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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA


DIRECCIÓN DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
MAESTRÍA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN
MENCIÓN ADMINISTRACIÓN EDUCATIVA
CENTRO LOCAL TRUJILLO

LA ÉTICA PROFESIONAL DEL EDUCADOR Y SU RELACIÓN CON LA


NORMATIVA EDUCATIVA VENEZOLANA EN LA ACTUALIDAD

Trujillo, mayo de 2019


INTRODUCCIÓN

En la actualidad son necesarios educadores de calidad, esto supone un


desempeño de excelencia académica y humana. En los tiempos que se vive
actualmente no es suficiente la formación en el área de la especialidad, ni son
suficientes los títulos obtenidos: especialistas, magister, doctores. Además, se
tienen que considerar algunos principios de la ética profesional como la justicia, la
autonomía, la empatía, la solidaridad, la consciencia de la realidad en la que
deben trabajar, la compasión, y, sobre todo, un profundo respeto a la dignidad
humana. Así pues, el educador de calidad debe tener su alforja llena para ofrecer
a los demás lo mejor de sí.
Asimismo, la función del docente como acto público está definida y
reconocida en el marco de los estados modernos como una profesión con todo lo
que esto implica en el contexto del ámbito sociocultural y sociopolítico. La
profesión docente es una práctica que se expresa como correlato de los
imaginarios y las comprensiones que las sociedades y comunidades nacionales y
regionales tienen de la educación. No se puede entender la profesión docente, por
fuera de esas comprensiones, que además caracterizan epocalmente su
naturaleza.
Aunado a esto, el ejercicio de la ética es uno de los puntos más álgidos que
atender para poder proyectar mejoras en la calidad de la práctica profesional del
docente en la actualidad. Es de suma importancia afianzar los esfuerzos que
contribuyan a la formación de una conciencia colectiva en función del valor
integridad como forma legítima de conseguir los resultados más efectivos en
cualquier aspecto de la vida.

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DESARROLLO

Toda profesión tiene un código y unas reglas por las cuales se rige su ética
y moral, la carrera de educación no es la excepción, ya que es una profesión de
suma importancia para la sociedades de todo el mundo, pues los educadores
manejan la formación de las futuras generaciones de relevo, por tanto el papel del
educador es un modelo a seguir por sus alumnos, y he allí el asunto delicado, ya
que hoy en día existe un trecho muy largo entre “el ser y el deber ser”.
La ética está relacionada con la cultura inherente a un pueblo, a una
comunidad. El Profesor debe responder de sus actitudes frente al medio donde se
desenvuelve y respetar la escala de valores que la sociedad tiene, no sin negar el
derecho que le asiste para que esa escala de valores se perfeccione, se supere.
De allí que se entiende la profesión como un servicio público en beneficio del
colectivo. En este sentido, la ética del docente se basa en fundamentos, en
comportamientos aceptados por los miembros del gremio y, en consecuencia, es
de obligatorio cumplimiento. Es un comportamiento ético autoimpuesto que le
permite satisfacciones y sentirse orgulloso por actuar sin atender las
deformaciones producidas por las crisis que comúnmente son aprovechadas para
deformar los verdaderos principios sobre los cuales debe descansar la nación.
Asimismo, la ética profesional no es simplemente una deontología o un
conjunto de normas para regir la conducta de quien ejerce una labor profesional;
es un compromiso vivencial que va más allá de la norma escrita y debe hacerse
efectivo teórica y prácticamente. En el ámbito de la educación, para cumplir con
ese compromiso los docentes han de ser conscientes de sus tenencias prácticas,
intelectivas y morales, así como del deber de desarrollarlas constantemente para
ponerlas a disposición de sus estudiantes y ayudarles a crecer cognitiva, afectiva y
moralmente de manera integral.
En efecto, el trabajo del docente es uno de los más exigentes que existen,
tanto a nivel educativo como a nivel ético. Un buen profesor debe ser capaz de

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proporcionar una educación de calidad a sus alumnos, pero la sombra de su labor
se extiende mucho más allá. Al respecto Cortina (2000) postula:
Un profesional excelente es aquel que compite consigo mismo para
ofrecer un buen producto profesional; no se conforma con la
mediocridad profesional, sino que aspira a la excelencia en el servicio
a las personas que le requieren como usuarios de su profesión. Para
esa revolución moral de la vida corriente es necesario apuntar si
queremos profesiones y profesionales que contribuyan a una
sociedad civil decente y vigorosa.

