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F O R O

D E
D E B A
T E

La paridad participativa
en la obra de Nancy Fraser

POR MARTHA AVENDAÑO.


Investigadora del Departament de Filosofia Teorètica
i Pràctica de la Universidad de Barcelona.
Licenciada en Filosofía y Letras. “En una comunidad jurídica
nadie es libre mientras
la libertad de unos
haya de pagarse
al precio de la
opresión de
los otros” 1 .

1
HABERMAS, J. Facticidad y validez, Madrid,
Trotta, 2008, pág. 502.
2
FRASER, N, “What’s Critical about Critical The-
ory? The case of Habermas and Gender” En: Un-
ruly Practices. Power, Discourse and Gender in
Contemporary Social Theory. Minneapolis, Uni-
versity of Minnesota Press and Polity Press, 1989.
Versión castellana de Ana Sánchez “¿Qué tiene
de crítica la teoría crítica?” En: BENHABIB, S.
Y CORNELL, D. (comps.). Teoría feminista y
teoría crítica Ensayos sobre la política de género
en las sociedades del capitalismo tardío. Valencia,
Edicions Alfons el Magnànim, 1990, págs. 49-88.

Véase también, FRASER, N. “Repensando la es-


fera pública. Una contribución a la crítica de las
democracias existentes” pp. 95-133, En: Iustitia
Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición
‘postsocialista’. Santafé de Bogotá, Siglo del hom-
bre editores, Universidad de los Andes, 1997, y
“Transnacionalización de la esfera pública: sobre
la legitimidad y la eficacia de la opinión pública
en un mundo postwestfaliano” págs. 145-184.
En: Escalas de Justicia, Barcelona, Herder, 2008.

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SUMARIO
El objetivo del artículo es presentar una reconstrucción del principio normativo de la paridad
participativa en el enfoque sobre la justicia de Nancy Fraser. El principio de la paridad participativa
puede ser reconstruido en tres momentos diferentes que establezco de acuerdo con el cambio de
acento en su reflexión. En segundo lugar, argumento de qué modo los tres momentos se relacionan
con el desplazamiento y actual enmarque de su enfoque sobre la justicia. En tercer lugar, asumo que
el principio de la paridad participativa tiene sus bases en la dinámica de la esfera pública y las
actuales contradicciones sociales. Partiendo de esta base considero que el principio de la paridad
participativa en el enfoque de Nancy Fraser podría hacerse cargo de la cuestión de las acciones
afirmativas, específicamente de las cuotas de género. Mi argumento es que si el esquema de Nancy
Fraser exige resolver las condiciones de injusticia –económica, social y política– como resultado de la
deliberación pública y política, ella debería aceptar en su enfoque las acciones afirmativas. Si las
acciones afirmativas reconocen el carácter situado del agente, i.d., la diferencia, dicha situación es el
punto de partida para resolver las desigualdades. De ahí que las cuotas de género constituyan una
herramienta en el camino hacia la paridad entendida como la base para la transformación de las
desigualdades sociales en una democracia.
Palabras clave: paridad, participación, esfera pública, cuotas de género, democracia, justicia.

ABSTRACT
The paper is attempting to show how is articulated the principle of participatory parity in the Nancy
Fraser’s justice approach. First, I divide her approach in three different times according to the way in
which she articulates the participatory principle. Second, I explain how the three times are related
with the displacement and the consequent framing of her current triple analytical perspective of
justice. Third, I assume that Fraser’s principle of participatory parity is rooted in the dynamics of
public sphere and the contradictions of current complex societies. For this reason, I propose thinking
about that principle according to the matter of affirmative actions, specifically the issue of gender
quotas. I am arguing that if Nancy Fraser’s approach requires resolve the situation of injustice –in a
economical, cultural and or political issue– as a result of the public and political deliberation, she
should accept affirmative actions. If we accept that affirmative actions recognize the situated
character of the agent, e.g. the difference, so this is the departure point to resolve differences in the
realm of justice for everybody. Finally, the gender quota is a tool to go ahead in the path of parity; it is
one of the keys to an informed and autonomous public opinion as a condition to transform the basis
of social inequalities in a democracy.
Keywords: parity, participation, public sphere, gender quotas, democracy, justice.

L a obra de Nancy Fraser se puede


leer como el intento de pensar el es-
El modelo teórico de Nancy Fraser
vincula elementos de tradiciones muy
y llaman la atención sobre la forma de
acciones políticas que podrían fortale-
pacio público y político desde las rei- distintas. Recupera el sentido de una cer o debilitar el tejido social.
vindicaciones sociales. En ese sentido, teoría crítica en clave habermasiana
su trabajo se centra en indagar las ten- al que le agrega nociones de post- De ahí que la mezcla privilegie el con-
siones sociales desde un modelo con- estructuralismo foucaultiano reunidos cepto de esfera pública de J. Habermas
ceptual de justicia democrática guiado con elementos del neo-pragmatismo con el que Nancy Fraser apuntala su crí-
por el ideal de la paridad participativa. de Richard Rorty. La vinculación de tica a las democracias actuales y con el
las tres líneas queda definida por el que puede pensar en la formación de
El reto de articular una idea de justicia objetivo de pensar las determinacio- una opinión pública informada mediante
que pueda dar respuesta a las especifi- nes y obstáculos estructurales a la jus- un debate abierto que aliente la delibera-
cidades de la lucha del movimiento fe- ticia social que se escenifican median- ción pública y política y alcance cotas de
minista ha sido el hilo conductor de te las prácticas discursivas. Las reivin- interacción social guiadas por su ideal
su propuesta teórica que busca valorar dicaciones de justicia le permiten ana- de paridad participativa 2 . El interés de
los elementos empírico-normativos que lizar los desplazamientos en la idea de la autora por pensar los niveles en que
puedan contener las prácticas discur- justicia compartida por una sociedad ya se estructura una sociedad y el modo en
sivas orientadas a superar las condi- que aquellas ponen de relieve las trans- que co-determinan las relaciones socia-
ciones de desigualdad social. formaciones estructurales de la misma les encuentra el sentido de una filosofía

