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LA INFLACIÓN

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C O L E C C IO N ARGUM ENTOS

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Traducción de M aría Hornos

Este volumen reproduce fielmente


el contenido del n9 1 de la revista
Critiques de l’économie politique
(París, setiembre-diciembre de 1970,
© Les Edilions Frangois M aspero.)

Impreso en la Argentina.
Q u eda, hecho el depósito
que previene la ley 11.723.
© 1973, R odolfo Alonso Editor S. R . L .
calle Florida 671, Buenos Aires.
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Jacques valier
A L G U N A S C A R A C T E R IST IC A S D E L SISTEMA
C A P IT A L IST A CO N TEM PO RAN EO
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í. Definición del modo de producción capitalista.

Para comprender el m odo de producción capitalista, hay


que situarse a nivel de la. producción y no del mercado.
Tam poco hay que confundir “ capitalismo” con “ capital” .
El primero es un modo de producción surgido de la penetra­
ción del segundo en la esfera de la producción.
Antes de esa penetración, el capital existía com o capital
monetario, que tomaba la forma de capital usurario, comer­
cial y bancario. El impulso de ese capital transforma el pro­
ducido de los trabajadores independientes en mercancía y
suscita la aparición de una plusvalía dentro de la misma es­
fera de la circulación. Esa plusvalía surge de la posibilidad
que tiene el comerciante de imponer una diferencia entre
precio y valor: él compra a un precio inferior al valor de la
mercancía y vende a un precio superior al mismo.
El capital comercial se presenta históricamente com o algo
progresivo con respecto a los modos de producción anterio­
res, pero tiene sus propias limitaciones internas. Las mismas
sólo podrán ser superadas gracias a la aparición y al desarro­
llo del capital industrial cuya formación prepara el capital
comercial.
L a evolución del capital comercial prepara doblemente la
formación y el desarrollo del capital industrial. Primeramen­
te, al romper el marco estrecho de los mercados exclusiva­
mente locales, generaliza la economía de intercambio, favo-
10 Ernest M andel y otros

reciendo por lo tanto la especulación, de los productores.


En segundo lugar, la acumulación de beneficios comerciales
permitirá, en gran medida, financiar la industrialización.
Sin embargo, com o lo ha escrito M arx; “El desarrollo
preponderante y autónomo del capital com o capital-comer­
cial significaría que la producción no depende del capital” .
De allí las limitaciones de ese capital comercial que, evolu­
cionando únicamente en la esfera de la circulación, tiene un
impacto limitado en el desarrollo de las fuerzas productivas.
La producción sólo se incrementa en función de una espe-
cialización mayor, pero sin una alteración demasiado grande
de las fuerzas productivas. Es por tal motivo que “ el desa­
rrollo independiente del capital comercial (con respecto al
capital industrial) es inversamente proporcional al desarrollo
económico general de la sociedad” 1. La expansión de la
£ plusvalía “comercial” no corresponde, pues, a un desarrollo
proporcional de la producción social.
Por el contrario, cuando el capital haya penetrado amplia­
mente en la esfera de la producción, adquirirá una categoría
preponderante: el comercio sólo es un apéndice de la indus-
I tria. La plusvalía se forma en la esfera de la producción y
i no ya en la esfera de la circulación. Su misma existencia, y
con mayor razón su expansión, están a partir de allí ligadas
al desarrollo de las fuerzas productivas.
Más exactamente, cuando el capital penetra en la esfera
de la producción, todos los productos tienden a convertirse
en mercancía; ya no se produce solamente para satisfacer
necesidades (producción de bienes de uso) sino que se pro­
duce para vender (producción de bienes de intercambio).
Los compradores buscan, por supuesto, el valor de uso de
los bienes que necesitan, pero no pueden acceder directa­
mente a él. Deben pasar por la intermediación del mercado.

1 K. Marx'- El Capital, L. III, t. 1, p.^336,' ed. Soc.


La inflación 11

De tal m odo, la generalización de la producción de m er­


cancías aparece com o una de las características esenciales
del m odo de producción capitalista. Pero tal generalización
sólo puede realizarse mediante la transformación radical de
las relaciones de producción. La penetración del capital en
la esfera de la producción transforma los medios de produc­
ción (anteriormente propiedad de los trabajadores indepen­
dientes, de los campesinos y artesanos) en capital y a los
trabajadores en fuerza de trabajo, que es también mercan­
cía. A los trabajadores independientes, desposeídos de sus
instrumentos de trabajo, sólo les queda una cosa para ven­
der: su fuerza de trabajo.
El capitalista com pra esa fuerza de trabajo por su valor
de intercam bio1. Com o todo comprador, dispone del valor
de uso de la mercancía comprada. Pero el valor de uso de
la fuerza de trabajo reside en el hecho de que es la única
mercancía que es fuente de mayor valor del que posee por
sí misma. L a diferencia entre el valor que crea y su propio
valor es precisamente la plusvalía. El capitalista dispone,
pues, de esa plusvalía en virtud de las mismas leyes de inter­
cambio de mercancías. Es la forma que adquiere el sobrepro­
ducido social en el mundo de la producción capitalista.
En la producción y en la apropiación de ia plusvalía se
encuentra el fundamento de la división de la sociedad capi­
talista en dos clases esenciales: la de los propietarios de los
medios de producción (tierra, materias primas, máquinas e
instrumentos de trabajo) ya sea que pertenezcan a individuos
o a sociedades, y la de los proletarios, obligados a vender
su fuerza de trabajo. A l mismo tiempo, allí se encuentra el
embrión y el punto de partida de la oposición de clases.
La expansión de las fuerzas productivas en el m odo de

1 V alor de intercambio que se mide por el tiempo de trabajo so<


cialmente necesario para la producción de mercancías, también ellas
necesarias para el mantenimiento y la reproducción de la fuerza de
trabajo.
12 Ernest M andel y otros

producción capitalista está relacionada con la naturaleza es­


pecial de la plusvalía.
Cuando la renta es la forma dominante del sobreprodu­
cido, toda su existencia se encuentra vinculada al título de
propiedad. Mientras ese título subsista, la propiedad se re­
produce y con ella la clase dominante.
Por el contrario, cuando la forma predominante del so­
breproducido es el beneficio industrial, su existencia está
también, por supuesto, relacionada con la apropiación pri­
vada de los medios de producción, pero su reproducción se
encuentra supeditada también a la necesidad que tiene el
capitalista de tramformar esa plusvalía en capital, so pena
de desaparecer com o tal.
L o que necesitamos determinar ahora es la existencia de
esa tendencia a acumular, fundamento económico de la bur­
guesía.
o

II. Existencia de una tendencia a acumular.

El m odo de producción capitailsta es un m odo de pro­


ducción contradictorio. Com o hemos visto, su contradicción
esencial reside en la oposición entre las dos clases principa­
les, que se manifiesta a nivel económico en la importancia
de la masa global de plusvalía que los capitalistas están en
condiciones de arrebatar a los trabajadores.
Por otra parte, puesto que la valoración del capital social
se 'hace en base a la aprobación privada de los medios de
producción, ello motiva una lucha entre los mismos capita­
listas, que se manifiesta, a nivel económico, en forma de
competencia.
Junto con esta doble contradicción nace la tendencia a
acumular, característica del m odo de producción capitalista.
En efecto, la lucha entre capitalistas y trabajadores provoca,
com o veremos, el desarrollo del progreso técnico que se con-
La inflación 13

vierte a su vez en componente esencia] de la competencia


entre capitalistas.
Veremos pues,
1) Tendencia a acumular y lucha entre capitalistas y traba­
jadores;
2 ) Tendencia a acumular y competencia entre capitalistas,
sin olvidar no obstante, com o lo demostraremos, la pro­
funda vinculación entre ambos aspectos de la tendencia
a acumular.

A ) Tendencia a acumulen•y lucha entre capitalistas


y trabajadores.

Sólo puede comprenderse el primer aspecto de la tenden­


cia a acumular colocándose a nivel del m odo de producción
capitalista en su conjunto y no a nivel de sus componentes.

1. En el sistema capitalista, la actividad de producción es


al mismo tiempo producción de mercancías y repetición de
las relaciones sociales. Las relaciones sociales de que se trata
son, evidentemente, las que permiten que una clase se apro­
pie de la plusvalía.
Para que subsista la plusvalía es menester que esa relación
social se perpetúe.
•Para perpetuarse debe repetirse.
Com o por otra parte esa repetición está ligada a la pro­
ducción generalizada de mercancías, resulta que la mayor
parte de la plusvalía debe ser reintroducida en el ciclo de
la reproducción de mercancías. Dicho de otro m odo, debe
ser acumulada. De tal manera, la plusvalía se transforma en
capital, es decir en una relación social entre capitalistas y
trabajadores. Así se reiteran las condiciones necesarias para
la reproducción y la apropiación de la plusvalía y por ende
para el fundamento económico del poder de clase de la bur­
14 Ernest M andel y otros

guesía. Recordemos que tal reproducción es contradictoria


ya que al mismo tiempo que se reproduce la plusvalía, se
reitera también la negación de la burguesía misma, que es
la clase obrera.
Com o clase, la burguesía tiende, pues, a consolidar la base
económica de su poder de clase. A tal efecto, trata de pre­
servar o de aumentar la masa de la plusvalía.

2. ¿C óm o actúa la burguesía para preservar o aumentar


la masa de la plusvalía?
En primer lugar puede imponer un aumento de la dura­
ción del trabajo. Es lo que tradicionalmente se llama el pri­
m er aspecto del mecanismo de la plusvalía absoluta.
Si.el obrero produce en 4 horas el equivalente de su sala­
rio y si la jornada de trabajo pasa de 8 a 10 horas, la plus­
valía pasa de 4 a 6 horas. A través de la historia, con la
aparición y el desarrollo del capitalismo, ha ido aumentando
considerablemente la duración del tiempo de trabajo. A par­
tir del siglo xvni, la jom ada de trabajo normal en Ingla­
terra era de 13 a 14 horas, trabajándose todos los días, in­
cluso los domingos 1.
Pero la evolución del capital, que se realiza a través de
su concentración y de su centralización, provoca la aglome­
ración, en un mismo lugar de trabajo, de miles de trabaja­
dores. Se crean así condiciones que permiten la lucha de
clases y favorecen el florecimiento de los sindicatos. A partir
de ese momento, la organización de la resistencia obrera,
facilitada por la disminución del número de obreros de re­
serva, impondrá reglamentaciones oficiales que provocarán
una disminución de la duración legal de la jom ada de tra­
bajo.
Para aumentar la plusvalía, los capitalistas contarán en­
tonces con el segundo aspecto del mecanismo de la plusvalía1 *

1 Napoleón I9 declaró a este respecto: “A s í como el pueblo come


todos los días, hay que permitirle trabajar todos los días” .
La inflación 15

absoluta: el aumento de la intensidad del trabajo. Mediante


el aumento del ritmo de trabajo el obrero produce en 10
horas lo que antes producía en 12.
Pero el aumento de la intensidad del trabajo tiene tam­
bién sus limitaciones, vinculadas con el estado de desarrollo
de las fuerzas productivas: no se puede aumentar indefini­
damente el ritmo de trabajo de un obrero que utiliza una
máquina de determinadas características técnicas inmutables.
Por tal m otivo, ante esta doble limitación, para mantener
y con mayor razón para aumentar la plusvalía absoluta, los
capitalistas se verán obligados a mantener o a aumentar la
plusvalía por el camino indirecto llamado mecanismo de la
plusvalía relativa.
Este mecanismo está relacionado con un aumento tal de
la productividad del trabajo que disminuya el tiempo de tra­
bajo socialmente necesario para producir los bienes que ha­
cen falta para el mantenimiento de la fuerza de trabajo.
Se reduce la fracción de jornada de trabajo del obrero
durante la cual éste produce el equivalente de su salario (el
valor de intercambio de la fuerza de trabajo pasa, por ejem­
plo, de 4 a 2 horas) x; y si la jornada de trabajo permanece
invariable (p or ejemplo, 8 horas), la plusvalía aumenta, pa­
sando de 4 a 6 horas.
El aumento de la productividad del trabajo implica la m o­
dificación de las fuerzas productivas: la acumulación del
capital se traduce en la incorporación del progreso técnico.
.Pero com o el progreso técnico se realiza dentro de las con­
diciones capitalistas de producción, permite incrementar la
explotación, no sólo indirectamente gracias a la plusvalía
relativa, sino también porque le permite al capitalista aumen-1

1 Por supuesto, ello no significa que el salario real disminuya.


En nuestro ejemplo el valor de la fuerza de trabajo disminuye, el
salario real permanece constante, hay simplemente pauperización re­
lativa. M ás aún, el salario real podría m uy bien aumentar sin que
sin embargo desaparezca la pauperización relativa.
16 Ernest Mandel y oíros

tar la intensidad del trabajo y, en consecuencia, la plusvalía


absoluta.
De ese modo el mantenimiento o el acrecentamiento dé­
la plusvalía, fundamento económico del poder político de la
burguesía, implica ja permanente transformación de la plus­
valía en capital.
■Por otra parte, “ los capitales suplementarios originados en
esa transformación de la plusvalía sirven preferentemente
com o vehículo de nuevos inventos, descubrimientos, etc., en
una palabra, para el perfeccionamiento industrial; pero el
capital primitivo, en cuanto finaliza su período de renova­
ción integral, adquiere un nuevo aspecto y se reproduce,
también en form a de técnica perfeccionada, donde una míni­
ma cantidad de fuerza de trabajo basta para accionar una
masa superior de herramientas y materiales” 1.

B ) Tendencia a acumular y com petencia entre capitalistas.

— “Acumular por acumular, producir por producir” , tal


es la contraseña de la burguesía, nos dice Marx en El Capi­
tal, destacando a la vez con ello que el objetivo de la pro­
ducción capitalista no es la satisfacción de necesidades sino
la búsqueda del máximo beneficio y que los capitalistas están
obligados a ahorrar y a invertir una parte de la plusvalía para
sobrevivir.
¿Cuál es la razón? Com o el mismo Marx lo señala, si “ para
el desarrollo de la producción capitalista se necesita un aumen­
to continuo del capital colocado en una empresa” , ello se debe
a la com petencia:

— “ La com petencia impone las leyes inmanentes de la pro­


ducción capitalista com o leyes coercitivas externas a cada ca­
pitalista individual. N o ¡les perm ite conservar su capital si no

1 K . M arx: El Capital, L . I, t. III, p. 69, ed. Sociales.


La inflación 17

lo aumentan; y el capitalista no puede continuar aumentán­


dolo a menos que exista una acumulación progresiva” .
Los capitalistas están obligados a desaparecer por la acción
de la competencia (si sus costos de producción, son demasia­
do altos), o a evolucionar (acumulando capital para dismi­
nuir sus costos de producción).
Esta acumulación necesaria ha permitido al modo de pro­
ducción capitalista extenderse y tornarse dominante. Ella es
la que provoca la aparición de un rasgo característico del
m odo de producción capitalista con respecto a los modos an­
teriores: la tendencia al desarrollo ilimitado del progreso téc­
nico y de la producción.

— Esta fuerza “ coercitiva externa” es independiente de la


form a particular que adquiere la. com petencia en el m odo de
producción capitalista. Algunos marxistas (Baran y Sweezy)
piensan, por el contrario, que la teoría económica de Marx
sólo se funda en el modelo de la “ libre competencia” , que
habría elaborado en base al estudio de la Gran Bretaña, el
país capitalista más avanzado de su época.
Ellos afirman que en nuestros días, por el contrario, los
marxistas deben adoptar com o fundamento de su teoría el
modelo del “ m onopolio” elaborado en base al estudio de los
Estados Unidos, país capitalista de avanzada. De ello se des­
prende que a su juicio el m odo capitalista es accionado en
nuestros días por una ley fundamental distinta: la ley del alza
tendencial de la plusvalía reemplaza a la ley de la baja ten-
dencial del margen de ganancia. Tal reemplazo expresa, según
ellos, a nivel teórico, lo esencial de las modificaciones de es­
tructura del capitalismo (paso de la libre competencia al m o­
nopolio) .

— Hay que comprender, por supuesto, que la competencia


es un 'proceso y no un estado. Tal proceso provoca la elimi­
nación de algunas formas de competencia, al mismo tiempo
18 Ernest Mandel y ■otros

que hace aparecer otras. Pero, más allá de esas formas, sigue
existiendo la fuerza coercitiva de que habla Marx. Ella está
ligada cd m odo de producción y no a sus form as históricas.
En otras palabras, la tendencia a acumular existe siempre
pues está ligada al m odo de producción, pero adquiere aspec­
tos diferentes, según la forma histórica que tome el m odo de
producción capitalista.
Vamos a referimos más detalladamente a este aspecto, es­
tudiando sucesivamente:
1) La tendencia a acumular en el capitalismo de libre com ­
petencia.
2 ) La producción, por el proceso de acumulación, de dife­
rentes formas de competencia.
3 ) La modificación de la tendencia a acumular, provocada
por esas nuevas formas de competencia.

1. La tendencia a acumular, en el capitalismo de libre


com petencia.

— ¿Por qué la competencia obliga al capitalista a acu­


mular?
Por dos razones:
1? razón: Cada capitalista individual percibe la competen­
cia de los otros capitalistas com o una permanente amenaza
a su propia plusvalía.
De allí que se vea amenazado hasta en el hecho de perte­
necer a la clase capitalista; una de dos: o subsiste com o capi­
talista o debe ir a engrosar las filas del proletariado.
L a amenaza a su propia plusvalía se .manifiesta en forma
de una tendencia a la baja de los precios de sus productos,
provocada por la política de sus competidores.
En tales condiciones, para mantener su beneficio se hace
necesaria la disminución de los costos de producción.
La inflación 19

2$ razón: En el régimen de libre competencia, cada indus­


trial trata de acaparar la mayor parte de mercado que le sea
posible y para conseguirlo debe bajar sus precios. Para estar
en condiciones de bajar sus precios de venta sin alterar su
ganancia, debe disminuir su precio de costo aumentando la
productividad del trabajo (disminución del tiempo de trabajo
socialmente necesario para producir las mercancías).
L o que para los capitalistas individuales aparece com o dos
razones para bajar sus costos, constituye los com ponentes de!
proceso contradictorio de la com petencia.
En efecto, para disminuir los costos y aumentar la produc­
tividad del trabajó, 'hay que perfeccionar y multiplicar los
medios de producción. En otras palabras, hace jaita contar
con una capacidad de producción mayor. La obtención, preci­
samente, de esa mayor capacidad de producción, el perfeccio­
namiento y ampliación de los equipos, imponen una acumu­
lación cada vez más importante de capital. De allí la existen­
cia de una tendencia a acumular.
— ■Por otra parte, es allí donde aparece el aspecto contra­
dictorio del proceso de la competencia. Cuando el capitalista
individual baja sus costos, por las dos razones indicadas, no
quiere decir por eso que baje sus propios precios en igual
proporción. El capitalista individual trata de bajar sus precios
— y se ve forzado a hacerlo, com o ya hemos visto, para
aumentar su participación en el mercado— , pero los baja lo
menos posible. Trata de mantener, en la medida de sus posi­
bilidades, una diferencia entre la disminución de sus costos y
la de sus precios. Si lo consigue, obtendrá una nueva ganancia.
Mas esa nueva ganancia es temporaria. En efecto, los com ­
petidores de nuestro capitalista que ha conseguido bajar sus
costos y sus precios, ven por una parte amenazada su plusva­
lía y, por la otra, se sienten impulsados por el mismo deseo
de aumentar en lo posible su participación en el mercado.
Además, otros nuevos capitalistas, atraídos por la ganancia,
entran en el negocio.
20 Ernest M a n d el.y otrox

De ello resulta una presión hacia la baja de los precios


más fuerte que lo deseado por cada capitalista individual. Las
empresas que trabajan en peores condiciones de productivi­
dad empiezan a ser eliminadas. A l mismo tiempo las empre­
sas que, por su parte, bajaron los costos, se vieron obligadas
a tal fin, com o hemos dicho, a aumentar su capacidad de pro­
ducción. La capacidad de producción global aumenta. Llega
un momento en que ese aumento entra en contradicción con
el desarrollo del mercado y se produce la crisis de superpro­
ducción general.
Esa crisis, acompañada de una caída de precios, provoca la
desaparición de algunas pequeñas empresas y con ello la in­
corporación de miles de trabajadores a las filas de desocu­
pados.
La competencia capitalista prosigue así el proceso de ex­
propiación que se encuentra en los orígenes del m odo de pro­
ducción capitalista. Pero en vez de ser sus víctimas principales
los productores independientes, lo son ahora los mismos capi­
talistas que sobrevivieron y que se ven obligados, para recu­
perar sus márgenes de ganancia, a disminuir nuevamente sus
costos.
Así se desarrolla el proceso de acumulación en el capita­
lismo de libre competencia pero, al mismo tiempo, provoca
un cambio en las bases tecnológicas y financieras de la acu­
mulación. La libre competencia lleva en sí el germen del m o­
nopolio de la producción.

2 . La producción, por el proceso de acumulación,


de diferentes form as de com petencia.

— A l mismo tiempo que elimina algunas formas de com pe­


tencia dentro de las cuales se desarrollaba, el proceso de acu­
mulación del capital origina otras.
Hemos visto que el aumento de la productividad del trabajo
era el resultado de un incremento de la capacidad de pro-
La inflación 21

ducción, estando ésta ligada a la incorporación de técnicas


nuevas a la acumulación de capital y provocando un aumento
de la composición técnica y orgánica del mismo. Como conse­
cuencia de ello los capitalistas necesitarán más y más capital.
Es esa ¡a razón esencial por la cual van a concentrarse. La
concentración y la centralización del capital tendrán como
objetivo contrarrestar la falta de suficientes capitales a nivel
de “ cada” empresa en particular.
Esa concentración y centralización del capital se hará en
■beneficio de las empresas más mecanizadas, de más alta com ­
posición orgánica de capital, que serán por lo tanto las que
hayan salido victoriosas en la com petencia capitalista.
Cuanto más se perfecciona la mecanización, más aumenta
la composición orgánica del capital necesario para alcanzar
el promedio de ganancia. En la misma proporción aumenta
el capital prom edio. necesario para poder abrir una nueva
empresa capaz de lograr esa ganancia media.
D e ello resulta que el tamaño m edio de las empresas aumen­
ta también en cada rama de la industria. Las más aptas para
triunfar en la competencia serán las empresas que tengan una
composición orgánica del capital más alta que el promedio,
que dispongan de reservas y de mayores fondos para avanzar
más rápidamente en el camino del progreso técnico.
La evolución del modo de producción capitalista provoca
pues necesariamente una centralización y una concentración
del capital. El tamaño promedio de las empresas crece cons­
tantemente.
Com o dice Marx, “ si la acumulación debe alcanzar cierto
grado de importancia para que pueda establecerse el m odo
específico de la producción capitalista, éste acelera a su vez
la acumulación cuyo ulterior progreso, al permitir que se am­
plíe aún más la escala de empresas, actúa nuevamente sobre,
el desarrollo de la producción capitalista” . 1

1 K . M arx: El Capital, L. 1, t. III, p. 66, ediciones Sociales.


22 Ernest M andel y otros

— Resulta así que para que pueda continuar la acumula­


ción y para que junto con ella se reproduzcan las relaciones
capitalistas de producción, es menester que cambien las es­
tructuras productivas, pero tal cambio es también un resultado
del proceso de acumulación.
En otras palabras, la aparición de nuevas estructuras de
producción (m onopolio de la econom ía) y con ellas de nue­
vas formas de competencia es, al mismo tiempo, un resultado
del proceso de acumulación del capital y una condición para
que prosiga la acumulación. La continuación del proceso de
acumulación reproduce finalmente esas nuevas formas de
competencia al mismo tiempo que nuevas contradicciones que
al agudizarse encuentran, entre otras, una solución provisoria
en las guerras imperialistas.

3 . La m odificación de la tendencia a acumular provocada


por las form as nuevas de com petencia.

Contrariamente a lo que ocurre en el capitalismo de libre


competencia, en el capitalismo m onopólico, la intensidad de
la competencia no es una premisa permanente del m odo de
producción. El capitalismo monopólico atraviesa dos fases
históricas cuya tendencia dominante podría ser tanto una dé­
bil com o una fuerte competencia. Contrariamente a lo ade­
lantado por algunos autores — ya sean éstos apologistas del
capitalismo o aun marxistas revisionistas— las contradiccio­
nes del proceso de acumulación no están relacionadas con la
forma del m odo de producción capitalista sino con el hecho
de que la acumulación se efectúa dentro de las condiciones
capitalistas de producción. Tal contradicción no hace más que
manifestarse de diferentes maneras, según el estado de la
competencia.
Por otra parte tampoco hay que pensar que esas fases su­
cesivas son etapas recorridas hnealmente por el m odo de pro-
La inflación 23

flucción. En todo momento coexisten y el predominio de una


sobre la otra no es más que el resultado de las contradicciones
inherentes a cada una de ellas.
•La intensidad de la competencia está ligada a la posibilidad
y a la necesidad de los capitalistas de introducirse en merca­
dos diferentes al propio. Esa posibilidad depende del nivel de
las barreras que dificultan la entrada a los mismos, nivel que
depende a su vez de la relación entre el nivel tecnológico de
la producción por un lado, y por el otro de la dimensión del
mercado. Hemos visto precisamente que el levantamiento de
esas barreras (financieras y técnicas) ha sido el principal ele­
mento del paso de la competencia al monopolio.
Por otra parte, el nivel de las barreras que dificultan la
entrada no es inmutable. Varía en uno u otro sentido y tales
variaciones se relacionan orgánicamente con el estado de la
competencia.
L a existencia de estas barreras que dificultan la entrada al
capitalismo monopólico constituye el fundamento objetivo de
un fenómeno característico de esta forma de producción: el
hecho de que un margen elevado de ganancia no signifique
necesariamente un margen elevado de acumulación.
C om o hemos visto al tratar el capitalismo de Ubre com pe­
tencia, el capitalista sólo puede proteger o aumentar su mar­
gen de ganancia acumulando su plusvalía.
En el capitalismo m onopólico y durante los períodos de es­
casa com petencia, puede alcanzarse provisoriamente el mismo
resultado con la disminución voluntaria del margen de acu­
mulación.
Por el contrario, en los períodos de gran competencia, los
márgenes de ganancia y de acumulación marchan en igual
sentido. Durante estos períodos vuelven a aparecer algunos
aspectos de la libre competencia, pero debemos apresurarnos
a señalar que el margen elevado de acumulación no significa
por ello un índice de inversiones más altó, com o suele ocurrir
en el capitalismo de libre competencia. Ello se debe a que en
24 Ernest Mandel y otros

el capitalismo monopólico el progreso técnico determina más


la forma que el volumen de acumulación.

a) L os períodos de escasa com petencia

Durante los mismos, los monopolios pueden obtener un


mayor margen de ganancia frenando la producción.
Pueden proceder así porque limitan la oferta en el merca­
do. Ahora bien, al hacerlo, consiguen fijar un precio constan­
tem ente superior al precio de p rodu cción.1
•Como veremos más adelante, mediante ese mecanismo se
apropian de una parte de la plusvalía creada por los trabaja­
dores en otros sectores de la producción.
Esta política de restricción voluntaria puede tomar diversas
form as:

— Limitación deliberada del volumen de producción. 2

Esta práctica sólo puede realizarse si al mismo tiempo se


comparte el mercado; de allí la formación de grupos.

— Supresión o atraso de la aplicación de inventos técnicos,


tanto más cuanto la enorme masa de capitales fijos puede ser
desvalorizada de golpe antes de que sea amortizada si la téc­
nica de producción se altera bruscamente.
. Sin embargo, esta política, -que tiende a mantener o a aumen­
tar el margen de ganancia, termina produciendo resultados
inversos a los esperados.

1 Recordemos que el precio de producción corresponde al costo


de producción (C + V ) más el promedio de ganancia.
2 U n ejemplo característico: en 1938, el cartel mundial del nitró­
geno se comprometió a pagar 7 5 M - de F . belgas a los propietarios
de una fábrica aún no terminada en Bélgica, si éstos liquidaban su
empresa.
La inflación 25

En efecto, un escaso margen de acumulación representa


una disminución del ritmo de reproducción de la masa de
plusvalía.
Una parte importante de esa plusvalía reducida va a ser
además utilizada en una forma improductiva de acumulación
del capital, com o es por ejemplo la especulación o la acumu­
lación del capital financiero. Esta forma improductiva de ca­
pital participa en el reparto de 1a. plusvalía existente y por lo
tanto contribuye a la formación del promedio del margen de
utilidad, sin contribuir en igual medida a la producción de
una nueva plusvalía.
Bajo la presión de la capacidad de producción no utilizada,
una fracción cada vez mayor del capital no es reemplazada,
lo que equivale a una destrucción parcial del stock de capital
fijo. Los costos unitarios aumentan. Este fenómeno, que viene
a añadirse a las causas anteriores, determina una tendencia a
la disminución de los márgenes de ganancia y de acumulación
y a un aumento de la desocupación. A partir de allí el estan­
camiento tiende a convertirse en realidad.
Maduran así las condiciones objetivas para una intensifica­
ción de las luchas de clase cuyas consecuencias políticas han
sido tanto la insurrección (Frente popular) com o la represión
1n— - „ | I i, - m> , ,n p M ■■, , n, L& I■KMIWH»||| I| jy ***

(fascism os).
El hecho de que el poder no haya sido tomado por el prole­
tariado- ha-permitido que la burguesía resolviera provisoria­
mente la contradicción a la que se enfrentaba. Com o lo ha
escrito G . Lukács, “ sólo la conciencia del proletariado puede
mostrar cóm o salir de la crisis del capitalismo. Mientras no
aparezca esa conciencia la crisis se mantiene en forma perma­
nente, vuelve a su punto de partida y la situación se repite” . 1
Esta repetición es sólo provisoria hasta que “ luego de infini­
tos sufrimientos y terribles recodos, la lección de los aconte-

1 G . Lukács: Historia y conciencia de clase. Ed. de Minuit, p. 101.


26 Ernest Mandel y otros

cimientos históricos active el proceso de conciencia del prole­


tariado y ponga entre sus manos la conducción de la historia” .2
Esta contradicción ha sido resuelta históricamente — en for­
ma provisoria— por la acumulación masiva en los sectores
de armamentos, lo que se traduce en guerras entre potencias
imperialistas.
La acumulación, en su forma productiva, sólo logra el rit­
mo necesario, compatible con el mantenimiento y el desarro­
llo del m odo de producción capitalista, a través de la intensi­
ficación de la competencia, es decir a través de la conquista
de nuevos mercados.
Las burguesías de los distintos países capitalistas, acorrala­
das, tratan de ampliar su campo de acumulación. Esta necesi­
dad se traduce en guerras coloniales e intercapitalistas, así
com o en acuerdos internacionales cuyo objetivo es garantizar
el dominio mundial del modo de producción capitalista y
crear vastos mercados.

b ) L os períodos de gran com petencia

— Durante estos períodos los márgenes de ganancia y de


acumulación marchan en el mismo sentido: el aumento de la
rentabilidad del capital implica esfuerzos mayores a nivel de
la acumulación.
La tendencia a la expansión de los mercados se traduce en
la disminución de las barreras que limitan la entrada a algu­
nas ramas de los mismos. Hemos visto, en efecto, que esas
barreras están condicionadas por las relaciones entre, el nivel
tecnológico de la producción (es decir la importancia de las
distintas capacidades de producción) y la importancia del
mercado.
A l disminuir esas barreras, la posición de cada capitalista
se ve amenazada por una mayor posibilidad de que surjan

2 Idem, p. 101.
La inflación TI

nuevos competidores. Aparece entonces una nueva incitación


a bajar los costos que, com o lo veremos más adelante, permi­
tirá a los capitalistas tratar de levantar nuevamente el nivel
de las barreras de su propio mercado y poner al mismo tiempo
en práctica una política agresiva para con el mercado de sus
competidores.
En lo que a esta incitación a bajar los costos se refiere,
hay que destacar con mayor precisión los siguientes tres
puntos:

— Las empresas que poseen costos bajos se encuentran me­


jor colocadas que sus competidores en la lucha por la parti­
cipación en el m ercado: pueden permitirse más fácilmente el
hecho de ser agresivas, de amenazar con desatar una batalla
de precios, de financiar gastos de publicidad y de investiga­
ción, etc., factores éstos que constituyen otros tantos medios
para apoderarse más fácilmente del mercado.

— Quienes venden bienes de equipo tratan con comprado­


res experimentados cuyo objetivo es lograr el máximo bene­
ficio. En consecuencia, los bienes de equipo ofrecidos deben
ser, para ser comprados, de tal naturaleza que permitan a
quienes los van a utilizar bajar sus costos de producción y
aumentar por lo tanto sus ganancias.

— La incitación a bajar los costos ha aumentado durante


los últimos años en la medida en que se ha desarrollado tanto
más la com petencia internacional.

La necesidad que tienen los grandes capitales de aumentar


su capacidad de producción los llevó a proponer que se abrie­
ran las fronteras. Pero a medida que éstas se abrían se hacía
cada vez más intensa la competencia entre los grandes trusts,
primero a nivel nacional y luego a nivel internacional. Por tal
causa comenzaron a resultar insuficientes los simples acuerdos
entre trusts para evitar una 'guerra de precios entre ellos mis-
28 Ernest Mandel y otros

mos, A causa de la mayor competencia se les hizo cada vez


más necesario centrar su acción en los costos para rebajarlos.
Aun cuando la competencia no se dirija siempre a los precios,
los grandes trusts se han visto obligados a disminuir sus cos­
tos, a aumentar la productividad del trabajo mediante impor­
tantes inversiones.
Para lograr esta necesaria disminución de los costos se im­
pone un aumento del margen de acumulación.
La existencia de un margen de acumulación elevado es una
de las características permanentes de esta fase de gran com ­
petencia y de expansión del mercado. Por ello, la evolución
del margen de acumulación es relativamente independiente de
las fluctuaciones coyunturales de la demanda, dentro de esta
misma fase.
Economistas burgueses contemporáneos han hablado a este
respecto de “ inversiones obligadas” . Es decir que los trusts se
ven obligados, para bajar sus costos, a decidir la instalación
de nuevos equipos, aun cuando la demanda permanezca esta­
cionaria a causa de la presión ejercida en el mercado por
otros productores con el fin de aumentar su participación en
el mismo o de impedir que se los elimine.
Así es como se ha comprobado frecuentemente, por ejemplo,
en algunas industrias (especialmente la del acero) que aun
cuando la demanda y la producción permanezcan estaciona­
rias, las empresas siguen aumentando su capacidad de produc­
ción; Se ha visto el caso de firmas que trabajaban con un
70% de su capacidad de producción y que en pleno estanca­
miento temporario de la demanda y de la producción deci­
dían aumentar aún más su capacidad de producción para in­
crementar la productividad del trabajo y producir a menor
costo.

— Sin embargo, los mismos mecanismos que actúan inci­


tando a bajar los costos provocarán la aparición de una ten­
dencia al alza de los costos.
La inflación 29

Esta alza de los costos se debe esencialmente a dos causas:

— •la competencia oligopólica provoca la diferenciación de


los productos y motiva por tal causa costos elevados de em­
balaje, de estudios de mercado y sobre todo de publicidad;

— la existencia de un margen de acumulación elevado pro­


voca mayores cargas financieras, especialmente las de impor­
tantes costos de amortización.

Esta alza de los costos y especialmente el aumento de las


cargas financieras es un elemento que favorece la concentra­
ción del capital. El otro elemento que explica esta concen­
tración consiste en la necesidad de aumentar la productividad
del trabajo para bajar los costos. El aumento de esa producti­
vidad implica, com o sabemos, un desarrollo de la capacidad
de producción, y por lo tanto la acumulación masiva e inten­
siva de capital.
A partir de allí la concentración y la centralización del ca­
pital se presentan com o el medio de paliar la insuficiencia de
capital en efectivo que se manifiesta a nivel de cada trust.
Ambas reflejan la relativa escasez del capital en efectivo, en
relación con la imperiosa necesidad que tienen los trusts de
acumular. Por otra parte, acentúan al mismo tiempo la esca­
sez para las pequeñas empresas independientes.3

— Eraumentó de la productividad del trabajo no va acom ­


pañada dé un aumento equivalente del margen de acumula­
ción. En efecto, teniendo en cuenta la estructura oligopólica
de los mercados, la tendencia a acumular se manifiesta más
en un cambio de la form a de la inversión que en el volumen
de la misma.1

1 Este fenómeno se repite a nivel de las instituciones bancarias,


cuya función es reducir la escasez de capital en efectivo para los
grandes trusts, y de aumentarla para las pequeñas empresas inde­
pendientes.
30 Ernest Mandel 3’ otros La inflación 31

Mucho más que las nuevas, las empresas ya existentes son Partiendo del problema de la misma competencia entre ca­
las que realizan las innovaciones. Para ello pueden simple­ pitalistas, la contradicción de la acumulación se manifiesta en
mente realizar algunas inversiones incorporando nuevos mé­ dos formas vinculadas entre sí: la lucha entre capitalistas y
todos de producción, en lugar de otras inversiones con las que trabajadores que encontramos aquí, y las diferentes condicio­
incorporaban los métodos antiguos. La nueva inversión no se nes que rigen la creación y la obtención del valor.
suma a la antigua: la reemplaza gradualmente. La. productivi­ En efecto, el aumento de la productividad del trabajo in­
dad del trabajo aumenta sin que el volumen de la inversión dustrial va acompañado por el aumento de la producción. T e­
se acreciente paralelamente. niendo en cuenta las características del proceso contemporá­
El margen de acumulación del capital es ciertamente ele- ,lf neo de acumulación, que por otra parte son las mismas que
vado, pero su crecimiento es débil, dado el aumento de pro- | originan ese aumento de la producción, ésta no encuentra,
ductividad que permite. vi frente a ella, suficiente demanda. En lo que se refiere prime­
A partir de ese momento el crecim iento de la ocupación en | ramente a los bienes de consumo, el aumento de la masa asa­
el sector productivo será escaso y hasta nulo. Habrá una ma- | lariada de los trabajadores productivos del sector industrial se
yor inestabilidad de em pleo para los trabajadores, tanto más | ve frenado por dos razones:
cuanto que esa inestabilidad se verá aumentada por una ma- 4
yor movilidad del trabajo, impuesta por las múltiples fusiones i 1*?) Com o hemos visto, el empleo en el sector industria]
y absorciones. El incremento del capital se desarrolla en for- | tiende a mantenerse estacionario;
ma contradictoria, es decir que para mantener los márgenes I 2 ? ) En virtud de la misma escasez relativa del capital en
de ganancia, su expansión requiere un empeoramiento de las i efectivo en los grandes trusts, se ejerce una constante presión
condiciones de vida de los trabajadores. I sobre las salarios para que sólo se traduzca en un aumento de
Esta inestabilidad del empleo puede verse agravada por un | salarios la menor parte posible del aumento de la producti­
creciente desem pleo si, paralelamente a la escasa absorción | vidad.
de empleos productivos en el sector industrial, el empleo no J
evoluciona con suficiente rapidez en el sector improductivo. ,| Dicho esto, el problema de la obtención del valor no se re­
En otras palabras, la ausencia de una masa importante de 1 duce, com o bien lo demostró Lenin, a un problema de sub­
desocupados sólo puede corresponder a un mayor desarrollo J, consumo. Dentro de ciertos límites la demanda insuficiente de
del sector improductivo y de las actividades parásitas. 1. ' f bienes de consumo puede ser compensada por una fuerte ex­
Surge, pues, com o conclusión evidente que el proceso de 4 pansión de la demanda de bienes de equipo.
acumulación capitalista se desarrolla en forma contradictoria. | Pero justamente en el capitalismo monopólico esta compen­
' •
' -
:i¿g-
i sación se hace cada vez más difícil dado que, com o lo hemos
1 C om o lo destaca J. Robinson en un chispazo de lucidez, “ la >f visto, el aumento de la productividad del trabajo se obtiene
industria com ente no puede encontrar mercados capaces de mantener irl
el crecimiento de la producción con el mismo ritmo del de la produc- í
más por un cambio en la form a que por un aumento del v o­
tividad del trabajo, pero el exceso de trabajadores puede encontrar i lumen de la inversión.
medios de subsistencia prestando servicios para contrarrestar el poder | El m odo de producción capitalista repite constantemente
de compra sustraído a la industria” . Collected Economic Papers, vol. I.
n r, P. i 7 i . ;| esa contradicción entre creación y obtención del valor. Trata
32 Ernesi M ande! y otros
La inflación 33

de solucionarla mediante d desarrollo, internamente, de sec­


tores improductivos, especialm ente el del armamento, y me­ III. Los medios de aumentar la masa de plusvalía
diante la ampliación, en el exterior, del campo de la pro­
ducción. El aumento de la masa de plusvalía nos remite a la diná­
mica de la lucha de clases, que es un proceso totalizante.
Esta ampliación encuadra dentro de la tendencia general a
Dentro de ese movimiento se pueden distinguir sin embar­
que el capital se internacionalice, que entra, también ella, en
go cuatro grandes tipos de medios utilizados por la burguesía.
contradicción con la existencia de los Estados nacionales que
necesitan las burguesías para luchar contra las clases obreras. Tales medios están estrechamente ligados entre sí, se los uti­
Los intentos de formar mercados comunes, con todas las difi­ liza al mismo tiempo, pero poseen una importancia relativa
cultades que se les presentan, son la expresión de tal contra­ diferente.
dicción. El primer gran tipo de medios consiste en el aumento de la
duración, de la intensidad y de la productividad del trabajo
El movimiento de acumulación agrava además, y muy espe­
(plusvalía absoluta y plusvalía relativa). Ya lo hemos estu­
cialmente, la contradicción entre capitalistas y trabajadores.
diado al analizar las relaciones entre tendencia a acumular y
El estancamiento del empleo productivo y la permanente pre­
lucha entre trabajadores y capitalistas.
sión sobre los salarios representan el empeoramiento de las
Nos falta, pues, estudiar los otros medios.
condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores. El incre­
mento de los sectores improductivos y de las actividades pará­ 1) Los beneficios adicionales de monopolios.
sitas &s uno de los elementos que ha permitido frenar esa ten­
dencia al empeoramiento, al mismo tiempo que constituye uno 2 ) La existencia de filas de reserva de desocupados.
de los fundamentos objetivos de la difusión de la ideología 3 ) Las intervenciones económicas del Estado burgués.
burguesa según la cual la clase trabajadora, en los países capi­
talistas desarrollados, ya no sería capaz de cumplir su misión
revolucionaria. La importancia de las luchas obreras en esos A. L os beneficios adicionales de m onopolio
países durante estos últimos años ha sido la respuesta a esa
ideología. A l mismo tiempo que representan, com o veremos, una
_ .Hemos explicado así, en definitiva, cóm o la tendencia a acu­ transfereneia de plusvalía de las pequeñas empresas indepen­
mular está ligada tanto a la lucha entre capitalistas y trabaja­ dientes a los monopolios, los beneficios adicionales de mono­
dores como a la competencia entre capitalistas. polio crean las condiciones para un aumento de la masa de
Ambos aspectos encuentran una misma expresión y su fun­ la plusvalía social.
damento en la lucha por la plusvalía, base del modo de pro­ La existencia de beneficios adicionales de monopolio está
ducción capitalista. ligada a la ausencia de libre circulación de capitales entre los
Estudiaremos mas detalladamente en el tercer punto cóm o distintos ramos.
pueden actuar los capitalistas para aumentar la masa de plus­ Para entenderlo mejor explicaremos en primer lugar lo que
valía. se llama el mecanismo de la perecuación del margen de be­
neficio en un capitalismo donde se realizara la libre circula­
ción de capitales.
34 Ernest Mandel .y oíros La inflación 35

1. Perecuación del margen de beneficio En este caso ese margen de beneficio promedio es igual a:
100 + 100 + 100 300
Nos ubicamos aquí dentro de una economía capitalista ca­
racterizada por la libre circulación de capitales entre los dis­ (100 + 100) + (200 + 100) +~ {300~^m 0)= “ 900 = 33,3 %
tintos ramos.
A partir de allí queda definido lo que se llama precio de
Supongamos además que sólo existen tres ramos y que ellos producción, que es igual a:
producen en las siguientes condiciones:
C -r V + el beneficio promedio (es'decir 3 3 ,3 % de C + V ).

c V P1 Valor Margen de bene­ Se obtiene entonces el siguiente nuevo cuadro: 3


(C + V + P l ) ficio ( P l / C + V )

c V PL Beneficio Precio de Valor


'I 100 100 100 300 50%
producción
II 200 100 100 400 33%
I 100 100 100 66,7
III 300 100 100 500 25% 266,7 300
II 200 100 100

O
O
100 400
Supongamos finalmente que en cada ramo el precio sea ni 300 100 100 133,3 533,3 500
igual al valor, es decir que las mercancías sean presentadas en
el mercado para ser vendidas a un precio de 300, 400 y 500. 300 300 1200 1200
En la práctica, sin embargo, si estamos en condiciones de
libre circulación de capitales va a haber una tendencia a la De este cuadro se desprende:
nivelación de los márgenes de beneficio entre los diferentes
ramos, lo que no aparee en el cuadro. 1) Que el origen de la ganancia es la plusvalía social, es
Si el valor es igual a un precio determinado habrá márge­ decir el total de la plusvalía producida por los trabajadores de
nes de beneficio diferentes según los ramos, y resulta difícil todos los ramos, pero que esa plusvalía es redistribuida ense­
comprender ipor qué, en condiciones de libre circulación, los guida entre, cada ramo al prorrateo de los capitales inverti­
capitalistas del ramo III no invertirían sus 400 de capital en dos; los ramos de mayor composición orgánica del capital
el ramo I, que les darían 200 de beneficio en vez de 100. ( C /V ) se apropian de una parte de la plusvalía producida en
Por lo tanto 'hay que renunciar en la práctica a considerar los raimos cuya composición orgánica del capital es menor;
que para todas las mercancías el precio es igual al valor.
En cada ramo, pues, com o consecuencia de la libre circu­ _á ■*__ i* •» , ,, 7 ----- vjuv wii u.Li oicjLcxiici en ei que
lación de capitales, cada capital dará un beneficio proporcio­ se ha generalizado el calculo en materia de precio de producción ha­
nal a su dimensión, siendo ese coeficiente de proporcionali­ ría que expresar igualmente C y V en términos de precio de pro­
ducción, y no en términos de valor. Ello modificaría el resultado^ en
dad, o margen de beneficio prom edio, igual para todos los
ramos. n íaque
ijcb u í dae
e ^ell f sacamos.
í0 e]empl° ’ pero no cambia en nada la® dos conclusio-
.
36 Ernest M andel y oíros La inflación 37

2 ) Que en cada ramo se tratará de vender la mercancía a Si el sector está compuesto al mismo tiempo por monopo­
un precio igual al precio de producción, es decir a un precio lios y por pequeñas empresas, el precio de venta tenderá al
igual a la suma del costo y del promedio de ganancia. precio de producción de estas últimas, lo que les dejará a los
monopolios un beneficio adicional, en la medida en que sus
Veamos ahora cóm o aparecen, con respecto a este meca­ costos de producción sean más bajos.
nismo, los beneficios adicionales de monopolio en una eco­
nomía en que las monopolios impiden ahora la libre circula­ — Este mecanismo puede además desarrollarse en forma
ción de capitales. más general que entre monopolios y pequeñas empresas: así
por ejemplo, si se toma el caso del cártel mundial del petró­
leo, siete grandes compañías de la industria petrolera imponen
2. Formación de los beneficios adicionales de m onopolio. un precio común para el petróleo producido en el hemisferio
occidental y en el Medio Oriente, mientras que este último
Se observa que los sectores dominados por monopolios ob­ tiene un precio de costo cuatro a seis veces menor que el del
tienen un margen de beneficio superior al de los sectores no petróleo norteamericano. Ello proovca beneficios adicionales
monopolizados. para todo lo que se relacione con el petróleo producido en el
Medio Oriente.
Ello significa que los monopolios, además del beneficio pro­
medio que obtienen, incorporado al precio de producción, — Si los monopolios pueden actuar así, sabemos que ello
logran beneficios adicionales. se debe a las barreras características que limitan la entrada a
Tales beneficios adicionales tienen un origen principal, al estas estructuras productivas.
que hay que añadir una serie de orígenes diversos.
Orígenes diversos

Origen principal — Los beneficios adicionales de monopolio pueden resul­


tar también de discriminaciones de precio realizadas en su
Estriba en el hecho de que los monopolios pueden vender fa v o r1 y de la posibilidad de obtener créditos con menos
permanentemente sus mercancías a un precio superior al pre­ gastos...........
cio de producción.
Si el sector está compuesto solamente por monopolios, és­ — Dicho esto no hay que creer por ello que los monopolios
tos están en condiciones de fijar un precio de venta igual a: tienen la posibilidad de fijar sus precios de beneficios adicio­
nales en forma totalmente arbitraria, de aumentar en la medi­
C _]_ y el promedio de beneficio + un beneficio adi­ da que ellos quieran esos beneficios adicionales.
cional. 1
1 Por ejemplo, en Gran Bretaña en 1957 el principal trust de fabri­
cación de lámparas de radio (filial de Philips) las vendía a 17 shillings
i Por ejemplo, la constitución en 1901 de la U .S. Steel se traduce a los minoristas, y a 3 shillings a las sociedades que fabricaban apa­
en un alza del precio del acero de 2 0 a 3 0 % . ratos de radio.
38 Ernest Mandel y otros La inflación 39

Existen dos limitaciones: lía social. En forma esquemática pueden considerarse dos
casos:
1) Los sectores monopolizados de la industria mantienen
relaciones entre sí: se compran materias primas, máquinas, le r caso: Un monopolio, que domina un sector, compra
etc. Dada esta interdependencia entre trusts tiende a estable­ cierto número de productos intermediarios á pequeñas empre­
cerse, al menos por .un período determinado, una perecuación sas, especializadas y muy mecanizadas.
de márgenes de beneficio de los sectores monopolizados, que El monopolio impone tanto el precio de compra a las pe­
impide a cada monopolio, tomado individualmente, elevar en queñas empresas como el precio de venta a los consumidores.
forma demasiado arbitraria su precio, y por lo tanto su bene­ .Al imponer el precio de compra realiza una transferencia
ficio adicional. de valor en su propio beneficio, según el mecanismo que he­
2 ) Los beneficios adicionales de los sectores monopoliza­ mos descriptó.
dos, tomados en conjunto, se obtienen a expensas de los sec­ A l imponer el precio de venta va a poder aumentar su be­
tores no monopolizados, cuyo margen promedio de ganancia neficio adicional más de lo que se lo hubiera permitido la
ellos hacen bajar. simple transferencia de valor. Aumenta pues su beneficio esta
vez en detrimento de los trabajadores, provocando por consi­
Este hecho en sí limita el grado de libertad de los m onopo­ guiente un aumento de la masa de plusvalía.
lios. En efecto, si el margen de ganancia en los sectores m o­ Pero estas posibilidades dependen en parte del estado de
nopolizados se fija a un nivel tan elevado que suscita en los la competencia que exista entre los monopolios que venden
sectores no monopolizados un margen de ganancia extrem a­ la misma clase de productos.
damente bajo, existen grandes posibilidades de que los capi­
talistas de esos sectores traten por todos los medios de infil­ 29 caso: El mercado de un determinado producto es abas­
trarse en los sectores monopolizados para no desaparecer, ya tecido al mismo tiem po por grandes y por pequeñas empre­
sea juntando suficientes capitales a fin de entrar en compe­ sas. En tal caso, ello significa que el monopolio, en su coexis­
tencia directa con los monopolios, ya sea suscitando nuevas tencia con las pequeñas empresas, busca la óptima estructura.
producciones que puedan a su vez aprovechar los precios de Esta estructura es la que le permite, com o hemos visto, la
monopolio. Se producirá entonces un recrudecimiento de la transferencia de valor en su propio beneficio. Pero al reali­
competencia que mantendrá al margen de ganancia m onopó- zarse en detrimento de las pequeñas empresas, esta transfe­
lico dentro de ciertos límites. , rencia es en sí misma una amenaza para la repetición de esta
N o se ha producido hasta allí, sin embargo, un aumento en estructura óptima. Por lo tanto, para mantener esta estructura
la masa de la plusvalía social. Ha habido una simple transfe­ — mientras tenga interés en hacerlo— el monopolio se verá-
rencia de pequeñas empresas a monopolios. obligado a aumentar progresivamente el precio de venta. A l
C om o ya lo hemos visto, las pequeñas empresas van a des­ actuar así aumenta su propio beneficio adicional y al mismo
aparecer, a ser absorbidas (por integración o subcontrata­ tiempo permite a las pequeñas empresas mantener su margen
ción ), o a subsistir, según la estrategia de las grandes firmas. de ganancia. Pero ahora hay un verdadero aumento de la
Si subsisten, veremos que se producirá no sólo una trans­ masa de plusvalía social, pues ella se efectúa en detrimento
ferencia de plusvalía, sino un aumento de la masa de plusva­ de los trabajadores.
40 Ernest Maná el y otros

B. La existencia de filas de reserva de desocupados.

Veremos sucesivamente por qué, en el modo de producción


capitalista, hay una tendencia a la existencia de una perma­
nente desocupación, y las conclusiones que pueden sacarse del
aumento de la masa de la plusvalía.

