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¿Cómo pensar la grupalidad en tiempos de distanciamiento social?

Todo inicio de ciclo abre paso a nuevas oportunidades, nuevas esperanzas y


nuevas ambiciones de lo que vendrá, pero nadie se hubiese imaginado lo que
traería consigo el inicio del año 2020. Para poder plantear o expresar cómo pensar
la grupalidad en tiempos de distanciamiento social, se debe, en primer lugar, poner
en contexto. El mundo se ha conmovido y conmocionado por la aparición del
COVID-19, enfermedad infecciosa causada por una nueva cepa de coronavirus
conocida como SARS-CoV-2, cuyos síntomas más frecuentes son fiebre, tos seca,
dificultades respiratorias, dolor muscular, cefalea, entre otros. (Ministerio de Salud,
2021). La Organización Mundial de la Salud (2020) ha propuesto diversas medidas
para la prevención y disminución de los contagios que implican el distanciamiento
(físico) social, la higienización de las manos, la limpieza de las superficies y objetos
de uso cotidiano, la ventilación de ambientes cerrados, el uso del tapabocas o
barbijo, así como también el aislamiento o cuarentena.

A partir de estas sugerencias, cada país ha aplicado sus propias medidas. Las
principales medidas sanitarias argentinas fueron el Aislamiento Social Preventivo y
Obligatorio y el Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (Boletín Oficial de la
República Argentina, 2021), que primariamente abarcaban desde el 20 de marzo del
2020 hasta el 26 de abril del 2020, sin embargo, debido al aumento de los contagios
principalmente en Buenos Aires, se propuso la segmentación geográfica desde el 27
de abril de 2020 hasta la actualidad. Esto implicó restricciones en ámbitos
mayoritariamente sociales como los lugares de trabajo, la educación, los
restaurantes y centros de ocio (cines, teatros, espectáculos deportivos y musicales,
plazas, etc.), hoteles y lugares turísticos. Es decir, toda actividad que implicase la
aglomeración de personas, estaría atentando contra la salud y el bienestar de la
población.

La mayor parte de los espacios educativos y laborales que se encontraban atados a


espacios físicos se han amoldado a lo virtual. A causa de esto, se fue observando a
lo largo de la pandemia un cambio radical en las formas de socialización, de
comunicación, de aprendizaje y de vinculación. Esta situación actual nos lleva a
replantear la manera en la que fueron modificándose los vínculos y por tanto, cómo
cambió la forma de pensar la grupalidad.

Ante esto, surge una incógnita: ¿Cómo se han modificado las formas de
vinculación? ¿Y cómo ocurre la nueva formación de los grupos en la
actualidad?

Teniendo en cuenta la influencia del distanciamiento social debido a la pandemia, se


toma como eje en este trabajo los vínculos y la dualidad que estos presentan en la
actualidad, particularmente en el espacio académico de la Facultad de Psicología de
la Universidad de Buenos Aires. En otras palabras, se ha podido apreciar una doble
cara de los vínculos en esta pandemia: por un lado, la relación entre la empatía y la
intolerancia en los grupos y, por el otro lado, la dificultad de formar nuevos vínculos.

Previo al desarrollo, es indispensable enunciar las nuevas formas de vinculación en


pandemia. Como ya fue mencionado anteriormente, los cambios introducidos por la
pandemia han llevado a moldear los espacios presenciales a las posibilidades
dadas por los espacios virtuales, muchas veces quedando éstos reducidos. Este es
el contexto en el que surgen y se desarrollan las nuevas formas de vinculación,
recayendo sobre las redes sociales, y particularmente sobre Whatsapp.
Centrándose en el ámbito educativo, actualmente los grupos de Whatsapp han
tomado un rol fundamental en lo que respecta a la comunicación y a la transmisión
de información. De esta forma, se observó un gran incremento en la formación de
dichos grupos con el objetivo de mantenerse en contacto con compañeros e incluso
con profesores. Puede apreciarse aquí una diferencia en comparación con la
modalidad presencial en la cual no estaba tan institucionalizada la idea de la
comunicación por las redes sociales, y menos en grupos tan numerosos.

