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PEDRO SALINAS

Nació en Madrid en 1982. Fue profesor de literatura en diversas universidades. Tras la


guerra permaneció en Estados Unidos como “voluntario exiliado político” y allí murió
en 1051. Además de poesía, escribió también obras teatrales, relatos e importantes
estudios de crítica literaria (por ejemplo, Jorge Manrique o tradición y originalidad,
1947) En cuanto a su obra lírica, suelen distinguirse en ella tres etapas. La inicial
comprendería tres libros: Presagios (19239, Seguro Azar (1929) y Fábula y signo
(1931). En esta época, Salinas cultiva una poesía en la línea de la pureza estética
juanramoniana, sin que falten en ella abundantes elementos futuristas. La etapa de
madurez artística consta también de tres poemarios: La voz a ti debida (1933), Razón de
amor (1936), y Largo Lamento (1939). Los tres forman un ciclo amoroso: si La voz a ti
debida es el mutuo descubrimiento gozoso de los amantes, Razón de amor expresa la
tristeza y nostalgia por el amor acabado y Largo Lamento el dolor y la resignación ante
el imposible reencuentro. La tercera etapa sería la de la época del exilio y a ella
pertenecen otros tres libros: El contemplado (1946), Todo más claro (1949) y Confianza
(publicado póstumamente en 1955).
La poesía de salinas funde de forma peculiar lo intelectual y lo sentimental. Aunque se
aleja del patetismo romántico, su poesía busca ahondar en las emociones profundas,
pero en todo momento más como una experiencia intelectual que pasional. Incluso en
sus primeros libros próximos a la estética deshumanizadora que preconizaba la
intrascendencia del arte, Salinas atisba en los objetos futuristas o en los utensilios
cotidianos un sentido oculto y trascendente, un poco al modo de los viejos simbolistas,
pero lejos del tono decadente, angustiado o emotivo de éstos. En sus poemas, emplea a
menudo la ironía para poner distancia frente a los temas que aborda. Otro rasgo
intelectual característico de los versos de Salinas es el conceptismo ingenioso que se
resuelve en paradojas, juegos de palabras, metáforas ocurrentes, insólitas asociaciones
de ideas, todo ello empapado de una larga tradición literaria que podría remontarse hasta
el petrarquismo. Por eso es de aplicación a la poesía de Salinas su observación sobre la
lírica de Manrique: tradición y originalidad. Pues, en efecto, sabe utilizar con maestría
los recursos literarios decantado durante siglos, desde Gracilazo a Bécquer, pero
siempre desde la perspectiva poética de su tiempo, marcada tanto por el rigor expresivo
de la poesía desnuda, como por el espíritu iconoclasta de la vanguardia.
JORGE GUILLÉN: nació en Valladolid en 1893. Como su amigo Salinas, fue también
profesor de Literatura en diversas universidades. En Sevilla lo sorprende la Guerra Civil
y llega a ser encarcelado. En 1938 logra salir de España y marcha al exilio. En 1977,
una vez muerto Franco, se establece definitivamente en Málaga, donde muere en 1984.
Su obra poética es abundante. En 1928 publica su primer libro, Cántico. El libro se
amplía y reorganiza en tres ediciones sucesivas de 1936, 1945 y 1950. Desde la edición
de 1945 lleva el significativo título de Fe de vida. Las tres partes de su siguiente libro,
Clamor (subtitulado Tiempo de Historia) se publican en 1957 (maremágnum), 1960
(Que van a dar a la mar) y 1963 (A la altura de las circunstancias). Su tercer libro,
Homenaje, aparece en 1967. Cántico, Clamor y Homenaje quedan reunidos en 1968 en
un único libro: Aire nuestro. Con ello Guillén culmina su idea de que toda su poesía
constituye una obra única, perfectamente concebida y estructurada. Sin embargo, su
larga vida aún le permite componer dos libros más: Y otros poemas (1973) y Final
(1982). Ha publicado también importantes estudios de crítica literaria, como Lenguaje y
poesía (1961).
Guillén ha sido siempre considerado el más fiel representante, dentro de los poetas del
27, del ideal de la poesía pura. Y desde luego lo es, si entendemos por tal el alto nivel de
exigencia estética, el rigor de la composición, el elaborado lenguaje e incluso la
perfección tipográfica con que quiso que se editaran sus obras, intentando compaginar
el valor estético intrínseco del poema con su presentación material. Pero en la poesía de
Jorge Guillén se percibe una significativa evolución. En Cántico da cuenta de un mundo
perfecto, de una armonía esencial y exalta jubilosamente el mundo natural donde se
alcanza la plenitud del ser, todo ello con cuidadísima construcción y lenguaje preciso
(son característicos los adjetivos como fiel, claro, exacto.. los sustantivos como delicia,
verdad, plenitud...; adverbios como sí, más...). La exaltación vital, explícita en el
subtítulo del libro (Fe de vida) se manifiesta en su preferencia por la primavera o por los
momentos luminosos del día (el mediodía, el amanecer), frente a los crepusculares u
otoñales ambientes modernistas. La vitalidad de Cántico tiene su continuación en
Clamor, pero el mundo bien hecho de aquél, ya no está ahora tan bien hecho, y tiene sus
propios defectos. Como explicita su subtítulo, estamos en el Tiempo de la historia y la
historia trae guerra, miseria, dolor, opresión, persecuciones, torturas... Ahora bien, en
ningún momento cae el poeta ni en la angustia, ni en la desesperación, ni en el
sentimiento religioso. Siempre laico y agnóstico, pese a las dificultades del mundo,
mantiene Guillén incólume su fe en la vida. Con la aparición de Homenaje, Guillén
recoge poemas de todas las épocas, muchos de ellos de circunstancias, pero tampoco
aquí están ausentes los latidos de la vida contemporánea y las composiciones revelan la
presencia del poeta en el mundo en convivencia con sus semejantes. Y otros poemas da
entrada a la meditación sobre el instante y la vejez, al tiempo que se intensifica el
componente epigramático y satírico ya presente en Homenaje. Guillén observa ahora el
mundo moderno con escepticismo irónico y se enfrenta a las agresiones de la sociedad
contemporánea. En Final el poeta insiste en la idea del paso del tiempo y el triunfo e la
poesía sobre éste, mientras plantea con lucidez y serenidad los temas de la vida, la
muerte, el destino, la existencia.
GERARDO DIEGO nació en Santander en 1896. Fue profesor de Lengua y Literatura
en diversos institutos españoles. Se convirtió en uno de los principales impulsores del
grupo del 27 con la publicación en 1932 de una importante antología de poesías que
reunía ya numerosas muestras de los poetas de su generación. A diferencia de gran parte
de sus compañeros, durante la Guerra Civil tomó partido por el bando nacional y
permaneció en España al finalizar la misma. Murió en Madrid en 1987. Su extensa obra
poética se caracteriza por su variedad formal y temática. En ella alternan desde el
vanguardismo más radical hasta el neopopularismo, el neogongorismo y los moldes
clasicistas. En tal diversidad, él mismo distingue dos vertientes, lo tradicional y lo
vanguardista.
De su poesía vanguardista deben destacarse varios títulos: Imagen (1922), Limbo (1955,
pero escrito entre 1919 y 1921), Manual de espumas (1924) y Fábula de Equis y Zeta
(1932). Si los dos primeros muestran su deuda con...

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