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El mundo cambió pero no se detuvo. Nosotros seguimos haciendo Ciencia para el Progreso.
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Mediante un proyecto de impacto social, tres estudiantes de décimo semestre del programa
de Ingeniería Electrónica y Telecomunicaciones de la Universidad Autónoma del Caribe,
desarrollaron una planta potabilizadora de agua alimentada con energía solar para beneficio
de la comunidad de la ranchería ‘Dividivi’, ubicada en el departamento de La Guajira.
En una zona casi desértica, poblada por una especie de complejo de casas cercadas,
elaboradas con varas de madera organizadas de forma vertical y que están repelladas con
arcilla, se encuentra ubicada la ranchería Dividivi a las afueras de la ciudad de Riohacha,
exactamente a unos 15 kilómetros.
“Los indigenas conviven en habitaciones muy grandes comparadas con las de cualquiera. En
esta pueden domir entre cinco y ocho personas por cuarto. Las cocinas tienen como unos
siete metros de ancho como por tres de profundo. Preparan los alimentos sobre parillas de
hierro y leña. Los baños están aparte, es decir, cada dependencia de la casa está por separada
como si se constituyera en una casa por sí mismas”, recuerda Manuel De los Reyes, uno de los
hacedores de este proyecto.
Son varios los problemas que enfrenta esta comunidad día a día, pero, el que más les aqueja
es la falta de agua potable y la ausencia de energía eléctrica. Las condiciones del líquido que
consumen en su mayoría no pasa por un debido proceso de potabilización, según reconoce el
joven estudiante.
Dentro del trabajo de campo realizado por los estudiantes, observaron que el agua para el
consumo diario que utilizan las 20 personas que viven en esta ranchería se obtiene de un pozo
subterráneo y es extraída por medio de un molino de viento, sin tener ningún tratamiento,
exponiendo así a sus habitantes a enfermedades infecciosas.
El adentrarse en esta ranchería y conocer el sistema que usaban para extracción del agua,
causó una impresión fuerte en los estudiantes. Su asombro aumentó cuando uno de los
habitantes les comentó que el líquido se obtenía de un humedal natural que está por debajo de
los 40 metros al nivel de la tierra y gracias a la presión que ejercia un molino de viento.
El molino sacaba el agua las 24 horas, la llave se mantenia abierta todo el día y se
desperdiciaba el líquido: el sistema que usaba la comunidad era bueno pero, a la vez, tenía un
uso irregular y el agua se desperdiciaba. Además de esto, si bien el molino tenía unos filtros
internos, el líquido que se extraía del humedal tenía muchas partículas que se alcanzaban a ver
con el ojo humano y otras que no se podían percibir, con presencia de bacterias.
Fue mediante un análisis visual en primera instancia que el grupo de ingenieros se dio cuenta
de que algo no estaba bien. Una muestra del agua fue llevada a la empresa Triple A en
Barranquilla, para hacerle un estudio en el que se encontró que el agua tenía muchas bacterias
perjudiciales para el ser humano. Así mismo, gracias a la asesoría de una empresa caleña, fue
diseñado el sistema de filtrado adecuado para este tipo de agua.
Los materiales utilizados para el montaje de la planta potabilizadora de agua fueron los
siguientes: panel solar policristalino 260W (MARCA POWEST), baterías secas 12v 55 Ah de
AGM (MARCA FULIBATTERY), inversor 12V/110V de 450W, controlador solar inteligente
20AMP, unidad de filtración RO600 GPD, bomba presurizadora, tubería, cableado y accesorios.
Todo esto tuvo un costo aproximado de 7.994.800 pesos, incluyendo la mano de obra.
La instalación del sistema de purificación de agua, alimentado con energía solar, se puso a
disposición de esta comunidad, la cual hoy goza de tener agua potable para el consumo.
Además, con el uso de energía solar le dio solución a la falta de energía eléctrica, trayendo
como resultado innovación al departamento y el aprovechamiento de las condiciones
meteorológicas de la zona.
