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TEMA: OBLIGACIONES.EVOLUCION Y CONCEPTOS BASICOS (HISTORIA EN EL
CODIGO CIVIL, FUNDAMENTO DEL LIBRO DE OBLIGACIONES
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INTEGRANTES:
Rosales Romero, Lourdes Georgina
Flores Tito, Dennis Omar
Pedro Manuel Castro Perdomo
Margaret Aracely Huallpa Huaman
CICLO:VII
Puerto Maldonado – Madre de Dios – Perú
Octubre – 2021
Dedicatoria:
El presente trabajo esta dedicado a nuestro docente
por compartir su conocimiento y experiencia para
lograr la formacion academica de calidad que
necesitamos en esta empresa que emprendimos con
la ilusion de llegar un dia a ser abogados justos y
dignos, tambien a nuestros familiares y todas las
personas que hacen posible nuestros estudios, Dios
los bendiga.
Introduccion.................................................................................................................................4
Capitulo I......................................................................................................................................6
Capítulo II:..................................................................................................................................26
Fundamentos.............................................................................................................................31
1. Las obligaciones:....................................................................................................................31
Conclusiones..............................................................................................................................39
Recomendaciones......................................................................................................................40
Bibliografía.................................................................................................................................40
Introduccion
Capitulo I
EVOLUCION Y CONCEPTOS BASICOS
En el terreno de los actos ilícitos, desde fines del siglo X" hace que germine la
idea de que toda culpa y no solamente aquellas catalogadas por ley en los
casos por ella previstos obliga a su deudor a reparar el perjuicio que haya
causado.
La regla canónica no triunfará definitivamente sino en el siglo XVII, gracias a
Loysel, y luego por la autoridad de Domat.
El consensualismo fue adoptado por los redactores del Código Napoléon como
corolario de la autonomía de la voluntad.
En el Derecho Romano Clásico el contrato es creador únicamente de
obligaciones; es impotente para transmitir la propiedad.
Esa transmisión no se realiza más que por modos apropiados, solemnes.
Luego de la venta, el vendedor sigue siendo propietario; pero es deudor de la
obligación de transmitir la propiedad. Para cumplir esa obligación, debe
proceder con el comprador a un acto jurídico diferente del contrato de
compraventa, que se concreta con la tradición, que consiste en una entrega de
Nos corresponde recordar, en primer término, que la vida del Derecho Romano
en el tiempo es también la del pueblo romano.
Esto es desde la fundación de Roma, en el año 753 a. de C., hasta el reinado
del Emperador Justiniano (527-565 d. de C.).
Pero después de Justiniano y de desaparecido por completo el Imperio,
continuó existiendo y desarrollándose el Derecho en una pequeña ciudad
asentada en el Palatino (Roma cuadrada), para concluir por ser un Derecho
universal de todo el mundo conocido de los antiguos.
Por eso se habla, en materia de Derecho, de los períodos de la infancia (hasta
las XII Tablas), juventud (hasta Cicerón), madurez (hasta Alejandro Severo) y
vejez (hasta Justiniano). Otros señalan, como períodos, la Monarquía, la
República, la época de los Emperadores paganos y la época de los
Emperadores cristianos.
Durante la Monarquía (de los años 753 a 245 a. de C.) la fuente más
importante del Derecho es la costumbre, además de la ley. En el segundo
período (República y principios del Imperio), aparece como fuente del Derecho
no escrito la equidad, el jus gentium. En el primer período de los emperadores
paganos aparecen las Constituciones imperiales. Y luego toman auge las
Instituciones, descollando las de Gayo, Ulpiano y Paulo y la sabiduría de
Papiniano, para culminar con Justiniano, con el Código, el Digesto o las
Pandectas y sus célebres Instituciones. Justiniano, el gran codificador, deja
huella indeleble.
Como se ha expresado, en el Derecho Romano primitivo cuando se
empleaba el término nexum, derivado de anudar el vínculo obligacional no
implicaba una relación entre deudor y acreedor para que en caso de
incumplimiento éste pudiera disponer del patrimonio del primero, tal como
Añade que ello podría ser verdad, pero que el defecto de la palabra vínculo se
compensa con la ventaja de revelar con mayor claridad la diferencia entre
el derecho de obligación y los demás derechos patrimoniales, de ser más
conforme al lenguaje generalmente adoptado, sin excluir el Código Civil, y de
facilitar el examen de los requisitos de la obligación.
Concluye Giorgi afirmando que quien dice obligación dice ligamen; quien dice
ligamen dice vínculo. Y verdaderamente la necesidad en que se encuentra el
deudor de someterse a la sentencia condenatoria, a la ejecución sobre sus
bienes y alguna vez sobre su persona, cuando no quiere cumplir la obligación,
es un vínculo potente.
