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Universidad Nacional de Rosario - Facultad de Psicología

Secretaría de estudios de Posgrado


Maestría en Clínica Psicoanalítica con Niños

Seminario: Los pioneros. Psicoanálisis y niñez en la Argentina.


Docente: Dra. Ana Bloj

Apuntes sobre el concepto de niñez a partir de


los/as pioneros/as del psicoanálisis con niños en la
Argentina

Autor: Ps. Juan Pablo Ramacciotti


Julio de 2020
En el presente trabajo se buscará realizar un recorrido a propósito de la concepción
de la niñez articulada en términos sociohistóricos en general y, en particular, con

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respecto a los aportes que la práctica del psicoanálisis con niños en el país ha
producido. Se buscará además hacer hincapié en el modo no evolucionista ni lineal
en la ocurrencia de los cambios sociales, teóricos o conceptuales. Para ello se cree
conveniente comenzar con un breve recorrido histórico sobre la temática.

Antecedentes históricos respecto de la concepción sobre la niñez

La concepción de la niñez ha sido significada, comprendida y vivenciada de diversos


modos a lo largo de la historia. Desde la Antigüedad hasta el Medioevo, tomando
como referencia principalmente la historia europea, el niño fue concebido como un
objeto pasivizado en función de la institución familiar --fundamentalmente encarnada
por la figura del padre--, o bien por el Estado en sus diversas formas. Su existencia y
su destino se encontraban inexorablemente subsumidos la voluntad de estos. La
vida del niño no revestía el valor particular en sí misma, prueba de ello es que el
abandono, la alta mortalidad, las explotaciones de diversos tipos, e incluso el
filicidio, eran parte de existenciario infantil en la época. Juan Carlos Volnovich afirma
que

EI trato despiadado a los niños, la práctica del infanticidio, el abandono, Ia


negligencia, los rigores de la envoltura con fajas, las torturas múltiples, la
inanición deliberada, las palizas y los encierros alevosos han sido moneda
corriente a través de los siglos. Así “la historia de la infancia es una pesadilla
de la que hemos empezado a despertar hace muy poco” (Volnovich, J.C.,
1999)

Posteriormente, con el cambio de paradigma ligado fundamentalmente a la


modernidad y a la revolución industrial, comienzan a producirse modificaciones
respecto de la concepción y del existenciario del niño: ciertos indicios de
sensibilidad, cierta preocupación, principalmente de parte del Estado, aparecen
como elementos diferenciales respecto de épocas anteriores, motivados en parte,
por el cambio estructural operado por un nuevo modelo productivo que requería una
eficaz reproducción y renovación de la mano de obra. A partir de la Revolución
Industrial precisamente, los niños son incluidos en el universo laboral de forma
sistemática: comienzan a ser empleados para realizar labores en las fábricas e

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industrias. Esta nueva modalidad de apropiación del cuerpo infantil produce niños
objetos de cambio con existenciarios rayanos a la esclavitud: los padres entregaban
en alquiler a sus
Las investigaciones históricas revelan una larga y triste secuencia de abusos
cometidos contra los niños, desde los tiempos más remotos, que tienen una
cruel vigencia en nuestros dÍas. El escándalo que hoy producen Ias
estadísticas sobre las condiciones de vida y de muerte de los niños -los
alarmantes índices de mortalidad infantil, de apaleamiento y maltratos- sólo
constituye un pálido reflejo, continuación atenuada de lo que fue una
característica sistemática de la antigüedad; característica que apenas
empezó a cambiar en el siglo XVIII. (Volnovich, J.C., 1999)

