad de
extremos, la descripción arqueológica describe lo la planta, o aI menos SHS partes más inlportantes,
que se podría !lamar las contradícciones intrinse- en OlTO se describe eierto número de elementos
cas: las que se despliegan en la Iormación discur- elegidos arbitrariamente por su comodidad taxo-
siva misma y que, nacidas en un punto del siste- nómica: ora se tienen en cuenta .diferentes esta-
lua de las forrnaciones, hacen surgir subsistemas: dos de crecimiento y de madurez de la planta, ora
así, para atenernosal ejemplo de la Historia na- se limita la descripción a un momento y a 1111 es-
tural en el sigla XVIII, la contradicción que opone tadia de visibilidad oprima) ; una divergenci a de
los análisis "metódicos" y los análisis "sistemáti- las modalidades enunciativas (en el caso del aná-
cos". La oposición aquí no es terminal: no sou dos lisis sistemático de las plantas, se aplica un código
proposiciones contradictorias a propósito dei mis- perceptivo y lingüístico riguroso y según una es-
mo objeto, no son dos utilizaciodes in.,QlIlpatibles cala "constante; para la descripciún metódica, los
deI mísmo concepto, sino dos maneras de formar códigos son relativamente libres y las escalas. de
enunciados, caracterizados los Un<9S'1 y los -otros, localización pueden oscilar); una incompatiui-
por ciertos objetos, ciertas posiciones de subjeti- lidad de los conceptos (en los "sistemas" el con-
vidad, ciertos conceptos y ciertas elecciones es- certo de caracter genérico es u~a marca a,rbltra.
tratégicas. Sin embargo, esos sistemas no sou pri- ria aunque no engafíosa para deSignar los generos
meros; porque se puedel demostrar en qué punto en los métodos, este mismo concepto deb.e recu
derivan ambos de una sola y misma positividad brir la definición real dei género); en fin , 1II~'
que es la de la Historia natural. 50n esas oposicio- exclusión de las opciones teóricas (la taxonorruz
nes intrinsecas las pertinentes para el análisis ar, sistemática hace posible el "Iijismo", incluso si. ~(
queológico. encuentra rectificado por la idea de una creacior
Diferentes niveles después. Una conrradiccíón,
260 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LAS CONTRADlCCIONES 261

continuada en el tiempo y desarrollando poco a fute o un descubrimiento que los excluya. Otras,
poco los elementos de los cuadros, o por la idea inducen una reorganización del campo discur-
de catástrofes naturales que hubieran perturbado sivo: plantean la cuestión de la traducci6n posí-
por nuestra mirada actual el orden lineal de las ble de un grupo de enunciados a otro, dei punto
vecindades naturales, pero excluye la posibilidad de coherencia que podría articularias uno sobre
de una transformaci6n que el método acepta sin otro, de su integraci6n en un espacio más gene-
implicarlo de manera absoluta) . ral (así la oposici6n sistema-método en los natu-
Las funciones. Todas esas formas de oposición ralistas dei sigla XVIll induce una serie de tenta-
no des.empenan el mismo papel en la práctica tivas para reescribir ambos en una sola forma de
dIscursIva; no son, de manera homogênea, obs- descripci6n para dar ai método el rigor y la regu-
t~c~los que haya que superar o principio de,cre. laridad dei sistema, para hacer coincidir la arbi-
cnniento. No basta, en todo caso, buscar en ellas la trariedad dei sistema con los análísis concretos
causa bien dei retraso, bien de la aceleración de del método) ; no son nuevos objetos, nuevos con-
la historia; no es a partir de la forma vacia y gene. ceptos, nuevas modalidades enunciativas que se
ral de la oposici6n como el tiempo se introduce afíadan !inealmente a las antiguas, sino objetos
e,n,Ia verdad y la idealidad dei discurso. Estas opo- de otro nivel (más general o más particular),
stcrones son siempre momentos funcionales deter- conceptos que tienen otra estructura y otro cam-
minados. Algunas aseguran un desarrollo adicio- po de aplícación, enunciaciones de otro tipo, sin
nal del campo enunciativo: abren secuencias de que, no obstante, las regias de formación se mo-
argumentación, de experiencia, de verificaciones difiquen. Otras oposiciones desempefian un papel
de inferencias diversas; permiten la determina: crítico: ponen en juego la existencia y la "acep-
ción de objetos nuevos, suscitan nuevas modali- tabilidad" de la práctica discursiva; definen el
dade.s . enunciativas, definen nuevos conceptos o punto de su imposibilidad efectiva y de su re-
mo~'hcan el campo de aplicación de los que exis- troceso hist6rico (asi la descripción, en la Histo-
ten: pero sm que nada sea modificado en el sis- ria natural misma, de las solidaridades orgánicas
tema de positividad dei discurso (asi ha ocurrido y de las funciones que se ejercen, a través de la,
con las discusiones entabladas por los naturalis- variables anatómicas, en unas condiciones defini
tas del siglo XVIll a propósito de la frontera entre das de existencia, no permite ya, ai menos a título
el mineral y el vegetal, a propósito de los límites de formación discursiva autônoma, una Historia
d,e .Ia vida o de la naturaleza y el origen de los natural que fuese una ciencia taxonómica de los
faSIles).; tales procesos aditivos pueden permane- seres a partir de sus caracteres visibles) .
cer abíertos, o encontrarse cerrados, de una ma.' Una formación discursiva no es, pues, el texto
nera decisiva, por una demostración que los re- ideal, continuo y sín asperezas, que corre bajo
262 LA DE5CRIl'CIÓN ARQUEOLÓGICA

'la multiplicidad de las contradicciones y las re- IV


suelve en la unidad serena de un pensamiento LOS HECHOS COMPARATIVOS
coherente; tampoco es la superficie a la que viene
a reflejarse, bajo mil aspectos diferentes, una con-
tradicción que se haliaría a' la vez en segundo
término, pero dominante por doquier. Es más
bien un espacio de disensiones rnúltiples; es un
conjunto de oposiciones diferentes cuyos niveles EI análisis arqueológico individualiza y describe
y ,cometidos es preciso describir. EI análisis ar- unas formaciones discursivas. Es decir que debe
queológico suscita, pues, la primacia de una con- compararias, u oponer las unas a las otras en la
tradicción que tiene su modelo en la afirmación simultaneidad en que se presentan, distinguirias
y la negación simultánea de una única y misma de las que no tienen el mismo calendário, poner-
proposición. Pero no es para nivelar todas las las en relación, en lo que pueden tener de espe,
oposiciones en formas generales de pensamiento cífico, con las prácticas no discursivas que las
y pacificarias a la fuerza por medio dei recurso rodean y les sirven de elemento general. Muy dis-
a nu apriori apremiante. Se trata, por el contra- tinto, en esto también, de las descripciones epis-
rio, de localizar, en una práctica discursiva de- temológicas o "arquitectónicas" que anal izan la
terminada, d. punto en que aqu~li~s ',se constitu- estructura interna de una teoria, el estudio ar-
yen, de definir la forma que adoptan, las relaeío- queológico está siempre en plural: se ejerce .en
~es que tienen entre sí y el domínio que rigen. una multiplicidad de registros; recorre intersti-
En suma, se trata de mantener eI discurso en sus cios y desviaciones, y tiene su dominio all donde
í

asperezas múltiples y de suprimir, en consec~en­ las unidades se yuxtaponen, se separan, fijan sus
cia, el tema de una contradicción uniformemente aristas, se enfrentan, y dibujan entre ellas espa-
perdida y recobrada, resuelta·y siempre renacien- cios en blanco, Cuando eI estudio arqueológico
te, en el elemento indiferenciado dei logos, se dirige a un tipo singular de discurso (el de
la psiqniatría en la Historia de la locura, o el
de la medicina en EI nacimiento de la clínica) .
es para establecer por comparación sus límites
cronológicos: es también para describir, a la vez que
ellos y en correlación con ellos, un campo ins-
titucional, un conjunto de acontecimientos, de
práctícas, de decisiones políticas, un encadena-
miento de procesos econômicos en los que figuran
264 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LOS HECHOS COMPARATIVOS 265
oscilaciones demográficas, técnicas de asístencia, ne- tienen entre eIlas cierto número de relaciones
cesidades de mano de obra, niveles diferentes de descriptibles. Estas relaciones 'no se desbordan so-
desempleo, etc. Pero pueden tambíén, por una bre dominios limítrofes ni se Ias puede transferir
especie de aproximación lateral (como en Las pa. progresivamente aI conjunto de los discursos con-
labras y las cosas) , poner en juego varias positiví- temporáneos, ni con mayor razón a lo que se Ilama
dades distintas, cuyos estados concomitantes duo de ordlrlario "el espíritu clãsico": están estricta-
rante un período determinado compara, y que mente acantonadas en Ia tríada estudiada, y sólo
confronta con otros tipos de discurso que han to. tienen valor en el dominio que ésta especifica.
mado su lugar en una época determinada. Este conjunto interdiscursivo se encuentra él mis-
Pero todos estos análisis son muy diferentes de mo, y en su forma de grupo, en relación con otr~
los que se practican de ordinario. tipos de discurso (con el análisis de Ia represen·
I. La comparación es siempre limitada y re- tación, Ia teoria general de los signos y "Ia ideo-
gional. Lejos de tratar de que aparezcan unas logia", de una parte, y con Ias matemáticas, el
formas generales, Ia arqueología íntenta dibujar Análisis algebraico y Ia tentativa de instauración
configuraciones singulares. Cuando se confrontan de una matesis, de otra). Son estas relaciones in-
Ia Gramática general, el Análisis de Ias riquezas ternas y externas Ias que caracterizan Ia Historia
y Ia Historia natural en Ia época clásíca, no es natural, el Ánálisis de Ias riquezas y Ia Gramáti-
para reagrupar tres manifestaciones -particular: ca general, como un conjunto específico, y per·
mente cargadas de valor' expresivo, y extrafíaràen- miten reconocer en eIlos una configuracíón in·
te descuidadas hasta ahora.; de una mentalidad tçrdiscursiua.
que sería general a los siglos XVII Y XVIII, no es En cuanto a los que dijeran: "ePor qué no
para reconstituir, a partir de un modelo reducido haber hablado de Ia cosmología, de Ia fisiología
y de un dominio singular, Ias formas de raciona. o de Ia exégesis bíblica? eAcaso Ia química ante-
lidad que obraron en toda Ia ciencia clásica; no rior a Lavoisier, o Ia matemática de Euler, o Ia
es ni siquiera para iluminar el perfil menos co. Historia de Vico, no serían capaces si se Ias pu-
nocido de un rostro cultural que creiamos Ifami. síera en juego, de invalidar todos los análisis que
liar. No se ha querido demostrar que los hombres se pueden encontrar en Las pala bras y las cosas?
del siglo XVIII se interesasen de una manera ge- <Acaso no hay en Ia inventiva riqueza dei siglo
neral por el orden más que por Ia historia, por Ia XVIII muchas otras ideas que no entran en el
clasificación más que por el devenir, por los sig- marco rígido de Ia arqueologia?", a ésos, a su le-
nos más que por los mecanismos de causalidad. gítima impaciencia, a todos los contraejemplos,
Se trataba de hacer que apareciese un conjunto lo sé, que podrían muy bien suministrar, habré
bien determinado de formaciones discursivas, que de responderIes: en efecto. No sólo admito que
266 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LOS HECHOS COMPARATIVOS 267
mi análisis es limitado, sino que así lo quiero y campo de interpositividad completamente distin-
se lo impongo. Un contraejemplo sería precisa- to el descubierto por usted? ~Qué privilegio tiene,
mente para mí la posibilidad de decir: todas esas pues, el que usted ha descrito? -Privilegio, nin-
relaciones que han descríto ustedes a propósito guno: no es más que uno de los conjuntos des-
de tres formaciones particulares, todas esas redes criptibles; si, en efecto, se tomara de nuevo la
en las que se articulan, las unas sobre las otras, Gramática general, y si se tratara de definir sus
las teorías de la atribución, de la articulación, de relaciones con las disciplinas históricas y la crí-
la designación y de la derivación, toda esa ta- tica textual, se vería indudablemente dibujarse
xonomía que reposa sobre una caracterización otro sistema de relaciones completamente distin-
discontinua y una continuidad del orden, se vuel- to; y la descripción pondría de manifiesto una
ven a encontrar uniformemente y de la misma
red interdiscursiva que no se superpondría a la
rnanera en la geometría, la mecánica racional, la
primera, sino que la cruzaria en algunos de sus
fisiologia de los humores y de los gérmenes,
puntos. Igualmente, la taxonomía de los natura-
la critica de la historia sagrada y la cristalo-
listas podría ser confrontada no ya con la gramá-
grafia naciente. Seria, en efecto, la prueba de
tica y la economia, sino con la fisiologia y la pa-
que yo no habrla descrito, como pretendi hacer-
tología; ahí volverían a dibujarse nuevas inter-
lo, una región de interpositividad; habría carac-
terizado el espíritu o la ciencia de una época, eso positividades (compárense las relaciones taxono-
contra lo cual se dirige toda mi empresa. Las re- tfiía,gramática-economía, analizadas en Las pala-
laciones que he descrito valen para definir una bras y las cosas, y las relaciones taxonomía-pato-
configuración particular; no son signos para des- logía estudiadas en el Nacimiento de la clínica).
cribir en su totalidad la faz de una cultura. Pue- EI número de estas redes no está, pues, determi-
den los amigos de la Weltanschauung sentirse de- nado de antemano; sólo la prueba del análisis
cepcionados; me importa que la descripción que puede demostrar si existen, y cuáles existen (es
he comenzado no sea del mismo tipo que la suya. decir cuáles son susceptibles de ser descritas).
Lo que en ellos seria laguna, olvido, error, es, Además, cada formación discursiva no pertenece
para mí, exclusión deliberada y metódica. (en todo caso, no pertenece necesariamente) a
Pero se podría decir también: ha ~onfrontado uno solo de esos sistemas, sino que entra simultá-
usted la Gramática general con la Historia natu- neamente en varias campos de relaciones en los
ral y el Análisis de las riquezas. Pero, ~por qué que no ocupa el mismo lugar ni ejerce la misma
no con la Historia tal como se la practicaba en la función (las relaciones taxonomta-patología no
misma época, con la critica bíblica, con la retó- sou isomorfas a las relaciones taxonomía-gramãti-
rica, con la teoría de las bellas artes? ~No seria un ca; las relaciones gramática-análisis de las ríque-
268 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LOS HECHOS COMPARATIVOS 269
zas no son isoformas a las relaciones gramática. unos análisis completamente tradicionales, pre·
exégesis) . guntarnos en qué medida transfirió Rousseau aI
EI horizonte ai que Se dirige la arqueolQ,~ía no análisis de Ias lenguas y a su origen su saber y su
experiencia de botânico: qué categorias comunes
es, pues, una cíencia, una racionalídad, una men,
talidad, una cultura; es un entrecruzamiento de aplicó Turgot aI análisis de Ia moneda y a Ia r:
ria dei lenguaje y de Ia etimolo~ía; cómo Ia idea
interpositividades cuyos límites y puntos de cruce
no pueden fijarse de una vez. La arqueología: un de una lengua universal, artificial y pe~f~cta ha-
análisis comparado que no está destinado a re- bía sido revisada y utilizada por clasificadores
ducir la diversidad de los discursos y a dibujar Ia como Linneo o Adanson. Todas estas preguntas
unidad que debe totalizados, sino que está des- serían ciertamente legítimas (ai menos algunas
tinado a repartir su diversidad en figuras dife. de elIas ... ). Pero ni las unas ni Ias otras son
\rentes. La comparación arqueológica' no tiene un pertinentes ai nivel de la arqueología.
efecto unificador, sino multiplicador. Lo que ésta quiere liberar, es ant.e todo -en I~
2. AI confrontar Ia Gramática general, Ia Hís- especificidad y la distancia mantem~as de Ias di-
toria natural y el Análisis de las riquezas en los versas formaciones discursivas- el juego de las
siglos XVII Y XVIII, podríamos preguntamos qué analogías y de las diferencias t~l como a~arec.en
ideas tenían en cornün, en aquelIa época, lin- ai nivel de las regias de formación, Esto implica
güistas, naturalistas y teorizantes de Ia economía; cinco tareas distintas:
podrlamos preguntarnos qué postulados implící,
tos suponían conjuntamente, pese a la diversidad a) Mostrar cómo unos elementos discursivos di.
de sus teorías, a qué principios generales obede- ferentes por completo pueden ser formados a par.
cían quízã silenciosamente; podríamos pregun. tir de regias análogas (los conceptos ?e la gramá-
tarnos qué influencia había ejercido el análisis tica general, como los dei verbo, sujeto, co~ple­
rnento, raíz, están formados a partir de las rmsmas
dei lenguaje sobre Ia taxonomía, o qué papel
disposiciones del campo enunciativo -te?rías. de
había desempenado la idea de una naturaleza oro la atribucíón, de la articulación, de la desígnacíón,
denada en la teoria de la riqueza; podria estu- de la derivación- que los conceptos, no obstante muy
diarse igualmente Ia difusión respectiva de esos diferentes. no obstante radicalmente heterogêneos,
diferentes tipos de discurso, el prestigio reconoci- de la Historia natural y de la Economia): mo~trar,
do a cada uno, la valorización debida a su ano entre unas formaciones diferentes, los isomoriismos
cianidad (o, por el contrario, a su fecha reciente) arqueológicos. .
y a su mayor rigor, los canales de comunicación y b) Mostrar en qué medida estas regias se aplícan
Ias vias por Ias cuales se realizaron los intercam. no de la mísma manéra, se encadenan o no en eI
omismo orden, se disponen o no segun• eIrrusmo
' mo -
bios de información; podriamos, en fin, aplicando
270 LA DESCRIl'CIÓN ARQUEOLÓGICA LOS HECHOS COMPARATIVOS 271

delo en los diferentes tipos de discurso (la Gramá- Nada en todas estas descripciones se apoya so-
tica general enlaza la una a Ia otra y en este mismo bre la asignación de influencias, de intercambios,
orden, la teoría de la atribueión, la de la articula- de informaciones trasmitidas, de comunicacio-
ción, Ia de la designación y la de la derivación; la nes. No quiere decir esta que se trate de negar-
Historia natural y eI Análisis de Ias riquezas reagru- las, o de discutir que puedan ser jamás objeto
pan las dos primeras y las dos últimas, pero las en. de una descripción, sino que se adopta.. con res-
lazan cada una en un arden inverso); definir e1 mo- .pecto a ellas un alejamiento mesurado, se. des-
delo arqueológico de cada formación. plaza el nivel de ataque del análisis, se pane aI
c) Mostrar cómo unos conceptos absolutamente
dia lo que las ha hecho posibles; se localizan los
diferentes (como los de valor y de caracter específi.
puntos en los que ha podido efectuarse la proyec-
co, o de precios y de carácter genérico) OCUpa0 un
ción de un concepto sobre otro, se fija el ísomor-
emplaeamiento análogo en la ramificaci6n de su sis-
tema de positividad -que están, pues, dot~dos de fismo que ha permitido ura transferencía.de mé-
una isotopia arqueolôgica-«, aunque su domínio de todos o de técnicas, se muestran las adyacencias,
aplicación, su grado de formalización, su génesis his- las simetrias o las analogias que han permitido las
tórica sobre todo 105 vuelvan por completo extraiíos generalizaciones; en suma, se describe el campo
los unos a los otros. de vectores y de receptividad diferencial (de per-
d) Mostrar. eu cambio. córno una sola y misma meabilidad y de impermeabilidad) que, respecto
nodón (eventualmente designada por una sola y aI juego de los intercambios ha constituído una
misma palabra) puede englobar dos elementos ar· condición de posibilidad histórica. Una configu-
queológicamente distintos (las nociones de origen y ración de interpositividad, no es un grupo de
de evolución no tienen oi el mismo papel, ni eI disciplinas contiguas; no es solamente un fenó-
mismo lugar, ni la misma formación en eI sistema meno observable de semejanza; no es solamente
de positividad de la Gramática general y de la His- la relación global de varias discursos con tal o
toria natural), indicar los desiases arqueoíôgicos.
cual otro; es la ley de 5US comunicaciones. No
e) Mostrar, eu fin, cómo pueden establecerse de
decir: porque Rousseau y otros con él reflexiona-
un~. positividad. a otra relaciones de subordinación o
de .complementariedad (así, en relación con 'eI análi- ron sucesívamente sobre la ordenación de las es-
sis de la riqueza y con el de las especíes, Ia descríp- pecies y el origen de las lenguas, se establecieron
ción dei lenguaje desempena, durante la época clã, unas relaciones y se produjeron unos intercam-
sica, un papel dominante en la medida en que esa bios entre taxonomía y gramática; porque Tur-
descripción es la teoría de los signos de institución got, después de Law y Petty, quiso tratar la mo-
que desdoblan, marcan y representan la propia re- neda como un signo, la economia y la teoria del
presentación): estabIecer las correlaciones arqueo- lenguaje se han aproximado y su historia guarda
lógicas. aún el rastro de esas tentativas. Pero decir mejor
272 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LOS HECHOS COMPARATIVOS 273

