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La misericordia: una visión arquitectónica de las relaciones interpersonales en el

planteamiento antropológico del Papa Francisco

Resumen

“Misericordia”, es una palabra que resuena hoy en medio de la humanidad


entera, gracias a una figura que ha sido signo de una verdadera revolución moral
y espiritual. Esta persona es el Papa Francisco, un hombre que con sus gestos
sencillos y palabras cargadas de verdadero sentido no deja de animar a los
seres humanos para que viva el don de la misericordia en todo momento. Es por
esta razón que este artículo busca acercarse al sentido que tiene la misericordia
desde la Palabra de Dios, a partir de una lectura actual sobre el ser humano y las
dificultades que atraviesa desde la postura antropológica del Papa Francisco,
como una posibilidad para establecer un nuevo camino en las relaciones
interpersonales, una visión arquitectónica de las relaciones interpersonales que
se ilumina desde la misericordia de un Dios trinitario, cuyas muestras de amor
constante, exigen una respuesta en los seres humanos, “Ser misericordiosos a
ejemplo de Dios”.

Palabras Clave:
Antropología, Misericordia, Francisco, Relaciones, Hombre.

Keywords:
Anthropology, Mercy, Francisco, Relations, Man

Introducción
El año 2013 es un año de suma importancia para la presente investigación, el 13 de
marzo de 2013 en la plaza de San Pedro, tras la renuncia del Papa Benedicto XVI la
Iglesia ha elegido, por la fuerza del Espíritu, un nuevo pontífice; se anunció una gran
noticia: Anuncio vobis Gaudium magnum; habemus Papam. Eminentissimum ac
Reverendissimum Dominum, Dominum Georgium Marium (...) Santa Romanae
Ecclesiae Cardinalem Bergoglio (…) qui sibi nomen imposuit Franciscum (Martínez-
Brocal, 2017, p. 40). Tal noticia estuvo cargada de nuevos elementos históricos: ser el
primer Papa en llamarse así mismo Francisco, ser el primer Papa de América, ser el
primero cuya lengua de origen es el castellano. Pero más aún, hubo un elemento de
creciente interés, ser un Papa pobre para los pobres, así lo manifiesta Javier Martínez-
Brocal en su libro El Papa de la misericordia. Según Martínez-Brocal un Pontífice
Latinoamericano depertaba enormes ánimos entre la gente, quienes decían: “Es uno de
nosotros, uno dispuesto a cambiar las cosas” (2017, p. 11).

Hoy, avanzados ya en algunos años, hemos constatado el carisma propio del Papa
Francisco, tras cinco años de pontificado podemos llamarlo el Papa de la alegría, el
Papa de los pobres, el Papa de la misericordia. Un Papa que continúa dejando huellas
históricas imborrables. En el año 2017, del 6 al 10 de septiembre el Papa viajó a
Colombia, convirtiéndose en el tercer Pontífice en pisar suelos colombianos. Estos
elementos históricos, más los propios de su mensaje evangélico ya se proponen como
suficientes para dar inicio a una investigación en la que se intente formular la visión
teológico-antropológica sobre el ser humano y sus relaciones con los otros, la
naturaleza y Dios. La presente investigación intentará construir una posible visión
antropológica de las relaciones interpersonales a la luz de la misericordia. ¿Qué
antropología teológica se configura en el magisterio y la vida del Papa Francisco que
pueda iluminar la imagen del ser humano en nuestros días?

1. Teologizar la misericordia: un viaje por las Sagradas Escrituras, los Padres


de la Iglesia y el Magisterio.
No hay viaje más largo, que aquel en el que se intenta recorrer setenta y tres libros de
las Sagradas Escrituras, redactados todos, entre el siglo V antes de Cristo, hasta el año
100, aproximadamente, después de Cristo. ¿Fue relevante para el pueblo hebreo, el
pueblo judío la misericordia? La respuesta es segura, lo es. Encontramos alusión
constante al tema. Nos enfrentamos a un tema de gran proporción, por ello, el viaje que
aquí se emprende no puede atravesar, cientos de años de historia, en unas cuantas
horas de investigación. ¿Qué hacer? ¿de qué manera podemos ahorrarnos camino?

Para dar desarrollo a la primera parte de la presente investigación, se pretende tomar,


las catequesis, homilías, documentos magisteriales publicados por el Papa Francisco y
al hacerlo, queremos ponerlo en diálogo con algunos autores que han abordado el tema
de forma directa. De este diálogo surgirá de manera paulatina, una estructura
arquitectónica de la misericordia, que permita comprender(se) al ser humano en
nuestros días.

I.1. Sagradas Escrituras

No cabe duda que de Antiguo Testamento a Nuevo Testamento Dios es entendido


como un Padre misericordioso que interviene en la historia de la Salvación, Dios es «El
piadoso y compasivo». En el año 2015 el Papa Francisco abrirá a un tiempo de
misericordia a la Iglesia, de allí su Bula de convocatoria del Jubileo extraordinario de la
misericordia: Misericoridiae Vultus. En ella nos dice: “Siempre tenemos necesidad de
contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad, de paz. Es
condición para nuestra salvación” (Francisco, 2015, p. 6). Dichas estas palabras, el
Sumo Pontífice anuncia el nuevo año litúrgico como un tiempo propicio para
experimentar la Misericordia de Dios, misericordia que sintetiza en estas palabras:
“amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza” (Francisco, 2015, p. 7).

La invitación de Francisco da nueva carta de presentación a la Iglesia, la suya: una


Iglesia abierta a todo el género humano, una Iglesia que acerca, no distancia, perdona,
más no señala; pero sobre todo, una Iglesia que está en unión con el otro. Creemos
que sus continuas alusiones a la misericordia pueden servir de itinerario para construir
una reflexión bíblica, teológica, pastoral, espiritual sobre la misericordia. Por ello, al
proponer un recorrido por la misericordia, partimos de sus propios textos.

1.1. 1. La misericordia en el Antiguo Testamento

Al procurar un rastreo etimológico del término misericordia ha de tenerse en cuenta,


como lo comentan numerosos estudiosos de las Sagradas Escrituras, tales como
Rossano, Ravasi y Girlanda; el uso de dos términos hebreos que se hace frecuente en
Antiguo y Nuevo Testamento. El primero de ellos “rehamîm”, lo que al castellano
podría traducirse como vísceras (1990, p. 1217) y el segundo término: “hesed” para
significar relaciones de derechos y deberes entre el marido con la mujer, los padres con
los hijos, el soberano con sus súbitos (1990, p. 1217). El segundo término, ya
mencionado, tiene una relación directa con la palabra griega “´éleos” pero a su vez una
diferenciación, mientras el término hebreo hace una alusión a lo jurídico, el término
griego resalta el elemento psicológico, según el cual, lo que debe resaltarse es la
profunda conmoción de ánimo traducida en gestos de piedad, compasión, bondad y
misericordia (Rossano, Ravasi y Girlanda, 1990, p. 1217).

La misericordia, ha merecido un trato primordial en la teología y la reflexión de la


Iglesia; para dar un ejemplo, observemos como en el pontificado de Juan Pablo II se da
una continua alusión al tema, de hecho, tres encíclicas suyas abordaron el tema:
Redemptor hominis, Dives in misericordia y Dominum et vivificantem. En un comentario
realizado por La BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) titulada: El Magisterio pontificio
Contemporáneo, se nos dice: El Dios de nuestra fe, el Dios de la revelación judeo-
cristiana, el Dios de nuestro Señor Jesucristo, es el “Dios rico en misericordia” (1996, p.
1049). La misericordia, así descrita, no podría ser un concepto, es un ser y un hacer
divinos, es la esencia, existencia y accionar de Dios. Por algo, Johannes Bauer (1985),
en su Diccionario de Teología Biblíca, afirma: Dios clemente y misericordioso (Ex 34,6)
es una de las más antiguas experiencias religiosas de Israel (p. 658).
Al expresar la misericordia como la esencia, existencia y actuar de Dios, posibilitará
entender, según creemos, el proyecto de Iglesia que ha emprendido Francisco en su
pontificado. Ya el 20 de noviembre de 2016, en Roma, a los cuatro años de su
pontificado, da a conocer su Carta Apostólica Misericordia y Miseria, en la cual nos
dice: La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que
constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del
Evangelio. Todo se revela en la misericordia; todo se resuelve en el amor
misericordioso del Padre (p. 5).

Para hablar de la misericordia, el Papa Francisco ilumina con algunos textos


fundamentales de las Sagradas Escrituras, su reflexión. Encontramos en dicha Carta
Apostólica, una alusión esencial a texto de Antiguo Testamento, tales como: Ex 34, 6;
Sal 136; Mi 7,19; Sal 85, 2-3; Is 38, 17; Sal 103,12; Os 11, 4; Ez 36, 26; Gn 3, 7-8 y Gn
3, 21. Dichos textos iluminan su teología sobre la misericordia. Es de subrayar la línea
fundamental que marcan dichos textos: “Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente,
tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones
y perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado” (Ex 34, 6). Por ello, al citar los primeros
textos del Antiguo Testamento, podrán resaltarse los siguientes verbos en el comentario
del Papa: actuar, perdonar, transformar, vivir, manifestar, durar, abrazar, dar vida. Este
conjunto de verbos alude a la teología de la misericordia que posee el pontífice, afirma
Francisco: La misericordia es esta acción concreta del amor que, perdonando,
transforma y cambia la vida. Así se manifiesta su misterio divino. Dios es
misericordiosos (cf. Ex 34, 6) su misericordia dura por siempre (Cf. Sal 136) de
generación en generación abraza a cada persona que se confía a él y la transforma,
dándole vida (2016, p. 7).

