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En éxodo el señor nos volvió a recordar ese mandato que había dejado
para nosotros desde la creación. El cuarto mandamiento de la inmutable
Ley de Dios requiere la observancia del séptimo día, sábado, como día de
reposo, adoración y ministerio, en armonía con las enseñanzas y la
práctica de Jesús, el Señor del sábado.
El sábado es el día apartado especialmente por Dios para que sus hijos
descansen y le busquen durante todo lo que duré este día. Especialmente
mostrándole una adoración gozosa pues Él es el único que merece recibir
adoración.