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Magaly Muguercia
Estos jóvenes, que tienen la edad de mis dos hijos, dicen desde Cuba
socialista, que ellos tienen la mente dividida, el alma rota. Y yo creí muy
ingenuamente, cuando todavía ellos no habían nacido, que nosotros,
con aquel bregar, les estábamos garantizando de manera definitiva su
dignidad personal, su libertad. Alguna responsabilidad personal me
toca ante esta generación tan insatisfecha. Alguna responsabilidad
social pudiéramos tener sus mayores frente a ellos. Su arte no se
merece la estéril salida de las acusaciones.
La representación a la que yo asistí, a mediados de octubre de 1991,
se comportó como un acto de "teatro sagrado" atravesado -para
acogerme a la síntesis que tal terminología permite, asumida en el
sentido que le otorga Peter Brook-.
Quizás valdría la pena hacer una digresión para subrayar que los
cubanos -lugar común pero no totalmente falso- somos "muy
extravertidos" y, como espectadores, bastante exuberantes en las
señales aprobatorias. Eso es tradición que mucho complace en Cuba al
artista que nos visita. Que un cubano se inhiba de aplaudir, se
constituye pues en un signo teatral que pesa dos veces en la
construcción de significado del espectáculo: confirma al hecho escénico
su proyectado carácter de ritual un tanto esotérico; y lo configura
también, en algún nivel, como una subversión, como un acto alterador
de conductas muy arraigadas.
La sacralidad contaminada
Voz en off
Walpurg :
Pero esta propia Ana que por darse una certidumbre y un proyecto
renuncia a su cuerpo joven, a la inocencia y la sensualidad, y opta por
el exterminio, por la acción "purificadora" y demoledora, es una
oscilación permanente desde el punto de vista del verbo que la encarna,
desde el punto de vista de las funciones dramatúrgicas que el texto le
otorga y, finalmente en virtud de su materialidad escénica, urdida por
el director y por la actriz sobre la base de todo tipo de ambivalencias.
Un poco de sociología
Pero los datos aportados quizás permitan al lector inferir por qué,
para comprender la dinámica de las heterogéneas representaciones
ideológicas que coexisten en la nación cubana hoy, resulta
imprescindible darle un especial sentido a la relación que existe entre
estas representaciones -tanto las de consenso como las de disenso- y
el modo en que las hacen suyas o las generan sectores de procedencia
juvenil.
rebeldes
muerto entonces sí
disueltos.
un barco
límite
mi otro yo
Cae.
Cubanidad
es la contradicción.
amarte
[2] La posibilidad de consultar esta grabación en video -que incluye una
entrevista a Víctor Varela- la debo a la cortesía de la Escuela
Internacional de Teatro de la América Latina y el Caribe.
[3] En el carácter paradójico de esta inserción nos detuvimos en el
artículo "Del teatro sociológico al teatro de la identidad", Conjunto n.87,
julio-sept. 1991.
[4]Ver, por ejemplo, Diana Taylor: "Framing the Revolution: Triana's La
noche de los asesinos and Ceremonial de guerra" Latin American
Theatre Review, n. 24-1, fall 1990, p.81-91.
[5] En lo fundamental gloso aquí los datos aportados por Juan Luis
Martín: "La juventud en la Revolución Cubana: notas sobre el camino
recorrido y sus perspectivas", Cuadernos de Nuestra América, Vol VII,
n.15, julio-diciembre 1990 (Centro de Estudios de América, La Habana,
Cuba).
Magaly Muguercia
La sacralidad contaminada
Voz en off
Walpurg :
Pero esta propia Ana que por darse una certidumbre y un proyecto
renuncia a su cuerpo joven, a la inocencia y la sensualidad, y opta por
el exterminio, por la acción "purificadora" y demoledora, es una
oscilación permanente desde el punto de vista del verbo que la encarna,
desde el punto de vista de las funciones dramatúrgicas que el texto le
otorga y, finalmente en virtud de su materialidad escénica, urdida por
el director y por la actriz sobre la base de todo tipo de ambivalencias.