Como enseña Héctor Lafaille, los cuerpos legales sobre la obligación tienen
tres categorías: aquellos que definen expresamente la figura; los que con
propósito deliberado prescinden de tal caracterización; y, por último, algunos
que suministran elementos para establecerla de manera indirecta. El primer
criterio, en que tal vez quedaron incluidas las Leyes de Partida, ha
desaparecido casi enteramente del Derecho comparado, que ya no define, en
sus cuerpos legislativos, el concepto de obligación. El segundo, que
deliberadamente omite definir tal concepto, es el más difundido. Así ha ocurrido
con todos los Códigos modernos. Es por ello que existen muy pocos ejemplos
de la tercera categoría, y tal vez podría mencionarse dentro de ella al Código
Civil Alemán y al Código Suizo de las Obligaciones. No cabe duda, concluye
Lafaille, que con sutileza e ingenio, los intérpretes hallarán elementos en las
normas positivas para levantar una construcción que permita señalar los
caracteres de tan importante categoría jurídica. En todo caso, debemos
nosotros añadir que todas las relaciones existentes entre los seres humanos se
refieren a la idea de obligación, y que es justamente en la teoría de las
obligaciones donde se encuentran las nociones fundamentales de la Ciencia
del Derecho y sus principios jurídicos básicos, apartando de ella otras nociones
de obligación que, por muy respetables que sean, no ingresan en la órbita del
Derecho.
Por otra parte, Marcel Planiol y Georges Ripert, afirman que "se ha
exagerado y deformado el carácter de la obligación analizando la relación
jurídica como una relación geométrica. La personalidad del acreedor y la del
El Código Alemán, por su parte, usando una fórmula ecléctica, sin dar
precisamente una definición, establece que en virtud de la obligación el
acreedor tiene derecho a exigir del deudor una prestación. Y agrega que la
prestación puede consistir también en una omisión.
Por su parte, Busso se adhiere a este último concepto, considerando
conveniente, sin embargo, completar esa noción, señalando, con Bonfante y
Albertario, la forma cómo el acreedor podrá obtener la satisfacción de ese
interés: sea mediante el cumplimiento, voluntario o coactivo, de un acto o de
una omisión del deudor, sea mediante la acción que la ley autoriza ejercer
sobre el patrimonio del deudor.
Aquí debemos preguntarnós, sin embargo, si "un interés digno de protección"
es la característica esencial de la obligación en sentido jurídico. Tenemos
serias dudas sobre este concepto.
Por otro lado, estamos de acuerdo con Busso en señalar que la obligación, con
relación al deudor, es un deber jurídico calificado. Por el género inmediato al
que pertenece, la obligación puede definirse como un deber. La idea de deber
designa la situación de un sujeto que tiene qué ajustar su conducta a los
mandatos contenidos en una norma generala en una orden parficular; toda
obligación importa un deber, si bien no todo deber es una obligación.
Los autores distinguen los deberes jurídicos de los morales, pero no hay
acuerdo para fijar el criterio de tal distinción.
Según Busso, hasta cuatro opiniones típicas cabe mencionar: a) distinción por
el origen de la norma, o sea, distinción entre la ley moral y la ley positiva; b)
distinción por el fin (perfeccionamiento moral del individuo o seguridad social de
los derechos); c) distinción por el objeto o conducta sometida a la norma
(conducta interna o conducta social); y d) distinción según el modo de ordenar
las conductas (ordenación coactiva en lo jurídico y no coactiva en lo moral).
Pero cualquiera que sea el criterio que se adopte, es evidente que la obligación
civil es un deber jurídico y no simplemente moral; en efecto, las obligaciones
están sancionadas por la ley del Estado, son medios para asegurar la
estabilidad de los derechos, guardan relación con la conducta social de los
individuos y su incumplimiento da lugar a sanciones de orden jurídico.
Ernesto Clemente Wayar, por su parte, señala que la palabra "obligación", en su más
amplio sentido, sirve para designar toda conexión, correspondencia o comunicación en
los seres vivientes. Cuando son los hombres los que se relacionan entre sí, cada vínculo
establecido entre ellos constituye una relación social. Toda relación social, agrega,
captada por el Derecho objetivo, es llamada relación jurídica. Las normas dirigen el
actuar de las personas, es decir, describen el comportamiento de los sujetos
relacionados y prescriben, para cada vinculación, determinada consecuencia jurídica.