Aportes del Psicoanálisis con niños a las concepciones sobre la niñez

El desarrollo del corpus psicoanalítico, desde el momento de su inicio, ha generado


diversos efectos en las esferas científicas, sociológicas, culturales e incluso del
sentido común.
Las disciplinas que tradicionalmente se habían ocupado de la niñez,
fundamentalmente a partir del siglo XIX, fueron la pediatría y la pedagogía. Desde el
psicoanálisis, tempranamente, y fundamentalmente hijos a los dueños de las
fábricas. La biosupervivencia del niño era operativizada de modo instrumentalista
con arreglo a la reproducción del trabajo . Asistimos aquí a una versión del niño
fuertemente objetalizada y subsumida a una lógica adultocéntrica y utilitarista: el
niño comprendido como un objeto a cuidar en términos del reaseguro de su fuerza
de trabajo, de su inclusión al aparato laboral.
Ya en Argentina, hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX se produce una
ola de migraciones externas e internas que da origen a una clase popular que
inmediatamente entró en contradicción con los modelos civilizatorios pensados para
el país décadas atrás: proliferación de barriadas populares, crecimiento de la
conflictividad social urbana, arribo al país de movimientos obreros organizados que
traían consigo nuevas demandas y reivindicaciones sociales, etc. Los niños y niñas
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pertenecientes a esta nueva clase en formación encarnaban varias dimensiones
conflictivas para un sistema político que consideraba que gobernar era poblar… pero
solo bajo ciertas condiciones. La infancia representaba una amenaza para el futuro
de la nación mediante distintos avatares: el niño enfermo (física o moralmente), el
niño delincuente, el niño vagabundo, el niño huérfano (sin padres, o con padres
considerados a su vez conflictivos para la constitución del estado-nación) . El ápice
del conflictividad social llegó a punto de ebullición hacia finales de la década del 10.
En el año 1919 se promulgó la Ley de Patronato. Su principal objetivo fue la solución
al conflicto socio-político que significaba el alto porcentaje de niños y niñas que
estaban en situación de abandono material o amenazados por lo que se
consideraba “peligros morales”. La amenaza a los padres y madres de la pérdida de
la tutela de sus hijos fue la una de las principales herramientas jurídica de
intervención y coacción utilizadas por el Estado mediante la figura del Juez.
Emergen de este modo diversos tipos de organizaciones, instituciones, fundaciones,
generalmente patrocinadas por sectores vinculados al poder político-económico con
el fin de poner a los niños en la senda de la resocialización y la reeducación:
rehabilitar, reformar y reinsertar en la sociedad a los pequeños abandonados o
delincuentes. El niño será entonces considerado alguien pasivo, sin voz, sin
voluntad, con una existencia determinada unilateralmente por adultos: deberá ser
educado, curado y tutelado sin que su palabra sea oída. La idea de familia, por su
parte, es dicotómica y maniquea: buena o mala. La buena familia será aquella capaz
de transmitir los valores socialmente esperables acordes y reservados a la condición
de esta.
Cada uno de estos movimientos socio-históricos fue además acompañado por
concepciones epistémicas hegemónicas y transversales a los diversos saberes que
configuraron los modos de intervenir sobre el cuerpo y el psiquismo infantil. Sin
embargo, ni estos modelos tradicionales, ni los “avances” que serán abordados en
las siguientes páginas deben comprenderse de modo evolutivo, es decir,
suponiendo que una forma suplanta definitivamente a la anterior. Más bien, el hecho
social indica que las concepciones de la niñez son, la mayoría de las veces un
constructo sincrético y dinámico, con persistencias, progresos, alternancias y
también retrocesos ligados ya a lo conceptual formal, ya a las ideas que dominan
una práctica. En palabras de Volnovich

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a través de autores y autoras posfreudianas, la teorización y práctica sobre la niñez
fue cobrando relevancia hacia adentro y hacia afuera del movimiento, aunque no
siempre gozando del estatuto reservado a la práctica con adultos. A la luz de estos
desarrollos, muchas categorías tradicionales respecto de la niñez comenzaron a
ponerse en cuestión, fueron repensadas y replanteadas. Ana Bloj sostiene que

