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NORBERTO GALASSO LA LARGA LUCHA DE LOS ARGENTINOS Y cémo a cuentan las diversas corrientes historiograficas VOLVER A SONAR EDICIONES DEL PENSAMIENTO NACIONAL Galasso, Norberto La larga cha de los ageatinos : Y eGimo ta cuentan las diversas conients historiogrificas ~ I" ed. 2° reimp. = [Buenos Aires : Colihue, 2006. 184 ps 20R12 cm. (Echoes de pensamient nacional) | ISBN 950-581-807-6 | 1 oa eta Argent, Hos de exo yaraia | enetana medi. Tila | DD 375 982.085 Disein de coleecin Diego Soraires Marcelo Bone (Estudio Gropius) Diseio de tap: Diego Sorates- Marcelo Bonet (Estudio Gropius) 1 edicion 12 reimpresion © Ediciones del Pensamiento Nacional Distrbucin exclusiva: Ediciones Colihue S.R.L. ‘Aw Diaz Velez 5125 {C140SDCG) Buenos Aires - Argentina swwcolinuecomar erothue@ecliue omar 1S.B.N.-10:950-581-807-6 1S.BN-13:078-950-581-807-5 Hechoel depésito que marca laley 1.723, IMPERSO EN ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA ION Corrientes historiograticas en la Argentina La historia es el relato de los sucesos, asi como de st encadenamiento, ocurridos en el pasado. Esa reconstruccién se sostiene en el conjunto de testimonios que prueban la veracidad de los hechos que se relatan, tanto se trate dle documentos —piiblicos 0 privadlos— datos, objetos, memorias de testigos, etc. La acumulacién y ordenamiento de estos materiales constituye la Heuristica, una de las columnas de la Historia. La interpretacién de ese camulo informativo, estableciendo el como se articulan los sucesos entre si, constituye la Hermeneutica y es la otra columna que sustenta a la Historia, Respecto a la Heurstica pueden senalarse dos tipos de desviaciones. La primera se verifica cuando el historiador omite lisa y anamente determinados hechos, ‘como si no hubiesen sucedido. (Por ejemplo, la Historia escolar oculta las sangrientas represiones ejecutadas por el gobierno de Mitre, entre 1862 y 1866, en las provincias interiores), La segunda cuando se relatan acontecimientos cuya veracidad resulta discutible y no se los apoya con Ja fuente documental que los cerifica. (Por ejemplo, en os tiltimos tiempos, resulta habitual obviar las citas a pie de pagina —con la excusa de que fatigan al lector— Jimitando la apoyatura a un grupo de comentarios © referencias a fin de capitulo, que dejan sin fundamento a buena parte de asertos de duddosa veracidad). ml Pero mas graves atin son los equivocos y confusiones producidos en el campo de la Hermenetitica. Aqui ya ho se rata de desviaciones ocasionales sino que toda la terpretacién que desarrolla naturalmente cada historiador se encuentra tefiida por su particular cosmovision ideoldgica, El pasaclo ocurrio de una sola manera, peto el juicio acerca de lo sucedido, favorable 0 desfavorable, varia segiin la escala de valores del relator (Quien juzga que cl progreso argentino deviene de la apertura econémica y-el ingreso del capital extranjero exalta la politica Fivadaviano-mitrista, y és, a su vez, resulta descalificada por quienes postulan el crecimiento “hacia adentro” a través del proteccionismo y la aplicacién planificada del ahorto intemo). Detras del relato —y atin descartando toda intenci6n engafiosa por parte del historiaclor— esta presente su ideologia, la cual colorea a su modo fos sticesos relatacls, otorgando mayor o menor importancia a cada uno, reconociéndoles periles positivos negatives, ofreciendo unas u otras explicaciones, segin su particular éptica EL historiador no puede contar el pasado sin some-ter los hechos a su propio lente ideol6gico. “La Historia — se ha dicho— es la Politica pasada, asi como la Politica es la Historia presente”. Ayer y hoy, las luchas sociales y politicas cubren el escenario y evidencian proyectos antagénicos que promueven disgusto 0 ganan simpatias. ‘Avance y retrocesos —en diversos niveles— se suceden