Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Mayo, 2021
Introducción.
Por otro lado, consideramos, de acuerdo con nuestra propia concepción teórica
de las relaciones internacionales como sociología histórica, que, la comprensión y
análisis del fenómeno del poder y de la dominación, sólo es posible partiendo de una
perspectiva histórica a través de la cual sea posible encadenar la evolución de las
propias condiciones de la existencia misma de la sociedad con la evolución del
fenómeno del poder y de la dominación, y, en consecuencia, con las paralelas
transformaciones estructurales que han ido experimentando históricamente las
sociedades internacionales hasta llegar a la actual sociedad internacional. Pues todo
cambio en la estructura de poder y de dominación lleva consigo a medio plazo un
cambio en la propia estructura de la sociedad internacional. Como señala
WALLERSTEIN, al poner de manifiesto el papel último que la lucha de clases ha
desempeñado y desempeña a escala internacional, la historia del sistema internacional
puede considerarse como la historia de la desigualdad y de la reacción contra la misma.
En todo caso, sin caer en el simplismo y en las falacias propias del realismo, y
sin desconocer el trasfondo social último que da lugar al papel que el poder juega en la
vida internacional, estimamos que la investigación en torno a este fenómeno continúa
siendo un elemento clave para comprender la actual realidad internacional y para
plantearse la futura evolución de la sociedad internacional hacia modelos más
igualitarios e integrados, superadores de las actuales estructuras de dominación.
Sin embargo, el presente trabajo no pretende ser exhaustivo ni tratar todas las
cuestiones en torno al poder que acabamos de esbozar. Nuestro objetivo es simplemente
plantear la problemática actual de la idea de poder en la esfera internacional, pues
creemos que ello es previo a cualquier otro estudio que busque una consideración más
amplia del fenómeno del poder.
Quedan, pues, fuera del mismo, temas de tanta importancia e interés como el de
los elementos que configuran o constituyen el poder, la evaluación o medición del
mismo, el establecimiento, si es posible, de criterios en base a los cuales establecer una
o varias jerarquías entre los Estados, y la aparición y desarrollo de lo que se han
denominado los «nuevos centros de poder».
Aunque no faltan autores, sobre todo aquéllos que consideran las relaciones
internacionales como en estado de naturaleza, que, en base a las propias características
de la sociedad internacional, ven a ésta como un medio social radicalmente distinto al
propio de la sociedad estatal y, en consecuencia, estiman que el fenómeno del poder en
las relaciones internacionales es mucho más complejo e incluso diferente a su
manifestación en el interior de los Estados, nuestra posición, de acuerdo con las
consideraciones anteriores, parte de una perspectiva distinta, pues estimamos que el
criterio de la «internacionalidad», si bien es válido a efectos académicos y de
delimitación del objeto de estudio científico de las relaciones internacionales, es sin
embargo, un criterio más formal que real, por cuanto la explicación de los fenómenos
sociales y, en concreto en nuestro caso, de los internacionales, sólo puede realizarse
partiendo del hecho de que la realidad social, interna o internacional, constituye un todo
en el que es el hombre y su medio social el protagonista. Lo que hay es una diferencia
de grado, derivada de las propias características de la sociedad internacional,
especialmente de la descentralización del poder como consecuencia de la escasa
institucionalización de la misma, que en ningún caso puede estimarse como base para
considerar el poder en las relaciones internacionales como algo sustancialmente
diferente al fenómeno del poder y de la dominación en general.
A pesar de la antigüedad del estudio del poder y del papel que a éste se ha
atribuido en las relaciones sociales, sólo después de la segunda guerra mundial el poder
ha pasado a ser objeto científico y autónomo de la indagación intelectual,
transformándose en uno de los ejes del análisis científico-social. Si en el campo de las
relaciones internacionales la obra de Hans MORGENTHAU, Polines among Nations,
publicada en 1948 y anclada todavía en gran medida en los planteamientos
tradicionales, ha tenido por su influencia la virtud o el defecto de hacer de ese fenómeno
la clave del análisis de la política internacional, en un campo más general es, sin
embargo, la obra de LASSWELL. y KAPI.AN, Power and Society, que marca el paso
entre el antiguo e intuitivo tratamiento del poder y los intentos de precisión y
clarificación del mismo que se han multiplicado desde entonces. A partir de ese
momento, los teóricos de las relaciones internacionales se han movido en una dinámica
de investigación en la que si, por un lado, el poder seguía asumiendo como centro de
toda explicación, por otro, se trataba de superar la debilidad de tal análisis, característico
del realismo político, buscando la profundización y clarificación de ese fenómeno, que
las nuevas dimensiones puestas de manifiesto en el campo de las ciencias sociales
hacían absolutamente necesario. De esta forma; el poder empieza a ser visto no sólo en
su aspecto mítico o creencial, sino también en su aspecto estructural.
Por otro lado, hay que señalar que, superada hoy la consideración personalista
del poder, que consideraba a éste como una propiedad característica de un individuo o
grupo de individuos, la gran mayoría de los estudiosos parten de una visión relacional
del mismo, única adecuada para dar cuenta de los aspectos credenciales y estructurales
del poder. Nuestro trabajo se ocupa del fenómeno, como es lógico, desde esta óptica. En
este sentido se expresa KNORR al señalar que «el poder como un efecto sobre otro
actor sólo se genera en situaciones y relaciones concretas y los recursos o capacidades
del poder no son poder estrictamente hablando, porque muchas variables situacionales
determinan el resultado cuando aquellas capacidades son utilizadas» .