El psicoanálisis ha resultado verdaderamente valioso en tanto colaboró con otros


discursos que tuvieron fuerte impacto antiautoritario en la población,. Ha sido una de
las teorías que influyó en quienes sostuvieron y sostienen prácticas específicas para
la niñez en nuestro país (fa
ue la de sus antecesores, en tanto la conflictiva del niño podrá ser elaborada
mediante la comprensión de la misma. Para ello utiliza un marco conceptual
psicoanalítico.
Si bien no hay una mirada unívoca en la obra de Recca respecto de la concepción
de la niñez, sino más bien ideas que se debaten, es importante destacar su aporte
respecto de la complejidad de la problemática infantil: lo hereditario genético
(concepción fuerte de la ciencia positivista en la época) se presentará como
posibilidad de expresión motivada por el contexto en el que el niño lleva adelante su
crecimiento, por lo que el factor social y la historia cumplen un rol de suma
importancia.
Uno de los pioneros de la aplicación conceptual del psicoanálisis en el país fue el
psiquiatra Lanfranco Ciampi. Algunos de sus aportes conceptuales pueden leerse a
partir de su intervención en la situación de una niña por la que se consultó en
función de haber sufrido un abuso sexual intrafamiliar. Es importante destacar el
método de entrevista sostenido con la niña, método que suponía necesaria la
escucha ya que “el niño tiene su moral como tiene su lógica” (Ciampi, L., citado en
Bloj, A.M., 2013). Ciampi toma una perspectiva de escucha del niño y de análisis de
lo planteado en términos de la sexualidad infantil perversa polimorfa activa
planteada por Freud.
Terapéuticamente, aboga por la persuasión y la reeducación como modo de
intervención con el niño como una alternativa a la violencia o la punición. Puede
desprenderse de aquí cierta objetalización muy propia de la práctica médica
tradicional, aunque cabe destacar la actitud de escucha, es decir, la habilitación a la
palabra del paciente niño, así como el reconocimiento de una moral propia, una

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lógica y una actividad libidinal propia de la infancia, en divergencia a la del
adulto, a la que hay que dar lugar en el tratamiento. Este corrimiento del
adultocentrismo representa un importante aporte a la práctica con niños. Resulta
relevante además reparar en el crédito que Ciampi otorga al relato de la niña, no
negando o limitando a estatuto de fantasía neurótica el abuso sexual sufrido por la
niña. La relevancia de la palabra del niño entonces servirá no solo para el rastreo
de la propia realidad psíquica, sino además como elemento capaz de dar cuenta de
una constatación fáctica, es decir, como un relato fiable sobre los hechos.

Otro aporte de relevancia en la concepción de la niñez es el realizado por la Dra.


Telma Reca. Con formación tanto nacional como internacional, es responsable de la
construcción de una nueva forma de comprender la niñez. Algunos de sus puntos de
vista podrían coincidir con los del Dr. Ciampi, fundamentalmente aquellos que
suponen una entidad propia en el niño, lo cual amerita su escucha y comprensión.
Citando a la Dra. Bloj:

Reca deja al adulto como responsable de cuidar del niño o niña sin
convertirlo en su objeto, otorgándoles la posibilidad de tomar un pa miliares,
trabajadores de la salud, de la educación, de la minoridad en general. (...)
Lograron producir tensiones críticas respecto de las representaciones
dominantes de la niñez. (Bloj, A.M., 2015)

La intención de este apartado es poder realizar un recorrido sobre los principales


aportes conceptuales en torno a la niñez que han realizado los pioneros/as del
psicoanálisis con niños en la Argentina. Tales aportes resultaron de suma
importancia en la forma de comprender la infancia y la niñez, los vínculos familiares,
la importancia de los social-político, el rol del Estado y de la comunidad en el
despliegue vital del niño, así como el reconocimiento, institución y adquisición de
nuevos derechos.
Cabe destacar que el recorrido propuesto por la Dra. Ana Bloj para el presente
seminario comienza en 1922, apenas 3 años luego de la creación de la Ley de
Patronato, por lo que muchos de los aportes acompañan o entran en polémica con
el marco de acción y reflexión de aquella Ley. Las concepciones sobre la niñez y el
modo social de actuar respecto de ella es dinámico y estará marcado por las

