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Filosofía de la religión

Becerra Pérez Sergio Eliuht

Aquel hombre llamado Friedric había observado en esa noche una acción inesperada que le
hizo recordar algo de su pasado. Aquellos momentos en los que él mismo se había sentido
desconsolado por un largo tiempo. La vecina más cercana de su madre realizaba el festejo
del cumpleaños número 17 de su hijo adoptivo Ernesto, a quién Friedric conocía desde los
primeros años de la educación. Sin duda para Friedric representaba algo muy significativo y
sobre todo motivo de reflexión el hecho de saber de dónde provenía Ernesto, cuál era su
pasado y cuál era el verdadero significado de aquel acontecimiento. Esto debido a que su
relación con él siempre fue, más que de amigos, de tapadera, de solapador, de cómplice, de
subordinado. Sin embargo, ante este hecho asomaba a su rostro una expresión de triunfo, de
victoria indiscutible, de knock out determinante.

Ernesto siempre fue el más rudo de la clase, constantemente golpeaba a los


compañeros de clase sin motivo, y también con motivo. En alguna ocasión, Ernesto les
pidió a los compañeros que le pasaran las notas de geografía, a lo cual los compañeros se
negaron debido al arduo esfuerzo que esas actividades implicaron, y con justa razón su
negativa, pues les parecía verdaderamente injusto que alguien, así como así, hiciera
provecho de su trabajo. Ante la negativa de los compañeros, Ernesto, sabiéndose el más
fuerte de la clase, tomo a Pablo por los cabellos y lo zarandeo por todo el pasillo al mismo
tiempo que pateaba su rostro dejándolo bañado en sangre, sin que Pablo pudiera siquiera
poner las manos para cubrirse. Este acontecimiento marco la perspectiva que de Ernesto
tenían todos los compañeros, de ese día en adelante nadie le negaba la más mínima cosa a
Ernesto.

Friedric recuerda particularmente el día en que, por defender a una de sus más
preciadas amigas de la escuela primaria, Ernesto le tiro un diente de un puñetazo y le
fracturó la muñeca al pisarla cuando este cayó al piso. Ese día fue determinante para
Friedric pues desde ese momento lo apodaron el chimuelo.

Es necesario saber que Ernesto creció en un orfanato. Desde su nacimiento hasta los
ocho años de edad residió en OESI, una institución encargada del acopio de niños
abandonados y sin hogar. En dicho lugar el trato que se le daba a los niños era deplorable;
los mal alimentaban, los obligaban a hacer trabajos que requerían la fuerza de un adulto
durante el día entero, no les proporcionan el más mínimo nivel de educación. Eso sin
contar, por respeto el lector, algunas otras perversiones a las que eran sometidas sobre todo
las señoritas de entre once y catorce años.

Ernesto se libró de este ambiente cuando a sus nueve años, una pareja de buen
renombre y a quién Dios no le proporcionó la dicha de poder tener hijos naturales, decidió
adoptarlo sin importarle su pasado ni su edad. Friedric se sintió muy cómodo y bendecido
con su nueva familia, y más, debido a que en realidad él nunca disfrutó de las cosas malas
que hacía. Incluso, poco después de su adopción, él reflexionaba sobre acontecimientos
parecidos a los ya narrados y siempre llegaba a la conclusión de que sólo lo hacía para
sobrevivir en ese mundo hostil que era el orfanato.

El hecho es que esa familia adoptiva le cambio la vida por completo a Ernesto. Se
convirtió en un hombre estudioso, amable y cordial después de algún tiempo. En los años
posteriores a la adopción los nuevos padres sufrieron un largo reproche de groserías
realizadas por parte Ernesto hacía compañeros de la escuela, a sus profesores, e incluso
hacía ellos mismos. Por supuesto que para sus padres adoptivos no fue algo sencillo el
cambio de actitud y mentalidad de Ernesto, pero con la ayuda de su religión ellos creían
que todo era posible siempre y cuando tuvieran fe en lo venidero.

Este día de gran importancia para nuestro estimado Friedric, es ni más ni menos el
bautismo de Ernesto, que se celebró aprovechando su graduación exitosa de la escuela
secundaria. Sin duda alguna este es un día significativo para ambos, pues, por un lado, para
Ernesto representa la entrada a un nuevo mundo en el que se siente perfectamente
identificado y en exitosa consonancia con todo lo que en su familia se considera sagrado.
Pero por otro lado está Friedric, quién no puede olvidar absolutamente nada de lo
acontecido y vivido con Ernesto. Pues Friedric sigue viviendo en el terreno cotidiano, en el
ámbito no religioso, sus ojos siguen viendo todo desde su perspectiva profana y vengativa,
mientras Ernesto, desde su identidad religiosa piensa, seguro ya me han perdonado.

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