MORGENTHAU señala que «el poder puede consistir en cualquier cosa que
establezca y mantenga el control del hombre sobre el hombre. El poder cubre, pues,
todas las relaciones sociales que sirven a tal fin: desde la violencia física hasta los lazos
psicológicos más sutiles por el que una mente humana controla a otra.
HOLSTI define el poder como «la capacidad general de un Estado para controlar
la conducta de otros».
KEOHANE y NYE como «la habilidad de un actor para conseguir que otros
hagan algo que de otra manera no harían (y con un aceptable costo para el actor)».
FRANKIE, se refiere a «la capacidad para producir los efectos deseados».
Definiciones todas ellas que, dejando de lado sus propios matices, ilustrativos de
las distintas posiciones, vienen a considerar el poder como un fenómeno relacional,
dinámico, que se materializa en la imposición de la voluntad de unos sobre otros. Se
trata, en todo caso, de nociones que parten de una concepción causal del poder, en
cuanto que ese fenómeno relacional se desglosa en una serie de aspectos que van desde
los recursos o capacidades del actor, la fungibilidad de los mismos en una acción
concreta, el costo, hasta terminar en unos efectos o resultados.
Los diversos conceptos del poder: poder general, poder material, poder humano
y poder social.
Nos surge, por tanto, la necesidad de establecer una primera distinción teórica
entre los fenómenos de poder que se generan en la naturaleza, según unas relaciones de
carácter puramente material y que siguen unas leyes mecánicas o impersonales, de
aquellos otros fenómenos de poder que nacen de la actuación de los seres humanos y
que, en su condición de seres pensantes, desarrollan formas particulares de dominio o
influencia sobre la propia naturaleza.
3. Para que la capacidad utilizada por el hombre pueda considerarse como poder
humano, en su sentido estricto y diferenciado del poder natural es necesario que sea
ejercida de un modo consciente. Dicho de otro modo, sólo los actos humanos realizados
conscientemente los consideraremos actos propios del poder humano. Desde luego
existen numerosos actos realizados por el hombre de una forma mecánica o
preconsciente, por ejemplo, la respiración o los latidos del corazón, que aun cuando
pueden resultar imprescindibles para su supervivencia no los incluimos en el concepto
del poder humano. Semejante restricción se fundamenta en la idea de que el elemento
de consciencia constituye un factor diferencial básico entre los seres humanos y otros
seres vivos. Gracias a él los seres humanos pueden controlar sus actos y aprender
conductas, y de esta forma influir en su entorno natural o desarrollar procesos de
acumulación social de sus poderes individuales.
4. Que los actos del poder humano tengan que ser actos conscientes no significa,
ni presupone, que sean actos totalmente racionales. En efecto, muchos actos humanos
son conscientes y racionales en su ejecución, pero inconscientes y/o irracionales en su
motivación, sin dejar por ello de ser actos del poder humano. Es frecuente que entre
actividades que diariamente realizamos como expresión de nuestro poder humano
individual, algunas de ellas poseen motivaciones perfectamente racionales; sin embargo,
otras muchas las realizaremos como consecuencia de móviles irracionales (creencias,
sentimientos, impulsos, etc.) de los que seremos conscientes o no, pero que en todo caso
afectarán a la racionalidad de nuestras actuaciones. En estos supuestos si nos interrogan
sobre las razones que nos inducen a obrar de determinado modo y no de otro distinto,
probablemente encontraremos argumentos y explicaciones que racionalizan «a
posteriori» los motivos, desconocidos o inconfesables, que afectaron nuestros actos de
poder humano. Esto demuestra que somos conscientes de su realización, aunque no,
necesariamente, de su motivación. En tales casos podemos afirmar que el poder humano
es un poder ejercido conscientemente, pero no podemos sostener que es un poder
completamente racional. Esta sutil pero decisiva distinción entre conciencia y
racionalidad complica extraordinariamente la investigación de las actuaciones humanas
individuales y sociales, cuestionando seriamente la premisa de aquellos teóricos que
enfatizan la dimensión racional en el ejercicio del poder, y desconocen o subestiman
esas otras dimensiones no estrictamente racionales, pero cuya influencia en la esfera del
poder humano es indiscutible. En definitiva, para que el hombre ejerza su poder es
necesario que sea consciente de sus capacidades y las utilice aunque no sepa
racionalmente por qué ejerce su poder.
De esta forma, y a través del juego dialéctico del poder humano, en sus
dimensiones individual y colectiva, se desarrolla también la asociación entre dos facetas
de la realidad humana: la desigualdad y el poder. Ambos elementos constituyen el
anverso y el reverso de una misma realidad, sin que podamos comprender y explicar al
hombre tal y como conocemos de su existencia histórica, desconectado de las
desigualdades y de las actuaciones de poder.
Esta dimensión social del poder material del hombre se debe a la propia
tendencia societaria de los individuos. Esta sociabilidad humana constituye una de las
pocas limitaciones absolutas que posee. En su origen se encuentran causas de tipo
biológico, por ejemplo, la función reproductora que asegura la supervivencia y
continuidad de la humanidad resultaría imposible fuera de un marco societario; pero
también es debida a causas de carácter psicológico, pues es bien sabido que la
dimensión mental del hombre únicamente puede desarrollarse con plenitud en relación
con su participación en ciertos grupos sociales. La soledad dificulta, cuando no
traumatiza, dos de las facultades más específicamente humanas: el pensamiento y la
comunicación.