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condiciones de producción de subjetividad de una época, por lo que ningún
desarrollo de ideas que ha generado una ampliación de perspectivas o derechos es
necesariamente reemplazado por otro superador, ni abandonado definitivamente, ni
completamente despojado de su innovación. Resulta de interés en este trabajo, no
realizar un recorrido exhaustivo en la obra, historia institucional o biografía de
personalidades destacadas en la introducción y desarrollo del psicoanálisis con
niños en el país, sino más bien el rastreo de las concepciones y aportes a propósito
de la conceptualización de la infancia.
pel activo y protagónico. (...) El niño no es un ser a ser rotulado por un
diagnóstico, sino un sujeto al que el terapeuta desea conocer. (BLoj, A.M.,
2013)

Su concepción de que el niño posee para el adulto una naturaleza enigmática que
es necesario comprender, sitúa su práctica un poco más de allá q
Contemporaneamente, comienza la producción teórico clínica de Arminda
Aberasturi, figura preponderante del psicoanálisis en Argentina. Su obra,
íntimamente relacionada, dialogada y algunas veces en polémica con la de Melanie
Klein, representa una construcción conceptual de enorme potencia a la hora no sólo
el niño es concebido como un ser “capaz” de comprensión y de
intelección, más allá de las diferencias existentes en lo que hace a sus
posibilidades en las diferentes etapas.(Bloj, A.M., 2015)

Contemporaneamente, fuertemente vinculadas entre sí y con la obra de Melanie


Klein, se encuentra la producción de del trabajo analítico con niños, sino además de
la construcción de la noción de niño hacia adentro y hacia afuera de la esfera
psicoanalítica. Además del prominente aporte teórico y técnico (área donde introdujo
innovaciones vinculadas al diagnósticos, a la entrevista inicial con los padres y a los
primeros encuentros con el niño, y a la relevancia primordial del juego dentro del
espacio terapéutico, entre muchos otros), Aberasturi lleva adelante una
conceptualización del niño, y por extensión del rol de los padres en el análisis.
Dentro de la tradición kleiniana, considera que el niño es capaz de saber, de decir,
que puede (y que debe) estar en conocimiento de que aquello que lo incumbe en
tanto sujeto: sus síntomas, su historia familiar, lo que sus padres dicen de él, etc.
Esta concepción no es arbitraria, pues se apoya en la idea de que además es capaz

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de actuar, es decir, de hacer algo con aquello que sabe, constituyendo esto para el
psicoanalista no solo un recurso clínico, sino además una responsabilidad ética. Es
el niño, en palabras de Bloj, “Alguien que hay que ‘esclarecer’ en todo sentido”, y
agrega que

