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B. Aláez, L. Álvarez, Eds., Las Decisiones Básicas Del Tribunal ConstitucionalFederal Alemán en Las Encrucijadas Del Cambio de Milenio
B. Aláez, L. Álvarez, Eds., Las Decisiones Básicas Del Tribunal ConstitucionalFederal Alemán en Las Encrucijadas Del Cambio de Milenio
NOTA PREELIMINAR
I.- ESTUDIO INTRODUCTORIO
1.- Delimitación del objeto de este libro
2.- Precisiones idiomáticas sobre la traducción de las decisiones seleccionadas
3.- El contexto histórico y político-constitucional del Tribunal Constitucional Federal
Alemán
4.- La organización del Tribunal Constitucional Federal alemán y sus competencias
de control de constitucionalidad
5.- Algunas encrucijadas jurídico-constitucionales del cambio de milenio
5.1. Entre el mantenimiento de núcleo constitucional inmutable y la pérdida de la
supremacía constitucional a manos de la Unión Europea
5.2. Política y derecho en la regulación de las fuerzas centrífugas y centrípetas
que afectan a la organización del Estado alemán
- Participación de los sujetos privados en ejercicio del poder público
- Parlamentarización y Federalización del Estado
5.3. Los derechos fundamentales en una sociedad externa e internamente cada
vez más multicultural
- Multiculturalismo y ponderación de intereses en la resolución de los
conflictos de derechos fundamentales
- Multiculturalismo y delimitación del objeto, contenido y límites de los
derechos fundamentales
6.- Breve referencia bibliográfica española sobre las decisiones seleccionadas
8
Sobre la estructura de las sentencias del Tribunal Constitucional Federal alemán, véase con carácter
general, BENDA/KLEIN, Verassungsprozessrecht, ob. cit., pág. 129-130.
quién corresponde el estatuto de ciudadanía y cuál es la incidencia de
multiculturalismo interno y externo en el disfrute de los derechos fundamentales por
parte de los viejos y de los nuevos ciudadanos. Seguramente, pues, que no están
todas las encrucijadas jurídico-constitucionales que son fundamentales, pero sin
duda sí que son fundamentales todas las decisiones seleccionadas en este volumen.
A pesar de que la trascendencia social y la importancia político-constitucional sean
los criterios utilizados para la selección, no todas las decisiones elegidas –como, por
ejemplo, las Sentencias sobre financiación de partidos o la Resolución sobre la
ordenación del mercado del plátano- han tenido por sí mismas en Alemania la
atención social que merecerían, ni tampoco todas –como, por ejemplo, la sentencia
sobre el personal de asistencia a personas mayores- han tenido la importancia
dogmática que desde el extranjero les hemos querido atribuir desde una perspectiva
jurídico-constitucional9. Sin embargo, la selección se ha hecho conforme a dos
criterios concretos: que se ocupen de cuestiones de trascendental importancia para
la evolución del Estado constitucional en el final del siglo XX y principios del siglo
XXI; que los razonamientos jurídico-constitucionales del Tribunal Constitucional
Federal alemán sobre dichas cuestiones, por su valor dogmático-jurídico,
trasciendan el ámbito nacional y sean extrapolables para la reconstrucción
interpretativa de los textos constitucionales de otros Estados constitucional-
democráticos, especialmente para la labor interpretativa del Tribunal Constitucional
español.
Ello explica que entre las decisiones escogidas se encuentren las siguientes
quince -enunciadas teniendo en cuenta el nombre descriptivo del objeto de la
controversia jurídica resuelta en ellas-: la Sentencia del “Espionaje acústico masivo
(BVerfGE 109, 27910), relativa al viejo tema de la reforma constitucional
inconstitucional y los límites del poder constituyente, aplicados esta vez a la
9
Es interesante la clasificación de las decisiones del Bundesverfassungsgericht en tres niveles que
realiza WESEL, Uwe, Der Gang nach Karlsruhe, ob. cit., pág. 351-358, en atención al grado de viabili-
dad procesal y trascendencia política y social que poseen los asuntos tratados en las sentencias. Un
primer nivel estaría compuesto por el grueso de asuntos que llegan al Tribunal sin expectativa de éxi-
to y terminan en el trámite de admisión, la inmensa mayoría (el 97,5 %); al segundo nivel pertenecerí-
an las sentencias que sin trascendencia política ni social –no pasan a los titulares de los grandes me-
dios- tienen visos de éxito procesal; mientras que el tercer nivel, aparece como un subnivel del segun-
do en el que se encuentran las decisiones con perspectiva de éxito que además se ocupan de cues-
tiones política y/o socialmente trascendentes, de las que se hacen eco los grandes medios y generan
las polémicas y las crisis del Tribunal, a pesar de ser numéricamente una parte ínfima del trabajo del
Tribunal.
10
Numeración conforme a la Colección Oficial de las Decisiones del Tribunal Constitucional Federal
Alemán (Entscheidungen des Bundesverfassungsgerichts).
adopción de cambios constitucionales restrictivos de derechos fundamentales, como
la inviolabilidad del domicilio y la intimidad, encaminados a luchar contra las
amenazas del terrorismo internacional y la delincuencia organizada; la Resolución
sobre la “Ordenación del mercado de del plátano” (BVerfGE 102, 147) y la Sentencia
de “Maastricht” (BVerfGE 89, 155)11, dos de las últimas y más importantes
decisiones sobre la integración del Estado-nación en la Unión Europea, y los límites
que de ello se derivan tanto para el poder legislativo y constituyente nacional, como
para el poder comunitario, en este último caso desde la perspectiva del respeto al
dogma constitucional de la soberanía del pueblo alemán; la Resolución sobre el
“Proceso de prohibición del Partido Nacional Democrático de Alemania (NPD)”
(BVerfGE 107, 339), última de las decisiones jurisprudenciales sobre el mecanismo
de democracia militante de la ilegalización (prohibición) de partidos contrarios al
orden democrático-liberal; la Sentencia sobre la “Financiación de partidos II”
(BVerfGE 85, 264), relativa a las condiciones y límites de la financiación pública de
los partidos políticos; la Sentencia sobre las “Elecciones en toda Alemania”
(BVerfGE 82, 322), relativa a los límites que se derivan del principio de igualdad de
oportunidades y del derecho de participación política para el mantenimiento de la
barrera electoral, como mecanismo de racionalización parlamentaria, en situaciones
sociales excepcionales -las primeras elecciones panalemanas tras la reunificación-;
la Sentencia sobre la “Utilización del Ejército Federal” (BVerfGE 90, 286), que se
ocupa de concretar las condiciones parlamentarias, establecidas implícitamente por
la Ley Fundamental, respecto de la decisión de enviar tropas federales a misiones
internacionales; la Sentencia sobre el “Derecho de sufragio de los extranjeros”
(BVerfGE 83, 37), relativa a necesidad de reforma constitucional para que los
extranjeros residentes se conviertan en nuevos actores del Estado democrático,
ejerciendo el derecho de sufragio en las elecciones locales, consecuencia de la
atribución de la soberanía a un pueblo nacional (el alemán); la Sentencia sobre el
“Personal de asistencia a personas mayores” (BVerfGE 107, 1), en la que se
redefinen las condiciones constitucionales para que la Federación considere
necesario el uso de su competencia legislativa concurrente frente a los Estados
federados, que sirvió en buena medida de acicate para la reciente reforma
constitucional del federalismo acaecida en Alemania en 2006; la Sentencia sobre el
11
De la que ya existe una traducción al español en nuestro país, realizada por la Oficina de Interpreta-
ción de Lenguas del Ministerio de Asuntos Exteriores y publicada en la Revista de Instituciones Euro-
peas, Nº 3, 1993, pág. 975-1030.
“Aborto II” (BVerfGE 88, 203), en la que, con ocasión de la pervivencia de una
regulación del aborto conforme al sistema de plazos en los Estados federados de la
antigua República Democrática Alemana, el Bundesverfassungsgericht vuelve a
reflexionar acerca del aborto y su compatibilidad con la dignidad humana, así como
respecto de la titularidad del derecho a la vida; la Sentencia sobre la “Ley de
seguridad aérea” (BVerfGE 115, 118), en la que el Tribunal Constitucional Federal
alemán declara la nulidad de la autorización establecida en dicha Ley para derribar
aviones suicidas con pasajeros inocentes a bordo, como los de los atentados
terroristas del 11 de septiembre de 2001, por constituir un atentado
desproporcionado e inadmisible contra su derecho a la vida y su dignidad humana;
las Sentencias del “Crucifijo” (BVerfGE 93, 1) y el “Velo Ludin” (BVerfGE 108, 282),
relativas respectivamente a la incidencia de los crucifijos en las aulas escolares
públicas y el velo islámico en la indumentaria de los profesores de una escuela
pública tanto sobre la libertad religiosa como sobre la naturaleza del principio de
aconfesionalidad del Estado; la Resolución sobre “Los soldados son asesinos”
(BVerfGE 93, 266), en la que el Tribunal una vez más protege la libertad de
expresión en los asuntos más polémicos socialmente en aras de la formación de una
opinión pública libre, imprescindible para la expresión democrática de la voluntad
colectiva, en detrimento del derecho al honor y la protección frente a las injurias
colectivas causadas por la forma hiriente en la que se expresa una idea u opinión,
como la de que los soldados por el hecho de sus funciones militares son potenciales
asesinos; y finalmente, la Sentencia de las “Parejas de hecho” (BVerfGE 105, 313),
en la que el Bundesverfassungsgericht confirma la constitucionalidad de la Ley
federal sobre uno de los nuevos modelos de familia, las parejas de hecho
homosexuales, bajo el ropaje de una institución distinta del matrimonio pero de
efectos jurídicos paramatrimoniales.
La aplicación de estos criterios de selección explica también que se dejen
fuera sentencias de cierta actualidad que versan sobre otras cuestiones político-
constitucionales antiguas, que a nuestro entender tienen una menor trascendencia
global sobre la fisonomía y los cambios que están experimentando las sociedades
democráticas por lo que no suponen un nuevo reto para la constitución democrática
del siglo XXI. Tal es el caso, por ejemplo, de las famosas decisiones Carolina de
Mónaco I, II y III, sobre las relaciones entre el derecho a la intimidad y la libertad de
expresión e información, o también de otras Decisiones relativas a las
transformaciones concretas que está experimentando algunas estructuras del
federalismo alemán. Estas últimas, aún siendo de muchísimo interés jurídico-
constitucional, no dejan de hacer referencia a una especificidad de la estructura
constitucional de algunos Estados liberal-democráticos contemporáneos, por lo que
son difícilmente representativas de una encrucijada problemática ante la que se
encuentren la generalidad de los Estados constitucional democráticos occidentales y
que, por su contenido (eminentemente centralizador), tampoco son siempre
extrapolables a Estados como el español en los que la organización territorial del
poder es un problema real secular. No obstante, como botón de muestra se ha
incluido una decisión sobre las condiciones de ejercicio de las competencias
legislativas concurrentes por parte de la Federación, que en materia de distribución
de competencias permite explicar y comprender mejor el sentido de la reciente
reforma constitucional en materia de organización territorial que ha tenido lugar en
Alemania12.
En definitiva, esperamos que las decisiones seleccionadas permitan al lector
hacerse una adecuada composición de lugar acerca de las líneas maestras de la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán desde la década de los
noventa del pasado siglo hasta esta primera década del nuevo milenio a la hora de
abordar las encrucijadas constitucionales en las que se encuentra inmersa la
sociedad europea, incluida la alemana y la española, lo que por sí solo justifica, a
nuestro entender, la existencia de esta recopilación.
12
La última reforma de la Grundgesetz en materia de federalismo es de 28 de agosto de 2006.
2.- Precisiones idiomáticas sobre la traducción de las decisiones seleccionadas
La tarea de recopilar las decisiones de un Tribunal Constitucional extranjero
en un idioma distinto del original plantea siempre una serie de dificultades
comunicativas. Las mismas se derivan, de un lado, de hacer compatibles las
diferencias idiomáticas existentes entre comunidades humanas diversas y la
necesidad de preservar en la traducción el proceso comunicativo creado entre el
Tribunal y la sociedad para la que decisión fue pensada; y, de otro lado, de la
necesidad de concebir las decisiones jurisprudenciales como objeto del análisis
científico-jurídico por parte de los destinatarios de las traducciones. Aunque en este
punto, lo razonable sería que fuese la traductora, la Profa. Dra. Patricia Faraldo
Cabana, quien expusiese los criterios seguidos para superar estas dificultades, al
hacernos nosotros responsables de la edición de este volumen, hemos decidido
también asumir la supervisión de la traducción y, por ello, le hemos sugerido a la
traductora los criterios lexicográficos que a nuestro entender debían tenerse en
cuenta a la hora de realizar la traducción a fin de que las sentencias no perdiesen su
sentido comunicativo original, y al mismo tiempo fuesen comprensibles para el
público español conforme a las categorías jurídicas más familiares de nuestro país.
De ahí que estas precisiones de índole idiomática corran de nuestro cargo.
En primer lugar, es necesario señalar que se ha prescindido tanto de una
traducción literal como de una traducción libre, y se han buscado puntos de equilibrio
entre los dos estilos de traducción. Por un lado, se han buscado las expresiones y
conceptos más semejantes a los conceptos jurídicos españoles allí donde la
equiparación idiomática no desfigurase el sentido alemán del texto, de modo que se
facilitase la comprensión para el lector español; pero, de otro lado, también se ha
tratado de ser fiel al texto y al estilo de redacción querido por el
Bundesverfassungsgericht en sus sentencias –allí donde ello no generase
problemas de comprensión del sentido de las palabras-, aunque el mismo no fuese
literariamente bonito ni todo lo claro posible, o se produjesen repeticiones y
aliteraciones estilísticamente innecesarias. Hemos partido del principio de que esa
es la forma de redactar del Tribunal Constitucional Federal alemán, reflejo en buena
medida de su forma de pensar, por lo que impregna el sentido de conjunto que haya
querido dar a muchas de las expresiones y argumentos contenidos en sus
decisiones. En este mismo orden de las precisiones idiomáticas generales, se ha
preferido mantener el nombre de los topónimos en su lengua alemana original (p. ej.
Frankfurt y no Francoforte), salvo que tengan una traducción al español
ortográficamente equivalente (p. ej. Hamburgo por Hamburg). Además, también se
han mantenido íntegramente en alemán las múltiples referencias bibliográficas que
el Tribunal Constitucional Federal acostumbra a hacer en el texto de sus decisiones,
así como se han conservado en su lengua original inglesa, francesa o latina los
diversos extranjerismos y aforismos jurídicos utilizados por el
Bundesverfassungsgericht. Además, el texto de la traducción está salpicado con
notas nuestras en las que, como responsables de la edición, tratamos de clarificar el
significado y correspondencia gramatical de algunos acrónimos alemanes que se
han dejado tal y como aparecen en el texto alemán, pues nos parecía que otorgaba
una mayor fidelidad a la forma de expresión jurídica del Bundesverfassungsgericht –
y en general de los juristas alemanes- muy dado a la rápida identificación de las
disposiciones legales con un acrónimo fácil de recordar y de escribir.
En segundo lugar, por lo que se refiere a las concretas precisiones
semánticas de algunos términos jurídico-constitucionales utilizados, cabe sin
pretensión de exhaustividad, hacer mención a las siguientes. La expresión Vorrang
se ha traducido indistintamente, según el contexto, por primacía o supremacía, a
pesar de la diferenciación dogmática que recientemente ha introducido nuestro
propio Tribunal Constitucional en la Declaración 1/2004, de 13 de diciembre de
2004, con ocasión del enjuiciamiento de la constitucionalidad del Tratado de la
Constitución europea, pero que a la que es ajena –en esos términos- la doctrina
alemana13. En ese mismo ámbito de la integración europea, expresiones como
Staatenverbund o Verbund von (demokratischen) Staaten se han traducido por
Unión de Estados, que es un término ya asentado en nuestra doctrina como
representativo de las mismas, y no por otros términos como confederación o
federación de Estados que quizás tendrían una carga semántica más definida que la
que prendía el Bundesverfassungsgericht con la expresión utilizada. Por lo que se
refiere a la organización territorial del Estado, Bund se ha traducido por Federación y
Land por Estado federado, salvo cuando va acompañado del nombre propio del
mismo, pues en tal caso ya se sobreentiende que se trata de uno de los Estados
federados que integran la República Federal de Alemania, reservando para Staat la
expresión Estado en el sentido genérico y fuerte que tiene en nuestro idioma, como
13
Sobre las falta de traslación de esta distinción conceptual a la doctrina constitucional alemana, cfr.
Becker, Anna, Vorrang versus Vorherrschaft - Anmerkung zum Urteil des spanischen Tribunal Consti-
tucional DTC 1/2004, Europarecht, 2005, Nº 1, pág. 353 ss.
equivalente a organización soberana de poder público. La expresión Reich no se ha
traducido y se ha mantenido el término original, dado que su traducción por “Imperio”
no siempre habría conducido a fórmulas semántica e históricamente comprensibles.
Del mismo modo, y en el ámbito del derecho electoral y parlamentario,
Sperrklausel se ha traducido por barrera electoral. El genérico Tag se ha traducido
por Parlamento y no por Dieta, puesto que el primero es un término mucho más
familiar y menos equívoco en castellano. Bundestag se ha traducido por Parlamento
federal y Bundesrat por Consejo federal, y dentro de éstos sus publicaciones, los
stenographische Berichte (Sten.Ber.), se han traducido por Diario de Sesiones, y los
Bundestagdrucksachen (BTDrucks.) o los Bundesratdurcksachen (BRDrucks.)
respectivamente por Boletín Oficial del Parlamento federal y Boletín oficial del
Consejo Federal. E igualmente respecto del Gobierno Federal su publicación, el
Bulletin der Bundesregierung (BullBReg.), se ha traducido por Boletín Oficial del
Gobierno Federal.
En el ámbito de los derechos fundamentales, grosser Lauschangriff se ha
traducido por espionaje acústico masivo, Schwangerschaftsabbruch por aborto, y no
por interrupción del embarazo, mientras que Kopftuch se ha traducido por el
impreciso término de velo, pues su significado literal como pañuelo sería mucho más
inexpresivo y, además, así es como se conoce el objeto de esta polémica
constitucional en los círculos jurídicos de nuestro país. En otro orden de cosas,
Lebenspartnerschaft ha traducido por pareja de hecho, a pesar de que siempre que
utiliza la expresión el Tribunal Constitucional Federal en el sentido de la Ley de
parejas de hecho por él enjuiciada se refiera implícitamente a la pareja de hecho de
personas del mismo sexo. Por su parte, Altenheime y Altenwohnheime se han
traducido respectivamente por asilos y residencias de ancianos. La expresión
rechtliches Gehör se ha traducido por derecho a ser oído o derecho de defensa,
dependiendo del contexto, y effektiver Rechtschutz por tutela judicial efectiva, a
pesar de que su significado literal no parezca circunscribirla al ámbito judicial, pero
es el significado jurídico-constitucional que posee en el ordenamiento alemán. Por el
contrario, allí donde las peculiaridades, por concretas que estas pudieran ser,
marcan la diferencia, se ha tenido en cuenta, y así se ha traducido el Parteien
Verbotsverfahren por procedimiento de prohibición de partidos y no por
procedimiento de ilegalización de partidos políticos, debido a la diferente naturaleza
–constitucional en el caso alemán y legal en el caso español- de uno y otro proceso
de prohibición.
Del mismo modo, también específicamente en el ámbito de las expresiones
procesal-constitucionales, el término Beschluss, que respecto de la tipología de las
decisiones del Tribunal Constitucional Federal alemán equivalía a Resolución, se ha
traducido, sin embargo, en el ámbito de la jurisdicción ordinaria por Auto, dada su
correspondencia con la función procesal de una resolución no definitiva sobre el
fondo del asunto que en ella desempeña. Por su parte, los Leitsätze son las
Directrices de la decisión, la Verfassungsbeschwerde es el recurso de amparo, el
abstraktes y el konkretes Normenkontrolverfahren, también conocidos como
verfassungsgerichtliche Prüfung y Richtervorlage, son respectivamente el recurso y
la cuestión de inconstitucionalidad, mientras que el Organstreitverfahren equivale a
nuestro conflicto entre órganos constitucionales. En lo que se refiere a la estructura
judicial la traducción también ha tratado, en lo posible, de reproducir
denominaciones de los órganos jurisdiccionales lo más parecidas a las de nuestra
organización judicial española: así, Oberlandesgericht se ha traducido por Tribunal
Superior de Justicia, Landgericht por Audiencia Provincial, Verwaltungsgerichtshof
por Tribunal Superior Contencioso-Administrativo, Amtsgericht por Juzgado de
primera instancia e instrucción, Verwaltungsgericht por Juzgado de lo contencioso-
administrativo, y de igual manera, se ha traducido Kammer por Sala, aunque en el
caso del Bundesverfassungsgericht, como ya se dijo, ésta equivalga a la expresión
alemana Senat, reservándose Kammer para nuestras Secciones del Tribunal
Constitucional.
Esperamos que estas precisiones de carácter idiomático y lingüístico
contribuyan a la mejor comprensión del texto de las sentencias aquí traducidas y,
sobre todo, a que la lectura esté presidida por un adecuado equilibrio entre
comprensibilidad y fidelidad al texto original del supremo órgano de la jurisdicción
constitucional alemana.
3.- El contexto histórico y político-constitucional del Tribunal Constitucional
Federal Alemán
El nacimiento en 1951 del Tribunal Constitucional Federal alemán aparece
como algo novedoso tanto en el contexto histórico interno alemán como en el
comparado14. Aunque la idea del control de constitucionalidad tenía ciertos
precedentes en la tradición alemana ya desde el Tribunal de Sala del Reich
(Reichskammergericht) del siglo XVI15, lo cierto es que ni la estructura y concepción
teórica de dichos ordenamientos ni tampoco la configuración institucional y
competencial de dichas instituciones se corresponden con la del Tribunal
Constitucional Federal creado por la Ley Fundamental de Bonn de 1949 (en
adelante también LF o Grundgesetz). El mismo responde a la idea de un
ordenamiento en el que el texto jurídico-positivo de la Constitución es la norma
suprema y es tarea del Tribunal Constitucional, concebido como órgano
jurisdiccional y no como órgano político, hacer valer frente a todas las instancias de
poder público la supremacía de las normas que integran el texto constitucional con
independencia de a quienes vayan dirigidas (ciudadanos o poderes públicos) y cual
sea su estructura normativa (principios o reglas) y su redacción (más o menos
abstracta). Lejos quedan las figuras de órganos de control de unas Leyes
fundamentales consuetudinarias o unos principios morales metapositivos que debían
regir la actuación del monarca o del Parlamento (Reichskammergericht), pero
también Tribunales como el Tribunal Supremo del Estado (Staatsgerichtshof) de la
República de Weimar circunscrito a hacer valer la vigencia de la parte orgánico-
procedimental de la constitución, especialmente el reparto de competencias entre el
Reich y los Estados federados, pero no de su parte dogmática.
Igualmente, en el ámbito del Derecho Comparado las únicas instituciones
semejantes que perviven al final de la II Guerra Mundial en las democracias
occidentales son el Tribunal Supremo de los EE.UU. y el revivido16 Tribunal
14
LIMBACH, Jutta, Das Bundesverfassungsgericht, Beck, München, 2001, pág. 11 ss.
15
Cfr. STOLLEIS, Michael, Geschichte des öffentlichen Rechts in Deutschland, Band I, Beck,
München, 1988, pág. 134 ss.; y respecto de la influencia de las instituciones de control de
constitucionalidad precedentes en los siglos XIX y XX, véase SCHEUNER, Ulrich, Die Überlieferung
der deutschen Staatsgerichtsbarkeit im 19. und 20. Jahrhunder, en Christhian Starck (Hrsg.),
Bundesverfassungsgericht und Grundgesetz: Festgabe aus Anlaβ des 25 jährigen Bestehens des
Bundesverfassungsgerichts, Band I, Mohr, Tübingen, 1976, pág. 1 ss.
16
El art. 1 de la Ley constitucional austriaca de 1 de mayo de 1945 sobre la restauración de la eficacia
de la Constitución Federal de 1929 y el § 48a de la Ley Constitucional sobre la restauración provisio-
nal de la República austriaca, también de 1 de mayo de 1945, disponían la restauración de la eficacia
de la Constitución de 1929 –que había previsto un Tribunal Constitucional- y la reinstauración del Tri-
bunal Constitucional con sede en Viena.
Constitucional austriaco diseñado por Hans Kelsen para la Constitución de 1920.
Pero ni el primero es sólo un Tribunal Constitucional, sino más bien un Tribunal
Supremo que unifica la jurisprudencia de los Tribunales de los Estados Unidos en
las más diversas materias17, ni el segundo tenía originariamente18 el amplísimo
abanico de competencias con las que la Ley Fundamental de 1949 ha dotado al
Bundesverfassungsgericht tratando de evitar la repetición de los abominables
abusos de poder de la Alemania del III Reich19. Y que van más allá de las
competencias que adquieren otros Tribunales Constitucionales contemporáneos de
postguerra como el italiano de 1947 (art. 134 ss. de la Constitución italiana), y el en
1945 reinstaurado Tribunal Constitucional austriaco (Arts. 139, 140 y 144 de la
Constitución austriaca).
Así las cosas, el Bundesverfassungsgericht inició su andadura en el año
1951, dos años después de la entrada en vigor de la Ley Fundamental de Bonn de
1949 que había previsto su existencia en su art. 92 como órgano jurisdiccional,
relegando a la Ley Federal del Tribunal Constitucional (BVerfGG) la determinación
de la mayor parte de los aspectos concretos relativos a la selección de los
magistrados, la organización interna y el procedimiento a través del cual
desempeñar las funciones que le atribuía el art. 93 LF. El 28 de septiembre de 1951
se inauguró oficialmente la labor del Tribunal Constitucional Federal alemán20, y en
estos más de 55 años de existencia su actividad ha pasado de los 481 asuntos del
año 1951 a los 6115 del 2006 que según las estadísticas oficiales del propio Tribunal
17
Sobre el mismo véase en esta misma colección el trabajo de BELTRÁN DE FELIPE/GONZÁLEZ
GARCÍA, Las sentencias básicas el Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales/BOE, Madrid, 2ª Edición, 2006.
18
Inicialmente las competencias del Tribunal Constitucional austro-alemán de 1919 quedaban reduci-
das a los conflictos de competencia (territorial), las demandas de responsabilidad contra la República
o los Estados federados que no fueran competencia de la jurisdicción ordinaria y recurso de amparo
por violación de los derechos políticos, y, aunque se incrementaron en la Ley del Tribunal Constitucio-
nal Federal austriaco de 1920, nunca fueron tan extensas como las del Bundesverfassungsgericht
alemán de 1949; cfr. en detalle SCHMITZ, Georg, The Constitutional Court of the Republic of Austria
1918-1920, Ratio Juris, Vol. 16, Nº 2, 2003, pág. 245-246, 250-251 ss. Sobre los primeros anteceden-
tes europeos del Tribunal Constitucional Federal alemán, véase en nuestro país CRUZ VILLALÓN,
Pedro, La formación del sistema europeo de control de constitucionalidad (1918-1939), Centro de Es-
tudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1987.
19
Se ha de tener en cuenta, no obstante, que el recurso de amparo no se constitucionaliza en el art.
93.1.4a LF hasta la reforma constitucional del año 1969, a pesar de que desde 1951 aparecía en el
catálogo de competencias del Tribunal regulado en la BVerfGG en uso de la habilitación para atribuir-
le nuevas funciones que prevé el art. 93.3 LF, y de que de los debates parlamentarios de elaboración
de la Grundgesetz se desprendía la consciencia de los Constituyentes respecto de la atribución al
Bundesverfassungsgericht de esa competencia.
20
Aunque en realidad las primeras decisiones datan de unas semanas antes, del 7 de septiembre de
1951, fecha en que comenzaron los primeros procedimientos. Cfr. SCHLAICH/KORIOTH, Das Bun-
desverfassungsgericht. Stellung, Verfahren, Entscheidungen, C.H. Beck, München, 2004 (6ª edición),
pág. 1 ss.
llegaron a sus dos Salas21. Es decir, un incremento del 1500%, a pesar de que en
esos años la población de la República Federal de Alemania no se haya triplicado (ni
siquiera con la reunificación de la República Democrática alemana en 1990). No
cabe duda de que ello en sí mismo es un indicio del éxito en la sociedad civil
alemana de un órgano jurisdiccional como el Tribunal Constitucional Federal a la
hora de garantizar mediante los procedimientos de control de constitucionalidad la
supremacía del texto constitucional, y en particular de sus disposiciones sobre
derechos fundamentales, como muestra el hecho de que más del 95% de los
procedimientos hayan sido recursos de amparo. Y ello, a pesar de las crisis sufridas
a lo largo de estos más de 50 años de existencias, la última con ocasión de una
serie de decisiones (la más polémica la del crucifijo) dictadas a mediados de la
década de los noventa22. Al mismo tiempo, esta sobrecarga de trabajo del
Bundesverfassungsgericht en la resolución de recursos de amparo23 no deja de ser
un problema que acucia a todas las jurisdicciones constitucionales, incluida la
española24, y que no parece tener fácil solución, dado que tiene íntima relación con
algunas de las causas del éxito social de la jurisdicción constitucional en las
democracias occidentales europeas.
La autoridad del Tribunal Constitucional Federal se deriva, sin duda, de la
extraordinariamente fuerte pretensión de normatividad y supremacía que le ha dado
a la Ley Fundamental de Bonn en cumplimiento de las funciones de garante de la
Constitución que ésta expresamente le ha atribuido, clarificando así la famosa
polémica que sostuvieran en el período de entreguerras Carl Schmitt y Hans Kelsen
acerca de quién debía ser el defensor de la Constitución25. Ciertamente, la
naturaleza deliberadamente abstracta de la mayoría de las normas constitucionales
y la apertura y dinamismo que ello provoca en la tarea de quien es llamado,
21
Véanse estas estadísticas en la página web del Bundesverfassungsgericht (http://www.bundesver-
fassungsgericht.de/organisation/gb2006/A-I-2.html)
22
Sobre esa “segunda gran crisis” y sus detonantes, en detalle, cfr. WESEL, Uwe, Der Gang nach
Karlsruhe, ob. cit., pág. 308-322.
23
BÖCKENFÖRDE, Ersnt-Wolfgang, Die Überlastung des Bundesverfassungsgerichts, Zeitschrift für
Rechtspolitik, Nº 8, 1996, pág. 281 ss.
24
Cfr. VILLAVERDE MENÉNDEZ, Ignacio, Lo que cuestan los derechos fundamentales. Una revisión
de su tutela ante los Tribunales Constitucionales, Fundamentos, Nº 4, 2006, pág. 351 ss., con pro-
puestas de solución que parcialmente han sido acogidas en nuestro país por la Ley Orgánica 6/2007,
de 24 de mayo, de reforma de la Ley orgánica 1/1979 del Tribunal Constitucional.
25
SCHMITT, Carl, Der Hüter der Verfassung, 1931, y KELSEN, Hans, Wer soll der Hüter der Verfas-
sung sein?, Die Justiz, Nº 6, 1931, pág. 576-628, de entre cuyas muchas traducciones al español des-
tacamos respectivamente: La defensa de la constitución: estudio acerca de las diversas especies y
posibilidades de salvaguardia de la Constitución, Tecnos, Madrid, 1983, y ¿Quién debe ser el defen-
sor de la Constitución?, Tecnos, Madrid, 1995.
mediante su interpretación, a aplicarlas como parámetro del control de
constitucionalidad, hacen que –junto con la equilibradora intervención de órganos de
naturaleza política en la designación de sus miembros- resulte fácil, aunque no
siempre justificada, la crítica política a la actividad de este Tribunal.
A ello se añade la poderosa eficacia que poseen algunas de sus decisiones,
especialmente las que se producen en procedimientos de control abstracto o
concreto de la constitucionalidad de las leyes -que conforme al § 31.2.1 BVerfGG
tienen fuerza de ley26-, capaces de anular, por salirse del marco constitucional, la
concreta dirección política del Estado dada por el legislador, pero también de
provocar la reacción en el poder de reforma constitucional para modificar la
Grundgesetz en la dirección censurada por el Tribunal Constitucional, en la que ha
fracasado el legislador ordinario. E incluso decisiones carentes de esa poderosa
fuerza normativa para-legal –como las de recursos de amparo que no se dirigen
contra disposiciones con rango de ley- son capaces por la autoridad normativa y la
legitimidad socio-política del Tribunal Constitucional Federal, de condicionar las
decisiones de otros órganos constitucionales para su más efectivo cumplimiento. Tal
ha sido el caso, por ejemplo, de la controvertida BVerfGE 93, 1 (Sentencia del
crucifijo) por la que se anuló un Reglamento bávaro que preveía sin más
matizaciones la colocación de crucifijos en las aulas. Ante la resistencia del
legislador bávaro a su acatamiento –había aprobado con posterioridad a la sentencia
(1996) una Ley por la que se ordenaba la colocación de crucifijos en las escuelas de
Baviera, respetuosa con la libertad de conciencia de los no creyente sólo bajo el
cumplimiento de ciertas condiciones–, dicha Sentencia tuvo como efecto
interpretativo secundario que en 1999 –cuatro años después- el Tribunal
Administrativo Federal ordenase en su sentencia BVerwGE 109, 40 la adecuación
interpretativa de dicha disposición a la Grundgesetz de modo que no supusiese un
incumplimiento de la Sentencia del crucifijo. Con ello, dejaba casi sin efecto la
disposición legal, a fin de evitar el más que posible recurso de amparo ante el
26
A diferencia de lo que ocurren en nuestro ordenamiento, en el que la plena eficacia erga omnes de
las decisiones del Tribunal Constitucional se la atribuye directamente el art. 164.1 CE a algunas de
ellas –las que declaren la inconstitucionalidad de una ley o una norma con fuerza de ley y todas las
que no se limiten a la estimación subjetiva de un derecho-, limitándose la Ley Orgánica 2/1979, de 3
de octubre, del Tribunal Constitucional (en adelante LOTC), a concretar cómo se despliega esa efica-
cia general.
Bundesverfassungsgericht y una nueva declaración de inconstitucionalidad de dicha
norma con rango de ley27.
Todas estas peculiaridades dibujan la imagen de un órgano constitucional, de
carácter jurisdiccional, con una limitada capacidad de dirección del Estado 28. Esto
último no implica que el Tribunal Constitucional Federal alemán ya por ello se
convierta en un órgano político y deje de ser un órgano jurisdiccional, arriesgándose
a perder parte de la autoridad normativa que la sociedad le ha reconocido. Más bien
al contrario, su naturaleza jurisdiccional, derivada de la fuerza normativa que la Ley
Fundamental reconoce a sus decisiones29 y de su condición de guardián de la
Constitución, le convierten en el instrumento adecuado para hacer valer el
sometimiento de la Política al Derecho que ha querido aquélla30. El logro de esa
tarea, especialmente en beneficio del disfrute de los derechos fundamentales por
parte del individuo, es lo que le ha permitido adquirir la autoridad social de que
disfruta. De ese modo, el Tribunal Constitucional Federal alemán participa no tanto
del control de la democracia como de su legitimación última a través de la idea de
derecho y del sometimiento a ciertas reglas el proceso de adopción de decisiones
por la mayoría –entre las que se encuentra el respeto a las minorías-31. En un Estado
constitucional y democrático de Derecho no se trata, pues, solo de que se discuta
sobre la Constitución y el encaje del control de constitucionalidad dentro de la
misma32, sino también de que ese debate discurra dentro de unos determinados
cauces –los del derecho que esa misma Constitución ha establecido y el Tribunal
Constitucional tiene la misión de garantizar frente a todos, poderes públicos y
particulares-, esto es, dentro de un procedimiento. De lo contrario, más que de pura
27
El §7.3 de la ley bávara disponía la presencia del crucifijo en las aulas y únicamente contemplaba
su supresión si los padres o tutores del alumno manifestaban al director del colegio serios y evidentes
motivos de conciencia para rechazar su presencia, el director del centro no lograba un arreglo pacífico
de la controversia, y la supresión ponderaba los intereses de todos los afectados en la clase, inclu-
yendo dentro de los posible la voluntad de la mayoría. Pues bien, el Tribunal Administrativo Federal, a
fin de respetar las garantías previstas en la Sentencia del crucifijo respecto de la libertad de concien-
cia de los alumnos que se oponen al crucifijo, establece que bastan como motivos serios y evidentes
que los padres o tutores manifiesten, por ejemplo, que son ateos, y que el director está obligado a
mantener secreto profesional sobre la comunicación de esos motivos, no pudiendo decírselo a nadie,
lo que en la práctica suponía la casi garantía de éxito de quienes pidiesen la supresión del crucifijo.
28
Cfr. BENDA/KLEIN, Verfassungsprozessrecht, ob. cit., pág. 46-50.
29
Cfr. SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 27.
30
LIMBACH, Jutta, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 20.
31
Cfr. STEINBERGER, Helmut, Algunos rasgos fundamentales de la justicia constitucional en la Re-
pública Federal de Alemania, Revista de Estudios políticos, Nº 51, 1986, pág. 20-21.
32
Como hacen los norteamericanos, tal y como ponen de relieve muy bien BELTRÁN DE
FELIPE/GONZÁLEZ GARCÍA, Las sentencias del Tribunal Supremo de los Estados Unidos de Améri-
ca, ob. cit., pág. 62-63.
democracia hablaríamos de puro estado de naturaleza, de un estado de autoengaño
en el que, en realidad, las personas físicas individualmente consideradas se
encontrarían a merced de las fuerzas socio-económicamente más poderosas, que
es precisamente lo que pretende superar la existencia de un texto constitucional-
democrático jurídicamente vinculante y la previsión expresa o implícita de una
jurisdicción constitucional que haga valer la idea de derecho que aquél trae consigo.
La legitimidad social del Tribunal Constitucional Federal alemán difícilmente
se va a ver cuestionada por el hecho de que aquél adopte una u otra postura
argumentativa en sus decisiones, siempre y cuando los motivos explicitados en ellas
se muevan dentro de la argumentación jurídica33, esto es, se articulen en torno a los
medios que le proporciona su norma creadora (la propia Ley Fundamental objeto de
interpretación con técnicas reconocibles por los científicos del derecho como
proposiciones jurídicas34), y no en torno a los fines políticos. A ello no obsta, sino que
lo refuerza, el que el Tribunal en su reiterada jurisprudencia extraiga del propio texto
constitucional una teoría o dogmática constitucional que sirva de criterio para la
futura interpretación constitucional y el dinamismo del sistema35, siempre y cuando,
claro está, esa teoría constitucional sea, por utilizar palabras de Böckenförde, la
constitucionalmente adecuada al texto de la Ley Fundamental36, y no el producto de
una precomprensión ideológica, moral o científica del supremo intérprete que
convierta la resolución de una disputa jurídica de contenido político en una mera
discusión política37. No cabe pues asumir, sin crítica jurídico-normativa, que el
Tribunal Constitucional sea quien fácticamente (no jurídicamente) posea la
33
Sobre la diferencia entre argumentación jurídica y argumentación política véase en general, OTTO
Y PARDO, Ignacio de, Derecho Constitucional. Sistema de fuentes, Ariel, Barcelona, 1987, pág. 288-
289.
34
Como uno de los mecanismos de legitimación del derecho del juez constitucional, junto con su legi-
timación institucional, su legitimación democrática a través de su aceptación general por la opinión
pública y su legitimación por la continuidad y fiabilidad de sus decisiones conforme a los precedentes,
véase WÜRTENBERGER, Thomas, Zur Legitimität des Verfassungsrichterrecht, en
Guggenberber/Würtenberger (Hrsg.), Hüter der Verfassung oder Lenker der Politik? Das Bundesver-
fassungsgericht im Widerstreit,Nomos, Baden-Baden, 1998, pág. 76-78.
35
Podría suceder que, cuando la sociedad deposita su confianza en el Tribunal Constitucional porque
ve en él un punto de apoyo en la añoranza del derecho y la justicia, si éste se aparta de su auto vin-
culación a la dogmática constitucional como instrumento para generar en la sociedad, esa imagen de
confianza y comienza a decidir teniendo en cuenta únicamente la tópica resolución de cada situación
concreta que se le plantea, la legitimidad de aquél también se vea dañada; cfr. SCHLINK, Bernhard,
Abschied von der Dogmatik. Verfassungsgerehctsprechung und Verfassungsgwissenschaft im Wan-
del, Juristenzeitung, Nº 4, 2007, pág. 157 ss.
36
BÖCKENFÖRDE, E.W., Escritos sobre derechos fundamentales, Nomos, Baden-Baden, 2001, pág.
67-71.
37
Ya LEIBHOLZ, Gerhard, El Tribunal Constitucional de la República Federal alemana y el problema
de la apreciación judicial de la política, Revista de estudios políticos, Nº 146, 1966, pág. 91-92.
competencia sobre las competencias38, ni que participe en el ejercicio del poder
constituyente-constituido –y mucho menos en el poder constituyente originario-, al
interpretar tanto los preceptos constitucionales como el núcleo constitucional
intangible al que se refiere el art. 79.3 LF39, sin, al hacerlo, desnaturalizar tanto la
noción de poder constituyente como la noción de poder constituido que posee el
Bundesverfassungsgericht como órgano de la jurisdicción constitucional. En la
elección del método interpretativo del texto constitucional cualquier Tribunal
Constitucional, incluido el alemán, está constreñido por dicho texto y no es
soberano40 para decidir el ámbito o extensión de sus competencias, por mucho que
de facto ello haya sucedido en algunas ocasiones. Si no obstante lo hiciera, como
científicos del derecho debemos describir tales situaciones como rupturas del
ordenamiento jurídico, como ejercicio del poder constituyente originario –concepto
metajurídico- y no como ejercicio de ninguna potestad jurisdiccional de defensa de
una Constitución, cuyo marco normativo se ha desconocido.
En una valoración de conjunto, lo cierto es que el papel del Tribunal
Constitucional Federal en el ordenamiento constitucional-democrático alemán como
garante del respeto del marco jurídico-constitucional por parte de la Política y, con
ello, como defensor de las minorías -muy en particular del individuo como minoría
más valiosa- es más que notable41. Así se pone de relieve en la jurisprudencia de
estos más de cincuenta años, y especialmente en las sentencias aquí seleccionadas
a la hora de abordar las encrucijadas jurídico-políticas del cambio de milenio, como
se verá seguidamente. Es verdad que algunas de las decisiones aquí seleccionadas
(“Los soldados son asesinos” o “”El crucifijo”) se dictan en el período de la que ha
sido considerada la “segunda gran crisis” del Bundesverfassungsgericht42, que
amenazó con poner en tela de juicio la muy bien labrada estima del Tribunal en la
sociedad alemana. Pero dicha crisis no solo no logró arrumbar la alta consideración
social de este órgano, sino que, todo lo contrario, tras los primeros momentos de
desconcierto por el desacoplamiento entre la pretensión política (la decisión de la
38
Cfr. SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 11.
39
Como, sin embargo, sostiene WÜRTENBERGER, Thomas, Zur Legitimität des Verfassungsrichte-
rrecht, ob. cit., pág. 57-59.
40
Como sostiene, PÜTTNER, Georg, Der schwierige Weg der Verfassungsgerichstbarkeit, en
Festschrift Juristische Gesellschaft zu Berlin, de Gruyter, 1984, pág. 573.
41
Sobre ello, cfr. STÜWE, Klaus, Das Bundesverfassungsgericht als verlängerter Arm der Opposition?
Eine Bilanz seit 1951, Aus Politik und Zeitgeschichte, Nº 37-38, 2001, pág. 34 ss.
42
Cfr. WESEL, Uwe, Der Gang nach Karlsruhe, ob. cit., pág. 308 ss.
administración educativa de Baviera) y el marco constitucional (la Sentencia del
Crucifijo) el Bundesverfassungsgericht salió fortalecido de la situación43.
43
Cfr. WESEL, Uwe, Der Gang nach Kalrsruhe, ob. cit., pág. 321-322.
4.- La organización del Tribunal Constitucional Federal alemán y sus competencias
de control de constitucionalidad
El Bundesverfassungsgericht está integrado por dieciséis magistrados,
elegidos por mitades por el Parlamento Federal y el Consejo Federal por una
mayoría de dos tercios. Su mandato dura 12 años, sin posibilidad de reelección.
Tres de los miembros de cada Sala han de ser elegidos de entre jueces y
magistrados de los órganos judiciales federales superiores, y el resto de entre
quienes posean la capacitación jurídica para acceder a la judicatura, debiendo todos
ellos tener 40 años y capacidad electoral pasiva (Art. 94.1.1 LF y § 3 BVerfGG),
aunque tienen prohibido ejercer cualesquiera otros cargos públicos durante su
mandado que no sea el de docente universitario a tiempo parcial. Cada una de las
dos Salas de las que está compuesto el Tribunal se compone de ocho magistrados,
y en cada Sala se pueden constituir tres Secciones de tres magistrados cada una,
por lo que algunos magistrados pertenecen simultáneamente a más de una Sección.
Cada una de las Salas tiene atribuidas por la BVerfGG funciones diversas de las que
tiene la otra, de modo que actúan en una especie de simetría colaborativa bajo el
principio del reparto funcional de competencias 44. La Sala primera, presidida por el
Presidente del Tribunal se ocupa hoy en día esencialmente de los recursos de
amparo, mientras que la Sala Segunda, presidida por el Vicepresidente del Tribunal
se ocupa mayoritariamente de los recursos y cuestiones de inconstitucionalidad, los
conflictos interorgánicos y de competencia45. El Pleno se reúne, además de para
resolver las diferencias de criterio que puedan presentar las decisiones de una Sala
respecto de las que hubiera tomado la otra en asuntos similares, para decidir sobre
cuestiones organizativas y procedimentales del funcionamiento del Tribunal y para
decidir sobre el estatuto de sus miembros.
Los magistrados que han formado parte de las Salas autoras de las
decisiones y los votos particulares -concurrentes o disidentes- que las acompañan
44
El reparto de trabajo entre las dos Salas no ha sido siempre el mismo. En 1956 se produjo el primer
cambio del reparto original de 1951 y obedeció a motivaciones principalmente políticas, mientras que
la introducción del actual reparto se remonta a 1971 y responde ya al intento de reequilibrar la carga
de trabajo de las dos Salas; sobre ello, WESEL,Uwe, Der Gang nach Karlsruhe, ob. cit., pág. 11.
45
Debido a esa distinta orientación funcional de cada Sala y a la adopción de algunas decisiones con-
trarias a la mayoría gobernante por parte de la Sala primera en la época del canciller Adenauer, se
forjaron en el interior del propio Tribunal (en su Portavocía de prensa) las expresiones Sala roja y
Sala negra respectivamente para la primera y la segunda Sala, en clara referencia a su presunto color
político (socialdemócrata y demócrata-cristiano, respectivamente); cfr. HÄUSSLER, Richard, Der
Konflikt zwischen Bundesverfassungsgericht und politischer Fuhrung: Ein Beitrag zu Geschichte und
Rechtsstellung des Bundesverfassungsgerichts, Duncker & Humblot, Berlin, 1994, pág. 30 (nota al pie
41).
durante el período temporal que abarca la selección de este volumen son en orden
alfabético:
1.- Prof. Dr.Ernst-Wolfgang Böckenförde, Magistrado desde diciembre de 1983 hasta mayo de
1996.
2.- Prof. Dr. Siegfried Broβ, Magistrado desde septiembre de 1998.
3.- Prof. Dr. Brun-Otto Bryde, Magistrado desde enero de 2001.
4.- Prof. Dr. Udo Di Fabio, Magistrado desde diciembre de 1999.
5.- Dr. Everhardt Franβen, Magistrado desde noviembre de 1987 hasta junio de 1991.
6.- Dr. Reinhard Gaier, Magistrado desde noviembre de 2004.
7.- Profa. Dra. Karin Grasshof, Magistrada desde octubre de 1986 hasta octubre de 1998.
8.- Prof. Dr. Dieter Grimm, Magistrado desde julio de 1987 hasta diciembre de 1999.
9.- Profa. Dra. Evelyn Haas, Magistrada desde septiembre de 1994 hasta octubre de 2006.
10.- Prof. Dr. Winfried Hassermer, Magistrado desde mayo de 1996.
11.- Prof. Dr.Johann Friedrich Henschel, Magistrado desde julio de 1983 hasta octubre de
1995.
12.- Dra. Dieter Hömig, Magistrada desde octubre de 1995 hasta abril de 2006.
13.- Dra.Christine Hohmann-Dennhardt, Magistrada desde enero de 1999.
14.- Prof. Dr. Wolfgang Hoffmann-Riem, Magistrado desde diciembre de 1999.
15.- Dña. Renate Jaeger, Magistrada desde marzo de 1994 hasta octubre de 2004.
16.- Prof. Dr. Hans-Joachim Jentsch, Magistrado desde mayo de 1996 hasta septiembre de
2005.
17.- Prof. Dr. Paul Kirchhof, Magistrado desde noviembre de 1987 hasta noviembre de 1999.
18.- Prof. Dr. Hans Hugo Klein, Magistrado desde diciembre de 1983 hasta mayo de 1996.
19.- D. Konrad Kruis, Magistrado desde noviembre de 1987 hasta septiembre de 1998.
20.- Jürgen Kühling, Magistrado desde julio de 1989 hasta enero de 2001.
21.- Profa. Dra. Gertrude Lübbe-Wolff, Magistrada desde abril de 2002.
22.- Prof. Dr. Ernst Gottfried Mahrenholz, Magistrado desde julio de 1981 hasta marzo de
1994.
23.- D.Rudolf Mellinghoff, Magistrado desde enero de 2001.
24.- Profa. Dra. Lerke Osterloh, Magistrada desde octubre de 1998.
25.- Prof. Dr. Hans-Jürgen Papier, Magistrado desde febrero de 1998.
26.- Dña. Helga Seibert, Magistrada desde noviembre de 1989 hasta septiembre de 1998.
27.- Dr. Otto Seidl, Magistrado desde junio de 1986 hasta febrero de 1998.
28.- Prof. Dr. Alfred Söllner, Magistrado desde noviembre de1987 hasta octubre de 1995.
29.- D. Bertold Sommer, Magistrado desde julio de 1991 hasta julio de 2003.
30.- Prof. Dr. Udo Steiner, Magistrado desde octubre de 1995 hasta septiembre de 2007.
31.- Klaus Winter, Magistrado desde noviembre de 1989 hasta octubre de 2000.
46
Se distingue aquí deliberadamente el concepto más restringido de jurisdicción constitucional (con-
trol de constitucionalidad del Tribunal Constitucional) del más amplio de justicia constitucional (control
de constitucionalidad de cualquier órgano jurisdiccional), tal y como se ha puesto de relieve en BAS-
TIDA/VARELA/REQUEJO, Derecho Constitucional. Cuestionario comentado I, Ariel, Barcelona, 1992,
pág. 380.
jurisdiccional específico, el Tribunal Constitucional Federal, la tarea de ejercer la
mayor parte del control de constitucionalidad, especialmente en relación con las
normas con rango de ley y la garantía de los derechos fundamentales.
Acorde con la detallada enumeración de competencias que realiza el art. 93
LF en favor del Bundesverfassungsgericht, desarrollada en los §§ 13 y ss. BVerfGG,
los procedimientos de control se pueden clasificar, siguiendo a STERN47 en cinco
grandes grupos: procedimientos de control de constitucionalidad de las normas con
rango de ley (recurso y cuestión de inconstitucionalidad), garantía de derechos
fundamentales (recurso de amparo), conflictos de competencia entre órganos,
conflictos de competencia territorial derivados del carácter federal del Estado y otros
procedimientos especiales de defensa de la constitución 48 y garantía electoral y del
mandato parlamentario (como, por ejemplo, el procedimiento de prohibición de
partidos políticos). Las decisiones seleccionadas se gestan en casi todos estos tipos
de procedimiento. Así, las Sentencias sobre el espionaje acústico masivo, el Tratado
de Maastricht, las elecciones en toda Alemania (que también es producto de la
interposición de un conflicto interorgánico), la Ley de seguridad aérea, el crucifijo en
las escuelas, el velo de la Sra. Ludin, y las Resoluciones sobre la ordenación del
mercado del plátano (también producto de varias cuestiones de
inconstitucionalidad), y sobre las expresiones “los soldados son asesinos” responden
a recursos de inconstitucionalidad. Por su parte, la Sentencia sobre el derecho de
sufragio de los extranjeros en Schleswig-Holstein y la de la Ley de parejas de hecho
obedecen a recursos de inconstitucionalidad, mientras que la Resolución de la
ordenación del mercado del plátano, parcialmente a varias cuestiones de
inconstitucionalidad. De otro lado, la Sentencia sobre el personal de asistencia a
personas mayores responde a un conflicto territorial de competencias y las
Sentencias sobre financiación de partidos II, sobre las elecciones en toda Alemania
(aunque esta última también resuelve un recurso de amparo de los mismos
demandantes) y sobre la utilización del ejército federal responden a un conflicto
interorgánico, curiosamente los dos primeros interpuestos por partidos políticos. Por
47
STERN, Klaus, Das Staatsrecht der Bundesrepublik Deutschland, Vol. II, Beck, München, 1980,
pág. 938, 978.
48
Se utiliza el concepto de defensa de la constitución en un sentido estricto de la palabra, como sinó-
nimo de garantía de un núcleo constitucional material intangible –con independencia de su naturaleza
suprapositiva o meramente positiva-, tal y como ha puesto de relieve con gran acierto en nuestra doc-
trina OTTO Y PARDO, Ignacio, Defensa de la Constitución y partidos políticos, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1985, pág. 11-18.
último, la Resolución sobre la prohibición del NPD que sobresee el procedimiento de
prohibición instado por el Gobierno federal, el Parlamento federal y el Consejo
Federal para la prohibición de dicha formación política es un ejemplo de esos
procedimientos especiales de defensa de la Constitución.
Como se puede ver, esta enumeración de procedimientos de control de
constitucionalidad coincide en muy alto grado con las competencias de control de
constitucionalidad que tanto los arts. 161 a 163 CE como la LOTC han realizado a
favor de nuestro Tribunal Constitucional. Con todo, y sin ánimo de exhaustividad, se
han de resaltar algunas diferencias en su configuración procesal que llaman la
atención en la lectura de las decisiones recogidas en este volumen. En primer lugar,
cabe mencionar que las decisiones en recursos de amparo que han llegado a la
Sentencia o Resolución de una Sala del Bundesverfassungsgericht, han tenido que
superar una suerte de “certiorari”49, filtro de admisibilidad a trámite condicionada
legalmente a su trascendencia constitucional conforme a lo dispuesto por el § 93a 2
BVerfGG, filtro inexistente –aunque demandado- en nuestra jurisdicción
50
constitucional hasta la recientísima reforma de la LOTC de 2007 . Una segunda
peculiaridad diferencial aparece en lo que se refiere a los derechos amparables,
explicable a partir de la distinta estructura del catálogo de normas iusfundamentales
de la Ley Fundamental y de la CE de 1978. La Grundgesetz no conoce más que un
catálogo de derechos fundamentales (Grundrechte) en su Capítulo I (Arts. 1-19 LF) y
a su defensa –junto con los derechos asociados que se desprenden de los arts. 20.4
LF (derecho de resistencia), 33 LF (derecho a la igualdad como ciudadanos y al
acceso a cargos y funciones públicas), 38 (derecho de sufragio), 101 LF (derecho al
juez predeterminado por la ley), 103 LF (derechos de defensa y al principio de
legalidad sancionadora) y 104 LF (garantías de la libertad personal)- va dirigida la
institución del recurso de amparo conforme a lo previsto en el art. 93.4a LF y en el §
90 BVerfGG. Aunque la mayoría de dichos derechos fundamentales amparables
coincide con el objeto de tutela del recurso de amparo previsto en el art. 53.2 CE,
existen algunas notables diferencias: el derecho de propiedad, la libre elección de
49
Institución propiamente norteamericana, utilizada por el Tribunal Supremo de los EE.UU. para auto-
determinar –sin criterios legales vinculantes- su competencia para conocer de los asuntos; sobre su
regulación legal y su funcionamiento, véase AHUMADA RUIZ, María Ángeles, El "certiorari". Ejercicio
discrecional de la Jurisdicción de apelación por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Revista
Española de Derecho Constitucional, Nº 41, 1994, pág. 109 ss.
50
Operada por la Ley orgánica 6/2007, de 24 de mayo, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/1979,
de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional.
profesión u oficio o el derecho a la nacionalidad o, en fin, un genérico derecho a la
dignidad humana y el libre desarrollo de la personalidad son amparables en
Alemania y no lo son en España; mientras que, a la inversa, la CE de 1978 ha
especificado derechos como el honor, la intimidad o la propia imagen como
amparables que no aparecen en el catálogo alemán, conteniendo, además, una
serie de derechos fundamentales (derecho de propiedad, matrimonio, libre elección
de profesión u oficio, etc…) que, a pesar de su fundamentalidad51, no son
susceptibles de amparo ante el Tribunal Constitucional. Por último, a diferencia de lo
que sucede en el ordenamiento español, además de los actos, resoluciones o
disposiciones de las administraciones públicas de todos los niveles territoriales, las
acciones u omisiones de los órganos jurisdiccionales y los actos sin valor de ley de
los órganos parlamentarios, los §§ 93.2, 94.4 y 95.3 BVerfGG en relación con el §
90.1 BVerfGG permiten a los particulares impugnar a través del recurso de amparo
de forma directa las leyes y demás normas con rango de ley que de forma actual,
inmediata y directa produzcan una lesión de sus derechos fundamentales. Lo que
explica, precisamente, que varios de los recursos de amparo objeto de las
decisiones aquí recogidas sean producto de la impugnación directa de leyes por
parte de ciudadanos alemanes.
En lo que se refiere a los recursos y cuestiones de inconstitucionalidad, su
configuración procesal como vías de control de constitucionalidad abstracto y
concreto de las normas con rango de ley es sustancialmente idéntica a la que realiza
la LOTC española. Los sujetos legitimados para su interposición o planteamiento
son sustancialmente idénticos -minorías parlamentarias, presidente del Gobierno o
Gobiernos de los entes territoriales, en el caso del recurso, y órganos
jurisdiccionales ordinarios, en el caso de la cuestión- (art. 93.1.2 LF y art. 100.1 LF) y
la forma en la que se plantean uno y otra, así como el enriquecimiento
jurisprudencial de los efectos de las sentencias (declaratorias de la
inconstitucionalidad) más allá de la simple nulidad ex tunc de la norma declarada
inconstitucional acontecen también de forma parecida52. No obstante, existen ligeras
51
Su fundamentalidad reside en su indisponibilidad para los poderes públicos y su inmediata disponi-
bilidad para los particulares, sin quedar a merced de lo que disponga el legislador ordinario; cfr. BAS-
TIDA FREIJEDO/FERNÁNDEZ SARASOLA, Concepto y modelos históricos de los derechos funda-
mentales, en Bastida/Villaverde/Requejo/Presno/Aláez/Fernández, Teoría general de los derechos
fundamentales en la Constitución española de 1978, Tecnos, Madrid, pág. 30 ss.
52
Para más detalles, véase SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, ob. cit., pág. 91
ss., 274 ss.
diferencias, que llamarán la atención del lector en algunas decisiones sobre todo en
el objeto de control por el Tribunal Constitucional, como la del espionaje acústico
masivo. Así, la existencia en el art. 79.3 LF de una cláusula de intangibilidad
absoluta, que cierra al poder de reforma constitucional la afectación de los principios
y valores fundamentales recogidos en los Arts. 1 y 20 LF, convierte a las normas de
reforma constitucional en parámetro del control de las normas con rango de ley
ordinario y al mismo tiempo objeto del control de constitucionalidad. Esta inclusión
en el objeto del control, corroborada con la propia denominación de las reformas
constitucionales como leyes de reforma constitucional, implica su enjuiciamiento
conforme a las normas constitucionales del procedimiento de reforma y, sobre todo,
conforme a los límites materiales que representan los principios y valores
enunciados en los Arts. 1 y 20 LF, esto es, respectivamente la dignidad de la
persona y su libre desarrollo de la personalidad conforme al contenido esencial de
los derechos fundamentales garantizados en la Ley Fundamental, y el carácter
republicano, federal, democrático social y de derecho del Estado alemán. Ello
permite hablar, parafraseando a Otto Bachof, de normas constitucionales
inconstitucionales53, correspondiendo al Bundesverfassungsgericht la competencia
para conocer de su impugnación, tal como y prueba la sentencia del espionaje
acústico masivo (aunque haya nacido de un recurso de amparo)54. Por el contrario,
en el ordenamiento español, la ausencia de límites materiales absolutos a la
reforma constitucional –es decir, de una cláusula de intangibilidad como la existente
en el art. 79.3 LF, en el art. 139 de la Const. Italiana o el art. 89 de la Const.
Francesa-, el nomen iuris propio de “reforma constitucional”, y no de ley de reforma
constitucional, que poseen las normas de reforma constitucional, así como otros
argumentos de carácter dogmático constitucional de no procede desarrollar aquí,
hacen dudar de la pertinencia de incluir dichas normas dentro del objeto del recurso
o la cuestión de inconstitucionalidad siquiera para realizar su control orgánico-
procedimental de constitucionalidad55, aunque algún sector de la doctrina así lo haya
demandado56. Por abajo en la pirámide normativa, hay que mencionar también que
53
Cfr. BACHOF, Otto, Verfassungswidrige Verfassungsnormen? (1951), en Wege zum Rechtstaat,
1979, pág. 1 ss. Y en la jurisprudencia constitucional ya desde la BVerfGE 1, 14 (32).
54
El Tribunal venía admitiendo su competencia para ese enjuiciamiento desde la Sentencia de las
“escuchas telefónicas” (BVerfGE 10, 1).
55
Cfr. ALAEZ CORRAL, Benito, Los límites materiales a la reforma de la Constitución española de
1978, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000, pág. 385-390.
56
En ese sentido, PUNSET BLANCO, Ramón, Normas impugnables y motivos impugnatorios en los
procesos de control de constitucionalidad de las leyes, Revista Española de Derecho Constitucional,
las disposiciones reglamentarias de carácter general (Rechtsverordnungen y
Satzungen) también forman parte del objeto del recurso de constitucionalidad –no
así de la cuestión- cuando el motivo de su impugnación es su inconstitucionalidad57,
incluyendo así el control de un tipo de normas que en nuestro ordenamiento
correspondería exclusivamente a los Tribunales ordinarios y sólo excepcionalmente
al Tribunal constitucional por la vía de algunos recursos de amparo o de algunos
conflictos de competencia58.
En el caso del conflicto entre órganos constitucionales, una particularidad que
resalta en las Sentencias sobre financiación de partidos II y sobre las elecciones en
toda Alemana, producto de este tipo de procedimiento, es que los partidos políticos
son una de las partes en el conflicto, concretamente la parte recurrente59. Aunque
esto fue polémico originariamente, la asumida naturaleza híbrida de los partidos
políticos como sujetos privados y órganos constitucionales simultáneamente, que
predomina en la doctrina y la jurisprudencia constitucional alemana60, ha contribuido
a reforzar su inclusión por vía interpretativa61 dentro de los legitimados como “otros
afectados” del Art. 93.1.1 LF. Ello no sólo implica una extensión de la legitimación,
sino también del objeto de la controversia presente en el conflicto interorgánico,
porque, al considerar a los partidos como posibles legitimados, también serán objeto
del conflicto las medidas u omisiones adoptadas por cualesquiera órganos
constitucionales que mediatamente perjudiquen a los partidos políticos en el ejercicio
de sus funciones constitucionales, lo que sucede, por ejemplo, tanto en el supuesto
de la financiación de partidos como en el establecimiento de una barrera electoral
para las primeras elecciones panalemanas. Por el contrario en nuestro
ordenamiento, la reiterada naturaleza privada de los partidos políticos62, les priva de
cualquier posible consideración como partes de un conflicto interorgánico ante el
Tribunal Constitucional, y excluye trasladar al ámbito de los conflictos interorgánicos
las disputas acerca de los posibles perjuicios que unas u otras medidas gubernativas
o legislativas pudieran ocasionarles en el ejercicio de las funciones que les atribuye
Nº 43, 1995, pág. 209-210 (nota al pie 1).
57
BVerfGE 1, 184 (196) y BVerfGE 10, 20 (54), entre otras.
58
Sensu contrario, cfr. PUNSET BLANCO, Ramón, Normas impugnables y motivos impugnatorios en
los procesos de control de constitucionalidad de las leyes, ob. cit., pág. 209-212.
59
Sobre ello, SCHLAICH/KORIOTH, Das Bundesverfassungsgericht, op. cit., pág. 92-93.
60
Un resumen de esa jurisprudencia se encuentra en la BVerfGE 60, 53 (51 ss.).
61
Cfr. BVerfGE 4, 27.
62
Por todas, la reciente STC 6/2004, de 16 de enero que resuelve el recurso de amparo sobre la ile-
galización de Herri Batasuna y en la doctrina, por todos, PRESNO LINERA, Miguel, Los partidos polí-
ticos, Ariel, Barcelona, 2000, pág. 42-48.
el art. 6 CE. Los partidos políticos en España, en tanto meras asociaciones privadas,
sólo podrían impugnar dichas medidas indirectamente por la vía de la cuestión de
inconstitucionalidad (a través de la actuación judicial) o directamente a través del
recurso de amparo contra las medidas administrativas o judiciales de aplicación de
dichas normas legales.
Finalmente, por lo que se refiere a los conflictos de competencia territorial,
éstos son procedimientos que responden a un mismo interés en la garantía del
reparto de poder territorial que han previsto con modelos diferentes la Grundgesetz y
la Constitución española de 1978. Al margen de las diferencias que se derivan de la
estructura institucional y competencial de un Estado federal respecto de un Estado
autonómico, se pueden apreciar también dos grandes particularidades con respecto
a los conflictos territoriales que se deciden ante nuestro Tribunal Constitucional: una
de naturaleza fáctica y otra relativa al parámetro normativo utilizado para el control
de constitucionalidad en este tipo de procedimientos. En lo que respecta a esto
último, destaca que al contrario de lo que sucede en un Estado autonómico,
precisamente por la presunción de preexistencia de los ordenamientos de los
Estados miembros y el correlativo carácter incompleto del ordenamiento de la
Federación, el Bundesverfassungsgericht, como regla general únicamente se sirve
del texto de la Grundgesetz en los conflictos de naturaleza constitucional para
realizar el control del reparto competencial entre los entes territoriales, mientras que,
como es sabido, en el caso de nuestro ordenamiento autonómico –en el que el
principio es el inverso y los ordenamientos autonómicos no se presumen
preexistentes sino constituidos por el legislador nacional, siendo por ello son
incompletos frente al carácter originariamente completo del ordenamiento del
Estado-63, el Tribunal Constitucional se sirve a la hora de resolver los conflictos de
competencia territorial tanto de la CE de 1978 como del llamado “bloque
constitucional” de rango infraconstitucional64. Por lo que se refiere a la peculiaridad
fáctica, sorprende la escasa presencia numérica que actualmente tienen estos
procedimientos territoriales en la actividad del Bundesverfassungsgericht65 por
63
Sobre las diferencias de estructura normativa de un Estado federal y un Estado autonómico, con ca-
rácter general, cfr. OTTO Y PARDO, Ignacio de, Derecho Constitucional. Sistema de fuentes, ob. cit.,
pág. 245-249.
64
Sobre dicho bloque y su diferencia con el bloque de la constitucionalidad –también ignorado por el
Bundesverfassungsgericht- véase REQUEJO, Paloma, Bloque constitucional y bloque de la constitu-
cionalidad, Universidad de Oviedo, Oviedo, 1997, pág. 37 ss.
65
A pesar de que en la resolución de conflictos de competencia territorial entre el Reich y los Länder
durante el siglo XIX se hayan querido ver-a nuestro entender erróneamente- los precedentes de la
contraposición a la más numerosa conflictividad territorial que se sigue planteando
por la vía conflictual ante nuestro Tribunal Constitucional66. Ello puede ser reflejo de
dos aspectos de naturaleza bien distinta: de un lado, de la diferente configuración
normativo-constitucional del reparto de competencias en un Estado federal y en un
Estado autonómico. Mientras que en el primero, al basarse en el principio de la
atribución competencial limitada a la Federación y la competencia residual de los
Estados federados (art. 30 LF) –a lo que se añade las pocas tareas comunes
compartidas (arts. 91a y 91b LF) y el cada vez menor uso por parte de la Federación
de las competencias legislativas concurrentes-, la transversalidad de las
competencias se hace mucho menos evidente y el reparto competencial resulta más
estanco y estático con menos puntos normativos de contacto entre las competencias
de los entes67, en el Estado autonómico las preeminencia del principio opuesto, el de
competencia genérica del Estado central, desplazada solo allí donde un territorio ha
asumido estatutariamente una determinada competencia dentro de las posibilidades
de descentralización competencial previstas en la Constitución, hace que la
transversalidad se haga mucho más patente en aplicación de tanto de los criterios
de reserva competencial en manos del Estado como del reparto de competencias
conforme al binomio bases-desarrollo. De otro lado, además, mientras que los
actores del proceso de descentralización federal alemán parecen tener, por razones
históricas, poco interés político en mantener la conflictividad como parte de un
proceso de autodefinición identitaria –lo cual se refleja en el escaso número de
moderna jurisdicción constitucional, y de que en los primeros años de existencia del Tribunal Constitu-
cional Federal alemán, éste dictase sonadas sentencias precisamente sobre conflictos de competen-
cia territorial –véase por todas la famosa Sentencia “Estado del sudoeste” (BVerfGE 1, 14)-.
66
Los datos hablan por sí solos: en lo que se refiere al Tribunal Constitucional Federal alemán, si su-
mamos los conflictos constitucionales entre Federación y Estados federados del art. 93.I.3 LF a los
conflictos jurídico-públicos no constitucionales entre los mismos entes del art. 93.I.4 LF y a los conflic-
tos derivados de las dudas sobre la vigencia del derecho federal del art. 126 LF, el total desde 1951
no supera los 300 procedimientos–solo 24 en el decenio 1996-2006-, como atestigua la estadística
del propio Bundesverfassungsgericht
(http://www.bundesverfassungsgericht.de/organisation/gb2006/A-I-4.html), mientras que en el caso de
nuestro Tribunal Constitucional, por el contrario, los conflictos de competencia territorial mantienen,
conforme a los datos estadísticos del Tribunal
(http://www.tribunalconstitucional.es/memorias/2006/memo06_anexo03.html#CuadroDest15) una
cuantía superior tanto en proporción a la población del país como al período temporal comparado –lle-
gan a 67 para el quinquenio 2002-2006-. Aspecto éste que ya hacía notar hace casi veinte años LO-
PEZ GUERRA, Luis, Conflictos de competencia, interés general y decisión política, Revista del Centro
de Estudios Constitucionales, Nº 1, 1988, pág. 81 (nota al pie nº 8), al comparar la actividad de los
Tribunales Constitucionales español y alemán en la resolución de conflictos territoriales de competen-
cia.
67
Sobre la introducción en 1969 de dichas tareas comunes con la finalidad de interconectar las hasta
entonces demasiado separadas políticas de la Federación y los Estados federados, cfr. VON BEYME,
Klaus, El federalismo en la República Federal Alemana, Revista de Estudios Políticos, Nº 17, 1980,
pág. 18 ss.
procesos planteados que terminen con un auto de inadmisión por falta de
fundamentación o por no adecuación a la jurisprudencia constitucional sobre la
materia-, en el caso del Estado español, las estadísticas demuestran que los actores
españoles de estos procedimientos –el Estado y algunas CC.AA.- parecen tener
interés en utilizar la vía conflictual como mecanismo de autoafirmación identitaria
nacional. Todo ello viene reforzado, en buena medida, por el marcado carácter
dinámico del sistema autonómico con respecto al sistema federal, en el que los
cambios requieren la modificación de la Constitución federal y, salvo en las llamadas
competencias concurrentes, es más difícil que la jurisprudencia constitucional
produzca una mutación de los presupuestos jurídicos del ejercicio de las
competencias transversales de los entes.
A pesar de las diferencias reseñadas, los procedimientos de control de
constitucionalidad asignados por la Constitución española de 1978 a nuestro
Tribunal Constitucional y desarrollados legalmente en la LOTC se asemejan en lo
sustancial a la mayor parte de los previstos por la Grundgesetz para el
Bundesverfassungsgericht y al desarrollo que de ellos ha llevado a cabo la Ley del
Tribunal Constitucional Federal alemán, lo que añade una explicación adicional al
especial interés que despierta la jurisprudencia constitucional alemana en España.
5.- Algunas encrucijadas jurídico-constitucionales del cambio de milenio
El final del siglo XX y el inicio del siglo XXI han estado marcados desde el punto
de vista jurídico-constitucional por la incidencia de dos grandes fenómenos: la
enorme influencia en la globalización jurídica y el multiculturalismo de los crecientes
movimientos migratorios, sobre todo de sur a norte y de este a oeste del planeta; y la
consecuente pérdida paulatina de peso específico del Estado como unidad
segmentada del sistema jurídico, en beneficio de unidades supra-estatales pero
también territorialmente limitadas como la Unión Europea, y de los instrumentos
normativos del derecho internacional con pretensión de validez territorial universal.
Ambos fenómenos colocan al ordenamiento jurídico estatal ante diversas situaciones
conflictivas en las que se contraponen las expectativas del individuo o de un
conjunto minoritario de individuos y las expectativas de la mayoría, poniendo
también en el ojo del huracán la doctrina del Tribunal Constitucional Federal alemán
elaborada en las sentencias aquí seleccionadas al tratar de dar solución a los
conflictos planteados mediante la interpretación de normas deliberadamente
abiertas.
Semejantes situaciones son especialmente comprometidas desde la perspectiva
de la legitimidad del sistema jurídico por el modo en que éste ha abordado su propio
dinamismo y la evolución de las expectativas garantizadas. Mayoritariamente no se
articulan a través del procedimiento de reforma constitucional –y cuando se plantean
por esta vía se discute si ponen en cuestión los fundamentos del ordenamiento-,
sino que se resuelven mediante la operación interpretativa de la jurisdicción
constitucional, lo que presupone que los conflictos ya han sido resueltos por la
Constitución que ha enmascarado las opciones admisibles bajo la apertura y
abstracción de sus enunciados normativos. Precisamente, hablamos de encrucijadas
para hacer referencia a aquellas situaciones excepcionales en las que el Tribunal
Constitucional se encuentra ante dos (o más) alternativas teórico-constitucionales a
seguir a la hora de resolver jurisprudencialmente los conflictos jurídicos que le
plantean los nuevos retos político-constitucionales a que está sometido en la
actualidad el Estado moderno, y una de esas alternativas (o las dos) conllevan una
modificación de su propio papel constitucional, pudiendo incluso poner en cuestión
ese marco y con ello su naturaleza de órgano jurisdiccional en pro de una nueva
configuración como poder constituyente que no le corresponde. Se trata
habitualmente de supuestos en los que late un conflicto político de tal calado que
afecta a los presupuestos mismos del Estado, esto es, a los principios estructurales
de los que quiere ser reflejo el marco constitucional al que, en principio, se
encuentra obligado cualquier órgano jurisdiccional, incluido el Tribunal
Constitucional.
La disolución de la positividad el texto constitucional en un nuevo derecho natural
racionalista, cuyo único y profético padre revelador sería el propio Tribunal
Constitucional, o la disolución de la soberanía del ordenamiento –y del pueblo-
alemán en un ordenamiento supranacional –el de la Unión Europea- por la vía de los
hechos certificados jurisdiccionalmente, pero también la mutación constitucional
centralizadora del principio federal por la vía de la reinterpretación del poder de la
Federación para justificar la necesidad de su intervención en los supuestos de
legislación concurrente con los Estados federados, o en fin, la inclinación de la
balanza a favor de una mayoría social a la hora de determinar en conflictivos
supuestos de ejercicio de los derechos fundamentales los límites internos y externos
del multiculturalismo que es capaz de soportar el Estado social y democrático del
derecho constituido por la Grundgesetz, son todas ellas –y sus alternativas-
conclusiones a las que puede llegar el Tribunal Constitucional Federal al abordar las
situaciones jurídico-constitucionales conflictivas que se plantean en las decisiones
aquí seleccionadas. Además, las encrucijadas no terminan en el fondo del asunto,
sino que afectan a la raíz de la naturaleza y función de la jurisdicción constitucional,
tanto por las consecuencias de las decisiones adoptadas como por forma en la que
se argumentan las mismas, y que obligan al Tribunal Constitucional a optar entre
reafirmar su carácter jurisdiccional o extralimitarse en sus funciones a la búsqueda
de compromisos políticos cuando las instancias políticas han sido incapaces de
alcanzarlos por sí mismas68. En otras palabras, el Bundesverfassungsgericht se
encuentra ante la encrucijada de decidir si su argumentación jurídica conlleva una
mutación constitucional socialmente aceptable, que trasgrede los límites de esta
figura dogmatico-constitucional y le convierte en un poder constituyente originario, o
por el contrario se mantiene dentro del marco constitucional, relegando al poder de
reforma constitucional (único y auténtico poder constituyente) la adopción de una
decisión que desborda los límites de la abstracción del texto constitucional, aunque
dicha decisión sea socialmente menos aceptable. Veamos con un poco más de talle
68
Cfr. LERCHE, Peter, Verfassungsgerichtsbarkeit in besonderen Situationen, Verlag der bayerischen
Akademie der Wissenschaften, München, 2001, pág. 1 ss.
cómo se plantea la solución y la posición del Tribunal Constitucional Federal en
estos tres grandes ámbitos jurídico-constitucionales.
69
Cfr. MAUS, Ingeborg, Naturrecht, Menschenrecht und politische Gerechtigkeit. Der Kommentar,
Dialektik. Enzyklopädische Zeitschrift für Philosophie und Wissenschaften, Nº 1, 1994, pág. 13.
70
Sobre las distintas formas de solventar los conflictos entre ordenamientos, tomando como ejemplo
el del ordenamiento alemán en la sentencia de Maastricht, cfr. ARNOLD, Rainer, Conflictos entre or-
denamientos y su solución. El ejemplo alemán, Revista de Derecho Constitucional Europeo, Nº 1,
2004, pág. 97 ss.
71
En este sentido, véase el comentario a la Sentencia Maastricht de BOGDANDY, Armin von, La inte-
gración europea a la luz de la Constitución alemana: una reflexión en torno a la Sentencia del Tribu-
nal Constitucional Federal sobre el caso Maastricht, Cuadernos de Derecho Público, Nº 13, 2001,
pág. 212-213.
72
Un exhaustivo comentario de esa sentencia se pude encontrar en ALAEZ CORRAL, Benito, Co-
mentario a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 12 de octubre de 1993, Revista
española de derecho constitucional, Nº 45, 1995, pág. 243-278.
fundamento de validez, la Constitución nacional. Ahora bien, dado que en una
situación conflictiva como la descrita paradójicamente su decisión siempre sería
correcta desde la perspectiva de uno u otro ordenamiento, decidiese lo que
decidiese, el Tribunal Constitucional no actuaría como un órgano jurisdiccional, sino
como algo más, sobre todo si a dicha situación no se ha llegado por la vía de una
reforma constitucional formal y materialmente correcta y jurídicamente pacífica73. En
tal caso, la autoridad social del Tribunal Constitucional carecería de trascendencia
para la legitimación del sistema jurídico presupuesto como válido por dos motivos:
primero, porque precisamente su decisión jurisdiccional vendría a operar como
sustrato fáctico de la eficacia general del sistema jurídico, condición indispensable
para presuponer válido el ordenamiento constitucional que le atribuiría sus
competencias de control de constitucionalidad y, por tanto, haría necesaria su
autoridad legitimadora del mismo ante la sociedad74; y segundo porque la autoridad
social del Tribunal Constitucional presupone la atribución de carácter jurisdiccional
por el propio texto constitucional a sus decisiones, que han de ser la expresión de
una argumentación jurídica y no de mera argumentación política, es decir,
presupone la recursividad de sus decisiones a un texto normativo que se presupone
lógica y jurídico-positivamente por encima del propio Tribunal, lo que no ocurre si el
Tribunal coloca al texto constitucional como objeto de enjuiciamiento y no como
argumento o parámetro de sus razonamientos, quedando éstos con ello huérfanos
de racionalidad jurídica e integrados en el ámbito de los argumentos políticos.
Pues bien, tanto en la Sentencia Maastricht como en la Resolución sobre la
ordenación del mercado del plátano, aquí recogidas, el Bundesverfassungsgericht se
mantiene dentro de la órbita de la argumentación de un órgano jurisdiccional, pues
en todo momento utiliza las disposiciones de la Grundgesetz como fundamento
remoto de la validez (interna) de los Tratados constitutivos de las Comunidades
Europeas, y no como objeto de enjuiciamiento alternativo al derecho comunitario
para fundamentar el ordenamiento del que el mismo es expresión. En otras
palabras, el conflicto entre ordenamientos75 se soluciona negando el conflicto, pues
73
En este mismo sentido, LERCHE, Peter, Verfassungsgerichtsbarkeit in besonderen Situationen, ob.
cit., pág. 24-26.
74
Siguiendo aquí en lo que se refiere a la fundamentación del ordenamiento jurídico a KELSEN,
Hans, Teorías pura del derecho, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México, 1982,
pág. 232.
75
En detalle sobre esta forma de resolver el conflicto entre ordenamientos por parte del Bundesver-
fassungsgericht en Alemania, cfr., ARNOLD, Rainer, Conflictos entre ordenamientos y su solución. El
ejemplo alemán, ob. cit., pág. 102-105.
solo pueden colisionar entre sí dos magnitudes desvinculadas la una de la otra –por
eso hay conflicto-, nunca dos magnitudes vinculadas recíprocamente en una relación
de condicionamiento de validez. Ello, sin perjuicio de que ese mismo fundamento
remoto permita, a través de la ley de autorización de cesión de competencias a las
instituciones europeas -fundamento inmediato de la integración–, una cierta
reducción del ámbito de competencias del propio Tribunal Constitucional Federal
alemán, por ejemplo, en el ámbito de la tutela de los derechos fundamentales, como
consecuencia de la cesión de competencias jurisdiccionales a la Unión Europea (a
su Tribunal de Justicia)76. Pero todo el proceso se ha de desarrollar siempre dentro
de los límites de la cláusula de intangibilidad del art. 79.3 LF –entre ellos el principio
democrático- que el art. 23 LF le ha impuesto al legislador de la integración europea,
y que se reconducen en último extremo al respeto a la última palabra –la
competencia sobre las competencias- de la Grundgesetz alemana, de la que en todo
caso siempre ha de ser garante el Tribunal Constitucional Federal77.
Por eso, es difícilmente comprensible, aún sin la existencia de un cláusula de
intangibilidad absoluta en la Constitución española de 1978 semejante a la del art.
79.3 LF, la posición del Tribunal Constitucional en la DTC 1/2004 de 13 de
diciembre, F.J. 2-4º, admitiendo la primacía aplicativa del derecho comunitario
europeo sobre la Constitución, a la que no obstante se reserva la supremacía
normativa78. Si precisamente, como hace la Declaración, se conserva la potestad del
Tribunal Constitucional para garantizar esta última supremacía, es porque la
primacía puede ceder allí donde el aplicador cualificado del derecho comunitario –la
jurisdicción constitucional-, puede utilizar como parámetro de validez de esa regla de
76
Resucitando, con ello, en parte la doctrina que había fijado en la Sentencia Solange II (BVerfGE 73,
339), conforme a la cual, el Tribunal Constitucional Federal alemán renunciaba a ejercer su control de
constitucionalidad sobre los actos de derecho comunitario derivado en el ámbito de la tutela de los
derechos fundamentales, “en tanto en cuanto” las Comunidades Europeas mantuviesen –a través del
Tribunal de Justicia- un nivel de garantía de aquellos derechos sustancialmente equivalente, esto es,
admitía la transferencia de esa competencia jurisdiccional del Estado.
77
Por mucho que estos límites sean correlativos de los límites competenciales de las instituciones co-
munitarias establecidos en los Tratados, de los que es garante el Tribunal de Justicia de las Comuni-
dades Europeas. Atribuirle a éste –como pretende STEIN, Torsten, La sentencia del Tribunal Consti-
tucional alemán sobre el Tratado de Maastricht, Revista de Instituciones Europeas, Nº 3, 1994, pág.
764-765- la competencia para determinar esa extralimitación, asumiendo el riesgo de que ello genere
un conflicto de derecho internacional público entre Estados, supone, en mi opinión, no ofrecer ningu-
na solución de carácter jurídico y, al mismo tiempo, negarle al ordenamiento comunitario la autonomía
que de él ha predicado el Tribunal de Justicia.
78
Un análisis de la misma y de las categorías primacía y supremacía utilizadas por el Tribunal Consti-
tucional se puede ver en RODRÍGUEZ, Ángel, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución espa-
ñola? Comentario a la DTC 1/2004, de 13 de diciembre, Revista de Derecho Constitucional Europeo,
Nº 3, 2005, pág. 331-334.
aplicación preferente del derecho comunitario las lógico-jurídicamente preeminentes
normas constitucionales que justifican su competencia de control –es decir, la
supremacía-. Ello hace lógicamente incongruente seguir afirmando la primacía del
derecho comunitario, porque una primacía aplicativa condicionada no es tal
primacía, o, si se lleva dicha primacía hasta sus últimas consecuencias
incondicionadas, ello la convierte–como pretendían los votos particulares a la
Declaración- en una primacía inconstitucional por ser una supremacía encubierta
contraria al art. 9.3 CE. La posición del Bundesverfassungsgericht en este sentido es
mucho más congruente desde el punto de vista de la sistemática interna del
ordenamiento jurídico.
79
Sobre la positividad y autorreferencialidad del sistema jurídico y su relación con la interiorización del
sistema político como su medio ambiente, cfr. LUHMANN, Niklas, Selbstlegitimation des Staates, Ar-
chiv- für Rechts und Sozialphilosophie, Nº 15, 1981, pág. 75.
80
Es decir, toda aquella alteración del programa normativo o del ámbito normativo de la norma consti-
tucional que, sin modificación textual de la Constitución, no se produce por la vía de una interpreta-
ción constitucionalmente adecuada de aquélla. Sobre las dificultades dogmáticas de la definición de
la mutación constitucional, cfr. BÖCKENFÖRDE, Ernst-Wolfgang, Anmerkungen zum Begriff
Verfassungswandel, en Guggenberger/Würtenberger, Hüter der Verfassung oder Lenker der Politik?,
ob. cit., pág. 44 ss.
antes mencionadas: a favor de la fuerzas centrípetas en la medida en que limite y
reduzca los sujetos participantes en el proceso político o reduzca la extensión de la
descentralización del ejercicio del poder; a favor de las fuerzas centrífugas en la
medida en que incluya a todos los sujetos posibles en el proceso político y extienda
la descentralización del poder. Una segunda cuestión que plantean estas decisiones
jurisprudenciales, en la que centrar el objeto de nuestra atención, es la de si el
Bundesverfassungsgericht suplanta al legislador o al Gobierno en su facultad de
dirección política cuando concreta las abstracciones de los conceptos jurídicos
indeterminados y cuando rellena los vacíos normativos de la Ley Fundamental, o,
por el contrario, sus argumentaciones jurídicas caen dentro de la dogmática
constitucionalmente adecuada a la Grundgesetz. Para realizar el análisis vamos a
diferenciar entre aquéllas decisiones que se refieren a la composición, papel, y
extensión de la participación de los sujetos privados en el ejercicio del poder político
dentro del marco institucional de la Ley Fundamental, y aquéllas otras decisiones
referidas a las competencias y relaciones entre los órganos constitucionales de la
Federación o entre los entes territoriales en los que se organiza Alemania.
84
Sobre ello en detalle, cfr. ALÁEZ CORRAL, Benito, Nacionalidad, ciudadanía y democracia. ¿A
quién pertenece la Constitución?, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2006, pág.
241-249.
85
Como exponentes de estos dos modos de aproximación a la reconstrucción interpretativa del pue-
blo, véanse, ISENSEE, Josef, Abschied der Demokratie vom Demos. Ausländerwahlrecht als
Identitätsfrage für Volk, Demokratie und Verfassung, en Schwab/Giesen/Liste/Strätz (Hrsg.),
Festschrift für Paul Mikat, 1989, pág. 718-720; y BRYDE, Brun-Otto, Die bundesrepublikanische
Volksdemokratie als Irrweg der Demokratietheorie, Staatswissenschaften und Staatspraxis, Nº 3,
1995, pág. 318 ss.
su proceso de ilegalización de las mismas garantías liberal-democráticas que su
estatuto ideológico pretende eliminar. Por indeseable que ello pueda parecer desde
el punto de vista político, no deja de ser una respuesta perfectamente adecuada
jurídicamente al texto constitucional alemán. Justo lo contrario de la tendencia que
parece haber iniciado el Tribunal Supremo español86, con la connivencia del Tribunal
Constitucional87, en relación con la ilegalización de partidos políticos tras la
aprobación de la Ley orgánica 6/2002, de 27 de junio, de partidos políticos, conforme
a la cual las garantías que operan en el procedimiento penal no tienen por qué ser
aplicables a la constatación del funcionamiento antidemocrático de un partido
político y su consiguiente ilegalización, trasmutando en un mecanismo de defensa
de la Constitución la exigencia de funcionamiento democrático de los partidos que
establece el art. 6 CE88.
De igual manera, las sentencias sobre la financiación de partidos y la barrera
electoral en las elecciones panalemanas de 1990 se orientan en la dirección de
permitir el máximo pluralismo y la máxima igualdad de oportunidad de los partidos
políticos que el sistema ya ha admitido como actores del proceso de formación de la
voluntad popular, aunque sea a costa del principio liberal de no intervención en dicho
proceso o de la racionalización parlamentaria. Ni una ni otra decisión, aunque
discutibles, se desmarcan en sus argumentos de la dogmática constitucional que se
desprende de los principios de Estado social y democrático de derecho que presiden
el funcionamiento de la República Federal de Alemania en virtud del art. 20 LF. En
efecto, resultaba un tanto incongruente –si no fuera por la híbrida naturaleza de los
partidos políticos a la que ya se ha hecho referencia, mitad sujetos privados, mitad
órganos del Estado89- que se hubiese extendido la consideración de los derechos
fundamentales como principios objetivos del ordenamiento -además de derechos
subjetivos- y que el mandato de optimización que ello generaba para el Estado no se
hubiese traducido en la posibilidad de que éste facilitase a los partidos políticos un
86
STS de 27 de junio de 2003 (Sala Especial).
87
STC 5/2004, de 16 de enero, F.J. 9º.
88
Cfr. ALVAREZ ALVAREZ, Leonardo, Lealtad constitucional y partidos políticos, Teoría y Realidad
Constitucional, Nº 10-11, 2002, pág. 456 ss.
89
Patente en la BVerfGE 20, 56, que vetaba la financiación pública de los partidos en el ámbito de su
actuación para formación de la voluntad popular (en la sociedad), permitiendo la financiación pública
sólo en el ámbito de su actuación para la formación de la voluntad estatal (en el cumplimiento de las
funciones públicas que tiene encomendadas, como la electoral). Sobre estos dos planos de existencia
de los partidos políticos en la jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht, cfr. GONZÁLEZ-VARAS
IBÁÑEZ, Santiago, La financiación de los partidos políticos en Alemania tras la sentencia del Tribunal
Constitucional de 9 de abril de 1992, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 36, 1992, pág.
301.
mínimum de medios financieros para el adecuado ejercicio del derecho de
asociación política del que son expresión, así como para el adecuado cumplimiento
de sus funciones públicas, con el límite, eso sí, de no desnaturalizarlos como
expresión libre de la voluntad popular. A esta necesidad viene a atender el
Bundesverfassungsgericht con un cambio de jurisprudencia con respecto a sus
precedentes decisiones sobre la financiación de los partidos políticos90. Se trata así
de garantizar la igualdad de oportunidades fácticas en el ejercicio de los derechos de
asociación política y de sufragio pasivo que garantiza el texto constitucional y a la
que sirve la genérica cláusula de Estado social91. Las discrepancias aquí podrían
aparecer en torno a las cuantías que se consideran necesarias para garantizar ese
mínimo de oportunidades, o a dónde colocar los límites absoluto y relativo de esa
financiación pública para evitar que se distorsione la imagen de los partidos como
agrupaciones libres de los intereses sociales92, pero no en torno al principio de la
obligación del Estado de intervenir para garantizar esa igualdad de oportunidades
fácticas. Una igualdad de oportunidades que también es tenida en cuenta por el
Tribunal Constitucional Federal a la hora de anular la concreta configuración legal de
la barrera electoral vigente a la fecha de celebración de las primeras elecciones
panalemanas. Desconocer mediante la introducción de una regla de racionalización
del funcionamiento del parlamento, como la barrera electoral, las reales capacidades
de los partidos políticos para agruparse en un nuevo territorio en el que carecen de
implantación social e influir en la población para buscar adhesión a su proyecto
político implica que aquélla vulnere la garantía formal del principio de igualdad de
oportunidades de los partidos en tanto actores del sistema de formación y expresión
de la voluntad popular93. A diferencia de lo que sucedía con la financiación, la
apertura al máximo número de actores del juego político que demanda la sentencia
de la barrera electoral no se vincula a la igualdad de oportunidades fácticas, y por
tanto al Estado social, sino a la igualdad formal entre los partidos, que se puede ver
minimizada por una barrera electoral legal que no sea respetuosa con la posibilidad
90
Véase, por todas, BVerfGE 24, 300.
91
Cfr. MORLOK, Martin, La regulación jurídica de la financiación de partidos en Alemania, Teoría y
Realidad Constitucional, Nº 6, 2000, pág. 48-53.
92
En detalle el comentario de GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Santiago, La financiación de los partidos
políticos en Alemania tras la sentencia del Tribunal Constitucional de 9 de abril de 1992, ob. cit., pág.
307 ss.
93
En general sobre el complejo sistema electoral al parlamento federal alemán, véase, NOHLEN, Die-
ter, Sistemas Electorales y Partidos Políticos, Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1994,
pág. 200 ss.
que deben tener todos los partidos de competir en igualdad de oportunidades por los
apoyos sociales del electorado. Igualdad que no se da cuando, como consecuencia
de una medida normativa ajena a su voluntad –como la reunificación alemana-, se
altera su ámbito de actuación. El silogismo jurídico-argumentativo del
Bundesverfassungsgericht es en este punto impecable. Nuevamente se podrá
discrepar de él en relación con la valoración fáctica de las circunstancias sociales en
las que se ve inmersa la actividad de los distintos partidos políticos tras la
reunificación o con el efecto que, como consecuencia de la anterior valoración, se le
imputa a la barrera electoral en relación con la igualdad de oportunidades de los
partidos, pero la discrepancia no versará sobre la extensión o alcance de las normas
constitucionales sobre la igualdad formal de oportunidades de participación política
de los partidos. El único “pero” que cabe hacerle a esta Sentencia hace referencia al
injustificado ejercicio de política constitucional que lleva a cabo el Tribunal
Constitucional Federal al reconstruir, prácticamente sin margen para la libre opción
del legislador democrático, cuál debería ser la configuración de esa barrera electoral
legal para que la misma respete la igualdad de oportunidades de los partidos
políticos, seguramente por la premura temporal ante la inminente celebración de las
primeras elecciones panalemanas94.
94
Cfr. CRUZ VILLALÓN, Pedro, Legislación electoral y circunstancias excepcionales: la igualdad de
oportunidades de los partidos políticos en las primeras elecciones generales de la nueva R.F.A., Re-
vista Española de Derecho Constitucional, Nº 30, 1990, pág. 130-131.
a depender del consentimiento del Parlamento Federal, en virtud de una
reinterpretación de ese mismo sistema parlamentario de Gobierno, y, del mismo
modo también el Bundesverfassungsgericht reinterpreta restrictivamente el poder de
decisión política de la Federación sobre la necesidad de utilizar la potestad
legislativa concurrente que le reconoce el art. 72 LF.
96
BVerfGE 100, 266, BVerfGE 104, 151, BVerGE 108, 34
97
Sobre ella, GILCH, Andreas, Das Parlamentsbeteiligungsgesetz. Die Auslandsentsendung der
Bundeswehr und deren verfahrensrechtliche Ausgestaltung, Tesis doctoral, Fulda, 2005.
98
Pocos meses antes de que, en la misma línea, la Ley Orgánica 5/2005, de 17 de noviembre some-
tiese a autorización de las Cortes Generales la decisión gubernamental de envío de tropas en misio-
nes internacionales –fuera de los supuestos de estado de guerra, que ya requerían autorización parla-
mentaria por mandato del art. 63.3 CE-.
99
Sobre la diferencia entre mutación constitucional y mutación de la constitución por la vía de su inter-
pretación, cfr. BÖCKENFÖRDE, Ernst-Wolfgang, Anmerkungen zum Begriff Verfassungswandel, ob.
cit., pág. 54-56.
100
Sobre clasificación de las formas de gobierno parlamentarias, cfr. FERNÁNDEZ SARASOLA, Igna-
cio, La función de gobierno en la Constitución española de 1978, Universidad de Oviedo, Oviedo,
2002, pág. 127-130.
101
Críticos con los efectos de esta parlamentarización de la defensa exterior,
DIETERICH/HUMMEL/MARSCHALL, Von der exekutiven Prärogative zum parlamentarischen Frie-
den? Funktionslogik und Funktionsprobleme der parlamentarischen Kontrolle militarischer
Sicherheitspolitik am Fallbeispiel Deutschland, Parlamentarische Kontrolle von Sicherheitspolitik
Working Paper, Nº 6, 2007, pág. 22 ss.
parte del su ámbito normativo (Normbereich), y en ese sentido permanece
plenamente conforme con la Ley Fundamental.
104
Sobre la cláusula de necesidad véase, DEPENHEUER, O. Verfassungsgerichtliche
Föderalismusreform – Chance und Bewährungsprobe für den deutschen Föderalismus, Zeitschrift für
Gesetzgebung, 2005, pág. 83 y ss
105
Cosa que con la antigua redacción del art. 72.2 LF, anterior a la reforma constitucional de 1994, no
podía hacer, como atestigua su jurisprudencia (BVerfGE 65, 283, 289).
106
HESSE, Konrad, Der unitarische Bundesstaat, C.F. Müller, Karlsruhe, 1962
materia de regulación de las condiciones básicas para el ejercicio igual de los
derechos y deberes de los ciudadanos a que hace referencia el art. 149.1.1ª CE107.
De nuevo se podrá discrepar sobre la valoración que ha realizado el Tribunal
Constitucional Federal de la realidad objeto de la norma distributiva de competencias
o sobre su valoración del cumplimiento por parte de la Federación de los requisitos
de necesidad, pero la discrepancia girará en torno a cuestiones fácticas, no en torno
a cuestiones jurídicas, quedando incólume la adecuación de su razonamiento a la
dogmática constitucional que sobre el federalismo ha reflejado la Grundgesetz
alemán108. Sirva como prueba de ello, la inexistencia de una reacción mayoritaria por
parte del poder de reforma constitucional frente a esta decisión (contra-mayoritaria)
del Bundesverfassungsgericht, sino más bien una orientación hacia la misma como
ejemplo de una fórmula de compromiso109. En efecto, a pesar del corte centralizador
de la reforma constitucional de 28 de agosto de 2006, que modifica parcialmente el
reparto de competencias tanto exclusivas como concurrentes a favor de la posición
de la Federación, no se alteraron las condiciones de admisibilidad de la legislación
federal concurrente introducidas en la Grundgesetz en 1994 y utilizadas por el
Bundesverfassungsgericht para fundamentar el fallo de esta Sentencia, aunque sí se
circunscribió la exigencia de esta necesidad a un número reducido de las materias
sobre las que opera la legislación concurrente, dejando la decisión de legislar sobre
las demás en manos de la libre valoración de la Federación110.
113
Sobre una y otra técnica de resolver los conflictos entre los derechos fundamentales y sus límites,
véase, VILLAVERDE MENÉNDEZ, Ignacio, Los límites de los derechos fundamentales, en Bastida/Vi-
llaverde/Requejo/Presno/Alaez/Fernández, Teoría general de los derechos fundamentales en la
Constitución española de 1978, ob. cit., pág. 120 ss.
apartarse de la dogmática constitucional preponderante en la iuspublicística alemana
favorable a la ponderación de intereses.
Las consecuencias para el multiculturalismo asumido por el ordenamiento
constitucional y para su percepción por parte de la cultura dominante como por la
cultura o culturas minoritarias serán radicalmente distintas según el
Bundesverfassungsgericht siga uno u otro método argumentativo en la solución de
los conflictos entre derechos fundamentales y otros bienes de rango constitucional.
La técnica de la ponderación, al permitir Tribunal Constitucional Federal la adopción
de una decisión político-valorativa respecto a la prevalencia de alguno de los
derechos o intereses en conflicto, le colocará al frente de una de las culturas en
conflicto y hará que la decisión sea vista como una representación política de ésta
última y no del sistema constitucional, haciendo que la cultura preterida no confíe en
este último y lo considere cautivo de la cultura a favor de la cual se ha inclinado la
ponderación. Por el contrario, la técnica de la delimitación, en la medida en que
obliga al Bundesverfassungsgericht a justificar su concreción de la garantía
normativa de unos u otros derechos –y por tanto de una u otra cultura- en la
abstracta definición de sus sujetos, su objeto, su contenido y sus límites realizada
por el texto constitucional positivo, esto es, en una decisión puramente jurídica,
colocará al Tribunal como garante y representante de dicho marco constitucional que
se erige por encima de las culturas en conflicto, con independencia de que si en la
concreción de ese marco ha errado o ha acertado y su decisión ha beneficiado a la
cultura mayoritaria o a la minoritaria.
Por lo que se refiere a la primera de las técnicas a través de las cuales dar
solución a la encrucijada que plantea el multiculturalismo interno o externo al que se
enfrenta la sociedad moderna, el terreno resbaladizo de la ponderación escapa a la
racionalidad de medios propia de la argumentación jurídica y se aproxima a la
racionalidad de fines de la argumentación política, de la que el Tribunal
Constitucional Federal debiera huir como órgano jurisdiccional114. A las dificultades
114
Críticamente sobre la ponderación de bienes en la solución de conflictos iusfundamentales, tam-
bién VILLAVERDE MENÉNDEZ, Ignacio, Los límites de los derechos fundamentales, ob. cit., pág.
141-145.
consistentes en que el texto constitucional haya querido garantizar o proteger in
concreto dos bienes o valores de forma normativamente contradictoria –de modo
que si se protege el interés o derecho A no se pueda proteger al mismo tiempo el
interés o derecho B, y viceversa-, no superables con la doctrina de ALEXY de la
naturaleza principial de las normas iusfundamentales115, se añade el hecho de que la
solución al conflicto presupone, en último extremo, que el juez constitucional adopte
una decisión de naturaleza política, esto es, una decisión -la relativa a qué interés o
derecho prevalece- que no es predeterminable argumentativamente por la aplicación
previa de la normas constitucionales.
El primer conflicto escogido hace referencia al derecho a la vida, y contrapone la
vida del nasciturus a la libertad y, en su caso, vida e integridad física de la madre en
los supuestos de aborto. En su Sentencia sobre el “Aborto II” (BVerfGE 88, 203) el
Tribunal Constitucional Federal alemán, sin apartarse de lo establecido en su
doctrina precedente sobre el aborto116, se zambulle en el esquema argumental de la
ponderación desde el mismo momento en que atribuye la titularidad del derecho a la
vida al nasciturus. Ciertamente la negación de la titularidad del derecho a la vida por
parte del feto no excluiría que la argumentación discurriese por el errático camino de
la ponderación117, pero desde luego, afirmada la titularidad del derecho por el
nasciturus, es difícil sustraerse a la ponderación, puesto que cualquier delimitación
que se quisiera realizar de la extensión del objeto y contenido del derecho a la vida
del feto implicaría, para aceptar el aborto, el desconocimiento del contenido esencial
del derecho. Al tiempo que afirma que el feto es titular del derecho a la vida sostiene
que la decisión de la madre de abortar también es expresión de sus derechos a la
dignidad, la vida y el libre desarrollo de su personalidad, afirmando desde ese
momento la existencia de un conflicto entre bienes jurídicos de igual rango. El
Bundesverfassungsgericht se sirve del criterio de la inexigibilidad del sacrificio para
la madre de sus propios derechos para realizar la ponderación entre ambos bienes,
y deslindar la regulación constitucionalmente admisible del aborto (la que responda a
esa inexigibilidad) de la que no lo es. Ello coloca su esquema argumental de
ponderación frente a no pocos flancos de crítica. Así, por ejemplo, la inexigibilidad
115
Sobre los derechos fundamentales como normas de principio y no como reglas véase, ALEXY, Ro-
bert, Teoría de los derechos fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993, pág.
81 ss.
116
BVerfGE 39, 1.
117
Como pone de relieve la ya lejana STC 53/1985, de 11 de abril, F.J. 7º de nuestro Tribunal Consti-
tucional.
parece apelar apriorísticamente a una cierta jerarquía lógica entre los bienes en
conflicto –con preferencia del derecho a la vida del nasciturus sobre el derecho a la
libertad de la madre en unos casos, y de la libertad de la madre sobre la vida del
nasciturus en otros-, que carecen de base jurídico-positiva en la Ley Fundamental. Y
dentro del criterio de la inexigibilidad, la determinación de qué consecuencias vitales
son inexigibles a madre, y cuáles no, solo es enjuiciable a partir de una cierta
precomprensión axiológica más o menos mayoritaria socialmente, que tampoco
encuentra base jurídico-positiva118. En uno y otro caso se trata de una decisión
política que debiera quedar en manos del legislador y no bajo el control de los
Tribunales Constitucionales. Pero ello requeriría que no se acudiese a la
ponderación de bienes y a la inexigibilidad para la madre como criterio dirimente,
pues eso es precisamente lo que coloca al órgano de la jurisdicción constitucional en
situación de decidir si la más o menos abstracta decisión del legislador respeta ese
criterio de inexigibilidad. Debiera operarse únicamente la adecuada delimitación de
la titularidad, objeto, contenido y límites de los derechos en presencia, que bien
podría venir guiada por principios como la necesidad de ser persona para ser titular
de los derechos fundamentales, la incidencia en el objeto de un derecho (el derecho
a la vida del nasciturus) la necesidad de que su ejercicio tenga lugar siempre a costa
del derecho de otra persona (el derecho a la vida o a la libertad de la madre) –que
habitualmente no se admite en otros supuestos de conflicto entre derechos
fundamentales-, etc…
118
En algunas sociedades –como la alemana- la imposibilidad de la madre para desarrollar su vida de
forma socialmente adecuada, como consecuencia de unos condicionantes socio-económicos vincula-
dos al embarazo -la conocida indicación social-, es considerada dentro de la causa de inexigibilidad
como un daño a la salud síquica de la madre que no le se le puede presuponer que asuma, mientras
que para otros –como el ordenamiento español- la interpretación es la opuesta, la de que el legislador
no ha considerado de suficiente entidad los condicionamientos sociales como para justificar la no pu-
nición del aborto por el peligro para la salud psíquica de la madre, que queda reducido al sufrimiento
de posibles patologías mentales como consecuencia del embarazo y posterior crianza del niño -indi-
cación médica-.
119
En la parte de la Sentencia que se refiere a la posibilidad de derribar el avión secuestrado sin per-
sonas inocentes abordo para salvar la vida de la población civil amenazada con él como arma, privan-
do de la vida, con ello, únicamente a los secuestradores; cfr. RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, José Ma-
ría, Una cuestión de principios. La sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán, de 15 de fe-
brero de 2006, sobre la Ley de Seguridad Aérea, que autorizaba a derribar el avión secuestrado para
cometer un atentado terrorista, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 77, 2006, pág. 267
ponderación por lo menos en lo que se refiere al binomio derecho a la vida de los
pasajeros inocentes del avión secuestrado-derecho a la vida de la población civil
amenazada con el avión suicida. En efecto, al plantearse la constitucionalidad de la
posibilidad legal de abatir un avión secuestrado para evitar que sea utilizado como
arma contra la población civil, el Tribunal Constitucional Federal alemán parece en
principio delimitar el contenido del derecho a la vida a partir de su interrelación con el
derecho a la dignidad humana120 y considera inconstitucional dicha posibilidad pues
convertiría a los pasajeros inocentes, a los que causaría la muerte, en meros objetos
de la acción del poder público –les cosifica-, lo que es contrario a su dignidad como
personas y a su derecho a la vida121. Pero, no se trata de una delimitación que
excluya in abstracto como medida positiva de protección de la dimensión objetiva del
derecho a la vida la lícita causación por parte del Estado de la muerte de unas
personas para salvaguardar la vida de otras, pues a renglón seguido el
Bundesverfassungsgericht admite la posibilidad de que se lleve a cabo esa
ponderación de bienes si únicamente se ha de sacrificar el derecho a la vida de los
terroristas para garantizar el derecho a la vida de la población civil amenazada. En
nuestra opinión, se trata más de una ponderación encubierta que de la delimitación
del derecho a la vida122. Si como sostiene el Tribunal, la razón de excluir la licitud
constitucional del derribo es que toda persona disfruta de dignidad, y con ello de
derecho a la vida, con independencia de sus cualidades, su situación física o
psíquica, sus capacidades y su estatus social, no debería importar la condición de
terrorista o pasajero inocente de quien pierde la vida como consecuencia del derribo
del avión. Y, sin embargo, para el Tribunal Constitucional Federal alemán sí importa,
con el argumento de que el terrorista con sus actos se convierte en sujeto de un
proceso cuya consecuencia última es la acción del poder público que pone fin a su
vida con la intención de proteger la vida de terceras personas, una consecuencia
que se presumiría voluntariamente querida por aquél con su actuar ilícito 123.
ss.
120
Sobre ello, véase en nuestro país, GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ, Ignacio, Dignidad de la persona y
derechos fundamentales, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2005.
121
Muy crítico con el razonamiento y el fallo del Bundesverfassungsgericht, DOMENECH PASCUAL,
Gabriel, ¿Puede el Estado abatir un avión con inocentes abordo para prevenir un atentado kamikaze?
Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán sobre la Ley de seguridad aé-
rea, Revista de Administración Pública, Nº 170, 2006, pág. 406 ss.
122
Como sostiene RODRÍGUEZ DE SANTIAGO, José María, Una cuestión de principios…, ob. cit.,
pág. 264 ss.
123
En este sentido también MERKL, Reinhard, § 14 Abs. 3 Lusftsicherheitsgesetz: Wann und warum
darf der Staat töten?, Juristenzeitung, Nº 8, 2007, pág. 376 ss.
Semejante suerte de presunciones acerca de la voluntariedad o involuntariedad de
la posición de sacrificio en la que se colocan quienes pueden morir en el caso de
derribo del avión por las fuerzas de seguridad del Estado, además de plantear
problemas desde el punto de vista del derecho a la presunción de inocencia –art.
103.1 LF- y la prohibición de pena de muerte –art. 102 LF-, implican una valoración
apriorística del significado de las conductas vitales de los individuos implicados y los
instrumentalizan tanto como si fuesen personas inocentes124. Nada excluye, por
ejemplo, que los terroristas sean inimputables –mientras no tenga lugar el
correspondiente procedimiento penal-, y que por tanto no se les pueda considerar
subjetivamente responsables de la acción del secuestro, ni de colocarse en la
situación con la que, según el Bundesverfassungsgericht, se habrían convertido en
sujetos y no mero objeto de acción del Estado.
Además, enfrentar el deber positivo del Estado de proteger unas vidas –las de
las víctimas civiles del atentado- a su deber positivo de protección de otras vidas –
las de los terroristas-, coloca al intérprete constitucional ante la peligrosa situación
de tener que valorar cuantitativa o cualitativamente las vidas en juego para poder
decidir125. El Tribunal Constitucional Federal, al considerar a los pasajeros inocentes
meros objetos y a los terroristas sujetos de la acción de los poderes públicos,
termina emitiendo un juicio moral acerca del valor de las vidas en juego,
considerando la vida del delincuente de menor valor que la vida de las personas
inocentes amenazadas por la acción del delincuente. Sin embargo, ni la
Grundgesetz, ni ninguna Constitución liberal-democrática de nuestro entorno,
realizan una baremación de las conductas iusfundamentales de los individuos –ni
tampoco de las que no son iusfundamentales, incluso aunque sean ilícitas- de modo
que resulte posible establecer una valoración de la vida de las personas. Lo
deseable hubiese sido que el Tribunal Constitucional Federal hubiese respondido a
cuestiones propias de la delimitación del objeto y contenido del derecho
fundamental, atinentes a si el derecho a la vida es un derecho de libertad, un
derecho prestacional, o ambas cosas al mismo tiempo, lo que implica resolver la
124
DOMENECH PASCUAL, Gabriel, ¿Puede el Estado abatir un avión con inocentes abordo para pre-
venir un atentado kamikaze?, ob. cit., pág. 422-423.
125
En este sentido crítico también, MERKL, Reinhard, § 14 Abs. 3 Lusftsicherheitsgesetz: Wann und
warum darf der Staat töten?, ob. cit., pág. 374 ss. A favor de esa valoración de las vidas, desde una
perspectiva economicista, como modo de solucionar semejantes conflictos, sin embargo, ROIG DAVI-
SON/RUIZ GARCÍA, La valoración de la vida humana. Comentario a la Sentencia del Tribunal Consti-
tucional Federal alemán de 15.2.2006, InDret, Nº 4, 2006, pág. 17.
cuestión de si el deber positivo de protección de la vida por parte del Estado es una
facultad subjetiva, que opera casi al modo de regla, o es un mandato de
optimización consecuencia de un principio normativo, e incluso en este último
supuesto determinar cuál es el mínimo de protección que debe dispensar el Estado
para no desconocer la imagen dogmático-constitucional del derecho a la vida tal y
como la ha garantizado la Grundgesetz, con independencia de que el método
utilizado por el legislador para dicha protección sea el derecho penal u otro distinto.
Entonces podríamos responder con argumentos jurídico-normativos a la cuestión de
si es lo mismo habilitar al poder público para causar lícitamente la muerte de ciertas
personas con el fin de proteger la vida de otras, que permitir al poder público
exonerar de sanción a quien (particular o poder público) en una situación extrema
(estado de necesidad o legítima defensa) causa la muerte de otros126, dependiendo
de si el poder público debe otorgarle una determinada protección con unos
concretos medios para satisfacer la pretensión subjetiva del titular del derecho, o,
por el contrario, dispone de margen de apreciación -grado de protección penal- de
los medios necesarios para dicha protección del derecho a la vida.
126
Cfr. DREIER, Horst, Grenzen des Tötungsverbotes. Teil 1, Juristenzeitung, Nº 6/2007, pág. 265-
267.
expresiones injuriosas; y, de otro lado, estima que tampoco se ve afectado el
derecho al honor de los integrantes del sujeto colectivo cuando de entre las posibles
interpretaciones de las expresiones presuntamente infamantes cabe escoger –en
beneficio de la mayor efectividad de la libertad de expresión- una que les dé a las
mismas el significado de una crítica política y no el de una injuria 127. En resumen,
que in concreto desaparece el conflicto entre el derecho al honor de los soldados y
la libertad de expresión de los ciudadanos críticos con las actividades militares de
los soldados. Y si desaparece el conflicto entre bienes o derechos, sea porque no
hay uno de los bienes en juego (honor) o sea porque se excluye el sentido injurioso
de las conductas expresivas y, con ello, la proyección sobre el mismo sector de la
realidad de ambas conductas, desaparecerá la necesidad de ponderación. Para ello,
el Tribunal Constitucional Federal lo único que ha tenido que hacer es aplicar al caso
planteado las técnicas de concreción de los sujetos titulares del derecho al honor,
del objeto protegido por el mismo y del objeto de protección de la libertad de
expresión, esto es, bajo el manto de una ponderación solo tuvo que proceder a la
delimitación de uno y otro derecho para concluir que el honor de los soldados no
estaba en juego mientras que la libertad de expresión sí, y que eso no había sido
tenido adecuadamente en cuenta por los Tribunales penales de instancia, por lo que
procedía estimar el recurso de amparo.
Se podrá discrepar, como hace el Voto particular a la Sentencia, con respecto a
los resultados de la concreción realizada por el Bundesverfassungsgericht,
considerando que los colectivos indeterminados de personas también son titulares
del derecho al honor, o que de entre las alternativas interpretativas posibles la
concluyente es otra distinta de la que pretende el Tribunal Constitucional Federal. Se
podrá incluso considerar que ha excedido sus competencias de control de
constitucionalidad en el recurso de amparo convirtiéndose en una “instancia de
súper-revisión” (Superrevisioninstanz) porque en su delimitación ha descendido a la
valoración de hechos del caso concreto que es competencia exclusiva de los
juzgadores de instancia y carece de relevancia constitucional128, lo que es doctrina
127
Sobre estos nuevos criterios aplicables a la „crítica dura“ sobre colectivos de personas, desarrolla-
dos por el Bundesverfassungsgericht, y su comparación con los utilizados en otros ordenamientos
como el norteamericano, cfr. BRUGGER, Winfried, The Treatment of Hate Speech in German Consti-
tutional Law (Part II), German Law Journal, Vol. 4, Nº 1, 2003, pág. 26-28.
128
Cfr. PERGER, Tillman, Ehrenschutz von Soldaten in Deutschland und anderen Staaten, TUP-
Productions, München, 2003, pág. 148-151.
consolidada del Bundesverfassungsgericht129 a pesar de la ausencia de una norma
expresa semejante a nuestro art. 44.1.b LOTC que excluya a la jurisdicción
constitucional del enjuiciamiento de los hechos de los que trae causa el proceso de
amparo constitucional130. Pero ello no cambiará la naturaleza delimitadora de la
operación argumentativa, ni la convertirá en ponderación, y tampoco eliminará los
anclajes normativos en los que se puede semejante forma de razonamiento del
Tribunal Constitucional Federal. Aunque se pretenda recubrir de discrepancia en la
ponderación, no se está, pues, ante ello, sino ante una discrepancia respecto de la
delimitación del objeto de los derechos concurrentes –en lo que se refiere al fondo- y
una discrepancia respecto a la función y competencias del Tribunal Constitucional
Federal en la resolución de los recursos de amparo -en lo que se refiere a los
presupuestos procesales-, que en ningún caso deslegitiman socialmente la función
jurisdiccional del Tribunal, ni la convierten en una función política. Esta última
corresponde al legislador, al que le queda, en ejercicio de la reserva de ley del art.
5.1 LF, la legítima –aunque peligrosa- opción de regular nuevos límites al ejercicio
de la libertad de expresión para proteger la dignidad y eficacia de las funciones del
Ejército, protegiendo más intensamente el honor de sus integrantes frente a la crítica
pública131, pero ello aún no se ha producido.
129
BVerfGE 30, 173.
130
De difícil concreción, por cierto, en la medida en que la errónea interpretación de los hechos del
proceso haya sido la causante de una errónea delimitación del alcance de los derechos fundamenta-
les del recurrente, y con ello la causante de la lesión del derecho fundamental que se imputa a la re-
solución jurisdiccional, lo que suele suceder, precisamente, en los casos de ejercicio de la libertad de
expresión y derecho al honor.
131
Cfr. PERGER, Tillman, Ehrenschutz von Soldaten in Deutschland und anderen Staaten, ob. cit.,
pág. 151.
realidad sobre el que recae la liberta religiosa y de conciencia del art. 4.1 LF, no
procede a una ponderación de los intereses en supuesta colisión: la libertad religiosa
de la mayoría y de la minoría. Como ya había puesto de relieve la Sentencia sobre
“el crucifijo en las salas de justicia” (BVerfGE 35, 366) el derecho a la libertad de
religiosa y de conciencia del art. 4.1 LF protege la expectativa subjetiva del individuo
de no verse violentado internamente en su conciencia por actos o manifestaciones
de religiosidad del poder público o de los particulares (dimensión negativa de la
libertad religiosa). A ello, añade ahora la Sentencia del crucifijo, que lo que no
garantiza es un comportamiento indiferente del poder público ante el fenómeno
religioso, pues ello excluiría la dimensión positiva de la libertad religiosa (que es la
que permite al individuo formarse unas creencias en su conciencia y manifestarlas)
de la eficacia que como sistema de valores objetivos tienen los derechos
fundamentales –incluida la libertad religiosa- sobre la actuación de los poderes
públicos, y que es lo que les permite precisamente la adopción de medidas de
fomento y optimización del ejercicio de dicha libertad por parte de los ciudadanos en
las distintas esferas de la relación social. El principio de no identificación ha de ser
entendido, por tanto, en un sentido compatible con la colaboración de los poderes
públicos en la satisfacción del ejercicio de sus creencias religiosas por parte de la
sociedad, con el límite de no violentar la libertad religiosa negativa de los individuos
integrantes de ella, pues los derechos fundamentales son garantía de la minoría
frente a la mayoría132. Y como uno de los partícipes de la comunidad educativa ha
invocado la vulneración de su libertad religiosa negativa, es por lo que el mandato
general que ordena la colocación de crucifijos sin excepciones en las aulas
escolares de Baviera resulta inconstitucional. Se puede discutir la religiosidad
cristiana de la cruz –como hacen los votos particulares-, pero aceptada esta premisa
–que, por otra parte, al tratarse de una cuestión fáctica es fácilmente argumentable
con la ayuda de ciencias auxiliares como la sociología o la historia- el resto del
razonamiento discurre dentro de los límites de la pretensión normativa del art. 4.1
LF. Aunque en nuestro ordenamiento jurídico no se ha planteado aún ante el
Tribunal Constitucional –si ante instancias de la jurisdicción ordinaria, aún
pendientes de ser firmes133- un debate semejante, sí parece aconsejable importar el
132
En este mismo sentido también la valoración de GONZÁLEZ-VARAS IBAÑEZ, Santiago, La polé-
mica “sentencia del crucifijo” (Resolución del Tribunal Constitucional alemán de 16 de mayo de 1995),
Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 47, 1996, pág. 351.
133
Hay que hacer mención a la reciente Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León
por la que se resuelve un recurso contra la Sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo
modelo argumentativo reflejado en la sentencia del crucifijo por el
Bundesverfassungsgericht. Ello, con independencia de si la conclusión es la misma,
esto es, la inconstitucionalidad de la presencia de crucifijos en las aulas de un centro
público en el que alguno de los alumnos o sus padres han alegado que el mismo
vulnera su libertad religiosa negativa, la opuesta, es decir su constitucionalidad por
tratarse de un símbolo que ha perdido prácticamente su significado religioso en
beneficio de un significado meramente cultural, o una distinta que fuera más allá de
la primera y considerase inconstitucional la presencia del crucifijo en cualquier acto
no confesional que tenga lugar dentro del centro escolar público porque condicionar
su retirada a la expresión de oposición conculcaría la concreta garantía de la libertad
religiosa negativa del art. 16.2 CE al obligar a declarar sobre sus creencias o religión
a la minoría disidente134.
nº 1 de Valladolid. Aunque buena parte del debate en se centra en cuestiones de carácter administra-
tivo-competencial, no se puede dejar de lado que el núcleo de la cuestión hacía referencia a la solici-
tud de la Asociación Cultural Escuela Laica de Valladolid, de que se retirasen los crucifijos de las au-
las del centro escolar público Macías Picavea de dicha ciudad. La cuestión está aún abierta puesto
que meritada Sentencia del Tribunal Superior de Justicia no entra en el fondo del asunto de la consti-
tucionalidad de la presencia de crucifijos en los espacios escolares públicos, sino que únicamente re-
suelve sobre la cuestión litigiosa, afirmando la competencia de los Consejos escolares para decidir
sobre ello y la revisabilidad de esa decisión por parte de la administración educativa de la Comunidad
Autónoma. Sin embargo resalta este párrafo de la sentencia que aún siendo obiter dicta parece orien-
tarse en la dirección de delimitación que ha seguido el Bundesverfassungsgericht en la sentencia del
crucifijo aquí recogida:
“Ante la colocación, retirada o mantenimiento de cualquier símbolo religioso caben diferentes
posturas. A título meramente dialéctico se puede aventurar que la colocación o retirada de un
símbolo religioso absolutamente contrario a las religiones que profesen todos los alumnos del
centro no será una actuación adecuada al entorno del centro educativo. Inversamente, la co-
locación o retirada de un símbolo conforme con las creencias de la totalidad de los alumnos
no vulnerará su libertad religiosa y además será plenamente adecuado a las circunstancias
del entorno social del alumnado. Entre estos dos extremos, también hay lugar para soluciones
intermedias, que pueden solventar supuestos de un entorno social y de alumnado multicultu-
ral. Piénsese, nuevamente a título hipotético, que ese centro, a través de su Consejo Escolar
decida, en atención a las peticiones recibidas el mantenimiento o colocación de unos símbo-
los religiosos en unas aulas y no en otras según la concreta composición de las mismas, y
siempre que sea posible tal opción.”
134
En este sentido, ALAEZ CORRAL, Benito, Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la re-
lación escolar, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 67, 2003, pág. 110-111.
concreto el uso de dichos símbolos135. Ello, en último extremo, exige del legislador la
adecuada delimitación del contenido de la libertad religiosa del funcionario docente
dentro de la relación de sujeción especial que conlleva la relación escolar, que para
el Tribunal Constitucional Federal alemán, si bien no implica una exclusión de su
disfrute, sí conlleva una reducción de su objeto y contenido, correlativa de la
obligación de los poderes públicos de satisfacer el derecho a la educación. La
discrepancia del Bundesverfassungsgericht con el legislador en lo que se refiere a
su justificación legal suficiente de la necesidad (de) limitar la extensión del disfrute
de la libertad religiosa del docente en el ejercicio de su función educativa es lo que le
conduce a declarar inconstitucional la expulsión de la función pública docente de la
Sra. Ludin. No se trata de una discrepancia en relación con la finalidad política que
es deseable que persiga el legislador, sino en relación con la interpretación del
medio utilizado para conseguir dicho fin. Esto es, se trata de una discrepancia
acerca de si el legislador ha hecho patente de forma razonable los motivos para
presumir que el uso del velo ha de tener una influencia distorsionadora de las
funciones educativas estatales lo que le dejaría fuera del ámbito de garantía de la
libertad religiosa. Pero ello es discusión sobre los medios, y en todo caso hace
referencia a una premisa de carácter fáctico en cuya resolución el Tribunal puede
apoyarse en los conocimientos científicos psicológicos, pedagógicos, etc....
Tampoco creemos que sea problemática, desde la perspectiva de la posición
dogmático-argumentativa del Tribunal Constitucional Federal136, su exigencia de que
se establezca por ley esa delimitación de la libertad religiosa en relación con los
límites inmanentes de la función pública y el derecho a la educación. La misma se
alinea en la dirección de nuestro Tribunal Constitucional español de considerar la
delimitación (concreción generalizadora de los límites internos, explícitos o
inmanentes) como una operación de desarrollo del contenido y regulación del
ejercicio de los derechos fundamentales, sometida a reserva de ley orgánica u
ordinaria, según el derecho de que se trate 137. Es una exigencia de toda limitación –
consista en una delimitación con respecto a otros bienes o derechos constitucionales
135
Sobre el uso de símbolos religiosos en la relación escolar, véase, ALAEZ CORRAL, Benito, Símbo-
los religiosos y derechos fundamentales en la relación escolar, ob. cit., pág. 89 ss.
