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INSTITUCION EDUCATIVA MANUEL RODRIGUEZ TORICES

SAN DIEGO -2020

PERIODO III NOMBRE:


REBELIÓN EN LA GRANJA.
GUIA #8 GRADO:
George Orwell.
CAPITULO: EL CAMBIO FECHA:

VIDEO: http://www.interpeques2.com/peques5/granja/media/07a-granja.mp4

➢ Resolved el siguiente cuadro formando seis frases que contienen seis sentencias pronunciadas en el
discurso anterior. Comenzando por la columna izquierda se asocia cada fragmento con su correspondiente
en la columna derecha.

(1) Pasada la revolución no cambiaron las ( ) en sus condiciones de vida después de la


condiciones de vida revolución
(2) Los cerdos fueron los únicos animales que ( ) algunos animales eran más iguales que otros
mejoraron
(3) La granja funcionaba después de la revolución ( ) una gran empresa regentada por los cerdos
como
(4) Todos los animales siguieron siendo iguales - ( ) se producían solamente entre los cerdos
pero-
(5) Discursos, medallas, celebraciones y honores ( ) de los animales pero el nuevo amo fueron los
cerdos
(6) Los perros de napoleón imponían la voluntad ( ) de su amo por la fuerza

➢ Observad en la video - sección anterior y en este texto algunos cambios producidos en la granja animal y
escribid una explicación personal para la norma cambiada "Todos los animales son iguales pero algunos
animales son más iguales que otros".

FRAGMENTO (el cambio) :

“..Había muchas bocas más que alimentar. En el otoño las cuatro cerdas tuvieron
crías simultáneamente, amamantando, entre todas, treinta y un cochinillos. Los jóvenes
cerdos eran manchados, y como Napoleón era el único verraco en la granja, no fue
difícil adivinar su origen paterno.
Se anunció que más adelante, cuando se compraran ladrillos y maderas, se
construiría una escuela en el jardín. Mientras tanto, los lechones fueron educados por
Napoleón mismo en la cocina de la casa. Hacían su gimnasia en el jardín, y se les
disuadía de jugar con los otros animales jóvenes. En esa época, también se implantó la
regla de que cuando un cerdo y cualquier otro animal se encontraran en el camino, el
segundo debía hacerse a un lado; y asimismo que los cerdos, de cualquier categoría,
iban a tener el privilegio de adornarse con cintas verdes en la cola, los domingos.
La granja tuvo un año bastante próspero, pero aún andaban escasos de dinero.
Faltaban por adquirir los ladrillos, la arena y el cemento necesarios para la escuela e iba
a ser preciso ahorrar nuevamente para la maquinaria del molino. Se requería, además,
petróleo para las lámparas, y velas para la casa, azúcar para la mesa de Napoleón
(prohibió esto a los otros cerdos, basándose en que los hacía engordar) y todos los
enseres corrientes, como herramientas, clavos, hilos, carbón, alambre, hierros y
bizcochos para los perros. Una parva de heno y parte de la cosecha de patatas fueron
vendidas, y el contrato de venta de huevos se aumentó a seiscientos por semana, de
manera que aquel año las gallinas apenas empollaron suficientes pollitos para mantener
las cifras al mismo nivel. Las raciones, rebajadas en diciembre, fueron disminuidas
nuevamente en febrero, y se prohibieron las linternas en los pesebres para economizar
petróleo. Pero los cerdos parecían estar bastante a gusto y, en realidad, aumentaban de
peso. Una tarde, a fines de febrero, un tibio y apetitoso aroma, como jamás habían
percibido los animales, llegó al patio, transportado por la brisa y procedente de la casita
donde se elaboraba cerveza en los tiempos de Jones, casa que se encontraba más allá de
la cocina. Alguien dijo que era el olor de la cebada hirviendo. Los animales husmearon
hambrientos y se preguntaron si se les estaba preparando un pienso caliente para la
cena. Pero no apareció ningún pienso caliente, y el domingo siguiente se anunció que
desde ese momento toda la cebada sería reservada para los cerdos. El campo detrás de la
huerta ya había sido sembrado con cebada. Y pronto se supo que todos los cerdos
recibían una ración de una pinta de cerveza por día, y medio galón para el mismo
Napoleón, que siempre se le servía en la sopera del juego guardado en la vitrina de
cristal.
Pero si bien no faltaban penurias que aguantar, en parte estaban compensadas
por el hecho de que la vida tenía mayor dignidad que antes. Había más canciones, más
discursos, más desfiles. Napoleón ordenó que una vez por semana se hiciera algo
denominado Demostración Espontánea, cuyo objeto era celebrar las luchas y triunfos de
la «Granja Animal». A la hora indicada, los animales abandonaban sus tareas y
desfilaban por los límites de la granja en formación militar, con los cerdos a la cabeza,
luego los caballos, las vacas, las ovejas y después las aves. Los perros marchaban a los
lados y a la cabeza de todos, el gallo negro de Napoleón. Boxer y Clover llevaban
siempre una bandera verde marcada con el asta y la pezuña y el lema: « ¡Viva el
Camarada Napoleón!».

Luego venían recitales de poemas compuestos en honor de Napoleón y un


discurso de Squealer dando detalles de los últimos aumentos en la producción de
alimentos, y en algunas ocasiones se disparaba un tiro de escopeta. Las ovejas eran las
más aficionadas a las Demostraciones Espontáneas, y si alguien se quejaba (como lo
hacían a veces algunos animales, cuando no había cerdos ni perros) alegando que se
perdía tiempo y se aguantaba un largo plantón a la intemperie, las ovejas lo acallaban
infaliblemente con un estentóreo: «¡Cuatro patas sí, dos pies no! ». Pero, a la larga, a los
animales les gustaban esas celebraciones. Resultaba satisfactorio el recuerdo de que,
después de todo, ellos eran realmente sus propios amos y que todo el trabajo que
efectuaban era en beneficio común. Y así, con las canciones, los desfiles, las listas de
cifras de Squealer, el tronar de la escopeta, el cacareo del gallo y el flamear de la
bandera, podían olvidar por algún tiempo que sus barrigas estaban poco menos ya que
vacías.
En abril, «Granja Animal» fue proclamada República, y se hizo necesario elegir
un presidente.
Había un solo candidato: Napoleón, que resultó elegido por unanimidad...”

➢ Realiza un resumen corto de diez renglones con base a la lectura anterior.

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