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INFORMACIÓN RELEVANTE SOBRE VACUNAS COVID-19 TRAS SU

ADMINISTRACIÓN:

1) Reacciones adversas más frecuentes:

- Dolor local y/o enrojecimiento en punto de inyección.


- Dolores musculares y articulares.
- Síntomas catarrales.
- Fiebre.
- Inflamación de ganglios linfáticos.
- Cansancio.
- Dolor de cabeza.
- Vómitos y/o diarrea

2) Medicación que se puede tomar si se presentan síntomas leves


durante las primeras 24-48h:
- Se puede tomar PARACETAMOL si no presenta ningún tipo de
alergia a esta medicación.

- Si inflamación o enrojecimiento local en la zona colocar durante


unos minutos frio local con protección.

3) Ante la persistencia de los síntomas y agudización de los mismos:


- Si apareciese dificultad respiratoria, falta de gusto, falta de olfato
o dolor torácico No serían síntomas relacionados con la vacuna y
habría que consultar con el Servicio de Prevención de Riesgos
Laborales, Médico de Atención Primaria o equipo de Salud de la
Consejería de Educación (941294540) según proceda.

4) Seguimiento a las 24-48h tras administración de vacuna:


- El equipo de Salud de la consejería de Educación le llamará para
saber su estado tras la administración de la vacuna y resolver
cualquier duda que se le presente al respecto.
Recomendaciones ante la vacunación

Pacientes alérgicos
No se debe generalizar y excluir de la vacunación a todas aquellas personas que han tenido reacciones graves con
medicamentos y/o alimentos. La mayoría de esta población se puede vacunar.
Las vacunas frente a COVID 19 solo están formalmente contraindicadas en aquellos que han sufrido reacciones alérgicas
previas a sus componentes (polietilenglicol (PEG), tween 80 o polisorbato, trometamol…), o a la dosis previa de la vacuna
frente a Covid-19. Ninguna de las vacunas aprobadas hasta ahora contiene trazas de huevo ni antibióticos.
En cualquier caso, es necesario disponer de medicación para el tratamiento de una reacción alérgica en el lugar de
administración y se debe garantizar una vigilancia al paciente tras haber recibido la vacuna, durante un periodo de tiempo
adecuado (ver tabla).

Pacientes anticoagulados
Sí, la vía de administración intramuscular de las vacunas contra el COVID no supone una contraindicación en pacientes
anticoagulados ni con trastornos de la coagulación.

Sin embargo, se recomienda lo siguiente:


1. Los pacientes anticoagulados con fármacos antagonistas de la vitamina K (acenocumarol o warfarina) deberían
tener un INR dentro del rango terapéutico en un control reciente, no debiendo suspender el tratamiento previo a la
administración de la vacuna.
2. Los pacientes que siguen tratamiento con anticoagulantes orales de acción directa (ACOD) o heparinas de bajo
peso molecular (HBPM) no precisan suspender el tratamiento previo a la vacuna. Se debe evitar la administración
de la vacuna en las horas próximas al pico máximo de concentración del anticoagulante en plasma. En ambos
casos, se recomienda la administración de la vacuna con aguja fina (no más de 23 G) y presionar la zona de punción
(sin frotar) al menos 3 minutos.
3. En pacientes con coagulopatías congénitas (hemofilia) o trombopatías, el hematólogo deberá dar las indicaciones
específicas antes de administrar la vacuna.
4. En pacientes con trombopenia persistente, se recomienda: - Si el recuento de plaquetas >50.000/mm3 no se
precisan medidas especiales. - Si el recuento es de 30-50.000 plaquetas/mm3, se recomienda comprimir la zona de
punción (sin frotar) durante al menos 3 minutos (calibre máximo de la aguja 23G).
5. En caso de recuento de plaquetas <30.000/mm3 se recomienda valoración individualizada previa por el
hematólogo. En los casos que se indique una transfusión de plaquetas, se señalará el tiempo máximo entre
transfusión y vacunación. Cuando se vacune, COMPRIMIR posteriormente sobre la zona de punción (sin frotar)
durante al menos 3 minutos (calibre máximo de la aguja 23G).