De ahí que la relación social constituye el supuesto de hecho de la norma y como
resultado de la regulación de que es objeto se convierte en relación jurídica. La
relación jurídica, añade Wayar, queda configurada, entonces, cuando el Derecho
objetivo capta una relación entre personas, establecida para la consecución de fines
considerados dignos de tutela, y le atribuye a una (o varias) de ellas un poder y le
impone a otra (u otras) el deber correlativo. Poder y deber son emanaciones del orden
jurídico. Toda relación jurídica, dice Wayar, contiene el binomio poder-deber. Sin
embargo, los atributos del poder, así como las modalidades del deber, varían según las
necesidades y los requerimientos humanos.
Con el aporte de la;, distintas opiniones, según Wayar, no es difícil señalar cuáles
serían las notas típicas de la obligación:
(1) Poder o derecho de crédito, cuyo titular es el sujeto activo o acreedor;
(2) Deber jurídico -correlativo del poder-, que incumbe al sujeto pasivo o deudor;
(3) Vínculo jurídico, que enlaza los términos poder-deber;
(4) Prestación o conducta debida por el deudor, que debe tener valor patrimonial;
(5) Interés del acreedor en obtener la prestación, que puede ser no patrimonial;
(6) Responsabilidad del deudor.
Para concluir con los diversos autores citados, Héctor Negri mantiene una posición
original. Dice Negri que la obligación es indefinible, por lo menos conceptualmente. De
igual modo que como ocurre respecto de ciertos datos últimos de la sensibilidad,
colores, sonidos, etc. y con relación a objetos ideales elementales. Existe una
imposibilidad, que deriva de sus propias condiciones ontológicas y que por eso mismo
es insuperable para traducir en palabras definitorias su realidad entitativa. La
obligación, agrega Negri, es, en efecto, un cierto tipo de género supremo que no
puede ser encuadrado dentro de un género más vasto, para derivar por diferencia
específica sus caracteres conceptuales; y es un ente simple que no puede tampoco,
por su unicidad última, desplegarse, desarrollarse en una definición conceptual. Según
Negri la indefinibilidad no es, por supuesto, argumento contra la existencia de la
obligación en sí misma, ni significa que deba aparecer confundida con otros objetos
con los cuales convive en una esfera de existencia. Indica solamente que no es posible
aludir a ella sino a través de equivalencias verbales, bien a través de metáforas (de
aproximaciones figuradas, indiciarias apenas de su concepto) como procura hacerlo la
célebre fórmula de las Instituciones. Ni unas ni otras (ni sustituciones ni metáforas)
significan, sin embargo, una definición en el sentido riguroso de desp1iegue
conceptual que tiene el término. El problema que plantea la imposibilidad de definir la
obligación puede quedar de alguna manera soslayado, si se recurre al empleo de
expresiones equivalentes. En este sentido, que una cierta conducta sea obligatoria
significa que esa cierta conducta "debe" ser hecha. O bien, que según las
determinaciones del orden de que se trate está "prohibido no" hacerla o "no está
permitido no" hacerla.
De esta manera, prohibido, obligatorio y no permitido (permitido, formulado de
manera negativa) son términos interdefinibles, que allegan posibilidades de sustitución
recíproca, si se los expresa en proposiciones adecuadamente formuladas.
Aquí citamos a Negri sobre los conceptos que sustentan su tesis de que la obligación es
indefinible. Dice Negri, en suma, lo siguiente:
"La obligación no es una propiedad de la conducta, ni un elemento que la integre o
constituye. Se trata de un fenómeno externo que de alguna manera 'se pone' o 'incide'
sobre la misma, manteniéndose sin embargo como una entidad distinta de ella."
"La obligación es el resultado de un acto de preceptuación (de mando). Es la norma,
observada desde el punto de vista subjetivo. No hay verificación de la existencia de
una obligación sino a través de la suposición o constatación de un acto mandante."
"La obligación es intencional: Tiende hacia ... El hombre es su término central de
convergencia. La obligación es siempre obligación para (o sobre) un hombre."
"La obligación no alcanza al hombre en sí mismo, como tal, en su sola situación o
condición humana, sino que lo 'obliga' a una cierta actuación. De esta manera, la
Por ello la obligación no sólo implica la sujeción del deudor para satisfacer el interés
del acreedor a través de un comportamiento determinado (llamado prestación), sino
también el poder del acreedor para compeler a su deudor a fin de que cumpla con
aquello a que se obligó. Esto es consecuencia del "vínculo" o "relación jurídica". En
caso contrario las obligaciones no tendrían razón de ser para el Derecho, pues las
personas cumplirían con sus deberes atendiendo al dictado de su conciencia, a sus
principios religiosos o a las formas sociales, lo que sería propio del orden moral,
religioso o social, pero de ninguna manera del orden jurídico.