El misterio de Dios, es el misterio de la misericordia y su actuar es transformador, el


pecado, la miseria humana se vuelve alegría, “las lágrimas de vergüenza y de dolor se
han transformado en la sonrisa de quien se sabe amado” (Francisco, 2016, p. 7). Por
ello, al irradiar dicha alegría, quien ha experimentado en su propia vida el acogimiento
de su miseria por el amor de Dios, debe ofrecer una respuesta: ser comunicador de
misericordia, por ello afirma el Papa: En su origen está el amor con el cual Dios viene a
nuestro encuentro, rompiendo el círculo del egoísmo que nos envuelve, para hacernos
también a nosotros instrumentos de misericordia” (2016, p. 8).

1.1.2. La misericordia en el Nuevo Testamento

Al abarcar la misericordia en el Nuevo Testamento, llama la atención las palabras del


Papa en su carta apostólica Misericordia y Miseria. En ellas alude a la expresión de San
Agustín: Misericordia et misera con el fin de iluminar, resaltar un episodio del Evangelio
de Juan ( Jn 8, 1-11). En palabras de Francisco, no se puede encontrar una expresión
más bella para coherente posibilitar una comprensión profunda de la misericordia
divina, tal vez por ello, permite en su carta apostólica que resuenen las palabras del
Santo de Hipona: “Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia” (Francisco,
2016, p. 5). Digamos por lo tanto, que así como en el Antiguo Testamento, en el Nuevo
Testamento encontramos un contenido explícito y general sobre la misericordia. Es
preciso ahora, hallar aquellos pasajes en los que Dios aparece como misericordioso o
donde, en otras palabras, es definido como misericordia.
Es menester, iniciar aludiendo a la venida de Jesucristo, él es el culmen del amor de
Dios, Francisco en su carta apostólica nos dice: “La misión que Jesús ha recibido del
Padre ha sido revelar el misterio del amor divino en plenitud” (2015, p. 14). Jesucristo
aparece como un camino para replantear la existencia humana, la vida comunitaria y el
culto a Dios, Él es el amor tangible, visible del Padre, por ello, “los signos que realiza
llevan consigo el distintivo de la misericordia” (Francisco, 2015, p. 14). De su actuar nos
dan testimonio los evangelios, Él es el Dios que siente compasión por el hambre y el
cansancio de la gente (Mt 9, 36), por su enfermedad (Mt 14,14), por la muerte del hijo
de una viuda (Lc 7, 15). Pero no solo sus hechos lo demuestran, sus palabras lo
predican; en sus parábolas habla de la misericordia, como afirma el Papa Francisco: En
ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se
muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela
con el perdón (2015, p. 16).

En los escritos sinópticos, denominados así entre muchos aspectos, por sus
características y fuentes comunes, se encuentra a San Lucas 10, 25 – 37 en dicho
relato del evangelio se pone en cuestión la projimidad ¿quién es tu prójimo? Pero en
ella a su vez resuena la misericordia, actitud, obrar ejemplarizante del hombre
samaritano, del despreciado, del sin nombre que ha actuado al modo divino: con
compasión, con dolor de las entrañas. Tal modo de obrar del samaritano otorga una
herencia eterna: el acogimiento del dolor y sufrimiento ajeno en la propia condición.
También, entre otras fuentes en de la misericordia en los evangelios sinópticos se
encuentra San Mateo 25, 34 - 40, Jesús enseña las bienaventuranzas, como la opción
fundamental del cristiano ha de seguir. Las bienaventuranzas es una llamada neo
testamentaria del cristiano de todos los tiempos a acoger la misericordia a través de
acciones precisas que le devuelvan la dignidad de hijos de Dios a los prójimos que
están gritando: ayuda, que no soy capaz de hacerlo por mis propias fuerzas,
refiriéndonos a tantas situaciones complejas que vive el ser humano, ahogado
fuertemente, como el desempleo prolongado, una enfermedad crítica, la rudeza de una
cárcel, la incapacidad de pago de deudas que absorben sin piedad, los despojados de
sus tierras, una crisis matrimonial que fractura.

En suma, son muchos los pasajes del nuevo testamento que sirven de fundamento para
construir una reflexión en torno a la misericordia. Digamos por el momento que para
Jesús es indispensable el encuentro con los más pobres, son sus predilectos en la
medida que encarnan la vulnerabilidad y la fragilidad humana, la sencillez, en muchas
ocasiones el dolor y la enfermedad, en ellos está presente un Padre que acoge y lo
descubren en el encuentro con Jesús. El nuevo Testamento, da cuenta de un
sinnúmero de testimonios sobre la misericordia de Dios. Jesucristo toca al leproso, cura
al enfermo, perdona al arrepentido, explica a través de parábolas que el Reino de Dios,
es un Reino de misericordia, sus enseñanzas siempre están orientadas a rescatar la
dignidad humana en todas sus dimensiones.

1.2. Tradición, Padres de la Iglesia: la miseria revestida por el amor, un


comentario a San Agustín

La Iglesia posee, a lo largo de su historia, un momento de vital importancia: del siglo I y


el siglo VIII. Las obras, autores o Padres que aparecen en este periodo de la historia
son catalogados, según afirma Ramón Trevijano en su estudio sobre Patrología, como
“testigos privilegiados de la Tradición viva de la Iglesia, testigos y garantes de una
auténtica Tradición católica” (1998, p. 15). Para un estudio como el que intentamos aquí
realizar, se hace irrenunciable al menos una mención, sobre la manera como
interpretaron la misericordia los Padres de la Iglesia, ya que una investigación más
profunda no es el trabajo a realizar en este momento.

Entre los diversos Padres que podrían postularse, pareció importante, rescatar el citado
por el Papa Francisco: San Agustín. Sabemos de su gran aporte teológico, de su amplia
obra; el mismo Humbertus R. Drobner, en su Manual de Patrología comenta: Agustín
representa en la Iglesia occidental la fuerza que recogió todas las preocupaciones
eclesiales y teológicas de su tiempo y determinó su rumbo (1999, p. 417). Ya
anteriormente, citando la Carta Apostólica escrita por el Papa con motivo de la
culminación del Jubileo extraordinario de la misericordia, se había mencionado las
palabras de San Agustín: “Quedaron solos ellos dos: la miserable y la misericordia”
(2016, p. 5). Francisco da fuerza a las palabras del Santo de Tagaste, afirma que sus
palabras son la expresión más “bella y coherente” del misterio del amor de Dios. Dios
es aquel que envuelve la miseria con su amor, con su misericordia (2016, p. 5). Aun así,
no es esta la única alusión concreta en torno a San Agustín. Tal vez las palabras que
pudiesen representar una reflexión directa al santo está la homilía dada en la Basílica
romana de los santos Trifón y Agustín. Un 28 de agosto de 2013, Francisco declara:
“Inquietud. Esta palabra me impresiona y me hace reflexionar” (2013, p. 1). ¿qué
inquieta a San Agustín? ¿de qué modo su inquietud posibilita una reflexión profunda de
la misericordia? El Papa afirmará tres inquietudes en la vida de Agustín: la espiritual, la
del encuentro con Dios y la del amor.

Al llegar a la tercera inquietud, la del amor, el Sumo Pontífice ilustrará la vida del
Obispo de Hipona. Dejará resaltar su miseria y el amor de su madre: “Aquí no puedo no
mirar a su mamá: a Mónica. ¡Cuántas lágrimas derramó esa santa mujer por la
conversión del hijo!” (Francisco, 2013). Para Francisco, la inquietud de Agustín es la
inquietud de Mónica y la conversión del hijo brotan de las lágrimas de la madre. Por
ello, reformulando la vida del santo de Tagaste a la luz del evangelio, nos dice:

Me vienen a la mente: Jesús que llora ante el sepulcro del amigo Lázaro; Pedro que, tras haber
negado a Jesús, encuentra la mirada rica de misericordia y de amor y llora amargamente; el
padre que espera en la terraza el regreso del hijo y cuando aún está lejos corre a su encuentro;
me viene a la mente la Virgen María que con amor sigue a su Hijo Jesús hasta la Cruz. ¿Cómo
estamos con la inquietud del amor? ¿Creemos en el amor a Dios y a los demás? ¿O somos
nominalistas en esto? No de modo abstracto, no sólo las palabras, sino el hermano concreto que
encontramos, ¡el hermano que tenemos al lado! ¿Nos dejamos inquietar por sus necesidades o
nos quedamos encerrados en nosotros mismos, en nuestras comunidades, que muchas veces es
para nosotros «comunidad-comodidad»? (Francisco, 2013, p. 3).