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crítica en pensar la dinámica social que distinguir entre el marco de una práctica 3
tiene lugar en una esfera pública y polí- social y el movimiento del individuo den- Cf. FRASER N., “Struggles over needs: Outline
of a Socialist-Feminist Critical Theory of Late
tica democrática como ámbito para la tro de ésta 5 . Fraser marca así la posibi- Capitalist Political Culture”, en: FRASER, N.
producción, debate y deliberación sobre lidad de no negarle autonomía al sujeto 1989. Versión castellana de LAMAS, M. “La lu-
las necesidades y la interpretación de las a pesar de las determinaciones estructu- cha por las necesidades. Esbozo de una teoría
crítica socialista-feminista de la cultura política
necesidades de mujeres y hombres. rales que configuran la disponibilidad de del capitalismo tardío”, en: Revista Debate femi-
sus opciones para la interacción social. nista. Año 2, nº 3, 1991. México D. F., págs. 3-
Su vinculación con el pensamiento de M. 41.
Foucault destaca las formas en que las Fraser añade además la idea de los “dis-
prácticas cotidianas están articuladas en cursos anormales” de Rorty que definen
redes de poder que definen los modos los cambios de los juegos del lenguaje y
de sujeción y subordinación de los indi- que posteriormente traducirá nuestra
autora como las intervenciones que los 4
viduos. De ahí que los discursos sobre las
Cf. FRASER N., “Solidarity or Singularity? Ri-
necesidades que han surgido de la esfera “contra-públicos” lanzan al ruedo para chard Rorty Between Romanticism and Techno-
privada encuentren en la microfísica del quebrar el discurso hegemónico 6 . cracy”, en: MALACHOWSKI, A., Reading
Rorty. Critical responses to Philosopy and the Mi-
poder foucaultiano uno de los rasgos por El resultado de estos rasgos de pragma- rror of Nature. Blackwell, Oxford, 1990, esp.
los que pueden ser politizadas en la es- tismo será una idea de identidad social pág. 317 Este artículo fue publicado por prime-
fera pública. Asimismo una vez politiza- ra vez en 1988 en Praxis International, vol. 8, 3
contingente y contextual que evita los (oct. 1988) y posteriormente fue incluido en su
das las demandas de necesidades, el resultados estetizantes que se derivan obra Unruly Practices. Power, Discourse and Gen-
debate sobre la interpretación de las mis- del proteismo individual rortyano, gra- der in Contemporary Social Theory. Minneapolis,
University of Minnesota Press and Polity Press,
mas se constituye en un espacio clave que cias a una noción de esfera pública y al 1989.
a su vez determina los modos de subje- debate sobre las necesidades con las que
tivación a que da lugar el discurso sobre elabora su teoría de la justicia como pa-
aquellas; permite observar en qué forma ridad participativa.
el tipo de discurso dispone a los sujetos
a ocupar una posición (saber especializa- En síntesis, puede decirse que Nancy 5
do, cliente, enfermo, normal) en relación Fraser utiliza el recurso a la discursivi- Ibídem. El holismo que Fraser toma de Richard
dad como un modo de acercamiento a Rorty en realidad es heredero del holismo de Do-
a la normatividad vigente; es decir, qué nald Davidson que define a su filosofía del len-
sentido de lo humano transmiten, qué la dinámica social. Las prácticas discur- guaje. En ese sentido el holismo de grado cero
idea configuran de una persona agente sivas permiten analizar la administración (zero-degree holism) que se adscribe Fraser no pa-
rece ser un recurso muy seguro para un enfoque
social determinado y qué posición ocu- de significados e identidades sociales teórico que se presenta como heredero de la tra-
pan (dentro-fuera) en la institución 3 . desde el aparato del Estado, el mercado dición de la teoría crítica. El holismo, con todo
y la sociedad civil a la vez que indagar la y apuntar que una parte no puede ser compren-
dida sin relación al todo, no es una postura ade-
La influencia de Richard Rorty en su posibilidad de una práctica discursiva li- cuada para trazar las tensiones entre ambos to-
modelo aporta una carga de antiesen- beradora que permita la construcción da vez que el enfoque privilegia la aparente ho-
cialismo, contextualismo, y holismo. Un paritaria de una identidad social y polí- mogeneidad del conjunto. Creo que N. Fraser
habría podido ir a buscar ese elemento de in-
antiesencialismo según el cual nociones tica. En ese sentido, su análisis de las teracción estructural en pensadores de tradición
como verdad, racionalidad, naturaleza tensiones estructurales de la sociedad mucho más socialista que la que se le puede con-
humana y moralidad son el resultado de ceder a R. Rorty. Debo, en parte, la formulación
gracias a la dinámica de la esfera públi- de estas críticas a conversaciones con Joan Lara
prácticas socio-históricas de las que re- ca le permitirá desentrañar los varios Amat y León.
ciben su sentido 4 . El contextualismo obstáculos que impiden la justicia en-
por su parte opera en dos sentidos in- tendida como paridad participativa. No
terdependientes, es otro el objetivo de su interés en con-
siderar los desplazamientos en la “gra-
6
mática de la justicia” que las prácticas
La noción “discursos anormales” de Richard
el primero de estos que las prácticas dis- discursivas vehiculan. Rorty es heredera de la idea kuhnniana sobre la
cursivas son las que definen qué debe transformación de los paradigmas y aparece en su
obra La filosofía y el espejo de la naturaleza. La
ser discutido y en qué orden de priori- 1. TRES MOMENTOS DEL primera vez que N. Fraser se ocupa de este con-
dad y ANÁLISIS SOBRE LA JUSTICIA cepto para integrarlo en su marco conceptual es
en 1988, fecha de la primera edición del artícu-
Nancy Fraser defiende una democracia lo “Solidarity or Singularity? Richard Rorty Bet-
ween Romanticism and Technocracy.” Véase
en segundo lugar que una vez aclarado radical entendida como el sistema po- supra nota No.3. Casi dos décadas más tarde N.
lo que se ha de discutir, el contenido es- lítico que permita la garantía de los Fraser vuelve a ocuparse de esta noción para dar
derechos sociales y la igualdad de opor- cuenta del desplazamiento en la “gramática de la
pecifica qué perspectiva analítica debe justicia” en el contexto de un mundo en globa-
ser empleada. tunidades para participar en la esfera pú- lización. Véase FRASER, N., Escalas de justicia,
blica. En esta línea ha dedicado buena Barcelona, Herder, 2008. También PALACIO
A. M., “La política del enmarque, una herra-
Asimismo asume una suerte de holismo parte de su trabajo a pensar la articu- mienta para pensar la justicia política hoy”, en:
de grado cero según el cual es posible lación de esta democracia desde las so- Enrahonar, nº 43, 2009, págs. 241-243.

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7 ciedades que gozan de un estado de formación de la esfera pública 11 .


La literatura al respecto es suficientemente am- bienestar. En concreto la sociedad nor-
plia como para dar lugar a otro trabajo, me per-
teamericana, que había vivido durante Fraser recupera los artículos escritos du-
mito citar sin embargo un enfoque relevante
como el de PATEMAN, C. The Sexual Contract, los años sesenta y setenta las luchas del rante la década de los ochenta que le per-
Cambridge, Oxford, Basil Blackwell, 1988, ver- movimiento por los derechos civiles, la miten definir su posición teórica y avanzar
sión castellano de FEMENÍAS, M. F. El contra-
lucha del movimiento feminista y las el esbozo de una teoría crítica socialista
to sexual, Barcelona, Anthropos, 1995. Con
respecto a la reflexión actual sobre el patriar- protestas por la guerra del Vietnam y feminista y hasta pragmatista con la cual
cado, se advierte en los últimos años que éste
que había sido fruto de la implemen- comprender la dinámica social desde la
ha ido cediendo el paso a la noción de andro- acción de los movimientos sociales.
centrismo. Si esto se debe a una modificación tación de la política económica key-
estructural o a razones de otro tipo, queda pen- nesiana. El propósito de pensar las
diente de valorar. De momento sólo apuntaría
que coincide con el desplazamiento en el análisis contradicciones de la sociedad nortea-
social que ha privilegiado una visión de la cultu- mericana la ubicaban sin embargo en un El punto de inflexión de este momento
ra desconectada de las condiciones materiales de
terreno más amplio que entronca con la está dado por considerar las propieda-
su reproducción. O para usar la figura de Fraser, des estructurales e interpretativas de la
el paso de la redistribución al reconocimiento. crítica feminista a la estructura social pa-
triarcal 7 y en concreto en su forma de formación social. De ahí que le resulte
paternalismo del estado de bienestar y incómodo asumir completamente el es-
8
su modo de administrar identidades 8 . quema estructural habermasiano entre
FRASER, N. y GORDON, L. “Contrato ‘ver-
sus’ caridad: una reconsideración de la relación sistema y mundo de la vida en el que ve
entre ciudadanía civil y ciudadanía social”, en: Para finales de los años ochenta y tras una teoría de sistemas duales que redu-
Isegoría, nº 6, 1992, págs. 65-82.
la caída del muro de Berlín, los acon- ce las opciones de un análisis social de
tecimientos de la nueva situación so- las condiciones de subordinación 12 . La
9 cio-histórica condujeron a N. Fraser a nítida distinción entre acciones integra-
Situación que ya J. Habermas había advertido en
su tratamiento sobre la democracia de masas.
examinar alternativas teóricas al clima de das al sistema y acciones socialmente in-
Véase HABERMAS, J. Teoría de la acción co- desesperanza que embargaba el panora- tegradas no permite dar cuenta de las
municativa, Madrid, Taurus, 2002 vol. 2 (3ª). ma intelectual dedicado a la lucha por la propiedades estructurales e interpretati-
Sin embargo, hay que conceder que N. Fraser
está apuntando al conflicto teórico de la New igualdad social y al que se refería como vas que constituyen la dinámica social.
Left entre una izquierda cultural y una izquierda ‘postsocialista’. Esta fue la razón de que Así, considera que el carácter romántico
económica –de este debate se nutren sus dife-
rencias teóricas con Judith Butler e Iris Marion
llamara la atención sobre un despla- con que Habermas dota a la familia nie-
Young–, y a la vez, cuestión que es más relevan- zamiento en “la gramática de la justicia” ga la opción de atender a sus contradic-
te, llama la atención sobre la forma de las reivin- que deponía las luchas sobre la redistri- ciones como un contexto donde también
dicaciones sociales que trazan el mapa político de
la época. bución en aras de las reivindicaciones por se dan acciones estratégicas. Por tanto,
el reconocimiento de las diferencias 9 . se limitan las opciones de elaborar una
crítica a los modos específicos de suje-
10 Si consideramos los momentos socio-
Para ilustrar cada momento me limito a los títu- ción familiar que, respecto a la amplitud
económicos de los que la autora da
los de sus libros publicados que en buena medi- de la interacción social, constituyen fo-
da contienen una revisión de sus artículos ya cuenta a partir de su enfoque sobre la
cos de recreación del sistema en una di-
publicados. Dejo para otro momento una ilus- justicia 10 , podemos esquematizar los
tración y seguimientos más detallados de los des- námica de entrada y salida continúa que
puntos clave de su reflexión y definir
plazamientos de su enfoque. Para el propósito muestra la imbricación de ambos con-
que aquí persigo basta sencillamente con las re- cuál ha sido el alcance de su aporte teó-
ferencias que propongo. textos de acción. Asimismo N. Fraser
rico en cada uno de ellos. El primer
afirma que el análisis es ciego a la gene-
momento corresponde a la época del
rización de los roles sociales ya que a Ha-
11 capitalismo tardío, denominación de
FRASER, N., 1989, Versión castellana de SÁN- bermas con su individuo neutro 13 se le
Habermas que Fraser suscribe, y la pu-
CHEZ, A. “¿Qué tiene de crítica la teoría crí- escapan, por un lado, la masculinización
tica?” en: BENHABIB, S. y CORNELL, D. blicación de su Unruly Practices: Power,
del ciudadano y el trabajador y por otro,
(comps.), 1990. De aquí en adelante cito por la Discourse and Gender in Contemporary
versión castellana. la feminización del consumidor y la del
Social Theory (1989). Aquí orienta sus
cliente del estado de bienestar.
críticas a la forma en que el estado de
12 bienestar desactiva la agencia política de De modo que Fraser se desmarca de Ha-
Op cit. págs. 51-65.
los ciudadanos más desaventajados me- bermas para evitar una teoría de sistemas
diante sus políticas de corte asistencial duales y comienza a esbozar su perspec-
13 que se traducen en políticas públicas tiva para el análisis de los rasgos estruc-
Op. cit. pág. 66 y ss. Para mayor información so-
bre la crítica de Fraser a Habermas relativa a es- más orientadas por un sentido de cari- turales y hermenéuticos de cada contexto
te primer momento de su teoría véase DEL dad que de redistribución de los bienes de acción y las prácticas a que dan lugar.
CASTILLO, R. “El feminismo de Nancy Fraser: y servicios. También de esta época es su En ese sentido evalúa las deficiencias que
crítica cultural y género en el capitalismo tardío”,
págs. 61-120, En: AMORÓS, C. y DE MI- primera crítica a la noción de esfera pú- las definiciones tipológicas de los roles
GUEL, A. (eds.) Teoría feminista: de la Ilustra- blica liberal burguesa de J. Habermas, sociales como trabajador, consumidor,
ción a la globalización. De los debates sobre el
género al multiculturalismo, Madrid, Minerva,
en la que llama la atención sobre el ol- ciudadano y cliente comportan para la
2005, vol. 3. vido del colectivo de las mujeres en la construcción de una vida social en pari-

