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TEMA 6

LA ESPERANZA DE UN SALVADOR

INTRODUCCIÓN

A. La gente corre de aquí para allá. La mayoría sin


rumbo definido. Todos se sienten inseguros,
tristes, abatidos, y desesperados. Otros, han sido
maltratados por la vida, a causa de eso viven
infelices, desesperanzados y ya no tienen ánimo ni
deseo de vivir. Por estas razones algunos llegan a
quitarse la vida y mueren sin haber conocido a
Jesús.
B. En la Santa Biblia, en el evangelio de San Juan
capítulo 4 encontramos la historia de una mujer
oriunda de Samaria, específicamente de Sicar, ella
tenía la esperanza de conocer al Mesías y ese día
llegó. La historia relata cómo ella tuvo la felicidad
de ver al Mesías y no solamente ella, también su
pueblo entero. Fue así como esa población recobró
su identidad.

C. En este mundo hay muchos que han perdido su


identidad, nadie los quiere, muchos los rechazan,
se sienten infelices, pero aún hay esperanza de
recobrar la identidad y eso solo se logrará a través
de Jesús.

D. La mujer samaritana se sentía marginada, pero


cuando encontró a Jesús no le importó lo que la
gente podría pensar.

Texto bíblico: S. Juan 4: 25-30

La esperanza de una mujer y su pueblo

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1. ¿Cómo conoció la mujer a Jesús?
a) Ella vino a sacar agua del pozo a la hora
sexta (las doce del mediodía), nadie iba al
pozo a esa hora. La gente acudía en las
primeras horas del día o por la tarde. A ella
no le interesaba el calor ni el sofocante
clima, ya que quería evitar a la gente. El
relato bíblico declara que era una mujer
sufrida, había intentado formar un hogar
seis veces sin conseguirlo. Dadas estas
circunstancias negativas en su
experiencia, ahora ya no tenía esperanza,
ya no creía. Sin embargo, en lo más
recóndito de su corazón existía una
diminuta luz de esperanza. Anhelaba
contemplar con sus propios ojos al Mesías.
Y nunca imaginó que ese sería el día que
marcaría la diferencia en su vida.

b) La samaritana buscaba amor y felicidad

Esta mujer, un día acudió al pozo cuando era muy


joven, ella creía que el amor existía, sabía que la
felicidad era una realidad porque lo había notado
en otras personas que vivían felices. Un día esta
joven llegó al pozo con la esperanza de conocer
el verdadero amor y la verdadera felicidad. Un
caballero se le acercó y escuchó por primera vez
las palabras: «dame de beber», esa era una frase
común que los jóvenes usaban para manifestar
interés en la amistad de una joven, para
establecer una relación de noviazgo. Ella pensó
que la felicidad y el amor existían, por lo tanto, el
mejor lugar para encontrarlos era allí, junto al
pozo. La samaritana arribó al pozo a la de
costumbre para todas las mujeres de la

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comunidad, la hora correcta, por la mañana o por
la tarde. Fue así como ella formalizó una relación
de noviazgo y se casó, pero al poco tiempo,
quizás uno o dos años, notó que el amor estaba
lejos de su corazón, era un matrimonio infeliz y
finalmente recurrieron al divorcio. La mujer acudió
por segunda vez al pozo, formó otro hogar y se
dio cuenta que el hombre con quien se casó no
podía darle el amor y la felicidad que ella tanto
anhelaba; por eso, vino una, y otra vez, una vez
más, hasta cinco veces. «La legislación
solamente permitía hasta tres casamientos»
(Encuentros pág. 58). Cuando fracasó en su
quinto matrimonio llegó a pensar que el amor y la
felicidad no existían, que eran irreales y perdió
cualquier esperanza de conseguirlos. Desde ese
momento su vida no tendría sentido, por eso
acudía al pozo a una hora extraña.
Muchas veces nosotros venimos al pozo a la hora
equivocada pensando que ahí está la felicidad y
el amor, pero fracasamos. La samaritana acudió
al pozo a medio día, no es un horario apropiado
para sacar agua, pero ella fue. De pronto, miró a
un caballero sentado en el brocal, ella de
inmediato notó que era judío. Él desconocido le
pidió agua. A esas alturas de su vida muchos ya
le habían pedido agua con intenciones de
enamoramiento. «Pedir agua junto al pozo es lo
que suelen hacer todos los hombres cuando
quieren hablar con una mujer». «Casi todas las
historias de amor en Sicar empiezan así: «Tengo
Sed».

2. La mujer pertenece al pueblo Samaritano

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a) Ella confió que un día aparecería el Mesías,
que ella misma lo vería y cuando ese día
llegara el Mesías enseñaría solo la verdad.
Cuando Jesús le pidió agua ella trató de
evadir su petición y mencionó la enemistad
que había entre judíos y samaritanos, pero
Jesús continuó hablando con mucho tacto,
con mucha compasión y dijo: «Cualquiera
que bebiere de esta agua volverá a tener sed;
pero el que beba del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás» (S. Juan 4: 13, 14). En
otras palabras, Jesús le dijo, tú has venido a
este pozo muchas veces a buscar amor y
felicidad y has probado con muchos hombres
para terminar siempre desilusionada, pero el
agua que yo te ofrezco es el genuino amor y
la verdadera felicidad, cualquiera que me
acepte a mí, no tiene necesidad de volver al
pozo, porque el amor y la felicidad que yo doy
son incomparables.

b) ¿Quiénes eran los samaritanos?