1. Tendencia a la existencia de una permanente-


desocupación.

Los economistas burgueses que reconocen la posibilidad de


una permanente desocupación 1 la atribuyen a leyes naturales.
La primera explicación vincula la existencia de la desocu­
pación a un aumento natural excesivo de la población. Ahora
bien, todos saben que el índice de crecimiento de la pobla­
ción depende del índice de natalidad, de matrimonios, etc.,
que si bien no son fenómenos naturales, dependen profunda­
mente de los hábitos y costumbres sociales.
La segunda explicación, contemporánea, vincula la existen­
cia de la desocupación a una evolución natural del progreso
técnico. V om o veremos, la causa de la desocupación na es el
progreso técnico sino su relación con la acumulación de capi­
tal. La desocupación, que de engañosa manera ellos llaman
“ desocupación tecnológica” , no es otra cosa más que el re­
sultado de la expansión de las fuerzas productivas dentro de
las condiciones capitalistas de acumulación.
Este fenómeno puede ser ilustrado por un esquema inspira­
do en algunos pasajes del Capital acerca de la “ superpobla­
ción relativa” (V er K. Marx: El Capital, L. I, cap. 25, Tomo
III, Ed. S oc.).
Supongamos una producción de mercancía igual a 500, pro­
ducida con 2 máquinas y 6 trabajadores.

1 Entre las dos guerras tales economistas eran minoría absoluta,


mientras que en países como Gran Bretaña o los Estados Unidos,
¡1 0 a 1 5 % de los trabajadores estaban desocupados!
La inflación 41

Supongamos ahora un aumento de la productividad del tra­


bajo (vinculada a la tendencia a acumular, característica fun­
damental, com o hemos visto, del modo de producción capita­
lista) . Supongamos que con una gran máquina, más eficaz y
cuyo valor es igual al de los dos anteriores, se puede producir,
con sólo 3 trabajadores, la misma cantidad de mercancía, o
sea 500. La productividad del trabajo se ha duplicado. Pue­
den presentarse tres casos:

le r caso: que la producción no aumente, el índice de acu-


l mulación permanezca constante y su índice de crecimiento
I sea nulo: habrá disminución de ocupación en un 100% , igual
11 al aumento de la productividad (sólo se utilizan 3 trabaja-
í dores).
|
| 2? caso: que la producción se duplique (pasando de 500 a
-[ 1.000) y el índice de acumulación se duplique también. El
j empleo se mantiene estable, pues se utilizan 2 máquinas nue-
j vas y ó trabajadores.

[ Ser caso: que la producción se triplique (pasando de 500


! a 1.500), y el índice de acumulación se triplique también: la
ocupación aumenta: se utilizan 3 máquinas nuevas y 9 traba-
I j adores.
i Así, de la comparación de estas dos variables, índice de
i crecimiento de la productividad del trabajo e índice de creci-
: miento del capital, surge el aumento o la disminución de la
| ocupación.
Los economistas burgueses presentan la disminución de la
} ocupación com o dependiente del aumento de la productivi-
í dad. La “ desocupación tecnológica” , según su propia expre-
| sión, aparece como el “ costo social” inevitable del “ progreso
1J humano” .
i Esta tesis tiene para ellos la inmensa ventaja ideológica de
f eludir dos problemas:
43
La inflación
42 Ernest Mandel y otros

d0 contrarrestarse esta tendencia mediante^ el desarrollo de


19) Las contradicciones en el proceso de acumulación del
sector improductivo. (Más adelante determinaremos el papel
capital. Como veremos más adelante, para compensar el
de? Estado, en nuestros días, en el desarrollo del sector m>-
aumento de la productividad del trabajo es necesario acumu­
lar, pero la acumulación se ve limitada por el capital. 29) Ca­ -productivo.) ,
llando los problemas de la acumulación del capital se esconde Este último razonamiento sobre el problema
lación intensiva no llega a resolver el p r o b le n ia p u e s o c p e
la responsabilidad que tiene la clase capitalista en la existen­
cia de la desocupación. nos situamos dentro de los límites de las fronteras naciona
De hecho, históricamente, al nacer el capitalismo, siendo les de los países capitalistas desarrollados. Pero si nos ubica-
“ os dentro del modo de producción caprtalrsta, tomado en
el “ progreso técnico lento y -generalizándose más lentamente
aún, los cambios en la composición del capital se notaron. aeneral, se encuentran problemas semejantes a los “ breados
A l mismo tiempo, la extensión del mercado colonial recién al referimos al nacimiento del -capitalismo. Mas exactament
creado, la correspondiente multiplicación de las necesidades y el dominio imperialista sobre- los países llamados su b ctesa r-
de los medios de satisfacerlas, el nacimiento de nuevos ramos Hados ha permitido la formación, en esos países, de lm ^ s d
industriales, activaban, con la acumulación, la demanda de reserva de desocupados, utilizados allí mismo o en los países
trabajo” . 1 capitalistas desarrollados (trabajadores inmigrantes).
En esta fase histórica, pues, el índice de crecimiento de la Falta hacer notar que uno de los más eminentes economis­
productividad se mantiene inferior al índice de crecimiento de tas burgueses, J.-M . Keynes, relaciona la existencia de la des­
la acumulación, la demanda de fuerza de trabajo aumenta. ocupación permanente con la insuficiencia del mercado.
Hay que entender bien, sin embargo, que ello no significa Pero con esta afirmación, Keynes se mantiene .^ m e n t e a
necesariamente disminución de la desocupación. nivel de las apariencias. En efecto, com o hemosi visto, ^
En efecto, también hay que tomar en cuenta dos elem entos: ficieneia de los mercados no es mas que uno de lo ■,
en primer lugar el aumento de la población, y en segundo tos componentes de la existencia de la d e s - ^ T p o í ^ t i T par-
lugar el hecho de que el aumento de la ocupación en el sector pende -de la relación acum ulacion-productividad^Por otra pa
capitalista se hace, en parte, por la eliminación de ocupacio­ te este componente no tiene existencia autónoma frente a las
nes en el sector precapitalista, nacional o extranjero. relaciones de producción, com o quiere hacernos creer Key e ,
Más adelante, cuando ya se haya extendido ampliamente S K E argumentos que se refieren a una P— tvaga
el capitalismo, se tornará predominante la acumulación inten­ y eterna del comportamiento humano. Como lo ha escr^
siva “ y la duración de los períodos históricos en que la acu­ Marx, cada capitalista considera a sus propios obreros com o
mulación favorece más la demanda de trabajo se va acortan­ productores de plusvalía y a los otros obreros co® o co° su
do progresivamente” (K. Marx, id., p. 1.145). El índice de dores de sus mercancías. N o por eHo es menos cierto q
crecimiento de la productividad tiende sensiblemente a igua­ “ la relación general, fundamental, entre el capital y el traba] ,
lar al índice de aumento de la acumulación. La ocupación es la que tiene cada capitalista con sus obreros .
productiva tiende, por tal causa, a estacionarse. Com o la p o­
blación aumenta, la desocupación tiende a aumentar, pudien- i K. Marx: Fundamentos de la Crítica de la economía política,
1 K. Marx: El. Capital, L. I, cap. 25, ed. La Pléíade, p. 1.148.
Anthropos, t. I, p. 377.
44 Ernest Mandel y atros

2. Consecuencias de la existencia de una desocupación


permanente.

Es sabido que el nivel de salarios se determina de la si­


guiente manera:
Existe un limito mínimo que corresponde al aspecto fisio­
lógico del valor de la fuerza de trabajo,1 y un límite máximo
que se determina mediante la existencia de un margen míni­
mo de beneficio.
Entre estos dos límites, la determinación del nivel de sala­
rios depende de la relación de las fuerzas entre clases sociales.
Pero esa relación de fuerzas está a su vez predeterminada en
parte por cierto número de factores objetivos, el más impor­
tante de los cuales es precisamente la situación en el mercado
de trabajo. Si la desocupación es importante, la relación de
fuerzas será tanto más desfavorable para los trabajadores y
estarán dadas las condiciones para que los salarios sean bajos.
Pero son sólo condiciones, pues no hay que olvidar lo esen­
cial: el grado de organización y de movilización de la clase
obrera.
Resulta, pues, que la existencia de una masa de desocupados
es útil para la burguesía, porque permite ejercer una presión
sobre los salarios y aumentar por lo tanto la masa de plus­
valía.
En nuestros días, en los países capitalistas desarrollados, la
existencia de una “ reserva de desocupación” desempeña exac­
tamente ese papel. 12 Por otra parte, la existencia de una canti­
dad importante de trabajadores inmigrados actúa igualmente

1 Recordemos que para Marx, el valor de la fuerza de trabajo se


compone de dos elementos: un elemento fisiológico y un elemento
social e histórico, vinculado al crecimiento de las necesidades a me­
dida que la sociedad se va desarrollando.
2 En Francia, por ejemplo, el V° Plan preveía explícitamente la
existencia de una masa de desocupados para frenar I03 aumentos de
salarios. Ver giualmente la Ordenanza sobre el empleo.
La inflación 45

en el mismo sentido. Y ello en la medida en que sus salarios


son mucho más susceptibles de alcanzar el límite mínimo
(fisiológico) del valor de la fuerza de trabajo que los de los
trabajadores franceses.

C. Las intervenciones económicas del Estado burgués.

Contrariamente a lo que afirman los ideólogos burgueses y


los reformistas de todo tipo, el Estado no es un instrumento
neutro. Con el desarrollo del modo de producción capitalista
el Estado tratará de aparecer com o lo contrario de lo que es.
Le será necesario a la burguesía presentar al Estado como
un instrumento neutro, por encima de las clases.1 Esta espe­
ranza de neutralidad es la condición indispensable para que
el Estado sea el lugar al que puedan desviarse los conflictos
de clase, momentáneamente resueltos, en provecho de la bur­
guesía. Los acontecimientos de Mayo de 1968 en Francia, y
las últimas elecciones en Italia son dos ejemplos muy signifi­
cativos de ello.
También a los reformistas de todo tipo les interesa presen­
tar al Estado de ese modo. Para ellos, el Estado es neutro
com o tal. Sólo no es neutra la utilización del Estado porque
es utilizado por la clase dominante. A partir de allí la pers­
pectiva estratégica es clara; para la clase obrera no se trata
de destruir al Estado bugués sino de apoderarse de él — por
vía de corrosión— y utilizarlo en su propio beneficio (ver la
“ gestión democrática” de la economía).1

1 “Cada nueva clase que ocupa el lugar de la que dominaba antes


que ella está obligada, aunque más no sea que para lograr sus propó­
sitos, a hacer que sus intereses aparezcan como los intereses comunes
a todos los miembros de la sociedad o, expresando las cosas en el
terreno ideológico: esta clase está obligada a dar a sus ideas la forma
de universalidad, de representarlas como si fueran las tínicas razona­
bles y universalmente válidas”. Marx: La ideología alemana, Ed. So­
ciales, p. 77.
La inflación 47
46 Ernest ’M andel y oíros

una relación de fuerza que le resulte favorable, el Estado po­


•La ausencia de neutralidad del Estado se manifiesta de lie- ;? |
drá sancionarla jurídicamente mediante un cierto número de
d io simultáneamente en los planos ideológico, político y eco - -:
leyes sociales.. Tal sanción será por otra parte un medio para
nómico. El Estado es parte integrante del proceso de acumu- -• -
preservar y permitir que se reproduzca lo que es fundamental:
lación del capital. Como se ha visto, la acumulación de capi- ;
el sistema de explotación. En. efecto, será uno de los elemen­
tal es el fundamento histórico de la burguesía. Esa acumula- -
tos que permitirá dar a la clase obrera, la ilusión de que el
ción sólo es reproducción del sistema si tiene lugar en escala
Estado — relativamente autónomo— es un instrumento neutro.
progresiva. Resulta de ello que la función histórica del Estado
burgués no es la de asegurar en forma circunstancial el domi- ’;
29) En forma general ¿por qué puede hablarse de una rela­
nio del gran capital existente sino asegurar esa acumulación [
tiva autonomía del Estado?
progresiva del capital. Destaquemos, sin embargo, que al ha- :
Como toda clase dominante, la burguesía presenta sus. pro­
blar de acumulación progresiva del capital caemos nuevamente
pios intereses como el interés general de la sociedad. Para
en el modo de producción, y por lo tanto en el desarrollo del ;
lograrlo se ve obligada a esconder la existencia de sus propios
capitalismo en el plano mundial mientras que la inserción del
intereses tras el interés general. Sólo podrá tener éxito si se
Estado se hace a nivel nacional. Por ello, y com o la acumula- |
sitúa a nivel ideológico, pues la ideología es lo que precisa­
ción de capital a escala mundial es en sí contradictoria, algu- .
mente oculta la naturaleza profunda de las relaciones sociales.
nos Estados nacionales pueden tener como función la de im- i
Es en este sentido que se puede hablar de la autonomía re­
pedir esa acumulación progresiva. :
lativa del Estado. Tal autonomía “ está en general preservada
Y a a este nivel se nota — y también porque la acumulación
porque el Estado es para las clases oprimidas el órgano de la
de capital tiene sus propias dimensiones ideológicas y políti- ;
legitimidad y porque en la medida en que ellas aceptan que
cas— que el Estado burgués interviene no sólo en el terreno :
él sea su propia legitimación, los privilegios y las desigualda­
económico, sino también en el ideológico y político. :
des adquieren también un status jurídico” 3.
Definiremos rápidamente este punto antes de detallar las
A l mismo tiempo, siendo el Estado el instrumento de la
intervenciones económicas del Estado. .
clase burguesa tomada en su conjunto, se desprende de ello
En los planos ideológico y político deben destacarse dos „;
que es el lugar en donde se arbitran los conflictos entre las
puntos fundamentales:1 9
diferentes capas de la burguesía, y que puede verse llevado
19) El Estado es el instrumento privilegiado utilizado pol­ a imponer a una parte de la clase soluciones que concuerdan
la burguesía para mantener la división de la sociedad en dos con el interés político de toda la clase. En otras palabras,
clases y mantener así la clase de los asalariados. Señalemos sabemos que el predominio político de la burguesía se basa,
además que puesto que la constitución del Estado burgués de­ en última instancia, en la acumulación progresiva de capital,
pende del uso que la burguesía quiere hacer de él, se hace la que implica la eliminación de una parte de esa burguesía.
evidente que no se trata de un instrumento neutro, utilizadle Pero la clase burguesa recibe su legitimidad política de las
tanto por la clase obrera com o por la burguesía. El Estado elecciones — que ella ha creado— y por lo tanto necesita del
se inserta, pues, dentro del movimiento general’ de la lucha de apoyo político de las capas que tendría que eliminar. .
clases, al mismo tiempo que es la sanción jurídica de la mis­
1 J. P. Sartre: Crítica de la razón dialéctica, Gallimard, p. 613.
ma. Si en un momento dado la clase obrera sabe establecer
49
La inflación
48 Ernest Mandel y otros

■ ■ j j nr« hacia los centros capitalistas más de­


El Estado — actuando com o conciliador— puede resolver transferencia de v a ta g ^ 1 valores tiene lagar gracias a
provisoriamente esta contradicción1*. sarrollados. Esa substraídos de los países
A partir de allí es posible precisar la naturaleza de las in­
tervenciones económicas del Estado burgués. r nas) y 8130135
también al intercambio g n ó m i c o de la Ínter-
Desde la formación del capitalismo, la naciente burguesía
trató de utilizar al Estado para consolidar su posición de clase. Subsiste en nu®sf ° S f h ™eses en el exterior, aunque la
Esta utilización 'ha tomado diversas formas que van desde la vención * ^ (neocolonialismo).
provisión de armamentos (p. ej. Le Creusot, los textiles, etc.), íonna po i c intervención económica del Estado han
creación de manufacturas del Estado, proteccionismo, legisla­ Las otras formas de inte ^ dimensiones así como
ción “ sanguinaria” contra los campesinos, hasta el financia- adquirido en, “ “ S t iv a s Naturalmente ello no significa que
miento y realización de expediciones coloniales que explican el nuevas formas cualitativas^ plusvalía como la posi-
carácter inmediatamente mundial de la acumulación de capi­ ^ t^ a T c u S S n progresiva del capital- ba? a
tal. En otras palabras, gracias ál Estado, la acumulación de
capital en efectivo se realiza a escala mundail. Ese capital en
efectivo sólo se transforma en capital productivo allí donde W Pueden distinguirse a este nivel dos S ^ s “
la burguesía logra desplazar en su favor el equilibrio de las
p
fuerzas políticas.
El capital-productivo se seguirá desarrollando, pero, al ha­
cerlo, transforma las relaciones de producción precapitalistas JO) En la primera categoría pueden distinguirse:
internas en relaciones de producción capitalistas. Esta trans­
formación intema se efectúa paralelamente a la destracción a) La toma a s“ su utili-
de actividades precapitalistas en los países colonizados, com o
por ejemplo en la India. Por eso el modo de producción capi­ zaciéaTen ^ c h o “d / S graníes empresas privadas (p. e,.
talista que parece ser históricamente progresivo en algunas ciertas nacionalizaciones);
partes del mundo, es en realidad un factor de regresión histó­
rica en otras. En la India provocó un marcado retroceso en la b) La ^ ciertas inverriones
división social del trabajo cuya consecuencia ha sido una eco­ rentables (teléfonos, etc.), la exclusión
nomía cada vez más agraria y el refuerzo de las estructuras públicas (vivienda) del presupuest .
sociales reaccionarias.
De tal modo la política de agresión seguida por los Estados c) El traspaso al sector to e
que se van convirtiendo (o se convirtieron) en burgueses crea, rm?nudoCOu t ™ e r WeaS r aal costo de creación de las
estructuras productivas y sociales tales, que tiene lugar una
mismas.
!t
1 Una manifestación concreta de este fenómeno fue la actitud del d) Subsidios directos o indirectos al sector privado,
poder degaullista con respecto a la pequeña burguesía.
Ernest M aná el y otros 51
La inflación

e) Intervención del Estado para frenar el aumento progre­ ]0, a nivel financiero, de una exacerbación de la lucha de
sivo de los salarios nominales en el sector público y en el
clases»
sector privado mediante todo tipo de presiones, especialmente Finalmente, en un tercer artículo, demostraremos que, con
financieras y, a nivel global, mediante intentos de instauración un desarrollo desigual, la inflación tiende a propagarse m er-
de “ participaciones” y política de rentas. v. nacionahnente: veremos así cóm o está fundamentalmente vin­
culada al proceso productivo mundial.
2<?) La intervención del Estado como componente de la
acumulación del capital — por los gastos públicos masivos ci­
viles y militares— ¡juega un importante papel en la existencia \ 'j
de un elevado aumento de precios que se presenta com o una n '
de .las características relativamente recientes del m odo de pro­
ducción capitalista. Ese aumento de precios hace que la pro­
gresión de los salarios reales se haga más lenta y por lo tanto
que haya una transferencia de recursos en provecho de los ’
capitalistas.
Los tres primeros artículos que siguen a este estudio preli­
minar están dedicados al análisis de los procesos inflaciona­
rios. Los mismos no podrán ser comprendidos si no se los
vincula con las formas que adquiere la tendencia a acumular
dentro del capitalismo monopólico contemporáneo y con la
lucha de clases.
Más exactamente criticaremos en un primer artículo las tres
grandes teorías burguesas de la inflación. Después, en un se­
gundo artículo, trataremos de demostrar:

1) Que la inflación llamada “ rastrera” , fenómeno perma­


nente en nuestros días en los países capitalistas desarrollados,
es la manifestasión, a nivel financiero, de las formas que ad­ • •t

quiere la tendencia a acumular y de las contradicciones que


tienen lugar dentro del proceso de acumulación en esos paí­
ses, al mismo tiempo que es un medio importante de aumen­
tar la plusvalía;2

2 ) Que la inflación llamada “ corriente” que puede sobre­


venir luego de la inflación rastrera es frecuentemente el refle-
g ile s jourdaln
facqiies w aier
EL FR AC A SO DE LAS EXPLICACIONES
BURGUESAS DE L A INFLACION
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fv

Las explicaciones burguesas tienden objetivamente a disfra­


zar la realidad de la inflación. Están tan difundidas que es
3IJ
4* necesario criticarlas antes de proponer una teoría marxista.
Las explicaciones son muchas y opuestas. Ello proviene de
las divergencias que existen dentro de la ideología burguesa
en lo que se refiere a la esfera de producción. Esta multipli­
cidad es peligrosa. En efecto, disponemos de toda una gama
de explicaciones, desde las más reaccionarias (la inflación
proviene de la intervención estatal) hasta las más reformistas
(haciendo intervenir la especulación de los capitalistas). Para
un marxista poco informado resulta, pues, posible adoptar una
de esas explicaciones sin comprender su función objetiva. El
ejemplo de la influencia que ha tenido J. M. Keynes sobre
autores que se consideran marxistas tales com o Baran y
Sweezy es significativo a este respecto. Es asombroso compro­
bar hasta qué punto se ha impuesto en los medios marxistas
la problemática reformista de quien fuera el último profeta
del sistema capitalista.
Y eso no es una casualidad. El peso de la ideología bur­
guesa es tal, que generaciones y generaciones de economistas
encontraron un atractivo lleno de promesas en los análisis de
Keynes, después de contemplar el fresco idílico pero engaña­
dor de la escuela neoclásica, Ja más reaccionaria de todas.
Hay que señalar que uno de los objetivos de esta revista es
provocar necesarios debates entre los marxistas sobre la reali­
dad del sistema capitalista para rechazar la totalidad de las
explicaciones burguesas. Las propuestas burguesas para expli-

«
:s m ti
56 Ernest Mandél y oíros

car la inflación giran forzosamente alrededor de tres ideas: la


moneda, la demanda, los costos.

Sección I: LA MONEDA

La teoría según la cual el excedente de moneda en relación


con la producción de mercancías es causa del alza de los pre­
cios es tan vieja como los estudios económicos. Se recordará
que en el siglo xvi, cuando afluyeron metales preciosos a
Europa, Bodin propuso la primera versión de la famosa teoría
cuantitativa. Según la misma, las variaciones de la cantidad
de moneda determinan variaciones proporcionales en los pre­
cios. Bodin oponía esta explicación a la de Malestroit, para
quien el deterioro del valor de la moneda (que varía en sen­
tido inverso al de los precios) provenía de su manipuleo por
el poder real. En el siglo xvi, la teoría anticipada por Bodin
era correcta. Incluyó la circulación monetaria dentro de una
economía de capitalismo comercial, es decir en un período
intermedio entre la economía feudal y el capitalismo industrial.
Pero ese análisis ¿tiene aún sentido en el capitalismo indus­
trial, sea éste o no el de los monopolios? A l decir de algunos
economistas burgueses eminentes, tales com o J. Rueff (de la
Academia Francesa) o M. Friedman (consejero de N ixon),
no cabe la menor duda. Tampoco lo dudan la mayoría de los
universitarios, funcionarios y hombres públicos. Algunos hete­
rodoxos rechazan este tipo de explicación y escogen alguna
de las siguientes. Pero son la minoría; en cambio los cuanti­
tativos son los que gozan aún de mayor predicamento. De allí
ciertas decisiones de política económica destinadas al fracaso.
Es conveniente conocerlas y para ello conviene comprender
el esquema que las inspira.

A . La economía está dividida en dos sectores: uno real en


el que la moneda no desempeña papel alguno y el otro mo­
netario.
La inflación 57
ivj.
~5
1 Dentro del primero están definidas la producción, el empleo
4 y el capital financiero. En todos los mercados equivalentes
la oferta y la demanda se equilibran en un precio determinado.
1 Esos precios de equilibrio no son precios monetarios sino
] “reales” , es decir expresados en términos de todos los demás
bienes. Así el precio establecido en el mercado del trabajo no
es el salario nominal pagado a los empleados sino el poder
adquisitivo de ese salario.
El fenómeno primero que determina los precios y las can­
tidades es el intercambio. La producción de mercancía es un
factor que no afecta a la economía. En el segundo sector el
■: “ valor” de la moneda está determinado por la teoría cuanti-
M V
1 ta tiv a :----------- = P
T
siendo M la cantidad de moneda en circulación
V la velocidad de circulación de esa moneda
T el volumen de las transacciones
P el nivel general de precios expresado en moneda, o
absoluto.
t Se considera que V está dada por los hábitos de los indivi­
duos y sólo puede variar muy lentamente, y que T está deter-
; minada en el primer sector y por lo tanto está dada en el
4 _ segundo.
*, Se observa que P y M son interdependientes,
ir Esta interdependencia es correcta. Es verdad que la canti-
’ dad de medios de pago es necesariamente igual al valor de
i las transacciones. En tal sentido la ecuación de los intercam-
■ bios resulta incuestionable. Pero no puede deducirse de ello
que M determine a P ni viceversa. Debe demostrrase el sen-
tido de causalidad. M . Friedman cree haberlo hecho empírica-
r: mente. Estableció, en efecto, estadísticamente, la equivalencia
entre las variaciones de M V y de PT. No era necesario librar­
se a operaciones estadísticas tan complejas com o discutibles
58 Ernest. Mandel y oíros La inflación 59

para establecer semejante evidencia. No necesitamos extender­ Jhna económico. Sin embargo es ella la que sustenta todas las
nos sobre el particular. i'teorías de la inflación basadas en la emisión excesiva de m o-
La prueba debe ser dada por la razón y no por los hechos. fmeda. Siendo M superior a lo que implica T, y teniendo en
Desde el punto de vista de los neoclásicos, es evidente que la cuenta a V , P crece. De acuerdo con ello la moneda justifica
■- todas las políticas de lucha contra la inflación mediante las
misma construcción de su modelo los obliga a afirmar que M
determina a P. En el primer sector sólo puede determinar ~ restricciones de crédito.
precios reales cuya suma no da un nivel general de los pi ecios
!• B. La crítica contra ese conjunto de teorías es doble:
monetarios. Ahora bien, este nivel les resulta necesario para
establecer los diferentes precios individuales monetarios, que J __ ¿Cuál es ese mundo irreal en el que la moneda no actúa
no son más que el producto de cada precio individual real- sobre el sector real mientras que las restricciones monetarias
por el nivel general .de precios monetarios. Por consiguiente, fhrean la desocupación?
ese nivel general debe ser determinado, y debe serlo indepen­
| — ¿De dónde proviene esa moneda? ¿Quién es? ¿Adon­
dientemente del sector real. En el sector monetario él es,
pues, la variable dependiente. La variaible independiente no de va? . '
puede ser más que M.
1. Para asegurar la neutralidad de la moneda en la deter­
Se comprende así cuál es la lógica de la teoría cuantitativa. minación de los equilibrios fundamentales y establecer así una
También se comprende que no pueda criticársela estadística­ total separación entre ambos sectores, el real y el monetario,
mente. Sin embargo, la provocación que este modelo consti­ es necesario definir a la moneda como un simple intermedia­
tuye para sensatez obliga a criticarlo. Su conclusión funda­ r i o en los intercambios para facilitar el trueque,
mental es, en efecto, que en lo que respecta a los mercados f Tal concepción se basa en una visión completamente peri-
de producción, trabajo y capital, no existe diferencia entre mida del sistema económico.
una economía monetaria y una de trueque. La moneda es sólo Tal manera de abordar la cuestión se basa en la idea de
un “ velo” que debemos levantar para estudiar los verdaderos que todos los individuos están dotados de una cantidad de
mecanismos de la economía. Sirve para “ monetizar” los pre­ factores de producción específicos y que, sobre tal base, pro­
cios reales, es decir que es el patrón con el que se efectúan ducen bienes y servicios de acuerdo con las limitaciones im­
los intercambios y al que se convierten los precios reales. En puestas por el estado de la técnica. Así quienes poseen el tra­
este sentido resulta útil, práctica, y por lo tanto utilizada. bajo producen servicios de trabajo, y los propietarios de bie­
Facilita el trueque y permite que el productor de zapatos que nes y medios de producción producen los servicios del capital.
necesita trigo no se vea obligado a encontrar un productor de T odo individuo es un productor, y por lo tanto dispone de
trigo que necesite zapatos en la misma proporción para ven­ fuña determinada cantidad de un bien. Pero todo individuo
der sus zapatos y comprar su trigo. A l ser utilizada es nece­ posee una extensa gama de necesidades de las que, en el me­
sario determinar su poder adquisitivo de bienes, su precio ' jor de los casos, sólo puede satisfacer una. Se ve entonces
expresado en bienes. Tal es la función del sector monetario. ■obligado a cambiar parte de su producción por la de otros
Por su simpleza, esta visión está más emparentada con los individuos para disponer de los bienes necesarios para la sa-
cuentos infantiles que con la explicación de las leyes del siste- •;tisfacción parcial de todas sus necesidades. •
60 Ernest Mandel y oíros La inflación g]

Existiendo la escasez se observa que lo esencial es su dis­ -bajadores. Esta compra es previa a toda producción para rela­
tribución, es decir el otorgamiento de recursos por vía del cionar el trabajo activo con el trabajo inactivo y hacer produ­
intercambio. Ese otorgamiento debe ser hecho lo mejor posi­ cir a aquél con mayor eficacia gracias a éste.
ble. L o óptimo se obtiene cuando cada individuo puede satis­ Es evidente que tal compra implica una contrapartida. Co­
facer en igual medida todas sus necesidades con respecto ai mo ésta no puede ser mercancías aún no producidas ni bienes
costo de satisfacción, sabiendo que no puede satisfacerlas to­ y medios de producción, sólo puede ser entonces un derecho
talmente en razón de la escasez de bienes. Esa condición se sobre la producción futura. Tal derecho es la moneda. Se ve
cumple cuando la utilidad de la última unidad consumida de hasta qué punto “ todas las ilusiones monetarias provienen de
todos los bienes, ponderada por su precio, es igual. que el simple aspecto del dinero no nos muestra que éste re­
Pero tal regla implica que todos los bienes sean divisibles presenta una relación social de producción” (K. Marx, Con­
en unidades muy pequeñas, lo que es evidentemente contrario tribución a la crítica de la economía política), La moneda
a la realidad. La mayoría de los bienes son indivisibles: no tiene entonces dos particularidades. Por una parte, en manos
puede consumirse la décima parte de un automóvil. de los individuos en un momento dado, permite elegir entre
Entonces aparece la necesidad de la moneda. Se puede con­ los bienes y los servicios. Hace las veces de intermediaria en
vertir así la totalidad de los bienes y servicios producidos en los intercambios. Por otra parte, es reserva de poder adquisi­
recursos monetarios. A partir de allí basta con igualar ese re­ tivo, derecho sobre el porvenir que se mantiene. Es liquidez.
curso monetario en todos sus usos, es decir que el último ' La moneda es un “ puente entre el pasado y el futuro” (Key­
franco utilizado procura la misma utilidad, sea cual fuere el nes). Esta doble particularidad proviene de que la fuerza de
uso al que se lo afecte. trabajo es una mercancía en el sistema capitalista. Resulta
En esta concepción, la moneda es un hecho de intercambio. entonces evidente que la moneda es útil bajo dos aspectos:
Sólo se la necesita para facilitarlo, y ocurre que carece de por su utilidad derivada de los bienes como intermediaria, v
por su utilidad intrínseca com o liquidez. ’ '
utilidad por sí misma. Toda su utilidad deriva de la de los
bienes cuyo intercambió facilita. Resulta claro entonces que En un sistema com o éste, poco claro mientras no se deter­
ella se superpone, com o un velo, a los mecanismos reales. mine si la relación entre ambas clases es antagónica (M arx)
Esta manera de ver el sistema económico resulta totalmen­ o no (Keynes), la moneda no es un velo. Es una condición
te.anacrónica en las economías capitalistas. Ella corresponde previa a la producción y no solamente un medio de facilitar
a la realidad precapitalista. Toda la economía política clásica los intercambios. Es un hecho de producción. L o que no im­
comparte, junto con Keynes, la idea según la cual el sistema plica que no juegue papel alguno en los intercambios. En
económico está organizado alrededor de un proceso produc­ efecto, la moneda sólo puede ser reconocida com o un derecho
tivo. Especialmente los individuos están de distintas maneras sobre la producción futura en la medida en que se la acepte
insertos én ese proceso. Algunos son propietarios de bienes com o medio de pago y viceversa. N o nos asombra que ambas
y medios de producción, otros únicamente de su fuerza de esferas de la producción y de la circulación estén unidas, pero
trabajo; lejos de intercambiar entre sí los servicios del capital habrá que recordar más adelante que la esfera de la produc­
y del trabajo, ambas clases se hallan en relación de compra­ ción es predominante.
venta: los capitalistas compran la fuerza de trabajo a los tra- Vemos hasta qué punto el concepto neoclásico es poco ade-
62 Ernest Mande!, y otros
La inflación 63

cuado a la realidad del sistema capitalista. Este punto merece J í los que se podrá — cambio calificativo con respecto a los
ser tenido en cuenta, pues si bien la economía burguesa oculta : antiguos depósitos de oro— girar en descubierto. Tal moneda
las verdaderas leyes del sistema, no por ello se refiere menos no tiene vinculación alguna con los metales preciosos. Si el
al sistema capitalista (Ricardo-Kynes). La teoría neoclásica ■ Banco de Inglaterra trata de igualar el valor de su emisión
describe un mundo donde no sólo las luchas de clase son : de billetes y de sus stocks de oro, los bancos comerciales
conocidas sino que es también anterior al capitalismo. Tal abren descubiertos ilimitados de ese tipo.
mundo es de una irrealidad pastoral. En tal sentido, la eco­
La razón de esas aperturas prepara la respuesta a la segun­
nomía neoclásica es más vulgar que burguesa. En efecto, his-
da cuestión. Se trata entonces de satisfacer los requerimientos
tóxicamente se puede comprender la mutación que sufre la
en moneda de una economía en pleno desarrollo. Si la mone­
moneda al producirse el advenimiento del capitalismo. Se pasa
da no fuera más que un intermediario en las transacciones,
entonces del simple numerario a la moneda tal com o la he- >
su limitación no accionaría la producción y sólo haría dismi­
mos definido. ;
nuir los precios monetarios de esas transacciones. Careciendo
El trueque queda roto al generalizarse los intercambios en ' esos precios de importancia y no siendo la moneda más que
la economía primitiva. Entonces aparece una mercancía que : un velo, de acuerdo con los neoclásicos, esos fenómenos de
sirve de patrón general. La elección de tal mercancía puede baja de los precios carecerían de importancia. Ahora bien,
ser explicada por las tradiciones locales: ganado, metal, pla­ no parece que ese haya sido el caso, a través de la historia.
ta, conchillas, etc. Esas mercancías pueden agruparse en dos Y eso se comprende, ya que la moneda, en el sistema capita­
categorías: productos de gran importancia para la vida diaria lista, es también un derecho sobre la producción futura. Si
(sal) y productos de ornamentación. De todos modos la elec­ los precios monetarios bajan, el valor de ese derecho aumen­
ción del numerario recae, al parecer, en una mercancía inter­ ta. Los capitalistas no podían, y no pueden aún, comprar la
cambiada comúnmente. Ambas categorías se encuentran da­ fuerza de trabajo con un derecho cuyo valor aumente. No
das en los metales preciosos (oro, plata, bronce, cobre) que pueden aceptar una baja de precios vinculada con la limita­
sirvieron tanto para la ornamentación como para la fabrica­ ción de la moneda: “ La tendencia general de la producción
ción de objetos de primera necesidad al incrementarse la me­ capitalista no es elevar el salario medio sino bajarlo (en tér­
talurgia. minos relativos)” (K . M arx). Para que el capitalismo se di­
La utilización generalizada de tales metales en las econo­ fundiera era, pues, necesario que se instaurara un sistema de
mías precapitalistas proviene de sus cualidades intrínsecas, . emisión de ese derecho, la moneda, garantizando que su valor
necesarias para el numerario: son transportables, durables, no aumentaría. Ello implicaba una adaptación de la creación
divisibles, reconocibles. ■ monetaria a las necesidades de los capitalistas. El numerario
Pero, cuando a comienzos del siglo xviii, la revolución ■ y la liquidez están ligados entre sí. Pero la esfera de la pro­
industrial alcanza su punto cumbre en Inglaterra señalando ducción es determinante. Así también el numerario se adaptó
el advenimiento del capitalismo industrial en el que los indi­ a la liquidez. L o que cambió de forma fue el intermediario
viduos productores son reemplazados definitivamente por cla­ en las transacciones para que el derecho sobre la producción
ses insertas en el proceso de producción capitalista, aparece la futura se adapte a las necesidades del capitalismo. Cuando los
moneda. Es el nacimiento de los depósitos bancarios sobre monetaristas del siglo XIX (R icardo-Tooke) se preguntaban
La inflación 65
64 Ernest Mandel y otros

que vuelva a acumularse en poder de algunas personas, ase­


cuál era la situación de la “ moneda eseriptural” con respecto1A
gurando así parte de la acumulación primitiva del capital-
a la “ moneda metálica” o de su equivalente, en ese entonces,
dinero, necesaria para el desarrollo del capital industrial. Con
la “ moneda fiduciaria” , el metal perdía su carácter monetario ‘
las pocas excepciones dadas por el desgaste físico, ese nume­
liberando al billete y permitiéndole adaptarse a los depósitos
rario no desaparece. La mayor parte del mismo debe existir
bancarios. Ese avatar de la moneda quedó definitivamente
todavía bajo una u otra forma.
sancionado con el abandono del patrón oro en la década cK
1930; abandono de derecho pues el abandono de hecho ya se Dentro del enfoque de las relaciones sociales de su época,
había realizado. la explicación de Bodin es incuestionable. Pero el invocar su
paternidad para explicar la inflación en otras relaciones so­
Antes de intentar saber las modalidades de la emisión mo­
ciales es una lamentable confesión de impotencia para los
netaria observemos la justeza del razonamiento de Bodin: en
neoclásicos,
Europa, en el siglo xvi, la afluencia de metales preciosos
sólo podía provocar un alza en los precios. La naturaleza de la moneda ha cambiado en las relaciones
capitalistas. Ella nace y muere. Además se han modificado
los modos de .distribución. La explicación cuantitativa sólo
2. Empezamos a comprender lo que es la moneda. Espe­
tiene sentido por el pillaje en un mundo casi feudal. La prue­
cificando de dónde viene y adonde va terminaremos de defi- ,
nirla. ; ba positiva será dada al determinar la situación de la moneda
en el sistema capitalista.
¿De dónde viene la moneda? Cuestión crucial para la teoría ■
La moneda es nominal. Debe hacerse un profundo estudio
neoclásica. La fábula de Hume, que demuestra que los pre­
para determinar lo que Marx entendía por “ mercancía especí­
cios se duplican si la cantidad de moneda se duplica durante ;
fica” . En una economía capitalista, el uso de la moneda es
la nodhe, es irrefutable en su conclusión si se prueba la pre­
previo a la producción de mercancías. El derecho sobre la
misa. ¿Cóm o podría duplicarse la cantidad de moneda du­
producción futura no puede ser mercancía, aún en el caso de
rante la noche? Precisemos que se trata de la cantidad de
que el numerario hubiese podido serlo. La moneda es un cré­
moneda en poder de los individuos. Cuento tan maravilloso
dito. Y a sea que la garantía sea real o personal, el crédito
com o aquél en que se encuentra dinero bajo los pasos de un
es nominal.
caballo. Parábola divina en que el dinero se multiplica en las
billeteras com o los panes y los peces en la montaña. Los capitalistas no pueden emitirla, com o tal, para comprar
la fuerza de trabajo. Un tercero debe garantizar técnicamente
Para Bodin, el problema era simple. A Europa llega una
la operación. Ese es el papel que desempeñan los bancos de
cantidad considerable de metales que sirven com o numerario
segundo orden, por ejemplo los bancos comerciales. Ellos
después de haber sido robados en América del Sur. El pro­
tienen el crédito y lo hacen reconocer, no por razones de con­
blema de la creación está solucionado. Falta solucionar el de 1
fianza individual sino porque lo relacionan con el numerario.
la distribución. Esos metales están en poder de los armadores,
La moneda aparece com o un crédito que circula libremente.
soldados, religiosos, nobles y marinos, desde el momento en
Tal crédito no es indefinido; tiene un término fijo. La mone­
que fueron robados. El pillaje es una forma de apropiación.
da es, pues, un flujo y un reflujo perpetuos, com o los señalaba
El gasto del tesoro lo hace circular, distribuyéndolo. Final­
Marx en El Capital (Libro II). Sin ir más lejos, queda plan-
mente la explotación por el capitalismo comercial permite
66 Ernest Mandel y oíros ,b La inflación 67
' A:
teado el problema de la creación y de la destracción de la ^
necesidades de producción estimadas por las empresas capita­
moneda. £> listas que tienen la iniciativa de esa creación, aunque no ten­
La moneda es creada por los bancos a pedido de las em- ; ' gan su responsabilidad.
presas para permitirles comprar la fuerza de trabajo. Una v En manos de los asalariados, la moneda entra en la esfera
observación de simple criterio lo confirma: los capitalistas no - de la circulación donde compra mercancías y se asegura como
utilizan el alhorro para adelantar el capital variable que les un derecho sobre la producción futura. Aquí habría que de­
será reembolsado al vender la mercancía, com o lo hacen para . terminar cóm o se pasa de la plusvalía a la ganancia. L o que
el capital constante. El adelanto del capital variable es a corto a nosotros nos interesa es que la moneda, en la compra de
plazo. Para efectuarlo basta con endeudarse a corto plazo. . mercancías, pierde su poder adquisitivo sobre ellas y vuelve
Eso es lo que permite la moneda, que es al mismo tiempo a poder de las empresas, por la vía de las ventas, desprovista
un préstamo de las empresas capitalistas a los bancos y una de poder adquisitivo, salvo en el monto correspondiente a la
deuda de los bancos para con ellas. '■ ganancia. Es exclusivamente un crédito ante los bancos lo que
La moneda es creada, pues, a pedido de las empresas y por las empresas reciben de manos de los asalariados. Ese crédi­
lo tanto en razón de P y de T. Cosa totalmente opuesta a la to, “ no-posesión” , vuelve al banco donde salda la deuda que
teoría cuantitativa. Falta todavía precisar que generalmente el banco tiene para con las empresas.
los bancos prestan a algunas grandes empresas que se encar- ■ Para quienes pudieran sentirse sorprendidos ante la calidad
gan de la redistribución a todo el sistema productivo. ; de la moneda, tal com o la hemos definido, precisemos que
Debe quedar entendido que en este caso la moneda es pu­ en razón de su carácter circulatorio resulta inútil que esa deu­
ramente un crédito sobre los bancos, sin poder real adquisi­ da sea pagada y que, en esas condiciones, importa poco la
tivo. En tal sentido, es una “ no-posesión” . La moneda sólo . calidad del crédito. Es verdad que la creación monetaria se
se convierte en recurso monetario cuando se la confronta con asemeja extrañamente a una operación de caballeros en la
la producción de mercancías que ella ha autorizado al permí- que dos individuos, endeudándose mutuamente, se enriquecen
tir que se compre la fuerza de trabajo. a los ojos de terceros por el monto de su crédito, sin deberse
Tal confrontación ocurre cuando la moneda está en poder nada entre sí. Pero aquí ello importa p oco pues la deuda cir­
de los asalariados. Allí adquiere poder adquisitivo sobre las cula necesariamente y su reflujo justifica su flujo, cualesquie­
nuevas mercancías. Así, dotada del poder adquisitivo de la ra sean las condiciones. T odo esto es complejo, pero permite
fuerza de trabajo, la moneda creada se integra a la actividad salir de la mistificación de la economía neoclásica, explicando
económica, en el sistema capitalista, en la medida en que sir­ cóm o se crea la moneda. Siempre la ciencia es más compleja
ve de cobertura nominal a la producción física. A l ser creada que la magia. La teoría cuantitativa de la inflación es recha­
únicamente en vistas a esa cobertura, la moneda sólo es crea­ zada definitivamente y la alquimia del señor Friedmann queda
da a través de operaciones de producción. La fábula de Hume destinada al fracaso.
y su empirismo no es más que un absurdo. Es decir que la
cantidad de moneda que poseen los. individuos no puede du­ Sección II: L A D E M A N D A
plicarse durante la noche por propia naturaleza. M ás funda­ El fracaso de la construcción neoclásica se manifiesta en la
mentalmente aún, la creación monetaria no puede exceder las ideología burguesa cuando se presenta la crisis de los años 30.
68 Eniest Mande} y otrox La inflación 69