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dad. El resultado de ello será su posterior adelante, pondrá el acento de su análi-


enfoque de dos dimensiones de la justi- sis en el reconocimiento de ésta menos-
cia en el que establece los distintos ejes cabando así su pretensión de indagar por
de subordinación social y aporta la cate- las condiciones de una justa redistribu-
goría de los colectivos sociales bivalentes. ción. Como ocurrirá en el desarrollo de
su enfoque en la década del noventa y
los primeros años del siglo XXI, su mo-
Un segundo momento socio-económi- delo del estatus cobra preponderancia
co es el que denomina ‘postsocialista’ y en perjuicio de una elaboración siste-
en el que destaca la urgencia por recu- mática sobre la redistribución. De esta
perar la fuerza de la reflexión sobre la li- forma, apostar por la diferencia la habría
bertad político-social para frenar el hecho caer en el juego que proponía la
ataque de la contrarrevolución conser- contrarrevolución conservadora de des-
vadora 14. De esta época es la publicación plazar la reflexión teórica de lo eco-
de Justice Interruptus: Critical Reflec- nómico a lo cultural.
tions on the ‘Postsocialist’ Condition
(1997) que constituye la definición de También de esta época es su segunda re-
su perspectiva dualista de la justicia; con visión y crítica de la idea de esfera pú-
este enfoque N. Fraser busca hallar un blica de J. Habermas en la que además
punto medio en la discusión filosófico- de insistir en los olvidos históricos res-
política sobre las falsas antítesis entre pecto al género, subraya la importancia
economía y cultura. Lo que en términos de reconocer en ésta la dialéctica públi-
de la lucha feminista se traduce en la co- cos y contra-públicos (counter-publics)
lisión entre el paradigma de la igualdad como constituyentes de la misma 17 . La
y el de la diferencia. Fraser apuntará por noción de contra-públicos le permite
14
el de la diferencia, pero con matices 15 ; afirmar espacios paralelos a la discusión
Para un análisis de ésta hasta nuestros días véase
entre las reivindicaciones de la diferen- pública oficial en los que se subvierten LARA AMAT Y LEÓN, J. y ANTÓN ME-
cia que apelan a la esencia de lo feme- las identidades asignadas por el orden LLÓN, J., “Las persuasiones neoconservadoras:
F. Fukuyama, S. P. Huntington, W. Kristol y R.
nino y las demandas de reconocimiento institucional. De esta forma, al situar una Kagan”, págs. 507-535, en: MÁIZ, R. (ed.), Teo-
de la diferencia que buscan romper el “contra-esfera” apunta a los obstáculos rías políticas contemporáneas, Valencia, Tirant lo
cerco de una identidad de género fe- de reconocimiento y redistribución que Blanch, 2009, 2ªed. rev.

menino unívoca, se encuentra a medio la esfera pública supone para poder par- 15

camino la corriente feminista que reco- ticipar en ella. A Fraser le interesa resal- La historia del feminismo de la segunda ola iden-
tifica el movimiento por la igualdad entre los años
noce el hecho de ser diferentes en la tar que la acción de los contra-públicos sesenta hasta principios de los ochenta. A partir de
diferencia o de la pluralidad en la dife- quiebra el discurso hegemónico, des- aquí el movimiento enfrenta una ruptura al cues-
plaza la discusión y puede dar pie a la tionarse el sentido de la igualdad que se había asu-
rencia “las diferencias entre mujeres”. mido como programa reivindicativo. Si la igualdad
En la medida en que el colectivo de mu- transformación de las prácticas sociales se entendía como la equiparación con los modos
jeres no es homogéneo, algunas de sus mediante la introducción de nuevos sig- de ser masculino al punto que se desvirtuaban las
formas culturales asociadas a lo femenino, enton-
demandas no son suficientemente re- nificados disponibles a partir de ese ces habría que repensar qué tipo de igualdad se
presentativas de las variadas formas de entonces. El resultado de ello, en su es- estaba demandando. De ahí que tras el cuestio-
quema, se traduce en ampliar el sentido namiento emergiera una nueva corriente feminis-
sujeción femenina. De modo que nues- ta, que se añadiría a la de la igualdad, conocida
tra autora optará por un esquema en el de la deliberación pública de modo que como el feminismo de la diferencia y que apunta-
que “las diferencias entre mujeres” son se reconozca el carácter siempre abier- rá a la valoración positiva de los rasgos sociocultu-
rales asociados con lo femenino. En esta última
entendidas como “múltiples diferencias to e inacabado de la misma. corriente tienen cabida las visiones que reivindican
que intersectan” y a partir de las cuales la esencia de lo femenino y las que asumen la dife-
rencia sin apelar a rasgos sobre lo “naturalmente
se han de considerar los ejes de la su- femenino”. A medio camino de éstas se hallan las
bordinación social a los que se ven so- El tercer momento es un poco más di- posturas que al reconocer el carácter no homogé-
neo del colectivo de mujeres intentarán tematizar
metidas 16 . La pertinente decisión de fícil de definir pues se encuentra a esas diferencias “internas” en relación a los ejes de
Fraser al plantear el esquema de las di- caballo del segundo. Se trata del mo- subordinación que definen el “color” de sus luchas.
ferencias que intersectan le sale al paso mento de la globalización económica Véase FRASER, N., 1997, esp. págs. 229-250. Pa-
ra una visión esquemática del movimiento femi-
a la disyunción y fragmentación de la como triunfo del neoliberalismo que ya nista, principalmente el de la segunda ola, véase
lucha feminista al mismo tiempo que desde el segundo momento acompaña- LOIS GONZÁLEZ, M., “La nueva ola del femi-
permite considerar la tensión entre rei- ba el perfil de su reflexión. A esta épo- nismo” págs. 163-179, en: ANTÓN MELLÓN,
J. (coord.), Las ideas políticas en el siglo XXI, Bar-
vindicaciones como suelo nutricio de ca pertenece su publicación junto a A. celona, Ariel, 2002. AMORÓS, C. y DE MI-
una reivindicación más amplia y efecti- Honneth de Umverteilung Oder Aner- GUEL, A. (eds.), Teoría feminista: de la Ilustración
a la globalización, Madrid, Minerva, 2005, 3 vol.
va para todos. Sin embargo, al optar por kennung? (2003) –¿Redistribución o re- PULEO, A. H. (ed.), El reto de la igualdad de gé-
la diferencia Fraser, como se verá más conocimiento? (2006)– y Escalas de nero, Madrid, Biblioteca Nueva, 2008.

