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El documento discute el impacto de las revoluciones de mediados del siglo XX en Cuba, China y América Latina. La Revolución Cubana de 1959 derrocó al gobierno de Batista y estableció un gobierno socialista bajo Fidel Castro. Esto inspiró a otros movimientos de izquierda en América Latina a adoptar la lucha armada. Al mismo tiempo, la Revolución China de 1949 resultó en el establecimiento de un estado comunista maoísta bajo Mao Zedong tras una larga guerra civil. Ambas
Descripción original:
texto argumentativo
Título original
TEXTO ARGUMENTATIVO DE LAS REVOLUCIONES DE MITAD DEL SIGLO XX
El documento discute el impacto de las revoluciones de mediados del siglo XX en Cuba, China y América Latina. La Revolución Cubana de 1959 derrocó al gobierno de Batista y estableció un gobierno socialista bajo Fidel Castro. Esto inspiró a otros movimientos de izquierda en América Latina a adoptar la lucha armada. Al mismo tiempo, la Revolución China de 1949 resultó en el establecimiento de un estado comunista maoísta bajo Mao Zedong tras una larga guerra civil. Ambas
El documento discute el impacto de las revoluciones de mediados del siglo XX en Cuba, China y América Latina. La Revolución Cubana de 1959 derrocó al gobierno de Batista y estableció un gobierno socialista bajo Fidel Castro. Esto inspiró a otros movimientos de izquierda en América Latina a adoptar la lucha armada. Al mismo tiempo, la Revolución China de 1949 resultó en el establecimiento de un estado comunista maoísta bajo Mao Zedong tras una larga guerra civil. Ambas
TEXTO ARGUMENTATIVO DE LAS REVOLUCIONES DE MITAD DEL SIGLO XX
Los conceptos de izquierda y derecha nacidos con la Revolución
Francesa como analizadores de la posición política, luego de dos siglos han caído en una franca confusión de sus referentes. Tanto la izquierda tradicional, que pretende moderar su discurso para ser aceptable por los sectores medios y altos del electorado, como la derecha histórica que ha lavado sus textos en una suerte de populismo para lograr adeptos entre el proletariado. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué influencia tuvieron las revoluciones que se dieron en países como Cuba y China después de mitad del siglo XX?, la contemporaneidad puede observar de qué manera se están traslapando los discursos, los acontecimientos, la fuerza que estos movimientos revolucionarios y las políticas que se implantaron después de este proceso, lo que difícil poder discernir quien está a la diestra de quien, a la par que la clásica siniestra se ha mimetizado con los discursos de la derecha. Se tiene claro que las revoluciones de independencia en América Latina tuvieron como punto de partida común la Revolución francesa, sin embargo, las experiencias revolucionarias individuales fueron sumamente distintas si se comparan entre sí, si tenemos en cuenta también que se desarrollaron en diferentes siglos, como es el caso de la Revolución Cubana que se dio después de mitad del siglo XX. Pese a toda esa diversidad, se aprecian entrelazamientos evidentes entre las experiencias y no sólo en el nivel de las élites políticas, sino también en el de las clases no privilegiadas. En estos años revolucionarios, no sólo se intercambiaron hombres, mercancías e ideas, sino también informaciones sobre los desarrollos actuales. Mientras en el continente asiático el siglo XX, significó una transformación violenta y radical en el caso de China, que se enfrentó a múltiples revoluciones, siendo quizá la Revolución Comunista de Mao la más famosa, sin embargo, en cada uno de estos procesos, el pueblo chino sufrió transiciones extremas de lo rural a lo urbano, de lo dinástico a lo republicano. De repente, China se encontró en el medio de un mundo caótico, al cual se ha adaptado sin mayores dificultades, perfilándose como potencia mundial, por lo que se vuelve importantísimo reflexionar sobre el impacto de estas cuestiones en nuestro propio país. En la historia de Cuba hay tres períodos de gran importancia, entre estos se puede encontrar el período colonial, comprendido entre los años 1510 y 1898; el segundo período, en el que Cuba enfrenta al neocolonialismo de los Estados Unidos, desde 1898 hasta 1959, y por último el período actual de la revolución socialista. Teniendo en cuenta los dos últimos períodos mencionados podrían surgir diversos interrogantes, como, por ejemplo: "¿fue o no beneficiosa la revolución?", "¿Hasta qué punto fue beneficiosa la misma?" o "¿finalmente, la revolución fue un factor contraproducente para el actual y futuro desarrollo de la isla de Cuba?". Para hacer un análisis completo de la Revolución Cubana y definir la respuesta a estos interrogantes, se debe tener en cuenta a los tres por igual, sin descartar ninguno de los mismos. De acuerdo a mi manera de pensar la respuesta a este dilema se haya en los tres interrogantes, ya que no se puede definir a la Revolución Cubana como algo productivo o, por lo contrario, como algo contraproducente, sería disminuir algo tan importante, de tanto legado, hasta hacerlo insignificante como una simple cuestión de conveniencia. Cuando uno apela a la historia no se la puede manipular de tal