Pacientes embarazadas

A la espera de la obtención de más datos y en base al principio de precaución, no debe proponerse la vacunación
generalizada a las mujeres embarazadas en esta primera etapa de la estrategia de vacunación. A medida que se disponga
de más información en cuanto a seguridad y eficacia, se irán modificando las recomendaciones.
Puede administrarse la vacuna solo a una paciente embarazada que por sus condiciones concomitantes tuviera un riesgo
individual de complicaciones por COVID-19 muy elevado, tras decisión voluntaria e informada de la embarazada en función
de su propio balance beneficio-riesgo individual y tras informe favorable de su ginecólogo.

Planificación de embarazo
A la espera de la obtención de más datos y en base al principio de precaución, se recomienda evitar el embarazo hasta
transcurridas 2 semanas tras la segunda dosis.

Interrumpir el embarazo
NO se debe recomendar la interrupción del embarazo después de una vacunación inadvertida a una mujer embarazada, ya
que los datos disponibles no muestran efectos dañinos directos o indirectos sobre el feto, se debe poner en conocimiento
de su médico que realizara los controles necesarios.
Si una mujer confirma que está embarazada después de haber iniciado la vacunación, debe esperarse a terminar el
embarazo antes de finalizar el ciclo de vacunación

¿Son compatibles la vacunación frente a COVID-19 y la lactancia materna?


Sí, la vacunación de la madre frente a COVID-19 se considera segura para la propia mujer, para la lactancia, así como para el
bebé:
- Las vacunas frente a COVID-19 basadas en el ARNm y las que usan vectores virales no contienen microorganismos
vivos, no tienen capacidad infectiva.
- Con las demás vacunas, no se ha demostrado nunca la presencia de componentes vacunales activos en la leche
materna.
- La salud de la madre es, finalmente, determinante clave para la lactancia y la salud de sus hijos.

No obstante, tanto la lactancia como la vacunación deben responder a una decisión informada de la madre.

Paciente con Cáncer

Los pacientes con cáncer son un grupo a priorizar puesto que tienen mayor riesgo de mortalidad por COVID-19.
Deberían priorizarse, por su mayor riesgo, los pacientes que están recibiendo tratamiento para el cáncer o los que tienen
un cáncer avanzado, especialmente los pacientes con cáncer de pulmón y neoplasias hematológicas.

La información sobre los efectos de la vacuna frente a COVID-19 en los pacientes con cáncer es todavía muy limitada. Sin
embargo, hay evidencia suficiente para avalar la vacunación en general (exceptuando la vacunación con virus vivos) en los
pacientes que reciben tratamiento inmunosupresor.
Las vacunas frente a COVID-19 aprobadas hasta ahora son vacunas basadas en ARNm o en vectores virales no replicativos
(adenovirus) modificados genéticamente para expresar la proteína S, y no tienen capacidad de inserción en el ADN ni de
replicación y las consideramos adecuadas para pacientes con cáncer.

De momento no hay datos suficientes para evaluar las interacciones entre los tratamientos oncológicos con la vacunación
de COVID-19.
Dado que la vacuna de COVID-19 parece proporcionar un mayor nivel de anticuerpos neutralizantes que la infección
natural, debe recomendarse la vacunación en pacientes que reciben quimioterapia.
No hay evidencia de que la inmunoterapia con inhibidores de los puntos de control inmunológico (inhibidores PD- 1, PD-L1,
CTLA-4,…) aumente los efectos secundarios o las complicaciones de cualquier vacuna. Sin embargo, sí hay evidencia de que
estos pacientes tienen más complicaciones por COVID 19, probablemente por los factores de riesgo asociados. Por ello se
recomienda también la vacunación en este grupo.
No debe modificarse la pauta de quimioterapia a causa de la vacunación.
No existe evidencia para recomendar un momento especial para la vacunación en el contexto de la quimioterapia, pero
sería razonable administrar la vacuna en un punto medio del intervalo entre dosis o ciclos de aquellos medicamentos que
puedan disminuir el desarrollo de la respuesta inmune.
Puede administrarse la vacuna contra la Covid-19 a pacientes que están realizando un tratamiento con radioterapia y no
debe realizarse ninguna modificación.

Estos pacientes son un grupo prioritario porque constituyen uno de los grupos de riesgo para la COVID-19 y la vacunación
supone para ellos una medida preventiva importante.

las vacunas pueden ser administradas a pacientes inmunodeprimidos y es esperable que el perfil de seguridad sea similar
en inmunosuprimidos que en la población general.

