Está en la página 1de 4

Continuidad de los Parques

Integrantes:

-Isidora Barrientos

-Guillermo Cabrera

-Grisel Guerra

-Héctor Ulloa

Curso: 8°A

Profesora: María Isabel Díaz Monsalves


(Acto I)

(Carlos, que está sentado en un sillón en una habitación un poco antigua, tiene unos
papeles a mano, a su lado una mesa con una taza de café y un libro. Al frente, una ventana
en la que se puede observar un parque.)

CARLOS. ¡Dios, este trabajo…! No me ha dado tiempo de leer mi libro. (Hace un cambio
entre los papeles y el libro de la mesa.) Supongo que… un descanso no me haría nada más.
(Saca una campanilla de su bolsillo, agitándola suavemente). Sebastian, Sebastian.

SEBASTIAN. (Se escucha el chillido de la puerta. Sebastian entra.) ¿Qué desea, mi amo?

CARLOS. (Agarra un papel y se lo entrega a Sebastian.) Sebastian, necesito que envuelvas


este escrito en una hermosa carta para mi apoderado.

SEBASTIAN. Entendido mi amo. (Dobla el papel y lo guarda en su bolsillo.) ¿Eso es


todo?

CARLOS. Si, supongo. (Se levanta mirando hacia la ventana.)

SEBASTIAN. Entonces señor… ¿Cómo estuvo su día?

CARLOS. Muy mal Sebastian… Hoy no he tenido tiempo para leer mi libro, porque, ya
sabes, negocios. Solo tuve oportunidad de leer en mi regreso en tren. (Se gira, pensativo.)
Ahora que lo pienso, ¿Por qué te tengo que contar mi vida?

SEBASTIAN. Lo siento señor, no era mi intención molestarlo.

CARLOS. (Algo serio.) Ve a hacer lo que te dije.

SEBASTIAN. Me retiro señor. (Sale de escena.)

CARLOS. (Se sienta en el sillón, abre el libro y comienza a leer.)


(Acto II)

(Aparece una mujer en un escenario que aparenta ser una cabaña. El lugar está helado,
pero no es problema para la mujer. Hay un perchero cerca de la puerta.)

SARA. Vaya, que frio... (Deja su abrigo en el perchero) Me pregunto si Eduardo no tarda
en llegar. (Se nota inquieta. Se escucha el toque de una puerta.)

EDUARDO. (Entra en escena, herido.) Lo siento, ¿te he hecho esperar?

SARA. No mi amor… (Se acerca a Eduardo y le da un beso, acariciándolo.) ¿Y… esa


herida?

EDUARDO. Nada grave, solo choqué con una rama.

SARA. ¿Seguro…? (Cuelga sus brazos en su cuello.)

EDUARDO. No hagas eso, tengo que terminar con esto. (Aparta las manos de Sara.)

SARA. ¿De qué hablas?

EDUARDO. Yo no puedo ser el segundo, el que siempre anda detrás.

SARA. ¡Pero amor!

EDUARDO. Seré tu amor, ¡Pero no puedo ser tu amante, el que anda escondido, el que
solo se junta contigo en esta cabaña!

SARA. Tranquilízate, por favor…

EDUARDO. (Caminando a la salida.) Tengo que salir.

SARA. ¿¡Dónde vas!?

EDUARDO. Lo siento, pero adiós. (Saca un tipo de cuchillo del bolsillo de su chaqueta.)

SARA. ¡Pero amor! ¿Dónde vas?, ¡vuelve!, no cometas una locura… No me dejes…

EDUARDO. No hay tiempo para que me detengas. (Grita, tirándole su abrigo.) ¡Vete ya,
déjame solo! (Abre la puerta.)
(Sara, sin decir palabra alguna, se va por el lado derecho del escenario, apresurada.
Eduardo sale en seguida de ella, camina unos pasos a la izquierda, pero se detiene un
momento para ver al lado derecho, comenzando a correr.)

(Acto III)

(Se ve a Eduardo ir de forma frenética por un tipo de parque. Salta un portón de una
mansión. No se ve que alguien haya notado su presencia. Entra por algunas puertas, hasta
llegar a la habitación donde se encuentra Carlos, sentado y leyendo.)

EDUARDO. (Se escucha el portazo.) ¡Tú! (Levanta el puñal.)

CARLOS. (Se voltea.)

También podría gustarte