La identidad latinoamericana se ha interpretado y modificado de diversas maneras a
lo largo de la historia de la literatura. El realismo convencional con el que los escritores latinoamericanos buscaban reproducir explícitamente la realidad empírica en la primera mitad del siglo XX, fue tomado como simple y sin ambigüedad por los escritores posteriores. Quienes comenzaron a abarcar temáticas nuevas y presentar novelas más fantásticas que relataban una realidad contradictoria, por ejemplo la lucha por el dominio de una naturaleza avasallante, el paisaje como dimensión desbordante y la idea del mundo sin confines entre lo real y lo maravilloso. Estos cambios ocurrieron debido al nuevo ambiente político y social de la época. Puesto que en la década del sesenta la Revolución cubana había tenido gran repercusión en la conciencia política de los intelectuales y, además, se produjo el surgimiento de una nueva generación de lectores junto con los concursos y premios literarios, la organización de coloquios, congresos y conferencias literarias y la importancia de las editoriales españolas; pudo desencadenarse el boom latinoamericano. Dicho boom es una expresión utilizada para hablar del reconocimiento internacional de la nueva novela latinoamericana en los años sesenta. Junto con las novedosas temáticas, los escritores también buscaban una nueva definición de América y del sujeto latinoamericano, su identidad como sujeto y como parte de un colectivo. Para esto utilizaban la realidad, el lenguaje y las historias propias, aprehendiendo e interpretando estas para traducirlas en una escritura más mítica. Esa escritura mítica también se puede traducir en la visión mágica de América que creaban en sus novelas, la presencia del realismo mágico. Que produjo que conceptos tales como civilización-barbarie se resignificaran y se exprese el conflicto del hombre latinoamericano. Esto debido a las diversas miradas que brindaban los autores: algunos viendo a las ciudades y la cultura como productores de miseria, mientras que la naturaleza era la verdadera libertad; otros, como Carpentier, uniendo la naturaleza y la cultura cómo la imagen más pura de América; y algunos que tomaban al hombre latinoamericano como alguien que debía decidir entre el ambiente natural y el urbano. El cuestionamiento es cómo reconocer y afirmar una identidad a través de una historia marcada por el sufrimiento cuando en realidad esa destrucción produjo una existencia nueva, un sujeto nuevo. Lo que produce una reconstrucción de la historia que ayuda a la búsqueda de la identidad colectiva y a la propia.