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Justicia (2008). El análisis de Fraser va- actualmente el horizonte de su reflexión


ría en esta última obra respecto a la an- sobre las reivindicaciones de justicia.
terior. No obstante, en su contrapunto
La formulación más reciente de su teo-
con A. Honneth da inicio a la tematiza-
ría 21 , añade la representación que,
ción de los efectos de la globalización
junto a la redistribución y al recono-
en la interacción social. Por eso no re-
cimiento, completa la triple perspectiva
sulta extraño decir que el verdadero
analítica con que indagar por la paridad
contrapunto está en cómo el enfoque
participativa. Cada una de estas dimen-
de teoría crítica de cada uno de ellos te-
siones obedece a un obstáculo estruc-
matiza aquellos efectos y prueba la efec-
tural que define formas de injusticia,
tividad de aportar una respuesta al
analíticamente aislables, pero trenzadas
presente. En todo caso, el debate con
en grados e intensidades distintos, a lo
Honneth le sirve a Fraser para matizar
largo y ancho de la estructura social, y
su análisis bifocal y anunciar algunos
de cuya conceptuación dependen las al-
puntos sobre la necesidad de ampliar la
ternativas de resolución. Tomadas en
perspectiva analítica.
conjunto las formas de desigualdad so-
La propuesta de la justicia como pari- cavan el principio de la paridad partici-
dad participativa, en el contexto del gi- pativa, tomadas individualmente revelan
ro cultural de la reflexión de izquierdas la forma en que cada uno de los obs-
y la globalización económica, quiere táculos determina las dificultades de par-
responder a dos cuestiones: el multicul- ticipar como par en la esfera pública y
turalismo del Estado-Nación y las difi- permiten atender a la complejidad de
cultades a la representación política. formas de reivindicación atravesadas por
Esto permite identificar en su propues- al menos dos paradigmas de justicia
16
ta de la justicia como paridad participa- (económico y/o cultural y/o político).
Ibídem. Para una descripción del carácter me- La triple dimensión de la justicia se pro-
diador o del interés de N. Fraser por tender puen- tiva el modelo del estatus por un lado y
tes en la discusión filosófica véase GUERRA, M. por otro la política del enmarque. pone entonces como herramienta de
J., “Nancy Fraser: La justicia como redistribu- análisis social jalonada por un criterio
ción, reconocimiento y representación”, págs.
335-363, en: MÁIZ, R. (ed.), Teorías políticas
N. Fraser elabora el modelo del estatus normativo que permita valorar cuándo
contemporáneas, Valencia, Tirant lo Blanch, 2009. como reconocimiento de la igualdad una acción es justa.
Agradezco a la autora que me haya permitido de valor moral de los/las participantes
leer la versión antes de salir publicada.
en cualquier arena discursiva. Al acen- 2. LA PARIDAD PARTICIPATIVA
17 tuar el valor de la autonomía de todos
Como nos recuerda GUERRA, M. J., “Género los miembros que componen la socie- Desde finales de los años ochenta y ha-
e igualdad en Habermas”, págs. 158-176, en:
dad la autora busca por una parte, evi- cia mediados de 1990, su discurso so-
PULEO, A. H. (ed.), El reto de la igualdad de
género, Madrid, Biblioteca Nueva, 2008, Haber- tar los peligros de la reificación cultural, bre la justicia de género se centraba en
mas ha recogido las críticas feministas –para el y por otra, garantizar que la posición torno de los problemas del estado de
caso que nos interesa, las de Fraser– en La in- bienestar y sus limitaciones para abor-
clusión del Otro y en Facticidad y validez. social de los/las participantes no me-
noscabe su consideración como agentes dar políticas transformadoras que
18
capaces de debatir sobre las cuestiones pudieran remover los obstáculos ins-
Desarrollo este punto en el numeral 3. titucionales a la justicia social. En este
que les afectan y en las que en ocasio-
19 nes se juega el reconocimiento de su contexto propuso el modelo de una
FALK, R., “Revisiting Westphalia, Discovering pertenencia efectiva a la sociedad. El perspectiva dualista que, por un lado per-
Post-Westphalia”. En: Journal of Ethics, nº 6 mitiera analizar las limitaciones a la jus-
(4), 2002, págs. 311-352 (citado por la autora). asunto de la política del enmarque, en
cambio, se centra en considerar la defi- ticia social y por otro, aportar un modelo
20
nición de marcos políticos en distintas normativo sobre ésta. La perspectiva
FRASER, N. 2006a, 2008. Con el término post-
escalas –local, nacional, regional y trans- dualista de N. Fraser apuntaba al reco-
westfalia se hace referencia a la relativa pérdida
de soberanía territorial del Estado, al tiempo que nacional– y cómo éstos determinan las nocimiento en el ámbito socio-cultural
pone de relieve la aparición de otros agentes en
opciones de participación de los sujetos. y a la redistribución en materia econó-
las relaciones internacionales en ocasiones no iden- mica. Planteaba así una forma de asumir
tificados con la pertenencia a un estado territo- La política del enmarque es la herra-
rial específico, como pueden ser por un lado las mienta para pensar la representación en el problema de la justicia social desde un
grandes multinacionales y por otro los mo-
un espacio que no siempre coincide con análisis bifocal que pudiera sostenerse
vimientos sociales emancipatorios que buscan
crear redes transnacionales como el movimiento el del Estado-Nación 18 . en la tensión entre economía y cultura.
por los derechos humanos, el feminismo y el Fo- El interés fundamental era no reducir
ro Social Mundial. Este cambio en el imaginario del es- ninguna de las dos instancias y mante-
21 pacio político que con Richard Falk 19 ner que las luchas por la distribución no
FRASER, N. 2008. denomina post-Westfalia 20 , constituye podían cambiar la situación de exclusión