La vida y las palabras de San Agustín son para Francisco modelo a seguir, por ello dirá
“la misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye
su misma existencia” (2016, p. 5). San Agustín se representa así, no solo como el que
ha reflexionado de manera profunda la misericordia divina, sino al contrario, como aquel
que ha vivido de manera profunda la misericordia divina. Al parecer, cuando de
Francisco se trata, no es una rica reflexión teológica la que estamos invitados a
escuchar, es una invitación a obrar la que debe escucharse. Ya lo decía Javier Marínez-
Brocal cuando afirmaba: Francisco no estaba cambiando la doctrina, estaba cambiando
la cultura. El nuevo papa está cambiando el mundo” (2015, p. 12). Es un Papa de la
acción y por tanto, cuando de la misericordia se trata, no son nuevas concepciones las
que brotan de sus predicaciones, son nuevas prácticas. Ya lo decía él en una entrevista
con Andrea Tornielli, ante la pregunta ¿Qué hace falta para conseguir misericordia? Él
responde: La palabra es importante, explicita el gesto. Pero el propio gesto es
importante, y acaso pueda valer más la presencia torpe y humilde de un penitente al
que le cuesta hablar que las muchas palabras de alguien que describe su
arrepentimiento (2016, p. 25).

1.3. Magisterio de la Iglesia


Otro de los tesoros grandes que tiene la iglesia de Jesucristo El Señor, es el magisterio
en cabeza de los apóstoles que fielmente a la tradición y las sagradas escrituras,
anuncian con el caminar de la historia los principales postulados de fe que ha de seguir
ellos mismos y el pueblo de Dios, iluminan a la luz del Espíritu, los acontecimientos más
alegres y álgidos, para que viviendo en el amor de Cristo, el rebaño no pierda la
esperanza que viene de lo alto, así lo anuncia en el Catecismo:

El Romano Pontifice y los obispos “como maestros auténticos por estar dotados de la autoridad de Cristo
(…) predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica”
(LG25). El magisterio ordinario y universal del papa y de los obispos en comunión con él enseña a los
fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar
(Catecismo de la Iglesia Católica # 2034)

1.3.2. Misericordia en el magisterio antes del nuevo milenio

Antes del año jubilar 2000, la iglesia siendo el cuerpo de Cristo, se había referido de
alguna manera sobre el tema de la misericordia, con el Romano Pontífice Pablo VI, que
en su Carta Encíclica Ecclesiam Suam, realizada en 1964, pudo considerar que es
fundamental retomar la importancia de la caridad, como un valor importante,
refiriéndose a las múltiples dificultades que vive el mundo de hoy y volviendo a tener un
sentido especial por la caridad, como un medio útil para que todo pueda renovarse, al
punto que quien es caritativo, es porque antes de praticarlo, ha tenido una profunda
experiencia de amor, así lo expresa su santidad:
“…la caridad debe hoy asumir el puesto que le corresponde, el primero, el mas alto, en la escala de
valores religiosos y morales…la caridad todo lo explica. La caridad todo lo inspira. La caridad todo lo hace
posible, todo lo renueva.” (Carta Encíclica Ecclesiam Suam # 22)

Pero también la iglesia el 30 de Noviembre de 1980, tuvo la oportunidad de referirse


sobre la misericordia, a través de su santidad Juan Pablo II, con su Carta Encíclica
Dives in Misericordia, resalta que el amor ha de vivirse no solamente de palabras; sino
mucho más en acciones concretas, dando respuestas a las necesidades que vive el
contexto a través de los tiempos y que Jesús, acogió todo tipo de realidades, es decir,
todo tipo de humanidad, aceptada por unos y rechazada por otros, así lo predica el
papa:
“Jesús, sobre todo con su estilo de vida y con sus acciones, ha demostrado como en el
mundo en que vivimos está presente el amor, el amor operante, el amor que se dirige al
hombre y abraza todo lo que forma su humanidad. Este amor se hace notar
particularmente en el contacto con el sufrimiento, la injusticia, la pobreza; en contacto
con toda la “condición humana”, histórica que de distintos modos manifiesta la limitación
y fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea moral. Cabalmente el modo y el ámbito
en que se manifiesta el amor es llamado “misericordia” en el lenguaje bíblico” ( Carta
Encíclica Dives in Misericordia, # 3).
En el mismo sufrimiento que la humanidad vive, se demuestra lo capaz; pero a su vez
lo limitado que es el ser humano, ante las circunstancias, solo la fuerza de Dios lo
vence todo, por medio de aquellos que han acogido su Palabra que los lleva a una
acción misericordiosa con el prójimo.

1.3.3. Misericordia en el magisterio en el nuevo milenio


Luego del año jubilar, también la iglesia católica, continuó anunciando los lazos de
misericordia de los que debe seguir rescatando y viviendo como Jesús lo enseñó, es
por esto que el Papa Benedicto XVI en el 2005, dedicó un solo escrito al tema de la
misericordia, reconociendo como fuente pura y plena de esta bondad a Dios Padre. La
Carta Encíclica Deus Caritas Est, es una invitación a reconocer que primeramente hay
que sentir que el Padre es amor, Él nos lo ha dado por medio del Espíritu Santo y lo
hemos de reavivar, para que desde ahí, podamos sentir compasión de los semejantes y
sus situaciones.
Benedicto comenta que es necesario un profundo encuentro con el Señor, para poder
ver al otro como una imagen divina, como algo por lo que vale la pena sentir entrañas
de amor verdadero que lo lleve a la acción concreta de ayudar con una palabra, con un
impulso, pues siendo así, tenemos aún más una relación cercana con el Creador, así lo
propone el papa:
“Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en el
prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el
contrario si en mi vida omito del todo la atención al otro, queriendo ser solo “piadoso” y
cumplir con mis “deberes religiosos”, se marchita también la relación con Dios” (Carta
Encíclica Deus Caritas Est #18) .
Igualmente, complementa que tener el sentimiento del Señor, es tener el sentimiento
del prójimo que sufre y que nos grita que requiere de su asistencia, porque sus fuerzas
están agotadas y que a su vez, por estar concientes de que estamos llenos del amor
del Espíritu, requerimos transmitir estos mismos sentimientos a los otros, para que
vivan plenamente del mismo amor:
“Amor a Dios y al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos
viven del amor que viene de Dios, que nos ha llamado primero. Así pues, no se trata ya
de un “mandamiento” externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de
amor nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser
ulteriormente comunicado a otros” (Carta Encíclica Deus Caritas Est # 18).

Luego de que el papa Benedicto XVI, renunciara canónicamente a su servicio pontifical


en el 2013, es elegido el romano pontífice Francisco, el cual con su servicio apostólico,
ha traído entre sus varios escritos magisteriales, uno que es referido especialmente al
tema de la misericordia: Bula de Convocación Misericordiae Vultus en el año 2015 en
anuncio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, donde invita a reconocer la
importancia de la misericordia, a través del sacramento de la reconciliación, donde Dios
perdona los pecados de los hombres, aún los más graves, qué Él es más fuerte que
todo lo que le pueda acontecer en el humano, le quita todo residuo y lo deja libre, así lo
menciona el papa:
“En el sacramento de la Reconciliación Dios perdona los pecados, que realmente
quedan cancelados; y sin embargo, la huella negativa que los pecados dejan en
nuestros comportamientos y en nuestros pensamientos permanece. La misericordia de
Dios es incluso más fuerte que esto. Ella se transforma en indulgencia del Padre que a
través de la Esposa de Cristo alcanza al pecador perdonado y lo libera de todo residuo,
consecuencia del pecado…” (Bula de Convocación Misericordiae Vultus # 22)
Sobre este pontífice y algunos de sus apuntes sobre la misericordia, se hablará más
específicamente en el segundo capítulo de esta investigación.

2. La postura teológica del Papa Francisco frente al reduccionismo


antropológico de las sociedades actuales

En el año 2016, la editorial Herder, publicará al castellano la obra Testigo de la


misericordia. En dicha obra el periodista del vaticano Raffaele Luise y el Cardenal
Walter Kasper abrirán un espacio para la comprensión del pontificado de Francisco.
Llama la atención el título de la obra ¿De qué modo dicho título se compagina con el
ser del Papa Francisco? Una primera respuesta la ofrece R. Luise al interior de la
misma obra, en la introducción, el periodista del vaticano comenta:

Para echar luz sobre este camino complejo y, a pesar de lo que parece, no inmediatamente
descodificable, no podíamos tener mejor guía que el cardenal Walter Kasper, el teólogo más
eminente de la Iglesia de Roma, fiel colaborador del papa Francisco e inspirador del tema de la
misericordia, que es el fulcro de todo el magisterio de Bergoglio y, por tanto, también inspirador
de aquel itinerario sinodal sobre la familia, que es el banco de pruebas de todo el pontificado
(2016, p. 9).
La mención sobre la inspiración de la teología de la misericordia de Kasper en
Francisco, ha tomado ya vuelo. En su obra La misericordia. Clave del Evangelio y de la
vida cristiana, reeditada por Sal Terrae y Presencia Teológica, el mismo Cardenal
comenta la manera como su libro llegó a manos de Jorge Bergoglio, “por un encuentro
casual”, ya que su habitación estaba al frente de la de Bergoglio. Aun así, lo que no
parece casual es la respuesta del Cardenal Argentino: “Cuando leyó el título, se
emocionó visiblemente y dijo con toda espontaneidad: Misericordia, este es el nombre
de nuestro Dios” (Kasper, 2015 p. 5,). Aun así, el episodio no pararía en esto, días
después, al ser electo como el nuevo pontífice, el asombro se hace más grande,
comenta el Cardenal Kasper:

No podía imaginar yo que el cardenal Bergoglio leería el libro durante el cónclave ni tampoco
podía sospechar en aquel momento que unos pocos días más tarde se convertiría en el primer
papa oriundo de Latinoamérica. Por eso, el domingo siguiente a su elección como obispo de
Roma, cuando oí y vi en televisión que el papa Francisco mencionaba mi libro durante el ángelus
y declaraba la misericordia tema clave del nuevo pontificado, me sentí sobrecogido. La
convocatoria de un Año Santo extraordinario sobre la misericordia fue para mí, como para la
mayoría, una sorpresa adicional (Kasper, 2015, p. 5).

