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BENEDICTO XVI

SACRAMENTUM CARITATIS

- La necesidad de mejorar la calidad de la homilía está en relación con la


importancia de la Palabra de Dios
- los ministros ordenados han de «preparar la homilía con esmero, basándose en un
conocimiento adecuado de la Sagrada Escritura»
- Han de evitarse homilías genéricas o abstractas
- Se ha de tener presente, por tanto, la finalidad catequética y exhortativa de la
homilía.
- Es ayudado por el diácono, que tiene algunas funciones específicas en la
celebración: preparar el altar y prestar servicio al sacerdote, proclamar el
Evangelio, predicar eventualmente la homilía, enunciar las intenciones en la
oración universal, distribuir la Eucaristía a los fieles

VERBUM DOMINI

- La importancia de la Sagrada Escritura en la liturgia es máxima. En efecto, de ella


se toman las lecturas que se explican en la homilía.
- en la Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis, recordé que «la
necesidad de mejorar la calidad de la homilía está en relación con la importancia
de la Palabra de Dios.
- La homilía constituye una actualización del mensaje bíblico, de modo que se lleve a
los fieles a descubrir la presencia y la eficacia de la Palabra de Dios en el hoy de la
propia vida
- La homilía debe disponer a la asamblea a la profesión de fe, a la oración universal
y a la liturgia eucarística.
- Se han de evitar homilías genéricas y abstractas, que oculten la sencillez de la
Palabra de Dios, así como inútiles divagaciones que corren el riesgo de atraer la
atención más sobre el predicador que sobre el corazón del mensaje evangélico.
- Debe quedar claro a los fieles que lo que interesa al predicador es mostrar a Cristo,
que tiene que ser el centro de toda homilía.
- Preparen para la homilía con la meditación y la oración, para que prediquen con
convicción y pasión.
- Predicar de modo apropiado ateniéndose al Leccionario es realmente un arte en el
que hay que ejercitarse.
- Cuídese con especial atención la homilía dominical y en la de las solemnidades;
pero no se deje de ofrecer también, cuando sea posible, breves reflexiones
apropiadas a la situación durante la semana en las misas cum populo, para ayudar
a los fieles a acoger y hacer fructífera la Palabra escuchada.

PAPA FRANCISCO

EVANGELII GAUDIUM
- La homilía es la piedra de toque para evaluar la cercanía y la capacidad de
encuentro de un Pastor con su pueblo.
- La homilía puede ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un
reconfortante encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de
crecimiento
- La homilía es un retomar ese diálogo que ya está entablado entre el Señor y su
pueblo.
- El que predica debe reconocer el corazón de su comunidad para buscar dónde está
vivo y ardiente el deseo de Dios, y también dónde ese diálogo, que era amoroso,
fue sofocado o no pudo dar fruto.
- La homilía no puede ser un espectáculo entretenido, no responde a la lógica de los
recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración.
- Si la homilía se prolongara demasiado, afectaría dos características de la
celebración litúrgica: la armonía entre sus partes y el ritmo.
- El espíritu de amor que reina en una familia guía tanto a la madre como al hijo en
sus diálogos, donde se enseña y aprende, se corrige y se valora lo bueno; así
también ocurre en la homilía.
- Este ámbito materno-eclesial en el que se desarrolla el diálogo del Señor con su
pueblo debe favorecerse y cultivarse mediante la cercanía cordial del predicador, la
calidez de su tono de voz, la mansedumbre del estilo de sus frases, la alegría de
sus gestos
- La predicación puramente moralista o adoctrinadora, y también la que se convierte
en una clase de exégesis, reducen esta comunicación entre corazones que se da
en la homilía.
- Durante el tiempo que dura la homilía, los corazones de los creyentes hacen
silencio y lo dejan hablar a Él
- La preparación de la predicación es una tarea tan importante que conviene
dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad
pastoral.
- En la preparación, después de invocar al Espíritu Santo, es prestar toda la atención
al texto bíblico, que debe ser el fundamento de la predicación.
- Nos hace bien renovar cada día, cada domingo, nuestro fervor al preparar la
homilía, y verificar si en nosotros mismos crece el amor por la Palabra que
predicamos.
- Una buena homilía, como me decía un viejo maestro, debe contener «una idea, un
sentimiento, una imagen».

LUMEN FIDEI

- En la hora de la prueba, la fe nos ilumina y, precisamente en medio del sufrimiento


y la debilidad, aparece claro que «no nos predicamos a nosotros mismos, sino a
Jesucristo como Señor» (2 Co 4,5).

LAUDATO SI
FRATELLI TUTTI

- Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más


directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la
espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las
motivaciones para amar y acoger a todos.

AMORIS LAETITIA

- Tampoco hay que olvidar que la Iglesia que predica sobre la familia es signo de
contradicción», pero los matrimonios agradecen que los pastores les ofrezcan
motivaciones para una valiente apuesta por un amor fuerte, sólido, duradero,
capaz de hacer frente a todo lo que se le cruce por delante.
- Con la predicación la Iglesia quiere llegar a las familias con humilde comprensión, y
su deseo «es acompañar a cada una y a todas las familias para que puedan
descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en su
camino»

GAUDETE ET EXSULTATE

- Cuando los Apóstoles sintieron la tentación de dejarse paralizar por los temores y
peligros, se pusieron a orar juntos pidiendo la parresía: «Ahora, Señor, fíjate en
sus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra con toda valentía»
(Hch 4,29). Y la respuesta fue que «al terminar la oración, tembló el lugar donde
estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la
palabra de Dios» (Hch 4,31).
- En el Evangelio vemos cómo Jesús «iba caminando de ciudad en ciudad y de
pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios»
(Lc 8,1). También después de la resurrección, cuando los discípulos salieron a
predicar por todas partes, «el Señor cooperaba confirmando la palabra con las
señales que los acompañaban» (Mc 16,20). Esa es la dinámica que brota del
verdadero encuentro.

CHRISTUS VIVIT

- En el Sínodo se reconoció «que un número consistente de jóvenes, por razones


muy distintas, no piden nada a la Iglesia porque no la consideran significativa para
su existencia... Esta petición con frecuencia no nace de un desprecio acrítico e
impulsivo, sino que hunde sus raíces en razones serias y comprensibles: …el poco
cuidado en la preparación de la homilía y en la explicación de la Palabra de Dios…
- Después del bautismo Jesús apareció lleno del Espíritu Santo y fue conducido por
el Espíritu al desierto. Así estaba preparado para salir a predicar y a hacer
prodigios, para liberar y sanar (cf. Lc 4,1-14).
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