en el devenir de las sociedades humanas impidiendo, al historiador,ikéntico signo valorativo sobre unos y otros. Podra, por supuesto, moderar al maximo la adjetivacién, pero al concluir su relato dejard inevitablemente un sabor dulce 0 amargo en relacion a los temas considerados. Podra apelar a un lenguaje aséplico, desapasionado, neutro —supuestamente cientifico 0 acackémico— pero en las entrelineas, en los tonos, en la mayor o menor extension dedicada a ciertos acontecimientos, en el modo Fel particular de redaccién, se fit su ideologia Por esta 1az6n —y dada la existencia de diversas ideologias confrontando en la Argentina— se manitiestan diversas Corrientes historiograficas. No porque ellas mantengan diferencias en razén de metodologias 0 referentes, sino porque detras de cada una, batallando por la interpretacién del ayer, hierven. concepciones Contrapuestas que son las mismas que disputan en la politica del presente con proyectos distintos para cl futuro. (En tiltima instancia, detras de cada versién historica y de cada ideologia, se encuentran grupos sociales con intereses enfrentados). Por lo expuesto, no condenamos a los historiacores, por stendenciososs parciales. Si, en cambio, les reclamamos que se reconozcan como tales. El gran engaiio no consiste en que Mitre o Grosso interpreten la Historia desde su concepcidn conservadloracliberal, sino que lo hagan pretendiendo que sus versiones no obedecen a ideologia alguna y por tanto, deben censefiarse en las escuelas como la tinica y vertladera Historia, Allireside la mentira que es necesario desnudar porque cuando el estudiante aprende a emplear determinados juicios de valoren el analisis de la Historia (Politica pasada}, ya se esta conformando en él una manera de reflexionar —y una escala de valores— que luego aplicard a la Politica (Historia presente). (Si los caudillos federales no expresan reclamos sociales, sino la incultura del pueblo, todo lider de masas signitica el retoro de la barbarie analfabeta). No pretendemos una imposible Historia neutra. S6lo reclamamos que se reconozca que hay diversas interpretaciones que responden a distintas ideologias. A {odas ellas debe exigirsele la mayor rigurosidad cientifica cen los datos, como en la documentacién que los avala, al tiempo que debe aceptarsele la mayor libertad en la interpretacion que responde a cada peculiar cosmovisién del mundo. En esas condiciones, una auténtica democracia deberia asegurar la posibilidad de confrontacién entre las diversas corrientes, tanto en las escuelas, comoa través de los medios de comunicacién masivos. De esa polémica, todo aquel que se interesase por estos problemas, podria decidir cual de esas recreaciones del pasado resulta mas veridica, cual ofrece tuna articulacion mas cretble de los acontecimientos, cul punta a rescatar, en las luchas del ayer, aquellos valores que merecen ser preservados y desarrollados en el futuro, Esta polémica, propia de los pueblos que angus- tiosamente atisban su destino, resulta necesaria en la Argentina de hoy. Con el propésito de que alain dia sea posible, este ensayo intenta mostrar, en sus perfiles mas netos, las diversas corrientes historiograficas que responclen a las distintas ideologfas en rugna. Ellas son la Historia Oficial, la corriente liberal de izquierda, ef revisionismo rosista, el revisionismo hist6rico forjista, el revisionismo rosista-peronista, la corriente de Historia Social y el revisionismo socialista, latinoamericano o fe- deral-provinciano. |. La Historia Oficial Llamamos Historia Oficial a la que se ensefia, descle hace décadas, en los diversos niveles de la ensefianza predomina en los medios masivos de comunica16n como tinica verdad, indiscutida ¢ indiscutible, expresindose, asimismo, en los discursos y laiconogratia ficial, como también en las estatuas de las plazas y las denominaciones de calles y