La dimensión social del ser humano constituye el sustrato sobre el que se erige el poder
social, que podemos definir como el ejercicio del-poder humano con. objeto de generar,
mantener, alterar o impedir ciertos comportamientos o actuaciones de las personas
tomadas individual o colectivamente. En otras palabras, el ejercicio del poder humano
proyectado en las relaciones internacionales.
La primera consideración que se desprende de esta definición del poder social,
es que esta forma de poder únicamente se da en las relaciones entre los seres humanos.
Debemos diferenciarlo, por tanto, del ejercicio-del poder del hombre sobre las cosas, o
de éstas sobre el hombre, aunque en estos dos supuestos se produzcan resultados que
afectan, más o menos directamente, a las relaciones sociales de poder.
Paradójicamente esta es una de las cuestiones más discutidas por la doctrina, que
suele identificar el poder con las capacidades, y no con el ejercicio de capacidades.
Naturalmente, la mayoría de esos mismos autores no tiene ningún reparo en
contradecirse, señalando que no siempre la disponibilidad de ciertas capacidades
termina materializándose en una actuación de poder.
El poder económico podemos definirlo como aquella forma del poder social que
se desarrolla entre los miembros (individuales o colectivos) de un determinado. Proceso
económico en base a su condición de productores, distribuidores o consumidores.
Cada una de estas manifestaciones del poder social engendra y desarrolla otras
tantas estructuras sociales, en las que se plasman la organización y las contradicciones
imperantes en las relaciones sociales de poder.
La conclusión lógica de este padre del realismo moderno fue la de que los
Estados Unidos deberían establecer una política exterior acorde con el mundo real, para
estar debidamente capacitados en la lucha contra las fuerzas irracionales que en él
actúan de modo perverso.
Sin embargo, vistas las cosas desde una óptica más amplia, es posible sostener,
igual como hipótesis. que el realismo tiene una presencia constante y permanente en la
tradición política norteamericana que va desde la época de la independencia hasta los
días actuales. Contra lo que sostienen los críticos del realismo, acerca de que éste
proviene de un contexto europeo, alemán pura más señas, en donde la afición por el uso
del concepto de poder es muy grande y que, por lo tanto, no corresponde a los ideales de
la política norteamericana, es factible sostener que a partir del desarrollo de la doctrina
del Destino Manifiesto, el realismo político impera, con altas y bajas es cierto, en la
política exterior norteamericana.
Para el alemán Ralf Dahrendorf, un conflicto es una situación universal que sólo
puede solucionarse a partir de un cambio social. Karl Marx, por su parte, ubicaba al
origen del conflicto en la dialéctica del materialismo y en la lucha de clases.
Las teorías del conflicto social buscan explicar, a partir de una percepción de la
sociedad que requiere tanto orden e integración como innovación y cambio, las
estrategias que se observan y/o se pueden seguir para lograr ambas necesidades
sociales:)
Una asunción central de las teorías del conflicto es que en una sociedad tanto los
individuos como los grupos —no solo pero incluyendo las clases sociales— buscan
maximizar sus beneficios —lo que inevitablemente produce cambio social—. Ese
cambio no necesariamente envuelve conflicto físico sino que puede expresarse en
confrontaciones verbales. Paradójicamente, ese conflicto y cambio busca lograr un
orden a fin de mantener en forma estable estos beneficios. Lo anterior da origen a
diversas estrategias y mecanismos tanto a fin de lograr ese cambio como de mantener
las formas ya sea existentes o emergentes. En otras palabras, el objeto de interés no es el
origen o causas del conflicto sino las situaciones o maneras a través de las cuales ese
conflicto se puede resolver a fin de lograr una solución estable y duradera.
Partiendo de la base que el conflicto es el factor principal del cambio social, que
se expresa, por ejemplo, con la formación de grupos de presión y acción social, se busca
estudiar cómo ese conflicto se integra socialmente, a través de pactos, ya sea acordados
o impuestos, con el resto de los actores sociales, en cambio de estructuras, que, se
supone, ocasionarán estabilidad social. Así, desde este punto de vista, el conflicto social
se percibe como algo que, propiamente controlado o integrado, es esencial para el buen
funcionamiento o estabilidad social.
Después de la crisis de los misiles cubanos, comenzó una nueva fase que vio
cómo la ruptura sino-soviética (es, decir China-Unión Soviética) complicaba las
relaciones dentro de la esfera comunista, mientras que Francia, aliado de los Estados
Unidos, comenzó a exigir una mayor autonomía de acción llegando incluso a abandonar
la OTAN. La URSS invadió Checoslovaquia para reprimir la Primavera de Praga de
1968, mientras que Estados Unidos experimentó una agitación interna del movimiento
de derechos civiles y la oposición a la guerra de Vietnam. En las décadas de 1960 y
1970, un movimiento internacional por la paz se arraigó entre los ciudadanos de todo el
mundo. Se produjeron movimientos contra las pruebas de armas nucleares y por el
desarme nuclear, con grandes protestas contra la guerra. En la década de 1970, ambas
partes comenzaron a hacer concesiones para la paz y la seguridad, marcando el
comienzo de un período de distensión (o détente) que vio las conversaciones
estratégicas de limitación de armas y las relaciones de apertura de los Estados Unidos
con la República Popular China como un contrapeso estratégico para la URSS.
El término proviene del latín politicus y este término del griego politiká, una
derivación de polis que designa aquello que es público, o politikós, que significa 'civil,
relativo al ordenamiento de la ciudad o los asuntos del ciudadano'.
El significado de política es muy amplio y está relacionado, en general, a lo que
se refiere al espacio público.
