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Shirley romina Cortez flores

Hacia un nuevo modelo para las Telecomunicaciones


(Jorge Pérez, Catedrático de la ETSI de Telecomunicación de la UPM49)
El modelo de regulación del desarrollo de las redes y servicios de
telecomunicaciones ha pasado por diferentes etapas, desde la original
conceptualización de Theodore Vail, en 1907, hasta nuestros días.

El punto de partida del modelo tradicional se situaba en un estado de


monopolio adaptado a las circunstancias que imponían la legislación del
servicio telefónico como servicio universal y el objetivo de extenderlo hasta
acabar con la las listas de espera.

El modelo regulatorio entonces tomó preferencia por establecer una


competencia limitada, a través de oligopolios privados de infraestructuras y
libre competencia en servicios.

Así, se preparaba el camino a la globalización, se favorecía la competencia y


se facilitaba la futura convergencia entre operadores y proveedores de
contenidos.

Obligados los operadores incumbentes a compartir su infraestructura con sus


competidores y perdiendo tráfico telefónico a favor de los operadores móviles,
la única salida para los operadores de redes fijas se encontraba en el
despliegue de las infraestructuras y servicios de la banda ancha.
Sin embargo, invertir en infraestructura y competir en servicios de banda ancha
compartiendo su red fija es algo que los operadores dominantes no parecen
estar dispuestos a admitir.
Si la voz financia los datos para garantizar la inversión en banda ancha habrá
que impulsar infraestructuras alternativas en redes fijas.
La tendencia en los países desarrollados es trasladar el modelo de los móviles
a la banda ancha, de manera que en ésta se de una competencia en
infraestructuras y se produzca una consolidación de operadores.

Como es lógico, todo proceso de innovación conlleva riesgo e incertidumbre,


pero también nuevas oportunidades de crecimiento y desarrollo. Aprovechar
ese futuro tiene que ver mucho con el proyecto de Sociedad de la Información y
del Conocimiento que todos los agentes involucrados quieren llevar adelante,
pero en cualquier caso será necesario y no suficiente
superar cuatro cuellos de botella que no permiten hoy el despliegue definitivo
de la banda ancha:
-La pérdida de confianza de los mercados financieros.
-El entorno de inestabilidad y sobrerregulación.
- La baja demanda y escasa aceptación por parte de los usuarios a los nuevos
servicios.
-El lento desarrollo de los servicios de banda ancha.
Todo este análisis parece indicar que, una vez cumplida la penitencia por los
errores cometidos por los distintos actores, finalizado el proceso doloroso de
ajuste de la dimensión y estructura de los agentes a la demanda real, una vez
creado el entorno regulador adecuado y con la inestimable ayuda de políticas
públicas de impulso a la Sociedad de la Información que
Incentiven la demanda, el sector de las telecomunicaciones volverá a tener el
papel central que ocupó en la década anterior.
Pero una vez más, en el proceso de salida de la crisis existirán grandes
diferencias entre los países desarrollados y en vías de desarrollo. El riesgo a
que el resultado final sea el ensanchamiento de la brecha digital es enorme.
Solo la formulación de estrategias (tecnológicas, regulatorias y financieras)
propias adaptadas a las situaciones particulares de cada país y el desarrollo de
políticas activas de solidaridad interregional puede evitarlo

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