“El sitema eléctrico no solamente le sirve para alimentar la planta, sino tambien para cargar
elementos electronicos, y en las horas nocturnas para prender cuatro bombillos por unas dos
o 3 hora continuas”, comenta De los Reyes.
La planta potabilizadora puede trabajar todo el día bombeando aproximadamente unos 600
galones de agua. Tiene un sistema automático donde las personas solo tienen que abrir la
llave, de inmediato la máquina enciende todos sus aparatos electrónicos. En el momento en
que se cierra la llave el tanque se llena de agua para seguir tratándola, luego la planta se apaga
y deja de consumir energía.
“Las personas que estaban en el momento que se instaló el sistema de extración del agua se
quedaron sorprendidos, porque no entendian lo que estábamos haciendo. La planta no solo
mata las bacterias, sino que elimina los sabores y olores. El líquido sale un 98% puro y su nivel
de purificación se marca a través de una pantalla que hace parte de esta. Cuando tomaron el
agua por tratada por primera vez se mostraron un poco escépticos, pero al final estaban
felices”, señala el estudiante.
No fue una tarea fácil instalar la planta, pues la única que hablaba español era la jefe de la
ranchería que en algunas ocasiones no estaba presente, los demás hablaban ‘wayuunaiki’ y
era muy complicado pedirles colaboración.
A pesar de que hay poca arborización, los niños corren descalzos sin ningún problema. La
personas son muy arraigadas a su cultura y mantienen lazos de fraternidda muy fuertes. Las
mujeres se dedican a tejer mochilas, chinchorros y a las labores de la casa. El hombre sale en
busca de comida y es asi como se sostienen del rebusque y el turismo.
“Fue una experiencia muy gratificante. Tuvimos contacto con una comunidad muy diferente a
lo que nosotros estamos acostumbrados en la ciudad. Al principio resultó complicado ya que
tuvimos muchos percances y los costos sobrepasaron el presupuesto inicial, pero al ver la
gente feliz no nos importó el cansancio y ni el sol. Esperamos que se nos de la oportunidad
con el Estado o con una entidad privada, para poder llevar este proyecto a muchas
comunidades”, manifiesta Manuel De los Reyes, hacedor de este proyecto.
Este trabajo lleva como título ‘Sistema de purificación de agua alimentado con energía solar,
implementado en la ranchería Dividivi en el departamento de la Guajira’, fue costeado en su
totalidad por los estudiantes y contó con la asesoria de los docentes y también ingenieros
José Ledesma y Evert De los Rios. LLT
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“Mi marca lleva mi nombre, así es como quiero que el mundo me conozca: como una firma
auténtica y contemporánea. El deseo de salir adelante me llevó a crearla, desde niño lo soñé y
encontré en el diseño mi pasión. Amo transformar el mundo”, comenta el diseñador.
Mejorar la imagen de sus clientes sacando lo mejor de ellos, motivarlos a que salgan de su
zona de confort, se sientan seguros de si mismos y sean osados. Es el sello que caracteriza
cada una de las prendas que Enrique Vargas.
Lanzarse a un mercado bastante competitivo como es el de la moda no fue fácil para este
diseñador. Cuenta que su convicción y las ganas por sacar a delante sus sueños fue lo que lo
impulsó a seguir luchando. “Iniciar es una etapa difícil. Darte a conocer, que la gente crea en ti,
es un tema complejo, pero la mejor carta de referencia siempre será tu trabajo. Si tu atención y
los productos que ofreces son óptimos, el crecimiento será notorio”, revela Vargas sobre su
estrategia para posicionarse en Riohacha.
“Nuestros productos son elaborados sobre medidas, basados en los requerimientos de los
clientes. En el mercado conseguimos muchas prendas atractivas y de calidad, pero sin la
asesoría ideal para los consumidores. En Atelier Enrique Vargas diseñamos, creamos y
producimos prendas basadas en las necesidades de nuestros clientes”, explica el Diseñador
de Modas.
