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La carrera de obstáculos de las

mujeres científicas para conseguir


financiación
Un estudio publicado en ‘The Lancet’ asegura que existe
un sesgo de género entre quienes valoran las candidaturas
ISABEL RUBIO
11 FEB 2019 - 04:14 COT
Una joven investigadora realiza una técnica de cultivo celular en un laboratorio.CORBIS.
Existe un techo de cristal en la ciencia que impide a las mujeres llegar a los puestos más
altos. A la falta de modelos a seguir en los medios de comunicación y en los libros de texto
desde que son pequeñas se suman los problemas de conciliación familiar y laboral, los
obstáculos para que su trabajo sea reconocido y la dificultad a la hora de conseguir
financiación para sus proyectos. Las mujeres salen perjudicadas frente a los hombres
cuando la revisión por pares evalúa al solicitante en lugar de la calidad de sus proyectos
científicos. Así lo aseguran los investigadores de un estudio publicado este jueves en la
revista médica The Lancet tras analizar casi 24.000 solicitudes de becas en los Institutos
Canadienses de Investigación de la Salud (CIHR, por sus siglas en inglés).

“En todos los países y disciplinas, los estudios muestran que los investigadores hombres
reciben más fondos de investigación que las mujeres. La brecha de género en la
financiación de la investigación se deriva de las evaluaciones del científico, no de la
ciencia”, explica Holly O. Witteman, coautora del estudio. Es investigadora de la
Universidad Laval en la Ciudad de Quebec (Canadá) y considera que “el sesgo en la
revisión de la subvención, ya sea individual o sistémica, impide que se financie la mejor
investigación”.

Los investigadores han sacado estas conclusiones tras hacer un experimento. En 2014,
separaron en dos grupos las solicitudes recibidas para los programas de becas de los
proyectos que comenzaron entre 2011 y 2016: en uno de ellos la revisión se centraría en el
solicitante y en el otro, en la investigación propuesta. En el primero se evaluaba el
liderazgo del científico, la importancia de sus contribuciones y su productividad, mientras
que en el segundo se tenían en cuenta la calidad y la importancia de la idea propuesta y el
enfoque.

Un total de 7.093 investigadores, de los que el 63% eran hombres y el 37% eran mujeres,
solicitaron 23.918 ayudas de financiación. Finalmente, el 16% de los investigadores
recibieron la subvención. Tras analizar todas las solicitudes, los autores del estudio
descubrieron que cuando el 75% de la puntuación correspondía a la calidad de los
proyectos propuestos, la probabilidad de que las mujeres obtuvieran un subsidio era 0,9
puntos porcentuales menor que la de los hombres. Sin embargo, cuando se revisaba
principalmente el liderazgo y la experiencia del investigador principal, la diferencia era de
cuatro puntos porcentuales. Es decir, las mujeres tienen menos éxito cuando a los revisores
se les pide explícitamente que revisen al investigador principal.

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Pese a que el estudio ha sido realizado en Canadá, este problema es común en otros países
del mundo. “En los países mediterráneos tenemos una cultura todavía muy patriarcal y en
ocasiones incluso está mal visto que una mujer que ha trabajado bajo la dirección de un
investigador saque buenos resultados”, explica Lola Pereira, vicepresidenta de
la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT) y catedrática de Petrología
y Geoquímica de la Universidad de Salamanca.

Esta científica ajena al estudio señala que las mujeres no solo encuentran más dificultades
que los hombres a la hora de encontrar financiación. “Ocurre lo mismo en la evaluación de
proyectos, de trabajos de investigación y de resúmenes que se envían a los congresos”,
afirma. Ella ha sufrido en primera persona esta discriminación: “A lo largo de mi carrera
profesional he tenido unas trabas tremendas. Me ha costado mucho llegar hasta aquí”.

Por ejemplo, recuerda cómo siempre le rechazaban los proyectos que presentaba a las
convocatorias nacionales y, tras presentar alegaciones, se los concedían. “En la Junta de
Castilla y León la primera vez que presenté un proyecto de investigación me dijeron: ‘El
contenido está muy bien pero no que lo lideres tú, creo que deberías de pasar al equipo y
dejar que otra persona lidere el proyecto’. Te dicen esas cosas y te machacan. Tienes que
sacar fuerzas de todos los sitios para seguir luchando y progresando”. Aún así, subraya que
en España la situación está cambiando “poco a poco” desde la aprobación de la Ley de
Igualdad en 2007.

Sesgos sexistas

No es la primera vez que un estudio demuestra con datos que existe un sesgo sutil sobre las
capacidades de las mujeres dentro de la ciencia. Un estudio publicado en PNAS en 2012 por
un grupo liderado por Corinne A. Moss-Racusin, psicóloga de Skidmore College (EEUU),
ya sugería que los profesores universitarios, independientemente de su género, evalúan de
manera más favorable una candidatura para director de laboratorio si va firmada por un
hombre.

Ese mismo año, un estudio de la Universidad de Yale publicado en la misma


revista también mostraba esta discriminación. Los investigadores enviaron a 127 profesores
de seis universidades públicas y privadas de EE UU varias candidaturas para el puesto de
jefe de laboratorio de un recién graduado. Expedientes idénticos fueron encabezados con
dos nombres diferentes: Jennifer y John. Pese a que solo cambiaba el nombre, los
resultados fueron distintos. Las candidaturas con nombres femeninos eran evaluadas
significativamente peor que las de masculinos. Además, a ellas se les ofrecían sueldos más
bajos que a ellos.

Lola Pereira, geóloga de la Universidad de Salamanca, en el Museo Geominero de


Madrid.ÁLVARO GARCÍA (EL PAÍS)
En comparación con los hombres, las mujeres tienen menos probabilidades de ser vistas
como líderes científicas y contribuyen con más trabajo por menos crédito en las
publicaciones. Así lo afirma Pereira, que explica que “las promociones se hacen en función
de los trabajos publicados y el índice H, que mide las citas que tiene una persona en sus
publicaciones”: “Por el carácter que tenemos las mujeres no solemos citarnos a nosotras
mismas al escribir un trabajo mientras que los hombres sí lo hacen. Eso se refleja a la hora
de pedir proyectos y en las promociones internas y externas”.

La investigación publicada este jueves tiene en cuenta la edad de los investigadores


principales y la situación en el ámbito de la salud. Sin embargo, no valora otros datos como
la raza, el origen étnico, la discapacidad u otras características que, según los
investigadores, se asocian con disparidades en la financiación y la progresión profesional.
Por ello, consideran que los estudios futuros deberían analizar todos los tipos de sesgos.

Una posible solución para reducir este tipo de barreras a las que se enfrentan las mujeres,
según señala Holly O. Witteman, sería que los programas financien proyectos en lugar de
personas. Ya hay algunas entidades que han mostrado interés por este tipo de métodos,
según cuenta Pereira: “Cuando haces una solicitud, no se envía a evaluar la página en la
que pones los datos personales”. Gran parte de la comunidad científica también apuesta por
que las comisiones que evalúan las candidaturas y los proyectos sean paritarias. Por
ejemplo en España, en el 2005, se obligó por ley a que en los tribunales y comisiones de
decisión del CSIC hubiera un 40% de mujeres. “Las mujeres al haber tenido tantísimos
problemas para llegar arriba estamos más concienciadas de que las evaluaciones tienen que
ser objetivas. Una mujer no es mejor por ser mujer. Puede ser mejor, igual o peor. Da igual
el género, lo que cuenta es la ciencia”, concluye Pereira.

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