63
F O R O D E D E B A T E

si no se contaba también con el apoyo mejor en quienes es más evidente aún la


de políticas de reconocimiento. Pero es- imbricada relación de factores que im-
tas políticas antes que convertirse en ac- piden la paridad participativa en la esfe-
ciones afirmativas, como en el caso de ra pública. El principio normativo de la
las cuotas de participación 22 , requieren paridad participativa para este momen-
promover la modificación de los patro- to de su análisis (1997-2003) está orien-
nes de valor cultural ya institucionaliza- tado a superar la injusticia social en
dos que hacen pervivir los esquemas de relación a la inequidad económica y so-
inequidad social. Por ejemplo, no bas- cio-cultural. De esta forma, el principio
taría con asegurar el empleo femenino traduciría que los colectivos podían
por medio de un régimen laboral de me- participar en condiciones paritarias si se
dio tiempo o a destajo si con esto au- lograba la transformación de las condi-
menta la precariedad laboral. Tampoco ciones económicas para no ser silenciado
vale pensar que la misma medida per- y si se reconocía el estatus de igualdad
mitirá de forma indirecta valorar positi- de cada participante en la esfera públi-
vamente el aporte de la mujer a la ca. El problema del reconocimiento de
construcción social si el reconocimien- la diferencia dejaba de estar constreñi-
to positivo de la diferencia de género do a una diferencia de identidad cultu-
queda circunscrito a su aporte a la eco- ral y se desplazaba al del reconocimiento
nomía productiva, pero no alcanza a to- social que enfatiza la consideración de
car la valoración del aporte a la economía la igualdad moral en la esfera pública.
reproductiva, hecho que consolida la ta- Según N. Fraser su modelo del estatus
ra social de “la doble jornada”. se refiere a “…una relación institucio-
nalizada de subordinación y una viola- 22
Este tipo de situaciones muestran la in-
ción de la justicia… el reconocimiento No todas las políticas de acción afirmativa condu-
terconexión de dos formas de injusticia cen a mantener el status-quo, como la misma N.
erróneo… surge cuando las institucio-
en la que Nancy Fraser ha insistido ba- Fraser reconoce, algunas de éstas pueden condu-
nes estructuran la interacción de acuer- cir a una transformación de las condiciones que re-
jo el lema de que no puede haber re- producen la inequidad. Véase, FRASER, N. y
do con normas culturales que impiden
distribución 23 sin reconocimiento ni HONNETH, A., ¿Redistribución o reconocimien-
la participación en pie de igualdad” 26 . to?, Madrid, ediciones Morata, 2007, esp. cap. 1.
reconocimiento sin redistribución. El
Retomo el tema de las acciones afirmativas más
par dicotómico que había conducido De esta forma, la paridad participativa adelante en el numeral 3.2 de este ensayo.
a afirmar: “es la economía, estúpido” 24 , permitiría a quienes se reconocen como 23
como respuesta a los defensores de las miembros de una sociedad participar Una fórmula que también ha sido adoptada por
políticas culturales, ponía el acento en y/o disentir de la misma, en cualquier la sociología jurídica de Boaventura de Sousa San-
tos. Véase de este autor Crítica de la razón in-
una disyunción que N. Fraser buscó arena discursiva o en la esfera pública dolente. Contra el desperdicio de la experiencia.
superar al subrayar la imbricación de am- política 27 . La idea básica es la de cons- Vol. 1. Para un nuevo sentido común: la ciencia,
bos. Al eludir la antítesis sostuvo la ten- truir un espacio social lo suficientemente el derecho y la política en la transición paradig-
mática. Bilbao, Ed. Desclée de Brouwer, 2003.
sión entre ambas como constituyente de abierto y heterogéneo que permita el
la estructura social. Así daba respuesta 24
debate sobre las reivindicaciones sin que
Richard Rorty se pronunció respecto al dilema
al discurso ideológico que buscaba rom- la igualdad social quede en suspenso 28 . entre economía y cultura para dar cuenta de las
per la interrelación para instrumentali- luchas internas de la academia, sobre todo en los
zar las diferencias culturales en perjuicio N. Fraser denuncia la neutralidad apa- departamentos de ciencias sociales liderados por
el movimiento de la Nueva izquierda que, según
de una justa redistribución económica. rente del individuo liberal de J. Rawls y su diagnóstico, se pertrecharon en los muros de
de J. Habermas que tomará parte en el la universidad, privilegiando así la crítica cultu-
El objetivo teórico de denunciar la fal- pacto o proceso deliberativo. Para ella, ral, y abandonaron su vinculación con los mo-
sa antítesis 25 , hace parte de su herra- afirmar la igualdad sin que haya media-
vimientos sindicales de aquel entonces. La lucha
tuvo lugar a mediados de los años 80. Cf. RORTY
mienta analítica para tratar el subtexto do una lucha por el reconocimiento es R., Forjar nuestro país, Barcelona, Paidós, 1999.
cultural de la economía y el subtexto un desiderátum vacuo, que pervierte el esp. cap. 3. También FRASER, N., “Redistribu-
económico de la cultura. El par de len- ción y reconocimiento: hacia una visión integra-
sentido de la misma igualdad. Así que la da de justicia del género”, pp. 18-40, en: Revista
tes abriría así la posibilidad de conside- igualdad que queda en suspenso –fantas- Internacional de Filosofía Política, nº 8, 1996. La
rar el tipo de demandas de justicia, al mal, pendiente– es la misma igualdad frase “Es la economía, estúpido” tiene su origen en
la campaña electoral de Bill Clinton para la pre-
interior de un estado de bienestar, de di- que tendría que superar la subordinación. sidencia de los Estados Unidos cuando se en-
versos colectivos sociales entre los que frentaba a G. Bush (padre) tras la guerra del Golfo
cabía destacar aquellos denominados bi- Sin embargo, cuando Habermas habla en 1992.

valentes; esto es, el género y la raza, por de las condiciones de simetría ello obe- 25
ser los más vulnerables a la reproducción dece a que ha considerado las diferen- Sobre esta línea, el carácter material de la instancia
cultural, se asienta el debate entre Judith Butler y
del problema de la redistribución y el cias en las relaciones de poder. Por su Nancy Fraser. Para N. Fraser las diferencias cultu-
reconocimiento de manera conjunta, o parte, el velo de ignorancia de J. Rawls rales son tan materiales como las económicas una

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F O R O D E D E B A T E

garantizaría la imparcialidad del acuer- ble quebrar la hegemonía discursiva e


do sobre los principios de justicia. inaugurar un nuevo proceso de debate.

Puede concedérsele a Fraser que, en efec- La situación del agente social es la cla-
to, tal pretensión de objetividad e im- ve de la paridad participativa. De ahí que
parcialidad desconoce el carácter situado la discusión de nuestra autora con el li-
y concreto de una toma de decisión, beralismo y sobre la forma de establecer
pero es de esto de lo que se trata, de abs- los límites de la esfera pública defina la
traernos de las particularidades y contin- lucha teórica que articula el sentido de
gencias con el fin de que el acuerdo sea un ideal de justicia visto desde la prác-
el resultado del uso de una razón objeti- tica de una reivindicación ético-política
va y no la victoria de un interés particu- situada histórica y socialmente.
lar. La igualdad que asegura el velo de Fraser sin embargo dará un paso más
ignorancia y la que es sugerida con la si- respecto a las dificultades de la paridad.
metría de las condiciones no está necesa- Si hacia 1996 explicitó en su artículo
riamente en suspenso, puesto que es “Redistribución y reconocimiento: hacia
condición y efecto del mismo proceso de una visión integrada de justicia del gé-
deliberación o bien del acuerdo del que nero” 29, que el ideal de la paridad parti-
surgen los principios de justicia. En rea- cipativa requería de una precondición
lidad, la igualdad como valor moral que- objetiva –la redistribución económica,
da reforzada en los dos casos y aparece la igualdad legal– y de una intersubjeti-
como instancia crítica del proceso y la va –el reconocimiento de la igualdad de
posibilidad de su universalización. Tam- estatus social–; en el año de 2003 en su
poco sería correcto, como sugiere Fraser, diálogo con A. Honneth, avanzó hasta
vez que están encarnadas a lo largo de las prácticas que estos autores desconozcan las con- definir que la paridad participativa
institucionales, pasando por la legislación. Esta di- diciones socio-históricas en que están como principio de una teoría de la jus-
ferencia de criterio respecto a cómo interpretar la
relación entre economía y cultura se refracta en sus ubicados los individuos que pactan o dia- ticia “…constituye una interpretación
divergencias sobre la categoría de género y la se- logan, ya que justamente por conside- democrática radical de la igualdad de
xualidad. Para el análisis estructural de la sociedad rarlas se ha preferido que éstas no sean
que le interesa realizar a N. Fraser el problema del autonomía” 30 .
género como colectivo social se diferencia del pro- determinantes.
blema del colectivo gay y lesbiano, pues mientras La paridad participativa es entonces la
el primero es un colectivo bivalente (sus reivindi- Ahora bien, visto con más cuidado la crí- forma de una justicia desde y para la de-
caciones se dirigen a la redistribución y al recono-
cimiento) el segundo representa básicamente la
tica de Fraser sugiere que la deliberación mocracia que implica la definición de las
lucha por el reconocimiento. Véase la discusión re- es un proceso tendente a resolver desi- situaciones de injusticia mediante proce-
producida en la New Left Review: FRASER, N., gualdades sistémicas y desde las que se ha
“Heterosexism, Misrecognition and Capitalism: A
sos y procedimientos deliberativos en que
Response to Judith Butler” NLR I/228, Mar-Apr, de partir para hallar su solución. La invi- todos/as y cada uno/a puedan ejercer su
1998, pp. 140-149 y BUTLER, J., “Merely Cul- sibilidad del carácter situado del agente autonomía en la vida social, puedan
tural” NLR I/227, Jan-Feb, 1998, pp. 33-44 (tra-
ducido en castellano como “El marxismo y lo
social en una deliberación la corrompería transformar las condiciones de injusticia
meramente cultural”). en su pretensión ético-política ya que es económica y de reconocimiento.
26 esta pretensión la que configura el dis-
curso liberador de quien está subordina- La clave en este paso de 2003 es conside-
FRASER, N. 2006, p. 36.
do. De ahí que lo que tiene que discutirse rar que la aplicación del principio para ha-
27
sean las determinaciones y la interpre- llar alternativas a las formas entrecruzadas
Cf. PALACIO, A. M., “Entrevista a Nancy Fra-
ser, La justicia como redistribución, recono- tación de esas determinaciones que de subordinación social ha de cuidar que
cimiento y representación” págs. 16-24, en:
configuran una estructura desigual de la propuesta de las alternativas de solución
Barcelona Metrópolis. Revista de información y
pensamiento urbanos, nº 74, primavera, 2009. participación en todas las arenas discursi- se legitime mediante procedimientos de-
vas de la vida social y no sólo política. mocráticos en los que se discuten las in-
28
Como ocurre en el modelo liberal, piénsese en J.
terpretaciones sobre cómo lograr y
Rawls y el velo de ignorancia, J. Habermas y la De modo que reconocer la legitimidad garantizar la igualdad de autonomía.
simetría de las condiciones de los participantes de un interlocutor no supone ocultar la
que sugiere la igualdad moral de quienes aún no Pero el avance que constituye esta for-
han sido reconocidos como iguales. Cf. FRASER, desigualdad que define su subordinación
mulación de una justicia democrática
N., Iustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde ya que justamente se trata de resolver és-
la posición ‘postsocialista’. Santafé de Bogotá, Si- radical con respecto a lo que había es-
ta sin abstraerla del proceso deliberativo.
glo del Hombre, Universidad de los Andes, 1997, bozado a mediados de los noventa no
pág. 109 y ss. La demanda de una esfera pública abier-
significa un paso tal como para abando-
29 ta en la que gracias a la discusión conti-
nar los lentes bifocales.
FRASER, N. 1996. nua se juega la transformación social exige
30 pensar la dinámica entre públicos y con- La paridad participativa se entiende aún
FRASER, N. 2006, pág. 172. tra-públicos en virtud de la cual es posi- como la superación de los obstáculos

