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Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron vivir juntas con la idea de que eso
reforzaría su amistad. Entonces el águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus
huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del
mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre
las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regozijaron con un
banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus
pequeños;
¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela ?
Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde
lejos a su enemigo.
Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la
amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila
sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido. Vino un
fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos,
que por pequeños aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo. Corrió entonces la
zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
“Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo
llegará el castigo”.
1
La cigarra y la hormiga (Jean de la Fontaine)
Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar
el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano.
Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano
hasta la llegada de la próxima estación.
-Te pagaré la deuda con sus intereses; — le dijo –antes de la cosecha, te doy mi palabra.
“No pases tu tiempo dedicado sólo al placer. Trabaja, y guarda de tu cosecha para los
momentos de escasez”.
2
-Estaba durmiendo tranquilamente cuando soñé que estabas intranquilo y triste, que la
angustia te dominaba y que me necesitabas a tu lado.
-La pesadilla me preocupó y por eso vine a tu casa a estas horas. No podía estar seguro de
que te encontrabas bien y tuve que comprobarlo por mí mismo.
Así actúa un verdadero amigo. No espera que su compañero acuda a él sino que, cuando
supone que algo le sucede, corre a ofrecerle su ayuda.
La amistad es eso: estar atento a las necesidades del otro y tratar de ayudar a
solucionarlas, ser leal, generoso y compartir no sólo las alegrías sino también los
pesares.