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Murió Suarez Mason: Un terrorista al servicio de Washington


Por: Stella Calloni
24 junio 2005 |
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Guillermo Suárez Mason: "soy un general duro porque no admitía transacción, nunca fui un blando (....) A
algunos los eliminamos. Eso está más o menos claro". (Revista Noticias, 1996)Prensa Latina

Buenos Aires.- Uno de los mayores criminales del país y la región, el ex general argentino Guillermo
Suárez Mason, quien fuera importante figura de la Liga Anticomunista Mundial y agente privilegiado de la
Central de Inteligencia estadounidense (CIA), murió este 21 de junio a los 81 años en el Hospital Militar
adonde fue trasladado desde una cárcel local sin haber sido condenado por más de 630 delitos de lesa
humanidad, por los que además era reclamado en varios países en el mundo.

 Suarez Mason fue sin duda una de las figuras de mayor peso durante la pasada dictadura militar (1976-
1983) y uno de los más "expertos"  hombres de las guerras sucias, contrainsurgencia y represión, que
ejerció sin piedad alguna cuando fue jefe del Primer Cuerpo de Ejército, entre 1976 y 1980, momentos en
los que se registraron la mayoría de los secuestros, torturas, muertes y desapariciones en los centros
clandestinos de detención que estuvieron a su cargo.

 También fue clave en la dirección de los asesores de la muerte que fueron los militares argentinos en la
saga centroamericana y socio de  John Negroponte, entonces embajador estadounidense en Honduras,
en los pactos y alianzas para el crimen que se firmaron en Centroamérica en los años 80.

 En 1984, a poco tiempo del retorno democrático bajo la presidencia de Raúl Alfonsín, cuando ya se
estaban instalando los históricos juicios a las Juntas Militares de la dictadura, Suárez Mason, alias
"Pajarito" o "Sam" en la jerga de la guerra sucia, huyó del país eludiendo así varios llamados judiciales.
Buscó el amparo de sus viejos amigos de la CIA, con los que trabajó activamente en Centroamérica.

 Pero llegó un momento en que su nombre estaba ligado a tantas causas -como que más tarde sería
requerido por las justicias de Italia, Alemania y Francia- que finalmente en 1987 fue detenido por Interpol
en Estados Unidos (en Foster City un lugar cercano a San Francisco) y sólo un año después fue traído al
país, donde ya lo esperaban juicios por más de 40 asesinatos y decenas de secuestros probados entre
los 635 delitos en que está acusado.

 Fue salvado por los tan repudiados indultos que decretó el ex presidente Carlos Menem en noviembre de
1990 interrumpiendo la posibilidad de ser juzgado y condenado debidamente.

 Nunca tuvo un solo gesto de arrepentimiento y admitió firmar "entre 50 y 100 sentencias de muerte por
día durante mucho tiempo", según consta en archivos desclasificados recientemente por el gobierno de
Estados Unidos, en una charla que mantuvo con un diplomático de ese país en 1979. Estaba recluido por
diversas causas, entre ellas 254 secuestros, la desaparición de alrededor de 20 militantes de la
organización Montoneros, en una acción combinada con Brasil, en el marco de la Operación Cóndor, y el
robo de niños nacidos en cautiverio después de asesinar y desaparecer a los padres.

 En una entrevista publicada por la revista Noticias el 5 de octubre de 1996 se jactaba de haber sido "un
general duro porque no admitía transacción, nunca fui un blando (....) A algunos los eliminamos. Eso está
más o menos claro".

 Cuando se le consultó por las torturas practicadas en aquellos años, reconoció que "tal vez deberíamos
haberla legalizado para cubrir algunos excesos, como hacen los judíos que dan varias palizas de muerte
por día... pero ellos tuvieron la audacia de incluirla en la ley(...) El poder judío es un poder mundial por lo
cual nadie los critica".

 En esa entrevista admitió haber conocido a Licio Gelli, el jefe de la Logia mafiosa italiana Propaganda -
dos (P-Due), a través del tres veces ex presidente Juan Domingo Perón "para que intercambiaran
informaciones". Acusaba a los organismos de derechos humanos, a las Madres y Abuelas de Plaza de
Mayo de ser "zurdos" ( de izquierda) y también continuó llamando "subversivos" a los políticos de
izquierda y progresistas. Por su edad había estado bajo arresto domiciliario, que violó en un episodio
escandaloso, en febrero de 2004, cuando fue invitado a festejar su cumpleaños por el entonces
embajador de Ecuador aquí, quien a raíz de esto fue relevado de su cargo.

 Por esta razón y por orden judicial fue llevado a la cárcel donde, si bien estaba entre presos comunes,
vivía en un espacio especial.

 Algunos de los nombres que se le dieron como "el carnicero de El Olimpo", estaba referido a los
crímenes cometidos en ese centro clandestino de detención por donde pasaron miles de prisioneros y
desaparecidos.

 Pero Suarez Mason, como hombre activo de la Liga Anticomunista Mundial, fue clave también en el
período en el que los militares argentinos actuaron como asesores en El Salvador, Honduras y Guatemala
en la década de los 80, una coordinación en que fueron la mano derecha de la CIA y agencias
estadounidenses, de escuadrones de la muerte y los represores de la zona.

 Suarez Mason era comandante del Primer Cuerpo de Ejército, cuando impulsó la creación del Grupo de
Tareas Exterior (GTE) del Batallón 601, vinculado a la Secretaría de Información del estado (Side), para
asignarles las misiones de asesorar a los aliados centroamericanos y perseguir a los exiliados argentinos,
en especial a los grupos montoneros y otros fuera del país.

