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Además que estos deriven de un proceso racional y lógico, debe ser posible
descubrir en las resoluciones la causa eficiente de la repercusión de tales
decisiones en el mundo jurídico de lo justiciable y en la vida de los litigantes –
incluso de los que no litigan –, con mayor razón si tomamos en cuenta que la
decisión que posee la calidad de erga omnes nos interesa que no sólo sea
justa, sino también razonable. Por más que se de el caso de que no aceptemos
la colateralidad de las resoluciones, la argumentación deviene en necesaria
para explicar por qué una resolución debe ser así y no de otro modo.
Para que un argumento esté bien sostenido, se debe tener en cuenta que las
bases de dicho argumento tienen que ser coherentes con la realidad (no
imaginarias), de lo contrario todo argumento perderá su estructura lógica y en
vez de aclarar un caso, terminará por oscurecerlo.
• Concepto
• Juicio
• Raciocinio
• Argumento
Brevemente pasaremos a definir cada una de estas cuatro etapas del
conocimiento, para tener una mejor comprensión y poder diferenciar así el
juicio del argumento o el raciocinio del argumento.
El concepto es un pensamiento puro y por ende no posee color, forma, acción,
pasión, estado, etc. Un ejemplo claro es el de un lapicero, puesto que un
lapicero, aunque fuera de madera, de metal o de polímero, aunque contenga
tinta líquida, tinta semiseca, aunque fuera de color negro, blanco, de colores
primarios o secundarios, siempre su mejor uso será el de escribir.
PREMISAS
Al iniciar el tema de la argumentación, dejamos en claro que todo conocimiento
nuevo debe partir de algo ya conocido, de lo cual se consigue llegar a algo por
conocer. También todo argumento permite realizar el proceso cognitivo y por
ello, para cumplir su rol, precisa partir de una o más proposiciones iniciales de
las cuales, en una secuencia de concatenación armónica, se puede arribar a
conclusiones, vale decir, completar el proceso cognitivo.
Toda premisa es, ante todo, un juicio; así, al ser expresado, ese juicio se
transforma en una proposición. Por eso, las premisas son proposiciones que
expuestas y explicadas son las que permiten demostrar una teoría, una
opinión, una hipótesis o una idea. Se llega a formular premisas para que
motiven y den cuenta de los hechos por los cuales el argumento debería
aceptarse y las conclusiones asumirse como los efectos de la inferencia.En
toda inferencia encontraremos dos clases de premisas que denominaremos
mayor y menor.
Premisa mayor
Es aquella que contiene la referencia genérica, o bien es la proposición que se
encuentra enunciada de modo amplio, haciendo referencia al conjunto, clase o
relación de la cual puede desprenderse una o más propuestas para obtener
una consecuencia no conocida.
Premisa menor
Es la proposición que establece el referido específico que se encuentra
contenido o vinculado a la premisa mayor. Por esta razón, la premisa menor es
el rango específico que permite dar consistencia real al argumento. Y como es
específica, la premisa menor no necesariamente se puede encontrar en una
sola proposición y, en consecuencia, puede estar compuesta por más de un
enunciado. Dentro del ámbito jurídico, la premisa menor contiene el hecho real
y junto con la premisa mayor formará con propiedad la norma jurídica aplicable
al caso concreto. Como afirma KELSEN, las formulaciones anteriormente
mencionadas (premisas mayores) son normas generales a partir de las cuales
los tribunales deducen las normas individuales referidas al caso particular.
Justamente en la premisa menor se forma la teoría jurídica, debido a que en la
mayor, el enunciado normativo quedaría como simple intención, aún cuando se
encontrase formulada en términos imperativos.
CONCLUSIÓN
El argumento expresa su conclusión en forma de proposición, tal como si se
tratare de premisas. Por ejemplo:
“Si deseamos demostrar que la exageración legislativa, en el caso de punición,
se encuentra en proporción directa a la civilización de los pueblos, como lo
afirmó BECCARIA, debemos demostrar la aplicación de los antiguos códigos
penales – como el de Hammurabi –, luego demostrar la existencia de los
códigos penales modernos y luego comparar la dimensión y crueldad de las
penas actuales respecto de las antiguas. Una vez demostrado ello, podemos
establecer que existe relación entre evolución de las sociedades y el tipo de
penas que se encuentran vigentes; por tanto, pueblos más civilizados tendrán
penas menos crueles de la misma manera que estados y sociedades con
menor civilización pueden poseer, como sanciones, incluso la ley del talión”.
a) Principio de Okcham:
• Finalidad: Sostener la existencia de la pertinencia de la argumentación,
requiriendo solo las inferencias necesarias.
• Axioma: “Aquello que es esencial no debe multiplicarse más allá de lo
necesario”.
b) Principio Jurídico
• Finalidad: La premisa mayor de toda inferencia y el antecedente de toda
argumentación debe ser una proposición universal, pues siempre y en todos los
casos esta premisa será la norma jurídica, que luego se ha de componer en los
hechos, con el fi n de arribar a las consecuencias jurídicas predeterminadas.