No existen datos de eficacia y seguridad de las vacunas disponibles y/o en fases avanzadas de desarrollo en pacientes con
inmunodepresión importante. La eficacia de las vacunas puede verse comprometida en grado variable dependiendo del
tipo y gravedad de la inmunodeficiencia.
En general, el momento recomendado para la vacunación es a mitad del ciclo de tratamiento.
Intervenciones quirúrgicas
El programa de vacunación frente a la COVID-19 se extenderá en el tiempo e irá ampliando la población a vacunar.
Debemos evitar que existan interferencias no justificadas entre la vacunación y el resto de servicios, programas y
actividades del sistema sanitario. En general, la cirugía y la anestesia no presentan interacciones ni interferencias con las
vacunaciones, con las siguientes salvedades:
La necesidad de evitar la coincidencia en el tiempo de la eventual reacción vacunal con la intervención y la
hospitalización. En caso de vacunación antes de una cirugía programada, sería conveniente vacunar al menos 5-7 días antes
de la cirugía (efectos secundarios usualmente en las primeras 72 horas).
La recuperación posquirúrgica y el estado clínico del paciente, que podrían justificar la demora temporal de la
vacunación, por ejemplo 1-2 semanas tras la cirugía, según su complejidad.
La patología subyacente y los tratamientos recibidos por el paciente, que eventualmente podrían condicionar algún grado
de inmunodeficiencia, con una menor capacidad de respuesta a las inmunizaciones y una mayor susceptibilidad a las
infecciones. En algunos casos concretos, por ejemplo, la esplenectomía electiva o los trasplantes de órganos, se requerirá
una evaluación y preparación previa cuidadosa de las inmunizaciones, idealmente varias semanas antes de la intervención.
La necesidad de administrar hemoderivados, bien por la patología subyacente o por la naturaleza de la cirugía prevista.
Estos casos afectarían solo a las vacunas atenuadas, cuya administración debería demorarse en función del tipo y dosis del
producto sanguíneo recibido. De momento, esta interferencia NO afecta a ninguna de las vacunas actualmente disponibles
para COVID-19 (no son de virus atenuados).

Por lo tanto, no se deben demorar intervenciones o inmunizaciones necesarias en los pacientes, sino únicamente
acomodar las agendas de ambas actividades, con una evaluación individualizada de cada caso.
Debe tenerse en cuenta que en la vacunación de la COVID-19, la pauta vacunal de la mayoría de vacunas requiere dos dosis
con un intervalo variable según la vacuna: e21 días Comirnaty, 28 días Moderna, y de 4-12 semanas (28-84 días) la vacuna
de AstraZeneca. Cuando coincida la vacunación con una cirugía programable, la cirugía puede llevarse a cabo una semana
después de la primera dosis de la vacuna, con lo que la segunda dosis podría administrarse, al menos, 2 semanas después
de la cirugía. O bien realizar la vacunación completa antes o después de la cirugía, recibiendo la segunda dosis una semana
antes de la intervención o empezando la vacunación cuando el paciente esté clínicamente recuperado y una eventual
reacción vacunal ya no suponga un problema.
Se debe respet ar siempre el intervalo mínimo entre dosis especificado en la ficha técnica de cada vacuna. Si aparecen
necesidades clínicas que lleven a modificar el intervalo entre dosis, es importante tener en cuenta que
no debe adelantarse la segunda dosis de vacuna, siempre es mejor demorarla. Si la segunda dosis no puede administrase el
día previsto, la dosis debe administrarse después de ese día, lo antes que sea posible, sin necesidad de reiniciar la pauta
vacunal.
Segunda dosis de vacuna
Antes de la segunda dosis se preguntará siempre por la aparición de reacciones alérgicas de presentación
inmediata (primeros 30 minutos) tras administración de la primera dosis, en cuyo caso NO administraremos la
segunda dosis.
Las reacciones alérgicas pueden ser.
- Reacciones moderadas tras la primera dosis: urticaria aguda generalizada, angioedema, broncospasmo o
disnea aislada, …): se recomienda N O administrar la s egunda dosi s hasta estudio por Alergol ogía. La cita debe
realizarse por vía preferente para poder administrar la segunda dosis en la ventana adecuada de tiempo.
- Reacciones graves: anafilaxia: se recomienda NO administ rar segunda dosi s y der ivar para es tudi o en
Al er gol ogía. La cita debe realizarse por via preferente.
Las reacciones alérgicas graves pueden aparecer tras la segunda dosis sin que haya habido reacción previa tras
recibir la primera dosis y sin que la persona tenga antecedentes de alergia grave a otros agentes.
Tanto en la primera como en la segunda dosis, se preguntará por antecedentes de alergia grave (anafilaxia) a
cualquier otro agente y en ese caso se debe proceder como indica la recomendación FACME para vacunación
en alérgicos (observación de, al menos, 30 minutos tras la vacunación).
Si la persona tuviese antecedentes de alergia grave a los componentes de las vacunas (como polietilenglicol, tween
80 o polisorbato, trometamol…), la vacuna está contraindicada.
Recomendaciones
La segunda dosis debe administrarse normalmente en caso de reacciones no alérgicas a la vacuna.
Además de las reacciones locales en la zona de inyección, son frecuentes los efectos adversos sistémicos, con síntomas
similares al síndrome gripal: astenia, cefalea, mialgias, escalofríos, artralgias, fiebre y naúseas.
Estos efectos adversos aparecen con mayor frecuencia en personas jóvenes que en personas mayores.
No se recomienda la administración profiláctica de analgésicos o antipiréticos para prevenir posibles síntomas
secundarios a la vacunación. Podrían afectar a la eficacia vacunal y además, ante una eventual reacción alérgica,
complicarían esclarecer la etiología de la reacción. Pueden utilizarse perfectamente a posteriori, cuando se considere
adecuado para aliviar los síntomas de la reacción vacunal.
Los datos disponibles de las vacunas de Pfizer y Moderna sugieren que la frecuencia de aparición de estas
reacciones sistémicas tras la vacunación puede ser más elevada en las personas que ya las desarrollaron tras
recibir la primera dosis de vacuna.

