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"Silencio de Scorsese":
entre la historia, la
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24 gauge wire on La
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en el País del Crisantemo
(1933-1936).
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Historias flotando sobre el
agua
Vivió largo tiempo en Roma, a la que fue por primera vez en 1857 al obtener el primer
premio de la convocatoria de la pensión romana por la Academia. A esta primera
estancia, le siguieron otras: la segunda a partir de 1863; la tercera entre 1868-1869, y la
cuarta entre 1872 y 1874, una etapa muy rica en la que fue considerado como uno de los
pintores fundamentales de la colonia artística española.
Desde luego, estuvo en París donde viajó por primera vez en 1862, gracias a una
subvención de la Diputación de Barcelona. De nuevo volvió en otoño de 1866 para
firmar un contrato con Adolphe Goupil, uno de los más importantes marchantes y
editores de estampas de Francia, fundador de la empresa parisina Goupil & Cie., al que
conoció en Roma en 1864. Este le puso en contacto con el coleccionista William Hood
Stewart (1820–1897), que fue uno de sus principales clientes. Fue por entonces también
cuando conoció al pintor Martín Rico Ortega (1833-1908) y al artista Eduardo Zamacois
y Zabala (1841-1871), con los que forjará una profunda amistad; estrechando sus lazos
con el que sería su cuñado Raimundo de Madrazo y Garreta (1841-1920), entonces en la
ciudad de las luces. Entre 1869 y 1870 residió en la ciudad del Sena, en una casa que le
cedió Goupil, viviendo intensamente el rico ambiente artístico parisino donde distintas
corrientes artísticas (entre ellas el japonismo) estaban eclosionando.
Por supuesto, viajó muchas veces a España. En 1866 llegó a Madrid, donde organizó una
exposición en la que mostró su obra, que causó gran impresión al pintor español
Federico de Madrazo y Kuntz (1815-1894), director del Museo del Prado, quien le ofreció
su propio estudio para trabajar. De esta manera Mariano conoció a su hija, Cecilia, con
la que contrajo matrimonio el 27 de noviembre de 1867. Asimismo, vivió en Granada,
entre 1870 y 1872, una estancia fundamental en la evolución artística de Fortuny que
constituyó el inicio de una nueva etapa para el pintor que culminó en años sucesivos.
Consideramos que el maridaje que tuvo Fortuny con el mundo japonés se produjo en
París. Quizá pudo tener algún contacto cuando visitó la ciudad por primera vez en 1862,
pero más bien creemos que el verdadero encuentro tuvo lugar durante su estancia en
otoño de 1866 y sobre todo entre los años 1869 y 1870, en los que vivió en la ciudad.
Antes del año 1860 ni en España, ni en Italia había llegado la pasión por lo japonés, el
fervor por el coleccionismo de arte nipón y, obviamente, no se había comenzado a
manifestar su impronta en las artes. De hecho, como hemos visto, estos sucesos
comenzaron a producirse en ambos países hacia la década de los 70. Por el contrario, las
singulares relaciones entre Francia y Japón determinaron la precocidad de estos
fenómenos en territorio francés que vieron la luz ya en la década de 1860. Así pues,
buena parte de los artistas españoles, como en el caso de Fortuny, se adhirieron a esta
moda a partir de sus estancias en París. La ciudad de las luces se convirtió, en la
segunda mitad del siglo XX, en un referente artístico de primer orden, sustituyendo a
Roma.[2] Allí se estaban gestando los grandes movimientos artísticos y surgiendo las
nuevas tendencias. Zona a la que viajaban todos los artistas europeos para completar su
formación. Era la capital en la que los salones determinaban el gusto de la época y a los
que accedían los coleccionistas.[3] Sus cafés y cabarés se convirtieron en sitios de
intercambio artístico y en el lugar idóneo donde los creadores realizaban tertulias sobre
la moda del momento o los gustos artísticos de más influencia. Además, era también el
lugar en el que el mercado de arte era más activo. En esta urbe se encontraban los más
importantes marchantes, anticuarios, tiendas especializadas y salas de subastas donde
se podían adquirir objetos de las manifestaciones artísticas más variadas y de las más
diversas tendencias y procedencias. Como hemos visto el arte japonés llegó a esta ciudad
muy tempranamente y fue el principal foco para su adquisición en Europa.
Taller de Mariano Fortuny en Roma, Raimundo de Madrazo, 1874, óleo sobre lienzo. Aquí se
puede apreciar una armadura samurái sobre el mueble situado en el centro de la
composición.