La burguesía descubre entonces los trabajos de Keynes, co­ Los flujos de consumo C, de inversión 1 y de rentas R se
menzados unos diez años antes. Este economista británico expresan en términos reales, independientes por lo tanto del
rechaza la idea según la cual todos los individuos producen „ nivel general de precios P. En ausencia de transacciones exte-
a partir de su propia tenencia de factores y se adhiere a la- '; riores, el conjunto de los productos nacionales es igual a la
tradición clásica que considera la organización de la produc­
ción al comienzo del análisis. La existencia de dos clases dis­
tintas no implica para Keynes que ellas sean antagónicas, lo
que lo lleva al fracaso. No obstante, comienza los análisis en
1 suma de rentas nacionales. En el gráfico siguiente la bisec­
triz representa, pues, la función que vincula a productos con
rentas iguales.
La curva C expresa la relación entre gastos de consumo y
términos de demanda y de políticas inducidas. En tal carác­ ; rentas. Es de tipo C = aR + b o a = este.
ter resulta esencial comprender esos análisis. Comprensión
■ La inversión es constante cualesquiera sean las rentas. Por
que obliga a determinar cuál es el aporte, de Keynes y delimi­
L lo tanto la curva (C + I ), que expresa la relación entre la
tarlo de sus deformaciones o prolongaciones.
, demanda total y las rentas, es paralela a la curva C.
A ) El análisis de la desviación inflacionaria, falsamente
atribuido a Keynes, debe ser criticado en primer lugar en la
medida en que adhiere al análisis neoclásico, debido a una
incomprensión del pensamiento del maestro de parte de sus
laboriosos sucesores (Ackey, Samuelson, etc.). En 1940, du­
rante la guerra, Keynes se preocupa por la posibilidad de
financiar los gastos militares sin recurrir al alza de los pre­
cios o a importaciones. En efecto, un sector creciente de acti­
vidad se orienta hacia la satisfacción de necesidades milita­
res, lo que provoca una distribución de recursos monetarios
simultánea a la creación de productos que no están destina­
dos al mercado. El gobierno necesita suprimir esa desviación
creciente entre los recursos monetarios distribuidos y las mer­
cancías disponibles mediante un empréstito nacional. La emi­
sión de este último supone que es conocido el monto de la -; En el punto Eq, la curva (C -j- I ) corta a la bisectriz. Por
desviación que Keynes intenta medir. Por lo tanto, para Key­ . lo tanto el ‘gasto total es igual a la renta y la economía está
nes, la teoría de la desviación inflacionaria es una teoría ‘ en equilibrio. Tal equilibrio puede ser de subocupación, o de
contable. , • plena ocupación, a diferencia del esquema neoclásico.
La sencillez del razonamiento ha seducido a sus sucesores Nuestros economistas lanzan entonces la hipótesis comple­
que utilizaron esa “ teoría” para explicar la inflación. A l ha­ tamente gratuita de que la renta de equilibrio R eq es más
cerlo acumularon en su explicación las contradicciones e in­ - ’ alta que la renta de plena ocupación Re. Esta última es el
comprensiones del sistema capitalista que fueron recogidas . valor máximo, en precios constantes, de los productos que
fervorosamente en los manuales tradicionales. ' corresponden a una masa de productos que no puede ser
70 Ernest Mandel y otros La inflación 71

aumentada en razón de la plena ocupación y del abaratamien­ % dor®s- ¿No acas0 eso lo due ocurre con toda “filosofía so-
to posible de la fuerza de trabajo y de los bienes de equipo. ■ cial” reformista cuando se agudian los conflictos sociales?
Para la renta real -Re, existe, pues, un gasto de R eA , Por lo •;- Por otra parte, la comprensión del sistema capitalista no es
tanto la medida de la desviación (gap) está dada por AB. . una de las cualidades de estos autores. Explican la inflación,
A falta de impuesto o empréstito equivalente, los precios en base a su mecanismo, por el incremento de los gastos pú-
aumentan hasta absorber la desviación. ' Micos. En efecto, las empresas no pueden distribuir rentas
más allá de la plena ocupación, ya que, por definición, la
N o sólo este esquema no explica el sistema — ya volvere­
actividad está en su máximo. Los gastos improductivos son
mos sobre el particular— sino que es totalmente aberrante.
pues los responsables del “ mal” .
Esta teoría resulta contradictoria desde dos puntos de vista.
Ahora bien, la existencia de inflación se nota en períodos
En primer lugar, la renta es definida com o la suma de gas­ de disminución de la actividad económica cuando no se llega
tos de consumo y de inversiones (volveremos sobre el parti­ a la plena ocupación, com o ocurrió especialmente en los Es­
cular), y aumenta con una inversión constante. Puesto que tados Unidos en 1957-1958. Por otra parte, teniendo en cuen­
el consumo depende de la renta, su aumento no puede justi­ ta las informaciones de plena ocupación en los Estados Uni­
ficar el de ella. Hay por lo tanto contradicción entre el creci­ dos, tanto en lo que se refiere a la fuerza de trabajo com o a
miento de la renta y la constante de la inversión. En esta ma­ los bienes de equipo, se observa que a partir de 1950 la plena
nera de presentar las cosas, el gráfico expresa únicamente la ocupación ha sido rara.
imposibilidad de otra renta que no sea Req, si la inversión
es I. Los puntos de la curva (C + I ) que no sean Eq no 1950 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63
existen, especialmente el punto A . Para que no sea así, hay % de capa­
que considerar una inversión creciente a medida que aumenta cidad produc­
R . Pero a partir de allí ya no se pueden determinar los pun­ tiva ociosa 0 3 1 2 13 8 11 15 24 15 15 20 17 17
tos de intersección, o sea la renta de equilibrio. % de fuerza
de trabajo
En segundo lugar no está claro cóm o esta teoría puede ex­ desocupada 5 3 2,7 2,5 5 4,3 3,8 4,3 6,8 5,5 5,6 6,7 5,6 5,7
plicar el alza de los precios, ya que está construida en térmi­
nos reales y por lo tanto sin que aparezca el nivel de precios. Por otra parte, mientras Keynes proponía en 1940 un aho­
A falta de precios, el ajuste entre los flujos reales queda ase­ rro forzoso de los particulares, los autores defienden la idea
gurado por el movimiento de los stocks. Si el gasto es supe­ de una reducción de los gastos “ improductivos” del Estado.
rior a la producción disminuyen los stocks y viceversa. En­ Ello equivale a olvidar que tales gastos son necesarios para
tonces el desequilibrio es sólo temporario, puesto que puede los capitalistas. En esta forma el Estado asegura indirecta­
corregirse mediante un ajuste de los stocks hasta que es pro­ mente a las empresas la provisión de servicios qué reducen
duzca el de la producción. Aquí se encuentra un punto de sus costos (transportes), que facilitan la “paz social” (poli­
contacto con la ley de J. B. Say, que sostiene que el equilibrio : cía, ejército) o que disminuyen en términos monetarios el
durable es de plena ocupación. Sida subocupación es la res­ valor de la fuerza de trabajo (vivienda, salud pública, edu­
puesta al problema de la inflación, entonces la filosofía social cación). En cuanto a los gastos militares, permiten utilizar
de Keynes ha muerto, literalmente enterrada por sus segúi- las fuerzas productivas en una producción que no va a re-
!F!

72 Ernest Manclel y otros La inflación 73

caer necesariamente en el mercado. Aseguran, pues, un mer­ con la producción real de mercancías se determina el nivel
cado a las fuerzas productivas, pese a la ausencia creciente general de precios.
de ellos para las mercancías en el período de declinación No obstante, el multiplicador no puede explicar ni la in­
capitalista. La 'burguesía no puede renunciar a esos gastos flación corriente ni la rastrera.
sin aumentar sus costos, arriesgando finalmente su existen­ El principio del multiplicador es que el aumento de la
cia mucho más seguramente que por la inflación. renta monetaria es limitado si el gasto adicional se renueva
de período en período.
B ) Tales contradicciones están ausentes del esquema de A S _
inflación de Keynes, que no es otra cosa que el multiplica­ En efecto, el coeficiente k es igual a 1/ ———, es decir a
dor de plena ocupación. Pero no por ello explica la inflación. A R
El multiplicador es un proceso monetario pese a las de­
formaciones tradicionales de los manuales. Recordemos su
principio: un aumento de los gastos autónomos provoca un A C A C A S
aumento de la renta, de tal modo que: ya que T 1. Ahora bien, esta
A R A R A R
expresión es el límite de una progresión geométrica de razón
donde k es la inversa de la propensión a ahorrar.
A C
Keynes expresa estos valores en unidades de salario, que ------- = c
se supone constante. Algunos han querido ver en eso una A R
deflación de los valores monetarios en valores reales. Ello
cuya fórmula desarrollada es (I + c - f c2 + . . .c n). El
denota una confusión arbitraria entre nivel general de pre­
multiplicador es pues un proceso tal que A R = A D (I + c
cios y nivel de salarios. Tanto más cuanto Keynes en la
+ c2 . . . cB) .
“ Teoría general” admite explícitamente un alza de los pre­
cios absolutos provocada por la disminución de los rendi­ Ello queda aclarado en el siguiente cuadro:
mientos. Es evidente que las variables que actúan en el mul­
período .A D A C . ........................ a -.r ..........................
tiplicador son monetarias. Las variables expresadas en .uni­
dades de salario son iguales a la relación entre; su valor m o­
netario y el nivel de los salarios. Por lo tanto: 1 A D A D A D
2 A D c A D A D (I + c)
A Ss A S/s A S
3 A D c A D + c2 a D A D (I + c + c2
A Rs A R /s A R
La propensión marginal a ahorrar es una relación de va­
riables monetarias. D e allí que las otras variables ( A D ) y
n A D c A D + c2 A D (1 + c + c2 + . . . -r cn)
( A R ) sean monetarias. Confrontando la renta monetaria
+ cn A D

mtSfe
Ernest Mandel y otros La inflación 75

Se comprueba que en cada período una fracción del aumen­ monetarios ociosos, en una creación monetaria. Como corola­
to de la renta anterior es lanzada nuevamente a la economía rio, el proceso llega a su fin cuando cn A D = 0 , es decir
en forma de gastos de consumo y que (I — Q es retirada ]' cuando todo aumento de gastos, al enésimo período, es ate­
del circuito en forma de ahorro, por hipótesis atesorada. En .' sorado. El multiplicador se pone en marcha gracias a una
el enésimo período la suma de aumentos inducidos es igual nueva creación renovada de moneda, y se detiene cuando
ésta está completamente atesorada.
A D (1 -f- c -j- cJ -f- c3+ . . . - j- c n) Por lo tanto, el motor del multiplicador es el mercado de
Algunos (entre ellos Samuelson) creen poder demostrar los' ingresos en los que se manifiesta el deseo de atesoramien­
que basta con que el gasto sea efectuado una vez para que to. En el centro del proceso se encuentra, pues, el ateosra-
haya multiplicación. miento, o sea la diferencia entre el ahorro y el gasto autóno­
mo (S -D ). La creación monetaria implica que D es superior
período a S. Ello significa que las percepciones que deben recibir los
A D A C ' A R empresarios para cubrir sus costos de producción son supe­
1
riores a lo que esperan recibir. El proceso de multiplicación
A D O A D implica un aumento de los beneficios, es decir un período de
2 O c A D expansión. Aun partiendo de una situación de sub ocupación
c A D
3 0 ésta tiene que disminuir aumentando la producción. _____
— C2 a D —. e-2 A D
Ahora bien, la inflación rastrera tiene lugar en períodos de
receso, y por lo tanto de disminución de la producción (en
Estados Unidos en 1957-1958).
n O Este doble fracaso del análisis de Eeynes tiene que ver con
cn A D c” A D el método utilizado. Confrontando una demanda monetaria
de consumo e inversión a una oferta real de las mercancías
A tal efecto suman los aumentos de rentas registrados so­
bre el total de los períodos. Suma igual a A D (I -j_ c + correspondientes, sólo se puede tener com o conclusión una
c2 + . . . c n) . Pero tal suma no puede hacerse, ya que la variación de precios de reequilibrio. El precio de las mercan­
renta y sus aumentos son flujos que mueren en cada período cías varía hasta que se igualan la oferta y la demanda. Para
para renacer en el siguiente. La multiplicación de las rentas explicar un desequilibrio perpetuo de precios, acumulativo o
no, hay que tener en cuenta los componentes de los precios,
monetarias en plena ocupación está, pues, limitada por el ate­
es decir los salarios y los beneficios. Examinando el precio
soramiento. El alza de precios que resulta de ello está en sí
en su totalidad, sólo se puede estudiar el modo de ajuste de
misma limitada y no automantenida en forma acumulativa.
La inflación corriente no es explicada. las variables de las que él mismo es una variable de equilibrio.
Para establecer el equilibrio del precio es necesario tener en
Dada la naturaleza del motor del multiplicador, éste no
cuenta el ajuste de las variables que lo constituyen.
puede dar cuenta de la inflación rastrera. Es necesario enten­
der, en efecto, que al aumento del gasto autónomo implica Pero para hacer un estudio de los salarios y de la ganancia
■un desatesoramiento” , o sea un incremento de los ingresos es necesario determinar la regla de formación de los mismos,
76 Ernest Mandel y .o tr o s

es -decir la teoría del valor trabajo. Keynes rechaza el valor


utilidad al mismo tiempo que el modelo neoclásico. Pero no ‘
puede sin embargo adoptar explícitamente el valor trabajo.
Para la burguesía esta ley está “ muerta y enterrada” (Schum-
peter), y más vale no tener ley alguna que adoptarla. •
Igualmente grave es la hipótesis implícita en Keynes de que
que los mercados son de competencia perfecta y pura. G. r
Means cuenta que Keynes spbía “ que su teoría no tenía en
cuenta el comportamiento de los precios aplicados. . . Habla- •;
ba a menudo del carácter p oco realista de la hipótesis clásica
de los precios flexibles que él había formulado en la Teoría i
General” y qne retoma en How to pay jor the war. La auto­
ridad del ajuste, que es el proceso de multiplicación, supone
esa competencia. Ahora bien, la inversión es una acumulación
de capital que corre pareja con la tradición del capital. La
inversión que acciona al multiplicador conduce a la creación
de los monopolios.
Para salir de este callejón sin salida, la economía política
recurre al fenómeno de las anticipaciones. A l no poder expli­
car la dinámica acumulativa de los precios por la unión anta­
gónica entre índice de salarios e índice de beneficios, los eco­
nomistas burgueses tratan de establecerla entre los precios en
períodos diferentes.
Esa unión se origina en el hecho de que los individuos an­
ticipan los precios futuros 'basándose en su evolución pasada.
Si prevén un alza futura, tienden a precipitar sus compras de
bienes de consumo, de equipos e intermediarios para pagar
hoy lo que mañana será más caro. A l hacerlo, aumentan los
gastos en ese período. A l mismo tiempo los empresarios capi­
talistas atrasan sus ventas para vender a un precio más alto. j•
La creciente diferencia entre la oferta y demanda provoca el ■
alza de los precios en el mercado. Esta alza confirma las anti- 1 '
cipaciones de los individuos que acentúan su comportamiento
^ 0 T V T íV M n íf íl/M o rt A i=* rn m n fo c -\r rv rt rio - ■\Tí»T»iac
La inflación 77

•precios, com o la ocurrida en Alemania en la década de 1920,


hay que moderarlo para explicar las alzas actuales. Si no, el
modelo correría el riesgo muy común de no probar nada a
fuerza de pretender probar demasiado. El temperamento a
utilizar está dado por la consideración de los comportamien­
tos diferenciados de los grupos socio-profesionales. Se supone
que los empresarios realizan mayores anticipaciones que los
asalariados, en razón de su mejor información, su hábito de
decisión, etc, También son fundamentalmente los responsables
de la inflación.
La introducción de las anticipaciones en el modelo de la
demanda sólo Ja mejora en apariencia. La descripción es más
completa pero la explicación no es más consistente.
Por una parte hay que explicar la primera alza de precios
a ia que se refieren las anticipaciones. De lo contrario, la
causa sería el mismo cambio de las anticipaciones. Pero hay
que explicar esa inversión del sentido de las anticipaciones.
•Recurrir para ello a consideraciones sociopolítieas sobre la
confianza en el gobierno es únicamente una confesión de im­
potencia de la economía burguesa. La nariz de Cleopatra
vuelve a ser un factor histórico determinante.
El fracaso de la teoría de la demanda, recurriendo o no a
las anticipaciones, proviene de la misma problemática de los
autores que ignoran las leyes de la acumulación y la estruc­
tura social que de ella resulta. Los grupos socio-profesionales
que las anticipaciones introducen en el análisis no son clases
determinadas por su inserción en el proceso productivo. Si así
fueran, sería posible determinar su carácter de racionales.
Los economistas burgueses, al no poder admitir, las clases y
su antagonismo, se contentan con describir grupos formales,
punto de convergencia de la división profesional y de la jerar­
quía de las rentas. Tales grupos carecen de realidad. No pue­
den obedecer a leyes de comportamiento. El análisis se hunde
entonces en el empirismo psicosociológico para arrojar sobre
otras “ ciencias” la responsabilidad de su fracaso.
78 E m e sí M andel y oíros

La teoría de la demanda no puede explicar el alza acumu­


lativa de los precios ni la inflación rastrera. Ello se debe a
que Keynes ignora la ley del valor. En efecto, reemplaza el
valor trabajo por el valor monetario del trabajo, es decir por
el índice de salario nominal. Por tal causa no puede determi­
nar el índice de beneficio ni el de salarios que componen el
precio. Está obligado a determinarlo mediante la intersección
de la oferta global y de la demanda global. El alza de los
precios proviene de que los gastos monetarios pueden aumen­
tar mientras que la oferta real está dada. Por consiguiente,
toda alza de precios es al mismo tiempo global y limitada.
Hay que comprender que esa limitación de la teoría proviene
del método de razonamiento sobre flujos globales indepen­
dientemente de la determinación de las cantidades producidas
y de las rentas distribuidas durante el -mismo proceso. Keynes
no parte del proceso productivo en que se aúna el antagonis­
mo de clases. L o define en base a la moneda, es decir a la
esfera de circulación. Sobre esa base resulta evidente que
todo análisis de la esfera de la producción recae en la esfera
de la circulación. Esto resulta claro en lo que se refiere a la
inversión. Está determinada por la incitación a invertir que
deriva de los beneficios anticipados, es decir al estado del
mercado. N o hay acumulación de plusvalía en una esfera de
producción que determina la esfera de circulación realizando
en ella el valor producido. La producción está determinada
por el intercambio.
C ) Es curioso que los analistas del P.C.F.. (J. Kahn: Para
comprender las crisis monetarias, Editions Sociales, 1969)
retomen, para explicar la inflación, este conjunto de esque­
mas de la economía burguesa. L o hacen además sin una pre­
ocupación lógica, ni siquiera formal, pues mezclan sin escrú­
pulo alguno la teoría de la demanda y la de las anticipaciones
llamadas, para esta causa, especulaciones. Se trata para ellos
de demostrar que la inflación proviene del funcionamiento
del capitalismo m onopólico de Estado y que sólo puede des-
La inflación 79

aparecer dentro de la “ democracia avanzada” . Según la mejor


tradición, después viene el análisis de la infraestructura para
justificar la política adoptada. N o es pues de asombrarse que
este procedimiento no marxista desemboque en explicaciones
absolutamente burguesas.
La demostración es simple. La moneda es emitida por los
bancos comerciales y por el Banco Central para financiar los
monopolios mediante una emisión sin respaldo real. N o entra­
remos a discutir el hecho de que ello tiende a aumentar el
índice de ganancia. Observaremos solamente que únicamente
la economía vulgar ha podido imaginar una creación moneta­
ria que provoque el alza de los precios. Ahora bien, esto es
esencial en la tesis del P.O.F. Es menester que el Estado
cree la moneda y que de ello resulte un aumento de los
precios de los monopolios y por ende de su índice de ganan­
cias. Así queda en evidencia la vinculación del Estado con
los monopolios y se prueba la necesidad de que la democracia
avance.
Ahora bien, las empresas capitalistas aumentan sus precios
para lograr un índice de ganancias superior y los bancos co ­
merciales crean los medios de pago correspondientes al aumen­
to nominal de las transacciones. Por otra parte, dado que los
monopolios están concentrados, tienen relativamente menos
necesidad de moneda que el resto de la economía capitalista,
ya que una parte importante de sus transacciones se integran
en la empresa. El Estado de la burguesía cubre la operación,
salvo que ella ponga en peligro al capitalismo nacional frente
a sus rivales extranjeros. En tales casos se decreta una polí­
tica de austeridad tendiente a hacer soportar a la clase obre­
ra las expensas de la competencia externa (V er Documento
R ojo N ? 4 ). Además, si prestamos créditos a J. Kahn, los
aumentos de salarios nominales no desempeñan papel alguno
en el alza de los precios. Según él, son compatibles con la
estabilidad de los precios si baja el índice de ganancia. Ello
es evidente. ¿Pero hay que recordar que en el sistema capita­
80 Ernest Mandel y otros

lista la explotación rige las relaciones sociales y tiende a


aumentar al máximo el índice de ganancia? Además, para
nuestro autor, el alza de los salarios nominales puede aumen­
tar el índice de ganancia, creando una demanda suplementa­
ria en el mercado. Para poder satisfacerla, esta última implica
un aumento de la producción. La fórmula mágica de los re­
formistas es utilizada para justificar la famosa política del
poder adquisitivo, com o en Francia a partir de 1936 (L.
Blum) y 1956 (G . M ollet). Como en ambas experiencias, en
1968 la producción aumentó efectivamente. No porque “ el
éxito de las reivindicaciones sociales ejerciera un beneficioso
efecto de arrastre sobre la producción” (ídem, p. 71), sino en
razón del aumento de la productividad, es decir de la explo­
tación que los capitalistas ejercen sobre la clase obrera me­
diante el aumento del ritmo de trabajo. Kahn se siente satis­
fecho señalando que: “ los asalariados ( . . . ) condicionaban
un notable repunte del trabajo ( . . . ) , conferían a la econo­
mía un ritmo excepcionalmente veloz, y elevaban la produc­
ción a niveles sin precedentes” ( ídem., p. 68). Esta satisfac­
ción en ver a los explotados forjando su propia explotación
asombra a cualquier marxista consecuente. Pero ella se adap­
ta a la tradición de la conducción del P.C.F. que, después de
la Liberación, daba primacía a la reconstrucción del capita­
lismo francés sobre las reivindicaciones de la clase obrera,
agotada por cuatro años de ocupación. Esta concepción nada
tiene que ver con Marx, que escribía en Trabajo asalariado y.
capital que las reivindicaciones salariales no deben estar su­
jetas a las posibilidades de inversión, es decir al afianzamiento
del medio de explotación.
¿Cómo explicar la inflación en este mundo, sin contradic­
ciones? En base a julio de 1968 proviene de los mayores po­
seedores de capitales líquidos que “ especulaban contra la mo­
neda sin que el gobierno se opusiera seriamente a ello” (ídem,
p. 68). La demostración se confirma: El Estado, en manos
de los monopolios, encubre su “inmoralidad” .
La inflación 81

La broma termina en farsa. La moneda, c r e a ^ no sabe­


mos cómo, es inflacionaria porque carece de respaldo real.
Ahora bien, com o la producción física ha aumentado consi­
derablemente, no tendría que haber inflación. Sin embargo,
los monopolios, y únicamente ellos, han retirado parte de sus
reservas de tesorería para especular. La especulación ocupa
ahora el centro de la demostración. Pero ese término no sig­
nifica nada dentro del sistema capitalista. Especular es única­
mente manejar los títulos financieros y las entradas moneta­
rias en forma tal que puedan evitarse'las pérdidas y se aumen­
ten al máximo las ganancias. Tal comportamiento no es en
los valores de uso y ios valores de intercambio, especular es
absoluto privativo de los monopolios. Es común a todos los
capitalistas. En un sistema en que la moneda permite separas-
una mínima precaución. Introducir tanto la especulación como
las anticipaciones es sólo describir mejor la inflación, pero no
se la explica con ello.
Es evidente que la inflación escapa por completo a la com ­
prensión de J. Kahn. Pero habría que añadir también que el
funcionamiento del sistema capitalista escapa igualmente a
los sostenedores del capitalismo monopólico del Estado. De­
nunciar la vinculación objetiva entre el Estado y la burgue­
sía, especialmente la parte más dinámica de ésta o sea el
gran capital, no es un aporte al marxismo y de ello sólo se
puede sacar com o conclusión la necesidad de derrocar al Es­
tado burgués. Ahora bien, el P.D.F. se propone tomar al Es­
tado burgués para lograr un adelanto de la democracia, hacer
retroceder a los monopolios y suprimir los males a que ellos
inducen. Para que ello fuera correcto sería necesario:

— que los monopolios dependieran del Estado y no éste


de los monopolios;

— que los monopolios no fueran un momento del desarro­


llo capitalista.
82 Ernest Mandel y oíros

El primer punto implicaría una excesiva determinación po­


lítica, p oco compatible con el materialismo histórico que afir­
ma que la instancia determinante es la económica. Además
estaría en contradicción con la ley de concentración del capi­
tal, que resulta indispensable a los marxistas para explicar la
formación de la clase obrera y la tendencia a la baja del ín­
dice de beneficios. Según esta ley, la acumulación del capital,
determinada por la competencia intercapitalista para la ob­
tención de mercados, es realizada por la concentración del
capital. Es evidente que estando la acumulación animada por
la competencia no puede ser proporcional en todas las empre­
sas sin fracasar en su objetivo. Ella implica la desaparición
de ciertas empresas en beneficio de las más fuertes. De ello
resulta una modificación de las estructuras competitivas hacia
una creciente monopolización. Hay que destacar que esa m o­
nopolización determina nuevas formas de competencia y no
su desaparición com o lo suponen implícitamente los teóricos
del M.-C.E. Es, pues, evidente que no pueden suprimirse los
monopolios sin derrocar el sistema capitalista. L o que ocurre
por el derrocamiento del Estado y no por la toma del Estado,
com o lo demostró Lenin.
Los esfuerzos de la conducción del P.C.F. y de sus teóricos
más aptos para demostrar su mayor capacidad para dirigir
el sistema, ponen en ridículo a los monopolios. En lo que a
la inflación se refiere, la terapéutica propuesta es la siguiente:

— Nacionalizar los monopolios, lo que, al reducir el capi­


tal “ necesario” , evitará el derroche. Recordemos que el capital
es necesario para explotar a la clase obrera y observemos la
ilusión reformista de tal propuesta.

— Nacionalizar el crédito para evitar las creaciones mone­


tarias excesivas (una vez más la fábula de H um e), actuar so­
bre los depósitos de capital financiero y controlar los cam­
bios. Recordemos que la esfera de la circulación depende de
la esfera de la producción.
La inflación 83

— Reformar el régimen fiscal para obtener un equilibrio


“ justo” del presupuesto. Así se pondrá fin a los gastos impro­
ductivos, especialmente los de armamento, gracias a los cuales
el Estado pone a disposición de los monopolios la moneda
creada en exceso. Nueva incoherencia, ya que cualquiera sea
el valor de uso de las mercancías afectadas (material bélico,
por ejem plo), constituyen una garantía real de la moneda
creada por el Estado para comprarlas, mientras que lo infla­
cionario es precisamente la falta de garantía, según los soste­
nedores de esta tesis. Recordemos finalmente que los gastos
bélicos no son pretextos para permitir que los monopolios
aumenten sus ganancias sino gastos necesarios para abrir, en
el período de declinación del capitalismo, un mercado para
el crecimiento de las fuerzas productivas, es decir para evitar
que la contradicción entre el incremento de esas fuerzas y la
inmovilidad en las relaciones de producción obligue a elegir
entre “ socialismo o barbarie” . Tales gastos son indispensables
para que sobreviva el sistema capitalista.
Si Keynes no comprendió la ley del valor, los sostenedores
del M.C.E. no han asimilado la ley de la acumulación, ni tan
siquiera la existencia de un proceso de producción capitalista,
lo que les permite tratar a los monopolios como una excre­
cencia y a la moneda com o un simple intermediario en las
transacciones a la manera dé los neoclásicos. Para compren­
der mejor el sistema capitalista puede decirse que esos “ teóri­
cos” están más atrasados que Keynes- N o es de asombrarse
pues que se considere que el marxismo se ha quedado atrás
científicamente. Esperamos poder demostrar que no es con el
marxismo que eso ocurre sino con su deformación reformista.

Sección III: LOS COSTOS

Vamos a tratar sucesivamente:


1*?) de demostrar por qué desde hace unos quince años los
economistas burgueses se creen obligados a formular y a de-
S4 Ernest M ande! 3' otros

sarrollar una nueva teoría de la inflación, llamada teoría de


la inflación por los costos;
21?) de explicar esa teoría y sus implicancias políticas;
39) de criticarla.

I. ¿CUAL ES LA CAUSA DE UNA NUEVA TEORIA


DE LA INFLACION?

Algunos economistas burgueses han formulado una nueva


teoría de la inflación porque después de la segunda guerra
mundial se hallaban confrontados, en los países capitalistas
desarrollados, a un nuevo fenómeno al que se dio en llamar
inflación rastrera, por oposición a la inflación pura y simple.
Ellos estimaron que las dos grandes explicaciones burguesas
anteriores, de las que ya hemos hablado, no explicaban este
fenómeno, y a partir de allí formularon la teoría de la infla­
ción por los costos.
Veremos:
19) Cómo puede hablarse de la aparición de un fenómeno
nuevo desde hace unos veinte años;
29) Cóm o algunos economistas burgueses han tratado de
determinar este fenómeno por el alza de los costos salariales.

A ) La aparición de un nuevo fenómeno: la inflación rastrera.

a) De acuerdo con las apariencias más evidentes empezó a


hablarse de “ inflación rastrera” , en los Estados Unidos, a raíz
del alza de los precios que comenzó a incrementarse a partir
de 1952, y que se mostraba com o un alza de precios lenta,
“ rastrera” , por oposición a las muy fuertes alzas de precios
La inflación 85

del período de la inmediata posguerra o de 1950-1951 (gue­


rra de Corea).
La sensación más o menos confusa de que en realidad ha­
bía algo “hasta cierto punto inusual” fue creciendo, en Esta­
dos Unidos, al continuar el aumento de los precios durante
el período de recesión de 1957-1958, fenómeno que en un
principio resultó incomprensible. Este convencimiento, más o
menos confuso, de que estaban apareciendo fenómenos nue­
vos (alza de precios lenta que se continuaba en períodos de
recesión), que tomó cuerpo en primer lugar en los Estados
Unidos, se fue extendiendo a todos los países capitalistas
desarrollados 3.
A raíz del informe dé la O .N .ü. sobre la situación econó­
mica mundial en 1957 se generaliza por primera vez la expre­
sión de inflación rastrera en todos los países capitalistas de­
sarrollados. L o que preocupa a nuestros “ expertos burgueses”
es, como lo afirman por escrito, que después de la inflación
de la posguerra y de la inflación coreana, podía esperarse
que la inflación volviera a ser “ un fenómeno local limitado,
en su conjunto, a los países de larga y continua tradición infla­
cionaria” . Ahora bien, según ellos lo señalan, el alza de los
precios continuó a partir de 1953, aun cuando tuviera un ca­
rácter más modesto y no se hubiera extendido a la totalidad
de las mercancías.
A los ojos de los expertos burgueses, lo más inquietante
era que “ por primera vez no eran las fuerzas anormales de la
guerra (admiremos al pasar la expresión de «fuerzas anorma­
les») o la adaptación de la post-guerra, sino la expansión
económica lo que provocaba la inflación” .
Dicho en otras palabras, lo que preocupaba a los expertos
burgueses y lo que los sigue preocupando aún en nuestros1

1 Es evidente que el fenómeno ha sido discutido esencialmente en


ios países capitalistas desarrollados, puesto que los países subdesarro-
ílados dominados por el imperialismo experimentan más frecuente­
mente la inflación pura y simple y aun la “inflación galopante”.
86 Ernesí M a n a d y otros
La inflación 87

días es la existencia de un alza permanente de los precios, fe­


2 ) A l contrario de lo que ocurre con la inflación, la infla­
nómeno nuevo en la ¡historia del capitalismo.
ción rastrera se caracteriza por un alza de precios permanente
b ) Si queremos ahora ir más allá de las apariencias más a largo plazo.
evidentes pero sin llegar aún a lo esencial, diremos que el alza En otras palabras, se caracteriza por el hecho de que el
de los precios que caracteriza a la inflación rastrera .se dis­ precio de las mercaderías en el mercado sobrepasa en forma
tingue de dos maneras del que caracteriza a la inflación pura constante el precio de producción.
y simple: L a inflación rastrera es una tendencia hacia un largo pe­
ríodo de alza de los precios. En un período corto, o bien se
1) L a inflación rastrera se manifiesta en un alza de pre­ manifiesta esta tendencia, o bien se desata la inflación, com o
cios no generalizada y no acumulativa, mientras que la infla­ proceso acumulativo del alza de los precios. ¡Pero esto último
ción se caracteriza por un alza de precios general y acumu­ no es inevitable y, de todos modos, la inflación tendrá sólo
lativa. - un carácter temporario.
— En caso de inflación rastrera el alza de los precios no •Una vez “eliminada” la inflación, volverá a aparecer la ma­
es, pues, en la mayoría de los casos general. Algunos sectores nifestación a corto plazo de la tendencia a largo plazo de la
experimentan tensiones deflacionarias aun en el caso de que inflación rastrera, tendencia que, según veremos, está estre­
en conjunto las tensiones inflacionarias sean más numerosas chamente vinculada a las condiciones dentro de las cuales se
e importantes. . realiza actualmente la acumulación del capital en los países
capitalistas desarrollados.
Por otra parte el alza de los precios no es acumulativa, es
decir que no se mantiene por sí misma, o que no sigue incre­ — La consecuencia de estas características de la inflación
mentándose cuando desaparece la causa inicial. rastrera es que ella resulta compatible con el receso. En efec­
La inflación rastrera se caracteriza por la existencia de un to, el receso que experimentaron ios países capitalistas desa­
desequilibrio que no se agranda por sí mismo, que no dege­ rrollados a partir de 1945, se caracterizó por la ausencia de
nera en proceso acumulativo. excesos generalizados en la oferta, y por la ausencia de pro­
cesos acumulativos en la baja.
— En caso de inflación pura y simple, por el contrario,
com o ocurrió durante la ‘guerra de Corea, o com o en Francia
Com o por otra parte la inflación rastrera se caracteriza por
en 1956-1958, el alza de los precios es general; aumentan en
la ausencia de excesos generalizados de la demanda y por la
todos los sectores. El alza de los precios es sobre todo acu­
ausencia de procesos acumulativos en el alza, resulta evidente
mulativa. Este es un aspecto muy importante de la inflación,
que ambos fenómenos se ubican en una zona en la que pue­
por oposición al proceso de inflación rastrera. En caso de in­
den “ encontrarse” .
flación, el alza de los precios evoluciona por sí misma, por
En la práctica, si estudiamos los diversos recesos experi­
la fuerza adquirida, la demanda pierde elasticidad con res­
mentados por los países capitalistas desarrollados a partir de
pecto al precio, los períodos de gastos se reducen, la oferta
1945, nos damos cuenta de que, con pocas excepciones, la
de mercancías se torna rígida;
inflación rastrera ha seguido manifestándose. El receso expe-
88 Ernest Mandel y oíros La inflación 89

amentado desde hace algunos meses por los Estados Unidos (por ejemplo en los países capitalistas desarrollados durante
es un último ejemplo de ello. los años 1945-1948, o durante la guerra de Corea en 1950­
1951), la mayoría de los mismos economistas burgueses ad­
_ c ) Finalmente, si queremos realmente llegar a lo esencial mite que los asalariados no son los responsables del alza. Es
diremos que la inflación rastrera, permanente, es un fenóme­ cierto que les sería difícil sostener lo contrario, dado que en
no estrechamente vinculado a las condiciones en que se reali­ esos períodos se observa una ibaja de los salarios reales (los
za la acumulación en los países capitalistas desarrollados. En salarios nominales aumentan con menor rapidez que los pre­
otras palabras, está ligada a lo que podríamos llamar la acu­ cios).
mulación monopólica. Trataremos de demostrarlo.
Si, por el contrario, nos ubicamos dentro de períodos de
Los economistas burgueses, que se han mantenido a nivel
de las apariencias más evidentes, a pesar de todo compren­ inflación rastrera, cambia la actitud de esos mismos econo­
dieron en mayor o menor grado que la inflación rastrera y mistas burgueses.
su permanencia era un fenómeno nuevo. Por esa causa tra­ Si los precios aumentan — nos explican— es porque los
taron de determinarla. " costos salariales que deben soportar los capitalistas aumen­
tan. Si los costos salariales aumentan es porque — según nos
dicen— los índices de los salarios nominales aumentan más
B ) Intento ¿fe los economistas burgueses de determinar el rápidamente, que la productividad.1 “ Creo — explica G. Ha-
nuevo fenóm eno en base a los costos salaríales. berler, consejero económico de Nixon— que la causa pro­
funda de la inflación rastrera de nuestra época es que los sa­
En efecto, tal com o lo hemos visto, los economistas bur­
larios tienden a un alza mayor que el alza progresiva de la
gueses hacían tradicionalmente responsables de la inflación
productividad media” 2
al crecimiento de la masa de moneda o a la demanda excesi­
va. Algunos economistas burgueses, que en mayor o menor
— Los economistas burgueses sacan com o consecuencia de
grado ^comprenden que existe un fenómeno nuevo, van a
este análisis algo que no puede disgustar en absoluto a los
atribuirlo a “ otra variable” . La explicación de la inflación se
gobiernos burgueses, o sea que la inflación rastrera es “ la ma­
reduce,qmes, a una sustitución de variables: la “ inflación tra­
dicional” (entiéndase por ello inflación pura y simple) se de- nifestación de un excesivo poder de los trabajadores” 3, y que,
“ a menos que se tomen medidas para debilitar el poder de
?® ?a ía Am anda; la “ nueva inflación (entiéndase por ello
inflación rastrera) se debería al alza de los costos salariales.
1 Siendo la productividad la producción por hombre-hora, es de­
cir la relación:
II. D E SA R R O LLO DE L A T E O R IA D E L A INFLACION Producción
PO R LOS COSTOS SALARIALES *
cantidad de hombres empleados x número de horas trabajadas
2 G . Haberler: “Further comments on briefs comments on the
A ) Si nos ubicamos dentro de los períodos de inflación recession”, Review o f Economics and Síatistics, mayo 1959, p. 189.
pura y simple, con muy elevada alza acumulativa de precios 3 S. Slichter, Economic Growth in the United States, 1961, p. 187.
90 Ernest Mandel y otros La inflación 91

los sindicatos, seguirá planteándose el problema de la infla­ ses propondrán la instauración, de una política antiinflaciona­
ción, rastrera” 1. ria atacando a los trabajadores.
En definitiva, la existencia de sindicatos que ejercen una Más exactamente, para eliminar la inflación rastrera pro­
presión continua sobre las ganancias, por la obtención de al­ ponen el principio siguiente: a escala nacional, el alza de los
zas de salarios superiores a las de la productividad, desempe­ índices de salarios nominales por dora debe ser igual al alza
ña un papel decisivo en la existencia de la inflación rastrera, de la productividad media de toda la economía. A l lograrse
y explica en gran parte — según afirman— que el alza de esa condición se lograría terminar con la inflación rastrera.
los precios sea ininterrumpida, incluso en los períodos de re­ No hay nada de sorprendente en que ésta sea la doctrina
ceso. 2 oficial de todos los gobiernos occidentales desde hace varios
Agregan finalmente que “ los sindicatos obreros no' podrían años.1
forzar un alza de los precios si la política monetaria no fla­ Para lograr un alza de los salarios nominales igual o infe­
queará” . 3
rior al alza de la productividad se han propuesto, según los
De allí que pueda decirse que la economía necesita liqui­
países capitalistas, diferentes medios, todos los cuales se re­
dez suplementaria para financiar el alza de los costos y de los
ducen a medidas directamente represivas contra los trabaja­
precios. Si la política monetaria es amplia, porque no se de­
dores, o a medidas que tienden a “ integrar” la clase obrera:
sea detener el proceso de alza de los precios ante él temor de
provocar una desocupación masiva, esa política permitirá que
— Medidas directamente represivas: Se propone atacar di­
la inflación rastrera evolucione, pero sin ser directamente res­
rectamente los derechos de los sindicatos y de los trabajado­
ponsable de ello. Los verdaderos responsables son los traba­
res. Se afirma que el interés general requiere “ ¡que se impon­
jadores, y la política monetaria se adapta a los cambios de
gan restricciones mayores al poder monopólico de los traba­
los salarios. Es la idea que concebimos bajo un “ labour-
jadores!” . 2 El fin de la inflación rastrera será una consecuen­
standard” . 4
cia indirecta de ello. Se propone, pues, aplicar a los sindicatos
la ley antitrust (en los Estados Unidos), limitar el derecho de
B ) Puesto que la inflación rastrera es provocada por el
huelga, prohibiendo especialmente algunas formas de huelga
alza de los costos salariales, que a su vez es debida a la acción
o imponiendo preavisos, limitar los derechos de los sindica­
organizada de los trabajadores, nuestros economistas burgue­ tos, etc.
1 G . Haberler: “ Brief comments on the recession” , Review of Eco-
nomics and Statistics, mayo 1958. — Medidas tendientes a integrar la clase obrera: Se propo­
2 Por supuesto esta tesis es compartida por la parte patronal. Así ne entonces una política restrictiva de salarios, tratando de
por ejemplo Blough, presidente de la U .S. Steel, declaraba en 1957:
“A l aumentar todos los años los precios de costo bastante por enci­
1 V er, especialmente en los Estados Unidos, las declaraciones de
m a del aumento de la productividad los sindicatos provocan inevi­
Kennedy, Johnson y Nixon, en Gran Bretaña las declaraciones de los
tablemente la inflación” .
ministros de finanzas conservadores (S. Lloyd, R. Maudling) o labo­
3 G . Haberler: “Factores monetarios y estabilidad económica” ,
ristas (C allaghan), en Francia, la carta a los sindicatos de Debré en
Economía Appliqué, enero-junio 1958. 1959, el informe Massé sobre la política de rentas, etc.
4 J. R . H icks: “Economic foundations o f wage policy” , Economic 2 E. H . Chamberlínn, Economic Analysis of Labor Union Power,
journal, sept. 1955. 1958.
La inflación ro
92 Ernest Mandel y oíros

tan porque los beneficiarios de las ganancias reaccionan


obtener, en nombre del interés nacional, el acuerdo de los
I para mantener o aumentar su participación en el producido
sindicatos. En Francia, el intento de establecer contratos de
"i- global, cosa que pueden lograr precisamente gracias al alza
progreso es el último avatar de esta política.
| de los precios. . . . . .
— En conclusión, el esquema de que disponemos es, en í Tomemos un ejemplo muy simple. Para simplificar la de-
definitiva, muy simple, y especialmente fácil de compreuder • mostración eliminemos el empleo, suponiéndolo constante. Po~
para la burguesía. La inflación rastrera junto con su carácter , dremos entonces comparar indistintamente el aumento del
permanente obedece al hecho de que los trabajadores organi­ ‘
I producido global y el de la masa salarial, o el incremento de
zados “ empujan” constantemente los salarios más allá de los la productividad y de las remuneraciones llorarías h
progresos de la productividad. 'Por lo tanto, para eliminar la Consideremos por lo tanto un producido global de 1.000,
inflación rastrera hay que adoptar una política que vaya di r e o dividido en 800 de salarios y 200 de ganancia. Supongamos
tara ente contra la raíz del m al, pcMtica que de un modo o de | un aumento del 10% del producido, que pasa entonces a
otro estará en contra de los trabajadores. f 1.100 y supongamos también que los 100 de producido su­
plementario vayan a los asalariados cuyo salario aumenta
pues en 12,5% (de 800 a 9 0 0 ), permaneciendo invariable
III. C RITIC A DE L A TE O R IA DE LA. INFLACION í la ganancia (2 0 0 ) y el precio. Si en estas circunstancias
POR LOS COSTOS SALARIALES . | aumenta el precio, es porque los capitalistas reaccionar^ para
■I aumentar su ganancia y mantener (o aumentar) su participa­
— La crítica debe referirse a un punto esencial: el hecho | ción en el producido global. Dicho de otro modo, el índice
de que no se toma en cuenta el papel de los monopolios. Se i de aumento de los salarios nominales podría ser superior al
hace responsables de la inflación rastrera a los salarios, pero de la productividad, sin necesidad de un aumento de los^ pte-
nada se dice de las ganancias. Por otra parte, y com o crítica | cios si no aumentaran las ganancias. Una re-distribución de
secundaria, es falso afirmar que la inflación rastrera se deba f las rentas en beneficio de los asalariados podría ser una alter­
a los costos, excluyendo el papel que desempeña la demanda. | nativa al alza de los precios. 2
■'|'
. I
1 En efecto, tenemos:
A ) El papel que desempeñan las ganancias. \ — Producido global = Productividad x Empleo.
__ M asa salarial = Indice de salario hora x Empleo.
a) Los gobiernos y los economistas burgueses olvidan, al ' 2 Esta idea aparece también en un artículo de André Nicolai La
defender la .teoría de la inflación por los costos salariales, un inflación como regulación” (Revue Economique, n- 4 , 19.62, p.
elemento importante que destruye todos sus argumentos. Supongamos que: — W = renta de los asalariados = 50
__ p = renta de los capitalistas = 50
Admitamos que la acción de los trabajadores organizados __ Cw = demanda de los asalariados = 50
les permita, en un momento dado, obtener un alza de salarios — Cp = demanda de los capitalistas = 50
nominales superior al aumento de la productividad. , —R = producido global = 100

Nuestros brillantes economistas y distinguidos políticos se Supongamos también que el producido global permanece cons­
tante,que un alza inicial de salarios hace que W pase de 50 a 52
olvidan de decir que si en esas condiciones los precios aumen-
94 Ernest Mandel y otros La inflación 95

