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Conferencia Completa de Albino Gomez
Conferencia Completa de Albino Gomez
Buen mediodía para todos. En primer lugar quiero expresar mi más profundo
agradecimiento por haberme otorgado el honor de usar esta prestigiosa
tribuna universitaria. Y porque además, yo llevo a chile y a su gente, dentro
de mí desde que tuviera la extraordinaria oportunidad de vivir aquí, en
santiago, hace ya unos treinta y cinco años un tiempo que marcó mi vida y mi
afecto para siempre. Por eso no dejo de venir todas las veces que puedo, para
ver a mis amigos y caminar por sus calles y disfrutar de sus paisajes y su
cultura. Pues bien, vayamos ya a la excusa que me permitió estar una vez mas
en Santiago: nada menos que la posmodernidad.
Por supuesto, tenemos menos dudas acerca del momento en que nace la
modernidad que precisiones respecto de los comienzos de la posmodernidad,
aunque estemos inmersos en ella.
De acuerdo con las periodizaciones más aceptadas, se considera que la
llamada Edad Moderna se inició en el Renacimiento, a fines del siglo XV Una
vez caída la concepción medievalista de un mundo teocéntrico, el hombre se
vio dueño de un poder que lo potenciaba y al mismo tiempo lo dejaba solo
frente a sí mismo, en un camino de incertidumbre que sólo reconocería
treguas en su búsqueda de certezas inexistentes.
El malestar de la modernidad
El nacimiento de la posmodernidad
Hay gran consenso en afirmar que los años 60 y más aún los 70 marcaron,
pues, la culminación de la modernidad y el principio de la cultura
posmoderna. El contraste entre las dos épocas no puede ser mayor. La
modernidad fue el tiempo de las grandes utopías sociales: los ilustrados
creyeron en una próxima victoria sobre la ignorancia y la servidumbre por
medio de la ciencia; los capitalistas confiaban en alcanzar la felicidad gracias
a la racionalización de las estructuras de la sociedad y el incremento de la
producción; los marxistas esperaban la emancipación del proletariado a través
de la lucha de clases... Las discusiones relativas al "cómo" fueron
interminables, pero la convicción compartida por todos era que "se podía".
Desde el marxismo hasta el american way of life, todos los hombres modernos
se incorporaron con entusiasmo a la Gran Marcha de la Historia, sin embargo,
a lo largo de los últimos 60 años, todas esas esperanzas se manifestaron
inconsistentes. Es verdad que la ciencia benefició notablemente a la
humanidad, pero también hizo posible desde el Holocausto judío hasta las
tragedias de Hiroshima y Nagasaki; el marxismo, por su parte, en lugar de
producir el paraíso comunista, dio origen al Archipiélago Gulag; las sociedades
de capitalismo avanzado alcanzaron un alto nivel de vida, pero fueron
corroídas desde adentro por el gusano del tedio y del sin sentido. En resumen:
para toda una generación, el mundo, de pronto, se vino abajo.
Sin duda, no hemos conocido un vacío ideológico como el actual desde hace
muchos siglos. Se murieron todas nuestras ideologías tradicionales. Las
ciencias físicas y biológicas se desembarazaron de las clásicas visiones lineales
y unívocas; las ciencias humanísticas intentan explicar el caos y la
incertidumbre con teorías todavía balbuceantes, y las ideologías no logran
aparecer.
Lo mítico
En 1942, Camus sugirió que el símbolo idóneo no era tanto Prometeo como
Sísifo, que fue condenado por los dioses a empujar sin cesar una roca hasta la
cumbre de una montaña, desde donde volvía a caer siempre por su propio
peso. Aunque, probablemente, el mito de Sísifo no llegó a alcanzar una
vigencia social análoga a la de Prometeo, es innegable que expresa muy bien
los avatares que vivió la generación del gran autor francés. Habían dedicado
esfuerzos ímprobos a construir Europa, y la Primera Guerra Mundial convirtió
su obra en un montón de escombros. Iniciaron la reconstrucción, pero la
Segunda Guerra lo arrasó todo otra vez. Con tenaz esperanza, volvieron a
empezar en cuanto se firmó la paz. ".Y así, ¿hasta cuándo?, se preguntó
Camus. Pues bien, a pesar de todo, él mismo se niega a claudicar y procurar
enfrentar el abuso: "Hay que imaginarse a Sísifo feliz", dice. En el fondo,
Camus seguía siendo un hombre moderno que creía en el futuro porque
consideraba que había causas por las cuales restituir el sentido a la vida
desde una visión lúcida sobre la conciencia del absurdo.
Con toda razón, han hecho notar muchos observadores que el símbolo de la
posmodernidad ya no es Prometeo ni Sísifo, sino Narciso, el que, enamorado
de sí mismo, carece de ojos para el mundo exterior.
Freud había dicho; "Donde hay ello -es decir, fuerzas instintivas debe haber
yo"; pues bien, en la posmodernidad es el ello el llamado a mandar.
Desaparecen las barreras; todo es indiferente y, por lo tanto, nada está
prohibido. Y en tren de caricaturizaciones, podríamos sugerir que también el
superyó se permite pasar de la extrema rigidez a un laxo laissez faire.