Un poco de sociología
Pero los datos aportados quizás permitan al lector inferir por qué,
para comprender la dinámica de las heterogéneas representaciones
ideológicas que coexisten en la nación cubana hoy, resulta
imprescindible darle un especial sentido a la relación que existe entre
estas representaciones -tanto las de consenso como las de disenso- y
el modo en que las hacen suyas o las generan sectores de procedencia
juvenil.
Un poeta perdido
disueltos.
un barco
con un sentido
límite
En alguna parte
mi otro yo
Habla el presente.
Cae.
Cubanidad
es la contradicción.
amarte
febrero de 1992
[1]
El autor nos recuerda, en una nota al pie, que tal es, etimológicamente,
el significado de la palabra esquizofrenia: mente rota.
[2]
La posibilidad de consultar esta grabación en video -que incluye una
entrevista a Víctor Varela- la debo a la cortesía de la Escuela
Internacional de Teatro de la América Latina y el Caribe.
[4]
Ver, por ejemplo, Diana Taylor: "Framing the Revolution: Triana's La
noche de los asesinos and Ceremonial de guerra" Latin American Theatre
Review, n. 24-1, fall 1990, p.81-91.
[5]
En lo fundamental gloso aquí los datos aportados por Juan Luis
Martín: "La juventud en la Revolución Cubana: notas sobre el camino
recorrido y sus perspectivas", Cuadernos de Nuestra América, Vol VII,
n.15, julio-diciembre 1990 (Centro de Estudios de América, La Habana,
Cuba).
[6]
El reconocimiento de estas contradicciones se expresó en el programa
político que, a principios de 1986, encabezado por Fidel Castro, dio
inicio al "proceso de rectificación de errores y tendencias negativas". No
fue la "Rectificación" una reacción inducida, en lo fundamental, como a
veces se piensa, por condiciones externas -la perestroika, en primer
lugar-, sino por causas principalmente endógenas que imponían, al
agudizarse, la reorientación del rumbo de la Revolución, la ruptura con
modelos económicos y en última instancia políticos que habían
demostrado su insolvencia o sus grandes limitaciones. La Rectificación
pone el acento, después de una década y media, en valores originales
aportados por la Revolución Cubana en los años sesenta y más tarde
opacados por la copia de patrones de diverso orden en que se
sustentaba el "socialismo real".
EL ALMA ROTA *
Magaly Muguercia
Estos jóvenes, que tienen la edad de mis dos hijos, dicen desde Cuba
socialista, que ellos tienen la mente dividida, el alma rota. Y yo creí muy
ingenuamente, cuando todavía ellos no habían nacido, que nosotros,
con aquel bregar, les estábamos garantizando de manera definitiva su
dignidad personal, su libertad. Alguna responsabilidad personal me
toca ante esta generación tan insatisfecha. Alguna responsabilidad
social pudiéramos tener sus mayores frente a ellos. Su arte no se
merece la estéril salida de las acusaciones.
Opera Ciega es un hecho artístico de alto nivel. Hay allí hondura
conceptual, estilo, técnica, alta precisión y sinceridad. La noche de los
asesinos, de José Triana, el Woyzek de Büchner, Shakespeare, la
commedia dell'arte, Edipo y Heiner Müller; Grotowski, Kantor y Barba
son algunas de las influencias y/o intertextos complejamente
entrelazados que ayudan a construir esta propuesta escénica
impresionante subtitulada "espacio tiempo de una mente".
Quizás valdría la pena hacer una digresión para subrayar que los
cubanos -lugar común pero no totalmente falso- somos "muy
extravertidos" y, como espectadores, bastante exuberantes en las
señales aprobatorias. Eso es tradición que mucho complace en Cuba al
artista que nos visita. Que un cubano se inhiba de aplaudir, se
constituye pues en un signo teatral que pesa dos veces en la
construcción de significado del espectáculo: confirma al hecho escénico
su proyectado carácter de ritual un tanto esotérico; y lo configura
también, en algún nivel, como una subversión, como un acto alterador
de conductas muy arraigadas.