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F O R O D E D E B A T E

institucionalizados en normas y pro- cas palabras sería alcanzar autoridad se- hace parte del mismo, los proce-
cedimientos así como la de aquellos mántica en todas y cada una de las áreas dimientos para participar se constitu-
referidos a los medios de vida eco- discursivas en las que se da su interac- yen en una barrera que impide que lo
nómicos que condicionan la opción de ción social, participando de la defini- haga. La escasa representación feme-
hacer parte de la discusión pública y ción sobre qué se discute, entre quiénes nina en el poder legislativo y ejecutivo
política. Sin embargo, queda pendiente y cómo se toman las decisiones. del Estado, sería el caso de una repre-
considerar si no existe otro elemento sentación fallida (misrepresentation) po-
que pueda darle mayor efectividad al La representación política es la di- lítico-ordinaria 34.
principio de la paridad participativa. mensión adecuada para detectar los
obstáculos formales que así como le-
gitiman diferencias estructurales –eco-
3. PARIDAD PARTICIPATIVA Y nómico-culturales– impiden a quienes
El segundo nivel, el de la pertenencia
REPRESENTACIÓN POLÍTICA “concierne al aspecto político de deli-
padecen injusticia elevar su voz y ser
mitación de fronteras” 35 . Cuando al-
escuchados. La paridad participativa al
3.1 guien tiene derecho a ser tenido en
integrar ahora la representación cons-
Representación política cuenta, pero le es negada la opción de
tituye así el principio normativo a par-
participar en las cuestiones de redistri-
No será hasta el año de 2004 cuando tir del cual definir y evaluar el modo
bución, reconocimiento o de represen-
N. Fraser amplíe su perspectiva sobre en que puede hacerse una reivindi-
tación al nivel político-ordinario, es decir,
el ideal de justicia a un modelo de tres cación; esto es, qué forma adopta la
cuando es declarado como no-miem-
dimensiones que incluye la de la polí- resolución de los conflictos sobre in-
bro, estamos frente a una injusticia que
tica. El factor económico y el factor terpretaciones de justicia y cómo lo-
Fraser denomina como “des-enmarque”
cultural, aún imbricados, están tam- gra resolverse 32 .
(misframing). Lo que se cuestiona aquí
bién en relación con la definición del El marco político y las reglas de deci- no son los procedimientos sino el mar-
espacio para actuar políticamente. Los sión para escenificar y arbitrar la con- co político en su conjunto.
procesos políticos obedecen a una es- frontación al establecer el cómo hacer
tructura económico-cultural delimita- Nancy Fraser postula entonces la he-
reivindicaciones también define quién
da y en cuanto tales comportan una rramienta de la “política del enmar-
puede hacerlas. De esta forma trazar
especificidad en la interacción social que” con la que busca diagnosticar y
un marco político significa dar acceso
que permite identificar los obstáculos analizar en qué momento y de qué
a unos y a otros no, a la vez que res-
políticos a la representación por los forma un determinado marco político
tringir dónde y cómo debe darse el
cuales se minan las opciones de lograr condena a unos individuos a no poder
debate. Las reglas de la confrontación
una justicia democrática. elevar su voz sobre las cuestiones que
del marco determinan quiénes son los
les competen –piénsese en los casos
De acuerdo con la reconstrucción his- sujetos de la justicia que están y pue-
de las políticas sobre el cambio climá-
tórico teórica de su obra la dimensión den ser representados 33 .
tico, los mercados financieros, la bio-
política de la justicia como representa- política, etc.
De acuerdo con esto, la representación
ción no apunta en exclusiva a la con-
política apunta por una parte a los pro-
formación de “públicos fuertes” 31 que La herramienta del enmarque permite
cedimientos y por otra a la pertenen-
realicen el proceso de toma de deci- moverse en distintas escalas de análi-
cia social. Cada uno especifica un nivel
siones o la estructura de los órganos sis que van de lo local pasando por lo
de análisis para definir qué tipo de obs-
representativos del Estado, ni a los nacional y lo regional, hasta lo trans-
táculo configura la injusticia de la re-
“públicos débiles” o externos al pro- nacional considerando en cada caso
presentación.
ceso de la toma de decisiones. La di- qué forma adoptan los conflictos de
námica de la esfera pública exige justicia, las formas de subordinación y
considerar también los contra-públicos cómo pueden ser resueltos.
El primer nivel, de acuerdo con N. Fra-
y su plausible carácter emancipador.
ser, es el de la representación político- La justicia democrática de Nancy Fra-
En este sentido la representación polí- ordinaria; esto es, cómo se define el ser sugiere que tales conflictos pueden
tica, al ampliar el objetivo de su lente, electorado, si el sistema de representa- resolverse mediante procedimientos
remite a dos cuestiones que se han es- ción ha de ser por voto acumulativo, democráticos en los cuales pueda es-
bozado a lo largo de estas páginas. Por por mayorías relativas, proporcionali- tablecerse entre quiénes debe darse
un lado, el proceso de discusión y de- dad, etc. Las acciones afirmativas y las la paridad. Ello con el objeto de di-
bate que legitima las reivindicaciones de cuotas de participación también hacen lucidar en qué casos el derecho a la
justicia, por otro, la construcción de parte de esta definición sobre quién representación política está siendo vul-
una identidad social y política median- puede estar representado en la comu- nerado. A la pregunta ¿paridad parti-
te la acción discursiva y fruto de ambas nidad y en qué forma. Las injusticias cipativa entre quiénes? 36 La respuesta
la transformación social cuando las vin- de este tipo son aquellas que aún cuan- de N. Fraser consiste en proponer el
dicaciones son resueltas. Lo que en po- do el marco especifique que alguien principio de todos los sujetos (all sub-

