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1.vigias y policías Garantes del mantenimiento del orden social pertenecen a castas
especializadas
- Inteligencia – policía – milicia (= es mas relevante ya que va ligada a los afanes belicos)
Antes Los individuos de alto rango, podemos decir los que reciben el mayor número de
expresiones de condescendencia o reverencia por parte del resto de los miembros del clan,
ellos suelen ser los que intervienen más a menudo para separar a contendientes enzarzados en
disputas y disipar así conflictos capaces de extenderse al resto de los miembros del grupo.
Esa función policial que realizaban es crucial para mantener la cohesión interna
¿Pero para que? para disfrute de una mayor variedad de opciones en la vida comunitaria
2. INSTITUCIONES PUNITIVAS
orden,
cooperación y
civilidad.
En fin para inducir cooperación, respeto y trato amable tiene más potencia la punición que un
premio o la emulación de los buenos ejemplos
Los sistemas y los idearios se van sucediendo es decir triunfan, se acomodan y fenecen pero la
policía, por el contrario, permanece No consigue jamás el fulgor (destello) de los estratos
jerárquicos supremos, pero se mantiene insustituible.
Esta sustancia del poder es la capacidad para imponer un orden practicable. Más abierto,
permeable y acogedor o más constreñido y atenazador pero orden al fin y al cabo.
Y eso continúa descansando, sobre todo, en los hombros de los distintos cuerpos policiales,
desde los agentes dedicados a la inteligencia hasta los de la policía judicial..
4.justicia neutral
Joshua Buckholtz lidera en Boston, un grupo de investigadores que se ha profundizado en los
mecanismos de la regulación neural de las decisiones de aplicar castigos a quienes transgreden
normas,
esa tarea que deben llevar a cabo, con regularidad, jueces y jurados en los tribunales. Las
nociones de culpabilidad y de daño infligido (afectado) son como podía esperarse, capitales
para modular la sanción aplicada.
EJEMPLOOOOOO
John salió a dar una vuelta en su nuevo auto, cuando un imprevisible fallo mecánico hizo que
el vehículo, de repente, comenzara a dar bandazos, de manera que se precipitó contra la acera
adyacente e hirió fatalmente a una persona que estaba esperando en la parada de autobús.
O, en un escenario alternativo:
John salió a dar una vuelta en su nuevo coche, cuando vio al novio de su ex novia esperando en
una parada para tomar su bus. pero cabe decir Él ya había amenazado antes con matar al
nuevo novio de su ex y procedió a cumplir la amenaza. Agarrando firmemente el volante,
dirigió el auto contra la parada de autobús y mató al novio de su ex.
Esas comparaciones ilustran el añejo principio jurídico encapsulado en la frase «un acto no
hace culpable a un reo, a menos que la mente sea también culpable» (mens rea)
Aunque se trata de un principio mucho más sutil, su lógica básica se aplica en la mayoría de los
procedimientos legales.
estos códigos enumeran multitud de conductas prohibidas, pero cometer un actus rea (actos
prohibidos) no es suficiente, por sí solo, para merecer una sanción penada. En la ley, la
culpabilidad se pondera en función del estado mental que acompaña a los actos punibles.
En esos dos escenarios, debe contrastarse la culpabilidad y el castigo que hay que aplicar por
causar un daño idéntico, pero derivado en el primer caso de un mero accidente mecánico,
mientras que el segundo, en cambio, era la consecuencia de una intención explícita de
matar.
Si todas las inferencias sobre estados mentales fueran tan sencillas como esas, el trabajo de
los jueces y los jurados sería mucho más fácil. La ley reconoce, de hecho, que «la intención
perjudicial» tiene gradaciones bastante más complejas que la distinción entre accidental y
no accidental, y de ahí surgen las sutilezas para evaluar y castigar la culpabilidad.
6. Culpa altruista
Se ha podido afinar todavía mucho más, incluso, en las sutilezas del cerebro escrupuloso o
culpable distinguiendo entre la culpa nuclear (deontológica) y la solidaria o altruista.
La primera se refiere al lamento íntimo por la violación de reglas morales y puede llevar a la
contrición y expiación. Es la culpa de la transgresión «pecaminosa» con la consiguiente
autodeprecación (es el acto de menospreciar, menospreciarse) y remordimiento.