localidades También fa Hlamamos “Historia Liberai” porque interpreta y valora los acontecimientos descle un enfoque ideologico “liberal-conservador” (Es decir, un libera- lismo que hace eje en lo econémica con el libre juego del mercado y la apertura al exterior, pero que se vacia pro] del contenido cemocritico que tuvo en la Revolucién Francesa y se impregna de una concepcién elitista y antipopular). Asimismo, la denominamos “Historia Mitrista” porque Bartolomé Mitre fue su principal propulsor. Esta circunstancia ratifica la estrecha dependencia entre Historia y Politica porque Mitre ejerce, al mismo tiempo, el liderazgo de la clase dominante a partir de Pavén y por varias décadas. Resulta, entonces, natural que su Optica histérica responda a la concepcién de los constructores de la “Argentina granero del mundo”, lependiente del Imperio Briténico. (El general, politico € historiador pertenece a una de las familias mas poderosas de la Argentina— “ser hijo de Mitre”, en el Fenguaje popular cel pasado equivalta a “tener la bolsa de los Anchorena” —y ademas, el predominio de sus ideas se aseguré con la fundacién del matutino “La Nacién'", sienclo Mitre, como dijera Homero Manzi, “un procer que se dejé un diario de guardaespaldas”). Este “padre” de la Historia Argentina “inauguré la escuela crudita" convirtiéndose, en su polémica con Vicente Fide! Lépez, en el mas riguroso custodio de la Heuristica, lo que no impidi, sin embargo, que cuando le acercatan una copia del Plan de Operaciones redactado por ‘Mariano Moreno —que contradecia su imagen amable del Secretario cle Mayo— la perdiese distraidamente. Esta corriente historiografica —cominante durante un siglo, en la medida en que, como dljera alguien, “tas ideas dominantes en una sociedad son las ideas de ka clase dominante”— analiza nuestro pasado desde la 6ptica de las elites duenas det pats. Para ella, como sostiene Alberto J. Pla, “son las minorias ilustradas las ue realizan la Historia”? Por eso, precisamente, se cen Tegel Ae Soon Los ness Hisiona Ediclones asin, 1976 p38 All Pl deol y métco en hstoriograia argeina. clones Nueva Mtn, 972, p33 fn] tra en unas pocas personalidades —Rivadavia, Mitre, Sarmiento— las cuales resultarian artfices de una Ar gentina blanca, europeizada, desvinculada del resto de América Latina, construida a través de un proceso resistdo por las masas “barbaras” ysus caudlillos, quienes rho habrian comprendico la necesidad “del progreso y la civilizacion” que permitiria asemejamos a los grancies paises del mundo, Los principales divulgadores de esta Historia Liberal fueron Vicente Fidel Lopez (Manual de la Historia Ar gentina, dedicado a los profesores y maestros que la tensefian) y Luis L. Dominguez (perteneciente al grupo de unitarios exilados bajo el rosismo y emparentado con Florencio Varela) con su Historia Argentina, a quienes sucedieron Alfredo Grosso, Juan C. Astolfi y Ricardo Levene, entre otros. ¥ por supuesto, la mayor parte de politicos e intelectuales consagrados, asi como periodistas, profesores, et., todos ellos expresion de ese pensamiento de la clase dominante que prevalece en radios, diarios, escuclas y pantalla televisivas. A riesgo de reiteracion, debe insistirse en que este relato hist6rico oficial se ofrece a ingenuos lectores y oyentes como version eneutra», depurada de toda influencia ideol6gica o interés politico, de tal manera que adormece toda duda o espiritu crtico, cure, asi, algo semejante a lo que sticede con "la gran prensa seria’, presentada como “informacion que no responce aningin partido politico” y por tanto, preferible a los periddicos partidarios, cuando, sin embargo, las noticias publicadas, tanto en el enfoque como en el modo de ofrecerlas (pagina par 0 impar, arriba 0 abajo, titulos, copetes, etc.) han pasado previamente por el prisma de tos intereses e ideologia del propietario y de los