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DESPOIS DE LEPANTO: CORSARIOS TURCOS E BERBERISCOS NAS COSTAS DE GALICIA

NO SÉCULO XVII
Resumo
Despois da vitoria sobre os mouriscos e do éxito da batalla de Lepanto, cristiáns e
musulmáns continuaron enfrontándose no mar. No século XVII, os corsarios turco-
berberiscos, entre os que se incluían mouriscos expulsados de España e un bo número
de renegados cristiáns, lograron estender a súas actividades corsarias cara o océano
Atlántico grazas á adaptación do modelo de barcos construídos e armados á europea.
En 1617 os corsarios turco-berberiscos iniciaron os seus ataques a Galicia con o asalto
á ría de Vigo e o saqueo e queima de Cangas, ameazando ao longo de todo o século de
forma constante o comercio marítimo e as poboacións costeiras, cativando aos
naturais e prexudicando as faenas da pesca Cara o ano 1621 xurdiu un corsarismo
galego especialmente dirixido contra eles e os holandeses, iniciándose a construción
dunha “Escuadra de Galicia”, que non puido cumprir os seus obxectivos. Por outra
banda, moitos cristiáns cativados convertéronse ao Islam coa esperanza dun mellor
trato e fortuna. Moitos destes renegados tiveron a oportunidade de enrolarse como
corsarios e de poder fuxir e volver á cristiandade, pero, pola súa condición de
apostatas, antes de conseguir a súa plena reincorporación á sociedade cristiá debían
presentarse ante os tribunais da Inquisición para ser absoltos. No século XVIII, o corso
turco-berberisco iniciou o seu declive, quedando anuladas as súas bases e actividades
predatorias no século XIX con o establecemento de protectorados europeos no norte de
África e a retirada do Imperio Turco do Mediterráneo occidental.
La orografía recortada del litoral gallego y las pequeñas islas muy próximas a tierra
favorecían la sorpresa y servían de excelente refugio y escondite a los corsarios. El
cosmógrafo Pedro Texeira, en su “Descripción de España y de las costas y puertos de
sus reinos”, hacía constar que las islas Sisargas, frente a Malpica,
Despobladas, solían de la tierra y sus lugares pasar mucho ganado a ellas. Y después
que este mar se a enmundado con los turcos y piratas, bienen a estas yslas a dar fondo
muy de ordinario en una cala que tiene de la parte del sur en seis y siete y ocho braças.
Más al norte, la villa de Finisterre, que era por entonces, lugar de muy buena población
pero sin ninguna defença, fue quizás la que más sufrió los rigores de la terrible razzia
corsaria de 1619, pues, Fue saqueada y quemada casi toda de moros, y llebaron a
Argel muncha gente cautiva, abrasando la yglezia y quemando las ymágenes. Como en
Cangas, aquí también había un Cristo crucificado.
Los corsarios fueron aproximándose hasta el cabo de A Laxe –que ya se había
fortificado con piezas gruesas y mosquetes– y volvieron a intentar un desembarco,
pero se encontraron con la fuerte resistencia de los soldados de las compañías y
paisanos que cubrían aquella posición. Obligadas de nuevo a retirarse, las lanchas se
dirigieron, protegidas por su escuadra, hacia el Areal, en aquel tiempo despoblado,
situándose frente el convento de religiosas del arrabal. Aproximándose a la orilla
cuanto les fue posible, los musulmanes repitieron la tentativa de desembarco,
intensificando sus esfuerzos para tratar de saltar a tierra; pero aunque en este sitio no
se les pudo oponer baterías ni parapetos, la gente de tierra, ayudada de los arcabuces
y piezas de los que defendían la batería de A Laxe, consiguió rechazarlos entablándose
un vivo tiroteo en medio de insultos y provocaciones que estuvo a punto de llegar al
cuerpo a cuerpo.
La pelea en el cabo de A Laxe y en el Areal duró más de cinco horas, concurriendo
también a la defensa los paisanos de los alrededores y algunas personas principales de
la villa con sus criados. El juez ordinario de Vigo, Gaspar Méndez de Sotomayor, y el
procurador general, Pedro Falcón de Castro, que también lucharon en las baterías, se
ocuparon de dar todo el abasto y mantenimientos necesarios a los defensores de la
plaza.
En las jornadas que se sucedieron el peligro seguía latente, pues a finales de diciembre
las embarcaciones que habían asaltado Cangas, unidas a otras muchas que formaban
una gran escuadra de 60 naves, recorrían todavía las costas gallegas, quemando
algunos puertos y tomando gran cantidad de cautivos, como ocurrió en Malpica. En
esta villa desembarcaron,
los turcos el año de diez y siete, saqueando y quemando el luguar, corriendo la tierra,
donde cautivaron mucha gente y tomaron mucho ganado sin que nadie se lo estorvara
Después llegaron a amenazar Viveiro, que se preparó para la defensa llamando a las
armas a todos los vecinos de la villa y de las feligresías circundantes:
…y luego que a todos les sea notificado lo susodicho haréis que otro día sigiente se
junten todos con sus armas delante de nuestras casas, y allí juntos los recontaréis los
arcabuzes, picas y otras harmas que ai y tienen y quantos son los soldados, y todos
juntos los habisareis como cada día se aguarda en esta billa al enemigo, el cual está en
este Reino de Galiçia sesenta nabíos de moriscos turcos y otros enemigos los quales an
enpezado a quemar algunos puertos deste reino y cautibar mucha jente y se tiene por
cierto que bendrán ha esta billa y su contorno, y ansí hes nezesario que estén
prebenidos con sus harmas a dar el fabor y socorro a esta billa u otra parte donde se
les fuere mandado
84 Carta del Cabildo al Arzobispo don Juan Beltrán de Guevara, [1618, enero, 17.-
Santiago],

Mª L. Alonso e L.Giadas recollen a lenda local do desembarco dos mouros nesta


paraxe, e de como Santiago os combateu no Campo da Matanza expulsándoos cara o
mar. Esta lenda refórzase cos desembarcos históricos de piratas berberiscos nestas
costas, como o que se deu na praia de Niñóns en Xuño de 1669.
Fonte: Xelucho Abella (Xeantopoloxía mítica da Costa da Morte

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