-si es que se trata de hacer una descripción ar- dos expresiones simultâneas que se reflejan y se
queológíca.c, que las disposiciones respectivas de simbolizan la una en la otra, que se sirven reei-
esas tres positividades eran tales que ai nivel de procamente de espejo, y cuyas ~i!?,ificacione~ .se
las obras, de los autores, de las existencias indivi- hallan presas en un juego indehmdo de rermsio-
duales, de los proyectos y de las tentativas, se nes: dos expresiones que no expresan otra cosa
pueden encontrar semejantes intercambios. que la forma que les es co~ún. Asi, las i~êás mé-
3. La arqueologia pone también de manifiesto dicas de solidaridad orgánica, de cohesión fun-
unas relaciones entre las formaciones discursivas cionai, de comunicación tisular -y el abandono
y unos dominios no discursivos (instituciones, del principio clasificatorio de las enferme~ades
acontecimientos políticos, prácticas y procesos eco- en provecho de un análisis de las' interac~lOnes
nómicos) . Estas confrontaciones no tienen como fi- corporales-, corresponderian (para reflejarlas,
nalidad sacar a la luz grandes continuidades cul- pero también para mirarse en ellas) a .u.na prác-
turales, o aislar mecanismos de causalidad. Ante tica política que descubre, bajo estra~lhcaclO~es
un conjunto de hechos enunciativos, la arqueolo- todavia feudales, unas relaciones de tipo funcio-
gia no se pregunta lo que ha podido motivarlo (tal nal, unas solidaridades económicas, una sociedad
es la búsqueda de los contextos de formulación) ; cuyas dependencias y reciprocidades debían ase-
tampoco trata de descubrir lo que se expresa en gurar, en la forma de la colectividad, eloanálogon
ellos (tarea de una hermenéutica) ; intenta deter- de la vida. Un análisis causal, en. cambio, consis-
minar cómo las regias de formación de que de-" tiria en buscar en qué medida los cambios políti-
pende -y que caracterizan la positividad a que cos, o los procesos económicos, han podido d.eter-
pertenece- pueden estar lígadas a sistemas no minar la conciencia de los científicos: el horizon-
discursivos: trata de definir. unas formas especí- te y la dirección de su interés, su sistema d~ valo-
ficas de articulación. res su manera de percibir las cosas, el estilo de
Sea, por ejemplo, la medicina clínica, cuya ins- su 'racionalidad; así, en una época en que el capi-
tauración a fines del siglo XVIII es contemporânea talismo industrial comenzaba a hacer el recuento
de cierto número de acontecimientos políticos, de de sus necesidades de mano de obra, la enferme-
fenómenos económicos y de cambios instituciona- dad adquirió una dimensión social: el manteni-
les, Entre estos hechos y la organización de una miento de la salud, la curación, la asistencia a
medicina hospitalaria es fácil, ai menos en el mo- los enfermos pobres, la investigación de las cau-
do intuitivo, sospechar unos lazos. Pero, ~cómo sas y de los focos patógenos, se convirtieron en
hacer su análisis? U n análísis simbólico ve~ia en una obligación colectiva que el Estado debe, por
la organización de la medicina clínica, y en los una parte, tomar a su cargo y, por otra, vigilar.
procesos históricos que le han sido concomitantes, De ahí siguen la valorización del cuerpo como
274 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LOS HECHOS COMPARATIVOS 275
instrumento de trabajo, el designio de racionalizar dei objeto médico: no quiere decir esto, cierta-
la medicina, según el modelo de las otras cien- mente, que sea la práctica política la que desde
cías, los esfuerz~s por mantener el nivel t·· salud principios dei siglo XIX haya impuesto a la medi-
de una población, el cuidado concedido la te- cina nuevos objetos, como las lesiones tisulares o
rapéutica, al mantenimiento de sus efectos, al re- las correlaciones anatomo-fisiológicas; pera ha
gistro de los fenómenos de larga duración. abierto nuevos campos de localización de los ob-
La arqueología sitúa su análisis a otro nivel: jetos médicos (estos campos están constituidos por
los fenómenos de expresión, de reflejos y de sim- la masa de la población administrativamente en-
bolización no son para ella más que los efectos marcada y vigilada, estimada de acuerdo con cier-
de una lectura global en busca de las analogias tas normas de vida y de salud, analizada de acuer-
formales o de las traslaciones de sentido; en cuan- do con formas de registra documental y estadís-
to a las relaciones causales, no pueden ser asigna- rico: están constituidos también por las institu-
das sino ai nivel dei contexto o de la situación y ciones de asistencia hospitalaria que han sido de-
de su efecto sobre el sujeto pari ante; unas y otras, finidas, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX,
en todo caso, no pueden ser localizadas sino una, en función de las necesidades económicas de la
vez definidas las positividades en que aparecen y época y de la situación reciproca de las clases so-
las regias según las cuales han sido formadas esas ciales). Esta relación de la práctica política con
positividades. EI campo de relaciones que carac- e1 discurso médico, se la ve aparecer igualmente
teriza una Iormación discursiva es el Iugar desde en el estatuto dado ai médico, que se convierte en
el cual las simbolizaciones y los efectos pueden la forma de relación institucional que el médi-
ser percibidos, situados y determinados. Si la ar- co puede tener en el enfermo hospitalizado o con
queología confronta el discurso médico con cíerto su clientela privada, en las modalidades de ense-
número de prácticas, es para descubrir unas rela- fianza y de difusión que están prescritas O· autori-
ciones mucho menos "inmediatas" que la expre- zadas para ese saber. En fin, se puede captar esta
sión, pera mucho más directas que las de una relación en la función que Se concede ai discurso
causalidad relevada porJa conciencia de los su- médico, o en el papel que se requiere de él, cuan-
jetos parlantes. Quiere mostrar no cómo lia prác- do se trata de juzgar a individuos, de tomar decisio-
tica política ha determinado el sentido y U forma nes administrativas, de establecer las normas de una
deI discurso médico, sino cómo y con qué título sociedad, de traducir -para "resolverlos" o pa-
forma ella parte de sus condiciones de emergen- ra enmascararlos- conflictos de otro ardeu, de
ccia, de inserción y de funcionamiento. Esta rela- dar modelos de tipo natural a los análisis de la
ción puede ser asignada a varios niveles. En pri- sociedad y a las prácticas que la conciernen. No
mer lugar, ai del recorte y aI de la delimitación se. trata, pues, de mostrar cómo la práctica polí-
276 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA LOS HECHOS COMPARATIVOS 277
tica de una sociedad determinada ha constituido idealidad y de total in<kpendencia histórica; lo
o modificado los conceptos médicos y la estruc- que quiere sacar a la luz es ese nive! si~gular e?
tura teórica de la patologia, sino cómo el discurso el que la historia puede dar lugar a tl~S defi-
médico como práctica que se dirige a determina- nidos de discurso, que tiene a su vez su tipo pro·
do campo de objetos que se encuentra en manos pio de historicidad, y que están en relación con
de determinado número de indivíduos estatura- todo un conjunto de historicidades diversas.
riamente designados, y que tiene en fin que ejer-
cer determinadas funciones en la sociedad, se
articula sobre prácticas que le son externas y que
no son ellas mismas de naturaleza discursiva.
Si en este análisis, la arqueologia suspende e!
tema de la expresión y dei reflejo, si se niega a
ver en e! discurso la superficie de proyección sim-
bólica de acontecimientos o de procesos situados
en otra parte, no es para volver a encontrar un
encadenamiento causal, que se pudíera describir
punto por punto y que permitiese poner en re-
lación un descubrimiento y un acontecimiento, o
un concepto y una estructura social. Pero, por
otra parte, si tiene en suspenso semejante análisis
causal, si quíere evitar el relevo necesario por e!
sujeto parlante, no es para asegurar la independen-
cia soberana y solítaria de! discurso; es para des-
cubrir e! dominio de existencia y de funciona-
miento de una práctica discursiva. En otros tér-
minos, la descripción arqueológica de los discur-
sos se despliega en la dimensión de una historia
general; trata de descubrir todo ese dominio d~
las instítuciones, de los procesos econômicos, de
las relaciones sociales sobre las cuales puede ar-
ticularse una formación discursiva; intenta mos-
trar cómo la autonomia de! discurso y su especí-
ficidad no le dan por ello un estatuto de pura
EL CAMBIO Y LAS TRANSFORMACIONES 279
v espeeie de pensamiento inmóvil? Y por otra par-
EL CAMBIO Y LAS te, cu ando recurre a la cronologia, es únicamen-
TRANSFORMACIONES te, parece, para fijar, en los limites de las posi-
tividades, dos 'puntos: de sujeción: el momento en
que nacen y aque! en que se desvaneceu, como si
1''1 duración sólo se utilizara para fijar ese calen-
dario rudirnentario, pero estuviera anulada a
todo lo largo dei propio análisis; como si sólo hu-
~Qué decir ahora de la descripción arqueológica biera tiempo en el instante vacío .de la ruptura,
dei cambio? Podrán muy bien hacérsele a la his- en esa fisura blanca y paradójicamente intempo-
toria tradicional de las ideas cuantas críticas teó- ral en que una formación repentina sustituye
ricas se quiera o se pueda: tíene por lo menos a a otra. S~incrémía de las positividades, ínstantanei-
s,u favor eI tomar como tema esenciaI los 'Iénóme- dad de las sustituciones, e! tiempo es eIudido, y con
nos de sucesión y de encadenamiento ternporales, él la posibilidad de una descripeión histórica des-
analizarlos de acuerdo con los esquemas de la evo- aparece. EI discurso se arranca de la ley de! de-
[ución, y describir así eI despliegue histórico de venir y se establece ien una íntemporalidad dis-
los discursos. La arqueologia, en c!mbio, no pa- continua. Se inmoviliza por fragmentos, astillas
rece tratar la historia sino para congelaria. De precarias de eternidad, Pero todo en vano: varias
una parte, al describir las formaciones discursi- eternidades que se succden, un juego de imágenes
vas, descuida las series temporales que pueden fijas que se eclipsan sucesivamente, es cosa de la
.manifestarse enellas; busca regIas generales que cual no se hace ni un movirniento, ni un tiempo,
valen, uniformemente, y de la misma manera, en ni una historia.
todos los puntos dei tiempo: no impone enton- Es preciso, sin embargo, contemplar las cosas
ces, a un desarrollo quizá lento e imperceptíble, desde más cerca.
la figura apremiante de una sincronia." Eu ese
"mundo de las ideas" que es por sí mismo tan
lábil, e n. eI que las figuras más estables en apa-
riencia se borran tan rápidamenre, eu el que, eu A
cambio, se producen tantas irregularidades que
habrán de recibir más tarde un estatuto defini- Y en primer lugar la aparente sincronia de las
tivo, en eI que eI futuro se anticipa siempre a sí formaciones discursivas. Una cosa es cierta: por
mismo, mientras que el pasado no cesa de des- más que estén en juego las regIas en cada enun-
plazarse, ~no pone la arqueologia en valor una ciado, Y .p()f consiguiente vue1van a ser ernplea-
280 LA DESCRIPCIÓN ARQUEQLÓGICA EL CAMBIO Y LAS TRANSFORMACIONES 281
das con cada uno, no se modifican cada vez; se acontecímientos sucesivos; define los operadores por
las puede encontrar en actívídad en enunciados los cuales los acontecimientos se transcriben en los
o en grupos de enunciados muy dispersos a tra- enunciados. No discute, por ejemplo, la relaciõn en-
vés deI tie~po. Se ha visto, por ejernplo, que los tre el análisis de las riquézas y las grandes Iluctua-
ciones monetárias dei' sigla XVI y deI comíenzo dei
diversos objetos de la Historia natural, durante
XVIII; trata de mostrar 10 que, de esas crisis, podia
cerca de un sigla -de Tournefort a jussíeu.;
ser dado como objeto del discurso, cómo podían
obedecfan a unas regias de formación idénticas: encontrarse en él conceptualizadas, cómo los inte-
se ha visto que la teoria de la atribución es la reses que se enfrentaban en el curso de esos procesas
mism~ y desempena el mismo papel en Lancelot, podían disponer en ellos su estrategia. O más aún,
C.ondillac y Destutt de Tracy. Más todavia, se ha la arqueologia no pretende que el cólera de 18S2 no
v~sto. que el orden de los enunciados según la de- haya sido un acontecimíento para la medicina: mues-
rivación arqueológica no reproducía forzosamen- tra cómo eI discurso clínico utilizaba unas regIas
te el orden de las sucesiones: se pueden encontrar tales que pudo reorganizarse entonces un domínio
en Beauzée enunciados que son arqueológicamen- entero .de objetos médicos, que sç pudo utilizar un
conjunto entero de métodos de registro y de nota-
te previas a los que se encuentran en la Gramdti-
ción, que se pudo abandonar el concepto de infla-
ca de Port-Roya!. Existe, pues, en tal análisis, una mación y liquidar definitivamente el viejo problema
suspensión de las continuidades templilrfús, di- teórico de las Iíebres. La arqueologia no niega la po-
gamos más exactarnente deI calendario de las for- sibilidad de enunelados nuevos en correlaelón CQl1
mulaciones. Pera esta suspensión tiene precisa- acontecimientos "exteriores". Su cometido consiste
mente por objeto hacer que aparezcan unas rela- en mostrar en qué condición puede existir tal co-
ciones que caracterizan la temporalidad de las for- rrelación entre ellos, y en qué consiste precisamente
maciones discursivas y la artículan eo series cuyo (cuáles son sus Iímites, su forma, su código, su ley
entrecruzamiento no impide el análisis. de posibilidad). No esquiva esa movilidad de los dis-
cursos que los hace moverse aI ritmo de los aconte-
a) La arqueología define las regIas de formación cirnientos: intenta liberar el nivel en que se pone
de un conjunto de enunciados. Manifiesta así cómo en marcha, lo que pudiera lIamarse el nivel deI em-
una sucesión de acontecimientos puede, y en el mis, brague dei acontecimiento. (Embrague que es espe-
mo ~f(len en que ~e presenta, convertirse en objeto y
cífico para cada formación discursiva, que no tiene
de discurso, ser registrada, descrita. explicada. recibir ' las rnismas regfas, los mismos operadores Di la misma
elaboración en conceptos y ofrecer la ocasión de una sensibilidad, por ejemplo, en el análisis de las rique-
elección teórica. La arqueologia analiza el grado zas y en la economia política. eo la vieja medicina
la forma de permeabilidad de un discurso: da el de las "constituciones", y en la epidemiologia mo-
j)rindEiu de su articulación sobre una cadena de derna.)
282 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA EL CAMBIO Y LAS TRANSFORMACIONES 283
b) Además, no todas las regias de formación asig, una figura sincrónica que 110 se puede percibir sino
nadas por la arqueologia a una positividad tienen poniendo entre paréntesis el conjunto de proceso
la misma generalidad: algunas son más particulares diacrónico. Lejos de ser indiferente a la sucesión.Ia
y derivan de las atraso Esta subordinación puede ser arqueologia localiza los uectores temporales de de.
únicamente jerárquica, pero puede comportar tam- riuaciôn.
bién un vector temporal. Así, en la Gramática gene-
ral, la teoria dei verbo-atribudlm y de la del nom, La arqueologia no se propone tratar como si-
bre-articulación están ligadas entre si, y la segunda
multáneo lo que se da como sucesivo; no intenta
deriva de la prirnera, pero sin que se pueda deter-
fijar el tiempo y sustituir su flujo de aconteci-
minar entre ellas un orden de sucesión (que no sea
mientos por correlaciones que dibujen una fi-
el deductivo o retórico, que se ha elegido para la
exposición). En cambio, el análisis deI complemento gura inmóvil. Lo que deja en suspenso es el tema
o Ia invesLÍgadón de las raíces no podían aparecer de que la sucesión es un absoluto: un encadena-
(o reaparecer) sino una vez desarrollado eI análisis miento primero e indisociable aI cual estaría so-
de la frase atributiva o la concepción deI nombre metido el discurso por la ley de su finitud; es
como signo analítico de la representación. Otro también el tema de que no hay en el discurso
ejemplo: en la época clásica, el principio de la con. más que una sola forma y un solo nível de suce-
tinuídad de los seres está implicado por la clasifí, sión. Estos temas los sustituye por análisis que
cación de las espécies según los caracteres estructu, hacen aparecer a la vez las diversas formas de su-
rales, y en ese sentido son simultáneas; en cambio, cesión que se superponen en el discurso (y por
es una vez emprendida esa clasificación cuando las formas, no hay que entender simplemente los rit-
lagunas y las carencias pueden ser interpretadas en las mos o las causas, sino las series mismas), y la
categorías de una historia de la naturaleza, de Ia manera en que se articulan las sueesiones así es-
li erra y_ de las especies. En otros términos, la rarnífi,
pecificadas. En lugar de seguir el hilo de un ca-
cación arqueológica de las regIas de formación no
lendario originario,en relación eon el eual se es-
es una red uniformemente simultânea: existen rela-
ciones, entronques, derívaciones qlle son temporal, tableciese la cronologia de los acontecimientos
mente neutros, y existen otros que implican una sucesivos o simultâneos. la de los procesos cortos
dirección temporal determinada. La arqueología no o durables, la de los fenômenos instantâneos y de
toma, pues, como modelo, ni un esquema puramente las permanencias, se trata de mostrar cómo puede
lógico de simultaneidades, ni una sucesíõn lineal de existir la sucesión, y a qué niveles diferentes se
acontecimientos, sino que trata de most .."ar el entre- encuentran sucesiones distintas. Es preciso, pues,
cruzamiento de. unas relaciones necesariamente su, para constituir una historia arqueológica dei dis-
cesivas con otrasque no lo sono No hay que creer, curso, liberarse de dos modelos que, durante lar-
por consíguiente, qu.e 1111 sistema de positividad sea go tiempo sin duda, impusieron su imagen: el
284 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOÍ.6cICA EL CAMBIO Y LAS TRAN5FORMACIONES 285