Por otro lado, Silva Camarena (2001) señala que, en la profesión, más allá
de la eficiencia, se requiere de un carácter ético. Argumenta con base en las
definiciones de profesar, profesor, profesión y ética, que “’un profesional’ renuncia
a los intereses de su profesión, cuyo fundamento ético… impide tomar al hombre
como un medio” (p. 1). Es decir, en la profesión se debe asumir el sentido ético
que conecte la dignidad del profesional con la de su desempeño laboral. De esta
manera sigue explicando que “la ética, en el sentido profesional… implica entrega
vocacional, responsabilidad, honestidad intelectual y práctica” (p. 3). Así, el
compromiso con nuestro trabajo surge de la lealtad a nuestra vocación: “La ética
profesional se llama precisamente así porque es el fundamento ético de lo que
profesionalmente hago y de lo que soy, en el desarrollo de una determinada forma
de vida” (p. 5).
No obstante, la adjudicación del término profesional al servicio docente, ha
marcado el inicio de una nueva ética educativa en cuanto al rol del docente en la
sociedad y en la escuela. La ética, como ideal de la conducta humana,
desarrollada en conjunto con el proceso de civilización, orienta a cada ser humano
sobre lo que es bueno y correcto y lo que debería asumir, orientando su vida hacia
la relación con sus semejantes y buscando el bien común. La ética, en el caso de
la profesión docente, se consolida en el momento en que el docente internaliza las
normas, de tal modo que no sea preciso ningún tipo de presión exógena para su
cumplimiento, aunque también surge cuando el docente se siente parte del grupo

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societal que le enmarca como profesión, captando determinadas pautas por la vía
de las normas y tradiciones.
Por tanto, el conocimiento de la ética no es casuístico ni arbitrario en la
profesión docente, sino que corresponde a una organización racional, a una
conjunción de voluntades y a las características de la comunidad que agremia a
los docentes, y no es estático porque dichas comunidades gremiales evolucionan
los valores y se transforma ante los factores del colectivo, como la economía, la
política, la ciencia, entre otros.
En este sentido, el conocimiento de la ética es contextual, es decir, funciona
en un espacio y tiempo determinados, se sustenta sobre una base filosófica que
es general para muchos. Las personas tienen experiencias, crecen y aprenden; de
las experiencias surgen guías de conducta, que tienden a dar dirección
determinada a la vida y pueden ser llamados valores. Los valores son términos
aceptados por un grupo para normar las actuaciones humanas y surgen de la
reflexión, y ésta de la experiencia, es por ello que los valores son, en definitiva,
experienciales.
En consecuencia, el docente moderno, en esa estética de su rol profesional,
procede con desinterés, lealtad, veracidad, eficiencia y honradez. No aconseja ni
ejecuta actos dolosos, ni hace aseveraciones falsas o maliciosas, que puedan
desviarlo de su función. Como docente de profesión, no participa activa o
pasivamente en lo que vaya en contra de los derechos humanos reconocidos
mundialmente; preserva el respeto a su dignidad como persona y como
profesional.
Asimismo, la práctica docente, además de ser una práctica técnica, es una
práctica ética en el sentido de que realiza o actualiza los bienes sociales que le
son propios. Una práctica profesional ética es una acción moralmente informada;
de ahí que las prácticas no sean un medio para producir el bien o los valores a los
que se aspira, sino el lugar mismo donde se encarnan y viven los valores, Puig
(2003). Estos valores son, por ejemplo: el respeto a la dignidad de los usuarios del
servicio docente; la ayuda que se les presta; la responsabilidad para con ellos y