avisadores. Con respecto a esa supuesta “neutralidad”, resulta dtl recordar que cuando Adolfo Saldias—liberal, admirador de Rivadavia, luego alemista— publicé su honesta Historia de Rosas y'sea envid a Mitre sefalindole que habia que:terminar con “la prédica-de los odios”, el ge- neral-historiador le opuso: ”...onscientemente guards jos nobles ‘odios que meafimaron en ta lucha’ Precisamente, de esos “nobles odios” esta.nutrila esa Historia Liberal que nos muestraun’Artigas pervetso, un Fracundo Quiroga lubrico y un Felipe Varela bandlolero: Ii, La corriente liberal de izquierda La Historia Oficial ha generado, aitos atrés, una variante de izquierda conformada ‘por historiadores vinculados a los Partidos Socialista’y Cormunista Sometides ideolégicamente af liberalismo cohservador —en la misma medida en que dichos Partidos se sometian, “por izquierda”, alas coricepciones de la clase dlominante— estos historiadores se limitaron a celebrar a los mismos préceresy maldecir a los mismos réprobos que eran celebrados y maldecidos, respectivamente, por la Historia Liberal. Eltono distinivo desu “izquier-tismo" s6lo estuvo dado, en algunos, en el empleo de la iraseologia marxista, aunque vaciada, por supuesto, de todo contenido. (Irénicametite, se los rotulé “mitro- imarxistas”), Asi, José Ingenieros, en st Evoluicién de las ideas en la Argentina, exalta a la raza blanca en detrimento del mestizo latinoamericano, aunque en los Gilimos aos de su vida rectifica esa posicion y asume el antiimperialismo desde La Union Latinoamericana, Del mismo modo, Aliredo L. Palacios, en su Esteban Echeverria, albacea del pensarniento de Mayo eivindica como hombre: progresista a: Bernardino Rivadavia, adjudicéndole, por su enfiteusis, la aplicacién del *socialismo agratio” de Henry George. En su: Manual de Historia Argentina, correspondiente al periodo de militancia en el Particlo Comunista, también Juan José Real cae en idéntico despropdsito al identificar a la Revoluicién de Mayo conel librecomercio que permitiria vincularnos al mundo y desarrollarnos. Por su parte Leonardo Paso, durante muchos aios historiador oficial del mismo Partido, en su libro Rivadavia y fa linea de Mayo, descalifica a tos caudillos federales como expresion de "ieudalismo" y categoriza alos rivadavianos como fuerzas del progreso historico. Asimismo, Alvaro Yunque —un poeta metido en la Historia bajo la orientacién de Vitlorio Codovilla— se preoeupa en su Breve historia de los argentinos en maldecir a Rosas y brindar una desmesurada apologia de Mitre. (Hasta Milciades Pefia, alineado en la fraccién *morenista” del trotskismo —de mayor capacidad critica y mayor faboriosidad histérica que los anteriores— cae igualmente, en la mayor parte de su obra, en la coincidencia con el esquema general de la Historia Lib- eral, aunque apelando a argumentos de un marxismo eurocéntrico) En general, esta corriente historiogratica ha perdido vigencia. En la misma medida en que lasagrupaciones politicas a las que pertenecen estos historiadores —sin inserci6n en la clase trabajadora— han entrado en sucesivas crisis, ella qued6 relegada a mera pieza de museo. IL, El revisionismo hist6rico rosista Esta corriente historiografica aparece hacia 1930, ccontempordneamente con el golpe militar uriburista del 6 de setiembre. Su base ideologica est dada por el “nacionalismo oligarquico” (influido a su vez, por la derecha europea: Maurras en Francia, el auge del fascismo mussoliniano en Italia), cuyo antiliberalismo exultante, eltismo y autoritarismo expresan el proyecto de un sector de la clase dominante, descreida ahora de las regias de juego democraticas que peligrosamente habian facilitado el protagonismo popular con Vrigoyen a la cabeza, No es casualicad que Carlos tbarguren con su libro Juan Manuel de Rosas, su vida, su drama, si tiempo resutlte su principal exponente, al mismo tiempo ‘que