• Así, pues, toda inferencia relaciona dos proposiciones, las mismas que
compuestas o descompuestas permiten la cognición de un nuevo
conocimiento; por ello, toda inferencia relaciona dos términos, los cuales
pueden ser más y se enlazan por medio de otro que viene a ser un tercero.
CAPITULO 1.
Redacción Jurídica
1.2.1. Consideraciones generales
Todas las carreras que se estudian en las diferentes universidades de nuestro
país, llámense estas Medicina, Psicología, Química, Matemáticas, Ingeniería
de Sistemas, etc., tienen su propio vocabulario. De manera similar, el Derecho
también tiene el suyo, que se plasma en la redacción de un escrito que, en
principio, sólo es entendible por los profesionales del Derecho. Esto signifi ca
que el lenguaje de los abogados consiste en redactar un escrito sobre un
asunto relacionado con el Derecho en términos legales (es decir, jurídicos).
1.2.2. Definición
Se llama redacción jurídica al conjunto de escritos que presentan los
abogados utilizando terminología adecuada. Estos escritos deben
redactarse de manera correcta, lo cual significa que no basta que se presenten
con buena ortografía sino que además tienen que estar bien argumentados
tomando como base las leyes vigentes.
Los abogados que ejercen profesionalmente la dirección y defensa de las
partes en toda clase de procesos, se dediquen al asesoramiento y consejo
jurídico o ejerzan funciones de magistrados o juristas, están obligados a
emplear y respetar las reglas gramaticales puesto que ellas dan a los demás la
seguridad de que la palabra empleada corresponde exactamente a un
concepto bien defi nido. Nada más deplorable que un profesional del Derecho
empleando cierto carácter “artístico” y “musical” en sus escritos, de tal manera
que estos aparezcan incomprensibles para los demás como consecuencia de
su “afición filosófica-literaria”, causa frecuente de una mala redacción.
Podemos demostrar lo que acabamos de decir mediante un sencillo ejemplo
ilustrativo. Lea seguidamente, y con suma atención, el siguiente fragmento:
“El empirismo predictivo inherente al rechazo neotomista de la metafísica qua
metafísica suele caracterizar la epistemología substantiva, tan claramente
demostrado por la aceptación implícita de Weberstrom de las aseveraciones
semánticamente normativas hechas por Haranmere en todo su trabajo tardío
sobre la teleología voluntarista. Pero la cuestión llega hasta la razón por la cual
la conceptualización de la ontología platónica de Haranmere lo situó tan
firmemente entre las fi las de aquellos que creían que el cognotivismo en su
forma contractualista no apoya el análisis que Weberstrom hizo de la
Grundnorm kelseniana. Éste es problema que se debe plantear”.
Ahora díganos con suma franqueza: ¿Entendió algo de lo que acaba de leer?...
¡Por puesto que no, nadie podría! (¡Ni siquiera el autor de estas humildes
líneas!). Esto es lo que se conoce en el argot literario como un “galimatías”, es
decir, un escrito embrollado debido al uso de un lenguaje oscuro como
consecuencia de la impropiedad de las palabras empleadas. Es suficiente
desconocer el significado de algunos vocablos como “cognotivismo”,
“epistemología”, “neotomismo”, “ontología” o “teleología” para que no tengamos
ningún motivo para entender lo que leemos (¡Por lo visto, el autor disfrutó la
elaboración de estos elegantes “malabarismos” lingüísticos que luego, estamos
seguros, ni siquiera él pudo comprender!).
Eficacia de la redacción
Si la eficacia es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera, la
eficacia de la redacción será tangible cuando el lector comprenda el mensaje o
las ideas que se exponen en un documento. Esta fi nalidad, tan frecuente a
simple vista para ojos humanos, cobra mayor signifi cado en el ámbito legal
puesto que es en él donde los abogados, querámoslo o no, tenemos que
pasarnos la vida redactando. El hombre de leyes tiene que ser consciente de
que su redacción debe poseer coherencia y cohesión textual. Si la coherencia
es la conexión, relación o unión de unas cosas con otras, es decir, el estado de
un sistema lingüístico o de un texto cuando sus componentes aparecen en
conjuntos solidarios, la cohesión refleja la fuerza de atracción que mantiene
unidas a las palabras.
Si leemos con atención el siguiente párrafo: “Al ser cultural, el Derecho pone
de
manifiesto la problemática de un pueblo. Es decir, es una actividad del hombre
según valores. El Derecho, en cuanto quehacer del hombre, es un producto
cultural. Por todo ello, es posible decir que el Derecho es cultura”, nos daremos
cuenta que si bien la redacción es impecable, el orden en que se muestran las
frases u oraciones contenidas en él y que lo hacen comprensible es
inadecuado, puesto que no se distingue fácilmente la oración que debe iniciar
el párrafo, qué es lo sigue a continuación y cuál debe ser la frase fi nal de
cierre. Para poder establecer la organización de la información en este párrafo,
es necesario considerar tres instancias: Introducción, desarrollo y conclusión.