Las guerras tienen como origen múltiples causas, entre las que suelen estar el
mantenimiento o el cambio de relaciones de poder, dirimir disputas económicas,
ideológicas, territoriales, etc. En Ciencia Política y Relaciones Internacionales, la guerra
es un instrumento político, al servicio de un Estado u otra organización con fines
eminentemente políticos, ya que en caso contrario constituirá una forma más
desorganizada aunque igualmente violenta: el bandolerismo por tierra o la piratería por
mar. En las sociedades primitivas tribales su origen aparece más claro: deriva de dos
elementos: presión demográfica y escasez de recursos.
La guerra –las guerras– son “una invención social”, según reza el Manifiesto de
Sevilla sobre la Violencia citado por Fisas (2004: 26), quien afirma que se trata de un
concepto cultural –no maniqueo– y que solo será posible alcanzar la paz cuando una
nueva cultura de paz se imponga. Lo cual exigirá, sin duda alguna, un largo proceso,
durante el cual seguirá habiendo víctimas.
Referida por muchos años como la “Gran Guerra”, fue protagonizada por dos
bandos opuestos que reunían a la totalidad de las potencias coloniales europeas del
momento. Por un lado se encontraba la Triple Entente: Gran Bretaña, Francia y la Rusia
zarista. Por otro lado se agruparon las Potencias Centrales de la Triple Alianza:
Alemania, Italia y el Imperio Austrohúngaro. A cada bando se unieron, además, sus
respectivos aliados, arrastrando al conflicto a Grecia, Bélgica, Serbia, Montenegro,
Estados Unidos, Rumania, Japón y Portugal (del lado de la Entente); y el Imperio
Otomano, Bulgaria, Azerbaiyán, Sultanato de Darfur, Estado Derviche y Emirato de
Jammal Shammar (del lado de la Alianza). El conflicto culminó con la derrota de las
Potencias Centrales y la firma del Tratado de Versalles.
La Primera Guerra Mundial, también denominada la Gran Guerra, fue uno de los
conflictos más mortíferos de la historia y preparó el terreno para otra guerra mundial
solo 20 años después.
La Gran Guerra, un conflicto por tierra, aire y mar, fue tan terrible que dejó más
de ocho millones de víctimas militares y 6,6 millones de víctimas civiles. Murieron casi
el 60 por ciento de las personas que lucharon. Muchas más desaparecieron o resultaron
heridas. En solo cuatro años, entre 1914 y 1918, la Primera Guerra Mundial cambió los
conflictos bélicos modernos, convirtiéndose en uno de los más letales en la historia
mundial.
La Primera Guerra Mundial tuvo diversas causas, pero sus raíces se encuentran
en una compleja red de alianzas entre las potencias europeas. En esencia, fue la
desconfianza entre —y la militarización de— la informal «Triple Entente» (Gran
Bretaña, Francia y Rusia) y la secreta «Triple Alianza» (Alemania, el Imperio
austrohúngaro e Italia).
La expansión de la guerra
El conflicto pronto se expandió al resto del mundo y afectó a las colonias y a los
países aliados de África, Asia, Oriente Medio y Australia. En 1917, los Estados Unidos
entraron en la guerra tras un largo periodo de no intervención. Entonces, el escenario
principal de la guerra —el Frente Occidental en Luxemburgo, Países Bajos, Bélgica y
Francia— fue el emplazamiento de un bloqueo letal.
Christopher Miller
Con la ayuda de Estados Unidos, los aliados se abrieron paso con la Ofensiva de
los Cien Días, que provocó la derrota militar de Alemania. Oficialmente, la guerra llegó
a su fin a las 11:11 de la mañana del 11 de noviembre de 1918.
Aunque entonces se describió como «la guerra para poner fin a todas las
guerras», las cicatrices que dejó la Primera Guerra Mundial en el mundo no acabaron de
curarse.
Las causas de las guerras mundiales nunca son simples o concretas, sino que se
constituyen a lo largo de muchos años, durante los cuales acumulan masa crítica hasta
que un evento, la gota que derrama el vaso, desencadena la violencia.
Así se gestó el caldo de cultivo perfecto para que ascendiera una nueva facción
política en Europa: el fascismo. Nacido en Italia con Benito Mussolini, pronto germinó
en Alemania con Adolfo Hitler, y desencadenó un resurgimiento del nacionalismo
extremo, inspirado en una lógica racista y en el darwinismo social.
Era, pues, cuestión de tiempo que la guerra estallara en Europa. El evento que la
desencadenó fue la invasión de Polonia por parte de Alemania en 1939, luego de
haberse anexionado pacíficamente Austria y Checoslovaquia.
Ya se habían producido eventos catastróficos para las potencias del Eje, como la
derrota de los alemanes en territorio soviético y la caída de Benito Mussolini en Italia.
Esta última había obligado a los alemanes a invadir la antigua nación aliada y restaurar
el orden.
Sin embargo, la rendición alemana e italiana no supuso el fin del conflicto, dado
que Japón permanecía enfrentado a los Países Aliados. La lucha en el pacífico era
particularmente cruenta y las tropas estadounidenses sufrían ya los estragos de la
campaña en el frente Occidental.
Estados Unidos: líder del bloque Occidental integrado por los países europeos
capitalistas. Defienden el capitalismo como sistema económico y la democracia liberal
como sistema político.
Se produjo una fuerte escalada armamentista. Tanto la Unión Soviética como los
Estados Unidos y las potencias aliadas a ambos bloques acumularon armas nucleares
con la capacidad de destruir el planeta completo.
