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OTRA VUELTA AL SOL DE LA FAMILIA HERIBERTISTA

Texto: Joaquín Jerez Herrera


“Todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña sin
saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir
la escarpada”
- Mario Benedetti (Escritor uruguayo)

Los acontecimientos históricos y trascendentes que conducen a conmemoraciones


y reconocimientos ciudadanos seguramente tienen sus antecedentes en todas
aquellas acciones altruistas cuyas huellas marcaron el sendero de las
generaciones, que en coro silencioso saben valorar todo el periplo de su corta o
larga historia. Para el caso que nos ocupa, motivo de esta nota, es para felicitar a
toda la familia heribertista, regocijada como yo, por cumplir 51 años de creado el
“Colegio Departamental Heriberto García Garrido” (12 de febrero de 1969), quien a
partir del 8 de noviembre pasó a llamarse Institución Educativa Heriberto García
Garrido.

Desde entonces los soñadores de ayer que aun viven, saben que su legado
transferido a otras generaciones y directivos institucionales no los han defraudado.
Sus propósitos educativos y humanistas con los que fue creado han sido
interpretados por docentes, directivos, trabajadores, padres de familia y comunidad
en general que, pese a las dificultades en todos los frentes, hemos asumido el reto
inaplazable y transformador de seguir educando a las distintas generaciones de
Toluviejo y su entorno.

Nada más significativo para un profesor(a) que expresar en voz alta, ¡51 años de
vida institucional, no se cumplen todos los días! Más, si para el caso personal, llevo
un cuarto de siglo como protagonista y testigo excepcional de las afugias
económicas en que se mueve la administración y de los problemas
socioeconómicos padecidos – desde múltiples direcciones – por su población
escolar, víctima inocente de un estado indolente y sin políticas claras que ayuden a
superar las dificultades de hacinamiento, infraestructura locativa, carencia de agua
potable, entre otros, para hacer del acto educativo una convivencia con el saber en
condiciones más dignas.

Todas estas falencias son poca cosa frente a la grandeza, inteligencia y sabiduría
de la “gran familia heribertista”, de todas las épocas. Pues ésta ha comprendido que
las personas pasan, las instituciones quedan. Pero en ese pasar, raudo o más lento,
cada uno va dejando su huella, trazando senderos desde las distintas áreas que, al
unir esos pasos se tapiza el camino para el advenimiento de nuevos bachilleres,
profesionales diversos cuya luz constituye el esplendor institucional, ese que motiva
el orgullo personal para decir a mandíbula batiente “soy egresado o estudié, a
mucho honor, en el Heriberto García Garrido”.

Son estos grandes y gratificantes aspectos los que hacen que esta efeméride tenga
un valor superlativo al interior de la comunidad toluviejana que sabe reconocer y
distinguir que la Institución no es la planta física y dependencias similares; no. La
Institución que hoy conmemora los 51 años de creada, su tesoro mayor es su
Talento Humano, que desde sus distintas posiciones y cargos hacen su labor con
dedicación, honradez profesional, humanismo, pero sobre todo con paciencia, como
el soporte psicológico irremplazable para ayudar a transformar la manera de pensar,
sentir y actuar de nuestros muchachos.

Es este mismo Talento Humano que tiene el imperativo moral y ético de saber
convivir en medio de las diferencias, resolverlas a través del diálogo para generar
consensos que ayuden a dejarle a las generaciones presentes y futuras, un país y
una sociedad distinta – más humana, incluyente y justa – que en la que nos ha
tocado vivir. A partir de hoy “la familia heribertista”, en cabeza de su Rectora, debe
asumir un reto: escribir las páginas doradas del “nuevo” Heriberto García Garrido,
es decir, que la historia – con todos sus altibajos valorativos y conceptuales - recoja
los primeros 50 años y éste con el que inicia el otro medio siglo, no importa el
referente pandémico, sea el punto de partida para inaugurar un nuevo ciclo
educativo en la relación alumno-tecnología-maestro como el elemento multimedial
y de convergencia con el saber en esta época contemporánea.

Permítanme terminar estas líneas dedicando unas a la razón de ser de la Institución:


¡los alumnos! Sin ellos todo cuanto se diga o haga no tendría sentido. Porque, quién
no se contagia de su espontánea alegría, su franqueza ilimitada y bullicio justificado,
justo cuando el sol abre sus párpados, como en una “procesión cinematográfica”
uno a uno de ese enjambre humano llega a quitarle la virginidad al silencio de los
salones para contagiarlos de sueños, alegría… en síntesis, de vida desbordada. O,
quién no siente una gran satisfacción, por el deber cumplido, cuando la tarde
solloza, nuevamente vuelve a ver esa multitud abigarrada que alegres – que lección
de vida nos dan – se marchan a sus humildes hogares. Yo, por supuesto, los
extraño, al igual que mis compañeros(as), cuyo calor humano y sincero ha sido y
seguirá siendo correspondido.

Heriberto García Garrido, gracias. Un cuarto de siglo vivido – laboralmente – bajo


tu techo, no pasa inadvertido. De la mano de tu noble familia subí la escarpada
montaña… hasta llegar a tu cima y desde allí gritar henchido de emoción…

¡Gracias, gracias!¡Feliz aniversario!

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