Esto nos recuerda lo que ya en el siglo X v m escribía el han aumentado sus precios de tal m odo que no sólo no ha
economista inglés A . Smith: “ Nuestros comerciantes y nues­ disminuido el porcentaje de ganancias en la renta nacional,
tros industriales se quejan mucho de los efectos nefastos de sino que ha aumentado.
los incrementos de salarios que hacen aumentar los precios, Sin entrar a hacer aquí una larga disertación sobre lo que
pero no dicen nada de los efectos nefastos del aumento de 1 se ha dado en llamar la pauperización relativa, y contentán­
las ganancias” . donos con situarnos únicamente a nivel económ ico,1 pode­
--J
Evidentemente se nos respondería que, en el sistema capi­ mos afirmar lo siguiente: si se parte de la hipótesis según la
talista, el porcentaje de ganancias no podría disminuir sin cual la fuerza de trabajo es vendida a su valor, es evidente
comprometer gravemente el proceso de acumulación del capi­ que con el aumento de la productividad del trabajo, que reduce
tal y, por lo tanto, la evolución de la producción. Eso es el valor de la fuerza de trabajo, disminuye el porcentaje de
cierto. Pero también nos demuestra muy simplemente que si la clase obrera dentro de la renta nacional. Este fenómeno
los capitalistas, al aumentar los salarios, aumentan también ya ha sido señalado cuando hablamos de la formación de la
sus precios para mantener o más frecuentemente para aumen­ plusvalía relativa. Este proceso, difícil de calcular en cifras,
tar sus ganancias, no lo hacen porque sean “ malos” sino por­ se revela pese a todo a través de un cierto número de estudios
que es una ley inevitable del sistema capitalista. Si los salarios estadísticos.
nominales aumentan, los capitalistas están obligados a recu­
perarse total o parcialmente mediante el alza de los precios. — En efecto, mientras que en materia de fortuna y pro­
En la práctica algunos estudios realizados por los propios piedad resulta claro que no hay dispersión sino centralización
economistas burgueses, especialmente estudiosos estadísticos, del capital, en materia de rentas, algunos pretenden que la
muestran muy claramente que, en realidad, los capitalistas política llamada de redistribución de las rentas (impuesto pro­
gresivo a los réditos, derechos de sucesión, beneficios socia­
y un alza igual en Cw que pasa también a 52. Pueden presentarse les, etc.), ha provocado una nivelación creciente de las rentas.
dos casos:
1- que los capitalistas no aumenten sus precios. Tendremos entonces: Estudios realizados en Francia, Gran Bretaña y los Esta­
W = Cw = 52 y por lo tanto P = Cp = 48 y Cw + C p = 100 = R, dos Unidos demuestran que no es así.
Se logra un equilibrio, sin alza de los precios, por simple trans­ Para Francia, citaremos el estudio de Alain Barreré. 2 Ana­
ferencia de la renta real, en beneficio de los asalariados.
liza la evolución del porcentaje de salarios en la renta na­
2° que los capitalistas. hagan repercutir sobre sus precios el alza de
los salarios. Tendremos entonces: cional distribuida. Compara a la renta nacional, la masa sala­
W = Cw = 52; P = Cp = 52 rial siguiente:
E l producido global corriente, R, pasa pues a 104. Se ha vuelto
a obtener el equilibrio por el alza de los precios, lo que permite
a los capitalistas mantener invariable el volumen de sus ganancias. 1 Señalemos que para apreciar, en la práctica, con cierta validez
Nicolai agrega que si . el razonamiento se hiciera en base a un el proceso de pauperización relativa, no hay que contentarse con si­
producido real creciente, llegaríamos a la misma conclusión: sólo ha- tuarse únicamente en .el plano económico, sino que también hay que
b n a alza de precios, según el alza de los salarios, en la medida en tener en cuenta el total de las instituciones que pesan sobre los tra­
que los capitalistas quisieran mantener (o aumentar) su participación bajadores en el sistema capitalista.
en el producido global. p 2 A . Barreré, Economie Financiére, t. II, D alloz, pp. 133-34.
á f e iíi;;-
i
96 Ernest Mandel y otros -K La inflación 91

Volumen de salarios directos ( = ganancias salariales por El segundo factor se muestra en la evolución de la impor­
hora x duración del trabajo x número de trabajadores ocupa­ tancia relativa de los sectores de producción. En efecto, esa
dos) + Volumen de salarios indirectos ( = suma de los di­ evolución puede ejercer una influencia decisiva en la evolu­
versos beneficios sociales) — (Retenciones fiscales + cuotas ción del porcentaje de asalariados. El porcentaje del trabajo
sociales). en la renta nacional es igual a la suma de los porcentajes del
Obtiene los siguientes resultados, en porcentaje de la renta trabajo en la producción de cada sector, ponderados de acuer­
nacional: do con la importancia relativa de esos sectores en la economía.
1938 : 54 % Por lo tanto, el porcentaje de los asalariados dentro de la
1951 : 55,2 % renta nacional puede muy bien aumentar sin que aumente su
1962 : 60,6 % porcentaje en ninguno de los sectores de la economía: basta
con que los sectores en los cuales ese porcentaje es impor­
Resulta pues — saca, como conclusión Barreré— que el
tante, adquieran una importancia relativamente mayor.
aumento ha sido escaso: el volumen de salarios disponibles
pasó del 5 4 % al 60,6% de la renta nacional, o sea que el — En definitiva, el estudio de Barreré y los datos que aca­
porcentaje de salarios aumentó en un 11 % . Sobre todo, aña­ bamos de aportar al mismo permiten llegar a la conclusión
de, este aumento debe ser atribuido en su totalidad al aumento de que en Francia no hubo aumento relativo de los salarios de
de dos de los com ponentes del volumen de salarios directos: los obreros y empleados con respecto a las ganancias. Hubo
la duración del trabajo y el número de trabajadores ocupa­ hasta una baja relativa, disfrazada por los cuatro factores de
dos, 1 y no al aumento relativo de los salarios de los trabaja­ que hem os hablado (aumento de la duración del trabajo,
dores con respecto a las ganancias. aumento del número de trabajadores, existencia de altos eje­
A esta conclusión habría que agregar, además, que otros cutivos y evolución de la importancia relativa de los sectores).
dos factores son igualmente susceptibles de provocar un
aumento del porcentaje de salarios, sin que haya, sin embar­ — La misma conclusión puede extraerse de algunos estu­
go, una mejora relativa en las condiciones de los obreros y dios realizados con respecto a otros países capitalistas desa­
empleados. rrollados.
El primer factor es que dentro de la categoría de asalaria­
dos se encuentran los altos ejecutivos, directores de empre­ En Gran Bretaña, por ejemplo, se hizo un estudio que llega
sa, etc., que nada tienen que ver con los obreros y empleados, i a la conclusión de que “el aspecto saliente de la redistribu­
y cuyos salarios han aumentado en medida mucho mayor que ción de la posguerra no es precisamente el hecho de quitar
los de los obreros y de los empleados.2 a las clases acomodadas para beneficiar a los trabajadores” .1
, Finalmente, en los Estados Unidos, la concentración de la
1 Entre 1958 y 1962, la duración del trabajo y el numero de traba­ ■
> renta sigue siendo tan fuerte como a principios de siglo. En
jadores ocupados aumentaron, en total, en un 3 3 % .
1910 el 5 0% de los matrimonios cobraban el 75% de la
2 H ay que agregar además que no sólo sus salarios han aumen­
tado mucho más sino que han aprovechado más que los obreros de 1 renta familiar total; en 1956, el 4 9% de los matrimonios co-
la política de las transferencias sociales. V er a este respecto el estu­
dio de Hubert Brochier: Finanzas públicas y redistribución de las 1 F . W eaver: “Taxation and redistribution in the United King-
rentas, París, 1950. dom” , Review of Economías and Statistics, agosto 1950.
98
•£/ íicst M andel y otros La inflación

nancias pueden provocar un cambio en la estructura de la


la renta familiar. i matrimonios ganaban el 17% de demanda, y ese mismo cambio puede ser a su vez origen de
un alza de los precios.
Esto nos lleva, por otra parte, a exponer la crítica secun­
salarios nominales Lp-"torra" al Ijj.jf d T ^ C" L 3*f3s de daria que puede hacerse a los teóricos de la inflación debida
a los costos salariales, y es que subestiman el papel de la
t e t ^ A Í S S S íí demanda.

m o d o t ^ q u e d poreMtaled POrqUe caPMstas «*ían <¡e


ble o aú n ^n m ií í 1 J de ganancias permanezca invaria-
bíc o aun, como lo hemos visto, de que aumente. B) El papel de la demanda

de l a ^ S i d a 3^ 1? Señalar qUC la resPonsabilidad esencial a) La demanda desempeña, en primer lugar, un papel que
podría calificarse de “perm isivo” . Más exactamente, para que
las mercancías puedan ser vendidas a precios cada vez más
altos, es menester que exista una demanda solvente suficien­
Si los trabaiad° :
reacción aP,a 3 *“ ’ * de 5" tem ente elevada.
La interdependencia del papel de los costos y de la deman­
da es esencial, en primer lugar, para comprender el carácter
c i ó n ^ I * n ? a n eaS™ ,ar 3 tíM o de < * « ™ - continuo de algunas tensiones inflacionaras. Es evidente que
total de las rentas nrw 3Un en 6 Caso de 9ue e- alza del un volumen de bienes constante sólo puede ser vendido a un
^ t ^ ¿ T Z r T ^ : \ z T ^ a,za de ia í>rodacti- precio más elevado si los gastos aumentan proporcionalmen­
te. Un ejemplo característico a este respecto es el del ramo
r á ^ S T r o n e ^ 1^ ,0’ -qUe la ^ “ «¡vidad « e n t e más del acero en los Estados Unidos, que ha desempeñado un
importante papel en la existencia de la inflación rastrera. En
efecto, aun los que han atribuido el origen de esta tensión
^ s ^ a S = 5, ’reií tota’
. 5a 111=
tíos nominales inferí™. i Fderlos sala-
1 alza = inflacionaria continua tanto a la presión sindical com o al de­
alza d ^ o w da f r ^ t n l * r^ *1 Prod“^ H a d y a nn seo de los monopolios de aumentar su margen de ganancias,
Sin embargo este ™ í ^ de Ia Productividad. insisten en la existencia de una demanda “permisiva” . Por
dría suscitar un alza de tos prectof En°efécto t í “ “ “* P°" otra parte y según se ha señalado, cuando en 1959 la deman­
del porcentaje de salarios y " , a u m e n t o Í í ^ n da perdió rigidez en razón de la competencia cada vez más
importante de otros productos (cemento armado, aluminio,
Ver el estudio de S. Kuzneís, citado en E MandpJ- r ,, plástico), los precios no aumentaron. A l no poder aumentar
ue marxiste,
nomía marxiste, tt. i T, Julliard,
t. iUío^ pp. 4, .Í £ 2 l 7 ív « ’ -Mandel.
, Traite d! eco­ sus precios, los empleadores se negaron, en la primavera de
A . H . Contad: en el mismo sentido:
Incomp<!” --------- P./*T_. o f vvages
W ages and
andSalair
Salaires in Manufacturing 1959, a aumentar los salarios, prefiriendo soportar una huel­
lncomes , Employment, Growth and Price Levels,
J.E.C., 1959, p. 153. ga de seis meses antes que disminuir su margen de ganancias.
wimmw
¡111» 101
La inflación
100 Ernest Mandel y otros

monopolios no aumentan siempre sus precios en la medi-


— De tal modo, a partir del momento en que la inflandii
rastrera se caracterizó no sólo por la existencia de tensiones
inflacionarias temporarias sino también por la de tensiones in­
■ f ® qUe podrían hacerlo a corto plazo. Por lo tamo, en el
ÍT e S ¿ quieren, pueden aumentar sus precios sin temor
flacionarias continuas, debe ser tenido en cuenta obligatoria­ 1 &omp disminuyan sus ventas ya que existe una demanda pa~
mente el papel que desempeña la demanda “ permisiva” , ite a S ’ q u T a 7 Sr i o permite. Por otra parte, el momento que
Y debe serlo también en la medida en que la inflación ras­ É s¿ en es frecuentemente aquél en que aumentan los sálanos
lo Sque les permite hacer creer que los trabajadores son los
trera no se baya visto acompañada por un aumento masivo
de la desocupación. En efecto, un alza de los precios sin una
demanda que la permita tiene que provocar un aumento im­ ^P u ede finalmente tratarse de una demanda “ pem nüva' fu-
portante de la desocupación, y por lo tanto le dará un carác­ twa, demanda anticipada o provocada por los mismos aumen­
ter temporario tanto al alza de los costos com o a la de los r tos de salarios y /o de las ganancias.
precios.
b ) La demanda también desempeña, por otra paite, un
— Señalemos finalmente que esta demanda “ permisiva” nanel que podría calificarse de (ím otor” . .
puede presentarse, por su parte, bajo diversos aspectos. Puede P La inflación rastrera se caracteriza también por la existen-
tratarse de una demanda “ permisiva” presente, lo que cons­ S o n e s inflacionarias cuyo origen se encuentra en el
tituye el caso más simple. Estamos en presencia de una de­ exceso de demanda.
manda no elástica con respecto a los precios. •Más exactamente, el com portam iento, tanto de los m ono-
Puede tratarse de una demanda “ permisiva” diferida, con­ J o s c o n T Z Estado burgués, es tal que la Am anda s i ­
secuencia ya sea del deseo de restringir la oferta por falta de len te de mercancía es a menudo más importante que la oferta.
utilización total de la capacidad de producción o por acumu­ Posteriormente explicaremos el comportamiento e os m
lación de stocks, o ya sea del deseo de no aumentar los pre­ nonolios y del Estado. Señalemos simplemente que uun a una
cios en la medida necesaria para eliminar a corto plazo el de las oremisas de la venta de mercancías a sn valor, el eqm-
exceso de demanda. J tó y la demanda, y que crea condicrones favo-
En este último caso, si frente a un importante exceso de rabies para un alza permanente de los precios.
demanda algunas firmas decidieran aumentar por una parte En definitiva, de acuerdo con las críticas que hemos formu­
sus.precios y, por otra parte, dilatar los plazos de entrega, lado a la teoría de la inflación por los costos salai.ia^ ;
existiría un saldo de demanda a satisfacer. J. K. Galbraith, ya que la inflación rastrera tiene que ver con el proceso de
por ejemplo,1*ha señalado que en los sectores dominados por
acumulación:
monopolios, el exceso de demanda no conducía a un alza in­
mediata y proporcional de los precios sino a un alza de los — Hemos hablado del papel que ^ e m p e m n las gman-
precios por una parte, y por la otra a una escasez de mercan­ rías- ñero éstas están directamente vinculadas a la acumula­
cía. A l llevar al máximo su margen de ganancia a largo plazo ción del capital Los capitalistas acumulan con el fin de obte-
r » n S í 'de ganancia m íxim o, y P - a ^ r acumulan­
1 Ver J. K . Galbraith: “Market structure and stabilization policy
Review o f Economics and Statistics, mayo 1957.
do necesitan el mayor volumen de ganancias posible.
102 E m est M andel y otros

— H em os hablado también del papel que desempeña la


manda: pero ésta está igualmente vinculada a la acumulad
del capital. La existencia de mercados suficientes es una d
las condiciones para que el proceso de acumulación se sig
realizando.

Por lo tanto, la inflación rastrera está vinculada a la acu


mulación del capital. Más exactamente, tiene que ver con lá
form a que adquiere la tendencia a acumular en el capitalismo
contem poráneo.
Si estamos viviendo en la “ era” de la inflación rastrera es
porque la tendencia a acumular, característica — com o lo he­
mos visto— del m odo de producción capitalista, adquiere en
nuestros días formas específicas. La inflación rastrera está
vinculada a lo que podría llamarse la acumulación mono-
pólica.
-i i .

U;;;'í

¡j
¡i
— Como liemos visto, la inflación rastrera se manifiesta en
el hecho de que los precios de las mercancías son constante­
mente superiores a su valor y de que se produce un alza de
esos precios, no generalizada, no acumulativa y permanente.
En sí misma no es más que la expresión financiera de las
nuevas formas que adquieren tanto la tendencia a acumular
com o las contradicciones en el proceso acumulativo, dentro
del capitalismo contemporáneo.
Es por eso que si queremos explicar la inflación rastrera y
su vigencia hay que demostrar cóm o ella está ligada a la ac­
ción conjunta de los m onopolios y del Estado burgués.
En el primer artículo hemos explicado cóm o la formación
y la acción de los monopolios por un lado y las formas espe­
cíficas que toman las intervenciones económicas del Estado
por el otro, eran dos elementos esenciales para intentar defi­
nir la forma que el m odo de producción capitalista adquiere
en nuestros días en los países capitalistas desarrollados y para
explicar asimismo la nueva evolución, en esos países, de las
fuerzas de producción después del período de estancamiento
entre las dos guerras.1

1 Admitir que existe una evolución de las fuerzas de producción


no significa cuestionar el carácter parasitario del imperialismo, la
crisis general del capitalismo y el estado de madurez de las condi­
ciones objetivas para la revolución socialista.
En 1921, Trotsky admitía la posibilidad de que, después de un
largo período de estancamiento, las fuerzas productivas se desarro-
107
La inflación
106 Ernest Mandel y otros

Aunque no constituya un carácter específico de la forma! .■ Esta lucha de p Z )


contemporánea del capitalismo en Europa Occidental y en los'!
Estados Unidos, la evolución no es, sin embargo, una simple; ¡ £ £ % ^
repetición del pasado. lr rastrera y la inflación común.
Podemos preguntamos entonces si, a nivel financiero, la. ;
manifestación de elementos cualitativamente nuevos en el pro­
ceso de acumulación que experimentan los países capitalistas 1: I N F L A C I O N R A S T R E R A
Sección
desarrollados, no es precisamente la existencia de inflación
rastrera.
En otras palabras, dos de los elementos esenciales que ca­ X. ACCIO N D E LOS MONOPOLIOS
racterizan al proceso de acumulación, tal com o éste se desa­
rrolla en esos países, la acción de los monopolios y las inter­ Como hemos visto, los monopolios J ¿ ste entre
venciones económicas del Estado, serían los verdaderos “ res­ tendencia a acumular, ni ta^ P ^ esa tendencia, aun si la
ponsables” de la inflación rastrera. Por otra parte, tendre­ la competencia entre capitalista y “ acumulación mo-
mos que determinar qué lugar ocupan, en este proceso, las competencia adquiere formas « n e v a ^ E ncia
luchas de los trabajadores que reaccionan contra los ataques nopólica” está vinculada, fos monopolios,
de los monopolios estatales. al índice com o al volumen) y 1 a o a m ¿1
en d proceso de ^ “ “ e f e n u m entienda a un alza
volumen de ganancia, se traducen u
liaran nuevamente: “Si admitimos — y admitámoslo por un momen­ relativamente continua de los p directa de los m o-
to— que la clase obrera no se levanta en lucha revolucionaria sino
Habiendo señalado esta desempeñar
que permite a la burguesía gobernar los destinos del mundo por un
largo período de muchos años, digamos dos o tres décadas, entonces p o l i o s veremos en la política
se establecerá, sin duda, un nuevo tipo de equilibrio. Europa será las reacciones de los u_ah^ , s momento, que esas
impulsada violentamente hacia atrás ( . . . ) . Los Estados Unidos se de los monopolios, a d u n d e n ’ P -Qnes -burocráticas, den-
m verán obligados a orientarse nuevamente en el mercado mundial, a
modificar su industria, y a soportar restricciones durante un período
luchas sean alimentadas por 1 “ equilibrios nacionales” ,
liiji tro de los límites del respeto de los equn
ijilj bastante considerable. Posteriormente, luego que se establezca una
nueva división mundial del trabajo, durante un martirio de 15, 20
ó 25 años, tal vez podría sobrevenir unanueva época de empuje capi­
talista”. (Inform e sobre la crisis económica mundial y las nuevas ta­ Responsabilidad directa de los m onopolios
reas de la Internacional comunista, III Congreso de la I .C .).
á! una par­
Agreguemos por nuestra parte: 1°) Que no se trataba evidente­
Ü a un alza
mente de un “ automatismo económico” cualquiera, sino del resultado
de las derrotas sufridas por el proletariado internacional en la lucha te, los m onopolios ejercen Qtra se imponen a veces
de clases. .
perm anente de los precios y, p to de precios. N o siem-
2 ?) Que ese nuevo impulso de que habla Trotsky no cambia en
ellos mismos limitaciones a e , tanto com o el estado
nada la crisis general del capitalismo y ha suscitado a su vez nuevas
pre aumentan sus precios, a corto plazo, x .
y graves contradicciones en el funcionamiento del sistema.

i3 ÍL
Ernest Mandel y otros
La inflación 109

del mercado se lo nermítírío Q


como Jo veremos, p £ q w T * y *»l jjjenos del 7 0 % . Ahora bien, en el primer grupo el margen
su índice de ganancia al máximo ÍS ! £, t i , " g0 p,a2°. ' ¿e ganancia es aproximadamente dos veces más alto que en
acción favorable a nn alza S v a m S t o ?™ 1 M segundo grupo.1
■ Los monopolios no sólo pueden apoderarse de las ganan­
cias adicionales sino que pueden ejercer una presión continua
cífica de la existencia de la inflación S strerT °P° 1Í0S 68 CSpe' ■£
sobre el alza de los precios. Algunos lo niegan, com o Haber­
■ ' i’
le!, que afirma: “ Es cierto que la introducción de monopo­
lios (■ - •) provoca el alza de los precios, pero su existencia
A ) A cción de los m onopolios en favor de un aba n* • l
de los precios. 1 ae Un at<M Pern'lme¡Ue } no ejerce una presión continua sobre los mismos” . 2
I' 1 Tal punto de vista es falso por varias razones. En primer
lugar un alza de la ganancia, provocada por la aparición de
Los monopolios actúan permanentemente a tres niveles:
un monopolio puede, si hay ima reacción de los trabajadores,
producir un aumento salarial que, a su vez, podrá suscitar un
to r S K ! d d aatí* íent0 de tensiones inflacionarias sec-
nuevo aumento de la ganancia, ec. Las ganancias tendrán en­
tonces un impulso continuo.
En segundo lugar los monopolios muy bien pueden desear
de tenSÍ° neS M a d ™ * * * el aumento de sus ganancias adicionales y, dentro de ciertos
límites, pueden hacerlo. ¡Citemos com o ejemplo que la forma­
cio n a r ia ! h “ “ 0 la aas» ™ de tensiones defla- ción en 1901 de la U.S. Steel provocó una fuerte alza de los
precios del acero (20 a 3 0% en promedio) y que sin embar­
go no se detuvo allí la acción de la U.S. Steel. Es bien sabido,
r u l L ° S m0n0polios tensiones inflacionarias s e c o -
en efecto, el papel importante que tuvo el alza de los precios
del acero, ligada a su vez al alza de los márgenes de ganan­
pueden Z n ^ ^ Z F ^ i í 8” ’ >°s monopolios cia, en la inflación rastrera norteamericana en el período de
un nivel saperias T T Z T Z Z o Z <■ 1947 a 1960. 3
causa apoderarse de las y por tal En forma más general, se observa también que en conjunto,
se comprueba, por otra p a rí? od/ Í f S' E n j a Práctica a partir de 1950, los precios de los sectores más monopoliza­
íí i dos por los monopolios son aauéllnc: Secíores mas domina- dos han aumentado más que los precios de los demás sectores.
JíSÉ ganancias es más alto Es así n S ! qUe el margen de •
|!|!íl||¡
(fe J- Bain ha clasificado a las i n d n s t r i í ^ f Un eÍ&mplo> c® m ■ 1 En igual sentido, D . Schwartzman: “The Effect o f Monopoly on
g ru p os:1 uno en el in„ ^ 5 norteamericanas en dos Pnce” . Journal of Political Economy, agosto 1959, y para los países
europeos'- “ Los salarios y la movilidad del trabajo” , O .C .D .E ., julio
zan más del 70% de laZ n ^ Z - - “ Jnas ““P^mfes reali- 1965.
/c de la producción y el otro en que realizan
2 V er G . Haberler: “Creeping Inflation” , Problems of U. E. Eco-
iMí nomic Development, mayo 1958.
Quarlerly Journal of E co n o m icf^ lsZ ^ í0 mdl,aíry concentraron”, 3 V er especialmente: L . Reynolds: “W age Push and A ll That” ,
American Economic Review, mayo 1960.
111
La inflación
no Ernest Mandel y oíros

adicionados alas se debió al alza de esos


En los Estados Unidos, por ejemplo, de 1953 a 1962, los
un 50%. Buena Parte d° mercados monopóhcos
precios mayorisas de las mercancías provenientes de los sec­ costos provocada por la. & * * * £ _ ,.deciaieron amentar sus
tores fuertemente monopolizados (combustibles, metales, má­ Los industriales — ana ® ^ ó n , administración, publicidad,
quinas) aumentaron mucho más que los de las mercaderías
gastos de embalaje, d P aumentar sus precios” .
provenientes de sectores p oco o nada monopolizados (pro­
antes que bajar o que * a mantener elevada la de­
ducción de granjas, textiles).1 La diferencia no proviene evi­ Tales gastos tienden _igu ^ espeCiaimente por el
dentemente de los cambios sufridos por el valor de la mer­
manda de consumo f nvaf f . ^ á los monopolios crean y ab­
cancía, puesto que si ocurren esos cambios se refieren más om ino indirecto de la p n b h c además esas
al primer grupo de mercancías, en el que la técnica ha pro­ mentan nuevas necesidades i ctQS que permiten la mas
gresado más rápidamente. necesidades se orientan a Pdesarrollo SBcesivo de ciertos
Hay que señalar, por otra parte, que los m onopolios pro­ alta rentabilidad, se asís pegan a un grado de sato-
vocan, por su mismo carácter m onopólico, alzas de costos y productos o modelos, a me a p6imanente separaciou
de demanda específica. ración relativa, lo que provoca un ^ ^ ^ ^ es a
En efecto, es de hacer notar, en primer lugar, que la com­
petencia en los mercados monopolices provoca cierta canti­ ^ " e x t e n s i o n e s inflacionarias permanentes.
dad de gastos que, al mismo tiempo que aumentan, los costos,
tienden a mantener, dentro de un nivel elevado, la demanda — E l proceso de la
de consumo privado. eos provoca, por otra parte'otíos t i ahora a mantener
Es sabido que, en esos mercados, rara vez la competencia m o tiempo que aumentan ¿ e ¡nversiones privadas,
se hace por los precios y exige, entre otras cosas, una diferen­ dentro de un nivel elev competencia en cuanto a pto-
ciación de las mercancías..
Se ha visto, en í f <»■ íj“ “ S S a menudo a los mo-
Esa misma diferenciación provoca costos de embalaje, de ductos nuevos o drferencmdos <>b y equipos mucho antes de
administración, de estudios de mercado y sobre todo de publi­ nopolios a desedhat sus «aquna por consi­
cidad, que pueden llegar a ser sumamente importantes. R. gue éstos estuvieran ¡ó n más frecuentes,
Mack observa así que en los Estados Unidos, 2* de 1947 a guíente, a efectuar e hablado a este tespecm
1957, los costos salariales de los trabajadores productivos en Los economistas burgueses n «de mversiones
la industria aumentaron en un 1 7 % , mientras que los demás — como hemos visto en el pnm “esta obligado
costos (a excepción del alza del costo de la materia prima), obligadas” . Según f 1 l “ to o S P. ... por la presión que
a decidirse a instalar nuevos ^¿bre el -mercado. :. . y con el
1 V er E. V arga: “Ensayo sobre la economía política del capita­ los otros productores t y a e m do „ de sobre­
lismo” , Ed. M oscú, p. 222. Igualmente ver G . M eans: “ Pricing Power fin de aumentar su participación en
and the Public Interest” , 1962. Según Means, entre 1953 y 1962 los
precios de los productos de los grupos fuertemente concentrados con­ vivir” . 1
tribuyeron en un 8 5 % al alza general del nivel de los precios. , 1o decisión de inversión” , Econ. appl■
2 V er R . M ack : “Inflation and Quasi-Elective Changes in Costs” , “Nota acerca de la decisio
i J. Ford'-
Revieyv o f Économics and Staíistics, agosto 1959. También ver A m e­ N 9 1, 1963.
rican Economic Review¡ mayo 1960.
112
Em est Mandel y otros
La inflación 113

que írabajakn0eneu ^ 7 ¿ 8 o r UdaS mdusín.as norteamericanas a un mecanismo que, a partir de la política de precios de los
decidieron a n rp to ” a capacidad 1 ^ “ * monopolios, suscita un alza en el nivel general de precios.
guíente con el objeto no sólo de a P eI 3110 si“ Para analizar este mecanismo hay que estudiar tres casos.
mayor, sino principalmente para p ro d u c ^ a m ^ demanda En el primer artículo nos hemos referido ya a los dos prime­
Esos gastos son por suon p<un iP ° . C11 a un Precio menor, i ros. Sólo los recordaremos al pasar.
* fa ¿ > T d T T T ’Í ° f ? “ '' T ° de un aumento
feación , cargas f t a a T T f p t I Z Z ’ “ T % W lm - le r caso: Un mercado de bienes de producción o de bienes
de consumo está abastecido al mismo tiempo por un m onopo­
lio y por pequeñas empresas no monopólicas.
Si existe esa estructura es porque le conviene ai monopolio
permitiéndole sobre todo una transferencia de valor en su
provecho.
Pero la misma transferencia es una amenaza para las pe­
b) L o s m onopolios facilitan ¡a transmisión j „f , . ,
pracwa « de la economi¡¡ alza de los queñas empresas y, por lo tanto, para la estructura que se
considera conveniente para el monopolio.
En tales condiciones el monopolio suscitará un aumento del
s a s l n e ^ T Z i ^ - ^ V 01 “ » * < * ■ venden precio de venta en todo el sector, lo que tendrá com o efecto
no sólo un aumento de su ganancia adicional, sino la preser­
vación del margen de ganancia de las pequeñas empresas no
drían q“ f c sS n° “ p l i c a s ten- monopólicas.
inferiores. Pero en la práctica p.cn prCC10S Pr°porcionalmente Numerosos estudios han detallado este fenómeno y esta
sumamente importante^dp ffn S°- n° ocurre- Si él volumen uniformidad en el alza de los precios.1
de monop°lio
presas no monopólicas éstas v f u i dc las Pequeñas em - 2? caso: Un mercado de bienes de consumo está dominado
eompleto. Si aT sa r de’ la 1 t yf- hí nan desaparecido por por un monopolio, que compra algunos productos interme­
todavía pequeñas f r e s a s no ^ ^ ^ 0 e“ dios a pequeñas empresas no monopólicas, especializadas y
mecanizadas.
m
11,t
En estas condiciones el monopolio va a:
19) Imponer su precio de compra a las pequeñas empresas
'¡¡i ! ^ n ^ G rom lT a n ^ P a Z StateS”’ en EmP^y- y provocar, por consiguiente, una transferencia de valor en
Ver en igual sentido: J. T D unlon-'nÍ ® ? on° m 1c Gommittee, 1959.
Proposals» en Wages, P r i c e s P ^ s í f ^ Problems» Cholees and su provecho.
Problemas de la adhesión sindica] a P™*ttctWUy; y F . Sellier:
a congreso de economistas de habla fr a n ^ s a ^ n Inf° rme 1 Ver especialmente: Blair, “Administered Pnces: a Phenomenon
in Search o f Theory” , American Economic Revierv, mayo 1959.
114 Eniest Mandel y otros
La inflación 115

2 ° ) Imponer su precio de venta a los consumidores. Más


l§fiando la productividad aumenta, o cuando disminuyen los
exactamente, va a aumentar su precio de venta, y utilizará
costos salariales unitarios.
ese aumento en parte para aumentar su ganancia adicional
en detrimento de los trabajadores, más de lo que se lo hubiera 1^) En primer lugar, com o hemos visto, la existencia de
permitido la simple transferencia de .valor, y en parte para los monopolios provoca el abultamienío de algunos costos:
aumentar el precio de compra de los productos intermedios
-t costos de amortización y compra de máquinas nuevas, parti­
preservando así, si lo cree conveniente, el porcentaje de ga­ cularmente elevados, costos de publicidad, de administración,
nancia de las pequeñas empresas. ' ¿e marketing, etc. •
Habrá, pues, en definitiva, un alza del nivel general de Los monopolios prefieren entonces, en caso de aumento
precios. de la productividad, no bajar sus precios y destinar parte de
ese aumento a comprar máquinas nuevas, a aumentar sus
3er caso: Un mercado de bienes de producción está domi­ gastos de publicidad, etc., siendo el objetivo general el de
nado por un monopolio. Es sabido que en el sector de los mejorar la posición de la firma en el mercado.
bienes de producción es donde se encuentran los monopolios
más poderosos. 29) Otra segunda razón, vinculada con la primera, obedece
Las pequeñas empresas no monopólicas que compran en­ a consideraciones de seguridad a largo plazo.
tonces a los monopolios las máquinas y materias primas que En efecto, el m onopolio puede preferir no bajar sus precios
necesitan tratarán, al aumentar sus precios, de hacer recaer dejando que su porcentaje de ganancias aumente para procu­
en los consumidores los aumentos de costos que los precios rarse un mayor margen de seguridad, para el caso de que se
de los monopolios les provocan. Por lo tanto, también en este viera obligado más adelante a bajar sus precios para luchar,
caso habrá un alza del nivel general de precios. por ejemplo, contra la política agresiva de un rival.
^ De este modo, gracias a su política tendiente a aumentar su
39) El tercer argumento se refiere a la diferencia que exis­
índice de ganancia, los monopolios facilitan a menudo la ex­
te entre el momento en que el precio cambia y el momento
tensión de las alzas de precios a todos los sectores y a todas
las empresas, provocando así el alza del nivel general de en que los efectos del cambio se harán sentir sobre la cifra
precios. de ventas. .
En efecto, un cambio de precios ejerce cierta acción sobre
las ganancias del monopolio, acción que será la resultante de
c ) L os m onopolios son en parte responsables de la rigidez dos fuerzas que actúan, por lo general, en sentido contrario:
en la baja de los precios. un cambio en las ganancias unitarias y un cambio en el volu­
men de ventas. Por ejemplo, una baja de precios debe provo­
Los monopolios se muestran reacios a bajar los precios,
car normalmente una baja de las ganancias unitarias y un
hecho que se manifiesta tanto frente a una productividad en
aumento del volumen de ventas. Pero los cambios en las ga­
aumento com o frente á una demanda decreciente.
nancias unitarias son más seguros y más inmediatos que los
Pueden distinguirse cuatro grandes razones por las cua­ cambios en el volumen de ventas, que tienen lugar más tarde
les los monopolios no tienden a bajar sus precios, ni siquiera y que son más difíciles de prever, a falta de un conocimiento
exacto de la elasticidad de la demanda.
116 Emest Mandel y otros
La inflación 117

Se han hecho encuestas que han demostrado que más qUl En forma más general, los “ expertos’; de la Q.C.D.E. ad­
cualquier otio productor, los monopolios consideran que 1¡ mitían, en julio de 1964, que en todos los países occidentales,
demanda es muy poco elástica. Más aún, que la baja de lo' entre los productores de los sectores “ protegidos” (es decir
precios puede provocar una disminución de la demanda ¿ dominados por m onopolios) repercutían muy poco o nada las
provoca especulaciones con la baja o si se la interpreta corno bajas de los costos.1
una pérdida de calidad. Es evidente entonces que si la bu|t
Por lo tanto, la influencia deflacionaria del progreso técni­
de precios provoca una disminución segura e inmediata dv. co sobre el valor no se manifiesta en una baja de los precios.
las ganancias unitarias y que, por otra parte, existen dudas 'r En los sectores en los que más aumenta la productividad, los
en cuanto al aumento del volumen de ventas que podría pro­ monopolios prefieren aumentar sus ganancias antes que bajar
vocar, el monopolio preferirá renunciar a bajar sus precios. sus precios.
4<?) Una cuarta razón explicativa del hecho de que los mo­ Los monopolios son también reacios a bajar sus precios,
en el caso de demanda decreciente.
nopolios se muestren reacios a bajar los precios, es la exis­
tencia de convenios. Es sabido, en efecto, que en los merca­ Hasta se observa que en tales casos se preocupan más que
dos monopólicos existen, muy a menudo, convenios expresos nunca por mantener sus precios. Se ha observado, a este res­
o tácitos. Entonces, las firmas cuya productividad ha aumen­ pecto, que los convenios entre las firmas se multiplican, siem­
tado en mayor grado tratan de no bajar sus precios para no pre que la disminución de la demanda no sea demasiado im­
portante. 2 que es com o se presenta en general este caso en
perjudicar a las empresas marginales y, al mismo tiempo,
nuestros días.
mantener o aumentar sus propias ganancias adicionales. ’
• Más aún, se observa a menudo que, durante los períodos
En general, todos estos argumentos teóricos se concretan,
de receso, los precios de las industrias monopólicas no sólo
en la práctica, en la ausencia, tantas veces observada, de ba­
no bajan sino que tienen tendencia a aumentar. Este fenó­
jas de precios en los sectores dominados por los monopolios, meno puede ser perfectamente ejemplificado con el compor­
luego de un aumento de la productiivdad o una disminución }
tamiento de las industrias del acero y del automóvil en los
de los costos.
Estados Unidos. En la industria del acero, a pesar de una baja
Wolozin, por ejemplo, al establecer la relación entre el
aumento de la productividad y los cambios de precios m ujo : 1 Ver “ Por una política de precios, ganancias y otras rentas no
ristas, en diecinueve industrias norteamericanas dominada* salariales” , París, julio de 1964.
por monopolios, en los años 1947-1957, llega a la conclusió. 2 Ver a título de ejemplo el estudio realizado en Gran Bretaña:
“Council on Prices, Productivity and Incomes” , Londres, feb. 1958.
de que el alza de la productividad rara vez ha llevado a una -
Los autores del informe afirman: “Pareciera que en un período de
baja de los precios y que, a lo sumo, lo que pudo conseguirse demanda moderada, los convenios para mantener los precios o para
fue disminuir el ritmo de los aumentos.1 proteger a las empresas marginales tienen más influencia que en los
períodos de gran demanda en que este problema no se plantea, o en
m los de escasa demanda en que los acuerdos pueden verse comprome­
1 W olozin: “Inflation and the Price Mechanism”, tidos por una fuerte competencia” .
Journal o f Poli Ver, en el mismo sentido: Rothschild, “Price theory and oligo-
tic al Economy, oct. 1959.
poly” , Economía Journal, 1947.
119
La inflación
Ernest Mandel y otros

s e trata d e u n c a m b io en la
de producción provocada por una disminución de la demanda
en 1949, 1953-54 y 1958, los precios siguieron aumentando, i ¿ales, Provoca^ °e Pe° r ¿ p C n o está directamente vinculado
Del mismo m odo, en la industria del automóvil, en 1957-58, en firmas en 5 ue el, e® P ducción: personal de oficinas de
la demanda de coches nuevos disminuye en un 2 0 % y los = con las variacione _^ Tlcicólo{ros V “ consejeros de trabajo ,
estudio e investigación, psicólogos y f. J - etc. La
precios aumentan en un 4 % . .
tonal d e lo s s e r v i d o s o — l e s " « t o s p ro­
Para explicar este comportamiento de los monopolios se im portancia c a d a v e z d ^ fijo s en lo s c o s to s
pueden repetir los cuatro argumentos que ya hemos anticipa­
do. Se observará especialmente que la tendencia que tienen ,o e a to s co s to s salariales u n itarios se t o m a ca d a
totales. El total de 1 ^ ríodos de receso; hasta pue-
los monopolios a renovar frecuentemente sus equipos, aun
durante los períodos en que no se utiliza totalmente la capaci­ Z t t S Í y lo s m o n o p o lio s se v e r í a e n ton ces n tu oh o m e ­
dad de producción, provoca, durante los períodos de receso, nos in cita d o s a b a ja r sus S f L m o n o p o lio s in tro d u ce n en
costos elevados de no utilización de los equipos, que son un
A s í, p o r sn “ 7 ° « H r t r í t o T d e e x p a n sió n c o m o d u -
elemento importante para el mantenimiento de los precios. el sistem a, ta n to durante lo s p e n o o s L rmím,m u de los
Del mismo modo, el “ argumento” de la diferencia que exis­ ante lo s d e r e c e s o , una tendencia al alza peiman
te entre el momento en que cambia el precio y el momento en
precios. riprinrir de ello que los monopo-
que ello repercutirá sobre la cifra de ventas, tiene particular Sin embargo, no hay que d ptaz0, tanto como
importancia en períodos de receso. En efecto, los monopolios líos a u m en ten siem ju x sas p r , sa b en ¡m p o n e r-
prefieren proteger sus márgenes de ganancias antes que tratar a v e c e s p o d r ía n b a c e r i o .d m t o * ™ ? P ejercH1 „ na
de estimular una demanda, que consideran falta de elasticidad,
bajando sus precios. Tendrán hasta una tendencia a aumen­ r c S o yrS le P °aí - ^ d e * s p re cio s.
tarlos, justamente porque consideran falta de elasticidad a la
demanda, y tratan de compensar la disminución del volumen
de ventas con un alza de los márgenes unitarios. A estos ai- B ) Límites que se imponen a sí mismos los monopolios
•K;!' gumentos debe agregarse finalmente un último elemento que
favorece la rigidez en la baja de los precios, elemento especí­ a) Uno de los hechos más^caract«s^ t^C° S ^ rSistemática-
fico del comportamiento de los monopolios y que, por defi­
ir nición, ejerce principalmente su influencia en períodos de £ £ — - * -
receso.1

1 En 1940, sobre la base 100, los precios del acero evolucionaron in tbe United States” , Joint Economic íg4g 1953-1954 y 1957-
de la manera siguiente: serva que durante los tres . d o *e9s manuales y la baja de los
1 948: 150 1953 : 203,6 1957 : 264,6 1958 la baja del empleo de tra J a; adores fue compensada por
1949: 162,6 1954: 212,7 1958: 273,8 costos salariales unitarios para e a J trabajadores no
un doble aumento del empleo y de los costos
V er “Steel Prices, Unit Costs, Profits, and Foreign Competition” ,
Joint Economic Committee, 88th Congress, abril-mayo 1963.
y manuales. . .
120 Ernest Manclel y otros La inflación 121

nancia. Los monopolios tienen una amplia perspectiva para no aumentaron sus precios en la medida que se los permitía
sus decisiones y tratan de alcanzar el máximo de ganancia o. el mercado, por temor a verse obligados a aumentar más los
largo^ plazo. Por tal causa, el monopolio tratará de no tomar salarios.
decisión alguna que pueda ir en contra de los cuatro obieti En general, la política de precios de los monopolios se ba­
vos siguientes: sará esencialmente en previsiones a largo plazo sobre el aumen­
to de la demanda a la industria, sobre su participación en
1) N o alterar sus relaciones con sus eventuales competi­ el mercado y la evolución de sus costos. De acuerdo con esas
dores. Además, el problema se resuelve frecuentemente me­ previsiones adaptará su política de precios a los objetivos a
diante acuerdos. Pero com o el entendimiento nunca es per­ largo plazo que se ha fijado en cuanto al margen de ga­
fecto, se trata de evitar los cambios de precios demasiado nancias.
frecuentes que el buscar a corto plazo el máximo de ganancia
podría provocar, pues siempre existen dificultades para po­ b) En la práctica, el problema se plantea en los siguientes
nerse de acuerdo acerca de la importancia del cambio. términos: se supone que en un momento dado aparecen de­
. 2 ) 'No perder nada de la clientela lograda. Si se trata de mandas muy excesivas. Se trata entonces de saber cómo van
bienes de consumo, el buscar a corto plazo el máximo de ga­ a reaccionar los monopolios. ¿Tratarán de aumentar en forma
nancia con cambios frecuentes de precios podría provocar a inmediata y total sus precios, o renunciarán a explotar la situa­
ción en la medida en que podrían hacerlo? Su enfoque a largo
■yr®? pNzo un desplazamiento hacia la izquierda de la curva 1;
de demanda a corto plazo. Por el contrario, en períodos ñor- ' plazo parece llevarlos, en la mayoría de los casos, a adoptar
males, los “ consumidores” seacostumbran fácilmente a un ■ la primera actitud.
precio determinado. : Más exactamente, si una demanda muy excesiva se mani­
fiesta, pero es considerada temporaria, los monopolios podrán
Si se trata de bienes de producción, el monopolio tendrá =
no aumentar inmediatamente sus precios en la medida en que
que tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, será otro ;
el estado del mercado podría permitírselo, y por lo tanto fre­
monopolio el que le compre sus productos. í
■ [tm nar en lo inmediato el alza de los precios. Aumentarán sus
3 ) N o provocar nuevas entradas en el ramo. Si el mono- . > precios, pero en menor medida de lo que podrían, y siempre
pobo lleva al máximo su ganancia a corto plazo, corre el ríes- ' !( por la misma razón: el hecho de contar con una perspectiva
go de provocar una desviación demasiado importante de su amplia en el tiempo para sus decisiones.
ganancia adicional con respecto a la ganancia adicional mo- •- A este respecto pueden citarse varios ejemplos. J. Ball, en
nopolica normal” , y corre el riesgo también de alentar la 1 primer lugar, pone com o ejemplo la política de la mayor parte
entrada de nuevos capitales al ramo. Esa entrada podría pro- L de las grandes firmas industriales inglesas durante la infla­
vocar, a largo plazo, una disminución de su margen de ga- -h ción de la posguerra.1 Según explica, la existencia de una
nancia. - demanda de bienes sumamente elevada fue juzgada, en la ma­
yoría de los casos, como excepcional: se estimaba que el por-
4 ) N o provocar reivindicaciones de los trabajadores. Así
se explica que en los Estados Unidos, inmediatamente des­ -1 Ver J. Ball: Inflation and the Theory of Money, Londres, 1964,
pués de la güera, los monopolios de la industria del acero p. 119.
122 Ernest Mandel y otros La inflación 123

centaje de aumento a largo plazo de la demanda sería muy son p ropios,1 prefiere a veces esperar una oportunidad más
Inferior, de modo que “ los precios industriales fueron mante propicia, frenando en lo inmediato el alza de los precios.
nidos a un nivel inferior del que hubiera podido lograrse lle­ Esa ocasión más propicia es el aumento de los salarios.
vando al^ máximo, a coito plazo, las ganancias” . Evidente­ Así los monopolios podrán hacer creer más fácilmente que
mente, añade, el nivel excepcionalmente elevado de la deman los trabajadores son los responsables del alza de los precios.
da provocó un replanteo en el sentido de elevar las previsio­ Esa diferencia entre el momento en que el exceso de de­
nes a largo plazo, pero ello no significó que los precios aumen­ manda permite al monopolio aumentar sus precios y el mo­
taran tanto com o si se hubiera llevado al máximo instantá­ mento en que efectivamente va a aumentarlos, después del
neamente el margen de ganancias. aumento de salarios, puede ser un elemento estabilizador que
A, Rees explica del mismo m odo el mantenimiento de los limita el alza de los precios. 2
precios del acero de los automóviles, en los Estados Unidos
— 'Después de estudiar la responsabilidad directa de los
“ era aceptado” . * “ 21 * * el monopolios, es decir los diferentes mecanismos por los cuales
el deseo de los monopolios de mantener o de aumentar su
io S iT q^ 111? 10' Hari^od hace noíar (lue en Gran Bretaña, en margen de ganancia provoca una inflación rastrera perma­
-1955, la aparición de demandas muy excesivas en el
nente, falta ver qué papel pueden desempeñar las reacciones
sector de los bienes de equipo no incitó a los monopolios a
de los trabajadores organizados.
aumentar sus precios en la misma proporción; 2 en paite
aumentaron los precios y en parte prolongaron los plazos de
entrega.
2. Papel que desempeñan las reacciones de los trabajadores
Del mismo, para terminar, Zamowitz señala que en los Es­ organizados ante la política de los monopolios.
tados Unidos, de 1950 a 1962, el ajuste a la demanda muy I
excesiva en las industrias más concentradas se hace en mayor A ) En un primer momento supondremos que la dirección
proporción por un aumento de pedidos no satisfechos que por burocrática de los sindicatos logre mantener las luchas dentro
aumento de precios. 3 ^ ^
Por otra parte, aun en el caso de que el aumento de la de­ 1 Objetivos definidos precedentemente y ligados a su vez a la bús­
manda sea considerado permanente, n o es seguro que el mo- 1 queda de una maximización del margen de ganancias a largo plazo.
- Hay que hacer notar, por otra parte, que al frenar el alza inme­
nopoho aumente sus precios tanto com o sería necesario para diata de los precios, los monopolios crean al mismo tiempo condiciones
eliminar inmediatamente el exceso de demanda. Debido al que permiten que el alza continúe. En efecto, si un monopolio, en un
deseo de no contrariar ninguno de los cuatro objetivos que Je momento dado, se niega a “eliminar” un exceso de demanda mediante
el alza de los precios, subsistirá una demandaa “permisiva” que le
permitirá aumentar fácilmente sus precios más adelante, aun en un
período en que la demanda permanezca estacionaria o disminuya.
t r ** ^ S‘“ ‘ Ind” S- Por otra parte, al no aumentar sus precios en la medida en que po­
dría hacerlo a corto plazo, el monopolio crea igualmente condiciones
m a r z I ll9 5 6 Harr0d’ BrÍtÍSh Boom 1954~5 5 ” ’ Economía Journal,
monetarias “permisivas” para que el alza de los precios continúe,
porque cuanto más débil sea el alza de los precios en lo inmediato,
tuatioM” T S k ^ f í led ° rderS’ Brice Changes and Business Fine "
raations , Remew o f Economics and Statistics, nov. 1962. tanto menos será “ absorbida” la liquidez existente.
■ tillá is

124 Ernest Mandel y oíros La inflación 125

de los límites del respeto ‘‘al equilibrio económico y mone­ no sólo a renunciar a destruir al Estado burgués, sino también
tario” . ' * a moderar las reivindicaciones en nombre del “interés nacio­
iiíffi;. Esas ^direcciones, en efecto, siguen una política reformista' nal” , sin comprender que se trata del interés del capital. L o
contradictoria con el espíritu de la resolución propuesta por que nos interesa más especialmente aquí es señalar que eso
Marx en 1865: “Los sindicatos actúan útilmente cuando" ]0 equivale a aceptar, total o parcialmente, el alza de las ganan­
hacen com o centros de resistencia a las usurpaciones del ca­ cias que los monopolios logran por el camino indirecto del
pital. Fracasan parcialmente en su objetivo cuando hacen un alza de los precios.
uso poco razonable de su fuerza. Fracasan com pletam ente en
su objetivo cuando se limitan a una guerra de guerrillas con­ B ) Dicho lo que antecede, y aun suponiendo que las direc­
tra los efectos del régimen existente, en vez de tratar al mis­ ciones burocáticas logren mantener las luchas dentro de ese
m o tiem po de lograr su transformación y de utilizar su fuerza estrecho marco, no por ello dejan de ejercer cierta acción.
organizada com o una palanca para la emancipación definitiva Tratarán de recuperar para sí una parte del aumento de ga­
de la clase trabajadora, es decir para, la abtílicióp, definitiva nancias de los m onopolios.
del salariado” . *1 La política reformista de las direcciones buro­ Aun bajo una dirección burocrática, la presión de una or­
cráticas se manifiesta especialmente en el hecho de que reco­ ganización. sindical podrá ejercer una triple acción, dentro de
nocen y ratifican, implícita o explícitamente, los ¡imites que los límites indicados:
el m odo de producción capitalista impone a las reivindicacio­
L?) Reforzará en general la probabilidad de que ios
nes de los trabajadores. Así ocurre por ejemplo con esta re­
aumentos de productividad o de ganancias provoquen algún
ciente declaración del dirigente de la fracción stalinisía de la
aumento de salarios.
Cdjr.T. francesa^ Georges Séguy, que podría ¡haber sido formu­
lada por cualquier dirigente de un sindicato socialdemócrata 29) Podrá desempeñar un importante papel para que los
o cristiano: “N osotros no reivindicamos sin tener en cuenta aumentos salariales obtenidos inicialmente en un sector (ge­
el equilibrio económ ico y monetario, en el que los trabajado­ neralmente un sector monopólico, con márgenes de ganancia
res son los primeros en estar interesados. Nuestras demandas y productividad elevados) se extiendan a todos los demás
de salarios, de mejora de las condiciones de trabajo y jubila- sectores.1
clon, tienen en cuenta la realidad económ ica. Las planteamos
con espíritu constructivo basado en nuestro interés en el pro­ 3?) Podrá aumentar la resistencia, de los trabajadores a
greso social y en el deseo de encontrar un cam po de entendi­ la disminución del salario nominal.
m iento con nuestros interlocutores patronales y gubernamen­ Ante esta reacción de las organizaciones sindicales, los ca­
tales, incluida la firma de acuerdos contractuales y positivos” .2 pitalistas reaccionarán a su vez para recuperar el porcentaje
Tener en cuenta, con espíritu constructivo, la realidad eco­
nómica y el equilibrio monetario equivale pura y simplemente 1 D e acuerdo con el estudio de la O .C .D .E . ya citado, “Los Salarios
y la movilidad de la mano de obra” , se ve que los aumentos “ iniciales”
de salarios se producen generalmente en los sectores monopólicos, con
l I M arx’ Saía)'i°> precio y ganancia' ya indicado. un margen de ganancias y una productividad elevados y organizados
“ I ^ eg?y> Declaración a Europa 1, el 2 0 /2 /7 0 . Los pasajes sub­ en sindicatos, y que esos aumentos tienden a generalizarse luego en los
rayados lo han sido por nosotros. demás sectores.