Elizabeth Garma. Pionera en el trabajo con niños pequeños, el impulso clínico de


Garma se sustentaba en la disponibilidad del analista en el trabajo con el niño:
“dejarse hacer” por el niño e interpretar aquello que mediante el juego podía
expresarse, daba cuenta de una concepción del niño como capaz de saber y de
hacer. Esto se ve expresado clínicamente en el hecho de que, al igual que
Aberasturi, Garma consideraba que el análisis no debía volverse pedagógico ni con
el niño, ni con los padres, por lo que rehusaba indicar o aconsejar a estos respecto
de modificaciones exteriores. El niño, luego de elaborar conflictos mediante las
interpretaciones iba a solicitar por sí mismo a los padres tales modificaciones. Aquí
se plantea una diferencia respecto del Neurólogo Arnaldo Raskovsky, director del
hospital Gutiérrez, quien frente a la sobreexcitación sexual en el marco
endogámico, solicitaba a los padres de sus pacientes que disminuyan el montante
pulsional de los niños epilépticos suspendiendo el colecho. Raskovsky introduce de
esta manera la noción de que la presencia del adulto es necesaria, pero que
operada de forma excesiva produce en el niño montantes de excitación imposibles
de elaborar por sus psiquismos y expresados mediante sintomatologías. De alguna
forma, se pueden pensar estas indicaciones como una valoración de la exogamia en
la regulación pulsional de los niños.
En el marco del ámbito hospitalario, también debe hacerse mención a la experiencia
colectiva en Salud Mental del Hospital Lanús: lo interdisciplinario y lo
comunitario como modo de abordar las complejidades que presenta el
padecimiento. Del mismo modo la concepción y la acento clínico puesto sobre la
atención al paciente con la menor ruptura vincular posible respecto de su familia, su
grupo de pares y sus espacios de desarrollo vitales.

Resulta necesario repensar que algo más del momento histórico en el que el mundo
y la Argentina se encontraban hacia mediados del siglo XX. Luego de la segunda
guerra mundial, la cuestión de la infancia comienza a cobrar una mayor relevancia
que se expresa fundamentalmente en una serie de movimientos por el

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reconocimientos de los derechos de los niños. Se crea a instancias de la Asamblea
General de las Naciones Unidas el Foro Internacional de Auxilio a la Infancia (FISE-
UNICEF). En el año 1946 desde la ONU se plantea la necesidad de volver a poner
en plena vigencia la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño.
En la República Argentina, los años ‘50 configuran una época donde la figura del
niño comienza a situarse en una centralidad particular tanto a nivel conceptual
como a nivel político. Las políticas de ampliación de derechos del peronismo
colocaron al niño como uno de los ejes principales de intervención estatal. La familia
en consecuencia, cobra particular importancia en tanto espacio privilegiado para el
crecimiento y desarrollo del niño. Paralelamente comienzan a crearse espacios
urbanísticos específicos para estos, actividades organizadas centradas
específicamente en ellos, etc. La figura del niño empieza a vincularse fuertemente
con la idea de futuro: el niño es el adulto del futuro, por lo cual el énfasis en su
constitución tanto física como psíquica cobran una importancia estratégica para el
devenir nacional. A partir de los años ‘50 y durante los años ‘60 el psicoanálisis se
torna particularmente relevante en tanto corpus teórico encargado de reflexionar,
producir conocimiento y operar sobre la subjetividad infantil en términos tanto de
atención como de prevención. Ana Bloj aporta:

El psicoanálisis surge como el encargado de indicar, controlar,


responsabilizar y culpabilizar a los padres que no se manejen de acuerdo a
los preceptos de crianza transmitidos. (...) La niñez, especialmente la primera
infancia, resulta una etapa crucial para plantear un abordaje preventivo. (Bloj,
A.M, 2013)

Y continúa más adelante:

El niño es visualizado desde una perspectiva centrada en la constitución del


psiquismo. (...) se convierte en el sentido integrado de la familia y el principal
destinatario de las políticas sociales y de las miradas en el ámbito familiar.
(Bloj, A.M, 2013)

La vinculación, entonces, entre la figura del niño como futuro de la patria,


elemento depositario de expectativas (“...los únicos privilegiados serán los niños”),