Aun así, en medio de este episodio, que puede ser casual o no serlo, hay que
interrogarse más a fondo: ¿qué llevó al nuevo pontífice a acoger la misericordia como el
lema central de su tarea evangelizadora? Tal vez al revisar con detenimiento la obra de
Kasper podamos encontrar respuesta: la misericordia deviene en fundamento y medida
de la existencia cristiana (2015, p. 7). La misericordia engloba distintos elementos,
algunos teológicos, otros históricos. De acuerdo con el Cardenal alemán, la misericordia
devela una respuesta a la más fundamental de las preguntas teológicas: la pregunta por
Dios; pero también une los caminos de la teología y la antropología, si bien, la
afirmación “El ser humano es creado a imagen de Dios, que es amor” (2015, p. 7)
condensa la antropología cristiana; es esta misma imagen del ser humano, la que es
“signada por el individualismo y el consumismo” (Kasper, 2015, p. 7).

En otras palabras, la imagen que el hombre hoy, reproduce de sí, no es la del amor,
parece desvanecerse esa imagen de Dios en el proyecto de vida de los seres humanos
en nuestros días. ¿Qué hacer? ¿Qué está fallando en nuestra educación? Más aún
¿qué está fallando en nuestra educación cristiana? De acuerdo con Bartomeu
Bennássar (2000), en su texto Dios futuro humano para todos, el máximo peligro al que
hoy nos enfrentamos, no es el del relativismo axiológico o epistemológico, va más allá,
es “la falta de relación justa y fraterna” (p. XII), afirma Bennássar: A nuestra sociedad le
afecta en la raíz de su ser que crezcan individuos informados pero indiferentes,
inteligentes pero crueles, sin entrañas (p. XII). Así mismo lo expresa el Papa Francisco
en La iglesia de la Misericordia, al dirigirse a los catequistas, afirma:

Cuando un cristiano se cierra en su grupo, en su parroquia, en su movimiento, está encerrado y


se pone enfermo. Si un cristiano sale a la calle, a las periferias, puede sucederle lo que a
cualquiera que va por la calle: un percance. Muchas veces hemos visto accidentes por las calles.
Pero les digo una cosa: prefiero mil veces una Iglesia accidentada, y no una Iglesia enferma. Una
Iglesia, un catequista que se atreva a correr el riesgo de salir, y no un catequista que estudie,
sepa todo, pero se quede encerrado siempre: éste está enfermo. Y a veces enfermo de la cabeza
(2014, Pp. 35-36).

El excesivo individualismo desdibuja la imagen de Dios en el ser humano, quien


verdaderamente comprenda el proyecto de Jesús, apreciará que en él lo divino se
manifiesta como humano, lo humano como misericordia, fidelidad, justicia, verdad,
entrega de vida, solidaridad, en Jesús, dice Bennássar, “apareció Dios como el
samaritano” (2000, p. XII). Tal vez lo aquí expresado se entienda de mejor manera en la
invitación de Francisco:

Quien pone a Cristo en el centro de su vida, se descentra. Cuanto más te unes a Jesús y él se
convierte en el centro de tu vida, tanto más te hace Él salir de ti mismo, te descentra y te abre a
los demás. Éste es el verdadero dinamismo del amor, éste es el movimiento de Dios mismo. Dios
es el centro, pero siempre es don de sí, relación, vida que se comunica… Así nos hacemos
también si permanecemos unidos a Cristo; Él nos hace entrar en esa dinámica el amor (2014, p.
32).

La misericordia engloba en el magisterio y la vida de Francisco uno de sus conceptos


fundamentales. Es su modo de vivir, su modo de orar, su modo de actuar, es un
elemento funamental de su visión antropológica, de ahí que sea considerada como un
punto de partida para construir unas relaciones humanas sólidas y una sociedad más
justa, una verdadera arquitectura de la misericordia donde todos los seres humanos son
llamados a ser autoridad en la construcción de una sociedad que vive en el amor y
donde no existen distancias ni discordancias entre sí, respondiendo de esta manera a
los propósitos del corazón de Dios, como lo menciona el Papa Francisco en una de sus
catequesis: “Y este es el corazón de Dios, un corazón de Padre que ama y quiere que
sus hijos vivan en el bien y en la justicia, y por ello vivan en plenitud y sean felices. Un
corazón de Padre que va más allá de nuestro pequeño concepto de justicia para
abrirnos a los horizontes ilimitados de su misericordia”. (Francisco, Movimiento de Vida
Cristiana, 2010).

La Iglesia no es ajena a las dificultades que atraviesa el ser humano, desde los
mimos tiempos de Jesús ha existido un interés particular por reconocer al ser humano
como un ser integral, en una época caracterizada por el rechazo de los más débiles, por
un reduccionismo de la existencia humana, aparece la figura de un Jesús que se ha
hecho humano, que se convierte en modelo a imitar y que se preocupa por el dolor y el
sufrimiento del ser humano, “Porque así dice el Señor: Yo haré derivar hacia Jerusalén,
como un río, la paz; como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán
en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán: como a un niño a quien su
madre consuela, así os consolaré yo” (Isaías 66, 12s). Su Santidad Francisco afirma al
respecto que es necesario comprender que persona “significa siempre relación, no
individualismo, afirma la inclusión y no la exclusión, la dignidad única e inviolable y no la
explotación, la libertad y no la constricción” (PAPA FRANCISCO, discurso pronunciado
al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, 4 de abril de 2017).

Por ello, se nos advertirá:

En la misericordia revela Dios su amor; la misericordia es por así decir, el espejo de la esencia
divina. En ella, Dios se mantiene fiel a sí mismo. Es la justicia propia de Dios, en la que él se
corresponde no con nuestros criterios, sino consigo mismo y con su amor. Revela la soberanía
divina bastante más allá de todas las nociones y expectativas humanas. Es la verdad de Dios
sobre sí mismo (Kasper, 2015, p. 6).

Ante lo dicho, se da apertura al camino, el objetivo de una propuesta como la de


Francisco se direcciona a superar los reduccionismos con los que se lee el ser humano
de nuestra historia. El tiempo que vivimos ha sido marcado por diversas categorías que
no hacen más que empobrecer la concepción sobre lo que somos. Algunas
antropologías modernas destruyen, reducen, dualizan la realidad del ser humano, ¿a
imagen de Dios fue creado el hombre? Parece incierto, por ello comenta Kasper:

El siglo XXI ha comenzado marcado por la amenaza de un terrorismo despediado,


injusticias que claman al cielo, niños víctimas de abusos y condenados al hambre y la
inanición, millones y millones de desplazados y refugiados, crecientes persecuciones de
cristianos; a ello se suman devastadoras catástrofes naturales en forma de terremotos,
erupciones volcánicas, tsunamis, inundaciones, sequías (2015, p. 11).

Las circunstancias no parecen ser tan redentoras, la imagen del hombre se deteriora
¿qué hacer? ¿Cuál es la tarea de la Iglesia, del teólogo, del cristiano, del Papa? Seguro
la tarea no es solo académica, en tiempos como el nuestro hay que hablar con la vida,
con el testimonio. Solo se puede contagiar de alegría al mundo, siendo alegre, solo se
puede irradiar el ser de Dios, la misericordia, siendo misericordioso. Ya Raffaele Luise
comentaba en su obra:

Con la extraordinaria figura del papa Francisco, la Iglesia emprendió un camino de reforma y un
giro de gran calado. El pontífice sudamericano ha diseñado una arquitectura, profundamente
arraigada a los avances del concilio Vaticano II, de los procesos dinámicos abiertos sobre la
reforma espiritual y estructural de la Iglesia, sobre la conversión pastoral del propio papado y la
restauración radical del diálogo con el mundo y con la modernidad, cuyas consecuencias van a
marcar toda una época (2016, p. 9).

