Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ramacciotti
Julio de 2020
En el presente trabajo se buscará realizar un recorrido a propósito de la concepción
de la niñez articulada en términos sociohistóricos en general y, en particular, con
respecto a los aportes que la práctica del psicoanálisis con niños en el país ha
producido. Se buscará además hacer hincapié en el modo no evolucionista ni lineal
en la ocurrencia de los cambios sociales, teóricos o conceptuales. Para ello se cree
conveniente comenzar con un breve recorrido histórico sobre la temática.
hijos a los dueños de las fábricas. La biosupervivencia del niño era operativizada de
modo instrumentalista con arreglo a la reproducción del trabajo . Asistimos aquí a
una versión del niño fuertemente objetalizada y subsumida a una lógica
adultocéntrica y utilitarista: el niño comprendido como un objeto a cuidar en términos
del reaseguro de su fuerza de trabajo, de su inclusión al aparato laboral.
Antecedentes históricos respecto de la concepción sobre la niñez
subsumidos la voluntad de estos. La vida del niño no revestía el valor particular en sí
misma, prueba de ello es que el abandono, la alta mortalidad, las explotaciones de
diversos tipos, e incluso el filicidio, eran parte de existenciario infantil en la época.
Juan Carlos Volnovich afirma que
2
por el cambio estructural operado por un nuevo modelo productivo que requería una
eficaz reproducción y renovación de la mano de obra. A partir de la Revolución
Industrial precisamente, los niños son incluidos en el universo laboral de forma
sistemática: comienzan a ser empleados para realizar labores en las fábricas e
industrias. Esta nueva modalidad de apropiación del cuerpo infantil produce niños
objetos de cambio con existenciarios rayanos a la esclavitud: los padres entregaban
en alquiler a sus
Ya en Argentina, hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX se produce una
ola de migraciones externas e internas que da origen a una clase popular que
inmediatamente entró en contradicción con los modelos civilizatorios pensados para
el país décadas atrás: proliferación de barriadas populares, crecimiento de la
conflictividad social urbana, arribo al país de movimientos obreros organizados que
traían consigo nuevas demandas y reivindicaciones sociales, etc. Los niños y niñas
pertenecientes a esta nueva clase en formación encarnaban varias dimensiones
conflictivas para un sistema político que consideraba que gobernar era poblar… pero
solo bajo ciertas condiciones. La infancia representaba una amenaza para el futuro
de la nación mediante distintos avatares: el niño enfermo (física o moralmente), el
niño delincuente, el niño vagabundo, el niño huérfano (sin padres, o con padres
considerados a su vez conflictivos para la constitución del estado-nación) . El ápice
del conflictividad social llegó a punto de ebullición hacia finales de la década del 10.
En el año 1919 se promulgó la Ley de Patronato. Su principal objetivo fue la solución
al conflicto socio-político que significaba el alto porcentaje de niños y niñas que
estaban en situación de abandono material o amenazados por lo que se
consideraba “peligros morales”. La amenaza a los padres y madres de la pérdida de
la tutela de sus hijos fue la una de las principales herramientas jurídica de
intervención y coacción utilizadas por el Estado mediante la figura del Juez.
Emergen de este modo diversos tipos de organizaciones, instituciones, fundaciones,
generalmente patrocinadas por sectores vinculados al poder político-económico con
el fin de poner a los niños en la senda de la resocialización y la reeducación:
rehabilitar, reformar y reinsertar en la sociedad a los pequeños abandonados o
delincuentes. El niño será entonces considerado alguien pasivo, sin voz, sin
voluntad, con una existencia determinada unilateralmente por adultos: deberá ser
educado, curado y tutelado sin que su palabra sea oída. La idea de familia, por su
parte, es dicotómica y maniquea: buena o mala. La buena familia será aquella capaz
3
de transmitir los valores socialmente esperables acordes y reservados a la condición
de esta.
