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TEORÍAS SOCIOLÓGICAS Y CRIMINOLÓGICAS Avance
TEORÍAS SOCIOLÓGICAS Y CRIMINOLÓGICAS Avance
Pero, más allá de explicar cómo se otorga a una acción y a un sujeto una etiqueta, es
importante conocer la influencia que esta etiqueta tiene en la estructura de
personalidad del sujeto. Basados en el interaccionismo simbólico, los autores de la
teoría plantean que la reacción social formal crea la identidad de delincuente (Aebi,
2016). La identidad se forma de la interacción con los demás y si ellos identifican a
un sujeto como delincuente y lo tratan como tal, este asume esa nueva identidad
como consecuencia del resentimiento por el castigo recibido y en aras de protegerse
de la hostilidad que recibe del entorno social. Además, el ser etiquetado como
delincuente limita el acceso a grupos y acciones sociales positivas por lo que el
sujeto tenderá a unirse a aquellos que también han sido etiquetados como tal y a
comportarse como la sociedad espera que se comporten, como delincuentes (Aebi,
2016).
Según Melton (1980), las sociedades anómicas tienen tres características (Cid-
Moliné y Lan•auri Pijoan, 2001), a saber:
a) Desequilibrio entre fines y medios. La cultura, a través de los principales y
diversos canales de transmisión de valores (familia, escuela, medios, etc.)
define los objetivos que un sujeto debe alcanzar (normalmente
relacionados con el éxito económico) y los medios para alcanzarlos; de
esta forma, los sujetos de esa cultura, presionados por cumplir con las
expectativas de la sociedad que les dará un estatus, buscan medios
eficaces para alcanzarlas, aunque no siempre sean lícitos.
b) Universalismo en la definición de los fines. Los fines impuestos por la
cultura no son exclusivos de un pequeño y favorecido grupo social, sino
que se extienden a toda la sociedad.
c) Desigualdad de oportunidades. Aun cuando la presión por alcanzar los
fines es extendida a toda la ciudadanía, en muchas sociedades existe gran
disparidad en los recursos, lo que lleva a que algunos grupos de una
sociedad estén en desventaja para alcanzar los fines, frente a los que
cuentas con ellos.
Por otro lado, Cohen (1955), en busca de una explicación de la delincuencia juvenil,
sugiere que los fines fijados, la interpretación de sus logros y la adaptación, se da en
función del grupo de referencia, pues es con ellos con quien se compara y de quien
espera refuerzo, de esta forma la presión anómica surge en realidad cuando para un
joven de clase baja, su grupo de referencia es de clase media, pues es ahí cuando
entra en conflicto y acudirá a medios ilícitos para alcanzar
sus metas (Cid-Moliné y Lanauri-Pijoan, 2001).
Otras aportaciones a esta teoría son los de Messner y Rosenfeld (2001), quienes
estudian la dimensión estructural de la teoría de la anomia, y advierten que ese sobre
valor otorgado al éxito económico ha permeado las distintas instituciones sociales y,
por ende, la transmisión de valores al sujeto. (Hueltas-Díaz, 2010). Por otro lado,
Agnew (1992, 2012) en su interés por explicar la dimensión individual del
planteamiento de Melton, desarrolla la Teoría de la Tensión en la que arguye que la
discrepancia no solo entre fines y medios de los que dispone un individuo, sino entre
las expectativas que se hace y los logros que alcanza; la no recepción de refuerzos;
o la exposición a situaciones negativas, provocan en el sujeto una Inmensa tensión
que se transforma en frustración y, la vía delictiva es una opción para alcanzarlas
metas, es decir, minimizar la tensión y la frustración (Aebi, 2016; Mohamed-Mohand,
2008; Mohamed-Mohand et al. 2011).