Trabajaron junto con los fascistas italianos de Avanguardia Nazionale y los grupos de la mafia cubana de
Miami, especialmente activos- hay que recordar la presencia en Ilopango, El Salvador, de Ramón Medina,
nombre falso dado a Luis Posadas Carriles, en sus trabajos de apoyo a los criminales salvadoreños junto
a Félix Rodríguez y otros.

 En las investigaciones sobre Operación Cóndor, encontramos las ligazones de Suárez Mason, Stephano
Delle Chaie, de Italia, el agente de la CIA y la DINA chilena Michael Townley y el ex militar y jefe de
escuadrones de la muerte Roberto D'Aubisson para las primeras misiones de asesoramiento. También las
investigaciones señalan a la asesoría de los militares argentinos dirigidos por Suarez Mason en
instrucciones para secuestros extorsivos, como financiamiento de las operaciones clandestinas.

 Y por supuesto todo esto lleva al periodo del Irán Gate, del Contra-gate, el intercambio de drogas por
armas para la contra nicaragüense.

 En todo esto estuvo involucrado el general que se ha llevado sus secretos a la tumba, incluso su relación
con el golpe de Estado del general Luis García Meza (1980), que fue clave para ayudar al financiamiento
de los paramilitares centroamericanos, hechos ya investigados en diversas causas. Precisamente la
asistencia militar argentina a la "narcodictadura" boliviana, que alcanzó a casi medio millar de asesores,
correspondió a un pacto siniestro para colaborar a financiar ese golpe.

 En esos momentos los mayores narcotraficantes de Bolivia lograron una enorme expansión a través de
los militares y esto estuvo en pleno conocimiento de la DEA, especialmente en su sede de Buenos Aires.
El ex agente de la Cia Michael Levine, dijo que este organismo y la propia DEA ocultaron información,
porque el proceso desarrollado era en todo favorable a Washington tanto en la región como en
Centroamérica.

 El enlace con los militares argentinos fue el coronel Luis Arce Gómez, ministro del interior de la dictadura
(hoy detenido por narcotráfico). Arce, junto a su pariente Roberto Suárez, estructuraron la fórmula de
tráfico de drogas y lavado de dinero que contaría con la cobertura de los asesores argentinos en
Centroamérica.

 Esto se hizo mediante un pacto por medio del cual los narcotraficantes bolivianos financiarían a las
bandas paramilitares de la región y que se firmó en Bolivia con el delegado del general Suárez Mason, el
teniente coronel Hugo Miori Pereyra, Stéfano Delle Chiaie de Avanguardia Nazionale y delegados de la
CIA.

 Miori y Delle Chaie, entre otros grupos mafiosos, conformaron en Bolivia un escuadrón terrorista
denominado "Novios de la Muerte". Ese escuadrón, al que estuvo vinculado el criminal nazi Klaus Barbie
y que coordinaba con el Servicio Especial de Seguridad, enseñaba a soldados bolivianos como torturar a
detenidos a la vez que protegían el contrabando de drogas.
 Los asesores argentinos tenían una vinculación estrecha con estos escuadrones de la muerte
mantenidos por el narcotráfico y por el propio Arce Gómez.

 En 1981 se realizó en Buenos Aires el cuarto congreso de la Confederación Anticomunista


Latinoamericana (CAL), filial de la liga Anticomunista Mundial (World Anti-Communist League,WACL),
presidido por Suárez Mason, con la presencia de Woo Jae Sung, de la Liga Anticomunista y de la Secta
Moon; representantes de la P-DUE, líderes de la contra nicarag  ense y de la organización terrorista
cubano americana Alpha 66 y otros grupos.

 A ese Congreso no faltaron los jefes de los escuadrones de la muerte de El Salvador, Roberto
D'Aubisson, y Guatemala, Mario Sandoval Alarcón, además participaron los grupos fascistas italianos, el
general argentino Eduardo Viola, y varios coroneles, que llevarían adelante la llamada "Operación
Calipso" dentro de la Operación Cóndor en Centroamérica.

 Participaron en esas reuniones John Carbaugh y Margo Carlisle, asistente del senador Jesse Helms, y
ayudante del senador James McClure, respectivamente, y también delegados paraguayos y chilenos, y
allí se prometió la entrega de ocho millones de dólares aportados por la Liga Anticomunista Mundial.

 Bajo las órdenes de Suárez Mason, el coronel Oscar Ribeiro, fue el responsable del Grupo de Tarea
Exterior de Argenitna en Centroamérica, el coronel Santiago Hoya (conocido como Santiago Villegas o
José Hoyos, en los campamentos "contras" y otros de los actuantes fueron Alberto Valín, jefe del estado
Mayor y el coronel Mario Davico, los agentes del Batallón 601, Raul Guglielminetti,("mayor Guastavino",
Leandro Sánchez Reisse, ("Lenny"), Jorge Franco,(Fiorito).

 Todos nombres ligados, tanto a la represión en Argentina como en Centroamérica, además al tráfico de
drogas que iba a las bases de la Fuerza Aérea de El Salvador y desde allí a Estados Unidos, bajo control
de la CIA y sus hombres como Posadas Carriles, ahora requerido por la justicia venezolana. Ese dinero
servía para los contras y los escuadrones de la muerte de la región, que tienen en su haber miles de
crímenes de lesa humanidad.

 Esto es sólo un esbozo de la historia de Guillermo Suárez Mason, cuyo silencio no ha impedido sin
embargo ir reconstruyendo una de las más reveladoras historias del horror, que no sólo compete a la
justicia argentina, sino que se extiende hacia toda la región y hacia la mano que meció la cuna de la
muerte desde Washington.

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