“Más que crear un diseño para vestir a una personalidad o a una Miss, hay que tener en cuenta
que cada cliente es un reto distinto. Satisfacer sus necesidades será complejo, en eso
trabajamos cada día”, señala Vargas desde su taller.
La Universidad.
‘Kike' Vargas, como es conocido este diseñador, se describe como un guajiro soñador, con
espíritu de liderazgo y un corazón receptor de buenas energías. Se caracteriza por ser un
amante de la moda y el buen vestir, además disfruta de compartir con su familia y amigos.
Su experiencia en la Universidad Autónoma del Caribe cambió su vida, como él afirma. Cuenta
que esta Alma Máter es a quien le debe la persona que es hoy. Fueron muchas las vivencias,
los conocimientos y las herramientas que le brindó la universidad para enfrentarse al mundo
laboral como diseñador de modas.
“Es mucho lo que tengo que agradecer, el apoyo incondicional y el respaldo a mi carrera. Nuca
nos han dejado solos, siempre desde la distancia nos apoyan y eso me ayuda a forjar mis
sueños”, manifiesta el guajiro.
Por otra parte, Vargas además de crear y producir diseños lleva 9 años realizando su labor
como docente en el Instituto Sena de la Guajira. Esta vocación la lleva en la sangre, puesto que
la mayoría de sus familiares se dedican al servicio de educar. Esta fue su primera oferta
laboral y dice que “es más lo que he aprendido que lo que he enseñado”.
Este joven guajiro también se dedica a trabajar con mujeres cabeza de hogar, pertenecientes a
comunidades indígenas. Le tocá llegar a lugares de difícil acceso donde no existe la
tecnología, ni mucho menos entra la señal de teléfonos celulares y aparte de eso le toca
ingeniárselas para trabajar con ellas, debido a que estas nativas no hablan casi el español.
“La forma de contribuir a la sociedad es dejando una huella. Mi aporte es compartir mis
conocimientos con los menos favorecidos, ya que a partir de esto se puede construir,
transformar y cambiar la vida de las personas”, expresa el entrevistado.
"Luchar por cada cosa que nos Propongamos" es la frase mantra de Kike. Sus proyectos a
futuro son: seguir llevando el nombre de Enrique Vargas a otros países para que la gente
conozca su trabajo, comercializar su producto y ubicar una tienda en otra ciudad del país para
darle fuerza a su firma. LLT
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Domingo, 28 Octubre 2018 14:55
La entidad reconoció la “invaluable labor formativa de arquitectos con alto compromiso social
en procura del bienestar del Caribe colombiano”. La exaltación fue recibida por el director del
programa de Arquitectura, Alfredo Arrieta, quien en nombre de la universidad agradeció por tan
honrado reconocimiento.
El acto estuvo presidido por la Alcaldesa de Riohacha Alexa Henriquez y Xenia Meza Barros,
Directora de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, regional Guajira, ambas egresadas de la
Universidad Autónoma del Caribe y quienes recibieron exaltación por parte de la institución por
su aporte al desarrollo de la arquitectura y urbanismo de la región.
En este mismo acto se convocaron a los egresados del programa en la Guajira para
conmemorar su día y para que recibieran por parte de la institución y su oficina de egresados
la credencial que los acredita como graduados y socializarle las áreas estrategias y beneficios
otorgados para ellos desde la institución.
La Universidad Autónoma del Caribe tiene como una de sus principales misiones el fomentar
espacios académicos de debate y discusión sobre los nuevos conocimientos y tendencias de
las investigaciones, tanto para que sus estudiantes sean formados de manera integral como
para ser un referente de estudios en la región.
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Alrededor de 200 personas agrupadas en 40 familias, vieron por primera vez una bombilla
encendida.
Aunado a lo anterior, la Uniautónoma también se vinculó a esta causa con la donación de dos
abanicos, pinturas para que la infraestructura de la escuela tenga una mejor vista y útiles
escolares para los niños.
El proyecto consta de un generador eólico que consiste en una hélice que se mueve a la
velocidad del viento y pone en función un alternador que carga unas baterías, las cuales
permiten que unos inversores AC transformen la energía y se envíe tanto a la escuela como
al centro de reuniones.