forma, sino que se debe profundizar hasta analizarla en todo su esplendor, en todos sus aspectos. En la Cuba de los años 50 la palabra Revolución era de uso común en el lenguaje político. El partido gobernante hasta 1952 se llamaba Partido Revolucionario Cubano, como el que había fundado José Martí en el siglo XIX para luchar por la independencia de España, y se adjetivaba para diferenciarse de posibles asociaciones del mismo nombre. Sus principales líderes (Ramón Grau San Martín, Carlos Prío Socarrás, Carlos Hevia, Aureliano Sánchez Arango), así como sus opositores (Eduardo Chibás, Roberto Agramonte, Emilio Ochoa, Fulgencio Batista, Santiago Rey) provenían todos de la Revolución de 1933, un proceso histórico que, hasta el golpe de Estado de Batista en marzo de 1952, creían vivo, gracias a la continuidad del orden constitucional de 1940. Batista mismo intentó justificar el golpe con el argumento de que los “avances sociales” de aquella Revolución estaban en riesgo de ganar sus rivales las elecciones de 1952. Fidel Castro, por entonces un joven recién graduado en Derecho en la Universidad de La Habana, que aspiraba a un puesto en el Senado, reaccionó contra dicho argumento en el artículo “Revolución no, zarpazo”, que se publicó en el periódico El Acusador. Allí, a cuatro días del golpe, decía Castro que era cierto que en “Cuba se sufría el desgobierno de malversadores y asesinos”, en alusión al régimen de Prío, pero que se contaba con la “vía cívica” y con la “oportunidad constitucional que conjurara el mal” en las próximas elecciones. En Julio de 1958, el Pacto de Caracas consolidó la coalición anti-Batista y aceleró la caída de la dictadura, ya sin apoyo de Washington, que desde abril no le enviaba armamento. En agosto comenzó la ofensiva final y el 1 de enero de 1959, con el pueblo en la calle y enarbolando las banderas de la moralización, el nacionalismo y el antiimperialismo, los seguidores de Castro tomaron La Habana.
Era la primera vez en la historia latinoamericana y caribeña que un
pueblo unido y armado, bajo la dirección de una vanguardia político-militar, mediante el ascendente desarrollo de la lucha armada guerrillera rural como forma fundamental, aunque no única de lucha, destruyó la columna vertebral del Estado burgués pro imperialista, el Ejército, realizó una revolución política y solucionó en un proceso permanente y sin etapas las tareas agrarias, democráticas, nacionales y antimperialistas
Podemos decir que el éxito político y militar del movimiento
liderado por Fidel Castro abrió una nueva etapa política para la izquierda en América Latina que desde ese momento iba a incorporar se estables con la alternativa insurreccional como un camino viable para acceder al poder e instaurar el socialismo, opción fundamentada en la certeza de poder derrotar al ejército profesional y en la necesidad de superar la inactividad que se atribuía a quienes se proclamaban revolucionarios y construían partidos de masas para lograr, mediante la militancia político/electoral, alcanzar el poder pacíficamente una vez que estuvieran dadas las condiciones objetivas y subjetivas, la redefinición de tácticas y estrategias para la toma o el mantenimiento del poder en el interior de los partidos políticos en América Latina; y la apertura de un debate sobre las perspectivas de la revolución en el pensamiento crítico y del desarrollo de la izquierda latinoamericana. En 1960, Ernesto Che Guevara escribió que la Revolución Cubana hizo tres aportaciones a la mecánica de los movimientos revolucionarios en América, que confrontaban directamente a la línea seguida por los partidos comunistas: una fue las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército. La segunda fue que no siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución; el foco insurreccional puede crearlas, y por último que, en la América subdesarrollada, el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente el campo. Con la revolución cubana y el triunfo de esta se agudizaron las diferencias que habían surgido entre las nuevas organizaciones guerrilleras y la izquierda tradicional, representada por comunistas y socialistas que insistían en la acción militante, en la formación de una organización partidista de masas y un gran frente popular donde confluyeran todos los explotados y las clases medias dirigido por el partido comunista. En Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, México, Venezuela y Perú, los partidos comunistas sostuvieron esta línea de unidad política y demanda de la legalidad para participar en los procesos electorales.
Mientras esto se daba en latinoamérica, en el continente asiático
también se estaba dando otro proceso revolucionario, el régimen maoísta en China comienza a insinuar diferencias con la política de la URSS. Antes de que surgiera esta revolución, el partido nacional que, para ese entonces estaba en el poder, trató por todos los medios de crear una nación que estuviese fortalecida, centralizada y, sobre todo militarizada. Sin embargo, las exigencias del Tratado de Versalles, que acepto el poder de Japón sobre la base de China, e hizo posible la búsqueda de una salida estudiando un convenio con la Unión Soviética.