modelo lineal de la palabra (y por una parte ai trar el rastro ~mucho antes de Bopp y Rask- de
menos de la escritura) en el que todos los acon- las investigaciones previas sobre la filiación y el
tecimientos se suceden unos a otros, salvo efecto parentesco de las lenguas; era dete~minar la parte
de coincidencia y de superposición; y el modelo que había podido tener ~n.qu~tll-Duperro~ en
del flujo de conciencia cuyo presente se escapa la constitución de un domlntO indoeuropeo; era
siempre de si mismo en la apertura del porvenir poner de nuevo ai día la prim~ra compar~ción
y en la retención dei pasado. Por paradójico que hechas en 1769 de las conjugaclOnes sánscrita y
sea, las formaciones discursivas no tienen el mís- latina; era, de ser preciso, remontarse a Harris o
mo modelo de historicidad que el curso de la Ramas. En cuanto a la arqueología, procede a la
conciencia o la linearidad dei lenguaje. EI discur- inversa: trata más bien de desenredar todos esos
$0, tal, ai menos, como lo analiza la arqueologia, hilos tendidos por la paciencia de los historiado-
es decir ai nivel de su positividad, no es una res; multiplica las diferencias, embrolla las I!n~as
conciencia que venga a alojar su proyecto en la de comunicación y se esfuerza en hacer más difí-
forma externa dei lenguaje;· no es una lengua, ciles los aceesos; no trata de demosrrar que el
con un sujeto para hablarla. Es una prãctica que. análisis fisiocrático de la producción preparaba
tiene sus formas propias de encadenamiento y el de Ricardo; no considera pertinente, para sus
de sucesíón. propios análisis, decir que Coeurdoux había anun-
ciado a Bopp. .
c!A qué corresponde esta insistencia en las ~lS­
continuidades? A decir verdad, sólo es paradójíca
B
en relación con el hábito 'de los historiadores. Es
éste -con su preocupación por las continuidades,
Mucho más fácil mente que la historia de las
los tránsitos, las anticipaciones, los esbozos pre-
ideas, la arqueologia habla de cortes. de fisuras,
vios- el que, con mucha frecuencia, maneja. Ia
de brechas. de formas enteramente nuevas de po- paradoja. De Daubenton a Cuvier, de ~nque~tl a
sitividad, I y de redistribuciones repentinas. Hacer Bopp, de Graslin, Turgot o Forb~nnals a Rl?ar-
la historia de la economia política era. tradicio- do, a pesar de tan reducido espacio cronológico,
nalmente, buscar todo cuanto I
había podido pre- las diferencias son innumerables y de índole muy
ceder a Ricardo, todo cuanto había podido perfi- diversa: unas están localizadas, otras son genera-
lar de anternano sus anãlisís, sus métodos y sus les; unas se refieren a los métodos, otras a los con-
nociones princípales, todo cuanto había podido ceptos: ora se trata dei dominio ?e ~~j~tos, ora
hacer más probables sus descubrimientos; hacer se trata de todo el instrumento ltngulstlco. Más
la histeria de la gramática comparada. era encon- patente aún es el ejemplo de la medicina: en un
286 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA EL CAMBIO DE LAS TRANSFORMACIONES 287

euarto de sigla, de 1790 a 1815, el discurso mé- detener por ella, Ia sagacidad dei análisis debe
dico se modificó más profundamente que desde intentar desenredaria: encontrar por debajo de
el sigla XVII, que desde la Edad Media sin duda, ella una diferencia menor, y por' debajo de ésta,
y quizá incluso desde Ia medicina griega: modi- otramás limitada aún, y esta indefinidamente,
ficación que hizo aparecer unos objetos (lesiones hasta eI limite ideal, que seria Ia no diferencia de
orgánicas, focos profundos, a!teraciones tisulares, Ia absoluta continuidad. La arqueologia, en cam-
vias y formas de difusión interorgánicas, signos y bio, toma por objeto de su descripción aquello
correlaciones anatómico-c1ínicos), técnicas de ob- que habitualmente se considera obstáculo: no
servaciones de detección deI foco patoIógieo de tiene como proyecto eI superar Ias l;Iiferencias, si-
registro; otro cuadricuIado perceptivo y un vo- no analizarlas, decir en qué consisten precfsamen-
cabuIario de descripción casi enteramente nuevo. te, y diferenciarias. Esta diferenciación, (cómo la
Unos juegos de conceptos y unas distribuciones opera?
nosográficas inéditas (categorias a veces centena-
rias, a veces milenarias, como la de fiebre o de I. La arqueologia, en lugar de considerar que el
constitución desaparecen, y unas enfermedades discurso no está constituido más que por una serie
de acontecimientos homogéneos (las formulaeiones
tan viejas quizá como el mundo -Ia tuberculo-
individuales). distingue, en el t.spesor mismo deI dis.
sis- son aisladas y nornbradas aI fin). Dejernos,
curso, varias planos de acontecimientos posibles:
pues, a los que por inadvertencia no han abierto
plano de los pro pios enunciados en su emergencia
jamás la Nosog;rafia filosófica y el Tratado de las singular; plano de la aparición de los objetos, de los
membranas eI cuidado de decir que la arqueolo- tipos de enunciaci6n, de los conceptos, de las eleccio-
gía inventa arbitrariamente diferencias. Lo que nes estratégicas (o de las transíormaciones que afec-
hace úuicamente es esforzarse por tomarias en tan los ya existentes);' plano de la derivación de nue-
seria: desenredar su madeja, determinar cómo vas regIas de Iormaciórr a partir de regIas que están
se reparten, cómo se implican, se denominan y se ya actuando -pero siempre en el elemento de una
subordinan Ias unas a Ias otras, a qué categorias sola y única positividad-; en fin, a un cuarto nivel,
distintas pertenecen: en suma, se trata de describir plano en el que se efectúa la sustitución de una for-
esas diferencias, no sin establecer entre eIlas eI maeión discursiva por otra (o de la aparicíón y de
sistema de sus diferencias. Si existe una paradoja la desaparición pura y simpIe de una posirivldad).
de la arqueologia, no es la de que multipljcaría Estos acontecimientos, que son cori múcho los más
Ias diferencias, sino Ia de que se niega a redu- raros, son, para la arqueología, los más importantes:
círlas, invirtiendo así los valores habituales. Para en todo caso, únicamente eIla puede hacerlos apa-
la historia de las ideas, Ia diferencia, tal como recer. Pero no sou el objeto exclusivo de su descrip-
aparece, es errar o afia gaza ; en lugar de dejarse rión, seria erróneo creer que dominan imperativa-
288 LA DJ;;SCRIPCIÓN ARQUJ>OLÓGICA EL CAMBIO DE LAS TRANSFORMACIONES 289

mente a todos los demás, y que inducen, en los (con sus preliminares oscuros, SUS anrícípacíones, sus
diferentes planos que se han podido distinguir, a circunstancias favorables, sus poderes de reestructu-
rupturas análogas y simultáncas. No todos los acon- ración), ya sea todavia ai modelo biológico de la evo-
tecirnientos que se producen en eI espesordeI -dis- lución. Hay que definir precisamente: en qué con-
curso se hallan a plomo los unos sobre los otros. sísten esas modificaciones: es decir sustituir la refe-
Indudablemente, la aparición de una formación rencia indiferenciada aI cambio -a la vez continente
discursiva es a menudo correlativa de una vasta re- geheral de todos los acontecimientos y principio
novación de objetos, de formas de enunciación, de abstracto de su sucesión- por el análísis de las trans-
conceptos y de estrategias (principio que no es, sin formaciones. La desaparición de una positividad y
embargo, universal: la Gramática general se instauró la emergencia de otra implica varias tipo, de tran5:
en eI sigla XVII sin muchas modificadones aparentes formaciones. Yendo de las más particulares a las
en la tradicién gramatical); pero no es posible fi jar más generales, se puede y se debe describir: cómo
el concepto determinado o el objeto particular que se han transformado los diferentes elementos de un
rnanifiesta de pronto su presencia. No se debe, pues, sistema de formación (cuáIes han sido, por ejernplo,
describír semejante acontecimiento de acuerdo COR las varíaciones dei índice de desempleo y de las exi-
las categorias que pueden convenir a la emergencia gencias dei empleo, cuáles han sido las decisiones
de una formulación, o a la aparición de una palabra políticas concernientes a las corporaciones y a la
nueva. AI darse este acontecimiento, es inútil hacer Uníversidad, cuáles han sido las necesidades nuevas
preguntas como: ",Quién es el autor? ,Quién ha y las nuevas posíbílidades de asístencia a fines dei
hablado? ,En qué circunstancias y en el interior de sigla XVIII, elementos todos que entran en eI sistema
qué contexto? Animado de qué intenciones y te- de Iormación de la medicina clínica); cómo se han
niendo qué proyecto?" La aparición de una nueva transformado las relaciones características de un sís,
positividad no está sefíalada por una frase nue- tema de formación (cómo, por ejemplo, a mediados
va -inesperada,. sorprendente, lógicamente impre- deI sigla XVII, la relación entre campo perceptivo,
vísible, estilísticamente desviante- que sé insertara código lingüístico, mediaeión instrumental e infor-
en un texto y anunciara ora eI comienzo de un mación, puesta en juego por el discurso sobre los
nuevo capítulo, ora la interveneión de un nuevo lo- seres vivos, fue modificada, permitiendo así la de.
cutor. Es un acontecimiento de un tipo completa- finición de los objetos propios de la Histeria natu-
mente distinto. ral); cómo han sido transformadas las relaciones en-
2. Para analizar rales acontecimientos, es insufi- tre diferentes regIas de formación (cómo, por ejem-
ciente comprobar unas modificaciones, y referirlas pio, la biologia modifica el orden y la dependencia
inmediatamente ya sea ai modelo, teológico y esré. que la História natural había establecido entre la
tico, de la creacíõn (con su trascendencía, con todo teoria de la caracterización y eI análisis de las deriva.
el juego de sus originalidades y de sua invenciones), cíones temporales): cómo, en fin, se transforman
ya sea ai modelo psicológico de la toma de coneiencia las relaciones entre diversas positividades (cómo las
290 LA DESCRII'CIÓN ARQUEOLÓGICA EL CAMBIO DE LAS TRANSFORMACIONES 291

relaciones entre FilologIa, Biología y EconomIa trans- relaciones, pero_ que no _altera forzosamente todos
forman làs relaciones entre Gramática, História natu- los elementos, es deeir que los enunciados obedecen
ral y Análísis de las riquezas; cómo se descornpone la a nuevas regias de formación, no es decir que todos
co~figuraci?~ in.terdiscursiva que dibujaban las re- los objetos o conceptos, todas las enunciaciones o
laciones prIvIlegIadas de esas tres disciplinas; cómo todas las elecciones teóricas desaparecen. Por eI con-
se encuentran modificadas sus relaciones respectivas trario, a partir de esas nuevas regIas, se pueden des-
respecto de las matemáticas y de la filosofia; cómo se cribir y anaIlzar unos fenômenos de continuidad, de
~erfila un lugar para otras formaciones discursivas y retorno y de repeticíón: no hay que olvidar, erí efec-
singularmente para esa interpositividad que tomará eI to, que una regia de formación no cs ni la. determi,
nambre . de ciencias humanas). Más que iovq,war la nación de un objeto ni la caracterización de urr tipo
f~e~za vlv,a del ca~bio (como si fuera su propio prin. de enunciación, ni la forma o el contenido de un
CIpIO), mas tarnbién que buscar sus causas (como si concepto, sino el principio de su multiplicidad y de~
no fuera jamás otra cosa que puro y simple efecto), s~ dispersión. Uno de estos elementos -o varias
la arqueologia. trata de establecer el sistema de las de ellos- puedcn permanecer idênticos (conservar el
transformaciones en el que consiste el "cambio"; tra- mismo corte, los mismos caracteres, las mismas es-
ta de elaborar esa noción vacía y abstracta, para darle tructuras), pera pertenecer a sistemas diferentes de
el estatuto analizable de la transformación. Se com- dispersión y depender de leyes de Iormación distin-
prende que ciertos espíritus, apegados a todas esas tas. Puédese, pues, encontrar fenómenos como éstos:
viej~s metáfa~as ~or las cu~les, durante un sigla y unos elementos que se mantienen a lo largo de va-
médio, se ha lmagmado la histeria (movimiento, flu- rias positividades distintas, conservandose inaltera-
j~,. evolución~ no. vean en ello otra casa que la nega- bIes su forma y su contenido, pera siendo heterogé-
cron de la histeria y la afirmación burda de la dis- neas sus Iormaciones (así la circulación monetária
continuidad; y es porque realmente no pueden admitir como objeto en primer término del Análisis de las
que se ponga ai desnudo el cambio de todos eSQS mo. riquezas y después de la Economia política; el con-
delos adventicios, que se les arrebate a la vez su cepto de carácter .primero en la Historia natural y
primada de ley universal y su estatuto de efecto despuésen la Biologia); unos elementos que se COllS-
general, para sustituirlo por el análisis de transfor, tituyen, se modifican, se organizan en una forma.
maciones diversas. ción discursiva y que, estabilizados al fin, figuran en
3. Decir que C011 una formación discursiva se sus, otras (así el conceplo de reflejo cuya íormación ha
tituye otra, no es decir que todo un mundo de ob- demostrado G. Canguilhem en la ciencia clãsica de
jetos, de enunciaciones, de conceptos, de elecciones Willis a Prochaska, y luego la entrada en la fisiolo-
teóricas absolutamente nuevos surja con todas sus gía moderna); unos elementos que aparecen tarde,
a.r~as y totalmente organizado eu un texto que lo como una derivaeión última en una formación dis-
suce en su lugar de una vez para siernpre, es decir cursiva, y que (}{~upan un primer lugar en una for-
que se ha producido una transformación general de macíón ulterior (así la noción de organismo apare-
292 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA EL CAMBIO Y LAS TRANSFORMACIONES 293
cida a fines dei sigla XVIII en la História natural, y debe referirse todo el resto; lo convierten en la ley
como resultado de toda Ia empresa taxonómica de primera, en la gravedad esencialde toda práctica
caracte~ización, y que lIega a ser el concepto 'rayor discursiva; quisieran ustedes que se analizara toda
de la biologia en la época de Cuvier: así la noción de modificación en el campo de esa ínercía, dei mismo
foco de lesión que Morgagni actualiza y que lIega a modo que se analiza todo movimiento en el campo
ser uno de los conceptos principales de la medicina de la gravitación. Pera no le dan ustedes ese estatuto
cllnica); unos elementos que reaparecen después de sino neutralizándolo y rechazándolo, en el limite
un tlempo de desuso. de olvido o incluso de invali, exterior deI tiempo, hacia una pasividad original. La
dación (asf la vuelta a un fijismo de tipo Iinneano arqueologia se propone invertir tal disposición, o
en un biólogo como Cuvier; así la reactivación eu más!tie,n (porque no se trata de atribuir a lo dís-
el siglo XVIII de la vieja idea de lengua originaríaj, tondirfIo el papel concedido hasta ahora a la con-
EI ~roblema ~ara la arqueologia no es negar estas tinuidad) hacer jugar el uno contra el otro, lo con-
f~nomenos, 01 tratar de disminuir su importancia, tinuo y lo discontinuo; mostrar cómo lo continuo
SIno, ~r eI contrario, encontrar su medida y tratar está formado de acuerdo con las mismas condiciones
d.e expltcarlos: lc6mo pueden existir esas permanen, y según las mismas regIas que la dispersión; y hacer
elas o esas repeticiones, esos largos encadenamientos que entre -ui más oi menos que las diferencias, las
o esas curvas que salvan el tiempo? La arqueologia ínvencionesz las novedades o las desviaciones- en
~o. considera el continuo como eI dato primero y el campo de la práctica discursiva".
ultimo qu~ debe dar c~enta dei resto; considera, por 4. La aparición y la desaparición de las positi-
el contrario, que lo rmsrno, lo repetitivo y lo inin, vidades, el juego de sustituciones a que dan lugar
terrumpido no constituyen un problema menor que no constituyen un proceso homogéneo que se des-
I~s rupturas; para la arqueologia, lo idéntico y el con- arrollara en todas partes de la misma manera. No
nnuo no son los que hay que buscar ai finar deI anã, se debe creer que la ruptura sea una especie de gran
I~sis; fíguran en eI elemento de unapráctica discur, deriva general a que estuvieran sometídas, ai mismo
siva: obedecen elIos también a las regIas de formación tiernpo, todas las fonnaciones discursivas: la ruptur~
de Ias positividades; lejos de manifestar esa inercía no es un tiempo muerto e indiferenciado que se
fund~mental y. tranquilizadora a la cual nos gusta intercale -siquiera fuese por un instante- entre dos
refenr el cambio, son ellos mismos aeti-va, regular, fases manifiestas; no es el lapso sin duración que
mente formados. Y a quienes se sintieran tentados separase dos épocas y desplegase de una y otra parte
de reprochar a la arqueologia el análisis privílegía. de una fisura, dos tiempos heterogéneos; es siempre
do de lo discontinuo, a todos esos agorafóbicos de la entre unas positividades definidas una discontinui,
historia y dei tiempo,: a todos esos que confunden dad especificada por cierto número de transforma-
ruptura e irracionalidad, yo les contestaría: "Por el ciones distintas. De suerte que el análisis de los cor-
uso que hacen ustedes deI continuo, lo desvalorizan. tes arqueológicos se pro..pone establecer entre tantas
Lo tratan ustedes como un elemento-soporte aI cuaI modificaciones diversas, unas analogias y unas diíe-
294 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA EL CAMBIO Y LAS TRANSFORMACIONES 295
rencias, unas jerarquias. unas complementariedades. ción). qué efeetos simétricos podlan producir (Ia idea
unas coinddencias y unos desfases: en suma, descri, de una totalidad y de una adaptación orgânica en
bir la dispersión de las propias discontinuidades. los seres vivos; la idea de una coherencia morfológi-
La idea de un solo corte que dividiera de una cá y de una evolución regulada en las lenguas; la idea
vez y eo un momento dado todas las formaciones de una forma de producción que tiene sus leves in-
discursivas, interrumpiéndolas con Uh solo movi. ternas y sus limites de evolución): pera no se trataba
miento y reconstituyéndolas según las mismas regIas, menos de mostrar cuáles eran las diferencias especí-
es una idea inconcebible. La contemporaneidad de ficas de esas transformaciones (cómo, en particular,
varias transformaciones no significa su exacta coín, la historicidad se irurodure ~Ie un modo particular
cidencia cronológica: cada transformación puede te- eo esas tres ~ositividades, cómo, por coosi~uiente, su
ner su índice particular de "víscosidad" temporal. relación con la hfstoria no puede ser la nusma.caun-
La historia natural, la gramática general y el anã, que todas tengan una relación definida con ella),
'Iisis de las riquezas se han constituído de manera En fin, existen entre las diferentes rupturas arqueo-
análoga, y los tres en eI transcurso deI sigla XVlI; lógicas importantes desfases, y a veces incluso entre
pero el sistema de formación del análisis de las ri- formaciones discursivas muy cercanas y unidas por
quezas estaba unido a gran número de condiciones numerosas relaciones. Así, en cuanto a las discípli-
y de prácticas no discursivas (circulación de las nas deI lenguaje t el análisis histórico: la gran trans-
mercancías, manipulaciones monetarias con sus efec, formación que dia nacimiento muy a principias deI
tos, sistema de protección deI comercio y de las ma- sigla xx a la gramática histórica y comparada prece-
nufacturas, oscilaciones en la cantidad de metal amo- dió en su buen medio siglo a la mutación del discur-
nedadoj: de ahí la lentitud de un proceso que se ha so histórico: de suerte que, el sistema de ínterposi-
desarrollado durante más de un siglo (de Grarn- tividad en el que se hallaba la filologia se encontró
mont a Cantillon), mientras que las transformacio_ profundamente modificado en la segunda mitad deI
fies que hahían instaurado la Gramática y la Histo, sigla xx, sin que la positividad de la filología se
ria natural apenas se habían ex tendido a lo largo hallara afectada. De ahl los fenómenos de "desplaza-
de más de veinticinco afios. Inversamente, unas trans, miento en pequenos bloques" de que se puede citar
formaciones contemporâneas, análogas y vinculadas por lo menos otro ejemplo notorio: conceptos come
no remiten a un modelo único, que se reprodujese los de plusvalía o de baja tendencial dei tipo de
v.arias veces en la superfície de los discursos e impu- ganancia, tales como se encuentran en Marx. pueden
sieseva todos una forma estrictamente idéntiea de ser descritos a partir del sistema de positividad que
ruptura: cu ando se ha descrito el corte arqueológico se maneja ya en Ricardo; ahora bien, estas conceptos
que ha dado lugar a la filologia, a la biologia y a la (que son nuevos, pera cuyas regIas de Iorrnación no
economia, se trataba de mostrar cómo esas tres Pv- lo son) aparecen -en el propio Marx- (orno clima-
sitividades se hallaban ligadas (por la desaparicíón nando a la vez de otra práctica discursiva distinta:
del análisis del signo y de la teoría de la representa, en el la se forman según unas leves específicas, y ocu-
EL CAMBIO Y LAS TRANSFORMACIONES 297
296 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA

