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En España: Telefónica sale mal parada en el Senado

por Gema Castellano (1998)

El 19 se celebró la sesión monográfica en el Senado sobre la tarifa plana. ¡Todos,


absolutamente todos los ponentes, partidos políticos, Asociación de Internautas -que nadie la
confunda con la AUI-, y medios de comunicación, arremetieron contra Telefónica,
personalizada en Fernández Vidal, que según cuentan las crónicas entro y salió del recinto de
puntillas y pasó el mal trago como pudo. ¡Favores varios deberá recibir de Villalonga, que le
hagan olvidar tanto vapuleo!, que para eso el magnate es amigo de sus amigos. ¡Y si no, que se
lo pregunten a Aznar!

Dijo el buen señor -sin salirse del guión aprendido cual lista de los reyes godos- lo de siempre.
Es decir: ¡eso que nadie se cree!, porque no hay mayor desgracia que decir una estupidez con
torpeza. Y, debido -nunca me cansaré de decir -, al desconocimiento de Internet y al
menosprecio del usuario de los que Telefónica dan buena fe, estupideces han dicho muchas y
de torpeza van bien servidos. ¡Con lo fácil que hubiera sido aplicar una tarifa plana y seguir
robando! Nadie se hubiera planteado nada sobre Telefónica. ¡Pero la avaricia rompe el saco! Y
las ansias de ganar dinero rápido y fácil, les hace cometer error tras error.

Pocos medios de comunicación asistieron al acto -seamos realistas ya que la situación lo


impone-, lo que demuestra hasta que punto las adquisiciones -bien sea directa o
indirectamente- de medios por la todopoderosa son fructíferas, y no es de extrañar que los
que lo hicieron, salieran del recinto bajo los efectos de una especie de borrachera eufórica,
provocada por la unanimidad política de adhesión al internauta. Pero poco ha cambiado.
Seguimos teniendo una tarifa plana aprobada por el Congreso de los diputados y ahora
corroborada por el Senado, un monopolio del que ya dije en una ocasión: "no esperemos nada
que no sea arrancado por la fuerza de la razón y la justicia social" y unas tarifas abusivas que
seguimos y seguiremos pagando si no lo remediamos.

¡Y es que el problema de fondo sigue ahí!. Y como pasa siempre, si no se ataja éste, mal
podremos llegar a una solución. Es el efecto de esa situación mal resuelta, que aflora y aflora
en todos los momentos de nuestra vida, haciendo que todo lo demás sea imperfecto.

Los políticos han tildado de insensible a Telefónica. ¿Y qué esperaban? ¿O se creen que es la
reencarnación de la Madre Teresa de Calcuta? El monopolio -lo dejó bien claro Villalonga en
una conversación privada- está aquí para ganar dinero, no para hacer obras de caridad.
Aunque para eso tenga que utilizar la sensiblería propagandística llamada publicidad, -
presuntamente engañosa- de cara al cliente. El problema sigue siendo el mismo y nadie se ha
atrevido a afrontarlo. Ni en el Congreso, ni en el Senado.

El handicap que nos persigue y nos acompañará, porque prefieren el "mejor no meneallo", es
que el gobierno cedió a Telefónica una infraestructura que no le corresponde, -por pertenecer
a todos los españoles - y sin la cual jamás será posible la verdadera liberalización de las
telecomunicaciones.
El problema es que Villalonga y Aznar, compañeros de colegio y amigos desde la infancia,
firmaron un acuerdo tácito de hoy te doy yo, mañana me das tú, de consecuencias nefastas
para el contribuyente y para el desarrollo económico, social y tecnológico del país.

El error es que el gobierno no creó una empresa paralela que administrara esta infraestructura
y que garantizara que todas las empresas que lo desearan pudieran entrar a competir en
España.

Ahora, los políticos, en vez de intentar recuperar esta infraestructura y reorganizar el tema de
las telecomunicaciones -cambiando, si hace falta la ley de telecomunicaciones que está
pensada pura y exclusivamente para el monopolio porque no había nadie más- apelan a la
sensibilidad de Telefónica. ¿La sensibilidad de Telefónica?

