Está en la página 1de 1

MIRA SIEMPRE ANTES DE ACTUAR.


Hay demasiada gente que actúa a lo loco. Y no es hasta que averiguan que su
descuido les ha costado a ellos, y a otros, un precio muy alto que se dan cuenta
del significado del antiguo adagio. Si todos pudiéramos recordar que nunca
debemos arrojar un objeto pesado antes de cerciorarnos de que no va a caer en
los pies de alguien, que nunca vamos a tocar una pieza de metal hasta estar
seguros que no está caliente, y de que nunca vamos a prender la mecha de un
cartucho antes de asegurarnos que no hay personas en las cercanías,
reduciríamos grandemente el número de lesiones y muertes.

Quién más quién menos, todos hemos actuado alguna vez en nuestras
vidas sin tener en cuenta las consecuencias de la acción imprudente
que vamos a realizar. Pero la mayoría de nosotros hemos llegado a
crearnos un hábito, quizás a raíz de una mala experiencia, de mirar
siempre antes de actuar. No obstante, hay entre nosotros quienes
actúan de esta manera, la menor de las veces. Para ellos la actuación
normal es la opuesta: actúan, y después miran.

Esto, visto fríamente, puede parecer un juego divertido. Pero si


examinamos detenidamente alguno de esos juegos, nos será fácil
comprobar las consecuencias trágicas que pueden resultar cuando se
pierde en ese juego.

Hablando de juegos me ha venido a la mente un caso que leí hace años en una revista. “Andrés",
me acuerdo que decía el artículo, "era un hombre a quien le gustaba jugar con su suerte. Iba
por la vida sin pensar en lo que iba a hacer el momento siguiente. A pesar de haber tenido
algunas experiencias desagradables, había llegado a sus cuarenta años sin haber sufrido
ningún percance trágico. Pero un día la suerte le dejó de la mano. Como siempre lo había hecho,
salió por la mañana de su garaje sin mirar cuidadosamente hacia atrás. De repente oyó un
terrible gemido. Saltó precipitadamente de su coche y tuvo que presenciar la escena de su único
hijo, de tres años, aplastado bajo las ruedas de su coche.

Andrés tiene ahora sesenta años y mira siempre dos veces antes de actuar. Pero ¿necesitamos
tener una experiencia semejante para que aprendamos de una vez para siempre la lección?...
Para terminar, quiero recordarles otra vez ese antiguo adagio que he mencionado ya dos veces.
Quisiera que lo grabaran profundamente en sus mentes y que lo trajeran a la memoria siempre
que fueran a emprender una acción. En deferencia a sus familiares, a sus compañeros de
trabajo, a sus empresas y a ustedes mismos, "Miren siempre antes de actuar".

También podría gustarte