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F O R O D E D E B A T E

jected principle), que permite deter- tensión política entre la sujeción a una de desigualdad que impiden garanti-
minar el grado de sujeción de una per- estructura de dominación y la opción zar la representación de todos/as los
sona a una estructura de dominación. de subvertirla que constituye la condi- que forman parte de la sociedad en
En este caso, sólo quien esté sujeto ción del sujeto político 37 , y que en cuestión. Las políticas afirmativas de
podrá reclamar el derecho a estar re- cambio la figura de todos/as los afec- las cuotas de participación buscan re-
presentado. tados/as no ilustra adecuadamente si mediar los efectos de una desigualdad
se la ve como la de aquél que en su estructural mediante un programa a
El principio de todos los sujetos que
grado de afectación padece la situación largo plazo que pueda transformar los
ahora es propuesto forma parte de la
injusta, pero no se levanta sobre ella. patrones de valor cultural de acuerdo
revisión del enfoque de nuestra auto-
El principio de todos los sujetos podría con los cuales la ciudadanía política va
ra. Si para el 2003 pensaba que los
así especificar la insoslayable condición asociada al género masculino. La de-
procesos de debate y deliberación re-
política de quien está sujeto o sujeta- finición de quiénes pueden ser elegi-
querían de la participación de todos
do. En este caso, si el principio guarda dos y por quién destaca justamente
/as los afectados/as en las cuestiones
esta tensión es porque la justicia de- que tales procedimientos condicionan
a decidir, este nuevo principio norma-
mocrática orientada por la paridad par- las bases desde las cuales ejercer la ciu-
tivo permite definir los miembros de
ticipativa permite considerar en qué dadanía política.
la comunidad política y sus opciones
forma la sujeción política crea un es-
para hacer reivindicaciones mediante En esa decisión de quienes pueden re-
cenario para la búsqueda de alterna-
procedimientos democráticos basados presentar sus intereses está en juego la
tivas de solución que pasan por la
en la paridad participativa. deliberación sobre las necesidades. De
definición de las condiciones que la ge-
A mi entender el principio de todos los ahí que las cuotas de género signifi-
neran.
sujetos tiene la virtud de advertir la quen la conquista de un espacio polí-
Vale la pena considerar que la amplia- tico que amplía el sentido de la
ción de la perspectiva metodológica ciudadanía democrática.
31 que ahora propone Nancy Fraser con-
Véase supra numeral 1, pág. 8. Si como sugiere la justicia democráti-
tinúa apuntando a una intersección de ca radical de Nancy Fraser, las reglas
32 ejes de injusticia que emergen en la
FRASER, N., 2008, pág. 42. de decisión de un marco político, por
reivindicación política y por la que se las que entre otras cosas se define el
33 define la creación de espacios de dis-
Op. cit, esp. cap. 2. electorado, deben apuntar al logro de
cusión pública y política. El ideal de la la paridad participativa entonces las
34 paridad participativa articulado en sus
Ibíd. políticas de acción afirmativa 38 podrían
tres dimensiones sigue siendo una for- ayudarnos a transitar el camino que
35 ma de pensar cómo lograr la justicia
Op. cit. pág. 45. conduce a ésta.
social.
36 Sin embargo, N. Fraser no ve en las
FRASER, N., 2008, pág. 183. 3.2 acciones afirmativas una opción real
37
Paridad participativa. para subvertir la desigualdad ya que
Debo parte de la articulación de estas ideas a en su concepto las medidas afirmati-
conversaciones con el profesor Joaquín Valdi- Notas sobre acciones afirmativas
vielso, a quien no debe hacerse responsable de vas no transforman las estructuras po-
mi interpretación. Véase PALACIO, A. M. En lo que sigue me voy a ocupar de la líticas, económicas ni sociales que han
2009a; VALDIVIELSO, J. 2007; DEL CAS- representación a nivel político-ordi-
TILLO, R. y ARRIBAS, S. 2007.
configurado y reproducen la desigual-
naria y los límites de la propuesta de dad. El interés de su esquema con-
38
Fraser en relación a las políticas afir- ceptual es aportar herramientas para
Para un análisis del tema de las cuotas de gé-
nero como reparación de la discriminación so- mativas de las cuotas de participación subvertir la sujeción 39 , más que jugar
cial, véase AGUIAR, F. “A favor de las cuotas orientadas al logro de la paridad. el juego de un reformismo político
femeninas”, págs. 28-35, Revista Claves de Ra-
zón Práctica, nº 116, 2001. Para hacerse una orientado a hacer apaños sobre una
La definición de quién puede votar y
idea del análisis desde la perspectiva de géne- realidad que hunde sus raíces en las
ro que difiere del de N. Fraser puede citarse el quién puede ser elegido/a ha formado
contradicciones sociales.
de OSBORNE, R. “Desigualdad y relaciones parte del debate en ciencia política por
de género en las organizaciones: diferencias
numéricas, acción positiva y paridad.”, págs. establecer procedimientos correctos Cuando nuestra autora considera la
101-123, en: PULEO, A. (ed.), 2008. que garanticen la formación del cuer- sujeción política en la participación,
39 po político que ha de tomar las deci- menciona siempre con brevedad la
Acciones afirmativas de distribución son las siones. La mayoría de las veces, tales cuestión de la participación por cuo-
ayudas económicas consideradas con criterios procedimientos tienen el efecto de le- tas de género. No entra de lleno en el
de beneficencia. Acciones transformativas se-
rían las políticas dirigidas a la creación de ple- gitimar la posición de quienes están debate y le preocupa que los argu-
no empleo, una considerable proporción de mejor situados en la estructura social. mentos esgrimidos estén basados en
propiedad colectiva, la participación en la to-
ma de decisiones sobre prioridades económi-
Los procedimientos devienen así for- una afirmación de “lo femenino” que
cas, etc. Véase FRASER, N. 1997, esp. cap. 1. mas de legitimación de las condiciones le niegue opciones a otros colectivos

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F O R O D E D E B A T E

en desventaja de lograr la participa- quienes quedan a la cola de ser bene- Desde la perspectiva del recono-
ción 40. Si el debate sobre las cuotas de ficiarios. También se convierten con cimiento social, no faltará quien aduz-
género resbala por la pendiente de facilidad en modos de administrar có- ca a favor de las cuotas afirmativas que,
esencializar las características del titu- mo debe ser identificado el agente y en el contexto de las desigualdades
lar de la cuota, difícilmente podríamos niegan por extensión la posibilidad de sociales basadas en la raza B. Obama
andar con firmeza el camino hacia la que en la propia interacción social se es precisamente el resultado de la efec-
paridad. También es cierto que Fraser definan los términos en que alguien tividad de las políticas afirmativas,
apunta la posibilidad de hallar en es- busca ser reconocido. ¿Quién define aunque con esto se olvida que en las
tas cuotas de género una medida los términos de las acciones afirmati- elecciones a la presidencia de los
transformadora aunque cree, decidi- vas?, ¿han tomado parte en esa defini- EE.UU. de 2008 estaba en juego la
damente, que la respuesta la otorgará ción las personas afectadas? Las cuotas moral norteamericana que requería re-
el tiempo 41 , de modo que no ve en de género son el resultado de las lu- novar las ideas del “sueño americano”,
ellas una opción demasiado real. chas de las mujeres por la igualdad y de “América” como país de las opor-
la paridad; en este sentido, no puede
Sin embargo, el esquema conceptual
decirse que no respondan a los intere-
de Nancy Fraser debería conducirla a
ses de las afectadas. Pero ¿si la defini-
aportar una mejor respuesta. Si como 40
ción de igualdad o paridad se ha
ella sostiene la condición de igualdad PALACIO, A. M. 2009a.
hecho en términos de un discurso
social del individuo no es algo que es-
hegemónico y no ha propiciado el
té asegurado antes de que tenga lugar
debate sobre cómo debería articu- 41
la deliberación política, como nos re-
larse en políticas públicas que eviten Véase supra, nota 20.
cuerda su debate con Habermas y
la reproducción de desigualdades
Rawls sobre la neutralidad aparente
concomitantes como la doble jorna-
del individuo 42 , sino que se trata de
da? Entonces tales políticas no son una 42
una conquista fruto de dicha delibe- Véase supra numeral 2.
verdadera respuesta a las demandas de
ración al ser reconocido el carácter si-
justicia social de las mujeres. También
tuado del agente, entonces las políticas
cabe preguntarse por el riesgo de que
afirmativas que parten del carácter si- 43
las decisiones tomadas acerca de la pa- FRASER, N. 1997.
tuado del agente deberían poder re-
ridad instrumentalicen el sentido de es-
solver la desigualdad.
ta reivindicación legítima que más
N. Fraser debería responder qué dife- tarde volverá a sus demandantes larva- 44
rencias está dispuesta a considerar da de una serie de prescripciones sobre Puede consultarse MOLINA PETIT, C. “Es-
pacios públicos, espacios privados. La partici-
válidas como haciendo parte del ca- cómo modelar su acción social, ¿valdrá pación política de las mujeres”, págs. 103-
rácter situado del agente, pero aquí la pena correr ese riesgo? 143, en: GUERRA, M. J. y MONZÓN, M.
nos deja ante un vacío normativo que E. (eds.), Mujeres, espacio y tiempo. Un análi-
Los argumentos a favor de las accio- sis desde la perspectiva de género. Instituto ca-
debilita la propuesta de una justicia nario de la mujer. Consejería de Empleo y
nes afirmativas suelen aducir que son
democrática radical. ¿Por qué las cuo- Asuntos sociales del Gobierno de Canarias.
una apuesta hacia el futuro de una so- 1999. Un trabajo clave para comprender la
tas de participación no repararían una
ciedad más paritaria y que el criterio minusvalía en la representación política de las
desigualdad estructural en un esque- mujeres puede leerse en NAROTZKY, S. “La
de desigualdad para afirmar la dife- política cotidiana de las mujeres corrientes: la
ma que apuesta por el reconocimien-
rencia forma parte de la reparación de responsabilidad, la representación y el reco-
to político de los sujetos como la nocimiento” págs. 179-193, en: HURTADO
una injusticia sostenida durante varios
forma de construir un camino hacia la SÁNCHEZ, J. (coord.) La mujer como sujeto
siglos que ha negado la igualdad po- de acción política. Sevilla, Centro de Estudios
transformación social?
lítica y social a un colectivo deter - Andaluces, Consejería de la Presidencia, Jun-
ta de Andalucía. 2006.
A mi entender, el problema de las minado –los negros, las mujeres, las
cuotas de género se aloja en si una ac- minorías étnicas, etc.–. De modo que
ción afirmativa al enfatizar la diferen- la igualdad que ahora cede el paso a la 45
cia menoscaba la pretensión de la diferencia será más adelante el logro NAROTZKY, S. 2006, pág. 188.
igualdad social. de la paridad democrática.
Siguiendo a Fraser, las acciones afir- Pero si seguimos de cerca estudios
46
mativas suelen ser acciones que con empíricos sobre las condiciones de la OSBORNE, R. “Desigualdad y relaciones de
dificultad pueden transformar las con- representación política de las mujeres 44, género en las organizaciones: diferencias nu-
diciones estructurales que generan la nos topamos de continuo con que la méricas, acción positiva y paridad” págs. 101-
124, En: PULEO H, A. (ed.), 2008.
injusticia 43 . En efecto, tales acciones “varita mágica” de las cuotas no re-
pueden reforzar el rechazo de una suelve el problema del reconocimien-
identidad social que puede optar a las to social ni el de las formas de acción 47
cuotas y generar resentimiento entre política no oficiales. FRASER, N. 2008, pág. 49.