politicamente —desde su cargo de interventor en Cérdoba dlesignado por Uriburu— se constituye en el principal tedrico del _goipe militar al propiciar el reemplazo de la Constitucién liberal de 1853 por una Constitucién corporativa, Menos serio, pero més atractivo por su humor desenfadado, Ignacio B. Anzostegui fexpresa también a esa corriente publicando Vida de Muertos. (Mientras lbarguren exalta a Rosas porque es capaz de “mirar a los ganados como si fueran hhombres y manejar a los hombres como si fuesen ganacos”', Anzoategui consagra “la luminosidad imperecedera de la Edad Media”, idolatra a Mussolini y califica a la Revolucién Francesa “como el mis zafio, histriGnico torcido de los movimientos sociales". Arios despues, Manuel Galvez, Vicente Sierra y Emesto Palacio se onstituyen en figuras importantes de esta corriente “tosista” Si la historia oficial —por probritsinica— es anti- espaiola, estos revisionistas, dada su concepcién reaccionaria que aspiraa resueitar la 6poca colonial, 30m, por sobre todo, hispanéfilos (Por supuesto, de la Espaita dle Primo dle Rivera y después, cle Francisco Franco y no de la Esparia de los anarquistas asturianos) La Revolucién de Mayo no provoca sus entusiasmos y puestos a elegit Un procer, se definen por Cornelio Saavedra, como texpresi6n de un “Mayo militar y conservador, le la gente soe ar ‘Thorlo, 24a edtén, 1962, p37 Tgnavin Anzosteg Via de muoros. Ed Thera, Sta edicién, 1965 P (gnacio Anzostegul AS lejos y aq smo. Sudestd, 1968, p. 29 oma Fa decente” en oposicién al “Mayo popular y jacobino” representado por Moreno y sus “chisperos”. Asi, exaltan aun San Martin mondrquico, que estudié en Colegio de Nobles ycuya devocién por el orden nutiria str cesprecio por la democracia popular. Finalmente, encuentran en Rosas al gobernante autoritatio y vigoroso, donde se reencama el viejo espiritu aristocratico de la colonia y Ccuya jefatura asegura el orden ¢ impide el desarrollo de ideas nuevas, asi como la accion tumultuosa de lasmasas, Como puede observarse, estos revisionistas hacen gitar ‘nuestra historia alrededor de “grandes personalidacles’ al igual que la corriente mitrista-— ignorando los profundos movimientos sociales de los cuales esos chéroess son apenas emergentes y se limitan a invertirel signo valorativo de la Historia Oficial, considerando nefastosa Rivaclavia y Sarmiento y reivindicando a Rosas, Hacia 1938, este niicleo de historiadores se organiza en el Instituto de Investigaciones Historicas Juan Manuel de Rosas, el cual publica una revista donde se cuestiona severamente a la Historia Oficial, tanto por sus deficiencias —intencionacas, muchas veces— en el plano de la heurstica, como por su interpretacion de los sucesos, astensiblemente favorable a la vinculacién de la Argentina como semicolonia respecto al Imperio Britanico, En dicho Instituto prevalece la ideologia cel nacionalismo oligarquico faunque afios mas tarde se incorporan nacional-democraticos como Jauretche y hasta hombres de la izquierca peronista como John Wi. iam Cooke) pero, a pesar de esa grave limitacién, sus integrantes realizan una improba y iructifera tarea demostrando el alto grado de fatsificacién de nuestra historia cometido por la corriente historiogratica oficial, con lo cual abren la posibilidad de ta polémica y acicatean a nuevos investigadlores. to] IV. El revisionism historico forjista Proviamente a la aparicién del revisionismo histérico rosista, cabe consignar la importancia alcanzada por algunos francotiradores que cuestionaron aspectos parciales de la Historia Oficial: Adotfo Saldias con su Historia de fa Confederacién Argentina (1892), Ernesto {Quesada con La 6poca de Rosas{1898), David Pea con su reivindicacion de Facundo Quiroga (1906) y Juan Alvarez con su Estudio sobre las guerras civiles argentinas (1919). Asimismo, contemporaneamente a la irrupeién del irigoyenismo y su