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para con la comunidad social a la que se garantiza la satisfacción de sus
necesidades por la prestación de servicios profesionales competentes, Chávez
(2008); la colaboración para que sea el usuario mismo quien se responsabilice de
su vida y de la solución de sus problemas, y el diálogo desde el reconocimiento
del otro como interlocutor válido.
La ética del profesional docente, en la actual sociedad del conocimiento,
tiene que ser construida entre todos los ciudadanos a quienes afectan las
decisiones que se toman en el terreno de la enseñanza y el aprendizaje, Cortina
(2003). Las decisiones que se toman en el sistema educativo afectan a toda la
ciudadanía, de una u otra manera, y esto plantea la exigencia de asumir no sólo la
perspectiva del experto, ni la del representante sindical o colegial, sino la de todas
las personas afectadas por las decisiones, que no son simples objetos
beneficiarios de ellas, sino sujetos autónomos, facultados para y con derecho a
participar significativamente en tales decisiones. Esa participación de todas las
personas implicadas es necesaria en una democracia real y en una sociedad civil
vigorosa.
Desde esta perspectiva, en una sociedad del conocimiento compleja como
la actual, la ética docente debe atender al menos a cinco puntos de referencia,
Cortina (2003): las metas sociales por las que cobra su sentido; los mecanismos
adecuados para alcanzarlos en una sociedad moderna; el marco jurídico-político
correspondiente a la sociedad, expresado en la constitución y en la legislación
complementaria vigente; las exigencias de la moral cívica alcanzada por la actual
sociedad, y las exigencias de una hermenéutica crítica, como marco de
fundamentación de las normas de actuación ética.
En otro orden de ideas, cabe mencionar los principios éticos que regulan el
ejercicio de la profesión docente, según la Constitución de la república Bolivariana
de Venezuela, la Ley Orgánica de Educación y el Reglamento de la Profesión
Docente.
Constitución de La República Bolivariana de Venezuela. Capítulo IV de
los derechos Culturales y educativos:

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Artículo 102. La Carta Magna establece que la educación es un derecho de
todos, también debe ser gratuita y obligatoria, el estado es quien brinda las
condiciones necesarias, fundamentales y de participación, con el objetivo de
desarrollar el potencial de todos los seres humanos de la nación.
Artículo 103. Resalta que la educación debe ser total y de calidad, sin
importar raza, religión, sexo, todos deben gozar de las mismas oportunidades para
recibir educación.
Artículo 104. Las personas responsables de educar deben ser ejemplo para
los estudiantes, por lo tanto, han de ser de reconocida moralidad y comprobado
desempeño académico.
Ley Orgánica de Educación (LOE) 2009. Principios y valores que rigen la
educación:
Artículo 3. Se establece que la educación es pública y social, obligatoria,
gratuita, de calidad, de carácter laico, integral, permanente, de pertinencia social,
creativa, artística, innovadora, crítica, pluricultural, multiétnica, intercultural y
plurilingüe.
Artículo 13. Toda vez que el estado ha otorgado el derecho a ser educado,
el mismo tiene la responsabilidad de realizar su aporte a la nación, cooperando
con el desarrollo del país.
Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente
Artículo 4. La carrera docente debe estar en manos de individuos de una
moral reconocida y capacidad comprobada de enseñar, con su correspondiente
título profesional acreditado.
Artículo 6. Deberes del personal docente. Un docente debe cumplir los
numerales del 1 al 15, donde se indica de qué manera debe contribuir al desarrollo
integral de los estudiantes de los cuales está a cargo y así al desarrollo del país.
Artículo 9. Acá una vez más se hace hincapié al aspecto de la moralidad de
los docentes, recalcando que estos deben ser un ejemplo de vida para sus
estudiantes.