Es sabido que Fortuny fue un ávido coleccionista,[4] y que gracias a esta faceta se
interesó y pudo penetrar de manera más profunda en el arte japonés. Lamentablemente
perdidas, las obras que atesoró (sobre todo grabados ukiyo-e) se conocen gracias al
inventario de bienes post mórtem que se realizó tras su fallecimiento[5] y a los hallazgos
realizados por distintos investigadores.[6]
Adolphe Goupil, uno de los más importantes editores de estampas y marchantes del
siglo XIX en Francia, estableció estrechas relaciones comerciales con Fortuny desde
1864 hasta 1874. Tuvo varios establecimientos y galerías de arte en Paris y otras
ciudades y fue uno de los pioneros de la comercialización de grabados y objetos
japoneses en el territorio francófono;[7] sabemos por ejemplo que Van Gogh, que
trabajó con él, conoció por su mediación las estampas niponas iniciando desde entonces
su gran colección.
También compartió esta afición por el arte nipón con su gran amigo Eduardo Zamacois.
[21] El vasco viajó con 19 años a París por consejo de su maestro Federico Madrazo. En
otoño de 1866, Fortuny y Zamacois[22] se conocieron en las tertulias del café Moulousse
en la capital del Sena. Posiblemente Zamacois, que firmó un ventajoso contrato con
Adolphe Goupil, fue el que puso en contacto directo al citado marchante con Fortuny.
Stewart también tuvo buena relación con Zamacois y se sabe que el vasco dio clases de
pintura a su hijo Julius.[23] Hacia 1870, Zamacois quiso dar rienda suelta a su
creatividad y por ello encargó Stewart una serie de objetos japoneses para que le
sirviesen de inspiración. Su obra Carta a William Hood Stewart de ese mismo año
muestra una clara inspiración oriental.[24] Lamentablemente Zamacois falleció en 1871
a los 29 años de edad y su muerte no le permitió desarrollar este incipiente japonismo.
[25]
Notas:
Notas:
[1] Las breves notas biográficas que se exponen a continuación se han extraído de:: De La
Puente, Joaquín. Pinacoteca de los genios: Fortuny, Buenos Aires, Editorial Codex S.A.,
1967;; González, Carlos. y Martí, Montserrat. Maestros del arte de los siglos XIX y XX:
Mariano Fortuny Marsal, Barcelona, Diccionari Ràfols, 1986. Doñate, Mercè. Mendoza,
Cristina. y Quilez I Corella, Francesc. Fortuny (1838-1874), Barcelona, MNAC, 2003.
[3] Iturrioz, Susana. La influencia de la cultura japonesa en los pintores vascos, desde
mediados del s.XIX a mediados del s. XX, Bilbao, Universidad de Deusto, 2015.
Inédita. p. 43.
[6] AA.VV.. Japonismo: la fascinación por el arte japonés, Barcelona, Obra social “la
caixa”, 2013, pp. 55-58. Vives, Rosa., “Hokusai como modelo. Precisiones sobre dibujos
de Fortuny”, Archivo español de arte, t. 66, nº 261, 1993, pp. 23-34. Bru, Ricard. “Marià
Fortuny and japanese art”, Journal of Japonisme, nº 1, Mineápolis, Universidad de
Minnesota, 2016, pp. 155-185.
[7] Rewald, John. “Theo van Gogh, Goupil, and the Impressionist”, Gazette des Beaux
Arts, nº 81, enero-febrero 1973, pp. 1-107. AA.VV.. Vincent Van Gogh, rêves de Japon,
Paris, Pinacothèque de Paris, 2012, p. 105.
[8] Eidelberg, Martin. “Bracquemond, Delâtre and the Discovery of Japanese Prints”,
The Burlington Magazine , vol. 123, nº. 937, 1981, pp. 220-225.
[10] Bru, Ricard. “El col·leccionisme d’art de l’Asia Oriental a Catalunya (1868-1936)”,
en Bassegoda, Bonaventura y Domènech, Ignasi (eds.), Mercat de l’art, col·leccionisme
i museus, Estudis sobre el patrimoni artístic a Catalunya als segles XIX i XX,
Barcelona, Servei de Publicacions de la Universitat Autònoma de Barcelona, 2014, p. 55.
[13] Johnston, William R. “W. H. Stewart, the American patron of Mariano Fortuny”,
Gazette des Beaux Arts, nº. 77, marzo de 1971, pp. 183-188.
[14] Fol, Walther. “Fortuny”, Gazette des Beaux Arts, París, tome XI, 1875 p. 362.
[15] Barón, Javier. El Legado Ramón de Errazu: Fortuny, Madrazo y Rico ,Madrid,
Museo Nacional del Prado, 2005.
[16] Gonzalez, Carlos. y Marti, Montserrat. Maestros del… op. cit., p. 77.
[18] Almazán, David. “Canales y difusión del fenómeno del Japonismo en España”, en
Actas del XV del Congreso Nacional Historia del Arte. Modelos, intercambios y
recepción artística. Palma de Mallorca, Universitat de les Illes Balears, 2008, p. 569.
[19] Barón, Javier. El paisajista Martín Rico. 1833-1908, Madrid, Museo del Prado,
2012.
[21] Novo González, Javier. Los Zamacois de Bilbao, una saga de artistas, Bilbao, BBK,
2010.
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