De acuerdo con esos conceptos, consideramos que la obligación constituye una
relación jurídica que liga a dos o más personas, en virtud de la cual una de ellas,
llamada deudor, debe cumplir una prestación a favor de la otra, llamada acreedor,
para satisfacer un interés de este último digno de protección. Dentro de esa relación
jurídica corresponde al acreedor el "poder" o "derecho de crédito" para exigir la
prestación. Si el deudor, vinculado en tal forma, no cumple la prestación, o la cumple
defectuosamente, por razones a él imputables, responde con sus bienes de dicho
incumplimiento, en razón del elemento coercitivo previsto por la ley.
Capítulo II:
Historia
Por Decreto Supremo de primero de marzo de 1965 se constituyó la Comisión
encargada del Estudio y Revisión del Código Civil. Aunque el Código de 1936
aún no había cumplido treinta años de vigencia, un grupo de ilustres juristas y
maestros universitarios, presidido por el entonces Ministro de Justicia Doctor
Carlos Fernández Sessarego, optó no por preparar una ley de enmiendas, sino
por la ardua y difícil tarea de redactar el proyecto de un nuevo Código Civil.
Varias razones determinaron tal decisión. En primer término, que la ley civil
pusiera el mayor énfasis en los derechos de la persona humana y no en el
patrimonio. Es cierto que un Código Civil contiene con frecuencia normas que
Fundamentos
1. Las obligaciones:
Vivimos en un mundo donde los recursos son escasos y las necesidades del
hombre son ilimitadas. La escasez puede ser definida como "la insuficiencia de
los bienes y/o servicios disponibles para satisfacer todos los deseos y
necesidades de los seres humanos".
El hombre primitivo era autosuficiente y autárquico, debía producir por sí mismo
lo suficiente para su propio consumo, como señala De Trazegnies: "dentro de
sociedades más simples y primitivas, muchas de las necesidades pueden ser
satisfechas a través de una economía de autoconsumo y, en ese caso, el
hombre es bastante autárquico, es relativamente independiente de los demás
hombres".
El hombre moderno se concentra en la producción de un solo bien o quizá de
unos cuantos bienes. El hecho de concentrarse en la producción de un solo
bien o de unos cuantos bienes se denomina especialización.
Cada persona tiene diferentes habilidades. Lo que una persona realiza
fácilmente, a otra le parece difícil, de acuerdo con Parkin, se dice que: "una
persona tiene ventaja comparativa en la producción de un bien en particular si
esa persona puede producir el bien a un costo de oportunidad menor que
cualquier otra".
Al especializarse en la producción de aquellos bienes y servicios en los que se
tienen ventajas comparativas, se hace indispensable el intercambio de bienes y
servicios entre las personas. Si Primus tiene ventaja comparativa en la
producción de maíz, dedicará todo su tiempo al cultivo del maíz. Si Secundus
tiene ventaja comparativa en la producción de tela, dedicará su tiempo a la
producción de tela. Obviamente, Primus y Secundus producirán más maíz y
tela que si cada uno se preocupara de sus propias necesidades (produciendo
Debemos tener presente que cada una de las personas tiene una escala de
preferencias. Continuamente las personas optan entre diversas actividades
sobre la base de un orden de prioridades. Como señala Cachanosky: "las
escalas de preferencias tienen las siguientes características:
(1) difieren en cada individuo;
(2) el orden de prioridades de cada persona varía con el paso del tiempo y
el cambio de circunstancias; y
(3) las necesidades que las componen son infinitas: el hombre siempre
tendrá necesidades que satisfacer.
A medida que satisface las que considera prioritarias pasa a atender las que
considera menos urgentes. Cuando los ingresos reales aumentan empezamos
a comprar bienes que continúan en orden de importancia dentro de la escala
de preferencias". De tal manera que cuando un individuo transfiere un bien a
cambio de otro, significa que el bien que recibe ocupa un lugar prioritario con
relación al bien que entrega, con lo cual ambas partes mejoran su posición,
alcanzando ambas el bienestar máximo, lo que quiere decir que ambos
satisfacen sus necesidades asignando los bienes de manera eficiente.
Como se ha podido establecer en los párrafos anteriores, la necesidad es el
presupuesto del intercambio; en otras palabras, los agentes económicos
intercambian bienes y servicios porque tienen necesidades que deben ser
satisfechas, por tanto, el intercambio es el vehículo para la satisfacción de las
necesidades del individuo.
b) Asegurar el cumplimiento.-
Conclusiones
Recomendaciones
Bibliografía
file:///Users/jorge/Desktop/tratado_obligaciones_t.01.pdf
Las Obligaciones, Felipe Osterling Parodi
Codigo Civil comentado, VI Tomo pag. 15 - 20