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La Naegleria es una ameba que pertenece a los protozoos que se denominan de «vida libre»
puesto que son capaces de sobrevivir y replicarse en el medio ambiente sin necesitar un
hospedador. Se encuentra en agua dulce templada (por ejemplo, en lagos, ríos y aguas
termales), así como en la tierra. Solo una especie de Naegleria infecta a las personas y es
patógena para ellas: Naegleria fowleri.
Su ciclo de vida comprende tres estadios: dos formas vegetativas (trofozoíto ameboide y
trofozoíto flagelado) y la forma de resistencia (quiste). El trofozoíto ameboide es alargado, de
15- 30 micras (μm); su citoplasma es granular, con un único núcleo y con muchas vacuolas; se
desplaza mediante pseudópodos lobulares que se forman en la parte más ancha del
citoplasma. El trofozoíto flagelado es una forma transicional ante cambios ambientales; su
tamaño es menor; tiene forma de pera, con dos flagelos en el extremo más ancho. Los quistes
son redondos, de 7-15 μm de diámetro y tienen una doble pared lisa con poros. El ciclo de vida
puede ocurrir en un huésped humano, libremente en un medio acuático o en el suelo. Cuando
las condiciones del medio son favorables predomina la forma trofozoíto ameboide, que se
reproduce por promitosis (membrana celular intacta) dando lugar a dos trofozoítos. Si se
producen cambios en el medio de pH o iónicos, la forma ameboide puede pasar a la forma
flagelada, mediante la que se desplaza en busca de mejores condiciones.
Patología
Manifestaciones clínicas
El periodo de incubación suele ser de 2 a 8 días desde la infección, aunque se han dado casos
de 24 horas. Los síntomas y signos más comunes incluyen dolor de cabeza, fiebre, escalofríos,
signo Brudzinski positivo, signo Kernig positivo, fotofobia, confusión, convulsiones, coma, que
dan nombre al cuadro conocido como meningoencefalitis amebiana primaria (MAP) Además,
las anomalías del ritmo cardíaco y la necrosis miocárdica se han observado en algunos casos.
Un factor clave para un tratamiento eficaz es la rapidez del diagnóstico. Aunque hasta el
momento, no existe un único tratamiento curativo apropiado.
El fármaco avalado por más estudios y casos es la Anfotecina B. Otros fármacos utilizados en
pacientes han sido: fluconazol, miconazol, miltefosina, azitromicina y rifampicina. Otras han
sido utilizadas en estudios in vitro o in vivo como la higromicina, rokitamicina, claritromicina,
eritromicina, roxitromicina, y zeocina