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CUANTO VALE LA VIDA

Tras los ataques del 11 de Septiembre del 2001 en Estados Unidos un abogado de Washington
deberá batallar contra el cinismo, la burocracia y la política. Buscando en todo momento cumplir
con lo que por cierto es nuestro valor del mes de Octubre que nos marca la función pública y es el
“Interés Público” significa que: Los servidores públicos actúan buscando en todo momento la
máxima atención de las necesidades y demandas de la sociedad por encima de intereses y
beneficios particulares, ajenos a la satisfacción colectiva, lo anterior para ayudar a las víctimas de
dicho atentado.

Es una historia, considero, bien contada. El protagonista Kenneth Feinberg sabe de números,
¿Cuánto vale la vida? Es fundamentalmente, lo que él enseña en sus clases y practica en su
profesión, que consiste en mediar en juicios laborales o situaciones en las que alguna empresa
debe pagar a familias compensación por la muerte de un ser querido.

Feinberg tiene que enfrentarse a varios problemas, quien debe ocuparse además del viaje
emocional a partir de ir conociendo más y más personas que perdieron a sus seres queridos en
este atentado.

¿Cuáles son esos problemas?


Los abogados de las víctimas más acomodadas económicamente que no quieren un «techo» para
sus reclamos de ingresos perdidos y, sobre todo, las miles de familias que se sienten abandonadas,
atendidas fríamente por un hombre que los trata como un número y les ofrece también uno y
bueno en un momento se olvida de las precisiones y particularidades del caso para convertirse en
un tema que podría reducirse a «¿no funcionaría todo mejor si nos escuchamos los unos a los
otros?». Y si bien ese mensaje es importante, por momentos la película se banaliza demasiado y
simplifica sus ideas, dejando de lado todo conflicto –ético, económico, hasta filosófico– por una
reacción de humanismo más políticamente correcto que creíble.

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