Las palabras del Luise son iluminadoras, apuntan a un hacer de Francisco; para el
periodista italiano no cabe duda que el Papa argentino es un reformador, ya que a
través de la misericordia el papa intenta “resituar el cristianismo en su fuente originaria,
reabriendo la cuestión de Dios en la edad secular” (p. 13). Si el mundo es guerra,
afirma Kasper, Francisco es encuentro, si el mundo le proclama revolucionario por ser
hijo del sur de américa, lo es, pero de otro modo: “Sí se quiere hablar de revolución, la
suya es la revolución de la misericordia” (2016, p. 14). El mismo Francisco afirma en su
obra La Iglesia de la Misericordia:

Son muchos los revolucionarios en la historia, han sido muchos. Pero ninguno ha tenido la fuerza
de esta revolución que nos trajo Jesús: una revolución para transformar la historia, una revolución
que cambia en profundidad el corazón del hombre. Las revoluciones de la historia han cambiado
los sistemas políticos, económicos, pero ninguna de ellas ha modificado verdaderamente el
corazón del hombre. La verdadera revolución, la que transforma radicalmente la vida, la realizó
Jesucristo (2014, p. 27).

El reduccionismo antropológico mina en sus bases más sólidas los principios de


la misericordia, principio de toda búsqueda de reivindicación de derechos humanos. Sin
misericordia (dar el corazón al mísero) las relaciones sociales carecen de sentido. La
cultura del consumismo ha reafirmado el reduccionismo antropológico, “La crisis
mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios
y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser
humano a una sola de sus necesidades: el consumo” (PAPA FRANCISCO Exhortación
Apostólica Evangelii Gaudium, no. 55). Reducir al hombre significa dejar de lado la
imagen del Padre que habita en cada persona. Dios es misericordia, no consumo; Dios
es amor, no dinero; Dios es servicio y entrega, no producción carente de sentido. Y en
este orden de ideas, el ser humano está llamado a imitar a su Creador del cual ha
salido. Teniendo en cuenta la anterior perspectiva es importante hacer mención de los
reduccionismos más sobresalientes en la época actual

2.1. Los reduccionismos de nuestros días

2.1.1. El dinero y el afán por las riquezas.


El ser humano es visto como un ser que vive para consumir y para conseguir dinero,
toda persona adquiere un valor social en la medida que tiene poder adquisitivo de lo
contrario no encaja en los principios que promueve la sociedad del dinero. La compra
desmedida de bienes y servicios, la creación de necesidades y la cultura del egoísmo
se hace la preocupación fundamental del hombre, ya decía Renzo Ricciardi en su obra
Este Jesús uno que no conocemos “la primera y fundamental preocupación del hombre,
en todos los tiempos, ha sido la riqueza, que aliena al hombre, lo “fija” en la
acumulación del dinero y de los bienes para asegurarse un bienestar, a menudo falaz,
porque el mañana no nos pertenece” (1981). Ante este reduccionismo quedan
subsumidos muchos aspectos que promueve el cristianismo como la caridad por el
prójimo, el compartir, la ayuda mutua y desinteresada, entre otros.

2.1.2. El poder político.

El ser humano tiene una concepción política donde sostiene que sólo desde el poder
político y las influencias se pueden hacer las cosas, es más sencillo conseguir ciertos
beneficios. Este poder político causa división, disputas y querellas entre los pueblos,
generando la pérdida del sentido del poder auténtico, que consiste en la voluntad propia
y colectiva que se tiene para alcanzar un proyecto de beneficio común. Cuando el poder
político es empleado inadecuadamente se convierte en un arma de reducción
antropológica y no de construcción humana. Pero nos enseña el Papa Francisco que un
auténtico poder es aquel que se vive y se lleva a cabo con ojos de misericordia, a
semejanza del Padre: “la omnipotencia de Dios se deja ver, se manifiesta sobre todo en
su misericordia y en el perdón” (PAPA FRANCISCO, Homilía en Santa Marta, 10 de
octubre de 2017).

2.1.3. La ciencia y la tecnología.


En la actualidad se habla del poder que ejerce la ciencia y la tecnología sobre los
seres humanos, consideradas como dos herramientas puestas al servicio del ser
humano, hoy lo han vuelto esclavo de sus avances y adelantos impregnando de esta
manera todos los ámbitos de la vida humana. La ciencia y la tecnología son además
fuentes de progreso, pero en ocasiones se convierten en un obstáculo para el
desarrollo de la vida porque sirven a interés económicos. El Papa Francisco es claro al
afirmar que la misericordia no mira y escoge ciencia, tecnología, modas, estereotipos y
cuentas bancarias para ser vivida, escoge el corazón del hombre que se siente
necesitado de misericordia y de la mirada bondadosa del Padre reflejada en la caridad
oportuna y eficaz del hermano: “Misericordia: es la ley fundamental que habita en el
corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en
el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el
corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado” (PAPA
FRANCISCO, Bula Misericordiae Vultus, 2015).

Frente a los reduccionismos mencionados anteriormente, el Papa invita a promover


una cultura de la misericordia fundamentada en un redescubrimiento del encuentro con
los demás: “Os ánimo, a través de la vida fraterna y con la ayuda del Espíritu Santo, a
‘hacer que crezca una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del
encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni
aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos’” (PAPA FRANCISCO,
encuentro con el movimiento suizo Fuente de la Misericordia, 10 de marzo de 2018).

2.1.4. Idolatría en las relaciones humanas: sociedad del consumismo

El consumismo es una fuerte tendencia en la sociedad actual. Toda persona


requiere consumir bienes y servicios para satisfacer necesidades básicas, pero en
muchas ocasiones se crean nuevas necesidades aquellas que promueve la cultura del
consumismo donde el ser humano está inmerso en la competitividad empresarial, la
búsqueda de dinero, y el gasto desmedido. Produciendo de esta manera una adhesión
al dinero y un culto que lo convierte en un nuevo ídolo.
Quien más consume, es porque posee mayores recursos económicos, y quien no
los posee, se afana en la búsqueda de los mismos. El dinero se convierte en “dios” y
bajo este presupuesto se cometen muchos errores a nivel social como la exclusión, “La
cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que
todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de
posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera”
(PAPA FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, no. 54). La palabra
consumo se entiende según el diccionario de la Real Academia, como un “sistema que
tiende a estimular la producción y uso de bienes no estrictamente necesarios”, A
continuación, se mencionan algunas problemáticas que se derivan del consumismo:

a. Aumenta la brecha existente entre ricos y pobres.

En la actualidad existe una profunda brecha social entre ricos y pobres. Los
primeros sobre estos últimos ejercen todo tipo de poder, puesto que pueden acceder
con mayor facilidad a todos los bienes y servicios que la sociedad consumista ofrece,
hecho que produce una serie de choques sociales que derivan en violencia, ignorancia,
falta de oportunidades, poder desmedido entro otros, “Cuando la sociedad – local,
nacional o mundial – abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrán
programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar
indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca
la reacción violenta de los excluídos del sistema, sino porque el sistema social y
económico es injusto en su raíz” (PAPA FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii
Gaudium, no. 59).

2.1.5. El dinero gobierna la sociedad.

El dinero gobierna el mundo actual, el hombre vive para servir al dinero y no


viceversa. Es un gran peligro para la misericordia, porque la misericordia exige que el
otro deje de ser visto como un simple objeto de consumo y consecución de riquezas
para mirarlo desde su dignidad “para solucionar este problema, debe tornarse la
economía y el consumo a la ética verdadera, que se interesa por el ser humano y no
por cuánto tiene en su cartera: “¡El dinero debe servir y no gobernar!...Os exhorto a la
solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a un ética a
favor del ser humano” (PAPA FRANCISCO, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium,
no. 57).

2.1.6. Egoísmo consumista que olvida a los pobres

Cuando se idolatra el consumismo muchas personas se quedan con sus propios bienes
encerrados en una burbuja que los vuelve indolentes, hace que vivan en un mundo
donde no hay lugar para el otro: “No compartir con los pobres los propios bienes es
robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, De Lazaro Concio II). Esta situación genera inequidad, aleja a la
sociedad actual de la paz y la seguridad, convirtiéndose en piedra de tropiezo para
alcanzar la tranquilidad total: “Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero
hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los
distintos pueblos será imposible erradicar la violencia” (PAPA FRANCISCO,
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, no. 59)

3. La propuesta antropológica del Papa Francisco: una visión arquitectónica en


las relaciones interpersonales

Con el propósito de restaurar la visión del ser humano, como un ser integral que
es imagen viva de Dios, el Papa Francisco propone la cultura de la misericordia una
posibilidad para derrumbar el ídolo del consumismo que promueve la individualidad y el
egoísmo. La presente investigación se ha direccionado a dar un seguimiento a la
propuesta antropológica-teológica del Papa Francisco, por ello nos preguntamos: ¿Cuál
es el ídolo que hay que derrumbar en la actualidad?
Según el romano pontífice el mundo actual requiere de una nueva cultura en las
relaciones humanas. La cultura de la misericordia, para tal efecto se ha hecho
seguimiento a algunos de sus postulados, presentes en documentos, catequesis, y
cartas dirigidas a toda la Iglesia y la humanidad entera. Las relaciones de projimidad
poseen una dinámica ejemplar. El otro sufre y toda persona está llamada a responder a
dicho sufrimiento ¿de qué manera? Francisco enfatiza en la conversión como una
categoría antropológica necesaria, dice: “El sufrimiento del otro constituye un llamado a
la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi
dependencia de Dios y de los hermanos”. (Mensaje del papa Francisco para la
Cuaresma 2015). En la situación de necesidad que padece el prójimo se revela mi
identidad. El yo solo puede construirse desde su relación con los otros, por tanto,
aunque no pueda experimentar el mismo dolor que padece el prójimo, si puedo co-
ejecutar su dolor, con-padecer sus sufrimientos.