Si la persona a vacunar se ha infectado por SARS-CoV-2 en el periodo entre las dos dosis
En este momento, la recomendación del Ministerio de Sanidad es la siguiente:
Si se trata de personal sanitario o sociosanitario y en general de una persona menor de 55 años y sin
condiciones de riesgo, se puede esperar 6 meses para completar la pauta de vacunación con la administración
de la segunda dosis
₋ Si se trata de una persona mayor de 55 años o con condiciones de riesgo, se esperará a que se recupere y
termine el periodo de aislamiento y se administrará la segunda dosis siempre que haya pasado al menos el
periodo establecido entre dosis.
¿Las vacunas previenen de la infección o de la enfermedad?
Los datos de las vacunas de Moderna y Pfizer-BioNTech no permiten saber si evitan la
infección por SARS-CoV-2, pero sí reducen la probabilidad de desarrollar formas
moderadas o graves de la enfermedad COVID-19. Esto significa que una persona
vacunada puede ser portadora sintomática o asintomática del virus y, por tanto, parece
que la vacuna no evitaría la transmisión del virus, pero sí evitaría padecer la enfermedad.
Ante esta perspectiva, y a falta de alcanzar un cierto grado de inmunidad colectiva, es
imprescindible continuar con las medidas de distanciamiento físico, reducción de aforos y
el uso de mascarillas.

¿Cómo ha sido posible construir las vacunas tan rápidamente?


El desarrollo científico y tecnológico actual, además de la situación de catástrofe sanitaria
global, ha posibilitado que, en el año 2020, la Comunidad Científica, Económica y Política,
hayan sido capaces de aunar esfuerzos en la lucha contra la pandemia COVID-19, siendo
la búsqueda de la prevención mediante vacunación una prioridad. Así, si para poner a
punto una vacuna preventiva son necesarios al menos 10-15 años de desarrollo, en el
caso de las vacunas frente a COVID-19, los procedimientos y las fases de los ensayos
clínicos y producción de las vacunas se han acelerado de la siguiente manera.
Por un lado, la fase preclínica, que es donde se investigan los posibles candidatos a
vacuna en el laboratorio, se ha reducido significativamente gracias al conocimiento previo
de otros coronavirus, como el SARS-CoV-1 (2003) y el MERS-CoV (2012). La secuenciación
en tiempo récord del genoma del SARS-CoV-2 y la comprobación de que, igual que con los
anteriores coronavirus, la proteína S jugaba un papel fundamental, permitieron perfilar
dicha proteína como la diana de un posible candidato a vacuna.
La proteína S es una proteína relativamente grande, abundante en la superficie del virus,
y es la llave de entrada a las células humanas. Por lo tanto, es de esperar que el bloqueo
de dicha proteína mediante anticuerpos neutralizantes resulte en una respuesta
inmunológica efectiva.

Bibliografía

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La Federación

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