DUELO E HISTORIZACION. CORDOVA.

Nasio: la adolescencia es un pasaje revoltoso que es configurado como una histeria

saludable y un duelo. El complejo de Edipo se expresa por una neurosis, por ende, cada
sujeto atraviesa dos neurosis saludables: infancia y adolescencia.
Freud: afirma que el adolescente no recuerda nada de lo olvidado ni de lo reprimido, no lo
produce como recuerdo sino como acción, repitiéndolo sin saber. La denominada crisis de
la adolescencia es la expresión de una neurosis de transferencia donde sale a la luz en el

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aquí y en el de una forma dramática la relación con los padres, los síntomas y los acting que
actualizan los recuerdos infantiles interpretados por el Edipo adolescente incestuoso y
genital.
El momento lógico será la creación de una enfermedad artificial necesario y a veces
revoltosa. Es necesario que el sujeto la atraviese para representar y cancelar en su presente

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sus fantasmas y traumas infantiles, antes de desprenderse de sus padres, dejando atrás los
deseos incestuosos e idealizaciones edípicas. La resolución de esta neurosis de desarrollo
apura la constitución del fantasma y la conclusión de un trabajo de duelo historizante, lo
infantil que configura el tiempo pasado y habilita el pasaje al tiempo lógico de la juventud
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debido a su nueva disposición libidinal, la primacía del ideal del yo y su horizonte,
anticipación de un futuro incierto y prometedor.
Historizar desde el psicoanálisis durante el devenir adolescente es ligar los recuerdos a las
propias palabras, logrando así una construcción subjetiva de la historia diferenciada del
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discurso parental, mediante un trabajo de construcción y apropiación subjetiva que

posibilita una narración en primera persona con sedimentos, ruinas, mitos y fantasmas
dado que los restos de un pasado infantil que no fue elaborado y enlazado en un relato,
estan destinados a un desencadenamiento psicopatológico. La historización se encuentra
ligada a un trabajo de duelo adolescente ya que habilita el abandono libidinal de los objetos
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infantiles. Los trabajos de duelo e historización permiten nuevas transcripciones,

entramados (conjunto de cosas relacionadas entre sí) representacionales y ligaduras que
proponen nuevos recorridos para la pulsión y nuevos horizontes subjetivos.


Historia e historización: Piera Aulagnier destaca un trabajo determinante del éxito o del
fracaso de la transición adolescente en su conjunto. Este trabajo consiste en “poner en
memoria y poner en historia” permitiendo que el tiempo pasado y perdido logre una
continuidad como existencia de una organización psíquica en constante por venir.
Recordar y elaborar lo infantil requiere aceptar la muerte simbólica de los padres infantiles
y del niño maravilloso que renace para encarnar los sueños del narcisismo familiar, para
esto se requiere un proceso de duelo e historización.

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LA INVESTIGACION HISTORICA FAMILIAR. GRASSI.
Freud en sus aportes da cuenta de percibir el interés de los niños en asuntos de la vida
sexual, estas preguntas se ponen en marcha por obra de la pulsión del saber, son preguntas
que constituyen las actividades de investigación y teorización que posibilitan el desarrollo
de la pulsión del saber en ámbitos de interés más amplios, la obstaculización de estas
preguntas puede traer dificultades en el aprendizaje.
Piera Aulagnier, plantea que estas preguntas tienen un lugar fundante en la constitución

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psíquica ya que remiten a la construcción de sucesos de sus orígenes. Es una construcción
que el niño debe realizar apoyándose en funciones parentales y de fragmentos significantes
en practicas discursivas desarrolladas en los intercambios libidinales con sus padres y sus
allegados.
Estos fragmentos son mitos sobre como nacen los niños, sobre su orígenes, sus antepasados

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y sobre todo sobre las relaciones establecidas entre los protagonistas de esta nueva
historia. El signo de deseo de la relación entre los padres y de su lugar imaginado, deseado
por y en el conjunto parental que los procede. Una de las funciones de esta operación es
que liga al niño al deseo de los padres y a su genealogía, ubicando el deseo de los padres
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como causa de su existencia.
Las preguntas que el niño se hace respecto a sus orígenes son preguntas que se hace el yo,
respecto de su propia génesis, nacimiento del yo que tiene sobre su (pre)historia y
genealogía. Piera Aulagnier otorga al yo como instancia responsable de los procesos de
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historización. Anudar los intereses sexuales de los orígenes del yo, es también un interés
por los orígenes de la historia que lo antecede que conforman su genealogía. Estas
preguntas ligadas a la genealogía, obra y función del yo en un trabajo de historización que
conectan al sujeto con los mitos de origen que conforman la trama familiar en la que se
enclava. Se conectan los fragmentos significantes de la existencia y de la vida psíquica de
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sus predecesores, elementos transmitidos con los que se estructura comenzando por la
nominación “su nombre propio, lo mas impropio”
El yo no puede prescindir de un saber sobre su ontogénesis, sobre su historia libidinal e


identificatoria, por ende, es una necesidad de funcionamiento anclar en una historia que
sustituye un tiempo vivido perdido por la versión que el sujeto se procura a su
reconocimiento de las causas que lo hicieron ser, dando razón a su presente.
En la infancia este trabajo de investigación está al servicio de la identificación del niño con
el grupo, ideales, con sus objetos privilegiados para la incorporación de este que constituye
una de las partes del contrato narcisista. En la adolescencia este trabajo se encuentra ligado
a la desidentificación para ponerse al servicio de imaginizar e inventar un futuro ligado a
ese pasado, a la genealogía. El proyecto identificatorio guiado ahora por el ideal del yo, nace
de este trabajo.

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