HL
f¿’ír
fVir'sv'
.V.VL.
m 127
126 Ernest Mandel y otros La inflación
¡

del aumento de ganancias que los trabajadores hubieran lo --! Recordemos solamente la importancia creciente del Estado
grado sacarles. Para ello volverán a aumentar sus precios. Hn ■. !:' conxo garantía de los beneficios y beneficios adicionales m ono-
este sentido es que puede hablarse del papel subsidiario q u e j ir nólicos. (Utilización de las nacionalizaciones, reintegro al sec-
las reacciones sindicales a la política de los monopolios tie- }■t tor privado de empresas rentables, préstamos, subvenciones,
nen en la existencia de la inflación rastrera. J# ^ enorme volumen de pedidos oficiales, pedidos militares, etc.).
Tales intervenciones del Estado ¡burgués y su interés en
— Si nos apartamos ahora de nuestra hipótesis inicial y si J evitar una desocupación permanente tan masiva com o fue la
suponemos que nos encontramos en un período de moviliza­ que experimentaron los países occidentales entre las dos gue­
ción intensa de la clase obrera, las direcciones burocráticas ’ rras, conducen a menudo a una situación en la que se man­
podrán verse obligadas a intervenir en algunas luchas, deci- \ tiene la demanda global a un nivel superior al de la oferta
didas fuera de ellas (y en libertad de frenarlas o detenerlas ■ global, provocando una política de liquidez que crea condi­
más adelante), en pro de una verdadera mejora de las condi­ ciones favorables para la inflación rastrera.
ciones de la clase obrera. Especialmente podrán verse obliga­ Por consiguiente, el Estado tiene su propia responsabilidad
das a lograr fuertes aumentos de salarios, escalafón móvil,
en la existencia de la inflación rastrera.
importante reducción de la jornada de trabajo, etc. Los capi- '
Sólo intervendrá, eventualmente, para luchar contra el paso
talistas, que habrían aumentado sus precios en el deseo de
de la inflación rastrera a la inflación corriente, o para frenar
elevar el porcentaje de sus ganancias, al ceder a los pedidos
el ritmo elevado de la primera si se considera que ello afecta
de fuertes aumentos de los salarios nominales, tratarán de
aumentar nuevamente los precios para mantener o aumentar los intereses de la burguesía.
todavía más su margen de ganancia. ; Detallaremos ahora esos dos puntos.
Esta lucha de clases a nivel económico se reflejará en el
paso de la inflación rastrera a la inflación corriente.
Sin embargo, antes de referirnos a este punto tendremos 1. El Estado y la existencia de una inflación
que precisar cuál es el papel que desempeña el Estado bur­ rastrera permanente
gués, garantía de los intereses monopólicos, en la existencia
de esa inflación rastrera. Y a hemos visto que los monoplios ejercen una presión con­
tinua hacia el alza, es decir que constantemente favorecen la
aparición y difusión de tensiones inflacionarias, y tienden a
II. A C C IO N D E L ESTAD O BURGUES impedir las deflacionarias.
El Estado desempeña su papel en cada una de esas etapas.

N o volveremos a referirnos a la naturaleza del Estado, a su T


falta de neutralidad, al carácter específico que tienen en núes- A ) E l papel del Estado en la aparición y la difusión de
tros días las intervenciones económicas del Estado en el capi­ tensiones inflacionarias.
talismo monopólico. Estos puntos ya han sido abordados en
el primer artículo. S'f- El Estado puede actuar en forma “ pasiva” o activa” . .
, ■ ■
128 Ernest Mandel y otros La inflación 129

a) Papel pasivo en la financiación del aumento de ganar q>) Papel activo de apoyo a la demanda global.
cias, la demaitda y los precios.
para que la demanda global se mantenga en forma soste-
riLiiiii
Admitamos que el estado del mercado, es decir el nivel ■ ¡da, el Estado puede intervenir “ activamente” favoreciendo
Ja demanda, permita a los monopolios, deseosos de aument; ■í, - directamente el aumento de inversiones privadas o incremen-
su margen de ganancias, elevar fácilmente sus precios. No' f-' taQdo los gastos públicos. N o entraremos a analizar en detalle
olvidemos, en efecto, que la venta de mercancías a precios.; \ esas medidas. Señalaremos únicamente tres puntos en lo que
superiores implica la existencia del necesario mercado. 1 se refiere a las consecuencias de esa intervención activa:
También hace falta que exista la suficiente liquidez como ; 1) Crea condiciones favorables a la acción de los mono­
para financiar tales aumentos, La oferta de moneda debe ser i polios tendiente a provocar y difundir tensiones inflacionarias.
flexible. Tarde o temprano, cuando los depósitos improducti-,
vos alcancen un mínimo. imposible de reducir, se necesitará 2) Desempeña un importante papel en la prolongación de
mucho más del sistema bancario debiendo ser aumentados los los períodos de expansión, que ha sido una de las caracterís­
créditos a la economía. ticas de las fluctuaciones en los países capitalistas desarrolla­
No se trata de pretender que la inflación rastrera tenga dos a partir de 1945.
com o primera causa el aumento de la liquidez. Y a hemos . En virtud de esa prolongación hay más tiempo para que se
mostrado la falsedad de esa tesis. Se trata simplemente de. produzcan crecientes revisiones cualitativas de los gastos pri­
afirmar que la política monetaria y financiera del Estado des­ vados. A causa de ello se producirán diferencias, alentadas
empeña un papelque, no por secundario, resulta menos indis-. por los monopolios, entre la estructura de la demanda y la
pensable. de la oferta. Esas diferencias generarán a su vez márgenes de
ganancia más altos debidos a los aumentos de precios.
Señalemos que ese papel de financiador de aumentos de
ganancias, de demanda y de precios es facilitado, a su vez, por 3) Será más inflacionista por cuanto los gastos del Estado
las profundas transformaciones de las instituciones moneta­ se realizan principalmente en sectores improductivos, ^sobre
rias en los países capitalistas desarrollados y del sistema de
icf todo los gastos militares. Por tal causa aumentará la dispari-
pagos internacionales, especialmente la desaparición del pa- V dad entre renta nacional real y renta nominal.
íróñ oro, que ha conferido mucha mayor elasticidad a la
■fl Ór—
oferta de créditos. 7®.'
B ) Papel del Estado en la ausencia o escasez de tensiones
— Hemos supuesto hasta ahora un mercado suficiente, y, deflacionarias.
por lo tanto que el papel del Estado podía ser simplemente
pasivo. Pero en la práctica esa actittud “ pasiva” resultará in­ — La acción de los monopolios en favor de una falta de
suficiente en la medida en que el capitalismo monopólico elasticidad en cuanto a la rebaja de precios sólo lograría par­
tenga crecientes dificultades para la comercialización de las cialmente su objetivo si no fuera por la intervención del Es­
mercancías. tado.
Ernest Mandel y otros La inflación 131
130

En efecto, durante ciertos períodos de depresión o de im -r| cias deflacionarias, sino que puede también favorecer la apa­
portante desocupación permanente, entre las dos guerras, la ;-i rición de tensiones inflacionarias durante los períodos de re­
existencia de monopolios logró frenar la baja de los precios, g ^ ceso.
pero no pudo impedirla. Así por ejemplo en los Estados uní- ~|^ En efecto, puede permitir que se concrete la tendencia mo-
dos, durante la crisis de 1929-1933, los precios bajaron me nopóiica a presionar los precios hacia arriba al facilitar los
nos", en igualdad de condiciones, que durante la crisis de 1890­ medios necesarios de financiación o al hacer que la demanda
1897 en las industrias en que el índice de concentración ha ^ global se mantenga dentro de un nivel relativamente elevado.
bía aumentado sensiblemente (industria del acero, de la lana,1 ■
etc ) Por lo tanto, se ejerció una acción de los monopolios en .4-
favor de la falta de flexibilidad para rebajar los precios, pero * 2. El Estado y el paso de la inflación rastrera
el nivel alcanzado por la desocupación fue tal que los precios, . a la inflación corriente.
aun los m enos flexibles, tuvieron que bajar.
En la industria del acero, por ejemplo, ocho de cada nueve 1 A ) Hasta ahora el Estado burgués no ha atacado a la in­
productos sufrieron rebajas menores en 1929-1933 a pesar de flación rastrera sino todo lo contrario, como acabamos de
que la depresión fue mayor, y ello se debió a que esa mdus- [ verlo. Hay que destacar dos puntos:
tria había experimentado mientras tanto una importante m o - , 1) El Estado no ha seguido nunca una política monetaria
nopolización, pero de todos modos tuvieron que ser rebajados. y financiera suficientemente restrictiva com o para eliminar
H oy en día, por el contrario, y sin entrar a prejuzgar acerca totalmente a la inflación rastrera. Para comprenderlo mejor
del futuro, se observa que las profundas crisis han sido reem­ hay que recordar que la misma existencia de los monopolios
plazadas por simples recesos económicos, fundamentalmente impide pensar que pueda haber una relación directa y auto­
aradas a la intervención del Estado. 2 Los monopolios tienen- mática entre la disminución de la demanda provocada por
entonces mucha más libertad para impedir que los precios _ una política monetaria y financiera restrictiva y la rebaja de
bajen. los precios. Además ya hemos visto que los monopolios si­
En la práctica esa acción conjunta ha logrado a m enudo, guieron aumentando frecuentemente sus precios aun cuando
impedir la baja de los precios en los sectores monopólicos du- ^ la demanda sufrió una notoria disminución.1
rante los períodos de receso. $|¡ En la práctica, para que la disminución de la demanda tra-
Hasta se puede ir más lejos y señalar que el Estado no sólo * | jera aparejada una rebaja o aun una estabilización de los pre-
nnerle desempeñar un papel en la falta o escasez de tenden- J dos monopólicos, sería necesario que fuera importante y so-
P J ■ ■ k 1,,'bre todo duradera. Pero hasta ahora, a partir de 1945, el Es­
. „ • p í f e l a do se 'ha negado a provocar una desocupación permanente
1 V er J. Blair: “Economic Concentraüons and Depression Pnce R i-J g ^
giditv” American Economic Review, mayo 1955. ' . .>4| jp&.
2 Durante los 9 primeros meses de los recesos norteamericanos de ^ g- i Señalemos que desde el punto de vista de la financiación, la poli-
1948-49, 1953-54-■ y -1957-58,
— ” " 1 Ao
-5- 1 -nivel
la disminución del de actividad^í^itica. monetaria restrictiva perjudicó mucho menos a los monopolios
m ica fue tan marcada como durante los 9 primeros meses de la- fp e a las pequeñas empresas, primeramente porque los bancos dudan
económica
crisis de 1929. La intervención del Estado permitió que pudiera per-rt- anás antes de responderles negativamente, y en segundo lugar porque
manecer a ese nivel. ¡$isponen de fondos mucho m ás importantes para autofinanciarse.
132 Ernest Mandel y oíros
La inflación 133

masiva como consecuencia de mantener la demanda perma­ ción de las conducciones sindicales,1 cuyo resultado más evi­
nentemente a niveles muy bajos. dente fue un empeoramiento del nivel de vida de los trabaja­
Los países occidentales ya han tenido niveles de desocu­
dores holandeses en comparación no sólo con el de la burgue­
pación relativamente elevados durante períodos bastante pro-i
sía sino también con el de los demás trabajadores europeos 2
longados (Italia 1947-1960, República Federal .Alemana liizo “ explosión” en 1963-64 por la fuerza de las luchas des­
1950-1953, Estados Unidos 1958-1965, etc.), aumentos rela­
atadas en las bases de los sindicatos y que las direcciones
tivamente importantes de la desocupación, disminución del ¡ sindicales 'hicieron más o menos suyas.
ritmo de crecimiento o baja del producto bruto interno, pero
Ademas, desde 1945 hasta ahora el Estado no ha inten­
nunca bajó el nivel general de los precios y muy frecuente­
. tado destruir a las organizaciones sindicales,3 prefiriendo una
mente hasta siguieron aumentando. . vez más tratar de integrarlas,
Para que los precios permanecieran estables, esos altos ni­
veles de desocupación, ese aumento de la desocupación, esa
disminución del producto bruto interno, tendrían que haber B ) Si bien no ha tratado de impedir la existencia de la in-
. ilación rastrera, el Estado ha intervenido para:
sido mucho más importantes y sobre todo mucho más dura­
deros. Es decir que mientras el Estado siga tratando de evitar
. tratar de evitar que la inflación rastrera se convierta en
la desocupación masiva con una política monetaria y finan­
inflación corriente, que podría resultar perjudicial hasta para
ciera restrictiva como lo hace desde 1945 en los países capi­
la burguesía (riesgo de deterioro de la circulación de mercan­
talistas desarrollados, no podrá eliminar la inflación rastrera.
cías, relajamiento de la disciplina de trabajo, agravación de
la crisis del sistema monetario internacional, etc.);
2 ) Nunca el Estado ha seguido una política suficientemente
restrictiva dirigida directamente contra los trabajadores para
eliminar el papel subsidiario que las reacciones de las organi­ tratar de frenar el ritmo de la inflación rastrera, ya que
zaciones obreras desempeñan en la inflación rastrera. al abrirse las fronteras y al incrementarse la competencia in­
¡Recordemos que ese papel está encuadrado dentro de los ternacional resulta cada vez más difícil a la burguesía de cada
límites del respeto a “ los grandes equilibrios nacionales” , y país aceptar que el índice de inflación rastrera sea más eleva­
que aun en el caso de que el Estado lograra eliminarlo, no . do Para ella que para sus competidores.
por eso terminaría la inflación rastrera ya que ella se debe
esencialmente a la acumulación monopólica. — Y a lo hemos señalado, y lo precisaremos en la Sección
D e acuerdo con lo antedicho, hasta ahora el Estado no ha . ’ transformación o el riesgo de transformación de la
n •inflación rastrera en inflación corriente es la manifestación,
eliminado ese papel subsidiario que juegan las organizaciones
obreras. Han fracasado sus intentos de eliminarlo mediante la
integración aun en los casos en que las direcciones burocrá: S É ' 1 . E stas llegaron a aceptar explícita y deliberadamente una dismi-
ticas se “ prestaban al juego” , porque tarde o temprano han i v ™ 01®1 !, los salarios reales en nombre del interés nacional, en marzo
1951 y en enero de 1957.
reaccionado los trabajadores desatando importantes luchas) . 2 Yeraest? re?,pe,2to: A- Kervyn: “ La política de ingresos. La expe-
Un ejemplo característico de ello es el de los Países Bajos, ír °landeSa ' Congreso de economistas de habla francesa, 1965.
donde la política salarial seguida desde 1945, con la aproba- + y d e s H ? io ÍT 10S’ iP° r S,UpUeSt° ’ de los países capitalistas desarrollados
^ desde 1945, excluyendo a países tales como España o Grecia.
La inflación 135
134 Ernest Mandel y otros

, lugar en el proceso de acumulación monopólica, hoy en día,


a nivel financiero, de una exacerbación de la lucha de clases
' en los países capitalistas desarrollados.
a nivel económ ico.
Los trabajadores originan luchas que pueden llegar más , En las estructuras actuales del modo de producción capita­
allá „de los límites del respeto a los “ grandes equilibrios na­ lista de esos países es el reflejo del deseo permanente de los
cionales” , piden aumentos de salarios a veces incompatibles capitalistas de aum entar su margen de ganancias.
con el deseo y la necesidad que tienen los monopolios de
mantener sus márgenes de ganancias. — En una época en que disminuye la importancia de las
filas de reserva y en que la existencia de organizaciones sin­
En tales condiciones ¿qué es lo que hará el Estado bur­
dicales no permite contar com o en el siglo x ix con salarios
gués? En primer lugar puede, con la complicidad objetiva de
nominales y reales extremadamente reducidos y /o en baja
las burocracias sindicales, mantenerlas dentro de los límites
para aumentar el margen de ganancia, el alza de los precios
citados mediante la integración y /o la represión. A l final de
desempeña un importante papel. ~
cuentas los aumentos salariales serán pequeños y los mono­
polios podrán incorporarlos fácilmente a sus precios. Si, por Como hemos visto, permite disminuir, en términos absolu­
el contrario, el Estado no logra mantener esas luchas dentro tos o relativos, los salarios reales, aumentar el margen de ga­
de los límites del respeto a los “ grandes equilibrios naciona­ nancias y, en última instancia, lograr un ahorro forzoso en
les” y si los aumentos de salarios son realmente importantes1 provecho de los capitalistas. -
y se estima peligroso incorporarlos proporcionalmente a los Desde este punto de vista hay que señalar el papel especí­
precios (por temor a desatar el proceso de inflación corrien­ fico que juega la inflación rastrera. En efecto, se ha obser­
te), el Estado pondrá en práctica una política monetaria y vado que después de un cierto ritmo de alza de los precios
financiera restrictiva que provocará un receso económ ico y un ya no interviene el fenómeno del ahorro forzoso. En otras pa­
aumento de la desocupación. labras, puede afirmarse que sólo la inflación rastrera permite
La experiencia a partir de 1945 ha demostrado en los paí­ la formación duradera de un ahorro forzoso. A este respecto
ses occidentales que cuando hubo riesgo de transformación o pueden hacerse dos observaciones: .
transformación de la inflación rastrera en inflación corriente
se puso en práctica una política monetaria y financiera res­ 1) Sqlo la inflación rastrera puede ser compatible con un
trictiva que provocó el aumento de la desocupación y que alza en términos absolutos de los salarios reales. En los pe­
logró evitar esa transformación o detener la inflación corrien­ ríodos de inflación corriente siempre bajan los salarios reales.
te, pero sin poder, por supuesto, eliminar la inflación rastrera: En cambio durante los períodos de inflación rastrera los sala­
rios reales pueden aumentar: sólo una parte del alza de los sa­
— Com o conclusión resulta que la inflación rastrera, ligada, larios nominales puede ser absorbida por el alza de los precios.
a la acción conjunta de los monopolios y del Estado burgués, Resulta de ello que aunque la inflación corriente puede por
es la expresión financiera de las contradicciones que tienen supuesto provocar la formación de un ahorro forzoso, lo hará
_ ,s ó lo temporariamente. Siempre llegará un momento en que
1 Puede ser el menor de los males para la burguesía cuando la im­ rE> disminuya el tiempo de reacción de los trabajadores, tanto
portancia de la lucha permite pensar en la posibilidad de que puedan más cuanto menos puedan soportarse los sacrificios en el con-
llegar hasta la destrucción del Estado burgués.
136 Ernest Mandel y otros La inflación 137

sumo y además porque siendo en nuestros días la ilusión mo-||Jv' de los trabajadores. El alza de los precios permite reducir su
netaria de los trabajadores mucho más débil, los ataques al \>- poder adquisitivo y lograr un ahorro en provecho de los capi-
nivel de los salarios se sienten m ucho más rápidamente. . balistas. Mientras las luchas de las clases trabajadoras sean
Por el contrario, en los períodos de inflación rastrera el| mantenidas por las conducciones burocráticas dentro de los
alza eventual de los salarios reales (evidentemente más débi||'|' límites del respeto a los “ equilibrios nacionales” , no harán
que la de los salarios nominales) permitirá que la ilusión m o,' más que respaldar esa formación del ahorro forzoso. L o que
netaria se manifieste mucho más fácilmente y que las direc­ l:; se hace es, pues, solicitar con atraso alzas nominales reivindi-
ciones burocráticas acepten también más fácilmente sin lucha,; L catorias, rápidamente anuladas total o parcialmente por el
el alza de los precios,1 y así podrá crearse un ahorro forzoso alza de los precios. Pero los trabajadores pueden defender
en forma relativamente continuada. 1l todo su poder adquisitivo respondiendo a cualquier alza de
precios con un pedido de aumento equivalente o superior de
2 ) Sólo la inflación rastrera es susceptible de no dificultar;4 " sus remuneraciones brutas. El ahorro forzoso tropieza enton­
la aparición del ahorro “ libre” . ces con la barrera inflacionaria, de donde resulta la inflación
Es probable que un proceso de inflación corriente provo­ corriente: proceso acumulativo de alza de los precios.
que tarde o temprano una disminución del ahorro “ libre” que
será compensada por la aparición del ahorro forzoso. ^^ ; Veremos a continuación:
En cambio se observa que en los períodos de inflación ras­
trera el ahorro “ libre” no se ve dificultado. 1) La definición de la “ barrera inflacionaria” y el análisis
del “ motor” del proceso de inflación comente.
__ Las limitaciones con que tropieza el ahorro forzoso, es
decir las que dependen del grado de reacción de los trabaja­ 2 ) La contención de la inflación corriente.
dores, constituyen el nudo de la transformación de la infla-,
3) El significado fundamental de la inflación corriente.
ción corriente.

il4.ii,
Definición de la “ barrera inflacionaria” y análisis del “ mo-
Sección II: IN FLACIO N CORRIENTE ■tor” del proceso de inflación corriente.

En las estructuras del capitalismo avanzado la.inflación ras­ A ) La barrera inflacionaria es el umbral a partir del cual
i;!!1
¡!m ;
trera sintetiza el deseo de los capitalistas de aumentar sus fílos trabajadores reaccionan contra la disminución del índice
márgenes de ganancia. Es la forma financiera de explotación pide su salario real. Esta definición implica dos problemas: ese
y umbral y el tipo de reacciones sindicales.
1 Leemos en el folleto de la C .G .T .-F .O . (La Inflación, oct. 1 9 6 3 ). Para determinar ese umbral es necesario precisar los pre­
“Si la inflación no se manifiesta más que por un alza moderada de;
los precios (2 a 3 % anual) y no provoca reacciones psicológicas, cios a que se refiere. En efecto, de la baja del salario real
debe ser aceptada. Constituye entonces una especie de prima de seguro presado en índice total de precios, los empresarios sacan
contra el estancamiento” . (Subrayado por nosotros.) entes de inversiones suplementarias, mientras que lo que
I" -
1'1\; ^ La inflación 139
íÉl|S& 138 Ernest M andel y otros

Sfc41 aún, ese tope no es constante sino que crece con el tiempo.
interesa a los asalariados es su poder adquisitivo, o sea el ín ¿1 valor de la fuerza de trabajo, com o el de toda mercancía,
dice de su salario real expresado en índice del costo de 1¿|| |K' está determinado socialmente. Se lo mide de acuerdo con la
vida. Mientras el primero disminuya y el segundo permanezca cantidad de trabajo abstracto socialmente necesario, directo e
constante, los empresarios reducirán el costo del trabajo en indirecto, para mantener y reproducir la fuerza de trabajo. La
términos de sus propios productos sin afectar el nivel de vida:J f \ •sociedad capitalista se expande a medida que la fuerza de
de sus empleados. Los precios mayoristas aumentan mientras ¿ í;' trabajo se transforma en capital. Aparecen nuevos productos
que los precios minoristas permanecen constantes. La ganan-:-;;;: | cuya importancia en un sistema dominado por la competencia
cia de los empresarios-empleadores se ve entonces compen­ entre los monopolios ya se ha visto, creando nuevas necesi­
sada por la pérdida de los empresarios-proveedores de bienes dades. Estas necesidades pasan a ser también necesidades de
de consumo. Ello significa que el sector I resulta beneficiado'^ los trabajadores. El esfuerzo que hacen los monopolios por
a expensas del sector II. Esa alza diferencial de los precios"? vender contribuye también a lograr esa integración. Después
realiza la transferencia requerida por el crecimiento de la de un primer tiempo, más o menos corto, en que los nuevos
composición orgánica del capital para que el sistema crezca ' bienes están reservados a los capitalistas, pasan a formar par­
en equilibrio. Esta transferencia de valores entre ambos sec­ te del consumo normal de unnúm ero cada vez mayor de tra­
tores corrige la distribución anterior del capital, , bajadores. Este hecho, comprobado por la mayoría de los
Pero la competencia entre capitalistas lleva a los empresa­ economistas burgueses (ver especialmente Modigliani, Due-
rios del sector II a aumentar sus propios precios para evitar' senberry, etc.) puede ser verificado en ciertos bienes como el
esa transferencia y a cargarlos sobre los asalariados. En efec- i automóvil, los aparatos eléctricos para el hogar, los recepto­
to, el conjunto de los capitalistas hace disminuir el costo del ' res de radio y televisión, etc. Es una simpleza afirmar que el
•trabajo en lo que a la totalidad de los productos se refiere. nivel de vida de los trabajadores se ha elevado al satisfacerse
El índice de precios indicativo del poder adquisitivo de los esas nuevas necesidades. Pero hay que señalar que ello c o ­
I!' asalariados aumenta. Si los salarios nominales netos, es decir rresponde a un aumento del valor de la fuerza de trabajo.
i'iil:
deducidos los descuentos fiscales, no aumentan en la misma Todos los estudios demográficos serios muestran la estrecha
proporción y en seguida, el nivel de vida de los asalariados relación que existe entre la fecundidad de trabajo, especial­
disminuye, : mente obrera, y la coyuntura económica. En los períodos en
Según que los asalariados tengan o no conciencia del aho­ que el salario real baja y en que, a pesar del crédito, algunas
rro forzoso, tal baja podrá perpetuarse más o menos. Es evi­ necesidades no vitales desde el punto de vista fisiológico ya
dente ,que después de una gran alza prolongada de los pre- J§. no son satisfechas, la fuerza de trabajo se reproduce a un
cios, los trabajadores piensan que esa alza va a continuar y¡| ” ritmo menos intenso.
piden aumentos de salarios que incluyan no sólo la pérdida ■; N o es la disminución de la población obrera lo que explica,
pasada de poder adquisitivo sino también la que pueda resul- ^ com o lo pensaba Malthus, el alza de los salarios nominales
tar de futuros aumentos de precios. destinada a mantener el salario real en esos períodos. En efec­
Sea com o fuere, el ahorro forzoso está limitado por el valor '' to, para que las variaciones en la fecundidad de trabajo re­
de la fuerza de trabajo. En efecto, ésta no es más que un percutan en el mercado de la mano de obra se necesita un
tope por debajo del cual no pueden bajar los salarios. Más
35 ¥■
140 Ernest M andel v otros

plazo demasiado largo. A l mismo tiempo que reducen su fe­


cundidad de trabajo, los trabajadores defienden el precio de
su fuerza de trabajo. Las luchas reivindicatorías son las que
explican el mantenimiento del salario real a niveles mínimos.
Es evidente que tales luchas logran más fácilmente el éxito
cuando hay escasez de mano de obra, es decir cuando la eco­
nomía está próxima al pleno empleo. Pero la realización o no
de esta condición no es arbitraria. El pleno empleo significa,
en efecto, que la totalidad de la fuerza de trabajo es utilizada
en el proceso de reproducción, o sea que, en condiciones téc­
nicas dadas, el índice de acumulación es elevado. A hora bien,
el ahorro forzoso permite ese índice en una primera etapa.
L a explotación creciente de los trabajadores da las condicio­
nes para la lucha contra esa explotación.
Pero cualesquiera sean las condiciones de tal lucha, para
tener éxito es necesario que los trabajadores se organicen.
A hora bien, los sindicatos, organizaciones que defienden las
condiciones materiales de los trabajadores, aparecen en la
Sección I com o “ responsables” , junto con los m onopolios y
el Estado, del ahorro forzoso. Se puede entonces plantear el
interrogante de si podrán detenerlo. Es menester profundizar
un p oco en la realidad de los sindicatos, haciendo la dife­
rencia entre la masa de los trabajadores que ven en ellos una
organización para defenderlos y la dirección burocrática de los
mismos. Guando están constituidas burocráticamente, las direc­
ciones sindicales dan privilegio a la defensa de las ventajas
logradas. Eso que algunos han dado en llamar la dialéctica
de las conquistas parciales, lleva a confundir la organización
y las masas, el aparato y la organización. Tal estrategia llega
a frenar los movimientos de masa en los que se origina la re­
beldía contra el aparato burocrático y su control desde la
base. Pero al mismo tiempo esas direcciones están conduci­
das por obreros. Sólo existen cuando la clase obrera las reco­
noce. Por lo tanto deben mantener la confianza de los traba­
jadores. Para ello están obligadas a intervenir en algunas lu-
La inflación 141

chas decididas fuera de su seno, a las que luego pueden fre­


nar. A sí procedió la dirección de la C .G .T . francesa, que en
junio de 1968, durante las negociaciones de Grenelle, no hizo
prosperar sus propias demandas de escala móvil de salarios,
dando a la burguesía la posibilidad de recuperar lo que antes
le había concedido.
El doble carácter de las burocracias sindicales es lo que
permite com prender las diferencias en las tácticas adoptadas
según sea la m ovilización de la clase obrera. Ocurre así que
en los períodos en que los trabajadores tienen conciencia de
]a reducción relativa o absoluta de su nivel de vida, los sindi­
catos emprenden luchas para el mantenimiento efectivo del
mismo, mientras que en general sólo se contentan con tratar
de frenar esa reducción en nombre del respeto de los grandes
equilibrios nacionales.
Una vez que se alcanza la barrera inflacionaria comienza
necesariamente la lucha por un aumento importante de sala­
rios nominales. L a espiral que se establece entonces vincula
los salarios con las ganancias y no con los precios, com o afir­
ma la teoría burguesa de la inflación por los costos. L os asa­
lariados tratan de defender su nivel relativo de vida dañado
por el alza de precios no acumulativa decidida previamente
por los capitalistas. Estos tratan de mantener y de aumentar
sus ganancias reales.
Los precios tienen un papel en esa espiral: no son sola­
mente una resultante en sentido algebraico. Pero ese papel no
es el que le asigna la teoría burguesa. Para aumentar sus ga­
nancias reales los capitalistas aumentan sus precios, lo que
provoca una reducción de los salarios reales. Vienen entonces
los pedidos de aumento de los salarios nominales que, de ser
satisfechos, pesan sobre los costos y vuelven a llevar la ga­
nancia real a su nivel anterior. D e donde se produce entonces
una nueva alza decretada por los capitalistas.
L os precios son el m edio y al mismo tiempo el resultado
de la lucha entre salarios y ganancias, que es lo que asegura
142 Ernest M andel y otros

su aumento acumulativo. Puede, pues, afirmarse que hay espi­


ral entre los elementos que com ponen el precio y no entre él
y uno de esos elementos. A sí se pone en evidencia cuál es
el verdadero m otor de la inflación corrien te: la lucha de clases
a nivel econ óm ico. La inflación es un fenóm eno característico
del capitalismo, en el que la sociedad se halla dividida en
clases antagónicas y la fuerza de trabajo es una mercancía
cuyo dueño es explotado. Señalemos que el alza de los precios
y el racionamiento en las economías de transición no son, en
caso alguno, inflacionarias. Identificadas com o apariencias
formales actúan dos realidades diferentes.

B ) Si hemos encontrado cuál es el resorte del proceso de


inflación corriente, falta explicar el excedente de demanda
sobre la oferta y el aumento que se comprueba en el flujo
monetario. En virtud justamente de la espiral entre salarios y
ganancias nominales, se elevan las rentas nominales. Estando
dada la oferta de mercadería de acuerdo con el plazo necesario
entre acumulación y producción y a la proximidad del pleno
empleo de los recursos, la demanda la supera. Pero hay que
señalar que es la demanda nominal la que supera a la oferta
real. En efecto, el alza de los precios nivela necesariamente
la demanda real a la oferta real. E l problema de la inflación
no es este innegable ajuste, sino su estabilidad. Aunque res­
tablezca la igualdad entre las cantidades ofrecidas y solicita­
das, toda alza de precio va seguida de otra nueva alza. Por
el contrario, puede verse que la inflación no se explica por el
exceso de demanda ya que aquélla perpetúa a éste. L a espiral
ganancias-salarios provoca simultáneamente un alza continua
de los precios y da al m ercado las condiciones permanentes
para asimilarla.
Por otra parte el alza no es idéntica para todos los precios
de los diferentes bienes. Se observa que los precios mayoris­
tas suben más rápidamente que los minoristas durante la in­
flación corriente. L éon Sartre ha señalado que esa distinción
La inflación 143

alcanza más o menos a los precios del sector I y del sector


II. Por eso los precios de los bienes de producción aumentan
más rápidamente que los de los bienes de consumo. Esto es
explicado frecuentemente por el hecho de que la inflación
provoca un incentivo para la inversión, pero éste es un con­
cepto superficial. En realidad, esa alza diferencial proviene
del hecho de que el poder adquisitivo dirigido hacia el sec­
tor I es superior al que se dirige hacia el sector II. Ello se
explica justamente por el m otor de la inflación corriente, o
sea que los ingresos reales de los capitalistas aumentan más
rápidamente que los de los trabajadores. Se observa que los
asalariados tratan de defender su nivel de vida o la progre­
sión del mismo, atacados por los capitalistas. N o hay acción
simétrica de ganancias y salarios sino reacción de éstos ante
aquéllas. L a identidad de los intercambios M V = PT implica
que tal proceso se acompañe de un aumento de la moneda
circulante. Teniendo en cuenta lo que hemos dicho en el ar­
tículo precedente, está claro que esa condición se satisface,
salvo intervención del Banco Central.
L os capitalistas solicitan créditos a los bancos en base a
la evolución de sus costos de producción. Durante la infla­
ción éstos aumentan, sean directos o indirectos. Se eleva el
volumen de salarios nominales pagados. Crece el valor n o­
minal de los stocks. E l alza de los precios crea, pues, las
condiciones para su financiación. E l problema es entonces
saber en qué medida los bancos comerciales responden a la
demanda de m oneda de las empresas. Si se dan condiciones
riesgosas, los bancos desarrolan su actividad con un margen
de ganancia constante o creciente. Por lo tanto, en la rela­
ción bancos empresas no hay nada que pueda limitar la crea­
ción monetaria. Pero hay que tener en cuenta la evolución
del riesgo.
Para los bancos, éste está representado por su iliquidez.
En efecto, todos los bancos crean una moneda que es siem­
pre convertible en billetes, en divisas o en moneda de otros
144 Ernesi M andel y otros

bancos. El paso de una moneda a otra está asegurado por la


moneda específica emitida por el Banco Central, los billetes.
Cada banco está, pues, obligado a tener en cuenta su posibi­
lidad de transformar la deuda emitida sobre él, es decir la
moneda que ha emitido, en moneda Banco Central. Eso es
lo que se llama su liquidez.
Algunos han llegado erróneamente a la conclusión, de que
los bancos sólo crean moneda proporcionalmente a sus in­
gresos en moneda Banco Central. Eso significa olvidar que
al crear su moneda, el banco recibe un título de deuda. Hay
que explicar aquí el doble carácter de la moneda: endeuda­
miento del banco con respecto a la econom ía productiva,
compensado por un endeudamiento de la econom ía produc­
tiva con respecto al banco. El empresario que recibe un ade­
lanto bancario es acreedor del banco en el sentido de que
él puede utilizar la moneda correspondiente a ese adelanto
que el banco le hace, y es su deudor en la medida en que
deba reembolsar el monto de la moneda utilizada. El banco
dispone, pues, de un respaldo de su emisión en forma de cré­
dito ante el titular del préstamo. Este crédito se convierte en
moneda del Banco Central mediante la operación de redes­
cuento. Otro m edio es la operación del “ open market” refe­
rida a bancos del Tesoro. A l crear la moneda, los bancos
crean al mismo tiempo la posibilidad de transformarla en
moneda Banco Central. Desde ese punto de vista, la emisión
bancaria es ilimitada.
Pero el Banco Central puede negarse a esa reutilización
de los créditos, o aceptarla únicamente en condiciones más
onerosas. Entonces se les presenta a los bancos el riesgo de
no encontrar la cantidad de moneda Banco Central o, en la
mayoría de los casos, de encontrarla en tales condiciones
que disminuya su margen de ganancia. Ese riesgo proviene
de que el Banco Central, privado o público, ejerce por defi­
nición el m onopolio de su propia moneda, pudiendo limitar
su emisión sin haber alcanzado su rentabilidad. Ese m ono-
La inflación 145

polio proviene del hecho de que el Banco Central es tal, sólo


en la medida en que sea la clave de todo el sistema de pagos
y que entre todas las demás monedas sea la suya la que otor­
gue la convertibilidad. Esa capacidad se origina en el poder
liberatorio ilimitado y obligatorio de su moneda que le es
conferido por el Estado. D e tal m odo, la política del Banco
Central es, en suma, la del Estado. Hay confusión de pode­
res de hecho, si no de derecho, cuando el Banco Central es
privado. Entonces la política monetaria es determinada por
la burguesía en cuyas manos está el poder del Estado, te­
niendo en cuenta las contradicciones internas de esa dase.
Pero hay que señalar que en algunas circunstancias los ban­
cos pueden liberarse de las limitaciones del Banco Central y
continuar una emisión monetaria que permita que la infla­
ción se perpetúe contra la voluntad del Estado. A l hacerlo,
permiten que una; parte de la burguesía se oponga a la que
tiene en sus manos el poder del -Estado. Tal es el caso cuan­
do existe una deuda pública elevada.
Esa deuda es soportada generalmente por los bancos que
consideran perfecta la liquidez de los títulos públicos a corto
plazo. Ese comportamiento, confirmado por la gestión ban-
caria, proviene de que el T esoro Público no puede negar el
reembolso de sus títulos sin arruinar definitivamente su cré­
dito. E l escalonamiento de los vencimientos de los títulos
públicos permite, pues, a los bancos encontrar en el Tesoro
los recursos en moneda Banco Central que podrían necesitar
en virtud de la política monetaria restrictiva. A sí lo hicieron
los bancos ingleses en 1956 haciendo fracasar las restriccio­
nes de crédito decididas p or el Banco de Inglaterra. Por
consiguiente, el papel del Estado en las economías capitalis­
tas avanzadas lo ha llevado a emitir una deuda muy elevada
para hacer frente a los gastos necesarios para evitar una
desocupación masiva. A hora se comprende cuál es el fin de
la inflación corriente.
La inflación 147
Ernest M ande! y otros
146
lo hemos hecho, que sólo se trata del interés del capital.
.2. C óm o se detiene la inflación corriente T od os esos planes contienen medidas, oficiales pero ágiles,
de bloqueo de los precios, y medidas extraoficiales, pero se­
Existen dos posibilidades: veras, de bloqueo de los salarios nominales. C on esta polí­
tica se trata de consolidar el alza de las ganancias reales per­
A ) La espiral mitiendo que éstas sigan aumentando. Pero ello implica la
porque se realiza un ajuste P - d Esa detención •ausencia de un alza general de precios. Sólo agunos pueden
sitivo de los capitalistas y d e ^ ^ ^ a i a n c S s reales sin que aumentar. U na parte de la burguesía, la más débil política­
implica que haJ an ^u® e^ d realesS Se tiene que haber en­ mente, se encuentra entonces en desventaja frente al resto
hayan disminuido los salar , ® adquisitivo y haberse trans­ de la clase. Se originan intereses opuestos dentro de la clase
p i r a d o un rentistas, titulares de burguesa. Estos se ven acrecentados por el hecho de que
ferido a los capitalistas. inflación D el mismo m odo, algunos capitalistas más dinámicos tienen interés en que siga
rentas fijas, se arruman con y artesanos, deben la inflación. T odos pertenecen al sector I cuyos precios
los pequeños c o ® e^ ia ¿ os J L r is t a s ^ u p e r io r al aumen- aumentan más rápidamente que los del sector II.. Entonces
,s oportar un alza de los precios y ■ ientej un jncre- los asalariados solicitan paridad con estos últimos. Los capi­
to de los precios m u M n ste y ^ ^ En ambos talistas del sector I, com petitivos, pueden, pues, aceptar las
mentó de sus cost° s *“ P ¡ s6|0 podrán ser los capitalistas .reivindicaciones salariales y aumentar su índice de ganancia.
casos, los que se bene log proveedores de mer- L os pequeños capitalistas y los más dinámicos del sector I
q“ C T s ^ n d o 't s o eoncretay el problema ya planteado tienen co m o interés com ún que la inflación continúe. D e esa
caricias. El ^ g íruj;ces de precios. Si los precios m ayo- convergencia puede surgir, en el seno de la misma burgue­
de la elección de ^ ., te que los minorissas, la ga- sía, una oposición que haga fracasar los planes de austeridad.
xistas aumentan mas r^Pidam <1.^ & la pérdida de los
Algunos exigen la posibilidad de aumentar sus precios, mien­
nancia de los capitali rrJnnensada con una ganancia tras que otros satisfacen los pedidos de aumentos salariales.
.trabajadores. PeIO la detención “ automática" de En las condiciones del capitalismo avanzado, contener la
neta en los capitalistas. dPConarición de la pequeña
inflación que ya no se puede detener por sí sola es un pro­
la inflación lleva a ^ 7 “ “ ™ede íepetirse
burguesía (co m o entre las dos guerras) y no pu v blema esencialmente político que debe ser resuelto primera­
indefinidamente. mente en el seno de la burguesía.
E s evidente que la detención de la inflación no es indife­
B ) La rente a los asalariados. Decretada e impuesta por el Estado,
interrumpe el intento de que los salarios nominales alcancen
puestarias en igual sentido de parte Ental1 caso, ■a los precios. Sanciona una disminución, por lo menos rela­
más que detener se■ « m ® » aJ ¿ ü‘ f “ eraU za.Vr la tiva, del poder adquisitivo. Más aún, origina recesos, es decir
motor del desequilibro. Esta pdibca se g ^ ^ una disminución del ritmo de la producción o una ligera baja
" ¡ e " ^ a c L ^ V r a u 5 e r i d a d es justiflcada por de la misma, lo que provoca un aumento de la desocupación.
En efecto, las inversiones realizadas durante la inflación en
c S r é s n a S o S en una moneda sana. Sefialemos, como ya
148 Ernest M andel y otros

.virtud de una elevada y creciente demanda nominal no en­


cuentran, al madurar, los mercados esperados. D e allí resulta
una tendencia a la superproducción y un aumento de los
stocks que pesa sobre el margen de ganancias. Los capitalis­
tas ajustan su producción y para ello deben despedir parte
de su mano de obra. La provocación de tal receso equivale a
un ajuste entre las cantidades demandadas y las ofrecidas y
•no puede ser confundida con el receso cíclico. N o es menos
evidente que deteriora las condiciones de vida de los traba­
jadores en general. Por lo tanto, éstos se oponen a los planes
de estabilización. Su lutíha es tanto más eficaz por cuanto la
misma burguesía se halla dividida. N o es raro entonces que
en períodos de “ estabilización” se satisfagan los pedidos de
aumentos salariales en algunas empresas, para generalizarse
luego al total de los trabajadores de ese ramo en virtud del
“ deslizamiento” de salarios previsto ulteriormente.
Es evidente que desde su aparición hasta su fin, la infla­
ción está dominada por el antagonismo entre ganancias y
salarios y más especialmente entre clases similares. Pero re­
sulta insuficiente contentarse con afirmar que es la expresión
monetaria de la lucha de clases llevada a nivel económ ico.
H ay que precisar el significado de la inflación corriente.

3. Significado de 1a. inflación corriente

Existen dos tesis: incitación, regulación.