A la entrega de este prototipo eólico generador de energía eléctrica asistieron, además de los
estudiantes, los docentes del Programa de Ingeniería Mecatrónica Kelvin Beleño y Saúl Pérez
Pérez; la directora de Alianza Estratégica María Elena Mejía y Leidy Osorio, de Vicerrectoría de
Investigación.
El profesor Alberto Fuentes Granadillo expresó unas palabras de agradecimiento por toda
labor desarrollada en beneficio de su comunidad, especialmente por la escuela donde dicta
clases “Estamos contentos por ese aporte que nos están dando, tanto para la comunidad
como para el colegio, ya que se nos hace más fácil trabajar en la parte tecnológica. Ahora
podemos mostrar videos sobre una clase, porque ahora sí contamos con el medio, que es la
energía eléctrica”.
Con este proyecto se facilita en gran medida las actividades cotidianas de la comunidad, pues
sus habitantes no podían cargar sus celulares diariamente y tenían que enviarlos hasta
Riohacha. Muchas veces duraban hasta más de varios días para poder usar nuevamente esta
herramienta tecnológica.
“Sólo podíamos usar los teléfonos para llamadas de emergencia. Para que la carga durara
más tiempo teníamos que enviar los teléfonos hasta Riohacha para que pudieran ser
cargados… a veces durábamos hasta más de tres días para poder tener otra vez los celulares
cargados, pero ahora, gracias a estos jóvenes podremos cargar diariamente nuestros
celulares”, resaltó Deisy Pinto, habitante de la comunidad.
Con bailes típicos, comida tradicional de la comunidad y una pequeña explicación sobre sus
trajes y sus maquillajes, los habitantes de la comunidad expresaron su agradecimiento al alma
mater y a los estudiantes que desarrollaron su proyecto.
La directora de Alianzas Estratégicas, María Elena Mejía, enfatizó que se sentía orgullosa de
poder estar presente en la entrega de este prototipo eólico, debido a que para ella es un
privilegio poder compartir con esta comunidad. “Aquí se cumple una de las funciones de una
institución educativa, que sus estudiantes tomen sus conocimientos y los pongan en práctica
en obras como estas”.
Por otro lado, el estudiante Jesús Ricardo Rosales cuenta que antes de ejecutar este proyecto
y generar energía eléctrica para esta comunidad, estaban desarrollando otro proyecto, pero
tuvieron una serie de inconvenientes. “El papá de mi compañero vio que esta población no
contaba con el servicio de energía y nos propuso que desde la ingeniería hiciéramos hacer
algo que favoreciera a la comunidad, y así fue cómo surgió la idea”.
Por su parte, el estudiante Juan Carlos Pérez dice sentirse agradecido con todo el apoyo que
recibieron por parte de Uniautónoma para el desarrollo de su proyecto de grado que favorece a
los habitantes de la comunidad de Tutchón.
“Quiero agradecerle a la universidad por todo el apoyo que nos ofrecieron, y que gracias a
todos los conocimientos que recibimos hoy pudimos realizar una obra como esta. Además,
me siento orgulloso de haber contribuido a la mejora de calidad de vida de una comunidad”,
expresó Pérez.
Los jóvenes estudiantes esperan que este proyecto se pueda masificar y pueda llegar a otras
comunidades de la etnia Wayuu, que se encuentran en las mismas condiciones y poder
mejorar su calidad de vida, y contribuir no sólo para el servicio de energía eléctrica, sino que
puedan obtener agua potable.
Asimismo, el profesor Saúl Pérez Pérez, quiso extender una invitación a los demás
compañeros y a la institución a seguir trabajando en esta comunidad. “Aquí se ven muchas
necesidades, es importante que sigamos trabajando para que no sólo esta comunidad, sino
muchas otras, puedan mejorar su calidad de vida”, destacó Pérez Pérez.
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red con 17 universidades del mundo sobre temáticas de
naturaleza y sostenibilidad
Jueves, 10 Junio 2021 07:46
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