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su desplazamiento hacia la figura del hijo y aglutinante de la familia, produce en el
conjunto de la sociedad una avidez por el conocimiento respecto de los procesos
subjetivos de aquellos. Este fenómeno permite que el discurso del psicoanálisis
cobre relevancia más allá de los foros por los que habitualmente transitó. Es este
marco donde comienza a esbozarse la obra de Eva Giberti. El cambio de época que
suponía la centralidad del niño en la estructura familiar, acompañada a su vez de
grandes cambios en la estructura familiar tradicional impulsada por nuevas
representaciones de la sexualidad adulta permitieron que Giberti, en los inicios de su
práctica, se aboque fuertemente a un trabajo de divulgación de las ideas del
psicoanálisis en los medios masivos de comunicación. Además de divulgar, en los
artículos publicados en su sección “Escuela para padres”, realizaba una práctica de
orientación, de facilitación de consejos sobre la crianza para madres y padres
preocupados por la salud mental de sus niños. Esto llevó a una importante
popularización de terminología y conceptualizaciones psicoanalíticas que pasaron a
formar parte del habla colectiva. Respecto de su aporte a la concepción de niño,
Bloj, Motino y otros (2006) aportan:

Dos grandes ejes surcaron los contenidos de la transmisión respecto a niños


y niñas: el esclarecimiento sexual (lo cual implicaba la concepción de una
niñez sexualizada) y el intento de correrlos de un lugar objetalizado, en el
que podían resultar víctimas de las insatisfacciones y frustraciones
parentales.

Respecto del lugar del adulto, puntualmente de los padres, en Giberti se puede
advertir una posición pedagógica. Los padres presentan desconocimiento o
incertidumbres respecto de su rol. En su auxilio deben recurrir quienes son
expertos en lo que a conocimiento de los niños se refiere: médicos pediatras y
psicoanalistas. Subyace a esta concepción la idea del adulto potencialmente
peligroso para el niño, en términos más específicos, padres neurotizantes.
Advertimos aquí cómo la cualidad de la ignorancia, a diferencia de lo planteado en el
inicio de este trabajo, se desplaza de los niños hacia los adultos. Del mismo modo,
en la Escuela para padres, se abogaba por un modo no autoritario de la
intervención no solo de los padres, sino de otras instituciones de la sociedad que
tenían algún tipo de incumbencia respecto de los niños.

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En un marco de época, en Giberti, el niño representa al futuro adulto y debe ser
criado en cuanto tal: “el niño no es más que el hombre en la etapa madurativa de
su evolución y crecimiento”. La categoría de hijo se instala como potente
denominador en la concepción de la niñez.

A modo de cierre

Lo anotado anteriormente representa la intención de realizar un recorrido por las


transformaciones en los modos de comprender la de niñez a partir de la emergencia
del psicoanálisis con niños en el país.
En términos generales la transición del niño como objeto pasivo de estudio, de
vigilancia y de intervención, a sujeto activo que requiere ser alojado y acompañado
por el adulto en su despliegue vital se debe en gran medida al desarrollo
psicoanalítico. El antiautoritarismo, el límite a al castigo físico o psíquico y a la
intolerancia se debe en gran medida al aporte de estos psicoanalistas que a través
de lo abordado en la práctica han construido el concepto de niños capaces de
decir y necesitados de ser oídos, capaces de saber, de hacer, de ir construyendo
progresivamente su autonomía e íntimamente ligados al mundo en cual se
inscriben: la familia, los pares, las instituciones, el contexto socio histórico. A su vez,
el psicoanálisis, invita a repensar el lugar de sus mayores, atravesados por su propia
sexualidad, su propio inconciente, alejándose de la versión granítica de la existencia
adulta. Se presentan, así mismo, discrepancias, o en palabras de Bloj (2015),
“paradojas” respecto de los posicionamientos teóricos de los diversos autores
trabajados y que configuran al día de hoy elementos de debate hacia adentro del
campo disciplinar, pero citando nuevamente a esta autora

Encontramos tres elementos presentes en la obra freudiana que


consideramos promotores de los cambios representacionales producidos
primeramente en la elaboración teórica psicoanalítica acerca de la niñez y en
el imaginario social: El niño como sujeto sexuado; el niño como sujeto activo,
el niño como sujeto del inconciente en constitución. (Bloj, A.M., 2013)