Pero si aun surgieran algunas dudas sobre el orden de las oraciones o frases,
recordemos que siempre predomina: 1) Lo general sobre lo particular; 2) Lo
ambiguo sobre lo preciso; y 3) Lo anterior sobre lo posterior.
EL LENGUAJE JURÍDICO
2.1. Definición
Es aquel lenguaje que utilizan los abogados y jueces en los textos que
amparan la vida social de las personas y que por ello están relacionados con
alguno de los tres poderes del Estado:
• Poder Legislativo, o capacidad para elaborar leyes que regulan la convivencia
y protegen los intereses de individuos y grupos sociales.
• Poder Judicial, encargado de sancionar el incumplimiento de las normas
comunitarias.
• Poder Ejecutivo, al que corresponde gestionar el bien común y subordinar los
organismos del Estado (Administración).
A diferencia del lenguaje común, que revela cierta incapacidad para establecer
límites precisos en la realidad, el lenguaje jurídico -que también emplea como
instrumento la lengua común- exige gran precisión porque de un leve detalle
puede depender la exacta valoración de una conducta y la libertad o
inculpación de una persona. El nivel de precisión exigible al lenguaje jurídico lo
coloca en un nivel intermedio entre el lenguaje común y los tecnicismos, razón
por la cual los textos jurídicos introducen frecuentes definiciones de términos
con la finalidad de matizar adecuadamente los conceptos empleados en el
cuerpo legal.
A. Lenguaje Doctrinal
Es aquel tipo de lenguaje que aparece en aquellos textos jurídicos elaborados
por los teóricos del Derecho. Generalmente son elaborados por quienes
desean expresar una opinión concreta respecto a algún tema jurídico en
particular. Los autores de este tipo de textos invierten grandes cantidades de
tiempo para su elaboración, puesto que se trata de una actividad que les exige
mucha reflexión y razonamiento para poder publicar su peculiar visión de lo que
escriben.
B. Lenguaje Legal
Es aquel lenguaje que emplean los juristas para escribir o redactar las normas
que conforman todo ordenamiento jurídico. Generalmente se presenta en las
leyes emanadas del órgano competente para promulgarlas. Ejemplos: Leyes
ordinarias, decretos legislativos, resoluciones judiciales, etc. Mostramos a
continuación un ejemplo concreto del lenguaje legal en el siguienteragmento de
nuestro Código Penal vigente:
Lenguaje Jurisprudencial
Es aquel lenguaje que emplean los juristas en los textos de las sentencias
emitidas por el órgano judicial competente, lenguaje que contiene un criterio
específico sobre un problema jurídico en particular. En algunos casos dichas
sentencias tienen carácter vinculante, lo que signifi ca que sirven de modelo o
pauta a seguir cuando se presenten futuras controversias similares. Ejemplos:
Sentencias Vinculantes del Tribunal Constitucional, Acuerdos Plenarios de la
Corte Suprema de Justicia, etc.
A. Redacción descuidada
Es aquella que atenta contra las normas ortográficas y gramaticales. En
general, presenta errores en la acentuación, en la puntuación, en las
concordancias verbales o en el significado de las palabras.
Redacción complicada
Es aquella que abusa de las oraciones subordinadas, en las que unas frases
dependen de otras, y estas, a su vez, de otras anteriores. Enmarañan el
contenido de tal forma que el lector se pierde. Sin duda, este tipo de redacción
constituye el principal defecto del lenguaje jurídico en el nivel textual.
Redacción confusa
Es la que contiene demasiada terminología especializada y no está destinada a
un lector especialista, o la que está infl ada con siglas o con ejemplos que no
ayudan a clarificar las cosas.
Redacción pretenciosa
Es la que ofrece más información de la que demanda el lector para entender
cabalmente el contenido. Las redacciones complicadas y las pretenciosas
tienen especial presencia en el lenguaje jurídico, mientras que las descuidadas
y las confusas se pueden encontrar en cualquier tipo de lenguaje. Por regla
general, esas clases de redacciones no aparecen en estado puro: una
redacción complicada puede conllevar errores gramaticales que la conviertan
en descuidada.
En un estudio de los defectos del lenguaje jurídico actual habría que comenzar
advirtiendo que ortografía y gramática no son problemas inherentes a este tipo
de lenguaje, aunque sí es cierto que el principal problema del lenguaje jurídico
ocasiona con frecuencia graves desajustes gramaticales. Ortografía y
gramática no son, pues, problemas del lenguaje jurídico, sino del lenguaje en
general.