pan en ella otra posición, no figurando en los mis- criptible de transformacion~s. ~ue han dejado .i.n-
mos encadenamientos: esta positividad nueva, no és tactas cierto número .de positividades, que han fija-
una transformación de los análisis de Ricardo; no do para cierto número de otras unas regias que son
aún las nuestras, que han establecido igualmente
es una nueva economia política; es un discurso cuya
instauracíón ha tenido lugar a propósito de la de- unas positividades que vienen o se siguen deshacien-
rivación de cíertos conceptos econômicos, perô que do aún ante nuestros ojos.
en cambio define las condiciones en las que se ejer-
ce el discurso de los economistas, y puede valer, por
lo tanto, como teoria y critica de la economia polltica.
La arqueologia desarticula la sincronia de los
cortes, deI mismo modo que hubiera separado la
unidad abstracta deI cambio y deI acontecimiento.
La época no es ni su unidad de base, ni su hori-
zonte, oi su objeto: si habla de ella, es siempre a
propósito de prãcticas discursivas determinadas y
como resultado de sus analísis. La época clásica, que
fue mencionada a menudo en los análisis arqueoló-
gicos, no es una figura temporal que imponga. su
unidad y 5U forma vada a todos los discursos; es eI
nombre que puede darse a un entrecruzamiento de
continuidades y de díscontinuidades, de modifica-
cíones internas ue las positividades, de formaciones
discursivas que aparecen y que desaparecen. Igual-
mente, la ruptura no es para la arqueologia el tope
de sus análisis, el limite que ella misma sefiala de
lejos, sin poder determinarlo ni darle una especifi-
cidad: la ruptura es el nombre dado a las transfor-
macíones que influyen en eI régimen general de una
o varias forrnaciones discursivas. AsI, la Revolución
francesa -ya que hasta ahora todos los análisis ar-
queológicos la han tomado como centro- no -de~
sempeüa el papel de un acontecimiento exterior a los
discursos, cuyo efeeto de división en todos éstos se
deberfa encontrar, para pensar como se debe; fun-
ciona como un conjunto complejo, articulado, des-
CIENCIA Y SABOl. 299
VI
discursiva" y de "posítividad", no describe sim-
CIENCIA Y SABER plemente unas seudociencias (como la psícopa-
tologia) , unas ciencias en estado prehistórico (co-
mo la historia natural) o unas ciencias entera-
mente penetradas por la ideología (como la eco-
nomia política) ? ,No es la arqueología el análisis
privilegiado de lo que seguirá siendo siempre ca-
Una delimitación silenciosa se ha impuesto a to- si científico? Si se llama "disciplinas" a unos con-
dos los análisis precedentes, sin que se haya formu- juntos de enunciados que copiãn su ?rganización
lado su principio, sin que el designio haya sido de unos modelos científicos que tienden a la
siquiera precisado. Todos los ejemplos citados per- coherencia y a la demosrratividad, que son admi-
tenecían sin excepción a un domínio muy restrin- tidos, institucionalizados, trasmitidos y a veces
gido. Estamos lejos de haber, no digo inventaria- ensefíados como unas ciencias, lnp se podría de-
do, sino sondeado siquiera eI inrnenso domínio cir que la arqueología describe unas disciplinas
del discurso: ,por qué haber pasado, por alto sis- que no son efectivamente unas ciencias, en tanto
temáticamente los textos "Iiterarios", "filosófi- que la epistemología describiría unas ciencias que
cos", o "políticos"? ,No tienen lugar en estas re- han podido forrnarse a partir (o a pesar) de las
giones, las formaciones discursivas y los sistemas disciplinas existentes?
de positividad? Y, para atenernos únicamente aI A estas preguntas se puede responder por la
orden de las ciencias, ,por qué haber pasado negativa. La arqueologia no describe disciplinas.
igualmente por alto matemáticas, fisica o quími- Todo lo más, éstas, en Sll despliegue man ifiesto,
ca? ,Por qué haber apelado a tantas disciplinas pueden servir de incentivo a la descripción de
dudosas, informes aún y destinadas quizá a per- las positividades; pero no fijan sus límites: no le
manecer siempre por bajo deI umbral de la cien- imponen cortes definitivos; no vuelven a encon-
tificidad? En una palabra, ,cuál es la relación en- trarse invariables aI término de! análisis: no se
tre la arqueologia y e! análisis de las ciencias? puede establecer relación biunívoca entre las
disciplinas instituidas y las forrnacíones discur-
sivas.
He aquí un ejemplo de esta distorsión. EI pun-
A. POSITIVIDADES, DISCIPLINAS, CIENCIAS
to de amarre de la Historia de la locura, fue la
aparición, a principias dei sigla XIX, de una dis-
Primera pregunra: ,acaso la arqueologia, bajo ciplina psiquiátrica. Esta disciplina no tenía ni
los términos un tanto peregrinos de "formación el mismo contenido, ui la misma organización
800 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 801
interna, ni el mismo lugar en la medicina, ni la médicos de la época clásica no constituía en ma-
misma función prãctica, ni el mismo modo de nera alguna una disciplina autónoma, sino todo
utilización que el tradicional capítulo de las "en- lo más una rúbrica en e! análisis de las fiebres,
fermedades de la cabeza" o de las "enfermedades de las alteraciones de los humores, o de las afec-
nerviosas", que se encontraban en los tratados de ciones de! cerebro. Sin embargo, no obstante la
medicina del siglo XVIII. Ahora bien, '11 interrogar ausencia de toda disciplina instituida, existía y
esta disciplina nueva, se han descubierto dos co- actuaba una práctica discursiva, que tenía su regu-
sas: lo que la ha hecho posible en la época en laridad y su consistencia. Esta práctica discursiva
que apareció, lo que determinó ese gran cambio se haIlaba incluida ciertamente en la medicina,
en la economía de los conceptos, de los análisis pero también en los reglamentos administrativos,
y de las demostraciones, es todo un juego de rela- en textos literaríos o filosóficos en la casuística, en
ciones entre la hospitalización, la internación, las las teorías o los proyectos de trabajo obligatorio
condiciones y los procedimientos de la exclusión o de asistencia a los pobres. En la época clásica,
social, las regIas de la jurisprudencia, las normas se tiene, pues, una formación discursiva y una
deI trabajo industrial y de la moral burguesa, en positividad absolutamente accesible a la descrip-
una palabra todo un conjunto que caracteriza, en cíón, a las cuales no corresponde ninguna disci-
cuanto a dicha prãctíca discursiva, la formación plina definida que se pueda comparar a la psi-
de sus enunciados; pero esta práctica no se mani- quiatría.
fiesta únicamente en una disciplina con un esta- Pera, si es cierto que las positividades no son
tuto y una pretensión científicos; se la encuentra los simples dobletes de las disciplinas institui-
igualmente en acción en textos jurídicos, en ex- das, ,no son e! esbozo de ciencias futuras? Con
presiones literarias, en refIexiones filosóficas en el nombre de formación discursiva, ,no se desig-
decisiones de orden político, en frases cotidianas, na la proyección retrospectiva de las ciencias sobre
en opiniones. La formación discursiva, cuya exis- su propio pasado, la sombra que dejan caer sobre
tencia permite localizar la disciplina psiquiátrica, lo que las ha precedido y que parece así haberlas
no le es coexistensiva, ui mucho menos: la des- perfilado de antemano? Lo que se I" descrito,
borda ampliamente y la rodea por todas partes. por ejemplo, como análisis de las riquezas o Gra-
Pero hay más: remontándose en el tiempo y bus- mática general, prestándoles una autonomia qui-
cando lo que había podido preceder en los siglos zá bastante artificial ,no era, simplernente, la
XVII Y XVIII a la instauración de la psiquiatria, se economía política en el estado incoactivo, o una
ha visto que no existía ninguna disciplina previa: fase previa a la instauración de una ciencia rigu-
lo que decían de las manías, de los delirios, de las rosa '11 fin del lenguaje? ,No trata la arqueolo-
melancolias, de las enfermedades nerviosas los gia -por un movimiento retrógrado cuya legiti-
302 LA DESCRII'CIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 303
midad sería sin duda difícil de establecer_ de de Ia vida. Igualmente, Ia formación discursiva
r:agrupar en una práctica discursiva indepen- que se describe como Gramática general no da
diente todos los elementos heterogêneos y dis- cuenta, ni mucho menos, de todo cuanto pudo
persos cuya complicidad se probará que es nece- decirse en Ia época clásica sobre el lenguaje, y
saria para la instauración de una ciencia? cuya herencia o repudiación, desarrollo o critica
Aqui también, la respuesta debe ser negativa. habría de encontrarse más tarde, en la filologia:
Lo que ha sido analizado bajo el nombre de His- deja a un lado los métodos de Ia exégesis bíblica,
toria natural no encierra, en una figura única, to- y esa filosofia dei lenguaje que se formula en
do lo que, en los siglos XVII Y XVIII, podría valer Vico o Herder. Las formaciones discursivas no son
como el esbozo de una ciencia de la vida. y figu- las ciencias futuras en el momento en que, in-
rar en su genealogía legítima. La positividad pues- conscientes todavía de sí mismas, se constituyen
ta así aI dia da cuenta, en efeeto, de cierto número sigilosamente: no se hallan, de hecho, en un esta-
de enunciados que conciernen las semejanzas y do de subordinación teleológica en relación con Ia
las diferencias entre los seres, su estructura vis i- ortogénesis de las ciencias,
ble, sus caracteres específicos y genéricos. su ela- ,Hay que decir, entonces, que no puede existir
sificación posible, las discontinuidades que los se- ciencia allí donde existe positividad, y que las
paran, y Ias transiciones que los ligan; pero deja positividades. allí donde pueden descubrirse, son
a un lado no pocos otros análisis, que datan sin siempre exclusivas de Ias ciencias? ,Hay, que su-
embargo de la misma época, y que perfilan tam- poner que en lugar de hallarse en una relación
bién las figuras ancestrales de la biologia: análi- cronológica con respecto de Ias ciencias, se en-
sis deI movimiento reflejo (que tanta importan- cuentran eu una situación de alternativa? ,Que
cia había de tener para la constitución de una son de alguna manera Ia figura positiva de cierto
anatomofisiologla dei sistema nervioso), teoría defecto epistemológico? Pero se podría, en ese
de los gérmenes (que pareceanticiparse a los caso también, suministrar un contraejemplo, La
problemas de Ia evolución y de Ia genética). ex- medicina clínica no es ciertamente una ciencia;
plicación deI crecimiento animal o vegetal (que no sólo porque no responde a los criterios forma-
habría de ser una de Ias grandes cuestiones de la les ni aIcanza eI nivel de rigor que se puede es-
fisiología de los organismos en general). Mucho perar de Ia fisica, de Ia química y hasta de Ia
más: lejos de anticiparse a una biología futura fisiología, sino también porque comporta un
la Historia natural -discurso taxonómico, vincu- arnontonamiento, apenas organizado, de observa-
lado a Ia teoría de los signos y aI proyecto de una ciones empíricas, de pruebas y de resultados bru-
ciencia dei ordene; excluía por su solidez y su au- tos, de recetas, de prescripciones terapéuticas, de
tonomía, la constitución de una ciencia unitaria reglamentos institucionales. Y sin embargo, esta
304 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGH':A CIENCIA Y SABER
305

no-ciencia no es exclusiva de la ciencia: en eI cur- puede formar grupos de objetos, co~juntos de