Causas
La causa predominante de esta guerra fue que tanto la Unión Soviética como los
Estados Unidos quisieron imponer sus ideologías a través del mundo.
Consecuencias
Luego del desarrollo económico de las décadas de 1950 y 1960, hacia la década
de 1980 ambos bloques sufrieron crisis económicas. La injerencia en la política de otros
países y la escalada armamentista consumían una enorme cantidad de recursos y
provocaron crisis tanto en EE.UU como en la URSS. Algunos países satélites de la
Unión soviética comenzaron a manifestar su descontento.
La URSS inició una serie de profundas reformas internas que llevaron a una
apertura mayor hacia Occidente y culminaron en la caída del comunismo.
Sin embargo, desde el principio quedó claro que en la nueva república convivían
dos modelos antagónicos: uno de corte capitalista y otro comunista. Las diferencias eran
de tal calibre que ni siquiera los acuerdos posteriores a la retirada de Francia de dicha
zona lograron conseguir la estabilidad de los vietnamitas.
Uno de esos acuerdos fue la división del país en el Vietnam del Norte y el
Vietnam del Sur, cuya frontera quedó marcada por el paralelo 17. Sin saberlo, con ese
gesto los integrantes de los dos países habían iniciado una larga confrontación que sólo
se resolvería a mediados de los años 70.
El desarrollo del conflicto, que cada vez fue sumando nuevos actores mundiales
en calidad de aliados, se puede resumir así:
● 1964: Vietnam del Norte prosigue sus acciones en Vietnam del Sur a través del
Frente de Liberación Nacional (FLN).
● 1965: Estados Unidos intensifica sus acciones militares contra los rebeldes que
buscan someter a Vietnam del Sur.
● 1967: Pese a la contundencia de sus acciones militares, EE. UU. no consigue
derrotar a las tropas del FLN que operan en Vietnam del Sur.
● 1968: El presidente Johnson ordena cesar los bombardeos en Vietnam del Norte
y su sucesor, Richard Nixon, promete que los soldados norteamericanos
regresarán pronto a su país.
● 1969: Se inician las conversaciones de paz en París.
● 1970: Estados Unidos y Vietnam del sur invaden Camboya, país vecino.
● 1972: Vietnam del Norte invade a su vecino del sur y Estados Unidos reinicia los
bombardeos en territorio norvietnamita.
● 1973: Las partes acuerdan un alto el fuego y EE. UU. se retira del conflicto. Las
conversaciones en París continúan. Sin embargo, es inminente que la situación
derive en la unificación de los dos territorios en un solo país, algo contra lo que
siempre luchó Estados Unidos.
● 1974: La guerra continúa entre los dos bandos vietnamitas.
● 1975: Se consuma la victoria del FLN con la toma de la ciudad de Saigón.
● 1976: Unificación: nace la República Socialista de Vietnam.
La guerra de Vietnam, en la que además participaron países como China del lado
de los norvietnamitas, y Australia, España, Tailandia, Corea y Filipinas del lado de
Vietnam del Sur, dejó cerca de 5,7 millones de víctimas.
Dentro del orden mundial de la época, la derrota de los Estados Unidos significó
un fuerte golpe a su poderío militar e internacional, que hasta entonces gozaba de total
inmunidad. China y la URSS fueron las más favorecidas.
Sin embargo, el efecto más significativo fue la reconstrucción del propio
Vietnam, que tuvo que acoger a los distintos grupos sociales y políticos en una sola
nación. Además, los informes hablan de casi 10 millones de refugiados.
Debe recordarse que Vietnam, así como Laos y Camboya, eran colonias
francesas en Asia, que tras la Segunda Guerra Mundial encontraron el momento ideal
para proclamar su independencia.
Sin embargo, el nuevo país no lograba poner de acuerdo a las dos tendencias
radicales en su seno, y terminó por dividirse en dos países distintos a partir del paralelo
17: Vietnam del Norte y Vietnam del Sur.
Además de las trágicas e irreparables consecuencias que dejan todas las guerras,
como millones de ciudadanos muertos, desplazados o refugiados, la Guerra de Vietnam
causó daños severos a la infraestructura del país y a su vegetación, debido al uso de
napalm y armas químicas. Otras consecuencias fueron:
EEUU aceptó retirar sus tropas en 1973, cuando se firmó un alto al fuego en
París.
La división de Vietnam en dos Estados separados por el paralelo 17: Vietnam del
Sur, con capital en Saigón y presidida por el emperador Bao Dai; y Vietnam del Norte,
con capital en Hanoi y liderada por Ho Chi Minh.
Las causas que motivaron la invasión de Irak han sido objeto de una gran
polémica. Así, Estados Unidos argumentaba que Irak poseía armas de destrucción
masiva, al tiempo que afirmaba que existían vínculos entre el régimen de Saddam
Hussein y el grupo terrorista Al Qaeda. Sin embargo, no logró demostrarse la existencia
de armas de destrucción masiva ni la relación entre Sadam Hussein y Al Qaeda.
Más allá de las armas de destrucción masiva, hay quienes señalan que el
conflicto estuvo impulsado por motivaciones económicas, pues afirman que Estados
Unidos buscaba acceder a las vastas reservas de petróleo de Irak.
Por otra parte, en el plano internacional, la guerra de Irak causó una importante
fisura entre las grandes potencias mundiales. Así, Gran Bretaña, Estados Unidos y
España, abanderaron la guerra de Irak, mientras que Francia, Rusia, Alemania y China
mostraron una firme oposición al conflicto.
