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El 

fascismo es una ideología, un movimiento político y una forma de gobierno


de carácter totalitario, antidemocrático y ultranacionalista de extrema derecha,
creado por sectores de la pequeña burguesía, que permitía defender los
intereses económicos de los grandes grupos de poder (banqueros, industriales,
terratenientes).
Esta forma de dominación aparece a nivel mundial en las décadas de 1920 y
1930, en Europa, principalmente en Italia, Alemania y España, como respuesta
a la crisis económica social que se dio en ese continente, producto de los
efectos de la primera guerra mundial, al igual que la crisis del capital financiero
que se expresó en el crac de 1929 que se dio en EE. UU. y ante el avance del
movimiento social iniciado por el proceso revolucionario bolchevique en el
antiguo imperio zarista.
Cuando se habla de fascismo, se debe hacer referencia al movimiento que
instaló y mantuvo a Mussolini en el poder durante más de dos décadas hasta
su caída en 19445. El movimiento fascista de Mussolini fue una de las tres
principales respuestas al enorme desafío de organizar la sociedad de masas
que emergió a finales del siglo xix, y que surgió de forma explosiva tras la
Primera Guerra Mundial6.

El fascismo está también definido como un movimiento caracterizado por una


ideología ultranacionalista POR QUE que niega las posiciones liberales pero
no la formación económica social capitalista, y, principalmente, definido por su
lucha contra el comunismo y el socialismo. La forma en la que el fascismo
alineaba a los sectores populares era con un discurso unificador (pasado
histórico glorioso y una “raza superior”)1, una política estatal autoritaria,
totalitaria y corporativista. Este fenómeno, que nace en Europa en defensa de
los grandes grupos de poder económico golpeados principalmente por las crisis
que origina este sistema capitalista, rápidamente fue difundido a todo el mundo,
es así como llega a Latinoamérica y al Perú2.
Definiendo el fascismo
Para completar la idea, diremos que el fascismo es una respuesta política de la
clase dominante mundial para permitirse el desarrollo del capital financiero en
los países coloniales, y que su aplicación y la manera como se desenvuelve
dependen de las condiciones particulares de cada país. La característica
principal es ser anticomunista, corporativista y dictatorial. Ataca a los partidos
demoliberales con la intención de acabar con el gobierno demoliberal e
imponer el gobierno fascista, haciendo de la dictadura de clase burguesa, más
represivo principalmente en el plano ideológico.
CAUSAS DEL FASCISMO

1. La crisis económica de 1929 que había dejado a gran parte de la


población en la ruina.
2. Italia, a pesar de haber contribuido a la primera guerra mundial, no fue
debidamente compensada con la entrega de territorios
3 .La subida de precios y la continua inflación.
4. La debilidad de la clase obrera y de la burguesía después de la guerra y de
la crisis.
CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DEL FASCISMO
a. Su estrategia es ofensiva ante el avance de la clase trabajadora: de todos
las ofensivas, la del fascismo es la más feroz ofensiva: es la que busca con
mayor celo la destrucción del movimiento social y la construcción del Estado
corporativo, y su ofensiva es sistemática, planificada, global y permanente, y
adopta todas las formas posibles: ofensiva política, ideológica, por lo general
ambas de forma simultánea.
b. Su esencia busca implantar un monopolio político e ideológico, en beneficio
de los grupos de poder suprimiendo totalmente los vestigios democráticos
burgueses, cancelando los derechos políticos y sindicales del proletariado y
demás trabajadores y marginando totalmente al partido de la clase trabajadora
y a los demás partidos demoliberales.
c. Su expresión es a través del corporativismo, buscando conciliar los intereses
de los empresarios y los trabajadores en beneficio de los primeros, negando
por esencia el antagonismo social.

EL FASCISMO EN PERU
En nuestro país el fascismo llegó durante la década de 1920 y que luego
pasarían a formar parte de las grandes colonias de inmigrantes, como, por
ejemplo, la colonia italiana. Las primeras agitaciones fascistas se dieron a
inicios de 1930. En este momento las organizaciones partidarias en
contradicción se tildaban como fascistas entre sí, dando a entender que
discrepaban con dicha ideología (Molinari, 1997); en el Perú, el aprismo fue
tildado de fascista por la Unión Revolucionaria y por el Partido Comunista.
Donde se mostró en realidad simpatía por la praxis fascista en nuestro país fue
a través del partido la Unión Revolucionaria (UR), a partir de la década de
1930, donde Luis M. Sánchez Cerro obtendrá la victoria en la elecciones
presidenciales de 1931; al mando de este movimiento se encontraría el
pequeño hacendado Luis A. Flores.
El fascismo peruano, así como todos lo que los sectores dominantes copian,
fue desarrollándose según las influencias externas. Es así como entre los años
1936 y 1939, a causa de la guerra civil española, la oligarquía peruana dará un
apoyo denominado “fraternal” a las falanges españolas desde el consulado,
rompiendo relaciones con el gobierno de la república. Este apoyo, que parece
poseer poca significación, tiene mucha importancia, pues la mayoría de
peruanos que residía en España lucharon en contra de los falanges y fueron
prácticamente abandonados por los que se suponía eran sus representantes.
Un claro ejemplo es la actitud de César Vallejo, quien participó en contra del
ejército de Franco, rechazando además todo vínculo con América: “Con los
lacayos de la invasión extranjera en España” (César Vallejo, Cultura peruana).
Después de las elecciones de 1939, donde resultó elegido Manuel Prado
Ugarteche, los sectores dominantes tuvieron que guardarse su discurso
fascista, pues Japón, el 7 de diciembre de 1941, atacaba Pearl Harbor (base
estadounidense instalada en Hawái), provocando la intervención de EE. UU. en
la ya iniciada segunda guerra mundial. Se tiene que tener en cuenta que
Manuel Prado Ugarteche representaba a la naciente burguesía nacional
vinculada con el desarrollo industrial, motivo por el cual recibía el apoyo del
APRA y el Partido Comunista (Cotler, 1987) formando un frente antifascista
contra la candidatura de José Quesada del Frente Patriótico (donde también se
encontraba la Unión Revolucionaria), representando a los sectores más
reaccionarios de la denominada “vieja oligarquía nacional”.
Hay que tener en cuenta que el fascismo peruano no pasó de ser un discurso
utilizado por los sectores dominantes, aspecto alienante mientras le fue útil; con
todo esto, no se quiere negar que el carácter señorial fascista fuera lo esencial
para que nuestra vieja aristocracia se sienta identificada con ella. Por lo tanto,
se puede concluir que, a falta de independencia económica, nuestros sectores
dominantes no podían ejercer sus propios planes, y peor aún, como se ha
demostrado en toda nuestra historia, no ha tenido jamás la capacidad de
ejercer un proyecto propio sin influencia externa.

Y en esta primera década del siglo XXI, reaparece el interés por estas
inclinaciones. Esto se evidencia en la aparición de grupos políticos que
expresan esta tendencia y que se manifiesta en un cuadro de características
que consideramos constituidas en el horizonte fascista, como es el caso del
movimiento etnocacerista.

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