so dei siglo XIX, ha establecido relaciones defini- enunciaciones, juegos de conceptos, serres de elec-
das entre ciencias perfectamente constituídas, co- ciones teóricas. Los elementos así formados no
mo la fisiologia, la química o la microbiología; constituyen una cíencia, con una estructura de
más aún, ha dado lugar a discursos como el de la idealidad definida; su sistema de relaciones es se-
anatomía patológica aI cual seria, sin duda, pre- guramente menos estricto; pero no s~n tampoco
suntuoso dar el título de falsa ciencia. conocimientos amontonados los unos Junto a los
No se pueden, pues, identificar las formaciones otros, procedentes de experiencias, de tra~iciones
discursivas a ciencias ni a disciplinas apenas cien- o de descubrimientos heterogéneos, Y umdos so-
tíficas, ni a esas figuras que dibujan de lejos las lamente por la identidad deI sujeto que los guar-
ciencias por venir, ni en fin a unas formas que da. Son aqueIlo a partir de lo cual se construyen
excIuyen desde los comienzos toda cientificidad. proposiciones coherentes (o no), se desarrol~an
eQué es, entonces, de la relación entre Ias positi- descripciones más o menos exactas, se efectúan
vidades y las ciencias? verificaciones, se despliegan teorías. Forman lo
previo de lo que se revelará y funcionará com?
un conocimiento o una ilusión, una verdad admi-
tida o un error denunciado, un saber definitivo
B. EL SABER o un obstáculo superado. Este "previo", se ve bien
que no puede ser analizado como un dato, una
Las positividades no caracterizan unas formas de experiencia vivida, todavía inmersa totalment~ en
conocimíento, ya sean condiciones a priori y nece- lo imaginario o la percepción, que la humamdad
sarias o unas formas de racionalidad que han po- en el curso de su historia hubiera tenido que reto-
dido sucesivamente ser. puestas en acción por la mar en la forma de la racional idad, o que cada
historia. Pero no definen tampoco el estado de individuo debería atravesar por su propia cuen-
los conocimientos en un momento dado del tiem- ta, si quiere volver a encontrar las significaciones
po: no establecen el balance de lo que,. desde reales que en ella están insertas u ocultas. No se
ese momento, hu biela podido ser demostrado y trata de un preconocimiento o de un estadlO ar-
tomar estatuto de saber definitivo, el balance de caico en el movimiento que va del conocer inme-
lo que, en cambio, se aceptaba sin prueba ni de- diato a la apodicticidad; se trata de unos elemen-
mostración suficiente, o de lo que era admitido tos que deben haber sido formados por una pr~c­
de creencia común o requerido por la fuerza de tica discursiva para que eventualmente un dis-
la imaginación. Analizar positividades, es mostrar curso científico se constituya, especificado no sólo
de acuerdo con qué regIas una práctica discursiva por su forma y su rigor, sino también por los ob-
306 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 307
jetos con los que está en relación, los tipos de se aplican y se transforrnan (a este nivel, el saber
enunciación que pone en juego, los conceptos de la Historia natural, en el siglo XVl1l, no es la
que manipula y las estrategias que utiliza. As], suma de lo que ha sido dicho, sino el conjunto de
no relacionamos la ciencia con lo que ha debido los modos y de los ernplazamientos según los
ser vivido o debe serlo, para que esté fundada la cuales se puede integrar a lo ya dicho todo enun-
intención de idealidad que le es propia, sino con ciado nuevo) ; en fin, un saber se define por po·
lo que ha debido ser dicho -o lo que debe sibilidades de util ización y de apropiación ofre-
serIo-, para que pueda existir un discurso que, [idas por el discurso (asi, e! saber de la economia
lIegado e! caso, responda a unos criterios experi- politica, en la época clásica, no es la tesis de las
mentales o formales de cientificidad. d'lferentes tesis sostenidas, sino el conjunto de sus
A.este conjunto de elementos formados de ma- puntos de articulación sobre otros discursos o
l. •• ::':l1era regular por una práctica discursiva y que sobre otras prácticas que no sou discursivas) . Exis-
. son indispensables a la constitución de una cien- !en saberes que son independientes de las ciencias
cia, aunque no estén necesariamente destinados (que nu sou Di su esbozo histórico Di su reverso
a darle lugar, se le puede lIamar saber. Un saber vivido) , pelO no existe saber sin una práctica dis-v,
es aquello de lo que se puede hablar en una .cursiva definida; y toda práctica discursiva puede (
práctica discursiva que así se encuentra especifi- definirse por rI saber que forma.
cada: e! dominio constituido por los diferentes Eu lugar de recorrer el eje conciencia-conoci-
objetos ';Iue adquirirán o no un estatuto cientí- miento-ciencia (que no puede ser liberado de!
fico (el saber de la psiquiatria, en e! siglo XIX, no índice de la subjetividad), la arqueologia reco-
es la SUma de aquello que se ha creído verdadero; rre el eje práctíca díscursiva-saber-ciencia. Ymien-
es el conjunto de las conductas, de las singulari- tras la historia de las ideas encuenIra el punto de
dades, de las desviaciones de que se puede hablar equilibrio de su análisis en e1 elemento deI co-
en e! discurso psiquiátrico); un saber es también nocimiento (hallándose asi obligada, aun en con-
e! espacio en el que el sujeto puede tomar posición tra s.uya,·.'a dar con .la interrogación trascenden
para hablar de los objetos de que trata en su dis- tal) , la arqueología encuentra e! punto de equí-
curso (en este sentido, e!' saber de la medicina Iibrio de su análisis en el saber, es decir en un
clínica es e! conjunto de las funciones de mirada domínio eu que el sujeto está necesariamente sí-
de interrogacíón, de desciframiento. de regis: tuado y es dependiente, sin que pueda figurar
tIO, de decisión, que puede ejercer e! sujeto deI en él jamás como titular (ya sea como actividad
discurso médico); un saber es también e! campo trascendental, o C01110 conciencia empírica).
de cordinación y de subordinación de los enun- Se comprende en estas condiciones que sea pre-
ciados en que los conceptos aparecen, se definen, ciso distinguir con cuidado los domínios cientiji-
308 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 309
cos Y los territorios arqueológicos: su corte y sus han recibido estatuto científico y se inscriben más
principias de organizaci6n son completamente bien en el registro de! pensamiento místico) , no
distintos. 5610 pertenecen a un dominio de cien- menos que e! análisis de las proposiciones atribu-
tificidad las proposiciones que obedecen a cier- tivas (que se aceptaba entonces con la luz de la
tas leyes de construcción: unas afirmaciones que evidencia, y en el cual la gramática generativa
tuvieran e! mismo sentido, que dijeran la misma puede reconocer hoy su verdad prefigurada) .
cosa, que fuesen tan verdaderas como ellas, pera La práctica discursiva no coincide con la elabo-
que no nacieran de la misma sistematicidad, es- raci6n científica a la cual puede dar lugar; y e!
tarían excluidas de ese dominio: lo que Le réve de saber que forma no es ni e! esbozo áspero ni el
d'Alembert [EI sueiío de d'Alembert] dice a pro- subproducto cotidiano de una ciencia constituída.
p6sito de! devenir de las especies puede muy bien Las ciencias -poco importa por e! momento la
traducir algunos de los conceptos o algunas de las diferencia entre los discursos que tienen una
hip6tesis científicas de la época: ello puede muy presunción o un estatuto de cientificidad y los
bien incluso ser una anticipaci6n de una verdad que realmente presentan sus criterios formales--,
futura; ello no entra en e! dominio de cientifi- las ciencias aparecen en e! elemento de una for-
cidad de. Ia Histeria natural, sino que pertenece, maciõn discursiva y sobre un fondo de saber. Lo
en cambio, a su territorio arqueológico, si ai me- cual plantea dos series de problemas: (Cuáles
nos se puede en él descubrir la intervenci6n de pueden ser el lugar y e! papel de una regi6n de
las mismas regias de Iormación que en Linneo, cientificidad en el terr'itorío arqueológico en que
en Buffon, en Daubenton o en Jussieu. Los te- ésta se perfila? (5egún qué orden y qué procesos
rritorios arqueol6gicos pueden atravesar unos tex- se lleva a cabo la emergencia de una regi6n de
tos "literarios", o "filosóficos" tan bien como unos cientificidad en una formación discursiva deter-
textos científicos. EI saber no entra tan s610 en minada? Problemas éstos a los cuales no se po-
las demostraciones; puede intervenir igualmente dría, aquí y ahora, dar respuesta: se trata única-
en ficciones, reflexiones, relatos, reglamentos ins- mente de indicar en qué direccíón, quizá, se po-
titucionales y decisiones políticas. EI territorio ar- dría analizarlos.
queológico de la Historia natural comprende la
Palingénésie philosophique o e! Telliamed, aun-
que no respondan en .gran parte a las normas
científicas admitidas en la época, y todavía menos, C. SABER E IDEOLOGÍA
seguramente, a las que se exigirán más tarde. EI
territorio arqueológico de la Gramática general Una vez constituida, una ciencia no reasume por
abarca los suefíos de Fabre d'Olívet (que jamás su cuenta y eu los encadenamientos que le son
310 LA DESCRII'CIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 311

propIOS, todo lo que formaba la práctica discur- se hurra y se resiste todavia a la ciencia, lo que
siva en que ella aparece; no disipa tan poco de la ciencia está todavia comprometido por la
_para devolverlo a la prehistoria de los errares, vecindad y la influencia deI saber), debe mos-
de los prejuicios o de Ia imaginacíón.c, el saber trar positivamente cómo una ciencia se inscribe
que la rodea. La anatomia patológica no ha re- y funciona en el elemento del saber.
ducido y hecho volver a las normas de la cienti- Sin duda, ahí, en ese espacio de juego, es don-
ficidad la positividad de la medicina clínica. El de se establecen y se especifican las relaciones de
saber no es ese aJmacén de materiales episterno- la ideología con las ciencias. EI soj uzgar de la
lógicos que desapareceria en la ciencia que lo ideologia sobre el discurso científico y el funcio-
consumara. La ciencia (o lo que se da por tal) namiento ideológico de las ciencias no se articu-
se localiza en un campo de saber y desempena en lan aI nivel de su estructura ideal (incluso si
él un papel. Papel que varía scgún las diferentes pueden traducirse en él de una manera más o
forrnaciones discursivas y que se modifica con menos visible) , ni aI nivel de su utilización téc-
sus mutaciones, Lo que en la época clásica se nica en una sociedad (aunque pueda efectuarse) ,
daba como conocimiento médico de las enferme- ni ai nivel de la conciencia de los sujetos que la
dades dei espiritu ocupaba en el saber de la locu- construyen, se articulan allí donde la ciencia se
ra un lugar muy limitado: apenas si constituía perfila sobre el saber. Si la cuestión de la ideolo-
más que una de sus superfícies de afloramiento, gía puede ser planteada a la ciencia es en la me-
entre varias otras (jurisprudencia, casuística, Te· dida en que ésta, sin identificarse con el saber,
glamentación policiaca, etc) ; en cambio, los aná- pem sin borrarIo ni excl uirlo, se localiza -en rél,
lisis psicopatológicos deI siglo XIX,. que también estructura algunos de sus objetos, sistematiza al-
se daban por un conocirniento científico de las gunos de sus enunciados, formaliza tales o cuales
enferrnedades mentales, desempefiaron un pape! de sus conceptos y de sus estrategias: y en la me-
muy distinto y mucho más importante en e! sa- dida en que esta elaboración escande el saber, lo
ber de la Iocura (pape! de modelo y de instancia modifica y lo redistribuye por una parte, lo C'JIl-
de decisión) . De la misma manera, el discurso firma y lo deja valer por otra; en la medida en
científico (o de presunción científica) no ase- que la ciencia encuentra su lugar en una regula-
gura la rnisma función en el saber econômico dei ridad discursiva y en que, por ella, se despliega
siglo XVI! y en eI dei XIX. En toda formación dis- y funciona en todo un campo de prácticas discur-
cursiva se encuentra una relación específica entre sivas o no. Eu suma, la cuestión de la ideologta
ciencia y saber; y el análisis arqueológico, en lu- planteada a la ciencia no es la cuestión de las si-
gar de definir entre ellos una relación de exclu- tuaciones o de las prácticas que refleja de una
sión o de sustracción (aI buscar lo que del saber manera más o menos consciente; no es tan pneo la
312 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 313
cuesti6n de su utiJizaci6n eventual o de todos los teóricos pueden muy bien sefialar el funcionamiento
malas usos que de elJa se pueden hacer; es la ideológico de una ciencia (o de un discurso con pre-
cuestión de su existencia como práctica discursi- tensión científica); pueden permitir determinar en
va y de su funcionamiento entre otras pràctíéas. qué punto dei edificio tiene sus efectos tal funcio-
Se puede decir muy bien en líneas generales, y namiento. Pero el análisis de ese funcionamiento
pasando por alto toda mediación y toda especí- debe realizarse ai nivel de la positividad y de las
ficidad, que la economia política desempena un relaciones entre las regIas de la formación y las es-
tructuras de la científícidad.
papel en la sociedad capitalista, que sirve los in-
3. Corrigiéndose, rectificando sus errares, ciiíendo
tereses de la dase burguesa, que ha sido hecha por
sus formalizaciones, no por ello un discurso desen,
elJa y para ella, que lJeva en fin el estigma de sus
Iaza forzosamente su relación con la ideologia. EI
orígenes hasta en sus conceptos y su arquitectura papel de ésta no disminuye a medida que crece el
lógica: pera toda descripcíón más precisa de las rigor y que se disipa la falsedad,
relaciones entre la estructura epistemológica de 4. Ocuparse dei Iuncionamiento ideológico de una
.la econoaría y su funci6n ideológica deberá pasar ciencia para hacerIo aparecer o para modificaria, no
por el análisís de la formaci6n discursiva que le es sacar a la luz los presupuestos filosóficos que pue-
ha dado lugar y del conjunto de los objetos, de den habitaria; no es volver a los fundamentos que
los conceptos, de las elecciones te6ricas que ha la han hecho posible y que la legitiman: es volver
tenido que elaborar y que sistematizar; y se de- a' ponerla a discusión como fonnación discursiva; es
ocuparse no de las contradicciones formales de sus
berá mostrar entonces como la práctica discursiva
proposiciones, sino, dei sistema de formación de suo
que ha dado lugar a tal positividad ha funcionado objetos, de sus tipos de enuneiaciones, de sus con-
entre otras prácticas que podían ser de orden ceptos, de sus elecciones teóricas. Es reasumirla como
discursivo pero tambíén de orden político o eco- práctica entre otras prãcrícas,
nómico.
Lo cual permite aventurar cierto número de
proposiciones:
D. LOS DIFERENTES UMBRALES Y SU CRONOLOGiA
1. La ideologia no es exclusiva de la cíentifíci-
dado Pocos discursos han dado tanto lugar a la A propósito de una formación discursiva, se pue-
ideología como eI discurso clínico o el de la econo- den describir varias emergencíàs distintas. AI mo-
mia política: esta no es una razón suficiente para mento a partir dei cual una práctica discursiva
acusar de errar. de contradicción, de ausencia de se individualiza y adquiere su autonomia, aI mo-
objetividad, el conjunto de sus enunciados. mento, por consiguíente, en que se encuentra
2. Las contradiccíones, las l.agunas, los defectos actuando un único sistema. ele formación de los
314 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 315

enunciados, o también al momento en que ese andar y a la vez, escandiendo así la historia de
sistema se transforma, podrá llamársele umbral los conocimientos humanos en distintas épocas:
de positiuidaâ, Cuando en el juego de una forma- por el tiempo en que bastantes positividades fran-
ción discursiva, un conjunto de enunciados .se quearon el umbral de la forrnalización, muchas
recorta, pretende hacer valer (incluso sin 10- otras no habían alcanzado aún el de la cientifi-
grarlo) unas normas de verificación y de cohe- cidad o, ni siquiera, el de la epistemologización.
rencia y ejerce, con respecto dei saber, una fun- Más aún: cada formación discursiva no pasa su-
ción dominante (de modelo, de crítica o de veri- cesivamente por esos diferentes umbrales como
fícacíonj , se dirá que la formación discursiva por los estadios naturales de una maduración bio-
franquea un .umbral de epistemologizacián. Cuan- lógica en que la única variable seria el tiempo de
do la figura epistemológica así dibujada obedece latencia o la duración de los intervalos. Se trata,
a cierto número de criterios forrnales, cuando sus de hecho, de acontecimientos cuya dispersión no
enunciados no responden solamente a regias ar- es evolutiva: su orden singular es una de las ca-
queológicas de forrnacíón, sino además a ciertas racterísticas de cada formación discursiva. He aqui
leyes de construcción de las proposiciones, se dirá algunos ejemplos de esas diferencias.
que ha franqueado urr- umbral de cientiiicidad: En ciertos casos el umbral de positividad se
Eu fin, cuando ese . discurso científico, a su vez franquea mucho antes que el de la epistemologiza-
pueda definir los axiomas que le son necesarios, ción: así, la psicopatología, como discurso de pre-
I?s. elementos que utiliza, las estructuras propo- tensión científica, epistemologizó en los comíenzos
sicionales que son para él legítimas y las trans- dei siglo XIX, con Pine!, Heinroth y Esquirol, una
formaciones que acepta, cuando pueda así des- práctica discursiva que le era ampliamente pre-
plegar, a partir de si mísmo, el edificio formal existente, y que desde hacía mucho tiempo había
que constítuye, se dirá que ha franqueado el adquirido su autonomia y su sistema de regulari-
umbral de la formalización. dado Pero puede ocurrir también que esos dos um-
La repartición en el tiempo de estos diferentes brales se confundan en el tiempo, y que la ins-
umbrales, su sucesión, su desfase, su eventual co- tauración de una positividad sea a la vez la erner-
incidencia, la manera en que pueden gobernarse gencia de una figura epistemológica, En ocasio-
o implicarse los unos a los otros, las condiciones nes, los umbrales de cientificidad están vincula-
eu las que. sucesivamente se instauran, constitu- dos ai paso de una positividad a otra; en ocasio-
yen para la arqueologia uno de sus dominios ma- nes son distintos de él: así, el paso de la Historia
yores de exploración. Su cronologia, en efecto, natural (con la cientificidad ql.le le era propia)
no es ni regular ni homogénea. No todas las for- a la biologia (como ciencia no de la clasificación
maciones discursivas los franquean con un mismo de los seres, sino de las correlaciones específicas
316 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 317

de los diferentes organismos) no se efectuó en la más que una sola división histórica cuyo modelo
época de Cuvier sin la transformación de una po- se reconduce sin cesar a lo largo de los tiempos,
sitividad en otra; en cambio, la medicina expe- y para cualquier forma de saber: la división entre
rimentai de Claude Bernard, y después la mi- lo que no es todavía científico y lo que lo .es
crobiologia de Pasteur modificaron 1'1 tipo de definitivamente. Todo e! espesor de los desgaja-
cientificidad requerido por la anatomia y la fi- mientos, toda la dispersión de las rupturas, todo
siologia patológicas sin que la formación discur- 1'1 desfase de sus efectos y 1'1 juego de su inter-
siva de la medicina clínica, tal como había sido dependencia se encuentran reducidos ai acto mo-
establecida en la época, fuese descartada. Igual- nótono de una fundación que es preciso repetir
mente, la cientificidad nueva instituida, en las constantemente.
disciplinas biológicas, por e! evolucionismo, no No hay, sin duda, más que una ciencia en la
modifico la positividad biológica que habia sido cual no se pueden distinguir estas diferentes um-
definida en la época de Cuvier. En e! caso de la brales ni describir entre ellos semejante conjun-
economia, los desgajamientos son particularmente to de desfases: las matemáticas, única práctica dis-
numerosos. Se puede reconocer, en e! siglo XVII, cursiva que ha franqueado de un gol pe 1'1 umbral
un umbral de positividad: coincide casi con la de la positividad, 1'1 umbral de la epistemologi-
práctica y la teoria de! mercantilismo; pera S/l zación, e! de lacientificidad y e! de la forrnali-
epistemologización no habría de praducirse has- zación. La misma posibilidad de su existencia imo
ta un poco más tarde, en las postrimerías dei si- plicaba haberle sido dado, desde 1'1 comienzo, lo
glo, o en los comienzos de! siguiente, con Locke que, en todas las demás ciencias, permanece dis-
y Cantillon. perso a lo largo de la historia: su positividad prí-
Sin embargo, e! siglo XIX, con Ricardo, sefiala mero debía constituir una práctica discursiva ya
a la vez un nuevo tipo de positividad, una nueva formalizada (incluso si otras formalizaciones ha-
forma de epistemologización, que Cournot y J1'- brían de operarse después) . De ahí e! hecho de
vons habrian de modificar a su vez, en la época que la instauración de las matemáticas sea a la
misrna en que Marx, a partir de la economía po- vez tan enigmática (tan poco accesible ai aná-
lítica, haria aparecer una práctica discursiva en- Iisis, tan comprimida en la forma de! comienzo
teramente nueva. absoluto) y tan valorizada (ya que vale a la vez
Si no se reconoce en la ciencia más que la acu- como origen y como fundamento) ; de ahí e! he-
mulación lineal de las verdades o la ortogénesis cho de que en e! primer gesto dei primer .mate-
de la razón, si no se reconoce en ella una prác- mático se haya visto la constitución de una idea-
tica discursiva que tiene sus niveles, sus umbra- lidad que Se ha desplegado a lo largo de la his-
les, sus rupturas diversas, no se puede describir toria y no se ha discutido más que para ser re
318 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCjA Y SABER 319