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Esto se ve expresado no solo en los avances técnicos y clínicos de la propia
disciplina, sino además en diversas áreas vinculadas a la infancia: la medicina, la
pedagogía, el derecho, etc. No son pocas las regulaciones legales que redundan en
el reconocimiento de derechos para los niños entendidos como sujetos activos: Ley
de protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes; Ley de
identidad de género; Ley de educación sexual integral; entre otras.
Sin embargo, como expresa Juan Carlos Volnovich:

Las investigaciones históricas revelan una larga y triste secuencia de abusos


cometidos contra los niños, desde los tiempos más remotos, que tienen una
cruel vigencia en nuestros dÍas. (Volnovich, J.C., 1999)

No debemos olvidar que los derechos, así como las conceptualizaciones no se


encuentran escritas en la piedra, sino que son dinámicas, susceptibles de ser
modificadas y no solo en términos de progreso. Prueba de ello es el hecho de que el
período abarcado por el presente seminario finaliza en el año 1969. Con atino se
expresa que la década posterior merece un análisis propio: el terrorismo de estado
representa un período regresivo respecto de derechos y elaboraciones conceptuales
sobre de la niñez, y sobre la sociedad en general.
Sin embargo, no siempre el terror de estado o los planes de sometimiento
deliberados son responsables de las pérdidas de derechos. Las situaciones de crisis
social representan también instancias donde las concepciones más progresistas son
puestas en cuestión. El presente trabajo fue elaborado durante una pandemia global
en la que para reducir los daños humanos se ha recurrido a un aislamiento social
preventivo obligatorio. Incluso esta medida que representa un modo necesario para
el cuidado de la población debe llamarnos a reflexión sobre la posición en la que han
sido ubicados los niños. Pensados en relación a otras franjas etarias y grupos
poblacionales, los niños (junto con los adultos mayores) son uno de los sectores
sociales más desfavorecidos, que mayores renunciamientos han debido soportar y
por contrapartida, a los que menos medidas restitutivas o sustitutivas de tipo
políticas, sociales y profesionales se les ha destinado. Haciendo nuevamente
hincapié en la necesidad de las mismas, las principales medidas de cuidado fueron
orientadas a su biosupervivencia y a la limitación de su cualidad de “vectores” de
transmisión vírica. La limitación de su vida exogámica (escuela, deportes,

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actividades artísticas grupales, encuentros con pares, etc.) no ha recibido
atenuaciones o alternativas significativas hasta el día de la fecha, como sí ha
ocurrido con la de los adultos. La posibilidad de desplazamiento ha sido limitada al
uso adulto: acompañar a los padres, salidas a horas de poca circulación, etc. Incluso
las dificultades en la atención en salud en clave interdisciplinaria debido a las
disposiciones de los diversos colegios profesionales o efectores en salud se han
visto complicadas, etc. Con esto se quiere expresar, que aún con intenciones válidas
y justificables, es posible en situaciones de crisis una vuelta a modelos basados en
concepciones sociales regresivas, en este caso adultocéntricas. Si bien las medidas
mencionadas anteriormente están orientadas al cuidado, actitud indelegable del
adulto respecto del niño y del Estado respecto de los ciudadanos y ciudadanas, la
posición ética a la que nos vemos llamados es a la de la reflexión sobre alternativas,
posibilidades y modos del cuidado cada vez más coherentes con la tradición de
pensamientos que se buscó plantear en estas páginas.
El psicoanálisis se construyó mediante el debate y eso constituye un elemento
superador que debe ser defendido y que representa una exigencia de trabajo: lo
logrado deberá ser puesto en cuestión cada vez que sea necesario, pero también
sostenido en tanto que además de conocimiento, representa una posición ética.

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Bibliografía consultada

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Contenidos de la Comunidad Russell (2003-2004)

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Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología
XX Jornadas de Investigación Noveno encuentro de Investigadores en
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