Eran los habitantes de Samaria. «La
historia de los samaritanos no se conoce
en su totalidad. Hay pocas referencias
históricas a ellos» (Diccionario bíblico pág.
588).
Los samaritanos son una mezcla de
israelitas con gentiles, fue el resultado de
la conquista que hicieron los asirios de
Israel que se mezclaron con ellos.
Así que, los samaritanos eran
despreciados y aborrecidos por los judíos.
En los tiempos de Jesús ser samaritano
era motivo de amargo desprecio (S. Juan
8: 48) y los judíos trataban de evitar

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cualquier contacto con ellos. Jesús, un día
dijo que para Dios todos los seres
humanos son iguales.
Jesús ama a la gente de cualquier raza,
nacionalidad y cultura; pero también desea
que todos le entreguen su corazón, sus
vidas completas.

3. La reacción de la samaritana ante la


presencia de Jesús
a) La mujer le dijo a Jesús: «Yo sé que un día
vendrá el Mesías» (S. Juan 4: 25) Quiso
decir: yo misma lo estoy esperando, mi
pueblo lo espera, porque cuando él
aparezca nos aclarará todo lo que tenemos
que entender, pondrá las enseñanzas en
su lugar.

Nota: Si no permites que Jesús llegue y entre en tu


vida, nunca se podrá ordenar ni organizar. Es
Jesús quien ordena todo, organiza la mente y el
corazón; es Jesús que nos motiva y nos inspira
para realizar las modificaciones necesarias para
salvación y vida eterna. «Sin él nada podremos
hacer» (S. Juan 15: 5).
No dejes que tu vida siga desorganizada, permite
que Jesús comience hoy mismo a organizarla. No
le des lugar al diablo en tu corazón, porque él es el
causante de todos tus problemas y de la falta de
deseo de buscar a Jesús.

b) El impacto que causa mirar a Jesús.


La samaritana se olvidó de lo que pensaba,
las dudas de su vida. Ella llevaba una vida
desorganizada, pero cuando miró al
Mesías hubo un cambio en su vida.

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Aunque su vida no estaba totalmente
organizada, ella sabía que el Mesías la
transformaría y organizaría su vivir.
La mujer dejó su cántaro. Es decir, se
apartó, inmediatamente, de las cosas
comunes de la vida, estuvo dispuesta a
dejar sus caminos tergiversados y oscuros,
comenzó a cambiar desde aquel momento
cuando aceptó el agua viva que es Cristo
el Señor.
Cuando Jesús entra en el corazón
transmite energía, elimina la tristeza, la
desconfianza, la intranquilidad y la
desesperación. Produce seguridad y
confianza porque la vida recobra sentido y
pleno deseo de vivirla. Ahora anhelamos
gritar a todo el mundo que Jesús perdona
y transforma para salvación.
Cuando Jesús entra en el corazón ya no
hay temor del pasado, ni del presente,
menos aún del futuro, porque en Jesús hay
felicidad, gozo, alegría y salvación.

c) La mujer de samaria finalmente conoció el


verdadero amor y la verdadera felicidad.
Aunque había perdido toda esperanza, ella
sabía que un día vería al Mesías.
Como ella nosotros compartimos la misma
esperanza de un día ver al Mesías en las
nubes del cielo, será un día glorioso e
inolvidable. Aceptemos las promesas
bíblicas porque pronto se cumplirán.
Cuando Jesús regrese por sus hijos
transformará para siempre nuestras vidas
y viviremos felices con él en su Reino de
amor.

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CONCLUSION
A. Hoy hemos visto cómo una mujer
despreciada y un pueblo aborrecido y
humillado, aún conservaban la ilusión de ver
un día al Mesías. Ellos lo vieron con sus ojos
y lo recibieron en sus corazones. Fue así
como sus vidas fueron transformadas.
B. Jesús quiere hacer los mismo contigo.
Quiere transformar nuestro carácter,
nuestra forma de tratar a los demás, nuestro
ser entero. Él quiere que lo aceptes como tu
salvador personal.
C. Su promesa es que muy pronto volverá y
tendrás el privilegio de ver al Mesías que
viene para reinar y brindar eterna paz a sus
seguidores.
D. A Jesús no le importa de qué pueblo o
ciudad procedes, lo único que le importa es
si estás dispuesto a entregarle tu corazón
para servirlo.
E. Hemos aprendido que cuando recibimos a
Jesús nos transforma totalmente como a la
mujer samaritana. En ella hubo un cambio
total y definido. Dios quiere hacer ese
cambio en tu vida. Hoy te ofrece el
verdadero amor y la verdadera felicidad,
solo Jesús puede hacer felices a hombres y
mujeres (Hogar cristiano pág. 24). Si lo
aceptas, comenzarás a gozar
verdaderamente la vida.

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