136
Como, sin embargo, sostienen MARTIN VIDA/MÜLLER-GRUNE, ¿Puede una maestra portar du-
rante las clases en una escuela pública un pañuelo en la cabeza? (Comentario a la Sentencia del Tri-
bunal Constitucional Federal alemán de 24 de septiembre de 2003, caso Ludin), Revista Española de
Derecho Constitucional, Nº 20, 2004, pág. 330 ss.
137
Cfr. STC 173/1998, de 23 de julio, F.J. 7º.
o en una limitación en sentido estricto- de la libertad religiosa impuesta con carácter
general por el art. 9.2 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, a cuyo respeto,
a pesar de la ausencia en la Grundgesetz de un equivalente de nuestro art. 10.2 CE,
también están obligados los poderes públicos del Estado alemán en tanto signatario
del mismo.
Aunque tampoco ha tenido ocasión nuestro Tribunal Constitucional de
manifestarse en relación con en este concreto ámbito de conflictos entre las pautas
culturales de la mayoría y de la minoría, sí es cierto que sus recientes resoluciones
en relación con la competencia de las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Católica
de determinar la idoneidad de los profesores de religión católica en los centros
escolares públicos138, realiza una suerte de razonamiento delimitador del ámbito y el
contenido de los derechos fundamentales relativamente semejante al del
Bundesverfassungsgericht, aunque bajo el término de ponderación. Se podrá
discrepar de la delimitación que hace nuestro Tribunal Constitucional de la
dimensión objetiva de la libertad religiosa de las comunidades (art. 16.3 CE) y su
correlativo derecho de los padres para dar a sus hijos la formación religiosa y moral
que esté de acuerdo con sus convicciones (art. 227.3 CE), que permite a los
poderes públicos su satisfacción a través de la existencia de la asignatura de religión
católica (como asignatura confesional) en los centros públicos. Pero si se acepta
esta premisa como válida, el resto del razonamiento va de suyo: los poderes
públicos pueden establecer condiciones que estén racionalmente vinculadas a
garantizar el cumplimiento efectivo de la función de enseñar la religión católica de
forma confesional, una de cuyas concreciones puede ser que los profesores den
testimonio de vida cristiana con sus comportamientos. Y dichas condiciones de
índole religiosa, lógicamente no son susceptibles de un control material –de su
trascendencia o congruencia con la doctrina religiosa católica-, sino meramente
formal –de su racionalidad respecto de la finalidad perseguida-, por parte del Estado,
pues de lo contrario se vulneraría la libertad religiosa comunitaria a la que pretende
servir el principio de neutralidad religiosa del Estado. Solo cabría ponerle a este
razonamiento un “pero”, del mismo orden delimitativo que los utiliza el
Bundesverfassunsgericht en la sentencia del Velo: aunque la Constitución española
carezca de mecanismos de defensa de la Constitución, sí que ha orientado
funcionalmente toda la actividad educativa y de enseñanza en que consiste el
138
STC 38/2007, de 15 de febrero, y STC 128/2007, de 4 de junio.
derecho a la educación al cumplimiento de unos fines, el ideario educativo de la
Constitución139, dentro del cual se encuentra que aquélla se desarrolle –incluso
cuando se enseña religión católica- en el respeto a los valores y principios
democráticos de convivencia y en el respeto a los derechos fundamentales (art. 27.2
CE)140, esto es, como una educación para la ciudadanía. Y ello es difícilmente
alcanzable si se enseña cualquier materia –incluida la religión católica- bajo la
premisa de que los derechos fundamentales garantizados por la CE de 1978 para
permitir al individuo la intercambiabilidad de roles en distintas esferas del contacto
social, no le permite desvincular su comportamiento privado –producto del ejercicio
de derechos fundamentales- de su actividad pública como docente de religión,
cuando dicho comportamiento privado no se deja traslucir en dicha actividad
pública141.
142
Aspecto sobre el que nuestro Tribunal Constitucional ya se ha pronunciado en obiter dicta, sin ma-
yores argumentos, en el su Auto ATC 222/1994, de 11 de julio, F.J. 2º, afirmando la heterosexualidad
del matrimonio.
143
Como, sin embargo, son los que llevan a DÍEZ-PICAZO, Luis María, En torno al matrimonio entre
personas del mismo sexo, InDret, Nº 2, 2007, pág. 11, a concluir la heterosexualidad del derecho al
matrimonio del art. 32 CE
llamada a desempeñar en el seno del sistema de valores de una constitución
democrática, en la que los derechos –y la concreción interpretativa de sus abstractos
enunciados- están orientados a la realización de la dignidad de la persona y el libre
desarrollo de su personalidad. Sólo después, y en caso de que la respuesta haya
sido la necesaria heterosexualidad del matrimonio como institución constitucional,
debería el Tribunal pasar al análisis de si la creación legal de un matrimonio
homosexual paralelo conlleva una vulneración de la garantía institucional que la CE
de 1978 garantizaría para el matrimonio heterosexual144. Lo cual requeriría
nuevamente una interpretación constitucionalmente adecuada al sistema de valores
y principios constitucionales de libertades y derechos de la extensión del contenido
negativo (de abstención) o también positivo (de fomento o protección activa) de
dicha garantía institucional.
144
No se debe dar por supuesto, como hace DÍEZ PICAZO, Luis María, En torno al matrimonio entre
personas del mismo sexo, ob. cit., pág. 11 que de existir una garantía institucional en el derecho a
contraer un matrimonio heterosexual, ya de por sí, la coexistencia por voluntad legal de un matrimonio
heterosexual mermaría la eficacia de dicha garantía, del mismo modo que no damos por supuesto
que la existencia de comités de empresa o delegados de personal –per se- merma la eficacia de la
garantía institucional de los sindicatos del art. 7 CE.
6.- Breve referencia bibliográfica española sobre las decisiones seleccionadas
Aunque la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán es objeto
de análisis y estudio habitualmente en la doctrina jurídica española, la mayoría de
estos trabajos no tienen por objeto principal o exclusivo el estudio del
Bundesverfassungsgericht como órgano constitucional, o de sus decisiones, sino
que utilizan la misma, a través del recurso al derecho comparado, como instrumento
argumentativo para la construcción o análisis crítico de la doctrina o jurisprudencia
española. Sería inabarcable la cita de los trabajos patrios que de uno u otro modo se
han ocupado de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemán. Por ello nos
limitaremos ahora ha dar cuenta sólo de unos pocos artículos y monografías sobre el
Tribunal Constitucional Federal Alemán y su jurisprudencia, publicados en español,
en los que éste es el objeto científico principal cuando no exclusivo de los mismos,
para a continuación hacer idéntica referencia a los trabajos en lengua española que
de modo principal se han ocupado de algunas de las decisiones aquí seleccionadas.
Unos y otros son un pequeño botón de muestra de la trascendencia e importancia
que sigue teniendo la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán para
la doctrina jurídica española y esperamos que sirvan, junto con este estudio
introductorio y los comentarios que preceden a cada una de las decisiones
seleccionadas, para una mejor comprensión de la jurisprudencia seleccionada sobre
las encrucijadas que afectan al Estado constitucional democrático en el cambio de
milenio.
La presente citación de los fundamentos jurídicos se corresponde con la propia numeración oficial re-
cogida en los textos de las Sentencias del Tribunal Constitucional.
148
En este concreto ámbito, la BVerfGE 109, 279 se pronuncia sobre si la nueva
redacción de la Grundgesetz introducida por el art. 13.3 LF vulnera el contenido de
los principios que el art. 79.3 LF declara sustraídos al poder de reforma
constitucional;149 entre ellos, el principio de la dignidad humana consagrado en el art
1.1 LF, cuya infracción se aduce en el recurso interpuesto contra la norma legal. No
obstante, tal y como afirma el Tribunal Constitucional Federal, la intangibilidad del
principio de la dignidad humana —como valor de máximo rango de la Grundgesetz
(C I 1 3 b aa)--,150 conforme a lo dispuesto en el art. 79.2 LF, es compatible con una
eventual reforma del contenido de los derechos fundamentales en los que aquél
principio se materializa (C I 1 3 a).151 Todos los derechos fundamentales, tal como se
viene reconocer, poseen un fragmento de dignidad humana (C I 1 3 a),152 que es el
que debe ser respetado por el poder de reforma constitucional y por supuesto, por el
legislador, al margen del cual y respetando en todo caso el contenido esencial de los
derechos fundamentales--art. 19.4 LF--, puede proceder a su limitación o a su
delimitación (C II 3 b (2 b, c y d)).
La cuestión fundamental que se plantea el Tribunal Constitucional Federal es
precisar cuál es ese contenido nuclear de la dignidad humana que se encuentra,
muy particularmente, en el art. 13.1 LF, que reconoce el derecho fundamental a la
inviolabilidad del domicilio para, conforme a ello, plantearse si la limitación
Véase con carácter general BACHOF, Otto, Verfassungswidrige Verfassungsnormen en idem. Wege
zum Rechtstaat. Ausgewählte Studien zum Öffentlichen Recht, Athenaum, Königstein, 1979, pág. 1 y
ss.
1
149
BVerfGE 84, 90 (120 y ss.); BVerfGE 94, 49 (102). Y es que, en efecto, como ha sido una constante
jurisprudencial y doctrinal, la prohibición de reforma del art. 79,3 no tiene por objeto los principios fun-
damentales de los arts. 1 y 20, sino los fundamentos de tales principios, véase al respecto en la doc-
trina STERN, Klaus, Der Bedeutung der Unantastbarkeitsgarantie des Art. 79 III für die Grundrechte,
Juristiche Schulung, Nº 5, 1985, pág. 329 y ss.
1
152
Cfr. las BVerfGE 32, 54 (75); BVerfGE 42, 212 (219); BVerfGE 51, 97 (110).
154
Por su parte, el legislador ordinario se encontraría limitado por el contenido esencial los derechos
fundamentales consagrado en el art. 19.4 LF, por lo que la fijación de límites por parte aquél --, sólo
podría realizarse en el margen que se ubica fuera de dicho contenido esencial
155
Sin embargo, el propio Tribunal Constitucional reconoce que puede ser extremadamente difícil po-
der determinar, ad casum, cuándo se produce una indebida inserción en el núcleo personalísimo de la
vida por parte del legislador y de la administración, ya que depende de las circunstancias concretas. Y
así, tanto la forma de la vivienda, el horario en el que se realizan las escuchas o quién se encuentra
viviendo en el domicilio puede ser determinante a los efectos de analizar la posible afectación del nú-
cleo de dignidad humana presente en el art. 13,1 (C I 3 b bb).
suspensión (C II 3 aa bb) y al borrado de las escuchas que contengan cuestiones
relacionadas con aquél ámbito (C II 1 b (2) y C II 3 dd (6)), o la falta de especial
gravedad en los delitos previstos por el legislador para cuya investigación resulta
viable la realización de escuchas. (C IV c bb)).156 Sin embargo, este análisis de la
constitucionalidad de la Ley para la mejora de la lucha contra la criminalidad
organizada desvela cómo, en el fondo, lo que intenta realizar el Tribunal
Constitucional Federal es, de manera indirecta, interpretar los límites previstos en el
art. 13.3 LF al amparo del núcleo de la dignidad humana previamente deducido del
art. 13.1 LF.
Sin embargo, como se reconoce en el voto particular a la Sentencia
interpuesto por las Magistradas Jaeger y Hohmann-Dennhardt, esto no supone más
que un razonamiento viciado que acaba por acabar subvirtiendo el contenido del art.
79.3 LF, permitiendo el acceso a cualquier reforma constitucional al margen de dicho
límite (III b y c). Dicho de manera más evidente, desnormativiza el límite del art. 79.3
LB. En efecto, eso es lo que parece suceder cuando lo que se hace--de conformidad
con lo afirmado por parte de la voluntad mayoritaria de la Sala-- es determinar el
objeto y el contenido del principio de la dignidad humana del art. 1.1 LF, sustraido al
camnbio por el art. 79.3 LF, con arreglo al art. 13.1 LF. Cuando eso sucede, en
efecto, el art. 13.1 LF deja de concebirse como una materialización normativa de la
dignidad humana—tal y como se dispone en la Grundgesetz (art. 1.2)—para, de
manera paradójica, erigirse en el parámetro a partir del cual se dota de contenido a
all principio del art. 1.1 LF. Esto, lejos de presentarse como una mera contradicción
metodológica,157 acaba conduciendo a una evidente supresión de la función del
156
Véase más extensamente sobre esta cuestión MEYER-WIECK, Hannes, Der Große Lauschangriff,
Duncker & Humblot, Berlín, 2005 y ROGGAN, Fredick, Lauschen im Rechtsstaat, Berliner Wiss.-Verl,
Berlín, 2004.
157
Directrices
158
N. e. Ley Fundamental de Bonn de 1949 (Grundgesetz).
159
N. e. Boletín Oficial de la Federación (Bundesgesetzblatt).
En el proceso relativo a los recursos de amparo 1. a) del Sr. Dr. N..., fallecido el 5 de
mayo de 2001, proseguido por su heredera, la Sra. N..., - representante: abogado
Dr. Dieter Selb, Leibnizstrasse 2, 68165 Mannheim -, b) del Sr. S..., - representante:
abogado Dr. Carl Eduard Bloem, Hebelstrasse 13 I, 68161 Mannheim -, dirigida en
contra del art. 13, párr. 3 a 6 LF, en la versión del art. 1 núm. 1 de la Ley de Reforma
de la Ley Fundamental (artículo 13), de 26 de marzo de 1998 (BOF I, p. 610) y
contra el art. 2 núm. 2, letra a y núm. 5 de la Ley para la mejora de la lucha contra la
criminalidad organizada, de 4 de mayo de 1998 (BOF I, p. 845) – 1 BVR 2378/98 -
2.- a) del Sr. Dr. H..., b) de la Sra. L..., c) del Sr. B..., d) de la Sra. H..., e) del Sr. H...
– representante de los recurrentes en amparo b) a e): abogado Dr. Burkhard Hirsch,
Rheinallee 120, 40545 Düsseldorf –, dirigida, indirectamente, en contra de la Ley
para la mejora de la lucha contra la criminalidad organizada, de 4 de mayo de 1998
(BOF I, p. 845); indirectamente contra la Ley de Reforma de la Ley Fundamental
(artículo 13), de 26 de marzo de 1998 (BOF I, p. 610) –1 BvR 1084/99-.
Fallo
Fundamentos:
Los recursos de amparo se dirigen directamente contra el art. 13 párr. 3 a 6 LF, así
como contra disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que posibilitan la
vigilancia acústica de viviendas con finalidades de persecución penal.
I.
El nuevo párrafo 4 del art. 13 LF se refiere al empleo de medios técnicos para la vigi-
lancia de viviendas a fin de prevenir peligros inminentes para la seguridad pública.
Esta facultad no se limita a las escuchas. El art. 13 párr. 5 LF regula el empleo de
medios técnicos para proteger a las personas que intervengan en la vigilancia acústi-
ca de las viviendas y para proteger el uso de los conocimientos allí obtenidos. El art.
13 párr. 6, obliga al Gobierno Federal a presentar al Parlamento Federal un informe
anual sobre las vigilancias de vivienda realizadas con fines de persecución penal,
así como sobre las vigilancias de viviendas preventivo-policiales en el ámbito de
competencia federal. Un órgano elegido por el Parlamento alemán realizará, sobre la
base de este informe, el control parlamentario. Los Estados federados tienen que
garantizar un control parlamentario equivalente.
b) Sobre la base del modificado art. 13 párr. 3 LF, se aprobó la Ley para la mejora
de la lucha contra la criminalidad organizada, de 4 de mayo de 1998. La norma cen-
tral, que resultó del art. 2 de esta ley (configurada como ley ordinaria), está constitui-
da por el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Conforme al mismo puede escucharse y gra-
barse con medios técnicos lo que un inculpado hable privadamente en una vivienda,
cuando existan determinados hechos que den pie a la sospecha de que él habría co-
metido uno de los delitos señalados en la disposición (los llamados hechos del catá-
logo). El catálogo contiene, en especial, tipos delictivos que son considerados como
característicos del fenómeno de la criminalidad organizada. A ellos se agregan algu-
nos delitos contra el Estado. La medida de vigilancia solamente está permitida cuan-
do se trate de la investigación de hechos o de averiguar el paradero del autor, en la
medida en que esto fuera, de otra manera, desproporcionadamente difícil o no tuvie-
se ninguna probabilidad de éxito. Según el § 100 c párr. 2 inciso 1 StPO, la medida
solamente puede ser dirigida contra el propio inculpado. Sin embargo, el § 100 c
párr. 2 inciso 5 StPO aclara expresamente que también es posible vigilar acústica-
mente viviendas de otras personas en tanto se pueda presumir – con el mismo gra-
do de sospecha - que el inculpado se encuentra en estas viviendas.
En el ínterin se modificó reiteradas veces el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO, sin que
con ello se hubiese cambiado de manera fundamental la habilitación para la
vigilancia. Mediante el art. 3 núm. 2 de la Ley Introductoria del Código penal
Internacional de 26 de junio de 2002 (BOF I, p. 2254) se reemplazaron, en el § 100
c párr. 1 núm. 3 letra a, las palabras “un asesinato, un homicidio o un genocidio (§§
211, 212, 220 a del Código penal)” por las palabras “un asesinato, un homicidio (§§
211, 212 del Código penal) o un genocidio (§ 6 del Código penal Internacional)”.
Mediante el art. 3 núm. 1 de la Trigésimo cuarta Ley de Modificación del Código
Penal – § 129 b CP161, de 22 de agosto de 2002 (BOF I, p. 3390) se introdujo en el §
100 c párr. 1 inciso 1 núm. 3 letra e, después de “§ 129 a”, la expresión “o también
en relación con el § 129 b párr. 1”. Mediante el art. 6 núm. 1 de la Ley de
Reorganización del Derecho de Tenencia de Armas, de 11 de octubre de 2002
(BOF, I, p. 3979), se reemplazaron en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra b las palabras:
161
N. e. Código Penal (Strafgesetzbuch).
“un delito conforme al § 52 a párr. 1 a 3, § 53 párr. 1 inciso 1 núm. 1 y 2 inciso 2 de
la Ley de Armas por las palabras: “un delito según los §§ 51, 52 párr. 1 núm. 1 y 2
letras c y d, párr. 5 y 6 de la Ley de Armas. Mediante el art. 2 de la Trigésimo quinta
Ley de Modificación del Código Penal para la trasposición de la Decisión-Marco del
Consejo de la Unión Europea de 28 de mayo de 2001 para la lucha contra la estafa
y la falsificación en relación con medios de pago distintos del efectivo, de 22 de
diciembre de 2003 (BOF I, p. 2838), se introdujeron, en el § 100 c párr. 1 núm. 3
letra a, después de la palabra “tarjetas de pago”, las palabras “con función de
garantía”, y se reemplazó el “§ 152 a del Código penal” por el “§ 152 b del Código
penal”. Además, desde la entrada en vigor del § 100c StPO se modificaron algunas
de las normas penales tomadas en referencia en el párrafo 1 núm. 3. Es de especial
importancia para el presente proceso la modificación que se hizo al § 129 a CP a
través del art. 1, núm. 1 de la Ley para la trasposición de la Decisión-Marco del
Consejo de 13 de junio de 2002 de lucha contra el terrorismo y la modificación de
otras leyes, de 22 de diciembre de 2003 (BOF I, p. 2836).
Conforme al § 100 d párr. 2 StPO, la vigilancia solamente puede ser ordenada por
una Sala de Defensa Nacional de la Audiencia Provincial; en caso de peligro inmi-
nente en la demora también puede ser ordenada por el presidente de la Sala. El pla-
zo de duración de la medida no puede pasar de cuatro semanas conforme al § 100 d
párr. 4 inciso 1 StPO. Pero es admisible una prórroga limitada del plazo cuando se
den determinados presupuestos. El § 100 d párr. 4 inciso 3 StPO remite, para la eli-
minación de los datos obtenidos, a las disposiciones sobre la vigilancia telefónica
previstas en el § 100 b StPO. En relación con la escucha y grabación de conversa-
ciones del inculpado con personas que tengan derecho negarse a testificar, el § 100
d párr. 3 StPO distingue entre los que, conforme al § 53 StPO, son titulares del dere-
cho al secreto profesional, y los familiares y asistentes profesionales que, conforme
a los §§ 52 y 53 a StPO, tienen derecho a negarse a testificar. Las conversaciones
de los titulares del derecho al secreto profesional están sujetas a una prohibición de
producción de prueba. En el caso de los familiares y asistentes profesionales, en
cambio, la regulación solamente prevé una prohibición de valorar la prueba, la cual
no rige de manera absoluta, sino está sometida expresamente a la reserva de com-
probar su proporcionalidad. El § 100 d párr. 5 inciso 2 StPO regula la valoración de
los hallazgos accidentales. Según el § 100 d párr. 6 StPO se permite presentar un
recurso incluso después de concluir la medida.
II.
b) En lo que respecta al fondo del asunto, los recurrentes arguyen que la modifica-
ción constitucional no cumpliría con los requisitos que deberían exigirse para una re-
forma constitucional conforme al art. 79 párr. 3 en relación con el art. 19 párr. 2 LF.
La modificación constitucional - a diferencia de lo que establecido por el Tribunal
Constitucional Federal en su sentencia de 15 de diciembre de 1970 (BVerfGE 30, 1),
en el caso de la modificación del art. 10 LF - no estaría al servicio de la protección
de la Constitución, sino solamente de la posibilidad de una persecución penal más
efectiva. Ciertamente, la efectividad de la persecución penal también es un bien jurí-
dico importante. Pero incluso aunque se tratara de la criminalidad grave, no justifica-
ría limitaciones elementales de los derechos fundamentales. Éstas no satisfarían las
exigencias del principio de proporcionalidad.
162
N. e. Colección Oficial de las Decisiones del Tribunal Supremo Federal en el orden penal (Samm-
lung der Entscheidungen des Bundesgerichtshofes in Strafsachen).
a) Los recurrentes en amparo alegan que sus derechos fundamentales se verían di-
rectamente afectados a través de las disposiciones legales impugnadas. El § 100 c
párr. 1 núm. 3 StPO permitiría a las autoridades investigadoras intervenir de manera
directa y secreta en los derechos constitucionalmente protegidos de los recurrentes,
sin que exista contra éstos una sospecha de participar en un hecho punible. Al per-
mitir el § 101 StPO retrasar ilimitadamente la comunicación, la ley excluiría una im-
pugnación contra cada una de las medidas ante los tribunales. El que los recurrentes
puedan enterarse o no de las escuchas e interponer recursos contra ellas depende-
ría por completo de consideraciones del poder ejecutivo y, con ello, de circunstan-
cias en las que los recurrentes no podrían influir. La ausencia frecuente de la comu-
nicación se habría puesto de manifiesto en los informes anuales del Gobierno Fede-
ral al Parlamento Federal, conforme a los cuales no se habría realizado comunica-
ción alguna en el 69% de los casos. Según ello, no sería posible agotar la vía judicial
puesto que los recurrentes siempre serían requeridos a interponer una acción pre-
ventiva de abstención, sin para ello estar en condiciones de presentar circunstancias
concretas. Debido a sus relaciones personales y a su actividad profesional, tampoco
estaría fuera de toda plausible probabilidad que ellos sean o hayan sido objeto de
una escucha. Constituiría una exigencia problemática que, para preservar sus dere-
chos fundamentales, ellos tengan que aportar circunstancias de hecho que funda-
menten una simple sospecha y, con ello, posibiliten la medida de investigación cuya
inconstitucionalidad ellos han alegado.
163
N. e. “Tagebuch-Entscheidung”.
disposiciones impugnadas saldría a relucir también en los informes anuales del
Gobierno Federal sobre las intervenciones de escucha efectuadas. Ahí no
solamente destaca el hecho de que las escuchas efectuadas hasta entonces
habrían afectado mayormente a no inculpados. Tampoco puede pasarse por alto el
escaso número de medidas investigadoras efectuadas siguiendo las disposiciones
impugnadas, y el número incluso menor de los conocimientos relevantes obtenidos
para el proceso penal subsiguiente. Ante estas experiencias prácticas, ya no podría
decirse que la escucha masiva constituye un instrumento imprescindible de la
persecución penal, pues a todas luces no habría alcanzado ninguna importancia
significativa en la realidad.
La restricción del deber de comunicar del § 101 párr. 1 StPO sería compatible con el
art. 13 párr. 3, así como con el art. 19 párr. 4 y el art. 103 párr. 1 LF. La disposición
aclararía que la comunicación solamente se puede postergar, pero no que se pueda
omitir por completo. La postergación de la comunicación por más de seis meses de-
pendería, además, de una aprobación judicial. Por lo demás, en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional Federal se habría reconocido que existirían tareas estatales
cuyo cumplimiento debe ser secreto.
2. El Gobierno del Estado de Baviera considera que los recursos de amparo son en
parte inadmisibles y en parte infundados.
IV.
B.
I.
III.
En principio, para una afectación directa del derecho se requiere que un acto de
aplicación jurídica se interponga entre la abstracta regla legal y la esfera jurídica de
los recurrentes. Por eso, un recurrente que, por sí mismo, ponga objeciones a la ley,
tiene que poder alegar que precisamente la norma jurídica impugnada y no sólo su
ejecución ha lesionado sus derechos (vid. BVerfGE 16, 147, 158 s.; 68, 287, 300). Si
la ley presupone para su ejecución de manera jurídicamente obligatoria un acto
especial de ejecución influido por la voluntad de la instancia ejecutora, o de hecho
esa es la práctica estatal, , en principio el recurrente debe objetar primero este acto
y agotar la vía jurídica abierta contra éste antes de presentar un recurso de amparo
(vid. BVerfGE 1, 97, 102 s.).
No obstante, el recurso de amparo puede dirigirse excepcionalmente de manera di-
recta contra una ley necesitada de ejecución, cuando el recurrente no pueda puede
acudir a la tutela judicial, sea porque no existe (vid. BVerfGE 67, 157, 170), o porque
no tuvo conocimiento de la medida (vid. BVerfGE 100, 313, 354). En tales casos,
aquél tiene derecho al recurso de amparo directamente contra la ley, de igual mane-
ra que en aquellos casos en los cuales el agravio a los derechos fundamentales se
produjera sin actos ejecutivos intermedios a través de la ley misma (vid. BVerfGE 30,
1, 16 s.; 67, 157, 169 s.; 100, 313, 354).
En este sentido, son suficientes los argumentos de los recurrentes para probar la
afectación personal y actual puesto que las conversaciones que ellos tengan pueden
ser objeto de una medida ejecutiva basada en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Es
afectado todo aquel en cuyos derechos de personalidad se intervenga mediante la
vigilancia acústica de viviendas, aunque no se trate de la persona contra la cual se
dirige el auto.
C.
En la medida en que son admisibles, los recursos de amparo están en parte funda-
mentados. Ciertamente, la reforma constitucional hecha en el art. 13 párr. 3 LF cum-
ple los requisitos del art. 79 LF. No obstante, las disposiciones impugnadas de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal no se encuentran en completa armonía con la Ley Fun-
damental.
I.
1. El art. 13 párr. 3 LF crea, pues, una restricción constitutiva del derecho fundamen-
tal del art. 13 párr. 1 LF.
El art. 79 párr. 3 LF constituye una norma de excepción que debe ser interpretada de
manera restrictiva, y que no impide al legislador de reforma de la Constitución que
modifique las concreciones jurídico-positivas de estos principios por motivos razona-
bles (vid. BVerfGE 84, 90, 120 s.; 94, 49, 102 s.). El Tribunal Constitucional Federal
tiene que respetar la competencia del legislador de reforma constitucional para cam-
biar algunos derechos fundamentales, limitarlos e incluso derogarlos, mientras no to-
que los principios consagrados en los arts. 1 y 20 LF. No está prohibido que el legis-
lador haga modificaciones a las concreciones jurídico-positivas de estos principios
que tengan lugar por motivos razonables (vid. BVerfGE 94, 49, 103 s.). Debe deter-
minarse de manera autónoma, a través de la interpretación de cada una de las nor-
mas de los derechos fundamentales, aquello que, en el marco de cada derecho fun-
damental, forme parte del contenido de garantía del art. 1 párr. 1 LF.
165
N. e. Constitución de Baviera (Bayerische Verfassung).
tarde se hizo preponderante la garantía de la dignidad humana vista la luz de los
nuevos peligros; así pasó en los años 80 para el caso del abuso en la obtención y
valoración de datos (vid. BVerfGE 65, 1). En relación con la superación de los
hechos injustos ocurridos en la República Democrática Alemana se convirtió en
objeto de la jurisprudencia la violación del principio de humanidad, entre otros
casos, al obtener y entregar informaciones (vid. BVerfGE 93, 213, 243). Actualmente
la discusión sobre el contenido de dignidad humana gira en torno a cuestiones
referidas a la protección de la identidad personal y la integridad sicosocial.
Por ello, un proceder secreto del Estado en sí mismo no conlleva aún una violación
de la pretensión de respeto que está protegida de manera absoluta. Si alguien se
vuelve objeto de observación, con ello no se da simultánea y obligatoriamente una
inobservancia de su valor como persona. Pero durante las observaciones se tiene
que respetar un núcleo intangible de la configuración de la vida privada (sobre su
garantía vid. BVerfGE 6, 32, 41; 27, 1, 6; 32, 373, 378 s.; 34, 238, 245; 80, 367,
373). Si el Estado penetrara en este núcleo, lesionaría la sagrada libertad que se
garantiza a toda persona para desarrollarse en los asuntos personalísimos que le
conciernen. Ni siquiera los intereses preponderantes de la generalidad pueden
justificar una intervención en este núcleo absolutamente protegido de la
configuración privada de la vida (vid. BVerfGE 34, 238, 245).
(3) Esta protección no debe ser relativizada a través de una ponderación con los in-
tereses de persecución penal regido por el principio de proporcionalidad (vid. BVerf-
GE 34, 238, 245; vid. también BVerfGE 75, 369, 380; 93, 266, 293). Ciertamente,
siempre habrá formas de criminalidad especialmente grave y, de manera correspon-
diente, situaciones de sospecha que hagan que a algunos les parezca que la efecti-
vidad de la administración de justicia, como interés de la colectividad, sería más im-
portante que la preservación de la dignidad humana del inculpado. Pero conforme al
art. 1 párr. 1 y al art. 79 párr. 3 LF al Estado le está prohibido hacer tal valoración.
bb) La vigilancia acústica de viviendas con fines de persecución penal atenta contra
la dignidad humana cuando no se respeta el núcleo de la configuración privada de la
vida. La cuestión acerca de si determinados hechos deben integrarse en el núcleo
intangible o no depende de si, en función de su contenido, son de carácter personalí-
simo, o sea, también de en qué forma e intensidad éstos afectan por sí mismos la
esfera de otros o los intereses de la colectividad (vid. BVerfGE 80, 367, 374). Son
determinantes las particularidades de cada caso (vid. BVerfGE 34, 238, 248; 80,
367, 374). Resulta decisivo saber si se ha dado una situación en la cual, debido a
concretas indicaciones, o de manera típica y sin puntos de referencia fácticos en
sentido contrario, se afecta en el caso concreto el núcleo intangible de la configura-
ción privada, por ejemplo, en el marco de la observación de expresiones de los sen-
timientos más íntimos o de formas de expresión de la sexualidad.
(2) En el art. 13 párr. 3 LF no se han descrito todos los límites que se derivan del
mandato de proteger de manera absoluta el núcleo intangible de la configuración
privada de la vida para la ejecución de la vigilancia acústica de viviendas con fines
de persecución penal. Se desprenden otros límites – como en todas las normas
constitucionales - de otras disposiciones constitucionales. En caso de modificar
normas fundamentales, el legislador de reforma constitucional tampoco tiene por
qué regular nuevamente todas las normas constitucionales que son de todos modos
preponderantes. La evaluación con el parámetro del art. 79 párr. 3 LF está sometida
de esta forma al art. 13 párr. 3 LF en relación con esos otros presupuestos
166
N. e. Boletín Oficial del Parlamento Federal (Bundestagsdrucksachen - BTDrucks.).
constitucionales.
(a) Por ello, los límites de los derechos fundamentales introducidos mediante la re-
forma constitucional deben ser interpretados sistemáticamente, recurriendo a otras
normas de derechos fundamentales, especialmente al art. 1 párr. 1 LF y aplicando el
principio de proporcionalidad (vid. BVerfGE 30, 1, 20 s.). Los límites de la interpreta-
ción del Derecho constitucional se presentan, también para una norma creada me-
diante la reforma constitucional, allí donde a una disposición clara según su tenor y
su sentido se le diera un sentido contrario, se determinara de manera fundamental-
mente nueva el contenido normativo de la norma que se debe interpretar o se frus-
trara el objetivo normativo en un punto esencial (vid. BVerfGE 11, 77, 84 s.; 33, 52,
69; 54, 277, 299; 82, 1, 11 ss.).
(b) No existen puntos de apoyo para suponer que, en el caso dado, se han infringido
estos límites. Y es que el art. 13 párr. 3 LF solamente autoriza a dar una configura-
ción legal que tenga suficientemente en cuenta los límites de intervención exigidos
por el art. 1 párr. 1 LF. De manera complementaria debe recurrirse al principio de
proporcionalidad. Tal interpretación no contradice la voluntad del legislador de refor-
ma constitucional.
(c) El art. 13 párr. 3 LF debe ser entendido en el sentido de que su configuración le-
gal tiene que excluir la recopilación de información mediante vigilancia acústica de
viviendas cuando la medida de investigación penetre en el ámbito intangible de la
configuración privada de la vida que está protegido por el art. 13 párr. 1 en relación
con el art. 1 párr. 1 y con el art. 2 párr. 1 LF.
(2) Las conversaciones que contengan datos sobre delitos cometidos no forman, por
su propio contenido, parte del núcleo intangible de la configuración privada de la
vida (vid. BVerfGE 80, 367, 375). No obstante, de ello no resulta que cualquier
vinculación entre la sospecha de un delito cometido y las manifestaciones del
inculpado sea suficiente para afirmar la existencia de un contexto social. Las
grabaciones o las expresiones de diálogos que, por ejemplo, reproduzcan
exclusivamente impresiones y sentimientos internos y no contengan indicios sobre
delitos concretos, no constituyen una referencia social ya por el hecho de que sean
capaces de poner en descubierto causas o motivos de una conducta punible. Por el
contrario, existe una referencia social suficiente en aquellas expresiones que se
refieran, directamente, a un delito concreto.
(a) Los primeros puntos de partida para la estimación de la situación pueden resultar
de la forma que tengan las viviendas que se van a vigilar.
(β) Una presunción a favor de conversaciones con contenido del núcleo intangible
rige en el caso de espacios a los que les corresponda de manera típica, o en casos
concretos, la función de ser una zona de refugio de la configuración privada de la
vida. Sin embargo, por lo general, dentro de la vivienda privada no se puede hacer
una diferenciación por cada habitación. Y tampoco tienen que reducirse las conver-
saciones y las acciones personalísimas a determinados espacios dentro de la vivien-
da privada. El individuo considera abarcable, en general, cada espacio de su vivien-
da y siente en todas partes, por igual, que no está siendo observado. Clasificar típi-
camente las acciones según los espacios en los que se realicen contradice la varie-
dad de la utilización individual de una vivienda privada. Por ello, está excluido recon-
ducir el núcleo de la esfera espacial privada a determinadas partes de una vivienda
privada.
(5) Aunque esté permitido, en principio, hacer escuchas en viviendas privadas, éstas
deben limitarse a las situaciones de conversación que probablemente abarquen con-
tenidos relevantes para el proceso penal. Eventualmente debe asegurarse, mediante
investigaciones previas apropiadas que no afecten la protección del núcleo de la
configuración privada de la vida, que la vigilancia acústica de la vivienda se limite a
sucesos en la vivienda que tengan relevancia para el proceso. Así, no debe interve-
nirse en el ámbito absoluto de la configuración privada para sólo entonces compro-
bar si la información recogida afecta a este ámbito.
Por regla general estará prohibida una “vigilancia a cualquier hora”, temporal y
espacial, por el hecho de que es grande la probabilidad de que puedan sean
escuchadas conversaciones personalísimas. La dignidad humana también se
vulnera cuando la vigilancia se extiende por un largo período de tiempo y sea tan
amplia que se registren, casi sin exclusión, todos los movimientos y las expresiones
de vida de los afectados y puedan ser tomadas como base para un perfil de la
personalidad (sobre este riesgo, vid. BVerfGE 65, 1, 42 s.).
(6) En tanto no exista una prohibición de ejecutar vigilancia acústica de una vivienda
debido a la presencia de signos exteriores de una probable afectación de conversa-
ciones absolutamente protegidas, las conversaciones del inculpado pueden ser es-
cuchadas con el fin de comprobar si contienen informaciones accesibles para su va-
loración en el proceso penal. Bajo estos presupuestos, no hay objeciones constitu-
cionales contra un primer “examen”, necesario para evaluar el contenido de la con-
versación desde el punto de vista de la protección de la dignidad humana. Pero debe
asegurarse la mayor reserva posible necesaria a través de medidas apropiadas (vid.
BVerfGE 80, 367, 375, 381). Así, la protección del art. 1 párr. 1 LF puede hacer que
sea necesario, al realizar escuchas en una vivienda privada, renunciar a una graba-
ción automática de las conversaciones escuchadas para poder interrumpir en cual-
quier momento la medida de investigación. Si, en el marco de una vigilancia de vi-
viendas se presentara una situación que fuera imputable al ámbito intangible de la
configuración privada de la vida, debe interrumpirse la vigilancia. No obstante, las
grabaciones ya obtenidas deben ser destruidas. Se prohíben el traspaso y la valora-
ción de las informaciones obtenidas. El art. 13 párr. 3 LF debe interpretarse en el
sentido de que, en caso de grabaciones así obtenidas, tienen que existir la prohibi-
ción de valoración de la prueba (acerca del anclaje constitucional de tales mandatos,
vid. BVerfGE 44, 353, 383 s.; vid. también BVerfGE 34, 238, 245 ss.).
c) El art. 13 párr. 3 LF tampoco lesiona los principios del Estado de Derecho. Por
ello, no se necesita aclarar en qué medida el art. 79 párr. 3 LF declara como inmuta-
bles los elementos del principio del Estado de Derecho. El art. 13 párr. 3 LF no limita
el principio de proporcionalidad, sino que deja inalterada su validez también para la
vigilancia acústica de viviendas, y además contiene concreciones que lo toman en
cuenta. El mandato de un proceso justo no se ve afectado por el art. 13 párr. 3 LF.
Este principio abarca el derecho a la libertad de declarar y de decidir dentro del pro-
ceso penal, derecho que, entre otros, ha sido recogido por los §§ 136 a y 163 a párr.
4 inciso 2 StPO. Forma parte de esto el que, en el marco del proceso penal, nadie se
vea obligado, a través de su propia declaración, a acusarse a sí mismo de un delito
o a contribuir activamente a la prueba de su culpa (vid. BVerfGE 56, 37, 49). Tal in-
fluencia en la conversación falta en relación con la vigilancia acústica de viviendas
realizada de manera secreta. El secreto de la medida de persecución penal no aten-
ta por sí mismo contra la prohibición de maniobras de engaño que tiene sus raíces
en el mandato de proporcionar un proceso justo. La escucha secreta se aprovecha,
ciertamente, de una falsa representación del afectado en relación con el blindaje pro-
tector de su vivienda, pero la expresión del inculpado se basa en su decisión volun-
taria. No obstante, la puesta en conocimiento de esta expresión al poder estatal no
es libre. Las investigaciones hechas secretamente constituyen un presupuesto indis-
pensable para el éxito de una serie de medidas de persecución penal que no sólo
por ello son contrarias al Estado de Derecho.
II.
a) Sin embargo, no es de aplicación, junto con el art. 13 párr. 1 LF, el derecho gene-
ral de la personalidad, deducido del art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF,
en tanto se puedan revisar las intervenciones en la esfera espacial privada del titular
de la vivienda. El art. 13 párr. 1 LF contiene una garantía especial de la protección
frente a la vigilancia acústica estatal de la esfera privada, que en tal medida despla-
za la norma más general (vid. BVerfGE 100, 313, 358, sobre el art. 10 LF). Esta es-
pecialidad, debido al amplio campo de protección del art. 13 LF, no solamente surte
efectos frente a la vigilancia estatal misma, sino que se extiende también a los actos
preparatorios necesarios y al proceso de tratamiento de la información y de los datos
que sigue a su obtención, así como al uso que se haga de los conocimientos obteni-
dos (vid. BVerfGE 100, 313, 359). A través del derecho a no ser molestado en su vi-
vienda y del derecho a la propia palabra hablada en su vivienda, el art. 13 párr. 1 LF
protege precisamente aquella parte de la esfera privada que, en general, garantiza el
derecho general a la personalidad. Este derecho, como derecho de libertad innomi-
nado, completa los derechos de libertad especiales, que igualmente protegen ele-
mentos constitutivos de la personalidad (vid. BVerfGE 54, 148, 153 s.) sólo en la me-
dida en que estos últimos no otorguen ninguna protección.
(1) El art. 13 párr. 3 LF autoriza únicamente las regulaciones legales que garanticen
que la vigilancia acústica de viviendas deja intocable el núcleo de la configuración
privada de la vida (vid. supra en C I 3 b cc). Por eso, las regulaciones legales tienen
que prohibir las escuchas y grabaciones de las palabras habladas de manera no
pública en las viviendas cuando existan indicios de que se captan conversaciones
absolutamente protegidas. Los límites del núcleo intangible de la configuración
privada de la vida han sido descritos más arriba (C I 3 b dd). La necesidad de
protección de espacios depende de su utilización concreta. Los requisitos para la
validez legal de la vigilancia de viviendas son tanto más estrictos cuanto más grande
sea la probabilidad de que con ellos se puedan captar conversaciones de contenido
personalísimo (vid. también el Informe de la Comisión Jurídica del Parlamento
Federal alemán, en BOPF 13/9660, p. 4). Tal probabilidad se presenta de manera
típica al escuchar conversaciones entre los parientes más cercanos, las personas de
confianza más íntima, otras personas de la mayor confianza y algunos portadores de
secretos profesionales. En este círculo de personas, las medidas de vigilancia
solamente deben ser adoptadas cuando existan concretos indicios de que los
contenidos de la conversación entre los inculpados y estas personas no exigen una
protección absoluta, especialmente en caso de una participación en los hechos por
parte de las personas que llevan a cabo la conversación. La sospecha concreta de
que existen tales contenidos en la conversación tiene que existir ya en el momento de
dictar la medida. Esta sospecha no se puede fundamentar después a través de la
vigilancia acústica de viviendas.
(2) Conforme a ello, el § 100 d párr. 3 StPO sólo contiene parcialmente las restriccio-
nes legales que el Derecho constitucional exige a la autorización . Ciertamente, la dis-
posición se basa en la consideración general de que la vigilancia acústica de vivien-
das no tiene lugar cuando los hechos deben ser clasificados dentro del ámbito intangi-
ble de la configuración privada de la vida. No obstante, el § 100 d párr. 3 StPO concre-
ta estos límites constitucionales de manera insuficiente.
(a) En la medida en que las conversaciones entre el inculpado y los portadores de se-
cretos profesionales en el sentido del § 53 StPO están sometidas, por mandato de la
Constitución, a una prohibición de vigilancia, el § 100 d párr. 3 inciso 1 StPO debe te-
nerlo en cuenta mediante una amplia prohibición de producción de prueba. No necesi-
ta decidirse aquí si era constitucionalmente exigible colocar a todos los portadores de
un secreto profesional del § 53 StPO bajo una prohibición absoluta de vigilancia. En
todo caso, el legislador no está impedido para fundamentar adicionales prohibiciones
de investigación probatoria con miras a la protección constitucional de especiales re-
laciones de confianza.
(b) En cambio, el § 100 d párr. 3 StPO no asegura que quede excluida en todo caso la
vigilancia cuando el inculpado sólo se encuentre en la vivienda junto con sus familia-
res más cercanos u otras personas de la mayor confianza, y no existan indicios sobre
la participación de estas en el hecho. Para los que tengan derecho a negarse a decla-
rar como testigos del § 52 StPO, entre los cuales se cuentan sobre todo los familiares
más cercanos, no se ha previsto en el § 100 d párr. 3 inciso 3 StPO una prohibición
general de vigilar, sino solamente una prohibición de valoración de prueba conforme al
principio de proporcionalidad. El § 100 d párr. 3 StPO no contiene ninguna restricción
en el caso de conversaciones con personas de la mayor confianza que no pertenez-
can al círculo de los facultados a negarse a declarar como testigo.
(a) La Constitución exige reglas que digan que no deben ser valorados aquellos datos
provenientes del núcleo de la configuración privada de la vida.
En primer lugar, se necesita una amplia prohibición de valoración para el caso de que
las autoridades encargadas de la persecución penal, incumpliendo la habilitación, lle-
ven a cabo la vigilancia acústica de la vivienda, por ejemplo a pesar de que exista una
probabilidad de que con la medida se capten conversaciones absolutamente protegi-
das. Ninguna de las informaciones obtenidas durante el momento de la existencia de
la prohibición de producción de prueba debe ser aprovechada en el proceso penal,
sin importar su contenido. Esto no solamente rige en relación a su valoración como
medio de prueba en el proceso sobre el fondo del asunto, sino también en la medida
en que se consideren indicios que propicien investigaciones en otros contextos.
Debe borrarse tanto la cinta original como también la copia que eventualmente se haya
hecho en el ínterin. Las autoridades de persecución penal tienen el deber, con base en
el art. 19 párr. 4 LF, de señalar por escrito que se han llegado a grabar contenidos de
conversación absolutamente protegidos, y que dichas grabaciones, por tal motivo, han
sido borradas por completo.
(2) El legislador ha dado una regulación legal que solamente de manera parcial satis-
face estos requisitos constitucionales.
(a) Es cierto que el § 100 d párr. 3 inciso 1 StPO puede ser interpretado en el senti-
do de que existe una prohibición de valoración cuando hayan sido escuchadas y gra-
badas las conversaciones con portadores de secretos profesionales (§ 53 StPO),
atentando contra la prohibición legal (vid. así Bludovsky, Rechtliche Probleme bei der
Beweiserhebung und Beweisverwertung im Zusammenhang mit dem Lauschangriff
nach § 100 c Abs. 1 Nr. 3 StPO, 2002, p. 331). Por el contrario, para otros hechos
faltan prohibiciones absolutas de valoración. Antes bien, el legislador, conforme a los
§§ 52 y 53 a StPO, se ha limitado a destacar la importancia del principio de proporcio-
nalidad para la valoración de conversaciones con los facultados a negarse a declarar
como testigos .
El § 100 d párr. 3 inciso 5 StPO no adopta de manera suficiente tal garantía proce-
sal. Ciertamente, Sconforme a esta disposición, el tribunal que ordena la medida de-
cide en el proceso preliminar sobre la posibilidad de valorar los conocimientos obte-
nidos. No obstante, la regulación se refiere, según los fundamentos dados por la Co-
misión Jurídica del Parlamento Federal alemán (vid. BOPF 13/9661, p. 7) y según su
ubicación sistemática, solamente a aquellas medidas en las cuales se hayan escucha-
do conversaciones del inculpado con personas que tienen derecho a negarse a decla-
rar como testigos. Así pues, la disposición tiene un limitado ámbito de aplicación.
Sobre todo falta una regulación clara que diga quién está facultado para solicitar esta
decisión, así como que existe una obligación de recurrir a un tribunal. En este estadio
procesal, los afectados por la vigilancia acústica de viviendas, por regla general, no
han tomado conocimiento todavía de la medida y, por ello, no pueden actuar ellos mis-
mos. Está en manos de las autoridades encargadas de la persecución penal la cues-
tión relativa a si debe solicitarse una decisión del tribunal conforme al § 100 d párr. 3
inciso 5 StPO. Según su tenor literal, el § 100 d párr. 3 inciso 5 StPO no prevé, ni
para el tribunal que ordena la medida ni para las autoridades encargadas de la per-
secución penal, la obligación de decidir de oficio, en el proceso preliminar, sobre la
posibilidad de valorar los conocimientos.
(c) El mandato de borrar los datos obtenidos que provengan del núcleo de la configu-
ración privada de la vida no está regulado en el § 100 d párr. 1 inciso 2 en relación
con el § 100 b párr. 3 StPO. Estas normas solamente se refieren a la eliminación de
los datos obtenidos legalmente cuando ya no sean necesarios para la persecución
penal (vid. infra en C VIII). La ausencia de un mandato de borrar inmediatamente los
datos referidos al núcleo lleva después de la resolución del juicio oral a considera-
bles inseguridades en lo relacionado con el uso de los datos. Especialmente ocurre
con frecuencia que se conservan más adelante las grabaciones originales durante
mucho tiempo. Los vacíos de la regulación ponen en peligro la protección de los de-
rechos fundamentales.
Una ley es apropiada para conseguir sus fines cuando, con su ayuda, pueda
promoverse el resultado buscado. Al evaluar la idoneidad del medio escogido, así
como, en este contexto, al hacer el pronóstico y la estimación de los peligros que
amenacen a la generalidad, el legislador tiene un margen de apreciación (vid.
BVerfGE 77, 84, 106; 90, 145, 173). En el caso particular, la prerrogativa de hacer
estimaciones que tiene el legislador se verá influida por la peculiaridad del ámbito
de la materia en cuestión, las posibilidades de formarse un juicio suficientemente
seguro y la importancia de los bienes jurídicos que estén en juego (vid. BVerfGE
50, 290, 332 s.; 88, 203, 262; 90, 145, 173).
(2) Sin embargo, con la autorización para intervenir el legislador persigue también el
objetivo especial de penetrar en las estructuras y el ámbito interno de la criminalidad
organizada. A lo largo de la historia de aparición del art. 13 párr. 3 LF, así como de
las autorizaciones en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, este objetivo ha sido repeti-
damente mencionado como la justificación básica, si no incluso la única, de las medi-
das de vigilancia. El descubrimiento de las estructuras de la criminalidad organizada
deberá contribuir a destruirla y así impedir la comisión de nuevos delitos. Con ello, el
legislador se basa en el descubrimiento, enfatizado también por muchos criminólogos
incluyendo los expertos consultados por el Tribunal, de que en la lucha contra la crimi-
nalidad organizada, la represión y la prevención están estrechamente vinculadas. La
medida de vigilancia de viviendas, que supone una intensa injerencia en los derechos
fundamentales, se justifica precisamente con el argumento de que, a través de la re-
presión, también ayuda a cumplir con fines de prevención en un ámbito de la criminali-
dad que es considerado especialmente peligroso; ello ocurre precisamente al revelar y
desarticular las estructuras de esta criminalidad.
(b) En la actualidad no puede evaluarse de manera definitiva si con ello existen es-
tructuras a cuyo esclarecimientopudiera contribuir de manera especial la vigilancia
167
N. e. Boletín Ministerial (Ministerialblatt).
acústica de viviendas como medio de persecución penal. Los Estados federados, en
las opiniones recogidas por el Gobierno Federal y presentadas al Tribunal, parten
unámimemente de que la medida de investigación, en la práctica, es básicamente
idónea no solamente para esclarecer delitos provenientes del ámbito de la criminali-
dad organizada, sino también para penetrar en sus estructuras criminales organizati-
vas.
(1) No se atisban otras medidas investigadoras que, de manera general, sean menos
graves e igualmente idóneas para alcanzar el mismo objetivo esclarecedor.
(2) Además de esto, el legislador ha introducido previsiones jurídicas para que la vigi-
lancia acústica de viviendas sea empleada sólo como último medio.
(1) Son determinantes para la gravedad del injusto típico el rango del bien jurídico le-
sionado y otros elementos comisivos descritos típicamente (que eventualmente tam-
bién están contenidos en el tipo calificado) y las consecuencias del hecho. Solamen-
te estos elementos deben fundamentar ya la especial gravedad del respectivo tipo
penal, gravedad que está claramente por encima del promedio.
(a) El concepto constitucional de “delito especialmente grave” no puede ser equipara-
do al concepto procesal de “delito de importancia considerable”. En la Ley de Enjuicia-
miento Criminal existen, junto a la vigilancia acústica de viviendas, otras medidas de
intervención que presuponen un determinado peso del hecho que se va a esclarecer.
Así, la huella digital genética (§ 81 g), las redes de búsqueda informática (§ 98 a), la
información sobre datos vinculantes de las telecomunicaciones (§ 100 g) y el em-
pleo de un agente encubierto (§ 110 a) solamente son admisibles cuando el delito
que se va a perseguir es de considerable importancia. Tal delito entra por lo menos
dentro de la categoría de la criminalidad de gravedad media, debe alterar seriamente
la paz jurídica y ser idóneo para afectar considerablemente la sensación de seguri-
dad jurídica de la población (vid. BVerfGE 103, 21, 34; 107, 299, 322).
Los “delitos especialmente graves” presupuestos por el art. 13 párr. 3 LF tienen que
superar claramente el ámbito de la criminalidad mediana. No se correspondería con el
sentido y la finalidad del art. 13 párr. 3 LF hacer depender la vigilancia acústica de vi-
viendas solamente de presupuestos que han sido previstos para medidas de investi-
gación de menor intensidad en la injerencia. Mientras que al emplear un agente encu-
bierto la obtención de la información se produce con el acuerdo del afectado – aunque
este acuerdo se base en un engaño -, la vigilancia acústica de viviendas se ejecutará
sin conocimiento del afectado. La información sobre los datos vinculantes de las tele-
comunicaciones representa ciertamente una considerable intervención en el secreto
de las telecomunicaciones (vid. BVerfGE 107, 299, 318), pero no lleva a conocer los
contenidos de la conversación y, por ello, supone una cercanía menor al núcleo de
la configuración privada de la vida. Para el legislador de reforma de la Constitución
la vigilancia acústica de viviendas, dentro del espectro de las medidas procesales
penales, representa una intervención especialmente grave en los derechos funda-
mentales, por lo que la misma, también con miras a la gravedad del delito persegui-
do, está vinculada a presupuestos de intervención especialmente estrictos.
(b) Ahora bien, con ello el legislador el legislador no se ve limitado en su labor de es-
coger los tipos que van a ser clasificados como delitos graves en el sentido del art. 12
CP. Si el legislador de reforma de la Constitución hubiera querido orientarse en la cla-
sificación de los delitos entre graves y menos graves168, hubiera sido lógico formular el
art. 13 párr. 3 LF de la manera correspondiente. Según el art. 13 párr. 3 LF, también
168
N. e. En alemán respectivamente Verbrechen y Vergehen.
está permitido admitir tipos de delitos menos graves en el catálogo de delitos de la dis-
posición impugnada, cuando los tipos cumplan con el elemento de delito especialmen-
te grave.
(c) Al escoger los delitos pertinentes, el legislador no ha sido limitado por el art. 13
párr. 3 LF, a aquellos delitos que representen las típicas formas de aparición de la
criminalidad organizada o que sean cometidos en casos concretos en dicho
entorno. Ciertamente, la lucha contra la criminalidad organizada ha sido y es el
trasfondo y el motivo de la modificación del art. 13 LF. Pero esto no ha llevado en
el párrafo 3 a limitar el catálogo de delitos a aquellos que sean exclusivamente
imputables a la criminalidad organizada. Por otro lado, los delitos no deben ser
considerados como especialmente graves ya por el solo hecho de que sean típicos
para la criminalidad organizada. En el entorno de ésta se cometen tanto delitos
graves como leves. No se satisfacen las exigencias del art. 13 párr. 3 LF solamente
con el hecho de que un delito se produce en el marco de la criminalidad
organizada, si esta forma de comisión no se refleja en el tipo y, simultáneamente,
fundamenta el injusto especialmente grave del hecho.
(d) El art. 13 párr. 3 inciso 1 LF exige que los hechos enumerados en el catálogo, por
sí mismos y no sólo en casos particulares, sean especialmente graves. Si el injusto
del hecho posiblemente grave de un delito , fuera en el caso concreto considerado su-
ficiente para ser admitido en el catálogo de delitos, el elemento de “delito especial-
mente grave” del art. 13 párr. 3 LF no tendría ya ninguna función limitadora de la inter-
vención porque, en última instancia, casi cualquier delito del Código penal, en el caso
concreto, puede ser especialmente grave y, con ello, encontrar acogida en el catálogo
de delitos. La configuración del catálogo sería, con esta interpretación del art. 13 párr.
3 LF, arbitraria y, sobre todo, podría extenderse ilimitadamente.
(a) Del marco punitivo de la norma penal se desprende si el hecho ha sido clasificado
por el legislador como especialmente grave. El catálogo de delitos del § 100 c párr. 1
núm. 3 StPO abarca, junto a tipos de delitos graves, tipos de delitos menos graves,
entre ellos también aquellos cuyo marco penal no expresa un contenido de injusto su-
perior al promedio. Las penas mínimas van desde multas hasta privaciones de libertad
de dos, tres, cuatro o diez años, pasando por otras de tres o seis meses. También va-
rían las penas máximas, que van desde los tres años hasta la cadena perpetua, pa-
sando por otras de cinco o diez años.
Al determinar el contenido de injusto de un delito y decidir qué delitos deben dar pie a
la vigilancia acústica de viviendas, el legislador dispone de un margen de apreciación.
En lo referente al art. 13 párr. 3 LF debe tratarse, en abstracto, de un delito
especialmente grave. El marco punitivo da para ello un punto de apoyo determinante.
Solamente puede partirse de una especial gravedad del delito en el sentido del art. 13
párr. 3 LF cuando el legisladorha previsto para aquél, en todo caso, una pena
máxima superior a cinco años de privación de libertad. Según la sistemática legal,
para tipos que tengan una medida de pena superior a los cinco años, al mismo
tiempo se prevé una pena máxima de diez años de privación de la libertad. Esta
pena se reserva para aquellos delitos que presenten un injusto del hecho
especialmente grave y con ello que abandonen claramente el ámbito de la
criminalidad media.
(b) Aplicando este parámetro, resulta inconstitucional la referencia que hace el § 100 c
párr. 1 núm. 3 StPO a aquellos tipos penales que, en función de su amenaza punitiva,
pueden ser clasificados en todo caso como delitos de criminalidad media. En la actual
redacción en vigor del § 100 c párr. 1 núm. 3 letra a StPO cuentan dentro de este
grupo: la preparación para una falsificación de tarjetas de pago con función de garan-
tía, y el preimpreso de cheques europeos (§ 152 b párr. 5 en relación con el § 149
párr. 1 CP); la preparación de un secuestro (§ 234 a párr. 3 CP); blanqueo de dinero,
ocultación de valores patrimoniales obtenidos ilegalmente (§ 261 párr. 1 y 2 CP); co-
hecho pasivo (§ 332 párr. 1, también en relación con el párr. 3 CP); cohecho activo (§
334 CP). En el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra b StPO son afectados: el § 51 (con ex-
cepción de la calificación del párr. 2), así como el § 52 párr. 1, núms. 1 y 2 letras c y d
párr. 6 de la Ley de Armas; el § 34 párr. 1 al 3 de la Ley de Comercio Exterior; el § 19
párr. 1 y 3 núm. 1, así como el § 22 a párr. 1 y 3 de la Ley de Control de Armas de Gue-
rra. A través del § 100 c párr. 1 núm. 3, letra c se abarca: el § 30 b de la Ley de Estupe-
facientes en relación con el § 129 CP. En el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra d StPO no satis-
facen las exigencias constitucionales: la incitación a iniciar una guerra (§ 80 a CP); el
atentado contra una prohibición de asociarse (§ 85 CP); las actividades de agentes ten-
dentes a sabotear (§ 87 CP); el sabotaje contrario a la Constitución (§ 88 CP); la revela-
ción de secretos de Estado (§ 95 párr. 1 CP); la indagación de secretos de Estado (§ 96
párr. 2 CP); la actividad de agentes que traicionen a un Estado (§ 98 párr. 1 inciso 1 CP);
la actividad de agentes secretos (§ 99 párr. 1, CP); la falsificación con traición al Estado
federado (§ 100 a párr. 1 y 2 CP). Finalmente, en el § 100 c párr. 1 núm. 3 letra e StPO
no satisfacen las exigencias constitucionales: la formación de una asociación criminal en
un caso especialmente grave (§ 129 párr. 4 en relación con el párr. 1 CP); el apoyo a
una asociación terrorista (§ 129 a párr. 3, así como el párr. 5, incisos 1, segunda frase, y
2, cada uno de ellos también en relación con el § 129 b párr. 1 CP).
En tanto se haya previsto una pena máxima de más de cinco años, la referencia al
catálogo de delitos se corresponde con los requisitos constitucionales. No está so-
metida a objeciones de carácter jurídico-constitucional la remisión a aquellos tipos
calificados que prevean una pena máxima superior a cinco años bajo presupuestos
típicos específicos que sean detallados en un tipo calificado por lo menos usando la
técnica de la regla ejemplificativa, como por ejemplo el § 261 párr. 4 CP o el § 51
párr. 2 de la Ley de Armas. Si el tipo básico cumple con las exigencias, entonces no
cae fuera del catálogo por el hecho de que, en casos menos graves que el legislador
no hubiera fijado típicamente con más detalle, se haya previsto una pena máxima in-
ferior a cinco años de privación de libertad.
ee) Por lo demás, la habilitación legal tiene suficientemente en cuenta (en todo caso
con una interpretación restrictiva) las exigencias del art. 13 párr. 3 LF y del principio de
proporcionalidad en sentido estricto.
(2) Conforme a estos principios, el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO con una interpretación
restrictiva – aparte de los excesos del catálogo de delitos - no merece objeciones
constitucionales.
(a) El grado de sospecha fijado en el § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO no tropieza con re-
paros jurídico-constitucionales.
(4) Con una interpretación restrictiva de la disposición impugnada del § 100 c párr. 1
núm. 3 párr. 2 incisos 4 y 5, y párr. 3 StPO también se puede garantizar que terceros
no sospechosos se vean afectados por la vigilancia acústica de viviendas solamente
en una magnitud que esté en una relación adecuada con los intereses generales de
una persecución penal efectiva a los cuales apunta la medida. Sin embargo, la vigi-
lancia de terceros está descartada desde el principio – como siempre - cuando la co-
municación atañe al núcleo de la configuración privada de la vida de éstos. Esto no
será el caso cuando el sospechoso del hecho se encuentre en una vivienda que ha
alquilado un tercero con fines conspirativos. En cambio, el núcleo sí se verá afectado
cuando el inculpado solamente visite temporalmente la vivienda de un tercero que
puede ser un amigo o un miembro de la familia.
En este sentido, son terceros afectados aquellos que, por sí mismos, no son las
personas objeto de la medida. Forman parte de ellos los interlocutores del inculpado,
otras personas que se encuentre temporal o permanentemente en la vivienda de éste,
y no en menor medida también aquellos que se vean afectados en oficinas y espacios
comerciales. Aparte del inculpado también se ven afectadas aquellas personas cuya
vivienda se vuelve objeto de una vigilancia debido a la supuesta presencia del
inculpado en ella. En tal medida, también se ven afectados quienes, en algún
momento determinado durante la ejecución de la medida, se encuentren en la
vivienda vigilada. Si se registrara la comunicación de persona no sospechosas, la
vigilancia acústica de viviendas crearía para ellas el riesgo de convertirse en objeto
de investigaciones estatales, el cual se agrega al riesgo general de verse expuesto
a una sospecha injustificada (vid. BVerfGE 107, 299, 321).
(α) El § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO restringe la escucha y la grabación a las palabras
del inculpado habladas de manera no pública. Ciertamente, de esto no se puede
deducir que las palabras de otras personas estén sometidas a una prohibición de
escucha porque la medida investigadora en tal caso no pueda ejecutarse debido a la
obligatoria participación de terceros en las conversaciones del inculpado. Pero la
formulación pone de manifiesto, de todos modos, que también en la vivienda del
inculpado está permitida sólo la grabación de conversaciones en las cuales el
inculpado mismo actúe como participante de la conversación.
(Υ) Debido a la especial intensidad que la intervención en los derechos fundamentales tiene
para terceros no sospechos, las restricciones preceptuadas para que la medida sea propor-
cionada, no solamente atañen a las viviendas de terceros. También rigen para el caso ge-
neral de la vigilancia de la vivienda del inculpado conforme al § 100 c párr. 2 inciso 4 StPO,
en la medida en que los terceros no sospechosos se encuentren, permanente o temporal-
mente, en la vivienda del inculpado.
(δ) Mediante el § 100 c párr. 3 StPO el legislador ha previsto, además, una restricción
destinada a preservar el carácter proporcional de la autorización legal. Ciertamente,
allí solamente se dice que las medidas también pueden ser ejecutadas cuando ter-
ceros se vean inevitablemente afectados. Pero con un argumento a contrario igual-
mente se deduce que la vigilancia acústica de viviendas está prohibida cuando ella lleve
a una afección evitable.
Son terceros en sentido del § 100 c párr. 2 y 3 StPO aquellas personas que no son la
persona a la que se dirige la medida. Dado que, conforme a la regulación expresa del
§ 100 c párr. 1 núm. 3 párr. 2 inciso 1 StPO, las personas que son el objetivo de una
vigilancia acústica de viviendas han de ser exclusivamente los inculpados, forman
parte de los terceros, en sentido del § 100 c párr. 3 StPO, todos los demás afectados,
sin importar si estos se encuentren en la vivienda del inculpado o en la vivienda
vigilada de un tercero. Con ello, caen dentro del § 100 c párr. 3 StPO tanto los
parientes del inculpado como también las personas que casualmente se encuentren
en la vivienda. Las exigencias que rigen respecto de la inevitabilidad de la afección
a terceros, dependen principalmente de las circunstancias y posibilidades reales de
excluir a terceros en el caso concreto.
III.
1. El art. 13 párr. 3 incisos 3 y 4 LF prevé una reserva judicial calificada para el man-
dato de una vigilancia acústica de viviendas. La reserva judicial pretende un control
preventivo a través de una instancia independiente y neutral. La Ley Fundamental
parte de que los jueces, debido a su independencia personal y material, así como a
su vinculación exclusiva con la ley (art. 97 LF), pueden proteger de la mejor y más
segura manera los derechos de los afectados en los casos concretos (vid. BVerfGE
77, 1, 51; 103, 142, 151; 107, 299, 325). En el procedimiento penal de investigación
que la Fiscalía dirige bajo su propia responsabilidad, el juez es un tercero que no
participa, de conformidad con la separación entre autoridad acusadora y Tribunal en
el proceso penal alemán. En el caso de la vigilancia acústica de viviendas, la reserva
judicial sirve para garantizar la protección a través del derecho fundamental prove-
niente del art. 13 párr. 1 LF (vid. BVerfGE 103, 142, 151 para el registro).
Por lo demás, el legislador es libre de configurar la reserva judicial del art. 13 párr. 3 LF.
No obstante debe asegurarse la suficiente efectividad de la regulación que adopte el le-
gislador con el fin de garantizar un control conforme con el proceso. El legislador debe
afrontar los déficits de la efectividad desde el principio. Pero también se pueden neutrali-
zar a través de los tribunales y las autoridades de persecución penal al aplicar la medida
investigadora provista con una reserva judicial (vid. BVerfGE 103, p. 142, 152).
2. La regulación legal sobre la forma y el modo del mandato judicial referido a una vi-
gilancia acústica de viviendas satisfacen estas exigencias.
La Sala de Defensa Nacional tiene que velar mediante la fundamentación del auto por
que los intereses de los afectados sean preservados, dado que a estos, debido al
carácter reservado, les está vedado presentar objeciones preventivamente contra el
mismo. Puesto que la Sala tiene que asegurar una limitación proporcionada de la
medida y debe poner a los afectados en situación de hacer uso de su posibilidad de
tutela judicial posterior (vid. BVerfGE 103, 142, 151 s.), la fundamentación debe
referirse a todos los presupuestos materiales y procesales. A partir de ella tiene que
resultar la situación concreta de sospecha, y tiene que poderse reconocer que ha
tenido lugar una ponderación debido a las circunstancias relevantes que se
presentan en el caso concreto. Debido a la cláusula de ultima ratio, también deben
indicarse las circunstancias que prueban que se ha respetado el principio de
subsidiariedad. A través de los datos sobre tipo, duración y magnitud de la orden, la
Sala tiene que garantizar, además, conforme al § 100 d párr. 2 inciso 4 en relación con
el § 100 b párr. 2 incisos 2 y 3 StPO que la medida , por su contenido, satisface las
exigencias del derecho fundamental del art. 13 LF. Así, tienen que señalarse en el
mandato la persona contra la cual se dirige la vigilancia acústica de viviendas, el
reproche del hecho, así como las expectativas en orden a la información que se va a
obtener. A partir del principio de proporcionalidad deben mencionarse las
habitaciones de la vivienda en concreto que se van a vigilar, cuando la medida,
desde el principio, solamente esté justificada para determinados ámbitos dentro de la
vivienda. La protección del núcleo de la configuración privada de la vida y las
prohibiciones de prueba existentes pueden hacer necesario que se determinen en el
mandato los interlocutores del inculpado que están exceptuados. En cuanto a lo
temporal, debe mencionarse la duración máxima de la medida. Finalmente, la Sala
también adoptará, según las circunstancias del caso concreto, reglas sobre el modo
y la forma de la ejecución, entre ellas sobre las medidas de preparación y de
acompañamiento, así como, eventualmente, sobre su realización técnica.
Una prórroga de la orden no está excluida por el art. 13 párr. 3 LF. El § 100 d párr. 4
inciso 2 StPO la permite con los mismos presupuestos que deben ser cumplidos para
la orden original. No obstante, la decisión tiene que adoptarse teniendo en cuenta los
resultados parciales de la investigación. Por ello, también es posible una prórroga
cuando la sospecha se refiera en adelante a otro hecho del catálogo. Por otro lado,
no debe prorrogarse el plazo cuando la vigilancia hasta entonces no hubiera tenido
resultados y, en vista de la situación, tampoco puedan pronosticarse para el futuro
perspectivas suficientes de éxito o cuando sea reconocible que son suficientes otras
medidas de investigación. Por ello, en caso de una prórroga tanto para la Fiscalía
solicitante como también para el Tribunal ordenante existen deberes de valoración y
fundamentación relativos a los resultados que hubieran sido obtenidos hasta ese
momento con la medida y al pronóstico de éxito.
IV.
Las reglas adoptadas en el art. 101 StPO para la vigilancia acústica de viviendas refe-
ridas a la obligación de informar a los implicados solamente son conformes en parte
con el art. 19 párr. 4 y con el art. 103 párr. 1 LF.
1. El art. 101 párr. 1 inciso 1 StPO es incompatible con el art. 13 párr. 1 y el art. 19
párr. 4, así como con el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, en la medida
en que allí se haga depender la comunicación de las vigilancias acústicas de vivien-
das a las personas afectadas de que ella pueda hacerse sin poner en peligro la se-
guridad pública o el ulterior empleo de un funcionario público que no está investigan-
do abiertamente. Además, mediante la decisión extraordinaria del Tribunal sobre la
postergación de la comunicación seis meses después de la terminación de la medi-
da del § 101 párr. 1 inciso 2 StPO no se asegura de manera procesalmente suficien-
te la observancia del deber de comunicar que es exigible por razones constituciona-
les.
a) El art. 13 párr. 1 LF en relación con la exigencia de una tutela judicial efectiva ante
los tribunales (art. 19 párr. 4 LF) otorga a los portadores de derechos fundamentales
un derecho a conocer las medidas de vigilancia acústica de viviendas que los afec-
ten.
Adicionalmente, también la garantía de tutela judicial del art. 19, hace que básicamen-
te sea necesaria una comunicación cuando ello sea presupuesto para que se pueda
hacer uso de aquélla. Sin embargo, tampoco se excluyen conforme al art. 19 párr. 4
LF las limitaciones a este derecho susceptible de configuración legal (vid. BVerfGE
100, 313, 364). Con ello, con base en el art. 13 párr. 1 y en el art. 19 párr. 4 LF, el
afectado respectivo tiene derecho a que se le comunique el mandato y la ejecución
de una vigilancia de viviendas. Por su parte, la delimitación del deber de comunicar
representa una intervención en los derechos fundamentales previstos en el art. 13
párr. 1 y en el art. 19 párr. 4 LF que debe ser justificada y, con ello, tiene que satisfa-
cer también las exigencias de la proporcionalidad (vid. BVerfGE 100, 313, 365, 398
s.). Dado que la postergación de la comunicación retrasa las posibilidades de tutela
judicial y, al aumentar la separación temporal con la medida ordenada, se reduce la
efectividad de la tutela judicial, debe limitarse la postergación a lo estrictamente ne-
cesario.
b) El concepto de “implicado” que se tiene en el § 101 párr. 1 inciso 1 StPO debe ser
precisado teniendo en cuenta el objetivo del deber de comunicación. El deber de co-
municación sirve para garantizar la protección efectiva de los derechos fundamentales
aquí afectados. Según esto, debe informarse de la medida secreta a todos aquellos
cuyos derecho fundamentales hubieran sido afectados por aquélla y para quienes,
con esto, se abran las posibilidades de tutela judicial y del derecho a ser oídos. Cierta-
mente, sólo el inculpado es la persona objeto de una vigilancia acústica de vivien-
das. Pero la injerencia en los derechos fundamentales de una vigilancia acústica de
viviendas no se limita a éste. De ahí que, como implicado en el sentido del § 101 párr.
1 StPO, además de al inculpado, debe comunicarse al titular y al habitante de una vi-
vienda en la cual se hubieran ejecutado medidas de escucha.
Sin embargo, la comunicación a otros implicados puede hacer más intensa la inje-
rencia en los derechos fundamentales en el caso de las personas que son objeto de
la medida en primera línea. Esto es cierto, en especial, cuando la vigilancia no ha
aportado ningún resultado aprovechable. Además, el deber de comunicar puede to-
parse con dificultades prácticas allí donde la identidad del implicado, en el marco de
la medida, no hubiera sido conocida por la autoridad. Y también la averiguación para
comprobar la identidad de otros implicados podría agudizar la injerencia en derechos
fundamentales tanto para la persona-objeto como para otros implicados. En estas
circunstancias, la existencia de deberes de comunicar depende de una pondera-
ción. Para ella es importante, por un lado, la intensidad de la intervención con la vigi-
lancia, en especial en qué magnitud y con qué contenido se ha escuchado y grabado
de la comunicación del afectado desconocido y, por otro lado, qué costes exige la
comprobación de la identidad del afectado y qué afectación para la persona-objeto
de la medida y para otros implicados podría estar vinculada con la medida.
(1) Con el concepto de “seguridad pública” se coloca la suspensión del deber de co-
municar bajo una cláusula general que usualmente es empleada en el Derecho admi-
nistrativo de policía y sancionador; pero ahí este concepto es muy amplio y práctica-
mente abarca todos los bienes jurídicos protegidos en el ordenamiento jurídico (sobre
el concepto vid. BVerfGE 69, 315, 352). Pero no todos los bienes protegidos son ne-
cesarios para postergar la comunicación. Por ello, el legislador debe precisar cuáles
de entre todos los bienes jurídicos resumidos bajo el concepto de seguridad pública
son considerados por él tan importantes para justificar la postergación o incluso la
exclusión de la comunicación en caso de intervenciones secretas en derechos funda-
mentales. Pero esto no ha ocurrido.
(2) La puesta en peligro del ulterior empleo de un funcionario público que investigue
encubiertamente no puede justificar la postergación de la comunicación en caso de la
vigilancia acústica de viviendas.
El deber de informar que tiene la Fiscalía frente a las autoridades judiciales supremas
del § 100 e párr. 1 inciso 3 StPO, que sólo surge cuatro años después de terminada la
medida y que además solamente se da cada año, no constituye un sustituto apropiado
de la intervención de un juez.
aa) La garantía constitucional del derecho a ser oído legalmente no abarca el deber
del Tribunal de posibilitar al inculpado el acceso a documentos que no son conocidos
por el Tribunal. En tanto tenga un derecho a conocer el contenido del expediente, este
derecho se limita al expediente que se encuentra efectivamente en el Tribunal (vid.
BVerfGE 63, 45, 59 s.).
bb) También desde el punto de vista del derecho a un proceso justo no puede objetar-
se nada contra la custodia en la Fiscalía de los documentos sobre la vigilancia acústi-
ca de viviendas de manera separada del expediente principal del proceso.
b) Puede que existan razones de economía procesal que hablen a favor del relevo de
la competencia de la Sala de Defensa Nacional por el tribunal de instancia, tal como
está previsto en el § 101 párr. 1 inciso 3 segunda frase StPO, para decisiones
referidas al aplazamiento de la comunicación tras la promoción de la acción pública;
no obstante, estas razones no son suficientemente importantes como para justificar
una afectación del derecho a ser oído legalmente.
El art. 103 párr. 1 LF garantiza que el Tribunal penal solamente base su sentencia en
aquellos hechos y resultados probatorios sobre los cuales el inculpado hubiera podido
manifestarse. El derecho fundamental procesal quiere impedir que el Tribunal valore,
en contra del inculpado, hechos conocidos por el primero pero a los cuales este últi-
mo no hubiera tenido acceso (vid. BVerfGE 63, 45, 59). Este principio no puede ser
reducido, visto desde un punto de vista puramente formal, en el sentido de que de-
terminadas informaciones, que hubieran llegado al Tribunal pero que hubieran que-
dado ocultas al inculpado, no puedan ser tratadas en el juicio oral ni ser invocadas
expresamente para fundamentar la sentencia.
El respeto a una tutela judicial efectiva no permite que una queja formulada por un
tercero afectado contra la orden de vigilancia acústica de viviendas sea rechazada
como inadmisible solamente por el hecho de que la orden ya ha sido ejecutada y,
con ello, la medida ha concluido (vid. BVerfGE 96, 27, 39 s.; 107, 299, 337 s.). Tam-
bién al ordenarse la vigilancia acústica de viviendas tendrá que admitirse, por regla
general, un interés en la tutela judicial debido simplemente a la gravedad de la inje-
rencia en el art. 13 párr. 1 LF o en el art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF.
Constituye un indicio de una injerencia grave en derechos fundamentales el que la Ley
Fundamental haya reservado al Juez, preventivamente, la decisión sobre una medida
(vid. BVerfGE 96, 27, 40). Conforme al art. 13 párr. 3 LF, esto ocurre en el caso de
la vigilancia acústica de viviendas. No puede prohibirse la posibilidad de una revi-
sión judicial posterior de la medida a aquellas personas que hubieran sido afectadas
por la medida aunque la orden no se hubiera dirigido a ellas.
VI.
Las críticas hechas por los recurrentes citados en 2 contra la configuración legal de
los deberes de informar a cargo del Gobierno Federal no son admisibles.
Ciertamente, el legislador ha previsto en el § 100 e párr. 1 StPO sólo para las Fiscalí-
as una concreción material relativa a los datos que deben contener los informes. Pero
de ello también se extraen consecuencias para las comunicaciones que deben hacer
los Estados federados conforme al § 100 e párr. 2 StPO, y para los deberes de infor-
mación que sobre esta base debe cumplir el Gobierno Federal. De lo contrario, la
regulación detallada de los deberes de información que tienen las Fiscalías en el §
100 e párr. 1 StPO se quedaría sin los efectos que pretendía el legislador. Por ello,
todos los informes tienen que ser substanciados de tal manera que se garantice el
control parlamentario ordenado en el art. 13 párr. 6 LF. Es por eso que las administra-
ciones de justicia de los Estados federados tienen que poner a disposición del Gobier-
no Federal las informaciones que necesite para el cumplimiento de su deber de infor-
mar que le impone el art. 13 párr. 6 LF concordado con el § 100 e párr. 2 StPO. Ellas
tienen que hacer que los informes de las Fiscalías lo hagan posible.
VII.
Las reglas contenidas en el § 100 d párr. 5 inciso 2 y en el § 100 f párr. 1 StPO sobre
el empleo de información referida a la persona en otros procesos, no son compatibles
con el art. 13 párr. 1, con el art. 2 párr. 1 y el art. 1 párr. 1 LF, en la medida en que no
han fundamentado un deber de identificación de las informaciones trasmitidas.
aa) La finalidad de las reglas está justificada constitucionalmente. Los datos y las in-
formaciones deben poder ser útiles para esclarecer otros hechos del catálogo y para
repeler, en casos particulares, peligros existentes para bienes jurídicos de la mayor
jerarquía. El legislador también ha cumplido con la exigencia de fijar de manera pre-
cisa y con ámbitos específicos, las finalidades para las cuales pueden ser emplea-
dos los datos personales (vid. BVerfGE 100, 313, 389). La norma se vincula con las
tareas de las autoridades receptoras de los datos que consisten en la persecución
penal y la prevención de peligros, y limita las finalidades de la utilización a la perse-
cución de los delitos mencionados en el catálogo y a la prevención de peligros espe-
ciales.
bb) Además, las finalidades son compatibles con la finalidad original que justifica la
ejecución de la vigilancia acústica de viviendas. Existiría una incompatibilidad si con la
modificación de la finalidad se eludieran las limitaciones previstas en contra del
empleo de determinados métodos de producción de datos, esto es, cuando las
informaciones no debieron haber sido producidas para la finalidad modificada o ello
no debió haber ocurrido en esa forma (vid. BVerfGE 100, 313, 389 s.). Pero esto no
ha ocurrido con las disposiciones impugnadas.
(1) El legislador sólo ha permitido en el § 100 d párr. 5 inciso 2 StPO el empleo de in-
formaciones en otros procesos penales para esclarecer un delito mencionado en el §
100 c párr. 1 núm. 3 StPO. Los datos producidos con la vigilancia acústica de vivien-
das solamente deben ser empleados cuando los delitos de este catálogo sean espe-
cialmente graves, tanto en abstracto como en el caso concreto (vid. sobre el delito es-
pecialmente grave supra en C II 3 b dd, 1). Esta limitación no rige solamente para su
empleo con fines probatorios en sentido estricto, sino que, además, debe observarse
también al emplear indicios en el esclarecimiento de delitos. En caso contrario, en un
proceso posterior podrían ser empleadas informaciones provenientes de una vigilancia
acústica de viviendas, sin que en este proceso hubiera existido alguna vez la sospe-
cha de un hecho del catálogo. Los presupuestos estrictos que existen para la produc-
ción de informaciones deben ser observados de igual manera en el empleo que se
haga de los datos en otros procesos. Una valoración de los conocimientos obtenidos
en una vigilancia de viviendas presupone que los conocimientos fundamenten una si-
tuación de sospecha concreta. No puede justificarse el aprovechamiento de datos en
otros contextos cuando los conocimientos obtenidos no apoyen el grado de sospecha
fáctica que, en general, se debe exigir como base para la ejecución de una vigilancia
acústica de viviendas (vid. BVerfGE 100, 313, 394). También debe observarse en el
marco de la valoración de manera correspondiente, conforme al § 100 d párr. 5 inci-
so 2 StPO, la cláusula de subsidiariedad del § 100 c párr. 1 núm. 3 StPO . Sólo es
posible una valoración cuando el esclarecimiento de los hechos en otro proceso penal
fuera imposible o desproporcionadamente dificultoso sin el dato. Pero a este respecto
la proporcionalidad plantea exigencias menores porque la información inculpatoria
constaría como segura, con ello desaparecería la inseguridad del pronóstico y tam-
bién la producción alternativa de pruebas supondría una injerencia en los derechos
fundamentales del inculpado.
Con los elementos típicos de “repeler” y “en casos concretos”, el § 100 f párr. 1
aclara que una trasmisión de datos solamente entra en consideración en caso de
peligros concretos en sentido policial. Ciertamente, a diferencia del art. 13 párr. 4
LF, el § 100 f párr. 1 StPO no exige expresamente un peligro inminente. Pero, que
de todos modos el peligro tiene que ser inminente se deduce del § 100 f párr. 1
StPO al interpretarlo de conformidad con la Constitución de la mano del art. 13 párr.
4 LF.
Por lo demás, el § 100 f párr. 1 StPO presupone, al remitir a los elementos típicos de
vida, cuerpo o libertad de una persona, bienes jurídicos que, conforme al art. 13 párr.
4 LF, son suficientemente importantes como para justificar el empleo de medios téc-
nicos para la vigilancia de viviendas. No cumple con estos presupuestos una lesión
corporal simple (§ 223 CP). En la medida en que el § 100 f párr. 1 StPO haga que
para la utilización policial de los conocimientos sea suficiente un peligro para valores
y bienes patrimoniales importantes, siguiendo los mandatos del art. 13 párr. 4 LF, es
requisito que se presente el típico potencial peligroso de un peligro común. Solamen-
te entonces, la puesta en peligro de valores y bienes patrimoniales tendrá un peso
que se corresponda con el valor de los bienes jurídicos amenazados que el legislador
de reforma constitucional busca en el art. 13 párr. 4 LF.
VIII.
Las disposiciones sobre destrucción de datos del § 100 d párr. 4 inciso 3, y del § 100
b párr. 6 StPO que, al igual que las disposiciones sobre trasmisión de datos, se en-
cuentran en una relación constitucionalmente relevante con las disposiciones sobre
recopilación de datos, atentan contra el art. 19 párr. 4 LF. Las reglas sobre la destruc-
ción de datos deben incluirse, con independencia del transcurso del plazo para inter-
poner la queja, en la evaluación constitucional por los mismos motivos planteados
para el caso del empleo de datos (vid. supra en C VII).
La protección del art. 13 párr. 1 LF, que también se extiende a las demás fases del
procesamiento de datos, exige, ciertamente, que en principio los datos obtenidos le-
galmente sean destruidos tan pronto como dejen de ser necesarios para las finalida-
des establecidas (vid. BVerfGE 100, 313, 362, sobre el art. 10 LF). Pero las reglas
sobre la destrucción de datos tienen que satisfacer, al mismo tiempo, el mandato de
una tutela judicial efectiva. En tal medida, una situación conflictiva específica puede
surgir por el hecho de que, por un lado, se cumpla con la protección de datos borran-
do los que ya no son necesarios, pero, por otro lado, se dificulte la tutela judicial
efectiva al borrar los datos, ya que con ello la revisión del suceso solamente es posi-
ble de manera limitada tras la destrucción de los documentos (vid. MVVerfG, LKV
2000, p. 345, 354). Ante esto, en aquellos casos en que el afectado pretenda el con-
trol judicial de las medidas estatales de información y procesamientos de datos, el
deber de destrucción debe ser armonizado con la garantía de tutela judicial de tal
manera que la tutela judicial no resulte eludida o frustrada (vid. BVerfGE 100, 313,
364, 400).
Esto puede ocurrir en forma tal que, en los casos en los cuales el afectado pueda
tener un serio interés (que deberá ser presumido mayoritariamente) en la tutela judicial
o en hacer valer su derecho a la protección de datos frente a la autoridad competente,
temporalmente los datos no deban ser borrados aunque sí bloqueados, y no puedan
ser empleados para ninguna otra finalidad distinta de la de informar al afectado o
permitir el control por los tribunales. Sólo debe considerarse la destrucción de los
datos cuando sea seguro que no son necesarios o ya no se necesitan para la
revisión de la legalidad de la medida por los tribunales (vid. BVerfGE 100, 313, 400).
El § 100 d párr. 4 inciso 3 y el § 100 b párr. 6 StPO no han adoptado tales previsio-
nes. El § 100 d párr. 4 inciso 3 StPO remite al § 100 b párr. 6 StPO, el cual regula la
destrucción de los datos una vez realizada la vigilancia telefónica. Por ello, los docu-
mentos obtenidos a través de la medida deben ser destruidos 175 bajo vigilancia de
la Fiscalía, cuando ya no sean necesarios para la persecución penal. No cabe una
interpretación del § 100 d párr. 4 inciso 3 y del § 100 b párr. 6 StPO que asegure la
posibilidad de la tutela judicial. Más bien, las disposiciones ordenan la 176destrucción
de los documentos sin limitación alguna, tan pronto como estos no sean ya necesarios
para la persecución penal.
IX.
D.
I.
II.
El art. 13 párr. 3 LF sobrepasa este límite material colocado por el art. 79 párr. 3 LF
para las intervenciones en la inviolabilidad del domicilio que permite el art. 13 párr. 1
LF. Este artículo autoriza a introducir legalmente la vigilancia acústica en viviendas en
las cuales presumiblemente se encuentre un inculpado de delitos especialmente gra-
ves, utilizando para ello medios técnicos con fines de persecución penal; con ello se
posibilita también la escucha secreta de conversaciones de tipo personalísimo.
III.
No podemos seguir a la opinión en mayoría en cuanto a que el art. 13 párr. 3 LF, in-
troducido por modificación de la Constitución, pueda cimentarse constitucionalmente
a través de una interpretación conforme a la Constitución o una interpretación consti-
tucional sistemática.
En 1971, los magistrados Geller, von Schlabrendorff y Rupp consideraron como peligro
lejano aunque no totalmente descartable, que el art. 13 LF se amplíe alguna vez para
que “bajo determinados presupuestos puedan emprenderse registros domiciliarios sin
consultar con el titular de la vivienda ni con terceras personas y que, en ello, también
puedan colocarse micrófonos escondidos excluyendo la vía legal” (vid. BVerfGE 30, 1;
voto particular en 30, 46 s.).
Entretanto parece ser que uno se ha acostumbrado a la idea de que, con las posibilida-
des técnicas que se han desarrollado ahora, también debería tolerarse su empleo ilimi-
tado. Pero si incluso la esfera íntima personal, manifestada entre las propias cuatro pa-
redes, ya no es ningún tabú ante el cual la necesidad de seguridad deba detenerse,
constitucionalmente se plantea también la cuestión de si la imagen humana que se deri-
va de tal proceder se sigue correspondiendo con la de una democracia libre en el Esta-
do de Derecho. Con más razón todavía, el art. 79 párr. 3 LF debe ser interpretado rígi-
damente y sin concesiones, a fin de prevenir ya hoy en día no el inicio sino un amargo fi-
nal.
Jaeger, Hohmann-Dennhardt
1.2. Soberanía estatal, principio democrático y Unión Europea
169
Esta vinculación entre soberanía y democracia ha venido a ser afirmada en esta Sentencia del Tri-
bunal Constitucional Federal, al condicionar el ejercicio de la soberanía a una legitimación democráti-
ca (C I 2 b 1). Véase en la doctrina española sobre tal indisoluble conexión BASTIDA FREIJEDO,
Francisco José, La soberanía borrosa: la democracia, Fundamentos: Cuadernos monográficos de teo-
ría del estado, derecho público e historia constitucional, núm. 1, 1998, pág. 381 y ss.
1
170
Sin embargo, los recursos llegan incluso a impugnar la inconstitucionalidad de la Ley de 21 de di-
ciembre de 1992, de reforma de la Grundgesetz, que modificó el art. 23 LF (Europaartikel), autorizan-
do a la cesión de derechos de soberanía a la Unión Europea por contravenir el orden constitucional.
De esta forma se plantea la posible existencia de una norma constitucional inconstitucional. Sin em-
bargo, al respecto el Tribunal Constitucional Federal rechaza, sin más la pretensión, sin entrar en el
fondo del asunto (A II 1b).
1
171
Algo que también ha intentado el Tribunal Constitucional español. Véanse las DDTC 1/1992, de 1 de
julio, y 1/2004, de 13 de diciembre de 2004. Véase sobre tales cuestiones el trabajo de ALÁEZ CO-
RRAL, Benito, Comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 12 de octu-
bre de 1993, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 45, 1995, pág. 243 y ss.
vulneración del principio democrático y, consecuentemente, la soberanía del
ordenamiento jurídico alemán.
En respuesta a los alegatos presentados, el Bundesverfassungsgericht niega
que la Ley impugnada suponga una lesión de tales principios, no viéndose en peligro
la capacidad de autodecisión por parte del sujeto soberano: el pueblo alemán. (C II
b). Ha sido precisamente el propio ordenamiento—en el art. 23 LF– el que ha
permitido la cesión de derechos de soberanía a organizaciones supranacionales.
Con todo, como el propio Tribunal Constitucional Federal reconoce, dicha cesión
acaba generando inevitablemente una alteración de los principios fundamentales de
la Ley Fundamental, entre ellos del propio principio democrático, (B 1 a), ya que la
cesión del ejercicio de funciones y competencias del Parlamento (C I a) a una
organización supranacional implica la sumisión a decisiones normativas ajenas al
Estado172, modificándose de este modo y de forma inevitable el proceso de
formación de la voluntad política reconocida constitucionalmente al pueblo alemán
(art. 20.2 LF) (C I a). Pero dicha alteración resulta compatible con la Grundgesetz
siempre que se mantenga dentro de los límites del art. 79.3 LF, es decir, que no
afecte al contenido nuclear del principio democrático, tal y como lo ha configurado el
poder constituyente del pueblo alemán.173
En ese sentido, la primera de las cuestiones relevantes que se plantea el
Tribunal Constitucional Federal es si el ordenamiento democrático alemán, en
ejercicio de su soberanía, puede transferir a la Unión Europea cualquier clase de
derechos de soberanía en base al art. 23 LF (B 1a). El citado Tribunal deja
meridianamente claro que no cabe una cesión en blanco de los derechos de
soberanía a los que se refiere al art. 23 LF,174 sino que deben quedarle al
Parlamento Federal funciones y competencias con peso sustantivo (C I b2). De esta
172
Naturaleza estatal que el Tribunal Constitucional Federal priva a la Unión Europea, que no se apo-
ya en un pueblo europeo (C II).
173
Véase STERN, Klaus., Der Bedeutung der Unantastbarkeitsgarantie des Art. 79 III für die
Grundrechte, Juristiche Schulung, Nº 5, 1985, pág. 329 y ss. Véase al respecto de los límites a la
cesión de competencias soberanas a la Unión Europea, BOGDANDY, Armin von, La integración
europea a la luz de la Constitución alemana: una contribución sobre los actuales malentendidos en
torno a la sentencia del Tribunal Constitucional Federal sobre el caso Maastricht, Cuadernos de
derecho público, Nº 13, 2001, pág. 198 y ss.
174
Véase la BVerfGE 58, 1 (37), denominada Eurocontrol I, sobre la que se sostienen buena parte de
las premisas expuestas en la presente Sentencia sobre el Tratado de Maastricht.
manera, el Tribunal Constitucional Federal, al amparo de lo que no es sino concepto
material de soberanía,175 sostiene que han de retenerse en el órgano de
representación democrática del pueblo alemán, funciones normativas de
autodecisión —ya se verá más adelante cuáles son éstas--. Siendo esto así, la
primera y más básica consecuencia que deduce el Bundesverfassungsgericht la
retención de funciones de soberanía por parte del Parlamento Federal alemán es,
ad intra, la limitación material de la Ley de Autorización del art. 23 LF176 y, en
segundo lugar, ad extra, el principio de atribución competencial limitada y restringida
de la Unión Europea (C 2 y C 2 a).177 El resultado que deduce el Tribunal
Constitucional Federal de estas dos caras de una misma moneda es que la
competencia sobre las competencias –el poder de reforma constitucional--ha de
residir siempre en el Estado alemán, en cuanto ordenamiento jurídico democrático y
soberano; y así se plasma a juicio del Tribunal en las disposiciones del TUE (B II 2).
Esta retención en el ordenamiento alemán de la Kompetenz der Kompetenz
se materializa en las siguientes tres máximas. Primero, en lo que puede
denominarse principio de reversibilidad, esto es, la posibilidad de que Alemania, en
tanto señora de los tratados, a través de un contrarius actus, pueda renunciar a la
pertenencia a la Unión Europea (cfr. C II 1a)—derogando, sin más, la ley de
autorización-- y segundo,--como resultado del aludido principio de atribución
competencial limitada y restringida--en el indispensable consentimiento del Estado
alemán, por medio de la autorización contemplada en el art. 23 LF, para una reforma
de los Tratados,178 en caso de que la Unión Europea quisiera ejercer mayor volumen
de funciones y de competencias (C I 1a, C II 2d) —motivada por las tres fases
escalonadas de la integración previstas en el TUE. Y en tercer y último lugar, acaso
el aumento de la asunción de funciones y competencias para la realización de los
fines de la Unión Europea se realizara sin el consentimiento del Estado alemán, la
175
Cfr. KELSEN, Hans, Allgemeine Staatslehre, Max Gehlen, Berlín, 1966, pág. 109 y s.
1
176
BVerfGEE 58, 1 (37) y 68, 1 (98 y ss.). En el mismo sentido, el Tribunal ha dispuesto que la Ley de
Autorización del art. 23 LF debe de establecer de forma suficientemente concreta las competencias
que se transmiten para su ejercicio y el programa de integración que se pretende llevar a cabo (C I 3).
1
177
Cfr. STEIN, Thorsten, La sentencia del Tribunal Constitucional alemán sobre el Tratado de Maas-
tricht, Revista de Instituciones Europeas, Nº 3, 1994, pág. 764 y ss.
1
178
1
179
BVerfGEE 58, 1 (30 y s) y 75, 223 (235, 242). Este aserto podría resultar de indudable interés para
poder determinar cuál es la concepción que posee el Bundesverfassungsgericht sobre los ordena-
mientos estatal y comunitario. Como se puede apreciar, el órgano jurisdiccional alemán habla de ina-
plicabilidad no de invalidez de los actos comunitarios, lo que quizás pudiera hacer ver en ello una te-
sis dualista y no monista del ordenamiento jurídico estatal; algo que quizás parecería contravenir la
acentuada posición soberanista puesta de manifiesto en varios párrafos de la Sentencia de Maastrich
por parte del Tribunal Constitucional Federal. Véase, en general, sobre concepción de la Constitución
como una norma precisamente sobre la aplicabilidad de las normas procedentes de otros sistemas
metaestatales, REQUEJO PAGÉS, Juan Luis, Sistemas normativos, Constitución y ordenamiento,
Mc-Graw-Hill, Madrid, 1995. También ALÁEZ CORRAL, Benito, Soberanía constitucional e integra-
ción europea, Fundamentos, Nº 1, 1998, pág. 519 y ss.
180
BVerfGE 68, 1 (109 y ss)]. Sin embargo, al lado de esta aparente determinación normativa del con-
tenido del principio democrático, el Tribunal Constitucional reconoce que también al contenido de tal
principio pertenecen otros contenidos prejurídicos que, supuestamente, serían consustanciales a todo
Estado democrático que pretendiera legítimamente asumir tal nombre (C I b1).
181
Sin embargo, parte de la doctrina ha entendido que el TUE altera los principios básicos de la Ley
Fundamental, por lo que la adhesión de Alemania al mismo sólo hubiera sido posible a través de una
reforma constitucional con participación del pueblo alemán, véase al respecto RUPP, Hans Heinrich,
Muß das Volk über den Vertrag von Maastricht entscheiden?, Neue Juristische Wochenschrift, 1993,
pág. 39 y ss., así como MURSWIEK, Dietrich, Maastricht und der pouvoir constituant", Der Staat, Nº
32, 1993, pág. 161 y ss.
En efecto, en primer lugar, el TUE regula un Parlamento elegido por los
ciudadanos de los Estados de la Unión Europea, trasladándose así adecuadamente
la legitimación democrática de los parlamentos nacionales al de la Unión Europea (C
I b2).182 Es cierto, sin embargo, que el Tribunal Constitucional reconoce que el
Parlamento Europeo asume en esa primera fase de la integración meras funciones
de apoyo. De ahí que el Tribunal estime aconsejable que en el futuro, a fin de lograr
mayor legitimación democrática, el Parlamento asuma una mayor influencia sobre la
política y sobre la producción normativa de las Comunidades Europeas en sucesivas
fases de la integración (C I b2). Asimismo, el propio Tribunal reconoce que una
mayor legitimación democrática pudiera llegar a lograrse si el Parlamento de la
Unión fuese elegido de acuerdo con un derecho electoral uniforme en todos los
Estados miembros (C I b2).
En segundo lugar, al Tribunal Constitucional Federal le parecen menos
dudosas las objeciones articuladas en lo que se refiere a la concepción del
Consejo-- conformado por los miembros de los gobiernos-- como el verdadero
legislador de la Unión Europea. Tampoco este aspecto contraviene el principio
democrático de la Ley Fundamental, ya que el Parlamento Federal, a través del
control gubernamental interno, puede condicionar la labor del ejecutivo en el ámbito
de la Unión Europea, siendo además responsable políticamente de sus actos ante
aquél.183 De tal modo, se salvaguarda también plenamente el segundo de los
contenidos del principio democrático fijados por el Tribunal Constitucional Federal (C
II 1b).
182
BVerfGE 83, 60 (72).
183
Véase en ese sentido la BVerfGE 68, 1 (109 y ss.).
BVerfGE 89, 155 - Maastricht
Directrices
4. Cuando – como ocurre actualmente – los pueblos transmiten a través de los Par-
lamentos nacionales la legitimación democrática, se pone límites a la expansión de
las funciones y competencias de las Comunidades Europeas por parte del principio
democrático. El Parlamento Federal alemán debe seguir conservando funciones y
competencias con peso sustantivo propio.
5. Se infringe el art. 38 LF cuando una ley que abre el ordenamiento jurídico alemán
a la vigencia y aplicación directa del Derecho de las Comunidades Europeas – su-
pranacionales -, no fija de manera suficientemente determinable los derechos trans-
mitidos para su salvaguardia ni el programa de integración que se pretende (vid.
BVerfGE 58, 1 [37]). Esto significa al mismo tiempo que los posteriores cambios
esenciales que se produzcan en el programa de integración expuesto en el Tratado
de la Unión y sus atribuciones de actuación ya no estarán cubiertas por la Ley de
Autorización a la Ratificación de este Tratado. El Tribunal Constitucional Federal
controla si los instrumentos jurídicos de las instituciones y órganos europeos se
mantienen dentro de los límites de las competencias soberanas que se les han con-
cedido o si se alejan de ellas (vid. BVerfGE 75, 223).
b) El art. L TUE excluye la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia sólo respecto
de aquellos preceptos del Tratado de la Unión que no habilitan para adoptar medi-
das de la Unión con el efecto de afectar a los titulares de derechos fundamentales
en el territorio de los Estados miembros.
Fallo:
Fundamentos:
A.
I.
a) Por medio del Tratado de la Unión las partes constituyen entre sí una “Unión Eu-
ropea” (art. A párr. 1 TUE). Tiene por misión organizar de modo coherente y solidario
las relaciones entre los Estados miembros y entre sus pueblos (art. A párr. 3 inciso 2
TUE). La Unión tiene los siguientes objetivos, recogidos más concretamente en el
art. B TUE: crear un espacio económico y social sin fronteras interiores, conseguir el
establecimiento de una unión económica y monetaria – que implicará, en su momen-
to, una moneda única -, afirmar la identidad de la Unión en el ámbito internacional,
en particular mediante la realización de una política exterior y de seguridad común –
que incluya, en el futuro, la definición de una política común de defensa -, la creación
de una ciudadanía de la Unión, desarrollar una cooperación en el ámbito de la justi-
cia y de los asuntos de interior, así como mantener íntegramente el acervo comuni-
tario y desarrollarlo. De acuerdo con el art. F párr. 3 TUE, la Unión se dotará de los
medios necesarios para alcanzar sus objetivos y para llevar a cabo sus políticas.
El fundamento de la Unión Europea se construye sobre la base de las tres Comuni-
dades Europeas preexistentes (Comunidad Económica Europea [CEE] - ahora:
Unión Europea [UE], Comunidad Europea del Carbón y del Acero [CECA], Comuni-
dad Europea de la Energía Atómica [EURATOM]), y se completa con las dos formas
de cooperación introducidas en el Tratado de la Unión, la Política Exterior y de Segu-
ridad Común (art. B, 2° guión, art. J TUE) y la cooperación en materia de justicia y
asuntos de interior (art. B, 4° guión, art. K TUE) – el llamado “sistema de los tres pi-
lares” (art. A párr. 3 TUE). El Consejo Europeo, en el que se reúnen los Jefes de Es-
tado y de Gobierno de los Estados miembros y el presidente de la Comisión, da a la
Unión los impulsos necesarios para su desarrollo y define las orientaciones políticas
generales para este desarrollo (art. D TUE).
b3) La unión económica y monetaria planificada desde 1972 se introduce ahora por
medio del Título VI del Tratado de la CE. Mientras que la política económica de los
Estados miembros se ha de coordinar de acuerdo con los arts. 102 a ss. TCE, some-
tiéndose a las directivas de la Comunidad para garantizar la convergencia de los re-
sultados económicos de los Estados miembros, la política monetaria se comunitariza
paso a paso y se pone en manos de un Sistema Europeo de Bancos Centrales
(SEBC) (arts. 105 ss. TCE).
c) Al Tratado de la Unión se adjunta un Acuerdo sobre la política social entre los Es-
tados miembros de la Comunidad Europea a excepción del Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte. Según dispone, la Comunidad apoya y complementa la
actividad de los Estados miembros dirigida a la mejora, en especial, del entorno de
trabajo, así como de la organización de las condiciones de trabajo, la información y
la consulta a los trabajadores, la igualdad de oportunidades en el mercado laboral y
la igualdad de trato en el trabajo entre hombres y mujeres, así como la integración
de las personas excluidas del mercado laboral. El Consejo, con tales fines, puede
adoptar las disposiciones mínimas, mediante directivas, con los presupuestos del
art. 2 del Acuerdo.
"Para asuntos de la Unión Europea, el Consejo Federal podrá crear una Cáma-
ra de asuntos europeos cuyas decisiones serán consideradas como decisiones
del Consejo Federal; el artículo 51, apartados 2 y 3, segundo inciso, se aplicará
por analogía”.
"Dentro del marco de la Unión Europea, sus tareas y competencias podrán ser
delegadas al Banco Central Europeo, que es independiente y está al servicio
del objetivo prioritario de garantizar la estabilidad de los precios".
184
N. e. Boletín Oficial del Consejo Federal (Bundesratsdrucksachen – BRDrucks.).
bre de 1992, el Parlamento Federal adoptó una toma de postura sobre la unión eco-
nómica y monetaria, en la que se señala que:
II.
Frente a ello, todo ciudadano tiene el derecho a que el acto de votar conserve su
contenido esencial de elegir en verdad a los órganos legislativos. El recurrente en
amparo, además, también se ve perjudicado en su libertad de actuación como titular
del derecho de sufragio activo y pasivo, porque se otorga a los ciudadanos de la
Unión procedentes de otros Estados miembros el derecho de sufragio activo y pasi-
vo en las elecciones municipales alemanas.
El recurrente en amparo ve además en el nuevo art. 138 a TCE una lesión de la li-
bertad, protegida en el art. 9 párr. 1 en relación con el art. 21 párr. 1 inciso 2 LF, de
fundar partidos y colaborar en su seno cuando allí se ordena a los partidos políticos
que construyan una conciencia europea.
Por lo demás, lesionan el principio del Estado federal la Ley de reforma constitucio-
nal (art. 23 párr. 2, 4 a 6 LF en su nueva redacción en relación con el art. 52 párr. 3 a
LF en su nueva redacción), la Ley de Autorización de la Ratificación y el Tratado de
la Unión. La participación de los Estados federados en la legislación se ve perjudica-
da frente a lo dispuesto en el art. 79 párr. 3 LF; esto no se ve compensado por las
competencias de colaboración del Consejo Federal contempladas en el art. 23 LF en
su nueva redacción. Además, la trasferencia de competencias del Consejo Federal a
la Cámara europea, prevista en el art. 52 párr. 3 a LF en su nueva redacción, no
compensa los derechos y el estatus de los Estados federados.
Junto a ello, además, la entrada en vigor del Tratado de la Unión amenaza la exis-
tencia de la República Federal de Alemania en su condición de Estado independien-
te y soberano, excluida de la reforma constitucional de acuerdo con lo dispuesto en
el art. 79 párr. 3 LF, pues ésta supone una nueva fase de integración que irrevoca-
blemente prepara el camino de la evolución hacia la creación furtiva de un Estado fe-
deral europeo. Con la creación de la unión monetaria, se produce una coerción obje-
tiva que hace inevitable el camino hacia la Unión Europea. Las funciones y compe-
tencias de la Comunidad se ampliarían más allá de la actual comunidad económica
a todas las materias importantes para la formación de un Estado. El legislador se
atribuye de esta forma competencias que sólo corresponden al pueblo en su condi-
ción de titular del poder constituyente.
b) Los recurrentes en amparo, además, alegan una lesión directa y actual de sus de-
rechos análogos a los fundamentales recogidos en el art. 38 párr. 1 y 2 LF, que de
acuerdo con el art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF, y el § 90 párr. 1 BVerfGG, también son
susceptibles igualmente de ser alegados en amparo. Desde su punto de vista, la Ley
de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión no hubiera debido ser
aprobada sin legitimación por el pueblo como titular del poder constituyente, puesto
que – al igual que el nuevo art. 23 LF – afecta al núcleo constitucional intangible del
art. 79 párr. 3 LF.
III.
B.
Sólo es admisible el recurso de amparo cuando el recurrente alega haber sido lesio-
nado de forma directa y actual por un acto de poder público impugnado un derecho
susceptible de ser alegado en amparo (art. 93 párr. 1 núm. 4 a LF, § 90 párr. 1
BVerfGG) El recurrente en amparo debe exponer de forma suficientemente sustan-
cial que tal lesión parece posible (vid. BVerfGE 28, 17 [19]; 52, 303 [327]; 65, 227
[232 s.]).
1. El recurrente en amparo citado en 1. ha expuesto suficientemente que la Ley de
Autorización de la Ratificación puede lesionar el derecho recogido en el art. 38 párr.
1 LF.
No se vincula con ello una considerable minoración del estándar de derechos funda-
mentales. El Tribunal Constitucional Federal garantiza, por medio de su competencia
(vid. BVerfGE 37, 271 [280 ss.]; 73, 339 [376 s.]), que se asegure en general una efi-
caz protección de los derechos fundamentales para los habitantes de Alemania, in-
cluso frente al poder soberano de las Comunidades, y que éstas hayan de observar
en lo esencial la protección de los derechos fundamentales considerada indispensa-
ble por la Ley Fundamental, garantizando en general el contenido esencial de los de-
rechos fundamentales. El Tribunal Constitucional Federal asegura este contenido
esencial también frente a al poder soberano de la Comunidad (vid. BVerfGE 73, 339
[386]). También los actos del poder público especial, separado del poder estatal de
los Estados miembros, de una organización supranacional afectan a los titulares de
derechos fundamentales en Alemania. Afectan así a las garantías de la Ley Funda-
mental y las funciones del Tribunal Constitucional Federal, que tienen por objeto la
protección de los derechos fundamentales en Alemania, y no sólo frente a los órga-
nos estatales alemanes (discrepancia respecto de lo mantenido en la BVerfGE 58, 1
[27]). En cualquier caso, el Tribunal Constitucional Federal ejerce su jurisdicción so-
bre la aplicabilidad del Derecho comunitario derivado en Alemania en una “relación
de cooperación” con el Tribunal Europeo de Justicia, garantizando el Tribunal Euro-
peo de Justicia la protección de los derechos fundamentales en el caso concreto en
todo el territorio de las Comunidades Europeas, y pudiendo limitarse el Tribunal
Constitucional Federal, por este motivo, a una garantía general del estándar irrenun-
ciable de los derechos fundamentales (vid. BVerfGE 73, 339 [387]).
c2) Al preverse en los Títulos V y VI del Tratado de la Unión que el Consejo puede
acordar acciones comunes así como adoptar medidas comunes para la ejecución de
la cooperación en los ámbitos de justicia e interior, no rige, en conclusión, nada dis-
tinto. Con independencia de una vinculación internacional de los Estados miembros
por estos acuerdos del Consejo (vid. art. J.3 núm. 4; sin normativa expresa art. K.3
párr. 2 letra b TUE), que o tienen lugar por unanimidad o como mínimo deben apo-
yarse en un acuerdo del Consejo adoptado por unanimidad (art. J.3 núm. 2, art. J.8
párr. 2; art. K.3 párr. 2 letra b, art. K.4 párr. 3 TUE), no puede de esta forma impo-
nerse un derecho directamente aplicable en los Estados miembros que exija prima-
cía.
En relación al Título VI, el art. K.9 TUE prueba que la conversión de la cooperación
intergubernamental en competencia supranacional de la Comunidad Europea presu-
pone una reforma – simplificada – del Tratado que todos los Estados miembros de-
ben ratificar.
c3) Cuando el art. K.2 párr. 1 TUE dispone que la cooperación en las cuestiones re-
ferentes a la política de justicia e interior se llevará a cabo respetando el Convenio
Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Funda-
mentales y la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, ello no
permite concluir que de acuerdo con el Título VI del Tratado de la Unión sean posi-
bles injerencias directas en los derechos fundamentales. Antes bien, el art. K.2 párr.
1 TUE confirma las obligaciones relativas a los derechos humanos, que obligan a to-
dos los Estados miembros y se han de observar previamente a las injerencias direc-
tas en los derechos fundamentales que impliquen las medidas comunes, cuando su
ejecución por parte de los Estados miembros pueda tener como consecuencia di-
chas injerencias en los derechos fundamentales.
c5) Cuando las acciones y medidas comunes de acuerdo con los Títulos V y VI del
Tratado de la Unión obligan internacionalmente a los Estados miembros a injeren-
cias relevantes en los derechos fundamentales, todas estas injerencias pueden ser
completamente controladas por la jurisdicción alemana cuando se realizan en Ale-
mania. A la protección de derechos fundamentales en la Ley fundamental no se so-
brepone el derecho supranacional, que podía reclamar la primacía. La vinculación in-
ternacional de la República Federal de Alemania no puede aminorar, en ningún
caso, la protección de derechos fundamentales existente frente a poder estatal ale-
mán, ni la pretensión europea, acordada conforme a los Títulos V o VI del Tratado
de la Unión, puede limitar en relación a la injerencia en derechos fundamentales por
el poder público alemán la protección de aquéllos por parte de los Tribunales alema-
nes. Al respecto no rige nada distinto que en un Tratado internacional habitual: está
prohibido constitucionalmente que los derechos fundamentales se lesionen en su
aplicación dentro del Estado.
d) La lesión, afirmada por el recurrente en amparo, del art. 5 párr. 1 LF por parte de
la Ley de Autorización de la Ratificación del Tratado de la Unión está excluida de an-
temano. Las libertades de comunicación protegen la participación sin obstáculos en
un proceso abierto de comunicación, pero no garantizan, sin embargo, un determina-
do resultado de esta participación o determinadas condiciones marco del intercam-
bio de opiniones. La libertad del particular de informarse por fuentes comunitarias y
públicamente en los Estados miembros, y así ejercer influencia sobre el proceso eu-
ropeo de comunicación, no se ve afectada por el Tratado; los problemas lingüísticos
que surgen se apoyan en la variedad lingüística dentro de la Unión Europea, y por
tanto no suponen un obstáculo a valorar independientemente en el ejercicio de este
derecho fundamental.
e) En tanto el recurrente en amparo alega que el art. 138 a TCE lesiona los arts. 9 y
21 LF, su recurso de amparo es igualmente inadmisible. No se ve el motivo por el
que el reconocimiento de los partidos políticos como factor de la integración de la
Unión supone vincular jurídicamente o limitar el programa y la fijación de objetivos
de un partido en particular o de sus miembros.
f) En tanto el recurrente en amparo ve en las disposiciones del Tratado de la Unión
una infracción del principio del Estado Social y del principio del Estado federal, estas
alegaciones no son admisibles de acuerdo con lo dispuesto en el art. 93 párr. 1 núm.
4 a LF.
C.
I.
1. El derecho garantizado por el art. 38 LF de tomar parte por medio de las eleccio-
nes en la legitimación del poder estatal e influenciar así su ejercicio, excluye en el
ámbito de aplicación del art. 23 LF que se vacíe de contenido este derecho reser-
vando funciones y competencias del Parlamento Federal de forma que el principio
democrático, considerado intangible en el art. 79 párr. 3 en relación con el art. 20
párr. 1 y 2 LF, se vea lesionado (vid. supra B.1.a).
2. Forma parte del contenido intangible del principio democrático, de acuerdo con lo
dispuesto en el art. 79 párr. 3 LF, que el ejercicio de las funciones y competencias
estatales se pueda reconducir al pueblo estatal y en principio se responda ante él.
Esta necesaria relación de imputación se puede construir de formas distintas, sin te-
ner que adoptar una forma determinada. Lo que resulta decisivo es que se alcance
una capacidad suficientemente efectiva de legitimación democrática, esto es, un
cierto nivel de legitimación (vid. BVerfGE 83, 60 [72]).
Esta apertura a los vínculos con la comunidad jurídica internacional y hacia una
unión jurídica más estrecha en la comunidad entre Estados se halla establecida en
un Estado democrático que – como presupone el Preámbulo de la Ley Fundamental
y regulan expresamente los arts. 23 y 24 LF - quiere cooperar como miembro con los
mismos derechos en una institución interestatal y especialmente en el desarrollo de
la Unión Europea. Los Estados miembros participan en la formación de la voluntad
de la Unión de Estados de acuerdo con su derecho orgánico-procedimental, pero se
someten, por lo tanto, a los resultados de esta formación de voluntad, con indepen-
dencia de si estos resultados se basan precisamente en su propia participación o no.
La atribución de competencias soberanas tiene como consecuencia que su ejercicio
ya no depende únicamente siempre de la voluntad de un Estado miembro. Ver aquí
una lesión del principio democrático contenido en la Ley Fundamental supondría una
contradicción no sólo de la apertura a la integración de la Ley Fundamental, que el
legislador constitucional del año 1949 quería y ha recogido expresamente; si no que
se basaría también en una concepción de la democracia que haría incapaz de inte-
grarse a ningún Estado democrático más allá del principio de unanimidad. La unani-
midad como exigencia general sitúa obligatoriamente a la voluntad particular por en-
cima de la propia de la comunidad interestatal y pone en cuestión, de esta forma,
desde una perspectiva estructural, a la propia Comunidad. Tal resultado no encuen-
tra apoyo ni en el tenor literal ni en el sentido de los arts. 23 y 24 LF. La atribución de
competencias de soberanía que permiten los citados artículos presupone haberlo
acordado por ley; la exigencia de una ley (art. 23 párr. 1 inciso 2, art. 24 párr. 1 LF)
atribuye la responsabilidad política por la atribución de competencias de soberanía al
Parlamento Federal – conjuntamente con el Consejo Federal –, en su condición de
instituciones de representación nacional; tiene que someter a deliberación las conse-
cuencias de largo alcance que se relacionan con tal aprobación, y no en último lugar
también las relativas a las competencias del propio Parlamento Federal, y tomar una
decisión al respecto. En la Ley de Autorización de la Ratificación del ingreso en una
comunidad de Estados tanto la existencia de la propia comunidad de Estados como
también sus competencias en relación a la toma de decisiones por mayoría, que vin-
culan a los Estados miembros, afectan a la legitimación democrática. En cualquier
caso, el principio mayoritario, de acuerdo con el mandato de respeto recíproco resul-
tante de la lealtad comunitaria, supone un límite a los principios constitucionales y a
los intereses esenciales de los Estados miembros.
b1) La Unión Europea se entiende a sí misma como la unión de los pueblos de Euro-
pa (art. A párr. 2 TUE), una Unión de Estados democráticos basada en un desarrollo
dinámico (vid. por ejemplo el art. B párr. 1 último guión; art. C párr. 1 TUE); ejerce
funciones de soberanía y también competencias soberanas, siendo ante todo los
pueblos estatales de los Estados miembros los que tienen que legitimar esto demo-
cráticamente a través de los Parlamentos nacionales.
185
N. e. Bulletin der Bundesregierung - BullBReg.
dad con lo dispuesto en el art. 138 párr. 3 TCE, y creciese su influencia sobre la polí-
tica y la producción normativa de las Comunidades Europeas. Es decisivo que los
fundamentos democráticos de la Unión se construyan paso a paso con la integra-
ción, y que los Estados miembros sigan conservando una democracia activa en el
desarrollo de la integración. Una preponderancia de las funciones y las competen-
cias en manos de la confederación europea de Estados debilitaría la democracia a
nivel estatal de forma permanente, de manera que los Parlamentos de los Estados
miembros no podrían ya transmitir suficientemente la legitimación de la soberanía
ejercida por la Unión.
c) El ejercicio de poder soberano por parte de una Unión de Estados como la Unión
Europea se fundamenta en la habilitación de los Estados que siguen siendo sobera-
nos, que actúan en el ámbito interestatal normalmente a través de sus Gobiernos, di-
rigiendo de esta manera la integración. Por tanto, está determinada primariamente
por el Gobierno. Si este poder comunitario afectase a la formación de la voluntad de-
mocrática transmitida por cada pueblo en particular, se presupone que tendría que
ser ejercido por una institución que es alimentada por los Gobiernos de los Estados
miembros, por su parte sometidos a controles democráticos. De igual modo, la apro-
bación de normas jurídicas comunitarias – sin perjuicio de la necesidad de un control
democrático de los Gobiernos – puede corresponder, en mayor medida de lo que se-
ría aceptable jurídico-constitucionalmente en el ámbito estatal, a una institución com-
puesta por representantes de los Gobiernos de los Estados miembros, esto es, eje-
cutiva.
3. Debido a que los alemanes con derecho de sufragio ejercen su derecho a partici-
par en la legitimación democrática de las instituciones y órganos a los que se conce-
de el ejercicio de la soberanía básicamente por medio de las elecciones al Parla-
mento Federal alemán, el Parlamento Federal también debe decidir sobre la incorpo-
ración de Alemania a la Unión Europea, su mantenimiento y su desarrollo.
El art. 38 LF se lesiona, por lo demás, cuando una ley que abre el ordenamiento jurí-
dico alemán a la vigencia y aplicación directa del Derecho de las Comunidades Eu-
ropeas – supranacionales -, no fija de forma suficientemente concreta las competen-
cias que se transmiten para su ejercicio ni el programa de integración que se preten-
de llevar a cabo (vid. BVerfGE 58, 1 [37]). Si no se fija con qué alcance y en qué me-
dida el legislador alemán ha consentido la transmisión del ejercicio de competencias
soberanas, se permite la asunción por las Comunidades Europeas de poderes y
competencias no mencionados. Esto sería equivalente a una habilitación general y
supondría, por tanto, una renuncia frente a la que protege el art. 38 LF.
Habida cuenta de que el texto de un tratado internacional debe ser acordado con las
partes contratantes, ciertamente no pueden establecerse requisitos de determina-
ción y redacción de las disposiciones del tratado como los que existen en el caso de
reserva parlamentaria para la aprobación de una ley (vid. BVerfGE 77, 170 [231 s.]).
Lo determinante es que la integración de la República Federal de Alemania y los de-
rechos y obligaciones que de ella se derivan – especialmente la actuación directa ju-
rídicamente vinculante de las Comunidades Europeas en el ámbito jurídico intraesta-
tal – se hayan regulado de forma suficientemente previsible para el legislador y se
hayan concretado en la Ley de Autorización de la Ratificación (vid. BVerfGE 58, 1
[37]; 68, 1 [98 s.]). Esto significa, al mismo tiempo, que los cambios ulteriores esen-
ciales del programa de integración recogido en el Tratado de la Unión y de sus posi-
bilidades de actuación ya no estarán cubiertas por la Ley de Autorización de la Ratifi-
cación de este Tratado (vid. ya la BVerfGE 58, 1 [37]; BVerfGE 68, 1 [98 s.]; Mosler,
en: Handbuch des Staatsrechts, Tomo VII [1992], § 175 nm. 60). Si, por ejemplo, las
instituciones o los órganos europeos manejaran o desarrollaran el Tratado de la
Unión de forma que ya no estuviera cubierta por el Tratado, tal y como sirvió de base
a la ley alemana de autorización de la ratificación, los actos jurídicos que de ello se
derivaran no serían vinculantes en el territorio de soberanía alemana. Los órganos
estatales alemanes se verían impedidos por motivos constitucionales para aplicar
estos actos jurídicos en Alemania. Consecuentemente, el Tribunal Constitucional Fe-
deral controlaría si los actos jurídicos de las instituciones y los órganos europeos se
mantienen dentro de los límites de las competencias soberanas que les ha sido otor-
gadas o se exceden respecto de ellos (vid. BVerfGE 58, 1 [30 s.]; 75, 223 [235,
242]).
II.
1. a) Los Estados miembros han fundado la Unión Europea para ejercer conjunta-
mente una parte de sus funciones y ejercer por tanto la soberanía en común. En el
acuerdo adoptado los días 11 y 12 de diciembre de 1992 en Edimburgo (parte B
anexo 1, Boletín del Gobierno Federal núm. 140 de 28 de diciembre de 1992 p.
1290) los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en el Consejo Europeo subrayan
que en el marco del Tratado constitutivo de la Unión Europea Estados independien-
tes y soberanos han acordado, por su propia voluntad, en consonancia con los Tra-
tados existentes, ejercer en común sus competencias. De acuerdo con ello, el Trata-
do de la Unión tiene en cuenta la independencia y la soberanía de los Estados
miembros, obligando a la Unión a respetar la identidad nacional de sus Estados
miembros (art. F párr. 1 TUE; vid. también las conclusiones de la cumbre del Conse-
jo Europeo de Birmingham de 16 de octubre de 1992, Boletín del Gobierno Federal
núm. 115 de 23 de octubre de 1992 p. 1057), dotando a la Unión y a las Comunida-
des Europeas, de acuerdo con el principio de competencias singulares limitadas,
sólo de ciertas competencias y poderes (art. E TUE, art. 3 b párr. 1 TCE), y elevando
así al principio de subsidiariedad de la Unión (art. B párr. 2 TUE) y de las Comunida-
des Europeas (art. 3 b párr. 2 TCE) al rango de principio jurídico vinculante.
De esta forma, la República Federal de Alemania es, también tras la entrada en vi-
gor del Tratado de la Unión, miembro de una Unión de Estados, cuyo poder comuni-
tario se deriva de los Estados miembros y sólo puede ser vinculante en el ámbito de
soberanía alemana en virtud del mandato alemán de aplicación jurídica. Alemania es
uno de los “señores de los Tratados”, que se han vinculado al Tratado de la Unión
acordada “por tiempo indeterminado” (art. Q TUE) con la voluntad de integración a
largo plazo, pero que pueden igualmente renunciar a esta pertenencia por medio de
un acto opuesto. La vigencia y aplicación del Derecho europeo en Alemania depen-
den del mandato de aplicación jurídica derivado de la ley de autorización de la ratifi-
cación. Alemania deja a salvo así su cualidad de Estado soberano por derecho pro-
pio y el estatus de igualdad soberana con los demás Estados en el sentido del art. 2
núm. 1 de la Carta de las Naciones Unidas de 26 de junio de 1945 (BOPF 1973 II p.
430).
b) La necesaria influencia del Parlamento Federal se garantiza, por último, por el he-
cho de que, de acuerdo con el art. 23 párr. 1 LF, para la integración alemana en la
Unión Europea y su desarrollo posterior por medio de una reforma de sus Tratados
constitutivos o una ampliación de sus competencias es necesaria una ley que con
los condicionamientos del inciso 3, precisa la mayoría cualificada del art. 79 párr. 2
LF. Además, el Parlamento Federal participa en el ejercicio de los derechos que co-
rresponden a Alemania como miembro en las instituciones europeas. Colabora, en el
marco del art. 23 párr. 2 y 3 LF y de la Ley aprobada para su ejecución, relativa a la
colaboración del Gobierno Federal y del Parlamento Federal alemán en asuntos de
la Unión Europea, de 12 de marzo de 1993 (BOPF I p. 311), en la formación de la
voluntad de la Federación en estos asuntos. Estas competencias interrelacionadas
se han de ejercer por el Gobierno Federal y el Parlamento Federal en el sentido de
la lealtad entre órganos constitucionales.