Desvalorizaciones
El pensamiento débil
Entre estos fenómenos, hay algunos que pueden ser peligrosos. Se calcula
que el medio centenar de sectas destructivas establecidas en España suman
150.000 adeptos, aunque su influencia y radio de acción se extiende
probablemente a otras 300.000 personas. A menudo se disfrazan de
religiones o asociaciones culturales. Aún subsisten, incluso, adoradores de
Satán.
Posmodernidad y conservadurismo
Posmodernidad y tecnocracia
Si es cierto que el deseo de todo hombre es, al menos en Occidente, ser feliz
-o lo que nosotros entendemos por ello, es decir que la vida sea lo más
placentera posible-, esta tendencia se ha reforzado en la posmodernidad. Sin
embargo, la soledad y las frustraciones de las que da cuenta buena parte de
la literatura y de las letras de muchas canciones de los años ochenta
demuestran que lograrlo sigue siendo difícil, cuando no imposible.
Pero no son las encuestas ni los sondeos de opinión -que por lógica expresan
el punto de vista medio- lo que hace mover el mundo. El culto a la opinión
pública se identifica con una extraña forma de narcisismo colectivo. Esta
sociedad ya no tiene ni dioses ni mitos ni símbolos: sólo tiene deseos con
formas de cifras.
Tener autoridad hoy supone tener en cuenta los efectos múltiples, ser capaz
de reaccionar ante la más mínima señal de alerta y de modificar la
trayectoria frente a las primeras perturbaciones. Y esto no tiene nada que
ver con el modo tradicional de dirigir. Para liderar, hoy se requiere una
curiosa técnica que combine firmeza y flexibilidad, rigidez y movilidad, en
perpetuo movimiento. Hay un doble imperativo que en los tiempos de las
ideologías del orden no era tan necesario: imaginación y gusto por el nesgo.
Los objetivos que se plantearon los iluministas han sido los más caros a toda
la humanidad. El problema no estaría en aquellos objetivos sino en los
medios con los que se quería llegar a ellos. La liberación del hombre a través
de la razón, la técnica, terminó convirtiéndose en su opuesto. Lo que se
pone en cuestión es la pretensión de hacer de la racionalidad formal el
principio de totalidad. Esto sería una ilusión, ya que el "rompimiento de los
lazos sociales" es un hecho y la atomización impide la formación de criterios
que puedan sustentar la conformación de un nuevo todo social homogéneo.
Así las cosas, hay coincidencia en que las izquierdas fueron atravesando una
crisis de proyecto que les impidió seguir creyendo en una utopía cercana, de
modo que se dio un consiguiente "ablandamiento" de posiciones y una
pérdida de la adherencia al "gran relato" revolucionario. Se replantearon
entonces sus concepciones tradicionales. La lucha de clases no pudo ser
concebida ya ni como una guerra a muerte ni como una lucha entre sujetos
preconstituidos. Sólo abandonando la idea de una predeterminación
económica de las posiciones político-ideológicas se hace posible pensar lo
político. Y uno de los rasgos específicos de la construcción de un orden
democrático es justamente la producción de una pluralidad de sujetos.
Fragmentación de la sociedad
Política y Futuro
Pero en los últimos años algo está cambiando. Por ejemplo, se ha señalado
que recientemente, en los Estados Unidos, durante la administración Bush,
ha surgido una visión maniquea según la cual el mundo se dividiría en dos
grandes ejes: el del Bien y el del Mal. Su entorno, duramente neo
conservador -sin los matices de los viejos conservadores con mayor
experiencia política-, y el apoyo religioso que conoce tonos fundamentalistas
conforman un escenario donde política y religión se confunden y
retroalimentan.
Aunque en estos últimos años los índices del consumo han aumentado, no
estamos, desde luego, como en las sociedades del Norte, en el paraíso del
consumo, ni mucho menos; tampoco existe el hartazgo por excesos de la
productividad y el industrialismo; no se nos ha perdido la naturaleza ni la
automatización ha encerrado todas nuestras rutinas. Para bien o para mal,
estamos lejos todavía de que así sea para toda la población. Sin embargo, sí
habitamos grandes ciudades donde la contaminación y la impersonalidad son
omnipresentes, cosa que nos emparienta con aquéllas.
Para los iluministas, la modernidad era concebida como una tensión entre
diferenciación y unificación dentro de un proceso histórico que tendía a una
armonía final. Hoy, y desde hace rato ya, ha desaparecido ese optimismo
iluminista acerca de la convergencia de ciencia, moral y arte para lograr el
control de las fuerzas naturales: el progreso social. Y también la
reconciliación de lo bueno, lo verdadero y lo bello aparece como una ilusión
de los tiempos modernos.
Palabras Finales
Así las cosas, al concluir nuestro recorrido, sería interesante que entre tanto
deambular por la falta de certezas que caracteriza a nuestra era,
pudiéramos dejar siquiera alguna clave. Sin embargo, quizás ella resida en la
convicción de que no existe aún en el horizonte la posibilidad de hallarla. Lo
que sí sabemos es que la posmodernidad no es solamente un programa, una
vanguardia o una moda teórica, sino la conciencia -si bien todavía difusa- de
un [mal y un tránsito. Se trata de un cambio de sensibilidad global que ya no
es posible desconocer.
Estos son desafíos, estos son los tiempos en los que le toca a esta prestigiosa
Casa de Estudios desarrollar su alta labor de enseñanza e investigación,
formando los profesionales del Chile futuro. Mis mejores deseos. Muchas
gracias.