Es importante acercarse al concepto de misericordia y su sentido al interior de la


Iglesia, para observar en qué medida contribuye a derrumbar todos aquellos ídolos que
se interponen en el plan salvífico de Dios, que promueve la misericordia y la felicidad
humana. ¿Qué es la misericordia? Para abordar este concepto es indispensable partir
del significado etimológico de la palabra “misericordia”, su definición al interior de la
teología, el sentido adquirido en la tradición de la Iglesia y la manera como la aborda el
Papa Francisco desde su antropología.

Etimológicamente hablando, la palabra “misericordia” deriva del latín y se


encuentra formado por dos palabras: miser, miserable o desdichado y cor, cordis que
en el español se traduce por corazón. Dichas palabras son acompañadas por el sufijo
ia, que indica cualidad o virtud. Así descrita, la misericorida es considerada la
capacidad de sentir la desdicha de los demás. Desde la etimología de la palabra se nos
propone un juego de palabras que sirve para efectos de la investigación y consiste en
dividir la palabra miserere en dos partes: 1). Mis: que traduce lejos de, enemigo de y 2).
ere que es la traducción latina del eros griego: amor. De esta manera, es miserable es
el que está lejos del amor. A su vez cordis proviene de la raíz latina cor, que se traduce
al español como corazón y dis que significa, dar, brindar, entregar, la misericordia. Por
tanto, es misericordioso quien entrega el corazón al que se encuentra lejos del amor.

Antes de abordar la concepción teológica es importante anotar, que la misericordia


desde su etimología puede ser entendida de diferentes maneras, como una realidad
que se encarna en la praxis cotidiana, pero se vive de manera operativa, cuando se
asiste al otro simplemente desde una acción que forma parte de la cotidianidad, así
mismo, la misericordia a partir del término coris alude al entramado de las emociones y
sentimientos que residen en el corazón, situación que en muchas ocasiones hace ver la
misericordia desde un punto de vista emotivo, reduciendo en todo momento la
concepción de un amor que promueve el don y la acogida y no simplemente un
emotivismo pasajero: “Son las vivencias interiores, las emociones, el placer
momentáneo, el sentimiento que me genera la compasión y el consuelo hacia el otro,
quienes rigen la praxis de esta visión de la misericordia” (Álvarez Alonso, 2016: 2).
Este hecho ha derivado en lo que se denomina como falsas misericordias, entre las que
se encuentran la misericordia filantrópica por la que se ayuda al otro con el objetivo de
alcanzar una satisfacción personal, aparece la misericordia sentimentalista, o aquella
que se queda en las buenas intenciones y no trasciende al plano de la acción, la
misericordia relativista promueve la realización del bien en todos los planos humanos,
mediante sacrificios, donaciones que escapan del verdadero bienestar universal,
finalmente aparece lo que la teóloga Carmen Álvarez ha denominado como una
misericordia espiritualista, aquella que se promueve desde la oración pero queda vacía
ante las obras (Álvarez Alonso, 2016: 3).

La anterior perspectiva permite comprender que la misericordia no puede ser


considerada como un concepto vacío, vista simplemente como un hecho por el que se
sirve al otro con unos fines específicos que en definitiva atienden a los fines de quien
sirve o se compadece, más allá de ser una acción, un sentimiento, una actividad que
promueve el bienestar social, la misericordia desde la teología es considerada como un
don, que ha estado presente desde el momento mismo de la Creación, pasando por
toda la historia de la Salvación que concluye con la venida de Jesucristo, donde Dios es
visto como un Padre misericordioso, que acompaña al ser humano en todas las etapas
de su existencia, se compadece de él con la ternura que siente un padre y una madre,
un amor que sale de las entrañas, que va más allá del emotivismo y que encarna una
relación que no se puede disolver porque proviene de un amor verdadero, es decir,
eterno, el Papa Francisco en el marco del año Jubilar de la misericordia, alude a esta
realidad, “no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su
amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo
de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor
“visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho
de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón” [ CITATION Luc16 \l 2058 ] . El amor
visceral escapa a todo acto superficial de misericordia, y en este sentido es considerada
como un don gratuito que proviene de Dios, un Dios que se dona en el acto de la
creación y en la entrega en la cruz, un don que exige reciprocidad, que invita a toda
persona a reconocerse como hija de Dios y hermano de su prójimo, la misericordia en
este sentido dignifica al ser humano, no lo reduce, no lo relativiza, ni lo fractura en
diversas partes, lo considera como un todo, como un bien en sí mismo, “La misericordia
cristiana, por tanto, es recíproca: mi entrega al otro le reafirma en la verdad de lo que él
es: una criatura amada por sí misma, y, al mismo tiempo, me reafirma también a mí en
la verdad de lo que yo soy: persona, es decir, una criatura que se realiza en el don de sí
a los demás” (Álvarez Alonso, 2016: 5).

La misericordia no puede ser vista simplemente como un acto de compasión por


el que se otorga un bien a los demás, la Iglesia la reconoce como un don, por el que se
recata la persona humana de manera integral, una misericordia que viene confirmada
por el amor de Dios y que invita a todo ser humano a apropiárselo, para reconocer al
otro desde su ser persona y en esta media poder valorarlo, edificarlo y acompañarlo,
porque la misericordia no se reduce únicamente a un acto de dar, es un acto de
acogida, de acompañamiento y de dignificación, “En realidad, es ese don compasivo de
Dios hacia el hombre, que nos precede de manera radical y originaria, el que nos
capacita para ser también nosotros misericordiosos con el otro” (Álvarez Alonso, 2016:
6).
Desde su sentido etimológico, teológico y bíblico, la misericordia no puede ser
entendida simplemente como un hecho de dar, otorgar un bien o un servicio a los
demás, como si se tratara de cumplir con un compromiso, de exteriorizar una emoción o
sentimiento, o de tener una satisfacción personal. La misericordia es un don gratuito de
Dios, que se vive desde el corazón mismo del ser humano, en el reconocimiento del
otro, como una persona que participa de la dignidad conferida por Dios a todos los
seres humanos, creados a imagen suya. Colocarse en el lugar del otro, sentir
compasión, tener misericordia por los demás, es sentirse hermano de los demás bajo la
mirada de un mismo Padre. La anterior perspectiva permite responder la pregunta que
motiva este apartado, solo se puede derrumbar el ídolo del consumo, que trae como
consecuencia el individualismo y el egoísmo, tomando conciencia sobre el sentido y el
valor que tiene la misericordia en la vida humana, pero aquella que surge del corazón,
que es visceral, que es también consiente, que dignifica la persona humana, al respecto
en uno de los mensajes dirigidos por el Papa Francisco con motivo de la bendición “urbi
et orbi” para la navidad del año 2015, el Papa recuerda que la misericordia es un
camino para superar el mal que promueve el egoísmo, “Sólo la misericordia puede
liberar a la Humanidad de tantas formas de mal, a veces monstruosas, que el egoísmo
genera". Ésta es la receta del Papa Francisco para las innumerables heridas del
mundo. Y la ofrece, en nombre de Dios, a todos los hombres de buena voluntad”
[ CITATION DIM15 \l 2058 ] . En la jornada mundial de la juventud llevada a cabo en Brasil,
el Papa Francisco alienta a los jóvenes para que dejen de lado los ídolos que los
esclavizan, les impiden desarrollar su proyecto de vida y alcanzar la felicidad, aquellos
ídolos que reducen al ser humano, reducen el sentido de la misericordia y conducen
finalmente al olvido de Dios:

Es cierto que hoy en día, todo un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de
tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito,
el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación
de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros.
Queridos hermanos y hermanas, seamos luces de esperanza. [ CITATION Pap13 \l 2058 ]
Derrumbar el ídolo del consumismo, el individualismo y el egoísmo no es una tarea
fácil, implica que toda persona reconozca que es obra de Dios y que todos los que lo
rodean son también obra de Dios, todos son llamados a tener un mismo corazón, un
corazón a imagen de Dios: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una
sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre
ellos” (Hch 4, 32).