Se conoce como la Revolución China de 1949, la Revolución
Comunista China al final de la Guerra Civil China. Este conflicto, iniciado en 1927, enfrentó a los nacionalistas chinos del Kuomintang o KMT, guiados por el generalísimo Chiang Kai-shek, con los partidarios del Partido Comunista Chino liderados por Mao Zedong. Se considera que la revolución comenzó en 1946, tras el término de la Segunda Guerra Mundial y la invasión japonesa de China, motivo por el cual los dos bandos, el nacionalista y el comunista, se habían visto obligados a pactar una tregua y formar un frente común contra el ejército invasor. Pero logrado dicho propósito, las tensiones entre ambos reavivaron.
Las negociaciones, que intentaban impedir que la guerra civil se
reanudase, fracasaron. Después de varios años de lucha, las fuerzas comunistas se hicieron con el control del país, exiliando a las nacionalistas a la isla de Taiwán. El 1 de octubre de 1949 se proclamó la República Popular China, cuya existencia y régimen socialista de gobierno perduran hasta hoy en día. China también vivió reformas sociales como una nueva ley de matrimonio en donde las mujeres gozaban de mayores derechos, la erradicación a la adicción del opio y la prostitución; económicas y otras políticas, como la redistribución de tierras confiscadas a terratenientes. Uno de los grandes cambios de la China comunista fue la alfabetización, gracias a la política impulsada se pasó de tener en el año 1.949 solo el 20% alfabetizada, en comparación con el 80% 30 años después.
Sin embargo, la república tampoco consiguió devolver el esplendor
de antaño a la nación. Poco tiempo después, China comenzaría a sufrir el yugo de una guerra civil protagonizada por los nacionalistas bajo la bandera de Kuomintang y los comunistas liderados por Mao Zedong, quien pasaría hasta el último día de su vida luchando por el sueño de constituir en su país una sociedad igualitaria basada en la vida común y la propiedad colectiva. Su alejamiento de la realidad lo llevó a tomar decisiones idealistas como el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural. Todo esto produjo unas consecuencias tan desastrosas que las esperanzas de toda una población parecieron difuminarse en el incumplimiento de una promesa anhelada. A pesar de todo, la figura de Mao se mantuvo ensalzada como el sol rojo de la nación, inquebrantable en los corazones de los ciudadanos chinos. Prueba de ello es el grandioso retrato del líder revolucionario en Tiananmén, que ha continuado intacto con el paso del tiempo. Además, su estudio de la evolución de los tigres asiáticos y el rápido crecimiento económico que experimentaron terminó convenciéndolo de la eficacia de la economía de mercado. Deng visitó Singapur en 1920, cuando todavía era una marchitada colonia británica tan atrasada como los puertos chinos, y luego volvió en 1978, cuando Lee Kuan Yew ya lo había convertido en uno de los países más prósperos del mundo. En general, tanto en los tigres como en el resto de países en el Sudeste Asiático, las diásporas chinas que vivían en ellos eran bastante ricas y prósperas. Era necesario preguntarse por qué los chinos eran ricos en cualquier sitio que se asentaban menos en la República Popular. Y la respuesta parecía obvia: todo apuntaba a que la economía planificada estaba fallando y, por consiguiente, eran necesarias unas fórmulas capitalistas para levantar China.
Para concluir el pueblo cubano, un pueblo luchador que,
con ansias de liberación de los dictadores y las imposiciones de los Estados Unidos, logró su independencia ha sido uno de los grandes ejemplos del patriotismo. A pesar de haber volcado su política al comunismo, mucha gente en Latino América estima la obra y el coraje de la Revolución. ¿Por qué coraje?, nada más y nada menos por que se enfrentaban con una potencia como EE.UU. Pero, el eje principal, si la Revolución ha sido algo eficaz para la formación del pueblo cubano, es algo que a mi entender puede ser una derivación. De acuerdo a los puntos de vista que se analice a la Isla de Cuba se podrá encontrar la respuesta, es decir, si tenemos en cuenta que Cuba tuvo décadas de estabilidad durante la existencia de la Unión Soviética, podríamos entender a la Revolución como un acto acertado, una decisión bien tomada. Por otra parte, al caer la U.R.R.S., y con el bloqueo económico que sufre Cuba en la actualidad, es inconveniente mantener un régimen comunista. A pesar de la mala situación que atraviesa el pueblo cubano, y con esto concluyo, a mi parecer se hizo lo correcto, la obra de Fidel y el Ché, fue acertada, porque el pueblo soporta ser manipulado por conquistadores y colonizadores, labrar la tierra, trabajarla y hacerla rendir frutos para otros, ver su tierra en manos de otros. Igualmente, creo que el Estado cubano debería revisar cuales son las metas a corregir para que la integridad de la población rinda tributo a su nacionalidad.
Con referencia a la Revolución China es la explicación del porqué
este país es la única gran potencia comunista de finales del siglo XX, tras el desplome de la Unión Soviética en 1991, además, fue un evento histórico singular que marcó el destino de la política internacional por décadas venideras. A medida que la China comunista se hizo más y más influyente a nivel internacional, llegó a constituirse como un modelo aparte del imperante en la Unión Soviética. A partir de entonces fue llamado “maoísmo” y fue replicado en otras naciones vecinas como Camboya, con catastróficos resultados.