Los Gobiernos de los Estados miembros también han subrayado, en relación a la fir-
ma del Tratado de la Unión, el gran significado que corresponde a los Parlamentos
de los Estados dentro de la Unión: su declaración sobre el papel de los Parlamentos
estatales en la Unión Europea (BOPF 1992 II p. 1321) subraya la necesidad de una
mayor participación de los Parlamentos de los Estados miembros en las actividades
de la Unión Europea y obliga a los Gobiernos a informar en tiempo y forma a los Par-
lamentos en relación a las propuestas de la Comisión, para así posibilitar el control
por parte de éstos.
Igualmente la nueva norma fundamental del art. 3 b TCE confirma en el primer pá-
rrafo que la Comunidad sólo actúa dentro de los límites de las competencias que le
atribuye el Tratado y de los objetivos que éste le asigna. La consecuente regulación
del principio de subsidiariedad (art. 3 b párr. 2 TCE) y del principio de proporcionali-
dad (art. 3 b párr. 3 TCE) se configuran como límites al ejercicio de competencias. El
Consejo Europeo de Edimburgo ha subrayado los días 11 y 12 de diciembre de
1992, en el marco de un sistema general de aplicación del principio de subsidiarie-
dad (parte A del documento adjunto 1 de las conclusiones de la cumbre [Boletín del
Gobierno Federal núm. 140, de 28 de diciembre de 1992 p. 1280]), que el art. 3 b
párr. 1 TCE fija un límite estricto a la actuación de la Comunidad. La exigencia de
atribución de competencias en los Tratados siempre ha sido una característica fun-
damental del Ordenamiento comunitario; la competencia de los Estados miembros
es la regla, la de la Comunidad la excepción.
b1) En contra de la creación de una competencia sobre las competencias por parte
de la Unión en el art. F párr. 3 TUE habla ya el hecho de que el Tratado de la Unión
en ningún lugar permite reconocer la voluntad unánime de las partes contratantes de
constituir con la Unión un sujeto de derecho independiente que sea titular de sus
propias competencias. La Unión, en la interpretación del Gobierno Federal, no posee
personalidad jurídica ni en relación a las Comunidades Europeas ni en relación a los
Estados miembros. Esta interpretación ha sido confirmada también por el Director
General Dewost en la vista oral.
b2) Tampoco del tenor literal del art. F párr. 3 EUV, según el cual la Unión “se” dota
de medios, puede extraerse la titularidad de una competencia sobre las competen-
cias. La Unión “se” dota de medios de la misma forma que en el art. B “se” establece
objetivos: el Tratado de la Unión entiende aquí la Unión no como un sujeto de dere-
cho en sentido propio, sino como forma de designar a los Estados miembros que ac-
túan conjuntamente; éstos dotan convencionalmente a la Unión de objetivos y de
medios.
b3) Una interpretación del art. F párr. 3 TUE en el sentido de que atribuya a la Unión
una competencia sobre las competencias contradiría, además, la voluntad continua-
mente expresada por las partes contratantes de mantener en el tratado el principio
de atribución de competencias singular y restringida y limitar claramente las concre-
tas normas competenciales. Como fundamento de una competencia sobre las com-
petencias, el art. F párr. 3 TUE se superpondría a todo el sistema competencial del
Tratado de la Unión, incluyendo los Tratados constitutivos de las Comunidades Eu-
ropeas, así como los tratados posteriores y los actos de modificación o complemento
de estos Tratados, y les privaría de significado. En contra habla también el art. M
TUE, que excluye una modificación implícita de los tratados existentes por el Tratado
de la Unión.
b4) La derivación de una competencia sobre las competencias del art. F párr. 3 TUE
contradiría la decisión consciente de los Estados miembros de no incluir la política
exterior y de seguridad, así como tampoco los ámbitos de justicia e interior, en la es-
tructura supranacional de toma de decisiones. Si pudieran conseguirse, por ejemplo,
los objetivos del art. B, 2° y 4° TUE en referencia al art. F párr. 3 TUE con competen-
cias soberanas propias de la Unión, sería incomprensible que el art. K.9 TUE haga
depender de una previa ratificación por parte de los Estados miembros el concreto
traslado de partes propias del ámbito de justicia e interior a la competencia de la Co-
munidad Europea. Consecuentemente, el art. B, 5° guión TUE prevé, para el poste-
rior desarrollo del acervo comunitario, que de acuerdo con el procedimiento del art.
N párr. 2 TUE – esto es, revisión del Tratado necesitada de ratificación – se controle
hasta qué punto las políticas y formas de cooperación introducidas por este Tratado
se han de revisar con el propósito de asegurar la eficacia de los mecanismos y órga-
nos de la Comunidad.
El art. F párr. 3 TUE tampoco puede ser ampliado, como ha sostenido el recurrente
en amparo, con apoyo en los arts. 145 y 148 párr. 1 TCE, para la indispensable con-
creción para la norma competencial de la competencia orgánica y del procedimiento
de decisión. Ambos preceptos rigen únicamente en el ámbito del Tratado de la CE;
en los otros pilares de la Unión sólo pueden aplicarse por medio de su estableci-
miento convencional expreso. Pero precisamente las normas competenciales del art.
J.11 párr. 1 y del art. K.8 párr. 1 TUE no citan los arts. 145 y 148 párr. 1 TUE. Inclu-
so dentro del ámbito de aplicación del Tratado de la CE tampoco podrían estas dis-
posiciones elevar el art. F párr. 3 TUE al rango de una competencia sobre las com-
petencias. El art. 145 2° guión TUE no crea una competencia de decisión del Conse-
jo, sino que presupone que ésta se crea de otro modo “de conformidad con este Tra-
tado” (vid. también el art. 4 párr. 1 inciso 2 TCE). Aunque el art. 148 párr. 1 TUE pre-
vé – como norma fuente – la toma de decisiones por mayoría simple para otras com-
petencias decisorias atribuidas al Consejo, sin embargo, no afecta al principio de
transferencia específica de competencias.
c) Los Estados miembros han señalado y concretado en el art. B TUE los objetivos
de la Unión Europea, que sólo deben realizarse conforme a las disposiciones del
Tratado de la Unión. Además, han descrito detalladamente las funciones y compe-
tencias de las tres Comunidades Europeas y han limitado los órganos e instituciones
a su ejercicio (vid. art. E TUE, así como los arts. 3 b párr. 1, 4 párr. 1 inciso 2, 4 a y 4
b TCE). Los cambios y ampliaciones de estas disposiciones sobre funciones y com-
petencias se mantienen en su previa exigencia de consentimiento formal, las posibili-
dades de un desarrollo jurídico se limitan sobre la base del Tratado existente (BVerf-
GE 75, 223 [240 ss.]). En consecuencia, el art. B, 5º TUE supone una vinculación
entre el desarrollo ulterior del acervo comunitario y el procedimiento de modificación
del Tratado recogido en el art. N TUE. El acuerdo de los Estados miembros puede
producirse, al margen del procedimiento formal de modificación del Tratado (art. N
TUE), de acuerdo con las disposiciones convencionales especiales, también con un
procedimiento abreviado (vid. en particular el art. K.9 TUE, el art. 8 e párr. 2 y el art.
201 párr. 2 TCE). Cada una de estas modificaciones del Tratado o de sus ampliacio-
nes presupone, no obstante, que los Estados miembros las acuerdan de acuerdo
con sus preceptos jurídico-constitucionales. El art. 23 párr. 1 inciso 2 LF exige una
ley federal en el caso de transferencia de derechos de soberanía. Los cambios de
los fundamentos convencionales de la Unión y otras normas comparables por medio
de las cuales haya cambiado o se haya completado el contenido de la Ley Funda-
mental, o que hagan posible tales modificaciones o complementos, necesitan, de
acuerdo con el art. 23 párr. 1 inciso 3, y el art. 79 párr. 2 LF, la aprobación de dos
tercios de los miembros del Parlamento Federal.
d1) La unión monetaria, de acuerdo con el Título VI, capítulo 2 del Tratado de la CE,
se concibe como comunidad de estabilidad, que tiene que garantizar ante todo la es-
tabilidad de los precios (art. 3 a párr. 2, art. 105 párr. 1 inciso 1 TCE). Por este moti-
vo, cada uno de los Estados miembros, de acuerdo con el art. 109 e párr. 2 letra a,
2º TCE, ya antes del inicio de la segunda fase, tiene que establecer programas plu-
rianuales, en caso necesario, para la consecución de la unión económica y moneta-
ria, que han de garantizar la necesaria convergencia permanente, especialmente en
relación a la estabilidad de los precios y a una situación financiera pública saneada.
El Consejo, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 109 e párr. 2 letra b TCE, debe
valorar los progresos en la convergencia en los ámbitos económico y monetario. Las
condiciones para la prosecución de la unión económica y monetaria se aclaran típi-
camente en el art. 109 j párr. 1 TCE, y se cuantifican con más detalle en el Protocolo
sobre los criterios de convergencia. El art. 6 de este Protocolo reserva la concreción
de estos criterios al acuerdo unánime del Consejo. El cumplimiento de estos criterios
de convergencia es condición previa para el ingreso de un Estado miembro en la ter-
cera fase de la unión monetaria.
d2) Aun cuando por el momento todavía no sea previsible ni el momento ni qué de-
sarrollo tomará la unión monetaria en sus fases concretas para los Estados miem-
bros, la Ley de Autorización de Ratificación del Tratado de la Unión satisface las exi-
gencias de responsabilización parlamentaria.
(1) El Tratado sobre la Unión Europea supone un acuerdo internacional sobre una
Unión de Estados miembros, establecida para su desarrollo posterior. Depende de
que los Estados miembros den vida permanentemente al Tratado; la ejecución y el
desarrollo del Tratado deben apoyarse en la voluntad de las partes contratantes. Por
este motivo, el art. N TUE prevé iniciativas de los Estados miembros de modificación
del Tratado, que entrarán en vigor una vez que han sido ratificadas por todos los Es-
tados miembros de conformidad con sus respectivas normas constitucionales. En el
año 1996 tendrá lugar una conferencia de modificación, en la que los representantes
de los Gobiernos de los Estados miembros examinarán, de conformidad con los ob-
jetivos establecidos en los artículos A y B de las disposiciones comunes, las disposi-
ciones del presente Tratado para las que se prevea una modificación; a estos objeti-
vos pertenece también aproximación de las decisiones a los ciudadanos, la realiza-
ción de los objetivos sólo en la medida de las disposiciones del Tratado y el principio
de subsidiariedad. Pero la ejecución del Tratado vigente también depende de la dis-
posición a la cooperación por parte de los Estados miembros: la unión económica y
monetaria prevista en los arts. 102 a ss. TCE sólo puede conseguirse con la disposi-
ción constante y seria de ejecución de todos los Estados miembros, debido al condi-
cionamiento recíproco de la unión monetaria acordada en los tratados y el previsto
desarrollo de una unión económica.
(2) Además, la obligación del Banco Central Europeo en relación al objetivo priorita-
rio de asegurar la estabilidad de precios (art. 3 a párr. 2, art. 105 párr. 1 TCE) tam-
bién satisface el deber constitucional especial de la República Federal de Alemania
como Estado miembro de la Comunidad Europea (art. 88 inciso 2 LF). Esta obliga-
ción constitucional cobra significado dentro de la Comunidad en la medida en que la
Comunidad Europea es una comunidad jurídica y en ella, de acuerdo con el art. 5
TCE, rige el principio de cooperación leal. Este principio no sólo obliga a los Estados
miembros frente a la Comunidad, sino que también impone a las instituciones comu-
nitarias el correspondiente deber de cooperación leal con los Estados miembros
(véase el auto del Tribunal Europeo de Justicia de 13 de julio de 1990 en el asunto
C-2/88 Imm., Col. 1990 I, p. 3367). Este deber de lealtad ha sido explicado por el Di-
rector General Dewost en la vista oral, de esta forma, en el sentido de que las institu-
ciones comunitarias siempre toman en serio las indicaciones firmes de los Estados
miembros relativas a un Derecho constitucional opuesto y se preocuparían por en-
contrar una solución que atendiera al Derecho constitucional del Estado miembro.
(3) La petición del Parlamento Federal alemán de que se le reserve en relación al in-
greso en la tercera fase de la unión económica y monetaria una valoración propia, y
oponerse así a una relajación de los criterios de estabilidad, puede apoyarse en par-
ticular en el art. 6 del Protocolo sobre los criterios de convergencia. Allí se reserva a
una decisión unánime del Consejo la regulación de particularidades de los criterios
de convergencia convencionalmente fijados de forma distinta a las definiciones del
Protocolo. Esto supone, por una parte, que los criterios citados en el art. 109 j párr. 1
TCE no están a disposición del Consejo, máxime cuando no se conseguiría el con-
cepto básico de la unión monetaria como comunidad de estabilidad (sexto conside-
rando del preámbulo del Tratado de la Unión; art. 3 a párr. 2 y 3, art. 105 párr. 1
TCE). Por otro lado, del art. 6 del Protocolo sobre los criterios de convergencia se ha
de desprender que, de acuerdo con el art. 109 j párr. 2 TCE, no debe someterse a
una mera decisión por mayoría del Consejo la valoración de si, conforme a sus reco-
mendaciones, los Estados miembros cumplen singularmente los criterios de conver-
gencia para la introducción de la moneda única. Antes bien, el requisito de la mayo-
ría sólo puede significar que en el marco del margen de valoración, cálculo y progno-
sis, que queda, pueden eliminarse mayoritariamente las diferencias de opinión. Lo
mismo es aplicable cuando el Consejo, en la reunión de los Jefes de Estado y de
Gobierno, tiene que adoptar estas recomendaciones por decisión mayoritaria, de
acuerdo con el art. 109 j párr. 3 y 4 TCE. Sin perjuicio del margen de valoración, cál-
culo y prognosis que le corresponde, el texto del Tratado no permite al Consejo ac-
tuar al margen de los criterios de convergencia fijados por los fundamentos de su de-
cisión en las recomendaciones dictadas conforme al art. 109 j párr. 2 TCE ni al mar-
gen de los fundamentos convencionales recogidos en el art. 109 j párr. 1 TCE y defi-
nidos con mayor concreción en el Protocolo sobre los criterios de convergencia. De
esta forma se asegura suficientemente que no puedan ser “flexibilizados” los crite-
rios de convergencia sin aprobación alemana – y por tanto sin la decisiva coopera-
ción del Parlamento Federal alemán –.
(4) Junto a ello, el Protocolo sobre la transición a la tercera fase de la unión econó-
mica y monetaria reconoce que el inicio irrevocable de la tercera fase depende de
los “trabajos preparatorios” de los Estados miembros afectados. Estos trabajos pre-
paratorios se orientan también de acuerdo con el Derecho constitucional nacional en
cada caso existente y pueden someterse a la reserva parlamentaria (Oppermann,
Der Maastrichter Unionsvertrag - Rechtspolitische Wertung, en: Hrbek [Hrsg.], Der
Vertrag von Maastricht in der wissenschaftlichen Kontroverse, 1993, p. 103 [116] con
referencia a Pescatore, Die "neue europäische Architektur" - Maastricht und
danach?, 1992, impreso en la actualidad en: Die Weiterentwicklung der EG nach Ma-
astricht, Cahiers de l'Institut de Hautes Etudes en Administration Publique [Lausan-
ne] 90 [1992], p. 19 [27]). En este sentido, el Parlamento Federal alemán puede dar
efecto a su voluntad de permitir que comience la futura unión monetaria sólo bajo el
presupuesto de los estrictos criterios de estabilidad, en todo caso en el marco del
art. 23 párr. 3 LF y del acuerdo, que se ha de adoptar en el sentido de la lealtad or-
gánica, de 2 de diciembre de 1992, sobre la unión económica y monetaria como co-
munidad de estabilidad, y del escrito del ministro federal de hacienda de 2 de abril
de 1993.
f) Por último, la conexión objetiva entre la unión monetaria y una unión económica
tampoco da lugar a una indeterminación del contenido del Tratado. Ciertamente, hay
razones defendibles para afirmar que la unión monetaria podría ser ejecutada políti-
co-fácticamente como complemento prematuro sólo a través de una unión económi-
ca, lo que excede la coordinación de la política económica de los Estados miembros
y de la Comunidad. Sin embargo, tal complemento presupone un procedimiento de
modificación del Tratado, de acuerdo con el art. N TUE, y consecuentemente otra
aprobación parlamentaria. En el presente permanece abierta la cuestión de si la
unión monetaria tendrá como consecuencia una unión económica de estas caracte-
rísticas, o bien si la falta de voluntad de los Estados miembros condicionará una polí-
tica económica comunitarizada y un “presupuesto dominante” de la Comunidad, vin-
culado (vid. Seidel, Zur Verfassung der Europäischen Gemeinschaft nach Maastricht,
EuR 1992, p. 125 [134]) a la renuncia futura a la unión monetaria y a la correspon-
diente modificación del Tratado.
Además, importantes voces apuntan a que una unión monetaria, inicialmente entre
Estados que se orientan a una política activa económica y social, sólo puede conse-
guirse en último extremo conjuntamente con una unión política – que comprenda to-
das las funciones económico-financieras esenciales -, pero no independientemente
de ella o como mero paso previo en el camino hacia ella. El presidente del Banco
Federal Prof. Dr. Schlesinger se ha expresado en este mismo sentido en la vista
oral. Esta interpretación puede apoyarse también en el desarrollo progresivo de la
unidad nacional alemana durante el siglo XIX: la unificación de la moneda no fue el
presupuesto de la unidad política estatal del Estado nación, siguió a la formación de
la Asociación de Alemania del Norte y del Imperio alemán de 1871 por medio de la
Ley Monetaria de 9 de julio de 1873 (BOR 186 p. 233); antes existió durante décadas
la Unión Aduanera Alemana, hubo también otros tratados comerciales y acuerdos de
relevancia económica, pero ni una asociación monetaria ni una unidad monetaria
(vid. E.R. Huber, Deutsche Verfassungsgeschichte seit 1789, Tomo IV [1969], p.
1053 s.).
Con este principio de subsidiariedad, cuyo cumplimiento debe vigilar el Tribunal Eu-
ropeo de Justicia, se respeta la identidad nacional de los Estados miembros y se
conservan sus competencias (Consejo Europeo de Edimburgo, cit., p. 1280 s.). En
qué medida el principio de subsidiariedad se opondrá a una erosión de las compe-
tencias de los Estados miembros, y por tanto a un vaciamiento de poderes y compe-
tencias del Parlamento Federal, depende – junto a la jurisprudencia del Tribunal Eu-
ropeo de Justicia en relación al principio de subsidiariedad – de forma destacada de
la práctica del Consejo en su condición de verdadero órgano legislador de la Comu-
nidad. Aquí debe hacer valer el Gobierno Federal su influencia a favor de un manejo
estricto del art. 3 b párr. 2 TCE, cumpliendo así el deber constitucional que le atribu-
ye el art. 23 párr. 1 inciso 1 LF. Por su parte, el Parlamento Federal tiene la posibili-
dad, por medio del derecho de colaboración que le otorga el art. 23 párr. 3 LF en re-
lación a la formación interna de la voluntad política alemana, de incidir sobre la prác-
tica del Consejo e influenciarla en el sentido del principio de subsidiariedad. También
así cumple el Parlamento Federal el deber constitucional que le obliga con base en
el art. 23 párr. 1 inciso 1 LF. Por lo demás, también es de esperar que el Consejo
Federal aceptará en especial el principio de subsidiariedad (vid. Goppel, Die Bedeu-
tung des Subsidiaritätsprinzips, EuZW 1993, p. 367).
D.
191
BVerfGE 37, 271 (285).
192
Véase al respecto HILF, Michael (1987), Solange II: Wie lange noch Solange?. Der Beschluss des
Bundesverfassungsgerichts vom 22. Oktober 1986, Europäische Grundrechte Zeitschrift, 1987, pág. 1
y ss.
193
BVerfGE 73, 339 (378).
194
BVerfGE 73, 339 (378 a 381); BVerfGE 89, 155 (174 y s.). Además, como recordaba la Sentencia
Solange II, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas había tomado ya posición precisa-
mente sobre los derechos relacionados con la vida económica, como la propiedad y la libertad de em-
presa, que resultan de aplicación en el proceso seguido por los tribunales a quo sobre la ordenación
del mercado del plátano.
195
En consecuencia, a partir de ese momento, las cuestiones de inconstitucionalidad interpuestas
ante el Tribunal Constitucional Federal frente a normas del derecho comunitario derivado, de acuerdo
con lo que se prevé en el art. 100. 1 LF, son por ello inadmisibles (BVerfGE 73, 339 (387).
comunitario.196 De esta manera, el Tribunal Constitucional Federal renunciaba a su
competencia jurisdiccional sobre la tutela de los derechos fundamentales.
Señala el Bundesverfassungsgericht en la presente BVerfGE 102, 147, de
2000, sobre la ordenación del mercado del plátano (B II 2 b), que sigue siendo
seguidor de la doctrina emanada en la Sentencia Solange II, que entiende ratificada
supuestamente por la Sentencia sobre Maastricht. En ésta última resolución sostuvo
que garantizaría mediante su competencia en cooperación con el Tribunal Europeo,
una protección eficaz de los derechos fundamentales,197 también frente al poder
público de las Comunidades Europeas. De acuerdo con toda esta doctrina repasada
y reiterada por la BVerfGE 102, 147, aquí comentada, el Tribunal Constitucional
Federal inadmite la cuestión de inconstitucionalidad interpuesta contra los
Reglamentos del Consejo de la Unión, que reordenan el mercado del plátano en el
ámbito comunitario, achacando al tribunal a quo haber interpretado de forma
equívoca la doctrina vertida en la Sentencia sobre Maastricht, pretendiendo ver en
ella una modificación de la posición del Tribunal Constitucional expresada en la
Sentencia Solange II (C III 1).
Sin embargo, prestando atención a lo afirmado por el Tribunal Constitucional
Federal, dicha modificación doctrinal sí ha parecido tener lugar, tal y como ha
apreciado el tribunal de instancia, ya que en la Sentencia sobre Maastricht reconoce
que la competencia del Bundesverfassungsgericht para el control de los derechos
fundamentales se lleva a cabo en cooperación con el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas.198 Este nuevo matiz introducido en la citada resolución y
avalado por la BVerfGE 102, 147 aquí comentada, parece traer como consecuencia
el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas garantizaría para el conjunto
de la Unión Europea la protección de los derechos fundamentales, y el Tribunal
196
Véase al respecto el comentario de BAÑO LEÓN, José María, Los derechos fundamentales en la
Comunidad Europea y la competencia del juez nacional. Comentario a la Sentencia del Tribunal
Constitucional Federal Alemán de 22 de octubre de 1986, Revista Española de Derecho
Administrativo, Nº 54, 1987, pág. 277 y ss.
197
BVerfGE 89, 155 [174 s). Véanse también en este mismo sentido las BVerfGE 37, 271 (280 y ss.);
BVerfGE 73, 339 (376 y ss.). El Tribunal Constitucional Federal, en este aspecto, reprodujo lo dis-
puesto en el art. 23.1 LF tras la reforma realizada en 1992, en el que se afirma que para la realización
de una Europa unida, la República Federal de Alemania cooperará al desarrollo de la Unión Europea,
que está obligada a la salvaguardia de los principios democrático, del Estado de Derecho, social y fe-
derativo y del principio de subsidiaridad y garantiza una protección de los derechos fundamentales
comparable en lo esencial a la asegurada por la Ley Fundamental.
198
Véase SANDER, Gerald, Europäischer Gerichtshof und nationale Verfassungsgerichtsbarkeit, Die
Öffentliche Verwaltung, Nº 53, 2000, pág. 14 y ss.
Constitucional Federal lo haría en su territorio alemán.199 En realidad, lo que parece
hacer el Tribunal Constitucional Federal es recavar de nuevo la competencia sobre
la garantía de los derechos fundamentales en el ámbito del ordenamiento alemán,
tal y como por otra parte, interpretaba el juez a quo a través de la interposición de la
cuestión de inconstitucionalidad.
1
199
Véase VIDAL PRADO, Carlos, Tribunales constitucionales nacionales y Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas en PÉREZ ROYO, Javier y otros (coords.), Derecho Constitucional para el
Siglo XXI, Aranzadi, Pamplona, 2006, págs. 2337 y ss.
BVerfGE 102, 147 – Ordenación del mercado del plátano
Directrices
Fallo:
Fundamentos:
A.
I.
El 1 de julio de 1993 entró en vigor, de acuerdo con el art. 33 inciso 2 del Reglamen-
to (CEE) núm. 404/93 del Consejo, de 13 de febrero de 1993 (DO de 25 de febrero
de 1993, núm. L 47/1; en adelante: Reglamento 404/93), la ordenación común del
mercado en el sector del plátano (en adelante: ordenación del mercado del plátano),
con el cual, entre otros, se suprimió el contingente arancelario previsto en el protoco-
lo sobre el contingente arancelario para las importaciones de plátanos (art. 21 párr. 2
del Reglamento 404/93).
El Reglamento distingue los plátanos según su lugar de origen: los “plátanos comu-
nitarios” se producen en el territorio de la Comunidad Europea. Los “plátanos ACP”
proceden de determinados países de África, el Caribe y el Pacífico, que como tales
países llamados ACP desde hace cierto tiempo están vinculados por tratados espe-
ciales y multilaterales (tratados de Lomé; sobre el contenido del Cuarto Convenio
ACP-CE de Lomé de 15 de diciembre de 1989 en relación con los plátanos, vid. In-
forme del colectivo afectado, WT/DS27/AB/R, 9 de septiembre de 1997, nm. 169 ss.)
con la Comunidad Europea (sobre ello art. 179 párr. 3 TUE 200, redacción de Amster-
dam; la lista de los países ACP se puede consultar en: el acuerdo por el que se mo-
difica el Cuarto Convenio ACP-CE de Lomé, firmado en Mauricio el 4 de noviembre
de 1995, BOF II 1997 p. 1615). Como plátanos “tradicionales” ACP se designa un
contingente de plátanos hasta un peso total de 857.700 toneladas (vid. el anexo al
Reglamento 404/93), lo que se corresponde con las importaciones tradicionales de
los Estados ACP. Las importaciones que lo exceden se designan como plátanos “no
tradicionales” ACP. Los “plátanos de países terceros”, por último, son los que no pro-
ceden ni de la Comunidad ni de los Estados ACP.
2. Se crea con este objetivo un régimen de ayudas para los plátanos comunitarios
(arts. 10 ss. del Reglamento 404/93). Los plátanos tradicionales ACP necesitan – al
igual que todos los plátanos producidos fuera de la Comunidad – un certificado de
200
N. e. Tratado de la Unión Europea (Europäische Union Vertrag - EUV).
importación (art. 17 del Reglamento 404/93), pero no pagan arancel (considerando
12 del Reglamento 404/93).
Los plátanos no tradicionales ACP y los plátanos de países terceros pueden ser im-
portados en el marco de un determinado contingente arancelario pagando un aran-
cel aduanero bajo o sin pagar derecho alguno; al margen de este contingente se so-
meten a un elevado arancel aduanero. El contingente arancelario anual alcanzaba,
de acuerdo con el art. 18 del Reglamento 404/93, originalmente los 2 millones de to-
neladas. En este marco, los plátanos no tradicionales ACP podían importarse some-
tiéndose a un derecho arancelario cero, y los plátanos de países terceros a un gra-
vamen de 100 ecus por tonelada. Al margen del contingente los plátanos ACP se so-
meten a un gravamen de 750 ecus por tonelada, y los plátanos de países terceros a
un gravamen de 850 ecus por tonelada.
El art. 3 párr. 2 del Reglamento 478/95 señalaba, sobre la base del acuerdo marco,
en lo que concierne a las mercancías originarias de Colombia, Costa Rica o Nicara-
gua, que la solicitud de los certificados de importación de las categorías A y C pre-
vistas en el apartado 4 del artículo 9 del Reglamento (CEE) núm. 1442/93 sólo será
admisible si va acompañada de un certificado de exportación expedido por uno de
estos países. Los costes vinculados a la emisión del certificado de exportación lleva-
ron a que el precio a pagar por estos operadores por los plátanos superara en un
33% el de los operadores de la categoría B.
II.
1. Recurrentes en los dos procesos nacionales son 19 empresas del llamado grupo
Atlanta. Como importadores de plátanos actúan en todos los niveles del transporte,
maduración y comercialización. El 30% de sus operaciones corresponde a la comer-
cialización de plátanos. Entre 1989 y 1991 el grupo Atlanta importó anualmente una
media de 410.000 toneladas de plátanos de países terceros.
Tras la entrada en vigor de la ordenación del mercado del plátano los recurrentes
fueron clasificados como operadores de la categoría A y se les asignó para el tercer
cuatrimestre de 1993 un contingente provisional. Los recursos contra la limitación
existente a la cantidad de importación se rechazaron con remisión al derecho comu-
nitario. Con la demanda interpuesta contra el rechazo los recurrentes alegaron en el
primer proceso nacional que el Reglamento 404/93 lesiona el derecho comunitario.
El Tribunal de lo Contencioso-Administrativo sometió la cuestión al Tribunal Euro-
peo. Al mismo tiempo asignó a los recurrentes, por medio de una medida judicial
cautelar, otras licencias de importación de plátanos de países terceros para los me-
ses de noviembre y diciembre de 1993 con un arancel de 100 ecus por tonelada,
que en caso de que se perdiera el litigio sobre el fondo del asunto tendrían que com-
pensar los recurrentes con las cantidades de referencia existentes en el derecho co-
munitario.
III.
b) Entre las sentencias del Tribunal Constitucional Federal en BVerfGE 73, 339 (So-
lange II) y en BVerfGE 89, 155 (Maastricht) existiría una diferencia desde dos puntos
de vista. Por una parte, el Tribunal Constitucional Federal, desde la sentencia de
Maastricht, extiende su competencia de control y rechazo también a los actos de so-
beranía de la Comunidad eficaces en Alemania, garantiza pues la protección de los
derechos fundamentales de los alemanes en el ejercicio de la soberanía tanto por
parte de órganos nacionales como comunitarios. Por otra parte, el Tribunal Constitu-
cional Federal, a diferencia de lo que ocurre tras la sentencia Solange II, ejerce nue-
vamente su poder de revisión expresamente, también en cooperación con el Tribu-
nal Europeo. De ello se deriva que los recursos de amparo y las cuestiones de in-
constitucionalidad judiciales, de acuerdo con el art. 100 párr. 1 LF, en cualquier
caso, pues, deben ser procedentes cuando se comprueba que los actos de la Comu-
nidad violan los derechos fundamentales protegidos por la Ley Fundamental de un
ciudadano de la República Federal de Alemania y la protección de los derechos fun-
damentales otorgada en la jurisprudencia del Tribunal Europeo frente a la violación
de los derechos fundamentales no se corresponde con el estándar de derechos fun-
damentales que necesariamente se ha garantizar de acuerdo con la Ley Fundamen-
tal. La cuestión acerca de si se garantiza tal estándar de derechos fundamentales
sólo puede responderse a nivel nacional. No se prevé en el Derecho nacional un
procedimiento especial en el que se pudiera contestar a esta cuestión. Puesto que el
monopolio de la revisión de leyes alemanas que violan los derechos fundamentales
corresponde al Tribunal Constitucional Federal, resulta obligado cubrir la laguna le-
gal existente mediante la correspondiente aplicación del art. 100 párr. 1 LF.
Hasta la entrada en vigor de la ordenación del mercado del plátano, el llamado pro-
tocolo del plátano ha garantizado a la República Federal de Alemania y también, por
tanto, a los operadores, la importación sin aranceles de determinadas cantidades de
plátanos. El protocolo era, de acuerdo con el art. 239 TCE (ahora: art. 311), parte in-
tegrante del Tratado CE. Confiando en el protocolo del plátano los recurrentes habí-
an organizado su actividad económica y habían preparado las necesarias instalacio-
nes empresariales. El régimen de importación del Título IV del Reglamento 404/93
habría llevado a que las empresas ya no puedan o en adelante les resulte imposible
seguir trabajando con criterios económicos.
La normativa del Reglamento 404/93 supone una regulación no permitida del conte-
nido y las limitaciones de la propiedad en el sentido de lo dispuesto en el art. 14 párr.
1 inciso 2 LF.
Ahora bien, se ha de atender a que, conforme al art. 40 TCE (ahora: art. 34), se crea
una organización común de los mercados agrícolas para alcanzar los objetivos de la
política agrícola común de la Comunidad, en el sentido de lo dispuesto en el art. 39
TCE (ahora: art. 33). De acuerdo con el art. 40 párr. 1 inciso 2 letra c TCE (ahora:
art. 34 párr. 1 inciso 2 letra c), la ordenación europea del mercado también integra
una de las formas permitidas de organización. Ante este trasfondo, los recurrentes
hubieran debido contar con que el legislador comunitario creara una organización
común del mercado del plátano. También a nivel nacional se reconoce que al legisla-
dor le corresponde un especial margen de maniobra en esa nueva ordenación de un
ámbito jurídico. Puede recortar o cambiar posiciones jurídicas cuando existen razo-
nes de bienestar social que tienen prioridad frente a la confianza fundada en la conti-
nuidad de un derecho legítimo. Del principio de proporcionalidad se desprende, sin
embargo, la necesidad de un régimen transitorio indulgente (reenvío a la BVerfGE
58, 300 [351]), cuya extensión depende de una ponderación entre el daño causado a
la confianza y el interés general (reenvío a la BVerfGE 70, 101 [114]). El legislador
comunitario ha infringido el principio de proporcionalidad porque no ha adoptado un
régimen transitorio a favor de los operadores de países terceros.
El Título IV del Reglamento 404/93 trata de forma distinta a los operadores de paí-
ses terceros y a los grupos de operadores comunitarios y ACP. Al grupo de los ope-
radores comunitarios y ACP se les asigna el 30% del contingente arancelario de plá-
tanos de países terceros, sin que este grupo hubiera mantenido hasta ahora relacio-
nes comerciales con los productores de países terceros. Al mismo tiempo, se man-
tiene de hecho prácticamente sin cambios el monopolio de comercialización de este
grupo existente respecto de los plátanos comunitarios y ACP, puesto que los opera-
dores de países terceros, debido a las relaciones contractuales preexistentes entre
los operadores ACP y comunitarios, por un lado, y los correspondientes productores,
por otro, no han podido iniciar relaciones contractuales de cierta entidad con los pro-
ductores comunitarios y ACP. Por ello, está a disposición de los recurrentes del pro-
ceso nacional como operadores de países terceros para la comercialización única-
mente alrededor del 50% de la cantidad anteriormente importada de plátanos. El
grupo de operadores comunitarios y ACP, por el contrario, tiene a su disposición,
junto a los plátanos comunitarios y ACP, además, el 30% del contingente de impor-
tación de plátanos de países terceros.
IV.
A diferencia del caso objeto de la sentencia del Tribunal Europeo, los recurrentes del
proceso nacional pretenden no la adopción de un período temporal de referencia dis-
tinto del previsto por el Reglamento, sino un aumento general de las cantidades de
referencia para eliminar la rigidez que se vincula en general con la introducción y el
reparto del contingente arancelario. En último término se trata, pues, de un grava-
men que afecta de la misma manera a todos los importadores de plátanos de países
terceros en la República Federal de Alemania. Por ello, el art. 30 del Reglamento
404/93 tampoco deja margen alguno para poner remedio a las lesiones de derechos
fundamentales. Además, la República Federal de Alemania ha intentado sin éxito,
tras la introducción de la ordenación del mercado del plátano, buscar ante la Comi-
sión una normativa para superar casos especiales a causa de las dificultades de los
importadores alemanes de plátanos. También por este motivo parece poco promete-
dora una remisión de los recurrentes del proceso nacional a una normativa para su-
perar casos especiales de acuerdo con el art. 30 del Reglamento 404/93 y la corres-
pondiente demanda ante el Tribunal Europeo.
V.
B.
I.
Las cuestiones de inconstitucionalidad para someter las normas del derecho comuni-
tario europeo secundario al control constitucional del Tribunal Constitucional Federal,
de acuerdo con el art. 100 párr. 1 LF, sólo son admisibles cuando su fundamenta-
ción en concreto recoge que el presente desarrollo jurídico para la protección de los
derechos fundamentales en el derecho comunitario europeo, especialmente la juris-
prudencia del Tribunal Europeo, no garantiza con carácter general la protección de
los derechos fundamentales que necesariamente es obligada de acuerdo con la Ley
Fundamental.
II.
III.
El tribunal remitente habría debido reconocer a más tardar en este momento tempo-
ral la insuficiencia de la fundamentación de su cuestión de inconstitucionalidad y por
tanto habría debido retirarla (vid. BVerfGE 51, 161 [163 ss.]; 85, 191 [203]). Al res-
pecto, la respuesta del presidente de la Sección no era suficiente ya desde la pers-
pectiva formal; pues del mismo modo que éste, como miembro de un órgano cole-
giado, no puede adoptar por sí solo el auto de la cuestión de inconstitucionalidad
(vid. sobre esta cuestión ya la BVerfGE 1, 80 [81 s.]; 21, 148 [149]), tampoco se trata
de que sólo él siga y observe la admisibilidad de la cuestión de inconstitucionalidad
hasta el momento de la sentencia por parte del Tribunal Constitucional Federal.
También en lo que respecta al contenido sus declaraciones son erróneas. Se contra-
dicen con la fundamentación del auto de la cuestión de inconstitucionalidad, que
ante todo ha criticado la ausencia de medidas transitorias y deducido de ello la in-
constitucionalidad del Reglamento 404/93. En cualquier caso, no le hubiera sido po-
sible al Tribunal de lo Contencioso-Administrativo, ante el trasfondo de esta senten-
cia del Tribunal Europeo, deducir de ella una reducción general del estándar de los
derechos fundamentales en su jurisprudencia.
C.
Esta decisión se ha tomado por unanimidad.
Limbach, Sommer, Jentsch, Hassemer, Broß, Osterloh, Di Fabio
2. El Estado democrático de los partidos y los nuevos actores de la participación
política
2.1 Prohibición de partidos
Han sido casi exactamente cincuenta años los que han transcurrido desde
que el Bundesverfassungsgerichts tuviera la ocasión de pronunciarse por primera
vez—casi inmediatamente después de entrada en vigor de la Ley Fundamental —
sobre la ilegalización del partido político SRP (1952) y pocos años más tarde acerca
de ilicitud del KPD (1956).201 Estos procedimientos judiciales--sin lugar a dudas
influidos por la conmoción que supuso la más elemental negación de la dignidad
humana tras el advenimiento de partido nazi en 1932--, sirvieron para sentar las
bases –avaladas en cierta medida por la Grundgesetz-- para la construcción de una
nueva categoría en la Ciencia del Derecho Constitucional: la democracia militante—
Streitbare o Wehrhafte Demokratie-- (finalmente acuñada formalmente durante el
proceso de ilegalización del KPD).202 Este instituto, cuya función normativa implicó la
instauración de un mecanismo dirigido contra los enemigos de la democracia, no
sólo se ha planteado en el ordenamiento alemán, sino en otros ordenamientos
jurídico europeos, como el austriaco, el italiano o el francés, e incluso también,
aunque muy distanciadamente, en el español, inmerso en una batalla contra el
radicalismo político.203 La BVerfGE 107, 339, dictada al amparo de diferentes
201
Véanse respectivamente la BVerfGE 2, 1 y BVerfGE 5, 85.
202
Acerca de la génesis de la citada categoría en la jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht,
véase BEYME, Karl von, La protección del ordenamiento constitucional y del sistema democrático en
la República Federal de Alemania, Revista de Estudios Políticos, Nº 35, 1993, pág. 73 y ss. También
véase, vinculado a la concreción normativa de la democracia militante en la Grundgesetz, FALLER,
Hans Joachim, Defensa constitucional por medio de la jurisdicción constitucional en la República
Federal de Alemania’, Revista de Estudios Políticos, Nº 7, 1979, pág. 54 y ss. Sin embargo, quizás
uno de los equívocos más frecuentes haya sido identificar el surgimiento de la democracia militante
con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemán cuando, en realidad, se trata de una
categoría originariamente doctrinal acuñada por LOEWENSTEIN, Karl, Militant democracy and
Fundamental Rights (I y II), Political Science Review, Nº 31, 1937, pág. 417 y ss., 638 y ss., en el
trasfondo de los presupuestos metodológicos acuñados por las teorías amteriales clásicas de
Constitución. Véase en ese sentido el trabajo de ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Leonardo, La defensa de la
Constitución durante el periodo de entreguerras, Revista de Historia Constitucional, Nº. 7, 2006, pág.
229 y ss.
203
Ya planteada desde las sentencias pronunciadas por el Tribunal Constitucional sobre el juramento
de los diputados de Herribatasuna como la STC 101/1983, de 28 de noviembre, o la STC 119/1990,
de 21 de junio. En la actualidad, y con posterioridad a la entrada en vigor de la nueva Ley Orgánica
6/2002, de partidos políticos, véase la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 de marzo de 2003, o las
SSTC 48/2003, de 12 de marzo, 85/2003, de 8 de mayo, 5/2004, de 16 de enero, y 6/2004, de 16 de
enero, entre otras, en las que se alude a la democracia militante. En la doctrina española, el trabajo
pionero ha sido el de OTTO Y PARDO, Ignacio de, Defensa de la Constitución y partidos políticos,
demandas de ilegalización interpuestas contra del partido NPD, si bien no alude
expresamente al instituto de la democracia militante, subyace a aquélla una
interpretación de la misma al amparo de presupuestos dogmático-constitucionales
distintos a los que sirvieron para su construcción primigenia. La citada resolución
ratifica las bases, en cierta medida ya puestas de relieve en la jurisprudencia
anterior, para una concepción formalizada de la democracia militante, 204 instituida
frente a su articulación material originaria,205 que parece apreciarse todavía en el
voto particular adjuntado a la Sentencia.
La cuestión fundamental del proceso --sobre la que versan las diferentes
posiciones argumentales de la Sala-- es la solicitud de sobreseimiento del
procedimiento de ilegalización interpuesta por el NPD, apoyada en que el partido fue
objeto de vigilancia por miembros de la Agencia de Defensa de la Constitución
infiltrados en los órganos de dirección de partido (tanto a nivel federal como estatal)
y en las pruebas presentadas instando la ilegalización, que tomaron como apoyo las
declaraciones y las publicaciones de los mismos sujetos que actuaban, a su juicio,
como agentes provocadores. Se habría así, según los demandados, falseado la
imagen del partido objeto de ilegalización (B. II).
Los tres magistrados que se decantan a favor del sobreseimiento—y que
acaban conformando la voluntad del Bundesverfassungsgericht—acreditan la
existencia de las violaciones aducidas por el partido demandado, que impiden la
continuación del proceso. Aquí la ponderación realizada otorga un mayor peso a la
tutela de los derechos fundamentales que al interés del Estado en la defensa de sus
enemigos (B. II. 2).206 Como se puede ver, la argumentación gira aquí no entorno a la
Ya desde la BVerfGE. 10, 56 (81). Véase sobre esta paulatina evolución del concepto de democracia
militante en la doctrina JESSE, Eckardt Streitbare Demokratie in Vergangenheit, Gegenwart und Zu-
kunft. Eine umstrittene Konzeption zwischen Kontinuität und Wandel en LÖW, Konrad (edit.), Terror
und Extremismus in Deutschland. Ursachen, Erscheinungsformen, Wege zur Überwindung, Duncker
& Humblot, Berlín, 1994, pág. 11 y ss, También el reciente trabajo de SCHAEFER, Jan, Grundlegung
einer ordoliberalen Verfassungstheorie, Duncker & Humblot, Berlín, 2007, pág. 23 y ss.
205
Acerca de esta concepción originaria, véase con carácter general LAMEYER, Johannes, Streitbare
Demokratie, Duncker & Humblot, Berlín, 1978. Un estudio más reciente, poniendo de manifiesto los
cambios jurisprudenciales encuadrados en su respectivo contexto histórico, véase BECKER, Jürgen,
Die wehrhafte Demokratie des Grundgesetzes en ISENSEE/KIRCHOFF (edits.), Handbuch des Sta-
atsrechts, vol. VII —Normativität und Schutz der Verfassung—, CF. Müller, Heidelberg, 1992, pág.
309 y ss.
206
BVerfGE 51, 324 (343 y ss.). Véase sobre la posición de estos bienes en conflicto en el marco del
principio democrático DENNINGER, Erhadt, Grenzen und Gefährdungen des Rechtsstaats, Rech-
tstheorie, Nº 24, 1993, pág. 7 y ss.
existencia de un orden metapositivo--el orden democrático liberal-—al que hay que
tutelar incondicionalmente incluso frente a las normas jurídico-positivas del texto
constitucional subordinadas a aquél, tal y como sucedía en su construcción jurídico-
material originaria,207 sino a partir de normas y valores constitucionales de idéntico
rango, cuyas condiciones de prevalencia han de determinarse con arreglo a un
razonamiento jurídico-normativo.
Para acreditar la violación de los derechos fundamentales del partido político,
los tres magistrados argumentan a partir del principio democrático plasmado en la
Grundgesetz, que requiere, entre otras cosas, la permanente contribución de los
partidos políticos al proceso de formación de la opinión pública.208 Esta formación de
la opinión pública ha de realizarse, en democracia, desde los partidos hacia el
Estado, derivándose de ello necesariamente una esfera de autoorganización libre
frente a los órganos del Estado (B II1 a).209 Esta esfera de autoorganización lleva a la
ilicitud de toda vigilancia estatal del partido político mediante infiltrados en su
estructura interna,210 debiendo practicarse aquélla en los ámbitos de acceso público
en general (B II 3a). Por ello, la presencia de informantes en los comités de los
partidos, que además operaban a modo de agentes provocadores que han
contribuido a distorsionar todavía más su imagen libre y autodeterminada--
impidiendo determinar qué conductas son imputables al partido y cuáles no—hace
que las pruebas obtenidas sean inconstitucionales, no siendo viable la continuidad
del proceso (B II 3 a ee.)211.
207
Véase sobre ello el análisis crítico-jurisprudencial de LAMEYER, Johannes, Streitbare Demokratie,
Duncker & Humblot, 1978.
208
BVerfGE 8, 51 (68); BVerfGE 20, 56 (98 s.).
209
BVerfGE 12, 296 (305 y ss.); BVerfGE 39, 334 (357); BVerfGE 47, 198 (228).
210
Véase sobre la función de los servicios de información y los límites a los mismos DENNINGER,
Erhard, Verfassungsschutz, Polizei und die Bekämpfung der Organisierten Kriminalität, Kritische
Vierteljahresschrift, Nº 3, 1994, pág. 232 y ss. También puede consultarse en español del mismo
autor Democracia militante y defensa de la Constitución en BENDA/MAIHOFER/VOGEL, Manual de
Derecho Constitucional, Marcial Pons, Madrid, 2001, pág. 445 y ss.
211
BVerfGE 38, 105 (111); BVerfGE 63, 380 (390 y ss.); BVerfGE 65, 171 (174 y ss.); BVerfGE 66, 313
(318). Véase sobre la solución del denominado dilema democrático, consistente en tener que
proteger la democracia a través del respeto de los derechos fundamentales consustanciales también
al principio democrático, BOVENTER, Gregor-Paul, Grenzen der Politischer Freiheit in demokratischer
Staat. Das Konzept der Streitbaren Demokratie in einem Internationalem Vergleich, Duncker &
Humblot, Berlín, 1985, pág. 16 y ss.
Sin embargo, frente a esta argumentación seguida por la mayoritaria de la
Sala, los cuatro magistrados firmantes del voto particular, más orientados a otorgar
en el juicio de ponderación un mayor peso a la necesidad de erradicar los peligros
para el Estado democrático que a la indispensable tutela de la libertad, aducen que
si las facultades de vigilancia estatal se limitasen a la esfera pública de un partido
político, no podría apreciarse su verdadera imagen ya que, en la mayoría de las
ocasiones, los partidos ocultan sus verdaderos propósitos (B III 5). Esto también rige
para después del momento en el que se ha planteado una demanda de prohibición
del partido, ya que el partido podrá intentar deformar su imagen, tratado de
mostrarse durante el procedimiento como un partido leal con la Constitución (B II 4).
Las mismas dudas acerca de la validez del material probatorio aportado alegada por
los magistrados que conforman la voluntad mayoritaria de la Sala son las que llevan
a los firmantes del voto particular precisamente a optar por la continuidad del
procedimiento, ya que decisión sobre la validez de las pruebas no puede
sustanciarse ab limine, en una decisión procesal, sino en una decisión sobre el
fondo del asunto, en el acto del juicio oral presidido por los principios de publicidad,
oralidad y de inmediación.
Es el este acto en el que deberá de analizarse, en su caso, qué tipo de
actividades recogidas en el material probatorio son realmente imputables al partido
político o qué conductas han sido indebidamente atribuidas a aquél, al haber sido
fingidas por los agentes provocadores infiltrados por los servicios secretos del
Estado (B III 2 b). En realidad, estos argumentos y, en definitiva, la totalidad de la
posición defendida por los magistrados disidentes, parecen sostenerse sobre una
criticable doctrina, ya empleada en la primigenias resoluciones del Tribunal
Constitucional sobre la democracia militante, basadas en la preponderancia de un
orden democrático metapositivo al que las normas jurídico-positivas reconocedoras
de los derechos fundamentales se encuentran subordinadas. Eso es lo que permite
explicar la doctrina sobre la que se sostiene el voto particular acerca de que la
realización del fin estatal de protección frente a los enemigos de la Constitución sólo
puede ceder cuando la infracción de los derechos fundamentales sea intolerable. 212
212
Esto se aprecia de una manera suficientemente clara en la siguiente afirmación del Tribunal
Constitucional Federal en la que se dispone que el objetivo básico de una Constitución, que no quiere
quedar a disposición del abuso de los derechos de libertad que garantiza y que con la misma decisión
se enfrenta a la denigración y al desprecio de personas o grupos de personas (art. 1 párr. 1 inciso 2
LF), no se cumpliría si la Sala aceptara un obstáculo procesal sin aclarar suficientemente la concreta
peligrosidad del partido y las posibles infracciones de los principios del juicio justo, sin discutir su sig-
Justamente en lo contrario se ha basado la posición mayoritaria de la Sala que,
sustentada sobre las bases de una procedimentalización de la democracia militante,
otorga preeminencia a la eficacia de los derechos fundamentales, pareciéndose
satisfacer así de una mejor manera las exigencias teóricas del principio democrático.
nificación jurídica con las partes y de esta forma ponderar los intereses jurídicos enfrentados (B III 3).
Véase sobre este prototipo de argumentación orientada a la solución del problema BECKER, Jürgen,
“Die wehrhafte Demokratie des Grundgesetzes” en ISENSEE/KIRCHHOF (edits.), Handbuch des
Staatsrechts, vol. VII —Normativität und Schutz der Verfassung, CF. Müller, Heidelberg, 1992, pág.
328 y ss.
BVerfGE 107, 339 – Proceso de prohibición del NPD
Fallo:
Fundamentos:
A.
El objeto del este procedimiento son las solicitudes presentadas por el Gobier-
no Federal, por el Parlamento federal alemán y por el Consejo federal sobre la de-
claración de inconstitucionalidad y la disolución del Partido Nacionaldemócrata de
Alemania (NPD) de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF y los §§ 13 núm. 2, 43 ss.
BVerfGG.
I.
2. El 23 de marzo de 1996 fue elegido Presidente del partido el, a la vez, Presidente
de la asociación estatal bávara Udo Voigt. Desde este momento, el número de afilia-
dos del demandado aumentó hasta 2001 a 6.500. De acuerdo con los datos del Di-
rector Electoral federal, obtuvo en las elecciones al Parlamento federal de 1998 y de
2002, respectivamente el 0,3% y el 0,4% de los votos válidamente emitidos y en las
últimas elecciones europeas (1999) el 0,4% de los votos.
II.
Las doctrinas del demandado encuentran aprobación y apoyo en una parte de la po-
blación proclive a la extrema derecha, nada despreciable en cuanto a su cuantía, es-
pecialmente entre los jóvenes y los adolescentes. Como consecuencia de su nuevo
modelo estratégico (“modelo de los tres pilares”), que, entre otras cosas, propugna la
“lucha en la calle”, aquél resulta especialmente peligroso. Así ha conseguido desde
1996 convertirse en un movimiento de captación de personas procedentes del entor-
no neonazi. Parte de las mismas han solicitado el ingreso como militantes del de-
mandado y en no pocos casos han alcanzado incluso posiciones directivas dentro
del partido. El demandado también ha fortalecido la colaboración con los llamados
“nacionalistas libres” y “compañerismo libre”. Con el modelo de “zonas nacionales li-
beradas” persigue el objetivo de sortear el monopolio estatal de la fuerza y conseguir
espacios libres de derecho para sí y sus afiliados.
III.
El demandado considera que los citados alegatos son inadmisibles y carecen de fun-
damento.
IV.
4. Después de haber fijado las fechas de la vista oral para los días 5, 6, 7, 19 y 20 de
febrero de 2002, la Sala tuvo conocimiento de que un funcionario del partido deman-
dado invitado a la vista oral como persona informante, y cuyas declaraciones habían
sido alegadas por los recurrentes en varias ocasiones para apoyar las solicitudes de
disolución, estaba sometido a la autorización de declarar de una oficina estatal de
defensa de la Constitución. Después de que por parte del Ministerio Federal del Inte-
rior no se recibiera en breve plazo una confirmación escrita o aclaración de esta
cuestión, la Sala ha decidido prescindir de la cita fijada mediante auto de 22 de ene-
ro de 2002 (BVerfGE 104, 370).
Udo Holtmann fue desde principios de 1978 hasta enero de 2002 informante de la
Agencia Federal de Defensa de la Constitución. Durante su actividad como Presi-
dente Federal comisario fue “desconectado” como fuente. No se ha manifestado
como cabeza pensante o ideólogo del partido. No existe ningún punto de apoyo para
afirmar que Holtmann ha determinado el contenido y la orientación de los escritos
del partido demandado o los ha dirigido en una determinada dirección. En cualquier
caso nunca hubo un encargo en ese sentido por parte de la Agencia Federal de De-
213
N. e. “Der Verlust der Väterlichkeit oder Das Jahrhundert der Juden”.
fensa de la Constitución. Las declaraciones de Holtmann fueron recogidas en las pu-
blicaciones del partido. Éste, sin embargo, no se ha distanciado de ellas. Holtmann
no es un “agente provocador” de la Agencia de la Defensa de la Constitución, sino
un suministrador de información sobre el Comité Federal del partido demandado.
Hay indicios de que las actividades de Holtmann para la Agencia Federal de Defen-
sa de la Constitución eran conocidas por el demandado desde hacía mucho tiempo.
Tino Brandt fue reclutado como informante desde agosto de 1994 por la Agencia Fe-
deral de Defensa de la Constitución de Turingia. En 1999, al igual que otros miem-
bros de la “defensa de la patria de Turingia”, se afilió al partido demandado. El mis-
mo año se convirtió en miembro del Comité de la asociación estatal de Turingia y
portavoz estatal del partido. En abril de 2000 fue elegido Vicepresidente estatal. Las
autoridades de defensa de la Constitución desaprobaron esta toma de un cargo del
partido y le empujaron a renunciar al cargo añadido previsto de dirigente estatal. El
17 de enero de 2001 fue “desconectado” como informante. Brandt no ha actuado
como “agente provocador” de la Agencia de Defensa de la Constitución. Cuando se
ha implicado en una más estrecha colaboración de la neonazi “defensa de la patria
de Turingia” con el partido demandado, ha actuado sin haber recibido indicaciones al
respecto por parte de la Agencia de Defensa de la Constitución. Brandt mismo con-
firma que dicha Agencia le ha ordenado renunciar a sus cargos en el partido y man-
tenerse más al margen.
Para que la solicitud de prohibición del partido de acuerdo con el art. 21 párr. 2
LF tenga éxito es importante saber si el partido, en lo que respecta a su ima-
gen general característica de sus objetivos y del comportamiento de sus afilia-
dos, es expresión de un proceso social abierto o si su imagen general está in-
fluenciada por circunstancias que no le pueden ser imputadas. Por ello, la cola-
boración de un servicio estatal con una persona en el ámbito del partido puede
suponer una circunstancia apreciable en el procedimiento de prohibición con-
forme al art. 21 párr. 2 LF, en el caso de que la actividad de esta persona haya
encontrado expresión influyente en los objetivos del partido o haya influenciado
de forma importante el comportamiento de sus afiliados.
En caso de que los recurrentes se vean impedidos para aludir a personas por
su nombre o aclarar circunstancias por la necesidad imperiosa de mantener el
secreto o por otra razón, se les pide que expongan dichos motivos. En relación
con ello debe comprobarse si pueden mencionarse otras fuentes alternativas
de conocimiento.
9. Los recurrentes, mediante escrito de 26 de julio de 2002, han indicado que las au-
toridades de defensa de la Constitución tenían que conceder especial valor a conse-
guir información de los comités del partido, porque a este nivel se acordaba la estra-
tegia y la táctica y se planeaban las acciones correspondientes. No está prohibido ni
por disposición legal ni según las ordenanzas acudir a informantes cuando éstos lle-
gan al comité, o reclutar informantes a nivel de los comités. En consecuencia había
informantes a nivel de los comités del partido. Durante un relevante período temporal
el demandado ha tenido a nivel federal y estatal aproximadamente unos 200 miem-
bros de comités, y como consecuencia de las fluctuaciones en conjunto unos 560.
En tres días seleccionados al azar (4 de abril de 1997, 31 de julio de 2001 y 17 de
abril de 2002), el porcentaje de informantes en los comités era inferior al 15% del to-
tal.
Los recurrentes han proporcionado las declaraciones de los directores de los servi-
cios de defensa de la Constitución de la Federación y de los Estados federados.
El Presidente de la Agencia Federal de defensa de la Constitución ha afirmado en su
declaración oficial de 29 de julio de 2002 que la cooperación con Udo Holtmann ter-
minó con efectos de 25 de enero de 2002. Holtmann no habría condicionado de for-
ma decisiva los objetivos y las actividades del partido demandado, a pesar de sus
funciones en el Comité Federal y en el Comité Estatal de Renania del Norte-Westfa-
lia. No hay indicio alguno de que por parte de la Agencia Federal de defensa de la
Constitución se haya intentado influenciar a través de Holtmann la imagen general
del partido. Él ha sido la única fuente de acceso al Comité Federal del mismo.
13. Igualmente, el 17 de octubre de 2002 han declarado los recurrentes que entre
los miembros del Comité Federal del partido no se encontraría ningún informante.
Ello es aplicable a las autoridades estatales de defensa de la Constitución desde la
interposición de la solicitud por el Gobierno Federal, y a la Agencia Federal de de-
fensa de la Constitución desde la “desconexión” de Udo Holtmann en el mes de ene-
ro de 2002.
En otro escrito de 29 de octubre de 2002 han declarado los recurrentes que durante
la duración del proceso no se intentará reclutar a otro informante del círculo de
miembros del comité federal del partido. Durante el proceso de prohibición sólo Udo
Holtmann ha sido introducido temporalmente como informante en el Comité Federal
del partido demandado. Ello no ha limitado las posibilidades de defensa del partido;
ya que el demandado conocía la condición de informante de Holtmann.
La vigilancia de un partido con los medios de los servicios de información puede ex-
tenderse de forma admisible también a su comité federal. Un proceso pendiente de
prohibición no lleva a que tenga que ponerse fin a la vigilancia de una organización
contraria a la Constitución por parte de los servicios de información. Para las autori-
dades de defensa de la Constitución la función constitucional de defender preventi-
vamente la Constitución no termina con la presentación de las solicitudes de prohibi-
ción.
La injerencia que supone la vigilancia de su Comité Federal por parte de los servi-
cios de información sólo podría admitirse a lo sumo cuando la finalización de la vigi-
lancia amenazara con causar un perjuicio concreto y considerable al interés del Es-
tado en una protección efectiva del orden fundamental democrático liberal. Tal inte-
rés preponderante no ha sido alegado por los recurrentes. Por el contrario, han de-
clarado en repetidas ocasiones que no es que carezcan de peso los resultados de la
vigilancia por parte de los informantes, sino que es suficiente la prueba de cargo de
acceso público para fundamentar las solicitudes de prohibición.
15. Mediante escrito de 29 de noviembre de 2002 los recurrentes, tras una consulta
a todas las Agencias de Defensa de la Constitución, han declarado que puede ex-
cluirse que pertenezcan al Comité Federal del partido personas que hayan trabajado
para los servicios secretos y hayan sido “desconectadas” al incoarse el proceso de
prohibición.
B.
I.
aa) El tenor literal del precepto del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG ya deja claro que
es necesaria una mayoría cualificada para desestimar una solicitud de sobreseimien-
to del proceso a causa de un obstáculo procesal; preceptúa para una decisión perju-
dicial “en cualquier caso” una mayoría de dos tercios de los miembros de la Sala.
Además, una comparación con la normativa del § 263 StPO apoya esta interpreta-
ción del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG. El § 263 StPO extiende el requisito de una
mayoría cualificada de votos en el proceso penal – al margen del § 196 párr. 1 de la
Ley de organización de los tribunales (GVG) – expresamente sólo a algunas decisio-
nes especialmente importantes en perjuicio del imputado, básicamente lo que con-
cierne a la cuestión de la culpabilidad y la pretensión de consecuencias jurídicas y,
de esta forma, únicamente a la decisión sobre el fondo de las acusaciones (§ 263
párr. 1 y 2 StPO). En lo que respecta a la decisión sobre los presupuestos de la
prescripción, uno de los obstáculos que llevan al sobreseimiento del proceso, no se
exige, por el contrario, de acuerdo con el § 263 párr. 3 StPO, una mayoría cualifica-
da. Tampoco para la comprobación de otros obstáculos procesales en el proceso
penal se necesita la mayoría cualificada del § 263 párr. 1 StPO (vid. Kleinknecht/Me-
yer-Goßner, StPO, 46ª ed., 2003, § 263 nm. 1 con ulteriores referencias).
bb) También el sentido y la finalidad del precepto del § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG
apoyan que, en cualquier caso, la desestimación de la solicitud de sobreseimiento
debida a un obstáculo procesal insubsanable--consecuencia obligada de la continui-
dad del proceso de prohibición de partidos-- se haya de considerar como una deci-
sión perjudicial. El § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG tiene en cuenta la posición jurídico-
constitucional de los partidos políticos en el procedimiento conforme al art. 21 párr. 2
LF en relación con el § 13 núm. 2 BVerfGG.
(1) Los partidos políticos – en comparación con las asociaciones en el sentido del
art. 9 párr. 1 LF – tienen una posición destacada en el ordenamiento jurídico-consti-
tucional de la Ley Fundamental (vid. BVerfGE 2, 1 [13]). Son reconocidos en el art.
21 párr. 1 LF como constitucionalmente necesarios para la formación de la voluntad
política del pueblo y tienen el rango de instituciones constitucionales (vid. BVerfGE
1, 208 [225]; 20, 56 [100]; 73, 40 [85]). Son unidades de acción política que la demo-
cracia necesita para unir a los electores en grupos capaces de acción política, posi-
bilitándoles así tener una influencia real sobre lo que sucede en el Estado (vid.
BVerfGE 11, 266 [273]). Los partidos políticos son intermediarios entre los ciudada-
nos y los órganos estatales a través de los cuales puede hacerse realidad la volun-
tad de los ciudadanos entre una elección y otra (vid. BVerfGE 20, 56 [101]; 52, 63
[82 s.]). De esta forma desempeñan un papel decisivo tanto en lo que respecta a la
formación de la voluntad democrática como en la toma de decisiones por parte del
Estado (vid. BVerfGE 85, 264 [285]).
(3) La finalidad de esta normativa abarca también, en todo caso, las decisiones so-
bre la existencia de un obstáculo procesal insubsanable. Si el Tribunal Constitucional
Federal rechazara el sobreseimiento del proceso por considerar que no existe un
obstáculo procesal, se continuaría el proceso de prohibición del partido y – como se
prevé en el § 45 BVerfGG – se llevaría a cabo una vista oral. La continuación del
proceso y la celebración de la vista oral, sin embargo, en comparación con el solici-
tado sobreseimiento del proceso, constituyen una carga autónoma para el partido
afectado. Se vería confrontado durante toda la duración del proceso con el reproche
de que es inconstitucional – sin olvidar la valoración de la suficiente motivación de la
solicitud realizada en el auto adoptado en aplicación del § 45 BVerfGG -.
(4) El hecho de que una minoría de tres magistrados sea de la opinión de que, como
consecuencia de la falta de libertad de gobierno del demandado a nivel directivo, así
como falta de libertad de gobierno de la imagen del partido expuesta para fundamen-
tar la solicitud (B. II.), existe un obstáculo insubsanable que impide la continuación
del proceso incoado con las solicitudes de 30 de enero y 30 de marzo de 2001, de
acuerdo con el § 15 párr. 4 inciso 1 BVerfGG, ello repercute en la comprobación y
decisión sobre la existencia de los presupuestos procesales que se realiza de oficio
en cualquier fase del procedimiento. Resulta evidente que las solicitudes de prohibi-
ción del partido no pueden llegar a buen fin. La continuidad del proceso no sería de-
fendible, por ello, desde la perspectiva del Estado de Derecho y no se le puede exi-
gir al partido demandado.
II.
Los magistrados Hassemer y Broß, así como la magistrada Osterloh, opinan que
existe un obstáculo procesal insubsanable.
Las relaciones entre los órganos del Estado y los partidos políticos se sitúan bajo el
mandato constitucional de una organización básicamente libre de injerencias estata-
les y abierta a la opinión y a la voluntad del pueblo frente los órganos del Estado
(vid. BVerfGE 20, 56 [100]). El art. 21 LF ha reconocido a los partidos como instru-
mentos jurídico-constitucionales necesarios para la formación de la voluntad política
del pueblo y los ha elevado al rango de institución jurídico-constitucional (vid. BVerf-
GE 20, 56 [100]; 73, 40 [85]). Al mismo tiempo los partidos no son parte de los órga-
nos del Estado (BVerfGE 20, 56 [100 f.]; 52, 63 [85]; 73, 40 [85]). La garantía de la
organización básicamente libre de injerencias estatales y abierta a la opinión y a la
voluntad del pueblo frente a los órganos del Estado previene, debido a la actividad
jurídico-constitucionalmente prevista de los partidos políticos, contra una compacta-
ción estatal institucional de los partidos y prohíbe su inserción en los ámbitos de la
estatalidad organizada (vid. BVerfGE 20, 56 [101 s.]).
Por tanto no suscita reparos, por un lado, la vigilancia de un partido político en los
ámbitos accesibles al público en general, por ejemplo en las reuniones o en las ma-
nifestaciones. Tampoco suscita objeciones la vigilancia de los impresos editados o
inspirados por el partido por parte de las autoridades estatales competentes. Por
otro lado, una vigilancia más intensa de los partidos políticos con los medios de los
servicios de información no puede llevar en ningún caso a que, por ejemplo, agentes
214
N. e. Colección Oficial de Decisiones del Tribunal Administrativo Federal (Sammlung der Entschei-
dungen des Bundesverwaltungsgerichts).
clandestinos de las autoridades estatales ejerzan deliberada y eficazmente influencia
sobre la formación de la voluntad de los comités de un partido político a nivel federal
o estatal, de forma que se tenga que hablar de una representación del Estado y de-
biendo negarle al partido el estatus de tal.
bb) Sobre la base de estos presupuestos, la vigilancia de un partido por medio de los
contactos de las autoridades estatales con los miembros del comité federal, de un
comité estatal o de una unidad organizativa dirigente del partido vigilado, con los me-
dios propios de los servicios de información, se muestra en principio como un grave
perjuicio para las garantías vinculadas con el estatus jurídico-constitucional del parti-
do con arreglo a lo dispuesto en el art. 21 párr. 1 LF.
cc) La Sala no tiene que decidir en este momento hasta qué punto, por principio,
esto lleva – con la excepción de posibles situaciones justificadas en un peligro de
gran entidad – a la inconstitucionalidad de la colaboración de los servicios de infor-
mación con los integrantes del comité de un partido a nivel estatal y federal. En cual-
quier caso, dicha valoración jurídico-constitucional resulta insoslayable cuando la
presencia estatal en el nivel directivo del partido se mantiene directamente antes y
durante el proceso seguido de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF.
Este efecto no depende de las informaciones de hecho del recurrente sobre la “es-
trategia procesal” del partido en el proceso de prohibición. Es suficiente la mera pre-
sencia “con dos funciones” de la persona “de contacto”, jurídicamente y de hecho re-
lacionada tanto con el Estado como con el partido. Carece de importancia en este
contexto, además, cómo reacciona el partido político afectado a su vigilancia por
parte de los servicios estatales, si ironiza sobre ella, si se siente amenazado o si uti-
liza la ocasión, por ejemplo, para dejar mal a los órganos estatales. No es importante
la perspectiva subjetiva de la parte procesal en el proceso de prohibición desde el
punto de vista jurídico-constitucional, sino únicamente los datos objetivos.
dd) Ante este trasfondo, las exigencias del Estado de Derecho en el proceso de
prohibición de partidos de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF, §§ 13 núm. 2, 43 ss.
BVerfGG exigen una estricta libertad frente a las injerencias estatales, en el sentido
de una formación de la voluntad y un autorretrato del partido determinados por éste
y no vigilados por el Tribunal Constitucional Federal. La prohibición jurídico-constitu-
cional de partidos, el arma más afilada, y además de doble filo, del Estado democrá-
tico de Derecho contra sus enemigos organizados, necesita el máximo de seguridad
jurídica, transparencia, calculabilidad y fiabilidad del proceso. Ello se aplica también
a lo que respecta al material fáctico a valorar. Sólo las imputaciones inequívocas y
colectivas de personas, comportamientos y declaraciones relativas a la esfera del re-
currente o a la del demandado posibilitan al tribunal tomar y hacerse responsable de
una decisión jurídico-constitucionalmente defendible sobre la inconstitucionalidad o
constitucionalidad del partido como resultado del proceso llevado a cabo con arreglo
a las exigencias del Estado de Derecho.
ff) Estas exigencias del proceso en el Estado de Derecho de acuerdo con el art. 21
párr. 2 LF se aplican también con carácter general. Las limitaciones a los derechos
procesales del demandante en base a medidas obligatoriamente necesarias para la
defensa de la Constitución frente a peligros graves pueden estar ordenadas en ca-
sos excepcionales, por ejemplo, cuando bajo la cobertura de la organización como
partido político se preparan o planifican actos violentos u otros delitos graves. En tal
situación excepcional se podría adoptar tal posición, pero en el proceso que nos
ocupa no hay motivo para ello (vid. infra 4.).
La falta de libertad frente a injerencias estatales del partido a nivel directivo, incluso
tras la incoación del proceso de prohibición, así como la falta de libertad frente a in-
jerencias estatales de la imagen del partido difundida en la fundamentación del re-
curso son en pocas ocasiones reparables, a causa de la protección legítima del se-
creto y de las personas. No es posible sobreponerse a este dilema mediante la adi-
cional exposición ante el tribunal “in camera”, esto es, excluyendo al demandado. Tal
proceso está excluido del elenco de instrumentos del Estado de Derecho a cargo del
demandante en el proceso de prohibición de partidos.
4. La forma e intensidad con que se ha llevado a cabo la vigilancia del partido de-
mandado por las autoridades de defensa de la Constitución de la Federación y de
los Estados federados directamente antes y después de la presentación de la solici-
tud de prohibición por parte del Gobierno Federal ante el Tribunal Constitucional Fe-
deral el 30 de enero de 2001, así como el nada despreciable apoyo de los funda-
mentos de la solicitud sustentado en manifestaciones de militantes del partido de-
mandado que son o fueron informantes de las autoridades estatales, no respeta las
exigencias jurídico-constitucionales.
a) Según las opiniones manifestadas por los recurrentes y las declaraciones oficiales
presentadas por parte de algunos presidentes de las Agencias de Defensa de la
Constitución de los Estados federados, y con base en el resultado de la vista oral
ante el Tribunal Constitucional Federal el 8 de octubre de 2002, resulta así que – en
el convencimiento de todos los miembros de la Sala – directamente antes y también
todavía después de la presentación de la solicitud de prohibición por parte del Go-
bierno Federal se han producido contactos de los servicios de información con
miembros del partido demandado en el Comité Federal y en los Comités Estatales.
De acuerdo con las manifestaciones del recurrente, por tanto, también después de la
presentación de la solicitud había un número considerable de informantes en los co-
mités estatales del partido. A nivel del Comité Federal prosiguió la Federación los
contactos de su servicio de información después de la presentación de la solicitud:
en la declaración de todos los representantes de los recurrentes en el escrito de 17
de octubre de 2002 se confirma nuevamente la declaración oficial del Presidente de
la Agencia Federal de Defensa de la Constitución de 29 de julio de 2002. De acuer-
do con ella, el contacto con el informante y miembro del Comité Federal Udo Holt-
mann llega a su fin con efectos de 25 de enero de 2002, esto es, tiempo después de
la presentación de las tres solicitudes de prohibición.
Por el contrario, los Estados federados – en cualquier caso según la declaración rea-
lizada en el escrito de 17 de octubre de 2002 – desde el momento de la presentación
de la solicitud por parte del Gobierno Federal no habrían introducido más informan-
tes en el Comité Federal del partido.
En este contexto hay que valorar la declaración del Presidente de la Agencia estatal
de Defensa de la Constitución en Turingia de 19 de julio de 2002. Informa de que
Tino Brandt, informante desde 1994 (con una corta interrupción en el año 2000), así
como funcionario de alto nivel del partido demandado a nivel estatal (entre otros por-
tavoz estatal temporalmente y vicepresidente estatal en Turingia), había sido definiti-
vamente desconectado como fuente el 17 de enero de 2001. Pero en cualquier caso
habrían tenido lugar en el marco del llamado seguimiento posterior hasta mayo de
2001 todavía siete encuentros entre Brandt y un colaborador de la Agencia de De-
fensa de la Constitución en Turingia. Aunque se indica que el objetivo de este “se-
guimiento posterior” era convencer a Tino Brandt de que se retirara de la escena de
la extrema derecha, sin embargo, se indica también de que con motivo de estos en-
cuentros se ha obtenido diversa información.
bb) De acuerdo con todo ello no es posible hablar de una libertad frente a la injeren-
cia estatal del partido a nivel directivo tras la incoación del proceso de prohibición.
Las comprobaciones relativas a la presencia de informantes en los comités estatales
del demandado y los sucesos relacionados con el miembro del comité federal Jürgen
Distler, así como con los informantes Udo Holtmann y Tino Brandt, se apoyan sin ex-
cepción en los datos del recurrente, de forma que no es necesario aclarar las discre-
pancias que se mantienen entre las diferentes declaraciones. Los contactos con fi-
nes informativos de los recurrentes con informantes en el comité federal y en los co-
mités estatales del partido demandado, incluso tras la incoación del proceso de
prohibición, se han comprobado más allá de toda duda.
A pesar de esta evidencia, también se desprende de las medidas del recurrente que
ha partido de los límites a una continuidad de la vigilancia a niveles directivos preci-
samente en relación con el proceso de prohibición. Tras las declaraciones de los re-
presentantes de 17 de octubre y 29 de noviembre de 2002, las Agencias de Defensa
de la Constitución de los Estados federados no han introducido más informantes en
el comité federal del partido demandado a partir de la presentación del recurso por
parte del Gobierno Federal. De acuerdo con ello, habían valorado correctamente la
situación jurídico-constitucional y se habían orientado a las exigencias jurídico-cons-
titucionales que eran de esperarse. Ello no es aplicable a la Agencia estatal bávara
de Defensa de la Constitución con su tentativa de ganarse al miembro del comité fe-
deral, Jürgen Distler, así como tampoco a la Agencia Federal de Defensa de la
Constitución, que ha seguido utilizando a su informante Udo Holtmann como fuente
de información hasta bien después de la presentación de las solicitudes de prohibi-
ción en enero de 2002. La Agencia Federal, sin embargo, ha reconocido ya en el pa-
sado que la colaboración con miembros del partido demandado a nivel de los comi-
tés era en principio problemática, como muestra la desconexión transitoria de Udo
Holtmann durante 1995/1996. Éste había ocupado entonces el puesto de Presidente
Comisario federal del partido demandado.
bb) Tampoco se aprecia en el caso una justificación excepcional para que la motiva-
ción de los recursos no se apoye de forma relevante en las declaraciones de miem-
bros dirigentes del partido, que al mismo tiempo o con anterioridad, actuaban como
informantes al servicio de servicios estatales. En particular, faltan los presupuestos
para, por ejemplo, justificar la necesidad de apresurarse por el peligro que hubiera
evitado una preparación de los recursos con el cuidado apropiado. Ahora bien, no se
puede desconocer que la necesaria preparación y presentación del material fáctico
adecuado, especialmente por medio de textos y acciones unívoca y claramente im-
putables al demandado, se ha dificultado al haber actuado informantes en funciones
directivas dentro y fuera del partido. Tales riesgos, como en el caso objeto de deci-
sión, en vista del elevado porcentaje de informantes activos durante varios años en
el personal dirigente del partido demandado, no son apreciables, se han de valorar
ya antes del empleo de los métodos de los servicios de información en la vigilancia,
pero sin embargo no pueden aminorar los posteriores deberes de los órganos consti-
tucionales recurrentes, que tienen que cumplir con la entrega de información obteni-
da de acuerdo con las exigencias del principio de Estado de Derecho sobre hechos
fiables en el proceso constitucional como base para una posible declaración de in-
constitucionalidad del partido demandado.
d) aa) La infracción contraria al principio de Estado de Derecho, esto es, del manda-
to de estricta libertad frente a injerencias estales del demandado el proceso de
acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF no es subsanable.
bb) En el momento actual no existen razones especiales que, en vista de los fines
preventivo-especiales del proceso de acuerdo con el art. 21 párr. 2 LF, justifiquen
excepcionalmente su continuidad a pesar de la lesión grave y comprobada de los
principios del proceso propio de un Estado de Derecho.
III.
Los magistrados Sommer, Jentsch, Di Fabio y Mellinghoff opinan que no existe nin-
gún obstáculo procesal. Consideran necesaria la continuidad del proceso de prohibi-
ción.
a) Los obstáculos procesales son circunstancias que excluyen que se discuta sobre
el objeto del proceso con el objetivo de llegar a una decisión sobre el fondo del asun-
to. Debe tratarse de un defecto procesal tan relevante que impida el proceso como
tal. Esto sólo sucede cuando la incoación o la continuidad de un procedimiento judi-
cial sean imposibles en relación con sus objetivos o se encuentre en contradicción
intolerable con los principios del Estado de Derecho. En el momento en que se com-
prueba que existe un obstáculo insubsanable de estas características, el proceso
debe sobreseerse sin pronunciamiento sobre el fondo del asunto objeto del proceso.
b) La tutela jurídica tiene lugar por parte de la judicatura. Los tribunales no pueden
sustraerse por principio a impartir justicia en tanto un derecho procesal u otro motivo
imperioso no hagan imposible una decisión sobre el fondo del asunto. Cuando el tri-
bunal, a causa de la admisión de un obstáculo procesal no contemplado legalmente,
no procede a decidir sobre el fondo, se cierra el camino ordenado por el Estado de
Derecho para la impartición de justicia con la consecuencia de que no se puede
comprobar de manera satisfactoria lo que es derecho. En la admisión de un obstácu-
lo procesal, por ello, se ha de emplear una medida más exigente. De ahí que el pro-
ceso judicial esté al servicio del principio del Estado de Derecho precisamente al re-
alizar de manera formalmente legal los objetivos de la justicia material y solventar las
disputas de forma vinculante (vid. BVerfGE 54, 277 [296]; 103, 111 [137 s.] ; Papier,
Justizgewähranspruch, en: Isensee/Kirchhof [Hrsg.], Handbuch des Staatsrechts,
Tomo VI, § 153 nm. 6; Zöllner, Materielles Recht und Prozessrecht, AcP 190 [1990],
pp. 471 ss.).
c) Por este motivo, impera en toda la judicatura una gran moderación en la admisión
de impedimentos que obligan al sobreseimiento del proceso. El Tribunal Supremo
Federal ha tomado en consideración la existencia de un obstáculo procesal, como
consecuencia de una infracción del principio del Estado de Derecho, sólo cuando ya
no resulta posible una consideración adecuada de la infracción en el marco de una
decisión sobre el fondo del asunto con valoración completa (vid. BGHSt 46, 159 [168
s.] con ulteriores referencias). En algunos casos concretos el Tribunal Supremo Fe-
deral ha inadmitido la existencia de un obstáculo procesal basado en una supuesta
infracción del principio de Estado de Derecho, como en el caso de dilaciones proce-
sales importantes (vid. BGHSt 21, 81; 24, 239; 35, 137; 46, 159), de provocación del
hecho por agentes provocadores estatales (vid. BGHSt 32, 345; 33, 356; 45, 321
[324 ss.] con ulteriores referencias), así como de conocimiento por parte de las auto-
ridades encargadas de la persecución penal del sistema de defensa del imputado
(vid. BGH215, NStZ 1984, p. 419 s.). También el Tribunal Administrativo Federal ha
sido moderado en lo que respecta a la admisión de obstáculos procesales (vid.
BVerwG, Buchholz 235 § 66 BDO núm. 1).
d) Por ello, un obstáculo procesal sólo puede existir en casos excepcionales, en los
que no existe un interés merecedor de reconocimiento en el caso concreto a través
de la continuidad del proceso judicial y la continuidad del mismo ya no es admisible
desde la perspectiva del Estado de Derecho. En definitiva, cuando de hecho no es
215
N. e. Tribunal Supremo Federal (Bundesgerichtshof).
posible realizar el objetivo material del procedimiento o sólo lo es aceptando lesiones
desproporcionadas de los derechos, puede y debe en todo caso admitirse un obstá-
culo que obligue al sobreseimiento del proceso. Al tribunal corresponde, en cualquier
caso, agotar todas las posibilidades a su alcance para eliminar los impedimentos
fácticos y jurídicos a una decisión sobre el asunto.
No es reconocible una dirección estatal ajena del demandado con este alcance. En
particular, de la colaboración que se ha dado a conocer entre los servicios estatales
y miembros del Comité Federal y de los comités estatales del demandado no se
aprecian argumentos sólidos para que la imagen política del partido ya no sea el re-
sultado de un proceso de formación de su voluntad abierto y comunitario. Incluso
216
N. e. Ley de Partidos políticos (Parteiengesetz).
aun cuando hubiera que partir de una dirección ajena del partido en lo que respecta
a su contenido y a su programa, de ello no se derivaría un obstáculo procesal; el
partido, en este caso, perdería su condición de tal al tratarse de una organización di-
rigida externamente. La solicitud de prohibición sería rechazada por considerarse
inadmisible en una sentencia sobre el fondo del asunto (vid. BVerfGE 91, 262 [266];
91, 276 [283]).
El Tribunal Constitucional Federal tiene que aprovechar todos los medios procesales
de esclarecimiento de los hechos en el proceso de prohibición de partidos en lo rela-
tivo al enjuiciamiento de la imputabilidad de los medios de prueba (§ 26 párr. 1 inci-
so 1 BVerfGG) que conforme al reglamento procesal están previstos para ello. En el
proceso regulado en el art. 21 párr. 2 LF rige el principio de investigación de oficio.
El deber judicial de esclarecimiento de los hechos no permite al Tribunal Constitucio-
nal Federal suspender el proceso sin comprobación ulterior, únicamente sobre la
base de una posible influencia estatal mediata a través de informantes sobre las de-
claraciones o formas de conducta en el marco de la actividad del partido.
Los hechos que son relevantes tanto para una decisión procesal como para la que
resuelve el fondo del asunto-- pero primero los que sólo importan para el fondo del
asunto al carecer de significado procesal-- se han de aclarar en una vista oral públi-
ca, de acuerdo con el reglamento procesal para el proceso de prohibición (§§ 25
párr. 1, 45 BVerfGG). Los principios de publicidad y oralidad de la vista exigibles por
el principio del Estado de Derecho garantizan a las partes procesales poder ser es-
cuchadas por el tribunal, están al servicio de la información de la generalidad sobre
el objeto de la decisión judicial y posibilitan el control de la actividad judicial (vid.
BVerfGE 103, 44 [63 s.]). Sólo sería admisible una decisión que ponga fin al procedi-
miento al margen de la vista oral cuando así lo autoricen razones compulsivas de
posiciones jurídicas contrapuestas con el mismo peso. No es éste el caso que nos
ocupa.
aa) El Tribunal Constitucional Federal, más allá de las exigencias inferidas de los de-
rechos fundamentales generales, ha hecho derivar en el proceso del principio de Es-
tado de Derecho en relación con el derecho general a la libertad (art. 2 párr. 1 LF), el
derecho a un proceso justo según las exigencias del Estado de Derecho. En este de-
recho fundamental general en el proceso, que también exige aplicación en el proce-
so de prohibición de partidos (vid. BVerfGE 104, 42 [50]), se han de medir todas
aquellas limitaciones que no están comprendidas por especiales concesiones y ga-
rantías procesales (vid. BVerfGE 57, 250 [274 s.]).
En el caso que nos ocupa no existen argumentos para afirmar que, como conse-
cuencia de la vigilancia de los servicios de información por medio de los servicios es-
tatales, se habría impedido al partido demandado una defensa apropiada en el pro-
ceso de prohibición. Ni se ha mantenido ni es evidente que los recurrentes hayan
obtenido conocimiento de circunstancias que afecten a la conducta procesal planea-
da por parte del demandado en el proceso de prohibición. En la vista para la discu-
sión de 8 de octubre de 2002 los recurrentes han explicado, sin ser replicados, que
no se han impartido instrucciones para investigar la estrategia procesal y no se ha
recibido información correspondiente al tema procedente de las sesiones de los co-
mités del partido. Mediante escrito de 17 de octubre de 2002, los recurrentes han in-
formado, además, que entre los miembros del comité federal del partido no se en-
cuentra ningún informante. En lo que respecta a las autoridades de defensa de la
Constitución de los Estados federados ello rige desde la presentación del recurso
por el Gobierno Federal, para la Agencia Federal de defensa de la Constitución, des-
de la “desconexión” de Udo Holtmann a finales de enero de 2002. No se ha informa-
do hasta el momento de que el informante desenmascarado Udo Holtmann u otros
miembros del partido demandado hayan proporcionado a los servicios estatales in-
formación sobre la conducta procesal planeada por el partido.
Sólo vendría en consideración una lesión del derecho a una defensa efectiva, ade-
más, cuando el conocimiento por parte del recurrente de importantes circunstancias
elimina o aminora la efectividad de la defensa. En el presente caso, sin embargo, no
es evidente que los recurrentes hayan obtenido conocimiento de circunstancias im-
portantes o de las solicitudes de recibimiento a prueba previstas por el demandado y
que de esta forma se haya perjudicado la eficacia de los medios de defensa. Si en el
curso del proceso surgieran reparos – fundados en circunstancias fácticas – en rela-
ción con la efectividad de la defensa del demandado, tendrían que ser afrontados
por medio de la acción preparatoria investigadora de la Sala o en la vista oral.
(1) La finalización del proceso sin aclarar los hechos relevantes en la ponderación
contradice el especial deber de impartir justicia que se deriva del art. 21 párr. 2 LF
en relación con el §§ 43 ss. BVerfGG, y por ello, sólo excepcionalmente viene en
consideración. El Tribunal Constitucional Federal es el único órgano del ordenamien-
to democrático- liberal al que el art. 21 párr. 2 LF confía la competencia y, al mismo
tiempo, el deber jurídico de ocuparse de la solicitud relativa a la inconstitucionalidad
de un partido. Tiene que decidir, en virtud de la Constitución, sobre un proceso en el
que se trata del respeto de valores fundamentales y de los presupuestos determi-
nantes del orden constitucional (vid. Stern, cit., p. 194 [198]). Del art. 21 párr. 2 LF y
de su configuración por el § 46 BVerfGG surge la función ejecutiva de defensa frente
a peligros y el conocimiento jurídico en un deber especial de impartir justicia.
(2) El art. 21 párr. 2 LF se suma a las disposiciones constitucionales con las cuales
se hacen visibles los límites determinantes de la libertad. El art. 9 párr. 2, el art. 18 y
el art. 21 párr. 2 LF protegen el orden democrático-liberal y la existencia del Estado
constitucional frente a los abusos peligrosos de los derechos de libertad (vid. BVerf-
GE 5, 85 [139]). Esta tríada normativa pertenece a las disposiciones nucleares de
protección preventiva de la Constitución. Tiene que asegurar que el uso de los dere-
chos fundamentales que la Ley Fundamental concede a los ciudadanos del Estado
como particulares o como sujetos organizados, a fin de que colaboren decisivamente
en la formación de la voluntad estatal, se mantenga dentro de los límites necesarias
del orden fundamental para el mantenimiento duradero de la libertad (vid. Becker,
en: Isensee/Kirchhof [Hrsg.], Handbuch des Staatsrechts, Tomo VII, 1992, § 167 nm.
50). De esta forma, la Ley Fundamental ha hecho suya la experiencia histórica y ha
encontrado soluciones para el caso de ciertas situaciones excepcionales de peligro
que en la época de Weimar, o bien se toleraron, o bien dieron lugar a la declaración
del estado de excepción, y de esta forma, a una solución de la crisis al margen de la
Constitución (vid. por ejemplo C. Schmitt, Die Diktatur des Reichspräsidenten,
VVDStRL 1 (1924), p. 63 [91 s.]).
El objetivo básico de una Constitución, que no quiere quedar a disposición del abuso
de los derechos de libertad que garantiza y que con la misma decisión se enfrenta a
la denigración y al desprecio de personas o grupos de personas (art. 1 párr. 1 inciso
2 LF), no se cumpliría si la Sala aceptara un obstáculo procesal sin aclarar suficien-
temente la concreta peligrosidad del partido y las posibles infracciones de los princi-
pios del juicio justo, sin discutir su significación jurídica con las partes y de esta for-
ma ponderar los intereses jurídicos enfrentados.
(4) Es función del Tribunal Constitucional Federal preocuparse por el necesario es-
clarecimiento de las circunstancias. El § 26 párr. 1 inciso 1 BVerfGG dispone que el
Tribunal Constitucional Federal analice la prueba necesaria para el descubrimiento
de la verdad. Este principio de instrucción fundamenta para el tribunal no sólo el de-
recho, sino también el deber de investigar las circunstancias relevantes para la sen-
tencia (vid. BVerfGE 93, 248 [256 s., 259]). No se limita a las circunstancias aporta-
das por las partes, sino que tiene que investigar los hechos que sirven de base a la
disputa judicial (vid. BVerfGE 1, 299 [316]). Ello rige en el proceso de prohibición de
partidos justamente tras la conclusión de las “diligencias preliminares” (§ 45
BVerfGG), cuando – como aquí – el Tribunal Constitucional Federal ha considerado
suficientemente motivada y admisible una solicitud de prohibición de partidos (vid.
Seifert, Die politischen Parteien im Recht der Bundesrepublik Deutschland, 1975, p.
494). Pues mientras que el auto que se ha de adoptar de acuerdo con el § 45
BVerfGG supone una valoración provisional en mérito a los antecedentes, que se ha
de adoptar sólo sobre la base de lo aportado por el recurrente y lo ampliado por el
demandado (vid. Geiger, Gesetz über das Bundesverfassungsgericht, 1952, § 37 A
nm. 2), el Tribunal Constitucional Federal no se puede dar por satisfecho en el “pro-
cedimiento principal” únicamente con lo aportado por las partes; de oficio debe in-
vestigar todos los hechos relevantes para la sentencia. El Tribunal, a solicitud de
parte o de oficio, puede asegurar nuevo material probatorio por medio del comiso y
de la diligencia de entrada y registro (§§ 47, 38 párr. 1 BVerfGG en relación con los
§§ 94 ss. StPO) y ordenar una instrucción (§§ 47, 38 párr. 2 BVerfGG). Además, el
Tribunal Constitucional Federal puede adoptar otras medidas de investigación y de
obtención de la prueba relativa a circunstancias importantes para la sentencia.
(b) Estas razones, que pueden justificar la vigilancia de los servicios de información
de un partido por medio de informantes en el caso concreto al margen de un proceso
de prohibición de partidos, se aplican también básicamente mientras está pendiente
un proceso de prohibición de partidos. A favor de ello habla ya la circunstancia de
que no es seguro para los órganos constitucionales recurrentes si la solicitud de
prohibición de partidos tendrá éxito y se declarará la inconstitucionalidad del partido.
El objetivo de la vigilancia por parte de los servicios de información de reunir, sobre
la base de la protección constitucional preventiva, información sobre los esfuerzos
contrarios a la Constitución, sigue existiendo durante la pendencia de un proceso de
prohibición de partidos cuando sólo de esta forma se pueden obtener (nuevos) datos
sobre los peligros que posiblemente proceden del partido.
(7) La alusión a que en la ponderación hay que atender a que el sobreseimiento del
proceso no lleva a una decisión definitiva sobre la admisibilidad de futuras solicitu-
des de prohibición y que sigue siendo posible presentar nuevas solicitudes y, espe-
cialmente, que no tienen que apoyarse sobre nuevos hechos, no ayuda. El Tribunal
Constitucional Federal tiene que investigar de oficio en el proceso de prohibición de
partidos todos los hechos que hablan a favor o en contra de la inconstitucionalidad
en el sentido del art. 21 párr. 2 inciso 1 LF. Aunque las autoridades de defensa de la
Constitución hubieran interrumpido todos los contactos con miembros del comité fe-
deral o de los comités estatales inmediatamente antes de la presentación del recur-
so, las declaraciones de estos miembros del comité podrían emplearse para declarar
la inconstitucionalidad por parte del Tribunal Constitucional Federal. El Tribunal no
está limitado tampoco por la proposición de prueba del recurrente. La cuestión de la
fuerza probatoria o de la valoración de la prueba de las declaraciones de personas
que habían sido informantes es independiente de si la colaboración se ha terminado
en el marco de una solicitud de prohibición de un partido de acuerdo con lo dispues-
to en el art. 21 párr. 2 inciso 1 LF.
222
C I 4 b. En efecto, el Tribunal Constitucional Federal afirma que una cosa es que la financiación pri-
vada suponga el límite de la financiación pública y otra cosa enteramente distinta es que el aumento
de la financiación privada de los partidos tenga que venir acompañada de una subida de la financia-
ción pública. Según el Tribunal Constitucional Federal, el Estado sólo debe limitarse a lo indispensa-
ble para el mantenimiento de la funcionalidad de los partidos y no puede ser aportado por estos mis-
mos (C I 4 b).
223
Esta interpretación había sido mantenida, sin embargo, en la BVerfGE 20, 56 por el voto particular
del magistrado Böckenförde. En la Sentencia ahora comentada dicha doctrina conforma la mayoría de
la Sala. En otro sentido, esta misma Sentencia pone de manifiesto que el legislador tampoco tiene la
obligación de cuantificar dentro del concepto de financiación pública las desgravaciones fiscales a las
que se encuentran sometidas las cuotas de los afiliados de los partidos y las donaciones realizadas a
los mismos (C I 4 a).
227
Véase en ese sentido sobre esta doctrina más extensamente la BVerfGE 107, 339, sobre la ilegali-
zación del NPD, recogida en el presente trabajo.
228
Véase LANFIELD, Chistine, Parteifinanzierung: Das Urteil des Bundesvefassungsgerichts vom 9.
April 1992, Zeischrift für Parlamentsfragen, Nº 23, 1992, pág. 19 y ss. En la doctrina española
FERNÁNDEZ RIVAS, Yolanda, Igualdad de oportunidades y financiación de los partidos políticos en
Alemania en GARCIA HERRERA, Miguel Ángel (coord.), Constitución y democracia: 25 años de
Constitución democrática en España, tomo I, Universidad del País Vasco, Bilbao, 2005, pág. 559 y ss.
229
BVerfGE 73, 40 (89) y BVerfGE 78, 350 (358).
en concepto de igualdad de oportunidades para compensar las distorsiones
inaceptables desde un punto de vista constitucional (B I 5b).
El Tribunal Constitucional Federal achaca al legislador haber contribuido a
aumentar tales distorsiones, como consecuencia de la posibilidad reconocida a los
contribuyentes de deducir fiscalmente las cuotas y las donaciones hasta 60.000
marcos en el caso de la tributación individual ,y 120.000 en el supuesto de
tributación conjunta. En efecto, a pesar de que la deducción fiscal de las cuotas—por
su escasa cuantía—se encuentra a disposición de la gran mayoría de la población,
siendo por ello constitucional,230 las deducciones por donaciones sólo son accesibles
para los contribuyentes más acaudalados. Por ello se acaba favoreciendo todavía
más a los partidos mayoritarios, que más influencia tienen sobre la población con
altos ingresos (B III 1);231 siendo agravado ello todavía más por el hecho de que la
ley permita la deducción fiscal de las donaciones realizadas por personas jurídicas.
En contra de la doctrina seguida hasta ese momento,232 el Tribunal Constitucional
Federal, entiende que esto puede acabar permitiendo a las personas físicas que se
encuentran tras ellas el ejercicio de una doble influencia sobre la actividad de los
partidos (B III a).
En tercer lugar, la función constitucionalmente atribuida a los partidos limita el
denominado legalmente límite publicitario, conforme al cual aquéllos sólo tienen el
deber de informar sobre el origen de sus donaciones cuando su importe exceda la
cuantía de 40.000 marcos. Este límite se deriva del art. 21.1 LF, que dispone que los
partidos han de dar cuenta públicamente de la procedencia y uso de sus recursos. A
juicio del Tribunal Constitucional, la citada disposición tiene como función informar a
los electores sobre las fuerzas que pueden ser empleadas para obtener influencia
política (B III a).233 De esta forma, puede ser compatible con el art. 21.2 LF que el
legislador excepcione el deber de publicidad en las cuantías no susceptibles de
provocar tal influencia, lo que, para el Tribunal Constitucional no sucede con el límite
230
BVerfGE 52, 63 (91).
231
BVerfGE 8, 51 (65 y ss.); BVerfGE 24, 300 (357 y ss.); BVerfGE 52, 63 (88 y ss.); BVerfGE 73, 40
(89). Véase al respecto en la doctrina NASSMACHER, Karl Heinz, Parteienfinanzierung in der
Bewährung, Aus Politik und Zeitgeschichte, Nº 16, 2000, pág. 15 y ss.
232
Por medio del denominado Parteispenden Urteil, BVerfGE 73, 40.
233
234
Véase en ese sentido la BVerfGE 24, 300, Wahlkampfkostenpauschale.
BVerfGE 85, 264 – Financiación de partidos políticos II
Directrices
c) El resultado que un partido obtenga por los votos de sus electores, por las cuotas
de sus militantes, así como por el importe de las donaciones que consiga, debe te-
nerse en cuenta en un porcentaje que ha de determinar en cualquier caso el legisla-
dor en concreto, en cuya atención se han de repartir entre los partidos los medios
estatales puestos a disposición.
3. La normativa de la igualdad de oportunidades que se contiene en el § 22a párr. 2
PartG no es compatible con el derecho de los partidos políticos a la igualdad de
oportunidades en la contienda política, recogido en el art. 21 párr. 1 y en el art. 3
párr. 1 LF (apartándose parcialmente de la BVerfGE 73, 40).
Fallo:
El Parlamento Federal y el Consejo Federal han lesionado los derechos del deman-
dante regulados en el artículo 21 párrafo 1 y artículo 3 párrafo 1 de la Ley Funda-
mental,
Fundamentos:
A.
I.
1. Por medio del art. 1 núm. 1 letra d) ÄndG se introdujo una cuantía mínima en la
Ley de Partidos (§ 18 párr. 6 PartG) que conforme al § 18 párr. 1 inciso 2 PartG es
parte, junto con los gastos globales de la campaña electoral, de los gastos de la
campaña electoral que el Estado indemniza a los partidos.
(6) Los partidos que hayan obtenido al menos el 2 por ciento de los votos es-
crutados válidamente emitidos en la circunscripción electoral reciben en las
235
N. e. Ley del impuesto de sociedades (Körperschaftsteuergesetz).
elecciones al Parlamento Federal, además de la cuantía global de acuerdo con
el párrafo 1, un importe base consistente en una cuantía del 6 por ciento de la
cantidad fijada en el párrafo 1. El importe base no puede superar en cada parti-
do el 80 por ciento de su porcentaje en la cuantía global de los gastos de la
campaña electoral (párrafo 3).
(7) La suma del reembolso procedente del erario público por los gastos de la
campaña electoral correspondiente, no podrá sobrepasar los ingresos totales
de un partido, de acuerdo con el § 24 párr. 2 núm. 1 bis 5 y 8, en el segundo
año natural tras la indemnización por los costes de la campaña electoral al Par-
lamento Federal y en los tres años naturales anteriores a ese año. Los impor-
tes indemnizatorios que superen este límite se han de deducir del pago de los
correspondientes siguientes reembolsos”
La disposición transitoria del § 39 párr. 2 PartG (art. 1 núm. 9 ÄndG) prevé que el im-
porte base, de acuerdo con el § 18 párr. 6 PartG, ascienda al 3% para las elecciones
al 12º Parlamento Federal.
2. El art. 1 núm. 4 letra a) ÄndG modificó, por medio de la nueva redacción del § 22a
párr. 2 PartG, el procedimiento de cálculo en relación con la igualdad de oportunida-
des que se empleaba desde 1984. La igualdad de oportunidades fomentada por el
erario público a los partidos, entre otros, pretende compensar las distorsiones de la
competencia ocasionadas entre partidos por los privilegios fiscales a las contribucio-
nes y donaciones (vid. BVerfGE 73, 40 [78, 89]). La nueva normativa de la igualdad
de oportunidades en el § 22a párr. 2 PartG conduce, sobre todo, a que en adelante,
en primer lugar, se lleve a cabo un cálculo igualitario específico, para las aportacio-
nes en relación al número de militantes del partido y para las donaciones teniendo
en cuenta la cuantía de los segundos votos alcanzados, y después se pague la me-
dia aritmética del resultado de ambos cálculos – con el límite, como máximo el 10%
de la suma total que corresponde a un partido de los gastos a indemnizar de la cam-
paña electoral -.
(4) El presidente del Parlamento Federal comunica a los partidos por escrito los
importes.
(2) Las cuotas de los miembros y las donaciones a partidos políticos en el sen-
tido del § 2 de la Ley de Partidos son deducibles hasta una cuantía de un total
de 60.000 marcos alemanes y, en el caso de declaración conjunta de los cón-
yuges, hasta una cuantía de un total de 120.000 marcos alemanes en el año
natural. Pueden deducirse sólo en concepto de gastos extraordinarios cuando
no se les haya otorgado una desgravación fiscal de acuerdo con el § 34 g. Las
donaciones a un partido o a una o varias de sus asociaciones territoriales cuyo
valor total en el año natural supere los 40.000 marcos alemanes sólo pueden
deducirse cuando hayan sido registradas en el informe de cuentas, según lo
dispuesto en el § 25 párr. 2 de la Ley de Partidos.
(3) Como pagos en el sentido de este precepto también vale el empleo de bie-
nes con la excepción de aprovechamientos y servicios. Si el bien inmediata-
mente antes de su utilización ha sido extraído de un patrimonio empresarial, no
puede sobrepasarse en la comunicación de la cuantía de la entrega el valor
atribuido en la retirada de dinero. En todos los demás casos la cuantía de la
entrega se determina de acuerdo con el valor común del bien atribuido”.
La disposición transitoria del § 52 párr. 13 b EStG (art. 4 núm. 3 letra a) ÄndG) prevé
que el nuevo límite superior de la deducibilidad de las cuotas de los miembros y de
las donaciones se aplicará sólo a partir del período impositivo del año 1989.
...
II.
2. El nuevo importe base introducido por el § 18 párr. 6 PartG es, como tal, conforme
a la Constitución. Ahora bien, en abstracto no puede ordenarse en la indemnización
de los gastos de la campaña electoral, aunque el importe base constituye un caso de
financiación estatal de partidos permitida. Atiende, con justicia, a que para todos los
partidos la campaña electoral se ha convertido en un gasto permanente y es todavía
más difícil distinguirla, por ello, de otros gastos del partido, como ha sido el caso en
el pasado.
Al pagarse el importe base en la misma cuantía a todos los partidos con derecho a
ello, entre ellos también a los que sólo están activos a nivel estatal, se lesiona el de-
recho del recurrente a la igualdad de oportunidades. La cuantía de los gastos de una
organización de partido capaz de funcionar se encuentra en estrecha relación con la
extensión espacial del territorio en el que el partido político desarrolla su actividad, y
con el porcentaje de ciudadanos a los que se dirige. Los gastos fijos de un partido
que legalmente limita su ámbito de actividad a un sólo Estado federal o que excluye
un determinado territorio de su ámbito de actividad, son menores que los de los par-
tidos que – como el recurrente – están activos en todo el territorio federal.
También es inconstitucional pagar el importe base sólo a los partidos que han con-
seguido al menos el 2% de los votos escrutados válidamente emitidos en la circuns-
cripción electoral. Los presupuestos para la concesión del importe base no deben fi-
jarse en un porcentaje más alto que el que el Tribunal Constitucional Federal, con el
porcentaje de los votos emitidos de como máximo el 0,5%, ha considerado admisible
como presupuesto de la pretensión de la cuantía global de los gastos de la campaña
electoral.
III.
El límite máximo de la cuantía del § 22a párr. 2 inciso 4 PartG está al servicio del ob-
jetivo de impedir los cambios realizados en ingresos por cuotas o por donaciones de
un partido con el objetivo de que puedan llevar a un importante aumento de la igual-
dad de oportunidades. Este precepto de corte no aparece, por ejemplo, complemen-
tando el cálculo de la igualdad de oportunidades, sino que es su componente inte-
gral; sin él, la admisibilidad jurídico-constitucional de la nueva normativa no podría
enjuiciarse en conjunto de forma objetiva. Al respecto, parece básicamente objetiva
la conexión del límite máximo de la cuantía con la indemnización de los gastos de la
campaña electoral y no una referencia ajena a la igualdad de oportunidades, porque
la cuantía de la indemnización de los gastos de la campaña electoral tiene en cuenta
directamente a la fuerza política de un partido reconocible por los votos. La relación
de la fuerza política de los partidos entre ellos es, no obstante, justamente un criterio
decisivo de enjuiciamiento para saber si se concede la igualdad de oportunidades or-
denada por la Constitución.
El pago del importe base en la misma cuantía también a los partidos que se presen-
tan a las elecciones exclusivamente a nivel estatal no lesiona el principio de la igual-
dad de oportunidades de los partidos. El sentido del importe base es equiparar las
menores oportunidades propias de los partidos más pequeños teniendo en cuenta
su raigambre en los ciudadanos, recibiendo por cada voto una cuantía relativamente
más alta que los grandes partidos. Puesto que el importe base se relaciona con la
participación en las elecciones al Parlamento Federal, y de acuerdo con el derecho
electoral, es suficiente que un partido sólo presente una lista estatal, no debe seguir
diferenciándose, con base en la Constitución, según el ámbito de actividad de los
partidos.
La fijación de una cláusula del 2% para la concesión del importe base es igualmente
conforme con la Constitución. Con el pago del importe ha de financiarse únicamente
la larga preparación de la campaña electoral y el continuo discurso ante los electo-
res; por ello, está justificada una barrera mayor que en los gastos a tanto alzado de
la campaña electoral. La experiencia histórica de la República Federal de Alemania
muestra que se encuentra una continuidad de la intervención política sólo en aque-
llos partidos más pequeños que en las elecciones reciben el 1% de los segundos vo-
tos. En los partidos cuyo porcentaje de segundos votos está por debajo de ese por-
centaje, es de temer que, por medio del importe base – medido de acuerdo a su sig-
nificación política –, resulten sobrefinanciados de forma importante. Por lo demás,
una barrera del 2% de los segundos votos no evita la formación de nuevos partidos,
pero impide, sin embargo, la financiación de las llamadas “cápsulas de partido”.
c) La elevación del límite publicitario para las donaciones individuales a los 40.000
marcos alemanes no lesiona el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. Está justificado a la vista
de que el coste de la vida se ha duplicado entre 1968 y 1983, así como en vista de
que los ingresos por donaciones de los partidos políticos se han triplicado de 1968 a
1988, después de que el Tribunal Constitucional Federal, en el año 1969, hubiera
considerado conforme a la Constitución un límite publicitario de 20.000 marcos ale-
manes (BVerfGE 24, 300). A favor del aumento del límite publicitario para las dona-
ciones habla también la simplificación y el ahorro de gastos administrativos que a
ello se vincula.
Simplemente los ingresos propios de los partidos del Parlamento Federal, que desde
1968 casi se han septuplicado, prueban que el peso específico de una donación de
40.000 marcos alemanes en el año 1988 es mucho más bajo que el de una donación
de 20.000 marcos alemanes en el año 1968.
La vinculación del pago del importe base a una barrera del 2% de los segundos vo-
tos emitidos está justificada porque de acuerdo con la experiencia sólo aquellos par-
tidos que claramente pueden contar con más del 0,5% de los segundos votos en una
campaña electoral, que comparativamente tienen gastos altos para el comité del par-
tido y una organización que abarca todo el territorio, se prestan a un discurso conti-
nuo a los electores. Esta base de gastos fijos ya no sigue subiendo a partir de un re-
sultado electoral del 7,5%, siendo entonces más bien similar para todos los partidos.
IV.
En la vista oral, la Sala, junto a las partes procesales, también ha dado la posibilidad
de manifestarse a los representantes de los partidos políticos a los que, de acuerdo
con los resultados de las elecciones al 12º Parlamento Federal, les correspondía un
derecho a la indemnización por los gastos de la campaña electoral, y entre otras
cuestiones, les ha preguntado sobre la cuantía del presupuesto de las asociaciones
del partido asentadas a nivel estatal.
B.
I.
Los oponentes han lesionado los derechos del recurrente recogidos en el art. 21
párr. 1 LF, e infringido el principio de libertad de los partidos frente al Estado al haber
dispuesto en el § 18 párr. 6 PartG, que se concediera también a los partidos, siem-
pre que hayan obtenido al menos el 2% de los segundos votos emitidos en la cir-
cunscripción electoral, un importe base en el marco de una indemnización por los
gastos de la campaña electoral. El principio de libertad de los partidos frente a las in-
jerencias del Estado contiene el mandato de un anclaje duradero de los partidos en
la sociedad y de su alejamiento del Estado en relación a ello. No es compatible con
la Ley Fundamental que el citado precepto otorgue medios estatales a los partidos
que reúnen los presupuestos legales para ello, sin tener en cuenta en el cálculo de
su cuantía el éxito de sus esfuerzos relativos al apoyo financiero de su política por
parte de los afiliados y los donantes, así como sus resultados electorales.
1. De acuerdo con lo dispuesto en el art. 21 párr. 1 inciso 1 LF, los partidos colabo-
ran en la formación de la voluntad política popular. Ahora bien, no tienen el monopo-
lio de la influencia sobre la formación de la voluntad popular. Junto a ellos intervie-
nen en el proceso de formación de la opinión y de la voluntad también los ciudada-
nos en particular, así como colectivos, grupos y asociaciones. El art. 21 LF justifica,
en cualquier caso, la posición predominante de los partidos en el derecho electoral.
Los partidos no son meras organizaciones para la preparación de las elecciones, y
no sólo en esa función son imprescindibles para el ordenamiento democrático. Están
llamados prioritariamente a reunir organizativamente a los ciudadanos de manera
voluntaria en unidades de acción política con el objetivo de la participación en la for-
mación de la voluntad en los órganos estatales, y posibilitarles así una influencia efi-
caz sobre lo que ocurre en el Estado. A los partidos les corresponde formular objeti-
vos políticos y transmitirlos a los ciudadanos, así como colaborar en que se conoz-
can los problemas que afectan tanto a la sociedad como a los ciudadanos en parti-
cular, se mencionen y se les encuentren soluciones adecuadas. El acoplamiento de-
cisivo para el proceso de la formación de la voluntad política en el Estado democráti-
co entre los órganos estatales y el pueblo es también función de los partidos. No se
agotan en el acto periódico de las elecciones al Parlamento. La formación de la vo-
luntad popular y la formación de la voluntad de los órganos estatales se llevan a
cabo en una interacción recíproca múltiple y día a día, co-formada por los partidos.
El programa político y la conducta de los órganos estatales afectan a la formación de
la voluntad popular y son en sí mismos objeto de formación de su voluntad (vid.
BVerfGE 20, 56 [114]; 44, 125 [139 s.]; 73, 40 [85], con ulteriores referencias).
2. Frente a la opinión mantenida hasta ahora por la Sala, el Estado no está impedi-
do, desde la perspectiva jurídico-constitucional, q conceder a los partidos medios
para la financiación de su actividad general que les corresponde realizar de acuerdo
con la Ley Fundamental.
El principio de libertad de los partidos frente a las injerencias del Estado se lesiona,
de esta forma, por la concesión de donaciones financieras cuando por medio de
ellas los partidos se ven privados de la necesidad de preocuparse por el apoyo fi-
nanciero a sus actividades por parte de sus miembros y de los ciudadanos que les
apoyan. Si esto no se atiende, los partidos corren el peligro de disolver su vincula-
ción social (vid. BVerfGE 73, 40 [88]).
Los partidos sólo pueden cumplir su función de colaboración en la formación de la
voluntad política del pueblo en el marco de una construcción democrática del Esta-
do, como se presupone en el art. 21 LF, cuando su dirección y la organización que
está a su disposición no se alejan de su base de miembros y de la ciudadanía. Un
desarrollo en este sentido no se evita por el hecho de que el Estado se limite a la fi-
nanciación de determinadas actuaciones de los partidos – como hasta ahora, en
todo caso, según la apariencia, la preparación de las elecciones -, sino sólo por el
hecho de que las ayudas financieras “se concedan de forma que siga manteniéndo-
se abierto el proceso político, se mantenga la competencia entre partidos y la vincu-
lación de la dirección del partido con su base social” (Grimm, en:
Benda/Maihofer/Vogel [Hrsg.], HbVerfR, 1983, p. 352). Si las necesidades financie-
ras de los partidos se cubren mayoritaria o completamente con medios públicos, los
partidos no serían independientes del Estado de forma jurídico-constitucionalmente
aceptable (vid. BVerfGE 20, 56 [102]; 73, 40 [86]).
4. Del principio de la libertad de los partidos frente a injerencias del Estado se pue-
den apartar ciertas medidas en vista de la extensión de una financiación estatal ge-
neral de los partidos y en relación al criterio del reparto de medios, que al mismo
tiempo tienen en cuenta el principio de la igualdad de oportunidades (sobre ello infra
II. 1.). No rigen sólo para las leyes federales, de acuerdo con el art. 21 párr. 3 LF,
sino que también se han de respetar siempre que los Estados federados, de acuerdo
con el art. 71 LF, sean competentes para legislar. Estas medidas conciernen, por
una parte, al límite superior relativo, hasta el cual – en relación a sus ingresos totales
- pueden conferirse medios estatales a un partido (a), por otra, al límite superior ab-
soluto del volumen total de las dotaciones estatales financieras a los partidos (b), y
por último a la magnitud de referencia según la cual los medios estatales que se atri-
buyen a los partidos se han de repartir entre ellos (c).
Sin perjuicio de la necesidad de una normativa legal sobre los fundamentos de la fi-
nanciación estatal de los partidos, el legislador es muy dueño de fijar, para las nece-
sarias adaptaciones de este límite superior absoluto en atención a los cambios del
valor del dinero, por ejemplo, el ajuste de las ayudas estatales a los partidos a un ín-
dice que se refiera al desarrollo de los precios relevante para el cumplimiento de las
funciones de los partidos. También el legislador puede servirse del consejo de ex-
pertos independientes para el enjuiciamiento de la cuestión acerca de si la situación
ha cambiado de forma decisiva y, en vista de ello, si parece adecuado un aumento
del volumen total de las ayudas estatales. De ahí que, a semejanza de lo que suce-
de con la fijación de los salarios de los diputados y de otros titulares de cargos políti-
cos, el procedimiento legislativo carezca en este ámbito, con carácter general, del
elemento corrector de intereses políticos contrapuestos, una circunstancia que pue-
de, no obstante, suplirse con la ayuda de la activación de una pericia objetiva.
En tanto aquí se atiende a los ingresos por cuotas y donaciones realizadas a los par-
tidos, en todo caso, para no perjudicar la igualdad de oportunidades de los partidos y
el derecho de los ciudadanos a una participación igual en el proceso de formación
de la voluntad política, a diferencia de lo que sucede en la determinación del límite
superior relativo (arriba a), sólo se tienen en cuenta las entregas de una magnitud tal
que todos los partidos, con independencia de sus objetivos políticos, las registran y
también pueden permitírselas los perceptores de ingresos medios. El límite jurídico-
constitucional determinante para el privilegio fiscal de las cuotas de miembros y de
las donaciones (sobre ello infra III.2) también se ha de respetar aquí.
Si el Estado, sin embargo, limita – a lo cual, según lo dicho, está básicamente obli-
gado – el alcance de sus indemnizaciones a los partidos políticos no sólo según su
éxito electoral, sino también según su éxito en conseguir cuotas de miembro y según
sus ingresos por donaciones, esto puede favorecer a aquellos partidos que han con-
seguido la entrada en el Parlamento. En su condición de partidos con representación
parlamentaria, en comparación con los partidos que se han estrellado contra la ba-
rrera legal, tienen mayores oportunidades de presentarse ante los electores en las
futuras elecciones y hacer publicidad de sus objetivos políticos. El legislador tendrá
que comprobar si esta ventaja con efectos potencialmente también sobre la entrada
de militantes y sobre los ingresos por donaciones de los partidos representados en
el Parlamento, que desaparece por la introducción estatal de la barrera legal, necesi-
ta una compensación; podría, por ejemplo, hacer que se atribuya al criterio del resul-
tado electoral de aquellos partidos que, por una parte, obtienen el mínimo de votos
exigible, pero por otra parte, no han alcanzado ningún representante, un peso relati-
vamente mayor en el reparto de las indemnizaciones a repartir en conjunto entre to-
dos los partidos. En todo caso, esto no puede llevar, si se atiende al principio de li-
bertad de los partidos frente a injerencias del Estado, en ningún caso, a una finan-
ciación con medios públicos preponderante de un partido en comparación con los in-
gresos que él mismo ha podido cosechar.
b) Huelga el control de la normativa del importe base del § 18 párr. 6 PartG con arre-
glo al principio de igualdad de oportunidades de los partidos (art. 21 párr. 1 en rela-
ción con el art. 3 párr. 1 LF). Puesto que esta forma de la financiación básica estatal
de los partidos en conjunto se ha revelado inconstitucional, y sobre esta base se ha
de comprobar que el § 18 párr. 6 PartG lesiona al recurrente en su estatus jurídico-
constitucional, no es reconocible un interés del recurrente merecedor de protección,
de forma que se hayan de someter todavía a control constitucional por separado las
partes integrantes de la normativa impugnada del precepto desde el punto de vista
de una lesión al principio de la igualdad de oportunidades de los partidos: la limita-
ción a los partidos que hayan alcanzado al menos el 2% de los segundos votos emi-
tidos en la circunscripción electoral, y el tratamiento igual de los partidos que se pre-
sentan en todo el territorio electoral o en sólo una parte de éste.
II.
(1) El favorecimiento fiscal de las cuotas y las donaciones está, pues, de acuerdo
con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal, expuesto a crítica jurídico-
constitucional, porque favorece a los perceptores de altos ingresos y, de esta forma,
a aquellos partidos que se dirigen típicamente a los círculos con altos ingresos (so-
bre ello infra III. 1.). Infringiría el principio de la igualdad de oportunidades de los par-
tidos cuando la desgravación fiscal alcanzase un nivel tal que fuera susceptible de
cambiar la situación previa de competencia entre los partidos, adquiriendo así una
seria relevancia. (vid. BVerfGE 52, 63 [91]). Da lugar, pues, a distorsiones en la com-
petencia entre los partidos causadas por el Estado o al menos agravadas por el mis-
mo, no una mayor – en términos absolutos – “ventaja fiscal” indirecta de un partido
en las cuotas, con muchos miembros y por tanto con inferior pago de cuotas, sino
una ventaja fiscal indirecta desproporcionada por exceso, medida de acuerdo con el
número de miembros. Sólo ello exige y justifica una igualdad de oportunidades.
También los trabajos preparatorios de la normativa sobre la igualdad de oportunida-
des prueban que por parte del legislador no se trataba, por ejemplo, de compensar
los diferentes ingresos por cuotas y donaciones de los partidos en particular; única-
mente debe ser compensado el efecto desigual de las normas fiscales y, de esta for-
ma, la diferente cuantía de las ventajas fiscales en relación al resultado electoral de
un partido, que favorecen a los partidos indirectamente por medio de la renuncia fis-
cal del Estado (vid. el informe de la Comisión de Expertos sobre la nueva ordenación
de la financiación de los partidos, 1983, p. 204 s., y el informe de la Comisión de In-
terior del Parlamento Federal alemán de 29 de noviembre de 1983, cit., BOPF
10/697, p. 8 s.).
(2) En la uniforme desgravación fiscal del § 34g EStG no pueden, en cualquier caso,
tomar parte los contribuyentes no obligados al pago del impuesto sobre la renta. Con
independencia del tamaño de este grupo de miembros del partido, su exclusión del
favorecimiento operado por el § 34g EStG no lleva, sin embargo, a distorsiones en la
competencia entre los partidos que puedan ser compensadas por la igualdad de
oportunidades del § 22a PartG. El precepto del § 22a párr. 2 PartG, en tanto regula
la compensación de las cuotas, sólo tiene como objetivo compensar la ventaja fiscal
indirecta que se presume en la relación entre el número de afiliados y la cuantía me-
dia de las cuotas, sin tener en cuenta la desgravación fiscal del contribuyente parti-
cular. Al respecto, la ley parte de una desgravación fiscal media por una cuantía del
40% de la cuota facilitada (vid. sobre ello BVerfGE 73, 40 [90 ss.]). La igualdad de
oportunidades de acuerdo con el § 22a PartG, no se ha establecido en principio
como una compensación en favor de los partidos políticos que tienen un número de
miembros superior a la media, que no se pueden permitir el disfrute de la desgrava-
ción fiscal. Por ello puede quedar aquí abierto si tal compensación estaría ordenada
por la Constitución.
(3) Si de la renuncia fiscal del Estado en las cuotas de los afiliados a partidos políti-
cos no se deriva una necesidad de equiparación que pueda ser satisfecha por medio
de la aplicación del § 22a PartG – así lo ha apuntado también en la vista oral el re-
presentante del Parlamento Federal -, así, la inclusión de las cuotas de los militantes
igualmente en el § 22a párr. 2 PartG tampoco puede ser justificada desde el punto
de vista alegado por el recurrente en 1. La limitación de la igualdad de oportunidades
para las donaciones conduciría a manipulaciones, y en cualquier caso, a cambios
más profundos por parte de los partidos, de ingresos por donaciones a ingresos por
cuotas. De la diferenciación jurídica y fáctica entre donaciones y cuotas también ha
partido el legislador en el § 27 párr. 1 PartG, y especialmente en la fórmula de cálcu-
lo de la igualdad de oportunidades contenida en el § 22a párr. 2 PartG. La definición
legal de las cuotas y las donaciones en el § 27 párr. 1 PartG permite, en cualquier
caso, a los partidos cambios entre las formas de ingreso por medio de la correspon-
diente configuración normativa con un alcance de no poca importancia (con más de-
talle vid. sobre ello c). Esto no justifica, sin embargo, la lesión del principio de la
igualdad de oportunidades de los partidos, que se fundamenta en que por medio del
§ 22a párr. 2 PartG se deducen cuantías de igualdad de oportunidades en una cuan-
tía que influya la situación competencial de los partidos, aunque no existe, como se
ha expuesto, necesidad de compensación.
(1) La falta de aptitud de la disposición para alcanzar su objetivo tiene su causa, ante
todo, en que la extensión de las cuantías de indemnización a pagar a los partidos
con derecho a ello se determina básicamente a raíz de la distancia más alta de la lla-
mada cantidad de partida (§ 22a párr. 2 incisos 1 y 2 PartG) a las cantidades de par-
tida de los demás partidos. Cuanto mayor es la distancia absoluta de la cantidad
más alta de partida de un partido político que ha de considerarse como partido mo-
delo, de acuerdo con el § 22a párr. 2 inciso 1 PartG, con las cantidades de partida
de los restantes partidos, tanto mayores son las cantidades de compensación de los
partidos con derecho a la igualación de oportunidades, e incluso con las ventajas fis-
cales indirectas que se mantienen igual en los ingresos por cuotas y donaciones. In-
cluso en la limitación esquemática de las indemnizaciones por igualdad de oportuni-
dades de acuerdo con el § 22a párr. 2 inciso 4 PartG, al 10% de la indemnización de
los gastos de la campaña electoral por partido y ejercicio económico – sin embargo,
en principio sólo sin ellas – pueden las ayudas en concepto de igualación de oportu-
nidades alcanzar una cuantía que va más allá de la cantidad de las ventajas fiscales
que en conjunto indirectamente afluyen a los partidos – un resultado que no es com-
patible con el objetivo de la igualación de oportunidades de compensar los superá-
vits de los partidos, en particular indirectamente con las ventajas fiscales. El límite de
corte del 10% contenido en el § 22a párr. 2 inciso 4 PartG, que debe impedir estos
resultados, es además por su parte inconstitucional, como se ha de ver (abajo [3]).
(2) Los efectos del cálculo de la igualdad de oportunidades de acuerdo con lo dis-
puesto en el § 22a párr. 2 PartG, objeto de reparos, que no están en situación de
producir dicha igualdad, se pueden ver con el ejemplo de la equiparación de oportu-
nidades para el ejercicio económico de 1990.