Ahora bien, en relación a la primera cara de la problemática, es posible identificar


dos formas de trato en los grupos. Partiendo de las definiciones de La Real
Academia Española (s.f), se denomina empatía a la “capacidad de identificarse con
alguien y compartir sus sentimientos”. Por otro lado, la intolerancia se presenta
como la carencia de tolerancia, siendo esta última “la falta de respeto hacia las

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ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las
propias”.

Con respecto a la empatía, se observa una particular forma de expresión en los


grupos actuales: es notable que, debido a la incertidumbre que genera muchas
veces el amplio contenido del campus y la falta de información, los alumnos se han
volcado cada vez más a la formación de grupos de WhatsApp para mantenerse
informados, despejando dudas, frustraciones e inquietudes, y formando conexiones
empáticas relacionadas a la difícil situación que están atravesando. Es posible decir
que, para sobrellevar los problemas académicos y administrativos relativos a los
espacios facultativos, se ha vuelto esencial el apoyo del otro, del compañero,
creando un espacio de ayuda y contención, destacándose en particular una cierta
función de catarsis y de desahogo, que se presentará o no según el grupo y sus
integrantes. En otras palabras, los estudiantes se vieron obligados a mantener un
contacto estrecho entre sí, posibilitando un intercambio fructífero que dé como
resultado un acompañamiento en este momento tan angustiante que deben de
transitar.

Ahora bien, se debe tener en cuenta que, debido a la creación constante de


diversos grupos de WhatsApp y de estudio para poder generar un apoyo entre los
estudiantes, no sólo se ha incrementado la empatía, sino también un cierto nivel de
intolerancia que hay que remarcar. Es importante destacar que, si bien las redes
sociales y WhatsApp son herramientas que facilitan la comunicación y hacen posible
la misma, resultan ser, a la vez, herramientas limitadoras. Hay muchísimos aspectos
que se ponen en juego en un discurso, los cuales se tornan imposibles de poder ser
replicados por una aplicación o pantalla. Demás está decir que la lectura que se
hace del mismo queda a merced de la subjetividad de quien lo lee. Fernández
afirma que “(…) no sólo lo dicho y lo no dicho -orden del lenguaje, plano discursivo-
sino también los movimientos corporales, los movimientos espaciales, los silencios
(…) van conformando el complejo entramado de las configuraciones o formas de un
grupo, que en un juego inagotable son, a su vez, generadoras de otros múltiples
sentidos” (Fernández A., M., 1989, Capítulo 7, p. 106). En esta línea, puede decirse
que todos esos aspectos que se aprecian a simple vista y de forma automática en la
presencialidad, se pierden en la virtualidad, lo cual impacta directamente en la

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lectura que puede hacer la otra persona sobre lo que uno está queriendo expresar,
debido a la subjetividad de la misma. Vale la pena agregar que la forma de pensar la
grupalidad se centra en lo planteado por A.M Fernadez (1989), quien propone
pensar al grupo como un nudo grupal: un nudo que tiene varias subjetividades y
singularidades cargadas de diferentes percepciones e intensidades que se anudan o
desanudan, orientando así al grupo hacia una forma de generar nuevos sentidos,
que se pueden ver reflejados en las nuevas formas de vincularse y comportarse que
hemos propuesto anteriormente. Se podría decir que, además de la situación tan
particular que los estudiantes deben transitar hoy en día, al haber una inmensidad
inacabable de grupos de Whatsapp junto con la falta de un acercamiento con el
docente y con los estudiantes en los espacios físicos que provee la facultad, el
estudiante se ve atrapado entre la necesidad de una comunicación constante con
sus compañeros, con el docente (que en algunas materias está presente en los
grupos de Whatsapp), y, la intolerancia, la incertidumbre y la intranquilidad que
muchas veces transmiten los demás estudiantes. El alumno no puede dejar los
grupos de Whatsapp, ya que son, la mayoría de las veces, su única forma de
mantener un contacto con los demás, en tanto que sus compañeros se encuentran
en las mismas condiciones, es decir, desorientados, no teniendo un intercambio
estrecho con el profesor, entre otras cuestiones.