3.1. La propuesta antropológica del Papa Francisco.

Para Francisco el ser humano es visto de manera integral, es decir, un ser que es frágil
pero también que esconde una profunda fortaleza, en una de las homilías el Papa
Francisco hace un resumen sobre la manera como debe comprenderse el ser humano y
la búsqueda en todo momento por salvaguardar su dignidad, en primer lugar, el Papa
se refiere a la identidad del ser humano, denominada como el ADN de ser los hijos de
Dios, independientemente de cualquier condición que forme parte del ser humano, “A
veces se le parece al padre más o menos, pero es hijo, ha recibido la identidad. Y si el
hijo es bueno el padre se llena de orgullo por este hijo ¿no? Y si es un poco feo el
padre lo ve igualmente bello, porque el padre es así. Siempre. Y si es malo, el padre lo
justifica, lo espera… Jesús nos ha mostrado como un padre sabe esperar a un hijo”
(Homilía en la casa Santa Marta, febrero 7 de 2017). En segundo lugar, resalta la gran
tarea que fue encomendada por Dios a Todos los seres humanos, la de cuidar y
promover la tierra como una posibilidad para sobrevivir, el Papa ha sido muy insistente
con la necesidad de cuidar y proteger la tierra, la casa común y con ella al ser humano,
un ser inteligente llamado a construir una ecología verde y una economía sostenible,
equitativa y benéfica para todas las personas. En Su visión antropológica resalta las
relaciones que establece el hombre con la mujer, cuya finalidad consiste en consolidar
la familia, a la luz de los valores cristianos que fundamentan las generaciones nacientes
el Papa Concluye diciendo “Demos gracias al Señor por estos tres regalos que nos ha
hecho: la identidad, el regalo-deber y el amor. Y pidamos la gracia de cuidar esta
identidad de hijos, de trabajar el don que nos ha dado y de llevarlo adelante. Pidamos
también la gracia de aprender todos los días a amar más” (Homilía en la casa Santa
Marta, febrero 7 de 2017).
Es importante anotar que el Pontificado del Papa Francisco gira en torno al ser
humano, su preocupación es la persona y los múltiples problemas que lo aquejan de
ahí que su Pontificado este marcado por una invitación constante para rescatar al ser
humano de la dificultad, uno de los primeros llamados que hace a la Iglesia es que
salga a las calles, es decir, que lleven el mensaje de la esperanza a todos los que lo
necesiten “Recordemos que su primera visita oficial fuera de Roma, a Lampedusa y
Cerdeña -Zonas más pobres de Italia-, fue para denunciar la indiferencia de occidente
ante el drama de las personas refugiadas” (López Campo, La misericordia en el Papa
Francisco, 2015:481).

El Papa Francisco advierte también que en muchas ocasiones la Iglesia ha


desconocido su papel en medio de la sociedad y por esta razón la invita a ser madre y
pastora, donde los ministros sean vistos en todo momento como el buen Samaritano,
quien auxilia a su prójimo sin reparación alguna. De ahí que invite a los sacerdotes a
trabajar por una Iglesia de puertas abiertas, donde toda persona se sienta parte de una
gran familia. El Papa Francisco pide en todo momento privilegiar a los pobres porque en
ellos se descubre la mirada de un ser humano frágil, que es vulnerable pero que a su
vez está revestido de grandeza gracias a la identidad conferida por Dios. “El verdadero
amor siempre es contemplativo, nos permite servir al otro no por necesidad o por
vanidad, sino porque el es bello, más allá de su apariencia” (Evangelii Gaudium 199).

El Papa Francisco ofrece una visión del ser humano integral, todo su mensaje es
dirigido a rescatar la dignidad humana, y por ende a construir una visión diferente sobre
el ser humano, donde sea respetado por ser hijo de Dios, por tener la capacidad para
transformar el mundo y para construir familia y comunidad, de ahí que toda persona
deba ser respetada desde su integralidad “Se comprende así que su mirada esté
principalmente dirigida al ser humano y que, cuando la dirige hacia la Iglesia, sea para
animarla a salir al encuentro de pobres y oprimidos, como continuadora de la misión del
Hijo” (López Campo, La misericordia en el Papa Francisco, 2015: 502).
En medio de la crisis que vive la humanidad del siglo XXI, especialmente por el ansia
de poder y del tener a costa de lo que corresponda hacer, ha llevado a que el mismo
hombre, genere grandes guerras económicas, empresariales, académicas, sociales,
políticas; la iglesia católica, no ha sido ajena a estos sucesos; pero ¿qué visión
antropológica ha tenido la iglesia de los últimos tiempos, sobre este hombre que se
corrompe cada vez más? Ya Juan Pablo II, tuvo su visión antropológica en los términos
de decir que el hombre posee la dimensión exterior, por el mero hecho de estar en una
realidad tangible que Dios ha dado para que viva en plenitud y a su vez posee la
dimensión transcendental en los términos de que es capaz de vivir en la realidad
espiritual que va más allá de aquello que se ve. Igualmente, dice que el hombre ha sido
siempre una realidad que no para de estudiarse, desde la interdisciplinariedad, así lo
dice el papa:

“El hombre creado a imagen de Dios es un ser al mismo tiempo corporal y espiritual, es decir, un
ser que, desde un punto de vista, está vinculado al mundo exterior y, desde otro, lo trasciende…
la verdad del hombre no cesa de ser en la historia objeto de análisis intelectual, no solo en el
ámbito de la filosofía, sino el de las muchas ciencias humanas: en una palabra, objeto de la
antropología” (Audiencia General, 16 de Abril de 1986, # 1).

El papa Benedicto XVI a diferencia de su antecesor, tiene la visión del hombre como un
ser que no fue hecho como un producto casual de la evolución, porque siendo así, la
vida no tendría sentido, hasta sería algo fastidioso para la misma naturaleza y mucho
menos se podría hablar de un Dios que conoce cada obra suya, realizándola por amor,
así lo menciona:

Si el hombre fuese solamente un producto casual de la evolución en algún lugar al margen del
universo, su vida estaría privada de sentido o incluso sería una molestia de la naturaleza. Pero no
es así: la razón estaba en el principio, la razón creadora, divina (Homilia de Vigilia Pascual,
Vaticano, Sabado 23 de Abril de 2011).

Pero posteriormente, llega el Papa Francisco, pontífice nacido en Buenos Aires –


Argentina en 1936, hijo de emigrantes, se graduó como técnico en química, estudió
filosofía y teología. En 1969, es ordenado sacerdote, fue profesor de literatura y
psicología, rector escolar, provincial de la Compañía de Jesús, en 1992 es nombrado
obispo auxiliar de Buenos Aires y para 1997, fue nombrado arzobispo de la misma
localidad, por la que trabajó por las comunidades abiertas, los pobres, los enfermos.
Fue creado cardenal en el 2001 por el Papa Juan Pablo II y en el 2013, asume el cómo
romano pontífice.

Ya desde su ministerio, se ha notado un profundo interés por los excluidos del mundo,
un sentido muy humano por el hombre y una gran misericordia, esto ha hecho que se
refleje de alguna manera en sus escritos, donde a partir por ejemplo de la Encíclica
Laudato Si (LS), escrito en el año 2015, con el tema del cuidado del medio ambiente,
trae una visión del hombre, como un ser en comunidad, un ser que hace parte de una
familia, así lo dice: “…todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y
conformamos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a
un respeto sagrado, cariñoso y humilde” (Carta Encíclica Laudato Si, #89).
Igualmente, el pontífice, valora la creación de la naturaleza, como los animales, las
plantas y la vida eco sistémica, fundamental para tener una existencia más plena, con
mejores niveles de calidad y como obra divina del Padre; pero coloca antes de esto al
ser humano, por quien primero debiera existir un respeto profundo, igualmente como
obra maestra de Dios y a su vez, existir una gran preocupación por el género humano
en cuanto a los niveles de desarrollo, ya que el desequilibrio, producto de las ansias de
poder y acaparamiento individual, ha llevado a que unos puedan tener mejores
oportunidades de vida, mientras otros están en la simple miseria que esperanza alguna
no les quedaría, por eso anuncia Francisco:

Es verdad que debe preocuparnos que otros seres vivos no sean tratados irresponsablemente.
Pero especialmente debería exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros,
porque seguimos tolerando que unos se consideren más dignos de otros. Dejamos de advertir
que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación,
mientras otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen (Carta Encíclica Laudato Si, # 90).

Por lo tanto, se puede decir que, en el romano pontífice, encontramos una visión muy
desde la hermandad, expresada en la ayuda al prójimo más necesitado, desde aquellas
realidades de vida que se ostentan hoy por las ansias desenfrenadas del materialismo y
consumismo que traen como consecuencia, subir la calidad de vida a unos a costa de
tener a muchos otros miles en bajísimos o aún, miserables niveles de existencia.
Francisco entiende que el hombre verdaderamente de Dios, es un sujeto que posee
misericordia al ver la tragedia humana y se mueve en pos de ella, para salvar aquello
que pocos se atreverían a rescatar, pues la otra vida de los que no saben qué hacer
con lo que tienen, no es verdaderamente misericordia, sino una simple carrera material,
dejando vacía la existencia. Además, el papa coloca en primer lugar al ser humano,
antes de cualquier criatura realizada por el Padre, pues es en él en quien Dios ha
colocado la misión de administrar la tierra, de conservarla, de postergarla y desde ahí,
dar alabanzas a quien la creó, siendo el resto de la naturaleza, un medio propicio para
sustentar la vida en términos de necesidades básicas.