Con el final de la guerra del Golfo (1991), Irak fue obligado a desmantelar sus
arsenales de armas de destrucción masiva y a someterse al control de los inspectores de
la ONU, al tiempo que se determinaba una zona de exclusión aérea.
Por otra parte, se impuso un estricto bloqueo económico por el cual se prohibían
las exportaciones de petróleo iraquíes. No obstante, este bloqueo se flexibilizó,
permitiendo la venta de petróleo para adquirir alimentos y medicinas. Al amparo de la
ONU, este programa fue bautizado como “petróleo por alimentos”.
La invasión de Irak
Uno de los grandes males endémicos de Irak ha sido la corrupción. Buena parte
de los iraquíes pagaron sobornos, convirtiéndose en una práctica tristemente habitual, al
tiempo que consideraban que los esfuerzos gubernamentales por luchar contra la
corrupción eran insuficientes.
Un dato muy revelador sobre la corrupción data del verano del año 2003. Por
aquel entonces, se destinaron 18.400 millones de dólares para reconstruir
infraestructuras básicas, así como instalaciones sanitarias y escuelas. Pues bien, de ese
total, sólo 1.000 millones se emplearon en la reconstrucción, siendo el resto destinado a
operaciones militares o perdiéndose fruto de la corrupción.
La invasión de Irak, entre el 20 de marzo y el 1 de mayo de 2003, fue llevada a
cabo por una coalición de países encabezada por los Estados Unidos. Otros países
estuvieron involucrados en la fase de ocupación posterior. La invasión marcó el inicio
de la Guerra de Irak.
Según el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, las razones para la
invasión eran "desarmar a Irak de armas de destrucción masiva (ADM), poner fin al
apoyo brindado por Saddam Hussein al terrorismo, y lograr la libertad al pueblo iraquí.
Revolución Francesa (1789-1799)
Causas
Una gran desigualdad social debido a las fuertes cargas (impuestos, tributos y
diezmo) que recaían sobre los campesinos franceses, quienes con su trabajo debían
mantenerse a sí mismos y a los grupos privilegiados: la nobleza y el clero.
Una serie de malas cosechas provocaron aumentos desmedidos del precio del
pan, que era el principal alimento de los sectores populares.
Etapa monárquica
Estados Generales
El rey Luis XVI convocó a los Estados Generales para solicitar un aumento de
los impuestos y que los nobles los empezaran a pagar. Pero los representantes del Tercer
Estado (integrado por banqueros, comerciantes, artesanos, campesinos y sectores
populares urbanos), aprovecharon la convocatoria para solicitar el voto individual, en
lugar del tradicional voto por estamentos. Como este pedido fue rechazado tanto por el
rey como por los dos primeros estados (clero y nobleza), el Tercer Estado se retiró de
los Estados Generales y formó una Asamblea Nacional.
Asamblea Nacional
El rey Luis XVI intentó disolver por la fuerza la Asamblea Nacional. Pero el 14
de julio de 1789 los sectores populares de la ciudad de París tomaron por asalto la
Bastilla, una fortaleza en la que la monarquía guardaba armas y encarcelaba a los
opositores. La toma de la Bastilla salvó a la Asamblea Nacional, que pudo seguir
sesionando para suprimir el feudalismo y los derechos y privilegios de la nobleza.
Asamblea Constituyente
Asamblea Legislativa
Etapa republicana
La Convención
El temor ante el ataque extranjero fue aprovechado por los jacobinos para tomar
el control de la Convención y arrestar a los líderes girondinos. Los jacobinos
impulsaron las siguientes medidas:
El Directorio
El Consulado
Etapa imperial
La coronación de Napoleón en 1804 significó el surgimiento del Imperio
napoleónico, que trató de conquistar toda Europa. El Imperio perduró hasta 1815,
cuando Napoleón fue derrotado por británicos y prusianos y confinado en la isla de
Santa Elena, en el Atlántico sur.
Entre los años 58 y 52 a.C., Julio César lideró a las legiones romanas hasta
sojuzgar a las tribus galas, un choque que demostró la superioridad logística, estratégica
y armamentística del ejército romano
A principios de marzo de 58 a.C., César ocupó su nuevo cargo. Durante los ocho
años siguientes sometió al dominio romano, en una serie de audaces campañas, buena
parte de los territorios de las actuales Francia y Bélgica, e incluso realizó incursiones en
Britania y Germania. Al acabar su mandato, César había extendido las fronteras de la
República romana hasta Europa central y se había convertido en uno de los hombres
más ricos y poderosos de Roma. Sin embargo, la guerra de las Galias no fue un paseo
militar para César y sus tropas, pues los galos ofrecieron una enconada resistencia y
derrotaron a los romanos en varias ocasiones. La lucha contra los galos constituyó un
desafío militar mayúsculo que puso de manifiesto por qué el ejército romano fue el más
poderoso y eficaz de la Antigüedad.
Líder Carismático
El liderazgo del propio Julio César fue una de las claves del triunfo romano en
las Galias. El estilo de mando de César puede resumirse en tres palabras: agresividad,
velocidad y riesgo. En el mundo antiguo, los generales romanos tuvieron una merecida
fama de combativos, pero incluso entre ellos César destaca como un comandante
extremadamente agresivo. Su método en las operaciones militares era siempre el
mismo: encontrar al ejército enemigo y destruirlo. Ya fuesen los helvecios en busca de
nuevas tierras, los germanos del rey Ariovisto intentando asentarse en las Galias o el
rebelde galo Vercingétorix, César logró acorralarlos y acabar con ellos.