legac al porter, se desarrolla la “Nueva Escucla Historica Argentina” en la cual sobresalen Diego Luis Molinari y Emilio Ravignani sobre Jos cuales resulta evidente la influencia de la vieja ratz feeleral del Radicalismo (Yrigoyen, nicto cel mazorquero Leandro Antonio Alen, padre a su vez de Leandro Nicéforo Alem, familia rosista que cambié su apellido ante fa persecucién liberal). Sin embargo, mas alla de meritorios trabajos de investigacién y de acumulacién de documentos, la posibilidad de un revisionismo hist6rico radical 0 nacional-democratico no alcanza a concretarse como corriente alternativa al liberalismo conservador dominante, Algunos integrantes cle esta escuela eniilan luego hacia temas preferidos por a Iglesia Catélica, como Romulo Carbia quien Hegars a idealizar el periodo colonial desde una perspectiva religiosa, Otros, como Ricardo Levene preferirin continuar lisa y Hlanamente la huclla de Mitre, convirliénclose en uno de los principales expositores ce la Historia Oficial (ésto no le impidi6, sin embargo, practicar un iructifero ‘oportunismo gracias al cual perdura como Presiclente cela Academia Argentina de la Historia durante 25 afios desde 1934 hasta 1959. Un ejemplo interesante: Levene se preocupa por ofrecer un San Martin distinto del mitrista, un San Martin pro-federal, amigo de los caudillos, en su libro Ef genio politico de San Mastin [vl publicado, significativamente, cuando el gobierno peronista conmemora ef centésimo aniversario dela muerte del Libertador — Sin embargo, a mediados de la década del teint, refloroce —también desde un sector liga al accalsme popular, aunque disidente: FORIA’ —la posibilidad de tina corriente historiogrifica alternativa a. la predominate, pero a su vez, delimitada del rosisme ppucde ser calificada de “orjista”’y adquiere impostancta por sus aportes originales, aunque queda trunca en diciembre de 1945 al disolverse esa organizacidn Ella retoma la raz federal del radicalism (paradojalmente cuando su conducci6n polica se subordinaba alas ideas de la clase dominante alveatizacion’)y avanzando por {se camino pone al descubiert la intervencién dle los interesesbritinicos en nuestro acontecerhistrieo (Rati Scalabrini Ontz : "Politica briténica en el Rio dle la Plata € Historia de os ferrocariles). én una conferencia Pronunciada en agosto de 1937, Scalabrini seftala los proyectos antagonicos de Moreno y Rivadavia, considerandolos “Las dos rutas de Mayo": la primera: popular, revolucionara y ltinoamericana; la segunda elitita, portenia y proeuropea. En esa conferencia, re- sume su linea histérica en estos nombres: "Moreno. Rosas-Yrigoyen”. Afios después —1948— en otra Conierencia, acentia su diferencia tanto del mitrismo Como del roxsmo,coigéndoa de este modo. Las preclaras ideas de Moreno... algunos parrafo intenciones de Manuel Dorrego el rstino ceter de los caudillos federales y algunos relampagos de {coments intema del taiclismo e' 1935, Retoma y profncliza el idea soe a ego ge dsr ee pla a gun Semicolonial agmexporiador dependignte del mperio itanies, Sot ‘ealore ielogics fueron Ral Sealant Onc Arn Tae, bo liciembre de 1945 se disolté y la mayor parte des Inet Incoxpoteton al nacene proms, 3 fal inspiracin de Juan Manuel de Rosas..."". Arturo Jauretche, otro de los forjstas inds importantes aunque ‘muchos afios despues (1961)— aporta Politica nacional y revisionism hist6rico desnudando “la politica de la historia” manejada por la clase dominante. (Aunque mis cercano al rosismo que Scalabrini Ortiz, lauretche anifiesta, a su vez, coincidencias con la corriente historiografica socialista, lalinoamericana o federal provinciana, especialmente en la interpretacion del periodo 1880-1890) V. El revisionismo rosista peronista El revisionismo rosista de derecha aleanza a ocupar cierto espacio cultural bajo el peronismo, entre 1945 y 1955, pero no logra divulgar su