Misericordia en el papa Francisco es reconocer que el medio ambiente hay que


respetarlo, protegerlo, cuidarlo; es saber que el hombre es la obra más grande que ha
podido hacer Dios; pero mucho más es saber que el prójimo me llama a que le muestre
el amor que se ha derramado con su Espíritu, para que desde ahí, sienta que a pesar
de las múltiples situaciones críticas, hay una esperanza en Jesús.

3.1.1. La interpretación antropológica y teológica de la misericordia en el Papa


Francisco.

El pontificado del Sucesor 266 del trono de San Pedro, está marcado por el tema de la
misericordia. Su magisterio, vida, sencillez, actitudes, gestos, palabras, y en general,
cada uno de sus actos, muestran que él no entiende una Iglesia que no viva la
misericordia, y que no se deje llenar de ella. Su lema miserando atque eligendo (lo miró
con misericordia y lo eligió), expresa su sentimiento profundo de sentirse inmerecido de
cualquier puesto, y que por tanto, su mirada tratará de ser tan misericordiosa como
aquella que lo miró un día a él; sus continuas invitaciones a la misericordia, sus
discursos sobre la necesidad de vencer la que ha llamado “la cultura de la indiferencia”,
son la ruta de trabajo que ha trazado para la Iglesia desde su elección hasta el fin de su
pontificado, es más, esto lo ha proyectado para que se extienda más allá. Pero, ¿qué
es misericordia para el Papa Francisco? En La bula Misericordiae Vultus, se encuentra
la respuesta, misericordia es la actitud natural del corazón de Dios, es decir, Dios no
puede sentir más que misericordia, pues su amor es infinito y bondadoso, siempre
presto para socorrer y curar, para levantar y reedificar al hombre sumergido por el
pecado en la muerte: “Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se
manifiesta su omnipotencia».

La misericordia es para el Papa Francisco, una palabra que tiene un sentido y un


significado bidireccional. Por un lado, se refiere a una actitud natural de Dios, pero
también es considerada como una respuesta del hombre al amor de Dios que se
traduce en caridad con el prójimo. En la figura del Papa Francisco es posible descubrir
el sentido que tiene la misericordia para la vida de la Iglesia y para todos los creyentes,
considerado como un Papa revolucionario Francisco es el culmen en la época actual,
de un camino recorrido por sus antecesores, el camino de la misericordia, cada Papa
ha sembrado con sus enseñanzas el mensaje de la misericordia y el Papa Francisco da
cuenta de los frutos de la misericordia a través de sus enseñanzas y de su testimonio,
todo su Pontificado es un testimonio vivo de un Cristo que va al encuentro del que
sufre, del desvalido, de aquel que necesita un rostro que lo acoja, por esta razón el
Papa siempre ha mirado con ojos de misericordia la humanidad entera y ha establecido
como parte de su consigna el rescate de los más pequeños, su preocupación por el
deterioro ambiental, por un mundo en guerra, por la inequidad social, por la explotación
y la violación de los derechos humanos marcan la pauta de un llamado a recorrer un
nuevo camino que conduzca a revitalizar al ser humano y lleve a establecer un marco
distinto en las relaciones interpersonales, una nueva y constante construcción de las
relaciones humanas que estén sustentadas en la misericordia, en ese ponerse en el
lugar del otro sin importar condición alguna, “Misericordia es la vía que une a Dios y al
hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre, a pesar
del límite de nuestro pecado (Misericordiae Vultus 1-2, 11 de abril de 2015).
Para el Papa Francisco ser misericordiosos no implica tener un corazón débil, por el
contrario, el que practica la misericordia está llamado a fortalecerse contantemente,
para estar acorde a los signos de los tiempos, y no ser indiferente ante las necesidades
de los demás. Son muchos los signos que dan cuenta de esta invitación por parte del
Papa Francisco, como acoger enfermos, auxiliar refugiados, visitar cárceles, alimentar
habitantes de la calle, entre muchos otros testimonios “Al atardecer de la vida seremos
juzgados en el amor, en la proximidad y en la ternura hacia los hermanos” (Homilía,
ceremonia de canonización de seis beatos, 23 de noviembre de 2014).

Al igual que los otros Sumos Pontífices el mensaje de la misericordia se fundamenta en


Jesucristo, y para el Papa Francisco la persona de Jesucristo no puede pasar
desapercibida porque es precisamente en el Salvador donde se encuentra presente el
amor de la Santísima Trinidad y que se manifiesta plenamente cuando Jesucristo
muere en la cruz, “De esa cruz brota la misericordia del Padre, que abraza al mundo
entero. Por medio de la cruz de Cristo ha sido vencido el maligno, ha sido derrotada la
muerte, se nos ha dado la vida, devuelto la esperanza (Ángelus, 14 de septiembre de
2014).

Francisco ofrece un mensaje renovado a la Iglesia entera, la invita a salir


constantemente de sí misma para promover el tesoro de la misericordia en medio de la
humanidad entera, de esta manera la misericordia es fundamental para adelantar la
tarea pastoral. La misericordia se convierte en un camino para dar respuestas a los
múltiples interrogantes que surgen en la actualidad, por esta razón la Iglesia debe dar
testimonio de la misericordia acogiendo y amando a todos aquellos que necesitan de
Dios, “La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y
compasivo. […] Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar
por la vía de la misericordia. […]”. (Misericordiae Vultus 10).

Toda la propuesta del Papa Francisco sobre la misericordia tiene su culmen en el


Jubileo de la misericordia, un llamado para que todas las personas tomen conciencia
sobre su realidad individual, transformen su vida e incorporen el amor en las diferentes
acciones emprendidas, el jubileo busca que se renueven las relaciones interpersonales,
y todos los ámbitos en los cuales se desenvuelven los seres humanos “Se necesitan
cristianos que hagan visible a los hombres de hoy la misericordia de Dios, su ternura
hacia cada creatura” (Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización,
2015: 87).

4. Conclusiones

¿Cómo construir una propuesta que posibilite una visión arquitectónica de las
relaciones humanas? Sin duda alguna en la época actual las visiones ocupan un lugar
preeminente, en el centro de todo se encuentra la mirada, el punto de vista, la propia
perspectiva, aún más, el sentido del mundo, la manera como se interpreta la realidad y
se conceptualiza, hablar de una visión arquitectónica, significa pensar en la posibilidad
de una concepción sobre la realidad que parte de la construcción, que en este caso
alude a las relaciones interpersonales, no es un secreto que el Papa Francisco desde el
mismo comienzo de su Pontificado ha tenido un marcado interés por las relaciones
interpersonales, un hecho que ha ocupado gran parte de su pensamiento antropológico.
Es importante en continuidad con la primera parte de este artículo, hacer una lectura de
la misericordia en las Sagradas Escrituras y en el magisterio de la Iglesia, para llegar a
la propuesta del Papa Francisco, una visión arquitectónica de las relaciones humanas.
En el Antiguo Testamento la imagen de Dios es percibida desde dos puntos de vista,
por un lado, se presenta como un Dios que ejerce su autoridad frente al hombre, siendo
implacable y justiciero, en el Nuevo Testamento es visto como un Padre que acoge con
misericordia a los que sufren, no obstante, Dios es un Padre misericordioso que
interviene en la historia de la Salvación, Una de las definiciones de Dios que nos da la
Sagrada Escritura es «El piadoso y compasivo» (Ex. 22,26) 

El mensaje del Papa Francisco resuena en la humanidad entera, el Papa de la


misericordia se ha convertido en un verdadero revolucionario del amor de Dios en
medio de una humanidad que experimenta de manera continua la presencia del mal en
sus acciones, el Papa es un faro de luz que muestra un camino diferente a todos los
seres humanos, un camino que no se desvía del propósito de Dios para la humanidad
entera y que consiste en que toda persona sea feliz. Tantas y tantas personas
descubren en el mensaje de Francisco una palabra de aliento que los motiva a seguir
viviendo en medio de la adversidad y los invita a encender la luz del amor de Dios en
sus vidas.

Que diferente sería el mundo entero si se apropiaran del valor y el sentido que
tiene la misericordia como una posibilidad para amarse a sí mismo y amar a los demás,
dejando de lado tantas propuestas que promueven una cultura de la muerte, el odio y el
sinsentido, en la actualidad se necesitan de hombres y mujeres que sean promotores
de la misericordia en todos los rincones del mundo, para que resplandezca la luz de la
verdad en aquellos que viven sumergidos en la oscuridad. Hoy se necesitan nuevos
samaritanos que vivan y sientan el dolor humano como su propio dolor, que se
arriesguen a construir relaciones interpersonales sustentadas en la misericordia que
proviene de Dios, “El Padre misericordioso” que acoge a justos y pecadores bajo un
mismo techo.

El pasaje de la mujer adúltera es un vivo testimonio de la vulnerabilidad humana,


nadie está exento de vivir en la dificultad, el hombre es un ser frágil por naturaleza, pero
se hace grande en el encuentro con Dios, quien revitaliza y renueva el corazón en todo
momento, quien está a la puerta del corazón llamando para dar nueva vida. Hoy el
Papa Francisco es un testigo de la misericordia de Dios y hoy todo ser humano es
llamado a ser testigo de la misericordia, especialmente aquellos que son seguidores de
Jesucristo, Quién murió por misericordia para salvar a la humanidad.

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