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Por consiguiente, El Estado venezolano a través de sus políticas públicas
manifiesta como objetivo alcanzar la justicia social basada en la inclusión social,
para disfrutar los derechos, disminuyendo las inequidades y priorizando
necesidades sociales. Asimismo, lograr el bien común es un valor preeminente;
los valores culturales, la interculturalidad, el deporte y recreación. Ética del trabajo,
participación ciudadana, corresponsabilidad educativa, actualización y tecnología,
identidad nacional y respeto a corrientes de pensamiento, las cuales son políticas
emprendidas por el Estado en materia educativa.
Así pues, el ejercicio de la profesión docente venezolana se rige por los
documentos antes señalados, es decir, el marco legal que rige la Educación en
Venezuela, teniendo como punto de partida la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, ello atendiendo a la brillante construcción jurídica del
pensamiento del excelente jurista Hans Kelsen (1986), cuando bajo su teoría “La
jerarquía de las leyes”, estableció la Constitución, como la norma suprema y sobre
la cual deben emerger el resto de los instrumentos normativos en cualquier
sociedad, ello sobre la base de considerar el respeto a la Constitución como
norma superior dentro de la jerarquía de las Leyes a las que se hace referencia.

Presentación de caso

La crisis social y económica de Venezuela, cuya hiperinflación diluye


cualquier intento gubernamental de ajustar sueldos y salarios de los docentes, es
la razón principal por la que el país se está quedando sin educadores con años de
experiencia y sin estudiantes en formación que se conviertan en la generación
educativa de relevo.
En efecto, la Confederación de Educadores de América (CEA) ha mostrado
su inquietud por el alto índice de educadores venezolanos que están migrando a
países de la región, fundamentalmente a Colombia, Chile, Bolivia y Ecuador. Este
último es uno de los que mayor oferta de docentes venezolanos registra, según el

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presidente de Fetramagisterio y vicepresidente de la CEA, profesor Nelson
González.
En este sentido, el sistema educativo trujillano no escapa a la realidad
actual de nuestro país, tanto así, que un gran número de docentes activos de las
diferentes instituciones educativas, han abandonado su cargo, sin participación ni
notificación alguna, dejando de esta manera desamparados a un grupo de
estudiantes, lo cual trae como consecuencia retrasos en el normal desarrollo de
sus actividades escolares. Aunado a esto, ocasiona conflictos dentro de la
institución, entre directivos y docentes, puesto que el personal que sigue
cumpliendo sus funciones regulares, a pesar de la crisis que se vive, ven con
frustración la actitud tomada por sus compañeros y colegas al abandonar sus
cargos, y que en algunos casos (en su mayoría) los directivos y/o autoridades
educativas no tomen cartas en el asunto inmediatamente.
Pues, existen muchos casos, comprobados, donde los directores y
autoridades educativas son complacientes con este personal, sabiendo que están
incursos en ilegalidad administrativa. En el caso de los directores de los planteles
educativos, dejando pasar el tiempo sin notificar el abandono del cargo de este
personal ante las autoridades competentes, ya sea Zona Educativa Regional, o
Ministerio de Educación.
En este sentido, entra en juego la ética del profesional de la docencia, en el
caso de directores deben ajustarse plenamente a la justicia, conciencia, legalidad,
y ser consecuentes con la realidad de sus estudiantes, quienes a pesar de
circunstancias tan adversas siguen asistiendo a sus colegios, claro está, con el
gran sacrificio de sus padres y representantes. En consecuencia, deben reportar
las faltas, ausencias y el abandono del puesto de trabajo del personal inmerso en
esa situación. Cabe resaltar, que en la mayoría de los casos esto no sucede.
Por su parte, los docentes que han decidido emigrar a otras latitudes en
busca de mejoras económicas, mejores condiciones laborales, pues, no se les
puede juzgar en cierto sentido, porque están en la búsqueda de mejoras, para
brindar a sus familias el sustento en calidad de vida que no logran obtener en este