concepcién al resto de la sociedad (Es conocido que el propio gobierno peronista bautiza a los ferrocarriles nacionalizaclos con nombres de proceres liberales). Paradojalmente, ala caida del peronismo, en 1955, la revision de la Historia Oficial Comienza a ganar las simpatias populares lo cual provoca, a su vez, una “popularizacién” del viejo revisionismo, Al calor de la analogia establecida entre Perén y Rosas (ambos desterrados y denigrados, sus partidarios, perseguidos y el Alte Rojas reinvindicando Ta linea Mayo-Caseros) el pueblo comienza a descontiar de la Historia Oficial. Si ahora se tergiversaban los, hhechos, seguramente lo mismo se habria mentico antes. (Aunque, evidentemente, en esta comparacién sale ganando Rosas pues se le aliviana de sus aspectos reaccionarios). Esta receptividad popular favorece el desarrollo y dilusién de un “rosismo popular” y alguien pudo decir, burlonamente, que el Alte Rojas era quien mas habia hecho por el crecimiento y difusién del revisionismo historico, ‘Raul Sealab) One, ETeaptal ef hombre x propiedaden la vieja yen tama canst, let, 1948, 2 fs] Ahora Don Juan Manuel resulta: exaltado, prin- cipalmente, como defensor de la-soberania ante la prepotencia anglo-francesa y ya no tanto en su caracter de estanciero que ponia orden en las estancias y en el pals, como en’! libro de tbarguren, José Maria Rosa y Fermin Chavez aparecen, entonces, como los principales exponentes de’ esta Corriente. Mientras Chavez, llega incluso a reivindicar a algunos cauilos provincianos No rosistas (como EI Chacho y Lépez Jordin, aunque intentando morigerar sus enirentamientos con Rosas, José Maria Rosa tedacta su Historia Argentina en varios tomer intentanlo mostrar al Restaradorsno slo como y aie maton Bucion Aww incolume al viejo mitrismo en la Academia, los colegios y los medios de comunicacién, considera beneficioso para el orden constituido la difusion de esta version mas *equilibrada” de nuestra Historia. En este sentido, la Historia Social se ofrece como interpretacién “ponderada”, menos “tendenciosa”, donde las cluras y graves luchas prockicidas diluyen sus muertos ysu sangre antec! lente prudente y amable det investigador, ce done resulta que aquellos que se degollaron unos a otros concluyen concurriendo como igualesa la construccion de la Argentina en que vivimos, aunque entre lineas y dle manera sesgacla, unos, los liberales, “son mas iguales que los otros”. De este modo, la pretendida e imposible ecuanimidad se transforma en un ecleeticismo aparente que recubre de crema y agridulces frutillas al antiguo postre mitrista. En este sentido, Arturo Jauretche seniala con razén que este “bendigo a tutti”, semejante al del Popa desde tas ventanas del palacio Vaticano, resulta tramposo pues no s6lo se formula en un medio donde prevalece la apologia de unos y la injuria sobre otros, sino que, ademas, impide la critica historica profanda ferencianclo entre los proyectos que aportarona nuestro progreso y aquellos que promovieron nuestro estancamiento y atin nuestro retraceso Una lectura de las obras de esta corriente permite observar como bajo el presunto equilibrio se manifiesta Ia tendencia en favor de las elites. Asi, s6lo la recéndita raz liberal de esta corriente historiogratica explica que Lun profesor renombrado como Halpe maniobra poca seria Hevado por su afin antiperonista {anto en Argentina 1930/1960. Cronica de un periodo”, como en La democracia de masas dedica una sola linea al bombarcleo de Plaza de Mayo del 16/6/55, sin hacer referencia al probable niimero dle muerios, ni al siqui TH Donght ranics de wn poriodo, Sor 961, pt TCM. Deng a merece de asa, aii, 1, p83, ametrallamiento de civiles por parte de los golpistas ya en huida hacia Montevideo, pero en cambio, seguicamente, se extiende en una larguisima referencia (en un caso, 20 lineas) acerca de los incendios de iglesias