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tunidades, para evitar el descalabro so- muy justo. Más bien tiene el efecto de REFERENCIAS
cial tras el mandato del segundo G. trasladar la sujeción a quién ahora le BIBLIOGRÁFICAS
Bush. Así que podemos preguntarnos: ha reemplazado en la casilla del más
¿puede hablarse en este caso de reco- débil, y así la desigualdad se va pasan-
nocimiento social o es más bien prag- do como un testigo. AGUIAR, F. “A favor de las cuotas
matismo político? femeninas”, Revista Claves de Razón
Pero a pesar de estas dificultades, el Práctica, nº 116, 2001, págs. 28-35.
En nuestro caso, ¿cómo deberíamos
compromiso de la lucha feminista por
entender la designación de Carme AMORÓS, C. Tiempo de feminismo:
la transformación social significa tam-
Chacón como ministra de Defensa?, sobre feminismo, proyecto ilustrado y
bién reconocer en la herramienta de
¿como un triunfo de la ley orgánica postmodernidad, Madrid, Cátedra,
las cuotas de género que no se trata de
de igualdad efectiva entre mujeres y Universitat de València, Instituto de
una medida en la que debamos espe-
hombres o como un recurso para ol- la Mujer, 1997.
rar a que el tiempo nos dé la razón, si-
vidar las crueldades de la guerra?, ¿po-
no de un mecanismo que permite
demos pensar que su nombramiento AMORÓS, C. y DE MIGUEL, A.
articular la diferencia en la igualdad
constituye una apuesta hacia el futu- (eds.), Teoría feminista: de la Ilustra-
democrática.
ro? ción a la globalización, Madrid, Mi-
Podríamos a su vez preguntarnos si en Las cuotas de género en ese sentido y nerva, 2005, 3 vol.
las últimas dos décadas de hegemonía como apunta Raquel Osborne 46 , se
neoliberal, Michelle Bachellet, Cristi- convierten en la opción de que se lo- BENHABIB, S. y CORNELL, D.
na Fernández de Kichner, Violeta gre constituir una masa crítica que (comps.), Teoría feminista y teoría
Chamorro, Benazir Bhutto o Ángela pueda así acompañar a la construcción crítica. Ensayos sobre la política de gé-
Merkel y en menor jerarquía Esperan- de más procesos de transformación so- nero en las sociedades del capitalismo
za Aguirre ¿son ejemplos de un logro cial. De esta forma la lucha por repa- tardío. Valencia, Alfons el Magnànim,
en la paridad participativa o más bien rar una injusticia, como la de no 1990.
reproducen unas relaciones de poder reconocer la igualdad social y política
ajenas a la justicia social? A mi enten- de las mujeres, puede vincularse con CANFORA, L. La democracia. His-
der, advierten de la tareas que aún otras reivindicaciones de justicia social toria de una ideología, Barcelona,
quedan pendientes a la lucha feminis- y política. El reconocimiento de la Crítica, 2004.
ta y del peligro de la cooptación de es- igualdad moral y política permite en-
ta lucha para ocultar otros niveles de tonces asumir la paridad participativa CAPELLA, J. R. Fruta Prohibida
desigualdad. como parte de las conquistas en la am- Una aproximación histórico-teorética
pliación del sentido de una ciudadanía al estudio del derecho y del estado, Ma-
Como recuerda la antropóloga Susana democrática. drid, Trotta, 5ªed., 2008, págs. 271-
Narotzky “…determinadas modalida- 355.
des de acción altamente instituciona- Como dirá N. Fraser,
lizadas tienden a favorecer a aquellos
CASTELLS, C. (comp.) Perspectivas
que ya están mejor situados en el cam-
feministas en teoría política, Barcelo-
po de la acción política… esto no fa- la representación está ya siempre inheren-
na, Paidós, 1996.
vorece a las mujeres corrientes, es temente presente en cualquier reivindica-
decir a todas aquellas que no pertene- ción de redistribución o de reconocimiento.
La dimensión política está implícita en, y
DE SOUSA SANTOS, B. Crítica de
cen a una élite profesional, económi-
la razón indolente. Contra el desper-
ca o política” 45 . en realidad requerida por, la gramática del
concepto de justicia. De manera que no hay
dicio de la experiencia. Vol. 1. Para
En ese sentido, apuntar a las formas redistribución ni reconocimiento sin repre-
un nuevo sentido común: la ciencia, el
de injusticia de la representación que sentación 47 .
derecho y la política en la transición
no permiten ventilar los desacuerdos paradigmática. Bilbao, Desclée de
en materia de redistribución y reco- Brouwer, 2003.
nocimiento, constituye una herra- Queda pendiente la tarea de balan-
mienta clave para pensar en serio en cear las tres dimensiones, cómo lograr DEL CASTILLO, R. “El feminismo
qué sentido han de orientarse las cuo- una representación que articule las di- de Nancy Fraser: crítica cultural y gé-
tas de participación de género. En qué ferencias sin menoscabo de una efec- nero en el capitalismo tardío”, págs.
forma la afirmación de la diferencia no tiva igualdad para todos. La triple 61-120, en: AMORÓS, C. y DEMI-
amplía la brecha de la desigualdad. Al- perspectiva de análisis que aporta Fra- GUEL, A. (eds.), Teoría feminista:
canzar cuotas de representación polí- ser sugiere continuar indagando por de la Ilustración a la globalización.
tica en paridad para unos a costa de la las contradicciones de nuestro sistema De los debates sobre el género al mul-
sujeción en el mercado laboral de social y las condiciones de una ciuda- ticulturalismo, Madrid, Minerva,
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