petida y purificada; de ahí el hecho de que al E. LOS DIFERENTES TIPOS DE HISTORIA


comienzo de las matemáticas se las interrogue m~­ DE LAS CIENCIAS
nos como a un acontecimiento histórico que a tí-
tulo de principio de historicidad; de ahí, en fín, Los umbrales múltiples que se han podido loca-
el hecho de que, para todas las demás ciencias, se lizar permiten formas distintas de análisis histó-
refiera la descripción de su génesís histórica, de rico. Anál isis, en primer lugar, ai nivel de la for-
sus tanteos y de sus fracasos, de su penetración rnalización: es esa historia que las matemáticas
tardia, al modelo metahistórico de una geometría no cesan de contar sobre ellas mismas en el pro-
que emergiese repentinamente y de una vez para ceso de su propia elaboración, Lo que han sido
siempre de las prácticas triviales de la agrimen- en un momento dado (su dominio, sus métodos,
sura. los objetos que definen, el lenguaje que emplean)
Pero, si se toma el establecimiento del dis- no se relega jamás aI campo exterior de la no-
curso matemático como prototipo para el naci- cientificidad; pero se encuentra perpetuamente
miento y el devenir de todas las demás ciencias, redefinido (siquiera sea a título de región, caida
se corre el riesgo de homogeneizar todas las for- en desuso o afectada provisionalmente de este-
mas singulares de historicidad, de reducir a la rilidad) en el edificio formal que ellas constitu-
instancia de un solo corte todos los umbrales di- yen. Ese pasado se revela como caso particular,
ferentes que puede franquear una práctica dis- modelo ingenuo, esbozo parcial e insuficiente-
cursiva y reproducir indefinidamente en todos los mente generalizado, de una teoria más abstracta,
momentos del tiernpo, la problemática del ori- más poderosa o de un nivel más alto; su recorrido
gen; asi se encontrarian anulados los derechos histórico real lo retranscriben las matemáticas en
del análisis histórico-trascendental, Modelo, las el vocabulario de las contigüidades, de las de-
matemáticas lo fueron sin duda para la mayoría pendencias, de las subordinaciones, de las forma-
de los discursos científicos en su esfuerzo hacia lizaciones progresivas, de las generalidades que se
el rigor formal y la demostratividad; pero para implican. Para esta historia de las matemáticas
el historiador que interroga el devenir efectivo de (Ia que ellas constituyen y la que ellas cuentan
las ciencias, son un mal ejemplo, un ejemplo que a propósito de' ellas mismas), el álgebra de Dio-
no se debería, en todo caso, generalizar. fanto no es una experiencia que haya quedado
en suspenso; es un caso particular de Algebra
tal como se conoce desde Abel y Galois; el méto-
do griego de las exhauciones no ha sido un calle- .
jón sin sal ida que haya hecho falta abandonar;
es un modelo ingenuo del cálculo integral. Cada
CIENCIA Y SABER 321
320 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA
te, ya que muestra de lo que la ciencia se ha
peripecia histórica tiene su nível y su localiza- liberado y todo lo que ha tenido que arrojar
ción formales. Es un análisis recurrenciai que no fuera de si para alcanzar el umbral de la cienti-
puede hacerse más que en el interior de una ficidad? Por este hecho mismo, la descripción to-
ciencia constituida y una vez franqueado_ su um- ma como norma la ciencia constituida; la histo-
bral de forrnalización.! ria que cuenta está necesariamente escandida por
Distinto es el análisis histórico que se sitúaen la oposición de la verdad y deI error, de lo racio-
el umbral de la cientificidad y que se interroga nal y de lo irracional, deI obstáculo y de la fe-
sobre la manera en que ha podido ser franqueado cundidad, de la pureza y de la impureza, de lo
a partir de figuras espistemológicas diversas. Se científico y de lo no-científico. Se trata en todo
trata de saber, por ejemplo, cómo un concepto esto de una historiaepistemolàgica de las ciencias.
--{;argado todavia de metáforas o de contenidos Tercer tipo de análisis histórico: el que toma
imaginariosc, se ha purificado y ha podido tomar corno pu nto de ataque el umbral de epistemolo-
estatuto y función de concepto científico; de sa- gización, el punto de estratificación entre las for-
ber cómo una región de experiencia, localizada maciones discursivas definidas por su positividad
ya, articulada ya parcialmente, pero cruzada to- y unas figuras epistemológicas que no todas s~n
davia por utilizaciones prácticas inmediatas o va- fortosamente ciencias (y que, por lo dernás, jamás
lorizaciones efectivas, ha podido constituírse en llegarán quizá a serlo). A este nível, la cientifi-
un dominio científico; de saber, de una manera cidad no sirve de norma: lo que se intenta dejar
más general, cómo una ciencia se ha establecido aI desnudo en esta historiá arqueológica, son las
por encima y contra un nivel precientífico que a prácticas discursivas en la medida en que dan lu-
la vez la preparaba y la resistia de antemano, cómo gar a un saber y en que .ese saber toma el estatuto
ha podido franquear los obstáculos y las limita- y el papel de ciencia. Acometer a ese nivel una
ciones, que seguían oponíéndose a ellas. G. Ba- historia de las ciencias, no es describir unas for-
chelard y G,' Canguilhem han dado los modelos maciones discursivas sin tener cuenta de las estruc-
de esta historia.: la cual no necesita, como el turas epistemológicas; es mostrar cómo la instau-
análisis recurrencial, situarse en el mismo inte- ración de una ciencia, y eventualmente su paso
rior de la ciencia, volver a colocar todos sus epi- a la formalización, puede haber encontrado su
sodios en el edificio que ésta constituye, y contar posibilidad y su incidencia en una formación dis-
su formalización en el vocabulario formal que es cursiva y en las modificaciones de su positividad.
hoy el suyo: <!c6mo podría hacerlo, por otra par- Se trata, pues, para semejante análisis, de perfilar
la historia de lasciencias a' partir de una descrip-
1 Cf. sobre este tema Michel Serres: Les A namneses ma- ción de las práeticas discursivas; de definir cómo,
thématiques (en Hermes ou la communícatíon, p. 78).
322 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA
CIENCIA Y SABER 323
según "ué regularidad y gracias a "ué modifica-
ciones ha podido dar lugar a los procesos de epis- de las relaciones que pueden unir, en una época
temologizacíón, alcanzar las normas de la cienti- determinada, las prácticas discursivas que dan
ficidad, y, qu izá, llegar hasta el umbral de la lucrar a unas figuras epistemológicas, a unas cien-
formalización. AI buscar, en el espesor histórico " eventualmente a unos sistemas forma I'iza-
cias,
de las ciencias, el nivel de la práctica discursiva, dos; el modo según el mal en cada una de esas
no se quiere devolverIa a un nivel profundo y formaciones discursivas se sitúan y se operan los
originaria, no se quiere devolveria aI suelo de la pasos a la "pistemologización, a la cientificidad,
experiencia vivida (a esa tierra que se da, irre- a la formalizacíón: la repartición de esos um-
gular y despedazada, antes de toda geometria, a brales, que pueden entrar en coincidencia, estar
ese cielo que centellea a través de la cuadrlcula de subordinados los unos a los otros, o estar d&ifasa-
todas las astronomias); se quiere hacer aparecer dos en eI tiempo; las relaciones laterales que
entre positividades, saber, figuras epistemológicas pueden existir entre unas figuras epistemológicas
y ciencias, todo el juego de las diferencias, de las o unas ciencias en la medida en que dependen
relaciones, de las desviaciones, de los desfases, de eu prácticas discursivas contiguas pero distintas.
las independenciar, de las autonomias, y la ma- La episteme no es una forma de conocimiento
nera en que se articulan las unas sobre las otras o un tipo de racionalidad que, atravesando las
sus historicidades propias. ciencias más I diversas, manifestara la unidadso-
El análisis de las formaciones discursivas, de berana de un sujeto de un espíritu o de una épo-
Iasposirívídades y del saber en sus relaciones con ca; esel conjunto de las relaciones que se pue-
Ias figuras epistemológicas y las ciencias, es lo que den descubrir, para una época dada, entre las
se ha llam'ado, para dístinguírlo de las demás for- ciencias cuando se las analiza ai nivel de las re-
mas posibles de historia de las ciencias, el análisis ,gularidades discursivas.
de la episteme, Quizá Se sospeche que esta epis- La descripción de la episterne presenta, pues,
teme es algo como una visión del mundo, una ta- 'varias características esenciales; abre un carupo
jada de historia común a todos los conocimientos, inagotable y no puede jamás ser cerrada; no
y que impusiera a cada uno las mismas normas tiene corno fin ·reconstituir el sistema de postu-
y los mismos postulados, un estadia general de lados ai que obedecen todos los conocimientos
la razón, una determinada estructura de pensa. de una época, sino recorrer un campo indefinido
miento de la cual no podrian librarse los hom- de relaciones. Además, la episteme no es una fi-
bres de una época, gran legislación escrita de gura inmóvil que, aparecida un dia, estaria des-
una vez para siempre por una manoianóntma. tinada a desvanecerse no menos bruscamente: es
Por episteme se entiende, de hecho, el conjunto un conjunto indefinidamente móvil de escansío-
nes, de desfases, de coincidencias que se estable-
CIENCIA Y SABER 325
324 LA DESCRII'CIÓN ARQUEOLÓGICA
F. orRAS ARQUEOLOGÍAS
cen y se deshacen. Ademãs, la episterne, como
conjunto de relaciones entre unas ciencias,· unas U. na cuestión perm anece en suspenso: ,se P>
figuras epistemológicas, unas positividades y unas dría concebir un análisis arqueológico que hi-
p'r~cticas discursivas, permite aprehender e! juego ciese aparecer la regularidad de un saber, pero
de las compulsiones y de las limitaciones que, en que no se propusiera analizario en dírección de
un momento dado, se imponen ai discurso: pero las fi~uras ~pistem~lógicas y de las ciencias? ,Es
esta limitación no es aquella, negativa, que opo- la onentaClón hacia la epistemologia la única
ne ai conocimiento la ignorancia, ai razonamiento que puede abrirse a la arqueologia? ,Y debe ser
la imaginación, a la experiencia armada la fideli- ésta _y serlo exclusivamente- cierta manera de
dad a las apariencias, y e! ensueiío a las inferen- interrogar la hístoria de las ciencias? En otros
cias y a las deducciones; la episteme no es aque- términos, Iimitandose hasta ahora a la' regi6n de
110 que se puede saber en una época, habida los discursos científicos, ,ha obedecido la arqueo-
cuenta de las insuficiencias técnicas, de los há- logia a una necesidad que no podría franquear,
bitos mentales, o de los límites puestos por la o bien ha esbozado, sobre un ejemplo particular,
tradición; es lo que, en la positividad de las unas formas de análisis que pueden tener otra
prácticas discursivas, hace posible la existencia extensi6n completamente distinta?
de las figuras epistemológicas y de las ciencias. Me encuentro de momento muy poco ade!an-
En fin, se ve que el análisis de la episteme no es tado pará responder, definitivamente, a esa pre-
una manera de reasumir la cuestión critica ("da. gunta; pero no me cuesta trabajo imaginar -bajo
da alguna cosa como una ciencia, ,cuál es su de- ~eserva aún de numerosas pruebasque habría que
recho o su legitimidad?"); es una interrogación intentar, y de muchos tanteos- unas arqueolo-
que. no acoge el dato de la ciencia más que con gias que se desarrollasen en direcciones díferen-
e! fin de preguntarse lo que para esa ciencia es el tes, Sea, por ejemplo, una descripción arqueoló-
hecho de ser dado. En e! enigma de! discurso gica de "la sexualidad". Veo 'bien, desde este mo-
científico, lo que pone en juego no es su dere- mento, cómo se la podría orientar hacia la epis-
cho a ser una ciencia, es el hecho de que existe. teme: se mostraría de qué manera se formaron
Y el punto por el que se separa de todas las en e! siglo XIX unas figuras epistemológicas como
filosofias de! conocimiento, es el de que no re- la biologia o la psicologia de la sexualidad, y
fiere ese hecho a la instancia de una donación por qué ruptura se instauró con Freud un dis-
originaria que fundase, en un sujeto trascenden- curso de tipo científico. Pero percibo también
tal, e! hecho y el derecho, sino a los procesos otra posibilidad de análisis: en lugar de estudiar
de una práctica histórica. e! comportamiento sexual de los hombres en una
326 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 327
época dada (buscando SlI ley en una estructura lores. Anál isis que se haría así no 'en la dirección
social, eu nu inconsciente colectivo, o en cierta de la episteme, sino en la de lo qne se podria
actitud moral), en lugar de dcscribir lo que los !lamar la ética.
hombres han podido pensar de la sexual idad (qué Pera he aquí el ejemplo de otra orientación
l~ter.~retaC1ón religiosa daban de ella, qué valo- posible. Se puedc, para analizar un cuadro, re-
nzacron o qué reprobación hacían recaer sobre constituir el discurso latente deI pintor; se puede
ella, qué conflictos de opiniones o de moraIes querer encontrar el murmullo de sus intenciones
podia ella suscitar), habría que preguntarse si, que no se transcribieron finalmente en palabras,
~an.to en esas conductas como eu esas represen- sino en l íneas , superficies y colores: se puede
taciones, no se encuentra involucrada toda una intentar aislar esa filosofía implícita que se su-
práctica discursiva: si la sexualidad, aI margen pone forma su visión dei mundo. Es posible igual-
de toda onentaciún hacia nu discurso científico mente interrogar la ciencia, o aI menos las ,cp i.,
no es un conjunto de objetos deI que se puede niones de la época y tratar de reconocer lo que
hablar (o deI que está vedado hablar), un cam- el pintor ha podido tornar de ella, EI análisis
po de enunciaciones posibles (ya se trate de arqneológico tendría otro objeto; haría por des-
expresiones líricas o de prescripciones jurídicas) , cubrir si el espacio, la distancia, la profundidad,
UH conjunto de conceptos (que pueden presen- el color, la luz, las proporciones, los voIúmenes,
tarse, SlU duda, en la forma elemental de nocio- los contornos no fueron, en la época considerada,
nes o de temas), un juego de elecciones (que nombrados, enunciados, conceptualizados en una
puede aparecer en la coherencia de las conductas práctica discursiva; y si el saber a que da lugar
o en unos sistemas de prescripción) . Una arqueo- esta práctica discursiva no fue invol ucrado en
l~gía tal, de salir adelante eu su tarea, mostraría unas. teor ías y en unas especulaciones quizá, en
como los entredichos, las exclusiones, los límites unas formas de ensefianza y en unas recetas, pero
las valorizaciones, las libertades, las transgresio' tarnhién en unos procedimientos, en unas técni-
nes de la sexualidad, todas sus manifestaciones cas, y casi en el gesto mismo dei pintor. No se
verb.ales o no, están vinculadas a una prãctica dis~ tratarfa de mostrar que la pintura es una manera
cursrva determinada. Haría aparecer, no cierta- determinada de significar o de "decir", qué ten-
mente como verdad postrera de la sexualidad, si- dría de particular el prescindir de las palabras.
no como una de las dimensiones según las cua- Habría que mostrar que, aI menos en una de sus
les se la puede descubrír, cierta "manera de dimensiones, es una práctica discursiva que toma
hablar"; y se mostraría cómo esta manera de ha- cuerpo en unas técnicas y eu unos efectos. Des-
blar está involucrada no eu unos discursos cien- crita aSÍ, la pintura no es una pura visión que
tíficos, sino eu nu sistema de entredichos y de va- habría qne transcribir después en la rnaterialidad
328 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA CIENCIA Y SABER 329

dei espacio; no es tampoco un gesto desnudo de prácticas reales. Se inscribe desde e! primer
cuyas significaciones mudas e indefinidamente momento en el campo de las diferentes prácticas
vacías debieran ser liberadas por interpretaciones en las que encuentra a' la vez su especificación,
ulteriores. Está toda ella atravesada -e indepen- sus funciones y lri. red de sus dependencias. Si tal
dientemente de los conocimientos científicos y de descripción íuese posible, se ve que no habría
los temas filosóficos- por la positividad de un necesidad de pasar por la instancia de una con-
saber. ciencia individual o colectiva para aprehender el
Me parece que se podría también hacer un lugar de articulación de una práctica y de una
análisis de! mismo tipo a propósito dei saber po- teoría políticas; no habría necesidad de buscar en
lftico. Se trataria de ver si e! comportamiento qué medida puede esa conciencia, por nn lado,
político de una sociedad, de un grupo o de una expresar ,unas condiciones mudas, y por el. otro
clase no está atravesado por una práctica discursi- mostrarse sensible a unas verdades teóricas; no
va determinada y descriptible. Esta positividad habría que plantear el problema psicológico de
no coincidiria, evidentemente, Di con las teorias una toma de conciencia; habría que analizar la
polfticas de la época ni con las determinaciones formación y las transformaciones de un saber. La
económicas: definiria lo que de la polftica puede cuestión, por ejemplo, no estaria en determinar a
devenir objeto de enuncíacíón, las formas que partir de qué momento aparece una conciencia
esta enunciación puede adoptar, los conceptos que revolucionaria, ni qué papeles respectivos han p0-
en ella se encuentran ernpleados, y las eleccio- dido desempefiar las condiciones económicas y
nes estratégicas que en ella se operan. Este saber, el rrabajo de e!ucidación teórica en la génesis de
en lugar de analizarlo -lo cual es siempre posi- esa conciencia; no se trataría de rememorar la
ble- en la dirección de la episteme a que. puede biografia general y ejemplar dei hombre revolu-
dar lugar, se analizaría en la dirección de los cionaria, o de encontrar el enraizamiento de su
comportamientos, de las luchas, de los conflictos, proyecto, sino de mostrar cómo se han formado
de las decisiones y de las tácticas. Se haría apare- una práctica discursiva y un saber revolucionaria
cer así un· saber político que no es dei orden de que se involucran en comportamientos y estra-
una teorización secundaria de la práctica, y que tegias, que dan lugar a una teoria de la sociedad
tampoco es una aplicación de la teoría. Ya que y que operan la interferencia y la mutua trans-
está regularmente formado por una práctica dis- forrnación de los unos y de los otros.
cursiva que se despliega entre otras prácticas y A la pregunta hecha hace un momento: t n o
se articula sobre ellas, no es una expresión que se ocupa la arqueologia más que de las ciencias
"reflejase" de una manera más o menos adecuada ni es nunca más que un análisis de los discursos
un número determinado de "datas objetivos" o científicos?, se puede contestar ahora, Y contestar
330 LA DESCRIPCIÓN ARQUEOLÓGICA