1 2 3 4 5 6 7 8
1 9 10 11 12 13 14
CD 2,2113 58.364.46,33 29.003.170,73 18.434.790,79 10.069.066,83 10.069.066,83 (reducida)
CSU 4,3957 --- --- 2.817.586,92 3.589.473,79 2.817.586,92
FDP 2,3208 17.389.617,78 8.208.219,78 4.104.109,89 4.013.710,72 4.013.710,72 (reducida)
SPD 1,0942 58.705.325,16 44.091.699,56 25.329.839,58 10.119.398,00 10.119.398,00 (reducida
GRÜNE 2,3558 7.816.411,76 3.627.362,22 1.000.231,94 2.079.214,52 1.000.231,94
REP 0,8148 3.832.052,58 3.121.693,84 1.818.625,70 1.019.350.00 1.019.350.00 (reducida)
DIE 0,2564 1.368.526,47 1.288.712,52 675.591,15 202.242,57 202.242,57 (reducida)
GRAUEN 2,3629 840.923,78 388.884,86 288.434,07 124.272,78 124.272,78 (reducida)
ÖDP
GRÁFICA 3
CÁLCULO DE LA EQUIPARACIÓN DE OPORTUNIDADES SOBRE LA BASE DE LOS INFORMES DE CUENTAS DE 1990
(partiendo de que LOS VERDES fueran el partido modelo en las cuotas – lo que no fue así)
Partido 40% de las cuotas Número de Cantidad de Cantidad Diferencia Los datos en
de los miembros miembros obligados partida A máxima de entre c. 5 c. 7 – 11 se
en marcos al pago de cuotas Divisor c.2 acuerdo con y c. 2 mantienen
alemanes por c. 3 c.4 mult. por como en la
nº de Gráfica 1
miembros
(c. 3)
1 2 3 4 5 6
1 12 13 14
CD 31.754.372 10.069.066,83 10.069.066,83 (reducida)
CSU 6.612.973 3.589.473,79 3.589.473,79 (reducida)
FDP 5.464.410 4.013.10,72 4.013.10,72 (reducida)
SPD 44.064.997 10.119.398,00 10.119.398,00 (reducida)
GRÜNE 1.813.681 2.079.214,52 1.813.681,00
REP 2.159.623 1.019.350,00 1.019.350,00 (reducida)
DIE GRAUEN 705.156 202.242,57 202.242,57 (reducida)
ÖDP 371.803 124.727,78 124.727,78 (reducida)
(3) Por último, puede aquí quedar abierta la cuestión de si la formación de la media
aritmética de la cuantía de compensación calculada para las ventajas fiscales en las
donaciones y las cuotas (§ 22a párr. 2 inciso 3 PartG) se somete a importantes ob-
jeciones de constitucionalidad; en todo caso esta forma de cálculo se aproxima a la
conclusión de que ni el procedimiento de cálculo original (§ 22a párr. 2 incisos 1 y 2
PartG), especialmente la admisión de una ventaja fiscal del 40%, no responde al ob-
jetivo de la normativa en el § 22a PartG, o el subsiguiente acortamiento a la mitad (§
22a párr. 2 inciso 3 PartG) lleva a un falseamiento del cálculo en sí correcto. En
cualquier caso, la limitación de la cuantía por igualación de oportunidades a pagar a
un máximo anual del 10% de la indemnización de los gastos de campaña electoral
que corresponden al partido (§ 22a párr. 2 inciso 4 PartG) del cálculo de la equipara-
ción de oportunidades es poco objetivo y, por tanto, desigual. No existe una relación
objetiva reconocible entre la compensación que corresponde al partido por el exceso
relativo de ventajas fiscales que han afluido a otros partidos, y el coste de la direc-
ción de la campaña electoral por unas elecciones al Parlamento Federal de hasta
hace cuatro años atrás como medida para la limitación de la cuantía de la igualación
de oportunidades.
(5) Por el contrario, el examen aportado por el Parlamento Federal sobre que la
igualación de oportunidades modificada en la redacción de la Ley de Modificación de
1988 es en mucha mayor medida más adecuada que la anterior redacción para dar
lugar a un reparto justo de las ayudas en concepto de igualación a favor de los parti-
dos con muchos miembros, pero con “pocos donantes”, no afectan a las carencias
apuntadas de la equiparación de oportunidades. Estas carencias aparecen, por lo
demás, de forma especial en la equiparación de oportunidades para el ejercicio eco-
nómico de 1990, pero en modo alguno se limitan a ese ejercicio económico, puesto
tienen su origen no, por ejemplo, en un peculiar resultado de las cuotas, las donacio-
nes o las elecciones de ese año, sino en la forma de cálculo con base en la ley del §
22a párr. 2 PartG.
(2) Si los partidos hacen uso de estas posibilidades de configuración, esto repercute
necesariamente sobre el cálculo de la igualación de las oportunidades. Cuando se
alcanzan de esta forma cuantías importantes, como es el caso de las contribuciones
de los mandatarios, se producen efectos sobre el cálculo de la equiparación de opor-
tunidades. Esto no es compatible con la función de esta institución. Al margen de la
imposibilidad de prever los futuros resultados de la equiparación de oportunidades,
que ante todo se funda en que su cálculo sólo puede tener lugar tras la entrega de
los informes de cuentas de los partidos, normalmente un año después del ejercicio
económico a considerar en su caso, de todos son conocidos partidos típicamente
fuertes en donaciones y cuotas; a la vista de ello pueden influenciarse a propósito
los ingresos por donaciones o cuotas de un partido con el objetivo de conseguir un
efecto favorable en lo que respecta a las ayudas en concepto de equiparación de
oportunidades.
III.
Por ello, los oponentes también han infringido el principio de igualdad de oportunida-
des de los partidos, recogido en el art. 21 párr. 1 en relación con el art. 3 párr. 1 LF,
y de esta forma el derecho del recurrente, que se prevé en el § 10b EStG y el § 9
núm. 3 letra b) KStG, a la deducibilidad de las cuotas de miembro y donaciones a los
partidos políticos hasta una cuantía de en total 60.000 marcos alemanes, y en caso
de declaración conjunta de los cónyuges, hasta una cuantía de en total 120.000 mar-
cos alemanes en el año natural.
1. Ello se infiere de que, como se ha dicho (supra II.), la normativa de la igualación
de oportunidades en el § 22a PartG no es capaz de dar lugar a la necesaria com-
pensación a favor de los partidos perjudicados por la renuncia fiscal del Estado.
El Estado falsea con el favorecimiento fiscal de las donaciones a los partidos políti-
cos su situación competencial previa, cuando de esta forma se favorecen partidos
que ejercen un mayor poder de atracción entre contribuyentes con altos ingresos
que otros partidos (vid. BVerfGE 8, 51 [65 ss.]; 24, 300 [357 ss.]; 52, 63 [88 ss.]; 73,
40 [89]). Los límites constitucionales de un favorecimiento fiscal admisible de cuotas
y donaciones a partidos políticos, que no son compensados eficazmente por otras
prestaciones del Estado, pasa por donde alcanza una medida que es apropiada para
cambiar la situación competencial previa entre los partidos en una manera seria y de
peso. Este límite no se alcanza cuando el favorecimiento fiscal puede ser utilizado
por parte de la mayoría de los contribuyentes (vid. BVerfGE 52, 63 [91]).
Para la igualdad de oportunidades de los partidos esto significa que los partidos que
se dirigen con su programa a ámbitos de la población con altos ingresos y especial-
mente empresariales de forma particular son favorecidos por la desgravación fiscal
del § 10b párr. 2 inciso 1 EStG y del § 9 núm. 3 letra b) KStG frente a otros partidos.
Estas disposiciones favorecen a su clientela de forma desproporcionada, la renuncia
fiscal indirecta estatal favorece de esta forma a estos partidos en medida altamente
desigual en comparación con partidos con seguidores mayoritariamente con ingre-
sos medios o bajos.
El legislador no ha desconocido esto. Para compensar las distorsiones de la compe-
tencia operadas por las disposiciones fiscales impugnadas, ha previsto – como ya lo
hizo por medio de la Ley de Modificación de la Ley de Partidos y otras leyes de 22
de diciembre de 1983 (BOF I p. 1577) –, la llamada equiparación de oportunidades
en el § 22a PartG. La Sala ha seguido esta idea del legislador también en principio
en su Sentencia de 14 de julio de 1986 (vid. BVerfGE 73, 40 [89]). Puesto que, sin
embargo, la equiparación de oportunidades, tal y como se regula en el § 22a PartG,
no es capaz de conseguir una compensación a favor de los partidos perjudicados
por la renuncia fiscal estatal en la forma jurídico-constitucionalmente ordenada, y por
tanto es inconstitucional, la normativa adoptada en el § 10b párr. 2 inciso 1 EStG y
en el § 9 núm. 3 letra b) KStG queda aislada y lesiona de esta forma el principio de
igualdad de oportunidades de los partidos.
a) De ello se desprende, en primer lugar, que las donaciones que realizan las entida-
des, las asociaciones y las masas patrimoniales a los partidos en el sentido del § 1
párr. 1 KStG (en adelante: corporaciones), no pueden ser favorecidas fiscalmente. El
favorecimiento fiscal de las donaciones que se realizan por parte de las corporacio-
nes crea para las personas físicas que se encuentran tras ellas una posibilidad adi-
cional de influencia favorecida por el Estado – y por tanto a cargo del resto de los
contribuyentes – sobre la formación de la voluntad política, que no es aplicable a los
demás ciudadanos. Puesto que este tratamiento desigual, en vista del carácter for-
mal del principio de igualdad, precisaría para su justificación una razón apremiante,
pero ésta no es evidente, es inconstitucional el § 9 núm. 3 letra b) KStG, Lo mismo
es aplicable al § 9 núm. 3 letra c) KStG.
b) (1) La deducibilidad fiscal de las cuotas de miembro y de las donaciones a los par-
tidos políticos hasta un importe de 60.000 marcos alemanes – en caso de declara-
ción conjunta de los cónyuges, hasta 120.000 marcos alemanes – en el año natural,
como se permite en el § 10b párr. 2 EStG, no es justificable jurídico-constitucional-
mente. En la escala impositiva progresiva del derecho tributario vigente, el ciudada-
no con altos ingresos se ve favorecido fiscalmente frente al ciudadano con bajos in-
gresos, al tener la posibilidad de conseguir influencia sobre la formación de la volun-
tad política mediante donaciones a los partidos. Al ahorrarse frente a éste una cuan-
tía impositiva absoluta y relativamente más elevada, se premia, por así decir, su opi-
nión política. Este tratamiento fiscal desigual por parte de la ley de la influencia sobre
la formación de la voluntad política según la cuantía de los ingresos no es compati-
ble, sin embargo, con el principio de igualdad formal, que domina el ejercicio de los
derechos políticos en la democracia liberal (BVerfGE 8, 51 [69]).
El precepto del § 34g EStG tampoco es por ello, por ejemplo, constitucionalmente in-
defendible, porque las ventajas que sobre su base se otorgan a los miembros de
cuota o a los donantes sólo pueden beneficiar a los obligados a tributar. Se mantiene
en el marco de la tipificación legal admisible que el legislador parta del caso general
de que las personas sin o con ingresos bajos por regla general no vienen en consi-
deración como donantes. La circunstancia de que de la disposición contenida en el §
34g EStG sólo pueden beneficiarse las personas que están sometidas a la obliga-
ción de tributar, tampoco lleva desde el punto de vista de su carácter estricto a un
perjuicio grave del derecho a la participación igual en la formación de la voluntad po-
lítica de quienes no están obligados a tributar; y no precisamente porque no se pue-
da ejercer influencia política por las donaciones de la cuantía que aquí viene en con-
sideración. El legislador ha dado expresión por medio de este precepto a la idea
acertada de que los partidos políticos – y las asociaciones equiparadas a ellos en el
§ 34g inciso 1 núm. 2 EStG – necesitan para cumplir sus funciones una base de
miembros y un sustrato financiero. En vista de que los partidos son imprescindibles
para la capacidad de funcionamiento del orden estatal democrático, la decisión del
legislador de fomentar fiscalmente la colaboración ciudadana con los partidos de una
y otra forma no es objetable cuando por medio de ella, como en el caso del § 34g
EStG, no se lesiona ni a los partidos en su derecho a la igualdad de oportunidades ni
a los ciudadanos en su derecho a la participación igual en la formación de la volun-
tad política. Por último se ha de atender a que los partidos, cuanto más satisfagan su
necesidad financiera con cuotas de miembro y pequeñas donaciones, menos corre-
rán peligro de depender de las grandes donaciones. También esto justifica el favore-
cimiento fiscal de las donaciones a los partidos en una cuantía al alcance de la gran
mayoría de los ciudadanos.
c) Por este motivo, los servicios estatales competentes deben controlar la actual apli-
cación del derecho tributario vigente. El estricto principio de igualdad se opone al fa-
vorecimiento fiscal de las donaciones realizadas a los partidos conseguido por medio
de la interposición de una corporación, se produzca aquél por la exención fiscal de la
corporación o por la exención de una persona física que presta servicios para la cor-
poración. Los servicios competentes deben garantizar, por medio de las disposicio-
nes y las sanciones eficaces, que se observe la prohibición de exención fiscal. Esto
se refiere en particular a la práctica a que se hace referencia en el informe del Tribu-
nal Económico-Administrativo Federal de 17 de mayo de 1952 (BFI III 1952 p. 228),
que reconoce a las asociaciones profesionales también exenciones fiscales cuando
remiten parte de sus ingresos a un partido. Lo mismo rige en relación a la prohibición
del § 55 párr. 1 núm. 1 AO, que prohíbe a las corporaciones el empleo de sus me-
dios en apoyo o fomento de partidos políticos y que se confirma en el § 25 párr. 1
núm. 2 PartG, así como a la prohibición de desgravar donaciones con fines político-
estatales como gastos de explotación o gastos deducibles (§§ 4 párr. 6, 9 párr. 5
EStG, § 8 KStG). Por último, el legislador tiene que comprobar si un favorecimiento
fiscal demasiado generoso de las donaciones, también de las donaciones de perso-
nas jurídicas, a organizaciones del ámbito político, que con ayuda de los medios que
afluyen a ellos colaboran en el proceso de formación de la voluntad política con el
objetivo de fomentar la política de determinados partidos, puede perjudicar, por su
parte, el derecho del ciudadano a la participación igual en este proceso. También la
igualdad de oportunidades de los partidos podría verse afectada por ello.
IV.
1. De acuerdo con lo dispuesto en el art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, los partidos están
obligados a rendir públicamente cuentas sobre el origen y el uso de sus medios, así
como sobre su patrimonio. El tenor literal del precepto habla a favor de que apunta a
una presentación de cuentas lo más completa posible. La competencia normativa
abierta al legislador federal en el art. 21 párr. 3 LF le permite ciertas limitaciones de
este deber de dar publicidad, afecten a la forma de la rendición de cuentas o a la
manera y cuantía de los ingresos comprendidos. Tales limitaciones deben ser com-
patibles siempre con el sentido y el objetivo del precepto.
3. Para alcanzar el objetivo del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, de informar a los electores
sobre las fuerzas que pretender influenciar con aportaciones dinerarias o prestacio-
nes financieras la política de un partido, deben recogerse sólo aquellas aportaciones
según su origen que, debido a su cuantía, pueden ser empleadas para obtener in-
fluencia política (vid. BVerfGE 24, 300 [356]). La concreción de este límite corres-
ponde al legislador, que tiene al respecto un cierto margen de valoración, en cuyo
ejercicio puede atender no en último lugar al punto de vista de la practicabilidad.
Además, también debe tener a la vista el objetivo que persigue la Ley Fundamental
con el mandato de publicidad del art. 21 párr. 1 inciso 4. Si se trata de informar a los
electores de la posible influencia del dinero o de las prestaciones económicamente
valorables sobre el proceso de formación de la voluntad política del pueblo, el legis-
lador debe también tener en cuenta qué efectos puede tener una donación en los ni-
veles organizativos inferiores de un partido y en los partidos más pequeños.
a) El tenor literal y el sentido del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF no dejan espacio alguno
para aceptar que el legislador necesita en la valoración de las posibilidades de in-
fluencia política por medio de donaciones tener en cuenta exclusivamente el partido
general. Así, en la audiencia pública de expertos en relación al proyecto de una ley
de modificación de la Ley de Partidos y otras leyes ante la Comisión de Interior del
Parlamento Federal el 21 de noviembre de 1988, se mantuvo mayoritariamente la
opinión por parte de los expertos de que la influencia de las donaciones sobre la in-
dependencia de las asociaciones de los partidos, en especial a nivel municipal, debe
atenderse en la fijación del límite publicitario (así, especialmente el experto Prof. Dr.
Kaack, Diario de Sesiones de la 36ª sesión de la Comisión de Interior del Parlamento
alemán, p. 5 s., 116 y 122, así como las alegaciones escritas que acompañan al acta
como documento anexo 1, cit., pp. 138 ss.; en resultado también Seifert, cit., p. 9 s.;
Schneider, cit., p. 14, 101, así como v. Arnim, cit., p. 36). Por el contrario, en tanto la
decisión de la Sala de 3 de diciembre de 1968 (BVerfGE 24, 300 [356]) puede enten-
derse en el sentido de que sólo las donaciones importantes para la política de un
partido general están sometidas en virtud de la Constitución a una obligación de pu-
blicidad, no se sigue su doctrina.
Por otra parte, la atención a las relaciones de las agrupaciones políticas más peque-
ñas no es jurídico-constitucionalmente obligada. El deber de publicidad está al servi-
cio de la comunicación de la influencia política. Los partidos que disponen de influen-
cia política tienen siempre una considerable necesidad de financiación. Si la necesi-
dad financiera de un partido, por el contrario, es tan escasa que a un donante le es
posible manipularlo a él o a una de sus asociaciones por medio de una donación de
cuantía proporcionalmente inferior, por regla general el partido, por su parte, no pue-
de ejercer ninguna influencia política que merezca considerarse.
4. Se satisface el objetivo de protección del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, por lo demás,
únicamente cuando los electores tienen conocimiento del verdadero origen de los
medios de un partido. De ello se ha de preocupar el legislador. Con este objetivo, en
el § 25 párr. 1 inciso 2 núm. 5 PartG se dispone, entre otras cuestiones, que los par-
tidos no deben aceptar donaciones cuando superan el poco relevante límite – consti-
tucionalmente irreprochable – de los 1.000 marcos alemanes (vid. § 27 párr. 3
PartG) y el donante actúa evidentemente en condición de “hombre de paja”. Si el va-
lor de la donación alcanza, pues, más de 1.000 marcos alemanes, sólo puede ser,
según la ley, aceptada por un partido cuando éste conoce al verdadero donante; si el
valor de la donación supera los 20.000 marcos alemanes, además, la Constitución
impone que el nombre del donante se recoja en el informe de cuentas. También des-
de este punto de vista se ha de controlar el informe de cuentas (vid. § 23 párr. 2
PartG).
Si por el contrario el receptor emplea los medios que se le han entregado para finan-
ciar sus propios objetivos políticos, por ejemplo, para financiar “su” campaña electo-
ral, normalmente, no obstante, de esta forma también se apoyan los objetivos del
partido de que se trate, cuyos esfuerzos él sigue y apoya con su actividad política. El
donante, sin embargo, sólo es conocido por el receptor, como el hecho de que la do-
nación supera en el año natural el valor de 10.000 marcos alemanes, si se entrega a
un diputado del Parlamento Federal y éste, de acuerdo con el § 4 párr. 2 del Código
Deontológico, lo denuncia al Presidente del Parlamento Federal. Al respecto, en vis-
ta de los preceptos del Código Deontológico (vid. especialmente el § 4 párr. 1 y 3 y
el § 8) y las disposiciones correspondientes del derecho estatal, básicamente tam-
bién se dan por satisfechos desde la perspectiva del mandato de publicidad dirigido
a los partidos del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF. Ahora bien, si una donación entregada a
un diputado alcanza un valor tal que si se entregara al partido, tendría que ser reco-
gida por éste, de acuerdo con lo dispuesto en el precepto correspondiente, en su in-
forme de cuentas indicando su origen, y es empleada por el receptor en beneficio
(también) del partido, exige el art. 38 párr. 1 inciso 2 LF-- que garantiza la indepen-
dencia de los diputados, ya en vista del art. 21 párr. 1 inciso 4 LF, cuya elusión ya se
adelantó-- la exposición también pública del donante. La influencia ejercida por la
entrega de dinero o de prestaciones económicamente valorables sobre la formación
de la voluntad política de los partidos, que de acuerdo con el art. 21 párr. 1 inciso 4
LF, debe ser pública y de esta forma hacerse transparente, puede también ejercerse
por medio de la correspondiente entrega al titular de un mandato político, con o sin
que el partido al que pertenece lo sepa. Pues a todos los niveles políticos los diputa-
dos en los Parlamentos y en las representaciones municipales ejercen considerable
influencia sobre la formación de la voluntad política en los partidos. En tanto el legis-
lador no adopte otra normativa legal al respecto, se ha de aplicar conforme a la
Constitución el § 44a párr. 2 núm. 3 AbgG en relación con el § 4 párr. 2 del Código
Deontológico, de forma que las donaciones dinerarias y otras entregas económica-
mente valorables a los miembros del Parlamento Federal, que se ponen a su dispo-
sición para el desarrollo de su actividad política, se han de hacer públicas mediante
comunicación eficaz del Presidente del Parlamento Federal, siempre que superen en
el año natural la cuantía de 20.000 marcos alemanes y no se recojan – tras la entre-
ga – en el informe de cuentas de un partido de acuerdo con su origen. Lo mismo es
aplicable a los miembros de los Parlamentos estatales.
5. A todos los esfuerzos por hacer justicia al fin de la disposición del art. 21 párr. 1
inciso 4 LF se les han puesto límites. El objetivo de hacer posible tener influencia so-
bre el proceso de formación de la voluntad política del pueblo por la entrega de dine-
ro y prestaciones valorables en dinero y su publicación, y así por último neutralizarlo,
será alcanzable por preceptos jurídicos siempre de forma aproximada. Por último, es
responsabilidad de los propios partidos diferenciar la influencia no objetiva de intere-
sados adinerados de la objetiva, y resistir a la presión ejercida por los interesados
(vid. BVerfGE 20, 56 [105] en apoyo a K. Hesse, VVDStRL 17 [1959], p. 29; también
BVerfGE 52, 63 [87]). El modo y la forma en que se responde a esta responsabilidad
supone en una parte esencial su apariencia y de esta forma también la apariencia
del Estado democrático.
C.
Los oponentes han infringido, en la medida que se desprende del fallo, la Ley Fun-
damental. De acuerdo con el § 67 inciso 1 BVerfGG, el Tribunal Constitucional Fede-
ral sólo puede realizar esta constatación. Se le prohíbe una decisión sobre la validez
de la norma en el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales (BVerf-
GE 24, 300 [351], con ulteriores referencias). Antes bien, corresponde al legislador
poner fin a la situación inconstitucional que se ha comprobado. Al respecto se ha de
atender a lo siguiente:
1. Hasta que se dicte una nueva normativa, a más tardar hasta finales de 1993, se
han de tolerar parcialmente las carencias de la situación jurídica existente. Corres-
ponde a la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal no ocasionar con sus
sentencias una situación que todavía fuera menos compatible que la actual con la
Constitución (BVerfGE 83, 130 [154]). La inmediata inaplicabilidad de las normas
concernientes – directa o indirectamente – a las prestaciones del Estado a los parti-
dos privaría a estos de una parte esencial de su base financiera, sin tener lista una
solución de sustitución. Por lo mismo tampoco viene en consideración una devolu-
ción de las prestaciones realizadas sobre la base del derecho vigente.
Pero las lesiones constitucionales ocasionadas con el actual sistema tienen un peso
importante. A pesar de la pretensión del legislador, con independencia de las cues-
tiones relacionadas con la consecución de la unidad alemana, y sin perjuicio de la di-
ficultad del tema, debe, sin embargo, esperarse del legislador que elimine estas in-
fracciones a tiempo de forma que en las elecciones que se esperan para 1994 al
Parlamento Federal ya no desarrollen ningún efecto.
c) Al igual que en el marco de una financiación estatal futura general de los partidos
que complemente los ingresos que ellos mismos consiguen, el legislador competen-
te tiene que tener en cuenta en el período transitorio la situación de las asociaciones
electorales que concurren con los partidos a nivel municipal. Aunque no se pueda or-
denar, en vista de sus limitados objetivos políticos, una equiparación de las asocia-
ciones electorales municipales con los partidos políticos desde la perspectiva jurídi-
co-constitucional (vid. BVerfGE 78, 350 [358 s.]), tampoco se puede olvidar que una
financiación estatal (parcial) de la actividad general de los partidos también favorece
su actividad política a nivel municipal.
D.
2
238
Sobre este contexto socio-político existente puntualmente entre las dos Alemanias véase P. KIRCH-
HOF, Paul, Tareas del Bundesverfassungsgericht en una época de cambios, Revista Española de De-
recho Constitucional, Nº 17, 1997, pág. 14 y ss.
RDA, así como las medidas correctoras introducidas por el legislador. El Tribunal
Constitucional Federal reconoce que a pesar de que tales medidas correctoras
pretenden garantizar el principio de igualdad formal consustancial al principio
democrático, la barrera electoral acaba conduciendo más bien a resultados
contrarios al mismo (C I).241 Como recuerda el citado Tribunal, el principio de
igualdad formal de la Grundgesetz sólo puede esgrimirse para enjuiciar o conformar
situaciones materialmente homogéneas, o, expresado en otros términos, sobre la
base de una igualdad material, lo que no se da en el caso enjuiciado.
El Bundesverfassungsgericht pone de manifiesto que la fijación de una
barrera legal del 5%242 en todo el territorio electoral supone una infracción del
principio de igualdad debido a la diferente extensión de territorio electoral (C II). Con
arreglo a la actividad desarrollada hasta aquél momento por los partidos de los
antiguos territorios de la RFA y de la RDA, la fijación uniforme de dicha barrera legal
en todo el territorio electoral conduce a que mientras a los primeros, para superar
dicha barrera les baste con captar sólo el 6 % de los segundos votos del electorado
de la RDA, los partidos de este territorio requerirían la captación del 23,75 % de los
segundos votos del electorado de la RFA para poder estar representados en el
Parlamento Federal (C I). Así, la fijación de la barrera legal exige de unos partidos—
los de la RDA- la necesidad de ocuparse de un 300 % más de electores, mientras
que a otros—los de la RFA—les basta con acrecentar sus esfuerzos un 27 % más,
generándose así un trato desigual a favor de los partidos políticos que
desempeñaban sus actividades en la RFA (C IV 1 a y b).243 Aquí se puede constatar
la doctrina del Bundesverfassungsgericht de que la fijación de criterios igualitarios
sin tener en cuenta adecuadamente la situación fáctica sobre la que deben de
2
241
Véase aquí la jurisprudencia constante presente en las BVerfGE 51, 222 (234); BVerfGE 78, 350
(357 y ss.).
242
Cuya función ha resultado avalada, sin embargo, por las BVerfGE 1, 208 (247 y ss); BVerfGE 6, 84
(92 y ss.) y BVerfGE 51, 222 (236), en las que se sostiene que pretenden garantizar el funcionamien-
to eficaz del Parlamento Federal. Un análisis teórico-normativo del elemento de la barrera legal en el
contexto del principio democrático y sus efectos puede verse en WILD, Michael, Die Gleichheit der
Wahl. Dogmengeschichtliche und systematische Darstellung, Duncker & Humblot, Berlín, 2003, pág.
101 y ss.
2
243
Véase JESSE, Eckard, Deutschland zwischen Teilung und Einheit. Von 1945 über 1949, 1969, 1982,
1989/90 bis zu 1999 en JESSE/LÖW (edits.), 50 Jahre Bundesrepublik Deutschland, Duncker &
Humblot, Berlín, 1999, pág. 11 y ss.
aplicarse puede conducir a resultados contrarios al principio de igualdad formal (C
I).244 Si bien el Tribunal Constitucional Federal reconoce que la fijación de la barrera
legal y la precisión de su contenido es competencia de legislador,245 apunta a que las
concretas circunstancias fácticas quizás pudieran haber justificado la fijación de una
barrera legal regionalizada, dispar para cada uno de los antiguos territorios de la
RFA y la RDA y, además, quizás por debajo del 5% (C IV 1 b).
En otro orden de cosas, la fijación de una barrera legal en todo el territorio
electoral genera también un trato desigualitario formal como consecuencia del corto
transcurso de tiempo que la norma impugnada concede concretamente a los
partidos políticos de la RDA para su organización de cara a las elecciones--3 meses
—( C II). La desigualdad que genera este plazo temporal se vincula concretamente a
la regulación legal de los partidos existente hasta la disolución de la antigua RDA,
que sólo podían ejercer sus funciones en el marco de los principios del régimen
dictatorial preexistente, en denominado, Frente Nacional—encarnado por el partido
SED (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands)--.246 El citado periodo temporal
establecido por el Tratado de Preparación y Ejecución de las Primeras elecciones
panalemanas al Parlamento Federal impugnado impide a los partidos que sólo han
podido constituirse lícitamente tras la disolución de la RDA organizarse de facto para
las elecciones de una forma adecuada. (C IV 2b).
El legislador ha constatado, sin embargo, en cierta medida esta desigualdad
material, previendo un mecanismo destinado a corregirla: permitir que los partidos
políticos que se han formado en uno de los dos Estados alemanes y no han
constituido todavía la base organizativa para las elecciones, puedan acordar
coaliciones de listas a fin de dar efecto al peso conjunto de los segundos votos
emitidos a su favor en las elecciones (C III 1). Esta norma, si bien pretende mitigar
244
Véase también la BVerfGE 14, 21 (134). En la doctrina española puede verse sobre este concreto
aspecto CRUZ VILLALÓN, Pedro, Legislación electoral y circunstancias excepcionales: la igualdad de
oportunidades de los partidos políticos en las primeras elecciones generales de la nueva R. F. A.
(Sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán de 29 de septiembre de 1990), Revista
Española de Derecho Constitucional, Nº 30, 1990, pág. 129 y ss.
245
BVerfGE 4, 31 (40).
246
Véase al respecto el art. 3.2 de la Constitución de la República Democrática Alemana, de 6 de abril
de 1968, en la redacción de 7 de octubre de 1974). Sobre la situación de los partidos de cara a las
elecciones panalemanas de 1990, véase VOLKENS/KLINGEMANN, Die Entwicklung der deutschen
Parteien im Prozeß der Vereinigung en JESSE/MITTER, (edits.), Die Gestaltung der deutschen Einh-
eit. Geschichte - Politik – Gesellschaft, Bouvier, Bonn, 1992, pág. 189 y ss; FÖRST, Walter, Zwischen
Reichsreformdiskussion und Wiedervereinigung en BRACHER, Karl Dietrich, Staat und Parteien.
Festschrift für Rudolf Morsey zum 65. Geburtstag, Duncker & Humblot, Berlin 1992, pág. 935 y ss.
de iure la desigualdad material de todos los partidos recientemente constituidos, de
facto, sólo podrían acogerse a ella dos partidos, en la medida en que sólo pueden
formar una coalición de listas los pequeños partidos que pueden contar en la RFA
con otros partidos partidos que gozan de un considerable número de votos, que les
permita superar la barrera legal del 5% (C III 2 a). Por ello, la coalición de listas,
aunque teoría se encuentra destinada a paliar la desigualdad material en la que se
hallan los partidos de la RDA, la inadecuada apreciación por parte del legislador de
la situación fáctica existente acaba por generar una desigualdad formal entre ellos.
Con todo, la inconstitucionalidad de la medida sobre coaliciones de listas no
se justifica tan sólo por la inadecuada apreciación del ámbito normativo sobre el que
está llamada a operar, sino que incluso su mismo programa normativo lesiona el
principio de igualdad formal. En efecto, la coalición de listas permite que el partido
mayoritario al que otro se coaliga pueda superar por sí mismo la barrera legal del
5%, sin que el minoritario necesite contribuir más a ello. Esto, para el Tribunal
Constitucional Federal, desemboca en una evidente desigualdad del valor del voto,
ya que el elector del partido mayoritario ayuda al minoritario a superar la barrera
legal sin haberle prestado su apoyo para ello, lo que supone una contradicción del
principio de igualdad formal del derecho al sufragio (C III 2 b aa).247
247
Frente a ello, como afirma expresamente el Tribunal Constitucional Federal, la figura jurídica de la
asociación de listas, como se conoce en el derecho electoral de la República Democrática Alemana
[…], no supone tal infracción de la igualdad electoral. Mientras las coaliciones de listas para superar
la barrera electoral sólo dan lugar a una mera suma de votos, la asociación de listas presupone una
forma fija de colaboración. En una asociación de estas características varios partidos o agrupaciones
políticas elaboran una lista común que pone a los candidatos de los distintos partidos en un orden fijo
y los presenta a los electores. Con ello no se elimina el efecto equivalente de la barrera electoral (C III
2 b bb).
BVerfGE 82, 322 – Elecciones en toda Alemania
Directrices
3. Una ley electoral que posibilite a los partidos vincular sus listas estatales para su-
perar, como mera suma numérica, la barrera del 5% (coalición entre listas), atribuye
distinto peso – a diferencia de una normativa que permita a los partidos crear una lis-
ta conjunta (unión entre listas) - al resultado de los votos sin un motivo apremiante e
infringe por tanto el principio de igualdad del sufragio y de oportunidades.
I.
248
N. e. Ley electoral federal (Bundeswahlgesetz).
sejo Federal ... ; coadyuvante junto al demandado: Gobierno Federal ... - 2 BvE 1/90
-;
II.
III.
IV.
Sobre los recursos de amparo 1. de la Sra. Elke Kiltz, ... , 2. del Sr. Gerald Häfner, ...
– contra la Ley de 29 de agosto de 1990 relativa al Tratado de 3 de agosto de 1990 y
los §§ 6 párr. 6, 53 de la Ley Electoral Federal - 2 BvR 1247/90 -.
Fallo:
III. La República Federal de Alemania ha de abonar las costas procesales a los recu-
rrentes en amparo y a los demandantes en el procedimiento de conflicto entre órga-
nos constitucionales.
Fundamentos:
A.
Objeto de los procedimientos acumulados para su decisión conjunta son los precep-
tos del Derecho electoral, de acuerdo con los cuales en las primeras elecciones en
toda Alemania se conserva la barrera electoral del 5% relativa al territorio electoral –
ampliado - del § 6 párr. 6 inciso 1 de la Ley Electoral Federal, y se permiten las coali-
ciones entre listas de diferentes partidos con determinados presupuestos.
I.
"(6) En el reparto de escaños a las listas estatales sólo se tienen en cuenta los
partidos que obtienen al menos el 5 por ciento de los segundos votos válidos
emitidos en el territorio electoral o que en al menos tres circunscripciones elec-
torales han obtenido un escaño. El inciso 1 no se aplica a las listas elaboradas
por partidos de minorías nacionales“.
"§ 7
(1) ...
(3) Los escaños que corresponden a una coalición de listas se reparten entre
las listas estatales de acuerdo con el § 6 párr. 2. El § 6 párr. 4 y 5 es aplicable
en lo que corresponda“.
(2) Las listas estatales de distintos partidos que no presentan en ningún Estado
federado – con la exclusión de Berlín – candidaturas electorales en lista coordi-
nadas, pueden coaligarse por medio de una declaración ante el director electo-
ral federal. La declaración se ha entregar por escrito y hasta las 18.00 horas
conjuntamente por las personas de confianza y los suplentes de las personas
de confianza de todas las listas estatales implicadas a más tardar 20 días an-
tes de las elecciones. ... El § 6 párr. 6 y el § 7 párr. 2 y 3 se aplican en lo que
respecta a las listas estatales coaligadas de distintos partidos.
La fecha de las primeras elecciones en toda Alemania ha sido fijada para el 2 de di-
ciembre de 1990 (BOF I 1990 S. 1713).
II.
Los demandantes de los procedimientos II. y III. han dirigido sus demandas de con-
flicto en principio también contra el Gobierno Federal, pero los han retirado al indicar
la Sala que no se atenía a su anterior jurisprudencia, de acuerdo con la cual en un
procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales con motivo de una ley tam-
bién el Gobierno Federal podía estar pasivamente legitimado (BVerfGE 1, 208 [230
f.]; 4, 31 [36]).
Como fundamentación alegan los demandantes – con distinto énfasis en los aspec-
tos concretos – básicamente lo siguiente:
El demandante del procedimiento II. alega además que la nueva normativa perjudi-
ca, sin motivo apremiante alguno, la libertad de partidos garantizada conforme a la
Ley Fundamental, puesto que los partidos más pequeños – como él mismo - son de
hecho presionados para que acepten una coalición de listas, que no aceptarían por
propia voluntad.
El demandante del procedimiento III. ha presentado un informe pericial de los Profe-
sores Dr. Paech y Dr. Stuby sobre la inconstitucionalidad de la barrera electoral en
relación con la coalición selectiva de las listas.
III.
Los demandantes alegan haber sido lesionados por los preceptos legales recogidos
en el recurso, como electores y candidatos, en los derechos recogidos en el art. 3
párr. 1 LF y en el art. 38 párr. 1 LF. Para fundamentarlo presentan básicamente los
argumentos que su partido ha presentado en el procedimiento de conflicto entre ór-
ganos constitucionales en el que toma parte.
IV.
V.
B.
I.
Los demandantes son partidos políticos. Pueden alegar una lesión de su estatus jurí-
dico-constitucional por medio de la configuración jurídica del procedimiento electoral
a través de un conflicto entre órganos constitucionales (vid. BVerfGE 4, 27; jurispru-
dencia constante).
II.
Los recursos de amparo son admisibles conforme al art. 93 párr. 1 núm. 4a LF en re-
lación con los §§ 13 núm. 8a, 90 ss. BVerfGG. Los recurrentes en amparo, cuyos re-
cursos, según justa interpretación, tienen el contenido visible del fallo recogido bajo
I., afirman haber sido lesionados en su derecho a la igualdad electoral recogido en el
art. 38 párr. 1 LF por los preceptos – también contestados por los demandantes en
el conflicto– de la Ley relativa al Tratado Electoral. Tal lesión se produce para el re-
currente 2) como candidato a las elecciones y para ambos recurrentes en amparo
como electores. Si se da, los recurrentes se ven afectados directa y actualmente por
la Ley (vid. BVerfGE 1, 208 [237]; jurisprudencia constante, recientemente la BVerf-
GE 57, 43 [55]).
C.
I.
Puesto que los partidos son los que ante todo agrupan organizativamente a los ciu-
dadanos en unidades de acción política para las elecciones, se deriva del principio
de igualdad, formalizado en el ámbito electoral, que el principio de la igualdad de
oportunidades competitivas de los partidos políticos y agrupaciones electorales tam-
bién se ha de entender en el mismo sentido formal. El derecho de los partidos a la
igualdad de oportunidades en las elecciones se deriva del estatus que les otorga ju-
rídico-constitucionalmente el art. 21 párr. 1, y el art. 38 párr. 1 inciso 1 LF, y del sig-
nificado que les corresponde para la democracia liberal a la libertad, allí garantizada,
de creación de partidos y al principio de pluralidad de partidos (vid. BVerfGE 73, 1
[28 s.]; 73, 40 [88 s.]; jurisprudencia constante). Predomina tanto en la votación
como en la preparación de las elecciones. La democracia no puede funcionar cuan-
do los partidos no participan en las elecciones básicamente en las mismas condicio-
nes jurídicas (vid. BVerfGE 44, 125 [146]). Si el legislador regula el ámbito de la for-
mación de la voluntad política en las elecciones de forma que puede cambiar la
igualdad de oportunidades de los partidos políticos y de las agrupaciones electora-
les, su margen de maniobra en lo que respecta a su configuración se somete a lími-
tes estrictos; por mandato constitucional se le prohíbe por principio todo tratamiento
distinto de los partidos y agrupaciones electores (vid. BVerfGE 51, 222 [235], con ul-
teriores referencias).
Para lograr este objetivo el legislador está en principio autorizado a asegurar la ca-
pacidad de funcionamiento de la representación popular a elegir por medio de una
barrera electoral. Al respecto, por regla general no es susceptible de reproches des-
de el punto de vista jurídico-constitucional un quórum del 5%. El Tribunal Constitu-
cional Federal ha destacado ya tempranamente que la compatibilidad de una barrera
electoral con el principio de la igualdad en las elecciones no puede valorarse en abs-
tracto y con carácter general. Una disposición relativa al derecho de sufragio puede
estar justificada en un Estado federado en un determinado momento, y en otro, o en
otro momento, no estarlo; en su aprobación se ha de atender a la situación del Esta-
do federado en el cual ha de aplicarse (vid. BVerfGE 1, 208 [259]; vid. también
BVerfGE 51, 222 [236 s.]). Sobre ello se sostiene que: una valoración de la barrera
electoral discrepante de la habitual puede demostrarse necesaria – incluso aunque
sólo sea provisionalmente – cuando cambia básicamente la situación dentro del Es-
tado federado, por ejemplo, por medio de una importante ampliación del ámbito es-
pacial de vigencia de la Ley Electoral a un territorio con otra estructura de los parti-
dos políticos poco antes de las elecciones.
II.
249
N. e. Boletín Oficial (Gesetzblatt).
brero de 1990 [BO I p. 66]). El Tratado Electoral, de 29 de agosto de 1990, sustituye
el derecho electoral hasta entonces vigente en la República Democrática Alemana y
modifica la Ley Electoral Federal con efectos para la República Federal de Alemania
por medio de la ampliación del territorio electoral y la participación de partidos y
agrupaciones políticas con diferentes condiciones organizativas de partida, esto es,
en dos puntos esenciales para la igualdad de oportunidades de los partidos.
Estas diferencias creadas por el ordenamiento jurídico no son diferencias que el le-
gislador electoral tenga que aceptar debido a su deber de neutralidad, , sino que son
desigualdades que no debe desatender en una normativa relativa a la barrera electo-
ral.
III.
1. Sin embargo, no basta con la constatación de que en las primeras elecciones pa-
nalemanas al Parlamento Federal existen circunstancias especiales que prohíben
mantener una barrera electoral del 5% en relación a todo el territorio electoral. El le-
gislador ha debilitado de forma importante el efecto de la barrera electoral por medio
del § 53 párr. 2 BWahlG. Con él pretendía posibilitar “que los partidos que se han
formado en uno de los dos Estados alemanes y no han constituido todavía la base
organizativa para las elecciones en toda Alemania por medio del acuerdo con un
partido en el otro Estado, acuerden coaliciones de listas y de esta forma den efecto
al peso conjunto de los segundos votos emitidos a su favor en las elecciones”
(BOPF 11/7624 p. 21; vid. también el informe sobre las recomendaciones de la Co-
misión sobre la Unidad Alemana en relación al proyecto de ley sobre el Tratado
Electoral, con la indicación de que una gran mayoría de la Comisión se ha adherido
a las opiniones del ministro federal del interior Dr. Schäuble, de acuerdo con las cua-
les había una demanda para “hacer justicia a la circunstancia de que tras 40 años de
separación hay agrupaciones y partidos que hasta ahora sólo podían actuar política-
mente en una u otra parte de Alemania”, BOPF 11/7652 - nuevo -, p. 7).
Así pues, si no se pueden coaligar tantas listas como quisieran, sólo prometen éxito
las coaliciones de aquellos partidos en las cuales (como corresponde a la imagen de
llevar a cuestas) al menos uno de los aliados en su ámbito de referencia (sea la Re-
pública Democrática Alemana o la República Federal de Alemania) dispone de sufi-
ciente potencial de electores, y por ello está en situación de compensar las debilida-
des del aliado. Debido al distinto tamaño de las dos partes de Alemania reunidas en
un territorio electoral, sólo vienen en consideración como posibles aliados en una co-
alición de listas para los pequeños partidos prácticamente aquellos que pueden con-
tar en la República Federal con un considerable porcentaje de votos. De estos pocos
partidos, tres habían consumado o anunciado su fusión con partidos hermanos en el
otro territorio en el momento de la aprobación de la Ley relativa al Tratado Electoral.
De esta forma, eluden la vigencia de la cláusula de competencia, porque presenta-
rán candidaturas electorales en todo el territorio federal.
Por tanto, de antemano sólo una pequeña parte de los partidos a los que se refiere
la idea básica del § 53 párr. 2 BWahlG tiene una oportunidad real de encontrar un
aliado que les pueda ayudar a superar la cláusula del 5%. Ello infringe la igualdad de
oportunidades de los partidos.
b) Con independencia de ello, toda coalición de listas – con o sin cláusula de compe-
tencia – supone una infracción de la igualdad de oportunidades porque da un peso
distinto al resultado de las votaciones sin que se pueda hablar de una razón objetiva
y apremiante para ello. Ello se deriva de las siguientes ponderaciones:
Al distinto valor de resultado de los votos emitidos a favor de una lista estatal coali-
gada frente a aquellos votos que se emiten a favor de una lista estatal no coaligada,
se corresponde también un distinto valor de resultado de cada voto: cada elector que
emite su voto a favor de una lista coaligada puede contribuir así a que también los
votos a favor de la otra lista sean atendidos en el momento del el reparto proporcio-
nal. Ayuda, pues, a otra lista a conseguir el éxito aunque no le ha prestado su voto
para ello. Este peso distinto de los votos contradice el principio de la igualdad formal
del derecho de sufragio de una forma tan básica que ya por ello no se plantea ningu-
na razón que justifique la desigualdad de oportunidades de los partidos que de ello
se deriva.
bb) Frente a ello, una asociación de listas, como se conoce en el derecho electoral
de la República Democrática Alemana (vid. infra IV. 2.), no supone tal infracción de
la igualdad electoral. Mientras las coaliciones de listas para superar la barrera elec-
toral sólo dan lugar a una mera suma de votos, la asociación de listas presupone
una forma fija de colaboración. En una asociación de estas características varios
partidos o agrupaciones políticas elaboran una lista común que pone a los candida-
tos de los distintos partidos en un orden fijo y los presenta a los electores. Con ello
no se elimina el efecto equivalente de la barrera electoral; también la asociación de
listas debe reunir tantos votos como sean necesarios para superar la barrera electo-
ral. La admisión de asociaciones de listas no convierte, por tanto, en desigual el va-
lor de resultado de los votos emitidos más allá de lo que se ha expuesto, que está
cubierto por el propósito de una barrera electoral. La admisión de una asociación de
listas contiene, por ello, únicamente una excepción al principio de la Ley Electoral
Federal de que sólo los partidos o agrupaciones políticas individualmente considera-
dos pueden presentar una lista. Aunque la coalición de listas respeta este precepto
legal, quiebra, por el contrario, el principio constitucional esbozado de la igualdad del
derecho de sufragio de que el obstáculo de una barrera electoral debe regir de la
misma forma para todas las listas.
IV.
De esta forma, tal barrera electoral lesiona siempre, sea cual sea la cuantía que se
quiera fijar, la igualdad de oportunidades en contra de los partidos de la República
Democrática Alemana. No se comporta de forma neutral frente a los partidos políti-
cos – en vista de su diferente situación de partida desde el punto de vista jurídico -,
sino que significa una intervención a favor de los partidos de la República Federal de
Alemania.
250
N. e. Partido Socialista de la Unidad alemana (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands).
en el territorio de la República Democrática alemana pueden presentar candidaturas
en todo el territorio electoral.
D.
E.
De la sentencia se desprende que el legislador debe adoptar nuevas disposiciones
electorales. En todo caso, es necesario que actúe lo antes posible, pues el legislador
tiene que preocuparse de que entre el momento de la aprobación de una nueva nor-
mativa y los plazos – que en su caso han de modificarse – de la Ley Electoral Fede-
ral quede a los partidos y agrupaciones políticas el tiempo necesario para adaptarse
a la nueva situación legal. El Parlamento Federal, el Consejo Federal y el Gobierno
Federal han declarado en la vista oral que, en caso de una sentencia de la Sala que
constante la inconstitucionalidad de los preceptos discutidos, están en disposición de
adoptar a tiempo, en vista de la fecha de las elecciones fijada por el Presidente fede-
ral para el día 2 de diciembre de 1990, los cambios necesarios en la Ley Electoral
Federal. De ello parte la Sala. Por tal motivo prescinde en este momento de regular
por sí mismo, por medio de la adopción de una medida cautelar de acuerdo con el §
35 BVerfGG, las bases legales de la realización de las elecciones.
F.
2
251
Los tratados internacionales a los que ya había prestado su consentimiento el Parlamento Federal
mediante las correspondientes leyes de autorización fueron el Tratado de Bruselas (UEO) en 1952, el
Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1955—con la finalidad de paliar la carencia de fuerzas arma-
das propias-- y la Carta de las Naciones Unidas en 1973.
252
Acerca de la naturaleza jurídica cooperativa del Parlamento en la función de gobierno véanse las
BVerfGE 1, 351 (369) y BVerfGE 1, 3172 (394). El Tribunal Constitucional ha afirmado que la ley que
autoriza al Gobierno a la celebración de los tratados políticos goza de la naturaleza de un acto de
gobierno en la forma de una ley federal (BVerfGE 1, 372 (395). En la doctrina española puede verse
un análisis de este contexto en CHECA HIDALGO, Diego, La acción exterior de la Unión Europea
hacia los países de la antigua Yugoslavia, Cuadernos constitucionales de la Cátedra Fadrique Furió
Ceriol, Nº 45-46, 2003-2004, pág. 23 y ss.
los denominados tratados políticos.253 A juicio del Bundesverfassungsgericht tratados
políticos son aquellos en los que 1) dos o más sujetos de derecho internacional
constituyen un acuerdo que pretende cambiar la situación jurídica existente entre
ellos (C III 2)—definición de tratado--, y 2) por medio del cual el Estado se ve
afectada en su existencia, su integridad, su independencia, su posición y su peso
relativo en la Comunidad de Estados (C III 2)—concreción del elemento político del
tratado.254
Sobre la base de esta premisa, el Bundesverfassungsgericht reconoce que no
siempre puede resultar sencillo determinar si se ha creado o modificado un tratado
internacional—que requeriría una autorización parlamentaria al amparo del art. 59.2
LF--, como resultado de la gran flexibilidad existente en el instrumentario de acción
habitual en el orden internacional (C III 3 a bb y C IV 3 a cc). Sin embargo, el
Tribunal Constitucional Federal reconoce que cuando el legislador autoriza un
tratado internacional, lo hace sabiendo el sentido del Preámbulo y de los fines sobre
los que el mismo se inspira. Por ello, un perfeccionamiento interpretativo de los
mismos o una práctica convencional desarrollada al amparo de aquellos fines no
constituye una reforma del tratado internacional y, por tanto, no exige de una nueva
autorización parlamentaria de acuerdo con el art. 59.2 LF (C III a cc).255
Así fijadas las bases de su razonamiento, se adentra en el análisis de las
quejas planteadas en la demanda. En el concreto caso de la UEO, el
Bundesverfassgunsgericht, analiza la denominada Declaración de Petersberg,
elaborada por los Ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa en la UEO en 1992,
en la que se establecían principios sobre el nuevo futuro operativo de la UEO,
253
Para ello, el Bundesverfassungsgericht realiza, en primer lugar, una definición negativa de la no-
ción tratados políticos, afirmando que quedan excluidos de la misma los tratados lógicamente no polí-
ticos, aunque tengan efectos normativos sobre las relaciones internas de la República Federal, así
como los actos no contractuales del Gobierno, aunque regulen relaciones políticas (C III 1 b bb).
BVerfGE 1, 372 (382); BVerfGE 68, 1 (85, 88 y ss.).
254
255
Es especialmente relevante la regla utilizada por el Tribunal Constitucional Federal que le lleva
directamente a la resolución del caso: la interpretación de un tratado internacional existente, que
únicamente sirve al desarrollo del contenido del tratado ya existente, o a una aplicación convencional
manejada coincidentemente por las partes, que gana significación jurídica para la interpretación de un
tratado existente, no supone, en ausencia de una voluntad de modificación del tratado por parte de
las partes, un tratado de modificación, aunque en el caso concreto actúe sobre el tratado existente
como si fuera una modificación del tratado. (C III 3 a bb). Véase críticamente a este respecto
WAGNER, Wolfgang, Für Europa sterben? Die demokratische Legitimität der Europäischen
Sicherheits- und Verteidigungspolitik, Hessische Stiftung Friedens- und Konfliktforschung, Nº 3, 2004,
pág. 3 y ss.
consistentes en colaborar en la ejecución de las Resoluciones del Consejo de
Seguridad de la ONU relativas a la guerra de la antigua Yugoslavia.256 A juicio del
Bundesverfassungsgericht, dicha declaración no expresa más que una reorientación,
en el marco del nuevo escenario internacional, de las tareas de la UEO, en cuyo art.
V del Tratado constitutivo se establecía la posibilidad de que las unidades militares
de los Estados miembros—además de contribuir a la defensa común de sus
miembros—pudieran ser utilizadas para otros fines. Para el Tribunal Constitucional
Federal, la ejecución de las medidas del Consejo de Seguridad de la ONU puede
encontrar cabida dentro de la cláusula otros fines. Por ello, en la medida en que
dichos fines han sido autorizados en su momento por el legislador, la intervención
armada de las Fuerzas Federales en la antigua Yugoslavia no contraviene la
competencia del parlamento del art. 59.2 LF (C III 3 b bb1). La misma consideración
le merece al Tribunal Constitucional la intervención armada de las Fuerzas Armadas
Federales en el marco organizativo de la OTAN, también en ejecución de las
Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.257 El Nuevo Concepto
Estratégico aprobado por el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN
mediante los acuerdos de 1992 y 1993, constituye una nueva reorientación de los
fines consagrados en el art. 5 de su Tratado (C III 3 b cc) y no una reforma del
mismo, susceptible de recabar una nueva autorización parlamentaria, de acuerdo
con el art. 59.2 LF.258
A esta doctrina mayoritaria de la Sala se han opuesto los magistrados
Limbach y los magistrados Böckenförde, Kruis y Sommer, que las organizaciones de
la UEO y de la OTAN son, de acuerdo con los tratados constitutivos, alianzas
defensivas, destinadas a prestarse apoyo mutuo frente a ataques armados dirigidos
contra uno o varios de sus miembros, como así se dispone en el art. V del Tratado
de la UEO y art. 5 del Tratado de la OTAN. La adopción de medidas de
aseguramiento y de consecución de la paz en terceros países bajo la dirección de
256
Véase sobre el nuevo contexto operativo internacional FREUDENBERG, Dirk, Militärische Führungs-
philosophien und Führungs-konzeptionen ausgewählter NATO- und WEU-Staaten im Vergleich, Nom-
os Verlagsgesselschaft, Baden-Baden, 2005, pág. 32 y ss.
257
Véase NOLTE, Georg, Kosovo un Konstitutionalisierung: Zur humanitären Intervention der NATO-
Staaten, Zeitschrift für ausländisches öffentliches Recht und Völkerrecht, Nº 59, 1999, pág. 941 y ss.
258
Véase en la doctrina un comentario crítico realizado a esta Sentencia, aludiendo a un supuesto re-
torno del Tribunal Constitucional Federal a métodos de interpretación jurídica propios del siglo XIX,
WESEL, Uwe, Der Gang nach Karlsruhe. Das Bundesverfassungsgericht in der Geschichte der
Bundesrepublik, Karl Blessing Verlag, München, 2004, pág. 304 y ss.
las Naciones Unidas, siguen afirmando los magistrados, no se incluye ni en los
preámbulos de los Tratados ni en su definición de fines. Los Tratados hablan de
manera genérica de la creencia en los derechos humanos y de la decisión de los
Estados apoyarse unos a otros en interés de la paz internacional y de la seguridad
internacional. Esta cláusula tan abstracta no puede concebirse como base normativa
suficiente para amparar la intervención armada de las Fuerzas Federales en la
antigua Yugoslavia (C III 4 a). Tales actividades hubieran requerido, en
consecuencia, una reforma de los tratados constitutivos, por lo cual la intervención
armada ha de considerarse lesiva de las competencias del Parlamento Federal
reconocidas en el art. 59.2 LF.259
Ciertamente, como afirma el Tribunal Constitucional Federa, el intercambio de
notas entre la República Federal de Alemania y las Naciones Unidas acordando la
intervención de sus Fuerzas Armadas en la misión de paz en Somalia -con
independencia de si ello constituye o no una modificación convencional--, al no
suponer un cambio de la posición de Alemania en el seno de la ONU, carece de
contenido político en los términos del art. 59.2 LF y no requeriría en consecuencia,
por ello una autorización del Parlamento Federal (C III 3 b). Sin embargo, para el
Bundesverfassungsgericht, el acuerdo del Gobierno federal para la participación del
Ejército en la misión humanitaria UNOSOM II, acordada por la ONU resulta
inconstitucional.porque se infringe el principio general de reserva parlamentaria en lo
que se refiere al consentimiento para la envío de tropas alemanas en misiones
militares en el extranjero, que el Tribunal, contra la interpretación predominante en la
doctrina, ha deducido implícitamente de las disposiciones de la Grundgesetz sobre
estados de crisis y celebración de tratados internacionales de contenido político (C
IV).
259
Véase en la doctrina española desde la perspectiva del derecho internacional JIMENEZ PIERNAS,
Carlos Bartolomé, La intervención armada de la OTAN contra Serbia: peculiaridades y paradojas del
ordenamiento internacional, Revista de Occidente, Nº 236-237, 2001, pág. 91 y ss.
BVerfGE 90, 286 – Utilización del Ejército federal
Directrices
b) Es función del legislador, más allá de los requisitos mínimos y límites de la reser-
va parlamentaria que se recogen en la sentencia, configurar de forma más concreta
la forma y la medida de la colaboración parlamentaria en la utilización de las fuerzas
armadas.
b) También las alianzas de defensa propia colectiva pueden ser sistemas de seguri-
dad colectiva y recíproca en el sentido del art. 24 párr. 2 LF, cuando y en tanto estén
obligadas estrictamente a la salvaguardia de la paz.
7. a) Los actos relativos a las relaciones exteriores que no están comprendidos por
el tipo del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF se han de atribuir, en principio, al ámbito compe-
tencial del Gobierno. Del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF no puede derivarse que siempre
que una actuación del Gobierno Federal regule las relaciones políticas de la Repúbli-
ca Federal de Alemania en las relaciones internacionales o afecte a objetos de la le-
gislación federal debe elegirse la forma de un tratado, que requiere el consentimien-
to legislativo. Tampoco puede ser considerada una interpretación analógica o exten-
siva de este precepto (en referencia a la BVerfGE 68, 1 [84 s.]).
En el procedimiento:
I. Sobre las solicitudes para que se declare que: 1. El Gobierno Federal a) por medio
del consentimiento y de la colaboración en los siguientes actos de la OTAN y de la
UEO: - acuerdo de la Comisión de Planificación de la Defensa de la OTAN, de 24 de
marzo de 1992, sobre el establecimiento de las fuerzas de intervención inmediata de
la OTAN en el Mediterráneo; - Declaración de Petersberg de la UEO, de 19 de junio
de 1992; - acuerdo del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN, de
10 de julio de 1992, en relación a una acción de las fuerzas navales de vigilancia del
cumplimiento de las Resoluciones 713 y 757 del Consejo de Seguridad de las Nacio-
nes Unidas; - acuerdo de los Ministros de la UEO, de 10 de julio de 1992, en relación
a una acción de las fuerzas navales de vigilancia del cumplimiento de las Resolucio-
nes 713 y 757 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; b) por la sujeción
de las fuerzas armadas del Ejército Federal a la liga creada por el acuerdo de la Co-
misión de Planificación de la Defensa de la OTAN, de 24 de marzo de 1992; c) por
su acuerdo sobre la participación del Ejército Federal en las medidas de vigilancia de
la UEO y de la OTAN en el Mediterráneo, de 15 de julio de 1992, ha infringido el artí-
culo 20 párrafo 3 en relación con el artículo 79 párrafos 1 y 2 y el artículo 87a párrafo
2, los artículos 115a, 59 párrafo 2, y 24 párrafo 1 de la Ley Fundamental, así como el
principio constitucional no escrito de lealtad interorgánica, infringiendo de esta forma
los derechos del Parlamento Federal, así como los del recurrente citado bajo 2). – 2.
El Ministro Federal de defensa, por medio de la orden de entrar en acción y ejecutar
los actos de la OTAN, de la UEO y del Gobierno Federal citados en el número 1, ha
lesionado los preceptos constitucionales mencionados en el número 1, infringiendo
de esta forma los derechos del Paramento Federal, así como los del recurrente cita-
do bajo 2) - Recurrente : 1) el grupo parlamentario del SPD en el Parlamento Fede-
ral, representado por el Presidente Hans-Ulrich Klose, Parlamento Federal, Bonn, 2)
la Diputada Brigitte Adler y otros 227 diputados pertenecientes al grupo parlamenta-
rio del SPD, Parlamento Federal, Bonn – Representante: Profesor Dr. Michael
Bothe, Theodor-Heuss-Straβe 6, Bensheim. – Demandado: 1) el Gobierno Federal,
representado por el Canciller Federal, Adenauerallee 139/141, Bonn, 2) el Ministro
Federal de Defensa, Hardthöhe, Bonn – Representante: a) Profesor Dr. Dr. h. c. Jo-
chen Abr. Frowein, Berliner Straβe 48, Heidelberg, b) Profesor Dr. Dr. h. c. Knut
Ipsen, Nevelstraβe 59, Bochum – 2 BvE 3/92 –;
II. Sobre la solicitud de que se declare que los acuerdos: 1. del Gobierno Federal, de
2 de abril de 1993, de que los soldados del Ejército Federal alemán siguieran
prestando servicio en la intervención militar apoyada por la Resolución 816 del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de prohibición de sobrevolar el
espacio aéreo de Bosnia en el sistema AWACS de alerta temprana y dirección de la
misión de terceros Estados, esto es, de no retirarlos de allí, así como 2. del Ministro
Federal de Defensa, de permitir que los soldados afectados prestaran servicio en los
aparatos AWACS también en la actual fase de posibles complicaciones militares,
han infringido los artículos 20 párrafo 3 y 87 a párrafo 2, 79 párrafos 1 y 2 de la Ley
Fundamental - Recurrente: 1) el grupo parlamentario del FPD en el Parlamento
Federal, representado por el Presidente, Dr. Hermann Otto Solms, Parlamento
Federal, Bonn, 2) la Diputada Ina Albowitz y otros 54 diputados pertenecientes al
grupo parlamentario del FPD, Parlamento Federal, Bonn – Representante de 1) y 2):
Profesor Dr. Edzard Schmidt-Jortzig, Graf-Spee-Strage 18a, Kiel. Representante de
1): abogado Profesor Dr. Rüdiger Zuck, Robert-Koch-Straβe 2, Stuttgart–,
demandado: 1) el Gobierno Federal, representado por el Canciller Federal,
Adenauerallee 139/141, Bonn, 2) el Ministro Federal de Defensa, Hardthbhe, Bonn –
Representante: Profesor Dr. Dieter Blumenwitz, Tannenstrage 2, Baldham – 2 BvE
5/93 –;
III. Sobre la solicitud de que se declare que: 1. el Gobierno Federal a) por medio de
su acuerdo de 2 de abril de 1993, con el que se ordena la permanencia de los
soldados del Ejército federal en la unidad AWACS encargada de la vigilancia del
espacio aéreo sobre Bosnia-Herzegovina, b) por medio de su colaboración en los
acuerdos del Consejo de la OTAN, de 2 de abril y 8 de abril de 1993, sobre la
imposición de la prohibición de sobrevolar el espacio aéreo de Bosnia-Herzegovina,
en tanto tienen por objeto el empleo de la llamada unidad AWACS con participación
de soldados alemanes, ha infringido el artículo 20 párrafo 3 en relación con el
artículo 79 párrafos 1 y 2 y el artículo 87 a párrafo 2, el artículo 115 a, el artículo 59
párrafo 2, y el artículo 24 párrafo 1 de la Ley Fundamental, así como el principio
constitucional no escrito de lealtad interorgánica, lesionando de esta forma los
derechos del Parlamento Federal, así como los del recurrente citado en 2). – 2. El
Ministro Federal de Defensa, por medio de las órdenes de entrar en acción que
ejecutan el acuerdo del Gobierno Federal citado en el número 1, ha infringido los
preceptos constitucionales mencionados en el número 1 y, de esta forma, ha
lesionado los derechos del Parlamento Federal, así como los del recurrente citado
en 2) – Recurrente: 1) el grupo del SPD en el Parlamento Federal, representado por
el Presidente Hans-Ulrich Klose, Parlamento Federal, Bonn, 2) la Diputada Brigitte
Adler y otros 225 diputados pertenecientes al grupo parlamentario del SPD en el
Parlamento Federal, Bonn – Representante: Profesor Dr. Michael Bothe, Theodor-
HeussStraβe 6, Bensheim. Demandado: 1) el Gobierno Federal, representado por el
Canciller Federal, Adenauerallee 139/141, Bonn, 2) el Ministro Federal de Defensa,
Hardthöhe, Bonn – Representante de 1) y 2): Profesor Dr. Dieter Blumenwitz,
Tannenstraβe 2, Baldham – 2 BvE 7/ 93 –;
IV. Sobre las solicitudes de que 1. se declare que: a) el Gobierno Federal aa) por
medio de su Acuerdo de 21 de abril de 1993, con el que se puso a disposición de las
Naciones Unidas para la ejecución de la operación en Somalia (UNOSOM II) un
contingente del Ejército Federal, bb) por medio de la firma del convenio con las
Naciones Unidas, que ha tenido por objeto la entrega y las funciones del contingente
citado en aa), especialmente el intercambio de cartas del 26/28 de abril de 1993, así
como del 11/12 de mayo de 1993, ha infringido los artículos 20 párrafo 3, 79 párrafo
1 y 2, 87 a párrafo 2, así como los artículos 59 párrafo 2 y 24 párrafo 1 de la Ley
Fundamental, lesionando de esta forma los derechos del Parlamento Federal, así
como los de los recurrentes citados en 2). – b) El Ministro Federal de Defensa, por
medio de las órdenes de ejecutar el acuerdo del Gobierno Federal citado en a) aa),
así como el convenio citado en a) bb), ha infringido los preceptos constitucionales
citados en la letra 1. a), lesionando de esta forma los derechos del Parlamento
Federal, así como los de los recurrentes citados en 2). – 2. se ordene que las
medidas adoptadas en ejecución de los acuerdos, convenios y órdenes citados bajo
1., así como en ejecución del acuerdo del Parlamento Federal, de 2 de julio de 1993,
especialmente el desplazamiento de soldados del Ejército Federal a Somalia, se
anulen lo más rápido posible – Recurrente: 1) el grupo del SPD en el Parlamento
Federal, representado por el Presidente Hans-Ulrich Klose, Parlamento Federal,
Bonn, 2) la Diputada Brigitte Adler y otros 220 diputados pertenecientes al grupo
parlamentario del SPD en el Parlamento Federal, Parlamento Federal, Bonn –
Representante de 1) y 2): Profesor Dr. Michael Bothe, Theodor-Heuss-Straβe 6,
Bensheim. Oponente: 1) el Gobierno Federal, representado por el Canciller Federal,
Adenauerallee 139/141, Bonn, 2) el Ministro Federal de Defensa, Hardthöhe, Bonn –
Representantes: a) Profesor Dr. Dr. h. c. Jochen Abr. Frowein, Berliner Straβe 48,
Heidelberg, b) Profesor Dr. h. c. Knut Ipsen, Nevelstraβe 59, Bochum – 2 BvE 8/93
–.
Fallo:
Fundamentos:
A.
I.
b) El Consejo Parlamentario aceptó estas propuestas y las hizo suyas. La fuerza mi-
litar debía ejercerse “no ya como acto de la soberanía nacional…, sino como acto de
defensa propia colectiva de todas las naciones que se preocupan por el manteni-
miento de la paz en todo el mundo, haciendo imposible a los atacantes que pertur-
ben la paz” (Diputado Dr. Carlo Schmid, Comisión Principal, 6ª. sesión de 19 de no-
viembre de 1948, Diario de Sesiones, p. 69 [72]). Si Alemania, en la aquella situa-
ción “de absoluta indefensión, ingresa en un sistema de seguridad colectiva, este
sólo podría protegernos. Pero es claro que también hay que asumir riesgos” (Diputa-
do Dr. Carlo Schmid, 12ª. sesión de la Comisión de Cuestiones Fundamentales, de
15 de octubre de 1948 [acta literal], en: Der Parlamentarische Rat, 1948-1949. Akten
und Protokolle, T. 5/1, 1993, documento núm. 15, p. 313 [328]).
260
N. e. Partido Comunista de Alemania (Kommunistische Partei Deutschlands).
cualquier tipo” (Consejo Parlamentario, Comisión Principal, 6ª sesión de 19 de
noviembre de 1948, Diario de Sesiones, p. 71).
Los miembros de la Comisión rechazaron esta solicitud por un voto (Consejo Parla-
mentario, Comisión Principal, cit.). Asimismo, la incorporación del derecho funda-
mental a la objeción de conciencia al servicio militar (art. 4 párr. 3 LF) permite de-
mostrar que el Consejo Parlamentario tenía presente la posibilidad de una defensa
militar.
(4) Los acuerdos de paz se adoptarán por medio de una ley federal”.
Para fundamentar la nueva redacción que se proponía, la propuesta del gabinete se-
ñalaba lo siguiente:
“La Comisión Jurídica del 4º Parlamento Federal había propuesto dejar esen-
cialmente sin cambios la normativa relativa a la declaración del estado de de-
fensa contenida en el art. 59a. Ha partido de que el estado de defensa y el es-
tado de peligro exterior pueden coincidir temporal y fácticamente, pero no tie-
nen por qué hacerlo.
El Gobierno Federal informó sobre la propuesta del Ministro Federal del Interior, de
24 de febrero de 1967, en su sesión de 10 de marzo de 1967. Sobre el contenido del
acta del gabinete, el demandado 1) ha comunicado lo siguiente en una nota, de 12
de abril de 1994:
“En la discusión particular sobre el art. 59 párr. 3 LF, un Ministro Federal sostu-
vo la opinión de que este precepto es superfluo. No podía imaginarse que en el
caso regulado en este precepto no se produjera al mismo tiempo un ataque
que amenazara el territorio federal. El precepto del art. 115a sería absoluta-
mente suficiente. Otro partícipe destacó, no obstante, que en tales casos –
como los que se regulan en el art. 59 párr. 3 –, bien podría suceder. Sin embar-
go, resultará difícil hacer comprender a la opinión pública esta diferencia, máxi-
mo cuando tenga que ser vinculada con una referencia al conflicto de Vietnam.
Por este motivo se manifestaba también a favor de la eliminación del art. 59
párr. 3. El gabinete acordó al respecto eliminar el precepto del art. 59 párr. 3
del proyecto.
5. Tras las transformaciones políticas mundiales de los años 1989 a 1991, acompa-
ñadas de la disolución del Pacto de Varsovia, así como de la Unión Soviética, los
Estados miembros de la OTAN y de la UEO emitieron declaraciones sobre la adap-
tación de los objetivos y funciones de estas organizaciones a las condiciones marco
relativas a la seguridad política, que habían cambiado profundamente.
a) Para la OTAN, este desarrollo tuvo inicio con la Declaración de Londres de los Je-
fes de Estado y de Gobierno del Consejo del Atlántico Norte de 6 de julio de 1990:
“1. (la Alianza) ofrece uno de los fundamentos irrenunciables para un entorno
estable de política de seguridad en Europa, ... , una Europa en la que ningún
Estado está en condiciones de intimidar a una nación europea o coaccionarla o
de conseguir el predominio mediante la amenaza o el empleo de la violencia.
En la reunión de los Jefes de Estado y de Gobierno del Consejo del Atlántico Norte,
los días 7 y 8 de noviembre de 1991, en Roma, declararon los Estados miembros
que:
“1. ... Las extensas decisiones que hemos tomado aquí marcan un importante
capítulo en la reestructuración de la Alianza, que hemos emprendido el año pa-
sado en Londres. ...
El día anterior habían presentado “el nuevo concepto estratégico de la Alianza” (cit.,
pp. 1039 ss.). Un análisis del entorno estratégico habría permitido llegar a dos con-
clusiones: la primera, “que el nuevo entorno no cambia ni el objetivo ni las tareas de
política de seguridad de la Alianza, cuya duradera validez más bien subraya”. La se-
gunda, “que el distinto entorno ofrece a la Alianza nuevas posibilidades para elabo-
rar su estrategia dentro de un campo de política de seguridad ampliamente trazado”
(cit., parte I núm. 15). Como tareas básicas de seguridad define la declaración, de
esta forma, cuatro funciones nucleares de política de seguridad: la OTAN como fun-
damento irrenunciable para un entorno estable de la política de seguridad en Euro-
pa, como foro transatlántico de consultas entre los aliados, como institución que de-
salienta las amenazas de agresión e impide todo ataque contra el territorio de sobe-
ranía de uno de los Estados miembros de la OTAN, así como una Alianza que prote-
ge el equilibrio estratégico en Europa (cit., parte II núm. 21). Con la formulación de
estas funciones nucleares de la Alianza, “los Estados miembros confirman que el ra-
dio de acción de la Alianza, así como los derechos y obligaciones establecidos en el
Tratado del Atlántico Norte, se mantienen sin cambios” (cit., núm. 23).
El “campo de política de seguridad ampliamente trazado” (cit., parte III núm. 24 s.)
contempla también un subtítulo relativo a la “gestión de las crisis y la prevención de
conflictos” (cit., nm. 32-34), de acuerdo con el cual, el éxito de la política aliada de-
pende de una diplomacia preventiva eficaz y del manejo exitoso de las crisis que
afectan a la seguridad de los miembros de la Alianza. Para el éxito de la política alia-
da es “necesario un campo coherente que se ha de establecer por medio de la direc-
ción política de la Alianza, en caso necesario seleccionando y coordinando las medi-
das apropiadas de gestión de la crisis a partir de un abanico de opciones políticas y
otras, entre ellas también las procedentes del ámbito militar”. Las posibilidades del
diálogo y de la cooperación en toda Europa debían explotarse al máximo. “Con este
objetivo, los aliados apoyarán el papel del proceso de la CSCE y de sus institucio-
nes. Otras instituciones, entre ellas la Comunidad Europea, la Unión Europea Occi-
dental y las Naciones Unidas, pueden jugar en cualquier caso aquí un papel impor-
tante”.
En las jornadas ministeriales del Consejo del Atlántico Norte, el 4 de junio de 1992
celebrado en Oslo, la Alianza dejó entrever por primera vez una actuación militar con
base en un mandato de la CSCE (Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación
en Europa) o de las Naciones Unidas como posibilidad concreta (núms. 11 y 13 del
comunicado, Boletín núm. 64, de 12 de junio de 1992, p. 613 [615]). El 10 de julio de
1992, el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN acordó en Helsinki
la participación de la Alianza en la vigilancia marítima del embargo comercial y de ar-
mas contra la República federal de Yugoslavia (Serbia y Montenegro).
De acuerdo con ello, la vigilancia del embargo de armas y comercial impuesto contra
la República federal de Yugoslavia (Serbia y Montenegro) en el Adriático y la imposi-
ción del embargo aéreo sobre Bosnia-Herzegovina, que son los objeto de los proce-
dimientos 2 BvE 3/92, 2 BvE 5/93 y 2 BvE 7/93, no fueron las únicas medidas de la
OTAN para la imposición de los acuerdos del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas:
Sobre la base de la Resolución núm. 836, de 4 de junio de 1993 (NU 1993 p. 156),
en la que el Consejo de Seguridad había autorizado a los Estados miembros a apo-
yar a las tropas de las Naciones Unidas, UNPROFOR, en la protección de las zonas
de seguridad creadas en torno a Sarajevo y otras ciudades, el Consejo del Atlántico
Norte acordó, el 2 de agosto de 1993, amenazar con ataques aéreos a quienes ata-
caran a las unidades de la UNPROFOR o cortaran el abastecimiento de Sarajevo y
dificultaran la llegada de ayuda humanitaria. El Consejo se comprometió a acordar la
forma de proceder en todo su alcance con las Naciones Unidas (conferencia de
prensa del Secretario General de la OTAN, Dr. Manfred Wörner, el 2 de agosto de
1993, Europa-Archiv 1994, D 214 s.). En la sesión de 9 de agosto de 1993, el Con-
sejo del Atlántico Norte declaró que la primera unidad de las fuerzas aéreas en el
campo de batalla estaba a punto de ser autorizada por el Secretario General de las
Naciones Unidas (Europa-Archiv 1994, D 216 s.).
...
II.4. Las unidades militares de los Estados miembros de la UEO, que se en-
cuentran bajo el mandato de la UEO, pueden ser empleadas, además de en la
contribución a la defensa común de acuerdo con el artículo 5 del Tratado de
Washington, esto es, el artículo V del modificado Tratado de Bruselas, también
para los siguientes objetivos:
II.
El Consejo de Ministros de la UEO, que tenía lugar al mismo tiempo que el Consejo
de Ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN en Helsinki, adoptó el 10 de julio de
1992 el siguiente acuerdo (Boletín núm. 79, de 17 de julio de 1992, p. 760):
“que los Estados se activen, actuando por separado o por medio de institucio-
nes supraestatales o acuerdos, bajo la vigilancia del Consejo de Seguridad,
para emplear las medidas necesarias adecuadas a las circunstancias para so-
meter a todo el transporte naval de entrada o de salida al control y la vigilancia
de su carga y de su lugar de destino y asegurar la estricta aplicación de las dis-
posiciones de las Resoluciones 713 (1991) y 757 (1992)”.
2. Los procedimientos 2 BvE 5/93 y 2 BvE 7/93 conciernen al acuerdo del Gobierno
Federal sobre la participación de los soldados alemanes en la imposición de la prohi-
bición de sobrevolar el espacio aéreo de Bosnia-Herzegovina por las Naciones Uni-
das. Son recurrentes en el procedimiento 2 BvE 5/93 el grupo parlamentario del FDP
en el Parlamento Federal y 55 de sus miembros. Son recurrentes en el procedimien-
to 2 BvE 7/93 el grupo parlamentario del SPD en el Parlamento Federal y 226 de sus
miembros.
El 2 de abril de 1993, el Gobierno Federal, con los votos en contra de los Ministros
del FDP, tomó la siguiente decisión:
“1. El Gobierno Federal acuerda, en relación a la petición cursada con las no-
tas de las Naciones Unidas, de 12 de abril de 1993, apoyar las operaciones de
las Naciones Unidas en Somalia (UNOSOM II) por medio del envío de un bata-
llón reforzado de tropas de reserva y transporte del Ejército Federal. El bata-
llón, en el marco de los esfuerzos humanitarios de las Naciones Unidas, coope-
rará en una región pacificada de Somalia, tras su determinación por parte del
Secretario General de las Naciones Unidas, en la construcción, apoyo y asegu-
ramiento de la organización de reparto de bienes de ayuda y logística. El grupo
alemán no tendrá la tarea de cooperar en la aplicación de la fuerza militar o en
el uso de tal fuerza por parte de otros. Ello no afecta a su derecho a la defensa
propia. El comandante de UNOSOM II mantiene, como de costumbre el “opera-
tional control”, la potestad de mando sigue siendo detentada por el Ministro Fe-
deral de Defensa”.
El Parlamento Federal adoptó el mismo día una propuesta de resolución de los gru-
pos parlamentarios de la CDU/CSU y del FDP (BOPF 12/4759), de acuerdo con la
cual aprobaba la decisión del Gobierno Federal de apoyar a las Naciones Unidas en
regiones pacificadas de Somalia por medio de soldados del Ejército Federal en mi-
siones humanitarias (vid. en particular la representación de las circunstancias que
sirven de base al proceso en A. I. en la Sentencia de la Sala Segunda de 23 de junio
de 1993, relativa a la solicitud de adopción de una medida cautelar en el procedi-
miento 2 BvQ 17/93, BVerfGE 89, 38).
III.
Los recurrentes han presentado los recursos que se pueden ver en la rúbrica. En el
procedimiento 2 BvE 3/92 se retiraron en la vista oral los recursos recogidos bajo 1
a), primer guión, y bajo 1 b), en el procedimiento 2 BvE 5/93 se retiró mediante escri-
to de 11 de junio de 1993 el recurso a que se alude en 2). En el procedimiento 2 BvE
8/93 el recurso recogido en 2), mediante escrito de 13 de abril de 1994, se declaró
sobreseído.
a) Los recurrentes tienen capacidad suficiente para ser parte en el proceso. Ello es
aplicable también a los diputados que se han presentado como minoría de bloqueo
en el procedimiento de reforma de la Constitución. El Gobierno Federal no ha respe-
tado los derechos de la minoría, cuyo consenso hubiera sido necesario en un proce-
dimiento constitucionalmente adecuado, al haberse arrogado competencias propias
del constituyente. En esta situación, los derechos subjetivos precisamente de esta
minoría recogidos en el art. 79 párr. 2 LF no se pueden proteger de otra forma que
reconociéndoles la legitimación para ser parte en el conflicto entre órganos constitu-
cionales. Los recurrentes se habrían constituido también como minoría de bloqueo;
el sustrato concreto para la constitución como minoría de bloqueo es el proceso en-
tablado de reforma constitucional.
b) Los grupos parlamentarios recurrentes están facultados para hacer valer los dere-
chos del Parlamento Federal por la vía de la legitimación procesal indirecta. También
los recurrentes pertenecientes al grupo parlamentario del FDP tienen derecho, como
diputados individuales, a hacer valer los derechos del Parlamento Federal. Además,
luchan por sus propios derechos. Allí donde se niega al Parlamento Federal la potes-
tad de decidir conforme a la Constitución, también se lesiona el derecho que les ga-
rantiza el art. 38 párr. 1 inciso 2 LF de desempeñar esta potestad como miembros
activos del Parlamento Federal.
c) Los recurrentes pueden plantear el recurso. No se puede excluir que se haya le-
sionado al Parlamento Federal, por medio de los actos citados, en los derechos que
le otorga la Ley Fundamental. En tanto se alegue una lesión de los arts. 59 párr. 2,
24 párr. 1, 115a párr. 1 LF y del principio constitucional de lealtad interorgánica, esto
no precisa de una fundamentación más concreta.
Ahora bien, la facultad para presentar un recurso, sin embargo, no se desprende del
mero hecho de alegar una lesión del art. 87a párr. 2 LF, en relación con el principio
de división de poderes y la normativa del procedimiento de reforma constitucional
(art. 20 párr. 3, 79 párr. 1 LF). Estos preceptos contendrían una protección orientada
y específica del Parlamento frente a la su omisión. Esto se desprende de la imagen
general de la organización militar de la Ley Fundamental. Ésta se encuentra definida
por una circunscripción material bien estricta de las posibilidades de utilización del
Ejército Federal, así como por un fuerte control parlamentario. Puesto que la utiliza-
ción lícita del Ejército Federal exigiría normalmente la colaboración del Parlamento,
supondría una lesión de sus derechos el hecho de que el Gobierno Federal ordenara
una misión no autorizada, al no haber sido expresamente legitimada constitucional-
mente. Si fuera lícita, seguiría precisando el consentimiento parlamentario. Y ello
puesto que el art. 87a LF supone no sólo una vinculación del contenido de la misión
de las Fuerzas Armadas, sino que corresponde al constituyente, debido a esta vincu-
lación de contenido, la ampliación de las posibilidades de utilización del Ejército Fe-
deral. De esta forma se asegura el control parlamentario de las Fuerzas Armadas.
La decisión Pershing del Tribunal Constitucional Federal (BVerfGE 68, 1 [69 ss.]) no
se opone a la alegación del art. 87a párr. 2 LF. Allí sólo se han rechazado como
inadmisibles aquellas alegaciones en las cuales se ha partido de la lesión de los de-
rechos fundamentales y del principio de soberanía estatal derivado supuestamente
de la Ley Fundamental. En el caso que nos ocupa, se trata únicamente de la lesión
de preceptos organizativos y competenciales.
aa) El art. 87a párr. 2 LF no sólo es aplicable a la utilización de las Fuerzas Armadas
en el interior, sino también en el exterior. Otra interpretación no se podría compatibi-
lizar con el tenor literal del art. 87a párr. 2 LF. En vista de la actuación de las Fuer-
zas Armadas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, tampoco sería com-
prensible que la Constitución únicamente regulara la utilización de las Fuerzas Ar-
madas en el ámbito interno de forma detenida desde la perspectiva del derecho
constitucional, relegando, por el contrario, por entero su empleo exterior, que para
Alemania constituye un asunto políticamente muy sensible, al sistema de derecho in-
ternacional. Incluso aunque el empleo exterior del Ejército no haya sido intercalado
expresamente en el enunciado del art. 87a párr. 2 LF, ello no justifica la conclusión
de que la utilización exterior del Ejército se encuentre al margen de la voluntad del
constituyente Otras utilizaciones distintas de las de defensa no han sido ponderadas
por el constituyente, y por tanto tampoco las ha permitido. Las Fuerzas Armadas ne-
cesitan en cualquier caso una determinación competencial y facultativa constitucio-
nal constitutiva; el principio “lo que no está prohibido, está permitido” no se aplica a
la utilización de las Fuerzas Armadas.
bb) En las tres acciones se trata de una utilización en el sentido del art. 87a párr. 2
LF. Este precepto pretende someter el despliegue del poder específicamente militar
a una limitación jurídico-constitucional. De esta forma, es utilización todo lo que su-
pone de hecho un despliegue del poder específicamente militar. Se excluyen del ám-
bito de vigencia del art. 87a párr. 2 LF únicamente aquellas actividades que también
pueden ser razonablemente llevadas a cabo por personal civil o por particulares.
La acción del Adriático se ha de calificar, pues, como utilización en el sentido del art.
87a párr. 2 LF. No se trata de una forma de obtención de información que también
se hubiera podido encargar a contratistas civiles. La vigilancia está vinculada con la
protección militar de los barcos encargados del control, que garantiza que los contro-
ladores no sean atacados con contramedidas. En conjunto, la acción supone un des-
pliegue del poder específicamente militar, fundamentalmente una acción de la flota.
Con el mandato de despliegue del poder militar, el Consejo de Seguridad ha dejado
claro que él – tras el comienzo de la acción – ha concedido también las competen-
cias de detener y registrar el buque. El que el barco alemán no tuviera que participar
en estas medidas coactivas no cambia el carácter de toda la acción en la que las
Fuerzas Armadas alemanas estaban involucradas.
(1) El art. 24 párr. 2 LF supone, en cualquier caso, una autorización implícita, pero
en modo alguno “explícita” de la utilización de las fuerzas armadas. Las misiones de
las tropas no se mencionan en este precepto. Tampoco el objetivo de un sistema de
seguridad colectiva y recíproca apunta obligatoriamente a la participación en accio-
nes militares; las prestaciones secundarias en un sistema semejante también pue-
den tener naturaleza no militar. Por lo demás, el art. 24 párr. 2 LF sólo autoriza el
consentimiento a las limitaciones de los derechos de soberanía. Cuando se hace
uso de esta posibilidad por medio de la participación de un contingente de tropas
alemanas en las medidas adoptadas por las Naciones Unidas, la licitud de la misión
de este contingente no se deriva, como lo exige el art. 87a párr. 2 LF, de la propia
Ley Fundamental, sino, en primer lugar, de la Carta de las Naciones Unidas en rela-
ción con el acuerdo entre la República Federal de Alemania y las Naciones Unidas
relativo a la puesta a disposición de las tropas.
(2) No podría objetarse que la nueva redacción del art. 87a LF en el año 1968 no ha-
bría limitado de forma perjudicial las posibilidades de empleo de las fuerzas armadas
ya abiertas por el art. 24 párr. 2 LF. Tampoco antes de 1968 contenía el art. 24 párr.
2 LF ninguna opción militar. Todo intento de una normación de las estructuras milita-
res hubiera chocado en la elaboración de la Ley Fundamental con la estricta oposi-
ción de los Aliados. Tampoco con la introducción de la organización militar en el año
1956 se atribuyó al art. 24 párr. 2 LF un significado militar. Las Fuerzas Armadas se
han constituido exclusivamente “para la defensa”; cualquier otra cosa hubiera hecho
saltar por los aires el – difícilmente obtenido – consenso.
(1) El Tratado necesita el consentimiento puesto que se refiere a los objetos de la le-
gislación federal. Los derechos fundamentales de los soldados se verían afectados
esencialmente por la cesión. Sus obligaciones del servicio se definirían de nuevo. De
los soldados, de acuerdo con el derecho de las Naciones Unidas, se exigiría que die-
ran prioridad a su lealtad a las Naciones Unidas por encima de su lealtad nacional.
También se produce una afectación esencial de los derechos fundamentales de los
soldados a causa de las consecuencias penales de la cesión. En ausencia de regu-
lación legal, no se acepta el ejercicio conforme a derecho de un mandato de las Na-
ciones Unidas como causa de justificación penal.
Además, el Tratado necesita el consentimiento porque regula las relaciones políticas
de la Federación. Esto ya se desprende de las declaraciones del Gobierno Federal,
que ya por sí mismo destacaba que la participación en las fuerzas armadas de paz
de las Naciones Unidas tenía una significación decisiva para el papel de la Repúbli-
ca Federal en las relaciones internacionales, y especialmente en las Naciones Uni-
das. Puesto que UNOSOM II tiene el mandado para adoptar medidas coactivas de
acuerdo con el Capítulo VII CNU, los tratados con los cuales los Estados miembros
ponen a disposición de estas fuerzas armadas los contingentes, son calificados
como tales de acuerdo con el art. 43 CNU.
Incluso aunque se entienda el art. 24 párr. 2 LF como una modificación del art. 87a
párr. 2 LF, este precepto no puede dispensar del habitual procedimiento de firma de
los convenios internacionales. También se desprende de la jurisprudencia sobre el
principio de esencialidad que la ley de autorización de la ratificación de la Carta de
las Naciones Unidas no es suficiente. Es absurdo querer extraer de aquella ley de
autorización la decisión legislativa clara y suficiente respecto de los deberes de leal-
tad de los soldados de los cascos azules alemanes o de las causas de justificación
penal.
aa) Se produce una transferencia de derechos de soberanía siempre que las perso-
nas que se someten a la soberanía alemana se ven vinculadas a una soberanía in-
ternacional. No es necesario que la soberanía alemana sea completa e irrevocable-
mente arrinconada.
(1) El llamado “Operational Command” entregado al SACEUR sobre el buque que se
encontraba en el Adriático, al igual que el “Operational Control” entregado al coman-
dante-jefe de las fuerzas navales en el ámbito de Europa del Sur (CINCNAVSOUTH)
sobre los aviones de vigilancia naval, supone ese traslado de soberanía. Ello es apli-
cable muy especialmente a la integración de soldados alemanes en la unidad
AWACS bajo una estructura de mando única. El hecho de que el comandante ale-
mán pueda en cualquier momento recuperar el poder de mando no cambia nada res-
pecto del hecho de que se ordena seguir órdenes de otro. Y esto supone una entre-
ga de derechos de soberanía.
En tanto los acuerdos limitaban las tareas de la unidad alemana, esto sólo podía te-
ner el sentido de evitar que el comandante competente de UNOSOM II impartiera ór-
denes al contingente que contradijeran, en cuanto a su contenido, la disposición con-
tractualmente acordada de las tareas. Se quería una cierta limitación del poder de
mando del Secretario General y del Comandante- jefe de UNOSOM II en cuanto al
contenido. Sin embargo, sigue existiendo el tipo de una entrega del poder de mando.
IV.
Los demandados consideran que los recursos son en su mayoría inadmisibles, pero
en cualquier caso carentes de motivación.
aa) De una pretendida “actuación sin reforma de la Ley Constitucional” los recurren-
tes no pueden hacer surgir una legitimación para recurrir. El art. 87a párr. 2 LF no
fundamenta un derecho propio del Parlamento Federal en el sentido del § 64 párr. 1
BVerfGG. Los recurrentes pasan por alto que la descripción material estricta conteni-
da en la Constitución sobre las posibilidades de utilización del Ejército Federal, de
acuerdo con el vigente Derecho Constitucional, no exige, con base en la competen-
cia de decisión orgánica, una colaboración del Parlamento. Tampoco de los arts. 87a
párr. 1 y 115a párr. 1 LF se desprende nada sobre la necesidad de una colaboración
del Parlamento Federal. Estos preceptos tendrían el objetivo de mantener el ordena-
miento jurídico interno de la República Federal en caso de tensión o del estado de
defensa; sobre el empleo de las fuerzas armadas no dicen nada.
d) Los recursos contra el Ministro Federal de Defensa son inadmisibles, pues falta
una relación jurídica constitucional en la que el Parlamento Federal y el Ministro Fe-
deral de defensa participen directamente. El Ministro Federal de Defensa se ha limi-
tado exclusivamente a ejecutar los acuerdos del Gobierno Federal. La Ley Funda-
mental no vincula estos actos de ejecución a una colaboración como siempre de
esta índole del Parlamento Federal.
2. Los recursos carecen, en cualquier caso, de motivación.
Las Fuerzas Armadas preparadas para la acción en el Adriático tenían una misión
que no estaba vinculada con las facultades de ataque en el sentido expresado. La
Comisión Militar de la OTAN había declarado expresamente que la vigilancia no in-
cluía el derecho a imponer también las disposiciones del embargo. También la mi-
sión de la unidad alemana de apoyo Somalia se limitaba a la ayuda humanitaria y el
apoyo logístico.
cc) (1) El art. 87a párr. 2 LF no supone un efecto de cierre frente al art. 24 párr. 2 LF.
Puesto que la República Federal, de acuerdo con el Preámbulo de la Ley Funda-
mental, como miembro con igualdad de derechos de una Europa unida, está anima-
da por la voluntad de servir a la paz en el mundo, debe aceptarse que ya los redac-
tores de la Ley Fundamental partieron de la idea de que la República Federal tendría
derechos y obligaciones en un sistema de seguridad colectiva y recíproca en el mar-
co de las posibilidades jurídico-constitucionales. Éstas se han elaborado, en relación
a una contribución militar, a más tardar con la introducción del art. 87a LF en su an-
terior redacción por la Ley de 19 de marzo de 1956. No se había pretendido una limi-
tación de la aplicación del art. 24 párr. 2 LF con la introducción del art. 87a párr. 2
LF.
cc) El intercambio de notas entre el Gobierno Federal y las Naciones Unidas del 26 y
28 de abril de 1993, concerniente al traslado del contingente de apoyo de Somalia,
supone, sin embargo, un acuerdo jurídico internacional; pero no necesitaba, no obs-
tante, de acuerdo con el art. 59 párr. 2 LF, la aprobación del Parlamento Federal.
aa) El Gobierno Federal había puesto a disposición las Fuerzas Armadas para su
utilización por la unidad AWACS de la OTAN, y para la vigilancia del embargo en el
Adriático también de la UEO; pero con ello no se vincula un traspaso de derechos de
soberanía. El Ministro Federal de Defensa ha mantenido el “full command”. La es-
tructura integrada de mando de la OTAN consiste en una forma de cooperación vo-
luntaria que no da lugar a efectos jurídicos en sentido estricto de órdenes del estado
mayor central de la OTAN a los receptores individuales dentro del Ejército Federal.
El poder de mando de las autoridades de la OTAN deriva exclusivamente del poder
nacional de mando, esto es, está limitado en cuanto al contenido y a su naturaleza
jurídica, en principio. La eficacia jurídica la obtienen las competencias de mando de
la OTAN sólo y únicamente por medio de la orden impartida por parte alemana de
cooperar con las autoridades competentes de la OTAN. Sólo por medio de una or-
den de aplicación del ordenamiento jurídico alemán la orden de una autoridad de
mando de la OTAN se convierte en orden frente a los integrantes del Ejército Fede-
ral.
V.
Los Gobiernos de los Estados federados de Hessen, Baja Sajonia, Renania del Nor-
te-Westfalia, Schleswig-Holstein y el Sarre han presentado en el procedimiento 2
BvE 3/92 alegaciones conjuntas. Se adhieren en lo esencial a lo aportado por los re-
currentes.
VI.
En la vista oral se han manifestado, además de las partes, los representantes del
grupo parlamentario en el Parlamento Federal de la CDU/CSU, y los representantes
de los Gobiernos de los Estados federados de Hessen, Baja Sajonia, Renania del
Norte-Westfalia, Schleswig-Holstein y el Sarre. Todos ellos han profundizado y com-
plementado sus alegaciones escritas.
B.
Los recursos del grupo parlamentario del SPD y del grupo parlamentario del FDP en
el Parlamento Federal son admisibles en lo esencial (I.); los recursos de los diputa-
dos a ellos pertenecientes son inadmisibles (II.).
I.
1. Los grupos parlamentarios del Parlamento Federal tienen legitimación para ser
parte en el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales de acuerdo con
los §§ 13 núm. 5, y 63 ss. BVerfGG. Están facultados para alegar derechos en su
propio nombre que pueden corresponder al Parlamento Federal frente a un posible
oponente (BVerfGE 2, 143 [165]; jurisprudencia constante).
Los recurrentes también han afirmado como posible que las decisiones del Gobierno
Federal sobre la utilización de las Fuerzas Armadas hayan podido lesionar derechos
del Parlamento Federal como legislador de la reforma constitucional del art. 87a
párr. 2, en relación con los arts. 20 párr. 3, y 79 párr. 1 y 2 LF. Ahora bien, es dudo-
so si y en qué medida el art. 87a párr. 1 und 2 LF tiene un carácter protector de las
competencias del Parlamento Federal. Las alegaciones del recurrente, en vista de la
disputa todavía abierta sobre esta cuestión jurídica, simplemente hacen aparecer
como posible la infracción de una función del Parlamento Federal. Los recurrentes
han señalado, además, que pueden lesionarse los derechos del Parlamento Federal
cuando la Ley Fundamental hace depender la utilización de las fuerzas armadas del
consentimiento constitutivo previo del Parlamento Federal.
3. Los recursos también son inadmisibles en tanto se dirigen contra el Ministro Fede-
ral de Defensa. El grupo parlamentario del FDP y los diputados que a él pertenecen
han retirado su recurso por este motivo. Ahora bien, junto al Gobierno Federal tam-
bién el Ministro Federal de Defensa puede actuar como oponente de acuerdo con el
§ 63 BVerfGG; no obstante, los recurrentes no han expuesto que también él haya in-
fringido las funciones del Parlamento Federal. El Ministro Federal de Defensa, debi-
do a su desempeño de la jefatura de las Fuerzas Armadas (art. 65a LF), ha imparti-
do las órdenes necesarias para la ejecución de las decisiones de utilización del Go-
bierno Federal; de esta forma no ha decidido sobre el “si”, sino únicamente sobre las
modalidades de la utilización de las Fuerzas Armadas. Un derecho de co-decisión
sobre las modalidades de empleo no corresponde al Parlamento Federal desde nin-
gún punto de vista jurídico-constitucional.
No son inadmisibles por este motivo, porque la petición, por su carácter, estaría diri-
gida a la prestación de un informe jurídico por parte del Tribunal Constitucional Fe-
deral o el control preventivo de contenido de una medida gubernamental. El objeto
de la disputa constitucional no es una cuestión jurídica abstracta que se somete al
criterio del Tribunal Constitucional Federal para su dictamen antes de una decisión
del Gobierno, sino una medida concreta y ya adoptada por el Gobierno que ha de
someterse al control posterior por parte del Tribunal Constitucional Federal. Para
este enjuiciamiento no es decisivo que para el grupo parlamentario del FDP, al pro-
ceder a la impugnación de estas medidas del Gobierno, se trate ante todo de aclarar
judicialmente una interpretación discutida de preceptos de la Ley Fundamental, de la
que se depende para el enjuiciamiento de la adecuación a la Constitución de las me-
didas impugnadas. Esto es, como se desprende del § 67 inciso 3 BVerfGG, un obje-
tivo de protección jurídica admisible en el marco de un conflicto entre órganos consti-
tucionales.
Para los recursos del grupo parlamentario del FDP existe también una necesidad de
protección jurídica. No puede ser reenviado a sus posibilidades político-parlamenta-
rias de acción bajo este punto de vista jurídico en el caso que nos ocupa; de esta
forma no hubiera podido hacer valer las funciones que afirma del Parlamento Fede-
ral. Hasta ahora no se ha aclarado constitucionalmente si un acuerdo del Parlamento
Federal sobre la admisibilidad de la utilización de las Fuerzas Armadas en el marco
de una medida adoptada por las Naciones Unidas, como hubiera podido ocasionarse
por el grupo parlamentario del FDP, desarrolla un efecto jurídicamente vinculante
para el Gobierno Federal. El conflicto entre órganos constitucionales no hubiera po-
dido ser sustituido ni evitado por esta vía.
II.
Las alegaciones del recurrente no satisfacen estos requisitos. Aduce que se ha igno-
rado el derecho del Parlamento Federal a autorizar nuevas formas de utilización de
las Fuerzas Armadas sólo por medio de la reforma constitucional; de esta forma, al
mismo tiempo, se ha lesionado el derecho del diputado, como miembro del Parla-
mento Federal, a ejercer estas competencias. Con estas alegaciones no se expone
la posibilidad de una infracción de los derechos propios de los diputados en particu-
lar. No cabe entender las competencias del Parlamento Federal como un elenco de
competencias de igual contenido a las de los diputados. El Parlamento Federal no es
únicamente la suma de sus miembros; es un órgano, y como tal titular de competen-
cias originarias. No los diputados en particular, sino el Parlamento como conjunto en
el sentido del conjunto de sus miembros, ejerce como “órgano especial” (art. 20 párr.
2 LF) el poder estatal que emana del pueblo (vid. BVerfGE 44, 308 [316]; 56, 396
[405]; 80, 188 [217]). El Parlamento Federal asume las funciones y competencias
que le atribuye la Constitución no con independencia de sus miembros. Todos y
cada uno de los diputados están llamados a tomar parte en el trabajo del Parlamento
Federal, en sus deliberaciones y decisiones (vid. BVerfGE 80, 188 [217 s.]). Pero
este derecho a colaborar en el trabajo del Parlamento Federal origina una relación
jurídica directa únicamente entre el diputado en particular y el Parlamento Federal,
no entre el diputado y el Gobierno Federal. Tampoco el estatus del diputado como
tal está afectado por los acuerdos del Gobierno Federal impugnados de forma distin-
ta a lo que sucede en el caso de la disolución anticipada del Parlamento Federal por
el presidente federal (vid. BVerfGE 62, 1 [32]) o en la transmisión de competencias
legislativas del Parlamento Federal por un acuerdo (vid. BVerfGE 2, 143 [166]).
b) Los recurrentes tampoco están facultados para hacer valer las competencias del
Parlamento Federal por la vía de la legitimación indirecta. La legitimación indirecta
es una excepción al principio procesal general de que las partes en el proceso sólo
pueden alegar sus propios derechos; por ello no precisa una admisión legal expresa
(vid. BVerfGE 60, 319 [325]). Se encuentra una en los §§ 63, 64 párr. 1 BVerfGG;
ahora bien, se refiere únicamente a la legitimación indirecta de parte de un órgano
por el conjunto del órgano (vid. Clemens, en: Umbach/Clemens [Hrsg.], BVerfGG, §§
63, 64 nm. 4 ss.), pero no faculta a los diputados en particular.
C.
I. El art. 24 párr. 2 LF
261
N. e. Bonner Kommentar des Grundgesetzes.
Mientras estas expresiones apuntan a que el “sistema de seguridad colectiva y recí-
proca”, citado en el art. 24 párr. 2 LF, comprende tanto alianzas de mantenimiento
de la paz entre los miembros como alianzas de seguridad, que intimidan a los poten-
ciales atacantes por medio de una obligación de apoyo recíproco, las ulteriores de-
claraciones del Diputado Dr. Carlo Schmid fueron empleadas para una limitación del
concepto exclusivamente a un sistema de apoyo a la paz orientado al interior entre
los Estados miembros. Frente a la solicitud del Diputado Dr. Menzel de emplear en
vez de “seguridad colectiva y recíproca” el concepto de “seguridad común”, aclaró el
Diputado Dr. Carlo Schmid que el concepto “seguridad colectiva” es un terminus
technicus. “Bajo “seguridad colectiva” se entiende algo muy preciso, una institución
de ámbito más amplio que el derecho a la prevención de la guerra que pretende ser
tratado en los manuales modernos como un capítulo especial del sistema del dere-
cho internacional positivo” (Comisión Principal, 6ª sesión de 19 de noviembre de
1948, Diario de Sesiones, p. 69 [70 s.]). Lo que el Derecho internacional entiende
con este concepto no se dice expresamente.
bb) Objetivo expreso de la normativa del art. 24 párr. 2 LF era crear un sistema su-
praestatal de aseguramiento de la paz que otorgase a la República Federal de Ale-
mania al mismo tiempo la seguridad militar que en aquel momento, a causa de la ca-
rencia de fuerzas armadas propias, no podía garantizar. La República Federal, de
esta forma, se basa para asegurar la paz en la pertenencia a un sistema con otros
Estados. El concepto de “seguridad colectiva y recíproca” deja claro que la Repúbli-
ca Federal de Alemania, por medio de la integración en tal sistema, no sólo asume
obligaciones, sino que, como contraprestación, obtiene también el derecho al apoyo
de los firmantes del tratado; cada Estado es al mismo tiempo garante y receptor de
la garantía (vid. supra en a)aa) así como Tomuschat, cit., nm. 139). El sistema de
seguridad colectiva y recíproca crea, por medio de una normativa de aseguramiento
de la paz y la construcción de una organización, un estatus para cada miembro de
vinculación internacional, que obliga recíprocamente al mantenimiento de la paz y a
la garantía de la seguridad. Carece de importancia si el sistema exclusiva o predomi-
nantemente garantiza la paz entre los Estados miembros u obliga en caso de ataque
externo al apoyo colectivo.
Este es el caso del mandato impartido por el Consejo de Seguridad para la UNO-
SOM II, aunque al respecto se han combinado formas organizativas y competencias
de acción de los capítulos VI y VII de la Carta de las Naciones Unidas.
El art. 42 CNU prevé que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pueda
ejecutar las medidas coactivas militares necesarias para el mantenimiento o el resta-
blecimiento de la paz mundial con las fuerzas armadas que se ponen a su disposi-
ción. Ahora bien, el Consejo de Seguridad no puede obligar a los Estados miembros,
sin un acuerdo en el sentido del art. 43 CNU, a poner a su disposición fuerzas arma-
das; las misiones militares pueden, sin embargo, realizarse con tropas ad hoc volun-
tariamente entregadas bajo el mando de las Naciones Unidas (vid. Frowein, en:
Simma [Hrsg.], Charta der Vereinten Nationen, Kommentar, art. 43 nm. 18).
a) aa) Al acuerdo del Consejo de Seguridad núm. 713, que ordena un embargo de
armas vinculante contra Yugoslavia, subyace la constatación de que las acciones de
guerra duraderas en Yugoslavia y sus efectos sobre los Estados de la región supo-
nen una amenaza para la paz mundial y para la seguridad internacional. En la Reso-
lución núm. 757, constata el Consejo de Seguridad que la situación en Bosnia y en
Herzegovina y en otras partes de la anterior República Federal Socialista de Yugos-
lavia amenazaba la paz y reprochaba el desdén reiterado de la República Federal de
Yugoslavia, de nueva fundación, por la integridad territorial y la independencia de
Bosnia-Herzegovina practicado con sanciones económicas. Ambas Resoluciones se
apoyaban en el capítulo VII CNU.
El art. 24 párr. 2 LF es uno de esos preceptos que formaba parte de la Ley Funda-
mental desde el principio. Como ya se ha expuesto (arriba I.), la disposición ofrece
también la base para un empleo del Ejército Federal en misiones que tengan lugar
en el marco y de acuerdo con las reglas de un sistema de seguridad colectiva y recí-
proca. No es evidente que el constituyente, en particular con ocasión de la comple-
mentación de la Ley Fundamental por las leyes de 26 de marzo de 1954 (BOF I p.
45), de 19 de marzo de 1956 (BOF I p. 111) y de 24 de junio de 1968 (BOF I p. 709),
hubiera cambiado algo. Ello es aplicable, ante todo, a la inclusión de la organización
del estado de emergencia en la Ley Fundamental. Al respecto, no se trata de cerce-
nar las posibilidades de colaboración de Alemania, por ejemplo, en el marco de las
Naciones Unidas, en las cuales la República Federal no había ingresado todavía por
entonces, y en las cuales su entrada, por aquel momento, no parecía posible al me-
nos durante un tiempo previsible; esta cuestión está al margen de lo que entre los
partícipes constituía el objeto de la negociación en este contexto. Su atención estaba
más bien dirigida a cumplir la reserva constitucional del art. 143 de la Ley Funda-
mental, en la redacción de 19 de marzo de 1956 (BOF I p. 111), y regular en la Ley
Fundamental, en adelante, también los presupuestos con los cuales se podían utili-
zar las Fuerzas Armadas en los casos de estado de emergencia interna. Además, la
organización del estado de emergencia no tenía que crear nuevas posibilidades de
utilización de las Fuerzas Armadas ni limitar las ya autorizadas en la Ley Fundamen-
tal.
aa) El Gobierno Federal dirige, como función propia, las negociaciones del tratado,
tiene el derecho de iniciativa de una ley de autorización de la ratificación en el senti-
do del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF, y determina frente al legislador el contenido del Tra-
tado, que éste – en tanto el Tratado no deje abierto un margen de decisión – sólo
puede autorizar o rechazar en su conjunto. La ley de autorización de la ratificación
contiene también únicamente un apoderamiento, pero deja al Gobierno Federal la
competencia de decidir si firma el tratado internacional y tras su firma si le pone fin o
lo mantiene de acuerdo con el derecho internacional (vid. BVerfGE 68, 1 [85 s.]).
Del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF tampoco puede extraerse que siempre que una actua-
ción del Gobierno Federal en el tráfico internacional regule las relaciones políticas de
la República Federal de Alemania o afecte a materias de la legislación federal deba
elegirse la forma de un tratado que precise el consentimiento del legislador (vid.
BVerfGE 68, 1 [86]). Tampoco viene en consideración una aplicación analógica o
ampliadora de este precepto (vid. BVerfGE 68, 1 [84]).
c) El derecho de colaboración del legislador, por ello, puede ser lesionado cuando el
ejecutivo, en cumplimiento de su competencia básica de atender a las relaciones ex-
teriores, permita que nazcan por medio del tratado vinculaciones jurídicas nuevas o
ampliadas que cumplen los presupuestos del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF, pero descui-
da recoger al respecto el consentimiento del legislador para ello. La constatación de
que se lesiona el derecho del legislador recogido en el art. 59 párr. 2 inciso 1 LF no
puede ser combatida con el reproche de que no se ha presentado una ley de autori-
zación de la ratificación y que el legislador tampoco puede exigirlo. La lesión del de-
recho del legislador puede ser consecuencia precisamente de la omisión.
2. Se entienden por tratados internacionales todos los acuerdos entre dos o más su-
jetos de derecho internacional por medio de los cuales se pretende cambiar la situa-
ción jurídica existente entre ellos. También se incluyen aquí los acuerdos para la mo-
dificación de los tratados preexistentes. Carecen de importancia la forma y el objeto
de la regulación; un acuerdo formalizado y celebrado puede, al igual que un inter-
cambio de notas, un convenio administrativo o un acuerdo oral, suponer un acuerdo
contractual (vid. Bernhardt, en: HStR VII, 1992, § 174 nm. 2). En particular, no de-
pende de si el acuerdo recibe o no el nombre de tratado. También los actos orgáni-
cos o colectivos de comunidades contractuales internacionales pueden al mismo
tiempo suponer tratados de igual contenido de los Estados miembros cuando se
adoptan con la voluntad correspondiente (BVerfGE 68, 1 [82]). Es decisivo el acuer-
do obtenido por medio de las declaraciones coincidentes de voluntad entre sujetos
de derecho internacional sobre determinadas consecuencias jurídicas internaciona-
les.
Tratados políticos en el sentido del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF no son todos los acuer-
dos internacionales que se refieren a cuestiones públicas, sino únicamente aquellos
por los que la “existencia del Estado, su integridad territorial, su independencia, su
posición y su peso relativo en la comunidad de Estados se ven afectados”. A ellos
pertenecen no sólo, pero fundamentalmente, los tratados que están orientados a
“afirmar, asegurar o ampliar la posición de poder del Estado frente a otros Estados”
(BVerfGE 1, 372 [381]).
aa) Los tratados se acuerdan por las partes con la voluntad de vincularse jurídica-
mente, esto es, con el propósito de crear derechos y obligaciones conforme al dere-
cho internacional hasta entonces inexistentes. En lo restante, el art. 59 párr. 2 inciso
1 LF no afecta a la competencia del Gobierno Federal, apoyada en la competencia
de dirección de los asuntos exteriores, de elegir la forma de acción que le parezca
adecuada en el tráfico internacional y evitar también la vinculación contractual. Co-
rresponde al Gobierno Federal decidir, de acuerdo con las partes actuales o, por
ejemplo, las nuevas que se han de conseguir, si, en qué momento y con qué conte-
nido se asumen nuevas vinculaciones internacionales. La renuncia a un tratado es
especialmente razonable cuando los sujetos de derecho internacional implicados se
encuentran en la fase de preparación del mismo, habiendo considerado la prueba de
nuevas formas de cooperación o coordinación y atención a otros sujetos de Derecho
internacional. El art. 59 párr. 2 inciso 1 LF tampoco se opone a una actuación políti-
ca exterior acordada con las partes sobre el actual fundamento contractual, que –
por ejemplo con atención a desarrollos políticos no concluidos e insuficientemente
abarcables – evita conscientemente la vinculación convencional internacional. De
esta forma precisamente no se crean nuevos derechos y obligaciones.
bb) La cuestión acerca de si una actuación acordada con importancia jurídica de dis-
tintos sujetos de Derecho internacional tiene el carácter de un tratado internacional
no siempre es fácil de responder, debido a la flexibilidad del instrumentario de acción
habitual en el tráfico internacional. La mayoría de las veces se decidirá a la vista de
las fórmulas elegidas por las partes en sus declaraciones; una voluntad de acordar
un tratado se expresa por las partes que vienen en consideración habitualmente de
forma clara. Si falta – sobre todo en otra valoración expresada de los ejecutivos ac-
tuantes –,, sólo en casos excepcionales para cuya existencia se necesita un especial
punto de partida (vid. BVerfGE 68, 1 [82]) puede aceptarse que se ha acordado un
tratado de forma concluyente. Estos puntos de partida deben derivarse, según su
contenido total, de que las partes tienen la voluntad de hacer entrar en vigor nuevos
vínculos contractuales, aunque no hayan emitido las correspondientes declaraciones
expresas de voluntad. Si las partes en tal caso admiten que, sin embargo, no hubie-
ran querido celebrar un tratado, deben existir al respecto puntos de vista defendi-
bles; en otro caso, se ha de partir de una celebración concluyente del tratado – y de
esta forma de un caso de aplicación del art. 59 párr. 2 LF -. El punto de partida de
una voluntad de celebración del tratado puede, por ejemplo, faltar, cuando la parte
de un tratado existente se encuentra en un proceso de reorientación en el que en
conferencias sucesivas se acuerdan los pasos necesarios de planificación de una re-
forma y también hace pública su disposición a llevar a cabo reformas. En tal situa-
ción, normalmente, no se encuentran fórmulas decisivas, formuladas con propuestas
maduras, sino que, antes bien, sólo se formulan directrices de planificación y planes
de desarrollo.
Si las partes declaran querer dar lugar por medio de una interpretación del tratado a
una nueva práctica de aplicación del tratado, esta práctica, sin embargo – contra la
interpretación declarada por las partes – va más allá del contenido del tratado, así
que el legislador en virtud de su competencia del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF no puede
forzar a la celebración – complementaria - de otro tratado internacional. Las partes,
por medio de su declaración de querer mantenerse en el marco del tratado preexis-
tente, han expresado claramente que no quieren que se creen nuevos vínculos jurí-
dicos de naturaleza convencional. Si las partes de esta forma no han emitido una de-
claración dirigida a la celebración de un tratado de modificación, no está a disposi-
ción otro tratado como objeto del procedimiento de aprobación de acuerdo con el art.
59 párr. 2 inciso 1 LF. Tampoco existe una estipulación concluyente del tratado, en
la que falten únicamente las declaraciones expresas de voluntad, pero no la voluntad
de que entren en vigor nuevos vínculos convencionales. Se trata más bien de un su-
ceso fáctico, procedimental, en la cooperación de los sujetos de derecho internacio-
nal que son parte en el tratado. Si se tratara de un suceso de estas características,
en tanto esto lleva sólo en casos poco reconocibles a una modificación del contenido
del tratado y a aplicar el art. 59 párr. 2 inciso 1 LF, esto elimina la necesariamente
clara limitación de competencias entre el Gobierno, responsable de la política exte-
rior, y el legislador autorizado a co-decidir al respecto.
La interpretación estricta para evitar ese resultado del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF ga-
rantiza la necesaria delimitación unívoca de competencias entre el Gobierno Federal
y el legislador; es un elemento de la división de poderes, tal y como la ha configura-
do la Ley Fundamental (vid. BVerfGE 68, 1 [86 s.]). Ofrece a los órganos federales
implicados una medida fiable para poder determinar de antemano los límites de sus
competencias y sus funciones (vid. también BVerfGE 81, 310 [335 ss.]) y garantiza,
en particular, la capacidad de actuación en política exterior de la República Federal
de Alemania.
ee) De todo ello no se deriva que la actuación en política exterior del Gobierno Fede-
ral se sustraiga a la influencia del Parlamento. Si el Gobierno Federal ha permitido
que se constituyan nuevas obligaciones internacionales de la República Federal de
Alemania sin que el legislador haya prestado su consentimiento para ello, de acuer-
do con lo dispuesto en el art. 59 párr. 2 inciso 1 LF, las posibilidades de actuación
del Gobierno Federal para su ejecución se limitan a las actividades que no están so-
metidas a una reserva de ley. En tanto la Ley Fundamental exija un apoderamiento
legal expreso-- como, por ejemplo, en el ámbito de aplicación de los derechos funda-
mentales, en la atribución de competencias de soberanía o en el plano del derecho
presupuestario--, existe una prohibición de actuar en tanto no se apruebe o bien la
ley nacional de autorización de la ratificación de la orden de aplicación jurídica den-
tro del Estado o bien el Parlamento haya elaborado una base suficiente de apodera-
miento al respecto. Por lo demás, el Parlamento Federal puede, cuando desapruebe
la política exterior del Gobierno, especialmente cuando tema que se puedan crear
obligaciones internacionales indeseadas, enfrentarse al Gobierno Federal con los
muchos medios del control político (vid. BVerfGE 68, 1 [89]). Desarrollos de este
tipo, como los que constituyen el objeto del presente proceso, se llevan a cabo a la
vista del público. El Parlamento, por ello, está, de hecho, en todo momento en situa-
ción de ponerse en marcha por propia iniciativa, colaborando con el Gobierno Fede-
ral en el proceso de formación de la voluntad y de decisión que tiene lugar entre los
Estados.
Sólo poco a poco cobra forma el nuevo orden de seguridad que se pretende. Ello se
desprende ante todo también del ejemplo de las discusiones que en el marco de la
OTAN y de la UEO se han producido en los últimos años, y ante este trasfondo se
ha de valorar la decisión de involucrar a ambas estructuras aliadas en las operacio-
nes de cumplimiento de las decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas en relación a la antigua Yugoslavia.
bb) Las declaraciones elaboradas por los Ministros de Asuntos Exteriores y de De-
fensa de los Estados miembros de la UEO el 19 de junio de 1992 en Petersberg,
cerca de Bonn, hacen públicos propósitos de acción política y planes de renovación,
pero no contienen, sin embargo, declaraciones convencionales expresas o conclu-
yentes. Ello tampoco se cuestiona por medio del contenido de las posteriores decla-
raciones con ocasión de las reuniones del Consejo de Ministros de la UEO.
Ante este trasfondo se explica también la ejecución de las resoluciones de las Nacio-
nes Unidas concernientes a la guerra en la antigua Yugoslavia. Era una demanda
política urgente – también sostenida por el deseo de los pueblos de Europa occiden-
tal – de los órganos y sistemas europeos de seguridad no seguir rehusando la ayuda
efectiva para la consecución de la paz y el fin de la guerra, que había causado un
gran sufrimiento humano. A partir de esta situación de aguda necesidad, los Estados
miembros de la UEO han procedido a actuar ya ahora en el sentido de la pretendida
revitalización de la alianza. No llega a expresarse allí una voluntad de querer am-
pliar, con la realización de estas medidas – no impostergables en la situación de
guerra que tenía lugar –, convencionalmente el tratado en relación con las funciones
de cumplimiento de los mandatos de las Naciones Unidas.
Ello se aplica ante todo porque los miembros de la UEO evidentemente parten de la
interpretación de que para la imposición de las Resoluciones de las Naciones Unidas
no se precisa ninguna base en el Tratado de Bruselas. Consideran su disposición,
“vinculada al caso concreto”, a apoyar la imposición eficaz de medidas de preven-
ción de conflictos y de gestión de crisis – incluyendo medidas de mantenimiento de
la paz - bajo la dirección de las Naciones Unidas (vid. Declaración de Petersberg,
cit., I.2; declaración del Consejo de Ministros de la Unión Europea Occidental con
ocasión de la reunión en Luxemburgo, cit., II.1), como un seguro combinado de la
voluntad política de los Estados miembros en las organizaciones internacionales
competentes en el ámbito de la seguridad (vid. comunicado del Consejo de Ministros
de la Unión Europea Occidental con ocasión de la reunión en Roma, de 19 de mayo
de 1993, cit., infra 3.). Los Ministros de los Estados miembros de la UEO se conside-
ran, evidentemente – como cualquier otro miembro –, exclusivamente autorizados y
estimulados por las Resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Si las declaraciones de los Ministros de los Estados miembros y la colaboración de
los órganos de la UEO en los apoyos a las medidas de las Naciones Unidas están
determinadas por tales ponderaciones, las partes actúan sin voluntad de acordar un
tratado; no acuerdan un tratado internacional – tampoco aunque se trate de un trata-
do concluyente -, que de acuerdo con el art. 59 párr. 2 inciso 1 LF precisaría el con-
sentimiento del legislador.
cc) Tampoco la colaboración del Gobierno Federal en el acuerdo del Consejo de Mi-
nistros de Asuntos Exteriores de la OTAN, de 10 de julio de 1992, y en los acuerdos
del Consejo de la OTAN, de 2 y 8 de abril de 1993, puede considerarse como un
acuerdo concluyente de un tratado de modificación sobre un nuevo concepto estra-
tégico de la OTAN. Ahora bien, los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados
miembros de la OTAN, los días 7 y 8 de noviembre de 1991 en Roma, han expuesto
un nuevo Concepto Estratégico, pero lo han designado expresamente como un con-
cepto que se mantiene dentro del marco de los tratados actuales. En la formulación
de las funciones básicas de la Alianza (parte II), confirman los Estados miembros ex-
presamente que el radio de acción de la Alianza, así como también sus derechos y
obligaciones derivados del Tratado del Atlántico Norte, se mantienen sin cambio al-
guno (núm. 23). Las directrices de defensa (parte IV) citan, en caso de paz, las tare-
as futuras de las fuerzas armadas de la alianza; el llamamiento a prestar apoyo a la
estabilidad y a la paz en el mundo, poniendo a disposición fuerzas armadas para las
misiones de las Naciones Unidas, se orienta a los aliados (núm. 42); en caso de cri-
sis, se trata exclusivamente el caso de la alianza, no otras obligaciones específicas
de apoyo (núm. 43). En conjunto, sigue siendo “la principal función de las fuerzas ar-
madas de la alianza garantizar la seguridad y la integridad territorial de los Estados
miembros” (núm. 41). Por último, la declaración constata en un resumen (parte V)
que este Concepto Estratégico confirma el carácter defensivo de la alianza y se basa
en los instrumentos ya dispuestos convencionalmente en la actualidad para el man-
tenimiento de la paz (núm. 58). El Concepto Estratégico es para los miembros de la
alianza el fundamento del ulterior desarrollo de la política de defensa de la alianza
(núm. 60).
Esta conclusión, por una parte ahorra al Gobierno Federal tener que interrumpir el
proceso de prudente sintonía y planificación común por medio de una clara reserva
de no querer vincularse jurídicamente, aunque todas las partes sean conscientes de
la falta de obligatoriedad jurídica. Además, el Gobierno Federal se libra de tener que
dirigir unilateralmente un proceso legislativo “convencional” al que le falta su objeto y
para el que, por ello, tendría que fingirse un texto del tratado. En ambos casos, los
Estados parte y las organizaciones se extrañarían.
a) Tanto la OTAN como la UEO son, de acuerdo con los tratados constitutivos, alian-
zas defensivas. Se instauran con la promesa del apoyo recíproco frente a ataques
armados contra uno o varios de sus miembros (art. V del Tratado de la UEO y art. 5
del Tratado de la OTAN). La adopción de medidas de aseguramiento y de consecu-
ción de la paz en terceros países bajo la dirección de las Naciones Unidas no se in-
cluye como función en el texto del Tratado. Tales misiones tampoco se justifican por
el preámbulo ni en su definición de fines. Allí se habla de la creencia en los derechos
humanos y de la decisión de apoyarse unos a otros en interés de la paz internacio-
nal y de la seguridad internacional. Allí, no obstante, no se expresa otra cosa que el
deseo comprensible de querer actuar con el pacto de apoyo militar en favor del bie-
nestar de la humanidad y en interés de la paz. Esta definición de fines, imprecisa en
sus márgenes, no es apropiada para legitimar la asunción de nuevas funciones más
allá de las obligaciones expresamente recogidas en el texto del Tratado.
Ahora bien, la posibilidad de una ulterior colaboración con las Naciones Unidas no
se encontraba fuera del ámbito de visión de los fundadores del Pacto del Atlántico
Norte. El art. 12 del Tratado de la OTAN prevé que las partes, transcurridos diez
años, o en cualquier momento posterior, a solicitud de uno de ellos, revisarían el
Tratado teniendo en cuenta las circunstancias que afectarían por entonces a los inte-
reses de seguridad de la Alianza. Según el precepto, ahí se incluye también el desa-
rrollo de acuerdos generales o regionales en el marco de la Carta de las Naciones
Unidas. Pero precisamente esta disposición deja claro que una ampliación del marco
convencional de actuación ha de ser objeto de una revisión del Tratado y, de esta
forma, el resultado de su revisión. No se pensaba en una adaptación automática del
ámbito convencional de funciones a la situación política mundial en el momento y de
acuerdo con sus propias necesidades de seguridad.
b) También los cuatro magistrados opinan que todavía no se ha llegado a una revi-
sión del tratado en la forma de una modificación del tratado explícita o concluyente.
Pero el Gobierno Federal, por medio de su colaboración con las partes de la OTAN y
de la UEO, de alguna forma, “ha puesto en marcha el proceso” (Ress, Verfassungs-
rechtliche Auswirkungen der Fortentwicklung völkerrechtlicher Verträge, en: Festsch-
rift für Zeidler, 1987, pp. 1175 ss. [1179]) y, de esta forma, ha originado el peligro de
que su contenido sea modificado de forma vinculante al margen de las formas tradi-
cionales del procedimiento y así se impida la colaboración del Parlamento de acuer-
do con el art. 59 párr. 2 inciso 1 LF. Pues ha puesto en marcha un desarrollo dinámi-
co de los Tratados por medio de formas de expresión y de actuación que se sustra-
en a la cualificación jurídica unívoca y dejan a oscuras la obligatoriedad jurídica de
las nuevas funciones.
Sin realizar negociaciones sobre el futuro ámbito de funciones de la Alianza, las par-
tes informan desde mediados del año 1990 repetidas veces en acuerdos y declara-
ciones acerca de cómo quieren enfrentar los retos de política de seguridad creados
por el gran cambio político mundial producido en los años 1989/90. Al respecto no es
posible afirmar con certeza si estas declaraciones aparecen funcionalmente en el lu-
gar de una determinación convencional, o se debe partir de ello en adelante (vid. so-
bre la función de las nuevas formas de actuación en el Derecho internacional, Fas-
tenrath, Kompetenzverteilung im Bereich der auswärtigen Gewalt, München 1986, p.
46).
Estas solemnes afirmaciones repetidas de actuar sobre la base del tratado original,
no justifican, en vista de la evidente ampliación de su ámbito de funciones, la conclu-
sión relativa a un desarrollo del tratado contenido ya en el tratado fundacional (aa).