y triste secuencia de abusos cometidos contra los niños, desde los tiempos
más remotos, que tienen una cruel vigencia en nuestros dÍas. El escándalo
que hoy producen Ias estadísticas sobre las condiciones de vida y de muerte
de los niños -los alarmantes índices de mortalidad infantil, de apaleamiento y
maltratos- sólo constituye un pálido reflejo, continuación atenuada de lo que
fue una característica sistemática de la antigüedad; característica que apenas
empezó a cambiar en el siglo XVIII. (Volnovich, J.C., 1999)
Reca deja al adulto como responsable de cuidar del niño o niña sin
convertirlo en su objeto, otorgándoles la posibilidad de tomar un papel activo
y protagónico. (...) El niño no es un ser a ser rotulado por un diagnóstico,
sino un sujeto al que el terapeuta desea conocer. (BLoj, A.M., 2013)
Su concepción de que el niño posee para el adulto una naturaleza enigmática que
es necesario comprender, sitúa su práctica un poco más de allá que la de sus
antecesores, en tanto la conflictiva del niño podrá ser elaborada mediante la
comprensión de la misma. Para ello utiliza un marco conceptual psicoanalítico.
Si bien no hay una mirada unívoca en la obra de Recca respecto de la concepción
de la niñez, sino más bien ideas que se debaten, es importante destacar su aporte
respecto de la complejidad de la problemática infantil: lo hereditario genético
(concepción fuerte de la ciencia positivista en la época) se presentará como
posibilidad de expresión motivada por el contexto en el que el niño lleva adelante su
5
crecimiento, por lo que el factor social y la historia cumplen un rol de suma
importancia.
6
Terapéuticamente, aboga por la persuasión y la reeducación como modo de
intervención con el niño como una alternativa a la violencia o la punición. Puede
desprenderse de aquí cierta objetalización muy propia de la práctica médica
tradicional, aunque cabe destacar la actitud de escucha, es decir, la habilitación a la
palabra del paciente niño, así como el reconocimiento de una moral propia, una
lógica y una actividad libidinal propia de la infancia, en divergencia a la del
adulto, a la que hay que dar lugar en el tratamiento. Este corrimiento del
adultocentrismo representa un importante aporte a la práctica con niños. Resulta
relevante además reparar en el crédito que Ciampi otorga al relato de la niña, no
negando o limitando a estatuto de fantasía neurótica el abuso sexual sufrido por la
niña. La relevancia de la palabra del niño entonces servirá no solo para el rastreo
de la propia realidad psíquica, sino además como elemento capaz de dar cuenta de
una constatación fáctica, es decir, como un relato fiable sobre los hechos.
Contemporaneamente, comienza la producción teórico clínica de Arminda
Aberasturi, figura preponderante del psicoanálisis en Argentina. Su obra,
íntimamente relacionada, dialogada y algunas veces en polémica con la de Melanie
Klein, representa una construcción conceptual de enorme potencia a la hora no sólo
del trabajo analítico con niños, sino además de la construcción de la noción de niño
hacia adentro y hacia afuera de la esfera psicoanalítica. Además del prominente
aporte teórico y técnico (área donde introdujo innovaciones vinculadas al
diagnósticos, a la entrevista inicial con los padres y a los primeros encuentros con el
niño, y a la relevancia primordial del juego dentro del espacio terapéutico, entre
muchos otros), Aberasturi lleva adelante una conceptualización del niño, y por
extensión del rol de los padres en el análisis. Dentro de la tradición kleiniana,
considera que el niño es capaz de saber, de decir, que puede (y que debe) estar
en conocimiento de que aquello que lo incumbe en tanto sujeto: sus síntomas, su
historia familiar, lo que sus padres dicen de él, etc. Esta concepción no es arbitraria,
pues se apoya en la idea de que además es capaz de actuar, es decir, de hacer
algo con aquello que sabe, constituyendo esto para el psicoanalista no solo un
recurso clínico, sino además una responsabilidad ética. Es el niño, en palabras de
Bloj, “Alguien que hay que ‘esclarecer’ en todo sentido”, y agrega que
7
el niño es concebido como un ser “capaz” de comprensión y de
intelección, más allá de las diferencias existentes en lo que hace a sus
posibilidades en las diferentes etapas.(Bloj, A.M., 2015)
Resulta necesario repensar que algo más del momento histórico en el que el mundo
y la Argentina se encontraban hacia mediados del siglo XX. Luego de la segunda
guerra mundial, la cuestión de la infancia comienza a cobrar una mayor relevancia
que se expresa fundamentalmente en una serie de movimientos por el
reconocimientos de los derechos de los niños. Se crea a instancias de la Asamblea
General de las Naciones Unidas el Foro Internacional de Auxilio a la Infancia (FISE-
UNICEF). En el año 1946 desde la ONU se plantea la necesidad de volver a poner
en plena vigencia la Declaración de Ginebra de 1924 sobre los Derechos del Niño.