dos veces no. Lcque la arqueologia trata de des- v


erigir. no -es lã ciencia en Sll estructura específica, CONCLUSIúN
sino eI dominio, muy diferente, dei saber. Ade-
más, si se ocupa del saber en su relación con las
figuras epistemológicas y las cíencias, puede igual-
mente interrogar eI saber en una dirección dife-
rente y describirlo en otro haz de relaciones. L.
orientación hacia la episteme ha sido la única ex·
piorada hasta ahora, Ello se debe a que, por un
gradiente que caracteriza sin duda nuestras cul-
turas, las formaciones discursivas no cesan de epis-
temologizarse. Si eI dominio de las positividades
ha podido aparecer, ha sido interrogando las cien
cias, su historia, su extrafia unidad.isu dispersión
y sus rupturas; ha sido en eI intersticio de los
discursos científicos donde ha podido aprehen-
derse eI juego de las formaciones discursivas. No
es extrafio en esas condiciones que la región más
fecunda, la más abierta a la descripción arqueo-
lógica, haya sido esa "época clásica" que, desde
eI Renacimiento ai siglo XIX, desarrolló la epis-
ternologización de tantas positividades; tampoco
debe extrafiar que las formaciones discursivas y
las regularidades específicas dei saber se hayan
perfilado alli donde los niveles de la cientificidad
y de la formalización han sido los más difíciles de
alcanzar. Pero ése no es más que eI punto prefe-
rente dei ataque; no es para la arqueologia un
dominio obligado.
-A lo largo de todo este I ibro, ha tratado usted,
con diversa fortuna, de desprenderse dei mem-
brete de! "estructuralismo" o de lo que se en-
tiende ordinariamente por esa palabra, Ha alega-
do usted que no utilizaba ni sus métodos ni sus
conceptos; que no hacía referencia a los procedi-
mientos de la descripción lingüística; que no se
preocupaba en modo alguno de formalización.
Pero esas diferencias, ~qué significan sino que ha
fracasado usted en su empeno de utilizar lo que
los análisis estructurales pueden tener de posi-
tivo, lo que pueden comportar en cuanto a rigor
y eficacia demostrativa, sino' que e! dominio que
ha probado usted a tratar es rebelde a ese género
de empresa y que su riqueza no ha cesado de es-
capar de los esquemas en los que queria usted
encerraria? Y con no poca desenvoltura, ha dis-
frazado usted su impotencia de método; nos pre·
senta usted ahora como una diferencia explícita-
mente deliberada la distancia invencible que lo
separa y lo separará siempre de un verdadero
análisis estructural,
Porque no ha conseguido usted enganamos. Es
cierto que, en e! vacío dejado por los métodos
que no utiliza, ha precipitado usted toda una
serie de nociones que parecen ajenas a los con-
ceptos ahora admitidos por los que describen unas
lenguas o unos mitos, unas obras literarias o unos
334 CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN 335

cuentos; ha hablado usted de formaciones, de po- disponibles, sino por acontecimientos reales y su-
sitividades, de saber, de prácticas discursivas; toda cesivos, que no se puede analizar Iuera dei tiem-
una panoplia de términos cuya singularidad y po- po en que se manifestó. .
deres rnaravillosos se sentía usted orgulloso de sub- _ Tiene usted razón. He desco'nocIdo la tras-
rayar a cada paso, Pero, ~hubiera tenido usted que cendencia dei discurso; me he negado aI descri-
inventar tantas extravagancias, de no estar em- birlo a referirlo a una subjetividad; no he he-
penado en aval orar en un dominio que les era cho valer en primer lugar, y como si debiera ser
irreductible algunos de los temas fundamentales su forma general, su caracter díacróniro. Pero
deI estructuralisrno, y precisamente aquellos que todo eso no estaba destinado a prolongar, más
constituyen sus postulados más discutibles, su aliá dei domínio de la lengua, unos conceptos Y
más dudosa filosofía? Parece como si hubiese apro- unos métodos que habian sido en él aprobados.
vechado usted de los métodos contemporâneos de Si he hablado dei discurso, no ha sido para mos-
análisis, no el trabajo empírico y serio, sino dos o trar que los mecanismos o los procesos de la len-
tres temas que son unas interpolaciones más que gua se mantenían 'eu él íntegramente, sino más
unos principios esenciales. bien para hacer aparecer, en eI espesor de las
Así es como ha tratado usted de reducir las di- actuaciones verbales, la diversidad de los niveles
mensiones propias deI discurso, pasar por alto su posibles de análisis; para mostrar que aI lado de
irregularidad específica, dísimular lo que en él los métodos de estructuración lingüística (o de los
puede haber de iniciativa y de libertad, compensar de la interpretación) , se podia establecer una
el desequilibrio que instaura en la lengua: ha que- descripción específica de los enunciados, de su
rido usted cerrar esa abertura. A la manera de formación y de las regularidades propias de! dis-
cierta forma de lingüística, ha intentado usted curso. Si he suspendido las referencias aI sujeto
prescindir dei sujeto parlante; ha creído usted que parlante, no ha sido para descubrir unas le~es de
se podia limpiar eI discurso de todas sus referen- construcción o unas formas que fueran aplicadas
cias antropológicas, y tratarlo como si jamás hu- de la misma manera por todos los sujetos parlan-
biese sido formulado por nadie, como si no hubie- tes, no ha sido para hacer hablar e! gran discur-
ra nacido eu unas circunstancias particulares, como so universal que fuese común a todos los hombres
si no estuviera atravesado por unas representa- de una época. Se trataba, por el contrario, de
ciones, como si no se dirigiera a nadie. Eu fin, Ie mostrar eu qué consistían las diferencias, cómo era
ha aplicado usted un principio de simultaneidad: posible que unos hombres, en e! interior. de un~
se ha negado usted a ver que eI discurso, a dife- misma práctica discursiva, hablen de objetos di-
rencia quizá de la lengua, es esencialmente his- ferentes, tengan opiniones opuestas, hagan elec-
tórico, que no estaba coustituido por elementos ciones contradictorias: se trataba también de lUOS·
336 CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN 337

trar en qué se distinguían las unas de las otras ción estructural pane de manifiesto unas rela-
las prácticas discursivas; en suma, he querido no ciones que sin ella no hubieran podid,o ser aisla-
excluir e! problema de! sujeto, he querido definir das; permite definir unos elementos recurrentes,
las posiciones y las funciones que el sujeto podía con sus formas de oposición y sus criterios de in-
ocupar en la diversidad de los discursos. En fino dividua!ización; permite establecer también unas
usted ha podido comprobarlo: no he negado la leyes de construcción, unas equivalencias y unas
historia, he tenido en suspenso la categoria ge- regias de transformación. Y a pesar de ~Ig~~as
neral y vacía de! cambio para hacer aparecer unas reticencias que han podido sefialarse ai pnnClplO,
transformaciones de niveles diferentes; rechazo aceptamos ahora sin dificultad que la lengua, e!
un modelo uniforme de temporalización, para inconsciente, la imaginación de los hombres obe-
describír, a propósito de cada práctica discursi- decen a unas leyes de estructura, Pera lo que re-
va, sus regias de acumulación, de exclusión, de chazamos en absoluto, es lo que hace usted: que
reactivación, sus formas propias de derivación y se puedan analizar los discursos científicos en su
sus modos específicos de embrague sobre suce- sucesión sin referirlos a alguna cosa como una ac-
siones diversas. tividad constituyente, sin reconocer hasta en sus
No he querido, pues, lIevar más aliá de 50S lí- vacilaciones la apertura de un proyecto origina-
mites legítimos la empresa estructuralista, Y me ria o de una te!eología fundamental, sin encon-
concederá usted fácil mente que no he empleado trar la profunda continuidad que los une y los
una sola vez e! término "estructura" en Las pa- conduce hasta e! punto en el cual podemos reco-
labras y las cosas. Pera dejernos, si lo tiene usted brarlos: que se pueda desenlazar así e! devenir de
a bien, las polémicas a propósito dei "estructu- la razón, y liberar de todo índice de subjetividad
ralismo", que sobreviven trabajosamente en unas la historia del pensamiento. Cifiámonos más ai
regiones abandonadas ahora por los que trabajan; tema: admitimos que se puede hablar, en térmi-
esa lucha que pudo ser fecunda no la sostienen nos de elementos y de regias de construcción, dei
ya más que los histriones y los feriantes. lenguaje en general, de ese lenguaje de otra lugar
-Por más que ha tratado usted de esquivar y de otro tiempo que es e! de los mitos, o tam-
esas polémícas, no e!udirá usted el problema. bién de ese lenguaje, pese a todo un tanto ajeno,
Porque no es con e! estructuralismo con e! que que es eI de nuestro inconsciente o de nuestras
estamos resentidos. Reconocemos de buen grado obras; pera el lenguaje de nuestra saber, ese len-
su conveniencia y su eficacia: cuando se trata de guaje que empleamos aqui y ahora, ese discurso
analizar una lengua, unas mitologías, unos rela- estructural mismo que nos permite analizar tan-
tos populares, unos poemas, unos suefios, unas tas otras Ienguas, ése, en su espesor histórico, lo
obras literarias, unas películas quizá, la descrip- tenemos por irreductible. No puede usted olvi-
339
338 CONCLUSIÓN

dar, con todo, que ha sido a partir de él, de su


lenta génesis, de ese devenir oscuro que lo ha
conducido hasta el estado actual, por lo que po·
demos hablar de los otros discursos en términos
de estructuras: ha sido él quien nos ha dado esa
posibilidad y ese derecho; forma la mancha ciega
a partir de la cual las cosas que nos rodean se
disponen como hoy las vemos. Que se juegue con
unos elementos, unas relaciones y unas disconti-
nuidades cuando se analizan las leyendas indo-
europeas o las tragedías de Racine, lo admitimos;
que se prescinda, en lo posible, de una interro-
gación sobre los sujetos parlantes, lo aceptamos
también: pero "negamos que sea posible escudarse
en esas tentativas logradas para hacer que el aná-
lisis refluya, para remontarse hasta las formas de
discurso que las hacen posibles, y para poner a
discusión eI lugar mismo dei que hoy hablamos.
La historia de esos análisis en que la subjetívi-
dad se esquiva conserva en su poder su propia
trascendencia,
-Me parece que ahí está, en efecto (y mucho
más que en la cuestión repasada y vuelta are·
pasar dei estructuralismo}, el quid dei debate,
y de la resistencia de usted, Perrnítame, por jue-
go, como es natural, ya que, y esta lo sabe usted
bien, no tengo inclinación particular por la in-
terpretación, que le diga cómo he entendido su
discurso de hace un momento. "No hay duda, de-
da usted en sordina, de que estamos de aquí en
adelante obligados, a pesar de todos los combates
de retaguardia que hemos librado, a aceptar que
se forrnalicen unos discursos deductivos: no hay
340 CONCLlISIÓN CONCLUSIÓN
341

titucíón primera, deI horizonte teleológico, de la jarla de todo narcisismo trascen.dental; er.a preciso
continuidad temporal. Es a ella, a ese pensarnien- liberaria de ese círculo dei ongen perdido y re-
to que se actualiza hoy como eI nuestro, ai que cobrado en que estaba encerrada; era preciso mos-
mantendrernos en el predomínio histórico-trascen- trar que la historia dei pensamiento no podía
dental. Por ello, si bien estamos obligados a so- desempeõar ese papel revelador dei mundo tras-
portar, querámoslo o no, todos los estructura- cendental que la mecánica racional no tiene ya
Iismos, no podríamos aceptar que se tocara a esa desde Kant, ni las idealidades matemáticas desde
historia dei pensamiento que es historia de nos- Hnsserl, ni las significaciones dei mundo percibi-
otros rnismos: no podríamos aceptar que se des- do desde Merleau-Ponty, pese a los esfuerzos que
ataran todos esos hilos trascendentales que la han habían hecho para descubrirlo.
unido desde eI sigla XIX a la problemática dei Y creo que en el fondo, a pesar dei equívoco
origen y de la subjetividad. A quien se acerque introducido por el aparente debate dei estructu-
a esa fortaleza en la que nos hallamos refugiados, ralismo, nos hemos entendido perfectamente;
pera que estamos dispuestos a defender sólida- quiero decir: entendíamos perfectamente lo que
mente, repetiremos. con eI gesto que inmoviliza queríamos hacer los unos y los otros. Era muy
la prafanación: "Noli tangere". natural que usted defendiera los derechos de: una
Ahora bien, me he obstinado en avanzar. Y no historia continua, abierta a la vez alrrabajo de
porque esté seguro de la victoria ni confie en mis una teleología y a los procesos indefinidos de la
armas, sino porque me ha parecido que, por eI causalidad, pero no era para. protegeria d.e una
instante, ahí estaba lo esencial: liberar la histo· invasión estructural que hubiese desconocido su
ria dei pensamiento de su sujeción trascendental. movimiento, su espontaneidad y su dinamismo in-
El problema no era para mí en absoluto estruc- terno; usted quería, realmente, garantizar los po-
turalizarla, aplicando ai devenir dei saber o a la deres de una conciencia constituyente, ya que eran
génesis de las ciencias unas categorías que habían ellos los que se ponían a díscusíón. Ahora bien,
sido probadas en el dominio de la lengua, se tra- esa defensa debía tener lugar en otra parte, y no
taba de analizar esa historia en una discontinui- en eI lugar mismo dei debate; porque si usted
dad que ninguna teleología reduciría de antema- reconocía a una investigación empírica, a un me-
no; localizarla en una dispersión que ningún ho- nudo rrabajo de historia eI derecho de discutir
rizonte previo podría cerrar; dejarla desplegarse la dimensión trascendental, cedía usted entonces
en un anonimato ai que ninguna constitución lo esencial. De ahí una serie de desplazamientos.
trascendental impondria la forma dei sujeto: Tratar la arqueología como una investigación dei
abriria a una temporalidad que no prometiese la origen, de los apriori formales, de los actos funda-
vuelta de ninguna aurora. Se trataba de despo- dores, en suma como una especie de fenomeno-
342 CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN 348
logía histórica (cuando se trata para ella, por e1 los nuestros; sus procedirnientos, que acaso ten-
contrario, de liberar la historia de la empresa gan en otro lugar alguna validez, toparían aI puntc
fenomenológica), y objetarle entonces que fraca- con sus limites; dejarían escapar todo e! ccnteni-
sa en Sll tarea y que no descubre jamás otra cosa do completo que quisieran ustedes analizar; esta.
que una serie de hechos empíricos. Después opo- rían ustedes obligados a renunciar a su empiris
ner a la descripción arqueológica, a su preocupa- mo prudente, y caerían ustedes, a pesar suyo, en
ción por establecer unos umbrales, unas rupturas una extrafía ontología de la estructura. Tengan
y unas transformaciones, e! verdadero trabajo de pues, la sensatez de mantenerse en esas tierras qm
los historiadores que sería mostrar las continuida- han conquistado, sin duda, pero que en ade!ante
des (cuando desde hace decenas de afíos no es ya fingiremos haberles concedido, ya que somos nos.
ése el propósito de la historia) , y reprocharle en- otros quienes fijamos sus limites." En cuanto ai
tonces Sll despreocupación por las empiricidades. beneficio mayor, consiste, como es natural, en
Después todavia considerarla como una empresa disfrazar la crisis en que nos hallamos desde hace
para describir unas totalidades culturales, para largo tiernpo y cuya amplitud va en aumento:
homogeneizar las diferencias más manifiestas y crisis en la que interviene esa reflexión trascen
volver a encontrar la universalidad de las formas dental a la que se ha identificado la filosofia des
apremiantes (cuando tiene como propósito defi- de Kant; en la que interviene esa temática dei
nir la especificidad singular de las prácticas dis- origen, esa promesa de! retorno por el que esqui.
cursivas), y objetarle entonces diferencias, cam- vamos la diferencia de nuestro presente; en I<
bios y mutaciones. En fin, designarIa como la im- que interviene un pensamiento antropológico qm
portacíón, en el dominio de la historia, de! es- ordena todas esas interrogaciones a la cuestión dei
tructuralismo (aunque sus métodos y sus concep- ser dei hombre y permite evitar e! análísis de I,
tos no puedan en ningún caso inducir a confu- práctica; en la que intervienen todas las ideolo
sión) y mostrar entonces que no podría funcionar gías humanistas; en la que interviene -en fin J
como un verdadero anál isis estructural. sobre todo- e! estatuto deI sujeto. Ése es el deba
Todo ese juego de desplazamientos y de des te que desea usted disfrazar y de! cual espera us
conocimientos es absolutamente coherente y ne- ted, me .parece, desviar la atención, prosiguien
cesario. Comportaba su beneficio secundario: po- do los juegos agradables de la génesís y de! siste
der dirigirse en diagonal a todas esas formas de ma, de la sincron ía y deI devenir, de la relación
estructuralismos que no hay más remedio que y de la causa, de la estructura y de la historia.
tolerar y a las cuales ha habido ya que ceder tan- ,Está usted seguro de no practicar una metátesis
to, y decirles: "Ya ven ustedes a lo que se expon- teórica?
drían si tocaran a esos domínios que sou todavía -Supongamos, pues, que e! debate esté, en
344 CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN 345