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país, que luego de haberse preparado académicamente, no solamente con un
título universitario, sino con Especializaciones, Diplomados, Maestrías,
Doctorados, entre otros, pues, no consideran justas las reivindicaciones que
brinda el gobierno a su labor docente.
Entonces, son dos puntos de vista contrapuestos, ¿quién tiene la razón? ...,
las autoridades educativas, los directores o los docentes, que papel juega la ética
profesional en este punto. Si realmente se considerara la ética profesional para
aplicarla en este caso, debería las autoridades educativas (el gobierno) brindar las
condiciones óptimas y la remuneración justa, acorde con la realidad inflacionaria
del país para el normal desarrollo de la actividad docente. Asimismo, el director del
plantel y los docentes teniendo estos beneficios que son obligación y
responsabilidad del Estado, no estarían en la necesidad de, el director estar
notificando y reportando ante sus superiores los abandonos del personal; y los
docentes no estarían en la imperiosa necesidad de buscar otros horizontes para
garantizar un sustento digno para sus familias, cosa que no es nada fácil, pues
con testimonio propio de docentes que han regresado luego de largo tiempo fuera,
y que no les fue nada bien, pues la realidad es otra…
Finalmente, se debe tomar en cuenta la normativa legal del Sistema
Educativo Venezolano, puesto que esta situación está en completa ilegalidad, y
cada uno de los instrumentos legales que rigen la educación venezolana
contemplan las sanciones administrativas y disciplinarias coadyuvantes a
solventar las situaciones irregulares en las instituciones educativas.

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CONCLUSIÓN

El fin propio de la educación, y, por ende, de la labor del profesional en


docencia, es la formación del ser humano en su integralidad. Esa formación
implica colaborar con el mejoramiento de la naturaleza de nuestros estudiantes,
tanto en el afinamiento de sus habilidades y capacidades connaturales, como en la
forja de una perspectiva humanística y crítica de la realidad. Entonces, todo (a)
profesional en docencia ha de ejercer comprometida y responsablemente su labor,
no porque exista un código de ética profesional (que lo debe haber), sino porque
se cree profundamente en lo que se hace. No se debe actuar moralmente sólo
porque hay mecanismos externos que nos compulsan, sino por respeto y deber
para con uno mismo y para con el otro.
El compromiso ético no pasa simplemente por el comportamiento
deontológico, sino por el convencimiento y la entrega para con la labor realizada.
El dominio de la disciplina, el cultivo de las tenencias propias, la certeza en la
bondad de lo que se hace, la apertura, la búsqueda, el crecimiento constante, el
perfeccionamiento de la actividad conjunta, la construcción de una finalidad
humanista como aspiración a una sociedad mejor y mayormente inclusiva, son
rasgos actitudinales irrenunciables de los (as) docentes. La dignidad de esta
profesión está dada por su finalidad formadora.
Finalmente, todo docente, debe tener presente el Código de Ética y poseer
una sólida formación en valores, porque: “Para sembrar valores, hay que vivir en
valores”.

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BIBLIOGRAFÍA

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999).

Cortina, A. (2003). El quehacer público de la ética aplicada. En A. Cortina y D.


García-Marzá (Eds.), Razón pública y éticas aplicadas. Los caminos de la
razón práctica en una sociedad pluralista (pp. 13-44). Madrid: Tecnos.

Cortina, A. (2000) Presentación. En A. Cortina y J. Conill, 10 palabras clave en


ética de las profesiones (pp13-28). Estella, España: Verbo Divino.

Chávez, G. (2008). La responsabilidad: rasgo de la profesión y condición de


posibilidad de la ética profesional. En A. Hirsch y López, R., Ética
profesional y posgrado en México.

Kelsen, Hans. (1986) “Teoría pura del derecho, Traducción de Roberto J.


Vernengo, México, UNAM, 1986. Traducción de la segunda edición en
Alemania de 1960, Capitulo III.

Ley Orgánica de Educación (Gaceta Oficial Nº 5.929 Extraordinario del 15 de


agosto de 2009.

Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente. Gaceta Oficial Nº 5.496


Extraordinario.31 de octubre de 2000.

Silva Camarena, J. (2001). ¿Qué es eso de ética profesional? [Ponencia]. VI Foro


de Investigación. División de Investigaciones de la Facultad de Contaduría
y Administración. UNAM. México.

Puig, J. M. (2003). Prácticas morales. Una aproximación a la educación moral.


Barcelona: Paidós.

https://www.analitica.com/opinion/la-etica-del-docente-y-la-estetica-de-educador-
moderno/

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