En la República Argentina, los años ‘50 configuran una época donde la figura del
niño comienza a situarse en una centralidad particular tanto a nivel conceptual
como a nivel político. Las políticas de ampliación de derechos del peronismo
colocaron al niño como uno de los ejes principales de intervención estatal. La familia
en consecuencia, cobra particular importancia en tanto espacio privilegiado para el
crecimiento y desarrollo del niño. Paralelamente comienzan a crearse espacios
urbanísticos específicos para estos, actividades organizadas centradas
específicamente en ellos, etc. La figura del niño empieza a vincularse fuertemente
con la idea de futuro: el niño es el adulto del futuro, por lo cual el énfasis en su
constitución tanto física como psíquica cobran una importancia estratégica para el
devenir nacional. A partir de los años ‘50 y durante los años ‘60 el psicoanálisis se
torna particularmente relevante en tanto corpus teórico encargado de reflexionar,
producir conocimiento y operar sobre la subjetividad infantil en términos tanto de
atención como de prevención. Ana Bloj aporta:
8
al igual que Aberasturi, Garma consideraba que el análisis no debía volverse
pedagógico ni con el niño, ni con los padres, por lo que rehusaba indicar o aconsejar
a estos respecto de modificaciones exteriores. El niño, luego de elaborar conflictos
mediante las interpretaciones iba a solicitar por sí mismo a los padres tales
modificaciones. Aquí se plantea una diferencia respecto del Neurólogo Arnaldo
Raskovsky, director del hospital Gutiérrez, quien frente a la sobreexcitación
sexual en el marco endogámico, solicitaba a los padres de sus pacientes que
disminuyan el montante pulsional de los niños epilépticos suspendiendo el colecho.
Raskovsky introduce de esta manera la noción de que la presencia del adulto es
necesaria, pero que operada de forma excesiva produce en el niño montantes de
excitación imposibles de elaborar por sus psiquismos y expresados mediante
sintomatologías. De alguna forma, se pueden pensar estas indicaciones como una
valoración de la exogamia en la regulación pulsional de los niños.
En el marco del ámbito hospitalario, también debe hacerse mención a la experiencia
colectiva en Salud Mental del Hospital Lanús: lo interdisciplinario y lo
comunitario como modo de abordar las complejidades que presenta el
padecimiento. Del mismo modo la concepción y la acento clínico puesto sobre la
atención al paciente con la menor ruptura vincular posible respecto de su familia, su
grupo de pares y sus espacios de desarrollo vitales.
El psicoanálisis surge como el encargado de indicar, controlar,
responsabilizar y culpabilizar a los padres que no se manejen de acuerdo a
los preceptos de crianza transmitidos. (...) La niñez, especialmente la primera
infancia, resulta una etapa crucial para plantear un abordaje preventivo. (Bloj,
A.M, 2013)
9
su desplazamiento hacia la figura del hijo y aglutinante de la familia, produce en el
conjunto de la sociedad una avidez por el conocimiento respecto de los procesos
subjetivos de aquellos. Este fenómeno permite que el discurso del psicoanálisis
cobre relevancia más allá de los foros por los que habitualmente transitó. Es este
marco donde comienza a esbozarse la obra de Eva Giberti. El cambio de época que
suponía la centralidad del niño en la estructura familiar, acompañada a su vez de
grandes cambios en la estructura familiar tradicional impulsada por nuevas
representaciones de la sexualidad adulta permitieron que Giberti, en los inicios de su
práctica, se aboque fuertemente a un trabajo de divulgación de las ideas del
psicoanálisis en los medios masivos de comunicación. Además de divulgar, en los
artículos publicados en su sección “Escuela para padres”, realizaba una práctica de
orientación, de facilitación de consejos sobre la crianza para madres y padres
preocupados por la salud mental de sus niños. Esto llevó a una importante
popularización de terminología y conceptualizaciones psicoanalíticas que pasaron a
formar parte del habla colectiva. Respecto de su aporte a la concepción de niño,
Bloj, Motino y otros (2006) aportan:
Respecto del lugar del adulto, puntualmente de los padres, en Giberti se puede
advertir una posición pedagógica. Los padres presentan desconocimiento o
incertidumbres respecto de su rol. En su auxilio deben recurrir quienes son
expertos en lo que a conocimiento de los niños se refiere: médicos pediatras y
psicoanalistas. Subyace a esta concepción la idea del adulto potencialmente
peligroso para el niño, en términos más específicos, padres neurotizantes.