Permiten, en cualquier caso, dudar si las declaraciones formuladas de conformidad
con el propósito de su creador han de ser un acuerdo de conformidad con el derecho
convencional o no son vinculantes jurídicamente (bb).
aa) Con ese reenvío expreso al tratado fundacional no se allana la diferencia entre
interpretación auténtica y modificación del tratado a favor de la primera. El trazado
de esta frontera no se sitúa en lo que tenga a bien la parte. Antes bien, la cuestión
se ha de contestar de la mano de criterios objetivos, en primer lugar, del texto del
tratado, acerca de si se trata de una modificación material del mismo o únicamente
de un desarrollo del contenido actual del tratado (vid. Ress, cit., p. 1179 y Heintschel
von Heinegg, en: Ipsen, Völkerrecht, 1990, p. 121 s.). En todo caso, si, de acuerdo
con la doctrina internacionalista, también contenidos esenciales del tratado pueden
ser modificados mediante la interpretación auténtica, igualmente se sometería el
consenso interpretativo al requisito del consentimiento del art. 59 párr. 2 inciso 1 LF.
Pues, en otro caso, el derecho de colaboración del legislador allí previsto carecería
de objeto en el caso de las modificaciones del tratado.
bb) Es cuestión de la parte si se han de crear nuevas obligaciones en el tratado o se
elige el camino de una declaración de conformidad que no tiene que tener carácter
jurídico. La elección de tal forma de expresión jurídicamente no vinculante no necesi-
ta ser el resultado del propósito de sustraer los acuerdos a la influencia del Parla-
mento. Habida cuenta de la situación insegura de la política mundial y de la peculia-
ridad de los conflictos a gestionar, pueden constituir una expresión de inteligencia
política insertarse al principio poco a poco y a modo de tentativa en un nuevo con-
cepto de seguridad. También debe pensar la parte en particular que no está en su
poder obligar a una revisión del tratado. Si las partes evitan por medio de declaracio-
nes simples consentidas claramente reconocibles la solidificación de un nuevo con-
cepto de seguridad acompañado de una forma jurídica – posiblemente precoz -, no
se afecta el derecho de colaboración del Parlamento de acuerdo con lo dispuesto en
el art. 59 párr. 2 inciso 1 LF, por la ausencia de una obligación internacional.
c) Pero se aplica, sin embargo, algo distinto cuando por medio de acuerdos docu-
mentados y reiterados y las actuaciones consiguientes acordadas por la parte se
pone en marcha un proceso de desarrollo del concepto convencional de funciones
en cuyo transcurso éste se condensa progresiva e inequívocamente en un acuerdo
jurídicamente obligatorio. En este conjunto de posibilidades de regulación extrajurídi-
cas y convencionales de varios niveles– en el moderno derecho internacional no ex-
traña -, apenas es posible fijar por anticipado el paso decisivo que lleva de un con-
senso jurídicamente no vinculante a un acuerdo obligatorio jurídicamente. Este ámbi-
to, impenetrable para el Parlamento, de formas de actuación internacional todavía se
oscurece más si se tiene en cuenta que tales declaraciones consensuadas en el trá-
fico internacional apenas son manejadas de otra forma que como si les correspon-
diera una obligatoriedad jurídica (vid. Tomuschat, Der Verfassungsstaat im Geflecht
der internationalen Beziehungen, en: VVDStRL 36, 1978, p. 33 y Wengler,
Rechtsvertrag, Konsensus und Absichtserklärung im Völkerrecht, en: JZ 1976, p.
193).
aa) Ya por el ingreso en la Carta de las Naciones Unidas, a la que el Parlamento Fe-
deral, mediante Ley de 6 de junio de 1973 (BOF II p. 430), ha dado su aprobación, la
República Federal de Alemania se ha decidido sin reservas por una cooperación en
el sistema de aseguramiento de la paz de las Naciones Unidas: “como miembro de
pleno derecho de la organización mundial, la República Federal de Alemania, en co-
operación con todos los Estados miembros de las Naciones Unidas, se compromete
a apoyar los esfuerzos de las Naciones Unidas en orden al mantenimiento de la paz”
(memorando del Gobierno Federal al proyecto de una ley de ingreso de la República
Federal de Alemania en la Carta de las Naciones Unidas, BOPF VII/154, p. 43). En
el momento del ingreso de la República Federal de Alemania en las Naciones Uni-
das en el año 1973, las tropas de paz compuestas por los contingentes nacionales y
actuando bajo el mando único de las Naciones Unidas (peace-keeping-forces) ya
eran parte integrante permanente del sistema colectivo de aseguramiento de la paz
de las Naciones Unidas.
bb) La República Federal de Alemania ha tomado parte hasta ahora, por motivos de
política exterior e interior alemana-- sin olvidar tampoco una extendida valoración de
la admisibilidad jurídico-constitucional del empleo de las fuerzas armadas sólo en ac-
ciones de paz de las Naciones Unidas-- poniendo a disposición miembros del Ejérci-
to Federal para prestar servicio sin armas en el marco de las operaciones de asegu-
ramiento de la paz. Ante este trasfondo tampoco se puede atribuir al intercambio de
notas el carácter de un tratado político. Con independencia de que conforme a las
ponderaciones expuestas arriba relativas a la Ley de Autorización de la Ratificación
de la Carta de las Naciones Unidas, el intercambio de cartas no puede considerarse
un tratado político, tampoco le corresponde esa significación porque no da lugar a un
abandono del punto de partida alemán adoptado hasta el momento. De acuerdo con
el convenio adoptado entre el Gobierno Federal y la Secretaría General de las Na-
ciones Unidas, el contingente alemán debía entrar en acción en una región pacifica-
da, de acuerdo con la comprobación del Secretario General, y precisamente no de-
bía tener funciones relativas al ejercicio de la fuerza militar ni colaborar en el ejerci-
cio de la misma. Prestaba exclusivamente apoyo logístico y asumía, por lo demás,
tareas humanitarias relativas al cuidado y atención a la población civil.
b) Por el acuerdo adoptado en el intercambio de notas no se ha lesionado tampoco
al Parlamento Federal alemán en sus derechos desde el punto de vista del art. 59
párr. 2 inciso 1 2ª alternativa LF (remisión a las materias de la legislación federal),
porque – como expone el grupo parlamentario del SPD – la ejecución de mandatos
de las Naciones Unidas mediante el empleo de las fuerzas armadas presupone una
modificación de la Ley Militar. La obligación de estar básicamente preparado para
asumir mandatos del Consejo de Seguridad o, en cualquier caso, colaborar en su
ejecución, se vincula ya con el ingreso en las Naciones Unidas, a la que el legislador
ha dado su aprobación. Incluso aunque sean necesarias disposiciones legales para
su ejecución dentro del Estado, es suficiente con esta aprobación en lo que respecta
al derecho del Parlamento Federal recogido en el art. 59 párr. 2 inciso 1 LF. Con la
asunción de funciones en ejecución de una acción de las Naciones Unidas se ha
sido únicamente consecuente con el ingreso en las Naciones Unidas. Si el legislador
ha consentido éste, el acuerdo adoptado en el intercambio de notas no es apropia-
do, por su parte, para crear nuevamente una referencia a materias de la legislación.
El art. 59a LF fue eliminado por la 17ª Ley de Complemento de la Ley Fundamental,
de 24 de junio de 1968 (BOF I p. 709) – la llamada organización del estado de emer-
gencia -. A ella no subyace, sin embargo, una voluntad del constituyente de una par-
cial desparlamentarización de la utilización de las Fuerzas Armadas. Antes bien,
también en 1968– al igual que en 1956 – que una utilización militar de las Fuerzas
Armadas, fuera de los casos de utilización ya regulados, especialmente en el art.
115a párr. 1 LF, aunque jurídicamente posible, en vista de la situación mundial de
entonces parecía, sin embargo, una mera hipótesis teórica y por tanto, en atención a
la colaboración parlamentaria, no precisada de regulación (vid. supra A.I.3.). El cons-
tituyente, sin embargo, ha mantenido, a pesar de la derogación del art. 59a LF, la re-
serva parlamentaria para todos los casos considerados posibles de utilización.
Cuando ahora, tras el ingreso de la República Federal de Alemania en las Naciones
Unidas y en una situación política mundial distinta, vienen en consideración otros ca-
sos de utilización de las Fuerzas Armadas alemanas, ya no se contempla expresa-
mente una reserva parlamentaria para estos casos en la Ley Fundamental; en aten-
ción al tema no sería improcedente.
aa) De acuerdo con el art. 11 párr. 1 inciso 2 de la Constitución del Reich de 1871
(BOR p. 63), la declaración de guerra y la firma de la paz eran competencia del Mo-
narca, que precisaba para ello – excepto en el caso de un ataque al territorio nacio-
nal o a sus costas – la aprobación del Consejo Federal (art. 11 párr. 2). La Ley de
derogación de la Constitución del Reich, de 28 de octubre de 1918 (BOR p. 1274),
que ejecutó el tránsito a un sistema de gobierno parlamentario, modificó el art. 11
párr. 2 de la forma siguiente: “para la declaración de guerra en nombre del Reich es
necesaria la aprobación del Consejo Federal y del Parlamento del Reich”. De esta
forma se hizo dependiente del consentimiento del Consejo Federal y del Parlamento
del Reich, esto es, de los órganos legislativos, limitando la prerrogativa del Monarca
a la declaración de guerra y la firma de tratados de paz en todos los casos, incluyen-
do el caso de defensa.
El art. 45a párr. 1 LF prevé una comisión permanente de defensa y la dota con los
derechos de una comisión de investigación; de esta forma se asegura que puedan
ser investigadas todas las actuaciones en cuestiones de defensa y con la sola inicia-
tiva parlamentaria de la comisión de defensa. La actuación del Gobierno Federal en
estas cuestiones se sigue continuamente en el Parlamento.
(1) La declaración del caso de defensa, de acuerdo con el art. 115a párr. 1 LF, da lu-
gar, sin embargo, directamente sólo al paso de la situación de normalidad a la del
estado de emergencia y adapta, especialmente, el derecho de organización estatal a
las exigencias de un estado de emergencia exterior ocasionado por un ataque arma-
do contra el territorio federal. Por tanto, no es presupuesto de todo empleo defensivo
del Ejército federal. La Ley Fundamental, sin embargo, vincula a la declaración del
caso de defensa, junto a consecuencias jurídicas relativas al estado de emergencia
y también a la organización militar, otras concernientes al ámbito de las relaciones
exteriores (vid. art. 115a párr. 5; art. 115b; art. 115l párr. 3 LF; art. 87a párr. 3 LF).
Ante todo, el traspaso del poder de mando del Ministro Federal de Defensa al Canci-
ller Federal conforme al art. 115b LF muestra que la declaración del estado de de-
fensa por parte del Parlamento, de acuerdo con lo que dispone el art. 115a párr. 1
LF, al mismo tiempo apodera para la utilización militar de las Fuerzas Armadas. El
tránsito ocasionado por la decisión parlamentaria de una mera competencia para
emitir directivas del Canciller Federal a una relación jerárquica superior directa con-
centra el poder militar y las relaciones exteriores en la competencia del Canciller Fe-
deral, que soporta al respecto la completa responsabilidad parlamentaria.
Tampoco la cláusula de la alianza del art. 80a párr. 3 LF autoriza una utilización de
las Fuerzas Armadas en la sola competencia del ejecutivo; el precepto afecta a la
“movilización parcial civil” provocada de acuerdo con el sistema de alarma de la
OTAN, no a la utilización de las Fuerzas Armadas en el caso de la alianza.
(2) En tanto las Fuerzas Armadas en el caso de la defensa también están facultadas
o pueden ser apoderadas para proteger objetivos civiles y atender a las funciones de
regulación del tráfico (art. 87a párr. 3 LF), la colaboración de los órganos legislativos
se deriva de la previa declaración del estado de defensa adoptada por el Parlamento
Federal con consentimiento del Consejo Federal, de acuerdo con lo dispuesto en el
art. 115a párr. 1 LF. Una posible utilización de las Fuerzas Armadas, de acuerdo con
el art. 87a párr. 4 inciso 1 LF, en la protección de objetivos civiles y en la lucha con-
tra elementos subversivos organizados y armados militarmente ha de cesar cuando
el Parlamento Federal o el Consejo Federal lo exijan (inciso 2). La utilización de
Fuerzas Armadas de apoyo a las fuerzas policiales en caso de catástrofes naturales
o accidentes que afectan al territorio de más de un Estado, se entiende en la Ley
Fundamental primordialmente como un problema federal: se ha de eliminar en cual-
quier momento si lo exige el Consejo Federal (art. 35 párr. 3 inciso 2 LF).
D.
Los grupos del Parlamento Federal sólo pueden alegar en el procedimiento de con-
flicto entre órganos constitucionales entre el Parlamento y el Gobierno los derechos
de aquél en representación indirecta (§ 64 BVerfGG). De esta forma, el recurso sólo
podría haberse dirigido frente al hecho de que a través de una medida del Gobierno
Federal se infrinjan los derechos del Parlamento Federal conforme a la Constitución
(o hayan sido puestos directamente en peligro), pero no, por el contrario, a que la
medida del Gobierno Federal en lo restante sea inconstitucional.
3. Por el contrario, el comportamiento del grupo parlamentario del FDP permite ob-
servar que no pretende la aclaración de una cuestión constitucional por razones que
se encuentran en la relación entre el Parlamento y el Gobierno, pues para él no se
trata evidentemente y precisamente del mantenimiento de los derechos del Parla-
mento Federal frente al Gobierno Federal.
a) El grupo parlamentario del FDP ha mantenido, sin embargo, desde hace tiempo,
la opinión de que la situación constitucional no autoriza el empleo del Ejército Fede-
ral fuera de las posibilidades de utilización estrictamente descritas de la defensa del
Estado y del caso de la alianza, pero al mismo tiempo en relación a la política exte-
rior alemana ha apoyado el ingreso en la OTAN y en la UEO en Yugoslavia, que
ofrece la razón y el motivo para la decisión de utilización del Gobierno Federal, y
esto sin hacer reserva de los derechos del Parlamento.
b) El grupo parlamentario del FDP tampoco ha hecho nada en el Parlamento para in-
clinar al legislador a hacer valer su derecho. Debido a su derecho a presentar solici-
tudes (vid. p. 76 GOBT), podría adoptar la iniciativa de una propuesta de acuerdo
parlamentaria que buscara defender los derechos del Parlamento recogidos en el
art. 87a LF que alega. Tal propuesta de resolución, por ejemplo, hubiera podido diri-
girse a que el Gobierno Federal omitiera decidir el empleo de soldados alemanes en
la unidad AWACS o desistiera de la decisión ya adoptada, hasta que se den los pre-
supuestos por parte del Parlamento, con base en su derecho recogido en el art. 79
párr. 1 en relación con el art. 87a LF. Si el Parlamento Federal hubiera rechazado tal
resolución con los votos de la mayoría, hubiera quedado claro que para la defensa
del derecho parlamentario alegado es indispensable un procedimiento de conflicto
entre órganos constitucionales. Lo mismo es aplicable cuando el acuerdo, aunque se
hubiera tomado, hubiera reconocido al Gobierno Federal que no se sometería a este
acuerdo parlamentario sólo “sencillo”, que no le vincula jurídico-constitucionalmente.
De forma más clara que con esta conducta del grupo parlamentario del FDP no se
podría confirmar que el procedimiento de conflicto entre órganos constitucionales
sólo es el disfraz para traer un conflicto político sobre la necesidad y el contenido de
una reforma constitucional ante el Tribunal Constitucional Federal y, de alguna for-
ma, hacer que se decida por medio de un dictamen; la defensa por legitimación indi-
recta de los derechos del Parlamento frente a las injerencias del Gobierno no juega
ningún papel en absoluto.
Böckenförde, Kruis
2.5. Soberanía popular y sufragio de los extranjeros
265
Véase al respecto BASTIDA FREIJEDO, Francisco José, Elecciones y Estado democrático de dere-
cho, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 32, 1991, pág. 120 y ss.
266
Véase ISENSEE, Josef, Das Volk als Grund der Verfassung. Mythos und Relevanz der Lehre von der
verfassunggebenden Gewalt, Westdtalen, Opladen, 1995, pág. 32 y ss.
267
Véase ERICHSEN, Hans Ugo, Die Verfassungsänderung nach Art. 79 GG und der Verfassungs-
beschluß nach Art. 146 GG, Jura 1992, pág. 52 y ss.
270
BVerfGE 52, 95 (111). Sin embargo, a esta consecuencia no ha llegado el Tribunal Constitucional es-
pañol, que ha entendido que el art. 1.2 CE no se encuentra en entredicho por el hecho de que los ex-
tranjeros puedan votar en las elecciones municipales. El reconocimiento a los no nacionales del dere-
cho de sufragio en elecciones a órganos representativos sólo podría ser controvertida… si tales órga-
nos fueran de aquellos que ostentan potestades atribuidas directamente por la Constitución y los Es-
tatutos de Autonomía y ligadas a la titularidad por el pueblo español de la soberanía, DTC 1/1992, de
1 de julio, F.J. 3º.
descentralización territorial--y muy en concreto, la municipal -- constituye una
parcelación del ejercicio del poder al que, según el Tribunal Constitucional Federal,
se refiere el art. 20.2 LF, o por el relevante argumento de que los municipios son
también Estado—reflejado en C II–. La indispensable irradiación de la concepción
del principio democrático contenida en el art. 20.2 LF también al ámbito municipal 271
se deriva implícitamente de la propia voluntad normativa de la Grundgesetz. Por una
parte, de la afirmación realizada en el art. 28.1, párrafo 2º LF, de que en los Estados
federados y en los municipios y en los distritos el pueblo deberá gozar de una
representación surgida de elecciones generales, directas, libres, iguales y secretas.
El Tribunal Constitucional Federal apunta que esto se reconoce inmediatamente
después de disponerse que el orden constitucional de los diferentes Estados
Federados deberá responder a los principios del Estado de Derecho, republicano,
democrático y social en el sentido de la presente Ley Fundamental y, por lo tanto, a
la concepción del principio democrático que se deriva del art. 20.2 LF. Para el
Bundesverfassungsgericht, la alusión a los municipios y distritos en el art. 28.1
párrafo 2º LF no puede expresar más que la intención del constituyente de extender
la concepción del principio democrático reconocida a nivel estatal-- tanto de la
Federación (art. 20.2 LF) como de los Estados Federados (art. 28.1 párrafo 1º)—a
aquél ámbito municipal (C III b).272
Además, por otro lado, la irradiación del principio democrático de soberanía
popular del art. 20.2 LF al ámbito municipal se deriva del hecho de que la autonomía
territorial que se reconoce en el art. 28.1 LF no se determina de acuerdo con
criterios específicos de grupo, como cualidades, funciones o intereses especiales,
sino únicamente con arreglo al lugar de residencia en el territorio donde se ejerce la
soberanía el ente territorial (C III 2 b). Como se puede ver, se recalca aquí que los
municipios y distritos ejercen poder soberano y, por lo tanto, poder estatal.273 Por
271
BVerfGE 8, 122 (132). Esta cuestión quizás hubiera hecho replantear al Tribunal Constitucional espa-
ñol la doctrina emitida en su DTC 1/1992, de 1 de julio, anteriormente citada, en la que se ponía de
relieve que sólo ejercen funciones de soberanía los órganos que ejercen competencias atribuidas di-
ello, el principio democrático que rige en los municipios y en los distritos no autoriza
ninguna excepción, basada en sus particularidades, a la titularidad del derecho del
sufragio. En virtud de lo expuesto, la única posibilidad de que los extranjeros
pudiesen participar en las elecciones a los municipios y a los distritos, sería por
medio de la adquisición de la nacionalidad alemana, que constituye, además, una
competencia del legislador federal, no del de los Estados miembros (art. 73,2 LF),
salvo, claro está, que se reformara la Ley Fundamental (C IV).274 Y efectivamente
ello cabría, sin que tal reforma fuese reputada inconstitucional-- por vulnerar la
cláusula de intangibilidad del art. 79.3 LF-- porque lo que ella declara inmodificable
son los contenidos fundamentales de los principios de los arts. 1.1 y 20 LF (incluido
el principio de soberanía popular).275 El Tribunal Constitucional Federal, al reconocer
la posibilidad de reforma del derecho al sufragio en los municipios y distritos viene a
afirmar que lo que forma parte del principio de soberanía popular y del principio
democrático, intangible según el art. 79.3 LF, es sólo la participación en la función de
creación de normas que se despliega en los niveles superiores del ordenamiento.276
rectamente por la Constitución y los Estatutos de Autonomía, no por tanto los municipios reconocidos
en el art. 140 CE.
274
Véase STERN, Klaus, Der Bedeutung der Unantastbarkeitsgarantie des Art. 79 III für die
Grundrechte, Juristiche Schulung, Nº 5, 1985, pág. 329 y ss.
276
Una consecuencia, por otra parte, reconocida por la DTC 1/1992, de 1 de julio, F.J. 3º.
BVerfGE 83, 37 – Derecho de sufragio de los extranjeros (Schleswig-Holstein)
Directrices
3. a) El pueblo, del que emana todo poder estatal en la República Federal de Alema-
nia, está constituido, según la Ley Fundamental, por los alemanes, esto es, por quie-
nes poseen nacionalidad alemana y las personas a ellos equiparadas conforme a lo
dispuesto en el art. 116, párr. 1º LF.
4. Del poder estatal que corresponde a los Estados federados de acuerdo con lo dis-
puesto en los arts. 20 párr. 2° y 28 párr. 1° primer inciso LF, sólo pueden ser porta-
dores quienes sean alemanes en el sentido expresado por el art. 116 párrafo 1° LF.
277
N. e. Boletín Oficial del Estado (Gestz- und Verordnungsblatt).
Representante: Prof. Dr. Josef Isensee, Meckenheimer Allee 150, Bonn 1 -, 2) Go-
bierno federado de Baviera, representado por el ministro bávaro del interior.
Fallo:
Fundamentos:
A.
I.
(1) Son electores todos los alemanes a tenor de lo dispuesto en el art. 116 párr. 1° de la Ley
Fundamental, que el día de las elecciones
"(2) Son electores, siempre que reúnan los presupuestos mencionados y previa solicitud, tam-
bién las personas de nacionalidad extranjera que el día de las elecciones
2. desde hace al menos cinco años residan habitualmente en el ámbito de aplicación de la Ley
Fundamental y
En lo que respecta a la comprobación del tiempo de permanencia se tomará como base la últi-
ma fecha de viaje registrada por las autoridades extranjeras; el extranjero puede probar el tiem-
po de permanencia de cualquier otra manera."
II.
1. Los recurrentes a que se hizo referencia bajo el número 1), 224 miembros del Par-
lamento Federal alemán – sin excepción miembros del grupo parlamentario del
CDU/CSU -, han formulado la pretensión de que la “Ley de Modificación de la Ley
reguladora del Sufragio en Municipios y Distritos” de Schleswig-Holstein de 21 de fe-
brero de 1989 sea declarada nula por infringir el mandato democrático derivado de la
cláusula de homogeneidad federal, así como la universalidad del sufragio para elegir
a la representación popular de municipios y distritos (art. 28 párr. 1° inciso segundo
en relación con el art. 20 párr. 1° y 2° LF), además de atentar contra las garantías
institucionales de la nacionalidad alemana (art. 16 párr. 1°, art. 116 LF) y contra el
principio de igualdad (art. 3 párr. 1° LF). Alegan básicamente:
a) Que la introducción del derecho de sufragio municipal de los extranjeros proce-
dentes de los seis países mencionados contradice el principio democrático, tal y
como el legislador lo ha regulado en el art. 20 párr. 1° y 2°, así como en el art. 28
párr. 1°. El poder estatal emana del pueblo. El pueblo al que la Ley Fundamental
para la República Federal de Alemania considera tanto portador del poder constitu-
yente como sujeto de creación y legitimación democrática del poder constituido del
Estado es el pueblo alemán. A él no pertenecen los extranjeros. La pertenencia al
Estado se define por medio de la nacionalidad. Ésta constituye el Estado hacia el in-
terior como una entidad jurídica, pero también lo delimita hacia el exterior como una
entidad entre muchas entidades similares en el conjunto de Estados objeto del Dere-
cho internacional. La nacionalidad da lugar a un vínculo básicamente indisoluble de
derecho personal entre el ciudadano y el Estado. La imagen del pueblo, al que el de-
recho de nacionalidad sirve de base, es la comunidad política de destino a la cual
cada ciudadano individual se encuentra vinculado. Su responsabilidad solidaria y sus
lazos con el destino de su patria, de los que no pueden evadirse, sirven también
como justificación para limitar el derecho de sufragio a los nacionales. Deben sopor-
tar las consecuencias de sus decisiones. Frente a ello, los extranjeros pueden volver
en cualquier momento a su país de origen, por mucho tiempo que residan en el terri-
torio alemán. El constituyente no se vio obligado a definir expresamente el concepto
de pueblo que sirve como base a los arts. 20 párr. 2° y 28 párr. 1° inciso segundo
LF. Pudo enlazar con la tradición democrática de Alemania – coincidente básica-
mente con la de los Estados occidentales -, según la cual el derecho de sufragio se
reserva para los propios ciudadanos y la comunidad de los electores se integra en el
correspondiente pueblo.
b) Afirman también los recurrentes que el derecho de sufragio municipal de los ex-
tranjeros atenta contra la cláusula de homogeneidad federal (art. 28 párr. 1° incisos
primero y segundo LF), que garantiza la coincidencia de la concepción democrática,
del concepto de pueblo y de los principios del derecho de sufragio en todos los ámbi-
tos del Estado – la Federación, el Estado federado, el distrito y el municipio -. El pue-
blo, que en virtud de la Constitución ha de elegir a sus representantes (art. 28 párr.
1° inciso segundo LF), es el mismo en el Estado y en los municipios – de conformi-
dad con el distinto alcance territorial de cada ente territorial -. No puede desecharse
el reparo de constitucionalidad dirigido contra el derecho de sufragio de los extranje-
ros con el argumento de que los distritos y los municipios deben ser considerados
organizaciones ajenas a la estructura estatal-democrática. De hecho, están incorpo-
rados a la estructura estatal (de los Estados federados). La Constitución garantiza a
los municipios el derecho a la autonomía administrativa; ahora bien, como portado-
res del poder público ellos mismos son una parte del “Estado” y ejercen el poder es-
tatal entendido en sentido amplio.
c) Añaden los recurrentes que el derecho de sufragio municipal de los extranjeros le-
siona, además, las garantías institucionales de la nacionalidad alemana, que la Ley
Fundamental garantiza en el art. 16 párr. 1° y 2° inciso primero en relación con el art.
33 párr. 1° y el Preámbulo. La desconexión entre el derecho de sufragio y la nacio-
nalidad priva a ésta de su sentido democrático. Si no es necesario ser nacional para
poder votar, se devalúa para los alemanes la institución de la nacionalidad.
III.
d) Otra objeción frente a la opinión de que el art. 28 párr. 1 inciso 2 LF no deja mar-
gen al derecho de sufragio municipal para los extranjeros se deriva del sentido espe-
cífico de la autonomía administrativa municipal. Ésta consiste, como se recoge con
suficiente claridad en el art. 28 párr.2 LF, en la participación de los afectados en sus
propios asuntos; las fuerzas populares que viven en la comunidad local deben unirse
para realizar responsablemente las funciones públicas de la patria chica. En vista del
proceso de activación a que se aspira, resulta ajeno proceder a la determinación del
concepto de pueblo atendiendo a criterios de nacionalidad estatal. Que las personas
se vean afectadas por problemas de ámbito municipal es independiente de su nacio-
nalidad.
3. El Gobierno Federal, en cuya opinión el recurso del Gobierno estatal bávaro es
admisible, y el Gobierno estatal de Baden-Wurtemberg, consideran que la introduc-
ción del derecho de sufragio municipal de los extranjeros en Schleswig-Holstein es
inconstitucional – básicamente por los mismos motivos que el recurrente - .
El Gobierno Federal añade, a mayores, que el art. 28 párr.1 inciso 2 LF no puede in-
terpretarse como una mera garantía mínima de que siendo cierto que el pueblo ale-
mán tiene que contar con una representación en los municipios al simple legislador
no se le impide conceder una representación a los habitantes extranjeros del munici-
pio. El ejercicio de la soberanía alemana por medio de la participación en las eleccio-
nes está reservada a los integrantes del Estado alemán ello se desprende del con-
texto objetivo en el que se encuentra el art. 28 párr.1 inciso 2 LF con el art. 28 párr.1
inciso 1 y con el art. 20 párr.2 LF. Si los alemanes no votaran solos el poder estatal
no emanaría exclusivamente del pueblo alemán. Los votos de los electores alema-
nes perderían valor si a ellos se suman los electores no alemanes.
IV.
B.
Los recursos son admisibles de acuerdo con el art. 93 párr.1 núm. 2 LF, § 13 núm. 6,
§ 76 BVerfGG.
Los reparos realizados a la admisibilidad del recurso del Gobierno bávaro no están
fundamentados. El Gobierno de un Estado federado puede solicitar que se controle
la constitucionalidad no sólo del Derecho federal o del Derecho del propio Estado
(vid. BVerfGE 9, 268 [277]) (Söhn, Die abstrakte Normenkontrolle, en: Starck
[Hrsg.], Bundesverfassungsgericht und Grundgesetz, 1976, tomo I, p. 292 [306];
Bonner Kommentar - Stern [Zweitbearbeitung], art. 93 nm. 219; Löwer,
Zuständigkeiten und Verfahren des Bundesverfassungsgerichts, en:
Isensee/Kirchhof [Hrsg.], Handbuch des Staatsrechts, tomo II, 1987, p. 737 [776];
a.A. Friesenhahn, Die Verfassungsgerichtsbarkeit in der Bundesrepublik
Deutschland, 1963, p. 37 [49]). El art. 93 párr.1 núm. 2 LF y el § 76 BVerfGG otor-
gan, de acuerdo con su tenor literal, a los Gobiernos de los Estados federados el de-
recho a recurrir cuando consideren que el Derecho de otro Estado es nulo por resul-
tar formal u objetivamente incompatible con la Ley Fundamental. Ello, además, se
corresponde con el sentido de este precepto: el proceso de inconstitucionalidad es
un proceso objetivo, independiente de títulos subjetivos, en protección de la Consti-
tución que sirve al control de las normas jurídicas para adecuarlas a la Ley Funda-
mental (vid. BVerfGE 1, 396 [407]; 2, 213 [217]; 20, 56 [95]; 20, 350 [351]; 67, 26
[37]). Del común sometimiento de la Federación y de los Estados federados a la
Constitución federal se deriva que también el Derecho estatal es controlable, pues la
legislación de todos los Estados federados está sometida al control.
C.
I.
1. La frase constitucional “todo poder estatal emana del pueblo” (art. 20 párr. 2 inciso
1 LF) no contiene sólo el principio de la soberanía popular – como prueba su coloca-
ción sistemática y normativa -. Antes bien, este precepto determina quién es el pue-
blo que ejerce el poder estatal en elecciones, votaciones y por medio de los especia-
les órganos legislativos, el poder ejecutivo y el judicial (art. 20 párr. 2 inciso 2 LF): es
el pueblo de la República Federal de Alemania. Se constituye en el art. 20 párr. 1 a 3
LF como un Estado federal democrático y social con la estructura propia de un Esta-
do de Derecho y división de poderes; como Estado democrático no puede concebir-
se sin la comunidad de personas que es a la vez portadora y sujeto del poder estatal
ejercido en ella y por sus órganos. Esta comunidad de personas constituye el pueblo
del que emana todo poder estatal. El art. 20 párr.2 inciso 1 LF, de esta forma, no tie-
ne como contenido el que las decisiones del poder estatal tienen que legitimarse por
los afectados en cada caso; antes bien, el poder estatal debe considerar como su
sujeto el pueblo entendido como grupo de personas constituido en una unidad.
2. El pueblo del que emana todo poder estatal en la República Federal de Alemania
está compuesto, de acuerdo con la Ley Fundamental, por los ciudadanos alemanes
y las personas a ellos equiparadas de acuerdo con el art. 116 párr. 1. La pertenencia
al pueblo estatal de la República Federal, así pues, se transmite fundamentalmente
por medio de la nacionalidad (vid. BVerfGE 37, 217 [239, 253]). La nacionalidad es
el presupuesto jurídico del estatus cívico similar, que por una parte da lugar a las
mismas obligaciones, pero por la otra, y muy especialmente, también a los derechos
cuyo ejercicio dota al poder estatal en la democracia de su legitimación.
Tampoco otros preceptos de la Ley Fundamental que hacen una referencia al pueblo
permiten dudar de que el pueblo estatal sea el pueblo alemán: de acuerdo con el
Preámbulo es el pueblo alemán el que, en virtud de su poder constituyente, se ha
dotado de la Ley Fundamental; el art. 33 párr. 1 y 2 garantiza a todo alemán en cada
Estado los mismos derechos y obligaciones cívicos; de acuerdo con los arts. 56 y 64
párr. 2 el presidente de la Federación y los miembros del Gobierno Federal juran
consagrar sus fuerzas al bien del pueblo alemán; finalmente el art. 146 otorga al
pueblo alemán la decisión relativa a una Constitución que en el momento oportuno
dejará sin vigor la Ley Fundamental. Con un paralelismo que no se puede ignorar, el
Preámbulo y el art. 146 LF declaran al pueblo alemán titular y sujeto del Estado de la
República Federal de Alemania. De la misma forma el art. 116 LF, que limita la con-
dición de alemán a los llamados alemanes de estado, cobra sentido en primer lugar
haciendo que el titular del poder estatal alemán se defina como punto de partida por
la totalidad de los ciudadanos alemanes. El legislador constitucional ha regulado
esto expresamente allí donde, en vista de las particularidades de la post-guerra, ha
permitido distintas modificaciones de este principio.
II.
III.
1. En suma, lo mismo se aplica cuando el art. 28 párr. 1 inciso 2 LF prescribe una re-
presentación popular también en los distritos y municipios. El tenor literal de la nor-
ma, el concepto “pueblo” – al margen de la delimitación territorial – empleado homo-
géneamente para Estados federados, distritos y municipios, apunta a que se trata
también aquí exclusivamente de los alemanes, que forman el pueblo y cuya repre-
sentación eligen.
2. La sencilla interpretación del art. 28 párr. 1 inciso 2 LF de acuerdo con su tenor li-
teral se corresponde también a su sentido y propósito.
a) La norma establece que las decisiones básicas de la Constitución en relación con
los principios de la soberanía popular y de la democracia, así como de un proceso
electoral democrático, no valen únicamente a nivel federal y estatal, sino también en
los subgrupos de los Estados federados, los municipios y las uniones de municipios
(vid. BVerfGE 52, 95 (111) sobre el art. 2 párr. 2 de la Constitución estatal de Sch-
leswig-Holstein). El precepto garantiza así para todos los entes territoriales en el te-
rritorio de la República Federal de Alemania la unidad del principio de legitimación
democrática.
c) El legislador federal tenía buenas razones para la decisión adoptada con el art. 28
párr. 1 inciso 2 LF, de acuerdo con el cual la legitimación democrática transmitida
por las elecciones a los órganos de representación municipal tiene que partir de los
alemanes residentes en el municipio. El principio democrático anclado en el art. 20
párr. 2 y en el art. 28 párr. 1 inciso 1 LF en lo referente al nivel estatal, experimenta
por medio del art. 28 párr. 1 inciso 2 LF su extensión para los municipios y distritos.
3. También en la estructura del art. 28 párr. 1 y 2 LF se expresa que las elecciones
de las representaciones municipales descritas en el art. 28 párr. 1 inciso 2 LF no se
orientan a una legitimación corporativa. Si fuera esto lo que se quería, la normativa
tendría que haberse adoptado en el art. 28 párr. 2 LF, no, sin embargo, en el art. 28
párr. 1 LF. Aquí se encuentra, por un lado, en el mismo sitio que las elecciones de la
representación popular a nivel estatal, y por otro lado, en relación sistemática con la
cláusula de homogeneidad del art. 28 párr. 1 inciso 1 LF.
En los Estados federados del sur de Alemania y del centro ello rige sin limitaciones.
Sus leyes de régimen local hacían depender expresamente el derecho de sufragio, o
la adquisición de derechos cívicos como presupuesto del derecho de sufragio, de la
posesión de la nacionalidad. En algunos Estados federados las Constituciones con-
tenían la regulación correspondiente (art. 13 núm. 2 de la Ley Fundamental del Prin-
cipado de Sajonia-Meiningen de 23 de agosto de 1829 – recogido en Pölitz, Die Ver-
fassungen des deutschen Staatenbundes, 2. Abtheilung, Leipzig 1847, pp. 833 ss.; §
20 párr. 2 de la Constitución de Kurhessen de 5 de enero de 1831 [GVS. 1]).
c) Cuando las constituciones de los Estados federados que entraron en vigor antes
de la Ley Fundamental, en relación con la concesión de la autonomía municipal con-
tienen referencias a las elecciones municipales, sin excepción hacen propia la limita-
ción apuntada del derecho de sufragio municipal a los nacionales (así el art. 98 párr.
5 en relación con el art. 49 de la Constitución de Wurtemberg-Baden; el art. 11 párr.
280
N. e. Constitución del Reich de Weimar (Weimarer Reichsverfassung).
5, el art. 12 párr. 1 en relación con el art. 14 párr. 1 de la Constitución de Baviera; el
art. 137 párr.6 en relación con el art. 71, art. 73 párr. 1 de la Constitución de Hessen;
el art. 50 en relación con el art. 76 párr. 2 de la Constitución de Renania-
Palatinado). Ante este trasfondo no puede ponerse en duda que el propósito de en-
tender incluido en el concepto de pueblo en el municipio algo distinto que la perte-
nencia al pueblo estatal finidas partes de la ciudadanía en su conjunto, hubiera teni-
do en el Consejo Parlamentario motivo para extensas y discutidas deliberaciones y
hubiera encontrado clara expresión en una ruptura con la tradición normativa en el
texto de la Ley Fundamental.
IV.
Por todo ello el legislador de los Estados federados no puede conceder tampoco a
los extranjeros el derecho de sufragio en representación del pueblo en los munici-
pios. La Ley de Modificación de la Ley reguladora del Sufragio en Municipios y Distri-
tos de Schleswig-Holstein de 9 de febrero de 1989 es por ello incompatible con el
art. 28 párr. 1 inciso 2 LF y por tanto nula. De ello no se deriva que la introducción
de un derecho municipal de sufragio para los extranjeros, en el momento actual dis-
cutida en el ámbito de la Comunidad Europea, no pueda ser objeto de una reforma
constitucional permitida de acuerdo con el art. 79 párr. 3 LF.
D.
E.
La BVerfGE 106, 62, se ocupa de uno de los problemas quizás más relevan-
tes que acucian a los Estados territorialmente descentralizados: el de la delimitación
material de las competencias concurrentes distribuidas entre sus miembros por la
Constitución281. Los principios estructuradores de la creación territorial de normas se
articulan a partir de una distribución de competencias destinadas a proyectarse so-
bre un determinado ámbito de la realidad. Sin embargo, la propia naturaleza de tal
ámbito genera relevantes problemas para el eficaz funcionamiento de los ordena-
mientos descentralizados. No sólo la consustancial transversalidad entre las compe-
tencias,282 sino también la propia naturaleza cambiante de la realidad llamada a ser
regulada normativamente por cada una de aquellas —de lo que deja constancia la
propia BVerfGE 106, 62—requieren una continua redefinición del modelo de descen-
tralización territorial.283 Muchas de las reglas interpretativas acuñadas por el Tribunal
Constitucional Federal, como la de la naturaleza de la cosa, la competencia por co-
nexión, la necesidad de una legislación federal concurrente, o incluso la clásica cate-
goría de la lealtad federal284 --asumidas por el Tribunal Constitucional español--285
destinadas a perfeccionar el la eficacia del principio federal plasmado en la Grund-
gesetz, vienen a demostrar la complejidad del funcionamiento del Estado descentra-
lizado.
281
O de manera indirecta por el bloque constitucional. Véase sobre el mismo, REQUEJO RODRÍ-
GUEZ, Paloma, Bloque constitucional y bloque de la constitucionalidad, Servicio de Publicaciones de
la Universidad de Oviedo, Oviedo, 1997, pág. 37 y ss. De la función de este bloque participa la ley
prevista en el denominado Europaartikel del art. 23 LF (cfr. BVerfGE 58, 1 (37)).
282
Cfr. SCHNEIDER, Hans-Peter, El Estado Federal cooperativo. Problemas actuales del federalismo
en la República Federal de Alemania, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 12, 1979, pág.
47 y s., 52.
283
Las reglas tradicionalmente previstas en las Constitucional destinadas a delimitar e interpretar las
competencias distribuidas entre los sujetos del ordenamiento descentralizado—sobre alguna de las
que se ha pronunciado el Bundesverfaggunsgericht en la BVerfGE 106, 62—no han logrado atenuar
los problemas vinculados al ámbito normativo de las disposiciones distributivas de competencias
284
Véase BAUER, Harmut, Die Bundestreue, JCB Mohr, Tübingen, 1992. Puede consultarse también
al respecto en lengua castellana el trabajo de FALLER, Hans Joachim, El principio de la lealtad fede-
ral en el orden federativo de la República Federal de Alemania, Revista Española de Derecho Consti-
tucional, Nº 16, 1980, pág. 197 y ss.
285
286
BVerfGE 36, 193 (203). Véase en la doctrina KESSE, Konrad, Der unitarische Bundesstaat, CF
Müller, Heidelberg, 1962, pág. 6 y ss. En la doctrina española puede verse el trabajo de ALBERTÍ
ROVIRA, Enoch, Federalismo y cooperación en la República Federal Alemana, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1986, en el que se deja constancia del complejo instrumentario del reparto
competencial del Estado federal alemán con especial atención a los elementos normativos y
hermenéuticos destinados a la delimitación de las competencias de la Federación y de los Estados.
287
BVerfGE 3, 407 (421); BVerfGE 8, 143 (149); BVerfGE 12, 205 (237); BVerfGE 15, 1 (20);
BVerfGE 26, 246 (256); BVerfGE 26, 281 (300); BVerfGE 97, 228 (251) y 98, 265 (299). Véase en la
doctrina BADURA, Peter, Verfassungsänderung, Verfassungswandel, Verfassungsgewohnheitsrecht
en ISENSEE/KIRCHHOF (edits.), Handbuch des Staatsrechts, vol. VII—Normativität und Schutz der
gla interpretativa no puede servir, en ningún caso, para asumir competencias perte-
necientes a los Estados.288
Pues bien, en aplicación de dicha doctrina al caso, el Tribunal Constitucional
Federal afirma que la modificación de la situación fáctica en el ámbito del cuidado a
las personas mayores ha cambiado, siendo en la actualidad imprescindible que en
su atención se aúnen cuidados sanitarios con los tradicionalmente calificados como
socio-asistenciales. El aumento de las demandas de atención a personas mayores,
los peligros que su cuidado puede ocasionar para la salud a las personas tratadas,
la cada vez más avanzada edad de los ancianos necesitados de cuidados o el princi-
pio de asistencia ambulatoria antes que hospitalaria como consecuencia del cambio
demográfico C I 1 a dd (1) h), conducen a que la profesión tradicionalmente denomi-
nada de asistencia a personas mayores requiera en la actualidad la posesión de
ciertos conocimientos médicos.289 Como se puede ver, lo que realiza el Tribunal
Constitucional Federal es modificar interpretativamente el contenido de la competen-
cia concurrente del art. 74.1.19 LF al amparo del cambio de su ámbito normativo a
regular.290 Eso es lo que permite explicar que la denominación (C I 1 b a bb), los ob-
jetivos formativos y las condiciones de examen (C I 1 b cc (2)) se encuadren, en vir-
tud de la competencia por conexión, dentro del programa normativo del art. 74.1.19
LF, en concreto, dentro de los requisitos de admisión para el ejercicio de aquellas
290
Esto también ha sucedido, por ejemplo, en la BVerfGE 75, 108 (146). En la doctrina española
puede consultarse, al hilo del reparto competencial diseñado por el principio autonómico en la CE de
1978, los problemas de solapamiento competencial en un mismo sector de la realidad en AJA, Eliseo,
La distribución de competencias entre el estado y las comunidades autónomas en España. Balance y
perspectivas. Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Nº 4, 1989, pág. 247. La fórmula por la
que ha optado fundamentalmente el Tribunal Constitucional español en los casos en los cuales dos
competencias se proyectan sobre un mismo ámbito de la realidad ha sido la exigencia de
mecanismos de coordinación y de cooperación, véase a título de ejemplo la SSTC 32/1983, de 28 de
abril, F.J. 2º, 36/1994, de 10 de febrero, F.J. 5º; 204/2002, de 31 de octubre, F.J. 7º. Al respecto
también es de necesaria consulta el ya clásico trabajo de ALBERTI ROVIRA, Enoch, Las relaciones
de colaboración entre el Estado y las Comunidades Autónomas, Revista Española de Derecho
Constitucional, Nº 14, 1985, pág. 135 y ss.
otras profesiones sanitarias, sobre cuya interpretación se ha ocupado el Tribunal
Constitucional en el presente caso.
De cualquier manera, así delimitada la competencia de legislación federal
concurrente contemplada en el art, 74.1.1 LF, el Bundesverfassungsgericht examina,
finalmente, si Ley Reguladora de la Asistencia a Personas Mayores satisface condi-
ciones previstas por los arts. 72.1 y 2 GG para su ejercicio por parte de la Federa-
ción: la necesidad para el mantenimiento de unas condiciones de vida equivalentes
en todo el territorio federal. El Tribunal Constitucional Federal deja claro que condi-
ciones de vida equivalentes no se identifica con la garantía de unas condiciones de
vida uniformes (C II 5a). Equivalencia, por lo tanto, no implica homogeneidad. 291 Para
el Tribunal, los presupuestos contemplados en el art. 72, 1 y 2 se dan cuando las
condiciones de vida en los Estados federados de la República Federal se han desa-
rrollado de forma tan distinta que se perjudica la estructura social federal o hay cla-
ras señales de tal desarrollo concreto (C II 5 a). Pues bien, para determinar si se dan
estos presupuestos, de nuevo afirma, que ha de atenderse a la situación fáctica pre-
sente y futura del territorio federal, un juicio que, sin embargo, ha de realizar el legis-
lador (C II 5 a). El Tribunal Constitucional avala la constitucionalidad de la medida le-
gislativa, --con independencia de la dispersión normativa existente en los diferentes
Estados (C II 5 a), lo que puede, sin embargo, conducir a una inadecuada situación
fáctica—por la constatada deficiente calidad de la prestación de atención a las per-
sonas mayores (C II 7 a).
291
Este razonamiento respecto de las condiciones para la necesidad de ejercicio de la competencia
legislativa federal concurrente es parangonable con lo dispuesto en el art. 149.1.1 de la CE de 1978,
en el que se reconoce la competencia exclusiva del Estado para la regulación de las condiciones bá-
sicas que garanticen la igualdad de todos los españoles en el ejercicio de los derechos y en el cumpli-
miento de los deberes constitucionales. Véase la doctrina acuñada por el Tribunal Constitucional en la
STC 61/1997, de 20 de marzo, F.J. 7º.
BVerfGE 106, 62 – Personal de asistencia a personas mayores
Directrices
2. a) No existe un margen de valoración del legislador libre del control ejercido por el
Tribunal Constitucional por cuanto se refiere a los presupuestos del art. 72 párr. 2º
LF.
Fallo:
292
N. e. Altenplegegesetz.
del inciso 2, el 1 de agosto de 2003. El artículo 1 § 4 párrafo 6º, § 9 y § 25 de la Ley
entra en vigor al día siguiente de la publicación de esta sentencia.
Fundamentos
A.
I.
II.
- El nivel mínimo de formación para obtener el título formal difiere desde “sólo
el título de escuela primaria superior” hasta “el título de escuela primaria supe-
rior y dos años de formación profesional”, que en algunos Estados federados
debe tener una orientación especializada, mientras que por el contrario en
otros no; en la mayoría de los Estados federados también se permite que quien
no tenga dos años de formación profesional, pero pueda probar en su lugar ha-
ber realizado una “actividad sustitutoria”, que varía desde “tres años de activi-
dad profesional”, pasando por “una actividad asistencial de al menos siete años
de duración”, hasta “el cumplimiento del servicio militar mínimo con examen sa-
nitario”.
- Cada tipo de centro educativo tiene sus propios legalismos, de manera que la
formación también se diferencia por este motivo: las escuelas de formación
profesional con un porcentaje alto de clases teóricas y menor de clases prácti-
cas; las escuelas profesionales, que presuponen una formación profesional ya
terminada; itinerarios formativos de dos o tres años con distintas especialida-
des y perfiles; centros con docentes que mayoritariamente ejercen la primera
profesión y científicamente formados, así como centros pequeños y muy pe-
queños con escasa dotación de espacios y de personal, cuyas clases son im-
partidas en su mayoría por docentes autónomos o que ejercen una segunda
profesión con distintas calificaciones.
III.
293
N. e. Código social (Sozialgesetzbuches).
En el mismo período, el número de plazas en residencias dedicadas a la asistencia a
personas mayores pasó de 308.554 a 534.619, aumentando en un total de 226.065
(vid. Oficina Federal de Estadística, Statistisches Jahrbuch 1995, p. 472; Statistis-
ches Jahrbuch 2000, p. 461).
2. Desde la introducción del seguro asistencial existe en el territorio federal una defi-
nición jurídico-social de “necesidad de asistencia”. De acuerdo con lo dispuesto en el
Libro Decimoprimero del Código Social, necesitan asistencia y tienen derecho a la
prestación las personas que, cumpliendo un período de seguro precedente, debido a
una enfermedad o a discapacidad, se prevé que necesitarán un importante o un ele-
vado nivel de apoyo para realizar determinadas tareas habituales y repetidas de la
vida diaria (cuidado corporal, alimentación, movilidad, cuidado del hogar) durante
seis meses como mínimo (§ 14 SGB XI). A la hora de conceder la prestación, las
personas necesitadas de asistencia se clasifican en tres niveles asistenciales, según
la frecuencia, la duración diaria y la forma de la ayuda que precisan (§ 15 SGB XI).
Si y qué nivel de necesidad asistencial existe, se determina únicamente previa solici-
tud y tras un dictamen pericial personal – en primer lugar elaborado por el servicio
médico de la caja de sanidad (§ 18 SGB XI). Según el nivel asistencial y el aloja-
miento las personas necesitadas de asistencia tienen derecho a distintas prestacio-
nes materiales y pecuniarias.
Teniendo en cuenta las dificultades que supone realizar cualquier cálculo anticipado
de la población, y en particular, de fijar los supuestos de que se parte (evolución fu-
tura de los componentes de fertilidad, especialmente fertilidad de las sucesivas ge-
neraciones, mortalidad y migración), que no permiten pronósticos seguros, sino sólo
más o menos plausibles (vid. el Segundo Informe de la Comisión parlamentaria de
estudio sobre el Cambio Demográfico, BOPF 13/11460, pp. 69 ss.), la Comisión
parlamentaria de estudio sobre el Cambio Demográfico llega a la conclusión de que
el envejecimiento de la población alemana aumentará en las próximas décadas con
una probabilidad rayana en la certeza (BOPF 13/11460, p. 74). La evolución del por-
centaje de personas de edad avanzada (más de 80 años; sobre el concepto vid. las
declaraciones en el Cuarto Informe sobre los Mayores, BOPF 14/8822, p. 47 s.) en
más de un 12%, de acuerdo con este pronóstico – cronológicamente desplazado al
aumento de las personas mayores de 60 años – presumiblemente no hará sino tripli-
carse (BOPF 13/11460, p. 74).
Tanto la extensión como la forma que adopta la necesidad de asistencia en los dis-
tintos grupos de edad están fuertemente influenciadas por la estructura de la morbili-
dad (sobre la epidemiología de las enfermedades y limitaciones funcionales relacio-
nadas con la edad, vid. el Cuarto Informe sobre los Mayores, BOPF 14/8822, pp.
130 ss.). En un estudio realizado a mediados de los 90, que contaba con una en-
cuesta realizada a un extenso grupo de más de 60.000 personas, los expertos llegan
a las siguientes conclusiones en lo que respecta a la relación entre necesidad de
asistencia y enfermedad (BOPF 14/5130, p. 86): la necesidad de asistencia se rela-
ciona en mayor medida con enfermedades que llevan a la pérdida de movilidad y
funciones motoras. La extensión de la necesidad de apoyo se encuentra en estrecha
relación con problemas de continencia. Una parte importante de las personas atendi-
das en el hogar evidencia problemas psíquicos, que tienen como consecuencia una
necesidad de apoyo en lo que respecta en general al gobierno de su vida. Este re-
sultado coincide con otros datos que permiten reconocer, en particular, en los grupos
de edad más elevada, una estrecha correlación entre la necesidad de asistencia y
las enfermedades geronto-psiquiátricas.
De acuerdo con la opinión de los expertos, un estudio diferenciado de los datos ob-
tenidos muestra además que la enfermedad en las personas mayores está caracteri-
zada en buena medida por la multimorbilidad (en un 52% de los casos que precisan
asistencia se constata la existencia de cuatro o más enfermedades; a resultados si-
milares también llega el estudio berlinés a que se refieren Landenberger/Görres [Gu-
tachten, p. 11]).
Otras cifras del seguro asistencial aclaran este aspecto de las tareas asistenciales a
las personas mayores: de los 2,02 millones de personas necesitadas de asistencia
en diciembre de 1999, alrededor de 550.000 precisaban prestaciones hospitalarias a
través del seguro social asistencial. De ellas, más del 60% eran mayores de 80 años
y estaban clasificados en los niveles asistenciales II y III. Las prestaciones asisten-
ciales ambulatorias de las cajas sanitarias se prestaban a finales de 1999 a unos
1,28 millones de personas. Casi la mitad de estos perceptores se clasificaba en los
niveles II o III. Más del 45% eran mayores de 80 años (vid. el Segundo Informe del
Gobierno Federal sobre el Desarrollo del Seguro Asistencial, BOPF 14/5590, pp.
27 ss., 34, 82).
Más de la mitad de los perceptores (el 54%) precisa mucha asistencia o no puede
pasar sin ella (niveles II y III, BOPF 14/5130, p. 83 párr. 3-2). Los casos más graves,
como es natural ingresan antes en el asilo, el porcentaje de las personas necesita-
das de asistencia del nivel III en los asilos alcanzaba el 22%, mientras que en el ám-
bito de los servicios ambulatorios, por el contrario, sólo suponía el 14%.
Los defectos en la asistencia básica y terapéutica, descritos por los expertos como
“asistencia peligrosa” (declaraciones del representante del Servicio Médico de la
Confederación de Cajas de Enfermedad en la vista oral de la Sala Segunda de 25 de
junio de 2002 y en la audiencia pública de 4 de abril de 2001 [Actas de la 62ª. sesión
de la Comisión del Parlamento Federal de Familia, Tercera Edad, Mujer y Juventud y
de la 89ª. sesión de la Comisión de Sanidad del Parlamento Federal], acta de la Co-
misión núm. 14/62 y 14/89, p. 17 s.) o como "catástrofe" (declaraciones del perito
Goetz, actas de la comisión cit., p. 27), ya habían sido apuntados por otros peritos
que intervinieron en el proceso legislativo para la elaboración de la Ley de Asegura-
miento de la Calidad Asistencial y la reforma de la Ley de Asilos (acta de la 62ª. se-
sión de la Comisión de Familia, Tercera Edad, Mujer y Juventud del Parlamento Fe-
deral y de la 89ª. sesión de la Comisión de Sanidad del Parlamento Federal, acta de
la Comisión núm. 14/62 y 14/89).
Existen diversos puntos de vista sobre las razones que llevan a esta situación:
Como otras causas del abandono de la profesión se citan las malas condiciones la-
borales (trabajo por turnos, un modelo inadecuado de trabajo temporal, falta de tiem-
po), el esfuerzo físico, la falta de perspectivas de ascenso, la escasa dotación de
personal y la deficiente calificación del personal, los salarios por debajo de convenio,
el inexistente reconocimiento de la profesión, así como las escasas posibilidades de
conciliación de la vida laboral y familiar (Becker/Meifort, cit., pp. 230 ss., 273 ss.).
La atracción que ejerce una profesión está claramente determinada por su capaci-
dad para permitir el acceso a profesiones o estudios de mayor nivel, así como por
las posibilidades de ascenso y formación continua en el propio campo profesional.
Otro aspecto importante es la posibilidad de reconocimiento de la formación obteni-
da en Europa. En todos estos ámbitos existen hasta hoy déficits en las profesiones
en la asistencia a personas mayores (vid. las declaraciones en el Informe 2000/2001
del Comité de Expertos para la Acción Concertada en la Sanidad, tomo II, BOCF
267/01, p. 51):
- El concepto de “callejón sin salida” de la formación en asistencia a personas
mayores empleado en la discusión científica (alegaciones del DBVA) apunta a
una discriminación político-profesional y formativa, pero también especialmente
de la mujer (Landenberger/Görres, Gutachten, p. 29); el porcentaje de mujeres
en la asistencia a personas mayores llega al 80% (Landenberger/Görres, Gu-
tachten, p. 17). En la actualidad no se garantiza que el personal de asistencia a
personas mayores pueda acceder a itinerarios formativos de mayor calificación
(Landenberger/Görres, Gutachten, p. 29). Un motivo de ello radica en los requi-
sitos de acceso a la formación en asistencia a personas mayores: en la mayo-
ría de los Estados federados se exige haber terminado la escuela primaria su-
perior, y sólo en dos Estados federados (Berlín, Hamburgo) se ofrece la posibi-
lidad de acceder a la selectividad de la misma rama con el título obtenido. Con-
secuencia de ello es que el nivel formativo del personal de asistencia a perso-
nas mayores supera por poco al de los auxiliares de enfermería y se encuentra
claramente por debajo del propio del personal de enfermería (vid. Landenber-
ger/Görres, Gutachten, p. 36 s.).
294
N. e. Cajas Locales de Enfermedad (Allgemeine Ortskrankenkassen).
una formación generalista; la asistencia a personas mayores, la gerontología y la ge-
riatría, al igual que los cuidados intensivos, son especializaciones. El personal ale-
mán de asistencia a personas mayores no es reconocido en el ámbito europeo y
debe trabajar por lo general como personal auxiliar (alegaciones del DBfK).
IV.
1. Desde mediados de los años 80 se solicita que se proceda a una reordenación fe-
deral de la formación en asistencia a personas mayores. La preocupación por la dis-
minución del número de aspirantes en las profesiones del ramo y el constante creci-
miento del porcentaje de mayores dentro de la población motivó que el Gobierno Fe-
deral presentara por primera vez un proyecto de ley en la 11ª. legislatura (el 10 de
agosto de 1990, BOPF 11/8012). En la exposición de motivos se invocan como fun-
damentos competenciales el art. 74 párr. 1 núms. 19, 11 y 12 LF, y la profesión de
asistencia a personas mayores se ordena entre las profesiones sanitarias (BOPF
11/8012, p. 12). El Consejo Federal rechazó el proyecto porque los Estados federa-
dos no daban por sentado que existiera una competencia federal para regular la ma-
teria (vid. BOPF 11/8012, p. 21 s.).
En las 12ª. y 13ª. Legislaturas, la iniciativa legislativa para elaborar una ley federal
de asistencia a personas mayores partió en dos ocasiones del Consejo Federal (pro-
posiciones legislativas de Hessen de 25 de febrero de 1993, BOCF 142/93, BOPF
12/8315 und BOPF 13/1208). La competencia legislativa de la Federación se apoyó,
al igual que antes, en el art. 74 párr. 1 núm. 19 LF y en lo que respecta a la relación
de formación en el núm.12. En particular, se alegó que la elevada esperanza de vida
habría aumentado en tal medida el grado de necesidad de ayuda y asistencia de los
ancianos que los elementos médico-asistenciales y terapéuticos de la asistencia a
personas mayores habrían pasado a una primera línea; lo mismo cabría decir ante el
constante crecimiento del porcentaje de ancianos con problemas de senilidad en lo
que respecta a los elementos específicamente geronto-psiquiátricos y geriátrico-re-
habilitadores de la asistencia.
La regulación uniforme en todo el territorio federal de las profesiones relativas a la
asistencia a personas mayores contribuiría a conseguir un número suficiente de per-
sonal especializado en dicha asistencia (vid. las declaraciones en el BOPF 12/8315,
p. 2 p. y la exposición de motivos en el BOPF 13/1208, p. 2 s., parte general, p. 14).
Sin embargo, no llegó a aprobarse ninguna ley.
Por encargo de la comisión jurídica del Parlamento Federal se solicitó un informe pe-
ricial del Ministerio federal proponente de Familia, Tercera Edad, Mujer y Juventud.
En este informe, de 23 de junio de 2000, el Ministerio federal cita el art. 74 párr. 1
núm. 19 LF, entre otros (documento adjunto al acta de la 56ª. sesión de la comisión
jurídica de 28 de junio de 2000, núm. 56, pp. 39-43):
La Ley es necesaria –según las alegaciones del Ministerio federal – para la creación
de condiciones de vida equivalentes en el territorio federal en el sentido del art. 72
párr. 2 LF. Es condición para ello obtener un nivel de calidad similar en todo el terri-
torio federal en lo que respecta a la formación en asistencia a personas mayores,
puesto que precisamente aquí tienen un peso especial las cuestiones relativas a la
previsión y a la asistencia social. Además, la Federación tiene una especial respon-
sabilidad en el aseguramiento de un buen nivel de calidad asistencial, como se deri-
va de lo dispuesto en los Libros Quinto y Decimoprimero del Código Social, así como
en la Ley de Asilos. Hasta ahora no se ha garantizado una cualificación mínima uni-
forme en el territorio federal, pero ello resulta ya inexcusable. Para asegurar condi-
ciones de vida equivalentes es necesario poder contar en el futuro con un número
suficiente de personal cualificado especializado en la asistencia a personas mayo-
res; para ello la profesión debe revalorizarse. Sólo así se podrá lograr, además, el
objetivo de conseguir el reconocimiento de la profesión de asistencia a personas ma-
yores en el territorio de la UE.
Afirma además el Ministerio federal que no es posible seguir esperando que los Es-
tados federados se coordinen para conseguir los citados objetivos. El acuerdo marco
de 1985 no consiguió unificar las estructuras formativas, y hasta el momento no se
ha observado ningún esfuerzo por parte de los Estados federados dirigido a cambiar
esta situación. Por último, el proyecto de ley delimita el ámbito normativo en la medi-
da necesaria: a los Estados federados les sigue correspondiendo regular las estruc-
turas legislativas escolares, y únicamente se han fijado los presupuestos mínimos
para los centros que no son centros de acuerdo con la legislación educativa de los
Estados federados. Para la estructuración de la formación en lo que respecta a la
profesión de auxiliar de asistencia a personas mayores sólo se prevén condiciones
marco; la decisión sobre la introducción de esta profesión compete a los Estados fe-
derados.
B. - I.
El recurrente solicita que se declare que el art. 1 de la Ley Reguladora de las Profe-
siones en la Asistencia a Personas Mayores (Ley de Asistencia a Personas Mayores
- AltPflG), así como de Modificación de la Ley de Asistencia Sanitaria de 17 de no-
viembre de 2000 (BOF I p. 1513), es incompatible con el art. 70 de la Ley Funda-
mental por falta de competencia legislativa de la Federación, y por tanto nulo.
La Ley de Asistencia a Personas Mayores no tiene por objeto las actividades curati-
vas en este sentido, en opinión del recurrente. La circunstancia de que los ancianos
precisen de tratamiento curativo en el sentido de lo dispuesto en el art. 74 párr. 1
núm. 19 LF no convierte, sin más, a la profesión de asistencia a personas mayores
en una profesión sanitaria. Por su parte, sólo es admisible una ampliación del con-
cepto en lo que respecta a profesiones que no se limitan al ejercicio de artes curati-
vas, sino que también pueden tener otros objetos - en todo caso al margen-. Por otra
parte, se podrían considerar profesiones sanitarias también aquellas que, en lo sus-
tancial, asisten a quienes practican las artes curativas o complementan su actividad.
Ello es aplicable a la matrona, que lleva a cabo una función central durante el naci-
miento, que antes competía únicamente al médico (vid. el § 4 párr. 1 inciso 1
HebG295); por tanto representa al médico, al igual que en el caso del personal de en-
fermería, que complementa la actividad del médico (vid. § 4 párr. 1 inciso 1
KrPflG296), si bien no es posible afirmar lo mismo del personal de asistencia a perso-
nas mayores.
295
N. e. Ley reguladora de la profesión de matrona y personal de asistencia al parto (Gesetz über den
Beruf der Hebamme und des Entbindungspflegers).
296
N. e. Ley reguladora de las profesiones de asistencia a los enfermos (Gesetz über die Berufe in der
Krankenpflege).
cc) Afirma el recurrente que, en lo que respecta al auxilio a la asistencia a personas
mayores, la ley tampoco permite esa inferencia al describir la formación como la
transmisión de “conocimientos, competencias y destrezas que son necesarias para
el cuidado y la asistencia de persona mayores bajo la dirección de personal asisten-
cial especializado” (§ 10 AltPflG). “Cuidado” y “asistencia” son conceptos que nada
tienen que ver con la curación; por ello, no es pertinente acudir al art. 74 párr. 1 núm.
19.
Tampoco existe una conexión objetiva con otra normativa que, sin duda sea, posible
incluir en el núm. 19 de forma tal que permita fundamentar la competencia. La admi-
sión a las profesiones relacionadas con la asistencia a personas mayores es com-
pletamente independiente de la admisión a las profesiones relacionadas con el auxi-
lio a la asistencia a personas mayores. Por ello, los § 1 núm. 2, § 2 párr. 3 incisos 6
a 9, §§ 10 a 12 AltPflG, al igual que todos los demás preceptos de la ley que se re-
fieren al auxilio a la asistencia a personas mayores, vulneran el reparto de compe-
tencias y son nulos.
El § 3 núm. 1 AltPflG sólo aclara que la asistencia debe corresponder a los conoci-
mientos médico-asistenciales, que por tanto debe estar en consonancia con los prin-
cipios de la curación. La formación debe preparar al futuro personal de asistencia a
personas mayores para enfrentarse a las enfermedades que se pueden encontrar,
porque deben estar en disposición de cuidar a ancianos enfermos. Pero, sostiene el
recurrente, esta circunstancia no convierte a la profesión de asistencia a personas
mayores en una profesión sanitaria. La alusión al concepto “médico-asistencial” tiene
que ver con el hecho de que el perfil profesional en los ordenamientos de los Esta-
dos federados ha dejado de lado este aspecto y ahora se pretende cambiar el acen-
to. En la propia versión original del proyecto del Gobierno la perspectiva médico-
asistencial sólo se recalcaba como medida de la especialidad de la asistencia más
general y amplia. En la versión que acabó convirtiéndose en ley este punto se ha
visto rebajado.
Aunque el núm. 5 podría formar parte de las artes curativas desde la perspectiva de
la profilaxis, constituye no obstante nada más que un aspecto entre otros muchos,
que no es suficiente para considerar a la profesión en su conjunto como una profe-
sión sanitaria.
De los demás números de los incisos 2 y 3 del § 3 AltPflG resulta evidente que no es
posible extraer ninguna orientación hacia las profesiones sanitarias, según el recu-
rrente. No resulta justificado negar a estos objetivos formativos su especial significa-
do, de forma que no quiebra en ellos la tesis de la asistencia a mayores como profe-
sión sanitaria. Tanto del tenor literal como de los trabajos preparatorios se despren-
de lo contrario: se trata igualmente de un punto fuerte de la formación.
b) aa) Además, la Ley tampoco puede apoyarse en el art. 74 párr. 1 núm. 19 LF por-
que no regula la admisión a las profesiones relativas a la asistencia a personas ma-
yores, sino el permiso (y sus presupuestos) para emplear una determinada denomi-
nación profesional (§§ 1, 2 AltPflG). Por el contrario, no se trata la cuestión acerca
de en qué circunstancias puede ejercerse esta profesión sin denominarse personal
de asistencia a personas mayores.
La técnica legislativa del legislador federal, aunque se haya empleado en otras leyes
de la misma manera, no tiene influencia sobre la valoración de cuestiones constitu-
cionales. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal no permite incluir en
la “admisión” en el sentido del art. 74 párr. 1 núm. 19 LF la protección de la denomi-
nación profesional.
Quien extraiga de la justificada constatación de que sólo hay dos fases jurídico-pro-
fesionales (elección y ejercicio de la profesión), la conclusión de que todo lo que no
se refiera al ejercicio de la profesión supone una normativa reguladora de la admi-
sión la profesión, mezcla aspectos relativos a los derechos fundamentales y a la
competencia. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal se ha ocupado
hasta el momento menos de una definición positiva y de cierre de la admisión en el
sentido recogido en el art. 74 párr. 1 núm. 19 LF que de la constatación negativa de
que un concreto tema no puede ser considerado admisión. Esta jurisprudencia, por
lo tanto, no puede servir para apoyar la interpretación del Gobierno Federal.
Los preceptos contenidos en los §§ 4 a 12, 13 párr. 1 incisos 2 y 3 AltPflG, por ello,
sostiene el recurrente, no se apoyan en el art. 74 párr. 1 núm. 19 LF. Con ello los de-
más preceptos de la Ley caen al vacío, puesto que se trata primariamente de mate-
rias de derecho escolar, que son de la exclusiva competencia normativa de los Esta-
dos federados (art. 70 párr. 1 LF). Los restantes §§ 1 a 3 AltPflG apenas tienen sen-
tido como “fragmentos de admisión”, porque se complementan con los otros precep-
tos de la ley – competencialmente insostenibles -.
cc) El art. 74 párr. 1 núm. 19 LF da lugar a una especialidad tanto a través de la de-
nominación de profesión sanitaria como de la limitación a las normas de admisión,
que excluye el acceso a otros títulos competenciales, o al menos lo dificulta.
2. Independientemente de ello, dice el recurrente, el art. 74 párr. 1 núm. 7 LF no sir-
ve como título competencial porque la admisión a una profesión privada no es asis-
tencia pública. El Tribunal Constitucional Federal, en una sentencia sobre el art. 74
párr. 1 núm. 7 LF (BVerfGE 88, 203 [330]), ha apuntado los límites de este título
competencial justamente en deslinde con la sanidad. Así pues, si la asistencia a per-
sonas mayores perteneciera a las profesiones sanitarias, el art. 74 párr. 1 núm. 7 LF,
consecuentemente, no debería invocarse complementariamente.
3. Puede ponerse en duda si y hasta qué punto el cuarto título de la Ley de Asisten-
cia a Personas Mayores (la normativa relativa a la relación de formación) puede con-
siderarse derecho del trabajo en el sentido del art. 74 párr. 1 núm. 12 LF. Los demás
preceptos siguen vulnerando el reparto de competencias y están “infectados”, por-
que repercuten en el punto central de la ley, el restante fragmento de derecho el tra-
bajo, que por sí mismo carece de sentido y depende de la vigencia del resto. La cu-
ración puede a lo sumo dar lugar a una conexión objetiva en sentido competencial;
pero sus presupuestos no se alegan.
Incluso aunque se suponga que se trata del mantenimiento de la unidad jurídica, si-
gue sosteniendo el recurrente, todavía existe aquí un “interés general”; como de-
muestra la aprobación por escaso margen en el segundo trámite del Consejo Fede-
ral. A mayores, está ausente la “necesidad” de una normativa federal. La situación
existente en los ordenamientos estatales hasta la entrada en vigor de la Ley de Asis-
tencia a Personas Mayores no es inconstitucional ni por su contenido ni por su varie-
dad. Su sustitución es, por lo tanto, innecesaria. Los puntos débiles de las normas
estatales, apuntados por la Federación, no se han fundamentado suficientemente.
II.
El Gobierno Federal se ha opuesto al recurso de inconstitucionalidad presentado por
el Gobierno bávaro. Considera que la Ley de Asistencia a Personas Mayores es
constitucional.
3. Los preceptos sobre la regulación de los gastos (§§ 24, 25 AltPflG) se justifican en
cualquier caso con base en la competencia federal para legislar en materia de segu-
ridad social (núm. 12), en tanto los responsables de la formación práctica sean insti-
tuciones asistenciales de acuerdo con el Libro Decimoprimero del Código Social
(SGB XI). En lo restante se aplica el núm. 7, puesto que la “asistencia pública” es
una materia competencial de gran variedad, que no se limita a los ámbitos de típicas
tareas asistenciales de mantenimiento llevadas a cabo por responsables públicos,
sino que incluye también el ámbito de la actuación asistencial de sujetos privados
cuando ello sirve al interés público.
El “interés general” no puede ser apreciado por los Estados federados, sino sólo por
parte de la Federación como conjunto. Para la Ley de Asistencia a Personas Mayo-
res, de ello se desprende que el aseguramiento de personal especializado cualifica-
do en la asistencia a personas mayores es una función estatal que tiene el mismo
significado en todo el territorio federal y, por tanto, que debe mejorarse la libertad de
circulación de este personal más allá de las fronteras estatales.
III.
1. A la pregunta del Tribunal respecto al período transitorio que se habrá de fijar has-
ta la entrada en vigor de la ley en caso de desestimación del recurso de inconstitu-
cionalidad, el recurrente ha señalado que sería necesario un período transitorio de
un año; a contar, conforme al § 9 AltPflG, desde la entrada en vigor del Decreto. La
Ley, de ser posible, debería entrar en vigor a principios del curso escolar, por lo tan-
to el 1 de agosto del año en curso.
El Gobierno Federal es de la opinión de que la ley debe entrar en vigor tan pronto
sea posible. En vista del hecho de que la Ley es conocida por los Estados federados
desde hace tiempo, y que ya antes de la adopción de la medida cautelar por parte
del Tribunal Constitucional Federal se habían esforzado en transponerla, el período
transitorio de seis meses hasta la entrada en vigor parece suficiente. Esto no es tras-
ladable conforme al § 9 AltPflG a la autorización del Decreto ni a la cláusula de ex-
perimentación del § 4 párr. 6 AltPflG. Para ambos preceptos la entrada en vigor
debe producirse inmediatamente tras la decisión del Tribunal Constitucional Federal.
IV.
C.
I.
297
N. e. Cajas de enfermedad profesionales (Berufskrankenkassen).
298
N. e. Cajas de enfermedad corporativas (Innungskrankenkassen).
La competencia de la Federación para promulgar la Ley de Asistencia a Personas
Mayores se deriva, en lo que respecta al personal de asistencia a personas mayo-
res, del art. 74 párr. 1 núm. 19, núm. 12 y núm. 7 LF. La Federación, por el contrario,
carece competencias legislativas en lo que respecta a los preceptos contenidos en la
Ley de Asistencia a Personas Mayores relativos a la formación profesional del auxi-
liar de asistencia a personas mayores. Los preceptos contenidos en el § 1 núm. 2,
§ 2 párr. 3 incisos 6 a 9, §§ 10 a 12, § 29 párr. 3 AltPflG son por ello incompatibles
con los arts. 70 y 74 párr. 1 LF y por tanto nulos.
aa) Los trabajos preparatorios del art. 74 párr. 1 núm. 19 LF no son de utilidad para
la interpretación de los conceptos empleados en la norma competencial. La circuns-
tancia de que las profesiones relativas a la asistencia a personas mayores no hayan
sido mencionadas no significa nada; entonces todavía no existían, el desarrollo de
un perfil profesional autónomo se ha producido a finales de los años cincuenta (vid.
supra A. II.).
La Ley reguladora de las profesiones paramédicas sirvió en su día, al igual que hoy,
a la defensa frente a los peligros que para la salud de los pacientes suponen las per-
sonas no adecuadamente preparadas para el ejercicio de la profesión (vid. BVerfGE
78, 155 [163]; 78, 179 [192]).
Por otro lado se incluye el sector del tratamiento peligroso de las personas que en
realidad están sanas (intervenciones profilácticas o estéticas, vid. BVerwG, NJW
1959, p. 833; Dünisch-Bachmann, cit., nm. 6.3.6 con ulteriores citas de las medidas
terapéuticas incluidas; vid. BVerwGE 66, 367 [369]).
Los elementos esenciales del concepto así descrito de las artes curativas en la Ley
reguladora de las profesiones paramédicas son, independientemente de la actividad
profesional de que se trate, aptos para su generalización; en particular, se trasvasan
al ámbito de validez del Estatuto Federal Médico (de 2 de octubre de 1961, BOF I p.
1857, en la redacción de 16 de abril de 1987, BOF I p. 1218) (vid. Narr, en:
Narr/Hess/ Schirmer, Ärztliches Berufsrecht, Tomo I [enero 2000], nm. 8 y 10; Laufs/
Uhlenbruck y otros, Handbuch des Arztrechts, 2ª. edición 1999, § 10 nm. 7), que no
obstante hablar de “artes curativas” (en el § 2 párr. 5), no define el concepto.
bb) El tenor literal del art. 74 párr. 1 núm. 19 LF confirma el resultado obtenido por la
investigación histórica. El concepto de “profesiones sanitarias”, tanto en el lenguaje
común (vid. las definiciones en: Etymologisches Wörterbuch des Deutschen, 2a. edi-
ción 1993, p. 523; Grimm, Deutsches Wörterbuch, 1877 [1984], Tomo 10, p. 824;
Trübners Deutsches Wörterbuch, Tomo 3 1939, pp. 381 ss.; Brockhaus Enzyklopä-
die, 19ª. edición 1991, Tomo 14, p. 381 s.; Meyers Enzyklopädisches Lexikon, 1975,
Tomo 15, p. 820, y 1974, Tomo 11, p. 611) como en el especializado (Lexikon Medi-
zin 1997, p. 747 sobre el concepto “curación”) no se reduce a la “curación” de “enfer-
medades”, sino que comprende la atención auxiliar a personas con problemas de sa-
lud, sean estos cuidados capaces de mejorar su estado o no, esto es, estemos ante
un tratamiento o ante cuidados de naturaleza puramente asistencial y mitigadora.
cc) La ubicación sistemática del art. 74 párr. 1 núm. 19 LF no se opone a esta inter-
pretación del concepto de “otra profesión sanitaria”. El art. 74 párr. 1 núm. 19 LF no
supone, sin embargo, un apoderamiento global a la Federación en el ámbito de la
sanidad, sino que incluye y enumera campos específicos en los que la Federación
está facultada para normar (vid. BVerfGE 102, 26 [37]; Stettner, en: Dreier,
Kommentar zum Grundgesetz, Tomo II, 1998, art. 74 nm. 89; Degenhart, en: Sachs,
Kommentar zum Grundgesetz, 2ª. edición 1999, art. 74 nm. 70). Ahora bien, en todo
el párrafo del art. 74 párr. 1 núm. 19 LF dedicado a la Federación puede apreciarse
una orientación a los intereses del Estado federal:
dd) De acuerdo con el sentido y objetivo del art. 74 párr. 1 núm. 19 LF, abrir a la Fe-
deración la competencia legislativa para la admisión a profesiones sanitarias, la asis-
tencia a personas mayores debe incluirse con carácter general entre las profesiones
sanitarias. El perfil profesional de la asistencia a personas mayores se ha aproxima-
do tanto en los requisitos de especialización como en sus presupuestos prácticos a
los de las profesiones sanitarias, que el legislador debe continuar este desarrollo,
dotando al perfil profesional de la asistencia a personas mayores de un centro de
gravedad claramente relacionado con las artes curativas. No hay duda de que tam-
bién las profesiones asistenciales, siempre que su centro de gravedad tenga por ob-
jeto el reemplazo, apoyo y ayuda de la actividad médica (por ej., las profesiones en
la enfermería), son profesiones sanitarias, y en concreto profesiones sanitarias auxi-
liares
§3
Por ello la formación debe capacitar para trabajar conjuntamente con otras per-
sonas dedicadas a la asistencia a personas mayores y para realizar aquellas
tareas administrativas que se encuentran directamente relacionadas con las
funciones propias de la asistencia a personas mayores.
El § 3 inciso 1 AltPflG recoge los objetivos formativos y los elementos más importan-
tes de la actividad para la que la formación debe capacitar. De esta regla general no
puede, no obstante, desprenderse en qué ámbito tiene que tener lugar la asistencia,
si está orientada a la curación o es fundamentalmente sicosocial. Los temas formati-
vos incluidos en el § 3 inciso 2 AltPflG, que deben concretar los objetivos formativos
generales, aclaran, no obstante, la amplia redacción legal:
(c) Los preceptos formativos de los núms. 4, 7 y 10, 2ª. alternativa, se orientan a op-
timizar las condiciones asistenciales tanto para los ancianos como para el personal;
pueden considerarse por ello funciones accesorias tanto de las partes terapéuticas
como socio-asistenciales, sin quitarles por ello peso.
En ello ha de respetar, por una parte, los límites del art. 12 párr. 1 LF (especialmente
el principio de proporcionalidad, vid. BVerfGE 25, 236 [247 s.]; 75, 246 [267]) y la
confianza merecedora de tutela de los profesionales afectados (vid. BVerfGE 32, 1
[22 s.]). Por otro lado, la fijación legal del perfil profesional debe ajustarse a las cir-
cunstancias que quiere abarcar y a los cambios reales; no puede imponerse arbitra-
riamente una regulación sobre la realidad (vid. BVerfGE 13, 97 [106]), con el fin de
excluir la competencia legislativa de los Estados federados.
En los últimos años la asistencia a personas mayores se ha acercado cada vez más
a la asistencia terapéutica, que exige más que el cuidado y la atención asistencial de
las personas con deficiencias ocasionadas por la edad (vid. sobre esto y lo que si-
gue Robert-Bosch-Studie, p. 216 s.; alegaciones del DBfK). En una residencia de an-
cianos se exige al personal lo que antes se hacía en fases postoperatorias, tras un
ataque apopléjico, en el control a largo plazo de los diabéticos, en el cuidado medi-
camentoso de enfermos crónicos en hospitales (vid. las alegaciones de ver.di). La
reducción de la permanencia media en los hospitales, para reducir gastos, se corres-
ponde con un aumento de puestos en las residencias de ancianos (vid. las cifras en
Landenberger/Görres, Gutachten, p. 12/13). Además, hay que tener en cuenta la
asistencia a ancianos psíquicamente trastornados, que exige conocimientos geronto-
psiquiátricos asentados. Los cambios demográficos y la transformación del principio
“asistencia ambulatoria antes que hospitalaria” aminora el número de ancianos que
viven en asilos y en residencias y aumenta el número de personas internadas en ins-
tituciones asistenciales. A menudo los mayores van allí “sólo” para morir (alegacio-
nes del DBfK); la edad media de los ancianos que entran en un asilo se encuentra
en alrededor de 86 años (Landenberger/Görres, Gutachten, p. 10).
Esta consecuencia es la que permite explicar que la parte de personal asistencial es-
pecializado con formación sanitaria sea claramente predominante en las institucio-
nes asistenciales ambulatorias (41,1% frente al 29,5% de personal de asistencia a
personas mayores; el Informe 2000/2001 del Comité de Expertos para la Acción
Concertada en la Sanidad, Tomo II, Qualitätsentwicklung in Medizin und Pflege,
2001, p. 40 s.; en cualquier caso, el porcentaje de personal sanitario ha experimen-
tado un fuerte retroceso desde 1996, cuando todavía representaba el 65%, y el por-
centaje de personal de asistencia a personas mayores ha subido correlativamente
(Landenberger/Görres, Gutachten, p. 21). Ante este panorama, la Ley persigue el
objetivo de aminorar el predominio de las profesiones sanitarias frente a las de asis-
tencia a personas mayores y dar a éstas últimas, como “personal especial”, la posibi-
lidad de actuar en todos los ámbitos de la asistencia a personas mayores – incluyen-
do los ámbitos directivos -.
aa) Los trabajos preparatorios del art. 74 párr. 1 núm. 19 LF permiten observar que
el constituyente no ha partido de un concepto de admisión claramente definido. En
las discusiones del Congreso Constituyente (Der Parlamentarische Rat 1948-1949,
documentos y actas, Tomo 3 [comisión para la limitación de competencias], 3ª. se-
sión de 23 de septiembre de 1948, pp. 104 ss.; 9ª. sesión de 7 de octubre de 1948,
pp. 400 ss.; 12ª. sesión de 14 de octubre de 1948, p. 515 s.; vid. von
Doemming/Füsslein/ Matz, JöR [NF] 1951, pp. 539 ss.) se habló en este contexto del
nombramiento (aprobación), entendido como autorización para emplear un determi-
nado título, y la autorización para ejercer la profesión bajo ese título. También la indi-
cación concluyente del presidente de la comisión principal, conforme a la cual con la
“admisión” se alude a los preceptos “sobre la aprobación etc.” (JöR 1951, p. 542),
sólo permite saber que el legislador ha entendido que ciertas disposiciones que afec-
tan al permiso para utilizar una denominación profesional, en determinadas condicio-
nes, pueden ser consideradas disposiciones reguladoras de la admisión.
Dentro de las profesiones sanitarias constituye una práctica extendida del legislador
proteger las denominaciones profesionales, reservando la denominación a personas
con determinadas capacidades, sin monopolizar al mismo tiempo el ejercicio de la
profesión así denominada (en otro sentido, por ejemplo, el § 1 párr. 1, en relación
con el § 4 párr. 1 inciso 1, párr. 2 Ley de Matronas). No se considera practicable la
introducción de una protección legal de la actividad por razones jurídicas y sanita-
rias, además de por razones prácticas (vid. Kurtenbach, en: Das Deutsche
Bundesrecht, I K 21 p. 15 [16 s.] en el ámbito de la asistencia sanitaria; en general:
Kurtenbach/Gorgass/Raps, Kommentar zum Rettungsassistentengesetz, 2ª. edición,
pp. 75 ss.). Al mismo tiempo, se sigue exigiendo la fijación de las actividades reser-
vadas (vid. Robert-Bosch-Studie, p. 17, y las declaraciones de Landenberger/Görres,
Gutachten, p. 48 s.). Las excepciones de las matronas (§ 4 Ley de Matronas) y de
los asistentes técnicos en la medicina (§ 9 de la Ley reguladora de la profesión de
asistencia técnica en la medicina, de 2 de agosto de 1993, BOF I p. 1402) no contra-
dicen la práctica general, puesto que no abarcan todo el campo de actividad profe-
sional, sino sólo un aspecto muy limitado, y por ello puede ser definido con exactitud.
Se determina legalmente quién puede ejercer con esa denominación profesional tras
la correspondiente formación profesional (§ 2 AltPflG). El deber de solicitar la autori-
zación no impide a otras personas realizar las funciones profesionales descritas en
el § 3 AltPflG en la asistencia a personas mayores; únicamente no deben ofrecer sus
servicios bajo la denominación profesional protegida por el § 1 AltPflG (§ 27 AltPflG).
(la Ley de Asilos fue completamente modificada por la Tercera Ley de Modifi-
cación de la ley de Asilos de 5 de noviembre de 2001 [ BOF I pp. 2960 ss.], y
debido al art. 3 de la Ley de Modificación se ha hecho público el tenor literal de
la Ley de Asilos en la versión vigente a partir de 1 de enero de 2002 [BOF 2001
I pp. 2970 ss.]; esto, no obstante, no influye en la vigencia del Decreto de per-
sonal de los asilos, en particular, el contenido de la norma de habilitación [§ 3
párr. 2 núm. 2 HeimG] no ha experimentado cambios; vid. sobre las conse-
cuencias jurídicas de una nueva publicación BVerfGE 14, 245 [250]; 18,
389 ss.)
(2) Las correspondientes normas de referencia para el ejercicio profesional que, jun-
to con la protección de la denominación, son mediatamente relevantes para la admi-
sión, no existen, por el contrario, en relación con la profesión de auxiliar de asisten-
cia a personas mayores.
(vid. Robert-Bosch-Studie, pp. 77, 109; según el proyecto desarrollado por los
expertos, no obstante, debe existir una cualificación en varios grados, si bien
no a nivel auxiliar, sino con un tiempo de formación reglado de dos años y
comparable a la actual formación en asistencia a personas mayores [pp. 22 s.,
59 ss.]; en esta dirección se entienden también las declaraciones del Comité
de Expertos para la Acción Concertada en la Sanidad, Tomo II, p. 51 al núm.
123).
(vid. sobre esta relación BVerwGE 61, 169 [174 f.]; BAGE 35, 173 [176]; Oeter,
en: von Mangoldt/Klein/Starck, Das Bonner Grundgesetz, Tomo 2, art. 74 nm.
172; Stettner, en: Dreier, Kommentar zum Grundgesetz, Tomo II, 1998, art. 74
nm. 89; Degenhart, en: Sachs, Kommentar zum Grundgesetz, 2ª. edición 1999,
art. 74 nm. 74; Isensee, Kirchenautonomie und sozialstaatliche Säkularisierung
in der Krankenpflegeausbildung, 1980, p. 34 s.; Rengeling, en:
Isensee/Kirchhof [Hrsg.], Handbuch des Staatsrechts, Tomo IV, § 100 nm. 214;
Kunig, en: von Münch/Kunig, Kommentar zum Grundgesetz, Tomo 3, 3ª.
edición, art. 74 nm. 91; Pieroth, en: Jarass/Pieroth, Kommentar zum
Grundgesetz, 6ª. edición, art. 74 nm. 44; otra interpretación Pestalozza, en: von
Mangoldt/ Klein/Pestalozza, Das Bonner Grundgesetz, Tomo 8, 3ª. edición, art.
74 nm. 1324).
II.
No existe un margen de maniobra valorativo del legislador libre de control por el Tri-
bunal Constitucional Federal en lo que respecta a los presupuestos del art. 72 párr. 2
LF. La norma sólo puede hacer justicia a su posición en el sistema de la Ley Funda-
mental, su sentido y la voluntad del legislador constitucional, si sus presupuestos no
tienen que ser determinados por aquel cuya competencia debe limitarse. Para la de-
limitación de la legislación federal a las materias citadas en los arts. 73 ss. LF, hace
tiempo que el Tribunal Constitucional Federal ha recalcado que esta limitación preci-
sa una interpretación “estricta” (vid. BVerfGE 12, 205 [228 s.]; 26, 246 [254]; 26, 281
[297 s.]; 42, 20 [28]; 61, 149 [174]). De manera similar también los presupuestos del
art. 72 párr. 2 LF son controlables judicialmente.
2. Los trabajos preparatorios del art. 72 párr. 2 LF versión anterior (vid. sobre ello
extensamente Pestalozza, en: von Mangoldt/Klein/ Pestalozza, Das Bonner
Grundgesetz, Tomo 8, 3ª. edición, art. 72 nm. 1 a 47; Neumeyer, Der Weg zur neuen
Erforderlichkeitsklausel für die konkurrierende Gesetzgebung des Bundes [art. 72
párr. 2 LF], pp. 19 ss.) y la jurisprudencia constitucional vertida sobre esa anterior
versión de la ley, no ofrecen más apoyos interpretativos respecto del art. 72 párr. 2
LF en su versión actual.
La “exigencia” en el sentido del art. 72 LF versión original fue considerada en la juris-
prudencia del Tribunal Constitucional Federal sobre el art. 72 párr. 2 LF sólo suscep-
tible de un control limitado (fundamentalmente BVerfGE 1, 264 ss.; concretado y fija-
do en BVerfGE 2, 213 [224 s.]; jurisprudencia constante). Esta jurisprudencia, en
cualquier caso, no ha concedido a su precisión una función limitadora; se ha conver-
tido, por el contrario, en un “motor de la uniformización” (Stern, Staatsrecht II, 1980,
p. 597), lo que le ha supuesto numerosas críticas. Ello se aplica de forma especial a
la ordenación del control de la exigencia como una cuestión de “discrecionalidad le-
gislativa” – por lo demás determinada de forma poco precisa -.
Volvieron a abordarse las discusiones en la 7ª. legislatura por la comisión para la re-
forma constitucional creada (de nuevo) por acuerdo del Parlamento Federal, de 22
de febrero de 1973, que entregó su informe final en 1977. Elemento central de la
propuesta de reforma de las competencias legislativas fue la nueva redacción del
art. 72 párr. 2 LF en su anterior versión (BOPF 7/5924, p. 123). La concreción del
principio de exigencia debía servir a mejorar la justiciabilidad del art. 72 párr. 2 LF
(sobre ello y lo que sigue vid. la justificación de la propuesta en el BOPF 7/5924, pp.
131 ss.; Majer, EuGRZ 1980, pp. 98 ss.). Tenía que dar lugar a otra entidad jurídica
de los conceptos allí contenidos; el ejercicio de la competencia por la Federación no
tenía ya que ser susceptible de control únicamente en caso de abuso de la discrecio-
nalidad y las características típicas debían convertirse en conceptos legales comple-
tamente controlables – pese a ser indeterminados -. Y ello, de forma tal que el Tribu-
nal Constitucional Federal pudiera controlar los presupuestos del art. 72 párr. 2 LF,
al igual que las disposiciones constitucionales relativas a otras competencias. El
control constitucional debía pues sujetarse a la medida de la “necesidad” de una re-
gulación legislativa federal.
"La cláusula de exigencia del hasta ahora artículo 72 párr. 2 de la Ley Funda-
mental ha sido reducida por el Tribunal Constitucional Federal a un mero tipo
político discrecional. Por ese motivo, el fin de protección de la cláusula de exi-
gencia se ha debilitado. Los presupuestos de la utilización de la competencia
legislativa concurrente deben concentrarse, ahondarse y precisarse con el pro-
pósito de mejorar la justiciabilidad de la cláusula de exigencia por parte del Tri-
bunal Constitucional Federal, considerada insuficiente."
4. a) Era voluntad del constituyente hacer justiciable el principio de necesidad del art.
72 párr. 2 LF; al legislador federal no debería quedar un margen de maniobra para la
valoración. La interpretación asumida por una parte de la doctrina, de que el legisla-
dor federal, al igual que antes, tiene ese margen de maniobra (vid. Neumeyer,
Festschrift für Kriele, 1997, p. 543 [563]; del mismo autor, Der Weg zur neuen
Erforderlichkeitsklausel für die konkurrierende Gesetzgebung des Bundes [art. 72
párr. 2 LF], 1999, pp. 155 ss.; Rybak/Hofmann, NVwZ 1995, p. 230 [231]; Degenhart,
en: Sachs, Kommentar zum Grundgesetz, 2ª. edición 1999, art. 72 nm. 11, que se
aparta de sus anteriores afirmaciones en ZfA 1993, p. 409 [417]), se encuentra en
clara contradicción con la voluntad del legislador. Básicamente resulta imposible re-
conocer nuevas condiciones que pudieran dar lugar a una puesta en cuestión del re-
sultado unívoco que se deriva de la interpretación histórica, porque el precepto del
art. 72 párr. 2 LF está en vigor desde hace muy poco tiempo.
c) En la nueva versión del art. 72 párr. 2 LF, el texto contenido en la anterior versión
del art. 72 párr. 2 LF, “en tanto se dé una exigencia de una regulación federal, por-
que”, que había servido de punto de partida para la falta de justiciabilidad, fue elimi-
nado y sustituido por el criterio de la necesidad. De esta forma, la diferencia con la
anterior jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal se ve también claramente
en el propio tenor literal.
Del tenor literal del precepto no se desprende una primacía del legislador federal
frente a los Estados federados en la interpretación de la norma o el ejercicio de las
competencias, al contrario: la potestad legislativa otorgada en principio a los Estados
federados (vid. art. 70 párr. 1 LF) sólo puede ser limitada cumpliendo determinados
requisitos típicos.
aa) Puesto que en el art. 72 párr. 2 LF se trata, por regla general, de la autorización
a una ley federal de unificación jurídica, la característica típica del “mantenimiento de
la unidad jurídica” en el art. 72 párr. 2 LF no puede entenderse de forma que la im-
posición de un derecho uniforme en el territorio federal sea siempre necesaria. El
que existan diferencias entre las posiciones jurídicas de los ciudadanos es conse-
cuencia necesaria de la construcción federal. La Ley Fundamental admite diferentes
ordenamientos jurídicos en los Estados federados miembros y limita la apelación al
art. 3 párr. 1 LF (vid. BVerfGE 10, 354 [371]; 12, 139 [143]). La mera desigualdad de
regulaciones en los Estados federados por sí sola no puede fundamentar la existen-
cia de un interés de ámbito estatal en la existencia de una regulación federal.
La disparidad de leyes a nivel estatal cumple los presupuestos del art. 72 párr. 2 LF
únicamente cuando supone una dispersión jurídica de consecuencias problemáticas
que no puede ser aceptada tanto en interés de la Federación como de los Estados
federados. La desigualdad de la potestad legislativa o la circunstancia de que los Es-
tados federados no regulan una materia que precisa de formación deben amenazar
el bien jurídico de ámbito estatal de la unidad jurídica, entendido como mantenimien-
to de una comunidad jurídica funcional. Así, por ejemplo, las diferentes regulaciones
del estado civil en los diversos Estados federados impedirían que el matrimonio o el
divorcio fueran reconocidos y tratados de igual modo en toda Alemania. Si en los Es-
tados federados existieran en principio diferentes normas reguladoras del proceso
judicial, los particulares o las empresas que actúan en varios Estados federados no
podrían confiar en obtener en todos ellos el mismo tipo de protección jurídica. Un de-
recho procesal desigual dificulta el acceso a los tribunales federales.
En todos los ámbitos mencionados por el art. 74 y por el art. 75 LF, la Ley Funda-
mental admite por principio la diversidad jurídica. Pero en estos ámbitos pueden ser
necesarias reglas jurídicas uniformes cuando el tratamiento jurídico desigual de las
mismas circunstancias vitales, bajo ciertas condiciones, puede suponer una impor-
tante inseguridad jurídica y así dar lugar a obstáculos imprevistos para el tráfico jurí-
dico entre los Estados federados. Para luchar contra esta amenaza a la unidad jurí-
dica y a la libertad de circulación en el Estado federal, directamente resultante de la
situación jurídica, la Federación puede optar por una solución legislativa uniforme
(sin que el art. 72 párr. 2 LF contemple una obligación en este sentido).
La “unidad económica” como objetivo del art. 72 párr. 2 LF no se limita al ámbito del
“derecho de la economía” mencionado en el art. 74 párr. 1 núm. 11 LF, pues el art.
72 párr. 2 LF se refiere a todas las materias propias de la legislación concurrente y
de la legislación marco. Las exigencias de la unidad económica en el sentido del art.
72 párr. 2 LF pueden justificar la utilización de la competencia federal en todos los
ámbitos objetivos introducidos en el art. 74 párr. 1 LF.
Para conseguir un espacio económico uniforme, y con ello el mantenimiento de la
unidad económica, es necesaria una legislación federal cuando se trata de asegurar
la uniformidad de la formación profesional o de imponer las mismas posibilidades de
acceso a las profesiones u oficios en todos los Estados federados, independiente-
mente de dónde encaje el grupo profesional competencialmente (art. 74 párr. 1 LF).
Ahora bien, cada Estado federado puede regular tales cuestiones – incluso a un alto
nivel profesional -, sin perjudicar los intereses de otro Estado federado. Pero los dis-
tintos requisitos formativos y de admisión pueden crear fronteras perturbadoras en el
espacio económico alemán, pueden ocasionar una concentración o una desapari-
ción de nuevas generaciones en ciertas regiones, perjudicar el nivel de la formación
y con ello dar lugar a importantes perjuicios a las oportunidades de las nuevas gene-
raciones, así como a la situación profesional en el conjunto del Estado.
Tras la enmienda del grupo parlamentario del SPD (BOPF 12/ 8174), en la que se
basa la nueva redacción del art. 72 párr. 2 LF, el concepto de unidad económica,
que la Comisión Constitucional Conjunta había eliminado sin sustituirlo, encontró
nueva entrada en el art. 72 párr. 2 LF con el fin de mantener primariamente la com-
petencia federal de regulación de la formación profesional. Ya en la primera votación
del proyecto de ley de reforma constitucional por parte del grupo parlamentario del
CDU/CSU se planteó la cuestión acerca de si el art. 72 párr. 2 LF en su nueva ver-
sión no ponía en duda la regulación federal de la formación profesional (Acta del Ple-
no del Parlamento Federal 12/209, de 4 de febrero de 1994, p. 18140). El ponente
en la Comisión Constitucional Conjunta no pudo eliminar esta preocupación (von
Stetten, CDU/CSU) (Acta del Pleno del Parlamento Federal, cit.). El SPD hizo con-
signar por ello la siguiente aclaración al acta (BOPF 12/8165, p. 31 s.):
Los presupuestos típicos del art. 72 párr. 2 LF no deben ser confrontados únicamen-
te con la finalidad normativa de la ley, que naturalmente es determinada y estableci-
da por el legislador federal. Si así fuera, la Federación tendría, al igual que ocurría
antes, en su mano los requisitos del art. 72 párr. 2 LF, y se faltaría al espíritu de la
reforma de la Ley Fundamental. Sólo se puede impedir haciendo que la competencia
se valore también de acuerdo con los efectos fácticos de la ley, en tanto sean reco-
nocibles y valorables por anticipado (vid. Scholz, en: Bundesverfassungsgericht und
Grundgesetz, Festgabe aus Anlass des 25-jährigen Bestehens des Bundesverfas-
sungsgerichts, 1976, Tomo II, p. 252 [261 s.]; Rengeling, en: Isensee/Kirchhof
[Hrsg.], Handbuch des Staatsrechts, Tomo IV, § 100 nm. 40, nm. 124); en el control
del catálogo competencial del art. 74 ss. se ha de atender al contenido de la normati-
va y no a la voluntad del legislador o al punto externo de conexión, vid. BVerfGE 58,
137 [145]; 68, 319 [327 f.]; 70, 251 [264]). Puesto que se trata de la valoración inse-
gura de desarrollos futuros, no es posible exigir el máximo de aptitud; antes bien, es
suficiente si con la ayuda de la ley se puede conseguir el éxito pretendido (vid.
BVerfGE 30, 292 [316]; 33, 171 [187]; 39, 210 [230]; 40, 196 [222]; 63, 88 [115]; 67,
157 [173]; 78, 38 [50]; 81, 156 [192]; sobre la suficiencia de un grado limitado de ap-
titud vid. BVerfGE 7, 377 [412]; 13, 97 [113]).
b) aa) El primer paso del análisis se refiere a la cuestión acerca de si está permitida
una regulación del legislador federal en protección de los bienes jurídicos menciona-
dos en el art. 72 párr. 2 LF (“siempre que... exista la necesidad”), mientras que el se-
gundo paso debe fijar la extensión de la competencia de intervención (“siempre
que... exista la necesidad”).
En la estructura competencial de la Ley Fundamental, en caso de la misma aptitud
de las regulaciones para cumplir los objetivos constitucionales, la primacía corres-
ponde fundamentalmente a los Estados federados (art. 30 y art. 70 LF). El art. 72
párr. 2 LF tiene en cuenta – con el criterio de la necesidad de la normativa federal –
y llama la atención de la Federación sobre una intervención lo más limitada posible
en la potestad legislativa de los Estados federados. La regulación federal es “nece-
saria” sólo en tanto en cuanto sin ella los objetivos perseguidos por el legislador en
su actividad, en concreto en los ámbitos a regular del art. 72 párr. 2 LF, esto es, la
creación de condiciones de vida equivalentes o el mantenimiento de la unidad jurídi-
ca o económica en interés nacional, no pueden ser alcanzados o no suficientemente.
En ello debe reservarse al legislador una prerrogativa en lo que respecta al concepto
y la estructuración de la ley. Cuando ha elegido un concepto, que ha respetado el lí-
mite del art. 74 párr. 1 LF y es necesario para proteger los bienes jurídicos del art. 72
párr. 2 LF de acuerdo con su propósito y efectos, entonces alguna de las partes del
concepto puede ser considerada una intromisión excesiva cuando el concepto gene-
ral, y por tanto el efecto de la ley, no se ve puesto en peligro sin ella.
bb) No existe competencia federal cuando son suficientes las normas estatales para
proteger los bienes jurídicos en interés nacional citados en el art. 72 párr. 2 LF; aho-
ra bien, no es suficiente cualquier teórica posibilidad de actuación de los Estados fe-
derados. En particular, la mera posibilidad de una ley estatal en parecidos términos
no excluye la competencia federal. De otra forma carecería de objeto la competencia
legislativa concurrente de la Federación, puesto que siempre existe esa posibilidad.
El precepto no pretende delimitar la legislación federal uniforme en todo el territorio
federal de la legislación estatal. El sentido de la sistemática constitucional federal es
abrir a los Estados federados espacios competenciales propios para que introduzcan
normas diferentes (vid. Rybak/Hofmann, NVwZ 1995, p. 230 [232]; Degenhart, en:
Sachs, Kommentar zum Grundgesetz, 2ª. edición 1999, art. 72 nm. 15; Maunz, en:
Maunz-Dürig, Kommentar zum Grundgesetz, 23ª. entrega octubre 1984, art. 72 nm.
21; otros autores: Stettner, en: Dreier, Kommentar zum Grundgesetz, Tomo II, 1998,
art. 72 nm. 18; Schmehl, DÖV 1996, p. 724 [726]).
Se añade una reflexión sobre la seguridad jurídica: cada uno de los 16 legisladores
estatales podría, tras la entrada en vigor de leyes de la Federación del mismo tenor,
apartarse del consenso para evitar una normativa federal.
c) Los controles sobre estas ventajas corresponden al Tribunal Constitucional Fede-
ral. En tanto se requiera la determinación de acontecimientos presentes o pasados
para controlar la corrección o amplitud de las circunstancias enumeradas por el le-
gislador, el Tribunal no conoce límites. El veredicto de inconstitucionalidad depende
de que la ley se refiera a una falsa fijación de hechos por parte del legislador, esto
es, que no sea posible atender a otra valoración más acertada para su fundamenta-
ción (vid. Meßerschmidt, Gesetzgebungsermessen, 2000, p. 933).
7. Con esta medida, la Ley de Asistencia a Personas Mayores, en tanto regula la for-
mación para la profesión de asistente de personas mayores, es adecuada.
Tampoco los expertos que declararon en la vista oral pudieron aportar aclaraciones
adicionales en lo que respecta a esta cuestión.
bb) Ahora bien, no es la diversidad jurídica como tal la que ha dado lugar a la activi-
dad del legislador federal y que podría permitirle una injerencia en las competencias
legislativas de los Estados federados de acuerdo con el art. 72 párr. 2 LF. No hay
nada que justifique aceptar que el bien jurídico nacional de la unidad jurídica esté
amenazado.
La Ley de Asistencia a Personas Mayores tiene además como objetivo hacer más
atractiva la profesión de asistente a personas mayores, revalorizarla y de esta forma
incitar a más jóvenes a ejercer precisamente esta profesión; de esta forma se consi-
gue luchar contra la carencia de personal especializado actual y en el futuro. La re-
gulación uniforme en el territorio federal debe mejorar la movilidad del asistente en el
territorio federal y europeo y permitir un empleo flexible de personal especializado
allí donde, como ocurre en zonas de aglomeración, se les necesita con urgencia.
Debe servir a un reparto equilibrado del potencial económico y sobre todo personal
en todo el territorio federal.
Los datos bastan igualmente para apoyar con seguridad el concepto y la postura
esencial del legislador federal. También los expertos de las más diversas comisiones
eran y son unánimes en la valoración de la situación, a pesar de los mencionados
factores de inseguridad. La postura y las expectativas del legislador federal se ven
apoyados especialmente por la comisión de expertos reunida en 1989 por la Ministra
Federal de Juventud, Familia, Mujer y Salud, que tenía el encargo de elaborar un in-
forme general sobre la situación de la tercera edad en la República Federal de Ale-
mania. El encargo de la comisión fue ampliado, tras la reunificación de los dos Esta-
dos alemanes, a la situación de los ancianos en los nuevos Estados federados, y por
otro lado, desde una perspectiva comparada a nivel europeo. El “Primer Informe so-
bre los Mayores” presentado en septiembre de 1993 (BOPF 12/5897) ofrece una
amplia descripción y análisis de la situación actual de la tercera edad y de los facto-
res que influyen sobre el proceso de envejecimiento. Igualmente productivos para
controlar el punto de partida del legislador federal son el “Tercer Informe sobre la Si-
tuación de la Tercera Edad en la República Federal de Alemania”, con el tema “Edad
y sociedad” (BOPF 14/5130, de 19 de enero de 2001), al igual que el “Cuarto Infor-
me sobre los Mayores”, publicado en abril de 2002, sobre “Peligros, calidad de vida y
atención a los mayores - con especial atención a las enfermedades demenciales”
(BOPF 14/8822). Ambos informes analizan y valoran el desarrollo actual y futuro de
la asistencia a personas mayores de forma extensa y formulan decididas recomen-
daciones para una reforma que se valora como urgente.
Los resultados de los estudios y de las recomendaciones de las comisiones son con-
firmados y apoyados por el informe pericial encargado por la Sala, que emplea el
material estadístico de la Oficina Federal de Estadística, así como por las alegacio-
nes de las asociaciones profesionales en el presente proceso de inconstitucionali-
dad.
cc) La Ley de Asistencia a Personas Mayores hace justicia a las exigencias constitu-
cionales en lo que respecta a su finalidad. El efecto de la Ley federal hasta ahora
apreciable es apropiado, a diferencia de lo que sucede con las normas estatales,
para defender la unidad económica en interés nacional.
Las diferencias (vid. las declaraciones en A. II. 2. y A. III. 6. d) justifican que no exis-
tan unos estándares uniformes y, por tanto, tampoco una cualificación obligatoria en
general en la formación en asistencia a personas mayores. Esta circunstancia perju-
dica al personal especializado para la asistencia a personas mayores, operando ne-
gativamente en el mercado de trabajo. Ni las regulaciones estatales en sí mismas ni
el acuerdo marco de los Estados federados sobre la formación de la asistencia a
personas mayores del año 1985 han podido impedir este desarrollo ni prometen
atender a las necesidades futuras adecuadamente (vid. las alegaciones del LAG der
kommunalen Fachseminare NRW y del Arbeitsgemeinschaft Deutscher Schwestern-
verbände und Pflegeorganisationen e.V. [ADS]). La experiencia reunida hasta el mo-
mento en relación con el acuerdo marco deja más bien claro que los requisitos míni-
mos de los presupuestos de admisión allí contenidos, las estructuras formativas y los
objetivos formativos no pueden garantizar estándares uniformes o la creación de un
perfil profesional uniforme, como tampoco pueden reemplazarlos (vid. las alegacio-
nes de la Deutscher Caritasverband).
bb) Las normas sobre la formación para la profesión de asistente de personas mayo-
res sólo superarían el ámbito de regulación permitido de acuerdo con el art. 72 párr.
2 LF si es que no se malogran ya en la delimitación competencial del art. 74 párr. 1
LF. Pues los preceptos de los §§ 10 a 12 AltPflG no se encuentran en conexión sufi-
cientemente obligatoria con el objetivo perseguido en la Ley de un fortalecimiento de
la atracción de las profesiones en el ámbito de la asistencia a personas mayores; no
están en situación de impedir la carencia actual en personal especializado y los défi-
cits de calidad en la asistencia.
Ello significa que por parte de las asociaciones profesionales, la cualificación como
auxiliar regulada en la Ley de Asistencia a Personas Mayores se considera en la for-
ma actualmente prevista como una respuesta inapropiada a las exigencias cuantitati-
vas y cualitativas de la futura actividad de asistencia a personas mayores (vid. las
alegaciones del LAG der kommunalen Fachseminare NRW; según ver.di este itinera-
rio formativo es fundamentalmente rechazable “por razones de política del mercado
de trabajo, de política sobre la mujer, de política social y de política formativa”; vid.
también Dielmann, en: Die Schwester, der Pfleger - Zeitschrift für Krankenpflege
2000, pp. 1055 ss.). Favorece la tendencia a la desprofesionalización y la pérdida de
cualificación y no hace justicia a las exigencias cualitativas, siempre en aumento, en
el trabajo asistencial (vid. las alegaciones de la comisión federal de docentes en las
profesiones asistenciales).
D.
E.
300
Cfr. BVerfGE 39, 1 (37 y 41). Para el Tribunal, durante el embarazo se constata que el nasciturus
tiene una vida individual, con su propia identidad genética y con ello en su unicidad e irrepetibilidad
comprobada, no una vida parcial, que en el proceso de crecimiento y de desarrollo no se convierte en
ser humano, sino que se desarrolla como ser humano. Como quiera que se caractericen las distintas
fases del proceso vital prenatal desde las perspectivas biológicas, filosóficas e incluso teleológicas
que en la historia se han empleado, se trata en todo caso de un nivel necesario de desarrollo del ser
humano individual. Y donde hay vida humana entra en consideración la dignidad humana (BVerfGE
39, 1 (41)—aborto I--). Puede consultarse en la doctrina española un análisis de la regulación legal in-
troducida en el ordenamiento alemán, ZODER, Isabel, Reforma y regulación legal del aborto a la luz
de la Jurisprudencia del Tribunal Constitucional alemán, Anuario de derecho penal y ciencias penales,
Nº 49, 1996, pág. 219 y ss.
301
En el ordenamiento español, si bien el nasciturus ha sido considerado por el Tribunal
Constitucional como un bien jurídicamente protegido, ha negado su consideración como titular de los
derechos fundamentales. Véase en la jurisprudencia española la sentencia sobre el aborto, STC
53/1985, de 11 de abril, F.J. 7º. Puede consultarse al respecto en la doctrina CARRERAS SERRA,
Francesc de, Aborto y Constitución, Revista jurídica de Cataluña, Nº 44, 1986, pag. 977 y ss.
Aunque la determinación de las condiciones de prevalencia de la eficacia de
tales derechos constituye una tarea del legislador (D I 2 b), éste ha de respetar las
condiciones que se deducen de la Grundgesetz y de la dogmática de los derechos
fundamentales asumida por ella. Según el Tribunal Constitucional Federal esa
dogmática exige que cualquier regulación legal parta de la concepción del aborto
como un hecho básicamente antijurídico.302 En consecuencia, pesa genéricamente
sobre la madre el deber de traer al mundo a su hijo. (D I 2). Sin embargo, tal y como
reconoce el propio Bundesverfassungsgericht la imposición de este deber
incondicional equivaldría a dotar de prevalencia en todo caso a los derechos del
nasciturus, privando de tutela a los derechos fundamentales de la madre,
produciéndose un infradimensionamiento de uno de los bienes susceptibles de tutela
constitucional en dicha relación fáctica.303 Lo mismo sucedería, a sensu contrario, si
el aborto estuviera despenalizado en todos los casos, produciéndose así
infradimensionándose los derechos del nasciturus. A juicio del Tribunal
Constitucional Federal la compatibilización de los derechos en conflicto sólo se da si,
partiendo de una prohibición general del aborto, la posibilidad de interrupción del
embarazo se condiciona exclusivamente al criterio de la inexigibilidad—304, conforme
al cual, la licitud del aborto tiene que apoyarse en cargas que exijan el sacrificio de
los propios valores vitales, hasta el punto de que ello no se pueda esperar de la
mujer (D I 2 c bb).305 Como se puede apreciar, la exigibilidad es la regla que ayuda al
302
304
Criterio ya acuñado en la BVerfGE 39,1. Este criterio encuentra su justificación para el Tribunal
Constitucional en el hecho de que la opción favorable a tener un niño, no se acaba en el momento del
alumbramiento, sino engendra para la madre importantes deberes de acción de manera permanente.
Por ello, ha de ser la inexigibilidad de adoptar tales deberes lo que debe tomarse en cuenta a la hora
de despenalizar la interrupción del ambarazo (C I 2 c bb). Véase STEINER, Udo, La controversia
constitucional en Alemania sobre la regulación penal del aborto, Revista Española de Derecho
Constitucional, Nº 37, 1993, pág. 159 y ss., también en la literatura española DOMINGO OSLÉ,
Rafael, Observaciones sobre la sentencia del Tribunal Constitucional alemán de 28 mayo de
1993 en materia de aborto, Anuario de derecho eclesiástico del Estado, Nº 11, 1995, pág. 323 y ss.
305
Confirmación de la BVerfGE 39, 1 (48 ss).
Tribunal Constitucional Federal a solventar el juicio de ponderación entre los
derechos fundamentales aplicables sobre una misma situación fáctica.
Este criterio de la inexigibilidad es el que se ha plasmado por el legislador en
las normas preexistentes del Código Penal que autorizan el aborto en los supuestos
de indicaciones terapéutica, criminológica o ética y eugenésica, según el Tribunal
Constitucional Federal (E I 2). Sin embargo, aquél criterio de la inexigibilidad no
aparece plasmado en la despenalización del aborto de la nueva normativa que,
conforme, a un modelo de asesoramiento, lo permite 1) cuando se realice por un
médico, 2) dentro de las 12 primeras semanas de gestación, 3) la embarazada lo
consienta, 4) una vez sometida previamente a un asesoramiento destinado a
convencerla a traer al mundo a su hijo y, además, 5) se halle indicado médicamente
en atención a una situación de conflicto psíquico-social de la embarazada.306 A juicio
del Tribunal Constitucional Federal, la omisión del requisito de la inexigibilidad en
este supuesto despenalizador acaba por relegar la decisión sobre el aborto
únicamente a la voluntad de la madre, lo que garantiza únicamente sus derechos
fundamentales, pero desprotege en todo caso el derecho a la vida del nasciturus (E I
1 y 2). Por ello reputa este supuesto de despenalización como inconstitucional en la
medida en que no se reconoce la posibilidad de que el médico pueda acreditar la
licitud del aborto—con arreglo al ya aludido criterio de la inexigibilidad--. Como se
puede apreciar, la posición del Tribunal Constitucional Federal parece querer
compatibilizar los derechos del nasciturus y de la madre al nivel de su dimensión
subjetiva, estableciendo las condiciones de prevalencia de uno u otro en base al
criterio de la inexigibilidad.307 Eso es lo que parece explicar que el primero de los
votos particulares interpuestos contra la presente Sentencia afirme que la presente
306
Hay que apuntar en este sentido lo que resulta novedoso en la presente BVerfGE 88, 203—por
contraposición a la BVerfGE 39,1—Aborto I-- es que declara compatible con la Grundgesezt que el le-
gislador pueda tutelar jurídicamente la vida dependiente no sólo a través de disposiciones penales de
carácter represivo. Aunque tutela penal sigue siendo imprescindible, acepta el encaje constitucional
de las medidas preventivas de asesoramiento que trata de introducir la Ley de Apoyo a la Maternidad
y a las Familias impugnada en el presente procedimiento. El Tribunal Constitucional Federal entiende
que se trata de una medida que puede servir en ejercicio del deber positivo de tutela de la vida de-
pendiente que corresponde al poder público, siempre que resulte adecuadamente configurado, para
animar a la madre a tener a su hijo y a solventar los posibles conflictos psico-sociales ante los que se
encuentra aquélla (B III).
307
Véase un interesante análisis de la sentencia desde un punto de vista del contexto ideológico del
Tribunal Constitucional STAHL, Christian. Bundesverfassungsgericht und Schwangerschaftsabbruch.
Der Einfluss der Weltanschauung von Bundesverfassungsrichtern auf die Rechtsprechung in
weltanschaulichen Fragen, Kovac, Hamburg, 2004, pág. 34 y ss.
solución presenta al nasciturus como posible víctima y a la madre como eventual
autora (I 1).
Para los firmantes de dicho voto particular (los magistrados Mahrenholz y
Sommer), el criterio de la inexigibilidad, que ya fue acuñado por la BVerfGE 39,1—
Aborto I--, no es adecuado para conjugar adecuadamente los derechos
fundamentales del nasciturus y de la madre en la concreta relación fáctica
planteada. A juicio de dichos magistrados erigir el requisito de la inexigibilidad no
hace justicia al contexto en el que se intenta compatibilizar la eficacia de los
derechos fundamentales en liza.308 Contrariamente a lo que entiende la voluntad
mayoritaria, sostiene el voto particular, que tal situación no es sólo fáctica, sino
también jurídica, que expresa el status constitucional de los derechos fundamentales
de la mujer (I 2). Como entiende el voto particular, el periodo de gestación constituye
una dualidad en la unidad en situación de evolución. En las primeras fases del
embarazo, la nueva vida depende por completo a la madre, siendo del todo
dependiente de ella, lo que debe materializarse en el otorgamiento de una situación
de preeminencia a la decisión de la madre y, con ello, en la eficacia de sus
derechos. En sucesivas fases, el embrión se va destacando más en la dualidad,
debiendo ceder la voluntad de la madre en favor de la eficacia de los derechos del
nasciturus, apoyando una obligación completa de la madre a favor de la vida
dependiente (I 2), cuyo momento ha de ser decidido por el legislador. Éste, en su
normativa, no sólo ha tomado en cuenta el status iusfundamental de la mujer
embarazada al contar con su voluntad con la introducción del modelo del
asesoramiento (I 1), sino también reconociéndole, una vez llevado a cabo aquél, la
decisión última acerca de llevar a término o no el embarazo. Mantener que después
del asesoramiento, tal y como entiende la voluntad mayoritaria de la Sala, la licitud
del aborto se encuentra sometido al requisito de la inexigibilidad y su constatación
por un tercero, no significa más que desconocer o bien reconocer la incapacidad de
la madre para poder tomar una decisión responsable, menoscabando
inequívocamente sus derechos fundamentales (I, I 2 y II,1) o bien que el Tribunal
308
En efecto, si el modelo de asesoramiento que cuenta con la voluntad de la madre ha sido
declarado por la voluntad mayoritaria de la Sala como conforme con la Constitución, constituye una
contradicción en sus propios términos que la misma no sea respetada incondicionalmente si se
decanta por llevar a cabo el aborto, debiendo ser sometida su juicio al requisito de la inexigibilidad.
Véase al respecto KETTNER, Mathias, Beratung als Zwang. Schwangerschaftsabbruch, genetische
Aufklärung und die Grenzen kommunikativer Vernunft, Campus, Frankfurt, 1998, pág. 101 y ss.
Constitucional Federal no confía en la eficacia del modelo de asesoramiento cuya
constitucionalidad ha avalado.
Siempre que el asesoramiento se lleve a cabo con las garantías expuestas
por la mayoría de la Sala,309 incluso en las primeras fases de gestación en las que ha
de tener preeminencia la voluntad de la madre, los derechos del nasciturus, quedan
garantizados de forma adecuada por parte del legislador mediante el modelo del
asesoramiento que se configura como una garantía a favor de la protección del
derecho a la vida del nasciturus (I 1). Como se puede ver, el mejor modo de
compatibilizar la eficacia de los derechos del nasciturus y de los de la madre en los
primeros momentos de gestación es haciendo valer la dimensión objetiva del
derecho a la vida del nasciturus y la dimensión subjetiva de los derechos de la
madre a los que se le reconoce la posibilidad de tomar una decisión en conciencia
en el marco de un asesoramiento eficaz.310 Sin embargo, este mayor grado de
eficacia en la tutela de los derechos fundamentales parece no conseguirse
plenamente por la doctrina emanada por la mayoría de la Sala que, al plantear la
solución exclusivamente con arreglo a la dimensión subjetiva de los derechos—que
debe de ser resuelta con arreglo al criterio de la inexigibilidad-- acaba atribuyendo
siempre preeminencia de un bien jurídico sobre el otro, que queda sacrificado.
309
Y así-- de manera parcialmente coincidente con la Sentencia 53/1985 del Tribunal Constitucional
español--entre dichas garantías la Sala ha enumerado, por ejemplo, en el ámbito organizativo, la ne-
cesaria existencia de una red sanitaria capaz de satisfacer las demandas de las madres, la posibilidad
de que los centros sanitarios puedan citar periódicamente a las madres para la solución de su conflic-
to, la imposibilidad de que el médico que practica el aborto no pueda participar en el asesoramiento a
fin de impedir la posible existencia de un interés en el asesoramiento que pudiera animarle a su prác-
tica, la inexistencia de convenio entre las instituciones dedicadas al asesoramiento con organizacio-
nes que practican abortos. Por otra parte, en lo que se refiere propiamente material de resolución del
conflicto, la necesaria implicación de otras personas que pudieran contribuir a solucionar el conflicto
de la madre, la comunicación de las ayudas existentes para poder mitigar en parte la situación conflic-
tiva, en no amenazar a la embarazada con la amenaza de una pena, para no evitar la consciencia de
la madre de resultado abierto de la decisión de la madre (véase globalmente B, C y E).
310
Además en esta primera fase, en todo caso, es posible también hacer eficaz también la dimensión
subjetiva del derecho a la vida del nasciturus cuando la madre, después del asesoramiento, se decan-
ta por traer al mundo a su hijo.
BVerfGE 88, 203 - Aborto II
Directrices
4. El aborto debe ser considerado básicamente un hecho injusto durante toda la du-
ración del embarazo y, por consiguiente, debe hallarse jurídicamente prohibido (con-
firmación de la BVerfGE 39, 1 [44]). El derecho a la vida del nasciturus no debe ser
condicionado, ni siquiera por un tiempo limitado, a la decisión libre e incondicionada
jurídicamente de un tercero, aunque se trate de la propia madre.
12. Un sistema de asesoramiento de este tipo exige condiciones marco que creen
los presupuestos positivos para una actuación de la mujer en favor de la vida en
gestación. Corresponde al Estado toda la responsabilidad relativa a la implantación
del procedimiento de asesoramiento.
13. El deber estatal de protección exige que la necesaria participación del médico en
interés de la mujer suponga, al mismo tiempo, una protección de la vida en gesta-
ción.
14. La calificación jurídica de la existencia del niño como origen de un daño no está
amparada en la Constitución (art. 1 párr. 1 LF). Por consiguiente, se prohíbe consi-
derar el deber de alimentos a los hijos como un daño.
15. Los abortos que se llevan a cabo sin la constatación de la existencia de una indi-
cación médica, de acuerdo con la normativa de asesoramiento, no pueden ser consi-
derados justificados (no antijurídicos). Responde a principios irrenunciables del Esta-
do de Derecho el que sólo pueda atribuirse efecto justificante a un tipo de excepción
cuando deba verificarse la existencia de sus presupuestos bajo responsabilidad es-
tatal.
Fallo:
I. 1. El § 218a párrafo 1 del Código penal, en la redacción dada por la Ley para la
Protección de la Vida dependiente/en Desarrollo, para la Consecución de una Socie-
dad Amiga de los Niños, para la Ayuda en caso de Conflicto de Intereses durante el
Embarazo y reguladora del Aborto (Ley de Apoyo a la Maternidad y a las Familias)
de 27 de julio de 1992 (Boletín Oficial Federal I página 1398), es incompatible con el
artículo 1 párrafo 1 de la Ley Fundamental, en relación con el artículo 2 párrafo 2 in-
ciso 1 del mismo texto normativo, como el precepto que señala como no antijurídico
el aborto realizado en las condiciones allí mencionadas y que en el número 1 se re-
fiere al asesoramiento, que por su parte no satisface las exigencias constitucionales
que se derivan del artículo 1 párrafo 1 en conexión con el artículo 2 párrafo 2 inciso
1 de la Ley Fundamental.
3. El § 24b del Libro Quinto del Código Social, en la medida de los fundamentos jurí-
dicos de la sentencia, es compatible con el artículo 1 párrafo 1 de la Ley Fundamen-
tal en relación con el artículo 2 párrafo 2 inciso 1 del mismo texto legal.
