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Jürgen Habermas
A manera de Introducción
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http://www.goldhagen.com
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la labor de los investigadores en Ciencias Sociales. Refiriendo al aporte, Habermas escribe
“debemos a Goldhagen nuestro agradecimiento”.
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hacer un uso público legítimo de la historia, para explicar después porque los casos
estudiados por Goldhagen resultan adecuados para la búsqueda de una autocomprensión
ético-política libre de malentendidos moralistas”13.
“La historiografía moderna se dirige a dos destinatarios: el gremio de los historiadores y el
público en general. Una buena exposición de la historia contemporánea debe cumplir las
condiciones críticas de la disciplina científica y satisfacer al mismo tiempo las expectativas
de un público lector interesado”14.
“el punto de vista del observador analítico [en el ejercicio] de auto comprensión colectiva,
la ciencia histórica degenera en políticas de la historia. La alianza entre historicismo y
nacionalismo se debió en su momento a esta confusión”15.
Habermas, al igual que afirmaba Carlo Guinzburg en “El juez y el historiador”(1991), nos da
una lección de metodología, una constante en las obras del autor. Analiza el uso que
realiza el juez de los testimonios, señalando las relaciones “intrincadas y ambiguas” que
median entre el juez y el historiador. “La justicia penal política, necesita el concurso de los
expertos en historia. Cuando se trata de crímenes políticos de masas, la justicia y la
historia examinan los mismos problemas de atribución. Ambas se interesan por quien
estuvo implicado en qué delitos, tratan de determinar si las consecuencias de los actos
examinados deben imputarse más bien a las personas o a las circunstancias (…) el juez
sólo puede sacar provecho de los dictámenes periciales del historiador, y el historiador
sólo puede sacar provecho de los documentos del sumario. Uno y otro contemplan los
mismos fenómenos desde perspectivas diferentes. El uno se interesa por la imputabilidad
de las acciones; el otro, por la clarificación de las causas”16.
La perspectiva del historiador tiene una función clave para Habermas, “desde el punto de
vista moral se trata de juzgar entre lo justo y lo injusto, aunque sin las estrictas normas de
procedimiento del código penal”17. Pero este análisis de lo justo o injusto varía
generacionalmente entre los ciudadanos.
Habermas dice que para hacer frente al pasado traumático la historia propone una
perspectiva que “no es de la condena ni de la absolución de los mayores, sino el examen
crítico que sus descendientes hacen de su propia situación (...) Y no señalan la culpa de
otras personas”18 y nos revela a la vez la complejidad de las relaciones sociales ya que “ de
un comportamiento individual culpable en el pasado surge la conciencia de la
responsabilidad colectiva”19. “Cada generación en su forma de pensar y de sentir en la
gestualidad de su expresión y en sus modos de precepción, está unida por una red de hilos
culturales a las formas de vida y a las mentalidades de generaciones precedentes”20.
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Los estudios de caso de Goldhagen principalmente “sobre los batallones de la policía y las
marchas de la muerte; intentan llegar a conclusiones, en el marco de un particular aparato
teórico, que refiere a observados de comportamiento que orientan pautas y mentalidades”
agrega Habermas a continuación: “a mí me ha convencido la clara estrategia
argumentativa de Goldhagen, quien define a los círculos de perpetradores que investiga
como constituidos por miembros de las instituciones de asesinato que participan
directamente en el asesinato de judíos”21.
Siguiendo con el análisis de Habermas sobre Goldhagen, respecto de las implicancias y la
responsabilidad de los grupos que participaron activamente del genocidio, este observa
que “se encuentran al final de una compleja cadena de eventos (…) soluciona por la
implicación las cuestiones de responsabilidad objetiva, (…) diferenciadas y administrativas
de asesinatos masivos organizados”22. Goldhagen, continúa Habermas, “infiere que los
perpetradores tenían la suficiente capacidad como para reflexionar sobre sus acciones: los
perpetradores vivían en un mundo en el cual la reflexión, la discusión y el desacuerdo eran
posibles”23.
Cuando Habermas indaga sobre los móviles de la represión nacionalsocialista parafrasea a
Goldhagen, quien señala que “las operaciones de asesinato que fueron ejecutadas por
voluntarios o que los perpetradores llevaron a cabo por propia iniciativa, rechazos de
oportunidades de excusarse voluntariamente de participar en masacres y oportunidades
en el momento de no tomar parte en estas operaciones sin la amenaza de ser castigados
(…) estos hombres entendieron que podían por lo menos, pedir ser transferidos a otra
posición y que incluso podían negarse a seguir órdenes sin poner sus propias vidas en
peligro”(…) también habla en contra de la idea de que los perpetradores se encontraban
bajo coersión”24 con esto a la vez logra demostrar “la inoperancia de otros argumentos
que permiten excusara los perpetradores como los efectos sociales y psicológicos de las
presiones grupales, el acostumbramiento a la criminalidad masiva sancionada por el
Estado, o una inconsciente atadura a la autoridad del Estado”25.
Goldhagen entonces refuta estas conductas sometidas por las “instancias de oposición y
de abierta insubordinación en otras situaciones que no tenían nada que ver con el
asesinato de los judíos” además “la idea de que la corrupción, ambición o el interés en
ascender no jugaron un rol motivacional decisivo”26.
Muchas actividades según Goldhagen se perpetuaron como “crímenes legítimos”.
Otra importante causa de la naturalización de las acciones segregacionistas, como
Goldhagen reafirma, es la evidencia del trato diferencial de las víctimas durante el
holocausto “El síndrome antisemita se expresa en el hecho que en situaciones similares los
judíos la pasaban peor que los polacos, rusos, prisioneros políticos y otros. Los
perpetradores trataban a los judíos de forma más cruel que a sus otras víctimas”27.
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Idem.
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26
Idem.
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Pero a su vez la naturalización del uso de la violencia según este autor, son explicadas
mediante las acciones asesinas de sus perpetradores que define como “hombres
corrientes”, dispuestos a asesinar judíos. Esta tesis vuelve a romper con la idea de que los
soldados rasos, las personas comunes y la elite, eran impulsados a cometer crímenes por
estar subordinados a mecanismos de coerción provenientes del aparato estatal represivo.
En este contexto se descubre que existía una abierta cultura antisemita en Alemania,
donde los judíos eran discriminados abiertamente: objeto de violencia física y verbal y se
les prohibía ejercer profesiones vinculadas a la enseñanza y las leyes. “Desde 1933 en
adelante la población judía fue sistemáticamente excluida de cada esfera de la sociedad
alemana”28.
Concluye Habermas, asegurando que todo “esto no hubiera sido posible sin el silencio
cómplice de un estrato más amplio de la población alemana”29.
Goldhagen sin embargo no entiende al eliminacionismo como proyecto nacional,
coincidiendo en este punto con Habermas, niega las explicaciones monocausales,
haciendo un análisis comparativo de la historia.
“La explicación de Goldhagen se refiere a tradiciones y mentalidades específicas a modos
de pensamiento y de percepción de un determinado contexto cultural. (…) Debemos
agradecer a Goldhagen que nos haya confirmado una forma muy distinta de contemplar el
pasado”30.
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29
Op.Cít.
30
Pág.216.