Otro elemento básico del estilo cesariano de hacer la guerra fue la velocidad. En
el caso de la guerra de las Galias, su habilidad para mover el ejército con gran rapidez
tuvo especial trascendencia, ya que le permitió compensar su principal debilidad, el
hecho de estar en franca inferioridad numérica ante sus enemigos. Un ejemplo excelente
lo tenemos en la campaña del año 57 a.C. contra los pueblos belgas. Cuando los
romanos se encontraron, cerca de Vibrax, con un enorme contingente de tribus belgas,
César se negó durante varios días a librar una batalla campal contra sus enemigos,
sabedor de que éstos no podrían permanecer mucho tiempo en el lugar dada su
incapacidad para garantizarse el abastecimiento de comida. Y en efecto, cuando las
tribus se dispersaron para retornar a sus bases, César actuó raudo y condujo su ejército a
marchas forzadas, primero contra la capital de los sucesiones y después contra la de los
belovacos, hasta conseguir la rendición de ambos pueblos. A continuación invadió el
territorio de los nervios y, aunque éstos le atacaron por sorpresa, los derrotó en el río
Sabinas. De esta manera, combinando velocidad y agresividad, César, con un ejército de
40.000 soldados, consiguió derrotar a una coalición que contaba con casi 300.000
guerreros.
Asimismo, César asumió a menudo unos riesgos que para otros generales
hubiesen sido inaceptables. No hay duda de que muchos de estos peligros estuvieron
perfectamente calculados, como lo demuestra el hecho de que nunca sufrió una derrota
estrepitosa. Pero hay ocasiones en que rozó el desastre. Entre los años 55 y 54 a.C.
condujo parte de su ejército a sendas expediciones a la isla de Britania. Empeñado en
acrecentar su fama en Roma, César descuidó la preparación de la invasión y
menospreció el peligro que suponen las frecuentes tormentas de verano en el canal de la
Mancha. En ambas campañas perdió parte de su flota y a punto estuvo de quedar
atrapado en Britania, pero la suerte no le abandonó y pudo regresar al continente con la
mayor parte de su ejército.
Afortunadamente para César nunca tuvo que enfrentarse a todos los galos en
bloque, ya que éstos se encontraban divididos en más de cuarenta pueblos
independientes. A fin de cuentas, la vida política de los pueblos galos, con diversas
facciones de nobles compitiendo ferozmente entre sí por el poder y el prestigio, no era
muy diferente de la de la propia Roma, y César aprovechó su experiencia para explotar
hábilmente estas divisiones.
Un Ejército Disciplinado
César sabía que el resultado final de sus campañas dependía de sus tropas. Por
ello, fue lo que actualmente calificarían como un excelente motivador, capaz de
conseguir que sus hombres se entregasen en cuerpo y alma a cada tarea, ya fuese una
marcha, un asedio o bien una batalla.
Quizás el ejemplo más claro lo tengamos en la batalla del río Sabinas, en 57 a.C.
En ella los belgas sorprendieron a los romanos mientras construían un campamento
fortificado. El ataque debió de suponer una gran sorpresa para los legionarios, pero su
profesionalidad y entrenamiento les permitieron superar la emergencia. César ordenó a
sus tropas formar una línea de batalla, cosa que tuvieron que hacer en los pocos minutos
que tardaron los belgas en cruzar el Sabis. Los legionarios tuvieron que formar allí
donde se encontraban, agrupándolos alrededor de los centuriones y estandartes más
cercanos. El resultado final fue una rotunda victoria romana.
Los Comentarios sobre la guerra de las Galias, la obra que escribió el propio
César para glorificar sus conquistas en las Galias, están repletos de historias heroicas
protagonizadas por centuriones. Por ejemplo, Publio Sextio, pese a llevar varios días
enfermo y sin comer, formó junto con otros centuriones ante la puerta de un
campamento el tiempo suficiente para organizar la defensa, luchando hasta que se
desmayó por las graves heridas recibidas. Marco Petronio, en el fracasado ataque a
Gergovia, murió mientras protegía la retirada de sus hombres, que pudieron salvarse
gracias a su sacrificio.
El ejemplo más conocido y más espectacular de cerco a una ciudad gala fue el
de Alesia. Para tomar la ciudad donde se había refugiado con su ejército Vercingétorix,
el líder de la gran revuelta del año 52 a.C. contra el dominio romano, César ordenó
rodearla con una circunvalación de 16 kilómetros. Ésta consistía en una muralla con
torres cada 25 metros y protegida por dos fosos, uno de ellos lleno de agua. Frente a los
fosos había una zona de trampas que incluían estacas aguzadas clavadas en agujeros en
el suelo y pequeñas púas metálicas escondidas entre las hierbas. Para defenderse de la
llegada de un ejército galo de rescate, César construyó una línea de contravalación de 21
kilómetros, concebida para proteger a su ejército de los ataques desde el exterior.
Finalmente, César derrotó tanto al ejército sitiado en Alesia como al ejército de rescate
enemigo, pese a que en conjunto le superaban ampliamente en número, y no es
exagerado afirmar que las fortificaciones de campaña tuvieron un papel clave en la
victoria. En última instancia los legionarios eran tan peligrosos empuñando la dolabra,
una herramienta mezcla de pico y hacha usada en las tareas de asedio, como el gladius,
la espada corta.
De hecho, muchos hablan de un “corto siglo XX” para referirse al ciclo iniciado
por la Revolución Rusa de 1917 y cerrado por la Caída de la Unión Soviética en 1991.