2. El § 218 del Código penal, en la redacción dada por la Ley de Apoyo a la Materni-
dad y a las Familias, no se aplica cuando el embarazo es interrumpido por un médi-
co dentro de las doce semanas siguientes a la concepción, la mujer embarazada so-
licita la interrupción y el médico recibe una certificación que prueba que ella, al me-
nos tres días antes de la intervención, ha recibido asesoramiento en un centro de
orientación reconocido (vid. el número 4 de esta decisión). La prohibición básica del
aborto se mantiene incólume también en estos casos.
El asesoramiento también informa sobre los métodos para evitar embarazos no de-
seados.
(6) El asesor debe conservar en un acta, de forma que no pueda ser posible determi-
nar la identidad de la mujer asesorada, la edad, el estado civil y la nacionalidad de la
asesorada, el número de embarazos, de hijos y de anteriores abortos. Además de
los motivos esenciales del aborto, tiene que apuntar la duración de la entrevista de
asesoramiento y en su caso, las otras personas que han sido llamadas a participar
en ella. El acta debe además permitir conocer qué información se traslada a la em-
barazada y qué apoyos le han sido ofrecidos.
4. (1) Los centros que se dediquen a ofrecer asesoramiento de acuerdo con el nú-
mero 3 necesitan una acreditación estatal especial – independientemente de una
acreditación de acuerdo con el artículo 1 § 3 de la Ley de Apoyo a la Maternidad y a
las Familias -. Como centros de orientación también pueden ser reconocidas institu-
ciones de titularidad libre y médicos.
(2) Los centros de orientación no deben estar vinculados con instituciones en las que
se practiquen abortos, ni desde el punto de vista organizativo ni por medio de intere-
ses económicos, de forma que sea posible excluir la existencia de un interés mate-
rial de la institución orientadora en la práctica del aborto. El médico que realice el
aborto no puede actuar como asesor; tampoco puede pertenecer al centro de orien-
tación que ha llevado a cabo el asesoramiento.
(3) Sólo pueden ser acreditados como centros de orientación aquellos que ofrezcan
la seguridad de que, de acuerdo con lo señalado en el número 3, disponen de sufi-
ciente personal para el asesoramiento, tanto desde el punto de vista individual como
especializado, teniendo en cuenta la cualificación y el número, y que trabaja con to-
dos los centros que conceden apoyo público y privado para madre e hijo. Los cen-
tros de orientación están obligados a depositar por escrito anualmente un informe
sobre el alcance de su actividad de asesoramiento y las experiencias acumuladas en
su ejercicio.
(4) La acreditación sólo puede otorgarse con la reserva de que transcurrido el plazo
que legalmente se determine se precisa la confirmación por parte de la autoridad
competente.
(5) Los Estados federados aseguran una oferta suficiente de centros de asistencia
próximos al lugar del domicilio.
5. El médico al que la mujer solicite la práctica del aborto está sometido a los debe-
res que se desprenden de los fundamentos jurídicos de la sentencia (D.V.1. y 2.).
8. La disposición del § 37a de la Ley federal de Ayuda Social también se aplica a las
interrupciones del embarazo llevadas a cabo de acuerdo con el número 2 de esta
decisión.
A.
I.
1. la embarazada consiente y
3. la interrupción del embarazo está indicada para evitar el peligro de una situa-
ción de necesidad a la embarazada, que
Se basa en un proyecto de los grupos parlamentarios del SPD y del FDP (BOPF
7/376), que ha retomado un proyecto de ley del Gobierno Federal del año 1972
(BOCF 104/72). Entre otras cuestiones, el proyecto establece que los asegurados
tienen derecho a las prestaciones del seguro legal de enfermedad en caso de aborto
realizado por un médico.
§ 200e
§ 200f
§ 200g
II.
a) Por ello, en el año 1991 el grupo parlamentario del FPD (BOPF 12/551), la diputa-
da Christina Schenk entre otros y el grupo Alianza 90/Los verdes (BOPF 12/696), el
grupo parlamentario del SPD (BOPF 12/841), la diputada Petra Bläss y otros y el
grupo PDS/Linke Liste (BOPF 12/898), el grupo parlamentario de la CDU/CSU
(BOPF 12/1178 [nuevo]), así como los diputados Herbert Werner y otros (BOPF
12/1179), presentaron proyectos de ley que tuvieron por objeto una nueva normativa
del aborto válida para toda Alemania.
"El § 24b se corresponde básicamente con el hasta ahora § 200 p. RIS. .... Se
incluyen también los abortos que se realizan tras un asesoramiento dentro de
las primeras 12 semanas desde la concepción, puesto que el artículo 11 exclu-
ye el tipo penal del aborto en el § 218 párrafo 5 CP. De esta forma se asegura
que no tenga lugar ningún cambio de la actual situación jurídica en atención a
la asunción de los gastos”.
"No hay necesidad alguna de mantener el hasta ahora artículo 4. El nuevo artí-
culo 4 obliga a los Estados federados a poner a disposición una oferta suficien-
te de instituciones para la práctica del aborto. Ello rige tanto para instituciones
ambulatorias como hospitalarias. Con ello se excluye que se pueda denegar
con carácter general a las instituciones ambulatorias el permiso para la práctica
del aborto”.
En la revisión de los proyectos de ley, la comisión se apartó del uso general: en vista
de que los proyectos contenían normas incompatibles unas con otras en cuestiones
decisivas, las cuestiones específicas, a pesar de todo, fueron estudiadas en común,
dejándose la decisión sobre ellas y las modificaciones correspondientes, así como la
redacción final del proyecto de ley exclusivamente a sus promotores y firmantes re-
presentados en la comisión. No tuvo lugar una votación final sobre la propuesta con-
creta. La comisión acordó por unanimidad dejar la decisión acerca de la futura nor-
mativa de las cuestiones relacionadas con los embarazos no deseados al conjunto
de los miembros del Parlamento Federal, sin presentar una propuesta de la comi-
sión. Ello debía entenderse como una recomendación en el sentido de que el Parla-
mento Federal trataría en la segunda deliberación el proyecto de ley en la versión
que había adoptado en la comisión y lo aprobaría (vid. la recomendación y el informe
de la comisión especial de “protección de la vida dependiente”, BOPF 12/2875, p.
111).
3. Esta Ley de 27 de julio de 1992 (BOF I p. 1398) lleva por rúbrica “Ley para la Pro-
tección de la Vida dependiente/ en Desarrollo, para la Consecución de una Sociedad
Amiga de los Niños, para la Ayuda en caso de Conflicto de Intereses durante el Em-
barazo y reguladora del Aborto (Ley de Apoyo a la Maternidad y a las Familias)” (Ge-
setz zum Schutz des vorgeburtlichen/werdenden Lebens, zur Förderung einer kin-
derfreundlicheren Gesellschaft, für Hilfen im Schwangerschaftskonflikt und zur Rege-
lung des Schwangerschaftsabbruchs (Schwangeren- und Familienhilfegesetz) - en
adelante SFHG -; tiene básicamente el siguiente contenido:
Los nuevos §§ 24a, 24b del Libro Quinto del Código Social (SGB V), introducidos por
el art. 2 de la Ley, sustituyen a los hasta ahora §§ 200e, 200f y 200g RIS. De acuer-
do con el § 24a SGB V, los asegurados tienen derecho al asesoramiento médico en
cuestiones relativas al control de la natalidad; además, los asegurados menores de
20 años tienen derecho a que se les entreguen anticonceptivos, siempre que sean
recetados por un médico. En el § 24b SGB V se concede a los asegurados el dere-
cho a prestaciones en caso de una interrupción no antijurídica del embarazo llevada
a cabo por un médico, siempre que se haya realizado en una de las instalaciones
aquí reguladas. Este precepto dice:
Aborto y esterilización
b) El art. 13 núm. 1 de la Ley sustituye a los §§ 218 a 219d del Código penal, en la
redacción publicada el 10 de marzo de 1987 (BOF I p. 945, 1160), por los nuevos §§
218 a 219b (en adelante §§ 218 ss. CP en su nueva redacción), los cuales – en lo
que resulta de interés en este procedimiento – tienen el siguiente tenor literal:
Aborto
312
N. e. Ley para casos especiales de ayuda a las mujeres durante en aborto (Gesetz zur Hilfe für
Frauen bei Schwangerschaftabbrüchen in besonderen Fällen).
(1) El que interrumpa un embarazo será castigado con pena privativa de liber-
tad de hasta tres años o con pena de multa. Las acciones cuyos efectos ten-
gan lugar antes de que concluya la anidación del óvulo fecundado en el útero
materno no se consideran abortos a efectos de esta Ley.
(1) El que en los casos del § 218a párr. 2 o 3 interrumpa un embarazo sin ha-
ber recibido una comprobación por escrito de un médico que no realiza el abor-
to acerca de si se dan los presupuestos del § 218a párr. 2 o 3 inciso 1.
“La autoridad estatal superior competente asegurará una oferta suficiente y ex-
tensa tanto de instituciones ambulatorias como hospitalarias para la práctica de
abortos”.
“La Oficina Federal de Estadística llevará una estadística federal sobre los
abortos realizados de acuerdo con los presupuestos del § 218a del Código pe-
nal. El médico que haya realizado el aborto tiene que proporcionar a la Oficina
Federal de Estadística, antes del final del trimestre en curso información sobre
Por último, el art. 16 SFHG deroga las disposiciones del Derecho de la RDA sobre el
aborto que seguían vigentes debido al Tratado de Unificación.
III.
I.
Por ello, los preceptos son incompatibles con la necesidad de garantizar la protec-
ción de la vida dependiente de acuerdo con los arts. 2 párr. 2 inciso 1 en relación
con el art. 1 párr. 1 LF. Puesto que su nulidad o su inaplicabilidad eliminaría el ya de
por sí limitado efecto protector de la vida en gestación que ofrecen, debe de ordenar-
se que sigan aplicándose hasta que se apruebe una nueva normativa, con indepen-
dencia de su inconstitucionalidad,. El deber del legislador de efectuar un retoque de
dicha normativa dentro del plazo apropiado, que satisfaga las exigencias constitucio-
nales, se deriva del deber básico de protección de la vida dependiente.
b) Los preceptos de los §§ 200f, 200g RIS son también materialmente inconstitucio-
nales. El deber de proteger la vida dependiente obliga a los órganos del Estado a tu-
telar y fomentar esta vida en todos los ámbitos del ordenamiento. Las disposiciones
impugnadas no lesionan. La Ley Fundamental, sin embargo, no impide al legislador
dejar de sancionar penalmente abortos realizados sobre la base de una indicación
general de situación de necesidad. Ahora bien, no está autorizado en este caso
conceder las prestaciones del seguro legal de enfermedad, prestando así ayuda
313
N. e. Ley de Asistencia Social Federal (Bundessozialhilfegesetz).
para destruir el bien jurídico protegido. Pues de esa forma el Estado no aporta sus
recursos político-sociales a favor de la vida en gestación, sino en su contra. Las
prestaciones suponen, además, un estímulo para una aplicación desbordada del tipo
de la indicación general de situación de necesidad. La opinión contraria al aborto
descenderá en general, al incluirse el aborto en la “red social”.
Por último, los preceptos del Reglamento de Seguros impugnados son también anti-
jurídicos porque no se asegura que se recurra a las prestaciones de las cajas única-
mente en los casos legalmente previstos; no contienen ninguna previsión destinada
a evitar abusos. Las cajas sanitarias no están obligadas a hacer depender sus pres-
taciones a la existencia de una prueba que acredite se dan los presupuestos de la
indicación abortiva aportada por medio de un dictamen médico fundamentado. El
Derecho vigente tampoco prevé que el médico sólo pueda liquidar sus servicios en
caso de aborto cuando haya cumplido su obligación de comunicarlo de acuerdo con
lo previsto en el art. 4 de la 5ª Ley de Reforma del Derecho Penal, en relación con el
art. 3 núm. 2 de la 15ª Ley de Modificación del Derecho Penal. Esta conjunción po-
dría impulsar al médico a una interpretación del § 218a párr. 1 y 2 CP en su redac-
ción anterior fiel a la ley, y poner a las autoridades de vigilancia de los Estados fede-
rados en situación de apoyar que se respete con mecanismos de inspección de na-
turaleza jurídica.
II.
1. El Gobierno Federal y los Gobiernos estatales de Bremen, Hamburgo, Hessen,
Baja Sajonia, Renania del Norte-Westfalia, Sarre y Schleswig-Holstein consideran
que el recurso no está adecuadamente fundamentado en lo que respecta al asesora-
miento y la constatación de las indicaciones legales, los Gobiernos de los Estados
federados lo consideran superado por el Tratado de Unificación. El sistema básico
de la Decimoquinta Ley de Modificación del Derecho Penal ha sido autorizado por el
Tribunal Constitucional Federal en su decisión de 25 de febrero de 1975. En el pre-
sente procedimiento – así lo afirma el Gobierno Federal – se trata únicamente de re-
solver la cuestión acerca de si el legislador debe de realizar una modificación jurídica
para mejorar la trasposición de su valoración del aborto, sin duda alguna constitucio-
nal, en la realidad jurídica. Ahora bien, el legislador no puede encontrarse predeter-
minado por la Constitución en la regulación de los detalles de la normativa de aseso-
ramiento ya que, según su propia valoración otra normativa – incluso la existente –
también sería apropiada para proteger la vida dependiente. La elección de un deter-
minado sistema, por tanto, no está constitucionalmente predeterminada. La crítica
del recurrente afecta a normas de detalle que entran dentro del margen de maniobra
de configuración del legislador. Desde el punto de vista de los Gobiernos de los Es-
tados federados tampoco es acertado el reproche del recurrente de que el Derecho
vigente es ineficaz con vistas a la prevención general. Por el contrario, contribuye a
la formación de la conciencia jurídica de la población.
Los §§ 200f, 200g RIS tampoco lesionan el derecho fundamental a la vida e integri-
dad física. No existe indicio alguno de una relación causal entre esta normativa y el
número de abortos. Al contrario, todo apunta a que ninguna mujer haría depender la
difícil decisión de interrumpir su embarazo de unos costes que van de unos 300 has-
ta 1.500 marcos. Las prestaciones de las cajas sanitarias no suponen ni un “estímu-
lo” ni un “premio” al aborto. Las prestaciones no premian el aborto, sino el hecho de
que la mujer tome parte en el procedimiento de asesoramiento y en la comprobación
de las indicaciones legales abortivas, y de esta forma sirven a la protección de la
vida dependiente. Además, el seguro legal de enfermedad sólo debe facilitar las
prestaciones cuando el aborto no sea antijurídico. Las normas de seguridad social
no contienen una valoración jurídica propia de los abortos, para la cual tampoco
existe una autorización constitucional; no son más que normas accesorias a las dis-
posiciones penales. El abuso de los §§ 200f, 200g RIS que afirma el recurrente en lo
que respecta a la financiación de abortos antijurídicos no pone en duda este resulta-
do. En un proceso de inconstitucionalidad sólo se pueden tratar los posibles descui-
dos del legislador, pero no otros de la administración y de la justicia.
En lo que respecta a la práctica del asesoramiento, los Gobiernos de los Estados fe-
derados han comunicado el resultado de una encuesta llevada a cabo con base a un
cuestionario elaborado conjuntamente en los centros de orientación de los Estados
de Baja Sajonia, Renania del Norte-Westfalia, Sarre y Schleswig-Holstein, presen-
tando también un informe empírico sobre la aplicación de lo dispuesto en el § 218b
CP, en su redacción anterior en el Estado de Bremen en los años 1987 a 1988.
C.
I.
El Gobierno bávaro (2 BvF 4/92) y 249 miembros del Parlamento Federal (2 BvF
5/92) han presentado recurso de inconstitucionalidad de acuerdo con el art. 93 párr.
1 núm. 2 LF, § 13 núm. 6 BVerfGG, contra los arts. 13 núm.1 y 15 núm. 2 SFHG.
Consideran que la nueva redacción contenida en el art. 13 núm.1 del § 218a párr. 1
CP y del § 219 CP (asesoramiento de la embarazada en situación de necesidad o de
conflicto), así como la prevista eliminación del art. 4 de la 5ª Ley de Reforma del De-
recho Penal (estadística federal) contenida en el art. 15 núm. 2 son incompatibles
con la Ley Fundamental al infringir el art. 2 párr. 2 inciso 1 en relación con el art. 1
párr. 1 LF.
II.
Las diferentes concepciones normativas del aborto (valoración general como ade-
cuado a derecho, valoración limitada como hecho injusto) no pueden entenderse úni-
camente como especiales “vías” legislativas para proteger “de la forma más eficaz
posible” la vida humana dependiente. La Constitución no autoriza al legislador a im-
poner un sistema de legalización general del aborto para proteger mejor la vida de-
pendiente en su conjunto; pues la renuncia al juicio de desvalor de injusto contenido
en la Ley Fundamental significa la renuncia al derecho a la protección y al cuidado
inmediatamente otorgado por la Constitución a todo ser humano no nato. Incluso al
legislador de reforma constitucional se le sustrae la posibilidad de afectar a las ga-
rantías de los derechos fundamentales en particular, así como a su limitación, en la
medida en que sean irrenunciables para mantener el orden al que alude el art. 1
párr. 1 y 2 LF. La general eliminación del contenido de injusto de las conductas con-
sistentes en la causación de la muerte incide en este núcleo porque de esta forma
se abandona la más elemental protección jurídica del bien jurídico amenazado.
El juicio básico de injusto sigue siendo hoy, al igual que antes – de acuerdo con la
interpretación del Gobierno bávaro, también la amenaza básica de pena sin límites
temporales –, junto con la necesaria oferta de asesoramiento y subsidios, un medio
necesario y apropiado para proteger la vida dependiente. Tiene influencia sobre los
valores y el comportamiento de la población. Este efecto ético-jurídico de llamada se
ha empleado en otros lugares para proteger importantes bienes jurídicos (Derecho
penal del medio ambiente, protección del embrión), claramente sin atender a si en la
práctica existen o no posibilidades realistas de perseguir penalmente la conducta en
cuestión.
Con la calificación como “no antijurídico” en el § 218a párr. 1 CP, en su nueva redac-
ción, el legislador afirma la valoración fundamental del conjunto del ordenamiento ju-
rídico. Está claro que la mencionada disposición busca y encuentra la directa cone-
xión con el § 24b SGB V. Las prestaciones de las cajas sanitarias se conceden así
necesariamente también en los casos de abortos que se realizan por motivos que
carecerían de consistencia ante la Ley Fundamental. Se producirían también nuevos
conflictos graves en el derecho regulador de la profesión médica y en el derecho de
organización.
La derogación del juicio de injusto no se equilibra por las medidas de política social
previstas en la Ley de Apoyo a la Maternidad y a las Familias. En ellas no se expre-
sa una desvaloración jurídica del aborto. Ello sólo podría tener lugar en el derecho
social, en cualquier caso, no concediendo el legislador ventajas sociales en todos los
supuestos de aborto.
De ello deriva que el asesoramiento sea una obligación. No debe limitarse a una
mera información sobre instituciones y derechos, sino que más bien debe orientarse
a dar fuerzas a la mujer para que lleve a término el embarazo. Para ello, la mujer tie-
ne que exponer su situación de necesidad y de conflicto y exponer las razones que
la llevan al aborto. No puede hablarse en ningún caso de asesoramiento cuando la
embarazada calla por completo. La idea plausible de que sólo un asesoramiento “sin
presiones“ puede de alguna manera tener éxito desde el punto de vista de la protec-
ción de la vida, no puede significar que la mujer embarazada no deba ser confronta-
da con la valoración del aborto como hecho antijurídico. Además es necesario que
las instancias y personas asesoras se obliguen por las disposiciones normativas e
institucionales a realizar el asesoramiento de acuerdo con los preceptos constitucio-
nales y legales. Ello presupone un mínimo en la protocolización del procedimiento de
asesoramiento.
El asesoramiento regulado en el § 219 párr. 1 CP en su nueva redacción no satisfa-
ce estas exigencias constitucionales. Está orientado al principio de autodetermina-
ción de la mujer. Aunque en el § 219 se menciona el concepto de “asesoramiento”
no menos de nueve veces, de hecho sólo se crean obligaciones de información. En
la Ley no se dice ni una sola vez que el objeto del asesoramiento tenga que ser la si-
tuación de necesidad y de conflicto en que se encuentra la embarazada. El asesora-
miento tampoco se define en la ley como una entrevista. Además, falta recoger
como objetivo del asesoramiento el fortalecimiento de la mujer para que lleve a tér-
mino el embarazo. Sólo se expresa la esperanza del legislador de que el asesora-
miento sirva a la protección de la vida. El núcleo del precepto se encuentra en el pá-
rrafo 1 inciso 3, de acuerdo con el cual el asesoramiento debe servir para colocar a
la embarazada en posición de tomar una “decisión responsable en conciencia”. Con
esta defectuosa descripción se origina una falsa presuposición que lleva a las prohi-
biciones de pensamiento y argumentación y es adecuada para envolver la decisión
incontrolable sobre el aborto con la apariencia de que se trata de una decisión en
conciencia constitucionalmente protegida. Además, falta la obligación legal de la em-
barazada de exponer su personal situación de necesidad, así como un deber siquie-
ra sea mínimo de protocolización del asesoramiento.
3. La inconstitucionalidad y nulidad como mínimo del § 218a párr. 1 y del § 219 párr.
1 y párr. 3 inciso 1 CP en su nueva redacción no pueden afirmarse aisladamente.
Debido a los motivos expuestos en la sentencia del Tribunal Constitucional Federal
de 4 de agosto de 1992, lleva además a la nulidad del art. 13 núm. 1 SFHG en su
conjunto.
III.
El legislador – añaden los Gobiernos de los Estados federados – parte de que el Es-
tado no puede proteger la vida amenazada en todos los casos, y por tanto se con-
centra en protegerla en el mayor número posible de supuestos. De esta forma no se
pone en cuestión la tarea de proteger la vida en particular.
2. Quien apuesta por el asesoramiento y la ayuda y no por la sanción penal tiene nu-
merosas razones y plausibles para esperar proteger así mejor la vida dependiente:
el asesoramiento es el presupuesto de una decisión responsable por parte de la mu-
jer embarazada. Eso es lo que el legislador considera la más eficaz pantalla protec-
tora de que dispone el embrión amenazado de aborto.
El que el legislador reconozca que la decisión que toma la mujer en estas condicio-
nes es responsable, es la consecuencia ineludible del sistema de protección que
opta por el asesoramiento y la ayuda en lugar de la amenaza de pena. Un modelo
de asesoramiento, para proteger eficazmente, debe insistir en la no-antijuridicidad.
De esta forma, ninguna mujer que se plantee el aborto se sentirá impulsada a no de-
jarse asesorar, debe eliminarse toda forma de represión, estigmatización y discrimi-
nación. Simplemente con la mera liberación de la pena no se puede conseguir esto.
No es acertado el reproche de que de esta forma el bien jurídico de la vida en gesta-
ción se abandona a la decisión libre e incontrolable de la embarazada. La decisión
de interrumpir el embarazo supone tanto desde el punto de vista psíquico como tam-
bién en muchos casos social una intervención existencial sobre la mujer. No supone,
como en el derecho penal, únicamente la lesión de un bien jurídico ajeno; siempre
supone al mismo tiempo una autolesión. Por ello, no se toma a la ligera.
Los Gobiernos de los Estados federados añaden a ello que el derecho fundamental
del art. 4 párr. 1 LF también exige que la decisión de abortar esté justificada. El Tri-
bunal Constitucional Federal ya ha señalado que la decisión sobre el aborto puede
tener el rango de una decisión en conciencia respetable (vid. BVerfGE 39, 1 [48]).
Desde 1975, la sociedad se ha hecho más sensible a las exigencias y a la carga que
el embarazo y la maternidad suponen para la mujer. Uno y otra afectan a la mujer en
su identidad social y forma de vivir hoy de forma más incisiva todavía que en el pa-
sado. Ello no significa que todas las decisiones relativas a la continuidad o a la inte-
rrupción del embarazo sean decisiones en conciencia. Pero no se impide al legisla-
dor considerar que la decisión en conciencia es la regla y que la excepción es el
caso en que la dimensión de conciencia es obstruida e ignorada.
IV.
Para preparar la decisión en el procedimiento 2 BvF 4, 5/92, la Sala Segunda del Tri-
bunal Constitucional Federal ha encargado a los Profesores Dres. Stürner y Schulin
la elaboración de un dictamen jurídico sobre las siguientes cuestiones:
(1) ¿Qué efectos se derivan de lege lata para las distintas ramas del ordena-
miento jurídico (por ej., Derecho del trabajo, de familia, social, de la profe-
sión médica, civil común) en caso de que el ordenamiento desapruebe jurí-
dicamente el aborto?
¿Qué efecto tiene sobre esta situación jurídica que el Derecho penal, bajo cier-
tos presupuestos (a la sazón: normativa de indicaciones; Ley impugnada: den-
tro de las primeras doce semanas y tras asesoramiento) contemple una causa
de justificación para el aborto?
D.
I.
315
N. e. Derecho Común de Prusia (Allgemeines Landrecht).
penal; es importante para la decisión, por tanto, sólo el período temporal del embara-
zo. Este abarca, de acuerdo con las disposiciones del Código penal – no contesta-
das por el recurrente y carentes de reparos de constitucionalidad – desde la conclu-
sión de la anidación del óvulo fecundado en el ovario (anidación; vid. el § 218 párr. 1
inciso 2 CP en la redacción otorgada por el art. 13 núm. 1 SFHG) hasta el inicio del
parto (vid. el § 217 CP y sobre ello BGHSt 32, 194 ss.). En cualquier caso, en el
tiempo del embarazo precisado de esta manera se constata que el nasciturus tiene
una vida individual, con su propia identidad genética y con ello en su unicidad e irre-
petibilidad comprobada, no una vida parcial, que en el proceso de crecimiento y de
desarrollo no se convierte en ser humano, sino que se desarrolla como ser humano
(vid. BVerfGE 39, 1 [37]). Como quiera que se caractericen las distintas fases del
proceso vital prenatal desde las perspectivas biológicas, filosóficas e incluso teleoló-
gicas que en la historia se han empleado, se trata en todo caso de un nivel necesa-
rio de desarrollo del ser humano individual. Y donde hay vida humana entra en con-
sideración la dignidad humana (vid. BVerfGE 39, 1 [41]).
Esta dignidad del ser humano existe también en la vida dependiente sólo por el he-
cho de existir. Atenderla y protegerla obliga a que el ordenamiento jurídico garantice
los presupuestos jurídicos de su desarrollo en el sentido de un derecho a la propia
vida del nasciturus (vid. también la BVerfGE 39, 1 [37]). Este derecho a la vida, que
no se basa en la aceptación por parte de la mujer, sino que corresponde al nascitu-
rus por el mero hecho de existir, es el derecho elemental e inalienable que se des-
prende de la dignidad del ser humano; rige con independencia de ciertas concepcio-
nes religiosas o filosóficas sobre las cuales no corresponde juzgar al ordenamiento
jurídico de un Estado neutral desde la perspectiva religiosa e ideológica.
aa) Entre ellos se cuenta que el aborto se considere básicamente como injusto du-
rante toda la duración del embarazo y por tanto esté prohibido legalmente (vid.
BVerfGE 39, 1 [44]). Si no existiera esta prohibición, se estaría otorgando la disponi-
bilidad del derecho a la vida del nasciturus, si bien por tiempo determinado, a la deci-
sión libre y no vinculada de un tercero, aunque sea la madre, lo que no garantizaría
la protección jurídica de esta vida en el sentido de los mandatos de conducta ante-
riormente citados. Tal abandono de la vida dependiente no se puede exigir ni siquie-
ra en referencia a la dignidad humana de la mujer y su capacidad para tomar una
decisión responsable. La protección legal condiciona a que sea el derecho mismo el
que determine normativamente el ámbito y los límites de las actuaciones permitidas,
sin dejarlas al criterio de uno de los implicados.
bb) Recoger esas situaciones excepcionales en tipos de excepción es tarea del le-
gislador. Para no lesionar en estos casos la prohibición de infradimensionamiento
debe tener en cuenta, en cualquier caso, que los bienes jurídicos que se encuentran
aquí en conflicto no pueden llevarse a un equilibrio relativo, porque del lado de la
vida dependiente no se pone en cuestión más o menos derecho, la aceptación de
desventajas o restricciones, sino todo, esto es, la vida misma. No es posible un equi-
librio que garantice tanto la protección de la vida del nasciturus como el reconoci-
miento del derecho de la mujer embarazada al aborto, porque el aborto siempre su-
pone la destrucción de la vida dependiente. (vid. BVerfGE 39, 1 [43]). El equilibrio
tampoco puede conseguirse – como se ha sostenido (vid. Nelles en: "Zur Sache,
Themen parlamentarischer Beratung", editado por el Parlamento Federal, Tomo
1/92, p. 250) –haciendo que durante cierta parte del embarazo tenga prioridad el de-
recho al libre desarrollo de la personalidad de la mujer y después se otorgue prima-
cía al derecho a la vida de la criatura no nacida. El derecho a la vida del nasciturus
sólo se impondría en caso de que la mujer no se hubiera decidido por su destrucción
en la fase inicial del embarazo.
Esto no significa tampoco que las situaciones excepcionales que con base en la
Constitución permiten derogar el deber de traer al mundo al hijo sólo tengan lugar en
caso de serio peligro para la vida de la mujer o grave perjuicio a su salud. Pueden
existir otras situaciones excepcionales además de éstas. El criterio para su reconoci-
miento es, como ha señalado el Tribunal Constitucional Federal, la inexigibilidad (vid.
BVerfGE 39, 1 [48 ss.]). Este criterio está justificado, pese a todo – sin perjuicio de la
circunstancia de que la participación de la mujer en el aborto no se considere penal-
mente como un delito de omisión -, porque la prohibición del aborto, en vista del vín-
culo único entre madre e hijo, no se agota en el deber de la mujer de no lesionar la
esfera jurídica de otro, sino que supone al mismo tiempo un deber intensivo, que
afecta a la mujer desde una perspectiva existencial, que abarca desde llevar a térmi-
no el embarazo y supone un deber que va más allá de ello, de acción, de cuidado y
de atención tras el nacimiento y durante muchos años (vid. sobre ello también M.
von Renesse, ZRP 1991, p. 321 [322 s.]). Desde la perspectiva de las cargas que
con ello se relacionan, pueden ocasionarse en la especial situación anímica en la
que muchas veces se encuentra la que va a ser madre en la fase inicial del embara-
zo, situaciones de conflicto en algunos casos grave y bajo ciertas circunstancias in-
cluso peligrosas para la vida, en las que la posición merecedora de protección de la
mujer embarazada se puede hacer valer con tal perentoriedad que en todo caso el
ordenamiento jurídico estatal – con independencia de posibles interpretaciones de
los deberes de base moral o religiosa – no puede exigir que la mujer tenga que con-
ceder primacía a la vida del nasciturus en cualquier circunstancia (vid. BVerfGE 39,
1 [50]).
Del deber de traer al mundo al hijo se desprende que, además de la indicación tera-
péutica aludida, también puedan subsistir ante la Constitución las indicaciones crimi-
nológica y – presumiendo que se delimite de forma detallada – embriopática como
supuestos excepcionales; esto sólo es aplicable en otras situaciones de necesidad
cuando en ellas sea claramente reconocible la misma gravedad que se presume en
el conflicto social o psíquico-personal, de forma que – considerado desde el punto
de vista la inexigibilidad – se siga manteniendo la congruencia con las demás indica-
ciones (vid. también BVerfGE 39, 1 [50]).
cc) Si bien es cierto que la inexigibilidad limita el deber de la mujer de llevar a térmi-
no el embarazo, con ello no se elimina el deber del Estado de proteger toda vida hu-
mana dependiente. Este deber obliga al Estado, en especial, a asistir a la mujer ase-
sorándola y ayudándola, para de esta forma conseguir en lo posible que opte por tra-
er al mundo a su hijo; de ello parte también la normativa recogida en el § 218a párr.
3 CP en su nueva redacción.
dd) Cuando se trata del mandato de proteger la vida humana de la destrucción nos
encontramos ante una función estatal elemental de protección, no admitiendo la
prohibición de infradimensionamiento que se renuncie libremente a la intervención
por medio del derecho penal ni al efecto protector que de ella se desprende.
De ahí que el derecho penal sea normalmente el lugar donde se ancla legalmente la
prohibición básica del aborto y el consiguiente deber jurídico básico de la mujer de
traer al mundo a su hijo. Por supuesto, en caso de que se pueda prescindir de la
sanción penal de los abortos no justificados en medida limitada por existir medidas
de protección suficientes desde la perspectiva constitucional, también puede ser su-
ficiente expresar claramente la prohibición en ese conjunto grupos de casos de otra
forma en el ordenamiento jurídico dentro del marco constitucional (vid. BVerfGE 39,
1 [44, 46]).
Ahora bien, el Estado no puede ni debe encargarse de todas las cargas y limitacio-
nes que soportan los padres y que están vinculadas con el “cuidado y la educación”
de los hijos (art. 6 párr. 2 inciso 1 LF). Hay otras posibilidades de ayuda– más allá de
la normativa que la Ley de Apoyo a la Maternidad y a las Familias ha incluido en sus
artículos 5 a 12 -. En el ámbito estatal se ofrecen muchas posibilidades de protec-
ción eficaz de la madre y del hijo; hay que pensar en la vivienda, el servicio público y
las normas reguladoras del ejercicio de la profesión o de la formación profesional.
Ahora bien, el Estado puede – y, en su caso, debe – involucrarse en una eficaz pro-
tección también a terceros. Los padres asumen en la educación de sus hijos funcio-
nes cuyo cumplimiento sirve al mismo tiempo tanto al interés de la comunidad como
conjunto cuanto al interés particular. Por ello el Estado debe fomentar una sociedad
favorable a los niños, lo que repercute también en la protección de la vida depen-
diente. Con vistas a ello, el legislador, no sólo en lo que respecta a normas de la
rama del Derecho del trabajo, sino también de otras ramas del derecho privado, tie-
ne que reflexionar detenidamente prestando especial atención a las familias con hi-
jos; aquí, entre otros, cabe aludir a la prohibición de poner fin al contrato de alquiler
de vivienda a causa del nacimiento de un hijo, pero también a las disposiciones en el
ámbito del crédito sobre cláusulas contractuales o a la adaptación estatal del contra-
to por vía judicial, que posibilitan o facilitan a los padres el cumplimiento de las obli-
gaciones crediticias tras el nacimiento de un hijo.
c) Además, el Estado tiene que procurar que el miembro de la pareja que, renun-
ciando a sus ingresos, se dedica a la educación del niño, obtenga una adecuada
compensación por los perjuicios derivados de ello. La Sala se adhiere a las declara-
ciones realizadas al respecto en la Sentencia de la Sala Primera de 7 de julio de
1992 - 1 BvL 51/86, 50/87 y 1 BvR 873/90, 761/91 (reimpresión p. 55 p. - BVerfGE
87, 1 ss.).
II.
1. Una nueva regulación de las cuestiones relacionadas con el aborto ha sido moti-
vada por el art. 31 párr. 4 TU. El precepto atribuye al legislador de toda Alemania la
tarea “de adoptar una normativa, a más tardar hasta el 31 de diciembre de 1992, que
garantice la protección de la vida dependiente y la lucha conforme a la Constitución
contra las situaciones de conflicto de la mujer embarazada, ante todo, por medio de
los derechos jurídicamente garantizados de la mujer, en especial al asesoramiento y
la ayuda social, de mejor forma que lo que sucede en la actualidad en ambas partes
de Alemania”. En primera línea se abrían dos caminos. En vista de la experiencia de
la ejecución de la normativa de las indicaciones elaborada tras la Sentencia del Tri-
bunal Constitucional Federal, de 25 de febrero de 1975 (BVerfGE 39, 1 ss.) – cuya
problemática constitucional muestran los recursos presentados en el procedimiento
2 BvF 2/90 –, el legislador puede intentar reemplazar esta solución por una redac-
ción más clara y también necesariamente más estricta de los tipos de los supuestos
despenalizadores y hacer más exigente la comprobación de las indicaciones. Otro
camino sería la normativa del asesoramiento. A su favor, el legislador panalemán
puede decidir qué le parece más apropiada la regulación de plazos, por un lado, o la
normativa de las indicaciones, por otro, que han caracterizado respectivamente los
ordenamientos jurídicos parciales alemanes para, por medio de ella, unificar la con-
ciencia jurídica de la población que ha influenciado de manera distinta.
Esta valoración puede basarse en que una mujer que sabe de un embarazo no de-
seado puede sentirse especialmente afectada existencialmente. En estas circunstan-
cias debe cambiar profundamente su planificación vital y, más allá de las molestias
inevitablemente vinculadas al embarazo, se ve situada ante obligaciones de acción y
de asistencia de larga duración e inabarcables, y en ciertos casos también ante
eventuales riesgos para la vida. Por ello, la mujer, a menudo, en la fase inicial de un
embarazo semejante no está enfocada a la maternidad y todavía no encuentra rela-
ción entre la vida que crece en ella y lo que más adelante percibirá dentro de sí. La
sanción penal es aquí poco eficaz, por lo que parece tanto más indicado ayudar a la
mujer a resolver su conflicto con los medios de que dispone el derecho de forma que
pueda hacerse a su responsabilidad frente al nasciturus. Por ello, la especial situa-
ción de la mujer y del nasciturus en esta fase temprana del embarazo puede ser el
motivo de la adopción de especiales medidas de protección desistiendo de sancio-
nes penales; ahora bien, ello no debe llevar – como se ha expuesto – a dar prioridad
a la posición de los derechos fundamentales de la mujer frente a la de la vida depen-
diente. Si la dignidad del ser humano reside en el ser por sí mismo también en el
caso de la vida dependiente, se prohíbe toda diferenciación del deber de protección
con vistas a la edad o al estadio de desarrollo de esa vida o a la disposición de la
mujer a dejar que siga viviendo dentro de ella.
4. Está en consonancia con la atención que se debe a la mujer que va a ser madre
que el Estado pretenda ganarse a la mujer para que no renuncie a su función de ma-
dre no por medio de la amenaza general de pena, sino por el asesoramiento indivi-
dual y la apelación a su responsabilidad ante la vida dependiente, por medio de apo-
yos económicos y sociales y la información cualificada con ello relacionada. Al res-
pecto, el legislador puede partir de que ello se verá obstaculizado más que favoreci-
do si un tercero tiene que controlar y valorar los motivos por los cuales una mujer
considera inexigible traer al mundo a su hijo.
III.
c) Por las razones citadas en D.II.5.a) y b), la normativa del asesoramiento debe
prescindir de regular la causa de justificación consistente en una indicación de situa-
ción general de necesidad. Sería contradictorio con su modelo. La normativa del
asesoramiento pretende conseguir una protección eficaz salvaguardando su apertu-
ra al asesoramiento, evitando un estado de necesidad justificante de forma que la
mujer tenga que someterse a su comprobación. Esto conduce inevitablemente a que
la normativa de asesoramiento no pueda basarse en la posible existencia de una
justificación a través de la indicación de situación general de necesidad. Sólo en
caso de que la normativa de asesoramiento prescinda con carácter general y sin ex-
cepciones de la comprobación de la existencia de una situación de necesidad social
se puede conseguir que las mujeres acepten el asesoramiento y no se cierren a él
con vistas al enjuiciamiento ambicionado de su decisión como conforme a derecho –
y posiblemente a las consecuencias jurídicas favorables conectadas a ello -. La nor-
mativa del asesoramiento, por ello, da fuerzas a la mujer para renunciar a la carga
personal que puede subyacer a una decisión sobre la adecuación a derecho del
aborto que pretende realizar, incluso cuando en el caso concreto parezca posible
que se dé una situación general de necesidad.
d) Por último una normativa del asesoramiento que apueste fundamentalmente por
la protección preventiva, exige que exista una oferta de ayudas sociales para la ma-
dre y el niño – también de hecho –, que eliminando o limitando las concretas amena-
zas y controversias sociales, pueda apoyar una decisión de los padres a favor del
niño y animar a la mujer a llevar a término el embarazo (vid. supra D.I.3.).
Mientras que la exclusión del tipo deja abierta la posibilidad de satisfacer estas exi-
gencias mínimas en otras ramas del ordenamiento jurídico, una causa de justifica-
ción introducida en la ley penal renuncia a priori a la prohibición básica del aborto
exigida por la Constitución en una extensión más amplia. En esta medida, el margen
de configuración del legislador está sometido a límites.
b) Corresponde a principios irrenunciables del Estado de Derecho el que el efecto
justificante de un supuesto excepcional sólo se afirme cuando puede comprobarse la
existencia de sus presupuestos, sea por los tribunales, sea por terceros en los cua-
les el Estado puede depositar su confianza por su especial conciencia del deber y
cuya decisión no se sustrae al control estatal. Si el modelo de protección elegido por
el legislador del asesoramiento, en tanto verse sobre situaciones de necesidad ge-
nerales mayoritariamente consideradas como válidas, no permite regular las indica-
ciones penales porque la fijación de sus presupuestos impediría la eficacia del ase-
soramiento, entonces el legislador debe renunciar a declarar justificada la interrup-
ción del embarazo.
Por supuesto, en no pocos casos sería necesario estudiar las relaciones y los com-
portamientos personalísimos de la mujer. Frente a ello, cuando se trata de causar la
destrucción de la vida del nasciturus, protegida incluso frente a la mujer, no cabe
oponer los propios derechos. Ahora bien, el que la comprobación de la indicación
sólo de hecho sea especialmente costosa no es motivo suficiente para prescindir de
ella y sustituirla por una “indicación propia” de la mujer. Aunque la normativa del ase-
soramiento concede a las mujeres responsabilidad en la decisión sobre traer al mun-
do a su hijo, poniendo a su disposición con el asesoramiento un procedimiento que
puede darles la necesaria orientación normativa y el valor para tener a su hijo, sería
igualmente incompatible con el ordenamiento del Estado de Derecho de la Ley Fun-
damental el que las mujeres inmersas existencialmente en el conflicto, incluso con
relevancia jurídica, comprobaran si se da una situación en la que es inexigible conti-
nuar el embarazo y por ese hecho pudiera autorizarse la interrupción del embarazo
también de acuerdo con la Constitución. Las mujeres decidirían en sus propios asun-
tos sobre lo justo y lo injusto. El Estado de Derecho no lo permite, ni siquiera en la
especial situación de la “dualidad en la unidad”. La Constitución promete a la vida
prenatal, dependiente en todo de la madre, protección, incluso frente a ella. Por ello,
la especial relación entre la madre y la vida dependiente, que significa protección
pero también puede suponer un peligro para ésta última, no puede ser tomada como
pretexto para otorgar sólo a la madre la posibilidad de decidir sobre la existencia de
los presupuestos que de acuerdo con el ordenamiento jurídico permiten causar la
muerte del nasciturus. Si así fuera, no se respetaría el mínimo de protección jurídica.
La valoración del aborto como conforme a derecho también en los casos en los que
no se ha comprobado la existencia de una situación excepcional de inexigibilidad de-
bilitaría, en primer lugar, la protección jurídica de la vida humana dependiente, que
quiere conseguir la prohibición por principio del aborto a través del mantenimiento de
la conciencia jurídica (prevención general positiva). La conciencia jurídica pierde se-
guridad en el caso de valoraciones jurídicas contradictorias. Se produciría esa con-
tradicción cuando en el asesoramiento se diera a la mujer embarazada una orienta-
ción jurídica conforme a la cual su aborto sólo está permitido cuando existen las indi-
caciones penales, pero por otro lado se considerara que su decisión a favor del
aborto tras el asesoramiento estaría justificada, esto es, permitida, aunque no se hu-
biera comprobado la existencia de una indicación.
3. La exclusión del aborto del tipo penal deja espacio – como ya se expuso – a que
la prohibición básica del aborto, respecto de la cual no se han fijado supuestos ex-
cepcionales justificantes, se haga valer en las demás ramas del ordenamiento. En
este caso, las especialidades del modelo del asesoramiento exigen, también en el
caso de que se dé un aborto posterior, que se creen condiciones que no obren en
contra de la disposición de la mujer a someterse al asesoramiento dirigido a la pro-
tección de la vida, discutir su problema públicamente y colaborar responsablemente
en su solución. Por ello, la situación jurídica se ha de configurar en su conjunto de
forma que la mujer no se vea tentada a no tomar en serio el asesoramiento y recurrir
a la ilegalidad. Más allá de la exclusión del aborto de la conminación penal, debe
asegurarse que no sea posible la defensa legítima de terceros a favor del nasciturus
y en contra de la actuación de la mujer y del médico. La mujer también debe estar en
situación de permitir que un médico realice el aborto en el marco de un contrato jurí-
dico-privado válido (vid. sobre ello infra V.6.). Igualmente debe estar protegida frente
al hecho de tener que hacer público el aborto y sus razones para haberlo decidido
cuando perjudica su derecho al libre desarrollo de su personalidad (vid. infra E.V.3.b)
y 4.b). Para establecer tales condiciones debe ser posible prescindir en la rama jurí-
dica competente de tratar al aborto realizado tras el asesoramiento como injusto,
aunque no esté justificado.
4. La normativa del asesoramiento tiene como consecuencia que la mujer que inte-
rrumpe su embarazo tras el asesoramiento no lleve a cabo una acción no permitida
por el ordenamiento. El modelo del asesoramiento no puede atribuir a la mujer la
causa de justificación de la situación general de necesidad y su constatación sin
contradecir así el modelo de protección en el que se basa. La normativa del asesora-
miento puede exigir esto de la mujer sin degradarla a mero objeto de un modelo de
protección. El modelo del asesoramiento considera a la mujer como persona que ac-
túa, al intentar ganársela como aliada en la protección de la vida dependiente y de
esta forma esperar de ella una cooperación responsable. Además crea condiciones
ulteriores que respetan la posición jurídica de la mujer (vid. supra 3.) y evita perjui-
cios jurídicos que podrían dar margen a la mujer para que se retire del procedimiento
del asesoramiento y de la entrevista médica. Sólo cuando ya no existen tales condi-
ciones, la prohibición básica del aborto debe llegar a ser eficaz. Esto significa, por
ejemplo, que para los abortos realizados en el marco de la normativa del asesora-
miento no pueden garantizarse todas las ventajas jurídicas que de acuerdo con el or-
denamiento están permitidas para los abortos realizados conforme a derecho.
IV.
Frente a ello no se puede objetar que la mera información sobre una situación jurídi-
ca que no prevé para la mujer consecuencias penales no está en situación de ofre-
cer protección. No existen puntos de apoyo para poder afirmar que a la mujer emba-
razada, en una situación conflictiva en general, tal información no le es accesible o
que en su situación sólo la tomará como una forma de influencia educativa por parte
del Estado y lo echará a un lado. El modelo del asesoramiento parte de que también
la mujer embarazada que se ve en una situación de necesidad y de conflicto está en
posición de tomar una decisión responsable que atienda a los intereses de la vida
dependiente; en consecuencia se ha de aceptar que en su decisión se ha de ponde-
rar lo que el ordenamiento jurídico considera justo e injusto. La medida de valoración
necesaria para ello tiene que transmitírsela – en tanto sea necesario – el asesora-
miento de forma comprensible. Después, en cualquier caso, la mujer puede, al igual
que cualquier otro actor, ser juzgada jurídicamente según lo que hace.
c) Quien realiza abortos debe ser excluido como asesor. Además, no está permitida
una integración organizativa, institucional o económica de centros de orientación en
instituciones para la práctica del aborto cuando no se puede excluir que la institución
que se ocupa del asesoramiento materialmente esté interesada en la ejecución de
los abortos. Ello haría que el asesoramiento, que tiene la función de servir a la pro-
tección de la vida dependiente, animar a la mujer embarazada a llevar a término el
embarazo y luchar contra su situación de necesidad de forma comprensiva, no fuera
adecuado para ello.
e) Este deber de vigilancia del Estado presupone que la ley cree también posibilida-
des de una vigilancia eficaz. Constituye una tarea del legislador decidir cómo tiene
que tener lugar. Evidentemente es obligación del asesor, al concluir un asesoramien-
to, recoger en un acta su contenido esencial y las medidas de auxilio ofrecidas, que
luego puede ser utilizada exclusivamente para un posterior control de la actividad de
asesoramiento, nunca, por el contrario, para controlar y valorar los abortos en parti-
cular. En los centros de orientación en los que tiene lugar una supervisión de la acti-
vidad de asesoramiento – lo que se supone por principio – tales actas deben ser ha-
bituales. Se tendría en cuenta el derecho de los partícipes en el asesoramiento al
respeto a sus derechos de la personalidad haciendo que el acta no permita incluir in-
dicios de la identidad de la persona que recibe el asesoramiento ni de terceros even-
tualmente involucrados en el proceso. Así, se afrontaría el peligro de perjudicar por
medio de una documentación la relación de confianza imprescindible para un aseso-
ramiento eficaz.
Para un eficaz control de los centros de orientación es necesario que éstos reflejen
regularmente las experiencias acumuladas en su asesoramiento en informes. Ello
también puede ser necesario porque tales informes pueden dar lugar a un funda-
mento para el control del modelo de protección y a que el Estado se plantee mejorar-
lo.
V.
El deber estatal de protección requiere aquí que la necesaria participación del médi-
co en interés de la mujer al mismo tiempo suponga una protección para la vida de-
pendiente. El médico ya está obligado por la ética profesional y el derecho regulador
de la profesión a situarse básicamente a favor del mantenimiento de la vida humana,
incluyendo la prenatal. El Estado debe asegurar que el médico cumple esta función
de protección en el asesoramiento médico y la decisión sobre la asistencia en el
aborto. Además, cuando el ordenamiento jurídico niega que sea posible afirmar la
existencia de una causa de justificación del aborto en el caso concreto debe obligar
al médico a cumplir la función de protección que le corresponde.
Además, corresponde al médico, más allá de los aspectos médicos del aborto, ocu-
parse del conflicto ocasionado por el embarazo que afecta a la mujer, dentro del
marco de las posibilidades del conocimiento médico. Tiene que informarse de las ra-
zones por las que la mujer solicita el aborto. En tanto éstas – como el estado de sa-
lud de la mujer – sean accesibles al reconocimiento médico, corresponde al médico
básicamente elaborar su propia valoración. En lo que respecta a otros motivos, el
médico debe partir normalmente de la información de la mujer, en tanto le parezca
creíble – en todo caso tras la correspondiente comprobación -. Otros motivos más
profundos para el aborto debe intentar averiguarlos. Ante todo, tiene que fijar su
atención en si la mujer, de hecho, internamente acepta el aborto o si está sometida
especialmente a influencias que provienen de su entorno familiar o social más am-
plio – quizá el esposo, el compañero, los padres o el empleador -. En tales casos es
necesario, al objeto de evitar multiplicar el peligro de ulteriores trastornos psíquicos,
que el médico, en su asesoramiento y decisión, deba de tenerlos en cuenta y acla-
rarlos a la mujer de la forma más apropiada. El médico no debe descuidar otras cir-
cunstancias que apunten a que el aborto no ayuda a la mujer en su conflicto.
Por otra parte, la exploración médica y la información deben ser sometidos a límites
justificados en el deber de protección de la vida dependiente, para evitar el peligro
de realización abortos con el fin de seleccionar el sexo – lo que el ordenamiento
constitucional desaprueba -. Por ello debe de excluirse que en la frase inicial del em-
barazo conozcan el sexo del niño personas distintas del médico o de su personal,
salvo que la información sea necesaria desde el punto de vista médico.
2. a) Si la mujer sigue solicitando el aborto una vez que, además del asesoramiento,
ha recibido consejo médico en el sentido expresado, es constitucionalmente impen-
sable que en el modelo del asesoramiento la exclusión de la amenaza penal (exclu-
sión del tipo – vid. supra III.2.a) ya no depende para ella de si el médico considera
permitido el aborto. En este modelo el médico no tiene que decidir con efectos vincu-
lantes si el aborto puede tener lugar en el caso concreto.
3. Para que el médico al que se dirige la mujer a causa del aborto pueda hacer justi-
cia a las exigencias del deber más amplio de información y de asesoramiento, es in-
dicado preocuparse de la forma más adecuada, por medio de los preceptos regula-
dores de la formación médica continua, de que se le proporcionen al médico, ade-
más de los conocimientos ginecológicos especializados, aquellos conocimientos ne-
cesarios para una valoración médica del conflicto originado por el embarazo.
VI.
316
N. e. Colección de Decisiones del Tribunal Supremo Federal en el orden civil (Sammlung der Ents-
cheidungen des Bundesgerichtshofes in Zivilsachen).
Como prueban los informes de la práctica del asesoramiento, las encuestas y las in-
vestigaciones científicas, los conflictos generados por el embarazo, que finalmente
conducen al aborto, tienen su origen en una parte importante, no primordialmente en
situaciones de necesidad económico-social, sino en relaciones de pareja destruidas,
en el rechazo del hijo por parte del padre o de los padres de la mujer, así como en la
presión que por éstos es ejercida (vid. Renate Köcher, Schwangerschaftsabbruch -
betroffene Frauen berichten, en: Aus Politik und Zeitgeschichte B 14/90, p. 37 s.;
Deutscher Caritasverband, 13. Erhebung: Werdende Mütter in Not- und
Konfliktsituationen, Zeitraum 1989, pp. 45 ss.; Roeder/Sellschopp/Henrich, Die Rolle
des Mannes bei Schwangerschaftskonflikten, Informe final octubre 1992). Ello mues-
tra cuán intensa puede ser la presión – hasta llegar a la imposibilidad de llegar a una
solución – para una mujer cuando las personas que la rodean y de las que precisa-
mente podría esperar apoyo y ayuda con ocasión de un embarazo no deseado se la
niegan.
b) A mayores, para las personas del entorno familiar, en cierta medida, son impres-
cindibles deberes y prohibiciones de conductas penalmente reforzadas. Por un lado,
deben orientarse a que la persona afectada no retenga de forma reprochable la ayu-
da que corresponde a la mujer, y que necesita a causa del embarazo, por otro, a que
omitan forzar a la mujer al aborto. Al respecto, se puede hacer depender la punibili-
dad de que se haya llegado a interrumpir el embarazo. Preceptos de este tipo se co-
nectan con preocupaciones como las que ha sopesado el proyecto de reforma del
Derecho penal de 1962 en el § 201 (vid. BOCF 200/62 p. 45).
E.
I.
El § 218a párr. 1 CP en su nueva redacción, de acuerdo con la cual los abortos que
son realizados por un médico dentro de las primeras doce semanas de embarazo,
después de un asesoramiento en el sentido expresado en el § 219 CP en su nueva
redacción, y a solicitud de la embarazada, no son “antijurídicos”, es incompatible con
el deber de protección de la vida humana dependiente (art. 1 párr. 1 en relación con
el art. 2 párr. 2 inciso 1 LF), y por tanto nulo.
1. Este precepto regula una causa de justificación que se equipara en sus efectos a
los de las causas de justificación recogidas en el § 218a párr. 2 y 3 CP en su nueva
redacción (indicaciones médica y embriopática). Esto, como se desprende de las de-
liberaciones de la comisión especial de “protección de la vida dependiente”, fue in-
tencionado (vid. las declaraciones de los diputados Baum y Pflüger en el acta de la
17ª sesión de la comisión especial, pp. 11, 12). Los efectos de esta causa de justifi-
cación no se limitan a la exclusión de la punibilidad, debido a la eficacia que en el
ámbito de la protección de bienes jurídicos básicos corresponde a una causa de jus-
tificación penal en el conjunto del ordenamiento jurídico (vid. supra D.III.2.a).
4. El § 218a párr. 1 CP en su nueva redacción es, además, por ello incompatible con
el art. 1 párr. 1 en relación con el art. 2 párr. 2 inciso 1 LF y por tanto nulo, porque el
precepto prevé un asesoramiento cuya regulación en el § 219 CP en su nueva re-
dacción por su parte no satisface las exigencias constitucionales (vid. sobre ello infra
II.).
II.
Dentro del modelo de asesoramiento que motiva la Ley el asesoramiento tiene una
significación central. El legislador debe configurar este asesoramiento como una fun-
ción estatal de manera que el Estado pueda atender a su responsabilidad total res-
pecto de su ejecución (vid. supra D.IV.3.). Debe regular el objetivo y el contenido de
la función de asesoramiento, así como el proceso a seguir en consonancia con los
principios derivados de la Constitución (vid. supra D.IV.1. und 2.). En atención al ran-
go del bien jurídico protegido y al elevado grado de su puesta en peligro justamente
en el momento en que la mujer embarazada pondera la interrupción del embarazo y
busca por ello un consultorio, el legislador debe regular la función y la ejecución del
asesoramiento de forma tan clara y generalmente comprensible que la ley pueda ser
aplicada sin necesidad de ulteriores aclaraciones.
aa) De esta forma no se asegura que el Estado confíe la tarea de asesorar a las em-
barazadas en situación de necesidad y de conflicto sólo a las instituciones de aseso-
ramiento que, de acuerdo con su organización, su actitud fundamental de protección
de la vida dependiente y el personal que trabaja en ellos ofrezcan la garantía de que
el asesoramiento tendrá lugar en el sentido del mandato constitucional y legal (supra
D.IV.3.a). Tampoco se garantiza que se autoricen sólo los centros de orientación con
la suficiente dotación de personal como para que la entrevista no se realice bajo la
presión del tiempo (vid. supra D.IV.3.b). Finalmente, faltan las precauciones normati-
vas necesarias para que no se autoricen como centros de orientación instituciones
que estén vinculadas a otras en las que se realicen abortos, sea organizativamente
sea a causa de intereses económicos, de forma que no se excluye un interés mate-
rial de la institución de asesoramiento en la realización del aborto (vid. supra
D.IV.3.c).
bb) También presenta lagunas la normativa legal sobre la organización del asesora-
miento de conflicto porque el § 219 párr. 2 inciso 1 CP en su nueva redacción no ex-
presa que el reconocimiento allí exigido “por causa de la ley“ debe de relacionarse
precisamente con la forma de asesoramiento ordenada: es el Estado el que confía a
los centros que cumplen los presupuestos para este asesoramiento, el asesoramien-
to como función por medio de una acreditación estatal, y el que debe retirarla cuan-
do ya no se cumplen los requisitos para ello (vid. supra D.IV.3.d). Tampoco se en-
cuentra tal regulación en la Ley sobre Información, prevención, Planificación Familiar
y Asesoramiento (art. 1 SFHG). El reconocimiento de acuerdo con lo dispuesto en el
§ 3 párr. 2 de la Ley es concedido por una autoridad o entidad, institución o funda-
ción de derecho público. La Ley se pone así en relación con la disposición contenida
en el § 218b párr. 2 CP en su redacción anterior. Como hasta ahora se parte de una
oferta plural de centros de orientación acreditados (vid. BOPF 12/551 y 12/2605
[nuevo], siempre la fundamentación del art. 1 § 3); la normativa más concreta de la
acreditación se deja así, como hasta ahora, al derecho estatal (vid. sobre el Derecho
hasta ahora vigente Dreher/Tröndle, 46ª ed. núm. 5 del § 218b CP en su redacción
anterior). En algunos Estados federados, bajo la vigencia del § 218b CP en su re-
dacción anterior, se ha dispuesto que las entidades, instituciones o fundaciones de
derecho público a las que corresponde la función legal o reglamentaria del asesora-
miento, pueden reconocer instituciones propias o titulares que les pertenezcan como
centros de orientación (§ 2 párr. 3 de la Ley de Hessen sobre puesta en práctica de
los §§ 218b y 219 del Código penal y del art. 3 de la Quinta Ley de Reforma del De-
recho Penal de 2 de mayo de 1978, Boletín legislativo. p. 273; § 1 párr. 2 de la co-
rrespondiente Ley de Berlín de 22 de diciembre de 1978, Boletín legislativo p. 2514).
En Westfalia-Renania del Norte se prevé que para el reconocimiento de centros de
orientación de titularidad eclesiástica son competentes las iglesias siempre que go-
cen del estatus de persona jurídica de derecho público (§ 1 del Reglamento sobre
Competencias en relación con el Asesoramiento durante el Embarazo y el Aborto de
12 de diciembre de 1978, Boletín legislativo p. 632).
2. Ante este trasfondo huelga expresar una decisión definitiva acerca de si las dispo-
siciones del § 219 CP en su nueva redacción, relativas al objeto, contenido y ejecu-
ción del asesoramiento, resisten el control constitucional. De todos modos, este pre-
cepto se ha de entender en cualquier caso en la necesaria nueva normativa legal de
forma que a partir de él se comprenda claramente y en general, y por tanto también
pueda ser aplicado sin necesidad de ulteriores aclaraciones de que todo responde
en la práctica a las exigencias constitucionales recogidas en D.IV.1 y 2. relativas al
deber de protección estatal.
Por ello, el objetivo del asesoramiento debe encontrar en la nueva versión del § 219
CP una expresión más clara.
De esta forma – sin perjuicio del hecho de que los promotores de la ley querían algo
más que una mera información (vid. el acta de la 17ª sesión de la comisión especial
de “protección de la vida dependiente” de 17 de junio de 1992, p. 12) – se da la im-
presión de que el punto central del asesoramiento de acuerdo con lo dispuesto en el
§ 219 párr. 1 CP en su nueva redacción radica en la información. A ello debe opo-
nerse el legislador porque esto no responde a las exigencias constitucionales del
asesoramiento de acuerdo con el § 219 CP en su nueva redacción. Un asesoramien-
to meramente informativo, que no acoja el concreto conflicto ocasionado por el em-
barazo e intente convertirlo en el tema de la entrevista, no puede desempeñar la fun-
ción que corresponde al asesoramiento en el marco del modelo de protección de
convencer a la mujer básicamente de la protección de la vida. Para aceptar un ase-
soramiento de conflicto es además necesario que el asesor o asesora busque que la
mujer le cuente las razones que hacen que se plantee la posibilidad de un aborto. En
tanto el asesor o asesora no considere agotadas las posibilidades de solucionar el
conflicto – en su caso involucrando a terceras personas -, no debe emitirse la certifi-
cación de asesoramiento que documenta la conclusión del mismo.
Por ello, es una nueva versión de la ley ha de dejarse claro que el asesoramiento,
además de la información, tiene que aspirar a servir a la protección de la vida y que
ha agotado las posibilidades para ello.
III.
IV.
El art. 15 núm. 2 SFHG es incompatible con el art. 1 párr. 1 en relación con el art. 2
párr. 2 inciso 1 LF y por tanto nulo, en tanto que por medio de él se deroga el pre-
cepto hasta ahora contenido en el art. 4 de la 5ª Ley de Reforma del Derecho Penal
concerniente a la estadística federal sobre el aborto.
El cambio producido con la Ley de Apoyo a la Maternidad y a las Familias del mode-
lo legal de protección está relacionado – como se ha indicado arriba – con inseguri-
dades acerca de los efectos futuros de la nueva normativa. El cambio de modelo su-
pone un intento del legislador de garantizar de otra forma una mejor protección de la
vida dependiente tras la experiencia considerada insatisfactoria con la normativa de
las indicaciones. Esto obliga al legislador a una observancia cuidadosa de los efec-
tos fácticos de la nueva regulación jurídica y a una constatación lo más fiable posible
de los datos necesarios para una valoración empírica de los abortos llevados a cabo
bajo la nueva regulación jurídica.
El art. 4 de la 5ª Ley de Reforma del Derecho Penal prevé una estadística federal so-
bre los abortos realizados bajo los presupuestos del § 218a CP. Este precepto se re-
fería originariamente a la normativa de las indicaciones recogida en el § 218a CP en
su redacción anterior. Pero también puede informar sobre los abortos realizados de
acuerdo con el modelo de asesoramiento en las primeras doce semanas de embara-
zo y, de esta forma, sobre los efectos esenciales del nuevo modelo de protección; no
se debe renunciar a tal conocimiento. Ahora bien, el legislador no estaba obligado
por la Constitución a mantener sin cambios el precepto hasta hoy vigente sobre la
estadística federal. Pero le estaba prohibido eliminarlo sin sustituirlo. Una nueva nor-
mativa aparece, por tanto, necesaria para poder cumplir el deber de protección, por-
que el ámbito de vigencia del precepto no se limita a los nuevos Estados federados
en los que hasta ahora, sólo debido a las medidas cautelares de la Sala (BVerfGE
86, 390 ss.), rige respectivamente.
V.
El precepto del § 24b SGB V es compatible con la Ley Fundamental (1. y 2. a). Aho-
ra bien, no sería compatible con la Ley Fundamental garantizar para la práctica de
un aborto que no se ajusta a alguna de las medidas desarrolladas constitucional-
mente, un derecho a las prestaciones del seguro legal de enfermedad (2. b). La ga-
rantía del subsidio social para abortos penalmente no sancionados de acuerdo con
la normativa del asesoramiento en los casos de necesidad económica es tan poco
merecedora de reproche constitucional como la continuidad del pago del salario (3. y
4.). El deber constitucional de proteger la vida dependiente no se opone a las presta-
ciones del seguro social de enfermedad para interrupciones del embarazo como
consecuencia de la indicación general de situación de necesidad de acuerdo con el
derecho vigente hasta ahora. No es necesario decidir si bajo otro punto de vista era
compatible con la Ley Fundamental ofrecer prestaciones del seguro social también
cuando la interrupción del embarazo tenía lugar sobre la base del § 218a párr. 2
núm. 3 CP en su redacción anterior (5.).
1. Los preceptos del § 24b SGB V han sido aprobados formalmente de acuerdo con
la Constitución. La competencia legislativa de la Federación se deriva del art. 74
núm.12 LF (“la seguridad social con inclusión del seguro de desempleo”); esto se
aplica también en tanto los abortos se vean afectados por la indicación de situación
general de necesidad (§ 218a párr. 2 núm. 3 CP en su redacción anterior).
317
N. e. Colección de Decisiones del Tribunal Social Federal (Entcheidungen des Bundessozialgerich-
ts).
jurídicas de derecho público que se procuran sus medios a través de contribuciones
de los “partícipes”.
aa) A las funciones del seguro legal de enfermedad han pertenecido desde siempre
las medidas de prevención de daños a la salud. El aborto, con la excepción del indi-
cado médicamente, no es, sin embargo, incluso cuando es realizado por un médico,
ni una medida de prevención ni una intervención curativa (vid. BVerfGE 39, 1 [44,
46]; vid. también BSGE 39, 167 [169]). Por ello no puede ser equiparado a la ayuda
a la maternidad, a las exploraciones preventivas y a las medidas preventivas para la
evitación de enfermedades hereditarias. Estas prestaciones están al servicio de la
mejora de la salud o de su defensa frente a posibles riesgos (vid. Gitter/Wendling en:
Eser/Hirsch, Sterilisation und Schwangerschaftsabbruch, 1980, p. 215). Ello no se da
típicamente en los abortos realizados conforme al § 218a párr. 2 núm. 3 CP en su
redacción anterior, así como tampoco en los realizados de acuerdo con el § 218a
Párr. 1 CP en su nueva redacción. La situación de la embarazada que, de alguna
forma, suponga que precisa tratamiento se produce en este caso por regla general
justamente al realizarse la intervención, siendo su cobertura financiera por medio de
la comunidad de solidaridad objeto de discusión.
Al mismo tiempo no falta en estos abortos realizados por el médico una referencia al
tema – que fundamenta la competencia – del cuidado de la salud. También el aborto
no indicado médicamente supone necesariamente una intervención médica sobre la
mujer y por ello está vinculado a ciertos riesgos para su salud. Con el fin de evitar el
peligro para la salud que de ello se deriva, preceptúan tanto el § 218a párr. 1 CP en
su redacción anterior como el § 218a Párr. 1 CP en su nueva redacción, que el abor-
to, cuando tiene lugar – con los presupuestos que allí se establecen, sólo puede ser
realizado por un médico de acuerdo con las reglas de la lex artis médica.
bb) La prestación del seguro legal de enfermedad produce desde el punto de vista
organizativo la imagen de que está influenciada por la seguridad social “clásica”, bá-
sicamente por los responsables del seguro legal de enfermedad, de la misma forma
que en los casos de incapacidad laboral debida a enfermedad o necesidad de trata-
miento. Los medios necesarios para ello son proporcionados en el procedimiento de
reparto por los asegurados y sus empleadores a través de las contribuciones al se-
guro legal de enfermedad.
2. a) La normativa del § 24b SGB V, que garantiza a los asegurados “en caso de una
interrupción no antijurídica del embarazo”, el derecho a las prestaciones del seguro
legal de enfermedad, se conecta con el precepto recogido en el § 218a párr. 1 a 3
CP en su nueva redacción, en el que se determina bajo qué presupuestos no es an-
tijurídico un aborto. Debe existir un derecho a las prestaciones también en los casos
comprendidos en el § 218a párr. 1 CP en su nueva redacción. Este precepto, como
se ha dicho, no ha resistido el control constitucional; es antijurídico y por tanto nulo.
Ahora bien, si el legislador está constitucionalmente impedido para tratar al aborto
realizado bajo los presupuestos aquí regulados como justificado, se deriva pues del
tenor literal del § 24b SGB V que las prestaciones del seguro legal de enfermedad
no pueden venir en consideración. Con este ámbito de aplicación limitado el precep-
to es compatible con la Ley Fundamental.
aa) Sin la intervención solicitada por la mujer, que destruye la vida del nasciturus y
sólo por ese motivo pone en peligro la salud de la mujer, no existiría autorización
para garantizar los derechos frente al seguro social de enfermedad. Si el Estado
convierte ese procedimiento médico en el objeto de un derecho a la prestación orien-
tado en contra del seguro legal de enfermedad, no sirve exclusivamente - como to-
das las demás prestaciones del seguro social de enfermedad – a la protección de la
vida y la salud. La asunción de los gastos médicos y la organización prevista en el
derecho de la seguridad social y la garantía de las prestaciones médicas en orden a
la realización del aborto no son, sin embargo, directamente origen de la causación
de la muerte de la vida dependiente; pero representan una participación del Estado
en ese procedimiento. Tal participación sólo se le permite al Estado cuando cumple
el tipo de una excepción justificante a la prohibición general del aborto y ello ha sido
comprobado con fiabilidad adecuada al Estado de Derecho. El Estado no debe parti-
cipar en la provocación de la muerte de la vida dependiente en tanto no pueda estar
convencido de la adecuación de tal procedimiento a derecho. El modelo de protec-
ción de la normativa del asesoramiento no deja espacio alguno a que el Estado pue-
da conseguir dicho convencimiento (vid. supra D.III.1.c).
bb) Tampoco las condiciones de eficacia del modelo de protección (vid. supra
D.III.3.) requieren una excepción.
(1) El modelo del asesoramiento incluye que pueda producirse la interrupción del
embarazo en condiciones médicamente irreprochables y bajo ciertas circunstancias
que salvaguardan el derecho de la mujer al libre desarrollo de su personalidad. Es-
tas exigencias sólo se satisfacen cuando ninguna mujer deja de acudir al médico por
motivos económicos. Si le faltan los medios necesarios para ello,, la experiencia de-
muestra que la mujer recurre a un médico para evitar los peligros que amenazan a
su propia salud en caso de un aborto que no se ejecutara por un especialista. Los
abortos realizados ilegalmente por personas no cualificadas no han sido muy fre-
cuentes incluso antes de la entrada en vigor de los §§ 218 ss. CP en su redacción
anterior (vid. sobre ello el Primer Informe de la comisión especial para la reforma del
Derecho penal, BOPF 7/1981 [nuevo], p. 5 s.). Si las mujeres carecen de ingresos
propios o patrimonio suficiente, el Estado, de acuerdo con los principios del derecho
de asistencia social, puede cubrir esa necesidad (vid. sobre ello infra 3.). Para deter-
minar si existe dicha necesidad deben de tenerse en cuenta los ingresos y el patri-
monio disponibles de la mujer en el momento del aborto; no se la debe remitir a la
exigencia de un derecho de alimentos frente los padres o el marido, ni hacer recurso
de ello si la mujer no está de acuerdo.
(2) Los seguros privados de enfermedad cubren, en general, sólo “el tratamiento mé-
dicamente necesario resultado del embarazo” (§ 1 párr. 2 inciso 4 letra a, Condicio-
nes Generales del Seguro para el Seguro de cobertura de los gastos de enfermedad
y hospitalarios [Condiciones tipo de la Asociación de seguros de salud privados
1976], recogidas en Prölss/Martin, Versicherungsvertragsgesetz, 24ª ed. 1988, p.
1222). Aquí se incluyen únicamente los abortos médicamente indicados con el fin de
eliminar un diagnóstico patológico o de evitar un peligro físico o psíquico para la em-
barazada (vid. Wriede en Bruck/Möller, Kommentar zum
Versicherungsvertragsgesetz, 8ª ed. Tomo VI 2, 1990, G 43; vid. también LG Berlin,
VersR 1983, p. 1180 s.; LG Detmold, VersR 1986, p. 336). Los contratos de seguro
que, a mayores, se orientaran a la concesión de prestaciones en caso de abortos
cuya adecuación a derecho no esté comprobada, contradirían la prohibición básica
del aborto. Los contratos con este contenido serían inválidos (vid. D.III.3.).
Con todo esto las mujeres que no disponen o que sólo disponen de un seguro priva-
do de enfermedad, se ven conminadas a pagar con sus propios medios las presta-
ciones médicas correspondientes al aborto penalmente no sancionado de acuerdo
con la normativa del asesoramiento. No resulta claro que mejore la eficacia del mo-
delo de protección de la normativa del asesoramiento tratarlas de otro modo en com-
paración con las mujeres que están aseguradas por el seguro legal de enfermedad.
(2) El principio de Estado Social (art. 20 párr. 1 LF) tampoco permite al Estado tratar
a los abortos no sancionados penalmente en el marco de la normativa del asesora-
miento, en atención a que no tiene lugar una valoración de su adecuación a derecho
en el caso concreto, como si fueran todos permitidos. El Estado Social, sobre la
base de la Ley Fundamental, sólo puede hacerse realidad con los medios del Estado
de Derecho. El principio del Estado de Derecho, por ejemplo, no sólo se vería afec-
tado marginalmente, sino antes bien, lesionado en su núcleo esencial, si con carác-
ter general se traspasara al Estado – esto es, sin una diferenciación que tenga en
cuenta la idea del Estado Social – mediata o inmediatamente la (co-) responsabili-
dad por procedimientos respecto de cuya adecuación a derecho no puede estar con-
vencido.
b) Es una tarea del legislador regular de qué forma y bajo qué presupuestos en los
casos en que el modelo de protección de la normativa de asesoramiento lo requiera,
el Estado debe asumir los casos en el supuesto de necesidad de la mujer. Es de su-
poner que para ello la actual normativa del § 37a BSHG se adecue a las consecuen-
cias que se derivan del mandato constitucional para la normativa de asesoramiento.
Con la garantía de esta prestación social el Estado no contradice las exigencias de
su deber de protección. Con ello evita de antemano que las mujeres busquen el ca-
mino de la ilegalidad y de esta forma no sólo se causen problemas de salud sino que
priven al nasciturus de la oportunidad de salvarse por medio del asesoramiento mé-
dico.
En la configuración del derecho a la asistencia social, el legislador tiene que proteger
el derecho al libre desarrollo de la personalidad de los titulares de las prestaciones.
En tanto ello no vaya en contra del deber de protección de la vida dependiente, tiene
que encontrar en el contexto existente, particularmente, normas que a la mujer le
dispensen en lo posible una repetida exposición de su situación. Ello se opone a que
se acuda a los familiares en el sentido de lo dispuesto en los §§ 91 s. BSHG. Ade-
más, es natural concentrar en lo posible en una autoridad todos los procedimientos
para la concesión estatal de protección y ayuda, por ejemplo, en el seguro legal de
enfermedad y, así al mismo tiempo, asegurarse de que la mujer sólo tiene que expo-
ner su situación una sola vez.
4. Tampoco en el ámbito del derecho a la continuación del pago de los salarios apa-
rece ordenado, en vista de su especial concepción jurídico-laboral y los requisitos
del sistema de protección en relación con los principios recogidos arriba (D.III.3.),
que sólo los abortos excluidos del tipo penal del § 218 CP en su nueva redacción ha-
yan de ser excluidos de la obligatoriedad de la prestación.
a) aa) De acuerdo con el § 1 párr. 1 inciso 1 LFZG, un trabajador que, tras empezar
a trabajar, está impedido para realizar su prestación laboral por incapacidad laboral
debido a una enfermedad, sin que sea culpa suya, no pierde por ello el derecho al
salario durante el tiempo de la incapacidad laboral hasta un máximo de seis sema-
nas. Este precepto es aplicable también en el caso de una incapacidad laboral pro-
ducida como consecuencia de la interrupción del embarazo realizada por un médico;
en caso de un aborto no antijurídico realizado por un médico, la incapacidad laboral
que se produce se considera no culpable (§ 1 párr. 2 LFZG). Otros preceptos jurídi-
co-laborales contienen disposiciones similares (vid. § 616 de Código Civil 318, § 63 del
Código de Comercio319, § 133c GewO, §§ 52a, 78 Ley de los marineros, § 12
BBiG320). En el territorio citado en el art. 3 TU se sigue aplicando el § 115a del Códi-
go de Trabajo de la RDA (art. 9 párr. 2 TU en relación con el documento adjunto II
capítulo VIII campo A párrafo III núm. 1a), que había sido introducido en el Código
de Trabajo por la Ley de 22 de junio de 1990 (BO I núm. 35 p. 371). El precepto se
apoya en la normativa de la Ley de Pago Continuado del Salario, no contiene ningu-
na regulación correspondiente al § párr. 2 LFZG y se aplica básicamente a todos los
318
N. e. Bürgerliches Gesetzbuch – BGB.
319
N. e. Handelsgeseztbuch – HGB.
320
N. e. Ley de Formación Profesional (Berufsbildungsgesezt).
trabajadores. Junto a ello el § 4 de la Ley sobre Interrupción del Embarazo, de 9 de
marzo de 1972 (BO I núm.5 p. 89) determina que la preparación, ejecución y trata-
miento post-operatorio de un aborto permitido por esta ley se han de equiparar des-
de el punto de vista del derecho laboral y de seguridad social a los casos de enfer-
medad. Este precepto queda derogado con la entrada en vigor del art. 16 SFHG.
bb) El derecho al pago continuado del salario presupone que el médico entregue al
trabajador una certificación que presentará al empleador sobre la existencia de una
incapacidad laboral debido a enfermedad en la que, por principio, no se incluyen ni
el tipo de enfermedad ni sus causas (vid. § 3 LFZG). Con ello el empleador no puede
comprobar si se dan los presupuestos para continuar pagando el salario posiblemen-
te a causa de la culpa del trabajador. Sólo puede negar la continuidad del pago de
salario cuando tiene un punto de partida concreto para la existencia de una circuns-
tancia que justifica un reproche de culpabilidad, o el trabajador está contractualmen-
te obligado a dar la oportuna información.
Puede dejarse sin responder la cuestión de si esto es así o no. En cualquier caso, no
es posible de ningún modo privar de su fundamento jurídico con carácter retroactivo
a las prestaciones concedidas con base en la situación jurídica anterior. En vista de
la intención del recurso del Gobierno bávaro tampoco es necesario responder a esta
cuestión para el momento de la conservación del derecho hasta ahora vigente de
acuerdo con la medida del número 1 de la decisión tomada de acuerdo con el § 35.
VI.
1. Si el legislador federal establece que por parte estatal ha de asegurarse una ofer-
ta suficiente y amplia de instituciones tanto ambulatorias como hospitalarias para la
práctica del aborto, está estableciendo una función estatal.
Como se desprende de los materiales del proceso legislativo, ante todo deben existir
ambulatorios en los que se aplique el método de aspiración que es menos invasivo
para la embarazada y permite evitar el ingreso de varios días en un hospital (vid. la
exposición de motivos de los preceptos de similar contenido en lo esencial conteni-
dos en los proyectos de ley BOPF 12/696 [p. 11 s.] con referencia a Renate Sadro-
zinsky, Die ungleiche Praxis des § 218, Köln 1990, p. 43, BOPF 12/889 [p. 12]). El
aborto, como prueba la nueva redacción del art. 3 de la 5ª. LRDP por el art. 15 núm.
1 SFHG, ya no se realiza por principio en el hospital. El derecho federal lo permite a
toda institución que garantice el necesario tratamiento post-operatorio. En armonía
con esta modificación jurídica, el tenor literal del nuevo art. 4 de la 5ª. LRDP acoge la
interpretación de que es función del Estado preocuparse por la existencia de una
oferta suficiente de instituciones para la práctica del aborto incluso en el territorio del
Estado en el sentido de una posibilidad de elección entre instituciones ambulatorias
y hospitalarias.
2. a) La regulación legislativa federal de tal función estatal con el amplio objetivo pre-
visto en la ley no está cubierta por un título competencial de la Ley Fundamental. El
art. 74 núm. 7 LF, que establece la competencia legislativa concurrente de la Fede-
ración en lo que respecta al “régimen de previsión pública”, sólo ofrece base compe-
tencial para el precepto con una interpretación restrictiva.
bb) Bajo el punto de vista de la ayuda en una situación de necesidad debida al em-
barazo, la competencia del art. 74 núm. 7 LF puede conseguir una limitada capaci-
dad en lo que respecta a la normativa impugnada.
Por otra parte, en tal situación también puede ser una ayuda a la embarazada en si-
tuación de necesidad el que pueda realizar en la primera consulta médica el viaje de
ida y vuelta – también con medios de transporte público - . Para ella es más fácil en-
contrar quien atienda a sus hijos durante su ausencia; sólo necesita estar ausente
del trabajo por un tiempo relativamente corto.
Para ello tampoco dispone el legislador federal de una competencia anexa desde el
punto de vista de la realización de un sistema organizativo considerado necesario
por él (vid. BVerfGE 22, 180 [209 ss.]; 77, 288 [301]). La competencia legislativa del
art. 74 núm. 1 LF permite un sistema de protección federal concebido en protección
del nasciturus y de la mujer, enraizado en el derecho penal; posibilita al legislador
satisfacer así su deber constitucional de proteger la vida. Frente a ello, el asegura-
miento de una oferta de instituciones en las que se realicen abortos, que vaya más
allá del marco señalado, no se considera un concepto consecuencialmente necesa-
rio.
cc) El art. 4 de la 5ª. LRDP en su nueva redacción no puede ser considerado nulo
por inconstitucionalidad en tanto fundamenta una tarea de previsión pública, puesto
que es posible su interpretación – restrictiva – conforme a la Constitución.
Con el tenor literal del art. 4 de la 5ª. LRDP en su nueva redacción es compatible in-
terpretar el precepto de forma que el Estado tenga que preocuparse para llevar a
cabo el sistema de protección por la asistencia médica existente para la interrupción
del embarazo a una distancia que no exija a la mujer que se ausente más de un día.
Con esta interpretación la ley sigue teniendo sentido, porque puede servir a la pro-
tección de la vida. Tampoco se superan los límites que marca la interpretación con-
forme a la Constitución la voluntad claramente reconocible del legislador (vid. BVerf-
GE 18, 97 [111]; 71, 81 [105]; jurisprudencia constante), porque la ley cumple esta
voluntad también de acuerdo con la interpretación restrictiva.
Así sucede cuando se ejecutan las leyes federales como función propia (art. 83 LF):
los Estados federados – no sus Gobiernos ni sus ministerios en concreto – son los
que tienen que regular la organización de las autoridades y el procedimiento, en tan-
to las leyes federales no determinen otra cosa con la aprobación del Consejo Fede-
ral (art. 84 párr. 1 LF). El principio de la autoorganización de los Estados federados
se aplica sin límites cuando una normativa federal prevé únicamente una función es-
tatal a cumplir por los Estados federados, pero no recoge disposiciones concretas
que puedan hacerse efectivas administrativamente.
También como autorización para aprobar una norma jurídica el legislador federal, de
acuerdo con el mandato expreso del art. 80 párr. 1 inciso 1 LF, sólo puede atribuir la
tarea a los “Gobiernos de los Estados federados”, pero no a los ministerios ni a las
autoridades competentes de alto rango de los Estados federados (vid. BVerfGE 11,
77 [86]).
c) Por ello hay que declarar nulo el precepto de acuerdo con el § 78 BVerfGG. El art.
4 de la 5ª. LRDP en su nueva redacción no permite una interpretación conforme a la
Constitución en tanto que, a través del mismo, se atribuye a las autoridades estata-
les superiores competentes la ejecución de la tarea estatal. El mandato de interpre-
tación conforme a la Constitución no legitima así dejar a un lado o cambiar el tenor li-
teral y el sentido de la Ley (vid. BVerfGE 8, 28 [34]; 72, 278 [295]). La disposición tie-
ne un contenido normativo formulado con precisión que no permite que se atribuya
por vía interpretativa que es al Estado y no a las autoridades a las que se les atribu-
ye la ejecución de la tarea.
F.
2. Otra cosa ocurre con la solicitud de declarar nulos los preceptos de los §§ 200f,
200g RIS, en tanto conceden a los asegurados un derecho a las prestaciones del se-
guro legal de enfermedad también en el caso de abortos realizados sobre la base de
la indicación de situación general de necesidad. No obstante, los citados preceptos
han sido derogados por el art. 3 SFHG con efectos de 5 de agosto de 1992 y han
sido sustituidos por el § 24b SGB V en la redacción del art. 2 SFHG. El recurrente ha
expuesto que todavía algunas prestaciones del seguro legal de enfermedad para ca-
sos pasados, en los que se realizaron abortos con base en la indicación de situación
de necesidad, se han de saldar de acuerdo con los preceptos impugnados del Re-
glamento de Seguros, y también están pendientes pleitos para cuya resolución se
puede depender de la validez del precepto. Así, existe el necesario interés objetivo
en la decisión sobre el fondo del asunto (vid. BVerfGE 5, 25 [28]; 79, 311 [327]).
En la cuestión rige aquí lo mismo que para el § 24b SGB V, en tanto este precepto
comprende abortos que, desde el 5 de agosto de 1992, se han realizado sobre la
base de la indicación de situación general de necesidad (vid. sobre ello supra E.V.1.
y 5.).
G.
Las normas jurídicas sobre el aborto afectan al ámbito más íntimo de la vida humana
y suscitan cuestiones fundamentales sobre la existencia humana. Pertenece a las
condiciones básicas específicas de la existencia humana que la sexualidad y el de-
seo de tener hijos no coincidan. Las consecuencias de esta divergencia las sufren
las mujeres. En todas las épocas y en todas las culturas influenciadas por distintas
concepciones morales y religiosas han buscado y encontrado vías de salida a la si-
tuación de necesidad causada por un embarazo no deseado, sin dejarse intimidar
por la amenaza de penas graves y crueles, incluso con peligro de la propia vida, con
el fin de destruir la vida dependiente cuando no querían al niño. De acuerdo con su
distinta posición social, hoy, las mujeres solucionan este conflicto vital básico funda-
mentalmente atendiendo a si de acuerdo con su propia valoración ven la posibilidad,
dentro de su concreta situación vital, de cumplir responsablemente las funciones de
una madre.
Toda normativa del aborto plantea la cuestión acerca del ámbito de autonomía intan-
gible del ser humano, por un lado, y del derecho del Estado a normar, por otro; el le-
gislador se encuentra aquí en el límite de la capacidad normativa de un ámbito vital.
Se puede aproximar a la problemática del aborto con una regulación mejor o peor;
pero no puede “solucionarla”; el Estado se ve privado de la certeza de una legisla-
ción “correcta”. Así lo muestra la duración del proceso legislativo, que empezó hace
un poco más de década y media después de la última reforma fundamental, y se re-
fleja en la duración de las deliberaciones de la Sala, que ha juzgado las consecuen-
cias que extrae el legislador del deber de protección de forma distinta de como lo
hizo la Sala Primera en la Sentencia de 25 de febrero de 1975 (BVerfGE 39, 1 ss.).
Las medidas de la sentencia hacen posible que el legislador pueda avanzar por el
camino de la solución del asesoramiento que ha empezado a transitar con la Ley de
Apoyo a la Maternidad y a las Familias.
Al igual que para la Sala, también para nosotros está fuera de toda discusión el de-
ber constitucional de protección del Estado respecto de la vida humana dependiente
desde su comienzo. Compartimos la interpretación de la Sala de que el deber de
protección no impide al legislador adoptar un sistema de protección cuyo punto cen-
tral gire en torno al asesoramiento de la mujer embarazada y que renuncie a la san-
ción penal de acuerdo con un sistema de indicaciones y la comprobación de los tipos
de los supuestos excepcionales. Pero somos de la opinión de que la responsabilidad
última de la mujer respecto del aborto en la fase inicial, reconocida por la Sala –
como posibilidad legislativa - , una vez que se ha hecho asesorar, está determinada
por el estatus de los derechos fundamentales de la mujer y el deber de protección
está así delimitado (I.). En nuestra opinión, una eficaz protección de la vida depen-
diente en la normativa del asesoramiento obliga justamente a una aclaración norma-
tiva sobre lo permitido y lo no permitido en caso de un aborto; la Ley Fundamental
permite una justificación del aborto tras el asesoramiento (II.). De ello se deriva que
el § 218a párr. 1 CP en su nueva redacción es constitucional y que no se deben ex-
cluir las prestaciones del seguro legal de enfermedad del § 24b SGB V para los
abortos llevados a cabo tras el asesoramiento (III.).
I.
Por ello, toda normativa legal del aborto tiene que ser compatible no sólo con el de-
ber de protección de la vida dependiente que se deriva del art. 2 párr. 2 en relación
con el art. 1 párr. 1 LF, sino también con el derecho de la mujer a la protección y res-
peto de su propia dignidad humana (art. 1 párr. 1 LF), su derecho a la integridad físi-
ca (art. 2 párr. 2 LF) y su derecho al libre desarrollo de su personalidad (art. 2 párr. 1
LF) (vid. la sentencia, D.I.2.b). Es tarea del legislador conciliar proporcionadamente
su deber de protección frente al nasciturus con la posición de los derechos funda-
mentales de la mujer. La Constitución presupone esta conciliación. Por ello, el legis-
lador tiene un ámbito de valoración y de configuración que está limitado, por un lado,
por la prohibición de infradimensionamiento frente a la vida dependiente, por otro, no
obstante, por la prohibición de exceso frente a la mujer, y por último por el principio
de proporcionalidad. Cuando el legislador posibilita a la mujer en la fase inicial del
embarazo, tras el asesoramiento, que se convierte en una obligación bajo amenaza
de pena, tomar una decisión responsable sobre la continuidad del embarazo, y al
mismo tiempo, prescinde de la prohibición del aborto y del deber jurídico de dar a luz
a su hijo, no sobrepasa el ámbito de valoración y de configuración que le correspon-
de. En tanto no existe un deber jurídico de la mujer, su conducta está permitida
como ejercicio de sus derechos fundamentales.
En resumen, desde nuestro punto de vista, las limitaciones del deber estatal de pro-
tección se evidencian ya en los tipos de los supuestos despenalizadores, especial-
mente en el de la situación general de necesidad, como expresión de la ordenación
proporcional de las posiciones de los derechos fundamentales entrelazadas de for-
ma única y el reconocimiento de una responsabilidad última de la mujer básicamente
comprensiva respecto de la protección del embrión en la fase inicial – si bien hasta
ahora se limitaba a las circunstancias que de acuerdo con la interpretación del Tribu-
nal Constitucional Federal y del legislador son susceptibles de objetivación -.
II.
Sin perjuicio de lo expuesto en I., de acuerdo con nuestra interpretación, la Ley Fun-
damental no obliga a negar a los abortos realizados por un médico en la fase inicial
tras el asesoramiento y que están excluidos de la sanción penal, la justificación (pe-
nal) cuando un tercero no ha comprobado que la continuidad del embarazo es inexi-
gible.
b) El punto de partida de una normativa legal debe ser que la mujer embarazada –
por supuesto – es capaz, en general, de tomar una decisión responsable susceptible
de justificación. A más tardar, después del asesoramiento es consciente del conflicto
vinculado con el aborto. Sabe de qué bien tan elevado se trata cuando se habla de
la vida que crece en ella. Las mujeres no se deciden con ligereza y sin motivo por tal
intervención (vid. el voto particular de Rupp-von Brünneck/Simon, BVerfGE 39, 68
[88]). La mujer embarazada – lo que comprende por sí misma, en cualquier caso –
no se encuentra apáticamente ante lo justo y lo injusto en la decisión sobre la conti-
nuidad o la interrupción del embarazo. En su conflicto ocasionado por el embarazo
colisionan – como ella puede experimentar directamente – bienes jurídicos funda-
mentales. No quiere verse apartada con una decisión que ha tomado en contra de
llevar a término el embarazo, sino ser aceptada. Con el aborto no exige, por ejemplo,
sólo ventajas para sí misma; antes bien, para ella significa el abandono de la espe-
ranza de tener un hijo y el deseo de quererlo tener, en cualquier caso una autolesión
grave y una intervención que la afecta profundamente; de esta forma también lo han
expuesto los asesores oídos en la vida oral desde su experiencia.
De todo ello puede concluir el legislador con el peso de un indicio sustentador y sin
la necesidad de ulterior verificación, que a la petición de abortar subyace una situa-
ción de conflicto en la que se invocan intereses merecedores de protección de la
mujer con tal urgencia que el ordenamiento jurídico estatal no puede exigir que la
embarazada conceda primacía al derecho del nasciturus (vid. BVerfGE 39, 1 [50]).
Ello no supone el reconocimiento de un “derecho a la autodeterminación de la mujer”
sin vinculación alguna y tampoco la función de protección jurídica de la vida depen-
diente, como se desprende de la sanción penal del § 218 CP en su nueva redacción
en caso de abortos sin asesoramiento. La interpretación contraria de la Sala (vid. la
sentencia, D.III.2.b), de acuerdo con la cual también en la petición de abortar que se
mantiene después del asesoramiento el legislador no debe excluir una situación de
necesidad, lleva a un dilema: o no se cree capaz de que el asesoramiento ejerza
una influencia real o no se cree capaz a la mujer embarazada de tomar una decisión
responsable. La Sala, sin embargo, ha contestado afirmativamente en los dos casos.
No hay un tercer motivo.
En la vista oral sobre las cuestiones aquí objeto de valoración el Prof. Dr. Eser ha
apuntado que al contrario de la fijación de una acción como “no antijurídica” la exclu-
sión típica de una conducta hasta entonces sancionada con pena se tiene que en-
tender como abandono del bien protegido en este ámbito (vid. también Lenckner en:
Schönke/Schröder, CP, 24. ed., 1991, advertencia preliminar a los §§ 13 ss. nm. 17).
La Sala Primera no ha considerado importante para la conciencia jurídica si el ante-
rior § 218a CP limitaba el tipo del § 218 CP o creaba una causa de justificación o
sólo contenía una causa de inculpabilidad o de exclusión de la pena; en cualquier
caso debía darse la impresión de que el aborto está “jurídicamente permitido” (vid.
BVerfGE 39, 1 [53]). La Sala Segunda lo ve de otra forma. También aquí se muestra
la poca seguridad que existe en el tratamiento de los medios para conformar la con-
ciencia jurídica. En vista de ello no puede ser asunto del Tribunal Constitucional Fe-
deral decidir sobre las alternativas, excluir las acciones del tipo o declararlas no anti-
jurídicas – y decidir con ello sobre cuestiones específicamente dogmático-penales –
categorialmente con vistas al cumplimiento del deber estatal de protección. Es cues-
tión del legislador y de los tribunales competentes.
III.
IV.
2. Los objetos del proceso no daban pie alguno a las declaraciones de la sentencia
de acuerdo con las cuales el deber de alimentos a favor del hijo en ningún caso pue-
de ser considerado un daño (vid. la sentencia, D.V.6.). Constituyen un obiter dicta y
carecen además de la necesaria coordinación con las declaraciones detalladas con
las que la Sala Sexta de lo Civil del Tribunal Supremo Federal ha fundamentado de
acuerdo con qué presupuestos – limitados – puede existir la posibilidad de un resar-
cimiento patrimonial en ese caso (BGHZ 76, 249 [253 ss.]; BGH, NJW 1984, p. 2625
s.).
Mahrenholz, Sommer
Una necesidad en este sentido no se deriva del principio formulado por la Sala – y
que comparto – de que la normativa del asesoramiento, porque renuncia al procedi-
miento de las indicaciones, no puede prometer la posibilidad de una justificación por
medio de la indicación de situación general de necesidad. Este principio aclara y fun-
damenta que no se puede conceder a la mujer, aunque se quiera juzgar su compor-
tamiento de acuerdo con criterios jurídico-materiales, una justificación formal. Pero
no conduce a la consecuencia obligatoria de que los abortos asesorados, más allá
de esta falta de justificación, indiferenciadamente y sin posibilidad de refutación,
también tienen que ser calificados de injusto material, incluso cuando satisfacen los
criterios materiales de adecuación a derecho formulados por la propia Sala, a los
cuales pertenecen – coincidiendo con la Sentencia de la Sala Primera de 1975 (vid.
BVerfGE 39, 1 [49 s.]) – de acuerdo con el criterio de la inexigibilidad determinadas
situaciones excepcionales, incluyendo una situación cualificada de necesidad (vid.
D.I.2.c.bb; D.III.1.c).
La Sala llega a este tratamiento unitario de los abortos asesorados como injusto por-
que decididamente no destaca la situación conflictiva jurídico-material, sino única-
mente la falta de un proceso formal de justificación. Ahora bien, no puede ser exi-
gencia del deber de protección de la vida dependiente ni del principio del Estado de
Derecho que los abortos que están en consonancia con las exigencias materiales
del ordenamiento jurídico, se califiquen en lo que respecta a todas las cuestiones re-
lacionadas con el modelo del asesoramiento, inevitablemente como injusto material.
Con tales “consecuencias” el Estado de Derecho se volvería contra sí mismo.
c) Tampoco se puede seguir a la Sala cuando se apoya en que el sistema del aseso-
ramiento, según sus condiciones de eficacia, no exige reconocer la responsabilidad
última que se deja a la mujer por el aborto desde el punto de vista socio-jurídico (vid.
E.V.2.b.cc). No es decisivo si el sistema del asesoramiento exige para su eficacia
prestaciones del seguro en el aborto como medidas razonables de protección – ello
es discutible con razón -, sino que el sistema del asesoramiento, como la Sala apun-
ta, excluye necesariamente que se compruebe la adecuación a derecho de abortos –
fuera de las indicaciones especiales -. Pero si esto es un requisito del sistema del
asesoramiento (vid. D.III.1.c), de él al mismo tiempo no se puede derivar el requisito
ulterior de que las mujeres, que en un aborto de acuerdo con los criterios materiales
recogidos por la Sala no actúan antijurídicamente, sin embargo se considere que co-
meten un injusto, si la Sala sigue con fidelidad sus propias premisas (vid. D.III.3.).
Así se da pues una situación en la que los abortos se tratan como injustos aunque
no se ha comprobado que estén justificados, porque básicamente si se hiciera, ha-
bría de temerse que se perjudicaran gravemente los derechos de la personalidad de
la mujer. La Sala reconoce que la mujer debe ser protegida de tener que exponer el
aborto y sus motivos para ello fuera del asesoramiento y de la entrevista médica a
otras personas, por ejemplo, el empresario, con perjuicio de sus derechos de la per-
sonalidad, y justifica por esta razón la continuidad del salario en los abortos asesora-
dos (vid. E.V.4.). Ahora bien, ¿no se ve perjudicado, al menos, de igual manera el
derecho de la mujer al libre desarrollo de la personalidad, cuando no más, por el tra-
tamiento indiferenciado de los abortos asesorados como injusto, frente a lo que no
puede luchar ni le es posible poner en cuestión, el aborto materialmente está en con-
sonancia con las exigencias del ordenamiento jurídico?
Si este paso, no obstante, se considera una vía permitida para el cumplimiento del
deber estatal de protección de la vida dependiente – sin tener en cuenta las exigen-
cias necesarias para su concreta estructuración -, por un lado, deben aceptarse sus
necesidades y condiciones de eficacia, pero al mismo tiempo tiene que ponerse en
relación con otras posiciones jurídicas y puntos de vista y ser “comunicado”. Ello exi-
ge en algunos puntos compromisos que – ubicados en un sistema normativo cerrado
en sí mismo – parecen dolorosos, pero que resultan sin embargo inevitables. En
este sentido hay “costes” del sistema de asesoramiento que también en momentos
ulteriores, por ejemplo en la financiación, no pueden ser nuevamente captados sin
suscitar nuevos rechazos que se derivan de que se hace caso omiso de otras posi-
ciones jurídicas – como tal dignas de consideración –.
Una normativa legal del problema del aborto siempre será un poco una regulación
“de necesidad”, y así deberá ser, siempre que no se trate únicamente de formular un
conjunto de normas estrictamente dirigido en la esfera normativa a la protección de
la vida dependiente, cuya eficacia se quiera poner en duda, sino también y justa-
mente en lo posible una protección eficaz para la vida humana dependiente en parti-
cular. Un ordenamiento jurídicamente normativo que se mantiene en la esfera nor-
mativa, no centrado en una protección realmente eficaz de la vida dependiente, no
supone una protección real de esta vida y de esta forma tampoco cumple la función
a la que el derecho le obliga. Una regulación jurídica, no obstante, que de acuerdo
con la función de ordenación social del derecho, apunta a una eficacia real y quiere
conseguirla, también debe tener en cuenta algunas condiciones de la propia eficacia.
Estas se derivan tanto de la condición humana como de la concreta constitución de
una sociedad. En cualquier caso, cambiar estas condiciones de la eficacia no puede
ser sólo o primariamente tarea del derecho; ahora bien, puede colaborar a ello, si
bien de forma limitada.
Böckenförde
4.2. Dignidad humana y derecho a la vida (II)
323
Véase en ese concreto sentido TOMUSCHAT, Christian, Der 11. September 2001 und seine
rechtlichen Konsequenzen, Europäische Grundrechte-Zeitschrift, 2001, pág. 535 y ss..
324
En concreto, véase sobre una interpretación contextual de la citada Ley de Seguridad Aérea en el
seno del ordenamiento alemán, MITSCH, Wolfgang, Luftsicherheitsgesetz– Die Antwort des Rechts
auf den 11. September 2001, Juristische Rundschau, 2005, 276 y ss.
325
Véase al respecto DOMENECH PASCUAL, Gabriel, ¿Puede el Estado abatir un avión con inocen-
tes a bordo para prevenir un atentado kamikaze?: comentario a la Sentencia del Tribunal Constitucio-
nal Federal alemán sobre la Ley de Seguridad Aérea, Revista de Administración pública, Nº 170,
2006, págs. 392 y ss.
326
BVerfGE 87, 209 (228); BVerfGE 96, 375 (399).
tanto del art. 2,2 como del art. 1,1 LF—327exige de aquél una obligación positiva de
protección del ámbito vital de sus titulares frente al ataque o injerencia por parte de
terceros, en concreto, de la tripulación y de los pasajeros que viajan en la aeronave
frente a los que operan como suicidas.328 Esta obligación de protección se salda para
el Bundesverfassungsgericht en la prohibición incondicional de que el Estado ponga
en duda con su actuación el status de las personas como sujetos de los derechos
fundamentales,329 coincidiendo en ese sentido con las opiniones doctrinales
existentes antes de la redacción de la Ley de Seguridad Aérea.330
Pues bien, de acuerdo con este criterio, el Tribunal afirma que tanto la
tripulación como los pasajeros—que se encuentran en una situación sin salida—se
han convertido en objeto tanto de los terroristas como de la acción del Estado a
través del art. 14.3 de la Ley de Seguridad Aérea. El utilizar su muerte como un
medio incluso para la finalidad de que otros titulares del derecho a la vida se salven
—la población civil—niega el derecho a la vida que aquellos primeros tienen (C II 2 b
bb bbb). Esta consecuencia es para el Tribunal Constitucional una consecuencia
prácticamente inevitable, ya que no cabe esperar que en el momento de ejecutar la
medida encomendada por el art. 14.3 de la Ley de Seguridad Aérea pueda valorarse
siempre correctamente la situación fáctica creada, teniendo en cuenta todas las
circunstancias. Como se puede apreciar, teóricamente, aquí el Tribunal
Constitucional Federal aplica la regla anteriormente fijada y presentada como
consecuencia de un criterio de delimitación de los derechos fundamentales: que el
derecho a la vida de todos y de cada uno de sus titulares ha de ser respetado
incondicionalmente,331 al margen de las circunstancias presentes en el caso (C II 2 b
327
BVerfGE 46, 160 (164); BVerfGE 49, 89 (142); BVerfGE 88, 203 (251). Véase sobre este contenido
del art. 1.1 LF HÄBERLE, Peter, Die Menschenwürde als Grundlage der staatlichen Gemeinschaft en
ISENSEE/KIRCHHOF (edits)., Handbuch des Staatsrecht, tomo I—Grundlagen von Staat und
Verfassung--, CF. Müller, Heidelberg, 1987, pág. 815 y ss. También puede consultarse MÜNCH, Ingo
von, La dignidad del hombre en el Derecho Constitucional, Revista Española de Derecho
Constitucional, Nº 5, 1982, pág. 24 y s.
328
BVerfGE 39, 1 (42); BVerfGE 46, 160 (164); BVerfGE 56, 54 (73).
329
BVerfGE 30, 1 (26); BVerfGE 87, 209 (228); BVerfGE 96, 375 (399)
330
Véase en ese sentido PIEROTH/HARTMANN, Der Abschuss eines Zivilflugzeugs auf Anordnung
des Bundesministers für Verteidigung, Juristische Ausbildung, 2005, 729 y ss.; HARTLEB, Torsten,
Der neue § 14 III LuftSiG und das Grundrecht auf Leben, Neue Juristische Wochenschrift, 2005, pág.
1398 y ss.
331
Véase al respecto KERSTEN, Jens Die Tötung von Unbeteiligten, Neue Zeitschrift für
Verwaltungsrecht, 2005, pág. 663 y también SINN, Arndt, Tötung Unschuldiger auf Grund § 14 III
bb bbb).332 Sin embargo, la ausencia en el presente razonamiento del elemento de la
vida de los territoristas deja entrever ya el resultado al que llega posteriormente el
Bundesverfassungsgericht.333
En efecto, el citado Tribunal hipotetiza el caso de que la aeronave estuviese
pilotada exclusivamente por terroristas y, por tanto, sin la tripulación y sin parajeros.
En ese sentido, el Tribunal Constitucional afirma que en este concreto caso, los
terroristas que atacan de forma antijurídica la vida de terceras personas no se
colocan como mero objeto de la actuación estatal, sino en cualidad de sujeto (C II 2
cc aaa). Es más, para el Bundesverfassungsgericht, se corresponde precisamente
con la posición subjetiva del atacante que se le imputen las consecuencias de la
conducta que ha de adoptar y se le haga responsable por los hechos que ha puesto
en marcha. En definitiva, se entiende que los autores han causado la necesidad del
ataque estatal, pudiendo evitar dicho ataque apartándose de la realización de su
plan directivo (C II 2 cc bbb 4 aa). Por el contrario, la población civil no se encuentra
en la situación de evitar el resultado incompatible con su derecho a la vida. Por ese
motivo, el Tribunal Constitucional Federal entiende que con un ataque defensivo no
se perjudica a los terroristas en su derecho a la dignidad humana y a la vida que a
ellos, en teoría, les corresponde.334
Para el Bundesverfassungsgericht en este punto, la normativa del art. 14.3 de
la Ley Seguridad Aérea se acomoda a dicha situación fáctica, en tanto se emplea
sólo frente a los suicidas que pilotan la aeronave. Básicamente, lo que viene a
afirmar el Tribunal en este concreto supuesto es que sólo resulta viable decantarse
332
Esto puede apreciarse en la desestimación que realiza el Bundesverfassungsgericht de otras
posibles interpretaciones habitualmente mantenidas, 1) como la presuposición de que los miembros
de la tripulación o los pasajeros que suben a una aeronave consienten implícitamente su derribo, 2)
que tales sujetos van a morir igualmente, alegando el Tribunal que el derecho a la vida se garantiza al
margen de la duración de la existencia física, 3) que la tripulación y los pasajeros forman parte del
arma que va a ser utilizado contra la población civil y 4) que los particulares están obligados a
sacrificar su vida en interés del Estado (C II 2 b bb ccc 1, 2, 3 y 4). Véanse en este sentido, diferentes
posiciones doctrinales en HIRSCH, Burkhard, Schutz des Luftverkehrs durch ein
Luftsicherheitsgesetz? Zeitschrift für Rechtspolitik, 2004, pág. 277 y ss.
333
Cfr. en ese sentido ADAMSKY, Heiner, Luftsicherheit und Terrorismus – Dürfen menschenleben
gegen menschenleben aufgerechnet werden?, Gesellschaft, Wirtschaft, Politik, 2006, pág. 242 y ss.
334
Véase el trabajo de RODRIGUEZ DE SANTIAGO, José María, La sentencia del Tribunal Constitu-
cional Federal alemán de 15 de febrero de 2006, sobre la Ley de Seguridad Aérea, que autoriza a de-
rribar el avión secuestrado para acometer un atentado terrorista: una cuestión de principios, Revista
Española de Derecho Constitucional, Nº 77, 2006, pág. 261 y ss.
por la protección de una clase de vidas, a lo cual parece compatibilizarse más con
una técnica de ponderación que con la de delimitación de los derechos
fundamentales en liza.335 El aval de la constitucionalidad de esta solución se justifica
por el Tribunal Constitucional Federal con arreglo a las exigencias del principio de
proporcionalidad.336
En primer lugar el Tribunal entiende la medida legislativa destinada a tutelar
un fin constitucionalmente lícito, como es la garantía de la vida humana que, en la
Ley Fundamental constituye su valor superior.337 En segundo lugar, la medida se
presenta como idónea para la consecución de tal finalidad, siempre y cuando, de
acuerdo con las circunstancias del caso, se pueda comprobar de una manera
fehaciente que en la aeronave se encuentran sólo los terroristas suicidas. También,
en tercer lugar, la medida aparece como necesaria, ya que no resulta pensable
ningún otro medio de igual eficacia que no perjudique de forma menos gravosa el
derecho a la vida de los terroristas. En cuarto lugar, la medida satisface la
proporcionalidad en sentido estricto, ya que la ejecución de la acción se presenta
como una medida menos dañina que el resultado de la comisión del atentado por
parte de los terroristas contra la población (C II 2 cc bbb 4 1, 2, 3 y 4).
Como se puede ver, el Bundesverfassungsgericht, a través del criterio de la
ponderación acaba atribuyendo un mayor peso a la vida de la población civil que a la
vida de los terroristas.338 Eso es lo que sucede en el caso, lo que parece contravenir
los presupuestos inicialmente presentados por el Tribunal acerca que el respecto al
derecho a la vida es incondicional y, además, se reconoce a cualquier ser humano,
independientemente de sus cualidades, de su situación física o psíquica, de sus
capacidades y de su estatus social (C II 2 b aa).
335
Así lo ha apuntado ya el trabajo clásico de DÜRIG, Günter, Der Grundrechtssatz von der
Menschenwürde, Archiv des Öffentlichen Rechts, Nº 81, 1956, pág. 117 y ss. En la doctrina actual
véase ejemplificativamente WINKELMANN, Peter Terroristische Angriffe auf die Sicherheit des
Luftverkehrs, Neue Zeitschrift für Verwaltungsrecht, 2002, 1316 y ss.
336
Véase AUGSBERG/HÖFLING, Luftsicherheit, Grundrechtsregime und Ausnahmezustand, Juristen
Zeitung, Nº 60, 2005, pág. 1080 y ss.
337
BVerfGE 39, 1 (42); BVerfGE 46, 160 (164); BVerfGE 49, 24 (53)
338
BVerfGE 90, 145 (173); BVerfGE 104, 337 (349); BVerfGE 110, 141 (165).
BVerfGE 115, 118 - Ley de Seguridad Aérea
Sentencia de la Sala Primera de 15 de febrero de 2006
Directrices
1. La Federación tiene competencia directamente, con base en el art. 35 párr. 2 in-
ciso 2 y párr. 3 inciso 1 LF, para legislar normas que concreten con mayor detalle la
utilización de las fuerzas armadas en la lucha contra catástrofes naturales y acciden-
tes especialmente graves de acuerdo con estos preceptos y en colaboración con los
Estados federados afectados. El concepto de accidente especialmente grave com-
prende también los sucesos en los que la producción de una catástrofe es de espe-
rar con una probabilidad rayana a la certeza.
2. El art. 35 párr. 2 inciso 2 y párr. 3 inciso 1 LF no permite a la Federación utilizar a
las fuerzas armadas en la lucha contra catástrofes naturales y accidentes de espe-
cial gravedad con armamento específicamente militar.
3. La habilitación a las fuerzas armadas, de acuerdo con lo dispuesto en el § 14
párr. 3 de la Ley de Seguridad Aérea, para derribar directamente por las armas un
avión que se esté utilizando contra la vida humana, no es compatible con el derecho
a la vida recogido en el art. 2 párr. 2 inciso 1 LF en relación con la garantía de la dig-
nidad humana del art. 1 párr. 1 LF, al resultar afectadas personas inocentes a bordo
del avión.
En el procedimiento relativo a los recursos de amparo 1. del Sr. Dr. H..., 2. del Sr.
B..., 3. del Sr. Dr. F..., 4. del Sr. Dr. H..., 5. del Sr. Ing. T..., 6. del Sr. A...,-
representante de los recurrentes en amparo citados de 2 a 6: abogado Dr. Burkhard
Hirsch, Rheinallee 120, 40545 Düsseldorf, 1. del Sr. Dr. H..., 2. del Sr. B..., 3. del Sr.
Dr. F..., 4. del Sr. Dr. H..., 5. del Sr. Ing. T..., 6. del Sr. A..., contra el § 14 párr. 3 de
la Ley de Seguridad Aérea (LuftSiG) de 11 de enero de 2005 (BOF I p. 78).
Fallo:
Fundamentos:
A.
El recurso de amparo se dirige contra la habilitación a las fuerzas armadas por la
Ley de Seguridad Aérea para derribar directamente por la fuerza armada aviones
que estén siendo utilizados como arma del delito contra la vida humana.
I.
1. El 11 de septiembre de 2001 fueron secuestrados en los Estados Unidos de
América cuatro aviones de pasajeros de compañías aéreas americanas por una
organización terrorista internacional y fueron estrellados. Dos de los aviones
chocaron contra el World Trade Center de Nueva York, uno se estrelló contra el
Pentágono, el ministerio de defensa de los Estados Unidos de América. El cuarto
aparato, después de que posiblemente la reacción de los pasajeros a bordo hubiera
producido un cambio de dirección, se estrelló al sureste de Pittsburgh en el Estado
de Pensilvania. En los ataques murieron más de 3.000 personas entre los aviones,
la zona del World Trade Center y el Pentágono.
El 5 de enero de 2003 un hombre armado se subió a una avioneta deportiva, giró en
círculos sobre el barrio bancario de Frankfurt a. M. y amenazó con estrellar la
avioneta en el rascacielos del Banco Central Europeo si no se le daba la posibilidad
de llamar por teléfono a los Estados Unidos de América. Un helicóptero de la policía
y dos cazas de las fuerzas aéreas despegaron y giraron en torno al planeador. La
policía dio la alarma general, el centro de Frankfurt fue evacuado, los rascacielos
fueron evacuados. Transcurrida una media hora desde el apresamiento estaba claro
que el secuestrador estaba trastornado y actuaba solo. Una vez que se cumplieron
sus exigencias, aterrizó en el aeropuerto de Rhein-Main y permitió su detención sin
oponer resistencia.
2. Ambos incidentes dieron lugar a la adopción de una pluralidad de medidas con el
propósito de evitar agresiones ilícitas en el tráfico aéreo civil, mejorar la seguridad
del tráfico aéreo civil en general y así también proteger frente a peligros que
amenazan cuando los aviones (sobre el concepto de avión vid. el § 1 párr. 2 de la
Ley de Tráfico Aéreo en la redacción de la publicación el 27 de marzo de 1999, BOF
I p. 550) caen en poder de personas que los quieren emplear abusivamente con
propósitos ajenos al tráfico aéreo.
a) Con fecha de 16 de diciembre de 2002, el Parlamento Europeo y el Consejo de la
Unión Europea aprobaron el Reglamento (CE) núm. 2320/2002 – modificado por el
Reglamento (CE) 849/2004 de 29 de abril de 2004 (DOCE núm. L 158 de 30 de abril
de 2004, p. 1) – por el que se establecen normas comunes para la seguridad de la
aviación civil (DOCE núm. L 355 de 30 de diciembre de 2002, p. 1). Prevé para los
aeropuertos en el territorio de los Estados miembros de la Comunidad Europea la
introducción de numerosas medidas de seguridad en el tráfico aéreo. Al mismo
pertenecen la fijación de requisitos en el plan de aeropuerto, disposiciones relativas
a la vigilancia de todos los ámbitos aeroportuarios accesibles al público, preceptos
sobre los registros de aviones, personal y objetos que lleven consigo, disposiciones
sobre el control de pasajeros y su equipaje, así como en relación a un programa
nacional relativo a la orientación y formación del personal de vuelo y de tierra.
b) En la República Federal de Alemania se han tomado medidas tanto desde el
punto de vista fáctico como jurídico que estarían al servicio de la mejora de la
seguridad del tráfico aéreo y de la protección frente a los ataques a este tráfico.
aa) Desde el 1 de octubre de 2003 está en condiciones de funcionar en Kalkar, en el
Bajo Rin, un Centro Nacional de Situación y Dirección “Seguridad en el espacio
aéreo”. Debe asegurar, como punto central de información para la garantía de la
seguridad en el espacio aéreo alemán, una colaboración coordinada y rápida de
todos los servicios de la Federación y de los Estados federados que se ocupan de
cuestiones relacionadas con la seguridad aérea. En él, integrantes del Ejército
federal, de la policía federal y del control aéreo alemán controlan el espacio aéreo.
La función del Centro consiste ante todo en defenderse de los peligros que
amenazan por parte de los llamados aviones “renegados”; éstos son aviones civiles
que han caído en poder de personas que los quieren utilizar abusivamente como
armas provocando su derribo. Tras la clasificación de un avión como renegado – sea
por parte de la OTAN, sea por parte del propio Centro Nacional de Situación y
Dirección – corresponde la responsabilidad relativa a las medidas necesarias de
defensa en el espacio aéreo alemán a los servicios correspondientes de la
República Federal de Alemania.
bb) Las bases jurídicas de estas medidas se encuentran en la Ley de Reforma de 8
Medidas de Seguridad Aérea de 11 de enero de 2005 (BOF I p. 78).
aaa) Con esta Ley, que el Consejo Federal ha considerado que necesitaba su
consentimiento, pero que a la que no se lo ha concedido (vid. BOCF 716/04
[acuerdo], sobre BOCF 716/04 [acuerdo]), se resumen disposiciones relativas a la
defensa frente a peligros exteriores para la seguridad aérea, que hasta ahora se
contenían en la Ley del Tráfico Aéreo y se vinculaban con materias normativas
ajenas, y se han adoptado las adaptaciones al Reglamento (CE) núm. 2320/2002 del
Parlamento Europeo y del Consejo de 16 de diciembre de 2002 (vid. BOPF 15/2361,
p. 14). El artículo 1 de la Ley contiene como núcleo de la nueva normativa la Ley de
Seguridad Aérea (Luftsicherheitsgesetz, en adelante LuftSiG).
(1) Ésta, de acuerdo con su § 1, está al servicio de la protección frente a ataques a
la seguridad del tráfico aéreo, especialmente frente a secuestros aéreos, actos de
sabotaje y ataques terroristas. De acuerdo con el § 2 LuftSiG, las autoridades
responsables de la seguridad aérea tienen la función de defender la seguridad del
tráfico aéreo frente a ataques. Adopta en el § 3 LuftSiG las medidas necesarias
para defenderse del peligro existente en el caso concreto para la seguridad del
tráfico aéreo, en tanto el § 5 LuftSiG no determine sus competencias de forma
especial.
Éste concede a las autoridades encargadas de la seguridad aérea competencias
amplias de control y registro de personas y objetos para el aseguramiento de los
ámbitos no accesibles al público de los aeródromos. El § 7 LuftSiG otorga a las
autoridades encargadas de la seguridad aérea la competencia de comprobar la
fiabilidad de personas que por razones profesionales están en contacto con
empresas aéreas y aeroportuarias. Los §§ 8 y 9 LuftSiG crean obligaciones
especiales para los gestores de aeródromos y empresas aéreas en orden a la
protección frente a ataques a la seguridad del tráfico aéreo. El § 11 LuftSiG prohíbe
llevar consigo determinados objetos en los aviones. El § 12 LuftSiG, por último,
regula la concesión al piloto al mando de funciones y competencias para el
mantenimiento de la seguridad y el orden a bordo de los aviones que pilotan.
Las funciones de las autoridades encargadas de la seguridad aérea se introducen,
de acuerdo con el § 16 párr. 2 LuftSiG, básicamente por los Estados federados en
nombre de la Federación. La protección frente a ataques a la seguridad del tráfico
aéreo, de acuerdo con el § 5 LuftSiG, corresponde, por el contrario, según dispone
el § 4 de la Ley reguladora de la Policía Federal, a la Policía federal, siempre que se
den los presupuestos del § 16 párr. 3 incisos 2 y 3 LuftSiG. De acuerdo con el
precepto citado en último lugar, las funciones de las autoridades responsables de la
seguridad aérea, con la excepción de las del § 9 párr. 1 LuftSiG, son ejercidas por
ciertas autoridades federales del ministerio federal del interior en la Administración
propia de la Federación, cuando sea necesario para garantizar la ejecución uniforme
de las medidas de seguridad en todo el territorio federal.
(2) Los §§ 13 a 15 LuftSiG se recogen en un especial Título 3 de la Ley, bajo la
rúbrica “Apoyo y asistencia mutua por parte de las fuerzas armadas”,. De acuerdo
con el § 13 párr. 1 LuftSiG, cuando debido a un incidente aéreo importante tienen
lugar hechos que en el marco de la defensa preventiva fundamenten la suposición
de que es inminente un accidente especialmente grave de acuerdo con el art. 35
párr. 2 inciso 2 o párr. 3 LF, las fuerzas armadas podrán ser utilizadas en apoyo a
las fuerzas policiales de los Estados federados en el espacio aéreo para evitar este
accidente, siempre que sea necesario para la lucha eficaz. En el caso del llamado
estado de necesidad catastrófica nacional, decide sobre su intervención a solicitud
del Estado federado afectado, de acuerdo con el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF, , el
ministro federal de defensa o, en caso de sustitución, el miembro del Gobierno
Federal al que corresponda sustituirle (§ 13 párr. 2 LuftSiG), y en el caso de un
estado de necesidad catastrófica supraregional, de conformidad con el art. 35 párr. 3
LF, el Gobierno Federal de común acuerdo con los Estados federados afectados (§
13 párr. 3 inciso 1 LuftSiG). Si no es posible una decisión del Gobierno Federal a
tiempo, decide el ministro federal de defensa o, en caso de sustitución, el miembro
del Gobierno Federal al que corresponda sustituirle, de acuerdo con el ministro
federal del interior (§ 13 párr. 3 inciso 2 LuftSiG). Según dispone el § 13 párr. 4
inciso 2 LuftSiG, el apoyo por parte de las fuerzas armadas en el marco de su
intervención se regula por medio de los preceptos de la Ley de Seguridad Aérea.
Las medidas de actuación admitidas de acuerdo con ello, y los principios que rigen
para su elección, se concretan en los §§ 14 y 15 LuftSiG. De acuerdo con el § 15
párr. 1 LuftSiG, las medidas a emplear para evitar la producción de un accidente
especialmente grave en el sentido del § 14 párr. 1 y 3 LuftSiG sólo pueden
adoptarse cuando el avión del que procede el peligro de tal accidente es antes
controlado por las fuerzas armadas en el espacio aéreo y se ha intentado sin éxito
advertirle y hacer que cambie de dirección. Si se cumple este presupuesto, las
fuerzas armadas, de acuerdo con el § 14 párr. 1 LuftSiG, pueden obligar al avión a
que cambie de dirección en el espacio aéreo, obligarle a aterrizar, amenazar con el
uso de armas o realizar disparos de advertencia. Para la elección entre estas
medidas rige el principio de proporcionalidad (§ 14 párr. 2 LuftSiG). Sólo cuando con
ellas no se puede evitar la producción de un accidente especialmente grave se
admite, de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG, el uso de armas directamente contra
el avión. Esto es aplicable, sin embargo, sólo cuando de acuerdo con las
circunstancias se ha de partir de que el avión será empleado contra la vida humana,
y el uso de armas directamente contra el avión es el único medio para evitar el
peligro actual. La única persona competente para ordenar esta medida es, de
acuerdo con el § 14 párr. 4 inciso 1 LuftSiG, el ministro federal de defensa o, en
caso de sustitución, el miembro del Gobierno Federal al que corresponda sustituirle.
bbb) Durante el procedimiento legislativo se discutió mucho – prescindiendo de los
reparos que se expresaron en relación a la adecuación material a la Constitución del
§ 14 párr. 3 LuftSiG – si los §§ 13 a 15 LuftSiG se mantenían dentro del marco
constitucional predispuesto por el art. 35 párr. 2 inciso 2 y párr. 3 LF. Esto fue
contestado afirmativamente en el Parlamento Federal por el Gobierno Federal y los
diputados de los partidos de apoyo al Gobierno (vid. el Acta del Pleno del
Parlamento Federal 15/89, p. 7882 s., 7886 <A>, 7900 <C>), mientras que, por el
contrario, fue negado por los representantes de los partidos de la oposición (vid. el
Acta del Pleno del Parlamento Federal 15/89, p. 7884, 7890 s.). También en la
audiencia de los expertos llevada a cabo ante la Comisión de Interior del Parlamento
Federal se expresaron opiniones contrapuestas en relación a esta cuestión (vid. el
acta de la Comisión núm. 15/35 sobre la sesión de 26 de abril de 2004). Lo mismo
es aplicable a las deliberaciones del Consejo Federal (sobre la interpretación de la
mayoría de la Comisión véanse las recomendaciones en el BOCF 827/1/03, pp. 1
ss., y en el BOCF 509/1/04, p. 13 s.).
La distinta valoración de la situación constitucional se expresó también en el hecho
de que por parte de los Estados federados (vid. ante todo el BOCF 181/04) y del
grupo parlamentario de la CDU/CSU en el Parlamento Federal (vid. BOPF 15/2649;
15/4658) se presentaron en repetidas ocasiones proyectos de ley que contemplaban
una modificación de los arts. 35 y 87 a LF. No obstante, no se llegó a una reforma de
la Ley Fundamental (vid. el Acta del Pleno del Parlamento Federal 15/115, p.
10545).
ccc) Las disposiciones relativas al apoyo y la asistencia por parte de las fuerzas
armadas tienen en los §§ 13 a 15 LuftSiG el siguiente tenor literal:
§ 13
Decisión del Gobierno Federal
(1) Si con base en un importante incidente aéreo existen
hechos que en el marco de la defensa preventiva funda-
mentan la suposición de que se puede producir un acci-
dente especialmente grave en el sentido del artículo 35
párr. 2 inciso 2 o párr. 3 de la Ley Fundamental, las fuer-
zas armadas, en tanto sea necesario para una lucha efi-
caz, pueden ser utilizadas en apoyo de las fuerzas policia-
les de los Estados federados en el espacio aéreo para evi-
tar este accidente.