A ) La inflación-incitación, de m oda entre los medios so­


cio-demócratas, es una tesis que enmascara la verdadera na­
turaleza del capitalismo denunciando sus aspectos secunda­
rios. Esta teoría descansa esencialmente en un doble efecto
del alza de los precios: efecto en los ingresos reales y efecto
en el crédito. L a masa indifexenciada de “ agentes” se ve inci­
tada a tener un volumen mayor de activos reales con respecto
La inflación 149

a los activos financieros si los precios aumentan. Por lo tanto


los ingresos reales de la moneda deseada son más bajos. Se
desprende corno corolario que esos ‘ ‘agentes” se ven incitados
a preferir el endeudamiento, cuyo costo real es mínimo, a la
autofinanciación. L os gastos se ven, pues, doblemente favore­
cidos. Hasta aihora esto no explica nada. Nunca se comprende
por qué hay inflación, aunque se la explique aparentemente
con términos simples. E l problema subsiste. L a inflación in­
cita al gasto, sobre todo especulativo, y por lo tanto beneficia
tanto a los capitalistas com o a los especuladores. De acuerdo
con la regla que presupone que quien se beneficia con el crimen
debe ser el criminal, se atribuye a los capitalistas la responsa­
bilidad de la inflación. El nudo de la cuestión está en que los
capitalistas son responsables de la inflación que los beneficia
en la medida en que ella los incita a invertir. Provocan la in­
flación p or invertir. Ello supone que los capitalistas, cons­
cientes de que un cierto porcentaje de inflación los beneficia,
se entienden para promoverla. Pero ello equivale a ignorar la
competencia entre los capitalistas que explica por sí sola la
acumulación e impide que los capitalistas se hagan ese cálculo.
¿Puede el Estado 'hacerlo en su lugar? N o, puesto que si de­
fiende los intereses de la ¡burguesía no puede actuar directa­
mente sobre los precios para aumentarlos. Por otra parte, el
mismo Estado no queda excluido de la anarquía del mercado,
com o si fuera un “ deux ex machina” . Denunciar la especula­
ción para n o tener que condenar al sistema y poder así pre­
tender reformarlo, lleva a no' comprenderlo. Es evidente que
esta tesis, resultado de los análisis reformistas de la inflación,
es totalmente contradictoria y sólo puede ser desechada.

B ) Otra tesis reformista es aquella en que la inflación des­


empeña un papel de regulación, de árbitro inevitable entre
dimensiones antagónicas. “ La inflación actúa com o una regu­
lación. Im pone a los grupos ese límite global que es el aumen­
to del producido. Impone a los empresarios ese límite partí-
150 Ernest M andel y otros

cularmente mínimo que es la renovación de la fuerza de tra­


bajo, es decir el nivel más alto alcanzado anteriormente por
el consum o salarial. Impone a los asalariados ese límite espe­

rjii.inui.ij ^ u
cial que es el índice de ganancia requerido” . (A . Nicola'i, “ L a
inflación com o regulación” , R evu e E conom ique, n? 4, 1 9 6 2 ).
L a demostración de este brñlante resultado revela sus ca­

A ry ;„r
rencias. -El análisis se basa en una doble verificación: los pre­
cios aumentan más rápidamente que los ingresos nominales,
el índice nominal de los salarios crece más rápidamente que
la productividad. A sí el porcentaje relativo de las ganancias
aumenta a veces, disminuye otras. Para no poner en evidencia
el papel que desempeña el enfrentamiento entre grupos, com o
lo hiciera A ujac desde 1951, se invoca el papel regulador de
esas dilataciones y contracciones sucesivas de las ganancias.
La dilatación sirve para aumentar la inversión, la contracción
para absorber la oferta suplementaria de beneficios surgidos
de la inversión realizada anteriormente abultando el poder
adquisitivo de los asalariados. Para ver claramente la regula­
ción, tomem os nuevamente el m odelo de A . Nicola'i. Supon­
gamos una econom ía en que los capitalistas consuman los dos
quintos de su renta y los asalariados la totalidad. En equili­
brio, la relación ganancias-salarios es igual a la unidad. Su­
pongam os que la renta real inicial (1 0 0 ) aumenta según la
fórmula R n = R o (1 + r ) n = 5 % .
En to, se tiene R o = P o + W o. L a renta es la suma de be­
neficios y salarios utilizados en gastos de consumo e inversio­
nes. R o = Cpo + 50 + Cwo = 30 + 20 -j- 50 = 100.
En tr el producto real es 105. En régimen de competencia
oligopólica en que la baja de los precios queda excluida
A R = 5 es absorbido por un alza de la renta. Se debería
tener ¡Px = C p i + h = 31,5 + 21 = 52,5 y W t = C t
= '52,5.
Pero se supone que W i = 53. Es fácil demostrar entonces
que el reequilibrio entre gasto de las rentas nominales y rentas
reales provoca un alza de los precios.
La inflación 151

Y-
E n precios com entes, R x se convierte en R i= W x ( l - ¡ ------ )
W
■P
= 106, si •— = 1.
W
Esta perturbación hace intervenir a la inflación propiamen­
te dicha. L a demanda es superior a la oferta en 1. Si los em ­
presarios aumentan su producción más que sus precios, apa­
rece una inversión inducida provocada por el efecto de acele­
ración. Este se refiere únicamente a la demanda excedente de
los asalariados (0 ,5 ) , suponiéndose que los empresarios son
suficientemente inteligentes com o para comprender que su
propia demanda excedente nominal está compensada por el
alza de los precios. Por lo tanto A 1 = 0,5 fi. E l coeficiente
marginal del capital es igual a 4. 'Por consiguiente A I = 2.
El margen de ganancia requerido deja de ser 1 para conver-
*P 52,5 + 2 54,5
tirse en — = --------------- = -------
W 52,5 — 2 50,5
C om o los salarios nominales son 53, un alza de los precios
asegura la transferencia de 2 de los salarios a los beneficios.
En tales condiciones R r, en precios corrientes, es igual a
P
Wx (1 d------) 4= 110,2.
W
E l porcentaje de ganancias ha aumentado a pesar de un
alza de los salarios reales (de 50 a 5 0 ,5 ) y la inversión real
ha pasado de 21 a 23.
Más adelante, ese aumento de la inversión contribuye a
aumentar la oferta de productos, que supera a la demanda.
En razón de la necesidad de que exista el pleno empleo, se
] 52 Ernest M andel y otros

evita la crisis y la inflación continúa permitiendo la contrac­


ción del margen de ganancias, reduciendo las ganancias desti­
nadas a inversiones. Sigue la inflación, o sea que los empre­
sarios, en vez de trabajar con salarios crecientes y precios
estabilizados, ‘‘trabajarían con precios que aumentarían me­
nos que los costos manteniendo así, en base a reflejos adqui­
ridos anteriormente, la ilusión monetaria de que su escape se
efectúa siempre hacia arriba” . A . Micola'i.
Siguiendo esta demostración, vemos que esta tesis no ex­
plica nada. ¿Por qué los salarios son los primeros en aumen­
tar y siguen aumentando? El m otor de la inflación son implí­
citamente los salarios, es decir la “cosí inflation” , ¿Por qué
caen los empresarios en la ilusión monetaria? Para permitir
que siga la inflación, mientras que los mecanismos de reequi­
librio de que hemos hablado anteriormente tendrían que con­
ducir al receso. ¿Por qué el imperativo de que exista pleno
empleo? Para que el Estado apoye la ilusión monetaria. A l
tratar de evitar que los “ grupos” estén en primer plano, se
convierte a los asalariados en los verdaderos amos del juego
inflacionario. L os capitalistas y el Estado sólo participan me­
cánicamente en la inflación y evitan el receso por costumbre.
L a tesis pone en primer plano los límites del funcionamiento
económ ico del sistema: los salarios reales están limitados por
el margen de ganancia necesario para la inversión; las ganan­
cias reales están limitadas p or el poder adquisitivo necesario
para la renovación de la fuerza de trabajo. Esos límites ya
fueron indicados por M arx en Salarios, precios y ganancias,
pero M arx los explicaba por las leyes de funcionamiento del
sistema, leyes contradictorias. E l margen de ganancia reque­
rido es el que permite la transformación de la fuerza de tra­
bajo en capital, prevista por los capitalistas. N o es un índice
que permita un desarrollo óptim o para todo el mundo, sino
solamente para los capitalisas. P or tal razón los trabajadores
no lo respetan y adoptan con respecto a él un comportamiento
de ruptura, según la expresión de Aujac. D el mismo m odo, el
La inflación 153

índice mínimo de ios salarios reales necesarios para renovar


la fuerza de trabajo no es aceptado por los capitalistas que
tratan de reducirlo, elevando los precios. La inflación provie­
ne de esa lucha. N o es reguladora sino que, por el contrario,
refleja las contradicciones del sistema. En este sentido, los
capitalistas son quienes la originan.
■La tesis de la regulación fue presentada desde una diferente
perspectiva p or la Academ ia de Ciencias de la U.ÍR.5.S. en su
Manual de E conom ía Política. 'La inflación tendría lugar para
evitar que ocurra, la baja tendencial del índice de ganancias,
debida al incremento de la com posición orgánica del trabajo.
En un sistema en que el pleno empleo es mantenido por el
Estado, el índice del salario real no puede ser reducido gra­
cias a la form ación de las filas de reserva. L o es por el alza
de los precios que transfiere parte del valor producido, de los
trabajadores a los capitalistas. L a inflación permite el funcio­
namiento del sistema sin crisis. En este sentido ella lo regula.
Pero es evidente que este análisis se refiere al ahorro forzoso,
es decir a la inflación rastrera. En efecto, no hay en él nada
que pueda explicar el alza acumulativa de los precios que
caracteriza a la inflación com ente. Para comprender a esta
última hay que continuar el análisis integrándole la barrera
inflacionaria. Tal com o está, esta tesis se contenta con m os­
trar que, a falta de una respuesta de los trabajadores, los ca­
pitalistas tratan de aumentar la explotación para mantener su
margen de ganancia a pesar de la competencia que desarro­
llan entre sí. L o esencial para comprender la inflación c o ­
rriente está en la respuesta dada por los trabajadores. Y al
explicar la inflación corriente, esta reacción impide que se la
conciba com o una regulación. Repetimos que la inflación co ­
rriente no regula el sistema; es el reflejo de ciertas modalida­
des de la lucha de clases.
' 'V - rr™n

g ile s jourdain
antoinette m a le t
eva m ©rain
A C U M U L A C IO N IN T E R N A C IO N A L E IN F L A C IO N
•Existen dos tipos de inflación internacional. El primero, la
inflación internacional rastrera, no es más que el resultado de
las inflaciones rastreras nacionales que afectan a la totalidad
de las economías capitalistas desarrolladas. Su estudio ha sido
hecho al ocuparnos de la inflación rastrera.
E l segundo tipo de inflación internacional a que aludimos
es la inflación internacional corriente, que no es permanente
y que se manifiesta en determinados momentos precisos que
trataremos de indicar. Esa inflación internacional no es la suma
de las inflaciones nacionales corrientes. Proviene de la exis­
tencia del sistema productivo mundial y de la acumulación
dentro de ese sistema. Se origina en un punto del mismo ex­
tendiéndose luego al conjunto, según modalidades cuyo carác­
ter, específico depende de la existencia de Estados nacionales.
Su naturaleza es tal que no puede ser entendida com o una
simple inflación nacional transmitida. D ebe ser interpretada
directamente a nivel del sistema capitalista. A sí se supera el
falso problema de la verificación empírica. El papel causal
de la acumulación del capital en la inflación no debe ser esta­
blecido para cada econom ía sino para el conjunto de las mis­
mas. Y a no se puede invocar la falta de verificación para ex­
plicar la inflación “ con cualquier cosa” . Este proceso, que
llevó a economistas burgueses tales com o P. Dieterlen a apo­
yarse en las “ causas” del proceso acumulativo, es decir en las
especulaciones, puede ser desechado. L a acumulación del ca­
pital es el origen de la inflación que se incrementa generali-
J58 Ernest Mandel y otros La inflación 159

zándose. E l incremento acumulativo se explica por la oposi­ De ese desarrollo desigual surgen relaciones de predominio
ción que provoca la acumulación entre la burguesía y la clase entre las economías nacionales, relaciones que no son defini­
obrera, en el plano nacional, y entre las burguesías naciona­ tivas y que deben ser constantemente defendidas para poder
les, en el plano internacional. A partir de allí, se comprende preservarlas.
que la inflación rastrera, com o tal, no puede ser transmitida. E l desigual desarrollo a través de la historia ha provocado
Si el alza de los precios nacionales no provoca reacciones con ­ el predominio actual de los Estados Unidos sobre todas las
trarias en el exterior, el alza de los precios mundiales no será economías capitalistas industrializadas y de éstas sobre las
más que un ajuste de equilibrio. Caso contrario, el desequili­ economías de los países coloniales o sem icoloniales.1
brio se transmite pero de tal m odo que por ello se hace acu­ Esas relaciones jerárquicas son sólo provisorias ya que el
mulativo. A partir de allí podem os determinar la secuencia desarrollo desigual es un desarrollo dialéctico. Para defender
inflacionaria. Los capitalistas aumentan su índice de ganancia su hegemonía, el imperialismo norteamericano experimenta,
elevando sus precios. Ello puede proovcar una reacción con ­ periódicamente, una acumulación interna particularmente im­
traria en la clase obrera nacional, y en tal caso habrá infla­ portante. Esta origina un alza de los precios internos que
ción corriente que se transmitirá al exterior. En caso de que cuestiona el carácter competitivo del capitalismo norteameri­
tal reacción no se produzca, la inflación rastrera puede engen­ cano en sus mercados exteriores y por consiguiente el ob je­
drar esa reacción en las burguesías extranjeras que la carga­ tivo m ism o de la acumulación interna, o sea el mantenimiento
rán sobre su propia clase obrera. Por lo tanto, allí puede apa­ de su hegemonía. Esta situación contradictoria se resuelve
recer la inflación corriente. Pero no toda la burguesía nacio­ mediante la exportación de la inflación corriente interna al
nal puede exportar sus propias dificultades. Tal posibilidad resto del mundo.
depende del lugar que ocupa en la jerarquía del proceso pro­ L os capitalistas sólo pueden sobrevivir a condición de que
ductivo mundial. P or consiguiente, según el lugar en que apa­ sigan acumulando sin cesar y, para ello, de que hagan evolu­
rezcan las tensiones engendradas por la acumulación de capi­ cionar constantemente sus instrumentos de producción. Esa
tal, la inflación se generalizará o no. . evolución supone y provoca al mismo tiempo el incremento
Estudiaremos en primer lugar la naturaleza y los orígenes de la división del trabajo. Ese movimiento, provocado por la
de la inflación internacional, orígenes que deben ser buscados competencia, es el factor esencial que distingue al m odo de
en la dialéctica del desarrollo desigual. Luego abordaremos el producción capitalista del m odo de producción anterior.
análisis de los mecanismos que permiten que esa inflación se Obligados a ampliar constantemente su base de acumula­
transmita. Esos mecanismos se vinculan con las características ción, los capitalistas internacionalizaron su producción, atra­
esenciales del sistema productivo mundial. yendo a todas las naciones hacia su propia esfera de acción.
Así crearon un sistema productivo mundial caracterizado por
cierta división internacional del trabajo. A partir de allí, la
Sección I : Naturaleza y orígenes de la inflación internacional. economía internacional ya no puede ser considerada com o una
simple suma de economías nacionales sino com o una reali­
L a inflación internacional, fenóm eno monetario, nos remite dad que domina a los mercados nacionales, realidad que es
a la acumulación internacional y al sistema productivo mun­
dial. Este es el resultado del desarrollo desigual de los países. 1 Países coloniales y sem icoloniales = P .C .S .C .
La inflación 161
160 Ernest M andel y otros

el resultado de la dialéctica del desarrollo desigual. R ecípro­ í de obra era obtenida por la fuerza. El ejemplo más caracte-
camente, las economías nacionales deben ser concebidas com o | rístico fue el de las en d osares en Inglaterra, que provocó un
| aflujo de campesinos 'hacia los centros industriales.1
una parte de la econom ía mundial.
En la práctica, las particularidades nacionales no son más Íí Más adelante, la misma acción de la competencia habría
que la com binación de los rasgos esenciales del sistema pro­ f- de permitir la transferencia de gran parte de la población rural
ductivo mundial, el resultado del desarrollo desigual dentro | hacia el sector industrial, transformando así a la fuerza de
del sistema productivo m undial.1 Esta interdependencia de I trabajo en verdadera mercancía. En efecto, el desarrollo de
las economías nacionales es el fundamento científico del inter­ ji la industria provoca a más o menos largo plazo el de la agri-
nacionalismo proletario. En efecto, esa interdependencia fija 1 cultura. L os medios de producción modernos que proporcio-
el interés de la burguesía a cada escala internacional, en la j» na el sector industrial son utilizados por los explotadores capi-
medida en que cualquier lucha de clases en una parte del | talistas que se apoderaron de tierras abandonadas para valo-
mundo actúa sobre la totalidad de las economías capitalistas ¿ rizarlas. A sí obtienen una considerable m ayor productividad
y que, recíprocamente, la burguesía de cada país saca su | en comparación con los propietarios de pequeñas parcelas.
fuerza de la de las otras burguesías nacionales. L a estrategia Estos pronto no podrán hacer frente a la competencia y aban-
revolucionaria a escala internacional debe basarse en la dia­ jb donan sus tierras. En las grandes explotaciones la mano de
léctica de la ludha de clases en diferentes partes del mundo. j-: obra agraria es dejada progresivamente de lado ante la intro­
El desigual desarrollo se encuentra a diferentes niveles, rela­ ducción de técnicas modernas. La importancia de la pobla-
cionados entre sí: desigual desarrollo entre industria-agricul­ } ción rural disminuye en form a absoluta, mientras que aumenta
tura, entre ramos y sectores, finalmente entre países^ Aunque " el número de trabajadores industriales. A hora éstos se pre-
la inflación internacional sea el resultado de la dialéctica del | sentan en el mercado com o compradores de los productos
desarrollo desigual entre los países, el estudio de las diferen­ Í agrícolas.
cias en su ritmo de crecimiento no puede hacerse sin un estu­ I En cuanto a la industria, se beneficia con la expansión de
dio previo de la constitución del M .P.C . en cada uno de ellos, | la agricultura, pero la sujeta a su propio ritmo de desarrollo.
de acuerdo con el desarrollo desigual de la industria y la agri­ I Por una parte, el aumento de la productividad en el campo
cultura y el de ramos y sectores. = provoca una baja de los precios de los productos agrarios que
j beneficia a los empresarios industriales. Por otra parte, la po-
1 blación rural, expropiada por el incremento de la explotación
1. Desigual desarrollo nacional moderna, afluye a los sectores industriales. E l problema que
|> se plantea es que, com o consecuencia del desarrollo de la
L os capitalistas sólo pueden acumular si disponen de U i productividad del trabajo, sólo puede aumentar relativamente
fuerza de trabajo que pueda hacer dar frutos a sus medios | la cantidad de trabajadores industriales. E l excedente de p o­
de producción. En los orígenes del sistema capitalista cuando, li blación agraria no puede ser, pues, absorbido totalmente por
en lo que a producción mercantil se refiere, todos los indivi­ 1 el sector industrial. Una parte se orienta hacia las actividades
duos eran propietarios de sus medios de producción, esa mano
3 D obb, El desarrollo del capitalismo, cap. V I , Maspero.
1 Trotsky, L a Revolución Permanente.
Ernest Mandel y otros La inflación 163
162

de servicio, pero la otra está destinada a U desocupación. consumo y el de los bienes de producción, se separan y adop­
Para evitar los malestares sociales que podrían resultar de tan desarrollos específicos.
ello el Estado burgués puede intervenir para frenar el m ovi­ La evolución del capitalismo se ve estimulada permanente­
d o natural de é x o d o m ra l, tomando medidas que protejan mente por la competencia. Esta lleva a un aumento general
a f pequeño propietario. Tales medidas contribuyen a t a ñ a r 1 de la com posición orgánica del capital, que provoca un desa­
el desarrollo de la agricultura en la medida “ 3™ se vea fr rrollo relativo del sector de los bienes de producción. Los bie­
nada la introducción de técnicas nuevas de producción. nes de producción son necesarios tanto para el sector de los
E l escaso desarrollo de la agricultura limita a su vez el cre­ bienes de consum o com o para el propio de los bienes de pro­
cimiento industrial. E l factor que acabamos de ducción. Observemos la evolución de esos sectores en los Es­
%
es más que uno de los elementos explicativos de la desigual- | tados Unidos. Según Shaw (Historical statistics o f t¡he U .S .A .),
dad del ritmo de desarrollo de la agricultura y de la m us ia. i citado por Mandel en E l tratado de econom ía marxista, la
Otro factor es la degradación de los términos e n ^ producción de bienes de equipo pasó de 296 millones de dó­
al&
el intercambio entre el sector agrícola y el sect.or lares en 1869 a 6.033 miñones de dólares en 1919. En el
I
L a mejora de las condiciones de producción de la mismo período la producción de bienes de consumo pasó de
^ I
provoca una baja en el valor de los productos agrícolas 3 -<>- f; 2.428 millones a 28.445 millones de dólares. Por lo tanto,
loca a los agricultores en una situación desfavorable frente a el sector de bienes de producción aum entó veinte veces su
producción, m ientras que el de los bienes de consum o aumen­
os e m i s a r i o s industriales. D el mismo m odo tiende a dtstm- ,
nuir d margen de .ganancia de la agricultura com o consecuen- | tó sólo d oce veces la suya. Adem ás, la producción de los bie­
d a de “ a S v a L a s e z de la fuerza de trabajo explotada.! nes de consum o ¡ha sido sobrevalorada ya que en eña se consi­
Esta tendencia se combate en la agricultura, manteniendo .os [ deraron bienes de consum o durables que son, de hecho, bie­
salarios extremadamente bajos y las condiciones de trabajo | nes de producción. Si tomamos com o referencia las cifras
en form a sumamente duras, lo que se traduce en un elevado ¡ abstractas del Statistical relativas a diferentes categorías de
margen de plusvalía. | mercaderías, se observa que entre 1919 y 1952 la producción
Estos elementos frenan, en la agricultura, la capacidad de| de bienes durables se multiplicó por cinco, mientras que la
acumulación y, por lo tanto, la posibilidad de un desarr de los bienes no durables se multiplicó solamente por tres.
ulterior. A qu í también el desarrollo de la industria puede con­ Se nota, pues, un ritmo más rápido en el desarrollo del sector
vertirse en un freno para el de la agricultura. _ de los bienes de producción con respecto al de los bienes de
En la medida en que el incremento de la industria capita­ consumo. Ello depende del nivel alcanzado por las fuerzas
productivas, es decir del 'grado de división y productividad del
lista limita el crecimiento de la agricultura n o s f r e ­
cen una situación contradictoria ya que el desarrollo mdus trabajo. E l desarrollo del mercado interior es, por consiguien­
trial necesita, al mismo tiempo, de la expansión de la pro­ te, el resultado de ese desarrollo desigual. Responde al incre­
mento del lugar que ocupa el sector de los bienes de produc­
ducción agrícola.
A medida que va aumentando la división del trabajo y a- ción dentro del proceso productivo.
especializaron, se autonomizan los diferentes c o m e n t a de Una de las consecuencias de ese desarroño es el funciona­
proceso de producción. A m bos sectores, el de los biem s ie miento cíclico de la economía. L a relativa autonomía del de-
164 Ernest Mandel y otros

sarrollo de ambos sectores provoca un proceso ;;a saltos” del ¿


sistema económ ico. >
El desarrollo desigual por sector se caracteriza, pues, por ’
dos aspectos: j

— L a relativa autonomía de su desarrollo apoyada por la


competencia y la acumulación.

— E l límite de esa autonomía que se manifiesta en. un pro­


ceso cíclico de la economía.
'Puesto que el desarrollo del sector de los bienes de produc­
ción implica de por sí la ampliación del mercado interior, en­
contramos aquí la manifestación de la tendencia permanente
a ampliar la base de la producción. Hemos visto que ambos
sectores se autonomizan relativamente. Se desarrollan cada
uno de ellos según ritmos relativamente diferentes, lo que pro­
voca algunas distorsiones periódicas. Dentro mismo de estos
dos sectores, la búsqueda del máximo de ganancia provoca
un desarrollo por ramos desigual. Algunos adquieren un lugar
preponderante, lo que provoca la progresiva desaparición de
los ramos que se quedan atrás. Sería necesario un profundo
estudio del progreso técnico pero ya podem os dam os cuenta
del ritmo creciente que lo caracteriza. Tal fenóm eno se debe
esencialmente a la permanente carrera armamentista, que pone
en ejecución un proceso extremadamente rápido de innova­
ciones tecnológicas. Tiene dos consecuencias directas sobre el
desarrollo de los diferentes ramos. En primer lugar, la indus­
tria de los armamentos proporciona mercados a toda una serie
de ramos cuya evolución se incrementa. Además, puesto que
esas innovaciones existen en el área militar, tienen conse­
cuencias directas en el área civil. L os sectores modernos que
pueden utilizarlas avanzan en form a extremadamente rápida, i
mientras que los otros están destinados a desaparecer a más
o menos largo plazo. Pero la misma naturaleza de ese pro­
greso técnico implica un capital constante relativamente ele-¡i
La inflación 165

vado. 5 i a menudo las innovaciones son ei fruto de la activi­


dad de pequeñas firmas, su explotación económ ica sólo puede
ser realizada en 'grandes unidades. Ello refuerza la tendencia
a elevar la com posición orgánica del capital.

2. El desigual desarrollo internacional

El ritmo de desarrollo de los diferentes países está muy


lejos de ser igual y el sistema productivo mundial es precisa­
mente el m arco y al mismo tiempo el resultado de esas des­
igualdades de desarrollo. Estas engendran una estructuración
de la econom ía mundial en economías dominantes y en econ o­
mías dominadas en diferentes grados.
L a desigualdad más flagrante es la que separa al bloque de
países imperialistas del bloque de los países C. y S.C. A pesar
de ser la más flagrante no es la única, pues las economías
que constituyen el bloque capitalista desarrollado tampoco
crecen con el mismo ritmo.
Sin embargo, esas diferencias son en este caso de naturaleza
diferente ya que el desarrollo desigual involucra a países donde
está firmemente afianzado el M .P .C . En el primer caso, por
el contrario, el desarrollo desigual es al mismo tiempo causa
y efecto de la dominación del M .P .C . en países que ignoran
el capitalismo nacional, A pesar de que ambos tipos de desa­
rrollo desigual están estrechamente ligados, la diferencia de
su naturaleza justifica que se haga de ellos un estudio sepa­
rado. Trataremos, pues, de encontrar la causa de las diferen­
cias en los ritmos de crecimiento de los mismos países impe­
rialistas.
N o puede hacerse el análisis en términos de un enfrenta­
miento abstracto de diferentes sistemas de producción, sino
en términos de condiciones históricas inherentes al desarrollo
de cada uno de los países considerados.
En este estudio deben distinguirse dos etapas. Prkneramen-
166 Ernest M andel y otros

te trataremos de explicar el desarrollo industrial de Gran Bre­


taña. Luego intentaremos comprender por qué a fines del siglo
x ix fue superado por otros países capitalistas.
Semejante estudio es sumamente vasto, pues abarca toda la
historia del M .P.C . Nos esforzaremos en plantear principios
generales que constituyan el hilo conductor de la investigación.
•El incremento del capitalismo comercial y bancario en Ita­
lia, Alemania, Holanda y, en menor escala, en Francia, pro­
voca en los siglos x v i y x v n el bloqueo del desarrollo del
capitalismo industrial; en efecto, en vez de invertir sus recur­
sos en la producción industrial, la burguesía comercial trata
de seguir beneficiándose con su posición de m onopolio. Pues­
to que su poder depende del M .P. comercial, no desea cam­
bio alguno de ese tipo de producción y prefiere defender las
ventajas obtenidas. Es incapaz por lo tanto de renovar los
instrumentos de producción y de provocar una mayor división
del trabajo. A hora bien, simultáneamente se desarrolla en
Gran Bretaña el capitalismo industrial. L os comerciantes, en­
frentados a la competencia de los m onopolios flamencos o'
italianos, se vuelcan hacia la industria esforzándose en orga­
nizaría sobre una base capitalista.
V em os así que el desarrollo del capitalismo comercial, a
partir de cierta etapa, puede frenar el paso a una etapa supe­
rior de desarrollo, mientras que favorece el desarrollo del ca­
pitalismo industrial en otros países que gozan de condiciones
históricas particularmente favorables.
Luego Gran Bretaña se desarrolla por sucesivos im pulsos,
gracias a la introducción de nuevas técnicas de produ cción.1
Estas provocan una división xpás acentuada del trabajo y-
aceleran el desarrollo de la industria. L a relación entre la di­
visión del trabajo y el desarrollo de la econom ía es, en efecto,:
una relación dialéctica.1 Paralelamente, gozando de una total

1 Para una verificación histórica, ver E . M and el: Tratado de eco-i


nomía marxista.
La inflación 167

supremación en la producción industrial, la burguesía inglesa


se entrega a la conquista de mercados exteriores por la fuerza
ó por el juego de la libre competencia.
Pronto el avance del capitalismo inglés llevará al capitalis­
m o com ercial de los otros países europeos a volcarse a la
producción industrial. El proceso seguido no es en absoluto
igual al de los países C. y S.C. Nos encontramos aquí frente
a una burguesía com ercial nacional que ba acumulado su ri­
queza p or sí misma. La constitución de esa clase dominante
no ba sido obra del extranjero. Está, pues, dispuesta a defen­
derse para conservar la propiedad de sus riquezas. Para lo ­
grarlo, los gobiernos de los países pueden recurrir al protec­
cionismo para cerrar el paso a las mercancías inglesas.
L a relación entre el desarrollo del capitalismo inglés y el
desarrollo de los capitalimos europeos es una relación dialéc­
tica. En efecto, trabada por las barreras aduaneras, la bur­
guesía inglesa necesita que los otros países europeos se desa­
rrollen porque sólo así podrán abrirse las fronteras. Por otra
parte, los capitalistas europeos se benefician con el avance
económ ico de Gran Bretaña. Aprovechan, en efecto, los des­
cubrimientos técnicos provocados por ese avance. ,
A partir de cierta etapa los países capitalistas atrasados
asimilan las técnicas de producción perfeccionadas por la
burguesía inglesa, lo que les permite desarrollar nuevos ra­
mos de producción caracterizados por una más avanzada
división del trabajo y concentración de capitales. A partir de
allí se produce a escala mundial una redistribución del traba­
jo, lo que coloca en situación favorable a las economías que
cuentan con las condiciones históricas más propicias para el
desarrollo de esos ramos. Pero al mismo tiempo se va enveje­
ciendo la estructura industrial de esos países que ostentaban
hasta entonces la supremacía en el sistema productivo mun­
dial, y la reconversión se bace demasiado difícil.
Este principio generar explica el considerable desarrollo del
capitalismo norteamericano a partir de fines del siglo x ix y
168 Ernesí M andel y otros
La inflación 169

el del capitalismo alemán. En efecto, a partir de esa época cían con el adelanto de la economía inglesa, ambas no tienen
■la industria inglesa sufre un importante cambio en sus medios [■ el mismo ritmo de crecimiento, pues los Estados Unidos g o­
de producción, provocado por su propio avance. L a revolu­ zan de algunos factores históricos ¡que no intervienen en A le­
ción industrial del siglo x v n permitió una división del tra­ mania. Esos factores son esencialmente el resultado de la ex­
bajo más avanzada dentro de la empresa moderna y especial­ portación del M .P.C . a un país cuyo desarrollo no se ve tra­
mente en la producción textil. Esa más avanzada división di i bado p or ningún m odo de producción mercantil, y donde la
trabajo suscita importantes progresos en la producción y en j economía primitiva reinante es fácilmente vencida. El adelan­
la revolución industrial del siglo xix. Esta permite el apro- ■ to de los Estados Unidos le permite exportar mercancías y
veohamiento de nuevas fuentes de energía. Simultáneameni capitales en condiciones extremadamente favorables, aprove­
el perfeccionamiento de procedimientos técnicos permite un chando así el relativo atraso de los demás países imperialistas.
importante desarrollo de la siderurgia mientras que se hacen No obstante, ese atraso no es uniforme, y los capitalistas de
grandes progresos en el tratamiento de la bauxita. Progresi- | los países más avanzados del continente europeo pueden a
vamente se va desarrollando la industria química. | su vez aprovecharse de su desarrollo con respecto a las eco­
Estas técnicas requieren importantes inversiones. Ahora ¡ nomías mas débiles del continente. Para evitar ese fenómeno
•bien, éstas sólo pueden ser 'hechas por sociedades poderosas. •f • interesa en algunos casos a la burguesía sacar a flote a los
Se acelera la concentración y centralización de capitales pro- 1 países más atrasados y defenderlos de los demás países euro­
vacando un desarrollo cada vez mayor de la industria. Resul- í peos. Este factor tiene tanta más importancia si se tiene en
ta característico hacer notar la concentración de capitales en cuenta que el capitalismo más debilitado puede ser el marco
Alemania y en los Estados Unidos de 'Norteamérica en reía- ' de las más violentas luchas de clases, lo que explica la ayuda
ción con la que tuvieron los países adelantados durante la aportada por los Estados Unidos a la burguesía alemana entre
primera mitad del siglo xrx, especialmente Inglaterra, donde las dos guerras, o la que se presta actualmente a países com o
la división del trabajo se incrementa mucho menos y pasa a } Grecia o España.
un segundo plano. , jE l verdadero predominio del imperialismo norteamericano
Pronto otros países entran en la competencia intercapita­ sobré el resto del mundo se establece después de la primera
lista, com o Japón e Italia. Tales países se benefician también guerra mundial mientras las potencias europeas se destroza­
ellos con la evolución de los otros capitalismos nacionales,/! ban entre sí, tratando cada una de ellas de reemplazar a las
cuyas técnicas más avanzadas asimilan. Sin pasar por la empa otras en la conquista de los mercados exteriores. Luego se
del capitalismo de competencia, la estructura industrial de consolida en el período que separa a las dos grandes guerras
esos países adquiere pronto un importante grado de concvn- mundiales. Después de la crisis de 1929 y de la segunda gue­
tración. El desarrollo de tales economías provoca una de el i­ rra mundial que destruye la economía europea, los Estados
nación aún más acentuada de la burguesía inglesa que debe, ;
Unidos intervienen para apresurar la recuperación de esa eco­
soportar una mayor competencia. Su supremacía en los mer- ■I:
nomía. Si bien se benefician con el atraso de los países com ­
cados exteriores le es disputada por Francia y Alemania, y
petidores, el estado de destrucción en que se encuentra Euro­
luego por los Estados Unidos de Norteamérica.
pa es un freno para su propio crecimiento: dificultades de
Si bien las burguesías norteamericana y alemana se benefi- absorción de mercancías extranjeras, luchas de clases muy
170 Ernest M andel y otros

violentas con una situación pre-revolucionaria, avance de las


tropas soviéticas.
A l aportar su ayuda, el capitalismo norteamericano bene­
ficia a los capitalistas europeos con sus progresos tecnológi­
cos y su avanzado grado de división del trabajo. A partir de
entonces el capitalismo norteamericano se convierte en vícti­
ma de su propio avance, dado que éste permite un importante
desarrollo de las economías europeas, cuyo crecimiento las
convierte en competidoras del poderío norteam ericano.1
E n Europa occidental prosigue el desarrollo desigual, carac­
terizado por un rápido empuje del capitalismo alemán y del
capitalismo italiano, países que 'gozan de condiciones espe­
cialmente favorables para su desarrollo, particularmente el
aflujo de inmigrantes de R.OD.A. y el éxodo rural de la Italia
del Sur.
C om o consecuencia del desigual desarrollo se establecen
relaciones bien determinadas de dominación dentro del siste­
ma productivo mundial. Hem os intentado demostrar que la
vinculación entre los diferentes grados de desarrollo de los
países es una vinculación contradictoria que, por lo tanto,
sólo puede ser provisoria.
Y el carácter provisorio de las relaciones de dominación
que de ella derivan debe ser ubicado dentro de una evolución
lenta pero que tiene tendencia a acelerarse en la medida en
que tienda a acelerarse el progreso técnico com o consecuen­
cia de la com petencia intercapitalista y en que la burguesía
intente aumentar el margen de explotación.
D e la dialéctica del desarrollo desigual resulta, a corto pla­
zo, una rigidez com probada empíricamente por todos los eco­
nomistas burgueses, salvo por los neoclásicos (estos últimos
prefieren creer en la perfecta flexibilidad de los intercambios
sin la cual no podrían continuar con su apología del capita­
lism o). Esa rigidez proviene del hecho de que el m olde inter­

1 E . M and el: Respuesta socialista al desafío norteamericano, M a s-


pero.
La inflación 171

industrial sólo es com pleto para la totalidad del sistema capi­


talista, ubicándose cada econom ía componente en un deter­
minado casillero. Esa especialización internacional procede
del desarrollo de cada país com binado con el de los otros.
La econom ía más avanzada adopta, por definición, las pro­
ducciones más modernas, y para ello debe exportar hacia
otras economíás e importar de ellas. Las relaciones que así
se establecen no son simétricas sino jerárquicas. Según la im­
portancia que tengan las producciones nacionales en el siste­
ma productivo mundial, la econom ía que las adopte será más
o menos dominante. Siempre que esta división internacional
del trabajo no repose en los costos comparados que provoca,
no podrá ser cuestionada mediante simples cambios de pre­
cios. Pensar, siguiendo la tradición de Hecksher-Ohlin, que
esta división se explica con los recursos naturales, es retomar
el principio del valor de la escasez. A pesar de que la dia­
léctica del desarrollo desigual es todavía p o co conocida, tene­
mos que admitir que es el factor explicativo: En ese aspecto
la división internacional del trabajo se explica por las condi­
ciones históricas del desarrollo de las economías asociadas, y
por lo tanto no puede ser cuestionada por un progreso téc­
nico general y abstracto sino solamente por un progreso téc­
nico históricamente localizado. Este supone una acumulación
del capital que lo incorpora. La existencia y duración de una
economía dominante está relacionada con esta acumulación.
Por lo tanto el m arco de la inflación internacional es la lucha
entre las burguesías nacionales para mantener por una parte
y modificar, por la otra, sus respectivas jerarquías dentro del
sistema del capitalismo mundial.
Esta rigidez no suprime totalmente la competencia entre las
economías jerarquizadas. Pero la margina. L a competencia
sólo se refiere a una escasa proporción del com ercio mundial
que haría falta poder determinar. Por otra parte, su importan­
cia difiere de acuerdo con el grado de jerarquía de las econ o­
mías rivales. Cuanto más dominante es una econom ía, menos
172 Ernest Mandel y otros

competidora es, pero, paradójicamente, más necesario se le


hace preservar sus mercados. En efecto, al perderse un mer­
cado, ello representa una negación del carácter dominante de
la econom ía y la dominación puede ser cuestionada.
P or lo demás, la economía debe acumular proporcional­
mente a las economías dominadas. Pero, en determinadas cir­
cunstancias de la lucha de clases, ello puede provocar una
inflación interna que amenace la posición externa. Contradic­
toriamente, mientras esa economía dominante gozará de los
medios de exportar su inflación para mantener su competiti-
vidad externa.

Sección II: P roceso de inflación internacional

1. Sus modalidades

Veremos aquí cóm o el estado de las relaciones actuales de


dominación permite que una econom ía dominante provoque
un alza generalizada de los precios en todo el mundo.
La inflación internacional que se transmite sólo puede te­
ner su origen en una econom ía dominante en el sistema p ro­
ductivo mundial porque las burguesías de los demás países
no pueden evitar comprarle sus mercancías y capitales; no
pueden oponerse pues a la difusión de las perturbaciones y
tensiones que afectan a la economía dominante.
E sa difusión tiene lugar en dos etapas que se complemen­
tan. E l increm ento de la acum ulación de una economía dom i­
nante en un momento dado engendra una demanda suple­
mentaria de productos básicos exportados por los países co lo ­
niales y semicoloniales. Estos no pueden satisfacer a corto
plazo esa demanda suplementaria, y los precios de los p ro­
ductos básicos aumentan. En la econom ía dominante, esta
La inflación 173

alza se traduce en un alza de los costos de producción y en


la correspondiente disminución de las ganancias. La burgue­
sía reacciona aumentando los precios internos y comienza en­
tonces la lucha de clases entre trabajadores y capitalistas, tra­
tando cada clase de aumentar, o simplemente de mantener, su
participación en la renta nacional. Queda desatado entonces
el movimiento de alza acumulativa de los precios y se fran­
quea la barrera inflacionaria. Ese movimiento puede además
ser alimentado por recursos externos recibidos por economías
dominantes cuyas exportaciones aumentan com o consecuencia
del alza de los recursos provocada, en el extranjero, por el
aumento de los precios de las importaciones.
L a inflación se transmite desde la economía dominante en
razón de la rigidez de las relaciones económicas internaciona­
les y de su flexibilidad marginal.
La econom ía dominante que aumenta su capital constante
debe procurarse una parte del mismo en los países producto­
res de bienes primarios. Esas economías, frecuentemente no
industrializadas, tienen una oferta de exportación falta de elas­
ticidad. El aumento de demanda que se dirige a ellas provoca
pues un alza de los precios de los productos básicos. Esa alza
original puede degenerar en inflación. En efecto, los sectores
tradicionales son los que más se benefician con esta mejora
momentánea de los términos del intercambio. Para aprove­
charla al máximo ,cada productor tenderá a aumentar sus he­
rramientas a fin de extender su producción.
El sector m oderno capitalista puede satisfacer esta deman­
da aumentando su propia producción o sus precios. Sabiendo
que este aumento es momentáneo elegirá, por lo general, la
segunda solución. Si el sector productor de productos básicos
es capitalista (minas, p etróleo), incrementará su producción
empleando m ayor cantidad de mano de obra. En las econo­
mías industrializadas, el aumento de los salarios provoca una
mayor demanda de productos de subsistencia, lo que a la
larga beneficia al sector II moderno. Cualquiera sea la natu-
La inflación 175
114 Ernest M andel y otros

raleza del sector que se -beneficia con la mejora de los térmi­ no deseen aumentar su margen de acumulación, los capitalis­
nos del intercambio, ésta recae finalmente en el sector m o­ tas pueden intentar aumentar su margen de ganancia en previ­
derno o extranjero en form a de alza de sus precios. sión de futuros aumentos de los costos. L a barrera inflaciona­
ria se acerca entonces relativamente más. Ademas, aun antes
Por otra parte, el alza de los precios de los proluctos bási­
de que los precios de consumo doméstico aumenten, los tra­
cos afecta al conjunto de las economías industrializadas que
bajadores han debido soportar el alza de los precios de los
los utilizan. Estas soportan, pues, un doble aumento de sus
bienes de consumo obrero importados, lo que los torna sensi­
costos, provocado por la inflación en la economía dominan­
te: directa en razón del alza del precio de los bienes que ex­
bles a cualquier futuro aumento. ^ _
porta e indirecta en razón del encarecimiento adicional de los En la medida en que las relaciones económicas internacio­
productos básicos. . nales sean marginalmente elásticas, este proceso se ve favore­
cido por cierto aumento de las recaudaciones de exportación
Por lo tanto, todos los sectores de la producción capitalista
por desviación del tráfico, que se agrega al aumento mecánico
se ven afectados por el alza de los costos. Para preservar sus
propios intereses, cada capitalista tiende a aumentar sus pre­ con destino a economías en inflación.
cios de venta a fin de mantener su margen de ganancia, pero La econom ía capitalista con mínima inflación, cuyo valor
al hacerlo se ponen en marcha dos procesos acumulativos. de exportaciones aumenta, presenta una tendencia a acumu­
lar. En efecto, el equivalente en moneda nacional del incre­
Por una parte, las alzas de precios se acumulan, pues nu­
mento de divisas abulta los depósitos. A hora bien, en perio­
merosos productos son bienes de consumo intermedios. Cada
dos de alza de los precios, quienes poseen depósitos tratan de
aumento de costo en un sector justifica el aumento del precio
convertirlos en activos reales. D e ello resulta una presión ha­
de venta del producto correspondiente, lo que provoca el alza
cia la baja de las tasas de interés. A l mismo tiempo, algunos
del costo de otro sector. E l carácter acumulativo de este pro­
capitalistas nacionales, especialmente aquéllos cuyas exporta­
ceso depende del patrón interindustrial. P or una parte se
ciones aumentan su valor, ven la posibilidad de aumentar su
produce una tendencia general al alza de los precios, que trata
participación en el mercado en detrimento de sus antiguos
de restablecer el equilibrio de la estructura de los precios en
competidores a quienes la inflación ha tornado menos com pe­
base a los anteriores márgenes de ganancia. Pero en las eco­
titivos Esta doble presión puede elevar la inversión. La me­
nomías capitalistas dominadas, esa alza puede llegar a la ba­
jora por sectores de los términos del intercambio lleva a un
rrera inflacionaria y desatar una inflación corriente.
índice de acumulación más elevado. D e acuerdo con el esque­
Este doble proceso tiene su explicación en el deseo de todos ma de la barrera inflacionaria, ello vuelve a elevar el índice
y de cada uno de que sea otro quien soporte el deterioro de
lo s términos del intercambio que corresponde a una pérdida de inflación. .
Puede parecer contradictorio que una m ejora y un detenoro
de riqueza “ nacional” . Sé comprende entonces que las espe­
culaciones individuales dependan, en efecto, de la actividad de los términos del intercambio puedan favorecer al mismo
de cada uno. A hora bien, los empresarios sufren un aumento tiempo la inflación. Ello se debe a que esas nociones son pu­
de sus precios de costo y pueden prever que éste sea duradero. ramente estadísticas. Detrás de ellas y de quienes las expli­
L o mismo ocurre con los trabajadores en lo que a los precios can,' el comportamiento de las clases es la fuerza actuante.
. . ii.,,*./»nQníri tro.fo rfp. ?mmp>ntar su
de los bienes de consumo obrero se refiere. Entonces, aunque
176 Ernesí M andel 3' otros

índice de explotación para evitar el deterioro, la otra hace lo


mismo para aprovechar la mejora. Por razones tácticas dife­
rentes y estratégicas idénticas, la burguesía trata de aumentar
su índice de plusvalía mediante un alza de los precios, es de­
cir mediante un aumento de la explotación relativa contra el
que luchan los trabajadores.
A partir de este hecho se observa lo vano que resultan las
explicaciones de la inflación por la balanza de pagos. Esta no
es más que otra form a contable de expresar los términos del
intercambio. Cualquiera sea su saldo, puede ser inflacionaria
o deflacionaria. Sobre todo, una balanza de pagos equilibrada,
en la que el alza de los precios de importación compense el
aumento del volumen y /o del precio de las exportaciones, es
inflacionaria.