efecto, donde dice usted; supongamos que se trate mantenerla en suspenso. Y es que, de momento, y
de defender o de atacar el último reducto dei sin que pueda todavia prever un término, mi dis-
pensamiento trascendental, y admitamos que curso, lejos de determinar el lugar de donde ha-
nuestra discusión de hoy ocupe un lugar en la bla, esquiva el suelo en el que podría apoyarse.
crisis de que habla usted: ,cuál es entonces el Es un discurso sobre unos discursos; pero no
título dei discurso de usted? ,De dónde procede y pretende encontrar en ellos una ley oculta, un
de dónde podría recibir su derecho a hablar? origen recubierto que sólo habría que liberar; no
,Cómo podría legitimarse? Si no ha hecho usted pretende tampoco establecer por sí mismo y a
nada más que una investigación empírica consa- partir de sf mismo la teoría general de la cual
grada a la aparición y a la transformación de los eSDS discursos serían los modelos concretos. Se
discursos, si ha descrito usted unos conjuntos de trata de desplegar una dispersión que no se pue·
enunciados, unas figuras epistemológicas, las for- de jamás reducir a un sistema único de diferen-
mas históricas de un saber, ,cómo puede usted cias, un desparramiento que no responde a unos
Iibrarse de la ingenuidad de todos los positivis- ejes absolutos de referencia; se trata de operar un
mos? ,Y como podrla valer su empresa contra la descentramiento que no deja privilegio a ningún
cuestión dei origen y el recurso necesario a un centro. Tal discurso no tiene como papel disipar
sujeto constituyente? Pero si pretende usted abrir eI olvido, hallar, en lo más profundo de las co-
una interrogación radical, si quiere usted situar sas dichas y ali! donde se callan, eI momento de
su discurso ai nivel en que nosotros mismos lo su nacimiento (ya se trate de su creación empíri-
situamos, sabe usted muy bien entonces que en- ca, o dei acto trascendental que les da origen);
trará en nuestro juego y que prolongará a su no pretende ser recolección de lo originario o
vez esa dimensión de la que trata, no obstante, recuerdo de la verdad. 'Tiene, por eI contrario,
de liberarse. O bien no nos afecta, o bien nosotros que hacer las diferencias: constituirias como oh-
lo reivindicamos. En todo caso, está usted obli- jetos, analizarlas y definir su concepto. En lugar
gado a decirnos lo que son esos discursos que de recorrer el campo de los discursos para reha-
desde pronto hará díez anos se obstina usted en cer por su cuenta las totalizaciones suspendidas, eu
proseguír, sin haberse tomado jamás la molestia Iugar de buscar en lo que ha sido dicho ese
de establecer su estado civil. Con una palabra: otro discurso oculto, pero que permanece el mis-
,qué son: historia o filosofia? mo (en lugar, por consiguiente, de desempenar
-Más que sus objeciones de hace un momen- sin cesar la alegoria y la tautologia) , opera sin ce-
to, confieso que esa pregunta me causa perpleji- sar las diferenciaciones, es diagnóstico. Si la filo-
dado No es que me sorprenda en absoluto; pero sofia es memoria o retorno dei origen, lo que yo
me hubiera gustado, durante algún tiempo aún, hago no puede ser considerado, en ningím caso,
346 CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN 347
como filosofía; y si la historia dei pensamiento caso de necesidad, de introducir muchas correc-
consiste en dar nueva vida a unas figuras casi bo- ciones- de lo que había emprendido con ocasión
rradas, lo que yo hago no es tampoco historia. de investigaciones concretas. La palabra arqueo·
-De lo que acaba usted de decir, hay que des- logia no tiene en absoluto valor de anticipación;
tacar ai menos que su arqueologia no es una designa únicamente una de las líneas de ataque
ciencia. La deja usted notar, con el estatuto in- para el análisis de las actuaciones verbales: espe-
seguro de una descripción. Todavía, sin duda, cificación de un nivel, el dei enunciado y dei ar-
uno de esos discursos que quisiera hacerse pasar chivo; determinación e iluminación de un do-
por alguna disciplina en estado de esbozo; lo cu ai minio: las regularidades enunciativas, las positi-
procura a sus autores la doble ventaja de no te- vidades; empleo de conceptos como los de regias
ner que fundamentar su cientificidad explícita y de formación, de derivación arqueológica, de
rigurosa, y abriria sobre una generalidad futura apriori histórico. Pera en casi todas sus dimensio-
que la libere de los azares de su nacimiento; uno nes y sobre casi todas sus aristas, la empresa 'con-
más de esos provectos que se justifican de lo que cierne a unas ciencias, a unos análisis de tipo
no son remitiendo siempre para más tarde lo científico o a teorías que respondeu a unos cri-
esencial de su tarea, eI momento de su verifica- terias de rigor. Concierne en primer lugar a unas
ción y la fijación definitiva de su coherencia; una ciencias que se constituyen y establecen sus nor-
fundación más de aquellas que fueron anunciadas mas en eI saber arqueológicamente descrito: son
en tan gran número desde eI sigla XIX: porque para ella otras tantas ciencias-objetos, como han
es bien sabido que, en el campo teórico moderno, podido seria ya la anatomia patológica, la filolo-
1.0 que nos complacemos en inventar, no son unos gia, la economia política, la biologia. Concierne
sistemas demostrables, sino unas disciplinas cuya también a unas formas científicas de análisis dei
posibilidad se abre, cuyo programa se perfila y que se distingue ya por eI nivel, ya por eI domi-
cuyo porvenir y destino se confían a los demás. nío, ya por los métodos y que acerca según unas
Ahora bien, apenas terminado eI punteado de su líneas de partición características; dirigiéndose, en
plano, he aqui que desaparecen con sus autores. la masa de las cosas dichas, ai enunciado defini-
Y el campo que hubiesen debido preparar per- do como función de realización de la actuación
manece estéril para siempre. verbal, se desprende de una investigación que
-Es exacto que yo no he presentado jamás la tendría como campo privilegiado la competencia
arqueología como una ciencia, ni siquiera como lingüística: en tanto que tal descripción consti-
los primeros cimientos de una ciencia futura. Y tuye, para definir la aceptabilidad de los enuncia-
menos que el plano de un edificio en provecto, dos, un modelo generador, la arqueologia intenta
me he aplicado a hacer la cuenta -a reserva, en establecer, para definir las condiciones de su rea-
348 CONCLUSIÓN CONCLlJSIÓN 349

lización, unas regias de formación; de ahí, entre si misma; no es para darle unlugar, definitiva-
esos dos modos de análisis un número determi- mente dibujado, eu una constelación inrnóvil,
nado de analogias pero también de diferencias sino para hacer surgir, con el archivo, las forma-
(en particular, por lo que atafie ai nivel posible ciones discursivas, las positividades, los enuncia-
de fonnalización); en todo caso, para la arqueo- dos, sus condiciones de formación, nu domínio
logia, una gramática generativa desempena eI pa- específico. Dominio que no ha sido todavia ob-
pei de un análisis-conexo. Adernás, las descripcio- jeto de ningún análisis (ai menos en lo que pue-
nes arqueológicas, en su desarrol\o y los campos de tener de particular y de irreductible a las in-
que recorren, se articulan sobre otras disciplinas: terpretaciones y a las formalizaciones); pero
tratando de definir, fuera de toda referencia a dominio dei cual nada hay que garantice de
una subjetividad psicológica o constituyente, las antemano -en eI punto de localización todavia
diferentes posiciones de sujeto que pueden impli- rudimentaria en que me encuentro ahora- que
car los enunciados, la arqueología atraviesa una se mantendrá estable y autônomo. Después de
cuestíón que actualmente plantea el psicoanálisis; todo, pudiera ocurrir que la arqueologia no haga
ai tratar de hacer aparecer las regias de forma- otra cosa más que desempenar el papel de un ins-
ción de los conceptos, los modos de sucesión, de trumento que permita articular, de una manera
encadenamiento y de coexistencia de los enuncia- menos imprecisa que en el pasado, el análisis de
dos, se encuentra con el problema de las estructu- las formaciones sociales y las descripciones epis-
ras epistemológicas; ai estudiar la formación de temológicas; o que permita enlazar un análisis
los objetos, los campos en que éstos emergen y de las posiciones dei sujeto con una teoria de la
se especifican, ai estudiar tarnbién las condiciones historia de las ciencias; o que permita situar eI
de apropiación de los discursos, se encuentra con lugar de entrecruzamiento de una teoría general
el análisis de las formaciones sociales. Son éstos de la producción y un análisis generativo de los
para la arqueologia otros tantos espacios correla- enunciados. Podría descubrirse finalmente que
tivos. En fin, en la medida en que es posible cons- la arqueologia es eI nombre dado a determinada
tituir una teoria general de las producciones, la parte de la coyuntura teórica que es la anual.
arqueologia como análisis de las regias propias a Que esta coyuntura dé lugar a una disciplina in-
las diferentes prácticas discursivas, encontrará lo dividualizable, cuyas primeras características y los
que se podría l\amar su teoria envolvente. límites globales se esbozasen aqui, o que suscite
Si yo sitúo la arqueologia entre tantos otros un haz de problemas cuya coherencia actual no
discursos que están ya constituídos, no es para impida que puedan ser más tarde vueltos a plan-
hacerla beneficiar, como por contígüidad y con- tear en otro lugar, de rnanera distinta, a no nivel
tagio, de un estatuto que no serfa capaz de darse a más elevado o según unos métodos diferentes,
350 CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN 351
todo ello es cosa que yo no podría de momento tituyen más bien e! conjnnto de las condiciones
decidir. Ya decir verdad, no soy yo sin duda quien según las cuales se ejerce una práctíca, según las
fijaría la decisión. Acepto que mi discurso se des- cuales esa práctica da lugar a unos enunciados
vanezca como la figura que ha podido llevarIo parcial o totalmente nuevos, según las cuales, en
hasta aqui. fin, puede ser modificada. Se trata menos de los
-Hace usted un uso extrafio de esa libertad límites puestos a la iniciativa de los sujetos que
que niega a los demás. Porque se atribuye todo de! campo en que se articula (sin constituir su
e! campo de un espacio libre que se niega incluso centro), de las regIas que emplea (sin que las
a calificar. ,Pera olvida usted e! cuidado que ha haya inventado ni formulado), de las relaciones
puesto en encerrar eI discurso de los demás en que le sirven de soporte (sin que ella sea su re-
unos sistemas de regias? ,Olvida usted todas esas sultado último ni su punto de convergencia) . Se
compulsiones que describía con meticulosidad> trata de hacer aparecer las prácticas discursivas
/No ha retirado usted a los individuas e! derecho en su complejidad y en su espesor; mostrar que
de intervenir personaImente en las positividades hablar es hacer algo, algo distinto a expresar lo
en que se sitúan sus discursos? Ha sujetado usted que se píensa, traducir lo que se sabe, distinto
la menor de sus palabras a unas obligaciones que a poner en juego las estructuras de una lengua:
condenan aI conformismo la menor de sus inno- mostrar que agregar un enunciado a una serie
vaciones. Es usted hombre de revoIución fácil preexistente de enunciados, es hacer un gesto com-
cuando se trata de usted mismo, pera difícil cuan- plicado y costoso, que implica unas condiciones
do se trata de los demás. Sería preferible, sin du- (y no solarnente una situación, un contexto, unos
da, que tuviese usted una conciencia más clara motivos) y que comporta unas regIas (diferentes
de las condiciones en las que habla, y en cambio de las regias lógícas y lingüísticas de construc-
una confianza mayor en la acción real de los hom- ción) : mostrar que un cambio, en e! orden dei
bres y en sus posibilidades. discurso, no supone unas "ideas nuevas", un poco
-Temo que esté usted cometiendo un doble de invención y de creatividad, una mentalidad
error: a propósito de las prácticas discursivas que distinta, sino unas transforrnaciones eu una prác-
he tratado de definir y a propósito de la parte rica, eventualmente en las que la avecinan y en
que reserva usted mismo a la Iibertad humana. su articulación común, Yo no he negado, lejos
Las positividades que yo he intentado estabIecer de eso, la posibilidad de cambiar e! discurso: le
no deben ser comprendidas como un conjunto de he retirado el derecho exclusivo e instantáneo a
determinaciones que se impusieran desde el exte- la soberania de! sujeto.
rior aI pensamiento de los individuas, o habitán- Y a mi vez quisiera, para terminar, hacerle a
dolo en el interior y como por adelantado; cons- usted una pregunta: ,qué ídea se hace usted de!
352 CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN 353
cambio, y digamos de la revolución, ai menos en sacudidas, las escansiones, elgran destino histó-
el orden científico y en el campo de los discur-
rico-trascendental dei Occidente?
sos, si la liga usted a los temas dei sentido, dei A esta pregunta, estoy convencido de que la
proyecto, dei origen y dei retorno, dei sujeto única respuesta que hay es política. Dejémosla,
constituyente, en suma, a toda la temática que por hoy, en suspenso. Quizá sea preciso volver a
garantiza a la historia la presencia universal dei ella pronto. y en otra forma.
Lagos? ~Qué posibilidad le concede usted si la Este libra no ha sido hecho más que para ale-
analiza según las metáforas dinâmicas, biológicas, jar algunas dificultades preliminares. Sé tan bien
evolucionistas, en las cuales se disuelve de ordi- como cualquiera lo que pueden tener de "in-
uario eI problema dificil y específico de la mu- grato" -en eI sentido estricto dei término- las
tación histórica? Más precisamente aún: ~qué es- investigaciones de que hablo y que he empren-
tatuto político puede dar usted ai discurso si no dido hace ya diez anos. Sé lo que puede tener de
ve usted en él más que una tenue transparencia un poco áspero el tratar los discursos no a partir
que chispea un instante en el límite de las co- de la dulce, muda e intima conciencia que en
sas y de los pensamientos? La práctica dei discur- ellos se expresa, sino de un oscuro conjunto de
so revolucionaria y dei discurso científico en Eu- regias anónimas. Lo que hay de desagradable en
ropa, desde hará pronto doscientos anos, ~no le hacer aparecer los límites y las necesidades de
ha liberado a usted de la idea de que las palabras una práctica, allí donde se tenía la costumbre
sou viento, un cuchicheo exterior, no rumor de de ver desplegarse, en una pura transparencia, los
alas que cuesta trabajo escuchar en medio de la juegos dei genio y de la libertad. Lo que hay de
seriedad de la historia? ~O habrá que imaginar provocativo en tratar como un haz de transfor-
que, para rechazar esta leccíón, se empena usted maciones esta historia de los discursos que se ha-
en desconocer, en su existencia propia, las prác- llaba animada hasta ahora por las metamorfosis
ticas discursivas, y que quisiera usted mantener tranquilizadoras de la vida o la continuidad in-
contra ella una historia dei espíritu, de los co- tencional de lo vivido. Lo que hay de insoporta-
ble en fin, habida cuenta de lo que cada uno
nocimientos de la razón, de las ideas o de las opi-
quiera poner, piensa poner de "si mismo" en su
niones? ~Qué miedo es, pues, ese que le hace res-
propio discurso, cuando comienza a hablar, lo
ponder a usted en términos de conciencia cuan-
que hay de insoportable en recortar, analizar,
do se le hable de una práctica, de sus condiciones,
combinar, recomponer todos esos textos vueltos
de sus regias, de sus transformaciones históricas? ahora ai silencio, sin que jamás se dibuje en ellos
~Qué miedo es, pues, ese que le hace a usted bus-
el rastro transfigurado dei autor: "I Cómol Tan-
car, más allá de todos los limites, las rupturas, las tas palabras amontonadas, tantas marcas deposí-
354 CONCLUSIÓN CONCLUSIÓN 35!í
tadas sobre tanto papel y ofreeidas a innumera- Y diferenciada, que obedece a unas regIas y a una:'
bles miradas, un ceio tan grande para mantener- transformaciones analizables, antes que verse prt
las más alIá dei gesto que las articula, una piedad vados de esa tierna certidumbre, tan consoladora
tan profunda puesta en conservarIas e inscribir- de poder cambiar, ya que no el mundo, ya que
las en la memoria de los hombres; ,todo eso para no la vida, aI menos su "sentido" por eI solo fres-
que no quede nada de esa pobre mano que las cor de una palabra que no procedería sino de ellos
ha trazado, de esa inquietud que trataba de apa- mismos, y permanecería lo más cerca deI orige.n,
ciguarse en ellas y de esa vida terminada que ya indefinidamente. jTantas cosas, en su lenguaje.
no tiene más que a ellas para sobrevivir? EI dis- les han escapado ya!... No quieren que se les
curso, en su determinaeión más profunda, <no escape además, lo que dicen, ese. pequeno f~ag­
seria 'rastro'? Y su murrnullo, ,no sería el lugar mento de discurso -palabra o escntura, poco Im-
de las inmortalidades sin sustaneia? <Habría .que porta- cuya frágil e insegura existencia debe Ile-
admitir que el tiempo dei discurso no es el tiem- var su vida más lejos y por más largo riempo. No
po de la concieneia Ilevado a las dimensiones de pueden soportar (y se los comprende un poco'
la historia, o eI tiem po de la historia presente oírse decir: "EI discurso no es la vida: su tiempo
en la forma de la conciencia? <Y que aI hablar no es el vuestro; en él, no os reconciliaréis con
no conjuro mi muerte, sino que la establezco, o la mnerte; puede muy bien ocurrir que hayáis
más bien que anulo toda interioridad en ese ex- matado a Dios bajo el peso de todo lo que habéis
terior que es tan indiferente a mi vida, y tan dicho; pero no penséis que podréis hacer, de todo
neutro, que no establece diferencia alguna entre lo qne decis, un hombre que viva más que él".
mi vida y roi muerte?"
En cuanto a todos ésos, comprendo bien su
mal estar. Les ha costado, sin duda, bastante tra-
bajo reconocer que su história, su economía, sus
prácticas sociales, la lengua que hablan, la mito-
logía de sus antepasados, hasta las fábulas que les
contaban en su infancia, obedecen a unas regIas
que no han sido dadas todas ellas a su conciencia;
no desean en modo alguno que se les desposea,
además y por afiadidura, de ese discurso en eI que
quicren poder decir inmediatamente, sin distan-
cia, lo que piensan, creen o imaginan; preferirán
negar que eI discurso sea una prãctica compleja

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