Ahora bien, con respecto a la formación de nuevos vínculos y las dificultades que
conllevan, es posible pensar al contexto del grupo, no como una realidad externa,
sino como fundante del mismo. Entonces podría decirse que, en este contexto
social, la realidad de la pandemia fue generadora de una nueva forma de sentido y
de vinculación dentro de los grupos, que se manifiesta a través del intercambio
virtual donde realmente se pierde la posibilidad de entablar vínculos profundos, ya
que el sujeto está pero de forma tácita. Esto, claramente, dificulta la emergencia de
una posible conexión e intercambio social profundo entre los sujetos, interacción
que sí se puede dar en un encuentro presencial. El vínculo se presenta en un
estado de anonimato en el cual no se tiene en cuenta la subjetividad del otro y, por
ende, los vínculos se tornan efímeros en el sentido que se vieron reemplazados por
la virtualidad, por la tecnología misma.

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Previo a la pandemia, los estudiantes llegaban a la facultad y, en la espera de entrar
a una clase o en el comienzo de la misma, se generaban encuentros espontáneos
con otros estudiantes; se entablaban todo tipo de conversaciones, desde temas
superficiales como el clima y la ropa hasta intercambios más personales o
simplemente relacionados a la materia. Incluso, la disposición de los bancos en
ronda en muchas de las clases generaba un intercambio más relajado e informal
con los otros. Así también, en la realización de trabajos grupales, las
conversaciones se ampliaban y desplegaban abarcando diversos temas al margen
de la temática del trabajo en sí. De esta forma era más espontáneo el nacimiento de
un vínculo. En contraposición, hoy en día, en las clases virtuales muchos alumnos
no prenden sus cámaras e incluso muchos de ellos carecen de una foto de perfil,
por ende, el estudiante no llega a percibir a sus compañeros, en otras palabras, no
logra formarse una imagen de ellos ya que nunca los vio. Incluso, al relacionarse a
través de una pantalla, aún pudiendo visibilizar al otro, permanece igualmente una
falta que se hace notar. Es por esto que, de alguna forma u otra, el discurso termina
siendo modificado, ya que, la falta de un encuentro presencial imposibilita observar
cómo aquello que decimos impacta en el otro. Es decir, hay una falta del cuerpo del
otro, de sus expresiones y de su lenguaje corporal que enriquecerían la
comunicación y permitirían un mejor intercambio social. Todas estas cuestiones se
ven perjudicadas e invisibilizadas a través de las pantallas.

En síntesis, la pandemia ha afectado tanto a las sociedades y comunidades como a


los individuos que forman parte de las mismas. Los efectos de la pandemia no sólo
pueden ser vistos en aquellos que padecieron -y padecen- el virus y,
consecuentemente, en su grupo familiar, sino también en aquellos sujetos que han
experimentado cambios en su vida cotidiana, ya sea en el ámbito laboral,
económico, educativo, entre otros. Absolutamente nadie queda exento de todas las
consecuencias que ha traído consigo el contexto de pandemia, siendo una de estas,
los cambios en las formas de vinculación. Diversos factores afectan el modo de
vincularse con los otros, de entablar conversaciones con los mismos y de crear
nuevos vínculos. Aun así, ha sido objetivo de este informe centrarse, por un lado, en
el aspecto de la empatía y de la intolerancia y, por el otro, la dificultad de generar
nuevos vínculos. No obstante, se debe mencionar que ciertos interrogantes han
quedado por fuera del desarrollo de este informe, pero no por ello carecen de

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importancia para pensar los cambios en los modos de vinculación durante la
pandemia. Por ejemplo, ¿se podría mejorar tanto el vínculo como la comunicación
grupal en la situación actual que estamos atravesando? ¿Cómo? Asimismo, con
respecto a la figura del coordinador, ¿se podría pensar al mismo tomando un rol
dentro de los grupos de WhatsApp?

Por último, como espacio de reflexión se podría decir que está en cada uno hacer el
esfuerzo de recordar constantemente que tras la pantalla, a la cual tenemos acceso,
se encuentra una persona de carne y hueso, con emociones y sentimientos, y que,
aunque no lo sepamos, puede encontrarse en una situación difícil (ya sea familiar,
laboral, de salud, etc). El tenerlo presente, puede causar que se generen vínculos
más humanos.

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Bibliografía

Boletín Oficial de la República Argentina (Edición del 21 de mayo de 2021).


Legislación y Avisos Oficiales. DISTANCIAMIENTO SOCIAL,
PREVENTIVO Y OBLIGATORIO Y AISLAMIENTO SOCIAL,
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https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/241290/2021022
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Real Academia Española (s.f). En el diccionario de la Real Academia
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