Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Penitencia
Algunas orientaciones para confesores
Puede también tener necesidad de un luz que ilumine las “zonas oscuras”
de su conciencia; puede necesitar estímulos fuertes o de - por así decirlo – un
“tirón de orejas” para no continuar arraigado a un pecado; puede también tener
necesidad de palabras de aliento que lo tranquilicen y lo ayuden a creer que
con la ayuda de Dios puede cambiar su vida; puede también tener necesidad
de una palabra de consuelo en un momento de dolor o de una presencia amiga
que le dé seguridad y consuelo en un momento de desesperación… Todo esto
que un confesor puede transmitir sólo es posible si ha alcanzado una madurez
humana, una buena formación moral y cristiana y si cultiva una vida espiritual
y sacerdotal.
Además, con cada persona que él escucha, el sacerdote tiene que saber
despojarse de su propio estado de ánimo, a de aquel que le ha provocado el
penitente anterior, para entrar en la mayor empatía posible con la persona que
tiene junto a él en aquel momento.
También se debe tener comprensión por aquellos sacerdotes que a veces, sin
querer, dejan percibir por una palabra o quizás por el tono de voz, alguna señal
de cansancio o de tensión. En estos casos no significa que falte disponibilidad
o generosidad, sino que simplemente sus “baterías” – por así decirlo – están
descargadas, a causa del cansancio, que es algo muy humano y de lo cual no
debemos sorprendernos.
Sería igualmente absurdo tener una señora que limpie sólo el suelo de
una casa, pero no quitara el polvo que junta sobre los muebles. ¿Valdría la pena
pagar a alguien para que hiciera el aseo dejando los muebles llenos de polvo?
Jesús dijo “A quienes les perdonéis los pecados, les serán perdonados; a
quienes se los retengáis, les serán retenidos” (Jn 20, 23). El Señor, al decir estas
palabras, pensó en aquellos casos en que por motivos graves y objetivos no
es posible dar la absolución. No se trata del capricho de un confesor, sino de
motivos serios, en los cuales la absolución de los pecados no sería válida.
JUEZ - Debe serlo no como los jueces de este mundo, que buscan
cerciorarse de que en los imputados hayan delitos que puedan ser sancionados
con una condena, sino como un juez que discierne si en un alma se dan las
condiciones para recibir el perdón del Señor; un juez que obra según la justicia de
Dios aplicando la misericordia. El Santo Padre Francisco ha dicho en repetidas
oportunidades que el confesor de comportarse como el buen samaritano que
lava, limpia y levanta al prójimo. Debe ser capaz de encender los corazones
apagados. También ha dicho el Papa que los fieles quieren verdaderos pastores
y no funcionarios2.
MÉDICO – “No tienen necesidad del médico los sanos, sino los
enfermos” (Mt 9, 12). El hombre está enfermo en el profundo de su ser y los
efectos se notan frecuentemente en su modo de actuar.
CONCLUSIÓN
Concluyo esta conferencia sobre la importancia y belleza del sacramento
de la Penitencia, como instrumento de la misericordia, y también sobre algunas
orientaciones prácticas para los confesores, que son ministros de la Divina
Misericordia. Agradezco a cada uno de ustedes por la benévola atención que
han prestado. Espero que estas reflexiones sirvan a cada uno como un examen
de conciencia, que ayude a detectar en qué puntos se puede mejorar y qué cosas
se deben evitar.