Somos supuestamente la cultura del festejo ruidoso y gestual, del
telúrico toque de santos, de los rugidos simpatizantes y la bachata, del
grito zumbón o enardecido que no se hace esperar, de fervorosas
concentraciones multitudinarias y marchas patrióticas grandiosas no
del todo descifrables para la sensibilidad de los no iniciados. Es decir,
somos sujetos permeados por otro tipo de conductas rituales de honda
y compleja significación cultural, pero que suelen expresar su
sacralidad, por así decirlo, de una manera diferente.
La sacralidad contaminada
Voz en off
Pero esta propia Ana que por darse una certidumbre y un proyecto
renuncia a su cuerpo joven, a la inocencia y la sensualidad, y opta por
el exterminio, por la acción "purificadora" y demoledora, es una
oscilación permanente desde el punto de vista del verbo que la encarna,
desde el punto de vista de las funciones dramatúrgicas que el texto le
otorga y, finalmente en virtud de su materialidad escénica, urdida por
el director y por la actriz sobre la base de todo tipo de ambivalencias.
Un poco de sociología
Pero los datos aportados quizás permitan al lector inferir por qué,
para comprender la dinámica de las heterogéneas representaciones
ideológicas que coexisten en la nación cubana hoy, resulta
imprescindible darle un especial sentido a la relación que existe entre
estas representaciones -tanto las de consenso como las de disenso- y
el modo en que las hacen suyas o las generan sectores de procedencia
juvenil.
En Opera Ciega Víctor Varela, hijo de aquel peculiar y hasta
emblemático sector de nuestra población juvenil nacido en la década de
los sesenta, explora, desde sus treinta años, su "mente" personalísima;
al asomarse a ella, la descubre tan dinámica e hipercreativa como
rigurosamente autocontrolada; tan caótica como lúcida; tan fulminante
como cautelosa. Las imágenes se atropellan en esta mente que es una
incesante paradoja; que está "rota". Hierve de preguntas,
contradicciones, sueños, prejuicios, frustraciones, rencor, lealtad y
rebeldía ("No ve que estoy lúcido pleno y rotundo como el más grande
perdedor"). Él, con todas las matizaciones a que obliga el carácter
obviamente intransferible de su mundo personal, no es -no puede ser-
un "átomo libre" en la complicada alquimia de la vida espiritual cubana
de este momento.
rebeldes
lluvia.
muerto entonces sí
disueltos.
un barco
límite
mi otro yo
Cae.
Cubanidad
es la contradicción.
amarte
NOTAS
[1] El autor nos recuerda, en una nota al pie, que tal es, eti¬mológicamente, el
significado de la palabra esquizofrenia: mente rota.
[2] La posibilidad de consultar esta grabación en video que incluye una entrevista a
Víctor Varela la debo a la cortesía de la Escuela Internacional de Teatro de la América
Latina y el Caribe.
[3] En el carácter paradójico de esta inserción nos detuvimos en el artículo "Del teatro
sociológico al teatro de la identidad", Conjunto n.87, julio sept. 1991.
[4]Ver, por ejemplo, Diana Taylor: "Framing the Revolution: Triana's La noche de los
asesinos and Ceremonial de guerra" Latin American Theatre Review, n. 24 1, fall 1990,
p.81 91.
[5] En lo fundamental gloso aquí los datos aportados por Juan Luis Martín: "La
juventud en la Revolución Cubana: notas sobre el camino recorrido y sus
perspectivas", Cuadernos de Nuestra América, Vol VII, n.15, julio diciembre 1990
(Centro de Estudios de América, La Habana, Cuba).
[7] Digo "relativamente" marginal, pues el Teatro Obstáculo es, desde 1989, un
proyecto subvencionado por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas de Cuba del
Ministerio de Cultura de Cuba.