Mientras se celebraba la sesión del Senado, no pude asistir por motivos personales, yo leía mi
correo electrónico y en especial un e-mail. Iván es una persona sorda que ha encontrado en
Internet una manera de comunicarse sin que su minusvalía se convierta en un handicap. Tiene
19 años y estudia, se informa y se divierte en la red. Sus relaciones sociales se han ampliado de
una manera considerable y me confiesa que es feliz. Su escritura y forma de expresarse son
casi correctas, aunque se pasa el tiempo disculpándose. Con orgullo me cuenta que el escribir
en chats, donde tiene un montón de amigos, le ha ayudado a expresarse mejor. Vive con su
abuela, quien le cedió la línea telefónica para que pudiera conectarse, pero ahora no puede
asumir el gasto.

Iván, mejor dicho la titular del teléfono, recibió una carta propagandística de Telefónica
fechada el 21 de septiembre, que seguramente han recibido todos los usuarios del teléfono
menos yo -debieron pensar que conmigo mejor se ahorraban el papel- y que comienza
diciendo :¿Es el teléfono tan caro como dicen? ¿Puede ahorrar llamando a través de otra
compañía? ¿Qué otros servicios ofrece Telefónica?

Esta carta firmada por el señor Muñagorri, subdirector general comercial, no deja de ser
curiosa, porque tras leer una serie de datos tergiversados y que te obligan a hacer miles de
cuentas para llegar a la conclusión de que no son ciertos, te insta, casi te obliga, a admitir los
servicios.

Iván es sordo, que no tiene nada que ver con ser tonto, por lo que envió un e-mail al 1004
exponiendo sus problemas, e increpándoles por la presunta falta de veracidad de su
contenido. También exigía en esa carta que se le diera la oportunidad de que fuera leída por
Villalonga.

Doy fe de la carta que Iván envió, ya que está en mis manos. Es una carta llena de sentimiento
en la que expone sus problemas y lo que piensa de la compañía. Y, sobretodo, pide soluciones
que se resumen en una tarifa plana que le permita seguir siendo una persona normal. Como
respuesta ha obtenido un e-mail, firmado por el señor 1004, donde únicamente se le piden sus
datos personales.

Iván me confiesa que debido a su minusvalía y a la situación de indefensión que ésta le


provoca, no se atreve a dar sus datos personales a nadie, reacción fácilmente entendible. Lo
mismo que no se atrevió a protestar cuando le cobraron 400 pesetas por una hora y veinte
minutos de conexión. Y me pregunta: ¿qué culpa tengo yo de nada? ¿por qué tengo que dejar
de conectar? Y termina diciéndome: ¡contéstame Gema!
El daño que este monopolio está haciendo a toda la sociedad sin excepciones es tremendo.
Pero este tipo de abusos lo son más cuando se materializan en personas con un alto grado de
indefensión. Aunque ¿quién no está indefenso ante Telefónica? En esto Iván no se diferencia al
resto de los contribuyentes. Si él me lo permite, bromearé diciéndole que por lo menos no
debe escuchar el sensiblero e incoherente ataque publicitario del que estamos siendo víctimas
estas últimas semanas.

¿Apelar a la sensibilidad de Telefónica? Solamente un político puede decir eso! ¡Y que me


perdonen!, pero ellos están acostumbrados a decir cosas que no sienten y que, a veces, ni
siquiera piensan.

El 1 de diciembre terminará el espectáculo. Poco podremos hacer a partir de ese día en el que
el gobierno ya no tendrá competencia sobre la operadora.

¿Demagogia por parte del ejecutivo?. Ojalá me equivoque. Pero por el momento debo pensar
que sí. ¡Pura y dura demagogia! y además de mal gusto.

Solo hay una forma de que dejemos de pensar esto. Y es a cambio de que el gobierno asuma
su responsabilidad y rectifique su error. O al menos lo enmiende.

http://ailatin.tripod.com/avalancha.htm

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