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A partir de estas sugerencias, cada país ha aplicado sus propias medidas. Las
principales medidas sanitarias argentinas fueron el Aislamiento Social Preventivo y
Obligatorio y el Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (Boletín Oficial de la
República Argentina, 2021), que primariamente abarcaban desde el 20 de marzo del
2020 hasta el 26 de abril del 2020, sin embargo, debido al aumento de los contagios
principalmente en Buenos Aires, se propuso la segmentación geográfica desde el 27
de abril de 2020 hasta la actualidad. Esto implicó restricciones en ámbitos
mayoritariamente sociales como los lugares de trabajo, la educación, los
restaurantes y centros de ocio (cines, teatros, espectáculos deportivos y musicales,
plazas, etc.), hoteles y lugares turísticos. Es decir, toda actividad que implicase la
aglomeración de personas, estaría atentando contra la salud y el bienestar de la
población.
Ante esto, surge una incógnita: ¿Cómo se han modificado las formas de
vinculación? ¿Y cómo ocurre la nueva formación de los grupos en la
actualidad?
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ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las
propias”.
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lectura que puede hacer la otra persona sobre lo que uno está queriendo expresar,
debido a la subjetividad de la misma. Vale la pena agregar que la forma de pensar la
grupalidad se centra en lo planteado por A.M Fernadez (1989), quien propone
pensar al grupo como un nudo grupal: un nudo que tiene varias subjetividades y
singularidades cargadas de diferentes percepciones e intensidades que se anudan o
desanudan, orientando así al grupo hacia una forma de generar nuevos sentidos,
que se pueden ver reflejados en las nuevas formas de vincularse y comportarse que
hemos propuesto anteriormente. Se podría decir que, además de la situación tan
particular que los estudiantes deben transitar hoy en día, al haber una inmensidad
inacabable de grupos de Whatsapp junto con la falta de un acercamiento con el
docente y con los estudiantes en los espacios físicos que provee la facultad, el
estudiante se ve atrapado entre la necesidad de una comunicación constante con
sus compañeros, con el docente (que en algunas materias está presente en los
grupos de Whatsapp), y, la intolerancia, la incertidumbre y la intranquilidad que
muchas veces transmiten los demás estudiantes. El alumno no puede dejar los
grupos de Whatsapp, ya que son, la mayoría de las veces, su única forma de
mantener un contacto con los demás, en tanto que sus compañeros se encuentran
en las mismas condiciones, es decir, desorientados, no teniendo un intercambio
estrecho con el profesor, entre otras cuestiones.
Ahora bien, con respecto a la formación de nuevos vínculos y las dificultades que
conllevan, es posible pensar al contexto del grupo, no como una realidad externa,
sino como fundante del mismo. Entonces podría decirse que, en este contexto
social, la realidad de la pandemia fue generadora de una nueva forma de sentido y
de vinculación dentro de los grupos, que se manifiesta a través del intercambio
virtual donde realmente se pierde la posibilidad de entablar vínculos profundos, ya
que el sujeto está pero de forma tácita. Esto, claramente, dificulta la emergencia de
una posible conexión e intercambio social profundo entre los sujetos, interacción
que sí se puede dar en un encuentro presencial. El vínculo se presenta en un
estado de anonimato en el cual no se tiene en cuenta la subjetividad del otro y, por
ende, los vínculos se tornan efímeros en el sentido que se vieron reemplazados por
la virtualidad, por la tecnología misma.
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Previo a la pandemia, los estudiantes llegaban a la facultad y, en la espera de entrar
a una clase o en el comienzo de la misma, se generaban encuentros espontáneos
con otros estudiantes; se entablaban todo tipo de conversaciones, desde temas
superficiales como el clima y la ropa hasta intercambios más personales o
simplemente relacionados a la materia. Incluso, la disposición de los bancos en
ronda en muchas de las clases generaba un intercambio más relajado e informal
con los otros. Así también, en la realización de trabajos grupales, las
conversaciones se ampliaban y desplegaban abarcando diversos temas al margen
de la temática del trabajo en sí. De esta forma era más espontáneo el nacimiento de
un vínculo. En contraposición, hoy en día, en las clases virtuales muchos alumnos
no prenden sus cámaras e incluso muchos de ellos carecen de una foto de perfil,
por ende, el estudiante no llega a percibir a sus compañeros, en otras palabras, no
logra formarse una imagen de ellos ya que nunca los vio. Incluso, al relacionarse a
través de una pantalla, aún pudiendo visibilizar al otro, permanece igualmente una
falta que se hace notar. Es por esto que, de alguna forma u otra, el discurso termina
siendo modificado, ya que, la falta de un encuentro presencial imposibilita observar
cómo aquello que decimos impacta en el otro. Es decir, hay una falta del cuerpo del
otro, de sus expresiones y de su lenguaje corporal que enriquecerían la
comunicación y permitirían un mejor intercambio social. Todas estas cuestiones se
ven perjudicadas e invisibilizadas a través de las pantallas.
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importancia para pensar los cambios en los modos de vinculación durante la
pandemia. Por ejemplo, ¿se podría mejorar tanto el vínculo como la comunicación
grupal en la situación actual que estamos atravesando? ¿Cómo? Asimismo, con
respecto a la figura del coordinador, ¿se podría pensar al mismo tomando un rol
dentro de los grupos de WhatsApp?
Por último, como espacio de reflexión se podría decir que está en cada uno hacer el
esfuerzo de recordar constantemente que tras la pantalla, a la cual tenemos acceso,
se encuentra una persona de carne y hueso, con emociones y sentimientos, y que,
aunque no lo sepamos, puede encontrarse en una situación difícil (ya sea familiar,
laboral, de salud, etc). El tenerlo presente, puede causar que se generen vínculos
más humanos.
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Bibliografía