(2) Corresponde adoptar la decisión relativa a la utilización
de acuerdo con el artículo 35 párr. 2 inciso 2 de la Ley
Fundamental, a solicitud del Estado federado afectado, al
ministro federal de defensa o, en caso de sustitución, al
miembro del Gobierno Federal al que corresponde
sustituirle, en colaboración con el ministro federal del
interior. Si es necesario proceder a una acción inmediata,
se ha de informar sin demora al ministerio federal del
interior.
(3) Corresponde adoptar la decisión relativa a la utilización
de acuerdo con el artículo 35 párr. 3 de la Ley
Fundamental al Gobierno Federal en colaboración con los
Estados federados afectados. Si no es posible una
decisión a tiempo del Gobierno Federal, decide el ministro
federal de defensa o, en caso de sustitución, el miembro
del Gobierno Federal al que corresponde sustituirle, en
colaboración con el ministro federal del interior. La decisión
del Gobierno Federal se ha de tomar sin demora. Si es
necesario proceder a una acción inmediata, han de ser
informados sin demora los Estados federados afectados y
el ministerio federal del interior.
(4) Los detalles se regulan entre la Federación y los
Estados federados. El apoyo por parte de las fuerzas
armadas se regula de acuerdo con los preceptos de esta
Ley.
§ 14
Medidas de actuación, autoridad
(1) Para evitar que tenga lugar un accidente especialmente
grave las fuerzas armadas pueden obligar al avión a
desviarse en el espacio aéreo, obligarle a aterrizar,
amenazar con el uso de armas o realizar disparos de
advertencia.
(2) Entre las distintas medidas posibles se ha de elegir
aquella que previsiblemente sea menos lesiva para los
particulares y la generalidad. La medida sólo debe
emplearse en la extensión y con la duración que sea
necesaria para conseguir su propósito. No debe causar un
perjuicio que sea claramente desproporcionado en relación
al objetivo pretendido.
(3) El ataque directo con uso de armas sólo es admisible
cuando según las circunstancias se haya de partir de que el
avión es utilizado contra la vida humana, y se trata del único
medio para repeler este peligro actual.
(4) La medida adoptada de acuerdo con el párrafo 3 sólo
puede ser ordenada por el ministro federal de defensa o, en
caso de sustitución, por el miembro del Gobierno Federal al
que corresponde sustituirle...
§ 15
Otras medidas
(1) Las medidas adoptadas conforme a lo dispuesto en el §
14 párr. 1 y 3 sólo pueden acordarse una vez comprobado y
tras tentativas fallidas de advertencia y desviación. Con este
propósito, las fuerzas armadas pueden, a instancias de los
servicios competentes para la seguridad aeronáutica,
controlar aviones en el espacio aéreo, desviarlos o
advertirles...
(2) El inspector de las fuerzas aéreas tiene que informar sin
demora al ministro federal de defensa sobre situaciones que
podrían llevar a adoptar las medidas del § 14 párr. 1 y 3.
(3) Se mantienen sin cambios los demás preceptos y
principios relativos al auxilio administrativo.
II.
Los recurrentes dirigen el recurso de amparo directamente contra la Ley de
Seguridad Aérea, porque permite al Estado matar dolosamente a personas que no
han sido autoras, sino víctimas de un delito. El § 14 párr. 3 LuftSiG, que con los
presupuestos mencionados en la Ley autoriza a derribar aviones, infringiría sus
derechos recogidos en el art. 1 párr. 1 y en el art. 2 párr. 2 inciso 1 en relación con el
art. 19 párr. 2 LF.
1. El recurso de amparo es admisible. Los recurrentes en amparo se verían
perjudicados por la disposición impugnada directamente en sus derechos
fundamentales. Puesto que por razones particulares y profesionales a menudo
utilizan aviones, no es una mera posibilidad teórica que puedan verse afectados por
una de las medidas del § 14 párr. 3 LuftSiG.
2. El recurso de amparo también está motivado. La Ley de Seguridad Aérea lesiona
los derechos fundamentales de los recurrentes a la dignidad humana y a la vida de
acuerdo con el art. 1 párr. 1 y el art. 2 párr. 2 inciso 1 LF. Les convierte en mero
objeto de la acción estatal. El valor y la conservación de su vida se someterían a la
ponderación del ministro federal de defensa desde puntos de vista cuantitativos y
atendiendo a la esperanza de vida que “según las circunstancias” presumiblemente
les quedaría. En el peor de los casos serían sacrificados y se les mataría
dolosamente cuando el ministro asumiera, sobre la base de las informaciones a su
disposición, que su vida sólo duraría un corto espacio de tiempo y por ello, en
comparación con las pérdidas que de otra forma amenazaran con producirse, ya no
tendría valor o en todo caso su valor se vería disminuido.
El Estado no puede proteger a la mayoría de sus ciudadanos matando dolosamente
a una minoría – aquí, la tripulación y los pasajeros de un avión -. La ponderación de
una vida por otra vida según el parámetro de cuántas personas se vean afectadas
posiblemente en uno u otro lado, es inadmisible. El Estado no puede matar a
personas sólo porque son menos de las que espera salvar con su homicidio.
La relativización del derecho a la vida de los pasajeros no se puede fundamentar en
la consideración de que son parte del avión empleado como arma. Quien así
argumente los convierte en mero objeto de la acción estatal y los priva de su
cualidad y dignidad humanas.
La reserva de ley en el art. 2 párr. 2 inciso 3 LF no lleva, en ningún caso, a un
resultado distinto. La garantía del contenido esencial del art. 19 párr. 2 LF excluye un
ataque al derecho a la vida por medio de la eliminación física dolosa.
Los recurrentes también han sido lesionados en sus derechos fundamentales a la
vida y a la dignidad humana por el hecho de que la Ley de Seguridad Aérea, y la
utilización allí prevista del Ejército federal en el territorio nacional, son
inconstitucionales por infracción del art. 87 a LF. No se dan los presupuestos
recogidos en su párrafo 2. Los §§ 13 a 15 LuftSiG no podrían justificarse por el art.
35 párr. 2 y 3 LF. Pretenden introducir para controlar una situación límite sin salida
un Derecho de guerra parcial. Ahora bien, el uso militar similar al de combate del
Ejército federal en el territorio nacional con medios militares no se haya cubierto por
el art. 35 LF.
Tampoco es compatible con el art. 35 párr. 2 y 3 LF que la utilización de las fuerzas
armadas no se produzca bajo la responsabilidad del Gobierno del Estado federado
correspondiente y tampoco sobre la base del Derecho estatal de policía, sino de
acuerdo con las nuevas disposiciones del Derecho federal. De acuerdo con las leyes
de policía de todos los Estados federados se excluye el homicidio doloso de
personas que no sean partícipes del hecho conforme al Derecho de policía. Esta
consecuencia no puede ser eludida por el legislador federal denominando la
intervención del Ejército federal en el § 13 párr. 1 LuftSiG como auxilio administrativo
y fundamentando la competencia del ministro de defensa, de acuerdo con el § 13
párr. 2 LuftSiG, en su potestad de mando en tiempos de paz, pero después
sustituyendo con el § 13 párr. 4 inciso 2 LuftSiG el Derecho de policía de los Estados
federados por los preceptos de la Ley de Seguridad Aérea.
El § 14 párr. 3 LuftSiG, por lo demás, no es conforme con la Constitución por el
hecho de que la Ley de Seguridad Aérea no se ha aprobado con el consentimiento
del Consejo Federal. La Ley, de acuerdo con el art. 87 d párr. 2 LF, precisa el
consentimiento porque modifica preceptos que habían transferido a los Estados
federados la regulación del tráfico. La necesidad de consentimiento se refiere no
sólo a las disposiciones particulares de una ley, sino a la ley en su conjunto, cuando
contiene o ha contenido partes que precisan el consentimiento.
III.
En relación a los recursos de amparo se han manifestado por escrito el Parlamento
Federal alemán, el Gobierno Federal, el Gobierno estatal bávaro, el Gobierno estatal
de Hessen, la Asociación Alemana del Ejército Federal, la Asociación de Pilotos y la
Organización Independiente de Tripulantes de Cabina (UFO339).
1. El Parlamento Federal alemán considera que la normativa impugnada es
conforme con la Constitución.
a) Encuentra su fundamento constitucional en el art. 35 párr. 3 inciso 1 LF. En el
concepto de accidente especialmente grave en el sentido de este precepto encajan
también sucesos que han sido causados por personas. El accidente, por lo demás,
no tiene que haberse producido ya. Es suficiente que sea directamente inminente.
En los casos comprendidos en la Ley de Seguridad Aérea se pone en peligro el
territorio de más de un Estado federado. El territorio federal está dividido en
unidades tan pequeñas que un avión de línea que vuele a velocidad de crucero
atraviesa obligatoriamente las fronteras de varios Estados federados.
No se produce la infracción del art. 1 LF. No es el Estado – que se limita a
reaccionar – el que, en caso de que se produzca la situación recogida en los §§ 13 a
15 LuftSiG, priva a las personas en el avión de su dignidad y las convierte en
objetos, sino quien toma en su poder un avión no sólo para matar a las personas a
bordo, sino también para instrumentalizarlas en su muerte para la destrucción de
otras personas. A las proximidades de una infracción del art. 1 LF llegaría el Estado
únicamente cuando negase la cualidad de sujeto de la persona afectada y de esta
forma expresase su desatención hacia el valor que corresponde al ser humano por
el mero hecho de ser persona. Pero de esto no trata de hacerlo la Ley de Seguridad
Aérea. En ella se trata de la preocupación del legislador por preparar un marco
jurídico también para una situación desesperada.
No se infringe en ningún caso el art. 2 párr. 2 inciso 1 LF. Ahora bien, se produce la
injerencia más grave posible en el derecho fundamental a la vida de la tripulación, de
los pasajeros y de los secuestradores de un avión secuestrado. Pero ésta es
conforme con la Constitución. El art. 2 párr. 2 inciso 3 LF permite expresamente la
muerte de un ser humano. Cuando el legislador, a la vista de un peligro que ojalá no
339
N. e. Unabhängige Flugbegleiter Organisation.
se produzca pero que es realista, adopta una normativa que pretende, para evitar un
número todavía más elevado de muertes, hacer que las fuerzas armadas maten a un
número relativamente inferior de personas, lo que en realidad resulta decisivo en
relación al art. 2 párr. 2 inciso 1 LF es si la Ley garantiza que esto sólo ocurra en un
caso de extrema necesidad. A esto se ha de responder aquí afirmativamente. En la
densamente poblada y relativamente pequeña República Federal de Alemania a
duras penas es imaginable de hecho que se llegue a la opción del § 14 párr. 3.
Tampoco se infringe la garantía del contenido esencial del art. 19 párr. 2 LF. La Ley
de Seguridad Aérea pone elevados condicionantes a la injerencia más grave
imaginable. De esta forma se garantiza que en conclusión sólo se pueda llegar a
abatir un avión de pasajeros cuando el número de víctimas se limite, al menos con
gran probabilidad, a los ocupantes del avión.
El legislador sólo ha tenido la elección de permanecer inactivo o adoptar una
normativa que debe llegar a los límites de lo regulable. El terrorismo, tras el ejemplo
del 11 de septiembre de 2001, debe diferenciarse básicamente de los casos de
legítima defensa y de estado de necesidad en sentido penal. La Ley debe legitimar
en tal caso a las personas responsables a una actuación que ocasiona un injusto por
medio de una actuación conforme a Derecho, para evitar un injusto todavía mayor.
El § 14 párr. 3 LuftSiG constituye, de esta forma, una causa de justificación personal,
que se relaciona con el cargo, para el ministro federal de defensa y los soldados
ejecutores.
b) El grupo parlamentario de la ALIANZA90/LOS VERDES del Parlamento Federal
ha señalado en sus alegaciones complementarias que ha votado a favor del § 14
párr. 3 LuftSiG partiendo de la premisa de que no se permite abatir un avión de
pasajeros cuando se vincula con el homicidio de inocentes. La normativa no crearía
básicamente nuevos tipos de justificación. En otro caso se minaría peligrosamente la
conciencia jurídica en relación al derecho fundamental a la vida.
Una ponderación cuantitativa o cualitativa de una vida humana frente a otra vida
humana no se prevé en el § 14 párr. 3 LuftSiG. El derribo de un avión sólo sería
jurídico-constitucionalmente admisible, pues, cuando en él únicamente se encuentra
el “perturbador”, que con su conducta quiere causar un accidente especialmente
grave. El homicidio doloso querido de personas inocentes, por el contrario, está
prohibido por el art. 2 párr. 2 inciso 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF. También se
ha de rechazar un deber del particular de sacrificarse en situaciones en las que
están en peligro la existencia del Estado y el bienestar general por su conservación.
Si un avión de pasajeros es empleado como arma, los derechos de los pasajeros y
de la tripulación a la omisión de una injerencia estatal en su derecho a la vida no
pueden retroceder frente al deber de protección que se desprende de estos
derechos a favor de las personas puestas en peligro en tierra por el pretendido
derribo del avión.
2. El Gobierno Federal también comparte la interpretación de que la normativa
impugnada se corresponde con la Constitución.
Con la Ley de Seguridad Aérea el Estado cumple su deber de protección frente a la
vida humana. Si – como aquí sucede – se encuentran en conflicto el derecho a la
vida de uno y otro, es tarea del legislador precisar la forma y el alcance de la
protección de la vida. En relación a medidas concretas tendrían que decidir los
servicios competentes de acuerdo con una ponderación conforme a deber. En ella,
la injerencia activa en los derechos fundamentales de los ocupantes del avión
adquiere un peso extraordinario. Pero esto no puede obligar sin más al no
cumplimiento del deber de protección frente a terceros cuando por su parte también
está directamente amenazado el mismo bien jurídico de la vida. No existe una
preferencia de la función defensiva frente a la de protección. En el cumplimiento de
ésta última el legislador debe prever, por lo tanto, que la vida humana se defienda
frente a un ataque actual, incluso aunque de esta forma se produzca la muerte de
otras personas o éstas se vean puestas en peligro – por ejemplo, por los fragmentos
que caen del avión derribado -. No tiene lugar en este sentido una ponderación de
una vida por otra vida.
El contenido esencial del art. 2 párr. 2 inciso 1 LF tampoco se vulnera, al igual que
no lo se lesiona el principio de proporcionalidad. En particular, los estrictos
presupuestos del § 14 LuftSiG excluyen el ataque directo con el uso de armas contra
un avión en el que se encuentren personas inocentes sobre la base de cualquier
transcurso imaginable de los acontecimientos. Esto se deriva de que el precepto
exige la máxima seguridad normativa relativa a la inminencia directa de un accidente
especialmente grave. Al respecto, sirve para evitar daños peores en la densamente
poblada República Federal de Alemania.
Por lo demás, se ha de observar que los ocupantes del avión, en el caso del § 14
párr. 3 LuftSiG, son al mismo tiempo parte del arma en que se ha convertido el
avión. En vista de la amenaza actual al tráfico aéreo los ocupantes deben ser
conscientes del peligro en el que ellos mismos se encuentran cuando toman parte
en el tráfico aéreo. Sólo cuando el Estado actúa de acuerdo con el § 14 párr. 3
LuftSiG puede al menos salvarse una parte de las vidas amenazadas. Esto tiene que
tener lugar en una situación tan extraordinaria que también debe ser soportado por
quienes, vinculados inseparablemente al arma, no pueden ser salvados.
La Ley de Seguridad Aérea respeta igualmente la dignidad de la persona. Los
ocupantes de un avión afectado por el derribo son respetados en su dignidad
humana. Son, aunque sea contra su voluntad, parte de un arma que amenaza la
vida de otros. Sólo por ello, y en ausencia de otras posibilidades de defensa frente al
ataque, se dirigen también contra ellas las medidas estatales. Los terceros
eventualmente en peligro no ven tampoco por ello lesionada su dignidad humana. La
Ley, con todas sus disposiciones, también está al servicio de su protección.
La Ley de Seguridad Aérea respeta además el orden competencial de la Ley
Fundamental. La competencia legislativa de la Federación se deriva del art. 73
núms. 1 y 6 LF, al afectar a la utilización de las fuerzas armadas. La Federación
también tiene competencia ejecutiva en relación a la seguridad aérea. La
administración del tráfico aéreo propia de la Federación, de acuerdo con el art. 87 d
párr. 1 inciso 1 LF, incluye la competencia de procurar la seguridad del tráfico aéreo
por medio de órganos federales. La competencia ejecutiva se desprende además del
art. 87 a párr. 1 y 2 en relación con el art. 35 párr. 2 y 3 LF. La utilización de las
fuerzas armadas prevista en la Ley de Seguridad Aérea tiene lugar defensivamente
en el marco del art. 35 párr. 2 y 3 LF frente a una situación de necesidad
catastrófica.
De la función de esta intervención en apoyo a los Estados federados en la lucha
policial preventiva no se deriva que siempre deba regirse por el Derecho de los
Estados federados. La utilización de armas necesaria para el apoyo no lleva a este
último al ámbito del art. 87 a párr. 1 LF.
El empleo de las fuerzas armadas de acuerdo con los §§ 13 a 15 LuftSiG está al
servicio de la defensa frente a un accidente especialmente grave en el marco del art.
35 párr. 2 y 3 LF. La utilización de un avión contra la vida humana puede producir tal
accidente. No lo impide el que la utilización tenga lugar a propósito. El accidente,
además, no debe haberse producido ya.
La Ley de Seguridad Aérea no precisa el consentimiento del Consejo Federal. Lo
mismo se aplica a las restantes normas de la Ley de Reorganización de las
Funciones relativas a la Seguridad Aérea.
3. Desde la perspectiva del Gobierno estatal bávaro y del Gobierno estatal de
Hessen, que han entregado un informe conjunto, el recurso de amparo está, por el
contrario, motivado. La disposición impugnada infringe el art. 87 a párr. 2 en relación
con el art. 35 párr. 2 inciso 2 y párr. 3 LF.
No está cubierta por la competencia legislativa de la Federación recogida en el art.
35 párr. 2 inciso 2 y párr. 3 LF. Las fuerzas armadas sólo pueden, pues, actuar en
apoyo de los Estados federados en el cumplimiento de las funciones policiales y
únicamente hacer uso de las competencias que les otorga el Derecho de los estados
federados. No está en consonancia con ello el hecho de que la Ley de Seguridad
Aérea autorice a la Federación a utilizar al Ejército federal en la defensa preventiva
de acuerdo con el Derecho federal. La competencia legislativa exclusiva de la
Federación del art. 73 núms. 1 y 6 LF no puede eludir este resultado con base en el
art. 87 a párr. 2 LF.
Tampoco es compatible con el art. 35 párr. 2 y 3 LF, además, el hecho de que los §§
13 a 15 LuftSiG autoricen el empleo de las fuerzas armadas con fines preventivos.
La Constitución posibilita una utilización auxiliar de las fuerzas armadas sólo en el
caso de que se haya producido un accidente especialmente grave. La autoridad
regulada en el § 14 párr. 4 LuftSiG, por lo demás, tampoco tiene en cuenta la
circunstancia de que en los casos del art. 35 párr. 3 LF está llamado a decidir el
Gobierno Federal como órgano colegiado.
Además, los §§ 13 ss. LuftSiG también son inconstitucionales porque puede
plantearse una lesión de los derechos fundamentales debido al hecho de que la
Federación ha abandonado el marco del art. 87 a párr. 2, en relación con el art. 35
párr. 2 inciso 2 y párr. 3 LF,. Ahora bien, se advierte cuidadosamente que no se
comparte la interpretación del recurrente en amparo de que el art. 2 párr. 2 inciso 1
en relación con el art. 1 párr. 1 LF excluya emplear la fuerza armada contra un avión
de pasajeros secuestrado con el fin de impedir que se produzca un accidente
especialmente grave.
4. La Asociación Alemana del Ejército Federal expresa dudas sobre la
constitucionalidad de la normativa impugnada. Las funciones que regula la Ley de
Seguridad Aérea en los §§ 13 ss. no se refieren a la defensa militar del Estado.
Antes bien, se trata de funciones en el marco de la defensa policial preventiva. Para
su ejercicio el Ejército federal carece de la necesaria habilitación. Con justicia señala
el recurso de amparo que el empleo militar de las fuerzas armadas en el territorio
nacional con medios militares no está cubierto por el art. 35 párr. 2 LF.
Además, contra el § 14 párr. 3 LuftSiG existen reparos en relación al principio
constitucional de determinación. La norma no recoge criterios precisos para la
ponderación que presupone de vida frente a vida. Para los soldados obligados a
actuar, esto supone un grave conflicto entre el deber de obediencia y la decisión
personalísima que han de adoptar en conciencia. Falta una normativa que de forma
admisible libere a los soldados del procedimiento penal de diligencias previas y de
las demandas de responsabilidad civil – también por parte de Tribunales extranjeros
-.
5. La Asociación de Pilotos considera motivado el recurso de amparo. Considera
dudosas la conveniencia y la necesidad del § 14 párr. 3 LuftSiG que permite el
empleo de violencia homicida contra inocentes. El éxito terrorista de un ataque
renegado depende de numerosos imponderables. La misma comprobación de la
existencia de un incidente aéreo importante en el sentido del § 13 párr. 1 LuftSiG es,
a la vista del desarrollo fáctico del tráfico aéreo, en extremo difícil y sólo raras veces
posible con certeza. Los conocimientos obtenidos en el control de aviones de
acuerdo con el § 15 párr. 1 LuftSiG son, incluso en condiciones atmosféricas ideales,
en todo caso vagos. La posible motivación de un secuestrador aéreo y los objetivos
de un secuestro aéreo son como mínimo pura especulación. Una decisión basada
en hechos seguros sobre una utilización conforme al § 14 párr. 3 LuftSiG se produce
demasiado tarde, en vista del escaso margen temporal que existe en caso de duda.
Por ello, la concepción de los §§ 13 a 15 LuftSiG es operativa cuando de antemano
se reacciona de forma excesivamente desproporcionada.
6. La Organización Independiente de Tripulantes de Cabina (UFO) comparte los
reparos expuestos en el recurso de amparo. El derribo de una aeronave civil no se
justifica desde ningún punto de vista jurídico. Se refuerza, sin embargo, el objetivo
de la Ley de Seguridad Aérea de elevar la seguridad del tráfico aéreo y la protección
de la población civil ante ataques terroristas. Pero al respecto no se han agotado ni
de lejos todas las demás posibilidades.
Además, existe el peligro de que desde tierra se valore erróneamente la situación a
bordo. Allí prácticamente no puede evaluarse si se dan los presupuestos del § 14
párr. 3 LuftSiG. La información que necesita el ministro federal de defensa para
adoptar la decisión de ordenar el derribo de un avión no procede de la zona directa
de peligro a bordo del avión. Es sólo información indirecta que el piloto ha recibido
del personal de cabina, que se encuentra posiblemente en poder de los terroristas.
Con independencia de ello, la situación a bordo puede cambiar en segundos, y
posiblemente esto, debido al largo canal de comunicación, no pueda ser transmitido
a tierra con la suficiente rapidez.
IV.
En la vista oral los recurrentes en amparo, el Parlamento Federal alemán, el
Gobierno Federal, el Gobierno estatal bávaro y el Gobierno estatal de Hessen, la
Asociación Alemana del Ejército Federal, la Asociación de Pilotos y la Organización
Independiente de Tripulantes de Cabina (UFO) han completado y profundizado su
informe escrito. Al respecto, el ministro federal del interior y los representantes de los
grupos parlamentarios del Parlamento Federal alemán han expuesto sus
interpretaciones, en parte discrepantes, sobre el alcance del § 14 párr. 3 LuftSiG.
Además, la Seguridad Aérea Alemana y la Asociación de Tripulaciones de Aviones
Militares a Reacción del Ejército federal alemán han presentado alegaciones en
relación a la disposición impugnada y en particular a las cuestiones fácticas de su
aplicación.
B.
El recurso de amparo es admisible.
I.
II.
II.
340
N. e. Asociación federal para la seguridad de los vuelos militares en Alemania (Bundesverband der
militärischen Flugsicherung Deutschlands).
diferencia de ello, se limita a accidentes causados involuntaria o imprudentemente, y
por tanto no abarca los supuestos producidos con dolo, no se pueden extraer ni del
tenor literal de la norma ni de los trabajos preparatorios de la ley (vid. BOPF V/1879,
pp. 22 ss.; V/2873, p. 9 s.). El sentido y la finalidad del art. 35 párr. 2 inciso 2 LF,
consistentes en posibilitar una eficaz protección en caso de catástrofe también
mediante la utilización de las fuerzas armadas (vid. BOPF V/1879, p. 23 s.), hablan
en todo caso a favor de interpretar extensivamente el concepto de accidente. La
práctica estatal parte, por ello, justamente, desde hace tiempo de que se han de
considerar accidentes especialmente graves también los resultados lesivos que son
causados a propósito por terceros (vid. el núm. 3 de la orden del ministerio federal
de defensa sobre auxilio del Ejército federal en las catástrofes naturales o
accidentes especialmente graves y auxilio urgente de 22 de mayo de 1973, BMFD p.
313, y la correspondiente directriz de 17 de diciembre de 1977, BMFD 1978 p. 86).
(cc) También es constitucionalmente irreprochable que las medidas de acción a
adoptar de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG se ordenen y ejecuten en un
momento temporal en el que ya se ha producido un grave incidente aéreo en el
sentido del § 13 párr. 1 LuftSiG, cuya consecuencia, el propio accidente
especialmente grave, puede evitarse con el ataque directo con el uso de armas (vid.
§ 14 párr. 1 LuftSiG), pero que todavía no se ha producido. El art. 35 párr. 2 inciso 2
LF no exige que ya se haya producido el accidente especialmente grave contra el
que luchar para que se emplean las fuerzas armadas. Antes bien, en el concepto del
estado de emergencia por catástrofe se incluyen también sucesos que hacen
esperar que se produzca una catástrofe con una probabilidad rayana en la certeza.
Del art. 35 párr. 2 inciso 2 LF no se puede extraer que la utilización auxiliar de las
fuerzas armadas deba transcurrir de forma distinta en lo que respecta al inicio de la
utilización en los casos de catástrofe natural y de accidente especialmente grave. En
las catástrofes naturales, sin embargo, se parte en general, en coordinación con la
directriz de auxilio del ministro federal de defensa (vid. el capítulo A núm. 2 de la
directriz de 8 de noviembre de 1988), de que con este concepto también se alude a
las situaciones de peligro directamente amenazadoras (vid. por ejemplo Bauer, en:
Dreier, Grundgesetz, T. II, 1998, art. 35 nm. 24; Gubelt, en: von Münch/Kunig,
Grundgesetz-Kommentar, T. 2, 4ª/ 5ª ed. 2001, art. 35 nm. 25; von Danwitz, en: v.
Mangoldt/Klein/Starck, Kommentar zum Grundgesetz, 5ª ed., T. 2, 2005, art. 35 nm.
70), esto es, también abarca situaciones de peligro que, si no se actúa a tiempo
contra ellas, hacen esperar con probabilidad rayana en la certeza la producción del
evento dañoso amenazante. Para los accidentes especialmente graves no puede
pues regir otra cosa, porque no siempre son fácilmente diferenciables de las
catástrofes naturales y también aquí la evolución del peligro que todavía amenaza a
la causación de daños ya producida puede ser fluctuante en el caso concreto.
También el sentido y la finalidad del art. 35 párr. 2 inciso 2 LF, consistentes en
permitir a la Federación un auxilia efectivo en el ámbito de funciones de los Estados
federados, hablan a favor de que estas dos causas de las catástrofes se han de
tratar igual en lo que respecta a la perspectiva temporal, y en ambos casos no se ha
de esperar con el auxilio hasta que el desarrollo del peligro conducente a la
causación del daño ya haya llegado a su término.
Que el requisito de las fuerzas armadas y su utilización de acuerdo con el art. 35
párr. 2 inciso 2 LF tengan lugar “en ayuda” “en caso” de una catástrofe natural o “en
caso” de accidente especialmente grave, no obliga a aceptar que la causación del
daño ya tenga que haberse producido. El sentido literal de la normativa permite
igualmente una interpretación en el sentido de que la ayuda ya puede haberse
pedido y prestado, cuando es reconocible que con probabilidad rayana en la certeza
tendrá lugar un evento dañoso en breve, cuando se da también en sentido jurídico-
policial un peligro actual. De ello parte claramente también el art. 35 párr. 3 inciso 1
LF, que, relacionándose con el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF, amplía las competencias
del Gobierno Federal al caso de que la catástrofe natural o el accidente “ponga en
peligro” el territorio de más de un Estado federado. Como aquí en el caso de una
catástrofe supraregional, se ha de considerar suficiente la existencia de un peligro
actual para el empleo de las fuerzas armadas también en el estado de emergencia
por catástrofe de ámbito regional conforme al art. 35 párr. 2 inciso 2 LF.
Por ello, justamente, también en las directrices del ministro federal de defensa sobre
auxilio del Ejército federal en caso de catástrofes naturales o accidentes
especialmente graves y en el marco del auxilio urgente desde hace tiempo las
fuerzas armadas no sólo pueden ser empleadas “en los casos de peligro
supraregional” de acuerdo con el art. 35 párr. 3 LF, sino también “en los casos de
peligro regional” de acuerdo con lo dispuesto en el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF (así, por
último, el título A núm. 4 de la directriz de 8 de noviembre de 1988). Esto excluye
necesariamente la aceptación de que el accidente especialmente grave debe
haberse producido ya.
(b) La medida de acción del ataque directo a un avión con el uso de armas de
acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG no respeta, sin embargo, el marco del art. 35
párr. 2 inciso 2 LF, porque este precepto no permite un empleo militar de las fuerzas
armadas con medios específicamente militares en la lucha frente a catástrofes
naturales y accidentes especialmente graves.
(aa) La “ayuda” de la que habla el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF se concede a los
Estados federados para que éstos puedan cumplir eficazmente la función que les
corresponde de lucha contra las catástrofes naturales y los accidentes
especialmente graves. De ello parte acertadamente también el § 13 párr. 1 LuftSiG,
según el cual la utilización de las fuerzas armadas está al servicio del apoyo a las
fuerzas de policía de los Estados federados en la evitación de la producción de un
accidente especialmente grave en el marco de la defensa preventiva, siempre que
sea necesaria para una lucha eficaz. La orientación a esta función en el ámbito
competencial de las autoridades de defensa civil de los Estados federados, que,
como demuestra la exposición de motivos de la Ley, no debe ser afectada por los §§
13 a 15 LuftSiG (vid. BOPF 15/2361, p. 20 zu § 13), determina necesariamente
también la forma de la ayuda que puede ser empleada en la utilización de las
fuerzas armadas con el fin del auxilio. No pueden ser cualitativamente distintos de
los que las fuerzas de policía de los Estados federados tienen originariamente a su
disposición en el cumplimiento de sus funciones. Esto significa que las fuerzas
armadas, cuando son empleadas de acuerdo con el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF, a
solicitud de un Estado federado, “para ayudar”, pueden utilizar, pues, las armas que
el Derecho del Estado federado afectado prevé para esas fuerzas policiales. Los
medios militares de lucha, por ejemplo, las armas a bordo de un avión de combate,
tal y como se precisan para las medidas del § 14 párr. 3 LuftSiG, por el contrario, no
pueden ser utilizadas.
(bb) Este entendimiento normativo, al que obligan tanto el tenor literal como el
sentido y finalidad del art. 35 párr. 2 inciso 2 LF, se confirma en la ubicación
sistemática y los trabajos preparatorios de este precepto. El estado de emergencia
por catástrofes de ámbito regional en el sentido del art. 35 párr. 2 inciso 2 LF debía
regularse originalmente en el art. 91 LF (vid. BOPF V/1879, p. 3), de acuerdo con el
proyecto presentado por el Gobierno Federal de una regulación del estado de
emergencia – junto con el llamado estado de emergencia interno –. El objetivo de la
propuesta era legitimar constitucionalmente la utilización de las fuerzas armadas en
el interior frente al ciudadano y en vista del reparto de competencias de la Ley
Fundamental también en el caso del auxilio con ocasión de una catástrofe (vid.
BOPF V/1879, p. 23 zu art. 91 párr. 1). Las fuerzas armadas, sin embargo, de
acuerdo con el tenor literal expreso de la normativa pretendida, podían ponerse a
disposición únicamente como “fuerzas de policía”. El Gobierno Federal quería, de
esta forma, asegurar que las fuerzas armadas sólo podían ser empleadas en
funciones policiales y únicamente con las competencias jurídico-policialmente
previstas frente al ciudadano del Estado federado (vid. BOPF V/1879, p. 23 sobre el
art. 91 párr. 2). Esto incluye la declaración de que el empleo de armamento
específicamente militar en la utilización de las fuerzas armadas en el ámbito
funcional de los Estados federados debía estar excluido.
La formulación limitadora de un empleo de las fuerzas armadas como “fuerzas
policiales”, no obstante, no se conservó en el posterior texto constitucional; se
renunció a ella en relación con la propuesta de la Comisión Jurídica del Parlamento
Federal, consistente en regular la ayuda a favor de los Estados federados en caso
de estado de emergencia por catástrofes en el art. 35 párr. 2 y 3 LF, y el apoyo de
los Estados federados en la lucha frente al estado de emergencia interno en el art.
87 a párr. 4 y en el art. 91 LF, en diferentes contextos objetivos (vid. sobre ello
BOPF V/2873, p. 2 bajo B, p. 9 sobre el § 1 núm. 2 c). Ahora bien, de esta forma no
se pretendía una ampliación del objeto de los medios autorizados de actuación de
las fuerzas armadas a los medios típicamente militares (vid. también Cl. Arndt, DVBl
1968, p. 729 <730>).
Por el contrario, la Comisión, con el precepto – que más adelante fue asumido por
el legislador de reforma constitucional –, quería elevar el umbral de utilización del
Ejército como fuerza armada frente al proyecto gubernamental y sólo admitir el uso
armado del Ejército federal en la lucha contra grupos de sublevados militarmente
armados, de acuerdo con lo dispuesto en el art. 87 a párr. 4 LF (vid. BOPF V/2873,
p. 2 bajo B). Esto se expresa claramente en el hecho de que la disposición relativa a
la utilización de las fuerzas armadas en el caso de catástrofe regional se ha incluido
en el Título II de la Ley Fundamental, relativo a la Federación y a los Estados
federados, y no en el Título VIII, en el que también se regula el empleo militar de las
fuerzas armadas. De acuerdo con el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF, su utilización “en
ayuda” debía limitarse expresamente, en opinión del legislador constitucional, a
posibilitar al Ejército federal el desempeño, en el marco de una catástrofe regional,
de los poderes y competencias de naturaleza policial, por ejemplo, aislar el terreno
amenazado y adoptar decisiones relativas al tráfico (vid. BOPF V/2873 p. 10 sobre el
art. 35 párr. 2; sobre el trasfondo político-constitucional de las inundaciones en el
norte de Alemania en el año 1962 p. también las declaraciones del senador Ruhnau
[Hamburgo, SPD] en la 3ª sesión de información pública de la Comisión Jurídica y de
Interior del 5º Parlamento Federal alemán el 30 de noviembre de 1967, acta, p. 8, y
del diputado Schmidt [Hamburgo, SPD] en la 175ª sesión del 5º Parlamento Federal
alemán el 16 de mayo de 1968, Diario de Sesiones, p. 9444).
(2) El § 14 párr. 3 LuftSiG tampoco es compatible con la regulación del art. 35 párr. 3
inciso 1 LF sobre el estado de de emergencia por catástrofes de ámbito
supraregional.
(a) En cualquier caso, tampoco es objetable jurídico-constitucionalmente que el
ataque directo con uso de armas contra un avión en el sentido del § 14 párr. 3 en
relación con el § 13 párr. 1 LuftSiG se relacione con un fenómeno que ha sido
causado dolosamente por quienes pretenden utilizar el avión contra la vida humana.
Por los motivos introducidos en el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF (vid. supra bajo C II 2 a
bb ccc [1] [a]), puede verse también un accidente especialmente grave en el sentido
del art. 35 párr. 3 inciso 1 LF en el proceso puesto en marcha a propósito. El que
todavía no se hayan producido todas sus consecuencias, sino que más bien las
cosas discurran aún hacia la catástrofe, no excluye tampoco, como se desprende del
elemento típico “pone en peligro”, la aplicación del art. 35 párr. 3 inciso 1 LF. Dónde
se produce la puesta en peligro, esto es, si se cumple el requisito de una puesta en
peligro supraregional, es cuestión del caso concreto. Que en caso de darse los
presupuestos del § 14 párr. 3 LuftSiG se afecte a más de un Estado federado
concreto es posible en cualquier caso, e incluso es posible que sea más bien la regla
conforme a la valoración de la situación por parte del legislador (vid. BOPF 15/2361,
p. 20, 21, en relación al § 13) y la toma de posición del Parlamento Federal y del
Gobierno Federal.
(b) El § 14 párr. 3 LuftSiG topa, sin embargo, por ello, con objeciones jurídico-
constitucionales porque la utilización de las fuerzas armadas permitida por el § 13
párr. 3 LuftSiG no presupone sin excepción una previa decisión de acción del
Gobierno Federal.
De acuerdo con el art. 35 párr. 3 inciso 1 LF, el Gobierno Federal sólo está habilitado
expresamente para la utilización de las fuerzas armadas en caso de estado de
emergencia por catástrofe de ámbito supraregional, . El Gobierno está integrado,
según dispone el art. 62 LF, por el canciller federal y los ministros federales. Es un
órgano colegiado. Como la competencia para tomar la decisión sobre la utilización
de las fuerzas armadas con el objetivo de ayuda en caso de catástrofe supraregional
se reserva al Gobierno Federal, el art. 35 párr. 3 inciso 1 LF exige, en consecuencia,
un acuerdo del órgano colegiado (vid. – sobre el art. 80 párr. 1 inciso 1 LF – la
BVerfGE 91, 148 <165 s.>). La competencia de decisión del Gobierno Federal como
conjunto asegura también mejor los intereses de los Estados federados, que se ven
afectados de forma permanente por el empleo de las fuerzas armadas en sus
ámbitos competenciales, sin previa solicitud por parte de los Estados federados en
peligro (vid. BVerfGE 26, 338 <397 s.>).
El § 13 párr. 3 LuftSiG sólo hace justicia a esto en su inciso 1, según el cual la
decisión sobre una utilización de las fuerzas armadas de acuerdo con el art. 35 párr.
3 LF corresponde al Gobierno Federal con el acuerdo de los Estados federados
afectados. Los incisos 2 y 3 prevén, por el contrario, que decida el ministro federal
de defensa o, en caso de sustitución, el miembro del Gobierno Federal al que
corresponde sustituirle, en colaboración con el ministro federal del interior, cuando
no sea posible que tome una decisión a tiempo el Gobierno Federal; su decisión, en
este caso, que de acuerdo con la interpretación del legislador se tratará de la regla
general, se ha de recoger sin demora (vid. BOPF 15/2361, p. 21 sobre el § 13). El
Gobierno Federal, pues, es sustituido en la decisión relativa a la utilización de las
fuerzas armadas en caso de catástrofe supraestatal no sólo excepcionalmente, sino
regularmente, por un ministro. Esto no se puede justificara la vista del art. 35 párr. 3
inciso 1 LF ni siquiera con una especial urgencia El corto espacio de tiempo que
queda a disposición con carácter general en el ámbito de aplicación del § 13 párr. 3
LuftSiG, antes bien, deja claro que medidas del tipo de las reguladas en el § 14 párr.
3 LuftSiG generalmente no se llevarán a cabo en la forma prevista en el art. 35 párr.
3 inciso 1 LF.
(c) Además, se ha superado el marco constitucional de la defensa del art. 35 párr. 3
inciso 1 LF, en particular, porque tampoco en el caso del estado de emergencia por
catástrofe de ámbito supraregional está permitida por la Constitución la utilización de
las fuerzas armadas con armas típicamente militares.
El art. 35 párr. 3 inciso 1 LF se diferencia del art. 35 párr. 2 inciso 2 LF sólo desde
dos puntos de vista. Por un lado, el art. 35 párr. 3 inciso 1 LF exige la existencia de
una situación de peligro que amenaza el territorio de más de un Estado federado.
Por otro, en vista de la supraregionalidad de la situación de emergencia se reserva
al Gobierno Federal la iniciativa para la lucha eficaz contra esta situación y se
amplían sus competencias de apoyo a las fuerzas de policía de los Estados
federados; el Gobierno Federal puede, entre otras cosas, utilizar por propia iniciativa
unidades de las fuerzas armadas. Por el contrario, no está previsto que éstas, en
caso de tal utilización, puedan emplear armas específicamente militares, tal y como
son precisas en las medidas a adoptar de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG. El
tenor literal del art. 35 párr. 3 inciso 1 LF, que permite el empleo de las fuerzas
armadas únicamente “en apoyo” a las fuerzas de policía de los Estados federados,
esto es, sólo en el ejercicio de una función estatal, y el objetivo normativo que de ello
se deriva del mero apoyo a los Estados federados por parte de la Federación,
excluyen su empleo con armamento típicamente militar a la luz del art. 87 a párr. 2
LF, incluso en la lucha contra estados de emergencia por catástrofe de ámbito
supraregional.
Esto también se confirma en los trabajos preparatorios del art. 35 párr. 3 inciso 1 LF,
ya que el legislador de reforma constitucional no previó en este precepto ningún
motivo para regular el empleo de las fuerzas armadas y de sus medios de acción de
forma distinta del art. 35 párr. 2 inciso 2 LF. Después de que, a la vista de esta
disposición, se hubiera expresado que en el marco del auxilio a los Estados
federados también está permitido el ejercicio de las funciones de tipo policial, la
correspondiente declaración relativa al art. 35 párr. 3 inciso 1 LF era obviamente tan
evidente que se podía renunciar a declaraciones al respecto en los materiales
legislativos (vid. BOPF V/2873, p. 10 sobre el art. 35 párr. 2 y 3). Esto es defendible
en vista del uso común del lenguaje esencialmente de los objetivos de actuación con
el mismo contenido “en ayuda” en el art. 35 párr. 2 inciso 2 LF y “en apoyo” en el art.
35 párr. 3 inciso 1 LF (vid. también al respecto Cl. Arndt, cit.). También la directriz de
auxilio del ministro federal de defensa de 8 de noviembre de 1988 parte en el título A
núm. 5 en relación con el núm. 4 y en el título C núm. 16, como si fuera algo
evidente, de que las competencias, así como la forma y el alcance del auxilio del
Ejército federal no se distinguen entre sí en los casos del art. 35 párr. 2 inciso 2 y del
art. 35 párr. 3 inciso 1 LF. Tampoco prevén en el apoyo a las fuerzas de policía de
los Estados federados de acuerdo con el art. 35 párr. 3 inciso 1 LF una utilización de
las fuerzas armadas con armas específicamente militares en la forma prevista en el
§ 14 párr. 3 LuftSiG.
b) El § 14 párr. 3 LuftSiG tampoco está, además, en relación a la garantía de la
dignidad humana del art. 1 párr. 1 LF (aa), en consonancia material con el art. 2 párr.
2 inciso 1 LF, en tanto autoriza a las fuerzas armadas a disparar a aviones en los
que se encuentran personas víctimas de un ataque a la seguridad del tráfico aéreo
en el sentido del § 1 LuftSiG (bb). Sólo en tanto las medidas de actuación del § 14
párr. 3 LuftSiG se dirijan contra un avión no tripulado o contra la persona o personas
a quienes se ha de imputar tal ataque, no se encuentra el precepto con reparos
materiales de constitucionalidad (cc).
aa) El derecho fundamental a la vida garantizado por el art. 2 párr. 2 inciso 1 LF se
somete, de acuerdo con el art. 2 párr. 2 inciso 3 LF, a la reserva de ley (vid. también
supra bajo C I). La ley limitadora debe, sin embargo, por su parte, considerarse a la
luz de este derecho fundamental y de la garantía de la dignidad humana del art. 1
párr. 1 LF, que se vincula estrechamente con él. La vida humana es la base vital de
la dignidad humana como principio constitutivo fundamentador y valor constitucional
superior (vid. BVerfGE 39, 1 <42>; 72, 105 <115>; 109, 279 <311>). Todo ser
humano posee en su condición de persona esta dignidad, sin atención a sus
cualidades, su situación física o psíquica, sus capacidades y su estatus social (vid.
BVerfGE 87, 209 <228>; 96, 375 <399>). No se puede privar de ella a nadie. Ahora
bien, es susceptible de ser lesionada la pretensión de respeto que de ella se deriva
(vid. BVerfGE 87, 209 <228>). Ello rige también con independencia de la duración
previsible de la vida humana individual (vid. la BVerfGE 30, 173 <194> sobre el
derecho de la persona al respeto de su dignidad incluso tras la muerte).
Al Estado, en vista de esta relación entre el derecho a la vida y la dignidad humana,
le está prohibido, por un lado, afectar con sus medidas el derecho fundamental a la
vida, infringiendo la prohibición de despreciar la dignidad humana. Por otra parte,
también está obligado a proteger toda vida humana. Este deber de protección obliga
al Estado y a sus órganos a adoptar una posición protectora y de fomento ante la
vida de cualquier particular; esto significa, ante todo, protegerla también frente a
ataques e injerencias antijurídicas por parte de terceros (vid. BVerfGE 39, 1 <42>;
46, 160 <164>; 56, 54 <73>). Este deber de protección se fundamenta así mismo en
el art. 1 párr. 1 inciso 2 LF, que obliga al Estado expresamente a respetar y proteger
la dignidad humana (vid. BVerfGE 46, 160 <164>; 49, 89 <142>; 88, 203 <251>).
Lo que esta obligación significa en concreto para la actuación estatal no se puede
concretar para todos los casos de forma definitiva (vid. BVerfGE 45, 187 <229>; 96,
375 <399 s.>). El art. 1 párr. 1 LF protege a la persona no sólo frente a la
degradación, la estigmatización, la persecución, la proscripción y otras conductas
similares por parte de terceros o del propio Estado (vid. BVerfGE 1, 97 <104>; 107,
275 <284>; 109, 279 <312>). Partiendo de la concepción del legislador
constitucional, conforme a la cual forma parte de la esencia humana
autodeterminarse en libertad y desarrollarse libremente, y el particular puede exigir
ser reconocido en la comunidad fundamentalmente como miembro con los mismos
derechos y con valor autónomo (vid. BVerfGE 45, 187 <227 s.>), el deber de
respetar y proteger la dignidad humana excluye más bien con carácter general hacer
de la persona un mero objeto del Estado (vid. BVerfGE 27, 1 <6>); 45, 187 <228>;
96, 375 <399>). De esta forma, está prohibido por antonomasia todo trato de la
persona por parte del poder público que ponga fundamentalmente en duda su
calidad de sujeto, su estatus como sujeto de derecho (vid. BVerfGE 30, 1 <26>; 87,
209 <228>; 96, 375 <399>), faltando al respeto del valor que corresponde a todo ser
humano por sí mismo, por el mero hecho de ser persona (vid. BVerfGE 30, 1 <26>;
109, 279 <312 s.>). Cuándo exista ese trato se ha de determinar en el caso concreto
en vista de la situación específica en la que se puede llegar al caso conflictivo (vid.
BVerfGE 30, 1 <25>; 109, 279 <311>).
bb) Según este parámetro, el § 14 párr. 3 LuftSiG tampoco es compatible con el art.
2 párr. 2 inciso 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF, en tanto se ven afectadas por el
derribo del avión personas que, como su tripulación y los pasajeros, no han tenido
ninguna influencia en la causación del incidente aéreo de naturaleza no militar
previsto en el § 14 párr. 3 LuftSiG.
aaa) En la situación en que estas personas se encuentran en el momento en que se
produce la orden de ataque directo con uso de armas contra el avión que ha
producido el incidente aéreo de acuerdo con el § 14 párr. 4 inciso 1 LuftSiG, debe
partirse, de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG, de que el avión es utilizado contra la
vida humana. El avión debe haber sido convertido, como se apunta en la exposición
de motivos de la ley, en arma de ataque por quienes lo han hecho caer en su poder
(vid. BOPF 15/2361, p. 20 sobre el § 13 párr. 1), debe ser utilizado por los propios
autores como arma, y no meramente como medio auxiliar en la comisión del hecho
dirigido contra la vida humana (vid. BOPF 15/2361, p. 21 sobre el § 14 párr. 3), que
se mantiene en el ámbito en el que el avión debe ser derribado. En esta situación
límite, en la que es importante el alcance espacial de un avión que se encuentra en
vuelo, los pasajeros y la tripulación se encuentran típicamente en una situación sin
salida. No pueden influenciar sus circunstancias vitales al margen de lo que otros
decidan.
Esto los convierte en objeto no sólo de los autores. También el Estado los trata
como mero objeto de su acción de protección de otros si en esta situación adopta la
medida defensiva del § 14 párr. 3 LuftSiG. La imposibilidad de hallar una solución y
la inevitabilidad que caracterizan la situación de los pasajeros del avión afectado en
su condición de víctimas existen también respecto de quienes ordenan el derribo del
avión y lo ejecutan. La tripulación y los pasajeros del avión no pueden escapar a
esta actuación del Estado sobre la base de circunstancias que en absoluto pueden
dominar, sino que se les imponen sin que puedan defenderse ni recibir ayuda, con la
consecuencia de que se les disparará a propósito al mismo tiempo que al avión y a
consecuencia de ello, con una probabilidad rayana en la certeza, encontrarán la
muerte. Tal tratamiento desprecia a los afectados como sujetos con dignidad y
derechos inalienables. Al utilizarse su muerte como medio para que otros se salven
son cosificados, y al mismo tiempo, privados de derechos; al disponerse de sus
vidas por parte del Estado se priva a los pasajeros del avión, que como víctimas
también precisan protección, del valor que corresponde a todo ser humano por el
mero hecho de serlo.
bbb) Esto sucede además en circunstancias que no permiten esperar que en el
momento en el que, de acuerdo con el § 14 párr. 4 inciso 1 LuftSiG, hay que decidir
sobre la ejecución de una medida de actuación de acuerdo con el § 14 párr. 3
LuftSiG, pueda valorarse la situación fáctica siempre correctamente y teniendo en
cuenta todas las circunstancias. Tampoco se excluye que se produzcan formas de
comportamiento que dejen de hacer necesario el empleo de las medidas. Según los
conocimientos que la Sala ha obtenido a partir de las alegaciones escritas
presentadas en este proceso y de las manifestaciones en la vista oral, no se puede
partir de que siempre se puedan comprobar con la certeza necesaria los
presupuestos fácticos necesarios para la orden y ejecución de tal medida.
(1) En particular, la Asociación de Pilotos ha apuntado que ya la comprobación de
que existe un incidente aéreo grave en el sentido del § 13 párr. 1 LuftSiG, y de que
éste supone el peligro de un accidente especialmente grave, está plagada, según la
situación objetiva, de gran inseguridad. Esta comprobación sólo puede realizarse
con certeza en raras ocasiones. El punto neurálgico en la valoración de la situación
es en qué medida la tripulación del avión posiblemente afectado todavía puede
comunicar el intento o el resultado del secuestro de un avión a quienes deben
adoptar la decisión en tierra. Si esto no es posible, la base fáctica adolece desde el
principio del defecto que supone una interpretación errónea.
También los conocimientos que se obtendrían por medio de las medidas de
aclaración y control de acuerdo con el § 15 párr. 1 LuftSiG son, en la opinión de la
Asociación de Pilotos, incluso en una situación atmosférica ideal, en cualquier caso
vagos. La aproximación de cazas de intercepción a un avión que se ha vuelto
llamativo está sometida a límites en vista de los peligros que con ella se relacionan.
Conocer la posibilidad, la situación y los sucesos a bordo de tal avión está, por lo
tanto, limitado incluso en caso de contacto visual – que a menudo sólo se puede
establecer con dificultades -. Las valoraciones que afectan a los hechos transmitidos
en relación a la motivación y los objetivos del secuestrador de un avión siguen
siendo en estas circunstancias en general hasta el último momento especulativas. El
peligro en la aplicación del § 14 párr. 3 LuftSiG consiste, pues, en que la orden de
derribo sobre la base de hechos no confirmados se produce demasiado pronto,
cuando el empleo de fuerza armada se adopta en el marco temporal existente a
disposición, por regla general extraordinariamente corto, todavía a tiempo con vistas
al éxito y sin puesta en peligro desproporcionada de terceros no intervinientes. Para
que esta utilización sea eficaz debe, pues, de antemano aceptarse que la medida
posiblemente no sea necesaria en absoluto. En otras palabras, se tendrá que
reaccionar a menudo desproporcionadamente por exceso.
(2) Puntos de apoyo al hecho de que esta valoración puede basarse en un
presupuesto irreal, y ser por tanto desacertada, no se han visto en el procedimiento.
Por el contrario, también la Organización Independiente de Tripulantes de Cabina
(UFO) ha señalado de forma creíble que la decisión a adoptar por el ministro federal
de defensa o su sustituto de acuerdo con el § 14 párr. 4 inciso 1 en relación con el
párr. 3 LuftSiG, debe producirse sobre la base de informaciones no confirmadas.
Debido a la complicada comunicación llena de fallos entre el personal de cabina y el
piloto a bordo de un avión involucrado en un incidente aéreo, por un lado, y entre el
piloto y los responsables de la decisión en tierra, por otro lado, así como habida
cuenta de que la situación a bordo del avión puede cambiar en minutos, incluso en
segundos, es prácticamente imposible para quienes deben decidir en tierra con una
presión temporal extrema decidir de forma fiable acerca de si se dan o no los
presupuestos del § 14 párr. 3 LuftSiG. Por regla general, por tanto, la decisión puede
adoptarse sólo con base en sospechas, pero no en conocimientos comprobados.
Esta valoración le parece convincente a la Sala, además porque el proceso
complicado, en varias fases y dependiente de un cierto número de personas con
capacidad de decisión y de partícipes, que debe recorrerse según los §§ 13 a 15
LuftSiG, hasta que se pueda llegar a una medida de acuerdo con el § 14 párr. 3
LuftSiG, en un caso real exigiría un lapso temporal no precisamente corto. En vista
del proporcionalmente pequeño espacio aéreo de la República Federal de Alemania,
por tanto, no existe sólo una inmensa presión temporal a la hora de tomar una
decisión, sino también el peligro de tomar decisiones precipitadas.
ccc) Aun cuando en el ámbito de la defensa preventiva en numerosas ocasiones no
se pueden evitar por completo las incertidumbres del pronóstico, es absolutamente
inaceptable en el ámbito de vigencia del art. 1 párr. 1 LF, sobre la base de una
habilitación legal, matar dolosamente a personas inocentes que, como la tripulación
y los pasajeros de un avión secuestrado, se encuentran en una situación
desesperada para ellos, aceptando incluso tales imponderables. Aquí no se trata de
decidir cómo habría que calificar penalmente el derribo producido y la orden con él
relacionada (vid. al respecto y sobre casos similares, por ejemplo, OGHSt 1, 321
<331 ss., 335 ss.>; 2, 117 <120 ss.>; Roxin, Strafrecht, Allgemeiner Teil, T. I, 3ª ed.
1997, p. 888 s.; Erb, en: Münchener Kommentar zum Strafgesetzbuch, T. 1, 2003, §
34 nm. 117 ss.; Rudolphi, en: Systematischer Kommentar zum Strafgesetzbuch, T. I,
Allgemeiner Teil, comentario previo al § 19 nm. 8 <actualizado a abril de 2003>;
Kühl, Strafgesetzbuch, 25ª ed. 2004, comentario previo al § 32 nm. 31;
Tröndle/Fischer, Strafgesetzbuch, 52ª ed. 2004, comentario previo al § 32 nm. 15, §
34 nm. 23; Hilgendorf, en: Blaschke/Förster/Lumpp/ Schmidt, Sicherheit statt
Freiheit?, 2005, p. 107 <130>). Para el enjuiciamiento jurídico-constitucional sólo es
decisivo que el legislador no habilite mediante la creación de una competencia legal
para adoptar medidas de la forma regulada en el § 14 párr. 3 LuftSiG contra
personas inocentes que no han tomado parte, no considere estas medidas conforme
a Derecho y de esta forma las permita. No se pueden compatibilizar, en su condición
de uso no militar de las fuerzas armadas, con el derecho a la vida y la obligación del
Estado de respetar y proteger la dignidad humana.
(1) Así - a diferencia de lo que se argumenta habitualmente –, no se puede suponer
que quien, como miembro de la tripulación o pasajero, sube a un avión consienta
presuntamente en su derribo, y de esta forma en su propia muerte, en caso de que
se produzca un incidente aéreo en el sentido del § 13 párr. 1 LuftSiG, que tenga
como consecuencia una medida defensiva de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG.
Tal presuposición carece de trasfondo realista y no es nada más que una ficción
ajena a la vida real.
(2) Tampoco la apreciación de que quienes se encuentran como no partícipes a
bordo de un avión que es empleado contra la vida de otras personas en el sentido
del § 14 párr. 3 LuftSiG deben ser sacrificadas, priva del carácter de una infracción
contra el derecho a la dignidad de estas personas al homicidio de personas
inocentes vinculado, por regla general, con una de las medidas de actuación a
adoptar de acuerdo con este precepto en una situación en la que no hay para ellos
otra salida. La vida y la dignidad humana disfrutan, sin tener en cuenta la duración
de la existencia física de la persona en particular, de la misma protección jurídico-
constitucional (vid. supra bajo C I, II 2 b aa). Quien niega esto o lo pone en cuestión
priva a quienes, como las víctimas de un secuestro aéreo, se encuentran en una
situación de necesidad que para ellos no ofrece alternativa alguna, del respeto que
les corresponde por su dignidad humana (vid. supra bajo C II 2 b aa, bb aaa).
Al respecto también se producen aquí incertidumbres en relación a la situación
fáctica. Las inseguridades que caracterizan la valoración de la situación en el ámbito
de aplicación de los §§ 13 a 15 LuftSiG en general (vid. lo precedente bajo C II 2 b
bb bbb) influyen necesariamente también en el pronóstico relativo a cuánto pueden
vivir todavía las personas que se encuentran a bordo de un avión que ha sido
convertido en arma de ataque, y si todavía existe la posibilidad de un salvamento.
Por este motivo, no puede realizarse en el caso concreto una declaración fiable
relativa a que la vida de estas personas “ya se ha perdido”.
(3) Otra valoración tampoco justifica la asunción de que quien a bordo de un avión
es retenido en poder de las personas que quieren utilizar el avión como arma en el
sentido del § 14 párr. 3 LuftSiG contra la vida de otras personas, es parte de esta
arma y debe ser tratado en consonancia con ello. Esta interpretación, precisamente,
expresa sin rodeos que las víctimas de tal suceso ya no son percibidas como
personas, sino que se las ve como partes de una cosa, y de esta forma son
cosificadas. No se puede hacer compatible con el concepto del ser humano de la
Ley Fundamental y la idea de la persona como un ser que está concebido para
autodeterminarse en libertad (vid. BVerfGE 45, 187 <227>), y que por ello no debe
convertirse en mero objeto de la acción estatal.
(4) La idea de que el particular está obligado, en interés de todo el Estado, en caso
de necesidad a sacrificar su vida, si sólo de esta forma es posible garantizar la
comunidad jurídicamente organizada ante ataques que pretenden su derrumbe y
destrucción (así, por ejemplo, Enders, en: Berliner Kommentar zum Grundgesetz, T.
1, art. 1 nm. 93 <actualizado a julio de 2005>) no lleva en cualquier caso a un
resultado distinto. Al respecto, la Sala no tiene que decidir si y en su caso en qué
circunstancias puede extraerse de la Ley Fundamental un deber solidario más allá
del mecanismo de protección creado con la regulación del estado de emergencia.
Pues en el ámbito de aplicación del § 14 párr. 3 LuftSiG no se trata de la defensa
frente a ataques que están orientados a la supresión de la comunidad o a la
destrucción del Ordenamiento liberal del Estado de Derecho.
Los §§ 13 a 15 LuftSiG, en el marco de la defensa preventiva, están al servicio de
evitar la causación de accidentes especialmente graves en el sentido del art. 35 párr.
2 inciso 2 y párr. 3 LF. Tales accidentes pueden estar motivados políticamente,
como lo demuestra la exposición de motivos de la ley, pero también por criminales
sin propósito político o por autores individuales trastornados (vid. BOPF 15/2361, p.
14). Incluso aunque en el caso concreto se apoyen en motivos políticos, como
muestra la conexión de los §§ 13 ss. LuftSiG en el sistema de la lucha frente a
catástrofes de acuerdo con el art. 35 párr. 2 inciso 2 y párr. 3 LF, se presuponen
sucesos que no pretenden poner en cuestión al propio Estado y su existencia. Para
la admisión de un deber de sacrificio en el sentido expuesto no existe en estas
circunstancias espacio alguno.
(5) Por último, tampoco se puede justificar el § 14 párr. 3 LuftSiG aludiendo al deber
estatal de protección a favor de aquellos contra cuya vida se utiliza el avión como
arma en el sentido del § 14 párr. 3 LuftSiG.
Al Estado y sus órganos corresponde un amplio margen de libertad a la hora de su
enjuiciamiento, valoración y configuración en el cumplimiento de tales deberes de
protección (vid. BVerfGE 77, 170 <214>; 79, 174 <202>; 92, 26 <46>). A diferencia
de los derechos fundamentales como derechos subjetivos de defensa, los deberes
de protección estatal que se desprenden del contenido objetivo de los derechos
fundamentales están básicamente indeterminados (vid. BVerfGE 96, 56 <64>).
Corresponde básicamente a los órganos estatales decidir cómo se cumplen esos
deberes de protección, conforme a su propia responsabilidad (vid. BVerfGE 46, 160
<164>; 96, 56 <64>). Esto es aplicable también a la obligación de proteger la vida
humana. Ahora bien, precisamente en vista de este bien protegido en casos
particularmente señalados, cuando no se pueda conseguir de otra forma una
efectiva protección de la vida, se podría reducir la posibilidad de elegir los medios de
cumplimiento de la obligación de protección a la elección de un medio determinado
(vid. BVerfGE 46, 160 <164 s.>). Pero la elección sólo puede tener lugar entre
aquellos medios cuyo empleo esté en consonancia con la Constitución.
Esto es lo que falta en el caso del § 14 párr. 3 LuftSiG. La orden y ejecución del
ataque directo a un avión con uso de armas según este precepto desatiende el
hecho de que también las víctimas secuestradas en el avión tienen derecho a la
protección estatal de su vida. No sólo se les impide acceder a esta protección por
parte del Estado, sino que el propio Estado ataca la vida de estas personas
desprotegidas. De esta forma, la actuación conforme al § 14 párr. 3 LuftSiG
desatiende, como se ha señalado, la cualidad de sujetos de estas personas en una
forma incompatible con el art. 1 párr. 1 LF y la prohibición de matar que se deriva de
él en relación al Estado. No cambia nada el hecho de que este suceso deba servir a
proteger y mantener la vida de otras personas.
cc) Por el contrario, el § 14 párr. 3 LuftSiG es compatible con el art. 2 párr. 2 inciso 1
en relación con el art. 1 párr. 1 LF en tanto el ataque directo con uso de armas se
dirija contra un avión no tripulado o exclusivamente contra las personas que quieren
utilizar el avión como arma contra la vida de las personas que se encuentran en
tierra.
aaa) En este sentido, la orden y ejecución de una medida de actuación de acuerdo
con el § 14 párr. 3 LuftSiG no se opone a la garantía de la dignidad humana del art.
1 párr. 1 LF. Esto se entiende sin más en las medidas contra aviones no tripulados,
pero rige también en el otro caso. Quien, como aquellos que quieren utilizar un avión
como arma para destruir la vida humana, ataca antijurídicamente los bienes jurídicos
de otros, no se coloca como mero objeto de la actuación estatal en su cualidad
básica de sujeto (vid. supra bajo C II 2 b aa) cuando el Estado se defiende contra el
ataque antijurídico y, en cumplimiento de su deber de protección frente a aquellos
cuya vida será destruida, pretende defenderse. Por el contrario, se corresponde
precisamente a la posición subjetiva del atacante que se le imputen personalmente
las consecuencias de la conducta que ha decidido adoptar y se le haga responsable
por los hechos que ha puesto en marcha. Por este motivo, no se le perjudica en su
derecho al respeto de la dignidad humana que también a él le corresponde.
Al respecto no cambian nada tampoco las incertidumbres que se pueden producir en
el control acerca de si se dan efectivamente los presupuestos de la orden y
ejecución de una medida de actuación de acuerdo con el § 14 párr. 3 (vid. supra
bajo C II 2 b bb bbb). Estas incertidumbres, en los casos del tipo aquí expuesto, no
son comparables con las que se han de aceptar con carácter general cuando a
bordo del avión, además de los autores, también se encuentran los miembros de la
tripulación y pasajeros. Si quienes tienen el avión en su poder no quieren utilizar a
éstos como arma, esto es, la sospecha al respecto no está fundada, pueden darlo a
conocer con motivo de las medidas preventivas ejecutadas conforme al § 15 párr. 1
und § 14 párr. 1 LuftSiG, por ejemplo a causa de la amenaza de fuerza armada o de
un disparo de advertencia, fácilmente por medio de la cooperación, por ejemplo,
cambiando el rumbo o haciendo aterrizar el aparato, que no suponen un peligro.
También tienen lugar las especiales dificultades, que se pueden producir a la vista
de la comunicación entre el personal de cabina posiblemente amenazado por los
autores y el piloto, y entre éste y los responsables de la decisión en tierra. Por ello,
es más bien posible aquí comprobar de forma suficientemente fiable y también a
tiempo que un avión será utilizado como arma en un derribo querido.
Si no existe un punto de apoyo relativo a de que se encuentran a bordo de un avión
que se ha vuelto llamativo personas no intervinientes, las incertidumbres todavía
existentes se refieren – por ejemplo, en relación a los motivos que subyacen al
incidente aéreo – a un suceso que ha sido resuelto por la actuación de éstos y
puede ser evitado, contra el que exclusivamente se dirige la medida defensiva de
acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG. Otros imponderables relacionados con ello se
ha de imputar, pues, al ámbito de responsabilidad del autor.
bbb) La normativa del § 14 párr. 3 LuftSiG, en tanto se emplea sólo contra las
personas abordo de un avión que quieren utilizar como arma contra la vida de las
personas, también hace justicia a las exigencias del principio de proporcionalidad.
(1) El precepto está al servicio del objetivo de salvar vidas humanas. Esto, en vista
del valor superior que se otorga a la vida humana en el Ordenamiento constitucional
de la Ley Fundamental (vid. supra bajo C I), constituye un objetivo normativo de tal
peso que puede justificar la injerencia grave en el derecho fundamental a la vida de
los autores a bordo del avión.
(2) Por último, el § 14 párr. 3 LuftSiG no es inapropiado para conseguir este objetivo
de protección, porque no se puede excluir que sea requerido en el caso concreto por
una medida de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG (vid. BVerfGE 30, 292 <316>; 90,
145 <172>; 110, 141 <164>). Al margen de las incertidumbres apuntadas en la
valoración y en el pronóstico (vid. supra bajo C II 2 b bb bbb), son imaginables
situaciones en las que se puede comprobar con fiabilidad que abordo de un avión
convertido en un incidente aéreo sólo se encuentran los autores que toman parte en
el hecho, y también se puede considerar de forma suficientemente segura que con el
empleo de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG no se producirán consecuencias
perjudiciales para la vida de las personas que se encuentran a bordo. Que se de tal
situación fáctica o no depende de la valoración de la situación en el caso concreto.
Si ello lleva a la valoración segura de que en el avión sólo se encuentran los autores,
y al pronóstico de que por medio del derribo del avión se puede evitar el peligro para
las personas amenazadas por éste que se encuentran en tierra, se justifica el
resultado que se quiere conseguir con el § 14 párr. 3 LuftSiG. Por este motivo no se
puede determinar con carácter general la inadecuación de este precepto para
conseguir el objetivo que se propone.
(3) También se da en tal caso la necesidad de la normativa para alcanzar el objetivo,
porque no se ve otro medio de igual eficacia pero que no perjudique el derecho a la
vida del autor o lo haga de forma menos gravosa (vid. BVerfGE 30, 292 <316>; 90,
145 <172>; 110, 141 <164>). Ante todo, el legislador ha adoptado en los §§ 5 a 12
LuftSiG un amplio abanico de medidas que están todas predispuestas en el sentido
del § 1 LuftSiG para servir a la protección frente a ataques a la seguridad del tráfico
aéreo, especialmente frente a secuestros aéreos, actos de sabotaje y ataques
terroristas (en particular, vid. ya supra bajo A I 2 b bb aaa [1]). A pesar de ello, el
legislador ha considerado necesario elaborar con los §§ 13 a 15 LuftSiG normas con
especiales poderes de injerencia y medidas de protección para el caso de que
debido a un grave incidente aéreo sea de temer la producción de un accidente
especialmente grave en el sentido del art. 35 párr. 2 inciso 2 o párr. 3 LF, que llegan
hasta el punto de habilitar, con los presupuestos del § 14 párr. 3 LuftSiG, como
ultima ratio a atacar un avión directamente con uso de armas. Subyace a ello la
valoración incontrovertible de que tampoco las numerosas medidas que se adoptan
de acuerdo con los §§ 5 a 11 LuftSiG, así como la ampliación de funciones y
competencias del capitán de la aeronave por el § 12 LuftSiG, de acuerdo con la
experiencia, pueden ofrecer protección segura absoluta ante un uso de los aviones
para fines criminales. En relación a otras imaginables medidas de protección no
puede regir nada distinto.
(4) La habilitación para el ataque directo con uso de armas contra un avión en el que
sólo se encuentran personas que quieren usar éste en el sentido del § 14 párr. 3
LuftSiG es, por último, también proporcional en sentido estricto. El derribo de tal
avión supone, de acuerdo con el resultado de la ponderación general entre la
gravedad de la injerencia en derechos fundamentales que con él se relaciona y el
peso de los bienes jurídicos a proteger (vid. sobre ello BVerfGE 90, 145 <173>; 104,
337 <349>; 110, 141 <165>), una medida defensiva adecuada, exigible a los
afectados, cuando existe la certeza de que se dan los presupuestos típicos.
(a) La injerencia en los derechos fundamentales tiene un gran peso, porque la
ejecución de la medida de actuación de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG lleva,
con probabilidad rayana en la certeza, a la muerte de los ocupantes del avión. Pero
éstos, en los casos que aquí se recogen, son los que en su condición de autores han
causado la necesidad del ataque estatal, y pueden evitar este ataque en todo
momento apartándose de la realización de su plan delictivo. Quienes tienen en su
poder el avión son los que determinan de forma relevante el transcurso de los
hechos a bordo, pero también en tierra. Sólo se puede llegar a su homicidio cuando
es posible reconocer con seguridad que el avión que controlan será utilizado para
matar a personas, y se mantienen en este propósito aunque son conscientes del
peligro que ello supone para su vida. Esto disminuye el peso de la injerencia en los
derechos fundamentales dirigida contra ellos.
Por otra parte, aquellos cuyas vidas deben ser protegidas por la medida de ataque
de acuerdo con el § 14 párr. 3 LuftSiG en cumplimiento del deber estatal de
protección, no tienen por lo general, en el marco del derribo pretendido del avión, la
posibilidad de defenderse contra el ataque que se planea contra ellos, en particular
esquivarlo.
(b) Además, se ha de observar que por medio de la aplicación del § 14 párr. 3
LuftSiG en tierra no sólo pueden verse afectadas instalaciones altamente peligrosas,
sino también pueden morir personas que se encuentran en el territorio en el que
según se prevé caerán los restos del avión al que se ha atacado con uso de armas.
El Estado también está obligado en virtud de la Constitución a la protección de la
vida – y la salud – de estas personas. Ello no puede quedar al margen en una
decisión a adoptar de acuerdo con el § 14 párr. 4 inciso 1 LuftSiG.
Pero este aspecto no afecta a la situación jurídica de la normativa adoptada en el §
14 párr. 3 LuftSiG, sino a su aplicación en el caso concreto. No debe darse, según la
posición adoptada en el procedimiento, cuando se debe esperar con seguridad que
en tierra se causen daños a personas al caer partes del avión sobre territorios
densamente habitados, o que incluso pudieran perder la vida. Respecto de la
cuestión relativa a si el precepto satisface también las exigencias de la adecuación
jurídico-constitucional, basta la comprobación de que son imaginables casos en los
que el ataque directo en el tráfico aéreo a un avión sólo ocupado con atacantes
puede apartar el peligro para la vida de aquellos frente a los cuales el avión era
utilizado como arma, sin que se ataque por medio del derribo al mismo tiempo la
vida de otros. Este es el caso como ya se ha apuntado (vid. supra bajo C II 2 b cc
bbb [2]). El § 14 párr. 3 LuftSiG, en tanto permite el ataque directo con uso de armas
contra un avión no tripulado o sólo ocupado con atacantes, también es proporcional
en el sentido más estricto.
ccc) El cláusula del contenido esencial del art. 19 párr. 2 LF no excluye tal medida
frente a este círculo de personas. En vista de la extraordinaria situación excepcional
de la que parte el § 14 párr. 3 LuftSiG, sigue manteniéndose intacto el contenido
esencial del derecho fundamental a la vida en el caso aquí presupuesto por la
injerencia en derechos fundamentales relacionada con este precepto, en tanto
importantes intereses de protección de terceros legitiman la injerencia y se observa
el principio de proporcionalidad (vid. BVerfGE 22, 180 <219 s.>; 109, 133 <156>).
Ambos presupuestos se dan en el sentido de las declaraciones realizadas (vid. infra
C II 2 b cc bbb).
III.
Estas resoluciones judiciales han venido precedidas de una pugna mantenida entre los padres de los
menores de edad con las autoridades educativas del centro escolar. En un primer momento, los pa-
dres exigieron la retirada de los crucifijos, rehusando llevar a sus hijos a la escuela en tanto estuviera
colocado a la vista de los mismos. Ante ello, el colegio sustituyó los crucifijos por una cruz sin cuerpo
más pequeña ubicada encima de la puerta. Posteriormente, el problema se reprodujo habiendo cam-
biado sus hijos de aula, adoptándose la misma solución anteriormente citada. Sin embargo, el colegio
anunció a los padres que no podría comprometerse a mantener en ulteriores cambios de clase el
compromiso acordado con los padres. Fue a resultas de ello cuando los padres incoaron la vía judicial
(A I 2 y 3). De manera indirecta, el recurso de amparo tiene por objeto el art. 13,1.3 del Reglamento
escolar para las escuelas públicas de Baviera que--en ejecución de las leyes bávaras sobre educa-
ción e instrucción pública y en la reguladora de la escuela primaria-- apoya la presencia de tales sím-
bolos religiosos (A I. 1).
libertad religiosa del art. 4,1 LF en el caso de los menores y, segundo, el propio
derecho fundamental de los padres del art. 6,2 LF a decidir si sus hijos han de
participar o no en la clase de religión.
La BVerfGE. 93, 1, antes de analizar si la presencia de crucifijos supone una
lesión de los derechos fundamentales aducidos, rebate diferentes presupuestos
mantenidos por los órganos jurisdiccionales a quo, que sirven al Tribunal
Constitucional Federal para ubicar adecuadamente el debate iusfundamental. En
primer lugar, citado Tribunal niega que el crucifijo pueda ser reputado
exclusivamente como un elemento de la cultura occidental, sino que –apoyándose
en un análisis de la realidad—afirma que aquél expresa hoy, como antes, un
símbolo específico del cristianismo (A II 2 d; C I 2 b).343 Pero es que, además, en
segundo lugar, el Bundesverfassungsgericht rechaza la interpretación conforme a la
cual la minoría tiene una obligación de tolerancia respecto a la mayoría; en este
particular caso, a los sentimientos religiosos mayoritariamente asumidos en la
sociedad, en la medida en que la función de los derechos fundamentales en un
Estado democrático es la protección de las minorías (A II 1), y ello sin perjuicio de
que pueda corresponderse al legislador dotar de una mayor protección a ciertas
expectativas que gozan de una mayor raigambre social.344 Con arreglo a estos
presupuestos fácticos y jurídicos, el Tribunal entra a analizar el fondo del asunto, a
partir, primero, de la precisión del objeto y contenido de las normas
iusfundamentales aducidas por los recurrentes (arts. 4,1 y 6,2 LF) para, después--
aplicando la doctrina hasta sus últimas consecuencias345-- precisar si los hechos
343
Según reconoce el Tribunal Constitucional Federal, constituiría una profanación de la cruz, en con-
tra de la autocomprensión del cristianismo y de las iglesias cristianas, si […] se la quisiera ver como
mera expresión de la tradición occidental o como muestra de culto sin específica conexión con una
creencia. Por su parte, el voto particular interpuesto por los magistrados Seidl, Söllner y Hass entien-
de que la cruz constituye un elemento consustancial a la cultura occidental y encarna, en realidad, los
valores comunes a todas las religiones existentes, por lo que por sí mismo no debe de considerarse
una medida adecuada para vulnerar los derechos fundamentales alegados. Véase ISENSEE, Josef,
Die Zukunftsfähigkeit des deutschen Staatskirchenrechts. Gegenwärtige Legitimationsprobleme en IS-
ENSEE/REES/RUFFNER, (edits.), Dem Staate, was des Staates - der Kirche, was der Kirche ist?
Festschrift für Joseph Listl zum 70. Geburtstag, Duncker & Humblot, Berlín, 1999, pág. 67 y ss. Tam-
bién puede consultarse un debate al amparo de estas posiciones doctrinales STREITHOGEN, Hein-
rich -Basilius (edit.), Das Kruzifixurteil. Deutschland vor einem neuen Kulturkampf?, Ullstein, Frankfurt,
1995.
344
Véase sobre la relación entre el principio de neutralidad Estado y la tutela de las expectativas reli-
giosas A. HOLLERBACH, Alexander, ISENSEE, Josef, LEHMANN, Karl y MAIER, Hans (edits.), Das
Kreuz im Widerspruch, Herder, Friburgo, 1996, pág. 12 y ss.
345
Este seguramente haya sido el principal déficit en el análisis reciente de las resoluciones del Tribu-
nal Constitucional español (SSTC 38/2007, 80/2007, 87/2007, 127/2007), que han tenido la ocasión
de pronunciarse sobre el contenido del derecho que los Acuerdos celebrados con la Santa Sede en
objeto de enjuiciamiento son idóneos para lesionar tales normas en el marco
también de los límites que se deducen de la Grundgesetz.
De acuerdo con el Bundesverfassungsgericht, de la dimensión subjetiva del
derecho fundamental a la libertad religiosa del art. 4,1 LF deriva la facultad de
sustraerse a las actividades de otros credos, objeto en el que se inserta
evidentemente la posibilidad de apartarse de los símbolos que representan una
creencia (C II 1). Parecida dimensión se halla implícita en el art. 6,2 LF, que
garantiza el derecho de los padres a educar a los hijos en cuestiones religiosas,
permitiendo mantenerlos alejados de las creencias que les parezcan falsas o
perjudiciales (C II 1).346 Subsumiendo los elementos del caso al objeto de tales
derechos, el Tribunal pone de manifiesto determinados aspectos que, prima facie,
habrían de conducir a la violación de los derechos que se reconocen en tales
disposiciones. En primer lugar, contrariamente a lo que han mantenido los tribunales
a quo acerca de que la presencia del crucifijo en las aulas no supondría una
confrontación con la simbología religiosa diferente a la que se produce en las
situaciones cotidianas, el Tribunal afirma que en el ámbito escolar la obligatoriedad
de la enseñanza y su sucesión durante un largo plazo temporal impide tanto a los
menores como a sus padres sustraerse a las creencias católicas que se transmiten a
través del crucifijo, inevitabilidad que no tiene lugar en la realidad cotidiana (C I 2
a).347 En segundo lugar, la presencia de un crucifijo en las escuelas públicas es
susceptible de lesionar tal dimensión subjetiva por otro motivo: la minoría de edad de
los alumnos de la escuela pública. La minoría de edad de los escolares y la inferior
madurez propia de los mismos hace que la presencia de un crucifijo en el aula sea
1979 atribuyen a la Iglesia Católica en orden a seleccionar a los profesores encargados de impartir la
asignatura de religión. Véase en la doctrina española LÓPEZ CASTILLO, Antonio, Educación en valo-
res. Ideología y religión en la escuela pública, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid,
2007.
3
346
BVerfGE 41, 29 [44, 47). Véase esta cuestión RESS, Wilhelm, Katholische Schule und Religionsun-
terricht als Verwirklichung von Religionsfreiheit. Kirchenrechtlicher Anspruch und staatliche Normier-
ung en ISENSEE/REES/RUFFNER (edits.), Dem Staate, was des Staates - der Kirche, was der
Kirche ist?, ob. cit., pág. 367 y ss. No aparece reseñada en la Sentencia del Tribunal Constitucional.
la relevante cuestión del ejercicio de los derechos fundamentales por parte de los menores de edad.
Sobre ello, en la doctrina española, ALÁEZ CORRAL, Benito Minoría de edad y derechos fundamen-
tales, Tecnos, Madrid, 2003, pág. 42 y ss.
347
El Tribunal Constitucional Federal afirma que la posibilidad de sustraerse al crucifijo por parte de
los discentes en el ámbito de la enseñanza podría producirse en el caso de que los padres matricula-
sen a sus hijos en una escuela privada, reconocida en el art. 7.4 LF. Sin embargo, aquél. reconoce
que no todos disponen de los medios económicos adecuados para poder acudir a las escuelas priva-
das (C II 2 a).
capaz de desempeñar una función de adoctrinamiento en el credo católico (A II 1). 348
En tercer lugar, la idoneidad de la presencia de crucifijos en las escuelas públicas
para vulnerar la dimensión subjetiva de los arts. 4,1 y 6,2 LF reside en que la
publicidad religiosa y la influencia se produce por el Estado y no la sociedad, siendo
aquella notablemente más reforzada que la propia de esta última (C II 1). 349 En
consecuencia, la inevitabilidad, la minoría de edad de quienes han de estudiar ante
el crucifijo y el hecho de que éste se difunda precisamente por parte del Estado
hacen que la presencia de cruces en las aulas de los colegios públicos pueda
considerarse, en principio, una medida idónea como para lesionar la dimensión
subjetiva de los derechos de los arts. 4,1 y 6,2 LF.350
Sin embargo, como señala el propio Tribunal los citados derechos-- como
todos los reconocidos en la Grundgesetz-- se hallan sometidos a límites (C II 3). Dos
de dichos límites se encuentran en el art. 7 LF, que dirige primero al Estado un
mandato de organización del sistema educativo—pudiendo elegir los objetivos
educativos y los itinerarios formativos—y segundo, disponiendo que la enseñanza
religiosa es asignatura ordinaria en las escuelas públicas.351 La cuestión
fundamental, entonces, es hasta dónde le es posible llegar al Estado en ejercicio de
las facultades y los mandatos impuestos por el art. 7 LF sin que tal cosa suponga, al
mismo tiempo, una lesión de la libertad religiosa negativa del art. 4 LF. La solución a
la presente cuestión pretende ser solventada por parte del Tribunal con arreglo al
principio de concordancia práctica, del que se derivaría la regla del mínimo
348
BVerfGE 52, 223 (249). Mucho más que si la confrontación simbólica tiene lugar en los estadios pos-
teriores de la formación de la personalidad de los menores, en los que se va generando paulatina-
mente un mayor espíritu crítico, capaz de soslayar el contenido religioso del crucifijo (A II 4).
349
Eso es lo que justificó también que el Tribunal Constitucional declarara inconstitucional también la
presencia de crucifijos en sus Salas: BVerfGE 35, 366 (375). Esta cuestión que ha sido tratada en la
doctrina española por ALÁEZ CORRAL, Benito, Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la
relación escolar, Revista española de derecho constitucional, Revista Española de Derecho Constitu-
cional, Nº 67, 2003, pág. 89 y ss
350
Para un análisis más extenso de estos fundamentos puede verse CZERMAK, Gerhard Der Kruzifix-
Beschluß des Bundesverfassungsgerichts, seine Ursachen und seine Bedeutung, Neue Juristische
Wochenschrift, 1995, pág. 3348 y ss. y en el mismo número de la citada revista FLUME, Wener, Das
Kruzifixurteil, pág. 2904 y ss. Véase también KALB/POTZ/ SCHINKELE, Das Kreuz in Klassenzimmer
und Gerichtssaal, Plöchl, Freistadt, 1995, pág. 88 y ss.
351
Acerca de dichos límites, en particular, al derecho de los padres del art. 6,1 LF véanse las BVerfGE
34, 165 (182); BVerfGE 47, 46 (71.). Como reconoce el Bundesverfassungsgericht, estas normas de
estructura principial pueden colisionar con la dimensión subjetiva de los derechos fundamentales de
los arts. 4,1 LF y 6,2 LF siendo inviable el poder compatibilizarlas en todos los casos en la institución
estatal (C II 3a).
indispensable de elementos coercitivos religiosos (C II 3 a). Así planteado el debate,
el citado órgano afirma que la ubicación de crucifijos en la escuela sobrepasa ese
mínimo indispensable, en la medida en que el crucifijo simboliza el núcleo esencial
de las convicciones cristianas (C II 3 a y b), erigiéndose así en una medida
inconstitucional. Sin embargo, a este resultado no ha llegado el Tribunal
Constitucional en el caso de la normativa sobre las escuelas interconfesionales
cristianas del art. 135, 2 de la Constitución de Baviera, ya que en este concreto caso
el crucifijo no desempeña la función transmitir unas creencias, sino del esfuerzo por
hacer realidad la personalidad autónoma en el ámbito religioso-ideológico.352
352
BVerfGE 41, 65 (66 y 79 ss.). Véase también en parecido sentido la BVerfGE 41, 29 (62).
BVerfGE 93, 1 - Crucifijo
Directrices
2. El § 13 párr. 1 inciso 3 del Reglamento escolar para las escuelas públicas de Ba-
viera es incompatible con el art. 4 núm. 1 LF y por tanto nulo.
Fallo:
1. El § 13 párr. 1 inciso 3 del Reglamento escolar para las escuelas públicas de Ba-
viera (Volksschulordnung - VSO) de 21 de junio de 1983 (Boletín legislativo p. 597)
es incompatible con el artículo 4 párrafo 1 de la Ley Fundamental y por tanto nulo.
Fundamentos:
A.
I.
"La escuela apoya a los titulares del derecho a la educación en lo que respecta
a la educación religiosa de los hijos. La oración escolar, el servicio religioso es-
colar y la devoción escolar son distintas formas que adopta este apoyo. En
cada aula de clase se ha de colocar una cruz. Profesores y escolares están
obligados a respetar los sentimientos religiosos de todos”.
2. Los recurrentes 3) a 5) son los hijos menores de edad en edad escolar de los re-
currentes 1) y 2). Éstos son seguidores de la ideología antroposofista que sigue la
doctrina de Rudolf Steiner y educan a sus hijos en este sentido. Desde la escolariza-
ción de la hija mayor, la recurrente 3), se oponen a que en las aulas escolares ocu-
padas por sus hijos se hayan colocado al principio crucifijos y más adelante cruces
sin cuerpo. Defienden que por medio de estos símbolos, en particular por medio de
la representación de un “cuerpo masculino moribundo”, se influye sobre sus hijos en
el sentido del cristianismo; ello colisiona con sus ideas sobre la educación, y en par-
ticular con su ideología.
Temporalmente los tres niños acudieron a una escuela Waldorf; pero debido a la ca-
rencia de medios financieros necesarios sólo fue una tentativa pasajera de solución
del conflicto.
b) La apelación dirigida contra esta decisión fue rechazada por el Tribunal Conten-
cioso-Administrativo Superior. En su opinión, carecía de motivo para la adopción de
una medida cautelar. La anticipación del objetivo perseguido con el procedimiento
sobre el fondo del asunto no es admisible porque a los recurrentes no se les causa-
ría con la espera un perjuicio inadmisible e irreparable. Los hijos acuden desde 1986
a la escuela pública. Desde entonces los padres podrían haberse opuesto a la colo-
cación de cruces, pero sólo han presentado la demanda en febrero de 1991. Ade-
más, las autoridades escolares se han mostrado dispuestas a alcanzar en cierto
modo un acuerdo. En estas circunstancias se ha de exigir a los recurrentes 1) y 2)
que busquen, colaborando de la forma más leal posible con la escuela, una solución
interina aceptable para ellos. La visión de una cruz o de un crucifijo es una carga in-
significante en comparación; los hijos se pueden ver confrontados con esta imagen
en cualquier otro sitio.
II.
1. Amueblar con cruces y crucifijos las aulas escolares incumple el deber estatal de
neutralidad religioso-ideológica. La cruz es el símbolo destacado y representativo de
la religión cristiana; desde hace siglos es la esencia simbólica del credo específica-
mente cristiano, fundamentalmente del sufrimiento y del poder de Cristo. Con la co-
locación de cruces en los espacios estatales el Estado hace pública su adhesión al
credo cristiano. Al mismo tiempo, favorece una sutil influencia sobre los escolares al
apoyar la creencia cristiana, pues ejerce una coerción a la que no se puede escapar
debido al deber de escolarización, diariamente y a lo largo de varios años para que
acepten, contra sus propias convicciones religiosas o las de sus padres, una cruz o
un crucifijo. Precisamente los niños y jóvenes son fácilmente influenciables; su capa-
cidad para defenderse frente a la influencia y formarse un juicio crítico es muy infe-
rior a la de los adultos. Este perjuicio no está justificado ni por el derecho estatal de
organización escolar de acuerdo con el art. 7 párr. 1 LF ni por la libertad positiva de
religión de otros escolares o de sus padres derivada del art. 4 párr. 1 LF. El punto de
vista opuesto, como se recoge en las decisiones impugnadas, supone una perver-
sión inconstitucional del sentido de lo que significa la libertad religiosa. Ésta otorga al
ciudadano particular un derecho de defensa frente al Estado; el art. 4 párr. 1 LF pre-
tende precisamente la protección de las minorías. De esta forma no es posible afir-
mar que la colocación de símbolos de la religión mayoritaria en las aulas escolares
estatales sea parte de la libertad religiosa positiva de una mayoría de la población.
Las decisiones impugnadas, al hacer derivar del art. 4 LF un derecho de la mayoría
frente a la minoría, en virtud del cual la minoría debe tolerar y respetar actos oficiales
y atributos religiosos en los espacios estatales como ejercicio positivo de la religión
de la mayoría, convierten la protección del art. 4 LF en su contrario.
En tanto que de la sentencia del Tribunal Constitucional Federal sobre la oración es-
colar se desprende otra cosa, no es posible apoyarse en ella. Además, de acuerdo
con decisiones más recientes de los tribunales especializados el deber de neutrali-
dad religiosa de la escuela ya se lesiona cuando un solo docente lleva prendas de
ropa durante la hora de clase que suponen una clara alusión a sus convicciones reli-
giosas (prohibición del vestido típico “Bhagwan”, vid. BVerwG, NVwZ 1988, p. 937;
BayVGH, BayVBl. 1985, p. 721; OVG Hamburgo, NVwZ 1986, p. 406). El que las au-
toridades escolares hagan colgar crucifijos o cruces en las aulas comunes de las es-
cuelas básicas y primarias superiores produce un efecto publicitario incomparable-
mente más fuerte y masivo y una influencia religiosa especialmente intensa. Por tan-
to, se trata no de un acto de práctica individual de la religión, por el que una persona
da a conocer su mera pertenencia a una determinada comunidad religiosa, sino de
una publicidad e influencia religiosa que es consecuencia de la autoridad estatal.
2. Los derechos fundamentales de los padres derivados del art. 6 párr. 2 LF y del art.
4 párr. 1 LF se lesionan porque éstos deben exponer a sus hijos a una influencia reli-
giosa o ideológica que contradice sus propias ideas educativas.
Por lo demás, la colocación de cruces en las escuelas públicas lesiona la libertad re-
ligiosa garantizada en el art. 9 párr. 1 del Convenio para la Protección de los Dere-
chos Humanos y de las Libertades Fundamentales (CPDHLF) así como el art. 2 inci-
so 2 del protocolo adicional al convenio de 20 de marzo de 1952. Además, los recu-
rrentes se remiten a una sentencia del Tribunal Federal suizo de 26 de septiembre
de 1990 (EuGRZ 1991, p. 89), en la que este tribunal afirma una lesión de las nor-
mas de la convención y de las disposiciones de contenido similar de la Constitución
Federal suiza.
III.
1. El primer ministro bávaro, que ha expresado el parecer del Gobierno bávaro, con-
sidera infundado el recurso de amparo constitucional. El § 13 párr. 1 inciso 3 VSO es
el resultado del mandato contenido en el art. 135 inciso 2 de la Constitución bávara
(CB), considerado constitucional por el Tribunal Constitucional Federal (BVerfGE 41,
65), de que los escolares de las escuelas primarias elementales bávaras deben reci-
bir clases y ser educados de acuerdo con los principios del credo cristiano. En ello
se comprenden los valores y las normas que – fuertemente influenciados por el cris-
tianismo – se han convertido en patrimonio de la cultura occidental. Con la coloca-
ción de cruces escolares las escuelas primarias elementales bávaras educan de
acuerdo con estos principios sin intervenir en cuestiones teológicas de manera que
se contradiga la neutralidad religioso-ideológica del Estado. Que otros escolares se
puedan sentir afectados en su libertad positiva de credo no afecta a los derechos de
los recurrentes. En la hora de clase común no tiene lugar una publicidad misionera
por medio de la cruz. Tampoco se tocan tangencialmente los derechos de los recu-
rrentes cuando en el marco de la clase de religión o de la oración escolar la cruz
prescinde de su carácter de símbolo general y se convierte en un símbolo específico
de una creencia. Pues en la clase de religión no tienen que participar los recurren-
tes, y pueden evitar de forma razonable la oración escolar. El derecho a hacer res-
petar su propia ideología encuentra sus límites en la libertad religiosa positiva de ter-
ceros y en el mandato de tolerancia que de ella se desprende. En Baviera, la nece-
saria sintonía entre los dos derechos educativos independientes, por un lado del Es-
tado con base en el art. 7 párr. 1 LF, por otro de los padres con base en el art. 6
párr. 2 LF, se ha producido de forma particularmente expresiva, de manera que el
pueblo del Estado ha votado mayoritariamente en un referéndum a favor de las es-
cuelas interconfesionales de influencia cristiana reguladas en el art. 135 CB. La pro-
tección de la creencia religiosa de una minoría solicitada por los recurrentes, por
ello, no puede valorarse sin atender a la forma de escuela organizada con rango
constitucional a raíz de esa votación . El preámbulo de la Ley Fundamental habla de
la responsabilidad ante Dios. De acuerdo con la impresión general prejurídica, los le-
gisladores habrían tenido presente un concepto de Dios cristiano-occidental. La cruz
escolar no va más allá de esta declaración, pero por otra parte concreta justamente
esta responsabilidad que el constituyente, por su parte, ha descubierto por sí mismo.
2. En lo que respecta a la tesis de la Iglesia católica la secretaría de la conferencia
episcopal alemana ha presentado un dictamen del Instituto de Derecho Eclesiástico
del Estado de las Diócesis de Alemania. Allí se señala que las invocaciones religio-
sas como la que aquí es contestada están permitidas en las escuelas interconfesio-
nales públicas. Con la colocación de una cruz de pared en el aula escolar, el Estado
no se identifica en modo alguno con la religión cristiana. Ni la cruz es un material de
clase ni exige el § 13 párr. 1 inciso 3 VSO una relación de contenido de la clase con
la cruz. Antes bien, el precepto se relaciona con la idea constitucionalmente irrepro-
chable de que la escuela apoya a los padres en la educación religiosa de los hijos y
la fomenta; del deber de neutralidad del Estado sólo se desprende que la escuela no
debe tener vocación misionera ni exigir simpatía hacia los contenidos de la fe cristia-
na. La interpretación del recurrente, por el contrario, se revela como una defensa de
la escuela laica o sin religión, que ha de ser apartada de invocaciones religiosas por
completo. Con ello se desconoce que el art. 4 LF protege tanto la forma de expre-
sión negativa como positiva de la libertad religiosa en la misma medida frente a intro-
misiones estatales. Para acudir a la escuela obligatoria las concepciones religiosas e
ideológicas han sido relevantes. Pero de hecho es imposible tener en cuenta en la
escuela todas las concepciones religioso-ideológicas y todas las ideas educativas.
La escuela no debe limitarse a enseñar de forma completamente neutral; su educa-
ción se extiende a la transmisión de valores inmateriales. Estos deben ser transmiti-
dos de forma apelativa y acudiendo a símbolos y formas de expresión históricamen-
te palpables y usuales. La libertad religiosa negativa del recurrente está aquí limitada
por la libertad religiosa positiva de aquellos padres que desean para sus hijos una
educación cristiana, y por el derecho escolar estatal. El Estado secular de la Ley
Fundamental se somete al mandato de la no identificación, por otro lado, se obliga a
una neutralidad positiva y abierta. En estrecha relación con ello se encuentra el man-
dato de tolerancia como encuadramiento objetivo ulterior del art. 4 LF. Los derechos
fundamentales enfrentados se compensan en el sentido de una práctica concordan-
cia. Los recurrentes podrían exigir también que en una escuela administrada bajo la
vigencia del art. 135 inciso 2 CB no se reprimieran otras religiones e ideologías ex-
pulsándolas de la vida escolar y que se ofreciera a su ideología tolerancia en el sen-
tido de respeto y atención. Pero lo que no pueden exigir es que su libertad negativa
de credo tenga rango absoluto en perjuicio de los escolares que quieren ser educa-
dos en una creencia religiosa y la quieren profesar, no dejando así espacio alguno
para el ejercicio de la libertad positiva de creencias. Por medio de la representación
de la cruz como símbolo de las creencias cristianas más allá de las diferencias entre
las diversas confesiones los recurrentes se ven confrontados con una cosmovisión
religiosa en la que se afirma la fuerza de la imaginería de la creencia cristiana. Pero
ello no les lleva a un conflicto religioso-ideológico constitucionalmente inadmisible.
No se les obliga diariamente a manifestar en público su actitud de rechazo, antes
bien, siguen teniendo la posibilidad de una inobservancia meramente pasiva.
B.
El recurso de amparo es admisible.
Los recurrentes han agotado la vía judicial (§ 90 párr. 2 inciso 1 BVerfGG). Con la
decisión del Tribunal Contencioso-Administrativo Superior se produce una decisión
en última instancia que concluye el procedimiento de tutela judicial cautelar. Sin em-
bargo, el principio de subsidiariedad puede oponerse en tales casos a la admisibili-
dad del recurso de amparo cuando se produce una infracción constitucional que no
se refiere especialmente al procedimiento de urgencia sino que plantea cuestiones
que igualmente se pueden plantear en el procedimiento sobre el fondo del asunto,
de forma que éste último es apropiado para resolver las quejas constitucionales
planteadas (vid. BVerfGE 77, 381 [401]; 80, 40 [45]). Por otra parte, sin embargo, el
recurrente no debe ser reenviado al procedimiento sobre el fondo del asunto cuando
la lesión de los derechos fundamentales se produce por la decisión de urgencia o
cuando la decisión no depende de ulteriores aclaraciones fácticas o jurídicas y exis-
ten los presupuestos bajo los cuales, de acuerdo con el § 90 párr. 2 inciso 2
BVerfGG, se puede prescindir del requisito del agotamiento de la vía judicial (vid.
BVerfGE 79, 275 [279]).
Estos presupuestos se dan aquí. En tanto los recurrentes alegan una lesión de la tu-
tela judicial cautelar del art. 19 párr. 4 LF por la negativa, promueven una lesión de
derechos fundamentales que concierne especialmente al procedimiento de urgencia.
En lo que atañe a la otra lesión (jurídico-material) de los derechos fundamentales no
es necesaria una ulterior aclaración fáctica o jurídica simple. En particular, los tribu-
nales especializados se han ocupado de forma amplia en las decisiones apuntadas
con las importantes cuestiones jurídicas. No es de esperar del procedimiento sobre
el fondo del asunto que añada nada. Pero no les es exigible a los recurrentes, en
vista del transcurso del tiempo y de la progresión en la formación escolar, que se les
haga esperar a la finalización del proceso principal.
C.
I.
1. El art. 19 párr. 4 LF abre la vía judicial contra cualquier lesión de derechos subjeti-
vos debida a una conducta de los poderes públicos. Se garantiza no sólo el derecho
formal a acudir a los tribunales, sino también la tutela judicial efectiva (vid. BVerfGE
35, 263 [274]; 35, 382 [401 s.] con ulteriores referencias). Tutela judicial efectiva sig-
nifica también tutela judicial en un plazo adecuado. De ello se deriva que la tutela ju-
dicial otorgada por los tribunales principalmente en el procedimiento de urgencia tie-
ne que anticiparse cuanto sea posible a la aparición de hechos consumados que,
después, cuando de acuerdo con una medida en el control judicial (definitivo) se
descubra que son antijurídicos, no puedan ya corregirse con carácter retroactivo
(vid. BVerfGE 37, 150 [153]; 65, 1 [70]). De ello se desprenden para los tribunales
requisitos en la interpretación y aplicación de las correspondientes disposiciones le-
gales sobre la tutela judicial urgente (vid. BVerfGE 49, 220 [226]; 77, 275 [284]). Por
ejemplo, los tribunales especializados, en lo que respecta a la interpretación y apli-
cación del § 123 VwGO, están obligados a garantizar la tutela judicial cautelar cuan-
do el solicitante se ve amenazado por una importante lesión de sus derechos que la
decisión sobre el fondo del asunto no puede estar en condiciones de evitar, salvo
que se opongan a ello excepcionalmente importantes razones de considerable peso
(vid. BVerfGE 79, 69 [74 s.]).
II.
Las decisiones impugnadas lesionan además los derechos fundamentales de los re-
currentes 1) y 2) consagrados en el art. 4 párr. 1 en relación con el art. 6 párr. 2 inci-
so 1 LF y los derechos fundamentales de los recurrentes 3) a 5) consagrados en el
art. 4 párr. 1 LF. Se basan en el § 13 párr. 1 inciso 3 VSO, que, por su parte, es in-
compatible con la Ley Fundamental y por tanto nulo.
1. El art. 4 párr. 1 LF protege la libertad de creencias. La decisión a favor o en contra
de una creencia es, pues, asunto del particular, no del Estado. Al Estado no le está
permitido ni imponer ni prohibir una creencia o una religión. A la libertad de creen-
cias no pertenece, sin embargo, sólo la libertad de tener una creencia, sino también
la libertad de vivir y actuar de acuerdo con las propias creencias que se tengan (vid.
BVerfGE 32, 98 [106]). En particular la libertad de credo garantiza la participación en
las actividades de culto que una creencia prescribe o en las que se expresa. Ello se
corresponde a su vez con la libertad de apartarse de las actividades de otro credo
que no se comparte. Esta libertad se relaciona igualmente con los símbolos que re-
presentan una creencia o una religión. El art. 4 párr. 1 LF permite que el particular
decida qué símbolos religiosos reconocer y venerar y cuáles rechaza. Ahora bien, en
una sociedad en la que hay espacio para diferentes credos no tiene derecho a exigir
que se le mantenga apartado de manifestaciones religiosas, actos de culto y símbo-
los religiosos. De ello se ha de diferenciar la situación creada por el Estado en la que
el particular se ve expuesto sin posibilidad de escape a la influencia de un determi-
nado credo, a las actividades en las que éste se manifiesta, y a los símbolos con los
cuales se representa. En esta medida el art. 4 párr. 1 LF despliega su efecto de ase-
guramiento de la libertad justamente en ámbitos vitales que no deja a la autoorgani-
zación social, sino que deben ser atendidos por el Estado (vid. BVerfGE 41, 29
[49]). Por tanto es preciso tener también en cuenta el art. 140 LF en relación con el
art. 136 párr. 4 WRV, que expresamente prohíbe forzar a alguien a participar en for-
mas de ejercicio de una religión.
Unido al art. 6 párr. 2 inciso 1 LF, que garantiza a los padres el cuidado y la educa-
ción de sus hijos como derecho natural, el art. 4 párr. 1 LF comprende también el de-
recho a educar a los hijos en cuestiones religiosas e ideológicas. Es cuestión de los
padres transmitir a sus hijos las convicciones en cuestiones religiosas e ideológicas
que consideren correctas (vid. BVerfGE 41, 29 [44, 47 f.]). Ello se corresponde con
el derecho a mantener a los hijos alejados de las creencias que a los padres les pa-
rezcan falsas o perjudiciales.
Ciertamente, a lo largo de los siglos numerosas tradiciones cristianas se han ido in-
troduciendo en las bases culturales comunes de la sociedad, de las cuales tampoco
se pueden separar los opositores al cristianismo y los críticos de su herencia históri-
ca. Pero de ellas se deben diferenciar los contenidos específicos de la religión cris-
tiana o de una determinada confesión cristina incluyendo sus representaciones ritua-
les y su manifestación simbólica. Una confesión estatal con estos contenidos religio-
sos, que se imponga también a los terceros que entren en contacto con el Estado,
afecta a la libertad religiosa. De ello ha partido el Tribunal Constitucional Federal ya
en la decisión acerca de la constitucionalidad de las escuelas interconfesionales de
carácter cristiano en el sentido que tiene en Baden, cuando afirmó que la afirmación
admitida del cristianismo se relaciona en primer lugar con el reconocimiento del fac-
tor informador de la cultura y de la formación tal y como se ha desarrollado en la his-
toria occidental, no en contra de las verdades religiosas de la religión cristiana. Sólo
con esta limitación está legitimada esta afirmación, incluso frente a no cristianos, por
medio de la influencia continuada de los hechos históricos (vid. BVerfGE 41, 29
[52]).
La cruz es, hoy al igual que en el pasado, un símbolo específico del cristianismo. Es
en realidad su símbolo. Simboliza la liberación de la humanidad del pecado original
por medio de la muerte en sacrificio de Cristo, pero al mismo tiempo de la victoria de
Cristo sobre el diablo y la muerte y su dominio sobre el mundo, sufrimiento y triunfo
a la vez (vid. la palabra “cruz” en: Höfer/Rahner [Hrsg.], Lexikon für Theologie und
Kirche, 2ª. ed. 1961, Tomo 6, Sp. 605 ss.; Fahlbusch entre otros [Hrsg.], Evangelis-
ches Kirchenlexikon, 3ª. ed. 1989, Tomo 2 Sp. 1462 ss.). Para los creyentes cristia-
nos, por ello, es en muy diversas formas objeto de adoración y ejercicio de piedad.
El dotar a un edificio o una habitación de la cruz se comprende hasta hoy como el
reconocimiento espiritual del poseedor de que comparte la creencia cristiana. Para
los no cristianos o ateos la cruz, debido a la significación que le otorga el cristianis-
mo y que ha tenido en la historia, es la expresión simbólica de determinadas creen-
cias y el símbolo de su expansión misionera. Sería una profanación de la cruz, en
contra de la autocomprensión del cristianismo y de las iglesias cristianas, si, como
en las decisiones impugnadas, se la quisiera ver como mera expresión de la tradi-
ción occidental o como muestra de culto sin específica conexión con una creencia.
El vínculo religioso de la cruz se desprende también claramente del contexto del §
13 párr. 1 VSO.
c) Tampoco se puede negar a la cruz la influencia que ejerce sobre los escolares,
como hacen las decisiones impugnadas.
Ahora bien, es correcto que con la colocación de la cruz en las aulas no se está co-
accionando a una identificación o a un testimonio o forma de conducta. Igualmente
tampoco se desprende de ello que las clases en materias profanas estén influencia-
das por la cruz o por las verdades religiosas simbolizadas en ella y las formas de
comportamiento que exigen. Pero en ello no se agotan los posibles efectos de la
cruz. La educación escolar no sirve sólo para aprender las técnicas culturales bási-
cas y desarrollar capacidades cognitivas. Debe promover también el desarrollo de
las capacidades emocionales y afectivas del escolar. La vida escolar está organiza-
da para fomentar el desarrollo completo de la personalidad y especialmente para in-
fluir en su comportamiento social. En este contexto adquiere significado la cruz en el
aula de clase. Tiene una función de llamada y muestra los contenidos de la creencia
que simboliza como paradigmáticos y dignos de ser seguidos. Esto ocurre además
frente a personas que debido a su juventud todavía no tienen convicciones firmes,
que primero tienen que aprender capacidad de crítica y formación de su propio punto
de partida y que por ello son especialmente influenciables desde el punto de vista
mental (vid. BVerfGE 52, 223 [249]).
El art. 7 párr. 1 LF, en todo caso, otorga al Estado un mandato educativo (vid. BVerf-
GE 34, 165 [181]). No sólo tiene que organizar la educación escolar y erigir escue-
las, sino que también puede fijar los objetivos educativos y los itinerarios formativos.
En ello es independiente de los padres (vid. BVerfGE 34, 165 [182]; 47, 46 [71 s.]).
Por consiguiente, no es que puedan producirse conflictos entre la educación escolar
y familiar. Más bien es inevitable que las diferentes convicciones religiosas e ideoló-
gicas de los escolares y de sus padres colisionen de forma particularmente intensa.
Tal equilibrio no exige del Estado que en el cumplimiento del encargo educativo que
le otorga el art. 7 párr. 1 LF renuncie completamente a los aspectos religioso-ideoló-
gicos. Un Estado que garantiza ampliamente la libertad de credo y de esta forma se
obliga a una neutralidad religioso-ideológica, no puede abandonar las convicciones
valorativas y los criterios sobre los que se basa la convivencia social y de los cuales
también depende el cumplimiento de sus propias funciones. La religión cristiana y
las iglesias cristianas, da igual como se quiera valorar hoy su herencia, han tenido
una enorme capacidad de influencia. Las tradiciones de pensamiento, experiencias y
modelos de comportamiento que se retrotraen a ellas no pueden ser indiferentes
para el Estado. Ello se aplica en especial medida a las escuelas, en las que los fun-
damentos culturales de la sociedad se conservan y se renuevan especialmente. Por
ello, el Estado que obliga a los padres a mandar a sus hijos a la escuela pública
debe tener en cuenta la libertad religiosa de esos padres que quieren una educación
con influencia religiosa. La Ley Fundamental lo ha reconocido así, al permitir en el
art. 7 párr. 5 LF escuelas ideológicas o confesionales estatales, al establecer la cla-
se de religión como materia ordinaria (art. 7 párr. 3 LF) y a mayores otorgar espacio
para una activa participación en las convicciones religiosas (vid. BVerfGE 41, 29
[49]; 52, 223 [240 s.]).
D.
Por tanto el precepto que subyace a la contienda del § 13 párr. 1 inciso 3 VSO es in-
compatible con los mencionados derechos fundamentales y se ha de declarar nulo.
Las decisiones impugnadas en el presente procedimiento de amparo han de ser re-
vocadas. Puesto que el proceso en cuanto al fondo está pendiente de resolución por
el Tribunal Contencioso-Administrativo Superior, se le ha de remitir el asunto (§ 95
párr. 2 BVerfGG). La regulación del reembolso de los gastos se apoya en el § 34 a
párr. 2 BVerfGG.
I.
"Art. 131
(1) ...
(2) Los objetivos formativos superiores son el temor de Dios, el respeto a las
convicciones religiosas y a la dignidad del ser humano, el autocontrol, el senti-
do de responsabilidad y la disposición a asumir responsabilidades, el altruismo,
la sensibilidad a la verdad, la bondad y la belleza y el sentido de la responsabi-
lidad respecto de la naturaleza y el medio ambiente.
En lo que respecta a las escuelas primarias el art. 135 CB preveía originalmente es-
cuelas confesionales o interconfesionales con primacía de las confesionales. A cau-
sa del desarrollo político-educativo (vid. sobre ello BVerfGE 41, 65 [79 ss.]) esta dis-
posición constitucional fue modificada por medio de referéndum por la Ley de Refor-
ma del art. 135 de la Constitución del Estado Libre de Baviera de 22 de julio de 1968
(Boletín legislativo p. 235). Desde entonces dice lo siguiente:
"Art. 135
Las escuelas primarias públicas son escuelas comunes para todos los niños en
edad escolar. En ellas los escolares reciben clase y son educados de acuerdo
con los principios de la religión cristiana. Los detalles se regulan en el Regla-
mento escolar para las escuelas públicas”.
II.
La libertad de creencias del art. 4 párr. 1 LF, lo que no ha sido tenido en cuenta por
la mayoría de la Sala, es fortalecida y recalcada por la garantía del ejercicio sin per-
turbaciones de la religión en el art. 4 párr. 2 LF (vid. BVerfGE 24, 236 [245 s.]). El
art. 4 párr. 1 y 2 LF asegura conjuntamente al particular un espacio para la participa-
ción activa en sus convicciones religiosas. Por tanto, si es irreprochable constitucio-
nalmente una oración escolar voluntaria y supraconfesional (vid. BVerfGE 52, 223),
lo mismo vale para la cruz en el aula de clase. El Estado concede, así, espacio a la
libertad positiva de credo en un ámbito que ha tomado bajo su cuidado y en el cual
son relevantes todas las ideas religiosas e ideológicas de todos (vid. BVerfGE 41, 29
[49]; 52, 223 [241]).
El daño psíquico y la carga mental que tienen que soportar los escolares no cristia-
nos debido a la visión obligatoria de la cruz durante la clase sólo tiene proporcional-
mente un peso inferior. No se supera el mínimo de elementos coactivos que en esta
relación debe ser aceptado por los escolares y sus padres (vid. BVerfGE 41, 29
[51]). Los escolares no están obligados a una forma especial de comportamiento o
de ejercicio religioso ante la cruz. Por ello – a diferencia de lo que ocurre con la ora-
ción escolar (vid. BVerfGE 52, 223 [245 ss.]) – no están obligados a manifestar por
medio de su falta de participación sus distintas convicciones ideológico-religiosas.
De antemano se excluye el peligro de que sean discriminados.
Los escolares tampoco se ven influidos misionalmente por la cruz en las aulas de
forma no permitida constitucionalmente (vid. BVerfGE 41, 29 [51]). De la cruz en las
aulas no se deriva una influencia inmediata sobre los contenidos formativos y los ob-
jetivos educativos en el sentido de una propagación de los contenidos de la fe cris-
tiana. Además, hay que partir de las especiales relaciones en Baviera. Allí, el escolar
– incluso fuera del ámbito eclesiástico más estricto- se ve confrontado todos los días
con la visión de la cruz en muchos otros ámbitos de su vida. A título de ejemplo cabe
mencionar únicamente los cruceros que en Baviera se encuentran con frecuencia,
las muchas cruces en edificios seculares (como hospitales y asilos de ancianos,
pero también hoteles y restaurantes) y finalmente las cruces que también existen en
las viviendas particulares. En tales circunstancias la cruz en el aula de clase se man-
tiene dentro de lo normal; no se le atribuye un carácter misionero.
III.
1. Puede quedar en tela de juicio en tanto puedan existir dudas sobre la admisibili-
dad de los recursos de amparo porque posiblemente en el entretiempo el recurso del
recurrente ha desaparecido, por ejemplo por un cambio de escuela de los recurren-
tes 3) a 5) o porque se sacan los crucifijos que todavía permanecían en las aulas –
sólo a ello se refería la solicitud de los recurrentes en el proceso de tutela judicial
cautelar -. La admisibilidad del recurso de amparo, no obstante, no puede afirmarse
aquí por los mismos motivos que en caso de pérdida del objeto del recurso en el pro-
cedimiento sobre el fondo del asunto (vid. BVerfGE 41, 29 [43]). Pues la aceptación
de un interés permanente del demandante en la acción declarativa no atiende sufi-
cientemente a las especialidades del proceso de tutela judicial cautelar, cuyo signifi-
cado se agota en la regulación de una situación únicamente transitoria. Por ello esta
cuestión relativa a la interpretación jurídica aquí mantenida, según la cual el recurso
de amparo no está fundamentado, no tiene que ser tratada con mayor profundidad.
El principio de la tutela judicial efectiva tampoco obliga al tribunal a “sondear” las po-
sibilidades de una solución de compromiso equivalente para hacer “innecesaria” una
medida cautelar. Es dudoso si la esencia del principio de la tutela judicial efectiva co-
rresponde a una directiva procesal que aspira a hacer “innecesaria” una sentencia
del tribunal. Sin embargo, no necesita la dirección de una audición de avenimiento
en el proceso de tutela judicial cautelar porque corresponde a la discreción del tribu-
nal qué regulación en particular se toma en el marco del requerimiento de tutela judi-
cial (doctrina y jurisprudencia dominantes, vid. las citas en Kopp, VwGO, 1994, § 123
nm. 17), en caso de que se den los presupuestos para la adopción de una medida
cautelar. Pero si – como sucede en este caso – de acuerdo con la interpretación del
tribunal no se dan los presupuestos para la adopción de una medida cautelar, enton-
ces la cuestión está conclusa para sentencia y se ha de rechazar la solicitud, pues
no puede ordenarse desde la perspectiva de la tutela judicial efectiva que se consiga
el acuerdo de las partes, por medio de una audición judicial de avenimiento, que no
hubiera sido posible en la vía judicial que se tomó.
Haas
4.4. Libertad religiosa, cargos públicos y multiculturalismo
BVerfGE 41, 29 (63); BVerfGE 52, 223 (247); BVerfGE 93, 1 (21 y ss.).
357
Véase al respecto ISENSEE, Josef, Private islamische Bekenntnisschulen: zur Ausnahme vom Ver-
fassungsprinzip der für alle gemeinsamen Grundschule en Muckel, Stefan (edit.), Kirche und Religion
im sozialen Rechtsstaat. Festschrift für Wolfgang Rüfner zum 70. Geburtstag , Duncker & Humblot,
Berlin, 2003, pág. 355 y ss.
358
Cfr. las BVerfGE 19, 206 (216); BVerfGE 24, 236 (246); BVerfGE 33, 23 (28); BVerfGE 93, 1 (17).
359
Cuestión enteramente distinta es si dicha expectativa resulta excluida de la
garantía iusfundamental como consecuencia de su delimitación en el ámbito escolar
de la libertad religiosa negativa de los discentes (art. 4.1 LF) o del derecho de los
padres a determinar la educación de sus hijos (art. 6.2 LF), de acuerdo también con
el principio de neutralidad del Estado, en su vertiente de prohibición de
adoctrinamiento religioso estatal.360 Con la finalidad de resolver tal cuestión, el
Bundesverfessunsgericht pone de manifiesto que el velo musulmán—de forma
contraria a lo que supone el crucifijo—no constituye la expresión inequívoca de un
símbolo religioso (B II 5a).361 Al amparo de informes de expertos—que darían un
fundamento empírico a dicha interpretación--, el Tribunal Constitucional Federal
dispone que el velo musulmán, aunque, en efecto, puede ser portado con un
contenido religioso--reconociendo expresamente que en este supuesto puede
generar una confrontación con los sentimientos religiosos de los discentes y de sus
padres--en muchas ocasiones, es utilizado en el ámbito musulmán, no en un sentido
religioso, sino como una expresión de la conservación de la propia identidad y
respeto a las tradiciones de los mayores, sin que tampoco se asocie necesariamente
con un orden valorativo criticado socialmente basado en la desigualdad de la mujer
respecto del hombre, como sí entiende el voto particular (III 7).
Sin embargo, como afirma el voto discrepante, lo relevante no es qué significa
el velo para la profesora, sino más bien cuál es el contenido que atribuyen los
alumnos y sus padres, a la eficacia de cuyos derechos se funcionaliza el ejercicio de
la función docente (II 4), algo que, por el contrario, sí ha tenido en cuenta el Tribunal
Constitucional Federal en la sentencia sobre el crucifijo. Dejando a un lado esta
polémica sobre la definición subjetiva u objetiva del carácter religioso del símbolo, la
En este sentido el Tribunal Constitucional Federal pone de relieve una diferencia con relación a la
Sentencia del Crucifijo. En el caso del velo, no se trata de una decisión de las autoridades escolares,
sino de una libre expresión individual de uno de los profesores, lo que supondría—aunque el velo se
portase en el ámbito de la escuela pública—un argumento atenuador de una posible infracción del
principio de neutralidad del Estado (B II 5b). Sin embargo, frente a este aspecto, el voto particular es-
grime que tal cuestión es irrelevante, en la medida en que, efectivamente, la profesora cumple una
función público-estatal. En definitiva, el voto particular entiende que la profesora es Estado (I 1).
361
Sobre los elementos objetivos y subjetivos del velo véase JANZ/RADEMACHER, Das Kopftuch als
religiöses Symbol oder profaner Kleidungsgegenstand, Juristische Schulung, 2001, pág. 440 y ss.;
OEBBECKE, Janbernd, Das islamische Kopftuch als Symbol en MUCKEL, Steffan (edit.), Kirche und
Religion im sozialen Rechtsstaat, Duncker & Humblot, Berlín, 2003, pág. 593 y ss. En la doctrina es-
pañola véase ALÁEZ CORRAL, Benito, Símbolos religiosos y derechos fundamentales en la relación
escolar, Revista Española de Derecho Constitucional, Nº 67, 2003, pag. 93 y ss
voluntad mayoritaria de la Sala afirma que no queda suficientemente acreditado que
portar un velo implique necesariamente un adoctrinamiento religioso estatal (B II 5 a
y c).362 Por eso entiende el Tribunal Constitucional Federal que el peligro de
adoctrinamiento aducido por las autoridades y tribunales administrativos, es sólo
potencial y no real (B II 5 d).363 Además, utilizando otro de los argumentos de la
Sentencia sobre el crucifijo—la inevitabilidad--,364 habría que tener en cuenta en este
caso concreto que no se produce por parte de los alumnos una imposibilidad total de
sustraerse al contenido—religioso o no—mostrado por el velo, en la medida en que
el peligro potencial se generaría, en todo caso, por una sola profesora y, además, en
una sola hora de clase. Además el Bundesverfassungsgericht afirma que ha de
tenerse en cuenta que el velo, contrariamente a lo que sucedió con el crucifijo, es
una decisión individual de la profesora en ejercicio de sus derechos fundamentales y
no de los responsables académicos del centro escolar (B II 5 c).365
De cualquier manera, esta afirmación realizada por el
Bundesverfassungsgericht, como el mismo órgano jurisdiccional reconoce, no se
encuentra dotada de un valor absoluto, ya que la desconexión necesariamente
religiosa del velo puede dejar de tener apoyo empírico. El cambio social asociado a
la creciente pluralidad religiosa puede dar motivo a una diferente constatación
empírica. La valoración de estas circunstancias—consustancial a la estructura
abstracta y abierta de los enunciados propios de los derechos fundamentales y de
su objeto--ha de ser realizada, como entiende el Tribunal Constitucional Federal, por
362
Recuérdese en este momento que en la Sentencia sobre el Crucifijo, el Bunderverfassungsgericht
afirmó rotundamente que constituiría una profanación de la cruz, en contra de la autocomprensión del
cristianismo y de las iglesias cristianas, si […] se la quisiera ver como mera expresión de la tradición
occidental o como muestra de culto sin específica conexión con una creencia. Véase en ese sentido
el comentario sobre la BVerfG. 93.1 realizado en este trabajo. Puede consultarse, para un estudio
comparativo entre la sentencia del crucifijo y la del velo, RADERMACHER, Sonja, Das Kreuz mit dem
Kopftuch. Wieviel religiöse Symbolik verträgt der neutrale Staat?, Nomos Verlagsgesellschaft, Baden-
Baden, 2005, pág. 6 y ss.
363
El voto particular disidente, por el contrario, afirma que lo que pretenden los arts. 33.4 y 5 LF y las
leyes sobre ingreso en la función pública no es un peligro real y actual, sino sólo un peligro potencial.
El Estado debe realizar en el procedimiento de ingreso una prógnosis sobre su idoneidad, no exami-
nar empíricamente las concretas circunstancias que motivan a la profesora a portar un velo en el aula.
Por eso, basta con que los símbolos que porta un candidato sean susceptibles de provocar conflictos
o alterar la paz escolar, algo que la mayoría ha aceptado que puede llegar a suceder (III). Véanse al
respecto las BVerfGE 39, 334 (353); BVerfGE 92, 140 (155).
364
Sobre esta particular cuestión véase IPSEN, Jörg, Karlsruhe locuta, causa non finita, -Anmerkungen
zum Urteil des Bundesverfassungsgerichts im sog. Kopftuchstreit, Neue Zeitschrift für
Verwaltungsrecht, 2003, pág. 1210 y ss.
el legislador democrático (B II 6 a). Habrá de ser éste quien deberá justificar la
necesidad de modificar la delimitación de los derechos fundamentales, pudiendo, si
lo estima necesario, incluso prohibir las expectativas de acceso a la función pública
de quienes quieren ostentar símbolos religiosos al ejercerla. Sin embargo, en tanto
no se prevea dicha limitación expresa, apoyada en una necesidad social—lo que no
sucede en el caso—, la comprensión del uso del velo como la expresión de una falta
de aptitud, que prevé el art. 11 de la Ley estatal de la Función Pública de Baden-
Wurtemberg, es inconstitucional (B III).
BVerfGE 108, 282 - Velo Ludin
Directrices
2. El cambio social vinculado con la creciente pluralidad religiosa puede ser motivo
para que el legislador elabore una nueva disposición relativa a la extensión acepta-
ble de las manifestaciones religiosas en la escuela.
Fallo:
Fundamentos:
A.
I.
6. El recurso de apelación dirigido contra esa decisión fue rechazado por la Audien-
cia Territorial de Baden-Wurtemberg. En el marco de la discrecionalidad técnica so-
bre el ingreso de un aspirante, se ha de emplear, a la hora de valorar la aptitud de
un aspirante, un pronóstico que sólo de forma limitada es controlable judicialmente.
A la aptitud pertenece también la valoración de que el aspirante cumplirá sus debe-
res como funcionario. El juicio de que la recurrente, debido a su propósito de llevar el
velo en clase por motivos religiosos, carecería de aptitud para la profesión a la que
aspira de profesora de escuela primaria elemental o superior en la escuela pública,
no es susceptible de reparos. La aptitud personal de los profesores también se ha de
determinar teniendo en cuenta si están en situación de llevar a la práctica los objeti-
vos educativos fijados sobre la base del art. 7 párr. 1 LF y de cumplir el mandato
educativo estatal. Debido a la ausencia de conexión causal con la pertenencia a la
religión el titular del servicio público no infringe la prohibición de causarle perjuicios,
contenida en el art. 33 párr. 3 LF, cuando rechaza su ingreso porque un aspirante no
quiere respetar por motivos religiosos los límites trazados jurídico-constitucionalmen-
te en la hora de clase.
Que una profesora lleve un velo durante la clase puede influenciar religiosamente a
los escolares y causar conflictos dentro de la citada clase, incluso aunque la recu-
rrente haya renunciado creíblemente a todo propósito de publicidad y evangeliza-
ción. Decisivo es únicamente el efecto que causa a los escolares la visión del velo.