2. Significado de la inflación internacional

Parecería que la inflación corriente estuviera determinada


por las leyes de funcionamiento del sistema capitalista. E n­
gendrada en la acumulación del capital, se internacionaliza o
se ve bloqueada de acuerdo con la necesidad de conservar los
mercados exteriores. Si el punto donde se origina es predom i­
nante en él sistema productivo mundial, se generalizará a
todo el sistema. E l hecho de que los diferentes puntos del sis­
tema capitalista no sean hom ogéneos proviene del desigual
desarrollo. El futuro de una tensión inflapionaria depende
pues de la relación que haya entre la acumulación de capital
y la colocación de los productos. El proceso de inflación inter­
nacional protege la dominación relativa de la econom ía de
origen permitiéndole elevar su índice de acumulación sin p o ­
ner en peligro sus mercados externos.
'La responsabilidad que le cabe a la acumulación del capital
es evidente si nos referimos a las dos grandes inflaciones in­
ternacionales desde 1945, las de 1950-1951 y 1956-1957.
Tradicionalmente se explica a la primera por la guerra de
La inflación 177
X
.
|- Corea y a la segunda por la crisis de Suez, lo que no es falso
t sino superficial. E l alza de los precios de la materia prima,
I ’ vinculada con la internacionalización del proceso, no se ori-
f gina tanto en los mayores gastos de armamento y de trans-
f porte sino más bien en el mantenimiento, dentro de las econo-
f mías capitalistas, de la acumulación con fines civiles, a la que
'[ se agrega la destinada a satisfacer los requerimientos militá­
is res. En 1a. totalidad de los países imperialistas, las condiciones
|< de la ludia de clases son tales que la barrera inflacionaria es
[ muy alta. L os trabajadores luchan denodadamente por man-
| tener su nivel de vida. Ello provoca dos consecuencias vincu-
1 ladas entre sí: un alza de los precios que se acumula rápida-
: mente y el nivel del consum o obrero que apenas puede com ­
primirse. P or lo tanto la producción con. fines civiles es resis-
\ tente a la baja. A ella se agrega la producción militar. Si
. |J esta última debe aumentar rápidamente, es necesario proceder
a una rápida acumulación adicional de capital y por lo tanto
? a aumentar el margen de ganancia y los precios. En el mismo
? orden de ideas se observará que el déficit presupuestario cre-
f dente no hace más que demostrar la participación del Estado
' i burgués en esa acumulación suplementaria, ya sea directamen-
l te mediante sus inversiones o indirectamente mediante subven-
1 ciones a los capitalistas y /o a los trabajadores que tratan de
j mantener la paz social. E l déficit presupuestario adicional no
?T es más que la participación del Estado en la acumulación adi-
' } cional de los capitalistas. N o puede convertírsele en un factor
,-t autónomo de inflación. El aumento de la demanda demues-
j tra, a su vez, el aumento del margen de acumulación. La
:[ oferta monetaria se incrementa para satisfacer las necesidades
1 expresadas gracias a la elevación del nivel de actividad. Final-
í mente, los salarios nominales aumentan en razón del alza de
j los precios, lo que se verifica fácilmente observando que los
d salarios reales disminuyen en los períodos de inflación co -
; i rriente. Se trata del proceso de ahorro forzoso, destinado a
f financiar la acumulación. Se comprueba que todas las expli-
La inflación 179
Ernest M andel y otros
178

tor, de la econom ía dominante hacia la econom ía dominada.


caciones burguesas n o son más que consecuencias de la ver- ¡
Por tal causa la econom ía dominante se apodera del sector en
dadera causa del proceso inflacionario: la creciente acumula­
expansión de la econom ía dominada. Es evidente que la m o­
ción del capital. L a internacionalización de la inflación pro­
vilidad de los capitales es relativamente más elevada en un
tege la relativa dominación de la econom ía que la origma.
sector entre distintas naciones que entre los sectores de una
E so salta a la vista cuando se estudian las formas en que se
misma nación.
propagan las tensiones inflacionarias. El alza del precio _de
las importaciones provenientes de la econom ía donde se origi­ Pero si la econom ía dominante no lo es en form a absoluta,
na la tensión sólo es inevitable cuando la elasticidad de los si su dominio es cuestionado, una de las economías domina­
precios de la demanda que recibe es escasa. En lo que se te- das puede progresar y acortar la diferencia que la separa de
fiere a los países productores de productos básicos, el alza de ella. L a actual necesidad del imperialismo norteamericano de
sus precios sólo es aceptada por las economías importadoras evitar la inflación com ente depende en gran medida del p o ­
cuando es muy elevada (en razón de la elasticidad de precios derío relativo de la República Federal Alemana y del Japón,
relativamente alta). Puesto que esos países desempeñan el donde se aplican severas políticas anti-inflacionarias para
papel de nexos entre las economías imperialistas, un aumento aumentar el límite de competencia, especialmente en los mer­
>2 cados norteamericanos. E n períodos de discusión del leader-
importante de sus precios de exportación implica también un
importante incremento de la demanda que recibe. Ambas ca­ ship de la econom ía dominante, ésta podría perderlo a causa
racterísticas no pueden ser más que las de una econom ía do­ de una inflación que no se internacionalizara totalmente.
minante, por definición. _ Se observa entonces que en períodos de dominación indis­
C om o econom ía dinámica que es, tiene el m onopolio de la !5 cutida, la inflación internacional es la solución para las con ­
producción de mercancías necesarias al resto del m undo, com o tradicciones originadas en la econom ía dominante por un rit­
ib
econom ía de gran importancia, representa un elevado porcen­ ~ í mo de acumulación demasiado alto. Pero sólo lo es para ella.
taje de la demanda mundial. Del mismo m odo, para que actúe En las economías dominadas aumenta, por el contrario, las
la flexibilidad marginal de las relaciones económicas, es me­ contradicciones. En el total del sistema capitalista, en un pe­
nester que las desviaciones del tráfico beneficien a economías ríodo así, la inflación internacional, al generalizar la inflación
tales, que esas desviaciones sean importantes para su produc­ nacional sin desplazarla, desplaza las contradicciones acre­
c ió n ’ nacional. Tal carácter corresponde a las economías do­ 1 1 centadas p or el ritmo de acumulación, sin reducirlas. Cumple
&
minadas. _ 1 una función de transferencia y no de reducción. En períodos
Pero podem os preguntarnos si a causa de la inflación inter­ en que se discute el leadership, la inflación internacional ya
nacional una econom ía no puede perder su supremacía. En hl p,v no puede desempeñar ese papel. Los Estados Unidos tienen
líneas generales ello no ocurrirá en virtud de los movimientos * en estos momentos tres. posibilidades: dejar que la inflación
de capitales. El sector de una econom ía dominada que apro­ se desarrolle y perder algunos mercados en provecho de la
vecha una desviación substancial' de tráfico debe encontrar R.F.A. y del Japón; devaluar el dólar y perder el leadership
.r
los fondos necesarios para financiar su acumulación. A l mis­ -JSf. A-
i monetario, lo que podría provocar Consecuencias imprevisi­
£
m o tiempo aumenta su margen de ganancia. Habrá, pues, una bles en virtud de la fuerza de atracción del marco en Europa
tendencia al desplazamietno de los capitales del mismo seo- y del yen en A sia; luchar denodadamente contra la inflación,

i11$

180 Ernesí M ande! y o tro s

es decir reducir el margen de acumulación y aumentar la des­


ocupación intema, especialmente de los negros suscitando por
lo tanto un recrudecimiento de las luchas obreras. Señalemos -
entonces que las especulaciones pesimistas de los capitalistas
norteamericanos, tales com o se muestran en Wall Street, no
tienen nada de misteriosas.
Si tratamos de encontrar cuál es el m otor de la inflación
internacional, es decir de la inflación en el sistema capitalista,
podría parecer que el mismo es doble. Por un lado un con­
flicto entre la burguesía y la clase obrera nacionales explica1
la inflación interna, y por el otro un conflicto entre las bur­
guesías nacionales explicaría la inflación Internacional. La
solución de ese doble conflicto sería un Estado supernacional
capaz de ser un árbitro entre las burguesías nacionales. En
una dinámica política grandiosa se justificaría el plan de R.
Triffin de un Banco Mundial. Pero además del mecanismo,
en virtud de la naturaleza del Estado, tal concepto es radical­
mente falso. Crea, en efecto, una verdadera dicotomía entre
la creación de la plusvalía (primer con flicto) y su realización
(segundo con flicto). En realidad, cuando los capitalistas na­
cionales de las economías dominadas tratan de aumentar el J
índice de explotación que soporta su propia clase obrera, es!
para evitar el alza del margen de ganancia decretada por los
capitalistas de la econom ía dominante. Por lo tanto es a estos
últimos a quienes beneficia finalmente el aumento general del
índice de plusvalía. Plusvalía absoluta en el caso de las eco-'
nomías semi-industrializadas donde los desocupados ocultos-^
son puestos a trabajar para aumentar la producción de pro­
ductos básicos; plusvalía relativa en el caso de las economías
capitalistas industrializadas donde el nivel de vida de los tra­
bajadores baja en virtud del alza de los precios. L a lucha ge­
neral de clases que se libra a nivel económ ico no es más que
la respuesta de los trabajadores al deseo de los capitalistas de
explotarlos m ás.'Se llega entonces al m otor fundamental de
la inflación.
La inflación 181

L a acumulación de capital no es más que el medio utilizado


por los capitalistas para extraer la plusvalía. El incremento
del ritmo de acumulación de capital es la mejora del arma de
los capitalistas para explotar al proletariado.
En cada economía hay algunos capitalistas que se benefi-
: cían co n la inflación, dado que la mayoría de ellos se encuen­
tran en la econom ía dominante. Pero en ésta, los sectores atra­
sados, relativamente menos importantes que en otras partes,
■serán finalmente postergados mientras que los sectores de van­
guardia en las economías dominadas serán aventajados. Ahora
se comprende que el razonamiento en términos de economías
dominantes y dominadas no es más que una aproximación.
No son los países los qne comercian y producen sino las em­
presas capitalistas. En realidad la inflación se origina en los
sectores dinámicos del capitalismo internacional que acumu­
lan en exceso, mientras que los sectores atrasados, que p ro­
ducen generalmente bienes de consumo obrero, mantienen su
acumulación. La inflación es internacionalizada para aumen­
tar la explotación de la clase obrera mundial, lo que, en caso
de éxito, tiene com o resultado la disminución de su consumo
y, por lo tanto, una baja en la producción de los sectores que
producen las mercaderías correspondientes.
Los conceptos de economías dominantes y dominadas soxr
ficciones que tienen significado en la medida en que la pri­
mera agrupe relativamente más sectores dinámicos que la se­
gunda. Pero lejos de ser una luoha entre esas economías, la
'inflación opone la burguesía mundial al proletariado mundial.
En ese enfrentamiento, la parte más ¿lábil de la burguesía
que se encuentra generalmente en las economías dominadas'
puede debilitarse más. D el mismo m odo, la parte dinámica de
la burguesía que se encuentra en las economías dominadas
puede verse relativamente más favorecida que la que reside
en la econom ía dominante. El origen, la evolución y el fin de
la inflación consisten finalmente en la relación de fuerzas na­
cionales que existe entre la burguesía y el proletariado. Cada
líV

182 Ernest M andel y otros

¡burguesía nacional puede preferir también permanecer com o'


tal para utilizar el aparato de su propio Estado contra su.J gilíes iourdain
propia clase obrera y, si eso le resulta imposible, contra las -
burguesías extranjeras. Es evidente que la parte dinámica de -;1 •INTENTO D E U N IF IC A C IO N D E LOS .D E T E R M IN A N ­
la burguesía alemana utiliza a su Estado para competir con e b TES D E L A IN F L A C IO N IN T E R N A C IO N A L
leadership norteamericano (ver la política monetaria y c a m -’
biaria de la R .F .A .) ; del mismo m odo su equivalente fran- 1
cesa trató de ponerla en práctica, sin éxito, en épocas de De í
Gaulle; resulta, pues, ilusorio buscar una solución a la infla­
ción co n una política supemacional. Esta sólo será la poiíti- ;
ca de la burguesía absolutamente dominante. L a inflación no 1
hace más que reflejar en toda la esfera de circulación las con­
tradicciones inherentes a toda la esfera de producción en el
sistema capitalista.
í(i v H em os creído posible unificar ambos componentes de la
inflación internacional mediante la determinación de los pre-
i, cios de producción. Esta presentación tiene de interesante el
¡*| hecho de unir dialécticamente a las dos esferas de la produc-
-í ción y circulación que en los artículos precedentes pudieron
ij- parecer yuxtapuestas. Pero, a pesar de sus numerosos errores,
„v- está subordinada a la supuesta vinculación entre la transfe-
.1 rencia de valor entre sectores más o menos productivos y la
concentración de capital.

E l fracaso de las teorías burguesas relativas a la inflación


proviene de que no tienen en cuenta a los componentes del
precio y a las fuerzas que los animan. N o pueden establecer
una relación acumulativa entre los elementos del precio que
engendran el aumento acumulativo del mismo. Para los eco­
nomistas burgueses, el precio es un índice de escasez, deter­
minado p or la intersección de la oferta y la demanda en el
mercado de un producto determinado. Algunos insisten en la
demanda, otros en la oferta, pero lo esencial es siempre la
dificultad para procurarse el producto. Este concepto corres­
ponde a la teoría según la cual el valor de los bienes es su
utilidad. E l precio del mercado se confunde, pues, con el del
bien un individuo, menos útil le es aquél, es evidente que
cuanto más escasee un bien, mayor será su valor. L a inter­
sección de la oferta y la demanda marca esa relación escasez-
utilidad. E l precio del m ercado se confunde pues con el del
bien. Es evidente que los economistas burgueses confunden
186 Ernest M andel y otros

aquí el valor de uso, determinado por la utilidad, y el precio,


sin ni siquiera tomar en cuenta el valor de intercambio. En
este punto fundamental, la econom ía burguesa contemporánea
ba retrocedido con respecto a Ricardo..
Su fracaso para explicar la inflación prueba la necesidad de
partir de los componentes del precio. Un economista com o
Kaldor lo ha com prendido así. Pero él también se limitó a la J|i l®¡:
descripción negándose a analizar las fuerzas que los determi­ ll¡ fe
nan. El precio resulta entonces del intercambio en la. esfera lili
de la circulación, pero el salario y el beneficio que lo com ­
ponen están determinados en la esfera de la producción por la l i t e
ley del valor del intercambio. Por lo tanto la form ación del -PW r\‘M '

precio debe ser estudiada a. partir del valor de intercambio, rh,J■


P ife -P:¡y:


determinando el paso de éste al precio de producción y de
este último al precio del mercado. A l hacerlo queda en claro fcftL-
el proceso de transferencia de valor interindustrial que acom­ •;p|| |'L
|y:
paña a la constitución de m onopolios y requiere la comercia :i§§§
rtr:
lización del valor transferido.
■i
...-VA

p;:

Sección I : L a transferencia de valor y la constitución


de los m onopolios
t¡ fe

Recordem os que la medida del valor de intercambio está
dada por el prom edio de la cantidad de trabajo, directo o in­
directo, socialm ente necesario para producir la mercadería de­
seada. Sólo a las mercaderías, es decir a los bienes reprodu­
cidles por la actividad humana, se las contempla desde el
punto de vista de la venta en el m ercado. Y a hemos visto que
el precio de producción en una econom ía capitalista en la
que existe libre circulación de capitales, está determinado por
lá perecuación del índice de beneficio.
Recordem os que el precio de producción de todas las mer­
caderías es igual a su valor. Sólo hay diferencia para las
mercaderías individuales. Las mercaderías producidas por
una com posición orgánica de capital relativamente escasa tie-
La inflación 187

uen un precio de producción inferior a su valor. Las merca­


derías producidas co n una com posición relativamente elevada
tienen un precio de producción superior a su valor. L a esca­
sez relativa de la com posición orgánica significa que la pro­
ductividad media en esa industria es inferior a la productivi­
dad media social. E n esas condiciones la producción implica
un derroche de trabajo desde el punto de vista social. E l valor
de intercambio de las mercaderías así producidas (valor de
intercambio social) es, pues, inferior a la cantidad de trabajo
directo (v -f- p l) e indirecto ( c ) que se les incorpora en reali­
dad. Inversamente, en una industria donde c / v es superior a
la relación social media hay econom ía de trabajo, y por lo
tanto el valor producido es superior a la cantidad de trabajo
incorporada a las mercaderías. Mediante la perecuación del
índice de beneficio, la fijación de los precios de producción
tiende a efectuar la transferencia de plusvalías de los sectores
menos productivos socialmente a los más productivos, de tal
manera que se reabsorba el derroche de trabajo social. Hay
transferencia y no creación de valor en el paso de la esfera
de producción a la esfera de circulación. Pero el precio de
producción no es más que el precio normal alrededor del cual
fluctúan los precios del mercado. C om o son esos los precios
que aumentan en la inflación, es necesario estudiar su deter­
minación. P or definición, se .los fija de acuerdo con la intersec­
ción de la oferta y la demanda en el mercado. Tales precios
presiden efectivamente el intercambio, donde la oferta y la
demanda se confunden en una misma cantidad de intercam­
bio. ¿Ello significa volver a la teoría burguesa de precios?
N o, ya que lo que hay que explicar es la separación entre la
oferta y la demanda que induce las variaciones del precio del
mercado. Si partimos de una posición de equilibrio, éstas sólo
pueden provenir de un desplazamiento de una de las dos cur­
vas, L a ley del valor explica ese desplazamiento, es decir las
fluctuaciones del precio efectivo en el mercado alrededor del
precio normal.
188 Ernest M andel y oí ros La inflación 189

El precio baja si la oferta es superior a la demanda Tal formen los precios, ellos están determinados en la esfera de
desplazamiento de las curvas implica que se ha gastado más producción.
trabajo de lo necesario para satisfacer las necesidades soh en­ Esta doble transferencia ha sido estudiada en un régimen
tes. E l precio del mercado desciende por debajo del precio de de competencia, en el que aquélla se encuentra asegurada pol­
producción. Ello provoca una baja de las ganancias percibidas la libertad de entrada y de salida a la industria. Tal libertad
realmente, lo que conduce a la eliminación de las empresas se ve considerablemente reducida en los regímenes m onopó-
menos productivas. Ese retiro del mercado aumenta la pio- licos.
ductividad media de la industria. D ebido a ello la oferta se L a transferencia de valor de los sectores de escasa com po­
desplaza hacia abajo basta que el precio del mercado sea igual sición orgánica a los sectores de gran com posición permite la
al precio de producción. constitución de m onopolios. Se ve así que la determinación de
El precio aumenta si la demanda es superior a la oieiía. los precios es parte integrante de la ley de la acumulación y
Tal desplazamiento de las curvas implica que se ha gastado concentración del capital: la competencia intercapitalista de­
menos trabajo de lo necesario para satisfacer las necesidades termina la acumulación y la concentración que autoriza la
solventes. El precio del mercado aumenta por encima del pre­ formación de los precios.
cio de producción. E llo provoca un aumento de las ganancias 'Por lo tanto no se puede distinguir, com o lo hacen Baran
en la industria, lo que atrae a nuevos capitalistas. Esas en­ y Sweezy, dos m odelos de funcionamiento del sistema capita­
tradas en el m ercado reducen la productividad media de la lista: uno de competencia; otro de m onopolio. E l funciona­
industria. L a oferta se desplaza (hacia arriba hasta que el pre­ miento del sistema implica el paso del capitalismo de peque­
cio del m ercado sea igual al precio de producción. ñas unidades al capitalismo de grandes unidades. Pero ese
E l precio del mercado es la intersección de las curvas de paso es una transformación de las formas de competencia y
la oferta y la demanda. iPero esta afirmación en la cual se de­ no una supresión de la competencia. x
tienen los economistas burgueses es una tautología: la oferta Más aún, no se puede afirmar categóricamente que la com ­
y la demanda son cantidades ofrecidas o pedidas a un precio petencia entre pequeñas unidades recae sobre los precios y
determinado; p or lo tanto, en el lugar donde se encuentran, la que la com petencia entre grandes unidades recae sobre las
transacción se realiza al precio correspondiente a la cantidad marcas (el esfuerzo por vender de Baran y Sw eezy). En efec­
intercambiada. El estudio comienza en el punto donde se de­ to, la centralización del capital por eliminación de las empre­
tienen los economistas burgueses. L o que hay que explicar es sas y / o de las industrias menos productivas socialmente pasa
la posición relativa de las curvas de la oferta y la demanda. por una transferencia de valores de éstas a las empresas y /o
Se pasa de la medida del valor a los precios del mercado a las industrias socialmente más productivas. Esa transferen­
por una doble transferencia de valor que trata de sancionar cia se realiza por intermedio de la form ación de los precios.
a posteriori el derroche de trabajo en relación con las condi­ Se puede afirmar por lo tanto que la com petencia por los
ciones de producción en lo que se refiere al precio de produc­ precios se mantiene entre las industrias de diferentes com po-
ción, y en relación a la solvencia del mercado en lo que se re­
fiere al precio del mercado. L a supresión de ese derroche 1 V e r A lgunas características del sistema capitalista contem porá­
está determinada por la misma ley del valor. A llí donde se neo, por D u bois M erlin y Valier.

m
190 Ernest M andel y otros La inflación 191

'Jr- mente más productivas sufren, pues, una tendencia a verse


siciones orgánicas del capital. L o .mismo ocurre entre las em- .
presas pertenecientes a una misma industria. castigadas por el hecho de su misma m ayor productividad.
Que en un m omento dado del proceso de concentración d :\ :Se com prende m ejor la fijación de precios en los sectores
capital, la competencia por los precios, no tenga lugar entre m onopólicos. El alza de c / v implica la baja del índice de ga­
algunas empresas capitalistas de gran concentración de capi­ nancia y permite la sustracción a la perecuación general del
tal, no implica que ella haya desaparecido del sistema. .. índice de ganancia. Esta última permite a los m onopolios,
Se puede ahora determinar la form ación de los precios en ' dentro de ciertos límites, fijar sus precios para poder extraer
los sectores de mayor concentración de capital. L a elevada más valor de los sectores no m onopólicos del que les hubiera
com posición orgánica del capital en esos sectores limita en autorizado la simple perecuación general.
ellos la libertad de entrada y de salida. Sólo pueden participar Se ve que es imposible considerar la form ación de los pre­
en ellos las empresas suficientemente importantes com o para ■L" cios aislándola de la ley de acumulación y de su corolario, la
hacer los considerables adelantos que necesita la producción ley de la baja tendencial del margen de ganancia. L a ley del
en tales procesos. Ello significa que la competencia tiene lugar valor determina la acumulación y la concentración. D e ello
entre los m onopolios. Si esas empresas pueden apartarse tic resulta una tendencia a la baja del margen de ganancia evi­
la perecuación general del índice de ganancia y obtener así i!;'-- tada, dentro de ciertos límites, gracias a la transferencia de
beneficios adicionales m onopólicos, se ven limitadas por una valor de los sectores de escasa com posición orgánica hacia los
perecuación más reducida, correspondiente sólo a los márge- _ sectores de elevada com posición orgánica. Para nosotros esta
nes de ganancia m on op ólicos.1 Las empresas del sector m o­ diferencia es más importante que la del grado de m onopolio.
nopolizado pueden, pues, en cierta medida, fijar sus precios ‘ En efecto, la m onopolización sólo asegura una transferencia
para mantener o aumentar sus márgenes de ganancia. Si esas ;■
de valor suplementario al engendrado p or la perecuación ge­
empresas tienen, por su com posición orgánica elevada, cierta ü
neral del margen de ganancia sustrayendo los sectores de ma­
libertad para la fijación de sus precios, p or la misma razón ]'
yor com posición orgánica.
sufrirán una tendencia a la baja del índice de ganancia. '
E l aumento de c /v provoca la baja del índice de ganancia Llegados a este punto se explica que toda expansión de la
reproducción por acumulación vaya acompañada por un alza
pl de los precios. D ado que la acumulación está determinada por
.11 la competencia intercapitalista, no puede hacerse con una
v pl
com posición orgánica del capital constante según los sectores.
( ----------- ) desde que el índice de explotación ( — ) es cons-
Por ello es necesaria una transferencia de valor entre los sec­
c v ,”-1í,
tores para evitar la baja efectiva del margen de ganancia en
+ I aquellos que poseen una com posición orgánica de capital más
elevada. Esa transferencia pasa por un alza de los precios de
tante o crece menos rápidamente que — . Las empresas social- estos últimos. Queda así demostrado el fracaso de las teorías
.v • . ~ ’ burguesas de las fluctuaciones y del crecimiento, incapaces de
i Ibidem.
unificar los movimientos de cantidades y de precios. Es fun-
i 92 Ernest M andel y otros

damentalmente en la ley del valor donde se encuentra la uni­


dad de la econom ía monetaria,
L a continuación del proceso es evidente. Hay que determ,-
nar el carácter del capitalismo m onopolice para comprender L] '
alza de los precios que se observa permanentemente en él.

Sección II: La transferencia de valor y su comercialización

Hasta aquí hemos supuesto que la transferencia de valor de


los sectores de c / v m enor hacia los sectores de c / v mayor
se realiza sin que la venta de las mercaderías portadoras <¡e
ese valor plantee dificultades. Esta hipótesis debe ser cambia­
da. En efecto, existe un hiato entre las dos transferencias teó- Y,
ricas que hemos definido:

A nivel de los precios de producción el valor es trans- ■■■„■


ferido en razón de las condiciones sociales de la pro­
ducción.
A nivel de los precios del mercado el valor es transfe­
rido en razón de las condiciones sociales del mercado

E sa doble transferencia está incluida en la definición de


mercadería: bienes reproducibles para ser vendidos en el m a ­
cado. Pero cada etapa no es de igual naturaleza. El precio del i
mercado expresa la realidad del intercambio en el cual la can­
tidad ofrecida y la cantidad pedida, a ese precio, se confun-’
den. P or el contrario, el precio de producción expresa la pere-
cuación de los márgenes de ganancia, general o monopólica,
pero sólo existe com o norma. Su efectividad es accidental. Su
determinación implica la transferencia de valor pero n o pre­
supone su comercialización. L a existencia del precio de pro­
ducción no permite asegurar que el valor sea transferido, com o -i
ocurre con el precio del m ercado. Puesto que el precio de pro-Y
ducción es teórico, es imposible afirmar sus implicaciones a :
La inflación 193

raíz de su constante.. Hay que demostrar 'Ja transferencia de


valor.
. La transferencia sólo tiene lugar en la medida en que la
composición orgánica del capital difiera según los sectores.
Señalemos que esa diferencia no es un estado sino un momen-
■to de ese proceso de competencia intercapitalista. N o se trata
de inmovilizar el análisis en un estado determinado de las
variables, sino de comprender que el sistema de variables está
en evolución: “ Acumular, acumular, esa es la ley de Moisés
y de los profetas” (M a rx ), La transferencia de valor tiene
lugar, y sólo puede tener lugar, durante el proceso de com pe­
tencia que ella refuerza. Supone, entonces, un desigual desa­
rrollo según las industrias.
Por lo tanto, la transferencia está subordinada a la com er­
cialización de la parte acumulada de la plusvalía. N o se puede
razonar com o si esa comercialización se realizara naturalmen­
te. Hay que plantear, com o lo hace Marx en el libro III, la
hipótesis del libro II según la cual toda plusvalía es com er­
cializada:

“ Suponiendo que existan los medios de producción ne­


cesarios, es decir una acumulación de capital suficiente,
la creación de plusvalía no tiene más límites que la p o ­
blación obrera, si está dado el índice de plusvalía y por
lo tanto el grado de explotación del trabajo, y ningún
otro límite más que el grado de explotación del trabajo
si se supone que lo que está dado es la población obrera.
Y el proceso de producción capitalista consiste esencial­
mente en producir plusvalía, que se manifiesta por el
producido suplementario o fracción alícuota de las mer­
caderías producidas, materializadas por el trabajo impa­
go. Nunca hay que olvidar que la producción de esa plus­
valía — y la reconversión de una parte de ella en capital,
o acumulación, constituye una parte integrante de esta
producción de plusvalía— es el fin inmediato y el moti­
vo determinante de la producción capitalista. Por eso
194 Ernest M andel y otros

nunca ¡hay que presentarla com o lo que no es, es decir,;;


com o una producción cuyo fin inmediato es disfrutar o|f
crear medios para que disfrute el capitalista. Eso seria»!
hacer completa abstracción de su carácter específico que'4
se manifiesta en toda su estructura interna.
>La adquisición de esa plusvalía constituye el proceso'^
inmediato de producción que, com o hemos visto, no tie-ll
ne más limitaciones que las precitadas. Cuando la canti-;Sf
dad de trabajo suplementario que puede sacarse del obre- 1
ro se materializa en mercadería, se produce plusvalía. "
Pero con esa producción de plusvalía sólo culmina eln?P
primer acto del proceso de producción capitalista, del
proceso inmediato de producción. El capital ha absorbí-1 ,^
d o una determinada cantidad de trabajo impago. A me­
dida que evoluciona el proceso que se traduce en la baja I
del mdice de beneficio, el volumen de plusvalía asi pro-1
•ducido se abulta desmesuradamente. Entonces com ien za-L
el segundo acto del proceso. El volumen total de merca­
derías, el producto total, tanto com o la porción que re­
emplaza al capital constante y al capital variable de plus-
valía que aquélla representa, deben ser vendidos. Si esta
venta no tiene lugar o no es parcial, o si tiene lugar úni­
cam ente a precios inferiores a los precios de producción,
M
evidentem ente el obrero es explotado pero el capitalista jí
no comercializa su explotación com o tal: para el capita­
lista, esta explotación puede aliarse a una comercializa- é
ción solamente parcial de la plusvalía obtenida por la-,?
fuerza o a la falta total de comercialización y aun acom­
pañarse con la pérdida de una parte o de todo su capital.
Las condiciones de la explotación inmediata y las de su ■
comercialización no son iguales. N o sólo difieren en el
tiempo y en el espacio sino que tam poco teóricamente ■
se relacionan. Las unas no tienen más límite que la fuer-;;
za productiva de la sociedad, las otras las respectivas
proporciones d e los distintos sectores de la producción
La inflación 195

y la capacidad de consum o de la sociedad. Ahora bien,


ésta no está determinada ni por la fuerza productiva ab­
soluta, ni por la capacidad absoluta de consumo, sino
p or la capacidad de consumo en base a relaciones de
producción antagónicas, que reduce el consum o de la
gran masa de la sociedad a un mínimo susceptible de
variar sólo dentro de límites más o menos estrechos.
Además está limitada por la tendencia a la acumula­
ción, la tendencia a aumentar el capital y a producir
plusvalía en más amplia escala. Esta es una ley para la
producción capitalista impuesta por los constantes cam­
bios de los mismos métodos de producción, p or la depre­
ciación del capital existente que esos cambios provocan
siempre, la lucha general de la competencia y la necesi­
dad de perfeccionar la producción y ampliar su escala,
simplemente para mantenerse, so pena de desaparecer.
•Es necesario, p or lo tanto, que el mercado se agrande
constantemente, a tal punto que sus conexiones internas
y las condiciones que lo regulan van adquiriendo cada
vez más el ritmo de leyes naturales independientes de
los productores y escapan cada vez más a su control.
Esta contradicción interna busca una solución en la am­
pliación del cam po exterior de la producción. Pero cuan­
to más se desarrolla la fuerza productiva, más entra en
conflicto co n la estrecha base sobre la que reposan las
relaciones de consum o. ¡Dada esta base llena de contra­
dicciones, no es en absoluto contradictorio que un exce­
so de capital se alíe a una superpoblación creciente. Pues
si bien es verdad que el acoplamiento de estos dos facto­
res aumentaría el volumen de plusvalía producida, por
la misma causa aumenta justamente la contradicción en­
tre las condiciones en que se produce esa plusvalía y en
que se comercializa” . (K . Marx, E l Capital, L ibro 3,
T om o I, págs. 256-258. L os pasajes subrayados lo~£an
sido por nosotros.)
196 Ernest M andel y otros La inflación 197

A sí, según Karl Marx, para que la explotación, es decir ]| Siendo n la com posición orgánica del capital supuestamente
plusvalía, sea comercializada, es necesario que se respeten; gual en los dos sectores, t el índice de plusvalía, f la fracción
ciertas proporciones entre los distintos ramos, sino el campp //d ep lu sv a lía acumulada, a y b el capital constante de los secío-
exterior de la producción debe ser ampliado, salvo crisis de" X res I y II.
sobreproducción. ; , _||f Para el sector I, el capital variable es igual a a /n y la plus-
A hora bien, el proceso de determinación de los precios de \alia a ( a /n ) . t, la parte acumulada de esta plusvalía (a t /n ).
producción permite que prosiga la desigualdad entre los dis- /f~ f. se descom pone a su vez en capital constante (a.tf/n=jj=l) y
tintos ramos. En base a una desigualdad dada, una parte de] en capital variable (a tf/n . (n=j|=l). Para el sector II se obtie-
valor creado en los sectores de más escaso c /v es transferida- "’ ^nen los resultados equivalentes reemplazando a por b.
a los sectores de c / v más elevado. En determinadas condicio- / g j esquema general es núes-
nes técnicas la eficiencia de éstos será proporcionalmente más T / = F ’
alta que la de los primeros. La transferencia de valor permite i Capital Capital
i 7 j -n £ ' j constante variable plusvalía
pues que los sectores se desarrollen en torma despropor-:^^;- .
cionada. 7 l|j| Í P ctor J a a/n . _
Entonces los sectores más desarrollados no encuentran mer- ;7 a ' 1 ^ ^ consumida
cados en las industrias atrasadas. Los capitalistas de las in-7t|£. a . t I n
dustrias más productivas no pueden, pues, comercializar la 7 „ ] a .t .f
plusvalía arrancada a los trabajadores dentro del sistema. acumulada

•Por otra parte, el desarrollo más rápido de algunas indus-1V: f


trias no provoca el atraso de las otras. Salvo en períodos atf
en cap. var.
declinación del capitalismo, todas las industrias pueden evolu-;Í||: j (n + I)
cíonar, aunque en diferentes proporciones. La acelerada acu- ^ a.tf
mulación en las industrias más productivas, teniendo en cuen-''C". en cap. const.
ta la tendencia a la concentración del capital, no va a com pa /gf jí. ^ (n -f- I)
nada por un movimiento compensatorio en las otras. La c o r a r // /se c to r ir b b/n
posición orgánica total del capital puede aumentar. f b . t (I-f)
D e ello resulta una evolución más rápida de la demanda jt|r - b.t consumida
n
que se dirige a los bienes de equipo (sector I ) en reí ación1J||/ —— ■<
. t . í.
con el sector de los bienes de consumo (sector I I ) . Teniendo * n acumulada
en cuenta las reglas de proporcionalidad del esquema de re­ n
producción ampliada, esta diferencia de ritmo crea un déficit;, btf
en bienes de producción y un excedente en bienes de consum o./ en cap. var.
L . Sartre ( E sbozo de una teoría marxista de las crisis dé (n + I)
superproducción) ¡ha puesto en evidencia las relaciones de í btf
en cap. const.
proporcionalidad del esquema. -
(n + I)
196 Ernest M andel y otros La inflación 197

•Así, según Karl Marx, para que la explotación, es decir U & Siendo n la com posición orgánica del capital supuestamente
plusvalía, sea comercializada, es necesario que se respeten |igual en los dos sectores, t el índice de plusvalía, f la fracción
ciertas proporciones entre los distintos ramos, sino el campo :de plusvalía acumulada, a y b el capital constante de los secto-
exterior de la producción debe ser ampliado, salvo crisis de es I y IX.
sobreproducción. ' Tara el sector I, el capital variable es igual a a /n y la plus­
A hora bien, el proceso de determinación de los precios de valía a ( a /n ) . t, la parte acumulada de esta plusvalía (a t /n ).
producción permite que prosiga la desigualdad entre los dis­ ,v f. se descom pone a su vez en capital constante ( a t f /n + 1 ) y

tintos ramos. E n base a una desigualdad dada, una parte del jjen capital variable (a tf/n . (n=jj=l). Para el sector II se obtie­
valor creado en los sectores de más escaso c / v es transferida n e n los resultados equivalentes reemplazando a por b.
a los sectores de c / v más elevado. En determinadas condicio­ El esquema general es pues:
nes técnicas la eficiencia de éstos será proporcionalmente más
alta que la de los primeros. La transferencia de valor permite Capital Capital
constante variable plusvalía
pues que los sectores se desarrollen en form a despropor­
cionada. Sector 1 a/n
t d-f)
Entonces los sectores más desarrollados no encuentran mer-:i consumida
cados en las industrias atrasadas. Los capitalistas de las in n
dustrias más productivas no pueden, pues, comercializar h t . f
plusvalía arrancada a los trabajadores dentro del sistema. acumulada
n
•Por otra parte, el desarrollo más rápido de algunas indus-'/f"
trias no provoca el atraso de las otras. Salvo en períodos de /. atf
en cap. var.
declinación del capitalismo, todas las industrias pueden evolu- A (n + I)
cionar, aunque en diferentes proporciones. L a acelerada acu- <
atf
¡ululación en las industrias más productivas, teniendo en cuen­ en cap. const.
ta la tendencia a la concentración del capital, no va acompa­ (n + I)
ñada por un movimiento compensatorio en las otras. La com - ' jl,Sector It b /n
posición orgánica total del capital puede aumentar. b . t (I-f)
consumida
D e ello resulta una evolución más rápida de la demanda „
n
que se dirige a los bienes de equipo (sector I ) en relación^
b . t . f,
con el sector de los bienes de consumo (sector I I ) . Teniendo acumulada
en cuenta las reglas de proporcionalidad del esquema de re/; n
producción ampliada, esta diferencia de ritmo crea un déficit 1 btf
en bienes de producción y un excedente en bienes de consumo. en cap. var.
L . Sartre ( E sbozo de una teoría marxista de ios crisis de (n + I)
superproducción ) ha puesto en evidencia las relaciones de btf
en cap. const.
proporcionalidad del esquema. (n + I)
198 Ernest M andel y otros La inflación 199

Para que haya equilibrio es necesario que haya igualdad Podem os preguntarnos entonces, con J. Robinson, si no es
entre la producción en medios de producción y el poder ad- 1 posible transferir el excedente de mercaderías del sector II
quisitivo relativo a esos bienes, o entre la producción y la',, al sector I. A l igualar el ahorro de bienes de consumo la
demanda en bienes de consumo, o entre lo que el sector i inversión en bienes de equipo, R . Luxemburg ( Acumulación
demanda al sector II y lo que el sector II demanda al sec­ del capital) ha demostrado la imposibilidad de esa transfe­
tor I. 'Estas tres igualdades son equivalentes. Si se obtiene rencia. Supone que el razonamiento se efectúa sobre valores
una, las otras se realizan. L a última igualdad se indica: transferibles. A hora bien, el excedente del sector II está for­
mado por bienes de consumo que los capitalistas del sector I
a at (I - £) atf no necesitan para acumular. L a transferencia implica que
— _|_ --------------- 1--------------- = b + éstos disponen del valor excedente del sector II en forma de
n n n (n + I) ( n + I) poder adquisitivo. Sólo entonces pueden utilizar ese poder
adquisitivo del capital constante. La transferencia requiere
a h2 a ntf ,
pues la conversión en m oneda de las mercaderías portadoras
del valor excedente del sector II, es decir su venta. E l pro­
n nt + n -{- t + I — ntf
blema que aquí se plantea es el de la monetización del exce­
Si se verifica esta igualdad la reproducción prosigue en dente del sector II. N o puede ser com prado por los trabaja­
progresión geométrica de razón n -j- I + tf dores que, por definición, sólo disponen de Y t + V 2.
Los capitalistas no pueden com prarlo, salvo que utilicen la
n + I plusvalía acumulada del sector I. Pero eso supondría que los
capitalistas del sector I redujeran su índice de acumulación
Se observa que si la com posición orgánica del capital (n) mientras sufren un déficit de producción para absorber el
aumenta, se rompe el equilibrio salvo ajuste de t y / o f que excedente de los capitalistas del sector II. Hipótesis irreal en
deben bajar. un mundo de competencia.
L a fracción acumulada de plusvalía ( f ) depende de las E l Estado no puede absorber ese excedente de mercade­
necesidades de la competencia intercapitalista. Cuanto más rías salvo que aumente los impuestos, es decir reduciendo el
grande sea la necesidad de encontrar mercados, más tratarán capital variable y la plusvalía disponible. L a intervención del
los capitalistas de reducir sus precios de costo y, para lo­ Estado en el problema de la monetización sólo lo desplaza
grarlo, acumulan. Su initjerés particular les impide djsimi- sin resolverlo, lo que no vieron Baran y Sweezy {E l Capita­
nuir f. P or lo tanto no se puede esperar un reajuste automá- . lismo M on op ólico).
tico de t o de f a las variaciones de n para que el equilibrio , ■
L a monetización del excedente del sector II sólo puede ser
se mantenga. Este es accidental y no necesario.
realizada p or la aparición de una demanda exterior. Entonces
L os capitalistas tratan de proteger sus intereses y no redu- T
el ahorro del sector II puede ser puesto a disposición del sec­
cen el índice de plusvalía salvo que se vean obligados a ello -
tor I y la desproporción entre ambos sectores queda así c o ­
p or las luchas económ icas que lleva a cabo la clase obrera.,
rregida.
L a disminución de t no puede ser el resultado del desequi­
librio entre los sectores. 4| Por otra parte, después de la venta hacia el exterior del sis-
■’ái?,
' T il
/fg f,
. . -
La inflación 201
200 Ernest M andel y otros

cuestiona entonces el concepto de dominación. La despropor-


tema, los capitalistas disponen de moneda pero ya no de la
¡N ción entre los dos sectores sólo puede hallar una corrección
mercadería equivalente. Están, pues, obligados a importar
en la com petencia entre los procesos de producción capita­
del exterior del sistema la parte de capital constante que
lista y precapitalista. Se cuestiona entonces el concepto de
les falta (vg. la materia prim a). Las importaciones compen­
imperialismo. En todos los casos la competitividad de los ca­
san formalmente a las exportaciones. En realidad, entre estos ”
pitalistas es el problema central, ya sea para quitarse mutua­
dos movimientos de sentido contrario se efectúa la monetiza t ^
mente los mercados, ya sea para conquistar, en detrimento de
ción del excedente del sector II permitiendo su transferencia ^ i’
los demás, los mercados precapitalistas.
en form a monetaria al sector I. L a ruina del sector precapita- ^
lista que resulta de esta contradicción libera la mano de obra Podem os precisar ahora la naturaleza de estos últimos. Se
asalariada necesaria para que continúe la acumulación. Por j L trata de mercados dominados por los m odos de producción
lo tanto puede continuar el desarrollo desigual de los secto­ precapitalistas. Geográficamente pueden ser nacionales o ex­
res. Para ello no basta, en efecto, que los sectores más pro- ■ tranjeros. El adjetivo exterior no tiene, pues, el mismo sentido
ductivos encuentren un mercado en el exterior. H ace falta : según que se lo emplee en el análisis del desarrollo desigual
todavfa que puedan acumular lo exigido por el ajuste en tic de los sectores o en el de la desproporción entre los mismos.
sectores. En el primer caso se trata de mercados capitalistas extran­
•■'■■•'•'•>¿2
■ :/ - v‘
jeros y de mercados precapitalistas nacionales o extranjeros.
Es necesario ahora determinar qué es el exterior. L o que
En el segundo caso sólo se trata de éstos. L a confusión de
necesitan los sectores de avanzada es.un m ercado para colo­
estos dos sentidos es lo que tom a confuso a este respecto él
car la parte de su producción que los sectores atrasados n o ' *"
análisis de Lenin (L a evolución del capitalismo en R usia).
puedan absorber. Tal mercado puede ser encontrado de dos
Para él, buscando la solución de la comercialización en el c o ­
m odos: conquistando el mercado de los competidores extra o- ,
m ercio exterior “ no se adelanta ni un ápice en la solución del
jeros de la misma industria o por la aparición de nuevos mei-
problema. Antes bien se la posterga al trasponer el problema
cados en las economías precapitalistas. Por el contrario, el
de un solo país a varios” . Es evidente que, según el valor a
sector II que agrupa a todas las industrias de bienes de con­
comercializar, sea éste de un sector de avanzada o del sector
sumo pertenecientes al proceso de producción capitalista, II, hay que distinguir la naturaleza del exterior de que se
sólo puede encontrar mercados en las econom ías precapita­
trata. El exceso de producción de un sector de avanzada pue­
listas. Señalemos que si las “ economías subdesarrolladas” un- j
de ser comercializado en detrimento de competidores extran­
portan esencialmente bienes y medios de producción, ello sólo ,jk
jeros en un m ercado exterior capitalista. E l problema del sec­
concierne a su sector capitalista que vende a su sector preca­
tor nacional está solucionado. En cam bio el exceso de produc­
pitalista bienes de consumo. Por otra parte, alpinas mercade- J.-
ción del sector II, es decir del conjunto de las industrias de
rías consideradas en las economías precapitalistas com o bie­
bienes de consum o del sistema capitalista, sólo puede ser c o ­
nes y medios de producción son producidas por el sector 11
mercializado en el exterior del propio sistema, en un mercado
en las economías capitalistas (vg. el pequeño material agrí­
precapitalista. E l problema del sistema capitalista está enton­
c o la ). !j| l
ces solucionado.
A sí se puede encontrar una solución para el desarrollo des-. T
Es este último análisis el que ha permitido a R . Luxemburg
igual de los sectores en la competencia intercapitalista. Se |
202 Ernest M andel y otros La inflación 203

(L a acumulación del capital) poner de manifiesto la evolución sector de la industria para pasar a otro, es necesario que haya
contradictoria de las economías precapitalistas. Las economías crisis en ese sector; ¿y qué razón puede impedir que los capi­
capitalistas necesitan ampliar en ellas las categorías com er- talistas amenazados de tal crisis busquen un m ercado exte­
cíales para constituir allí un mercado, pero paralizan en ellas rior?” Resulta posible determinar ahora la naturaleza del im­
el desarrollo del m odo de producción capitalista para conser­ perialismo. Sólo es necesario para cierta distribución del ca­
var su predominio. El imperialismo reside en esta contradic­ pital entre los sectores, que a su vez depende de su distribu­
ción impuesta por el exterior. De ello resulta la imposibilidad, ción entre los distintos ramos. Si no logra instaurarse, la an­
para esas economías, de desarrollar un capitalismo nacional. tigua distribución es corregida por una crisis. Los capitalistas
Es notable que en la obra citada, Lenin reproche a los p o­ siguen la pendiente más rápida, es decir que buscan la solu­
pulistas que proclamen “que el capitalismo ruso carece de ción de sus contradicciones en el imperialismo. Pero si no la
base social y que murió al nacer” . Si la demostración de los encuentran, la existencia del capitalismo no es cuestionada
populistas fuera falsa, la historia se ha encargado de probar por un bloqueo definitivo del funcionamiento, lo que condu­
que, según los análisis de Trotsky en 1905, el capitalismo no ciría necesariamente a la crisis catastrófica imaginada por
podía prosperar en Rusia. De ese análisis del imperialismo R . Luxemburg. Se produce corrección de la distribución del
deriva fundamentalmente la estrategia de revolución perma­ capital después de crisis com o la de la década del 30, en que
nente reconocida por Lenin sólo en las tesis de abril, y asu­ el movimiento obrero conserva la responsabilidad del derro­
midas por la I V Internacional. ’ ' camiento del sistem a:
E l error de los populistas, y más adelante de R . Luxem- “ N o hay nada más inepto que deducir contradicciones del
burg, es haber pensado que el capitalismo no podía funcionar capitalismo en su imposibilidad, su ausencia de carácter pro­
sin recurrir al imperialismo. Es evidente que ésta es una res­ gresivo, etc. Es simplemente buscar lejos de una realidad,
puesta a contradicciones que surgen desde el mismo naci­ evidentemente desagradable, pero innegable, un refugio en las
miento del capitalismo. En tal sentido, el imperialismo no celestiales alturas de románticas ensoñaciones. L a contradic­
constituye una ‘ “ etapa suprema” del capitalismo. Pero tam­ ción existente entre la tendencia a la ampliación ilimitada de
p oco es necesario para la existencia misma del capitalismo. la producción y al consum o limitado no es la única del siste­
En efecto, co m o lo destaca Lenin: “ con otra distribución del ma capitalista, que además no puede existir y evolucionar sin
capital nacional, la misma cantidad de productos podría ser contradicciones. Las contradicciones del capitalismo son el
comercializada en el interior del país” . L o mismo ocurre para testimonio de su carácter históricamente provisorio, ponen en
todo el sistema, com o lo prueba la sistematización de L claro las condiciones y las razones de su descom posición y de
Sartre. . su transformación en una forma superior, pero no excluyen
El equilibrio se mantiene cuando n aumenta si a /b se adapta la posibilidad del capitalismo, ni su carácter progresivo con
respecto a los sistemas de econom ía social que le precedie­
n2 + n + ntf ron” (Lenin, La evolución del capitalismo en R u sia ).
al nuevo valor de ----- —----------------------- . Simplemente, com o
Lenin reconoce indirectamente en esta cita la contradicción
nt + n + t - f I — ntf
entre creación y com ercialización del valor y determina, con­
lo señala también Lenin, “ para que el capital abandone un trariamente a R . Luxemburg, su naturaleza.
204 Ernest M a nd el y otros

E l com ercio exterior, en sus dos diferentes acepciones que


hemos indicado, se hace necesario para la comercialización
de una parte del producido social, pero para una distribución f-
determinada de capital. D e allí proviene la constitución de
una esfera de circulación entre economías capitalistas y su
extensión a las economías precapitalistas. SB
A l proponerse la ganancia comercializada, la acumulación
engendra la creación, desde que nace el capitalismo, de reía-
ciones económicas internacionales. Estas, a su vez, influyen
en la acumulación, que será m odificada por una crisis si los
mercados son insuficientes. En este sentido la acumulación es
internacional. Sólo puede ser comprendida a nivel del con­
junto del sistema capitalista teniendo en cuenta el conjunto
de las economías no capitalistas.
ernest mande!
L A T E O R IA D E L V A L O R -T R A B A J O
Y E L C A P IT A L IS M O M O N O P O L IC O
La refutación de David H orowitz brinda una buena ocasión
para demostrar la validez de la teoría del valor-trabajo com o
instrumento de análisis y explicación del funcionamiento del
capitalismo m onopólico contem poráneo. A l mismo tiempo ello
nos permite profundizar nuestra apreciación y nuestra crítica
del libro de Baran y S w eezy .1
El concepto de “ excedente” es utilizado habitualmente hoy
en día por los antropólogos y los especialistas en sociedades
primitivas, en su sentido más elemental, es decir com o parte
de producción social que excede las necesidades inmediatas
de consumo de la sociedad. D ado que la sociedad primitiva
donde aparece por primera vez el “ excedente” es una socie­
dad sin clase, el consumo por parte de los productores (es
decir la reconstitución de la fuerza de trabajo de los produc­
tores y la reproducción del número dado de productores) y
el consumo social son ampliamente equivalentes. En tal senti­
do, el “ excedente económ ico” involucra el mismo concepto
socio-económ ico que el concepto marxista de sobreproducido,
esa parte del producto social que excede al “ producido ne­
cesario” .