Advertimos aquí cómo la cualidad de la ignorancia, a diferencia de lo planteado en el
inicio de este trabajo, se desplaza de los niños hacia los adultos. Del mismo modo,
en la Escuela para padres, se abogaba por un modo no autoritario de la
intervención no solo de los padres, sino de otras instituciones de la sociedad que
tenían algún tipo de incumbencia respecto de los niños.
10
En un marco de época, en Giberti, el niño representa al futuro adulto y debe ser
criado en cuanto tal: “el niño no es más que el hombre en la etapa madurativa de
su evolución y crecimiento”. La categoría de hijo se instala como potente
denominador en la concepción de la niñez.
A modo de cierre
11
trabajados y que configuran al día de hoy elementos de debate hacia adentro del
campo disciplinar, pero citando nuevamente a esta autora
12
social representan también instancias donde las concepciones más progresistas son
puestas en cuestión. El presente trabajo fue elaborado durante una pandemia global
en la que para reducir los daños humanos se ha recurrido a un aislamiento social
preventivo obligatorio. Incluso esta medida que representa un modo necesario para
el cuidado de la población debe llamarnos a reflexión sobre la posición en la que han
sido ubicados los niños. Pensados en relación a otras franjas etarias y grupos
poblacionales, los niños (junto con los adultos mayores) son uno de los sectores
sociales más desfavorecidos, que mayores renunciamientos han debido soportar y
por contrapartida, a los que menos medidas restitutivas o sustitutivas de tipo
políticas, sociales y profesionales se les ha destinado. Haciendo nuevamente
hincapié en la necesidad de las mismas, las principales medidas de cuidado fueron
orientadas a su biosupervivencia y a la limitación de su cualidad de “vectores” de
transmisión vírica. La limitación de su vida exogámica (escuela, deportes,
actividades artísticas grupales, encuentros con pares, etc.) no ha recibido
atenuaciones o alternativas significativas hasta el día de la fecha, como sí ha
ocurrido con la de los adultos. La posibilidad de desplazamiento ha sido limitada al
uso adulto: acompañar a los padres, salidas a horas de poca circulación, etc. Incluso
las dificultades en la atención en salud en clave interdisciplinaria debido a las
disposiciones de los diversos colegios profesionales o efectores en salud se han
visto complicadas, etc. Con esto se quiere expresarcada vez que sea necesario,
pero también sostenido en tanto que además de conocimiento, representa una
posición ética.
13
Bibliografía consultada
Bloj, A.M.; María, Mottino, N.y Pintagro, E.(2006). Escuela para padres. La ilusión de
un mundo sin neurosis. XIII Jornadas de Investigación y Segundo Encuentro
de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología -
Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.
Bloj, A.M., Mottino, N., Ocariz, M. y Pintagro, E., (2005). Lanfranco Ciampi. Primeros
rastros del psicoanálisis en el abordaje de la niñez en la Argentina. XII
Jornadas de Investigación y Primer Encuentro de Investigadores en
Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos
Aires, Buenos Aires.
Bloj, A.M. (2015) Retazos del psicoanálisis con niños en la Argentina. Buenos Aires.
Letra Viva, 2015
Volnovich, Juan Carlos. El niño del “siglo del niño”. Buenos Aires: Editorial
Lumen, 1999.
14