Desde hacía siglos, el Imperio Ruso era una nación esencialmente rural (85% de
la población vivía fuera de las urbes). Había un alto porcentaje de campesinos sin tierra,
empobrecidos y receptivos a ideas revolucionarias. De hecho, a principios del siglo XX,
la Guerra ruso-japonesa (1904-1905), con victoria japonesa, desató un momento
propicio para la demanda de cambios.
La llegada del invierno de 1917, uno de los más cruentos de esas épocas, en las
peores condiciones posibles para el pueblo ruso.
La Revolución de Febrero
Se inició con una huelga espontánea entre los trabajadores de las fábricas de
Petrogrado, a los que rápidamente se les juntaron otros sectores, como las mujeres que
salieron a la calle a pedir pan. Cuando la policía ya se hizo insuficiente para contener las
manifestaciones, el ejército asumió el rol represivo y asesinó a numerosos
manifestantes, pero terminó eventualmente sumándose también a los insurrectos.
Ante la demora en la aplicación de las reformas que el pueblo ruso exigía, el ala
más radical de los revolucionarios, el Partido Bolchevique, ganó partidarios a ritmo
acelerado hacia el otoño de 1917, sentando las bases para la Revolución de Octubre.
La Revolución de Octubre
El plan ideado por los bolcheviques fue tomar el poder del país durante el II
Congreso de los Soviets, catalogando cualquier intento en su contra de un acto
contrarrevolucionario.
a Guerra de los Cien Años (Guerre de Cent Ans en francés, Hundred Years'
L
War en inglés) fue un prolongado conflicto armado que duró en realidad 116 años
(1337-1453) entre los reyes de Francia y los de Inglaterra. Esta guerra fue de raíz
feudal, pues su propósito no era otro que dirimir quién controlaría las enormes
posesiones de los monarcas ingleses en territorios franceses desde 1154, debido al
ascenso al trono inglés de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou y casado con Leonor
de Aquitania. Tuvo implicaciones internacionales. Finalmente y después de numerosos
avatares, se saldó con la retirada inglesa de tierras francesas.
La guerra de los 100 Años fue un conflicto bélico que enfrentó a los reinos de
Francia e Inglaterra, entre los siglos XIV y XV. Se inició en 1337 y finalizó en 1453.
Durante los 116 años que se prolongó el estado de guerra entre ambas coronas se
alternaron campañas militares con períodos de paz, que se alcanzaban tras la firma de
acuerdos temporales.
Inglaterra respondió con una invasión liderada por el rey Enrique V, que ganó
varias batallas, entre ellas la de Azincourt.
Este período finalizó con la firma del Tratado de Troyes, que en 1420 estableció
que el monarca francés Carlos VI sería sucedido por los descendientes de Enrique V y
de Catalina de Valois, quienes se unieron en matrimonio.
Hacia finales del reinado de Carlos VII, una alianza entre castellanos,
aragoneses y escoceses apoyó a los franceses, que vencieron a los ingleses en la batalla
de Castillón, en 1453. Luego de esta derrota, los ingleses evacuaron Francia y solo
conservaron el puerto de Calais.
Causas
Los intereses comerciales que Inglaterra tenía en Flandes, donde se producía una
lana muy apreciada para la elaboración de tapices.
El apoyo dado por Francia al reino de Escocia, que luchaba para asegurar su
independencia de la Corona inglesa.
Las pretensiones de los monarcas ingleses de dominar todas las costas del Canal
de la Mancha, que dividía los dominios de Francia e Inglaterra.
Consecuencias
La gran repercusión que tienen las guerras sobre los ciudadanos, además de las
inmensas cantidades de vidas inocentes arrebatadas contra su voluntad, son
devastadoras y van desde ciudades enteras perdidas, hasta terrenos inhabitables. Sin
mencionar el hecho que los estragos que dejan sobre la población sobreviviente hace
que sea aún más difícil el poder subsistir en estos sitios destruidos. Lo que lleva a dichas
poblaciones a buscar refugio en naciones en las que sí vean esperanzas de vida.
Como fue el caso de la 1era y 2da Guerra Mundial. Al quedar Europa devastada
tras los acontecimientos de estos conflictos mundiales, se originó el éxodo de millones
de ciudadanos de todas partes de Europa. Más que todo ciudadanos alemanes. Además
de este gran hecho de personas abandonando su patria, también se debe incluir los daños
psicológicos que quedan en los sobrevivientes luego de esto como pueden ser ansiedad,
neurosis y depresión. Las poblaciones se exponen a un grado de tensión máxima o
extrema con las consiguientes afectaciones a la salud mental. Causa grandes
movimientos de población, espontáneos u organizados, a menudo hacia áreas donde los
servicios de salud no pueden atender la situación.
Solo resta decir que son incontables los daños que dejan las guerras a los
ciudadanos afectados, hecho que refleja una gran injusticia al ser estos los que sufren
todos estos estragos. Solo por el egocentrismo, ira y soberbia de algunos cuantos que
desean tener poder sin ver el precio que se tendrá que pagar.
Conclusión.
¿Cuáles fueron las causas y consecuencias de la Primera Guerra Mundial? Por Erin
Blakemore Publicado 15 Abr 2019 11:46 Cest , Actualizado 5 Nov 2020 7:02 Cet
https://www.nationalgeographic.es/historia/2019/04/cuales-fueron-las-causas-y-consecu
encias-de-la-primera-guerra-mundial
Oro Tapia, Luis R. El concepto de realismo político / Luis R. Oro Tapia. -- Santiago :
RIL editores - Centro de Análisis e Investigación Política (CAIP), 2013.