1 Reproducim os aquí un artículo de E. M andel- ‘‘La teoría del va­


lor-trabajo y el capitalismo m onopólico”, que es un análisis crítico del
libro de Baran y Sweezy: E l capitalismo m onopólico publicado en la
revista'. Cuarta Internacional de noviembre-diciembre 1967. (N . de la
edición original.)
.2 0 8 Ernest M andel y oíros

Salvo en las sociedades primitivas más atrasadas, el “ pro­


ducido necesario” tiene que cumplir sin embargo otra fun­
ción, que es la de reproducir la capacidad productiva de la
sociedad. Debe también garantizar que se reemplacen exac­
tamente todos los medios de producción empleados en el pro­
ceso social de producción. Cuanto más se desarrolla una so­
ciedad, más importante se tom a esta segunda función.
En la sociedad capitalista, el producido necesario incluye
al capital constante y al capital variable (C -f- v ) , es decir
la reproducción del trabajo muerto y del trabajo vivo nece­
saria para retomar la producción en el mismo nivel que se
encontraba durante el ciclo precedente. Esto asegura lo que
M arx llama la “ reproducción simple” . E l sobreproducido rer
presenta la diferencia entre el valor del producido social
C + v -f- s y el valor del producido necesario. Es igual a s,
la plusvalía. D e 'heoho, la plusvalía es simplemente la forma
específica en que el sóbreproducido es acaparado en la econo­
mía capitalista.
Baran y Sweezy no refutan esa definición. La repiten en
las págs. 8-10 de su libro. Agregan que si prefieren el término
‘sobreproducido” al término “ plusvalía” , es porque “ la ma­
yoría de las personas familiarizadas con la teoría económ ica
marxista” — salvo el mismo M arx— identifican la plusvalía
con la “ siguiente suma: ganancia -f- intereses + renta” (pág,
1 0 ). En tal sentido parece que comienzan con definiciones
idénticas a las de M arx y que D . H orowitz se equivocara al
afirmar que Baran y Sweezy se apartan de la teoría del valor-
trabajo.
Sin embargo, a medida que los autores van explicando sus'
argumentos, se ¡hace más y más evidente que se apartan sensi­
blemente de la definición inicial. Se tiene la impresión de que
abandonan la teoría del valor-trabajo. Corresponde al mismo
Sweezy aclarar si lo hacen o no intencionalmente.
L a inflación 209

Las amortizaciones

A l evaluar el “ sobreproducido” , Baran y Sweezy se extien­


den insistentemente sobre el tema de las amortizaciones. A fir­
man que las “ amortizaciones en excedente” (págs. 99-100,
3 7 2 -3 7 8 ) constituyen un “ sobreproducido” y se traban en
múltiples cálculos de ese factor. Pero no plantean la cosa en
la form a en que debiera plantearla un marxista: ¿cuál es el
valor del capital fijo realmente utilizado en el proceso de
producción?
M uchos argumentos se les oponen com o así también a la
tesis de Josep'h D . Philips sobre “ las amortizaciones excesi­
vas” . L a utilización de un porcentaje de inversiones bruto
igual al de la Unión Soviética es evidentemente insostenible
porque la tasa de inversión neta en la Unión Soviética es muy
superior a la que rige en la econom ía norteamericana. Las
amortizaciones excesivas no son la única forma posible de
evasión fiscal. Incluso se disimulan m ejor los beneficios cuan­
do se afectan los gastos para la renovación del capital a las
operaciones corrientes. Esto lo practican en gran escala las
empresas importantes.
Y finalmente — y esto es fundamental— , para tener una
evaluación exacta de los valores reales del capital figo utili­
zado en la producción corriente, hay que empezar por tener
una estimación correcta del verdadero valor del capital. G e ­
neralmente se lo subestima más que a los beneficios corrien­
tes. Y com o el acelerado índice de desarrollo tecnológico
tiende a reducir la duración de la vida de las fábricas y de
las máquinas, lo que Baran y Sweezy reconocen, el valor del
capital fijo empleado cada año es muy elevado, probable­
mente mayor y no menor de lo que demuestran las amortiza­
ciones oficiales.
P or lo tanto, hay que restar, y no sumar, las amortizacio­
nes de las percepciones brutas si se quiere establecer el “ exce­
dente” social. Tal cálculo debilita considerablemente la de-
210 Ernest M andel y otros

•mostración, estadística de Píhilips sobre la “ tendencia del ex­


cedente a aumentar” . Si no se incluye en él a las amortiza­
ciones, el excedente, tal com o lo definen los autores, baja a
3 3 % del producido nacional bruto en 1929, a 4 9 ,4 % en 1949,
a 4 9 ,2 % en 1959 y a 4 9 ,8 % en 1961.
Por otra parte, si se define al “ sobreproducido” com o lo
hacen los autores al principio, com o “ la diferencia entre lo
que la sociedad produce y su costo de producción” (p, 9 )
y si se elimina al interés y a la renta del “ costo de produc­
ción” se sigue la teoría del valor-trabajo. El “ excedente” , o
“ plusvalía” , es entonces la diferencia entre el valor del pro­
ducido social y el valor consumido (en form a de capital cons­
tante y de capital variable) para producir ese producido.
Pero esta definición marxista clásica es incompatible con
la más desechada de las definiciones del excedente, “ la dife­
rencia entre la producción global neta y los salarios reales
globales de los trabajadores productivos” (p. 1 2 5 ). Esta defi­
nición utiliza la teoría del valor-trabajo en su segunda parte
pero la niega en su primera. L a “ producción neta global” , tal
com o la define la contabilidad burguesa actual, incluye la re­
distribución de plusvalía y numerosas rentas que no son más
que un resultado de la inflación inflación (p or ejemplo, pago
de las fuerzas armadas, de los ex combatientes, de los fun­
cionarios del Estado a través del déficit presupuestario, etc.).
Nuestros autores oscilan así entre los cálculos de valor y los
cálculos de “ demanda g l o b a l H orowitz está en lo cierto cuan­
do supone que tratan de combinar a M arx con Keynes. Se
equivoca en cambio al suponer que ello contribuye a hacer
comprender con mayor claridad las “ leyes del movimiento”
del capitalismo contemporáneo.
Horowitz basa su rechazo de la teoría del valor-trabajó en
un viejo artículo escrito por Oskar Lange en la década del 3 0 .1

1 Oskar Lange, “ M arxian Econom ics and M odern economic theory” .


Review o f economic Studies, junio 1935.
La inflación 211

Consideramos que ese artículo contiene muchos errores tan­


to en lo que se refiere a la teoría económ ica marxista en ge­
neral, com o a su teoría del valor-trabajo en particular. N o es
éste el lugar para refutar ampliamente los argumentos de
Lange. Pero queremos referimos especialmente a uno de sus
puntos fundamentales, que se relaciona directamente con
nuestra crítica del Capitalismo m onopolice.
La hipótesis de Lange según la cual la teoría marxista del
valor-trabajo “ no es más que una teoría estática del equili­
brio económ ico general” (obra citada p. 194) nos parece
completamente falsa. Podría sostenérsela en cuanto a la apli­
cación particular de esta teoría a las condiciones de 1a. simple
producción comercial. Pero resulta totalmente falso mantener
esta posición cuando se aplica la teoría del valor al capitalis­
mo. A hora bien, es a esta aplicación y no al caso especial del
equilibrio estático en una sociedad precapitalista, a la que
M arx dedica casi todos sus estudios económ icos desde 1844
hasta su muerte.
Para entender el carácter dinámico de la teoría del valor-
trabajo utilizada por Marx, basta comprender el objetivo que
persigue M arx al perfeccionar la teoría ricardiana del valor-
trabajo y elaborar la teoría de la plusvalía. El trata de expli­
car el carácter esencialmente dinám ico de la acumulación del
capital: cóm o es que el intercambio de “ valores iguales” en­
tre el trabajador y el capitalista conduce a un enriquecimiento
constante de este último. N o es necesario explicar muy exten­
samente cóm o hace M arx para resolver el problema: distin­
ción entre trabajo y fuerza de trabajo, descubrimiento de que
el trabajador no vende su “ trabajo” sino su fuerza de trabajo;
distinción entre el valor de intercambio de la fuerza de trabajo
y su valor de uso para el capitalista (se trata de producir más
valor que su propio valor de intercambio, etc.).
A sí rectificada por Marx, la teoría del valor-trabajo intro­
duce dos elementos dinámicos en lo que Lange llama erró­
neamente una “ teoría del equilibrio económ ico general” . Por
•¡'ti l

¡4
U'
212 Ernest Mandel y otros

su verdadera naturaleza, ella implica un proceso de desarrollo


económ ico construido dentro del m odelo. Señala el doble p ro- ■¡¡ u
ceso que desem boca en la racionalidad de la acumulación ca- |”
pitalista: competencia intercapitalista, competencia entre ca- .
pitalistas y trabajadores.1
Por la misma razón, es impropio hablar del m odelo marxis-
la com o de un m odelo d e “ equilibrio económ ico general” . En •
realidad, es un m odelo que representa una unidad dialéctica <
entre equilibrio y desequilibrio, cada uno de los cuales arras- "
tra necesariamente al otro. P or tal razón es en vano tratar de
descubrir” la teoría marxista de las crisis en ios famosos :
esquem.as de reproducción del tomo II de E l Capital porque
esos esquemas hacen abstracción en efecto de la “ competen- ;i,
cia intercapitalista” . Y todo estudio del ciclo económ ico debe ^
ubicarse necesariamente dentro del estudio de aquélla, según s-
el mismo M arx. 2 'i: s
Todas las “ leyes del movimiento” del m odo de producción 'y
capitalista derivan del proceso de acumulación del capital, ba­
sado en la teoría del valor-trabajo perfeccionada por M arx y
explicado en ella. Esto es especialmente cierto en lo que se
refiere a la ley de centralización y concentración del capital
y a la ley del aumento de la com posición orgánica del capital,
resultantes ambas de la competencia intercapitalista ( “ el pez
grande se com e al chico” ) y de la competencia entre capital 1 :
y trabajo (la necesidad de aumentar la plusvalía relativa, es
decir de aumentar la productiyidad del trabajo).

1 D icho sea de paso, en el artículo precitado Lange elim ina com ­


pletamente la competencia intercapitalista y lanza la hipótesis de que
el progreso técnico es independiente de ella, introduciendo por lo
tanto un factor externo en la evolución del capitalismo que ya no
obedece a las contradicciones del sistema. Es un serio error de inter­
pretación del m arxism o.
2 E n su plan general para E l Capital, M arx excluye explícitamente
las crisis de la parte titulada “ el capital en general” y las incluye en
la parte titulada “ los diferentes capitales” , es decir la competencia.
-1
La inflación 213

En verdad, al intentar separar la actividad de acumulación


del capital de las dos explicaciones racionales brindadas por
M arx, y basta separar una de otra, debe llegarse a descubrir
alguna ■“ necesidad de acumulación” mística tras la realidad
de la investigación científica. L os autores que se aventuran
por tan peligroso camino terminan generalmente con especies
de explicaciones tautológicas de este tipo: “ Los capitalistas
acumulan porque esa es su misión ( ! ) , o su función, o su
papel, o su objetivo de acumular” . Esto nos recuerda la in­
mortal definición de M oliere: “ E l opio hace dormir porque
tiene propiedades adormecedoras” .

La com petencia intercapitalista

Baran y Sweezy pretenden decididamente que la acumula­


ción del capital representa todavía para las empresas gigantes
de hoy en día “ la Ley y los Profetas” . Estamos totalmente de
acuerdo. Pero no explican en forma exhaustiva por qué es
así. Por el contrario, no hacen intervenir para nada en su
análisis la competencia fundamental que existe entre capita­
listas y trabajadores. Esto aparece sólo en los últimos capí­
tulos relativos al desplazamiento de los trabajadores por la
automatización. En lo que a la competencia intercapitalista
se refiere, oscilan entre dos posiciones erróneas. Por una par­
te, identifican la competencia con “ la competencia de pre­
cios” ; por la otra, al negar el predominio de la competencia
de precios, parecen decir que esa competencia existe, pero
dentro de un sistema “ radicalmente diferente” del esquema
marxista.
H ay que hacer un gran esfuerzo para aclarar las cosas. Es
verdad que, en el tom o ID de El Capital, cuando M arx desa­
rrolla su teoría de la form ación de los “ precios de producción”
(resultando la igualdad del margen de ganancia de la circu­
lación del capital entre los diferentes ramos de la industria)
el alza y la baja de los precios constituyen el mecanismo a
214 Ernest M andel y oíros

través del cual se realiza la igualdad del beneficio. Pero si se


reflexiona un p oco, se ve que esto no es más que un meca­
nismo secundario y que el nudo del problema no está allí. Si
en vez de reducir los precios se utiliza una publicidad agre­
siva para acaparar la mayor parte del mercado, todo el razo­
namiento sigue siendo exactamente el mismo del tom o III.
L o importante es que una firma obtiene un margen de ganan­
cia substancialmente más elevado y que ese margen superior
atrae entonces el capital de otras firmas (digamos de otros
m onopolios) a ese mismo terreno basta que haya igualdad.
A l decirse que los monopolios tratan de evitar riesgos excesi­
vos se quiere significar precisamente en este aspecto que evi­
tan provocar desviaciones demasiado importantes de su ga­
nancia adicional en relación con la ganancia adicional m ono-
pólica “ riormál” , porque tales desviaciones atraerían inevita­
blemente a, los otros capitales.
Sin embargo, la crucial inconsistencia del Capitalismo M o-
nopólico estriba en el hecho de que los autores omiten tener
en cuenta la explotación del trabajo por el capital y por lo
tanto, la necesidad de los capitalistas de aumentar la plusva­
lía relativa. Cuando hablan de la pobreza en los Estados Uni­
dos, Baran y Sweezy destacan correctamente que la desapa­
rición total de las líneas de reserva durante la segunda guerra
mundial condujo a “ mejorar el nivel de vida de los pobres...5’ .
Ello provocó a su vez una presión ascendente sobre los sala­
rios reales, que se manifestó en momentos de la gran oía de
huelgas de la posguerra. Siguen sosteniendo (p . 2 8 7 ) que,
en la década del 50, “ la desocupación aumentó continuamente
y el carácter de las nuevas técnicas de posguerra acentuó
grandemente la desventaja de los obreros no calificados o se-
micalificados” . Creemos que las “ nuevas técnicas del período
de posguerra55 crearon esta tendencia ascendente de la des­
ocupación, es decir que la econom ía norteamericana entró en­
tonces en el período más dramático del “ desplazamiento de
los trabajadores por las máquinas” en toda su historia.
La inflación 215

Y a no pueden caber dudas sobre el hecho de que ese m ovi­


miento fuera un éxito más allá de toda previsión, pues du­
rante más de diez años los salarios reales americanos se man­
tuvieron prácticamente estacionarios en relación con su rápi­
do incremento en todos los demás países imperialistas, y que
el gran aumento de las ganancias durante ese período fue el
resultado del crecimiento fantástico de la plusvalía así pro­
ducida.
A l dejar de lado en su análisis del capitalismo m onopólico,
la Sucha continua de la clase capitalista por mantener y aumen­
tar el índice de explotación de la clase obrera, Baran y Sweezy
ubican toda su concepción económica del funcionamiento ac­
tual del sistema capitalista fuera de la realidad de las fuerzas
sociales presentes, es decir fuera del campo de la lucha de
clases. N o es, pues, de asombrarse que terminen negando todo
valor ai potencial anticapitalista de la clase obrera norteame­
ricana, Esta negación ya está presente en las premisas de la
argumentación. Estamos ante un sofisma clásico sobre la com ­
petencia intercapitalista com o se ha visto precedentemente:
la argumentación de Baran y Sweezy es al menos vaga. R e­
conocen la necesidad que tienen las empresas de reducir sus
costos. R econocen la necesidad de aumentar sus ganancias
para incrementar la acumulación de capital. R econocen tam­
bién el carácter ferozmente competitivo de la “ jungla m ono-
pólica” , para no hablar de la dura competencia que existe
entre los sectores m onopólicos y los no m onopólicos de la
economía. Pese a ello rechazan la conclusión evidente, es de­
cir que la explicación más racional de esa acumulación sigue
siendo la com petencia, exactamente com o en el m odelo mar-
xista. Ello abre una brecha en su análisis.

Análisis del valor

Es fácil descubrir la razón de esa debilidad. L a teoría del


valor-trabajo im plica que en términos de valor, el volumen
total de plusvalía que debe ser distribuida todos los años es
216 Ernest M anáel y otros

una cantidad determinada. Depende del valor del capital va­


riable y del índice de la plusvalía. L a com petencia de los pre­
cios no puede cambiar esa cantidad (salvo cuando ella incide
sobre la división de la renta que acaba de crearse entre traba­
jadores y capitalistas, es decir cuando eleva o baja los salarios
reales y aumenta o reduce así el índice de plusvalía). Una
vez que se comprende esta simple y fundamental verdad, se
ve que la eliminación de la libre competencia p or parte de
los m onopolios no altera radicalmente el problema en térmi­
nos de valor. Quiere decir que la distribución de una cantidad
dada de plusvalía evoluciona favorablemente para los m ono­
polios y desfavorablemente para los sectores no m onopólicos.
E llo podría significar (pero hay que demostrarlo) que el índi­
ce m edio de plusvalía aumentó. Pero no m odifica de ninguna
manera las relaciones de fondo que explican la creación de
la plusvalía.
D ejando el terreno de la producción de valor p or el de ¡a
demanda global monetaria, Baran y Sweezy com plican las
simples relaciones fundamentales. Hablan vagamente de un
“ excedente que sería absorbido” cuando se pone a trabajar a
los hombres y a las máquinas inactivos. Pero lo que no ha
sido producido no puede ser absorbido. Cuando las máqui­
nas permanecen inactivas no se tiene un “ excedente inabsor­
b id o” , es decir plusvalía no gastada o mercadería invendida.
Se tiene un capital ocioso, lo que es totalmente diferente. Y el
“ excedente” (plusvalía) no es “ absorbido” sino producido, es
decir que su cantidad aumenta cuando las máquinas y los
trabajadores antes desocupados vuelven al trabajo.
A l abandonar el terreno del cálculo en valor por el más
resbaladizo de la “ demanda global” , Baran y Sweezy demues­
tran a menudo una asombrosa incapacidad para distinguir los
comportamientos m icro-económ icos de una firma del resulta­
d o m acro-económ ico de ese comportamiento generalizado.
Declaran acertadamente que la sociedad m onopólica moderna
tiende a “ maximizar los beneficios” , al menos tanto com o lo
La inflación 217

hacía su antepasado, la sociedad competitiva. Pero parecen


olvidar que el índice medio de ganancia es precisamente el
resultado m acro-económ ico de ese comportamiento individual
de las firmas. Ello deriva directamente del hecho de que la
plusvalía que puede ser distribuida entre las diferentes firmas
es una cantidad dada, limitada cada año.
Si una empresa m onopólica logra ganar una parte excesiva
de la plusvalía total, las demás empresas se abalanzan al mis­
m o tipo de negocio. E l ejem plo del aluminio, de las máquinas
de calcular electrónicas, las máquinas impresoras, de produc­
tos petroquímicos, sólo para señalar algunas industrias en. ex­
pansión durante las tres últimas décadas, confirman clara­
mente lo que pasa en realidad. Se llega, pues, a la conclusión
de que en el capitalismo m onopólico com o en el “ m odelo
competitivo” , la maximización de la ganancia de las firmas
individuales lleva a la tendencia a igualar el margen de ganan­
cia. L a única distinción que es necesario hacer es que en el
capitalismo m onopólico dos márgenes promedio diferentes
tienden a desarrollarse, uno por el sector m onopólico, el otro
por el sector, com petitivo.1
Podem os llegar por lo tanto a la conclusión de que Baran
y Sweezy han sido incapaces de probar que el m odelo mar-
xista se basaba en algún rasgo específico vinculado con la
competencia de precios o que la acumulación del capital en
el capitalismo m onopólico se desarrolla según líneas cualita-

1 En m i Tratado de Econom ía M arxista (vol. II, p. 4 6 -5 1 ) he tra­


tado de brindar algunas pruebas estadísticas de esta afirmación. Es
evidente que Baran y Sweezy subestima seriamente la importancia de
la competencia en el capitalismo m onopólico, competencia tanto na­
cional com o internacional. Cuando citan con acento de aprobación la
lista de Galbraith de mercaderías que durante la próxim a generación
serán compradas en las m ism as empresas que hace varias décadas,
deben dejar de lado mercaderías de la importancia del carbón, los
aviones, las computadoras, los plásticos y demás productos químicos,
los televisores, las máquinas de oficina, y hasta la energía eléctrica y
el acero, para los cuales tal afirmación es parcial o totalmente inco­
rrecta.
218 Ernest Mandel y otros

tivamente diferentes de las del capitalismo competitivo. Tanto


en el capitalismo m onopólico com o en el capitalismo com pe­
titivo las dos fuerzas fundamentales que explican la acumula­
ción del capital siguen siendo la com petencia intercapitalista
(para adueñarse de la mayor parte de la plusvalía} y la com ­
petencia entre capitalistas y trabajadores (para aumentar el
índice de plusvalía).
En el m odelo de Marx, la baja tendencial del índice de
beneficio proviene de dos causas. En primer lugar, dado que
únicamente el trabajo humano produce plusvalía, sólo una
parte del capital, el capital variable, corresponde a la produc­
ción de plusvalía. Si el capital variable tiende a ser una parte
más pequeña dentro del capital total, habrá una fuerte ten­
dencia a la disminución de la relación s . En segundo

C + v

lugar, esta tendencia sólo puede ser neutralizada si al mismo


s
tiempo aumenta el margen de plusvalía — . Pero histórica-
v
mente es p oco probable que el índice de plusvalía varíe en la
misma proporción que el aumento de la com posición orgánica
del capital. Y es imposible a largo plazo, porque la com posi­
ción orgánica del capital puede aumentar indefinidamente
(siendo el límite la automatización completa, es decir la ex­
clusión de cualquier trabajo humano en el proceso de produc­
ció n ), pero el índice de plusvalía no puede aumentar indefi­
nidamente porque ello implicaría que los salarios de los tra­
bajadores empleados en la producción tendieran a cero.
Baran y Sweezy pretenden que la baja tendencial del mar­
gen de ganancia está de algún m odo vinculada al “ m odeló
competitivo” de M arx y ya no actuaría bajo el imperio del
capitalismo m onopólico. Pero no prestan la más míniina aten­
ción a las dos fracciones fundamentales de las que resulta la
La inflación 219

baja del margen de ganancia, la com posición orgánica del


capital y el margen de plusvalía.
L os autores del Capitalismo M onopólico no hacen ninguna
estimación general vinculada con la com posición orgánica del
capital. Por una parte, dicen que “ en el capitalismo m onopó­
lico, la velocidad con que las nuevas técnicas reemplazarán a
las viejas, será mucho más lenta que lo que deja suponer la
teoría económ ica tradicional. . . El progreso tecnológico tien­
de a determinar la forma que toma la inversión, más que su
cantidad, en un momento dado” (págs. 9 5 -9 7 ). Pero algunas
páginas más lejos escriben: “ El decenio de 1952-1962 fue
de progreso tecnológico rápido y probablemente acelerado”
(p. 1 0 2 ). Las cifras que citan confirman la tesis según la cual
las inversiones de capital fijo crecen más rápidamente que los
salarios. En 1953, los gastos en investigación y desarrollo y
en planes de equipamiento de empresas no financieras ascen­
dieron a 27.400 millones de dólares mientras que en 1962
ascendieron a 44.000 millones (aumentando luego a una ci­
fra que ¡duplica a la de 1 9 5 3 !). L os salarios pagados en esas
mismas empresas no aumentaron en un 100% entre 1953
y 1 9 6 6 .1

1 En un m om ento de su razonamiento, Baran y Sweezy parecen


querer implicar, aunque lo hacen en form a m uy abstracta, que el
alza de la composición orgánica del capital fuera imposible. D icen
(pág. 8 1 ) que es un “ contrasentido” imaginar que la producción ca­
pitalista implique “la producción de un volum en cada vez m ayor
bienes de producción con el único objeto de producir un volumep
aún más importantes de bienes de producción en el futuro. E l consumo
estaría en proporción decreciente en la producción, y el crecimiento
del capital existente no tendría ninguna relación con la expansión
real y potencial del consum o” . D o s palabras se prestan aquí a confu­
sión: “único objeto" y “ninguna relación”.
Creem os que queda demostrado que cada vez se producen más bie­
nes de producción con el objeto de aumentar aún m ás su cantidad,
aunque éste no sea evidentemente su único objetivo. Su objetivo es
también producir bienes de consumo a m enor costo. Y creemos tam ­
bién haber probado que el consumo está en proporción decreciente
en la producción, aunque ello no implique que no haya ninguna reía-
220 Ernest M andel y otros La inflación 221

A l principio Baran y Sweezy afirman que las únicas revolu­ Existe una prueba sorprendente que, cosa curiosa, Baran y
ciones tecnológicas que desencadenaron fantásticas inversio­ Sweezy citan sin sacar las conclusiones necesarias. En las pá­
nes productivas fueron las referentes a la máquina de vapor, ginas 196-197 indican que entre 1946 y 1963 las inversiones
a los ferrocarriles y los automóviles. Pero más adelante admi­ realizadas directamente en el extranjero por las empresas nor­
ten que la revolución tecnológica vinculada a la mecaniza­ teamericanas se multiplicaron por cinco porque el margen de
ción, la automatización y la cibernética iha reducido el número rendimiento de las inversiones en el extranjero era muy supe­
de obreros especializados en la econom ía norteamericana de rior al de los Estados Unidos. Evidentemente que tanto la
trece millones en 1950 a menos de cuatro millones en 1962 com posición orgánica del capital com o el grado de control
y que, según muchos autores, esa revolución tecnológica sólo del m ercado por el capitalismo m onopólico son inferiores en
¡acaba de empezar! Es evidente que el reemplazo de los traba­ esos países que en los Estados Unidos. ¿N o es, pues, razonable
jadores por las máquinas a lo que Baran y Sweezy llaman “ una sacar com o conclusión que cuanto más se “ americanicen” más
velocidad fantástica” demuestra una tendencia al incremento tenderá a bajar el índice? En los Estados Unidos el nuevo
de la com posición orgánica del capital. progreso tecnológico tendrá com o conscuencia una nueva baja
Para nosotros no hay lugar a dudás de que el alza signifi­ significativa del índice de ganancia en comparación con el
cativa del índice de plusvalía que com enzó a fines de la década nivel actual.
del 50 (es decir con el alza constante del índice de desocu­ L a insistencia de Baran y Sweezy sobre el cüza continua del
pación) se cristalizó en una “ explosión de ganancia” .de más “ excedente” se basa en un razonamiento muy simple. En el
del 5 0 % entre 1960 y 1965. Pero es dudoso de que esa alza capitalismo m onopólico, los costos bajan, los precios suben al
pueda continuar desplazando cada vez más a los trabajadores mismo tiempo que las ganancias y por lo tanto el “ excedente”
productivos, únicos creadores de plusvalía, a una velocidad debe aumentar (p. 7 9 ) . Pero aquí de nuevo el hecho de hacer
equivalente al crecimiento de la com posición orgánica del los cálculos en base a los precios en vez de proceder al aná­
capital. L a automatización seguirá desplazando cada vez a lisis en valor, oscurece los problemas m acro-económ icos en
los trabajadores productivos. Puede ocurrir perfectamente que discusión.
los salarios de los trabajadores productivos representen una
parte cada vez más pequeña en la nueva renta creada en la “ En el capitalismo m onopólico los patrones pueden trans­
industria, pero no bajarán con tanta rapidez com o para com ­ mitir, y transmiten, los costos más elevados del trabajo en
pensar el crecimiento de la com posición orgánica del capital. form a de precios más altos” , dicen Baran y Sweezy (p . 7 7 ) .
T am poco hay razón para afirmar que la baja tendencia! del Pero si nos^ detenemos a pensar en ello un momento, vemos
margen de ganancia sea históricamente subvertida, que tales afirmaciones apresuradas, por muy útiles que puedan
resultar para la agitación, no significan gran cosa en términos
de relaciones económ icas reales. Porque si los patrones “ trans­
ción entre el capital existente y la producción última de bienes de
consumo. Las estadísticas históricas norteamericanas muestran que miten” los precios idénticamente más elevados del trabajo
los bienes duraderos están en proporción creciente en la producción del m ismo m odo a todos los consumidores, los precios de to­
corriente. Y negar esa posibilidad es negar no sólo el aumento de la das las mercaderías aumentan en la misma proporción, y, lejos
«im p osición orgánica del capital en las condiciones del capitalismo
tnonopólico, sino que equivale a negar tal aumento también para el
de aumentar el “ excedente” , la relación entre salarios y plus­
capitalismo del siglo x ix . valía,, entre la parte de plusvalía que corresponde a cada f ir-
222 Ernest Mandel y otros La inflación 223

ma, perm anece exactamente igual que precedentemente. Si mas, de profesores privados, de eclesiásticos, etc., no crean
esta “ transferencia” puede ser hedía solamente por los m ono­ rentas nuevas. N o interesa saber cuántas veces circula esa plus­
polios, existen muchas probabilidades de que los salarios valía en un año. Siempre se redistribuye la misma plusvalía.
reales aumenten efectivamente y de que las mayores ganan­ Los alcaldes de las pequeñas poblaciones de las que han des­
cias de los monopolios se hagan en detrimento de los sectores aparecido las industrias, lo saben por una triste experiencia.
no monopolizados de la clase capitalista, incapaces de hacer Si se eliminan los salarios iniciales y la plusvalía, ¡todas las
subir sus precios en la misma proporción. D e nuevo en este rentas de los servicios desaparecen com o por parte de magia!
caso, el “ excedente” no es aumentado sino apenas redistribui­ Pero si calculamos la “ demanda global” del m odo en que se
do y probablemente hasta ligeramente reducido en perjuicio la define actualmente en los Estados Unidos, se tiene la im­
de una parte de la clase capitalista. Y si los precios de los presión de que la renta de todos los servicios es simplemente
bienes de consumo aumentan efectivamente más que los sala­ adicionada a la ganancia de las firmas industriales y se llega
rios, entonces hay disminución de salario real y evidentemente lácilmente a cálculos en los cuáles una parte del “ excedente”
aumento del “ excedente” , pero no mediante un “ nuevo” dis­ es dos o tres veces mayor que en la realidad.1
positivo especial, sino mediante los viejos métodos capitalis­
tas de la baja de salarios.
El aumento de los gastos de venta
Es fácil descubrir el origen de la teoría de Baran y Sweezy
sobre la tendencia del “ excedente” a aumentar. Por una parte
se trata de una incorrecta generalización de una situación co- U n buen ejemplo de lo que precede lo da el problema del
yuntural, la rápida subida de las ganancias capitalistas a fines aumento de los gastos de venta. Los costos de venta nada
de la década del 50 y en la primera mitad de la del 60; por agregan al valor producido pero constituyen un ejemplo de lo
otra parte es el resultado de la utilización tendenciosa del que M arx llama “ gastos de circulación. . . financiados por
término “ excedente” , al punto de hacer de él un sinónimo de una cantidad dada de plusvalía” . En efecto, Baran y Sweezy
“ demanda global” . Tal razonamiento elimina simplemente el citan este pasaje de El Capital en la página 112 de su libro.
problema de la inflación y hace que en ciertos casos se cuente Sin embargo, no consideran el incremento de los esfuerzos
la misma renta dos o tres veces. para vender com o un medio “ de absorber el excedente” (plus­
valía absorbiendo plusvalía). Hasta ven en ello un medio para
V em os aquí claramente que, contrariamente a la afirmación
de Horowitz, una de las principales razones de que Baran y 1 E l capital invertido en el comercio y en una serie de servicios,
Sweezy se confundan, es su intento de combinar a M arx con tanto com o en el transporte de los individuos, no provoca la creación
K eynes. M arx demuestra claramente que, en base a la teoría de una plusvalía adicional por contratación de la fuerza de ■trabajo
en los sectores productivos de la econom ía. Pero, para calcular eí
del valor-trabajo, toda renta creada en una sociedad capita­
m onto total de plusvalía producida, no se puede adicionar simple­
lista (exceptuando la renta de los pequeños propietarios de mente las ganancias' de todas las firm as. Algunas son claramente, no
medios de producción que no explotan el trabajo asalariado) el resultado de la distribución, sino de la re-distribución de la plusva­
puede provenir únicamente de dos fuentes: el capital variable lía, por ejemplo cuando algunos servicios se prestan a cambio del
beneficio de otras firmas (para dar solamente *un «jem p lo citaremos
o la plusvalía. Guando los capitalistas utilizan su plusvalía los servicios de las firmas de corretaje, llamadas á reinvertir las nue­
para com prar directamente servicios individuales de muca­ vas ganancias obtenidas).
224 Ernest M andel y otros
V!f¡
■v'#;
que los capitalistas aumenten sus ganancias, p oiq u e parte del.
gasto inicial será “ pagado por los trabajadores” ¡a través del
aumento de los precios de los bienes de consum o! Parecieran
no com prender que todo el gasto ha sido pagado en primer
lugar p or los capitalistas y que no se lo puede adicionar tres
veces; prim ero com o .plusvalía (beneficios capitalistas); luego
com o gastos de publicidad (parte de los beneficios utilizados
para intensificar las ven ta s); y finalm ente com o beneficios ca­
pitalistas adicionales (parte de los gastos necesarios para in­
tensificar las ventas, recuperada tom ándola de los salarios de
los trabajadores).
D e nuevo aquí resulta fácil encontrar la razón de la confu­
sión de Baran y Sweezy. Pues “ la intensificación de las ven­
tas” de que ellos hablan (que no es la parte de los costos de
distribución de que «habla M a rx) está en realidad financiada
por el capital y no por la plusvalía corriente. En la medida
en que el capitalismo monopólico se caracteriza p or enormes
cantidades de excedentes de capital, la intensificación de las
ventas (d el m ism o m odo que las industrias de servicios” )
ofrece un m ercado bienvenido para ese capital. En la medida
en que se empleen trabajadores suplementarios y que éstos
com pren mercaderías con sus salarios y sueldos, la “ intensifi­
cación de las ventas” puede desatar indirectamente la “ co ­
m ercialización” creciente de la plusvalía, en base a un m ayor
gasto de capital. Pero adicionar ese capital (proveniente de
la plusvalía del año precedente) a la plusvalía del año en
curso, constituye un error evidente, siempre que se trate de
cálculo de valores.
■La form a com o Baran y Sweezy insisten decididam ente en
el capital inactivo e inutilizado constituye un elem ento justo
e importante en su libro. Se trata de un rasgo específico del
capitalism o m onopólico, proveniente precisam ente de la dis-
m inución del ritm o de la com petencia de precios y de la con ­
centración del capital en sectores m onopólicos. Aum enta jus­
tamente en la m edida en que el prom edio del margen de ga-
La inflación 225

nancia tiende a ser más alto en los sectores m onopólicos que


en los no m onopólicos. Esto plantea el problem a fundamental
de la utilización del excedente de capital que Baran y Sweezy
aclaran en m uchos aspectos. En realidad, los m onopolios ob ­
tienen m ayores beneficios, pero - ¡son incapaces de reinvertirlos
totalm ente sin poner en peligro ese mismo índice de ganancia
adicional!
Sea dicho de paso, esto com tituye la principal razón que
obliga al capital m onopólico a invertir cada vez más en arma­
m entos y , vinculada con un intento de neutralizar la baja ten-
dencial d el índice de ganancia, una de las principales razones
que explican el volum en creciente de las exportaciones de ca­
pitales realizadas por el imperialismo norteamericano. Sin
agregar esos dos elementos al análisis, no se puede explicar
en form a suficientemente profunda que la intervención del
im perialism o norteam ericano en las dos guerras mundiales y
su4ntento-por “ hacen del-m undo libre algo seguro para el ca­
pitalism o” son inherentes al sistema.
'Pero añadir el excedente de capital al sobreproducido, no
aclara la cuestión. Si los autores hubieran aplicado la teoría
del valor-trabajo a este problem a, habrían notado inmediata­
mente las relaciones y las diferencias entre los dos problem as
fundamentales co n los que se enfrenta el decadente capitalis­
m o m on op ólico: la inversión del excedente de capital y las
crecientes dificultades para la ubicación de la plusvalía.
E n una econom ía esencialmente subdesarrollada esta dife­
rencia n o es digna de tenerse en cuenta. En tal caso, el sobre­
produ cido social no se com pone de bienes industriales que
deben ser vendidos; al m ism o tiem po la clase dirigente no
está fundamentalmente conectada a las inversiones en capi­
tales productivos. Esa sobreproducción social adquiere esen­
cialm ente la form a de renta territorial, renta para la burgue­
sía com pradora y beneficio para los trusts extranjeros, ningu­
n o de los cuales se reinvierte en el país. Es acertado poner a
esas rentas juntas, llamarlas “ excedente” y demostrar que la
226 Ernest M andel y otros

m ovilización de ese excedente en inversiones productivas me­


diante la planificación e industrialización, desarrollarían rápi­
damente la econom ía. Y es por eso que el concepto de ‘ 'exce­
dente” es operante cuando Baran lo aplica a los países sub­
desarrollados.
Pero en un país imperialista industrializado la situación es
totalmente diferente. La sobreproducción social tom a funda­
mentalmente la form a de bienes industriales que deben ser
vendidos para que la plusvalía se com ercialice efectivam ente.
Ese proceso se enfrenta a crecientes dificultades. P or otra
parte, dentro de las condiciones del capitalism o m on opólico,
existen grandes reservas disponibles de capital — resultado de
la com ercialización anterior de la plusvalía— que cada vez
encuentran m ayores dificultades para reinvertirse en form a
provechosa, y las fábricas correspondientes al capital inverti­
do trabajan por lo general muy p or debajo del nivel óptim o
de capacidad. Estos problem as paralelos demuestran la inca­
pacidad del sistema. Y ya no se puede agrupar en una nueva
categoría de “ excedente” a la com ercialización de la plusvalía
y a la inversión del excedente de capital.
Se tom an todavía más oscuros cuando se pasa del análisis
de la producción de valor y su com ercialización al análisis de
la demanda global y que se añade entonces la im portante
cantidad de poder adquisitivo de origen inflacionario inyec­
tado en el sistema a partir de la segunda guerra mundial.
Baran y Sweezy mismos declaran que hay que explicar el
b o o m .posterior a 1945 en los Estados U nidos, p or “ una se­
gunda ola gigantesca de “ autom ovilización” y “ suburbaniza-
d ó n ” alimentada p or un increm ento fantástico de las hipote­
cas y del crédito” (p . 2 2 4 ). Si se agrega el n o m enos fantás­
tico increm ento de la deuda pública a partir de 1940 se ob­
tiene una imagen, no de un “ aumento de excedente” sino de
las crecientes dificultades de com ercialización de la plusvalía,
lo que tarde o temprano hará que la pirámide se venga abajo.
Seguramente Sweezy estará de acuerdo con nosotros en que
La inflación 227

el poder adquisitivo de tipo inflacionario inyectado en el sis­


tema puede provocar a largo plazo, desde el punto de vista
de la produ cción y de la com ercialización del valor, una de
estas d os cosas: o bien habrá redistribución de la plusvalía en
favor de algunos sectores de la clase capitalista en detrimento
de los otros, o bien habrá un aumento de la plusvalía en detri­
m ento d e los salarios. Y esta segunda “ solución” sólo podrá
lograr exacerbar el problem a de la com ercialización de la
plusvalía.
P ero llegam os así de nuevo a los problem as de la inflación
en los Estados U nidos y a su repercusión sobre la lucha de
clases dentro del país y sobre el sistema m onetario interna­
cional. Estos asuntos requieren otras explicaciones. Se trata
de uno de los principales problem as planteados por el capi­
talismo m on op ólico, de lo que son conscientes tanto los e co­
nomistas burgueses com o los marxistas.
■3 D I a NI
’ t'i:
Pág.
Algunas características del sistema, capitalista contem po­
ráneo, de Jacques D ubois, Christian M erlin y Jacques
V a lie r ....................................................................................... 7
I. D efinición del m odo de producción capitalista . . . . 9
II. Existencia de una tendencia a a cu m u la r.............. 12
A . Tendencia a acumular y lucha entre capitalistas
y trabajadores ........................................................ 13
B. Tendencia a acumular y com petencia entre ca­
pitalistas ................................................................. 16
1. L a tendencia a acumular, en el capitalismo de
libre com petencia ................................................. 18
2 . L a producción, por el proceso de acumulación,
de diferentes form as de co m p e te n cia .............. 20
3 . L a m odificación de la tendencia a acumular
provocada p or las formas nuevas de la com pe-
petencia .................................................................. 22
a ) L os períodos de escasa co m p e te n cia ................ 24
b ) L os períodos de gran co m p e te n cia ................... 26
III. L os m edios de aumentar la masa de plusvalía . . 33
A . L os beneficios adicionales de m onopolio . . . . 33
1. Perecuación del margen de b e n e fic io .............. 34
2 . Form ación de los beneficios adicionales de m o­
n op olio .................................................................... 36
O rigen principal . . ............................................... 36
Orígenes diversos ................................................. 37
B . L a existencia de filas de reserva de desocu­
pados ........................................................................ 40
1 . Tendencia a la existencia de una permanente
desocupación ........................................................ 40
2 . Consecuencias de la existencia de una desocu­
pación permanente ............................ .................. 44
C . Las intervenciones económ icas del Estado bur­
gués .........................................................................
E l fracaso de las explicaciones burguesas de la inflación,
de Güles Jourdain y Jacques V alier .......................... .. . 53
S ección I: L a m o n e d a ...................................................... 56
Sección II: L a d e m a n d a .................................................... 67
Sección III: L os costos ............................................... .. . 83
I. ¿Cuál es la causa de una nueva teoría de la in­
flación? ................................ 84
II. D esarrollo de la teoría de la inflación p or los
costos salariales ..................... 88
III. C rítica de la teoría de la inflación p or los co s­
tos salariales ................................................................ 92
A ) E l papel que desem peñan las ganancias . . . . 92
B ) E l papel de la d e m a n d a ................................... 99
Acum ulación m onopólica, inflación rastrera e inflación,
de Gilíes Jourdain y Jacques V a lie r ............................... 103
S ección I : Inflación rastrera .......................................... 107
I. A cció n de los m onopolios . . . . . . . . ......... .. 107
1. Responsabilidad directa de los m on opolios. . 107
A ) A cción de los m onopolios en favor de un al­
za permanente delos precios .......................... 108
a ) L os m onopolios originan tensiones inflacio­
narias sectoriales ............................................... 108
b ) L os m onopolios facilitan la transmisión del
alza de los precios a través de la econ om ía . . 112
c ) L os m onopolios son en parte responsables de
la rigidez en la baja de los p r e c io s ................. 114
B ) Lím ites que se im ponen a sí mismos los m o­
nopolios ................................... 119
2 . Papel que desem peñan las reacciones de los
trabajadores organizados ante la política de
los m onopolios .................................................... 123
\ IL / A cción del Estado burgués . . ............................... 12b
1 . E l Estado y la existencia de una inflación
rastrera .................................................................. 127
A ) E l papel del Estado en la aparición y la difu­
sión de tensiones in fla cion a ria s....................... 127
a ) Papel pasivo en la financiación del aumento
de ganancias, la demanda y los precios . . . . 128
B ) Papel del Estado en la ausencia o escasez de
tensiones deflacionarias ................................... 129
2 . E l Estado y el paso de la inflación rastrera a
la inflación co r r ie n te ......................................... 131
Sección I : Inflación co r r ie n te ......................................... 136
1 . D efin ición de la “ barrera inflacionaria” y aná­
lisis del “ m otor” del proceso de inflación c o ­
rriente .................... 137
2 . C óm o se detiene la inflación c o r r ie n te ......... 146
3 . Significado de la inflación c o r r ie n te .............. 148
Acum ulación internacional e inflación , de Gilíes Jour­
dain, Antoinette M allet y E va M o r a in .......................... 155
Sección I : Naturaleza y orígenes de la inflación inter­
nacional ........................................................................... 158
1 . Desigual desarrollo nacional .............................. 160
2 . E l desigual desarrollo in tern acion a l..................... 165
Sección II: P roceso de inflación in te rn a cio n a l......... 172
1. Sus m odalidades ...................................................... 172
2 . Significado de la inflación in tern a cion a l............ 176
Intento de wúficación de los determinantes de la infla­
ción internacional, de Gilíes J o u rd a in .......................... 183
Sección I: L a transferencia de valor y la constitución
de los m onopolios ..................................................... 186
Sección II: L a transferencia de valor y su com ercia­
lización ...................................................................... 192
L a teoría del valor-trabajo y el capitalismo m onopólico,
de Ernest M a n d e l............................................................... 205
Las am ortizaciones ............................................................. 209
L a com petencia intercapitalista ..................................... 213
Análisis del v a l o r ............................ 215
E l aumento de los gastos de v e n t a ................................. 223
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Armando Alonso Piñeiro: Collage siglo X X (Ilustrado por Oski).
Adriana: Som os así.
Richard Kostelanetz: U S A ' ¿revolución cultural?
C olección M U S I C A Y M U S IC O S

Henry y Sidney Cowell: Charles Ives y su música (Prólogo de Juan


Carlos Paz).
Elsa Z. Posell: L a música actual en los Estados Unidos (Ilustrado).
Charles Ives: Ensayos para una Sonata.

Colección C O N T E M P O R A N E O S
Vicente Zito Lema: Feudal cortesía en la prisión del cerebro (Ilus­
trado).
Orlando F. Calgaro: Los métodos.
Pedro Orgambide: Las hermanas.
Manrique Fernández Moreno: Pateando un empedrado.
Leda Valladares: M utapetes (Ilustrado).
Alvaro Valle: L o s contemporáneos.
Leda Valladares: Camalma.
Enrique Gainza: E l consejo.
Armando Zárate: E l corazón cae fuera del camino.
Mario Satz: Las frutas.
Mercedes Núñez: Pocas palabras (Ilustrado por Libero Badii).
Adolfo Colombres: Caranday de las muertes.
Angel Núñez: Nosotros-piedra.
Horacio de Azevedo (h ): Otro cielo.
Armando Zárate: O dulce espontáneo.
Se terminó de imprimir en
los Talleres Gráficos
LEONARDO IMPRESORA,
M éxico 2220/30 - Buenos Aires
en el mes de octubre de 1973.

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