ocurridos esa misma noche. Del mismo modo, el peril liberal de izquierda 0 socialdemécrata aparece nitidamente cuando esta corriente aborda el tema de la dependencia y la cuestién nacional. Para el viejo liberalism no existio dominacién extranjera sobre la Argentina y por tanto, los intentos de reivindicacién nacional fueron apenas una reaccién barbara y xendfoba, de resistencia a la civilizacién, La Historia Social, en cambio, reconoce la dependencia respecto al imperio Britanico y atin admite la actual condicién de subordinaci6n a los Estados Unidos, pero legitima a ambas, negando toda posibilidac! de politica alternativa: "Creo que no es necesatio explicar por qué no hablamos mas de dependencia —afirma Halperin Donghi—. No porque no creamos que haya dependencia sino porque las recetas para escapar de la dependencia resultaron todas malas y quejarse de la dependencia es mas o menos como quejarse del régimen de Muvias”. Y en otra oportunidad, apunta: ”...Considerando los usos que la idea de lo nacional tuvo en la Argentina, cudntos crimenes sirvid para justificar, no me parece una desgtacia que en este momento se haya mandado a guardar... En la Argentina ha sido mas cierto que en Cualquier otro laclo aquello que decia Samuel Johnson de que el patriotismo es la excusa de un canalla”* En la misma linea, Luis Alberto Romero sostiene que debe estudiarse la historia argentina “en un marco de referencia mundial"””. Cabe recordar, entonces, otra censefianza de Jauretche: “Ver el mundo desde aqui", que no significa un estrecho localismo sino observar los TH. Donght ruto de Vida, N45, Agosto 1995, pi 7. Dong. lain, Bugnos As, 4793 Lis A Ramen, Clan, eos ies, 129004 suicesos argentinos desde Argentina, Latinoamérica y el mundo periférico, en ese orden, y valorar segtin conveniencias y destino de esa porcién det planeta. Romero, en cambio, propugna una mirada antagonica, pues al decir “el mundo”, agrega “occidental”, refiriéndose, entonces, no a la Tierra en sti Conjunto, sino al “Primer Mundo” de los paises centrales, del cual Ar gentina es apéndice. De esta manera, diluye toda pretendida “identidad nacional” legitima en cambio, luna éptica colonial Estas definiciones explican el favor oficial que recibe cesta corriente historiografica, hoy imperante en la Universidad de una Argentina subordinada a los grandes poderes econémicos mundiales. También explica que esta corriente —al igual que el mitrismo— haya sido capar de generar una vertiene divulgadora dirigida, en especial, hacia las clases medias. Tal ocurre con Félix Luna, historiador también “equilibrado”, capaz de reconocer virtudes y defectos a cada uno de los antagonistas (aunque siempre mas a unos que a otros) quien ha conseguido no solo mantener la publicaci6n de la revista Todo es Historia durante 27 afios, sino que ha alcanzado un singular éxito de paiblico con sus libros en [os tiltimos tiempos. Evidentemente, existe una marcada diferencia de nivel entre los trabajos de Luna y los de los profesores dle fa Historia Social, que Luis Alberto Romero se preocupa por sefialar, calificando a Luna de “periodista- historiador”. Pero, la coincidencia en el relato “equilibrado’ y “ecléctico” fos une, aunque trabajen para dliversos ptblicos y el mismo Romero también se ocupa de indicarlo en un texto donde brota la propia radiogratia de la corriente de “Historia Social”; “..Luna es un escritor de talento verdaderamente notable para contar la historia, ‘Amén de sus méritos personales, su éxito habla también =A Romero er Todo es Histo, Buenos Ais, ocube 1990, p55 fe] de sensibilidades y apetencias de nuestra sociedad, fan distintas de las de los setenta: amenidad, escasa problematizacién, tendencia a eludir las cuestiones cle fonda y ls conirontaciones y sobre todo una inclinacion clara y definida a privilegiar las

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