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Gabinete de gobierno[editar]
Secretario Secretaría
Fue entonces cuando irrumpió en la política como vía para encumbrarse. Cuando
finalizó la ocupación y los militares estadounidenses –para quienes había sido un
oficial sumiso– abandonaron el país, el nuevo presidente, Horacio Vázquez, le
nombró jefe del Estado Mayor de la Guardia Nacional. Empezaba a controlar
los más altos estamentos del poder, y participó activamente en el derrocamiento
de su protector.
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La paz con Haití duró poco. Eran muchos los emigrantes haitianos que
trabajaban en las comarcas fronterizas dominicanas, donde los salarios y el nivel
de vida eran más altos. Su presencia, además de estimular el odio entre las dos
comunidades, despertaba la animadversión de los obreros dominicanos, porque
los haitianos aceptaban peores condiciones laborales. Trujillo acabó viendo su
presencia como un intento de invasión en respuesta a la anexión de territorios que
había conseguido en las negociaciones fronterizas, y decidió resolver la situación
de manera drástica: ordenando matarlos a todos.
Los estrategas del genocidio se proveyeron de una fórmula sencilla para saber
quién era haitiano. A los sospechosos se les obligaba a pronunciar en voz alta
la palabra perejil, difícil de decir con corrección para hablantes de lengua
francesa, y aún más para haitianos analfabetos, cuya única lengua era el creole.
Una vez más, Trujillo impuso su voluntad ante la debilidad del ejecutivo
haitiano. Accedió a pagar una insignificante compensación de 750.000
dólares, el equivalente a treinta pesos por muerto. Pero en cuanto los
norteamericanos se apartaron del acuerdo, Trujillo volvió a regatear y la cifra
quedó reducida a 525.000 dólares, que nunca se supo quién recibió y administró.
Desde luego, los familiares de las víctimas no.
Trujillo junto a su esposa y, a la izqda. de la imagen, la primera dama de EE.UU., Eleanor
Roosevelt.
Dominio público
Su voluntad de perpetuarse en el poder la consiguió sin violar el orden
constitucional, alternando las legislaturas en que no podía presentarse a la
reelección con las de candidatos que respetaban dócilmente su condición de
Generalísimo de las Fuerzas Armadas, desde la que impartía órdenes,
instrucciones y vetos.
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Con Franco enseguida estableció relaciones de confraternidad. Le admiraba,
compartía sus principios e imitaba la parafernalia del régimen español. Algunos,
sin embargo, opinan que le envidiaba porque tenía más poder al frente de un
estado más grande. Y, paradójicamente, en los anales del exilio republicano tras
la Guerra Civil, fue el primer presidente latinoamericano que acogió a grupos de
refugiados. Como miembro fundador de Naciones Unidas, facilitó que un
diplomático español –concretamente, Ángel Sanz Briz, conocido como el Ángel
de Budapest– asistiese como observador en San Francisco en calidad de agregado
de la delegación dominicana.
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