En el caso del velo islámico se trata de un símbolo religioso claramente visible, al
que el observador no se puede sustraer. En particular los escolares básicos no están
apenas en situación de entender intelectualmente el motivo religioso de llevar el velo
y decidirse conscientemente a favor de la tolerancia o de la crítica. El peligro que en
ello subyace de influencia religiosa no es compatible con la protección ordenada de
la libertad religiosa negativa de los escolares y de los padres y se opone al mandato
de neutralidad estatal. Además, la mencionada evitación de conflictos por motivos
religiosos en la escuela, suficientemente previsibles en el caso que nos ocupa de
acuerdo según la experiencia, representa un fin legítimo de la organización escolar
estatal. Una presunta solución pragmática del conflicto, que permitiera atender mejor
a la libertad religiosa de la recurrente, no es posible a la luz del principio de un profe-
sor responsable por cada clase que predomina en las escuelas primarias elementa-
les y superiores, ni como consecuencia de las dificultades de organización de la es-
cuela en los cambios de colegio y de clase que origina.
II.
III.
1. En nombre del Gobierno Federal el ministerio federal del interior ha señalado que
ni del art. 33 párr. 2 LF ni del precepto estatal que lo concreta se desprende un dere-
cho de ingreso en la función pública. Antes bien, sobre ello decide el titular del servi-
cio público conforme a la discrecionalidad administrativa. La aptitud de un aspirante
depende de las exigencias de la función que en concreto ha de desempeñar; se ha
de comprobar con base en un pronóstico que presupone la apreciación del conjunto
de la personalidad del aspirante. La aptitud para impartir clase comprende la capaci-
dad y la disposición del profesorado a cumplir los deberes del cargo que se derivan
de la relación funcionarial en las concretas condiciones del servicio escolar. A los
principios del funcionariado aludidos, anclados en el art. 33 párr. 5 LF y que limitan
los derechos fundamentales de los funcionarios, pertenece la obligación del profeso-
rado funcionario de desempeñar el cargo de forma objetiva y neutral. Este deber fun-
cionarial también incluye la obligación de desempeñar el cargo de forma neutral des-
de la perspectiva religiosa e ideológica con respeto a los puntos de vista de los esco-
lares y de sus padres.
Al igual que con el crucifijo en las aulas de clase, es determinante en el caso del velo
musulmán que debido a la escolarización general obligatoria – a diferencia de los
encuentros transitorios en la vida diaria – no puede evitarse la duradera confronta-
ción con un símbolo religioso. La condición de la recurrente como titular de derechos
fundamentales no cambia que el símbolo empleado por ella es imputado al Estado.
Pero en todo caso hay que atender en la ponderación a que, al llevar un símbolo reli-
gioso, también se ejerce al mismo tiempo un derecho fundamental. En la búsqueda
de una concordancia práctica se ha de atender, junto a las posiciones de los dere-
chos fundamentales enfrentados también al mandato de neutralidad estatal, que no
es disponible. Sólo puede ser tenido en cuenta a través de la renuncia al símbolo re-
ligioso. No está relacionada con ello una exacerbación “en dirección a un entendi-
miento laicista”. Antes bien, se tiene en cuenta así, en fin, la creciente significación
de la neutralidad estatal ante el aumento de la diversidad religiosa de la sociedad.
El Estado tiene, de acuerdo con el art. 7 párr. 1 LF, su propio mandato educativo,
equiparado al del art. 6 párr. 2 LF. La concordancia práctica entre el encargo educa-
tivo estatal y los derechos de los padres y de los niños recogidos en el art. 4 párr. 1 y
2 LF se consigue haciendo que el Estado se comporte de forma neutral desde las
perspectivas religiosa e ideológica. El mandato de neutralidad cobra una mayor sig-
nificación cuanto más diversa es la sociedad desde la perspectiva religiosa. La neu-
tralidad del Estado tiene que evidenciarse en la persona del profesor. Una neutrali-
dad comunicativa, abierta y respetuosa no permite un ejercicio individual de la reli-
gión como emanación del poder estatal. El Tribunal Administrativo Federal no ha
adoptado un concepto de neutralidad transmutado, sino que se ha concedido un sig-
nificado creciente al mandato de neutralidad en una sociedad plural desde el punto
de vista religioso. Puesto que el velo está permanentemente ante los ojos de los ni-
ños en la hora de clase no puede excluirse la posibilidad de que les afecte; de esta
forma se lesiona el mandato de neutralidad frente a los niños menores de edad, in-
capaces todavía de tomar una decisión sobre su religión.
IV.
B.
I.
II.
3. También se afecta al art. 33 párr. 3 LF. Conforme al mismo, el acceso a los car-
gos públicos es independiente de las convicciones religiosas (inciso 1); a nadie le
podrá derivar perjuicio alguno por pertenecer o no pertenecer a una confesión o ide-
ología determinada (inciso 2). Por lo tanto, se excluye la relación entre el cargo pú-
blico y una confesión religiosa. El art. 33 párr. 3 LF se dirige en primera línea contra
un tratamiento desigual que se conecte directamente con la pertenencia a una deter-
minada religión. Además, prohíbe también el precepto en cualquier caso que se im-
pida el acceso a cargos públicos por motivos que sean incompatibles con la libertad
religiosa protegida en el art. 4 párr. 1 y 2 LF (vid. BVerfGE 79, 69 [75]). Esto no ex-
cluye que se basen deberes del cargo, que afectan a la libertad religiosa de sus ocu-
pantes y de los aspirantes a cargos públicos y que así dificulten o excluyan al aspi-
rante vinculado a una creencia el acceso al servicio público, pero los somete a es-
trictas exigencias jurídicas, que se aplican a las limitaciones de la libertad religiosa
garantizada sin reservas de limitación; además, el mandato de tratamiento estricta-
mente igualitario de las distintas creencias religiosas se ha de observar tanto en la
fundamentación como en la práctica de la ejecución de tales deberes del cargo.
aa) La Ley Fundamental crea para el Estado, como hogar de todos los ciudadanos,
el deber de neutralidad ideológico-religiosa en el art. 4 párr. 1, art. 3 párr. 3 inciso 1,
el art. 33 párr. 3 así como por medio del art. 136 párr. 1 y 4 y del art. 137 párr. 1 de
la Constitución de la República de Weimar (en adelante WRV) en relación con el art.
140 LF. Prohíbe la introducción de formas jurídicas eclesiástico-estatales e impide
privilegiar a determinadas creencias así como excluir a los disidentes (vid. BVerfGE
19, 206 [216]; 24, 236 [246]; 33, 23 [28]; 93, 1 [17]). El Estado tiene que atender a un
tratamiento orientado al principio de igualdad de las diferentes comunidades religio-
sas e ideológicas (vid. BVerfGE 19, 1 [8]; 19, 206 [216]; 24, 236 [246]; 93, 1 [17]) y
no puede identificarse con una determinada comunidad religiosa (vid. BVerfGE 30,
415 [422]; 93, 1 [17]). El Estado liberal de la Ley Fundamental está marcado por la
apertura a la diversidad de creencias ideológico-religiosas y se basa en una imagen
del ser humano que está marcada por la dignidad del hombre y el libre desarrollo de
la personalidad en lo que respecta a su autodeterminación y a su propia responsabi-
lidad (vid. BVerfGE 41, 29 [50]).
Esto rige de acuerdo con el entendimiento existente hasta ahora de las relaciones
entre el Estado y la religión, tal y como ha encontrado expresión en la jurisprudencia
del Tribunal Constitucional Federal, también especialmente en el ámbito de la escue-
la obligatoria de la que se ocupa el Estado, para el cual eran relevantes, de acuerdo
con su naturaleza, las creencias religiosas e ideológicas (vid. BVerfGE 41, 29 [49];
52, 223 [241]). De esta forma no se prohíben los intereses cristianos en la configura-
ción de las escuelas públicas; la escuela, no obstante, tiene que mantenerse abierta
a otros contenidos y valores ideológicos y religiosos (vid. BVerfGE 41, 29 [51]; 52,
223 [236 s.]). Con esta apertura mantiene el Estado liberal de la Ley Fundamental su
neutralidad religiosa e ideológica (vid. BVerfGE 41, 29 [50]). En lo que respecta a las
tensiones inevitables en la educación común de niños de diferentes tendencias ideo-
lógicas y religiosas, debe buscarse un equilibrio (vid. BVerfGE 41, 29 [63]; 52, 223
[247, 251]; 93, 1 [21 ss.]; vid. con más detalle infra dd) ) atendiendo al mandato de
tolerancia como expresión de la dignidad humana (art. 1 párr. 1 LF).
cc) Por último, la libertad que reclama la recurrente para practicar sus creencias reli-
giosas llevando el velo en la escuela y durante la hora de clase afecta a la libertad
religiosa negativa de los escolares de ambos sexos. El art. 4 párr. 1 y 2 LF, que pro-
tege por igual tanto la forma negativa como la positiva de expresión de la libertad re-
ligiosa, garantiza también la libertad de permanecer al margen de los actos de culto
de una creencia que no se comparte; esto se refiere a los cultos y símbolos por me-
dio de los cuales se representa un credo o una religión. El art. 4 LF deja a los parti-
culares decidir qué símbolos religiosos reconoce y venera y cuáles rechaza. Ahora
bien, en una sociedad que da espacio a diferentes convicciones religiosas, no tiene
derecho a no verse expuesto a las manifestaciones religiosas ajenas, a los actos de
culto y a los símbolos religiosos. De esto hay que diferenciar, no obstante, la situa-
ción creada por el Estado en la cual se somete al particular, sin posibilidad de evitar-
lo, a la influencia de una determinada creencia, a las acciones en las que se mani-
fiesta y a los símbolos con los que se representa (vid. BVerfGE 93, 1 [15 s.]). Por lo
demás, el art. 4 párr. 1 y 2 LF desarrolla su efecto de aseguramiento de la libertad
precisamente en los ámbitos vitales que no se dejan a la autoorganización social,
sino cuyo cuidado ha sido asumido por el Estado (vid. BVerfGE 41, 29 [49]); esto se
corrobora en el art. 140 LF en relación con el art. 136 párr. 4 WRV, de acuerdo con
el cual está prohibido obliga a alguien a practicar una religión.
dd) La Ley Fundamental concede a los Estados federados una amplia libertad en la
configuración del sistema educativo; en relación con la caracterización ideológico-re-
ligiosa de la escuela pública, el art. 7 LF también tiene en cuenta la independencia
de los Estados federados y la en principio libre configuración de la escuela obligato-
ria en el marco de su competencia escolar (vid. BVerfGE 41, 29 [44 s.]; 52, 223 [242
s.]). Solucionar atendiendo al mandato de tolerancia la inevitable tensión entre la li-
bertad religiosa positiva de un profesor, por un lado, y el deber estatal de neutralidad
ideológico-religiosa, el derecho educativo de los padres así como la libertad religiosa
negativa de los escolares, por otro, corresponde al legislador democrático estatal,
que tiene que buscar en el proceso de formación de la voluntad pública un compro-
miso exigible a todos. Debe orientarse a la hora de elaborar su normativa a que, por
un lado, en el ámbito del sistema educativo el art. 7 LF permite influencias ideológi-
co-religiosas sin perjuicio del derecho educativo de los padres, y que, por otro, el art.
4 LF ordena suprimir en la medida de lo posible las presiones ideológico-religiosas
en la decisión sobre una determinada forma de escuela. Estos preceptos se han de
ver conjuntamente, su interpretación y su ámbito de eficacia se han de coordinar en-
tre ellos. Ello supone que concretos Estados federados podrían llegar a adoptar dis-
tintas normas, porque en la vía intermedia que han de encontrar tienen que atender
también a las tradiciones escolares, a la composición confesional de la población y a
su mayor o menor arraigo religioso (vid. BVerfGE 41, 29 [50 s.]; 93, 1 [22 s.]).
a) Para enjuiciar la cuestión acerca de si una determinada forma de vestir u otro sig-
no externo suponen una declaración religiosa o ideológica en la forma de un símbo-
lo, se ha de atender al efecto de la forma de expresión empleada al igual que a to-
dos los posibles significados que vienen en consideración al respecto. El velo no es
– a diferencia de la cruz cristiana (vid. sobre ello BVerfGE 93, 1 [19 s.]) – en sí mis-
mo un símbolo religioso. Sólo en relación con la persona que lo lleva y con su con-
ducta en particular puede llegar a tener un efecto similar. El velo que llevan las mu-
sulmanas se emplea como abreviatura de declaraciones e ideologías muy diferen-
tes:
Junto al deseo de comportarse de acuerdo con las normas que rigen la forma de
vestir consideradas obligatorias en una religión, puede también significar un signo de
conservación de las tradiciones de la sociedad de origen. Recientemente se ve cada
vez más en él un símbolo político del fundamentalismo islámico, que expresa la se-
paración frente a los valores de la sociedad occidental, como la autodeterminación
individual y especialmente la emancipación de la mujer. De acuerdo con las compro-
baciones fácticas realizadas en los procedimientos de instancia y constatadas tam-
bién en el juicio oral, no es éste, sin embargo, el mensaje que la recurrente quiere
transmitir llevando el velo.
El experto escuchado sobre esta cuestión en la vista oral, el Profesor Dr. Bliesener,
ha apuntado que desde la perspectiva de la psicología evolutiva no hay conocimien-
to seguro en el momento actual de si se puede probar una influencia sobre los niños
sólo por medio del encuentro diario con una profesora que lleva velo en la escuela y
en la hora de clase. Sólo en caso de que se produzcan conflictos entre los padres y
los profesores en relación con el velo de la profesora se han de esperar efectos
agravatorios especialmente sobre los más jóvenes de ambos sexos. Los dos exper-
tos consultados por la Sala, la directora de psicología Leinenbach así como el Profe-
sor Dr. Riedesser, no han aportado ningún dato que se separe de ello. Esta situación
insegura en lo que respecta a los datos no es suficiente como base para una aplica-
ción funcionarial del concepto jurídico indeterminado de la aptitud que interfiera en el
derecho fundamental de la recurrente recogido en el art. 4 párr. 1 y 2 LF.
El punto de vista expuesto por las autoridades escolares y los tribunales especializa-
dos, conforme al cual la intención de la recurrente de llevar un velo durante el trabajo
en la escuela fundamenta por ello una falta de aptitud, porque preventivamente se
pueden producir influencias sobre los escolares de ambos sexos y los conflictos ine-
vitables entre el profesor y los escolares, así como sus padres, tienen que impedirse
de antemano, no justifica en el momento presente la injerencia en el derecho de la
recurrente recogido en el art. 33 párr. 2 LF y equiparado a los fundamentales, ni la li-
mitación que ello supone para su libertad religiosa. No se ha podido ver prueba algu-
na de una puesta en peligro concreto de la paz escolar por la aparición de la recu-
rrente con el velo en los procedimientos de instancia. El temor de que puedan surgir
conflictos con los padres que rechazarían que una profesora con velo diera clase a
sus hijos, no se puede apoyar en la experiencia derivada de la actividad docente de
la recurrente como profesora en prácticas hasta el momento. Para una prohibición
fundada en la defensa frente a puestas en peligro abstracto de que el profesorado
lleve en la escuela y en la hora de clase un velo, no es suficiente la situación legal
en lo referente al derecho funcionarial y escolar vigente en el Estado federado de
Baden-Wurtemberg. Sólo el hecho de que los conflictos no se pueden excluir en el
futuro, no justifica, sin un fundamento jurídico apropiado para ello, derivar del requisi-
to general de aptitud un deber funcionarial de acuerdo con el cual la recurrente se
habría visto impedida de practicar sus convicciones religiosas en la escuela y en la
hora de clase llevando el velo.
Desde la perspectiva del derecho funcionarial ni la comprensión del deber del Esta-
do de neutralidad ideológico-religiosa en el ámbito de la escuela recogida supra en
B. II. 4. b) aa), ni el concepto de aptitud contenido en el § 11 párr. 1 LBG ni los debe-
res que se establecen para los funcionarios en los §§ 70 ss. LG, que en el enjuicia-
miento de la aptitud de un aspirante a un cargo público han de servir como orienta-
ción, pueden servir como fundamento de una obligación de los profesores de no ha-
cer reconocible su pertenencia a una determinada religión o ideología para así pre-
venir posibles peligros.
El cambio social vinculado a la creciente pluralidad religiosa puede dar motivo a una
nueva regulación del grado de permisividad de las referencias religiosas en la escue-
la. Por tanto, de una normativa orientada a esto las leyes escolares pueden derivar
366
N. e. Schulgesetz.
para el profesorado concreciones de sus deberes funcionariales generales también
en relación con su aspecto exterior, en tanto en ellas sea reconocible su vinculación
con determinadas convicciones religiosas o ideológicas. Respetando los preceptos
jurídico-constitucionales también es imaginable que se limite legalmente la libertad
religiosa. Si de antemano es previsible que un aspirante no va a respetar esas nor-
mas de conducta, entonces se le puede reprochar una falta de aptitud.
Una normativa que prohíba a los profesores dar a conocer externamente de forma
constante y visible su pertenencia a una determinada comunidad religiosa o sus cre-
encias, forma parte de las disposiciones de las relaciones entre religión y Estado en
el ámbito de la escuela. La creciente diversidad religiosa en la sociedad se refleja
aquí de forma especialmente evidente. La escuela es el lugar en el que se encuen-
tran inevitablemente diferentes interpretaciones religiosas y donde este encuentro
opera de forma más sensible. Una convivencia tolerante con quienes piensan de
otra forma se puede desarrollar a través de medio de la educación con mayor inten-
sidad. Esto no tiene que significar la negación de las propias convicciones, sino que
ofrece la oportunidad para conocer y consolidar el propio punto de vista y una tole-
rancia recíproca que no se entiende como una equiparación niveladora (vid. BVerf-
GE 41, 29 [64]). Por ello, se pueden aportar razones para dar entrada a la creciente
diversidad religiosa en la escuela y aprovecharla como medio para el ensayo de la
tolerancia recíproca, para contribuir a los esfuerzos a favor de la integración. Por
otro lado, la evolución descrita se vincula también con un mayor potencial de posi-
bles conflictos en la escuela. Por ello, también hay buenas razones para atribuir al
deber estatal de neutralidad en el ámbito escolar un significado más estricto y más
distanciado que hasta el momento, y para mantener alejados a los escolares en prin-
cipio de las referencias religiosas transmitidas por la apariencia externa del profeso-
rado, para evitar de antemano conflictos con los escolares, los padres u otros miem-
bros del profesorado.
Cuándo se necesita una normativa del legislador parlamentario es algo que sólo se
puede valorar a la vista del ámbito material y de las particularidades del objeto de la
regulación en cuestión. Los criterios de valoración jurídico-constitucionales se han
de extraer de los principios en que se apoya la Ley Fundamental, especialmente de
los derechos fundamentales que allí se garantizan (vid. BVerfGE 98, 218 [251]).
Ahora bien, la mera circunstancia de que una normativa sea políticamente polémica
no lleva a que deba considerarse que es esencial (vid. BVerfGE 98, 218 [251]). Se-
gún la Constitución la limitación de las libertades fundamentales y el equilibrio entre
derechos fundamentales contrapuestos se reserva, sin embargo, al Parlamento,
para asegurar que las decisiones de este alcance proceden de un procedimiento que
ofrece al público la oportunidad de formar y defender su propia interpretación, y esti-
mula a la representación popular a aclarar en el debate público la necesidad y el al-
cance de la injerencia en los derechos fundamentales (vid. BVerfGE 85, 386 [403
s.]).
bb) Según la jurisprudencia, una normativa de acuerdo con la cual forma parte de los
deberes del cargo de una profesora renunciar a llevar en la hora de clase un velo u
otro elemento característico de las creencias religiosas corresponde esencialmente a
la reserva parlamentaria. Supone una importante injerencia en la libertad religiosa de
la persona afectada. Además, afecta a las personas de distintas creencias religiosas
de forma distinta, según forme o no parte del ejercicio de su religión el seguir deter-
minadas costumbres respecto a la forma de vestir. Por consiguiente, tiene un parti-
cular efecto de exclusión frente a determinados grupos. A causa de esta relación con
los grupos, la fundamentación de tal deber funcionarial para el profesorado cobra un
significado esencial más allá de su significación para el ejercicio individual del dere-
cho fundamental en vista de la función de ordenación social de la libertad religiosa.
Por último, la introducción de un deber funcionarial que prohíba a los profesores dar
a conocer con su apariencia exterior su pertenencia a una religión, precisa también
por ello una normativa legal expresa, porque tal deber funcionarial de forma constitu-
cional – compatible entre otros con el art. 33 párr. 3 LF – sólo puede fundamentarse
e imponerse cuando todos los seguidores de las diferentes comunidades religiosas
son tratados por igual. Ello no se garantiza en igual medida cuando se deja a las au-
toridades y a los tribunales decidir caso a caso sobre la existencia y el alcance de tal
deber funcionarial en función de su grado de pronóstico sobre el potencial de influen-
cia y de conflicto de los elementos que dan a conocer la pertenencia a una religión
en la apariencia de cada profesor.
III.
Mientras no exista un fundamento legal sobre el que se pueda apoyar con suficiente
concreción la existencia para los profesores de las escuelas primarias elementales y
superiores de un deber funcionarial de evitar elementos que permitan reconocer su
pertenencia a una religión en la escuela y durante la hora de clase, sobre la base del
derecho vigente es incompatible con el art. 33 párr. 2 en relación con el art. 4 párr. 1
y 2 LF y con el art. 33 párr. 3 LF la admisión de una falta de aptitud de la recurrente.
Las decisiones impugnadas por el recurso de amparo lesionan, por ello, la posición
jurídica de la recurrente garantizada en estos preceptos. La sentencia del Tribunal
Administrativo Federal se ha de revocar y se ha de devolver el asunto al Tribunal Ad-
ministrativo Federal (§ 95 párr. 2 BVerfGG). Es de esperar que el procedimiento pue-
da concluirse allí sobre la base del § 11 párr. 1 LBG revisable de acuerdo con el §
127 núm. 2 BRRG; el decisivo concepto de la aptitud ha de ser interpretado y aplica-
do de acuerdo con los - en su caso modificados – preceptos del derecho escolar del
Estado.
C.
La mayoría de la Sala acepta que ciertos deberes del cargo de un funcionario sólo
pueden crearse por ley parlamentaria cuando se encuentran en relación con la liber-
tad religiosa o ideológica de éste. Esto no se ha sostenido hasta ahora ni en la juris-
prudencia ni en la doctrina, y ni siquiera lo sostiene la recurrente. Con esta interpre-
tación no sólo se deja sin decidir la cuestión constitucional básica sometida a los tri-
bunales relativa a la neutralidad estatal en espacios formativos y educativos de la
escuela, sino que además lleva a un desequilibrio no contemplado en la Ley Funda-
mental en el sistema del reparto de poderes y en la comprensión de la obligatoriedad
de los derechos fundamentales en el acceso a cargos públicos. La sentencia va más
allá de la voluntad expresamente manifestada por el Parlamento estatal de Baden-
Wurtemberg de no elaborar una ley formal con motivo del caso de la recurrente; ade-
más deja sin aclarar a la representación popular cómo puede adoptar una normativa
conforme a la Constitución. Por último, la mayoría de la Sala no da al legislador esta-
tal ninguna posibilidad de adaptarse a la nueva situación jurídica constitucional que
ha admitido y descuida decir a la los órganos jurisdiccionales y a la Administración
cómo deben comportarse hasta la aprobación de una ley estatal.
I.
1. Quien se convierte en funcionario se coloca por voluntad propia de parte del Esta-
do. El funcionario, por ello, no puede alegar el efecto garantista de su libertad de los
derechos fundamentales de la misma forma que cualquier otra persona que no se
haya integrado en la organización estatal. En el ejercicio de su cargo público le co-
rresponden, por ello, las proclamas de libertad garantizadas por los derechos funda-
mentales frente al Estado sólo en tanto no se deriven límites de la especial reserva
funcional del servicio público. El profesor funcionario enseña bajo su responsabilidad
pedagógica personal no en ejercicio de su propia libertad sino por encargo de la co-
munidad y bajo la responsabilidad del Estado. Los profesores funcionarios no gozan,
por tanto, ya desde el principio de la misma protección de los derechos fundamenta-
les que los padres y los escolares: antes bien, los profesores están vinculados por
los derechos fundamentales porque comparten el ejercicio de un poder público.
Con la formulación de deberes del cargo para los funcionarios la Administración pú-
blica satisface su vinculación al art. 1 párr. 3 LF; el deber del funcionario es el rever-
so de la libertad de todo ciudadano que se ve ante el poder público en la persona del
funcionario. Cuando se imponen al profesor deberes funcionariales en el ejercicio de
su función no se está ante injerencias en la sociedad libre del poder estatal ni en la
de ello derivada exigencia de una ley parlamentaria para la protección del ciudada-
no. El Estado asegura en su esfera interna una Administración pública igual, fiel a la
ley y a la Constitución a través de los deberes funcionariales.
La relación del funcionario con el Estado es una relación especialmente próxima que
muestra una legalidad objetiva reconocida por la Constitución y considerada merece-
dora de atención. Los funcionarios, de acuerdo con la concepción de la Ley Funda-
mental, deben ser ciudadanos conscientes de la libertad – de otro modo la fidelidad
a la Constitución liberal no sería más que un flatus vocis -, pero al mismo tiempo, sin
embargo, deben atender al rango básico de los deberes funcionariales y a la volun-
tad del órgano democrático que éstos materializan. El funcionario no es como perso-
na un mero “instrumento de ejecución”, aun cuando se decida en favor del servicio
por el bienestar de la comunidad. No obstante, quien quiera hacerse funcionario
debe identificarse lealmente con el Estado constitucional en importantes cuestiones
de principio y en el desempeño de sus funciones, porque inversamente también re-
presenta al Estado a través de su servicio público y por tanto lo identifica con los
concretos sujetos administrados. Esta idea de la reciprocidad y de la proximidad do-
mina todos los principios de la función pública.
Por ello, los derechos fundamentales de libertad de un funcionario o de un aspirante
a un cargo público se garantizan de antemano sólo en tanto sean compatibles con
esta legalidad objetiva. Encajan en esta necesidad del cargo público cuando no se
tiene que temer ningún obstáculo para el desempeño del servicio. Cualquier otra
cosa que no sea la reserva funcional de los derechos fundamentales de los funcio-
narios en el servicio no sería compatible con la concordancia constitucional. En otro
caso la interpretación constitucional supondría una contradicción que no se recoge
en la propia Ley Fundamental. Los derechos fundamentales, dispuestos para garan-
tizar la distancia entre el poder político y la sociedad libre del poder del Estado, no
pueden desarrollarse precisamente allí donde la Constitución quiere una relación de
especial proximidad y por ello excluye por principio el distanciamiento recíproco.
Los derechos fundamentales garantizan la distancia entre los ciudadanos y los pode-
res del Estado precisamente por el bien de la limitación del poder estatal (Loschel-
der, en: Isensee/Kirchhof (Hrsg.), Handbuch des Staatsrechts, Tomo V, 2ª. ed.,
2000, § 123, nm. 16; Di Fabio, VVDStRL 56, p. 235 [253 s.]). Esta función de los de-
rechos fundamentales, sin embargo, no se puede desarrollar sin límite alguno allí
donde precisamente la distancia tiene que ser eliminada por la incorporación a la or-
ganización estatal y por ello el distanciamiento no es querido por la Constitución. En
el marco de una relación próxima, institucionalmente querida por la Constitución, no
puede darse, por tanto, validez a la original función de los derechos fundamentales
sin poner en cuestión la relación próxima y la decisión constitucional a favor de un
servicio público regido democráticamente.
Desde el punto de vista de la esencialidad, sólo sería, por tanto, relevante que un
Estado federado permitiera el empleo del velo o de otro símbolo religioso o ideológi-
co apto para causar conflictos en la hora de clase. Pues entonces se ocasionaría
una situación de peligro para los derechos fundamentales de escolares y padres, in-
cluso sin la injerencia en los derechos fundamentales alegados, que necesitaría una
normativa legal. Por el contrario, no se ha defendido hasta el momento una amplia-
ción de la reserva de ley desde la perspectiva de la esencialidad a los derechos de
libertad del profesor en el ejercicio de sus actividades funcionariales.
II.
Al respecto el titular del servicio público tiene que predecir si el aspirante en el futuro
cumplirá los deberes del cargo al que aspira. Para la aptitud se cuenta no sólo la ga-
rantía de que el funcionario esté a la altura de las funciones, sino también de que se
cumplan en su persona los presupuestos básicos que son imprescindibles en el de-
sempeño del cargo público asumido. Entre estos presupuestos, que el art. 33 párr. 5
LF protege con rango constitucional, se encuentra la garantía de un desempeño
neutral de las funciones públicas del funcionario. Qué medida de discreción y neutra-
lidad se exige del funcionario en el caso concreto no se determina a partir de los
principios generales sino de las concretas exigencias del cargo.
2. El Estado constituido por la Ley Fundamental necesita del servicio público para
poder dotar de eficacia práctica a la voluntad del pueblo. El servicio público hace re-
alidad las decisiones del legislador parlamentario y del Gobierno responsable ante
él; concreta el principio democrático y el principio del Estado de Derecho (art. 20
párr. 1 LF). La concepción de la Constitución apunta a un dominio democrático en
forma jurídica. Tanto la ley parlamentaria como la dirección política del Gobierno ne-
cesitan, por ello, de un servicio público profesional y neutral (vid. BVerfGE 7, 155
[163]). La ley y el Derecho son promesas formales para los ciudadanos sometidos al
poder público de que las circunstancias se regulan de forma general y abstracta, y
no en función de la persona. Con ello se corresponde que también el servidor públi-
co que está llamado a trasponer la ley y a la realización jurídico-formal de la voluntad
política del Gobierno se enfrente al ciudadano como defensor neutral.
El Estado y sus órganos están obligados, según se desprende del art. 4 párr. 1 LF,
así como del art. 3 párr. 3 inciso 1, del art. 33 párr. 3 y del art. 140 LF en relación
con el art. 136 párr. 1, 4 y el art. 137 párr. 1 WRV, a comportarse de forma neutral
en cuestiones de creencias religiosas e ideológicas y no poner en peligro la paz reli-
giosa en la sociedad (BVerfGE 105, 279 [294]). Por ello el funcionario debe ofrecer
ya en el momento del acceso a la función pública, por mandato constitucional, la ga-
rantía personal de una conducta neutral, no provocadora ni desafiante, en el marco
del futuro ejercicio del cargo (art. 33 párr. 5 LF).
El deber general de neutralidad rige de forma especial para los funcionarios que
ejercen el cargo de profesores en las escuelas públicas. Los profesores realizan la
función formativa y educativa del Estado (art. 7 párr. 1 LF). Al respecto, tienen la res-
ponsabilidad pedagógica directa por la clase y la educación del escolar. Con base en
su función se ven en la situación de ejercer una influencia comparable a la de los pa-
dres en el desarrollo de los escolares que se les confían. Vinculada a ello existe una
limitación del derecho educativo de los padres garantizado como derecho fundamen-
tal (art. 6 párr. 2 inciso 1 LF), que sólo es aceptable si la escuela se preocupa por
mantener la objetividad y la neutralidad mayores posibles no sólo en cuestiones polí-
ticas, sino también religiosas e ideológicas. Ello rige porque, de acuerdo con el art. 6
párr. 2 inciso 1 LF, también corresponde a los padres el derecho a la educación de
los hijos en las cuestiones religiosas e ideológicas, y éstos pueden alejar a sus hijos
de las creencias que consideren equivocadas (vid. BVerfGE 41, 29 [48]; 41, 88
[107]). El respeto de este derecho forma parte de las funciones esenciales atribuidas
por la Ley Fundamental a la escuela; al mismo tiempo, las mismas determinan,
como reverso de la moneda, los deberes del cargo que deben observar los profeso-
res.
III.
Una profesora de una escuela primaria elemental o superior incumple los deberes
del cargo cuando en clase emplea en su ropa símbolos que son objetivamente ade-
cuados para provocar problemas a la escuela o conflictos significativos en relación
con los derechos fundamentales en la relación escolar. Llevar el velo durante la hora
de clase, como la profesora pretende de forma innegociable, no es compatible con el
mandato de moderación y neutralidad de un funcionario.
1. Los derechos fundamentales son garantizados por la Constitución en el ejercicio
de un cargo público también en el caso de servidores estatales modernos, abiertos y
valientes sólo en tanto no sea de temer una evidente contradicción para la formación
de la voluntad política del titular del servicio público o un obstáculo funcional al ejer-
cicio del cargo público asumido. Con la afirmación de que sólo la existencia de indi-
cios palpables de una “puesta en peligro concreto de la paz escolar” sería suficiente
para negar la aptitud de un aspirante a funcionario, desconoce la mayoría de la Sala
el parámetro del enjuiciamiento de la aptitud.
Evaluar tal efecto en concretas situaciones cambiantes es básicamente tarea del ti-
tular del servicio público y sólo puede ser controlado por los tribunales en el estrecho
margen de la plausibilidad y de la congruencia lógica de los argumentos. La adminis-
tración especializada es la más apropiada para la evaluación, pues la concreción de
los deberes del cargo es tradicionalmente dominio del titular del servicio público. Tie-
ne que reaccionar ante situaciones cambiantes. El empleo de símbolos cambia tanto
con el transcurso del tiempo como en lo que respecta a la intensidad del eco que
provocan: a veces aparecen en primer plano carteles políticos (por ej., “Para a
Strauß”, “energía nuclear – no, gracias”), a veces signos de origen religioso como la
ropa de color naranja de los seguidores de Bhagwan (Osho) (BVerwG, NVwZ 1988,
p. 937). El titular del servicio público – en último lugar el ministro competente del Es-
tado federado de acuerdo con su responsabilidad parlamentaria y política – debe
calcular con su especial pericia sobre las exigencias funcionales de la relación esco-
lar qué símbolos empleados por los funcionarios son compatibles con las exigencias
generales jurídico-funcionariales y especiales del servicio escolar y cuáles deben
prohibirse.
La presuposición que sirve de base a las decisiones impugnadas de que con la in-
corporación de la recurrente a una escuela común primaria elemental o superior en
Baden-Wurtemberg se han de temer perjuicios a la paz escolar, es asumible. Tam-
bién la mayoría de la Sala parte de que una profesora que lleva el velo constante-
mente en clase como símbolo islámico origina, en todo, caso un “peligro abstracto”.
De hecho, el símbolo expresivo , llevado – actualmente – por la profesora con conte-
nido objetivo religioso, político y cultural, es apropiado para afectar a la libertad reli-
giosa negativa de los escolares y de los padres, así como al derecho educativo de
los padres (art. 6 párr. 2 LF). Justamente llevar en la escuela pública una prenda de
ropa que alude claramente a unas determinadas convicciones religiosas o ideológi-
cas de un profesor puede encontrarse con la incomprensión o el rechazo de escola-
res que piensan de otro modo o de los encargados de su educación, y afectar a este
ámbito de personas en su derecho fundamental a la libertad religiosa negativa, por-
que los escolares no se pueden sustraer a esa demostración de convicciones religio-
sas.
Las clases y la educación en la escuela pública son prestaciones estatales, cuya re-
cepción por los menores se ha convertido en obligación legal. Por ello, la participa-
ción en la hora de clase es básicamente inevitable para los menores y sus padres,.
Además, del nivel de prestaciones y de la capacidad de las instituciones escolares,
así como de su práctica en el fomento objetivo y la educación, dependen en gran
medida las oportunidades vitales de los menores. Por tanto, no se les puede exigir a
los padres ni al Estado, en vista de que ya en la entrevista son previsibles situacio-
nes futuras de conflicto, esperar a ver si y cómo se desarrollan los conflictos en el
caso concreto. Además, es muy natural que los propios padres renuncien a protestar
porque teman que cause perjuicios a su hijo. La posibilidad de un perjuicio a la paz
escolar en el caso de la recurrente ya se ha concretado, como muestra la experien-
cia durante sus prácticas y la reacción de rechazo por parte de otras profesoras.
Los profesores y profesoras influyen como personas y por sus la personalidad que
representan – sobre los niños de forma significativa en particular en la escuela ele-
mental y en su función de dirección de la clase – . Si una profesora lleva un vestua-
rio llamativo, crea una impresión, da motivo a preguntas y estimula la imitación. El
perito, Profesor Bliesener, ha dicho sobre ello en la vista oral que la conducta del
profesor estimula a los niños a la imitación: esto ocurre debido a la a menudo estre-
cha vinculación emocional de los escolares primarios de ambos sexos, que por razo-
nes pedagógicas debe ser estimulada por el profesorado, así como por la clara
orientación de la atención infantil al profesorado y a la autoridad que en todo caso se
percibe del profesorado en el contexto escolar.
Este es el caso, porque el velo claramente – así lo muestran ya las reacciones públi-
cas a los procesos judiciales emprendidos por la recurrente –, en todo caso también
como símbolo del islamismo político, está cargado de un fuerte contenido simbólico
y son de esperar las correspondientes reacciones defensivas. A este contenido de-
clarativo objetivo pertenece también el acento en una diferencia moral entre hom-
bres y mujeres, que es adecuado para causar conflictos con quienes, por su parte,
otorgan un alto valor ético a la igualdad de derechos, a la equivalencia de trato social
igual de hombres y mujeres (art. 3 párr. 2 LF).
La valoración de que llevar el velo de forma constante durante la hora de clase resul-
ta incompatible con el deber de neutralidad ideológica y religiosa del funcionario se
ha considerado en las tres sentencias contencioso-administrativas de forma convin-
cente como no equivocada. El velo, como muestra religiosa e ideológica de la nece-
sidad de que la mujer se oculte en público es, en cualquier caso, en este momento
objetivamente adecuado para provocar oposición y polarización.
6. La recurrente ha señalado que siente su dignidad vulnerada cuando se muestra
en público sin cubrir el cabello. Aunque la recurrente no lo admitido expresamente, a
contrario sensu se puede decir que una mujer que no se cubre renuncia a su digni-
dad. Tal diferenciación es objetivamente adecuada para causar conflictos de valores
en la escuela. Ello rige ya en las relaciones entre los profesores, pero también preci-
samente en las relaciones con los padres, cuyos hijos justamente en la escuela pri-
maria elemental mantienen, según la experiencia, una relación especial con su pro-
fesora.
En todo caso, no depende de si tal opinión es válida sólo dentro de la comunidad re-
ligiosa islámica o también allí sólo es preponderante, o de si la interpretación de la
recurrente expuesta en el procedimiento de que el velo es más un símbolo de cre-
ciente autoconsciencia y de la emancipación de las mujeres creyentes islámicas, es
compartida por un número de personas cada vez mayor. Es suficiente que la inter-
pretación de que la ocultación de la mujer garantiza su subordinación al hombre es
claramente compartida por un número no escaso de seguidores del credo islámico y
por ello es adecuada para causar conflictos con la igualdad de derechos entre hom-
bre y mujer también claramente acentuada en la Ley Fundamental.
2. La mayoría de la Sala permite al legislador del Estado federado concretar los lími-
tes inmanentes de la Constitución federal, a pesar de que éstos ya están suficiente-
mente concretados en la Ley Fundamental. Sólo por este motivo ya es dudoso que
el legislador estatal esté en efecto facultado – más allá del apoderamiento declarato-
rio o la aclaración – a concretar estos límites inmanentes.
Como última instancia vinculante, el Tribunal Constitucional Federal tiene que decidir
sobre el ámbito y el alcance de los límites inmanentes de los derechos fundamenta-
les. No es función de un legislador estatal que directamente ha de copiar los límites
resultantes del derecho constitucional a mero título declaratorio. Tampoco se otorga
el respeto que le corresponde al Parlamento estatal cuando se le obliga a una formu-
lación legal que, por un lado, expresamente no deseaba, y por otro lado - de acuerdo
con la interpretación de la mayoría de la Sala – concreta límites directamente consti-
tucionales que serán sometidos en un procedimiento ulterior nuevamente al control
por parte del Tribunal Constitucional Federal. Un tribunal competente, que en una
cuestión de principio tan discutida jurídico-constitucionalmente se remite al legisla-
dor, debe al menos decirle cómo puede realizar la tarea que se le ha confiado de
concretar los límites directamente previstos en la Constitución.
En el caso concreto, todas las preguntas siguen pendientes de respuesta, ¿cómo
tiene que transformar el legislador la voluntad política que ya ha expresado clara-
mente en el Parlamento estatal en forma legal? ¿Es suficiente que convierta en de-
ber del servicio para los profesores evitar emplear en su ropa símbolos religiosos e
ideológicos que son adecuados para causar perjuicios a la paz escolar? ¿Estaría
permitido prohibir el empleo de tales símbolos religiosos, ideológicos o políticos en el
servicio escolar, si son adecuados para poner en peligro la igualdad de derechos de
hombres y mujeres así como su realización práctica (art. 3 párr. 2 LF)? ¿Debe el ré-
gimen jurídico del profesorado precisar tanto como ha exigido el en su día grupo par-
lamentario estatal de los republicanos, con su propuesta de 9 de junio de 1998
(BOPE 12/2931), “que llevar el velo como símbolo del Islam en la hora de clase su-
pone una toma de posición no permitida, unilateral, ideológica y política”? ¿El legis-
lador del Estado federado – porque éste, en la opinión de la mayoría de la Sala, está
obligado a ello por la Ley Fundamental –tiene que ordenar investigaciones empíricas
con vistas a las posibles perturbaciones, y en caso de que así sea con qué exten-
sión? O debe prohibir todos los símbolos religiosos sin excepción en la ropa del pro-
fesor debido a la Constitución y desde el punto de vista de la igualdad, incluso aun-
que, como por ejemplo una pequeña joya en forma de cruz, no supongan una decla-
ración significativa y por ello de antemano sean inadecuados para provocar conflic-
tos de valores en la escuela? ¿Tal prohibición de llevar en la ropa símbolos sin fuer-
za declarativa provocadora se podría justificar de algún modo?
368
La detenida lectura de la BVerfGE 93, 266 permite constatar cómo muchos de los aspectos herme-
néuticos utilizados por el Tribunal Constitucional Federal han sido adoptados por el Tribunal Constitu-
cional español para la interpretación de la relación ente el derecho a la libertad de expresión y el dere-
cho al honor, tal y como se apuntará más adelante.
369
BVerfGE 54, 129 (138 y ss.); BVerfGE 61, 1 (7 y ss.). Véase sobre la configuración del derecho a la
libertad de expresión en el marco de la Ley Fundamental, HOCHLUTH, Martin, Die Meinungsfreiheit
im System des Grundgesetzes, Mohr, Tubinga, 2007, pág. 125 y ss.; REUE, Peter, Persönlichkeits-
recht. die Verteidigung der persönlichen Ehre, Fischer-Taschenbuch, Frankfurt, 1997, pág. 22 y ss.
370
BVerfGE 30, 336 (347), BVerfGE 33, 1 (14), BVerfGE 61, 1 (7).
expresiones los soldados son asesinos o asesinos en potencia se insertan, en un
principio, dentro del objeto del derecho fundamental del art. 5.1 LF (C I 1). Ahora
bien, tal derecho--prosigue argumentando el Bundesverfassungsgericht--, como el
resto de los previstos constitucionalmente, se hallan sometidos a límites, uno de los
cuales, el planteado en el caso, es el derecho al honor, (C I 3) cuya titularidad
iusfundamental no corresponde a las instituciones estatales, sino exclusivamente y,
a lo sumo, a las personas que las integran (C I 1 b); sin perjuicio de que el prestigio
de las instituciones, afirma el Bundesverfassungsgericht, pueda constituir un bien
jurídico susceptible de tutela de protección penal.371 Como se puede ver ya aquí, en
la argumentación del Tribunal Constitucional, parecen querer perfilarse cuáles son
las expectativas que se insertan dentro del objeto del derecho del art. 5.1 LF,
tuteladas por la dimensión subjetiva contenida en su enunciado iusfundamental.
Pues bien, esto parece ser más compatible con una delimitación de su objeto y
contenido que con la técnica de la ponderación de derechos fundamentales a priori
establecida por el Bundesverfassungsgericht.372
Para resolver esta cuestión, el Tribunal Constitucional Federal ofrece los
criterios que han de servir para, lo que él denomina, una ponderación concreta (C III
2). Y así, de nuevo en términos compatibles con dicha técnica, afirma que la libertad
de expresión debe de ceder ante el derecho al honor tanto cuando la conducta
expresiva atenta contra la dignidad humana,373 como cuando las manifestaciones
sean, por su forma, denigrantes,-- presentándose así como injurias formales --,374
pasando el contenido expresivo a un segundo plano del debate (C III 2). Sin
embargo, cuando no se dan estas condiciones, la prevalencia del derecho a la
libertad de expresión frente al derecho al honor depende de si las conductas
expresivas sirven o no a la formación de una opinión pública libre (C III 2), aspecto
que revela una concepción institucional del derecho fundamental consagrado en el
art. 5.1 LF-- al igual que ha realizado el Tribunal Constitucional español con la
3
371
BVerfGE 7, 198 (209); BVerfGE 81, 278 (292 y ss.). Esta doctrina acuñada por el Tribunal Constitu-
cional Federal ha sido adoptada de plano por el Tribunal Constitucional español en su STC 107/1988,
de 8 de junio, F.J. 2º.
372
Puede consultarse a este respecto el trabajo de SCHMITT GLAESER, Walter, Meinungsfreiheit und
Ehrenschutz, Juristen Zeitung, 1985, 95 y ss.
373
BVerfGE 75, 369 (380)
3
374
375
STC 168/1986, de 22 de diciembre, F.J. 5º. Véase un detenido estudio sobre la jurisprudencia del TC
en ese ámbito BASTIDA FREIJEDO/VILLAVERDE MENÉNDEZ, Ignacio, Libertades de expresión e
información y medios de comunicación. Prontuario de jurisprudencia constitucional, Aranzadi,
Pamplona, 1998.
376
BVerfGE 1, 198 (208 y ss.); BVerfGE 61, 1 (11). Véase también la BVerfGE 90, 241
--Auschwitzlüge--, que enjuicia la adecuación de la normativa penal que sanciona la negación del
nazismo con arreglo al objeto y contenido del derecho a la libertad de expresión. Véase en la doctrina
HUSTER, Stefan, Das Verbot der Auschwitzlüge, die Meinungsfreiheit und das
Bundesverfassungsgericht, Neue Juristische Wochenschrift, 1996, pág. 481 y ss.
377
BVerfGE 82, 43 (52).
378
BVerfGE 43, 130 (136). Precursora de la doctrina de la interpretación más favorable para el ejercicio
de los derechos fundamentales seguida por el Tribunal Constitucional español, véase ejemplificativa-
mente la STC 177/2002, de 14 de octubre, F.J. 3º.
de satisfacer tal máxima hermenéutica.380 Y así, en primer lugar, entiende que las
conductas expresivas, en su contexto, quizás pudieran haberse entendido dirigidas a
las Fuerzas Armadas Federales como colectivo-- carente de derechos
fundamentales-- y no a cada uno de sus miembros, lo que a priori tendría que haber
descartado una lesión del derecho al honor de los militares. Con todo, reconoce el
Bundesverfassungsgericht que en ocasiones las expresiones dirigidas contra
colectivos son susceptibles de lesionar el derecho al honor de sus miembros, lo que
puede llegar a suceder cuando el grupo se encuentra integrado por características
éticas, raciales de las que quepa deducir una inferioridad (C IV 2). De cualquier
forma, el Tribunal no deja de reconocer que cuanto mayor sea el colectivo
destinatario de las expresiones menores son las posibilidades de afectación del
honor individual de los miembros que lo integran (C IV 2). Como se puede apreciar,
aquí lo que realiza el Tribunal Constitucional Federal es precisar en qué supuestos el
derecho al honor puede o no operar como restricción a las expectativas
potencialmente encuadrables en el objeto y en el contenido del derecho del art. 5.1
LF, constituyendo, en ese sentido, una delimitación del mismo y no, como en un
principio afirmó, una ponderación de los derechos.
Así delimitado el objeto y el contenido del derecho a la libertad de expresión,
el Bundesverfassungsgericht, por otro lado, reconoce que, teniendo en cuenta que
respecto de las expresiones críticas vertidas sobre instituciones públicas
(susceptibles de control político) la libertad de expresión ha de gozar de una
protección especialmente intensa (C IV 2), no puede ser descartable desde un punto
de vista hermenéutico entender que las conductas expresivas enjuiciadas quisieran
apelar a la responsabilidad personal de quienes ejercen el servicio militar, pudiendo
ser contributivas a la conformación de una opinión pública libre (C IV 1).381 En
380
Un estudio en la doctrina española sobre la protección del derecho al honor en el derecho alemán
puede verse en GÖSSEL, Karl Heinz, La protección del honor en el derecho penal alemán en DÍEZ
RIPOLLÉS, Luís (coord.), La ciencia del derecho penal ante el nuevo siglo: libro homenaje al profesor
doctor don José Cerezo Mir, Tecnos, 2002, pág. 1299 y ss.
3
381
Esto es criticado por el voto particular de la Magistrada Haas al parecer mayoritario de la Sala. En él
se afirma que de acuerdo al contenido de la expresión en el lenguaje común, resulta difícil poder otor-
gar a la expresión enjuiciada un significado distinto que no sea lesivo del derecho al honor de los sol-
dados (1). Pero es que, además, en segundo lugar, el voto particular achaca al parecer mayoritario de
la Sala pretender que los tribunales a quo barajen todas las posibilidades de interpretación que aqué-
lla ha reconocido como posibles, cuando los eventuales significados son una competencia de los jue-
ces ordinarios (1) En último lugar, entiende la Magistrada firmante del voto particular, que las expre-
siones debieron ser reputadas como una lesión del derecho al honor, en la medida en que éste ha de
gozar un especial valor en el caso de los jóvenes que ponen el peligro su vida para la defensa de la
Constitución y del Estado (4). Esta especial posición del derecho al honor de los soldados hubiera he-
definitiva, el Tribunal Constitucional Federal, aun reconociendo que la expresión los
soldados son asesinos pudieran ser concebidas como una lesión del derecho al
honor de los integrantes de las Fuerzas Federales, achaca a las resoluciones a quo
no haber realizado adecuadamente una delimitación correcta de los bienes el liza en
el enjuiciamiento de los supuestos planteados (C VI).
cho necesaria una ponderación distinta a la mantenida por la voluntad mayoritaria de la Sala.
BVerfGE 93, 266 – “Los soldados son asesinos”
Directrices
En los procedimientos relativos a los recursos de amparo constitucional 1. del Sr. F...
— Representante: Abogado Thomas Scherzberg, Paul-Ehrlich-Strasse 39, Frankfurt
a. M.—contra a) la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baviera de 20 de
agosto de 1991—Rreg. 2 St 10/91--, b) la sentencia de la Audiencia Provincial de
Ansbach de 17 de julio de 1990—2 Ns 5 Js 7751/88--, c) la Sentencia del Juzgado
de Primera Instancia e Instrucción de Ansbach, delegación de Rothenburg ob der
Tauber, de 11 de septiembre de 1989—Ds 5 Js 7751/88—1 BvR 1476/91--, 2. del
Sr. E...—Representante: Abogado Konrad Kittl, Barerstrasse 44/0, München—contra
a) el acuerdo del Tribunal Superior de Justicia de Baviera de 3 de diciembre de 1991
—Rreg. 5 St 166/91--, b) la Sentencia de la Audiencia Provincial de Augsburgo de 3
de julio de 1991—6 Ns 101 Js 535/89--, c) la Sentencia del Tribunal de Primera Ins-
tancia e Instrucción de Landsberg de 23 de agosto de 1990—3 Ds 101 Js 535/89—1
BvR 1980/91--, 3. del Sr. S...- Representante: Abogados Wilhelm Steitz y Gert Tho-
mas, Bahnstrasse 42, Mülheim—contra a) el Acuerdo del Tribunal Superior de Justi-
cia de Coblenza de 9 de diciembre de 1991—2 Ss 303/91--, b) la Sentencia de la
Audiencia Provincial de Mainz de 17 de julio de 1990 –302 Js 22189/89-20 C-1 BvR
102/92-, 4. de la Sra. K... – Representante R: Abogado Frank Niepelt, Volkartsstras-
se 2, München- contra a) el Acuerdo del Tribunal Superior de Justicia de Baviera de
3 de enero de 1992-RReg. 3 St 186/91-, b) la Sentencia de la Audiencia Provincial
de München I de 7 de junio de 1991 -25 Ns 115 Js 4834/89-, c) la Sentencia del Juz-
gado de Primera Instancia e Instrucción de München de 21 de septiembre de 1990-
473 Cs 115 Js 4834/89-, d) la orden penal del Juzgado de Primera Instancia e Ins-
trucción de München de 31 de mayo de 1990- 473 Cs 115 Js 4834/89 – 1 BvR
22192.
Fallo:
Fundamentos:
A.
Alrededor de las 10.00 horas fijó la pancarta en un cruce de calles a la orilla del pue-
blo. Sobre las 12.00 horas pasó por allí un oficial de las Fuerzas Armadas Federales,
el teniente coronel Ü., que vio la sábana e informó a la policía. Funcionarios de poli-
cía retiraron la sábana alrededor de las 14.00 horas. El teniente coronel Ü. presentó
querella penal contra el recurrente.
Con esta expresión, el recurrente se ha hecho culpable de una injuria al teniente co-
ronel Ü. A mayores, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción se adhiere a la in-
terpretación del Tribunal Constitucional Federal (BGHSt 36, 83), conforme a la cual
es posible la injuria a soldados en activo de las Fuerzas Armadas Federales bajo la
designación colectiva de “soldados” cuando se conecta un juicio de desvalor con un
criterio en el que claramente se han de incluir todos los soldados y la designación
más amplia (todos los soldados por antonomasia) comprende también el círculo más
estrecho, claramente diferenciable y abarcable de los soldados en activo de las
Fuerzas Armadas Federales.
La expresión carece de sustancia hasta el punto que debe ser considerada un juicio
de valor. De acuerdo con su significado objetivo, supone un ataque antijurídico al ho-
nor del teniente coronel Ü. por la dolosa manifestación de menosprecio. La opinión
manifestada con un cartel en el espacio, sin contexto aclarativo alguno, calificaba a
todo soldado ante la opinión pública – también los soldados de las Fuerzas Armadas
Federales –como autor de los más graves crímenes. El alcance jurídico del tipo del
asesinato es tan conocido, gracias a las discusiones sobre la pena de muerte, que
no se le puede haber escapado al recurrente, más formado que la media. La afirma-
382
N. e. Conocido como Kammergericht.
ción evidentemente no se adecua a los hechos, puesto que – dejando al margen los
accidentes – nadie ha muerto todavía a manos de un soldado de las Fuerzas Arma-
das Federales. La mayor parte de los soldados actualmente al servicio de la OTAN
tampoco ha hecho uso nunca en caso de peligro del arma. Igualmente con base en
el transcurso de la historia hasta hoy y en las perspectivas que en ella se fundan
para el futuro – también reconocibles para el recurrente -, el peligro de un abuso por
parte de soldados de la OTAN es más bien escaso. Así pues, el recurrente ha tenido
conocimiento de la falta de veracidad de los pocos hechos que han motivado su jui-
cio de valor en el cartel. El recurrente, por tanto, ha cometido una injuria dolosa.
Ello supone una injuria para el teniente coronel Ü. Sin embargo, el ataque se dirige
aparentemente solo contra la profesión de soldado.Pero al mismo tiempo pueden
sentirse afectadas las personas que desempeñan esta profesión. El recurrente, al
haber mencionado a todos los soldados en conjunto, también ha incluido al teniente
coronel Ü como soldado en activo en las Fuerzas Armadas Federales. La jurispru-
dencia reconoce que es posible la injuria a una multitud de personas en concreto
bajo una designación colectiva cuando, con un criterio en el que se incluyan inequí-
vocamente todos los soldados, se haya podido aludir en todo caso al claramente de-
limitado y por tanto también abarcable círculo de los soldados en activo en las Fuer-
zas Armadas Federales. No es necesario que la expresión se refiera desde el primer
momento al círculo más restringido de los soldados activos en las Fuerzas Armadas
Federales cuando la designación más amplia comprende el círculo más restringido.
Las decisiones impugnadas habrían desconocido el significado básico del art. 5 párr.
1 inciso 1 LF. Con su expresión ha realizado una contribución a la formación de una
opinión pública, puesto que el tema ha sido objeto de vehementes discusiones en el
marco del debate sobre el despliegue de tropas y como consecuencia de las llama-
das sentencias sobre los soldados. La protección del bien jurídico afectado por la ex-
presión debe por tanto ceder cuanto menos directamente esté dirigida la expresión
contra ese bien jurídico y cuanto más incida sobre la formación de una opinión públi-
ca..
La Audiencia Provincial fuerza además la cuestión y genera así una lesión de los de-
rechos fundamentales: por una parte, le atribuye al autor el uso consciente de la pa-
labra “murder” y considera que el teniente coronel Ü. habla inglés. Al mismo tiempo
apoya la condena en la semejanza fonética de las palabras inglesa y alemana y en
la posibilidad de confusión que de ello se deriva. De esta forma se desconoce que la
pancarta había sido dirigida contra los soldados americanos.
El recurrente añade además que se lesiona la prohibición penal de analogía del art.
103 párr. 2 LF de dos formas. Todos los soldados por antonomasia o todos los sol-
dados de la OTAN no suponen una agrupación de personas susceptible de ser inju-
riada. No se da la necesaria individualización, porque ni todos los soldados ni los
soldados de la OTAN suponen un círculo claramente delimitado de personas concre-
tas. Este círculo de personas no es abarcable, de forma que una eventual injuria se
pierde en ese amplio círculo de personas. Si se sigue la Sentencia de la Audiencia
Provincial en el sentido de que el recurrente habría colocado la pancarta a sabien-
das en las posiciones en que se encontraban soldados americanos, y de esta forma
existiría un círculo abarcable de personas, entonces faltaría la necesaria querella cri-
minal.
No se lesiona el art. 5 párr. 1 inciso 1 LF. Los tribunales, de forma irreprochable, cali-
ficaron la expresión del recurrente como manifestación de falta de respeto o de me-
nosprecio (como mínimo) frente a los soldados que participaban en las maniobras.
Correctamente, han partido de que la designación de otro como asesino no pierde
su carácter lesivo para el honor cuando se incluye la posibilidad de que también pue-
dan ser víctimas de un asesinato. La equiparación de los soldados con asesinos su-
pone una grave lesión del honor. También en el entendimiento del día a día, el con-
cepto “asesinar” posee, frente al concepto “matar”, un contenido emocional especial-
mente negativo. Si el recurrente quería dar motivo a la reflexión, hubiera podido ex-
presar su mensaje sin pérdida de sustancia de igual manera con otra formulación
como, por ejemplo, “la guerra es asesinato”. La vía elegida en su lugar, el descrédito
en bloque de los soldados, supera el marco de lo permitido de acuerdo con el art. 5
párr. 1 inciso 1 LF y se ha de considerar la existencia de una crítica difamatoria.
Cuando los soldados cumplen “su deber” de impartir órdenes y seguir órdenes
entonces los civiles acaban mal.
b) La Audiencia Provincial ha rechazado la apelación del recurrente y por vía del re-
curso de la fiscalía ha elevado la cuantía de la pena.
La contestación del recurrente de que él no habría injuriado a nadie sino que habría
querido reaccionar ante la exhibición minimizadora y mostrar la parte mortalmente
seria del empleo de la violencia militar no ha convencido a la Sala de lo Penal. Las
circunstancias son comparables a las que constituyeron el objeto de la Sentencia del
Tribunal Superior de Justicia de Baviera, de 16 de noviembre de 1990 (NJW 1991, p.
1493). El recurrente, básicamente, ha titulado su folleto con la pregunta “¿Son los
soldados asesinos en potencia?”, y la ha contestado afirmativamente en el texto pos-
terior en relación con los dibujos empleados. En el plenario ha confirmado esta apre-
ciación y ha aclarado, al igual que en las circunstancias que sirvieron de base a la
sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baviera, que no quería referirse a las
Fuerzas Armadas Federales y a sus integrantes, sino a todos los ejércitos y a todos
los soldados del mundo. Ha empleado el concepto “asesinos” en el sentido de una
valoración moral, no jurídico-penal.
El tribunal de apelación, por ello, ha lesionado el art. 5 párr. 1 inciso 1 LF, al haber
apoyado la decisión en la reflexión de que el recurrente podría expresar sus convic-
ciones pacifistas también con otra formulación, sin especificar qué otras formas de
expresión hubiera podido emplear. El recurrente se remite a la jurisprudencia del Tri-
bunal Constitucional Federal (BVerfGE 42, 143 [150 ss.]) y apunta que estarían a su
disposición únicamente formulaciones notablemente más suaves, como “homicidio
ilícito”, sin poder expresar su idea esencial. Se añade que sería objetable una formu-
lación sobre cuya base se reconociera como objetor de conciencia al servicio militar,
y que se trata de una contribución a la formación de la opinión pública.
1. El recurso de amparo se refiere a una carta del lector que el recurrente ha escrito
con motivo de la absolución del médico Dr. A. en el “proceso de los soldados de
Frankfurt” y que fue impresa en el “Allgemeinen Zeitung” publicado el 2 de noviem-
bre de 1989 en Mainz.
La carta del lector publicada con la rúbrica “me declaro solidario – sobre: “la absolu-
ción en el proceso de los soldados” tiene el siguiente tenor literal:
"Hubo durante cuatro años varias millas cuadradas de la tierra en las que el
asesinato era obligatorio, mientras que a media hora de distancia seguía estan-
do estrictamente prohibido. ¿He dicho: asesinato? Claro que asesinato. Los
soldados son asesinos”. Esta cita de Kurt Tucholsky de la escena mundial de
1931, por la cual además el editor, el más tarde ganador del Premio Nobel Carl
von Ossietzky, fue denunciado y absuelto (!) es también hoy en día, justamente
hoy en día, actual. En los tiempos de la “nueva lengua” orwelliana – puesto que
se define la política militar de la inseguridad como “política de seguridad”,
puesto que ya no se habla de guerra, sino de “defensa” – ya no se desea un
lenguaje que llame a las cosas por su nombre.
Entre nosotros sólo se reconoce como objetores al servicio militar a quienes re-
chazan el servicio militar (esta palabra existe realmente todavía en la Ley Fun-
damental) por considerarlo reprobable, como un asesinato. ¿Y qué es si no la
función de un ejército? La decisión a favor de una “defensa” militar, de un ejér-
cito, incluye siempre la disposición a la guerra, al asesinato en masa legitimado
por el Estado. Sólo que hoy, a diferencia de la cita arriba mencionada de Tu-
cholsky, se trataría de una guerra total con la consecuencia de la extinción de
toda forma de vida superior.
Me declaro completamente solidario con el Sr. A., y así declaro públicamente:
“¡Todos los soldados son asesinos en potencia!”.
En razón de esta carta del lector un soldado profesional en activo, dos antiguos sol-
dados profesionales, un oficial de la reserva y un soldado que prestaba el servicio
básico interpusieron querellas criminales. El Juzgado de Primera Instancia e Instruc-
ción ha emitido auto de procesamiento contra el recurrente por un delito regulado en
el § 185 CP.
Con ello el recurrente fue hecho culpable de injuria de acuerdo con el § 185 CP. A
favor de la existencia del dolo de lesionar el honor habla también otra carta del recu-
rrente publicada posteriormente en el “Allgemeinen Zeitung”, en la que llama a los
soldados “asesinos pagados a demanda”, cuya tarea consistiría en “asesinar por en-
cargo del Estado, saquear”. De esta forma, el propósito del recurrente de injuriar con
polémicas hirientes, ajenas a la discusión objetiva, ha quedado claro más allá de
toda duda.
Alrededor de las 15.40 horas aparecieron seis personas, entre ellas, la recurrente.
Mientras cuatro de ellas repartían folletos ante el stand de información de las Fuer-
zas Armadas Federales, la recurrente, junto con otra persona, sostenía en alto una
gran transparencia de 1 m x 3 m sobre la que se podía ver:
El tercio inferior de la palabra “asesinos” estaba sobrescrito con las palabras “objetor
de conciencia al servicio militar”.
El folleto repartido por los manifestantes contiene, por una parte, un texto que se
opone a que las Fuerzas Armadas Federales sólo recojan la fascinación por la técni-
ca, pero callen la realidad de la guerra. Por el otro lado, se representan tres armas,
un obús, un lanzagranadas y munición, así como el torso de un hombre alcanzado
por varios disparos de armas y dos civiles muertos – según la rúbrica – en la guerra
de Vietnam.
Tres de los cuatros soldados de las Fuerzas Armadas Federales que se ocupaban
del stand de información interpusieron querella criminal por injurias contra la recu-
rrente y los manifestantes que, juntamente con ella, habían sostenido la transparen-
cia.
Los imputados habrían cumplido los requisitos objetivos y subjetivos del tipo de inju-
rias. No son necesarios considerandos sobre la cuestión de las injurias colectivas
puesto que en cualquier caso se había afectado directamente a cuatro soldados de
las Fuerzas Armadas Federales, de los cuales tres habrían interpuesto querella cri-
minal. El empleo de la fórmula “asesinos en potencia” no excluye de antemano una
injuria. Expresa que los soldados son capaces de convertirse en asesinos. Con la
expresión “en potencia” se alude, por tanto, a una tendencia interna de los soldados.
El concepto “asesinos” supone un menosprecio de la persona. En la palabra asesi-
nato se comprende una actuación reprobable de una persona que en general se ubi-
ca en el escalón ético-moral más bajo. Es cierto, no obstante, que en el lenguaje co-
mún no se distingue entre homicidio y asesinato, puesto que se trata de conceptos
técnico-jurídicos. En el lenguaje común, sin embargo, se designa como asesinato el
homicidio reprobable y antijurídico.
En cualquier caso, también se entrena a los soldados para matar y todo soldado es
consciente de que el empleo de las armas modernas de destrucción también puede
afectar a parte de la población civil. Ahora bien, normalmente no es éste el objetivo
del ataque de los soldados, sino que a menudo se trata únicamente de un efecto co-
lateral indeseado. La muerte del enemigo militar se acepta seguramente con aproba-
ción. Ahora bien, ello está justificado en el derecho internacional, puesto que los sol-
dados sólo deben emplearse en caso de una guerra defensiva. De esta forma, existe
una acción correcta desde el punto de vista del derecho internacional.
La conducta del imputado no está justificada por el § 193 CP en relación con el art. 5
párr. 1 inciso 1 LF. Ahora bien, las disposiciones penales en protección del honor de-
ben ser interpretadas por su parte a la luz del art. 5 párr. 1 LF, e igualmente debe
atenderse a la protección de la libertad de las convicciones ideológicas como un pilar
básico de la democracia. El art. 5 párr. 1 inciso 1 LF garantiza además la libertad de
decidir por sí mismo cómo formular el pensamiento. Pero tiene una importancia deci-
siva en qué circunstancias tiene lugar la divulgación del pensamiento y si resulta
apropiada en estas circunstancias. Los imputados, con su acción, querían atacar pú-
blicamente el militarismo de la forma más intensa. Ello no ha tenido lugar en el mar-
co de una discusión dirigida a la formación de la opinión política, sino para manifes-
tarse en contra de la presencia de un stand de las Fuerzas Armadas Federales en
un “espectáculo deportivo”. El rechazo categórico del militarismo podría haberse ex-
presado sin dificultad cambiando la fórmula. La conducta de la imputada, por ello, no
está cubierta por el art. 5 párr. 1 inciso 1 LF.
b) La Audiencia Provincial ha rechazado la apelación de la recurrente.
3. Con su recurso de amparo la recurrente alega una lesión de sus derechos funda-
mentales contemplados en el art. 5 párr. 1 y en el art. 2 párr. 1 LF en relación con el
principio del Estado de Derecho.
Por otro lado, si se adopta la interpretación del tribunal de instancia, de acuerdo con
la cual la expresión en la pancarta debe considerarse un juicio de valor, entonces se
admite que la expresión de que alguien es un asesino debe entenderse como una
minusvaloración. La Audiencia Provincial le atribuye injustamente, sin embargo, que
no se trata de una exposición sobre el asunto, sino del menosprecio de las perso-
nas. Esta interpretación se contradice con las comprobaciones en la sentencia, de
acuerdo con las cuales la recurrente no habría injuriado a nadie sino que únicamente
habría querido manifestarse públicamente sobre un tema. La Audiencia Provincial no
ha expuesto en ninguna parte que no crea a la recurrente. En la medición de la pena
la Audiencia Provincial también ha tenido en cuenta que se trata de una autora por
convicción y que no la inspiraban motivos deshonrosos. Esto es incompatible con la
afirmación de que la recurrente pretendía atacar el prestigio de los soldados y su di-
famación.
B.
C.
Los recursos de amparo constitucional están fundados, y por tanto son admisibles.
Las sentencias impugnadas no han respetado en la medida necesaria el derecho
fundamental de los recurrentes consagrado en el art. 5 párr. 1 inciso 1 LF.
I.
1. Las expresiones por las cuales los recurrentes fueron sancionados por injurias go-
zan de la protección que ofrece el art. 5 párr. 1 inciso 1 LF.
En el caso de las manifestaciones por las cuales los recurrentes fueron penalmente
condenados por injurias, se trata de opiniones en este sentido, que en todo caso es-
tán protegidas por el derecho fundamental. Con sus manifestaciones acerca de que
los soldados son asesinos o asesinos en potencia, los recurrentes no se referían a
que ciertos soldados hubieran cometido un asesinato en el pasado. Antes bien, han
expresado un juicio sobre los soldados y sobre la profesión de soldado que en cier-
tas circunstancias obliga a matar a otros seres humanos. También los tribunales pe-
nales partieron de la existencia de un juicio de valor, y no de una afirmación sobre
hechos.
II.
b) Como se infiere del § 194 párr. 3 inciso 2 CP, la protección del § 185 CP se refie-
re, en efecto, no sólo a las personas sino también a autoridades o cargos determina-
dos que ejercen funciones en el seno de la Administración pública. En esta medida,
la norma no se puede justificar desde el punto de vista del honor, pues las institucio-
nes estatales no tienen ni un honor “personal” ni son titulares de los derechos comu-
nes de la personalidad. Sin embargo, como norma de protección en favor de las ins-
tituciones estatales adopta el § 185 CP la posición de ley general en el sentido del
art. 5 párr. 2 LF. Dentro de éstas se comprenden todas las leyes que no prohíben la
opinión como tal, que no se orientan a la manifestación de la opinión como tal, sino
que sirven a la tutela de bienes jurídicos que deben ser protegidos por antonomasia
sin consideración a una determinada opinión (vid. BVerfGE 7, 198 [209]; jurispruden-
cia constante). Esto es lo que ocurre en el § 185 CP. Sin un criterio mínimo de acep-
tación social, las instituciones estatales no pueden pretender cumplir su función. Por
ello, deben ser protegidas básicamente también de ataques verbales que amenacen
con socavar estos presupuestos (vid. BVerfGE 81, 278 [292 s.]). La protección penal
no puede llevar, sin embargo, a blindarlas frente a la crítica pública bajo ciertas cir-
cunstancias, incluso la más incisiva, que debe ser tutelada especialmente por el de-
recho fundamental a la libertad de expresión (vid. BVerfGE 28, 191 [202]). Esta exi-
gencia fue tenida suficientemente en cuenta por el § 193 CP, que deja espacio al
efecto del art. 5 párr. 1 inciso 1 LF y cobra un significado mayor cuando el § 185 CP
se aplica en protección de las instituciones públicas y no en protección del honor de
las personas.
III.
La interpretación y aplicación de las leyes penales es una tarea de los tribunales pe-
nales. Tratándose de leyes que limitan la libertad de expresión, no obstante, y de
acuerdo con jurisprudencia constante del Tribunal Constitucional Federal, hay que
atender al derecho fundamental limitado, de forma que se siga conservando su signi-
ficación valorativa también en el ámbito de la aplicación jurídica (vid. BVerfGE 7, 198
[208 s.]).
IV.
Por una parte, las expresiones de los recurrentes se refieren, de acuerdo con su te-
nor literal, sin excepción, a los soldados, pero no a soldados en particular o en espe-
cial a los de las Fuerzas Armadas Federales. Cuando se menciona particularizada-
mente a las Fuerzas Armadas Federales ello sucede únicamente para confirmar que
la expresión sobre todos los soldados también es aplicable a los soldados de las
Fuerzas Armadas Federales. Esta circunstancia debía haber dado motivo a pensar
la manifestación no se dirigía, en realidad, contra el ejército y el oficio militar, que se
valoran negativamente porque se relacionan con la muerte de otras personas, que
tiene lugar en ciertas circunstancias de forma cruel y que también afecta a la pobla-
ción civil. El hecho de que los recurrentes mayoritariamente no hayan hablado de
forma impersonal de “asesinato”, sino que han personalizado en “asesinos”, por sí
mismo no es apropiado para excluir sin más esta interpretación. Pues tampoco el
empleo de la palabra “asesinos” tiene necesariamente que suponer que se reproche
una actitud o intención criminal frente a soldados en particular. Antes bien, quien se
expresa también puede llamar la atención de forma especialmente provocadora so-
bre el hecho de que matar en la guerra no es un proceso impersonal, sino llevado a
cabo por manos humanas. Por ello no es correcto excluir de antemano que la fórmu-
la pueda despertar en quienes prestan el servicio militar y quienes ejercen la profe-
sión de soldado la conciencia de la responsabilidad personal por el conjunto de los
hechos que se condenan y así fomentar la disposición a la objeción de conciencia al
servicio militar.
En segundo lugar, las expresiones de que los soldados son asesinos o asesinos en
potencia se encontraban, en el caso de los recurrentes 2) a 4), en un contexto lin-
güístico más largo, en el caso del recurrente 2) en la forma de un folleto, en el caso
del recurrente 3), en la forma de una carta del lector, y en el caso de la recurrente 4)
en la forma de un folleto empleado conjuntamente con una pancarta y al mismo
tiempo repartido en el stand de las Fuerzas Armadas Federales. Mayoritariamente
se trata en ellos de la destrucción de vidas humanas, tanto entre los soldados como
de la población civil, como una consecuencia aceptada de la conservación de los
ejércitos y de la disposición relacionada con ello de llevar a la guerra, sin importar
que sea con propósitos ofensivos o defensivos. Frente a ello no se trata de una críti-
ca a una conducta individual particularmente reprobable o de un defecto del carácter
de los soldados. No se puede prescindir como punto de partida para la equiparación
de los soldados con los asesinos en el sentido del cumplimiento de las característi-
cas subjetivas del asesinato de acuerdo con el § 211 CP del contexto en el que las
expresiones incriminatorias se encuadran.
El honor personal de una persona, que tiene que ser protegido frente a ataques me-
diante la sanción penal contemplada en el § 185 CP, no puede considerarse de for-
ma puramente individual y desligado de las percepciones colectivas en las que se
encuentra. El particular se mueve en numerosas relaciones supraindividuales que en
parte elige libremente, pero en parte, sin su propia contribución, tiene que aceptar
fundamentando expectativas de roles y conductas a las cuales se ve sometido. Tam-
bién debido a su entorno es identificado en mayor o menor medida con los colectivos
a los que pertenece y con los roles sociales que desempeña. Su prestigio en la so-
ciedad, en estas circunstancias, depende no sólo de sus cualidades y formas de
comportamiento individuales, sino también de las características y de las actividades
de los grupos a los que pertenece, o de las instituciones en las que trabaja. Por este
motivo las expresiones despreciativas sobre los colectivos pueden afectar al honor
de sus miembros.
No se trata de decidir aquí si también el § 185 CP puede ser interpretado de esta for-
ma. En cualquier caso, la Ley Fundamental no ordena esa interpretación restrictiva
de las disposiciones protectoras del honor. Ahora bien, en la aplicación del § 185 CP
a expresiones despreciativas bajo una designación colectiva siempre ha de compro-
barse si se perjudica de alguna manera el honor “personal” de los concretos inte-
grantes del grupo, y ante todo, debe atenderse a que no se debe llevar a suprimir las
expresiones críticas sobre cuestiones o instituciones políticas y sociales, respecto de
las cuales rige la protección de la libertad de expresión de forma especialmente in-
tensa. A ello apunta también la doctrina penal con especial vigor (vid. Androulakis,
Die Sammelbeleidigung, 1970, con ulteriores referencias).
Los tribunales se han apoyado en este contexto en una decisión del Tribunal Supre-
mo Federal, que precisamente ha recaído con motivo de ciertas expresiones despre-
ciativas sobre soldados (vid. BGHSt 36, 83). El Tribunal Supremo Federal parte en
esta sentencia de que las exigencias que el Tribunal Supremo del Reich con arreglo
a las cuales había sancionado penalmente las injurias colectivas, básicamente, al
afirmar que se tiene que tratar de grupos delimitables y abarcables, no satisfacen los
requisitos del Estado de Derecho en orden a la delimitación de los tipos penales. Por
ello exige adicionalmente que la expresión despreciativa se relacione con una carac-
terística que exista en todos los integrantes del colectivo, mientras que la relación
con características que afectan a alguno, pero claramente no a todos los miembros,
de acuerdo con esta jurisprudencia, no lesiona el honor personal de los miembros en
particular. Puesto que a todo destinatario de una expresión semejante le resulta cla-
ro que no se puede referir a todos, y que no se mencionan personas determinadas,
nadie es injuriado por tal expresión.
Por lo tanto, es inconsecuente referir una expresión denigrante que sin mayor con-
creción tiene por objeto a todos los soldados, especialmente a los soldados de las
Fuerzas Armadas Federales, porque son parte del conjunto de todos los soldados.
Puesto que cualquier gran colectivo es divisible en subgrupos más pequeños, por
medio de este recurso se transforma una expresión impune por ser completamente
inespecífica en una ofensa personal y por tanto punible. La limitación del tipo penal
emprendida por el Tribunal Supremo Federal por razones jurídico-estatales es de
esta forma, como resultado, nuevamente eliminada.
V.
Falta en la Sentencia una fundamentación del hecho de que las Fuerzas Armadas
Federales en su conjunto hayan sido injuriadas.
b) La decisión del Tribunal Superior de Justicia muestra las mismas carencias que la
sentencia de apelación.
4. Procedimiento 1 BvR 221/92
c) La decisión del Tribunal Superior de Justicia de Baviera es objetable por las mis-
mas razones que la Sentencia de apelación.
VI.
En ninguno de los cuatro casos se ha de excluir que los Tribunales, cuando conside-
raron otros posibles significados de la expresión, facilísimos de hallar, si hubieran
atendido a la diferencia entre la expresión denigrante relativa a todos los soldados
del mundo y a los soldados de las Fuerzas Armadas Federales, y hubieran emplea-
do el concepto de crítica difamatoria conforme con la Constitución, habrían llegado a
otro resultado. Las decisiones impugnadas deben, por ello, ser revocadas y el asun-
to devuelto. Ahora bien, con ello ni se absuelve a los recurrentes ni se consideran
admisibles las ofensas a los soldados en particular o a los integrantes de determina-
das Fuerzas Armadas Federales con expresiones como “los soldados son asesinos”.
Antes bien, tales expresiones deben ser nuevamente valoradas a la luz de las exi-
gencias derivadas del art. 5 párr. 1 inciso 1 LF.
Esta decisión se ha adoptado por cinco votos contra tres en lo que respecta a los re-
cursos de amparo 1), 3) y 4), y por unanimidad en lo que respecta al recurso de am-
paro 2).
3. Sobre la base de las circunstancias por él comprobadas, de acuerdo con las cua-
les la expresión lesiva para el honor, expresamente o en el contexto general, clara-
mente se refería a los soldados de las Fuerzas Armadas Federales, los tribunales
podían también contestar afirmativamente que los soldados de las Fuerzas Armadas
Federales, y de esta forma, los concretos integrantes de las Fuerzas Armadas Fede-
rales, eran los destinatarios de la expresión. Es dudoso en qué medida se pueden
seguir las declaraciones de la mayoría de la Sala sobre la injuria colectiva. Pero ya
existen reparos respecto del hecho de que la mayoría de la Sala comprenda la sen-
tencia confirmatoria citada del Tribunal Supremo Federal (BGHSt 36, 83 [87]) en el
sentido de que en todos los integrantes del grupo debe darse la característica en
cuestión de forma añadida al criterio de la abarcabilidad del grupo.
Por ello, en las declaraciones públicas en referencia a los integrantes de las Fuerzas
Armadas Federales alemanas debe aplicarse esto, tanto más cuanto los soldados
están obligados a cumplir la función de defensa jurídico-constitucional atribuida de
acuerdo con sus capacidades. Ponen en juego su vida para mantener a la población
civil al margen del horror de la guerra y proteger sus vidas y, no en último lugar, tam-
bién las de quienes desprecian su actuación y la desprecian en público. Un ordena-
miento jurídico que obliga a los jóvenes al servicio militar y les exige obediencia
debe conceder protección a quienes cumplen ese deber cuando son difamados a
causa de ese servicio militar y considerados públicamente como asesinos. Al res-
pecto no se trata de la construcción de un especial “honor de soldado”. Se trata de la
simple evidencia de que la Constitución, si no quiere perder su credibilidad, no pue-
de dejar sin protección a quienes siguen sus mandatos y son atacados justamente
(exclusivamente) a causa de ello. La correlación entre la protección y la obediencia
pertenece a los principios elementales de un ordenamiento jurídico. No puede y no
debe desatenderse.
Haas
4.6. Garantía constitucional del matrimonio y parejas de hecho
El debate que no hace demasiado tiempo se ha suscitado en el ordenamiento
español con ocasión de la aprobación de la Ley 13/2005,384 que autorizó el matrimo-
nio homosexual, transido de argumentos no siempre jurídicos, y que se ha traslada-
do a sede jurisdiccional mediante la interposición de diversos recursos de inconstitu-
cionalidad, todavía pendientes de resolución por el TC, halla en la BVerfGE 105, 313
una referencia de necesaria atención en orden a su indispensable planteamiento en
el marco de una dogmática constitucionalmente adecuada de los derechos funda-
mentales. Es cierto, sin embargo, que la BVerfGE 105, 313, que resuelve diferentes
recursos de inconstitucionalidad interpuestos por los Gobiernos de los Estados de
Sajonia y de Baviera, no tiene por objeto formalmente una ley que reconoce un ma-
trimonio entre personas del mismo sexo, sino las uniones de hecho entre los mis-
mos, reconocidas por Ley el 16 de febrero de 2001, que el Tribunal Constitucional
Federal estima no lesiva del derecho fundamental del art. 6,1 LF (B II).385 De cual-
quier manera, en ella pueden entreverse las premisas que serían utilizadas por el
propio Tribunal Constitucional Federal en orden a un eventual enjuiciamiento de la
extensión del derecho al matrimonio a las personas del mismo sexo.386
384
Véase algunas reflexiones doctrinales al respecto en DÍEZ PICAZO, Luis María, En torno al ma-
trimonio entre personas del mismo sexo, Indret. Revista para el análisis del derecho, Nº 2,
2007, pág. 1 y ss. Véase también en ese sentido el Dictamen del Consejo de Estado, 2628/2004,
de 16 de diciembre de 2004, en el que se exponen dudas sobre la constitucionalidad sobre el proyec-
to de ley sometido a su consideración por parte del Gobierno al amparo del art. 32,1 CE.
3
385
Las uniones de hecho entre personas del mismo o de diferente sexo—esto último no reconocido en
la Ley objeto de enjuiciamiento por parte del Bundesverfassungsgericht—han sido reconocidas en el
ordenamiento español a través de diferentes normas autonómicas, sin que, debido a sus limitados
efectos respecto del acogimiento y la adopción y su naturaleza no matrimonial, se haya generado la
polémica que ha planteado la anteriormente citada Ley 13/2005, que reconoce el matrimonio entre
personas del mismo sexo. Véase acerca de las parejas de hecho SÁNCHEZ MARTÍNEZ, Maria Olga,
Constitución y parejas de hecho: El matrimonio y la pluralidad de estructuras familiares, Revista
Española de Derecho Constitucional, Nº 58, 2000, pág. 45 y ss. También véase el trabajo de GARCÍA
RUBIO, Maria Paz, Parejas de hecho y lealtad constitucional en TORRES GARCÍA, Teodora Felipa
(coord.), Estudios de derecho civil: homenaje al profesor Francisco Javier Serrano García,
Universidad de Valladolid, 2004, pág. 35 y ss.
3
386
3
387
BVerfGE 31, 58 (67); BVerfGE 62, 323 (329). Véase sobre el contenido normativo del art. 6,1 LF el
trabajo de SICKERT, Ariane, Die lebenspartnerschaftliche Familie, Das Lebenspartnerschaftsgesetz
und Art. 6 Abs. 1 GG, Duncker & Humblot, Berlín, 2005, pág. 23 y ss.
La relación de la pareja matrimonial que disfruta de protección iusfundamental
y su configuración constituye una tarea del legislador, que ha de configurar al matri-
monio con arreglo a la imagen social dominante.390 De cualquier manera, el Tribunal
Constitucional Federal pone de manifiesto cuáles son los contenidos normativos mí-
nimos presupuestos –en los términos recientemente indicados por el mismo— por el
art. 6 LF. Estos son 1) la unión entre un hombre y una mujer en una comunidad de
vida permanente,391 2) constituida por una decisión libre, 3) en la que hombre y mujer
gozan de igualdad de derechos y de obligaciones,392 4) pudiendo decidir libremente
sobre la configuración de su convivencia (B II b aa).393 Pues bien, es este objeto del
derecho fundamental el que preside la interpretación y aplicación de las tres normas
contenidas en el enunciado iusfundamental del art. 6,1 LF y con arreglo cada una de
ellas, al análisis sistemático de la constitucional de la ley de parejas de hecho.
3
390
BVerfGE 31, 58 (70); BVerfGE 36, 146 (162); BVerfGE 81, 1 (6). En la jurisprudencia constitucional
española tal naturaleza es la que también se imputa al matrimonio. Véase entre otras la STC
119/1999, F.J. 13º.
391
BVerfGE 10, 59 (66).
3
392
Sobre el objeto del derecho fundamental del art. 6,1 LF véase MÜNCH, Eva Marie von, Ehe und
Familie en BENDA/MAIHOFER/VOGEL, Hans-Jochen (edits), Handbuch des Verfassungsrechts der
Bundesrepublik Deutschland, de Gruyter, Berlin, New York, 1995, pág. 293 y ss.
En cuanto a la vertiente del derecho fundamental del art. 6,1 LF como un de-
recho subjetivo, la ley de parejas de hecho no produce una lesión del mismo porque
no impide a los cónyuges contraer matrimonio (B II c aa (1)). En segundo lugar, y en
lo que pone su énfasis principalmente la argumentación del Tribunal Constitucional
Federal, el derecho fundamental del art. 6,1 LF como garantía institucional y como
norma configuradora de valores, se deriva la prohibición del legislador de perjudicar
al matrimonio—poniéndolo en peor situación que otras formas de vida-- y, por otra,
fomentarlo mediante medidas adecuadas (B II 1 c).394 Este contenido normativo tam-
poco resulta puesto en peligro, a juicio del Tribunal Constitucional Federal, por la ley
de parejas de hecho homosexual, ya que ni el matrimonio ni los cónyuges se en-
cuentran en peor situación que hasta el momento (B II 1 c aa (1)), siguiendo gozan-
do de idénticos derechos.395
3
394
BVerfGE 6, 55 (76); BVerfGE 28, 104 (113); BVerfGE 53, 224 (248); BVerfGE 76, 1 (41); BVerfGE
80, 81 (92); BVerfGE 99, 216 (231). Véase a este respecto, sobre la dimensión objetiva del derecho
fundamental del art. 6,1 LF, DI FABIO, Ugo, Der Schutz von Ehe und Familie:
Verfassungsentscheidung für die vitale Gesellschaft, Neue Juristische Wochenschrift, 2003, pág. 993
y ss. y KINGREEN, Thosten, Das Grundrecht von Ehe und Familie (Art. 6 I GG), Juristische
Ausbildung, 1997, pág. 401 y ss.
3
395
Apunta el Tribunal Constitucional Federal que esta lesión de la dimensión subjetiva del matrimonio se
vería perjudicada si el legislador creara otra institución con la misma función que compitiera con el
matrimonio y contemplara, por ejemplo, los mismos derechos, pero menos obligaciones (B I c bb (3)).
Precisamente a esta conclusión—rebatiendo el argumento de la mayoría de la
Sala apoyado en la norma implícita en el enunciado del art. 6,1 LF que reconoce una
garantía institucional-- se dirige el voto particular del magistrado Papier. A su juicio,
lo que define a la garantía institucional no es tan solo el sexo de los contrayentes—
como así entiende la voluntad mayoritaria de la Sala—sino también unos ciertos de-
rechos intrínsecamente vinculados a aquella. Por ello, el hecho de que se reconozca
una nueva institución jurídica que se corresponde con los derechos y obligaciones
del matrimonio desatiende la garantía institucional del art. 6,1 LF. En consecuencia,
el matrimonio como institución se ve perjudicada ya por el mero hecho de que se le
reconozcan los mismos derechos a las parejas de hecho formadas por homosexua-
les.396 En consecuencia, en voto particular concibe al matrimonio como una forma
(heterosexual) vinculada a un status, esto es, a un contenido. A este mismo resulta-
do acaba llegando también el voto particular interpuesto por la magistrada Haas,
aunque su argumentación se apoya fundamentalmente entorno a la concepción del
art. 6,1 LF como una norma configuradora de valores que requiere del legislador un
mandato de fomento dirigido al Estado. Para la magistrada, la promoción constitucio-
nalmente ordenada significa más que la evitación de perjuicios al matrimonio, 397 sino
una dedicación positiva más allá de lo normal, esto es, lo que exige el art. 6,1 LF es
que se privilegie al matrimonio como unión heterosexual frente a otros tipos de unio-
nes de hecho cuya cobertura no se encuentra reconocida en el texto constitucional
ni es partícipe de los elementos estructurales de aquel derecho fundamental. Por
ello, es inviable una equiparación en derechos entre las parejas de hecho homose-
xuales y el matrimonio (2 a).398
3
396
Directrices
Fallo:
La Ley para poner Fin a la Discriminación de las Parejas Homosexuales: Ley de Pa-
rejas de Hecho, de 16 de febrero de 2001 (Boletín Oficial Federal I página 266), en
la redacción de la Ley de 11 de diciembre de 2001 (Boletín Oficial Federal I página
3513) es compatible con la Ley Fundamental.
Fundamentos:
A.
I.
Por indicación del Ministerio Federal de Justicia de que, en su opinión, existían dos
claras incorrecciones en los párrafos 3 y 4 del art. 1 § 3 LpartDisBG, los presidentes
del Parlamento Federal y del Consejo Federal consintieron una corrección de errores
de las disposiciones que se consideraban incorrectas. La redacción oficial y la publi-
cación de la Ley de 16 de febrero de 2001 (BOF. I p. 266) tuvieron lugar, pues, con
la redacción corregida. Las solicitudes, dirigidas contra la entrada en vigor de la Ley,
de que se adoptara una medida cautelar, por parte de los Gobiernos de los Estados
libres de Baviera y Sajonia ante el Tribunal Constitucional Federal no tuvieron éxito
(vid. la sentencia de 18 de julio de 2001 – 1 BvQ 23/01 y 1 BvQ 26/01 –, NJW 2001,
p. 2457).
II.
La separación de una ley en una parte que necesita aprobación y otra que no la ne-
cesita en el trascurso del procedimiento legislativo lleva al vaciamiento de la necesi-
dad de aprobación de las leyes. En un desarrollo de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional Federal habría que entender que una ley federal necesitaría, aproba-
ción cuando aun limitándose únicamente a la regulación de cuestiones jurídico-mate-
riales, éstas, debido a su fuerza reguladora, no dejen a los Estados federados nin-
gún espacio de maniobra para configurar ellos mismos el procedimiento administrati-
vo. Esto es lo que ocurre en el caso de la ley impugnada.
b) Además, la Ley contiene otras normas que necesitarían la aprobación del Consejo
Federal. Ello afecta a la nueva regulación del art. 17 a EGBGB399 (a partir del 1 de
enero de 2002 art. 17 b EGBGB; modificado por el art. 10 de la Ley de 11 de diciem-
bre de 2001, BOF I p. 3513), que con su remisión al art. 10 párr. 2 EGBGB recoge
una competencia de los funcionarios del Registro Civil, de forma que precisa la apro-
bación, porque confía al funcionario del Registro Civil una actividad administrativa ju-
rídica y cualitativamente nueva. La nueva regulación de la Ley de Extranjería en re-
lación a la entrada en el país de miembros de la pareja de hecho otorga en adelante
a los preceptos procesales, incluso sin haber sido expresamente modificados, un
significado y alcance básicamente distintos y da lugar a una actividad cualitativa-
mente distinta de las autoridades de extranjería. Mientras éstas, hasta ahora, tenían
399
N.e. Ley introductoria del Código Civil (Einführungsgesetz zum Bürgerlichen Gesetzbuch).
que tener en cuenta en su juicio de proporcionalidad el art. 6 LF en lo que respecta
al reparto de permisos de residencia, en el caso de solicitudes de miembros de pare-
jas de hecho sólo han de acudir a la protección de la personalidad otorgada por el
art. 2 párr. 1 en relación con el art. 1 párr. 1 LF.
c) Por último de acuerdo con las resoluciones del Parlamento Federal y del Consejo
Federal, la Ley no debería haber sido objeto de una corrección de errores. El que el
art. 1 § 3 párr. 3 y 4 LpartDisBG, en la redacción aprobada por el Parlamento Fede-
ral, contemplara todavía la competencia del funcionario del Registro Civil para la re-
cepción de las declaraciones relacionadas con el derecho al apellido, no era un de-
fecto de redacción. Del informe de la comisión jurídica se desprende que en la Ley
no debía mencionarse la autoridad que es competente para realizar el registro de la
pareja de hecho. Ahora bien, el art. 1 § 3 párr. 3 y 4 LPartDisBG no concierne ni al
registro de una pareja de hecho ni a la determinación de un apellido, sino a la extin-
ción de una pareja de hecho que se ha roto. Por lo tanto, es justo realizar las decla-
raciones ante el funcionario del Registro Civil, porque tras la ruptura de la pareja de
hecho corresponde aplicar de nuevo la Ley federal del Estado Civil. El precepto fue
objeto de debate y se aprobó por voluntad del legislador. La corrección de errores
del precepto, por este motivo, es inconstitucional y nula. El procedimiento de correc-
ción de errores lesiona el principio democrático. La redacción de la ley que fue publi-
cada no se corresponde con la redacción aprobada. Ello da lugar, como consecuen-
cia, que, debido a la falta de atención con que se realizó la corrección de errores,
sea objeto del procedimiento de inconstitucionalidad el precepto jurídico no publica-
do que, con su atribución de una competencia al funcionario del Registro Civil, obliga
a que la Ley necesite aprobación.
El matrimonio, como elemento vital de la ordenación estatal para garantizar las con-
diciones del cuidado y la educación de los niños, se protege especialmente en inte-
rés de los padres y de los hijos, pero también de la comunidad estatal. Se le privaría
de su especial protección por medio de la equiparación si se crean instituciones pa-
ralelas para otro tipo de parejas que se aproximarían así al matrimonio. El art. 6 párr.
1 LF dispone que las relaciones jurídico-personales y familiares de los sexos deben
ordenarse a través del matrimonio siempre que se trate de una convivencia durade-
ra. El encargo constitucional ordena respetar y fomentar la unidad y la responsabili-
dad del matrimonio. Esto produce efectos directos en todas las ramas del Derecho
público y privado. Al respecto, el art. 6 párr. 1 LF no sólo prohíbe abrir el matrimonio
a las parejas homosexuales, sino también que se coloque al lado del matrimonio una
institución que, sin necesidad objetiva alguna, toma elementos estructurales del ma-
trimonio, dando lugar a que de esta manera se sortee la prohibición. El mandato de
especial protección del art. 6 párr. 1 LF exige una clara distancia entre la forma jurí-
dica del matrimonio y la de una pareja de hecho. El matrimonio disfruta de una pro-
tección exclusiva. A otros tipos de parejas la Ley Fundamental les garantiza única-
mente protección, pero no una especial protección institucional. Esta diferenciación
sirve de base a un mandato de diferenciación y a una prohibición de copia en la con-
figuración jurídica de otros tipos de pareja. No pueden configurarse siguiendo el mo-
delo del matrimonio, reproducir fielmente la imagen del matrimonio o asumir normas
que conformen el núcleo del derecho matrimonial. Este mandato ha sido infringido al
asemejar la pareja de hecho registrada al matrimonio. Las aparentes diferencias en
relación al derecho matrimonial que se contienen en la Ley se revelan en un análisis
más detallado similares al matrimonio. Las únicas diferencias reales respecto del
matrimonio que se contienen en la Ley no permiten, por el contrario, que se pueda
reconocer un concepto jurídico autónomo. El propósito del legislador de copiar con la
LPartGErgG el régimen jurídico del matrimonio se hace todavía más claro con las
disposiciones previstas en la LpartDisBG. Ésta afecta especialmente a la normativa
fiscal, que en sus efectos equivale a una regla limitada de imputación separada de
las rentas de los cónyuges.
III.
Tampoco otras disposiciones de la Ley dan lugar a que ésta necesite la ratificación.
Así, el art. 3 § 16 núm. 10 LPartDisBG regula exclusivamente la competencia de los
tribunales alemanes. El art. 3 § 25 LPartDisBG no crea una competencia del funcio-
nario del Registro Civil, sino que remite mediante una clásica concordancia a las au-
toridades competentes. El art. 3 § 6 LPartDisBG extiende finalmente una competen-
cia preexistente del Registro Civil a los casos de los apellidos de las parejas de he-
cho, de esta forma que sólo supone un cambio meramente cuantitativo de una com-
petencia preexistente. Las disposiciones de la Ley relativas al derecho de extranjería
no imponen a los Estados federados, en ningún caso, tareas nuevas, cualitativamen-
te distintas de la situación actual. Las ponderaciones a realizar de acuerdo con el art.
2 párr. 1 y con el art. 1 párr. 1 LF eran necesarias también hasta ahora en el derecho
de extranjería.
La Ley no infringe el art. 6 párr. 1 LF, que admite otras instituciones de fortalecimien-
to de la responsabilidad, y tampoco supone una discriminación frente a personas
que a causa de su orientación sexual no pueden contraer matrimonio. Se correspon-
de con la demanda básica del art. 6 párr. 1 LF, de asegurar jurídicamente las necesi-
dades humanas básicas por proximidad y seguridad, el que se creen normas ade-
cuadas también para las parejas homosexuales, que les posibilita dotar a sus rela-
ciones de una base jurídica. La LPartDisBG respeta el valor social y jurídico del ma-
trimonio y de la familia. Su continua valoración se expresa ya en el deseo de las pa-
rejas homosexuales afectadas de tener una institución jurídica similar. El matrimonio
supone un modelo social a tener en cuenta en la medida en que la normativa jurídi-
co-matrimonial se pueda trasladar en sus aspectos básicos a las parejas homose-
xuales. La imagen del matrimonio y de la familia no se ve perjudicada por ello.
La Ley mantiene la equidad fiscal. Las situaciones que en la Ley dan derecho a ali-
mentos son deducibles como cargas especiales en el impuesto sobre la renta. Por
último, también el derecho sucesorio otorgado al miembro de la pareja está en con-
sonancia con el art. 14 párr. 1 LF. El derecho a la legítima encuentra hoy en día su
justificación en la obligación social de asegurar los alimentos del afectado más allá
de la muerte. El legislador está facultado para asegurar a los parientes más cerca-
nos una participación mínima adecuada en la herencia.
bb) En relación a la conformidad de la Ley con la Constitución en vista del art. 6 párr.
1 LF, el Parlamento Federal apunta que no hay en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional Federal justificación alguna para una infracción del mandato de dife-
renciación o de distancia que se derive del especial mandato de protección del art. 6
párr. 1 LF. En el enjuiciamiento jurídico-constitucional de la LPartDisBG la función de
derecho de defensa del art. 6 párr. 1 LF no desempeña papel alguno, puesto que la
Ley no afecta al matrimonio, no perjudica la libertad de contraer matrimonio, no influ-
ye sobre la convivencia matrimonial y tampoco introduce ningún nuevo impedimento
matrimonial. En ningún momento se ve afectada la garantía institucional. La teoría
de las garantías institucionales es una teoría de los derechos fundamentales que
bajo la Ley Fundamental somete a derecho por completo al poder político, pero no
tiene una función limitadora o sólo la tiene de manera parcial. En caso de una norma
constitucional que contenga una garantía institucional, ésta abarca siempre el ámbito
normativo a que se refiere aquélla, no otros supuestos de hecho que se encuentran
fuera de su programa normativo. De esta forma, se comporta frente a la creación de
otras instituciones de forma neutral, en tanto no afecten a la institución protegida por
los derechos fundamentales. Esto se aplica también al art. 6 párr. 1 LF, que sólo
contiene la obligación del legislador de garantizar al matrimonio una atención norma-
tiva primaria que posibilite el ejercicio de los derechos fundamentales. El art. 6 párr.
1 LF no asegura al matrimonio, sin embargo, su exclusividad. Puesto que la LPart-
DisBG no se ocupa del derecho vigente en relación al matrimonio, la institución del
matrimonio no resulta afectada en modo alguno por ella.
b) En la vista oral han presentado alegaciones los diputados del Parlamento Federal
von Renesse (SPD), Geis (CDU/CSU), Beck (ALIANZA90/LOS VERDES) y Braun
(FDP). Al respecto, el diputado Geis ha defendido una posición distinta de la adopta-
da por el Parlamento Federal.
En todo caso no se comparte la opinión de que una pareja de hecho devenga inefi-
caz en caso de contraer matrimonio. Es injusto conceder primacía a la libertad de
contraer matrimonio de uno de los miembros de la pareja frente a la confianza del
otro en un vínculo duradero. Más bien se ha de ver en la base de la pareja de hecho
una renuncia al derecho fundamental en relación a la libertad de contraer matrimo-
nio. El art. 6 párr. 1 LF, como norma fundamental configuradora de valores no orde-
na, de acuerdo con su tenor literal, un tratamiento desigual de las parejas homose-
xuales. Aunque el matrimonio se considera la célula germinal del Estado, esto no
puede fundamentar su obligatoria preferencia. También los matrimonios sin hijos dis-
frutan de la protección del art. 6 párr. 1 LF. En tanto este derecho fundamental prote-
ge el matrimonio como comunidad de bienes y responsabilidad, que libera de cargas
a la sociedad y opera de forma estabilizadora sobre la pareja, este punto de vista es
aplicable de igual manera a las parejas homosexuales. La actuación estatal de pro-
moción de las familias no se ven limitadas por la institución de la pareja de hecho
inscrita. No puede extraerse del art. 6 párr. 1 LF un mandato de lucha frente a otros
fenómenos sociales. No son de esperar cambios sustanciales causados por la Lpart-
DisBG, que no afecta a los preceptos jurídico-matrimoniales. Además, la configura-
ción jurídica de la pareja de hecho se diferencia de muchas formas distintas del de-
recho matrimonial. No se aprecian otras lesiones de derechos fundamentales.
B.
Los recursos carecen de motivación. La Ley para poner fin a la Discriminación de las
Parejas Homosexuales: Ley de Parejas de Hecho (LPartDisBG) es compatible con la
Ley Fundamental.
I.
a) La necesidad de aprobación del art. 84 párr. 1 LF debe servir para asegurar la de-
cisión constitucional sobre la competencia administrativa de los Estados federados
en favor de la construcción del Estado federal y para evitar que se puedan introducir
cambios en la organización del Estado federal por vía de legislación ordinaria, a pe-
sar de los reparos del Consejo Federal (vid. BVerfGE 37, 363 [379 ss.]; 55, 274
[319]; 75, 108 [150]). Partiendo de este objetivo del art. 84 párr. 1 LF, una ley no ne-
cesita la aprobación por el mero hecho de que afecte a la competencia de ejecución
de los Estados federados, al dar ocasión o poner fin a su actuación administrativa en
un determinado ámbito. Antes bien, la necesidad de aprobación del Consejo Federal
presupone una normativa federal sobre el establecimiento de autoridades de los Es-
tados federados y su procedimiento de actuación (vid. BVerfGE 75, 108 [150]). La
normativa de establecimiento no existe sólo cuando una ley federal designa a una
autoridad de un Estado federado, sino también cuando fija su ámbito concreto de
funciones. El procedimiento de actuación de las autoridades de un Estado federado,
por el contrario, se regula cuando la ley determina de forma vinculante el modo y la
forma de ejecución de una ley federal. Esto es lo que ocurre cuando la normativa ju-
rídico-material de la ley no sólo exige a las autoridades administrativas que actúen,
sino que al mismo tiempo contiene una determinada forma de actuación procedi-
mental (vid. BVerfGE 55, 274 [321]; 75, 108 [152]).
b) De acuerdo con ello, las normas de la PartDisBG alegadas por los recurrentes no
contienen una regulación del procedimiento administrativo en el sentido expresado
en el art. 84 párr. 1 LF.
bb) Con el art. 3 § 25 LPartDisBG no se crea una competencia de una autoridad del
Estado federado. En todo caso el art. 17 a, introducido con este precepto en la
EGBGB (ahora art. 17 b EGBGB), que establece para las parejas de hecho inscritas
la aplicación del derecho competente, trae en aplicación por medio de su párrafo 2
inciso 1 la norma del art. 10 párr. 2 EGBGB. De acuerdo con su inciso 1, en la cere-
monia de matrimonio o después, los esposos pueden elegir ante el funcionario del
Registro Civil el apellido que van a utilizar en el futuro. Esta remisión, no obstante,
no supone también obligatoriamente una competencia del funcionario del Registro
Civil para recibir la declaración referente a la elección del apellido por parte de los
miembros de la pareja de hecho. Ante el trasfondo de que la LPartDisBG ha dejado
abierto el tema de qué autoridad ha de ser competente para la constitución de pare-
jas de hecho inscritas, una aplicación correlativa del art. 10 párr. 2 EGBGB se ha de
entender exclusivamente en el sentido de que se refiere al contenido jurídico-mate-
rial del art. 10 párr. 2 inciso 1 EGBGB, y no, sin embargo, a que de esta forma se
haya elaborado una normativa relativa a la competencia.
cc) De la misma manera tampoco el art. 3 § 6 LPartDisBG otorga a la oficina del Re-
gistro Civil una nueva competencia, sino que refiere las ya existentes a un círculo
más amplio de personas, cuando complementando el § 2 inciso 1 de la Ley de Mino-
rías-Cambio de Apellidos no limita la modificación del apellido de nacimiento de una
persona, con los presupuestos del § 1 de esta Ley – esto es, por medio de declara-
ción ante el funcionario del Registro Civil – exclusivamente en caso de la correspon-
diente declaración de los esposos sobre el apellido del matrimonio, sino que lo ex-
tiende al apellido de los miembros de la pareja de hecho, siempre que uno de sus
miembros adopte el cambio de apellido mediante declaración ante el funcionario del
Registro civil. No se vincula a ello una modificación del contenido de las funciones
del funcionario del Registro Civil (vid. BVerfGE 75, 108 [151]).
dd) El que las autoridades de extranjería, de acuerdo con el art. 3 § 11 LPartDisBG,
que afecta a los §§ 27 a, 29 párr. 4 y 31 párr. 1 AuslG 400, puedan también otorgar
ahora al miembro extranjero de la pareja un permiso de residencia, un permiso de
estancia o una autorización de permanencia para la constitución y el mantenimiento
de la comunidad de vida con su pareja de hecho, únicamente amplía los presupues-
tos típicos sobre los cuales se puede constituir un estatus de residencia. La función
de las autoridades de extranjería no experimenta por ello un aumento cuantitativo, ni
tiene tampoco un contenido distinto. La necesidad de aprobación por el Consejo Fe-
deral no se puede apoyar sin más en que las autoridades de extranjería tendrían que
orientar su margen de ponderación de forma distinta en caso de las parejas de he-
cho que en caso de los matrimonios en el art. 6 párr. 1 LF, sino en el art. 2 párr. 1 en
relación con el art. 1 párr. 1 LF. En el ejercicio de la discrecionalidad técnica que se
les otorga, las autoridades han de respetar siempre los derechos fundamentales de
los afectados, con independencia de qué derecho fundamental puedan alegar éstos.
En cualquier caso, la corrección de errores de las leyes sólo está permitida, fuera del
proceso sumario de los arts. 76 ss. LF, dentro de unos márgenes muy limitados de-
bido al derecho de los cuerpos legislativos al respeto y mantenimiento de su exclusi-
va competencia para determinar el contenido de las leyes,. ene. Criterio para esta
particular delimitación y para la admisibilidad excepcional de la corrección de errores
del texto de una ley ya aprobada es su evidente incorrección. Al respecto, una evi-
dente incorrección puede desprenderse no sólo del texto normativo, sino especial-
mente también del sentido global y de los trabajos parlamentarios de la ley. Es deci-
sivo que con la corrección de errores no se altere el contenido material jurídicamente
relevante de la norma, y con él su identidad (vid. BVerfGE 48, 1 [18 s.]).
b) Tomando como base este criterio, la corrección de errores del art. 1 § 3 párr. 3 y 4
LPartDisBG que se ha llevado a cabo no supera los límites de la admisibilidad jurídi-
co-constitucional.
3. La división del proyecto de ley inicialmente presentado por los grupos de apoyo al
Gobierno, para poner fin a la discriminación de las parejas homosexuales: Ley de
parejas de hecho (BOPF 14/3751), en el transcurso del procedimiento legislativo por
recomendación de la comisión jurídica del Parlamento Federal, en la Ley del mismo
nombre que aquí se somete a control, con su normativa material sobre la pareja de
hecho inscrita, y el proyecto de ley con particulares normas de ejecución de carácter
procesal (BOPF 14/4545 y 14/4550 con anexos), no infringe la Constitución. En par-
ticular, la división llevada a cabo no supone la necesidad de aprobación por el Con-
sejo Federal de la LPartDisBG.
bb) Lo mismo rige en el caso de que el legislador federal, junto a una normativa jurí-
dico-material, también quiera adoptar una regulación para su traslación en el proce-
dimiento administrativo de los Estados federados, pero no recoja juntos ambos com-
plejos normativos en una ley, sino que los divida en leyes independientes. De esta
forma, si la competencia de aprobación del Consejo Federal solo afecta a la ley en la
que se contiene la parte jurídico-procesal, no se produce un desplazamiento de las
competencias atribuidas en la Ley Fundamental en perjuicio de los Estados federa-
dos. Al Consejo Federal le corresponde una competencia de aprobación de la nor-
mativa federal jurídico-material – con independencia de los casos especialmente
previstos en la Ley Fundamental – sólo allí donde el legislador se entromete en el
ámbito competencial de los Estados federados, de acuerdo con los arts. 83 ss. LF.
Esta injerencia sólo se produce en la ley procesal independiente separada del conte-
nido de la normativa jurídico-material.
aa) El motivo que se atribuye al Parlamento Federal, esto es, haber procedido a la
distribución de la materia legal en dos leyes únicamente para impedir al Consejo Fe-
deral que mediante la negativa a la aprobación también impidiera regular las disposi-
ciones jurídico-materiales que se pretendían introducir, tampoco hace que esta for-
ma de actuar parezca arbitraria. Con el presupuesto, hasta ahora aceptado, de que
una ley necesita en conjunto la aprobación del Consejo Federal cuando contiene un
solo precepto que necesite la aprobación (vid. BVerfGE 8, 274 [294]; 55, 274 [319]),
la división es una vía legítima para prevenir una excesiva extensión de la necesidad
de aprobación de leyes y posibilitar al Parlamento la realización de su capacidad le-
gislativa. Extraer de tal motivo del legislador que su forma de actuar supone un abu-
so conduciría finalmente a obligar al Parlamento Federal a regular las disposiciones
procesales siempre conjuntamente con el Derecho material. Ello, no obstante, posi-
bilitaría por una parte al Consejo Federal ejercer su influencia con mayor fuerza tam-
bién en el Derecho material, pero por otra parte privaría a los Estados federados fur-
tivamente de competencias legislativas allí donde la Constitución les atribuye com-
petencias originarias. Tal forma de actuar, y no por el contrario la distribución de la
materia jurídica en dos leyes, podría suponer un desplazamiento paulatino de com-
petencias constitucionales que precisamente el art. 84 párr. 1 LF pretende evitar.
Por último, la Ley también es ejecutable. Ello se confirma con claridad en las distin-
tas normas ejecutivas de los Estados federados.
II.
aa) A toda persona capaz de contraer matrimonio le sigue estando abierto el camino
del matrimonio, incluso tras la introducción por la LpartDisBG de la pareja de hecho
inscrita. Ahora bien, el matrimonio sólo puede contraerse con una pareja del sexo
opuesto, puesto que le es inherente como característica esencial la diferencia de
sexo del compañero (vid. BVerfGE 10, 59 [66]), y se refiere únicamente a la libertad
de contraer matrimonio. A las parejas homosexuales les sigue estando vedada la vía
del matrimonio, también tras la introducción de la LpartDisBG. En caso de una vincu-
lación duradera únicamente se les abre, como institución jurídica, la pareja de hecho
inscrita.
aa) La propia Ley Fundamental no contiene una definición del matrimonio, sino que
lo presupone como forma especial de la convivencia humana. La realización de la
protección jurídico-constitucional necesita una normativa jurídica que configure y de-
limite qué tipo de relación de pareja disfruta de la protección de la Constitución como
matrimonio. El legislador tiene un amplio margen de maniobra a la hora de determi-
nar la forma y el contenido del matrimonio (vid. BVerfGE 31, 58 [70]; 36, 146 [162];
81, 1 [6 s.]). La Ley Fundamental garantiza la institución del matrimonio no en abs-
tracto, sino en la configuración que se corresponde con la imagen social dominante,
que ha encontrado prioritariamente expresión en la normativa legal (vid. BVerfGE 31,
58 [82 s.]). En todo caso, el legislador debe atender en la forma del matrimonio a los
principios estructurales esenciales que se derivan de la vinculación del art. 6 párr. 1
LF a la forma de vida preexistente, en relación con el carácter de libertad del dere-
cho fundamental garantizado y otras normas constitucionales (vid. BVerfGE 31, 58
[69]). Forma parte del contenido del matrimonio, con independencia del cambio so-
cial y de las modificaciones que con él se relacionan, tal y como ha conservado su
forma jurídica y ha recibido su cuño por la Ley Fundamental, que se trata de la unión
de un hombre y una mujer en una comunidad de vida permanente, constituida por la
decisión libre con la participación de los Estados federados (vid. BVerfGE 10, 59
[66]; 29, 166 [176]; 62, 323 [330]), en la que hombre y mujer son compañeros con
igualdad de derechos (vid. BVerfGE 37, 217 [249 ss.]; 103, 89 [101]) y pueden deci-
dir libremente sobre la configuración de su convivencia (vid. BVerfGE 39, 169 [183];
48, 327 [338]; 66, 84 [94]).
(1) Esto no ocurre por el mero hecho de que la LPartDisBG ofrezca a las parejas ho-
mosexuales la posibilidad de vincularse por medio de una pareja de hecho inscrita
con derechos y obligaciones que se parecen a los del matrimonio.
De esta forma, , en el derecho de ayudas sociales los cónyuges son tratados actual-
mente como unidad económica, y sin embargo no lo son, expresamente, los miem-
bros de la pareja de hecho. En el caso de los cónyuges ello puede llevar, a causa
del cálculo de ingresos que se ha de realizar, a la reducción o a la supresión del de-
recho a la ayuda social, mientras que en el caso del miembro de la pareja sin cálculo
de ingresos podría conducir al disfrute de la cuantía de la ayuda social sin reduccio-
nes. Pero el tratamiento perjudicial de los esposos no se produciría, sin embargo,
por parte del LpartDisBG, sino por la ausencia de las correspondientes disposiciones
en la Ley Federal de Asistencia Social. La LPartDisBG no privilegia a los miembros
de la pareja en lo que respecta a la obligación de pagar alimentos recíprocamente,
en comparación con los cónyuges. Si en el derecho de asistencia social no se extra-
en las correspondientes consecuencias jurídicas, puede producirse una infracción de
la prohibición de perjudicar que se deriva del art. 6 párr. 1 LF, pero, sin embargo, no
estaría causada por los preceptos de la LPartDisBG, que son el único objeto del pro-
cedimiento de inconstitucionalidad.
(1) Cuando el art. 6 párr. 1 LF coloca al matrimonio bajo una especial protección, la
especialidad consiste en que sólo el matrimonio como institución, junto a la familia,
goza de esta protección jurídico-constitucional, no, por el contrario, otra forma de
vida. El matrimonio, sin una modificación constitucional, no puede ser eliminado o
cambiarse sus principios estructurales esenciales (así ya von Mangoldt en la Comi-
sión de Cuestiones Fundamentales del Consejo Parlamentario, en: Der Parlamenta-
rische Rat 1948-1949, Akten und Protokolle, Tomo 5/II, 1993, en colaboración con
Pikart/Werner, p. 826). Sólo para él existe un mandato jurídico-constitucional de fo-
mento. La especialidad de la protección en el sentido exorbitante de que el matrimo-
nio se ha de proteger siempre más que otras comunidades vitales (así, en conse-
cuencia, Badura, en: Maunz/Dürig, Grundgesetz, art. 6 párr. 1 nm. 56 [situación:
agosto 2000]; Burgi, en: Der Staat, Tomo 39, 2000, pp. 487 ss.; Krings, ZRP 2000,
pp. 409 ss.; Pauly, NJW 1997, p. 1955 s.; Scholz/Uhle, NJW 2001, p. 393 s.; Tettin-
ger, en: Essener Gespräche zum Thema Staat und Kirche, Tomo 35, 2001, p. 140),
no puede apoyarse ni en el tenor literal del precepto que recoge el derecho funda-
mental ni en los trabajos preparatorios.
En los debates sobre el art. 6 párr. 1 LF también jugó un papel esencial la cuestión
de la protección de nuevas formas de vida (vid. al respecto las contribuciones de He-
lene Weber, en: acta de la 21ª sesión de la Comisión Principal, p. 240, y Elisabeth
Selbert, en: acta de la 43ª sesión de la Comisión Principal, p. 552 s.). En particular,
el argumento de que la especial protección de la familia excluye la equiparación de
los hijos ilegítimos en el art. 6 párr. 5 LF (vid. Weber y Süsterhenn en: acta de la 21ª
sesión de la Comisión Principal, p. 242 s.) no tuvo ningún éxito. Cuando von Man-
goldt, como ponente, informa en su escrito sobre el art. 6 párr. 1 LF, por último, que
esta norma de derecho fundamental apenas es nada más que una declaración en la
cual no sería correcto no apreciar qué efectos tiene como derecho directamente apli-
cable (anexo al informe estenográfico de la 9ª sesión del Consejo Parlamentario, p.
6), se contradice que, sin embargo, existía unanimidad respecto a colocar al matri-
monio y a la familia bajo protección constitucional, aunque se aclarase lo que esto
en particular significaba en su relación con otras formas de vida. Un mandato de no
injerencia, en cualquier caso, no puede apoyarse en esto.
a) En el hecho de que la ley sólo posibilita la inscripción como pareja de hecho a pa-
rejas homosexuales (art. 1 § 1 párr. 1 LPartDisBG), no subyace un perjuicio de las
parejas de distinto sexo por razón de sexo, en el sentido de lo dispuesto en el art. 3
párr. 3 inciso 1 LF.
La Ley vincula derechos y deberes no con el sexo de una persona, sino con la com-
binación de sexos en una relación personal que abre el acceso a la pareja de hecho.
Concede derechos y deberes a las personas en esta relación. Al igual que el matri-
monio con su limitación a la relación de pareja entre hombre y mujer no discrimina a
las parejas del mismo sexo por razón de su sexo, la pareja de hecho no perjudica a
las parejas heterosexuales por razón de su sexo. Se trata por igual siempre a hom-
bres y mujeres. Pueden contraer matrimonio con una persona del otro sexo, pero no
con una de su propio sexo. Pueden constituir una pareja de hecho con una persona
de su propio sexo, pero no con una del otro sexo.
bb) También existen diferencias entre las parejas homosexuales y las comunidades
de bienes entre hermanos u otros parientes, que justifican un tratamiento diferente.
Ello concierne ya a la exclusividad de la pareja de hecho inscrita, que no permite nin-
guna otra vinculación semejante junto a ella, mientras que las comunidades de bie-
nes entre hermanos u otros parientes a menudo se vinculan con otras relaciones se-
mejantes, y también existen junto a una unión debida al matrimonio o a la conviven-
cia. Las comunidades de bienes entre parientes, además, experimentan de acuerdo
con el Derecho vigente en cierta forma una garantía que solamente se les ha abierto
a las parejas homosexuales con la pareja de hecho. Así, en las relaciones de paren-
tesco existe el derecho a negarse a testificar, el derecho a la herencia y en parte
también derecho a la legítima, así como bonificaciones fiscales.
cc) Ahora bien, el legislador no está en general impedido para abrir nuevas posibili-
dades a las parejas heterosexuales u otras comunidades de bienes para configurar
su relación en forma jurídica, siempre que al hacerlo evite la intercambiabilidad de la
estructura jurídica de que se trate con el matrimonio. No existe, sin embargo, un
mandato jurídico-constitucional para crear tales posibilidades.
El art. 6 párr. 2 inciso 1 LF protege el cuidado y la educación del niño como derecho
natural de los padres, y ante todo como obligación que les corresponde. Al respecto,
el ámbito de protección del derecho paterno abarca fundamentalmente también la
decisión acerca de quién tiene contacto con el niño y a quién se le otorga mediante
el traspaso de la facultad de decidir sobre la educación del niño. En cualquier caso,
el derecho de los padres precisa ser configurado por el legislador (vid. BVerfGE 84,
168 [180]). Corresponde al legislador asignar a cada progenitor determinados dere-
chos y deberes cuando faltan los presupuestos del ejercicio común de la responsabi-
lidad paterna (vid. BVerfGE 92, 158 [178 s.]), u otorgar a los tribunales la decisión
acerca de qué progenitor en el caso concreto ha de encargarse de la custodia pater-
na.
bb) El que el legislador haya creado con el “derecho de guarda y custodia menor”
una nueva facultad de guarda y custodia en el marco de una comunidad jurídica vin-
culante establecida con carácter permanente como el matrimonio o la pareja de he-
cho inscrita para cónyuges y compañeros de un progenitor encargado de la custodia,
que no son progenitores del niño, no supone una infracción del principio de igualdad
del art. 3 párr. 1 LF. Por medio de esta normativa los progenitores no encargados de
la guarda y custodia que no viven con el encargado de la custodia en una comuni-
dad jurídicamente establecida, no se ven perjudicados de forma injustificada. A ellos
se les dan otras posibilidades jurídicas de conservar el derecho de guarda y custodia
de su hijo, solos o con el otro progenitor. Si corresponde dar a los progenitores no
encargados de la guarda y custodia, por otras razones, un “derecho de guarda y
custodia menor”, no es cuestión que necesite ser resuelta aquí.
bb) El art. 14 párr. 1 LF tampoco se infringe por el hecho de que por el derecho legal
sucesorio y a la legítima del miembro de la pareja disminuya la herencia de otros he-
rederos. Incluso aunque el art. 6 párr. 1 LF contuviera el mandato constitucional de
reservar a los parientes más próximos una participación mínima económica adecua-
da en la herencia, y aunque en esa medida el pariente así favorecido como heredero
disfrutara de la protección fundamental del art. 14 párr. 1 LF, lo que aquí también
puede quedar abierto (vid. BVerfGE 91, 346 [359 s.]), con ello no se habría dicho
nada sobre la cuantía o la parte que al heredero ha de corresponder en la masa su-
cesoria. Ello lo determinan únicamente las reglas legales de atribución que, para es-
tar en consonancia con la garantía del derecho sucesorio, deben configurarse de for-
ma objetiva (vid. BVerfGE 91, 346 [360, 362]).
C.
Papier
1. Coincido con la mayoría de la Sala en que con base en la Constitución nada impi-
de básicamente la introducción de la forma jurídica de la pareja de hecho inscrita
para parejas homosexuales. De esta forma, cualquiera (con algunas excepciones re-
guladas legalmente) puede registrar su convivencia con un compañero del mismo
sexo, sin que exista entre ellos una relación homosexual ni se pretenda. En todo
caso, la introducción de la forma jurídica de la pareja de hecho inscrita no estaba or-
denada por la Constitución.
Así, se destaca para fundamentar la exclusión del registro de una pareja de hecho
entre parientes la exclusividad de la pareja de hecho inscrita; pero esta “exclusivi-
dad” ni se fundamenta ni se concreta. No se desprende tampoco ni del precepto so-
bre el registro de la pareja de hecho ni del contexto general de la Ley.
El por qué, pues, de que los parientes en línea directa solteros y no vinculados de
otro modo en una pareja y hermanos no puedan satisfacer el principio de “exclusivi-
dad” que postula la mayoría de la Sala, no se desprende de la fundamentación de la
sentencia.
En la medida en que la mayoría de la Sala se contenta con apuntar que las comuni-
dades de bienes entre parientes ya (disponen) conforme al derecho vigente “en cier-
ta manera de una seguridad que se ha abierto a las parejas homosexuales sólo con
la pareja de hecho”, muestra esta fórmula, que permanece en el reino de la abstrac-
ción y la dispositividad, que la mayoría de la Sala carece de un concreto parámetro
para el control de la igualdad. No queda claro qué circunstancias deben ser relevan-
tes para la comparación y qué medida de diferenciación es necesaria para justificar
el tratamiento desigual de comunidades de vida entre parientes y entre no parientes.
Tampoco el concepto del “aseguramiento” introducido en este lugar se define con
mayor concreción. La alusión posterior al “derecho a negarse a testificar, el derecho
a la herencia y en parte también derecho a la legítima, así como bonificaciones fisca-
les”, también existentes en las relaciones de parentesco, es incorrecta en esta indife-
renciación y además, incompleta. Esto se demuestra, por ejemplo, en lo siguiente:
los hermanos tienen derecho a negarse a testificar conforme al § 52 párr. 1 núm. 3
StPO. Sin embargo, los hermanos sólo tienen un derecho legal sucesorio limitado
(los padres y los hijos van antes, § 1924 párr. 1, § 1930 párr. 1 Código Civil y § 1925
párr. 1 y 2 Código Civil) y carecen en absoluto de derecho a la legítima (§ 2303 párr.
1 y 2 Código Civil). Ante todo, los efectos jurídicos de la pareja de hecho no se limi-
tan al derecho sucesorio o a la normativa del derecho a negarse a testificar, sino que
afectan a una multitud de ámbitos jurídicos. Una característica esencial de la pareja
de hecho es, por ejemplo, el deber de alimentos, que no existe entre hermanos (§
1601 Código Civil). Los hermanos tampoco se admiten en el seguro familiar (§ 10
párr. 1 SGB V); además no pueden regular su situación patrimonial (art. 1 § 6 LPart-
DisBG) y no disponen de un “derecho de guarda y custodia menor”, como el del art.
1 § 9 LPartDisBG.
La mayoría de la Sala, a causa del control limitado que ella misma ha predetermina-
do, no puede apreciar de forma suficiente las circunstancias a la luz del art. 3 párr. 1
LF. Por ello no ha sido posible reconocer que entre las comunidades de bienes entre
hermanos y parientes, incluso del mismo sexo, y otras parejas a las cuales se les
abre la forma jurídica de la pareja de hecho inscrita existan diferencias de tal peso
que se justifique negar a los dos primeros grupos de personas mencionados una ne-
cesidad de regulación comparable de sus relaciones y se les prohíba el registro de
una pareja de hecho.
Haas