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El año estuvo dominado por el éxito arrollador de los realities de Telefé (MasterChef Celebrity
y La Voz) y las telenovelas extranjeras (Dr. Milagro y Fuerza de Mujer), mientras que tanto en
el 13 como en el 9 lo mejor pasó por los programas de entretenimiento y el humor.
Respecto de Marcelo Tinelli su ascenso desde un horario marginal a la medianoche hasta ser lo
más visto de la TV fue vertiginoso también en la década de 1990. Su programa osciló desde un
show humorístico marcado por el uso y abuso de la cámara oculta y la burla grosera a un
reality híbrido con un programa de escándalos y cosificación de la mujer, sin conocer límites ni
filtros a la hora de perseguir el rating. La actualidad muestra el reverso de esa
inescrupulosidad: nada parece dar resultado para encontrar el éxito.
Ambos oscilaron en diversos formatos pero siempre centrados en sus propias figuras como
animadores y explotando la conexión que ambos supieron construir con las audiencias: en el
caso de Susana esa suerte de tierna torpeza que le permitía convertir en simpatía los errores y
en el caso de Tinelli su personaje de capo de la barra de amigos capaz de reírse de todos y de
todo, incluso de sí mismo.
Jorge Rial tuvo un andar más sinuoso por la TV argentina. Encontró un lugar entre fines de los
80 y comienzos de los 90, primero como columnista de Indiscresiones y en 1992 como
conductor de “El Periscopio”, junto a Andrea Frigerio. Parte de la misma renovación de
registro, exhibió un modo diferente de hacer periodismo de espectáculos, mucho menos
condescendiente con los famosos y explotando un nuevo estilo en crecimiento: el show-
escándalo. Su retorno a la TV en el 2001 con Intrusos supuso la consolidación de un modo de
hacer periodismo de espectáculos aún vigente. No obstante, el modelo parece sobrevivir a su
creador: Intrusos se mantiene vigente sin su creador al frente. Por su parte, el reciente
tropiezo de TV Nostra exhibe la dificultad de encontrar un espacio en la difícil TV actual.
El caso de Mirtha Legrand, la eterna, es para variar más complejo. De larga y exitosa
trayectoria como actriz de cine, llegó a la TV con sus emblemáticos almuerzos en la década de
1960, en un récord absoluto que no tiene comparación en la TV del mundo. No obstante, en
una situación aún no explicado del todo, no tuvo pantalla en los 80, recién en los 90 recuperó
su espacio con los almuerzos en canal 9. A partir de entonces mantuvo su ciclo con continuidad
casi perfecta, aunque el ciclo osciló entre el diario y el semanal, hasta que por la pandemia fue
reemplazada por su nieta, que hoy campea el ciclo sin que ni la producción ni el canal parecen
extrañar a Mirtha, a pesar de las modestas dotes de su nieta como entrevistadora.
Esta generación de conductores que comenzaron en los 90, especialmente Tinelli, Susana y
Rial, encuentran un límite en la TV actual, donde parece que las mega estrellas ya no tienen
lugar o, al menos, ya no son irremplazables. Conductores como Marley, Santiago del Moro y
Guido Kazka, se abren paso en formatos que podrían sobrevivir sin sus animadores al frente.
Bendita, el clásico envío de archivo de Canal 9, ha mantenido extensos reemplazos de Beto
Casella sin pérdida de audiencia.
Por otra parte, los formatos parecen imponerse a las personalidades. Mientras antes se miraba
a Tinelli y a Susana y no importaba tanto de qué iba el programa. Ahora se miran programas y
no importa tanto quien los conduce.